[Versión íntegra en español, sin interpolaciones ni cambios antojadizos, y respetando el sentido del original inglés].
Contenidos:
I. El corazón errante
II. El Destructor de lo real
III. La mente del renunciante
IV. La mente virtuosa
-El cuerpo humano: un estudio sobre La Voz del Silencio
-El texto entre corchetes fue añadido por los editores de Blavatsky Trust [las obras en español pueden consultarse en el sitio Teosofía Universal].
-El formato y los números de página se han agregado según la edición original de Mumbai (1969).
-Agradecemos por esta copia electrónica a http://www.blavatskytrust.org.uk/html/md_vos/vos_bpwadia_studies.html.
I.- EL CORAZÓN ERRANTE
[The Theosophical Movement, vol. X, p. 129-31, julio de 1940]
La caída de toda civilización es causada por la moral endeble de quienes viven en y por ella. Por lo general, el conocimiento falso o la aplicación indebida de éste acompañan a la moral debilitada, por lo que un lazo desequilibrado entre conocimiento y ética genera una etapa crítica que desemboca en muerte si no se atiende con prontitud. A cualquier lector se le ocurrirán analogías históricas, como por ejemplo el Imperio Romano, y asimismo la guerra juega un rol en la destrucción y reconstrucción de civilizaciones. Desde los días del Mahabharata hasta nuestros tiempos, nos encontramos con el fenómeno del desbalance entre capacidad mental y responsabilidad moral, la competencia que conduce a batallas y luego la destrucción. El exterminio de toda la casta Kshatriya tuvo lugar en Kurukshetra, un evento que deja lecciones para todos quienes presenciamos el hundimiento de la civilización europea.
Sólo unos pocos en cada siglo perciben el imperativo de mantener en su propia vida un equilibrio entre conocimiento y amor, cabeza y corazón. La gran mayoría exhibe desbarajuste, pues en una parte de ese grupo predominan los sentimientos sin la luz de la Sabiduría, mientras que en el otro sector causa estragos el aprendizaje mental sin sabiduría del alma, ni compasión, filantropía o sacrificio. El sentir religioso sin conocimiento es una maldición que desarrolla fanatismo, odio y guerra; la experiencia desprovista de base espiritual pronto se convierte en un falso saber que engendra arrogancia, enemistad y conflicto. Sólo unos pocos son esoteristas, una pequeña minoría en cualquier siglo, y ellos no son investigadores nominalmente interesados en lo oculto, sino estudiantes reales que aprenden a practicar y promulgar las grandes doctrinas sobre la Ciencia de la Vida. Su tarea es producir ese equilibrio entre conocimiento y ética en su propia constitución, sin lo cual no puede haber ni un logro de la iluminación, ni la práctica altruista por el bien de todos.
En dedicación a estos pocos, Helena Blavatsky produjo el libro titulado La Voz del Silencio. En el prefacio de este inapreciable volumen, escribe que ofrece tres Fragmentos y no se podrían dar más "a un mundo sumamente egoísta y adicto de tal forma a los objetos sensoriales, que no está preparado para recibir una ética tan gloriosa en el espíritu correcto" [La Voz del Silencio, p. iii, edición L.U.T.].
Sólo harán uso de dicho libro quienes demuestren ser serios y honestos en moldear sus propias mentes. Como escribe H.P.B.:
"A menos que un individuo persevere seriamente en la búsqueda del conocimiento de sí mismo, nunca prestará oído dispuesto a consejos de esta naturaleza" [ibídem, p. iii].
La Filosofía Esotérica siempre ha enseñado el arte del desarrollo integral, esto es, mente sana en cuerpo sano; pero también sostiene que el curso de este proceso es desde adentro hacia fuera, siendo la mente y no el cuerpo el punto de partida, y que es el motivo y no el método lo que debe recibir consideración primordial. No se trata de descuidar esos aspectos, sino que mente y propósito constituyan siempre el inicio. Esta es la carga del Gita, de las doctrinas de Buda y las enseñanzas de Jesús.
Quienes se hayan hecho amigos de La Voz del Silencio han notado que también otorga importancia primordial al entrenamiento de la mente y con el propósito correcto. En los cuatro presentes artículos consideraremos el lugar de éste último y la actividad mental como se enseña en los tres Fragmentos, y cada uno de los cuales debe abordarse como unidad independiente. Por supuesto, si bien existe una íntima interdependencia entre ellos, no debemos considerar que el tercer Fragmento está en la línea de sucesión del segundo, ni éste como continuación de la enseñanza del primero. Cada uno enfatiza un aspecto particular de la Verdad y el Sendero, por lo cual todos tienen su propio mensaje. Uno no es superior al otro, como tampoco el azul en cuanto color primario es mejor que el amarillo o inferior al rojo.
Como todos los tratados de Ocultismo, La Voz del Silencio está escrito de manera cifrada y produce más de un significado, pues existe más de una clave que se puede usar para resolver una codificación profunda. El neófito en su etapa o el adepto en la propia utilizan las enseñanzas tanto para el crecimiento como el servicio, o desarrollarse mediante el acto de servir. H.P.B. ha hecho "una selección juiciosa" para "los pocos y verdaderos místicos" de la época en que encarnó, quienes reconocieron y valoraron a la autora. Para los estudiantes de la generación moderna el libro tiene el mismo mensaje y ofrece iguales beneficios; para ellos también el primer paso constituye la formulación del motivo y el entrenamiento mental.
Bien podría usarse una cita de Blavatsky como piedra angular para definir la naturaleza de nuestro motivo, con miras al trabajo de obtener autoconocimiento e intentar una superación personal. En La Clave de la Teosofía [edición original, p. 261-62] y comentando las prácticas ascéticas, H.P.B. habla de "lo que un individuo piensa y siente, qué deseos estimula en su mente y permite que echen raíces y crezcan"; así, aquéllo que pensamos depende en gran medida de lo que sentimos, y podemos determinar el carácter de nuestros sentimientos al notar los deseos que surgen de raíces tan firmemente arraigadas en el suelo de la personalidad. Lo que revelará los propósitos albergados es responder a "qué anhelos se impulsan en la mente" y a cuáles "permitimos echar raíces o crecer". Muy a menudo dichos motivos están ocultos de nosotros, y por causa de aquéllos muchos fracasan antes de comenzar. El Maestro K.H. escribió una vez:
"La primera y principal consideración para determinar que aceptemos o rechacemos su oferta, radica en el motivo interno que os impulsa a buscar nuestras instrucciones, y en cierto sentido nuestra guía".
Debemos aprender a distinguir entre motivaciones internas o reales, y externas o superficiales. Una vez más, el mismo Maestro señala que "nuestras ideas orientales sobre 'motivos', 'veracidad' y 'honestidad' difieren considerablemente de las vuestras en Occidente". En India, la mayoría de los "educados" tienen mentes occidentales o eurasiáticas para ser más precisos, y sufren las mismas limitaciones que los hombres y mujeres nacidos en esta parte del mundo. La idea oriental del motivo es profunda, y para definir nuestro propósito debemos tomarnos tiempo y permanecer cuidadosos, prudentes y atentos.
Si bien es cierto que el motivo lo es todo, nunca debemos pasar por alto la clara enseñanza histórica de que "un buen motivo sin conocimiento hace que en ocasiones el trabajo sea lamentable", y Robert Crosbie añade:
"A lo largo de las edades vemos un registro de buenas motivaciones, pero se abusó del poder y el celo por falta de conocimiento. La Teosofía es el camino de dicha sapiencia, y entre otros aspectos, se entregó para que el buen propósito y la sabiduría puedan ir de la mano" [El Filósofo Amistoso, p. 1-2].
