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6 de febrero de 2022

Nuestros Siete Padres Divinos

UN ESTUDIO SOBRE MÓNADAS, RAYOS Y PLANETAS


Parte de la información más profunda y esotérica en todas las enseñanzas teosóficas se encuentra entre las páginas 566-578 del primer volumen de "La Doctrina Secreta", escrita por H.P. Blavatsky, y es la sección titulada "SOBRE LOS ELEMENTOS Y ÁTOMOS".

En la página 569, Blavatsky afirma: "Puede ser útil mostrar lo que era la Mónada y cuál es su origen, según las enseñanzas de los antiguos Iniciados".

Al leer estas palabras, el estudiante adquiere una mayor atención mental e intuitiva, pues sabe que la información y las explicaciones que siguen tienen gran importancia, ya que no sólo se mostrará qué es la mónada, sino también de dónde viene o cómo llega a la existencia, según lo sostenido por Adeptos.

"La mónada -una verdadera 'unidad indivisible', tal como la define Good, quien no le dio el sentido que le asignamos ahora- se presenta aquí como el Atma en unión con Buddhi y el Manas superior. Esta trinidad es única y eterna, siendo ésta última absorbida en la primera al término de toda vida ilusoria y condicionada. La mónada, entonces, se puede rastrear a través del curso de su peregrinación y sus cambios de vehículos transitorios sólo desde la etapa incipiente del Universo manifestado” (vol. 1, p. 570). 

En terminología teosófica, el concepto "mónada" tiene una aplicación muy amplia, y así esta palabra “puede aplicarse igualmente al Sistema Solar más vasto o al átomo más pequeño" (vol. 1, p. 21). "Él [Leibnitz] pensaba como nosotros que las mónadas están en todas partes. Por lo tanto, el alma humana es una mónada, y cada célula en el cuerpo humano tiene su mónada, como todas las células en animales, vegetales e incluso en los así llamados cuerpos inorgánicos” (vol. 1, p. 630). 

Sin embargo, cuando se habla específicamente de la constitución humana, por "Mónada" se entiende Atma-Buddhi, la conjunción de los dos Principios más elevados en el hombre. Pero es necesario que la Mónada se convierta en una Trinidad (Atma-Buddhi-Manas) para poder expresar sus facultades divinas y potencialidades latentes o tener alguna participación directa en los planos de diferenciación.

"Siendo que Atma (nuestro séptimo principio) es idéntico al Espíritu Universal y el hombre deviene uno con esto en su esencia, ¿cuál es entonces la mónada propiamente dicha?” (vol. 1, p. 571).

Atma o Atman es la parte más elevada de cada ser, constituyendo la naturaleza esencial y eterna de todo. Es Espíritu puro y eterno, nuestro Ser Superior; el Ser Único y Universal de Todo. Es indivisible, integral, incondicionado, indiferenciado e ilimitado, porque ES el Infinito. Aunque técnicamente se puede pensar en Atma aparte de Buddhi, éste último no se puede concebir correctamente sin aquél, ya que Atma es su origen, fuente, vida y esencia. Buddhi es considerado como el vehículo de Atma y para su Luz.

Pero entrando en la metafísica más profunda, específica y detallada de la Filosofía Esotérica, se plantea la cuestión de qué es realmente la Mónada, a lo que se da esta respuesta en la página 571:

"Es esa chispa homogénea que irradia en millones de rayos del prístino 'Siete', de los cuales surgen otros siete. Es la chispa que EMANA del Rayo INCREADO, todo un misterio."

Vemos que la Mónada es una chispa, un rayo que emana desde el prístino 'Siete'. Como veremos pronto, esta referencia a los Siete es muy importante para la comprensión de este asunto. 

Luego, H.P.B. explica: “En el budismo esotérico e incluso exotérico del norte, Adi Buddha (Chogi dangpoi sangye) o el desconocido, sin principio ni fin, idéntico a Parabrahm y Ain-Soph, emite un rayo brillante desde su oscuridad.

Este es el Primer Logos, o Vajradhara, el Buda Supremo (también llamado Dorjechang). Como Señor de todos los misterios no puede manifestarse, sino que envía su corazón al mundo de la manifestación: el 'corazón de diamante' o Vajrasattva (Dorjesempa). Este es el Segundo Logos de la creación, del cual emanan los siete Dhyani Buddhas (o cinco en el sistema exotérico), llamados Anupadaka, 'los sin padres'. Estos Budas son las mónadas primigenias del mundo del ser incorpóreo, el mundo Arupa, donde las Inteligencias (sólo en ese plano) no tienen forma ni nombre en el sistema exotérico, pero poseen sus siete nombres distintos en la filosofía esotérica".

Quizás esto se aclare si se presenta en el siguiente formato:

0 - ADI-BUDDHA – El Absoluto- la Realidad Única y Última, sinónimo budista para el Parabrahm del hinduismo, el Ain Soph de la Cábala, etc.

1 - VAJRADHARA – Primer Logos (no manifestado) - la radiación primaria del Absoluto y que permanece inmanifiesto, y a su vez emana a...

2 - VAJRASATTVA - Segundo Logos (semi-manifestado), los logos Creativos, el "Corazón de Diamante" de Vajradhara y de los cuales surgen...

3 - LOS SIETE DHYANI-BUDAS- Tercer Logos, hablando colectivamente (logos manifestado), a veces denominados Siete Logoi o Siete Rayos.

Para enfatizar: "Estos [Siete Dhyani] Budas son las mónadas primitivas del mundo del ser incorpóreo, el mundo Arupa”. 

En la página 572 encontramos el siguiente esquema teogónico a modo de aclaración sobre lo anterior:

“La mónada divina y puramente Adi-Búdhica se manifiesta como el Buddhi universal (Maha-buddhi o Mahat en las filosofías hindúes), la raíz espiritual, omnisciente y omnipotente de la inteligencia divina, la más elevada anima mundi o el Logos. Éste desciende 'como una llama que se extiende desde el Fuego eterno, inmóvil, sin aumento ni disminución, siempre inalterable hasta el fin' del ciclo de la existencia, y se convierte en vida universal en el Plano Mundano. Desde este plano de Vida Consciente se disparan, como siete lenguas ardientes, los Hijos de la Luz (los logoi de vida); luego los Dhyani-Budas de la contemplación o las formas concretas de sus Padres sin forma- los Siete Hijos de la Luz, todavía ellos mismos, a quienes se puede aplicar la frase mística brahmánica 'tú eres 'ESO'-Brahm'. Es de estos Dhyani-Budas que emanan sus chhayas (Sombras), los Bodhisattvas de los reinos celestiales, prototipos de los Bodhisattvas super-terrestres, de los Budas terrenales y finalmente de los hombres".

Para mayor claridad y expansión de nuestro entendimiento sobre los diversos términos utilizados, podemos presentar lo siguiente:

0 - ADI-BUDDHA - El Absoluto, Divinidad Pura, Fuego Eterno que se manifiesta como...

1 - VAJRADHARA - el Primer Logos (no manifestado) -el Anima Mundi más elevado - Buddhi universal - Raíz de la Inteligencia Divina, una Llama que se extiende desde el Fuego Eterno y que "desciende" y se expresa como...

2 - VAJRASATTVA - Segundo Logos (semi-manifestado) - Vida Universal Consciente desde la cual se "disparan, como siete lenguas ardientes"...

3 - LOS SIETE HIJOS DE LA LUZ que toman forma como LOS SIETE DHYANI BUDAS - el Tercer Logos en sentido colectivo (logos manifestado), los Siete Logoi de la Vida.

En estas páginas se enseña que estos “Siete Hijos” -aquí llamados Siete Dhyani Budas- son iguales a los Siete “Hijos nacidos de la Mente” de Brahmā (Manasaputras) en el misticismo hindú, los Siete Arcángeles de la tradición cristiana, los Siete dioses en varias religiones antiguas y así sucesivamente.

Las enseñanzas teosóficas siempre enfatizan que la Doctrina Esotérica es una y puede encontrarse subyacente a todas las religiones y tradiciones místicas del mundo, ya que es la fuente primigenia y arcaica de todas ellas. Esto es la Teosofía en sí misma, Verdad intemporal, "la antigua Religión-Sabiduría universal". 

Cuando uno sabe qué buscar y cómo reconocerlo -y los escritos de Blavatsky nos proporcionan esa información- se puede apreciar la misma Doctrina en todas partes, aunque con frecuencia oculta en diversos grados bajo capas de interpolaciones teológicas y distorsiones sectarias.

Como dice el famoso Rig Veda, "la Verdad es Una, aunque los Sabios la llaman por muchos nombres".