En el plano del motivo, la atención del estudiante se dirige desde el principio a los ideales de la vida superior. No se trata del enredo en el mundo de la materia a través de la ambición y sus derivados, sino una retirada y la consiguiente emancipación total del universo de Ilusión (Maya) y su Juego (Lila). El discípulo debe escoger entre la vida sensorial y la del alma, y cuando está suficientemente confirmado en su anhelo superior de vivir como alma y sometiendo los sentidos, se le presenta el ideal más grandioso que la humanidad haya conocido jamás: la Renuncia. La cultura del alma lleva al practicante a la idea de Liberación, aquel objetivo tan deseado por afligidos, corazones cargados de dolor y cabezas llenas de confusión. Habiendo visto la causa de enfermedades y bebido la poción curativa, ¿quién querría continuar viviendo en el hospital? Tras percibir la vida degradada de quienes se prostituyen, ¿quién desearía habitar en un lenocinio? Y al reconocer el mundo como un vasto asilo de lunáticos, ¿quién querría vivir en él y no huir? Incluso un pequeño conocimiento de Teosofía muestra al alumno serio y reflexivo que este mundo es como un hospital, repleto de enfermos y escrofulosos, que millones de hombres y mujeres prostituyen sus mentes y corazones, o que la humanidad abunda en neuróticos chiflados que corren de un lado a otro creyéndose "cuerdos" y "sanos". El estudiante teosófico concluye que ser de este mundo es buscar padecimientos, enviciar poderes o volverse loco, diciendo para sí "aléjame de todo esto". Así, durante más de una vida, el individuo fija su mente en la Liberación y su motivo para vivir en lo superior es "zafarse del mundo, la carne y el diablo". La Voz del Silencio reconoce el lugar del Camino hacia la Liberación, que es la conquista del Nirvana.
Durante muchos siglos, esta finalidad emancipatoria ha inspirado a generaciones de místicos, y especialmente aquí en India el deseo de Moksha y alcanzar Nirvana se ha convertido en el objetivo único y supremo del esfuerzo espiritual. El gran Buda mostró el Sendero de la Renuncia y ejemplificó la enseñanza en su propia vida. Dice Blavatsky:
"Las enseñanzas esotéricas afirman que renunció al Nirvana y abandonó la vestidura de Dharmakaya para seguir siendo un 'Buda de Compasión' al alcance de las miserias de este mundo" [Glosario Teosófico, p. 115].
Una vez desaparecidas Sus enseñanzas puras de la tierra que lo vio nacer, el concepto de Moksha prevaleció en India como el único anhelo, eclipsando aquel de la Renuncia. En ninguna parte la instrucción sobre el Camino del Renunciante está tan claramente formulada como en La Voz del Silencio, ni sus funciones y objetivos son contrastados de modo tan profundo con los de otras sendas. Una de las metas en la encarnación de H.P.B. no sólo fue señalar esta verdad olvidada, sino además despertar la aspiración de recorrer el Sendero de la Renuncia, en tantos corazones como fuera posible. Por lo tanto, entre los únicos tres Fragmentos que dio al mundo profano está el de "Los Dos Caminos", y entre "los pocos" deben surgir aquellos individuos que emprendan la cultura del corazón necesaria para recorrer esa vía. Las atracciones inherentes al ideal de la renuncia son tan poderosas, además de evidentes, que la mayoría de "los pocos" se apresura a decir "voy a transitar este sendero", pero pasan por alto que se requiere una preparación especial para esa labor y que entre el gran servicio de los Renunciantes y el deseo del candidato -por ardiente que sea- de amar y ayudar a sus semejantes, hay una diferencia no sólo de grado, sino de clase o calidad. Adquirir la sabiduría necesaria para ese Camino lleva tiempo y un esfuerzo particular, y esto es posible a través del Chelado, no como se entiende en el mundo religioso y místico, sino su concepto en Ocultismo y Filosofía Esotérica. Es menester un tipo especial de formación y desarrollo a objeto de hollar el Camino de la Renuncia: es abandonar no sólo el mundo de la materia, sino también del espíritu; no es dejar únicamente la vida en forma, sino incluso la vida eterna. Es el rompimiento de los grilletes de pasión lo que disfruta cada alma emancipada, pero además implica recibir la Esclavitud de la Compasión que el mukta no acepta.
El entrenamiento del Aprendiz añade el desarrollo del motivo correcto que presenta este Sendero de Renuncia. El Chelado implica recorrer esta vía y el desplazamiento de otros motivos -incluido el de la Liberación- por el Propósito Único, verdadero e interno, del cual todos los móviles externos deberían ser sólo expresiones y emanaciones. Al final llega la elección, pero ésta es el término de innumerables decisiones tomadas por el alma, desde la etapa probatoria hasta el Adeptado.
Si alentamos y nutrimos en nuestra mente el deseo de renunciar para que eche raíces y crezca, se recibirá el entrenamiento necesario para adquirir el Motivo Correcto. Dicho proceso no es una mera resolución ni repetir verbalmente el famoso Juramento de Kwan-Yin, sino un recuerdo de éste durante el desempeño de los deberes cotidianos. El Gran Renunciante no se apresura a ayudar aquí, allá y en todas partes, sino que "siempre protege a la Humanidad y vela por ella dentro de los límites kármicos" [Glosario Teosófico, p. 582], lo cual implica conocimiento, especialmente sobre la Ley de Ciclos y "las últimas divisiones del tiempo" [El Océano de la Teosofía, p. 4, edición L.U.T.]. Por eso H.P.B. agrega: "Es fácil convertirse en teósofo (...) pero un asunto muy diferente es ponerse uno mismo en el camino que conduce al conocimiento de lo que es bueno hacer, en cuanto a la correcta discriminación entre bien y mal". (Los estudiantes harán bien en reflexionar sobre la diferenciación hecha por Blavatsky en Raja Yoga, p. 17 [ó 19, ed. 1973]; no es fácil convertirse en teósofo, sólo que comparativamente menos complejo; el camino del esoterista "lleva a un individuo a ese poder a través del cual puede hacer el bien que desea, a menudo sin siquiera mover un dedo").
El cultivo del Motivo Correcto necesita más de una vida, pues el control de la mente errática es un imperativo universalmente reconocido; pero ¿cuántos piensan en el corazón errante? Cuando hay equilibrio en éste, la concentración de la mente se vuelve fácil porque se ha encontrado un objetivo. La mente se reúne a sí misma y hace del objetivo su centro, pero sin una meta, aquélla nunca puede concentrarse en un sólo punto. Muchos y variados son los fines humanos en la vida, y el estudiante de Teosofía no es una excepción a la regla. Si determina que su meta no es la dicha del Nirvana, ni el desarrollo de siddhis elevados/inferiores, ni lograr éxito en tal o cual ámbito, sino dejarlo todo con tal de transitar el Sendero de la Renuncia y disciplinarse para la vida espiritual al servicio de la humanidad huérfana, entonces ha encontrado el Motivo Correcto y esencial para la vida del Chelado. Una vez que el aspirante decide seguir este propósito, lo recuerde o no, afectará su vida y lo obligará a trabajar por otros de una forma u otra. Intenta directamente lograr beneficios espirituales de forma egoísta, en lugar de asistir a sus hermanos, y sentirá el llamado interno a esa tarea que no puede eludir. Y respecto a la Gran Elección, llegará el momento para nuestro aprendiz; pero su advenimiento se apresurará a medida que permanezca fiel a la gran escogencia de su encarnación actual: esforzarse por hacer de la Teosofía un Poder Viviente en su vida.