El hinduismo también habla de los cinco Tanmatras, que la obra "The Theosophical Glossary" (p. 319) define como "los tipos o rudimentos de los cinco Elementos; la esencia sutil de éstos desprovista de todas las cualidades, e idéntica a las propiedades de los cinco Elementos básicos: tierra, agua, fuego, aire y éter; es decir, los tanmatras son, en uno de sus aspectos, el olfato, gusto, tacto, la vista y el oído".

En la página 572 del primer volumen de "La Doctrina Secreta", H.P.B. proporciona información sobre los Tanmatras, pues realmente son idénticos a los Siete Dhyani Budas o Siete Rayos:

“Literalmente, los Tanmatras son el tipo o rudimento de un elemento carente de cualidades, pero esotéricamente son los primitivos Noumenoi de lo que se convierte en un 'elemento cósmico' durante el progreso de la evolución, en el sentido dado al término en la antigüedad, no en el de la física. Son los logoi, las siete emanaciones o rayos del logos (…) los cinco, o más bien siete, Dhyani Budas, [también] llamados 'Elementos' de la Humanidad (…) Ambos, como elementos primordiales e inteligentes, se convierten en los creadores o emanadores de las mónadas destinadas a volverse humanas en ese ciclo, después de lo cual ellos mismos evolucionan, o por así decirlo, se expanden en sus propios yoes como Bodhisattvas o Brahmanas, en el Cielo y en la Tierra, para convertirse por fin en hombres simples -y realmente 'los creadores del mundo nacen aquí en la Tierra una y otra vez".

Con esta concepción de "Elementos", en el sentido metafísico superior, podemos entender por qué a este capítulo del libro se le tituló como "SOBRE LOS ELEMENTOS Y ÁTOMOS, DESDE EL PUNTO DE VISTA CIENTÍFICO Y DEL OCULTISMO".

Los Siete Elementos Universales y Noumenales son los Siete Dhyani Budas, o en el lenguaje de las imágenes simbólicas, los Siete Rayos del Sol Espiritual Central. Y estos Siete Logoi o Siete Hijos de Luz son "los emanadores de las mónadas destinadas a volverse humanas en ese ciclo". Como vimos, en sí mismos los Siete son “las mónadas primigenias del mundo del ser incorpóreo, el mundo Arupa", y así nuestras Mónadas humanas constituyen chispas "que se irradian en millones de rayos del 'Siete' primigenio".

Por lo tanto, difícilmente podemos hablar de la Mónada sin referirnos también a los Siete. ¿Y por qué se llaman 'los Siete Hijos de la Luz'?

Se dice: "Estos seres son 'Hijos de la Luz' porque emanan y se generan a sí mismos de ese Océano de Luz infinito cuyo único polo es el Espíritu puro perdido en la Absolutidad del No-Ser, y el otro, la materia en que se condensa, cristalizándose en un tipo cada vez más denso a medida que desciende a la manifestación. Por tanto, aunque la materia sea en un sentido los pozos ilusorios de esa Luz cuyas extremidades son las Fuerzas Creativas, sin embargo tiene en ella la plena presencia del Alma, aquel Principio que nadie conocerá jamás, ni siquiera los 'Hijos de la Luz' que evolucionaron a partir de su OSCURIDAD ABSOLUTA” (vol. 1, p. 481). 

Continuando en la página 572, aprendemos que los Siete Hijos de la Luz también se llaman "estrellas":

“La Enseñanza Oculta establece que la estrella bajo la cual nace una Entidad humana permanecerá para siempre como su astro todo el ciclo de sus encarnaciones en un Manvantara. Pero esta no es su estrella astrológica, porque la última se relaciona con la personalidad, y la primera con la INDIVIDUALIDAD. El 'ángel' de esa estrella, o su Dhyani Buda, será el guía o simplemente la 'entidad' que preside, por así decirlo, en cada nuevo renacimiento de la mónada que es parte de su propia esencia, aunque su vehículo, el hombre, puede permanecer por siempre ignorante de este hecho".

Cada mónada humana “nace” o comienza “el ciclo completo de sus encarnaciones en un Manvantara” bajo uno de esos Siete Hijos de la Luz. Es literalmente parte de la esencia de uno de estos Siete Dhyani Budas, Siete Rayos Primordiales o, si uno prefiere el término, Siete Ángeles.

Ese uno de los Siete en particular "permanecerá para siempre como su estrella [de la Mónada] durante todo el ciclo".

Cada uno de los Adeptos, como se indica en la página 573, conoce a su respectivo Dhyani Buda ("su alma gemela mayor") y lo llaman "Padre-Alma" y "Padre-Fuego". Sin embargo, "es sólo en la última y suprema iniciación" que se encuentran "cara a cara con la brillante Imagen". ¿Cuánto sabía Bulwer Lytton de este hecho místico al describir a Zanoni cara a cara con su Augoeides, en uno de sus estados de ánimo más inspiradores?

"El Logos, o tanto la PALABRA manifestada como inmanifestada, es llamado Iswara por los hindúes, a pesar de que los ocultistas le dan otro nombre. Iswara, dicen los vedantinos, es la conciencia más elevada de la naturaleza. 'Esta conciencia superior', responden los ocultistas, 'es sólo una unidad sintética en el mundo del Logos manifestado, o en el plano de la ilusión, porque es la suma total de conciencias Dhyani-Chohánicas' (…) Atma es no-Espíritu en su estado final parabráhmico; Iswara o Logos es el Espíritu o, como explica el ocultismo, una unidad compuesta de Espíritus vivos y manifestados, la fuente parental y cuna de todas las mónadas terrenales, además de su reflexión divina que emana del Logos y vuelve a éste, cada uno en la culminación de su periodo. Existen siete grupos principales de tales Dhyani-Chohanes, que se encontrarán y reconocerán en todas las religiones, ya que son los SIETE Rayos primigenios. El Ocultismo señala que la humanidad está parcelada en siete grupos distintos y sus subdivisiones mental, espiritual y física” (p. 573). 

En otras palabras, el Logos Manifestado -Energía Única/Universal en su nivel plenamente externalizado- es una síntesis, la suma total y el agregado colectivo de las siete principales Jerarquías de Dhyani-Chohans o seres celestiales.

En nuestra Tierra, las mónadas humanas existen en siete grupos distintos correspondientes a estas Siete Jerarquías, Siete Rayos o Siete Dhyani-Budas. Cada uno de los siete grupos humanos también consta de sus propias subdivisiones.

Esto tiene sentido si recordamos lo que se dijo hace un momento:
Cada mónada humana “nace” o comienza “el ciclo completo de sus encarnaciones en un Manvantara” bajo uno de esos Siete Hijos de la Luz. Es literalmente parte de la esencia de uno de estos Siete Dhyani Budas, Siete Rayos Primordiales o, si uno prefiere el término, Siete Ángeles. Ese uno de los Siete en particular "permanecerá para siempre como su estrella [de la Mónada] durante todo el ciclo".

Aquí es donde entra la conexión con los Siete Planetas Sagrados, "bajo cada uno de los cuales nace uno de los grupos humanos, que es guiado e influenciado en ese sentido" (vol. 1, p. 573).

Debemos entender que los Siete Hijos de la Luz o Dhyani-Budas aparecen mucho antes que se formaran los planetas de nuestro Sistema Solar, porque trascienden muy ampliamente a esos astros y a los Espíritus planetarios, pero dado que toda manifestación está conectada fundamentalmente como una unidad y todo sigue el patrón séptuple, sus influencias y energías llegan a la Tierra mediante los Siete Planetas Sagrados y con los cuales ellas tienen una conexión vital.

Como sabemos, existen más de siete planetas, pero se enseña que sólo hay siete que tienen una relación muy especial y directa con el nuestro:

*Mercurio
*Venus
*Júpiter
*Saturno
*Marte
*"Sol"
*"Luna"

Tradicionalmente se han agregado el Sol y la Luna para completar la lista, pero la Teosofía sostiene que éstos son sólo sustitutos exotéricos de dos planetas misteriosos que los Iniciados y Adeptos no permitían que se los mencionara públicamente en la AntigüedadEl Sol no es un planeta, sino la estrella central de nuestro Sistema Solar, mientras que la Luna es un planeta inerte, un remanente descompuesto que fue la encarnación anterior de nuestro orbe.

La Luna fue el sustituto exotérico de lo que se describe en "Transactions of the Blavatsky Lodge" (p. 48) como "un planeta con movimiento retrógrado, a veces visible a cierta hora de la noche y aparentemente cerca de la Luna. La influencia oculta de este planeta es transmitida por aquélla”.

El Sol era suplente de un planeta trans-mercurial. En la obra recientemente publicada "The Secret Doctrine Dialogues", Helena Blavatsky dice a sus alumnos (p. 319, 398) que es "el planeta entre Mercurio y el Sol" y "uno de los más sagrados". Dicho orbe oculto está más cercano al Sol que Mercurio, y en la época victoriana fue reconocido por un tiempo bajo el nombre de Vulcano.

Se puede decir que cada uno de estos siete planetas sirve como un “foco” a través del cual las energías de esos Siete Rayos nos alcanzan e inciden en nuestro planeta. Debemos aclarar que ni Neptuno ni Urano se cuentan entre los Siete Planetas Sagrados.

H.P.B. comenta en una nota a pie de página en "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 573:

"Sólo hay siete planetas (especialmente conectados con la Tierra) y doce casas, pero las combinaciones posibles de sus aspectos son innumerables. Como cada planeta puede relacionarse con los otros en doce aspectos diferentes, sus combinaciones deben ser casi infinitas; tanto así, de hecho, como las capacidades espirituales, psíquicas, mentales y físicas en las innumerables variaciones del género homo, cada una de cuyas variedades surge bajo uno de los siete planetas y una de dichas combinaciones planetarias incontables".

Continuando con el tema de los siete "Grupos de Rayos" de Mónadas humanas, en la página 574 Blavatsky cita al teósofo brahmán T. Subba Row en una edición de "The Theosophist" (agosto de 1886) diciendo:

“Cada Buda se encuentra en su última iniciación con todos los grandes adeptos que alcanzaron la Budeidad durante las edades precedentes (…) Cada clase de adeptos tiene su propio vínculo de comunión espiritual que los une (…) La única manera posible y efectiva de entrar en tal hermandad (…) es poniéndose dentro de la influencia de la luz espiritual que irradia de su propio Logos. Puedo señalar (…) que tal comunión sólo es posible entre personas cuyas almas derivan su vida y sustento del mismo RAYO divino, y que como irradian siete rayos distintos del 'Sol Espiritual Central', todos los adeptos y Dhyani Chohans son divisibles en siete clases, cada una de las cuales está guiada, controlada y eclipsada por una de las siete formas o manifestaciones de la Sabiduría divina".

"El propio Logos" designa a uno de los Siete Dhyani-Budas o Siete Rayos de los cuales una persona es un "rayo" y “reflejo" en la Tierra.

Las almas "derivan su vida y sustento" de uno de los rayos divinos o mónadas primigenias o siete elementos primordiales, "las siete formas o manifestaciones de la sabiduría divina". Debido a que todos los seres humanos "son divisibles en siete clases" correspondientes a éstas, también lo son "todos los adeptos y Dhyani Chohans ", ya que también son o han sido humanos.

“Las 'tríadas' nacidas bajo el mismo Planeta Parental, o más bien las radiaciones de uno y el mismo Espíritu Planetario (Dhyani Buda) son, en todas sus vidas posteriores y renacimientos, hermanas o 'almas gemelas' en esta Tierra", señala H.P.B. en la página 574, y en este caso el concepto "almas gemelas" no se refiere al sentido popular como se usa en el Movimiento Nueva Era, en el que este asunto se ha degradado completamente hacia la idea de "relaciones físicas y románticas". Ella continúa:

"Esto lo sabían todos los iniciados de alto nivel en todas las edades y naciones: 'Yo y mi padre somos uno', dijo Jesús (Juan x. 30). Cuando éste sostiene, en otra parte (xx. 17): 'Asciendo a mi Padre y a vuestro Padre', significaba lo que viene de decirse. Era simplemente para mostrar que el grupo de sus discípulos y seguidores atraídos por Él pertenecían al mismo Dhyani Buda, 'Estrella' o 'Padre' y nuevamente del mismo ámbito planetario y la misma división a los que Él estaba vinculado".

“La identidad y diferenciación ilusoria del Ángel-Mónada y la Mónada humana se muestran con las siguientes oraciones: 'Mi padre es mayor que yo' (Juan xiv. 26); 'Glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo” (Mateo v. 16); 'Los justos brillarán en el reino de su Padre', no 'nuestro Padre' (Mateo xiii. 43); '¿No sabéis que sois el templo de Dios, y que el espíritu de Dios mora en ustedes?” (1 Cor. iii. 16); 'Yo asciendo a mi Padre', etc., etc."

Ahora la instrucción para el aspirante en "La Voz del Silencio" (p. 34) -traducida por H.P.B. del Libro de los Preceptos Dorados- se vuelve mucho más clara y potente en su significado:

"Fija la mirada de tu Alma sobre la estrella cuyo rayo eres, el astro flamígero que brilla en las profundidades oscuras del ser eterno, los campos ilimitados de lo Desconocido".

A medida que el capítulo llega a su fin, leemos: “Son así los 'Siete Hijos de la Luz', llamados según sus planetas (por la multitud) y a menudo identificados con ellos, como Saturno, Júpiter, Mercurio, Marte, Venus y -presumiblemente para el crítico moderno que no va más allá de la superficie de las antiguas religiones- el Sol y la Luna, que según las enseñanzas Ocultas son nuestros Padres celestiales, o 'Padre', sintéticamente (…) los orbes visibles que proveen a nuestra Humanidad con sus características externas e internas, y sus 'Regentes' o Rectores con nuestras mónadas y facultades espirituales” (p. 575). 

Como dijimos, los Siete Hijos de la Luz no son lo mismo que los Siete Planetas Sagrados, y tampoco viven ni habitan en ellos, sino que los preceden y trascienden mientras mantienen una conexión esencial sagrada y activa con y mediante ellos. Y ELLOS nos proveen "con nuestras Mónadas y facultades espirituales".

"Cada estudiante de ocultismo sabe que los cuerpos celestes están estrechamente relacionados durante cada Manvantara con la humanidad de ese ciclo especial", sostiene Blavatsky en su artículo póstumo "Astrology and Astrolatry", "y hay quienes creen que cada gran personaje que nace durante ese período tiene -como todos los demás mortales, sólo en un grado mucho más fuerte- su destino delineado dentro de su propia constelación o estrella, trazada como una auto profecía o autobiografía anticipada por el Espíritu residente de esa estrella en particular. La Mónada humana en su primer comienzo es ese Espíritu, o el Alma de esa estrella (el Planeta). A medida que nuestro Sol irradia sus haces luminosos en cada cuerpo del espacio al interior de los límites de su sistema, el regente de cada estrella planetaria, la mónada paterna, emana de sí misma la mónada para cada alma 'peregrina' nacida bajo su casa y dentro de su propio grupo. Los regentes son esotéricamente siete, ya sea en el Sephiroth, los 'Ángeles de la Presencia', los Rishis o Amshaspends" [negrita añadida]. 

En el capítulo o sección sobre "Evolución cíclica y karma" en el vol. 1 de "La Doctrina Secreta" (páginas 638-639), H.P.B. usa expresiones como:

*"el Prototipo de uno mismo, 'en el cielo'";
*“Su prototipo celeste”;
*"el prototipo invisible fuera de nosotros”;
*"su propia deidad personal", o
*"Ese 'dios de uno mismo'".

Y en la página 265 encontramos el término "el Observador o prototipo divino":

"Esta frase: 'El hilo entre el observador silencioso y su sombra (el hombre) se vuelve más fuerte' -con cada reencarnación- es otro misterio psicológico que encontrará su explicación en el Libro II. Por el momento, bastará con decir que el 'Vigilante' y sus 'Sombras' son uno (estas últimas siendo tantas como reencarnaciones hay para la mónada). El Observador o prototipo divino está en el peldaño superior de la escalera del ser, y la sombra en la parte inferior. Además, la Mónada de todo ser vivo -y a menos que su vileza moral rompa la conexión y se 'desvíe hacia el camino lunar', para usar la expresión Oculta- es un Dhyani Chohan individual y distinto de los demás, una especie de individualidad espiritual propia durante un Manvantara especial. Por supuesto, su unidad Primaria, el Espíritu (Atman) es uno con Paramatma (el Espíritu Universal Único), pero el vehículo (Vahan) en el que está consagrado (Buddhi) es parte integrante de esa Esencia Dhyani-Chohánica; y es en esto donde reside el misterio de esa ubicuidad que fue discutida en páginas previas: 'Mi Padre, que está en el cielo, y yo somos uno", dice la Escritura cristiana, y esto, en todo caso, es eco fiel del principio esotérico".

Aquí Blavatsky comentaba la Séptima Estrofa sobre la Evolución Cósmica del Libro Secreto de Dzyan. Ese pasaje se titula "LOS PADRES DEL HOMBRE EN LA TIERRA" y contiene lo siguiente en su cuarto a séptimo slokas o versos (vol. 1, p. 34):

“4. Es la Raíz que jamás perece; la Llama de Tres Lenguas y Cuatro Pabilos. Los Pabilos son las Chispas que parten de la Llama de Tres Lenguas proyectada por los Siete –su Llama–, los Rayos luminosos y Chispas de una Luna que se refleja en las Ondas inquietas de todos los ríos de la Tierra. 