II. - EL DESTRUCTOR DE LO REAL
[The Theosophical Movement, vol. X, p. 151-54, agosto de 1940]
El ascetismo que propugna La Voz del Silencio atañe al principio pensante, o en otras palabras, la retirada de nuestra mente de su posición actual donde se halla en esclavitud. La mente es víctima de imágenes internas, compuestas por vidas-elementales que forman el principio del deseo, despiertan los sentidos a la actividad y les convierten en alimentadores de dicho componente. El mundo objetivo del individuo no es más que el reflejo o una emanación sombría de este plano subjetivo de imágenes-deseos.
En la conciencia de vigilia, una persona no vive en el mundo mental, sino en el de los sentidos animados por deseos y en cuyo interior la mente está cautiva. El llamado "razonamiento humano" no es una "actividad pura engendrada por la mente", sino que se basa en impresiones sensoriales imbuidas de deseos. Incluso los científicos, al usar sus mentes, pasan de los datos sensorios a las deducciones, y aunque en la mayoría de ellos están latentes las ansias personales enlazadas con los objetos de observación, permanecen atados a su dependencia de los sentidos activados por deseos. Los ojos de un borracho ven objetos torcidos, como también sucede con la mente de quien obtiene sus conclusiones al depender de los sentidos, repletos por el principio del deseo. Para que los datos sensoriales sean verdaderos y exista precisión en las observaciones análogas, deben abandonarse las fuerzas contenidas en dicho principio. Cuando la Filosofía Esotérica llama "ilusorio" al mundo de los objetos, no lo es en el sentido de que "las cosas no existan", sino que nuestra valoración de ellos es falsa. El mundo objetivo bien puede compararse con un gran bazar en que, sin conocer el verdadero precio de los ítemes, las mentes sujetas al deseo son engañadas, tienen que regatear y disputar por cosas necesarias y son tentadas a anhelar o adquirir nuevos productos. La mente así explotada en el mercado del mundo objetivo adquiere experiencia y aprende a sopesar cada objeto en su valor adecuado, y no antes de entonces el individuo comienza a vivir en ese mundo.
Por lo tanto y como se verá fácilmente, nuestra dificultad no es inherente a los objetos, sino a la ignorancia de los verdaderos valores que tienen y debida a los caprichos en que la mente se ve aprisionada. Los deseos por sí mismos serían inocuos sin ayuda del poder del pensamiento, pero energizados por éste hacen del hombre lo peor del reino animal. De esta forma, La Voz del Silencio llama a esta mente el "Destructor de lo Real" y desde el principio da la orden al Discípulo de "matarlo", estableciendo además el método de "volverse indiferente a los objetos de percepción". Esta mente cautivada por el deseo que discurre por el sistema nervioso del cuerpo, se denomina "jefe de los sentidos", y es este aspecto mental lo que hace al hombre diferente a la bestia, capaz de volverse superior a ella o dar paso a la criatura más astuta y carnal.
"Habiéndose desinteresado por los objetos de percepción, el alumno debe buscar al Rajá de los sentidos, el Productor del Pensamiento que despierta la ilusión. La Mente es el gran Destructor de lo Real. Que el Discípulo aniquile al Destructor" [La Voz del Silencio, p. 1-2, edición L.U.T.].
Es esta actividad mental en el mundo objetivo la que primero debe manejar el aspirante-chela. Sólo si entendemos que estos objetos se convierten en canales, ofrecen alimento a las imágenes internas y ayudan a complacer nuestros antojos, entonces podremos evaluarlos correctamente. Valoramos un objeto en términos de la satisfacción o el deleite que da a nuestros sentidos repletos de deseos, y éste es el origen de la ignorancia ilusoria; no la ausencia total de conocimiento, sino la evaluación falsa de los objetos, confundiendo lujuria con amor.
"Si quieres cruzar el primer Salón con seguridad, no permitas que tu mente confunda los fuegos de lujuria que arden en él con la luz del Sol de la vida" [ibídem, p. 7].
El Productor del Pensamiento hace el amor por lujuria, y cuando esto se comprende en la experiencia de vida real, el candidato da un paso adelante y genuino, reconociendo además la debilidad en el mundo de los objetos frente a la fuerza en el ámbito de las imágenes; pero cuando dicho entendimiento no es asimilado, el aspirante se tienta de huir del mundo a la jungla.
Cuando un buscador de la Luz Interna contempla la actividad del mundo exterior de los objetos, naturalmente trata de cerrar las ventanas por cuyo medio le atacan. En ese retiro, psicológico o físico, todo lo que obtiene es un breve respiro de esa acometida. Muy pronto localiza el origen de su problema: la atracción o antipatía que los objetos ejercen sobre él no están en las cosas externas, sino en las imágenes interiores que incluyen memorias del pasado en esta vida y también de encarnaciones anteriores.
"Retira tu mente de todos los objetos y miradas externos. Reprime las imágenes interiores; no sea que proyecten una sombra sobre la luz de tu alma" [ibídem, p. 20].
Este es el trabajo formidable en comparación con la facilidad de apartarse de los objetos sensoriales. Si en el primer ejercicio el chela aprende la naturaleza ilusoria del mundo objetivo, ahora se encuentra con la índole engañosa de su propio ámbito subjetivo. Buscando al Dios interior, se encuentra con el diablo; al indagar en la luz del alma, se topa con una oscuridad tan espesa que no se percata que es una sombra: "Oh, las tinieblas pertinaces en medio del resplandor del mediodía" [Milton, Sansón Agonista, verso 80]. Es en esta negrura que nos encontramos con nuestros ídolos creados por fantasía, las imágenes concebidas mediante el pensamiento y fantasmas producidos por anhelos. Pero esa oscuridad tiene el poder especial de engañar nuestra conciencia. Muy pronto, la esfera de lobreguez nos parece una región de luz nacárea, con un sueño crepuscular relajante y reparador. El Maya del mundo objetivo no es más que un efecto causado por el Moha-engaño de esta esfera subjetiva y autocreada, e iluminada por las pasiones humanas. Este es el campo del Aprendizaje Probatorio que el chela tiene que abandonar y no puede hacerlo hasta que lo comprenda. La primera batalla real y entre las más grandes de todas se libra en esta región, llamada Luz Astral. Cuando se agita en él la Promesa hecha en el mundo objetivo, el luchador en la Luz Astral siente que está en un lugar donde no debería permanecer, y que no debe escuchar los sonidos de estas imágenes, sino la palabra del Alma en su interior.
En teoría, todo estudiante sabe que Manas inferior es diferente de Manas superior, que Kama-Manas es demoníaco y Buddhi-Manas divino. Pero la verdad tiene que ser experimentada, y conocemos la naturaleza de la mente del Alma cuando derrotamos ciertas tropas enemigas, esto es, al destruir algunas de nuestras imágenes creadas por el pensamiento. La gran tentación para el Chela probatorio surge por el aumento del deleite sensorial cuando se maneja y absorbe la plasticidad de la Luz Astral, comparado con el júbilo de una persona que acaba de ingerir una bebida fuerte. A menudo y en vez de pelear inmediatamente contra las imágenes ya creadas, cae en la debilidad de concebir otras nuevas. En el mundo objetivo tenemos que controlar la mente errante, pero aquí el torneo es contra la mente creativa. Así llega un período de intensa contienda, y la victoria sobreviene cuando el alma-soldado ha captado esta verdad:
"Antes que la mente de tu alma pueda comprender, el capullo de la personalidad debe ser aplastado; el gusano de los sentidos destruyó la resurrección pasada" [La Voz del Silencio, p. 13].
La comprensión de esta verdad significa que el candidato ha comprobado que él es otro respecto a la Personalidad, y una vez es destruido el gusano que a cada momento se alimenta de los sentidos, le conduciría a la muerte del yo siempre separatista que convierte a la personalidad en su enemigo supremo. La vislumbre del Alma que descubre la naturaleza antagónica de la Personalidad hace que el Aprendiz-luchador se refugie en esa Alma Interna, y esto implica algún conocimiento de la naturaleza y los poderes de aquélla.
"Silencia tus pensamientos y fija toda la atención en tu Maestro, a quien aún no ves, y sin embargo percibes" [ibídem, p. 17]. "Tú y tu mente son como gemelos sobre una línea, y la estrella que es tu meta refulge en lo alto" [ibídem, p. 21].
El Maestro es el Ser Superior, "equivalente de Avalokitesvara, y lo mismo que Adi-Budha (...) Christos con los antiguos gnósticos" [ibídem, p. 3, nota al pie]. A menos que este Maestro se perciba como una Presencia en el segundo Salón del aprendizaje probatorio, permanece cerrado el acceso al tercero o de la Sabiduría. Es a través de la mente del Alma que tocamos el resplandor del Dios interno, y mediante la conexión con los grandes Gurús palpamos el fulgor de la divinidad o Compasión Absoluta al interior de la Naturaleza.
Cuando se silencia la actividad mental, el alma ayudada por la Luz del Espíritu se autopercibe como distinta y separada de la mente. Liberado de Kama, ve la posibilidad -o mejor dicho, certeza- de un perfecto unísono con su Estrella o Padre Celestial. En el lago traslúcido de la mente pura, dicho astro se refleja a sí mismo, e incluso esa influencia reflejada mueve la mente para contemplar la gloria que es, o el júbilo más grande que pueda haber. No basta con silenciar los pensamientos, y así es necesario sentir la Estrella Madre de Esperanza, Fuente Dhyani-Búdica de nuestra existencia.
La destrucción de las imágenes internas es lo mismo que aplastar la sed de existencia sensual. El proceso exige que centremos nuestra atención en la Luz Interior, pero apartarse de la imaginería interna no debe significar aislarse del mundo objetivo. Estar en medio de cosas y aún no ser sus esclavos hace que la lucha sea larga, porque en el pasado creamos todo un ejército de imágenes-pensamientos personales; por nuestro estado de ánimo produjimos una serie de vicios, y a través de la indulgencia mental se han cometido muchos pecados. Entonces, debemos aniquilarlos uno por uno.
"¡Ay de ti, discípulo, si hay un sólo vicio que no hayas dejado atrás! (...) ¡Ay de aquél que se atreva a contaminar un peldaño con pies fangosos! (...) Sus pecados alzarán la voz como la risa y el sollozo del chacal tras la puesta del Sol; sus pensamientos se convierten en un ejército y se llevan a un esclavo prisionero" [ibídem, p. 16-17].
Esto no quiere decir que el Aprendiz sea impecable antes de comenzar, pero sí debe aprender y adquirir pureza antes de pasar por el Portal Dorado al Salón de la Sabiduría, en cuanto haya ganado el derecho a permanecer allí. Como discípulo probatorio, tiene su día al regocijarse en el resplandor del Sol Espiritual, y luego su noche oscura del Alma, durante la cual sus pecados mentales ríen como el chacal, el aterrador grito de agonía para él que lo tienta a caer o le conduce a la mismísima perdición. Los chacales se desplazan en manadas, y por lo tanto pueden cazar ovejas e incluso antílopes. Cuando no pueden obtener presas vivas, se alimentan de carroña y astutamente siguen a guepardos o leones para terminar con el cadáver, luego que éstos últimos se satisfacen. La comparación de nuestros pensamientos grotescos con aquellos depredadores es muy adecuada, porque atacan en grupo nuestras cogitaciones elevadas y aspiraciones nobles, y cuando no pueden aprovecharse de estas imágenes vivientes, olfatean las que están adormecidas o moribundas y se atiborran de ellas, un fenómeno que está relacionado con la precipitación de Karma y similares. Además y como el chacal, nuestros esbozos mentales inferiores tienen un olor ofensivo porque secretan asquerosidad desde la base de sus "colas".
Seguidamente, se nos dice cómo debemos lidiar con nuestras creaciones pasadas:
"Un sólo pensamiento sobre el pasado que dejaste atrás te arrastrará hacia abajo, y tendrás que empezar la escalada otra vez. Mata en ti mismo todo recuerdo de experiencias pasadas. No mires atrás, o estarás perdido" [ibídem, p. 18].
Si no ahogamos la memoria del pasado y seguimos en él, lo reanimanos subjetivamente rejuveneciendo esas imágenes-pensamientos, pero ahora hemos aumentado nuestro poder de pensar y dichas semblanzas se expresan con más fuerza. Todos los estudiantes de Teosofía saben que existe un almacén de karma pretérito, pero no todos conocen que en el reino subjetivo a menudo causan estragos los fantasmas y elementarios de acciones muertas y objetivas.
Esta es la última cita del primer Fragmento de nuestro libro que deberíamos considerar: "Antes de iniciar el camino, debes destruir tu cuerpo lunar, purificar tu cuerpo mental y limpiar el corazón" [ibídem, p. 12].
En una nota a pie de página, H.P.B. explica que debe destruirse la forma astral producida por Kama. Generalmente, el Kama-rupa se forma luego del deceso corporal y antes que el Ego entre en Devachan, liberándose de esa forma. Pero en la vida del Aprendiz, cuando éste ingresa en el reino de los vivos y deja atrás el de la muerte, se encuentra el fenómeno Kamarupa relacionado con el Morador del Umbral. El alma vitalizada se torna conscientemente viva cuando, al expulsar del campo mental todas las imágenes-pensamientos alimentadas por Kama, comienza a vivir por el poder del corazón limpio, es decir, la influencia de Buddhi. En este proceso dual de dispersar Kama-rupa y despertar al Buddhi que anima a Manas, el mundo objetivo resulta ser de gran beneficio.
El mundo objetivo de las acciones no sólo es valioso con tal de permitirnos comparar, contrastar o discernir y así aprender a concentrarnos, sino que también representa una esfera de gran ayuda cuando se produce la lucha subjetiva, mencionada anteriormente. La forma en que el discípulo tiene que aprender a utilizar este mundo objetivo es a través del cumplimiento correcto del deber. Éste es el eje en torno al cual gira su ámbito objetivo, pues los errores cometidos en ese deber, el descuido o la tardanza en lo que es necesario realizar, o emprender lo que no es de nuestra incumbencia, etc., se convierten en pecados de omisión y comisión. Si el Aprendiz está correctamente ocupado con un deber real, no encuentra tiempo para "hacer travesuras" inconscientemente. Además, cuando los ataques provienen del lado subjetivo de su naturaleza inferior, un sabio engranaje de los sentidos y el cerebro en funcionamiento objetivo debilita esa emboscada. El ocultismo aboga por no fortalecer al enemigo cavilando sobre él, ni combatiéndolo directamente. Desístase de prestar atención al adversario, y manténgase la conciencia ocupada con un trabajo físico y mental provechoso y protector. Ningún discípulo puede meditar y estudiar por largas horas, y por lo tanto las llamadas al deber mundano como ganarse la vida u otras son altamente beneficiosas y muy necesarias. No es la invención de un trabajo especial, pues realizar lo imprescindible amplía el campo del deber hasta que la humanidad se convierte en nuestra familia y el mundo en nuestro país. El deber es la Divinidad que da forma a nuestra esfera objetiva a la perfección y es el Dios del mundo objetivo, siendo ésta la Verdad: OM TAT SAT.