5. La Chispa pende de la Llama por el hilo más tenue de Fohat. Ella viaja a través de los Siete Mundos de Mâyâ. Se detiene en el Primero y es un Metal y una Piedra; en el Segundo se convierte en una Planta; la Planta gira a través de siete cambios y viene a ser un Animal Sagrado. De los atributos combinados de todos ellos, se forma Manu, el Pensador. ¿Quién lo forma? Las Siete Vidas y la Vida Única. ¿Quién lo completa? El Quíntuple Lha. ¿Y quién perfecciona el último Cuerpo? Pez, Pecado y Soma… 

6. Desde el Primer nacido, el Hilo entre el Vigilante Silencioso y su Sombra se hace más fuerte y radiante a cada Cambio. La Luz del Sol de la mañana ha cambiado a la gloria del mediodía… 

7. 'Esta es tu Rueda actual', dijo la Llama a la Chispa. 'Tú eres yo misma, mi imagen y mi sombra. Yo me he revestido de ti, y eres mi Vâhan hasta el día de 'Sé Con Nosotros', en que volverás a ser yo misma y otros, tú misma y yo. Entonces los Constructores, terminada su primera Vestidura, descienden sobre la radiante Tierra y reinan sobre los Hombres, que son ellos mismos”. 

Así como existen siete grupos humanos distintos, también hay siete grupos nacionales y siete regiones o zonas de la Tierra (ver vol. 2, p. 29). “Cada pueblo y nación (…) tiene su Vigilante Directo, Guardián y Padre Celestial" (vol. 1, p. 576) y todas las naciones aparecieron bajo la influencia y energía de uno u otro de esos Siete.

"Las naciones aparecidas bajo Saturno -por ejemplo, la judía- con quien se había convertido en Jehová después de haber sido considerado como hijo de Saturno o Ilda-Baoth por los ofitas y en el libro de Jaser, estaban luchando eternamente con aquéllas nacidas bajo Júpiter, Mercurio o cualquier otro planeta, excepto Saturno-Jehová; pero a pesar de las genealogías y profecías, Jesús el iniciado (o Jehoshua) - el tipo de quien se copió el Jesús 'histórico'- no era de sangre judía pura, y por lo tanto no reconoció a Jehová ni adoraba a ningún dios planetario que no fuera su propio 'Padre', a quien conocía, y con el que se comunicaba como hace todo alto iniciado, 'de Espíritu a Espíritu y de Alma a Alma'. Esto difícilmente se puede descartar a menos que el crítico explique de forma totalmente satisfactoria cada una de las extrañas frases puestas en boca de Jesús por el autor del Cuarto Evangelio (capítulo 8) durante sus disputas con los fariseos:

'Sé que sois simiente de Abraham' (…) 'Yo hablo las cosas que he visto con mi Padre, y hacéis lo que habéis oído de vuestro Padre' (…) 'Vosotros hacéis las obras de vuestro Padre' (…) 'Vosotros sois de vuestro Padre, el diablo' (…) 'Fue un asesino desde el principio, y no estuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando uno dice una mentira, habla por él mismo, porque vuestro padre también es un mentiroso', etc., etc. 

Ese 'Padre' de los fariseos era Jehová, idéntico a Caín, Saturno, Vulcano, etc., el planeta bajo el cual nacieron y el Dios a quien adoraban. Evidentemente, debe buscarse un significado oculto en estas palabras y advertencias, aunque estén mal traducidas, ya que son pronunciadas por alguien que amenazó con el infierno a cualquiera que dijera simplemente raca (tonto) a su hermano (Mateo v. 22). Y obviamente los planetas no son simples esferas titilantes en el Espacio y que fulguran sin ningún propósito, sino que son los dominios de varios seres con que los profanos no están familiarizados. Sin embargo, tienen una conexión misteriosa, ininterrumpida y poderosa con hombres y globos. Todo cuerpo celestial es el templo de un Dios, y estos dioses mismos son los templos de DIOS, el Desconocido No-Espíritu. No hay nada profano en el Universo" (vol. 1, p. 577-578). 

Naturalmente, podemos sentirnos compelidos a preguntar: “¿A cuál de los Siete Dhyanis pertenece mi Mónada? ¿Bajo cuál de esos Siete nacieron mi país o raza? ¿Cuál es el 'Padre celestial' de mi nación?"

Descubriremos las respuestas cuando lo necesitemos y tengamos la preparación adecuada, pues la mera curiosidad intelectual o emocional no equivalen a esos requerimientos, y eso demuestra que tenemos mucho que aprender. 

Es totalmente inútil consultar a psíquicos sobre el tema o encontrar "respuestas" en libros compuestos por los autoproclamados "sucesores" de H.P. Blavatsky, algunos de los cuales han escrito extensamente sobre temas como los Siete Rayos, y quienes reemplazaron la filosofía y enseñanzas fundamentales de aquélla y los Maestros con un sistema distorsionado y cristianizado que debe sus orígenes a los supuestos "descubrimientos clarividentes" de C.W. Leadbeater.

Descartamos la idea de que el Primer Rayo es Voluntad/Poder, el Segundo Amor/Sabiduría, el Tercero Inteligencia Activa o Actividad Inteligente, y así sucesivamente. Estas clasificaciones de los Siete Rayos son inventos de Leadbeater y luego se popularizaron aún más por las obras de Alice Bailey. No hay ninguna base para ellos en las enseñanzas auténticas de la Teosofía, además de que Leadbeater no era una persona de confianza en lo que respecta a cualquier asunto.

Helena Blavatsky repetía a menudo que dio en su máxima expresión todo lo que los Maestros permitían que se otorgara de "la Doctrina Secreta Arcaica" en este momento, y que "pasarán siglos antes de que se dé mucho más" (vol. 1, Introducción, p. xxxviii). 

Si somos estudiantes sinceros y devotos de ella y sus Maestros Adeptos, nuestra tarea es estudiar, entender, explicar y hacer esa Doctrina lo más accesible que se pueda para otros, sean o no teósofos, en una escala cada vez más amplia. Si somos demasiado perezosos o egoístas para hacerlo, entonces ¿cómo podemos esperar más conocimiento, cuando ya nos han dado tanto y hemos hecho tan poco con él?

Se dijo anteriormente que en ciertos momentos los Siete aparecen ellos mismos en la Tierra. Los siguientes pasajes de "La Doctrina Secreta" (vol. 1, p. 638 y vol. 2, p. 358-359) arrojarán más luz sobre esto:

“En el simbolismo antiguo, siempre era el SOL (aunque se refería al Sol espiritual, no el visible) que se suponía enviaba a los principales salvadores y avatares. De ahí el vínculo entre los Budas, Avatares y tantas otras encarnaciones de los SIETE más elevados".

“Cuando los mortales se hayan espiritualizado lo suficiente, no habrá más necesidad de forzarlos a una comprensión correcta de la Sabiduría Antigua. Los hombres sabrán entonces que nunca hubo un gran reformador mundial y cuyo nombre haya pasado a nuestra generación, que (a) no fuera una emanación directa del LOGOS (bajo cualquier nombre en que lo conozcamos), es decir, una encarnación esencial de uno de 'los siete', del 'Espíritu divino séptuple'; y (b) que no hayan aparecido antes o durante Ciclos pasados. Reconocerán, entonces, la causa que produce ciertos enigmas en la historia y en la cronología de los siglos y, por ejemplo, por qué es imposible para ellos asignar una fecha fiable a Zoroastro, que se encuentra multiplicada por doce y catorce en el Dabistán; por qué los Rishis y Manus están tan mezclados en sus números e individualidades; por qué Krishna y Buda hablan de sí mismos como reencarnaciones, es decir, Krishna se identifica con el Rishi Narayana, y Gautama otorga una serie de sus nacimientos anteriores; y sobre todo, por qué el primero, siendo 'el verdadero Brahmā supremo', todavía se llama Amsamsavatara- 'una parte de una parte' sólo del Supremo en la Tierra. Finalmente, ¿por qué Osiris es un gran Dios y al mismo tiempo un 'príncipe en la Tierra' -que reaparece en Thoth-Hermes-, y por qué Jesús de Nazaret (en hebreo, Joshua) es reconocido cabalísticamente en Joshua, Hijo de Nun, así como en otros personajes? La doctrina esotérica lo explica diciendo que cada uno de estos (como muchos otros) apareció por primera vez en la Tierra como uno de los siete poderes del LOGOS, individualizado como un Dios o 'Ángel' (mensajero); luego, mezclados con la materia, reaparecieron a su vez como grandes sabios e instructores que 'enseñaron a la Quinta Raza' después de haber instruido a las dos anteriores, gobernado durante las Dinastías Divinas y que finalmente se sacrificaron para renacer bajo diversas circunstancias por el bien de la humanidad y su salvación en ciertos períodos críticos; hasta que en sus últimas encarnaciones realmente se habían convertido 'sólo en una parte' en la Tierra, aunque de facto el Supremo Único en la Naturaleza.