III. - LA MENTE DEL RENUNCIANTE
[The Theosophical Movement, vol. X, p. 173-74, septiembre de 1940]
El principio guía en la vida de un Aprendiz es la discriminación entre lo real e irreal. Pero esos conceptos adquieren para él un significado particular; no es el juicio de tipo ordinario, o entre alma y sentido, mente y materia o Ser y Seidad, sino saber distinguir Abnegación de Egoísmo como principios cósmicos fundamentales. Si está empeñado en la Liberación, su discernimiento sigue un determinado canal; y si se esfuerza por la Renuncia, adopta un camino diferente. En el primer caso, la meta del neófito es liberarse del mundo de la humanidad errante y conseguir un estado de felicidad espiritual. En el Sendero de la Renuncia toda su preocupación atañe a la Humanidad; no con su propio logro de la Dicha inefable, sino llevar el gozo de la iluminación a las mentes humanas. El conocimiento necesario para la autorrealización espiritual es limitado, pero se torna vasto y complejo respecto al servicio de otras almas. La filosofía esotérica, que preconiza para sus adeptos el camino de la Renuncia, exige que obtengan esta última sapiencia.
El primer paso requerido y mencionado en "Los Dos Senderos", segundo fragmento de nuestro libro, es el Buddhi-Yoga descrito en el segundo capítulo del Bhagavad-Gita, con una importante diferencia. No sólo recomienda buscar refugio en la devoción mental y cumplir nuestros deberes sin preocuparse por los frutos de la acción, sino que también añade: "Obtén Siddhis para tu futuro nacimiento":
"Sigue la rueda de la vida; continúa en la rueda del deber para con la raza y familia, amigos y enemigos, y cierra tu mente a los placeres y al dolor. Agota la ley de retribución kármica. Obtén Siddhis para tu futuro nacimiento" [La Voz del Silencio, edición L.U.T., p. 39].
Necesitamos conocimiento para practicar el arte más difícil de hacer el bien a los demás, porque no es suficiente con obtener una "liberación de la mente del cautiverio por el término de pecados y faltas".
No es sólo el "término de los pecados", sino algo más; no se trata de suprimir el vicio, sino de eliminarlo. El individuo que busca y obtiene Mukti no sólo abandona la humanidad, sino que deja atrás un conjunto particular de sus skandhas que forzosamente deben atraerlo de nuevo a la existencia encarnada, o ya sea en otro Manvantara. Entre las debilidades y condiciones que debe superar el futuro Adepto no sólo se encuentran "los deseos de posesión y poder", sino además "los deberes que, por honorables que sean, siguen siendo de la Tierra mundana". Aquí existe una sutil diferencia en la valoración del Deber con respecto a la que se establece comúnmente, y el futuro Renunciante tiene que reparar en esa distinción. Para un Aprendiz, el desarrollo de la renuncia correcta en las primeras etapas consiste en el cumplimiento de dichas obligaciones y no eludirlas. Sin embargo, al ejecutarlas tiene que aprender la lección contenida en la actuación y cultivar el poder que acompaña a esa obra. La liberación adviene por el pago de nuestras deudas con todos los deberes, pero a menos que se haga un esfuerzo en una línea especial, los poderes que siguen a esa actuación no se desplegarán en su conciencia, y el recorrido del Camino de la Renuncia será imposible.
Existen dos tipos de Siddhis, uno inferior o psíquico, y otro superior y espiritual. Cuando se dice al aprendiz "obtén Siddhis para tu futuro nacimiento", se trata de facultades del segundo tipo y que pertenecen a Buddhi-Manas. En el cumplimiento del deber no sólo hay que tener indiferencia por el yo personal/inferior y los resultados de las acciones, sino también apego al Ser Superior o Egoico, para que se amplíe el campo del Dharmayagna o servicio sacrificial. Quien desee la liberación, cumple con sus deberes de tal forma que no crea nuevas causas, siendo su método el agotamiento del Karma; pero quien aspira a recorrer el Camino de la Renuncia realiza obras de modo tal que genera nuevas oportunidades de servir a un número creciente de mentes humanas. Cada acción suya de sacrificio, que se despliega naturalmente a partir de sus obligaciones congénitas -Karma-Dharma-, es como un guijarro lanzado en un lago, donde los círculos de Karma creados por él crecen cada vez más; pero el aspirante es arrojado de nuevo a su antigua esfera si al servir no despliega los Siddhis espirituales por falta de conocimiento y percepción limitada. Todo acto de sacrificio profundiza la percepción espiritual, siempre que tanto en motivo como en método esté de acuerdo con las enseñanzas de la Filosofía Esotérica. El ocultismo enseña cómo convertir las fuerzas del mal en bien, y el Aprendiz en el Sendero de la Renuncia tendrá un éxito muy lejano a menos que asimile esto y así obtenga Siddhis. Por ello se dice:
"Para vivir y cosechar experiencia, la mente necesita amplitud, profundidad y puntos que la atraigan hacia el Alma de Diamante. No busques esos puntos en el reino de Maya; vuela más allá de las ilusiones, buscando el eterno e inmutable Sat y desconfiando de las falsas sugestiones de la fantasía. La mente es como un espejo, pues recoge polvo mientras refleja, y necesita las suaves brisas de la Sabiduría del Alma para quitar el polvo de nuestras ilusiones. Busca, oh principiante, fusionar tu Mente y Alma" [ibídem, p. 28].
El individuo común tiene la calle como horizonte; su visión es superficial y los puntos de su brújula magnética le atraen hacia los apetitos. Vive en su condición creada por los sentidos y le parece un mundo real, pero no es ninguno de los Siete Mundos del Descanso Eterno. Su mente se subyuga a los sentidos, éstos a sus apetencias y va de muerte en muerte. Por el contrario, la persona que ha comenzado a vivir reconociendo el carácter probatorio de la vida y las aflicciones como oportunidades, mira más allá de esa calle. La educación moderna le da cierta amplitud de visión, pero no profundidad, y de aquí la brecha entre su conocimiento y práctica, su vida mental y moral, sus creencias sagradas y actos seculares. La Teosofía educa la mente humana para adquirir hondura y ver por debajo de la superficie, penetrando en el núcleo mismo de la forma. Cuando el horizonte del estudiante se ha ampliado, o la visión del practicante se profundiza -y por lo tanto comienza a vivir-, debe asegurarse la brújula magnética de la existencia superior.
En la navegación a través de dicho medio, se utiliza la indispensable fuerza directriz de la Tierra como un gran imán sobre una aguja libremente suspendida. También imprescindible o incluso más relevante es el instrumento correspondiente para navegar por el océano del Samsara. La profundidad en perspicacia desarrolla la discriminación (Viveka), y respecto al alma en aprendizaje, la faceta de aquélla que le permite seleccionar las ideas y los aforismos necesarios bajo el Karma y para su etapa particular. Los puntos de su brújula le muestran el camino hacia Sat, la Verdad. A la mente humana le corresponde mantener la amplitud y profundidad adquiridas al no permitir que deseos ni fantasías ejerzan su poder de sugestión y lo arrastren al reino de Maya, y esto tiene que lograrse mediante la fusión de mente y Alma.
A diario, o incluso cada hora, desde la esfera de la memoria el polvo se levanta y establece en la mente, quitándole su capacidad de reflejar las Ideas Divinas del Akasha. Por lo tanto, a cada momento el espejo mental tiene que desempolvarse y ello es posible con el estudio de la Filosofía Esotérica. El esfuerzo sostenido para reflejar las Ideas Divinas limpia la mente, transformando dicho espejo y dándole la capacidad superior de reproducir, cada vez con mayor precisión, las Imágenes Vivas de los Devas y Dhyanis, Budas y Bodhisattvas. Estas reproducciones son los verdaderos puntos que atraen al Alma-Chela hacia el Vajrasattva, el "Señor de todos los Misterios".
Durante este proceso donde se remueve el polvo de las ilusiones, mezclando mente y alma, y elevándonos a la esfera de Sat, se confirma la elección de transitar el Camino del Renunciante porque vemos los significados ocultos y las implicaciones ocultas de dicha preferencia. La Gran Elección llega a su final, cuando se obtiene el conocimiento de los dos Senderos:
"Ahora ya posees el conocimiento referente a los dos Caminos. Llegará el día de tu elección, oh tú de alma ansiosa, cuando hayas alcanzado el fin y pasado los Siete Portales. Tu mente está iluminada. Ya no te encuentras enredado en pensamientos ilusorios, porque lo has aprendido todo. La Verdad ha sido develada y te mira con firmeza a la cara, diciendo: 'Dulces son los frutos del Reposo y la Liberación para el provecho del Yo; pero más dulces todavía son los frutos de un prolongado y amargo deber. Sí, la Renunciación en beneficio de los demás, de tus semejantes que sufren'. Quien se convierte en Pratyêka–Buddha presta obediencia sólo a su Yo. Sin embargo, el Boddhisattva que ha ganado la batalla y en su mano sostiene el premio de la victoria, dice en su divina compasión:
'Por los demás, renuncio a esta gran recompensa', y lleva a cabo la gran Renuncia. Es un SALVADOR DEL MUNDO.
¡Mira! El objetivo de la bienaventuranza y el largo Sendero de Amargura están en el último extremo. Puedes elegir uno u otro a lo largo de siglos venideros, oh aspirante al Dolor, OM VAJRAPANI HUM" [ibídem, p. 46-47].
El estudiante hará bien en utilizar el Glosario Teosófico y reflexionar sobre los términos (1) Pratyeka-Buddha; (2) Vajrapani; (3) Vajrasattva y (4) Vajradhara.
IV. - LA MENTE VIRTUOSA
[The Theosophical Movement, vol. X, p. 189-91, octubre de 1940]
Se muestra respeto genérico a un individuo virtuoso, como también admiramos a una persona de buen corazón y a otra inteligente. En nuestra civilización moderna se permite que la capacidad mental y el poder moral permanezcan disociados, y la educación prácticamente estimula ese fenómeno. Un hombre de vida nocturna no hará trampas en la mesa de juego, pero tampoco dudará en matar a su amigo que resulta ser un competidor comercial. Muchos occidentales que asisten a la iglesia condenan la poligamia y poliandria con bastante severidad, pero tanto hombres como mujeres se coluden en adulterio. El hindú ortodoxo, en sus ardides filosóficos, argumenta y "demuestra" que Brahman está en el corazón de cada uno, pero no cree que sea irracional seguir de modo práctico la doctrina inmortal de la intocabilidad. Podemos seguir multiplicando ejemplos para mostrar cómo los principios morales son invalidados por mentes inteligentes, incluso entre los así llamados "expertos en lógica" y "filósofos".
La integración de manos, cabeza y corazón es el principio fundamental en La Voz del Silencio. Los preceptos morales no sólo deben ser reconocidos -pues todo el mundo lo admite-, sino además aplicarse. Los "educados" y "cultos" no conceden totalmente la importancia del hábito mental de buscar el principio ético subyacente antes de realizar alguna acción o emitir cualquier palabra; de esta forma, el ocultismo exige la práctica constante de yuxtaponer axiomas valóricos y doctrinas intelectuales. Si es inmoral hacer trampa en el casino, también lo constituye en el lugar de trabajo; si la poligamia está mal, el adulterio es peor porque en éste último tenemos hipocresía; si Brahman reside en todo ser humano, entonces la intocabilidad es falsa y su practicante un irreligioso. Todo aquél que siga el camino del Chelado debe consultar su código de reglas y leyes en todo momento. Como un abogado, él tiene su memoria, pero casi siempre el profesional renueva la suya y antes de actuar consulta sus libros de normas. Lo mismo se espera del aprendiz de Ocultismo. "Dormir sobre una carta y esperar un plan" se convierte en regla porque da el tiempo necesario para refrescar la memoria y escudriñar las Escrituras. Es fundamental que se busquen los principios de acción, tanto éticos como mentales, e incluso en el campo de batalla el Maestro Krishna pensó que era necesario exponerlos.
La norma genérica o ley fundacional a tener siempre presente es la de Hermandad, pues hay malevolencia si se daña a otra alma con pensamientos, emociones, palabras o actos. Blavatsky da este consejo al verdadero practicante:
"Debe pensar en sí mismo como algo infinitesimal; ni siquiera un átomo individual, sino como parte de los átomos del mundo en cuanto totalidad, o convertirse en una ilusión, un don nadie, y esfumarse como el aliento que no deja rastro. En calidad de ilusiones, somos cuerpos distintos y separados que viven en máscaras proporcionadas por Maya. ¿Podemos reclamar como nuestro y con seguridad un sólo átomo en nuestro cuerpo? Todo, desde el espíritu hasta la partícula más pequeña, es parte del Todo, o en el mejor de los casos un vínculo. Romped un sólo enlace y todo pasa a la aniquilación, pero esto es imposible. Hay una serie de vehículos que se vuelven cada vez más espesos, desde el espíritu hasta la materia más burda, de modo que con cada paso hacia lo inferior y externo obtenemos cada vez más el sentido de separación desarrollado en nosotros. Sin embargo, esto es ilusorio porque si hubiera una distancia real y completa entre dos seres humanos, no podrían comunicarse ni entenderse entre sí de ninguna forma" [Transactions of the Blavatsky Lodge, edición L.U.T., p. 138].
La Ley de Hermandad es reconocida intelectualmente por todo estudiante, y los devotos serios la aplican. Pero el influjo de la mente racial es muy fuerte, por lo que incluso los practicantes se dejan influir por la diferencia entre comprensión mental y aplicación moral. Todos los probacionistas están llamados a autoexaminarse a la luz de su propio Ego Interior y con ayuda de las virtudes divinas o Paramitas. Por lo general, las virtudes se consideran atributos del corazón; no solemos referirnos sobre integrar los sentimientos mentales o el Yoga-enlace entre mente y corazón, lo cual exige que aquélla se vuelva intachable. Tenemos que aprender a pensar en las virtudes y utilizar nuestra razón, la inteligencia y el discernimiento en la práctica de los Paramitas, todo ello descrito en el tercer Fragmento de nuestro libro, llamado "Los Siete Portales". Examinemos entonces las Claves Doradas desde la relación entre mente y moral.