Esta es la metafísica de la teogonía. Y como cada 'Poder' entre los SIETE tiene a su cargo (una vez individualizado) uno de los elementos de la creación y gobierna sobre él, de ahí los muchos significados en cada símbolo que, a menos que se interpreten de acuerdo con los métodos esotéricos, conducen generalmente a una confusión inextricable".

Procuremos recordar algunos de estos términos, por las grandes verdades que transmiten: "encarnaciones de los SIETE más elevados”, “el Espíritu divino séptuple” y “los siete poderes del LOGOS”.

Se mencionan aquí los zoroastristas, como también a Manus, Osiris, Hermes, Krishna, Gautama Buda y Jesús, y se afirma que "cada uno de estos (como muchos otros) apareció por primera vez en la Tierra como uno de los siete poderes del LOGOS, individualizado como un Dios o 'Ángel' (mensajero); luego, mezclados con la materia, reaparecieron a su vez como grandes sabios e instructores que 'enseñaron a la Quinta Raza' después de haber instruido a las dos anteriores, gobernado durante las Dinastías Divinas y que finalmente se sacrificaron para renacer bajo diversas circunstancias por el bien de la humanidad y su salvación en ciertos períodos críticos".

Hay mucho que asimilar en estas líneas. El pensamiento cuidadoso sobre estas enseñanzas es esencial si uno quiere realmente obtener algo de ello, más allá de una búsqueda puramente intelectual. Se espera que nuestros lectores estudien estos pasajes y referencias en "La Doctrina Secreta" por sí mismos y también regresen de vez en cuando a este artículo para complementar dicho análisis. 

“Las persianas que ocultan los verdaderos misterios de la filosofía esotérica son geniales y desconcertantes, e incluso ahora no se puede dar la última palabra. Sin embargo, el velo puede ser removido un poco más y algunas explicaciones, hasta ahora negadas, pueden ofrecerse al estudiante serio (...)”. 

"Si todos esos Manus y Rishis [en el hinduismo] se denominan con un nombre genérico [es decir, a muchos se les da el nombre de Vaivasvata en escrituras hindúes], esto se debe al hecho de que son una y todas las Energías manifestadas del único y el mismo LOGOS, el celestial, así como los mensajeros terrestres y las permutaciones de ese Principio que se halla siempre en estado de actividad; consciente durante el período de evolución cósmica, e inconsciente (desde nuestro punto de vista) en el reposo cósmico, mientras el Logos duerme en el seno de AQUÉLLO que 'no duerme' ni está nunca despierto, ya que es SAT o Seidad, no una entidad. Es de ELLO que emerge el gran Logos invisible, que da origen a todos los demás logoi, el MANU primordial que da ser a los otros Manus, que emanan el Universo y todo en él colectivamente, y que representan en su conjunto el Logos manifestado (...)”.

"Manu se declara creado por Viraj o Vaiswanara (el Espíritu de la Humanidad), lo que significa que su Mónada emana del Principio que nunca descansa al comienzo de cada nueva actividad cósmica: ese Logos o MÓNADA UNIVERSAL (colectivamente 'Elohim') que irradia desde su interior todas esas Mónadas Cósmicas que se convierten en centros de actividad y progenitores de los innumerables sistemas solares, así como de las mónadas humanas aún indiferenciadas de las cadenas planetarias, así como de cada entidad en ellas. Cada mónada cósmica es 'Swayambhuva', el NACIDO DE SÍ MISMO que se convierte en el Centro de la Fuerza, desde donde emerge una cadena planetaria (de las cuales hay siete en nuestro sistema) y cuyas radiaciones vuelven a ser tantos Manus Swayambhuva (un nombre genérico, misterioso y que significa mucho más de lo que parece), cada uno de los cuales se convierte, como Anfitrión, en el Creador de su propia Humanidad” (vol. 2, p. 310-311). 

"La Doctrina Secreta" señala claramente que la evolución es un proceso que se genera desde el interior. Cada mónada menor -y recordemos que todo es una mónada o unidad- es irradiada desde el interior de una mónada mayor, su núcleo y principio eclipsante, del cual realmente es una parte de la esencia. A su vez, esas Mónadas mayores son emitidas desde Mónadas aún más grandes.

En última instancia, toda la manifestación se origina en la Mónada Universal, que no es otra que el Primer Logos no manifestado, la Primera Causa que surge de la Causa sin Causa (el Principio Divino Absoluto) cuando el Universo nace. Esta Mónada Universal es el “punto dentro del círculo” en simbolismo esotérico, donde dicho punto es el mismo que la Monas de Pitágoras, el primer y más alto punto del triángulo homónimo. Helena Blavatsky lo llama "el LOGOS esotérico real" (vol. 1, p. 614) y en el pasaje recién citado como "MANU primigenio", pero nunca caigamos en su antropomorfización.

Algunas personas hablan muy superficialmente sobre el “Sol Espiritual Central". Esto, de lo que estamos hablando ahora, es el Sol Espiritual Central, la única Luz y Vida del Universo que todo lo abarca.

En "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 614, la autora señala en la sección sobre "Dioses, mónadas y átomos":

"Aquéllos que no puedan distinguir la diferencia entre la mónada (Unidad Universal) y las Mónadas o Unidad manifestada, como también entre el LOGOS siempre oculto y la Palabra revelada, nunca deben inmiscuirse en filosofía, por no hablar de las Ciencias Esotéricas”. Se espera que esa diferencia ahora pueda ser asimilada más fácilmente.

¿Qué es entonces la Mónada Humana? Es un Rayo, una Chispa, una individualización de o desde la Mónada Universal. Pero no llega directamente aquí, dando un salto gigantesco desde el Primer Logos hasta los ciclos de encarnación humana en el planeta Tierra.

Existen Siete Mónadas Primigenias, los Siete Hijos de la Luz, y cada Mónada Humana es una chispa o radiación desde la esencia de uno de estos Siete Rayos. Cualquiera de esos Siete que nos corresponda, constituye nuestro Prototipo divino o celestial, nuestra Estrella, Padre Monádico, Dhyani Buda o nuestro propio Logos, y estamos vinculados con él a través de cualquiera de los Siete Planetas Sagrados que le atañe específicamente.

Al igual que los Adeptos y Mahatmas, podemos pensar en ellos como "Padre-Alma" y "Padre-Fuego", pero es sólo en un alto grado de iniciación, y después de pasar con éxito muchas pruebas y tribulaciones espantosas, nos encontraremos cara a cara con la brillante "Imagen" y entonces, sólo entonces, SABREMOS que "Yo y mi Padre somos Uno y el Mismo".

“Este 'Mundo de la Verdad' puede describirse sólo en las palabras del Comentario como 'una estrella brillante que cayó del corazón de la Eternidad; el faro de esperanza en cuyos Siete Rayos cuelgan los Siete Mundos del Ser', y realmente es así, ya que esas son las Siete Luces cuyos reflejos son las Mónadas humanas inmortales” (H.P. Blavatsky, "La Doctrina Secreta", vol. 1, p. 120). 

Misterios del Cuerpo Astral

Según las enseñanzas de Helena Blavatsky y William Quan Judge


Quizá sea conveniente revisar el texto de “La naturaleza séptuple humana” antes de leer este artículo, que constituye una suerte de “complemento” en la sección de aquél sobre el Linga Sharira, la parte astral del ser humano. Citamos brevemente parte de ese escrito para proporcionar una introducción:

“Linga Sharira, llamado cuerpo astral, es el 'doble' sutil e invisible del cuerpo físico y también la forma, molde y prototipo sobre y alrededor del cual se construye la cobertura material. Viene a la existencia antes que aquélla y sólo se desvanece y muere completamente cuando desaparece y se desintegra la última partícula remanente del cuerpo físico inerte, a excepción del esqueleto.

El cuerpo astral también puede considerarse como 'cuerpo vital' o 'energético' humano, porque es el vehículo a través del cual Prana (3er Principio) fluye hacia el cuerpo material, y es esta parte de nuestra constitución que se utiliza en las actividades conocidas como 'viajes astrales', 'proyección astral', etc. El término 'astral' se usa en Teosofía simplemente como sinónimo de 'subjetivo', 'sutil' o 'interno'. Su punto de conexión principal con el cuerpo físico está en el área del bazo, y ambos están vinculados lo largo de cada vida por una especie de cordón umbilical invisible, que algunos han llamado 'hilo' o 'cordón de plata'”. 