"Debido a que la mente es impulsada por sentimientos y pasiones humanos, vaga por el campo de los sentidos, aniquilándolos y destruyéndose a sí misma. De ahí el mandato: 'No dejarás que tus sentidos conviertan tu mente en un patio de recreo'" [ibídem, p. 54].
Antes que la mente pueda absorber las virtudes, el alumno debe apreciar en su interior la diferencia entre deseo-mente y alma-mente. Existe un enlace llamado Conciencia como tercer factor, y ésta es el Antahkarana u órgano interno, que es tanto la voz de la experiencia acumulada en el mundo físico, como el canal de la luz divina que fluye desde el plano del Espíritu. La conciencia correctamente activada extiende un pasadizo sobre el abismo que existe normalmente entre las actividades mentales y morales. Previo a iniciar el verdadero tránsito del Sendero y a utilizar de modo cabal el primer paramita divino, es necesario integrar cabeza y corazón.
"Antes que te aproximes a la puerta principal, debes aprender a separar tu cuerpo de tu mente, disipar la sombra y vivir en lo eterno" [ibídem, p. 53-54].
Esto no implica que se adquiera el arte de escindir cuerpo y mente, pero si Dana-Caridad ha de expresarse bien, cada vez debemos realizar un intento por examinar la posición relativa de cuerpo y mente para vivir en lo eterno aunque sea por un momento, sentir que algo de nosotros mismos reside en todas las cosas y que éstas se hallan en el Ser Único. Este preliminar al ejercicio de Dana-paramita le aporta la fuerza mental y el vigor de las ideas verdaderas. Como es muy difícil -o casi imposible- sintonizar nuestra mente con la de toda la humanidad, se aprovecha la institución del Chelado y se recomienda que nos ajustemos mentalmente con "el colectivo de Lanoo-Shravakas". El sentimiento de unidad ilumina la mente; ésta en dicha condición usa la virtud de Dana, la caridad y el amor imperecedero, pero no de manera emocional o sensoria, sino Egoicamente.
Lo que es cierto de Dana es igualmente válido sobre Shila y Kshanti; éstos forman una tríada porque el amor crea unísono, y sin paciencia, dicha armonía no se puede generar. La descendencia equilibrada, ya sea una palabra o un acto, un poema o una pintura, tiene como padre al amor y la paciencia por su madre. Cuando se crea al niño, su naturaleza de perfección lo convierte en una obra maestra, y hay Bienaventuranza "para siempre".
De manera similar, los últimos tres paramitas de Virya, Dhyana y Prajna forman una tríada. Cuando el padre persigue la contemplación con energía intrépida, el resultado es Prajna o percepción espiritual plena.
Entre ambos tríos se encuentra Viraga (Vairagya), sin el cual no se puede conquistar la Ilusión-Maya ni percibir la Verdad-Sat. El desapego, desapasionamiento o indiferencia es la más importante de esas virtudes en más de un sentido, y se nos dice:
"Domina tus pensamientos, oh luchador por la perfección, si traspasas el umbral [del portal intermedio]" [ibídem, p. 64].
Es la mente lo que fructifica el apego a los objetos sensoriales. Si la mente no se prestara a los dictados de anhelos y pasiones, no habría adherencia; pero separada de lo inferior, tiene en sí misma el poder de aferrarse a lo superior.
Ahora bien, la gratificación sentida por los seres elementales que componen nuestra naturaleza de deseos se debe a la interacción entre aquéllos, los sentidos y órganos: Gnyana-Indriyas y Karma-Indriyas. El deseo-percepción conduce al deseo-acción, y por ello se nos advierte:
"Severa y exigente es la virtud de Viraga. Si quieres dominar su camino, debes mantener tu mente y tus percepciones mucho más libres de la acción destructora que antes" [ibídem, p. 62].
La obra que no agrada a Ishvara y mata el Alma es egoísta; su opuesto es el sacrificio y la acción sacramental es Yagna. Cualquier acto, por trivial que sea, puede transformarse en un sacramento mediante la magia llamada Yagna (véase el Glosario Teosófico para su entrada correspondiente). Todos los Karmas que heredamos del ayer forman nuestros Dharma y deberes; el esoterista tiene que realizar su Dharma, con tal de que cada acto devenga sagrado. Sin embargo...
"Antes que tu mano se levante para abrir el cerrojo del cuarto portal, debes haber dominado todos los cambios mentales en ti mismo y matado al ejército de sensaciones-pensamiento que, sutiles e insidiosas, se arrastran sin ser solicitadas dentro del brillante santuario del Alma" [ibídem, p. 60-61].
Los pensamientos no deseados dominan la conciencia incluso antes que se registre su comparición, siendo ésta la primera etapa. Expulsarlos es difícil, pero el esfuerzo trae el Siddhi o poder de sentir su proximidad. En esta segunda fase, el peligro radica en mantener la mente vacía y se vuelve importante aprender a mantenernos mentalmente comprometidos. Es necesario tener siempre a mano pensamientos y cosas que mantengan la mente estable y firme. La Voz alude a la "posesión en nueve puntos de la ley", y eso es igualmente cierto de la mente que tiene ideas verdaderas, que la hacen inmune al ataque del enemigo.
"Si no quieres que ellas te maten, entonces debes hacer inofensivas tus propias creaciones, los hijos de tus pensamientos invisibles e impalpables que pululan alrededor de la humanidad, la progenie y herederos del hombre y sus despojos terrestres" [ibídem, p. 61].
Mediante nuestros pensamientos, buenos y malos, nos unimos a la humanidad y al Universo. Los vínculos de pensamiento son aglutinantes muy poderosos, y Vairagya es la indiferencia de nuestra mente hacia todos los vínculos cogitativos. Los pensamientos de otros individuos nos unen a ellos, en la medida que seamos consustanciales con los mismos; sin embargo, esta ley también actúa en el lado benéfico pues las emanaciones mentales nos unen al Ser Supremo, a los Benditos que moran en las infinitudes del espacio o sobre la Tierra. Actualmente nuestros deseos llenan el mundo y nos impulsan a pensar, planificar y actuar; así, la vacuidad es el mundo del Espíritu para el hombre de carne. Pero cuando se hace la elección más sublime y la llevamos a cabo, se aprecia el vacío del mundo sensorial. La invocación del contacto superior cotidiano con el reposo elevado y sostenido en lo egregio, revela cuán grande y dichosa es la plenitud. El desapego de lo burdo y aferrarse a lo superior transfiere los amores del aspirante a un reino espiritual, y desde ahí el Maya del universo material parece una obra de teatro, un drama o Lila. Los símbolos del vacío y la plétora son excelentes ideas metafísicas, cuya contemplación refuerza la virtud de Vairagya.
"Tienes que estudiar la vaciedad en la plenitud aparente, y la profusión del vacío engañoso. Oh intrépido aspirante, mira profundamente al interior del pozo de tu propio corazón y responde: ¿conoces los poderes del Ser, perceptor de las sombras externas?" [ibídem, p. 61].
Todo esfuerzo por alcanzar y mantener una nueva posición en un mundo superior requiere Virya o energía espiritual, y su fuente está en el polo espiritual de nuestro Ser. La energía corpórea relacionada con el principio humano de Prana no es más que la expresión más baja de Virya. A éste se le denomina el "semen del alma" y se activa por el celibato espiritual, el Brahmacharya de la mente. Los Chelas de los Grandes Gurús son verdaderos Brahmacharis, jóvenes aprendices que adquieren la fuerza del conocimiento y pronto entrarán en la Gran Casa de los Padres y Madres de la Raza. Si la práctica del Brahmacharya corporal es una empresa difícil, mucho más arduo es el celibato del alma, necesario para la verdadera unificación o Dhyana. Como en todo lo demás, el desarrollo desde dentro hacia fuera es la ley en Brahmacharya: la castidad psicoespiritual interna hace posible aquélla de tipo psicofisiológico externo. Fracasan todos quienes intentan practicar lo último sin una base de lo primero, o experimentan algo peor que eso.