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"Este cuerpo astral o doble impregna al físico como hace el color con el cuenco de agua, y aunque para las modernas concepciones materialistas no se admite que una sombra tan nebulosa tenga partes, poderes y órganos, sin embargo posee todas esas cualidades con un sorprendente poder y asimiento. Aunque tal vez sea una neblina, en las condiciones apropiadas puede ejercer una fuerza comparable al viento invisible cuando echa por tierra las orgullosas construcciones del humano insignificante" (William Q. Judge, “Mesmerism”).

Judge explica en este mismo artículo que el cuerpo o doble astral "es mediador entre mente y materia". Comúnmente muchas personas utilizan la expresión "mente sobre materia", pero la única forma en que la primera tenga control, influencia y efecto sobre el cuerpo tangible es mediante la cobertura astral, sobre y alrededor de la cual se construye la física.

El cuerpo astral escucha las órdenes mentales, provocando que los nervios y el cuerpo físico respondan y en la medida de lo posible. Todos hemos escuchado sobre casos en que algunos individuos han tenido éxito en la curación del cuerpo material mediante el uso de varias “técnicas de pensamiento positivo” o “afirmación positiva”, proceso también conocido como “autosugestión”. Quizá el método más conocido es el del doctor Émile Coué y la repetición de la frase “todos los días, en todos los sentidos, cada vez me siento mejor". 

También hemos sabido que ciertas personas con un perfecto estado de salud se enfermaron al pensar incorrectamente y creer que algo andaba mal en ellas.

Las enseñanzas teosóficas acerca de la constitución septenaria humana ilustran que el principio de la mente se encuentra más arriba del astral, y que éste a su vez se halla un nivel por encima del principio físico. Así, nuestro cuerpo astral o de energía recibe los mandamientos e impulsos de la mente, ya sea que se envíen consciente o inconscientemente, y reacciona en consecuencia a través de su vehículo de manifestación, el cuerpo físico denso.

Obviamente, la medida en que ello ocurre está regulada de modo completo por nuestro Karma. Nada podrá sucedernos fuera del propio “fardo” kármicamente predeterminado en la vida, porque la Ley del Karma es la del destino autocreado, pues en el ayer creamos el presente y en la actualidad forjamos nuestro futuro, pero siempre funcionamos bajo restricciones definidas que producimos a través de nuestros actos en vidas anteriores, y en esto radica la principal explicación de por qué la gran mayoría de los intentos de "autocuración" terminan en fracaso. Como H.P. Blavatsky afirmó con énfasis en "La Clave de la Teosofía", el Karma es "la máxima Ley del universo".

William Judge explica que los sentidos verdaderos pertenecen al cuerpo astral, y los medios físicos sensoriales son sólo sus representantes externos en el plano de la materia burda: "Todos los sentidos tienen su asiento en él [cuerpo], y cada uno de ellos es mil veces más extenso en rango que sus representantes exteriores, porque los ojos y oídos físicos y el sentido del tacto, el gusto y el olfato son sólo órganos brutos que utilizan los internos, pero que por sí mismos no pueden hacer nada”. 

Haciendo hincapié en el hecho de que el cuerpo físico es simplemente nuestra cobertura exterior y sirve como vehículo para el astral, Judge nos recuerda que la muerte de la cobertura material no se debe simplemente a la desintegración física, sino que ésta es reflejo y respuesta de la descomposición y decadencia del doble astral interno. Nuestro doble astral permanece coherente e intacto durante el tiempo que permita nuestro karma, hasta que finalmente "se alcance el término del cuerpo astral" y luego "ya no sea capaz de mantener intacto el marco externo".

En el párrafo citado anteriormente, vimos que el cuerpo astral tiene sus propias "partes, poderes y órganos", y por tanto "la estructura astral interna del ser humano es definida y coherente (…) Así como el cuerpo externo tiene una columna vertebral -el pilar sobre el cual se sostiene el ser- y un cerebro en su parte superior, así también el doble astral tiene su columna central y cerebro".

William Judge enseña que el doble astral está impregnado de "corrientes" similares en parte a los flujos de electricidad y que pueden llamarse “astro-nervios”, que se extienden por todo el doble astral desde el cerebro y la columna vertebral homólogos.

Todos ellos “están relacionados con cada órgano del cuerpo visible" y se conectan particularmente con centros en el cuerpo físico tales como corazón, garganta, plexo solar y bazo. Aquí Judge hace una referencia directa a los chakras o centros de energía, pero debe tenerse en cuenta que no es aconsejable concentrarse demasiado en ellos.

"El cuerpo astral está hecho con materia de una textura muy fina en comparación con el cuerpo visible, y tiene una gran resistencia a la tracción, por lo que cambia muy poco durante toda la vida, mientras que el físico se altera a cada momento. Y no sólo comprende esta fuerza inmensa, sino que al mismo tiempo posee una elasticidad que permite su extensión a una distancia considerable, siendo así un componente flexible, plástico y fuerte.

La materia de que está formado es eléctrica y magnética en su esencia, que es justamente de la que estaba compuesto todo el planeta en el pasado remoto, cuando los procesos de evolución aún no habían llegado al punto de producir el cuerpo material humano, aunque no constituye materia prima ni cruda" (William Q. Judge, “El Océano de la Teosofía”). 

En su periodo de juventud y también ocasionalmente durante sus últimos años, Madame Blavatsky asombraba a los presentes al hacer que los objetos en el extremo de una habitación u otra fueran llevados hacia ella por el aire, o que el piano tocara solo cuando no había nadie cerca de él. Más tarde Blavatsky explicó que había diversos métodos para lograr tales hazañas, y que uno de ellos era la capacidad de extender los brazos y las manos de su cuerpo astral tanto como fuera necesario (mientras que su cuerpo tangible permanecía sentado), y luego usarlos para recoger diversos objetos y llevarlos de vuelta a donde estaba situada físicamente, y de la misma manera Blavatsky podía tocar piano en un rincón lejano de la habitación con sus manos astrales. Dado que nadie de los testigos en estas numerosas ocasiones poseía facultades adecuadas de clarividencia, no podían apreciar lo que realmente sucedía y sólo observaban los efectos físicos de sus acciones astrales.

Helena Blavatsky no realizó tales fenómenos con la intención de entretener o impactar a la gente, sino para demostrar claramente la existencia real de poderes y fuerzas invisibles que están presentes en los seres humanos, aunque por lo común se encuentran latentes o dormidos

Se relata que el día de su fallecimiento en Londres (mayo de 1891), Blavatsky realizó una "visita astral" de despedida a su tía Nadia en Rusia, quien para ese momento no estaba informada de su muerte, y por lo tanto no reconoció sino hasta más tarde el significado de ciertos fenómenos que ocurrieron en su casa durante la misma jornada. Posteriormente explicó lo siguiente en una carta a Vera, la hermana de H.P.B.: "En varios momentos a lo largo de la noche, y una vez durante el día (…) de improviso comenzaba a tocar el órgano cerca de su gran retrato. Estaba cerrado y nadie más lo manipuló; además, las campanas repicaban sin causa aparente".

Judge continúa señalando en "El Océano de la Teosofía": “El cuerpo astral es el modelo o guía para el físico, y todos los otros reinos tienen el mismo prototipo astral. Tanto plantas como minerales y animales tienen un doble etéreo, y esta teoría es la única que responderá a la pregunta de cómo es que la semilla puede producir su propia clase, y todos los seres sintientes engendran su semejanza".

En sus enseñanzas recientemente publicadas en "The Secret Doctrine Dialogues", Helena Blavatsky explica que la semilla paterna que crece y toma forma en la madre contiene la simiente de Linga Sharira o doble astral. Éste último y el cuerpo físico que le corresponde (configurado sobre y alrededor de aquél en el útero materno) está relacionado directamente con un alma que en ese momento se encuentra en el estado de Devachán (ver “¿Qué ocurre cuando morimos?") y se está preparando para reencarnar en este plano físico.

Judge escribe que "en la actualidad el cuerpo astral es el modelo para el desarrollo del ser dentro del útero (...) Es en él donde las moléculas se organizan hasta que el niño esté completo, y la presencia del cuerpo de diseño etérico mostrará cómo se desarrolla su forma, cómo los ojos emergen desde el interior a la superficie facial y muchos otros asuntos misteriosos en embriología, que los médicos abordan sólo con descripciones, pero sin lograr explicarlos".