Para lograr Dhyana-paramita, el alumno debe adquirir el arte de utilizar la energía con fines ofensivos y defensivos. La conciencia tiene que alcanzar un estado en donde los asaltos de las regiones inferiores no la toquen, y también en ese nivel el movimiento hacia el objetivo final continúa de manera constante. El grado de Dhyana es estático en relación con lo inferior, pero dinámico respecto a lo superior. En él, las embestidas de la Luz Astral deben ser encaradas y evitadas, mientras se intenta un ascenso permanente en el Astral Divino o Akasha. Esta doble tarea está implícita en los siguientes versos, dispuestos para facilitar la comprensión del lector:
"Antes que la llama áurea pueda arder con luz constante, la lámpara debe estar bien protegida en un lugar libre de todo viento". Expuesta a la brisa inquieta, la corriente se revuelve y el fulgor tembloroso arroja sombras engañosas, oscuras y cambiantes en el santuario blanco del Alma.
"Y entonces, ¡oh perseguidor de la verdad!, tu Mente-Alma se convertirá en un elefante loco que brama en la jungla. Confundiendo los árboles del bosque con enemigos vivos, muere en sus intentos de destruir las sombras siempre cambiantes que bailan en la pared de rocas, iluminadas por el Sol" (ibídem, p. 67, Eds.).
"Tienes que lograr una firmeza mental en que ninguna brisa, por fuerte que sea, pueda llevar un pensamiento terreno a tu interior. Así purificado, el santuario debe estar desprovisto de toda acción, sonido o luz mundanos; incluso como la mariposa atrapada por la escarcha cae sin vida en el umbral, así todos los pensamientos terrenales deben caer muertos ante el templo".
"Construye alto, Lanú, el muro que rodeará la Isla Santa, la barrera que protegerá tu mente del orgullo y la satisfacción ante los pensamientos de la gran hazaña lograda (...)".
"Tu 'Isla' es el ciervo, y tus pensamientos los sabuesos que fatigan y persiguen su progreso hacia la corriente de la Vida. ¡Ay del ciervo al que sorprendan los ladridos de demonios antes de llegar al Valle del Refugio o Dhyana-Marga, llamado 'camino del conocimiento puro'!"
"Antes que puedas establecerte en Dhyana-Marga y llamarlo tuyo, tu alma tiene que volverse como la fruta madura del mango: tan suave y dulce como su pulpa dorada y brillante para las aflicciones de otros, y tan dura como el carozo de ese fruto para tus propios dolores y angustias, oh conquistador de prosperidad y aflicción".
"Así como el diamante que yace en lo profundo del corazón palpitante de la Tierra nunca puede reflejar las luces terrenales, también lo son tu mente y alma; sumergidos en Dhyana-Marga, estos no deben reflejar nada del reino ilusorio de Maya. Te espera aún una labor mucho más difícil: tienes que sentirte como el Todo Pensamiento, y sin embargo, expulsar todos los pensamientos de tu alma" (ibídem, p. 65-66, Eds.).
La puerta Dhyana es como un jarrón de alabastro, blanco y transparente; en el interior arde un fuego dorado constante, la llama de Prajna irradiada por Atma. El Camino Dhyana es refugio del Yogi, el objetivo bendito que anhelan los Srotapattis.
El Aprendiz está en la orilla del Manasa-sarovara donde, según enseña la tradición Oculta, los grandes Sabios registraron los Vedas como fueron oídos. Tiene que entrar en las Aguas de la Sabiduría y sumergirse cada vez más profundamente hasta que vea al Naga, el Señor-Dragón del Lago. Se dice que enseña el mantram al nuevo Arhan que emerge con tal de entrar a Myalba para repetirlo, y es: PAZ PARA TODOS LOS SERES.
EL CUERPO HUMANO
Un estudio en “La Voz del Silencio”
El estudiante de Filosofía Esotérica debe aprender el propósito con que se reviste de un cuerpo, el valor que se le asigna y la utilización que debiera hacer del mismo.
La autoridad final para cualquier tema de Filosofía Esotérica es la instrucción ética y moral consagrada en nuestros libros devocionales. De éstos últimos, naturalmente ocupa el primer lugar La Voz del Silencio, dedicado por H.P.B. "a los pocos", y luego Luz en el Sendero, el Dhammapada y el Bhagavad-Gita.
“Tu cuerpo no es el Yo, pues tu SER está en sí mismo sin un cuerpo” (p. 29). El Ego encarnado no es la cobertura física, mucho menos el SER que "en sí mismo no tiene cuerpo, y la alabanza o culpa no lo afectan"; pero sí alcanzan al Alma en encarnación. Las loas o culpabilidades emergen de sensaciones y caprichos: “El deseo permanece sólo en el cuerpo, el vehículo del Ego encarnado” (p. iii); de ahí la instrucción en todas partes de matar impresiones, anhelos, etc.; y sin embargo, el cuerpo es llamado “santuario de tus sensaciones” (p. 29). Además, lo que se pide al neófito es que su organismo sea "agitado" por pensamientos-sentimientos superiores y concebidos por el Ser corporeizado. “Tanto acción como inacción pueden encontrar lugar en ti; tu cuerpo agitado, tu mente tranquila, tu alma límpida como un lago en la montaña ”(p. 32). Aquí encontramos un primer uso que debe otorgarse al cuerpo: es estar “sacudido” por la mente apaciguada y el Alma que es tan limpia, cristalina y transparente cual lago en las alturas montañosas. En este nivel de acción conjunta y armoniosa de los tres aspectos, el cuerpo se convierte en un templo de sensaciones.
Nuestra envoltura sujeta a la muerte es “causa fértil de angustia y dolor ilimitado” (p. 43); éste y su sombra, el hombre personal/inferior, guían todos los asuntos de la vida. La palabra "espiral" en su sentido arcaico y poético como en "espiral mortal" es un indicio de la primavera en la confusión existencial. El individuo efímero se convierte en mera sombra del cuerpo-vida con sus sentidos y órganos; el cuerpo es capataz, y la parte personal deviene esclava de todos los hombres del mundo. El proceso debe invertirse, de modo que lleguemos a experimentar la verdad: "Tu cuerpo es tu esclavo", y por ello “nuestro aspecto material es llamado 'sombra' en las escuelas místicas” (p. 33 y siguientes). En otras palabras, lo que es "sustancia" para un humano terrenal representa una sombra a los ojos del místico.
Este proceso de transmutación corporal y del principio encarnante se menciona en las páginas 53-34: "Antes que te aproximes a la puerta principal, debes aprender a separar tu cuerpo de tu mente". Sólo entonces puede darse el segundo paso, a saber, "disipar la sombra", un logro que nos permite "vivir en lo eterno", y “el peregrino dice: 'He renunciado a este marco pasajero y destruido la causa: las sombras proyectadas, como efectos, pueden dejar de existir'”(p. 60). Así estamos preparados para responder a la pregunta: "¿Conoces los poderes del Ser, perceptor de sombras externas?", y en consecuencia la evolución del cuerpo -a cuya cúspide nos lleva la Doctrina de los Tres Kayas- tiene lugar para el propósito de una vida superior.