“El ser humano tiene su 'doble' o sombra propiamente dicha, alrededor de la cual se construye el cuerpo físico del feto o futuro ser. De esta manera, la imaginación de la madre o un accidente que afecte al niño incidirá también en el cuerpo astral. Lo astral y lo físico existen antes que la mente comience su curso de desarrollo y previo al despertar de Atma, lo cual ocurre cuando los niños cumplen siete años y con ello viene la responsabilidad de conectarse con un ser consciente y sintiente. Este 'doble' nace con la persona, muere con ella y nunca puede separarse del cuerpo durante la vida, y aunque lo sobrevive, se desintegra pari passu con el cadáver. Es esto lo que a veces se aprecia sobre las tumbas como la figura luminosa del individuo fallecido, y durante ciertas condiciones atmosféricas. Durante la vida y desde el punto de vista físico, es el doble vital del ser humano, y posterior a la muerte sólo son los gases emitidos por el cuerpo en descomposición, pero en cuanto a su origen y esencia constituye algo más. A este doble hemos acordado llamarlo Linga-Sarira, pero yo propondría denominarlo 'cuerpo proteano' o 'plástico' para una mayor conveniencia" (H.P. Blavatsky, “Astral Bodies or Doppelgangers”).

También en "El Océano de la Teosofía" leemos: "En la persona común no entrenada en ocultismo práctico, o que no tiene la facultad de nacimiento, el cuerpo astral no puede prolongarse a más de unos pocos metros del físico. Es parte de ese aspecto material, lo sostiene y se incorpora a él al igual que las fibras del mango se encuentran por toda esa fruta; pero debido a las prácticas llevadas a cabo durante vidas anteriores en la Tierra, hay quienes tienen un poder innato que consiste en enviar el cuerpo astral inconscientemente. Estos individuos pueden ser médiums, algunos videntes y muchas personas histéricas, catalépticas y escrofulosas. Contrariamente, aquéllos que se han entrenado por largo tiempo bajo una disciplina particularmente estricta que atañe a la naturaleza moral y mental y se encuentra más allá del poder del humano promedio, pueden emplear la forma astral a voluntad ya que han superado completamente la ilusión de que el cuerpo físico es permanente en ellos, y además han aprendido las leyes químicas y eléctricas que rigen este proceso. En su caso, actúan con conocimiento y a sabiendas, pero en otros contextos el acto se realiza sin la capacidad para evitarlo, provocarlo a voluntad o soslayar los riesgos asociados con el uso de dichas potencias elevadas en la Naturaleza".

Existe un gran peligro respecto del interés cada vez mayor en lo que se conoce como "viaje" o "proyección astral". Cientos, si no miles de sitios en internet, pretenden “instruir” al lectorado sobre cómo funcionar a voluntad en su cuerpo astral y tener todo tipo de experiencias extracorporales en el plano homónimo. Muchas de esas páginas cobran dinero -a veces una gran cantidad- a cambio de revelar supuestos "secretos" del viaje astral y otros asuntos similares, y en ese sentido esperamos sinceramente que todos quienes lean este artículo eviten dichos esquemas fraudulentos, peligrosos y explotadores. Este tipo de personas presenta y describe el uso consciente del cuerpo astral como si fuera sólamente diversión, búsqueda de sensaciones o placeres egoístas, pero no hacen mención alguna acerca de ayudar y servir a la humanidad, o la importancia capital del desarrollo interno y la pureza absoluta de nuestra naturaleza física, emocional, mental y espiritual.

Muchos individuos serían presos de un miedo terrible si en la práctica comenzaran a funcionar conscientemente en su cuerpo astral, en particular si carecen de la capacidad y el conocimiento para regresar al cuerpo físico a voluntad, porque el hecho es que la información ofrecida por dichos sitios es irremediablemente incompleta e inexacta. Los viajes y proyecciones astrales NO están para entretenimiento individual, y son imposibles para la gran mayoría de la gente, sin importar cuántas "técnicas" se intenten. Como señala Judge, sólo están total y adecuadamente disponibles para "aquéllos que se han entrenado bajo un régimen estricto concerniente a la naturaleza moral y mental" y que "superaron por completo el engaño de que el cuerpo físico es un elemento permanente".

Aún así, dichas facultades no deben forzarse, sino que surgirán de manera espontánea, segura y a su debido tiempo para la persona que lleva una vida espiritual pura, desinteresada, comprometida por completo con el bienestar de otros, y viviendo a un alto nivel de conciencia en todo momento, pues la capacidad de funcionar en el cuerpo astral implica responsabilidades sagradas. No es necesario ni beneficioso para el humano promedio poder funcionar voluntariamente en su vehículo astral, y la persona que consigue realizar este proceso sin saber lo que hace puede terminar creando un Karma horrible al incurrir en una "mala conducta astral", por travesuras motivadas sensual y pasionalmente en el plano homólogo, sin mencionar la posibilidad de cortar por accidente el cordón de plata que conecta el cuerpo astral con el físico, y causando así su propia muerte.

En el tercer volumen de "Echoes of The Orient" (compilación de tres volúmenes sobre escritos por William Judge y publicada por Theosophical University Press), encontramos una sección interesante titulada "By Astral Hand" que relata un hecho inusual acontecido en 1896 durante los últimos instantes en la vida de Judge. Uno de los varios teósofos que estaba junto a su cama informó: "Era una escena solemne y que nunca olvidaré. El alma estaba a punto de abandonar su morada terrenal, y la mano del presidente [Judge] ya no tenía fuerza alguna, pero a medida que la serenidad de la así llamada 'muerte' ya se asentaba en sus facciones, todos observamos un ligero revoloteo entre los papeles que yacían sobre la mesa junto a su cama. Cuando miramos en esa dirección, nuestro asombro fue total al ver que una mano blanca y delicada escribía varias líneas sobre la página en blanco de un libro, cuyo título era 'El Océano de la Teosofía'. Los que están más familiarizados con el Sr. Judge dicen que la mano era suya, y en cuanto a las líneas no puedo recordarlas exactamente, pero sé que se relacionan con uno de los principios fundamentales de nuestra creencia. Cuando la mano completó la escritura, el Sr. Judge suspiró ligeramente y cerró los ojos".

Los periodistas de Nueva York estaban tan intrigados por este relato que contactaron a Claude Falls Wright, uno de los principales asociados de Judge que también se encontraba en ese lugar al momento de su fallecimiento. Se nos dice que Wright declaró al diario “The Morning Advertiser” que "no estamos acostumbrados a buscar publicidad o fama, pero como no tenemos nada que ocultar y dado que eres persistente, aquí está el papel al que te refieres". Dicho noticiero, en su edición del 26 de marzo de 1896, contenía una reproducción fotográfica del mensaje escrito por la mano astral de Judge y decía:


“No hay espacio para la tristeza en el corazón de aquél que conoce y trabaja para la Unidad de todos los seres espirituales. Mientras personas, monumentos y gobiernos desaparecen, el Ser permanece y vuelve nuevamente. Los sabios no se perturban y permanecen en silencio; ellos dependen del Ser y buscan su refugio en él”.

2 de febrero de 2022

El verdadero espíritu científico


Generalmente los diccionarios definen la ciencia como un conocimiento sistemático y formulado, la búsqueda de dicho saber o los principios que regulan tal indagatoria, y también se refiere al cuerpo de conocimiento organizado que se ha acumulado sobre un tema. Al constituir un saber basado en la razón, la experiencia y la prueba, obviamente la ciencia excluye las creencias que no se basan en estos criterios. El verdadero espíritu científico es entonces el ánimo de búsqueda del conocimiento sobre la verdad en todas las cosas, siendo aquélla el objetivo último en este quehacer profesional.

La proposición básica de la ciencia moderna es que el mundo natural es la "realidad objetiva" e independiente del observador, y que el verdadero conocimiento es la comprensión del mundo que se obtiene por el método científico, que consiste en la observación neutral de hechos y libre de sesgos subjetivos, como además el análisis y la experimentación, e inferir leyes generales de casos particulares. De este modo se busca llegar a la verdad universal de los teoremas y demostrar su validez mediante su aplicabilidad con objeto de predecir eventos, por cuanto el método científico se denomina también "empirismo lógico".

Si bien las ciencias inductivas han desentrañado muchos misterios en los procesos y leyes de la naturaleza física y se obtienen resultados maravillosos, los científicos admiten que su método no ha conseguido -y como se esperaba- llegar a un sistema unificado de conocimiento del mundo tal como es en realidad, o una ciencia unificada que a la vez comprendiera un sólo principio universal para armonizar por separado las observaciones individuales adquiridas en un todo sintético. No es necesario ir muy lejos con tal de buscar el motivo de ese fracaso, pues éste se basa en el supuesto básico de los especialistas sobre la naturaleza de la realidad y la limitación en la lógica inductiva, y sus propios descubrimientos les han demostrado que no es cierta su hipótesis básica sobre un mundo objetivo independiente del yo subjetivo o la conciencia

La teoría de relatividad y la física cuántica, como también las investigaciones en "psicología cognitiva", han evidenciado de manera concluyente que la observación de "hechos" está vinculada de forma inalienable con la mente del observador e influida por ella, y ha puesto en duda la posibilidad de una mera percepción objetiva. Se admite que las suposiciones y teorías subjetivas sostenidas podrían “colorear” los hechos observados y darles un significado especial; se aceptan los "hechos" que encajan con y apoyan la teoría predeterminada y los supuestos fundamentales, y los del tipo opuesto se pasan por alto y descartan como “anómalos”, por cuanto se crean otros sucesos para corroborar las teorías prevalecientes y de este modo las observaciones son dependientes de la teoría. Los discípulos en cada rama de la ciencia están capacitados en cómo y qué ver, e interpretar así el mundo en términos de sus respectivos modelos teóricos; en consecuencia, los científicos no ven el mundo como es en realidad, sino que lo consideran influenciado por su sistema de creencias.

La relatividad y limitación de la ciencia inductiva se resumen en la obra del gran físico David Bohm, quien afirma que la ciencia es una acción comunicativa dentro de una totalidad ininterrumpida que es infinita en su profundidad y complejidad cualitativas y cuantitativas; que las leyes y teorías formuladas por toda rama científica -en relación con la matriz disciplinaria específica de cada una- son válidas sólo dentro de ese dominio y posiblemente falsas más allá de sus límites, y por lo tanto ninguna teoría puede considerarse absoluta debido a la profundidad infinita del terreno intacto.

Entonces, de acuerdo con la admisión de los principales expertos, la verdad constituye la "totalidad inquebrantable que es infinita", la cual incluye al yo subjetivo y al mundo objetivo como un continuo que constituye el todo, y que los métodos empíricos e inductivos no pueden asimilar lo mismo. Así, el verdadero conocimiento sólo puede ser la comprensión tanto de la conciencia perceptiva como sobre los objetos de percepción, o Espíritu y Materia, aspectos duales de la Realidad Única y Absoluta, y ese yo o conciencia es la clave para ello.

Por tanto, la base del conocimiento debe subsistir en el hombre mismo, en su Ser Esencial. Platón enunció esta verdad en “Fedón”: “Cuando los hombres son interrogados adecuadamente, hablarán de todo tal como es. Al mismo tiempo, nunca podrían hacer esto a menos que la ciencia y la razón residieran en su naturaleza”. Esta es una enseñanza fundamental de la Ciencia Oculta. Una ciencia que niega o ignora la mente y el alma para ser independiente de la materia debe ser necesariamente amoral y parcial, e incapaz por esa misma deficiencia de llegar a la Verdad. El interrogatorio apropiado del que habla Platón es el proceso de liberar la mente a través del razonamiento dialéctico de ideas erróneas y sesgos que actúan como un velo grueso que nos oculta la realidad, y así permitir que el conocimiento innato -la luz del Alma Racional o Nous- brille en nosotros, dando lugar a la correcta percepción de las cosas existentes. Este proceso es esencialmente ético y contemplativo. La moral y la ciencia nunca pueden ir separadas, y Helena Blavatsky señala: "Por lo tanto, no es el 'conocimiento' como se entiende normalmente para lo que trabaja el ocultista, sino que se le presenta como una cuestión de rutina, consecuencia de haber quitado el velo que escudriña el verdadero conocimiento de su vista” (H.P.B. Series n° 27, p. 38). Ese "velo" se denomina maya en filosofía oriental, y se refiere a una ilusión producida por la limitación de los sentidos y la mente vinculada a ellos, lo que impide nuestra percepción de la Realidad Única que por sí sóla es el verdadero conocimiento. Una vez que se derrota a Maya, brilla el conocimiento de las cosas tal como son.

Los ocultistas dicen que el audaz explorador de la Verdad debe trascender las estrechas limitaciones del sentido y transferir su conciencia a los planos superiores del ser, a la región de los noumena y la esfera de las causas primarias. Para lograr esto debe desarrollar facultades que están inactivas en el individuo mundano promedio en la etapa actual de progreso humano (D.S., I, 477-78). Las Fuerzas de la Naturaleza que estudia la ciencia no son causas finales de fenómenos visibles, sino que son en sí mismas los efectos de causas primarias que están ocultas -y con las que tratan los esoteristas- y se remontan a la Causa Eterna primordial, la Naturaleza intelectual y divina, el Alma y el Espíritu, la síntesis y el séptimo principio del Cosmos manifestado.

La raíz de cada forma y átomo es ese séptimo principio, la Realidad Única; pero en su aspecto manifestado o fenomenal -constituyendo colectivamente seis principios del cuerpo cósmico- es ilusorio por ser pasajero y aparece como real sólo para la concepción de la conciencia humana personal o el Maya de los sentidos. Todo lo que se percibe y conoce por los sentidos correspondientes a cada uno de los seis principios -el ser físico más burdo y transitorio en la escala séxtuple- es relativamente real, y de esta manera la Doctrina Secreta enseña que sólo cuando hayamos alcanzado la conciencia absoluta combinada con el Séptimo Principio (del cual las otras seis "capas" son los aspectos que se manifiestan) nos liberamos del engaño producido por Maya y alcanzaremos el verdadero conocimiento.

De esta forma la verdad es de dos clases: la relativa o Samvritti Satya, y la Absoluta o Paramartha Satya. Los maestros señalan que cualquier persona puede adquirir una verdad relativa en la Tierra mediante el estudio de uno o varios aspectos de los numerosos rayos diferenciados del Sol de la Verdad Absoluta a medida que pasan por el espacio y utilizando las facultades perceptivas de cada uno como hace la ciencia moderna. Pero H.P.B. advierte:

“Para alcanzar el Sol de la Verdad debemos trabajar seriamente para el desarrollo de nuestra naturaleza superior. Sabemos que al paralizar dentro de nosotros y de forma gradual los apetitos de la personalidad inferior, y por tanto apagando la voz de la mente puramente fisiológica (…) el animal en nosotros puede hacer espacio para lo espiritual” (U.L.T. Pamphlet n° 17, p. 2-3).

Tales Adeptos-Iniciados son los únicos verdaderos científicos; los no iniciados, aunque cultos, sólo pueden ser empiristas y éstos últimos siguen cambiando de un modelo teórico a otro, cada uno lleno de enlaces perdidos y huecos insalvables en la cadena de sus hipótesis, incapaces de llegar a la Verdad Absoluta; a los primeros, después de haber mezclado su conciencia con la Conciencia Universal, no les quedan vacíos ni enlaces faltantes en su filosofía completa y abarcadora. Sobre esta antigua filosofía oculta y sus métodos, William Judge dice:

“Considera a la Naturaleza como un todo completo, por lo que el estudiante de ocultismo puede ubicarse en cualquier sitio de observación. Desde el punto de vista de la integridad en la Naturaleza, él puede seguir el proceso de segregación y diferenciación hasta el átomo más diminuto condicionado en el espacio y el tiempo; o desde la exteriorización fenomenal del átomo puede avanzar y ascender hasta que el átomo se convierta en una parte integral del cosmos e implicado en la armonía universal de la creación. El científico moderno puede hacer esto de manera incidental o empírica, pero el ocultista lo hace sistemática y habitualmente, y por tanto de manera filosófica” (U.L.T. Pamphlet n° 3, p. 9-10).

Mientras la ciencia proceda de lo particular a lo universal, no podrá cruzar la barrera que cubre el mundo de los noumena -el reino de las causas primarias- desde el ámbito de los sentidos físicos y la mente, y así será incapaz de resolver el misterio del ser. En el lado opuesto está el método platónico, el de los ocultistas, que parte de los Principios Universales y desciende a los particulares. El sistema platónico es una síntesis completa que capta los universales mediante una ley que abarca todo el dominio de la materia visible e invisible, y no ve ningún misterio sin resolver en ninguna parte. La síntesis completa de las facultades superiores humanas ha estado en posesión de los grandes Sabios desde la más remota antigüedad. Se requiere humildad, amor por la Verdad y una mente abierta para el científico moderno, cuyo único objetivo es -o debería ser- alcanzar esa Realidad, estudiar seriamente el sistema de psicología espiritual, la cosmología y filosofía de la Ciencia Antigua y lograr una reforma en su pensamiento y métodos.

En conclusión, el verdadero espíritu científico es amor incondicional y una adhesión inquebrantable a la Verdad por su propio bien; un coraje físico y moral y una convicción que está siempre dispuesta a hacer cualquier sacrificio para conseguirla, incluso de la vida, reputación personal o creencias acariciadas desde hace mucho tiempo; un abandono total de todos los prejuicios; una mente justa y abierta que admite, considera e investiga de manera fácil, imparcial e intrépida ideas, proposiciones o fenómenos que pueden presentarse, incluso si son diametralmente opuestos a aquéllos a los que se dedica, para extraer la verdad que pueden contener y así extender el horizonte del conocimiento; y finalmente, un amor desinteresado y devoción por la humanidad

(“The Theosophical Movement”, junio de 2013. Véase también “Pseudoescépticos: la vergüenza del sentido común” y los artículos siguientes).