Mostrando entradas con la etiqueta Misterios del interior terrestre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Misterios del interior terrestre. Mostrar todas las entradas

14 de agosto de 2022

Enigmas al interior de la Tierra (12 de 12)

David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016


Contenido (final Parte D):

04. Reinos al interior del planeta


04. Reinos al interior del planeta

Como sucede con las historias sobre una matriz paradisíaca de la humanidad en el Polo Norte, también son frecuentes las alusiones a redes de cavernas y túneles o ámbitos internos en muchas religiones y costumbres folclóricas globales. Los rasgos atribuidos al submundo van desde celestes a infernales, y sus habitantes son egregios o subhumanos. Generalmente esas tradiciones encarnan múltiples niveles de significado, y en esa línea el "inframundo" puede representar planos no físicos de realidad.

Durante sus viajes por Asia, Nicolás Roerich pasó mucho tiempo estudiando el folclore local que incluía narraciones de tribus perdidas o habitantes subterráneos. Numerosas leyendas en Asia Central "describen la misma historia de cómo las mejores personas abandonaron la 'tierra de traición' y buscaban salvarse en países incógnitos, donde adquirieron nuevas fuerzas y conquistaron poderosas energías" (1). Mientras cruzaban el paso del Karakorum, su guía ladakhi le dijo: "¿Sabéis que en las cuevas subterráneas están ocultos muchos tesoros, y que en ellas vive una tribu maravillosa que repudia el pecado de la tierra?"

"Y de nuevo cuando nos acercábamos a Khotan, las pezuñas caballares sonaron huecas como si nos internáramos en cuevas pretéritas, y nuestros caravaneros concitaban interés diciendo '¿escucháis la oquedad de estos parajes?' A través de estos sitios, las personas familiarizadas con ellos pueden alcanzar países lejanos. Cuando vimos las entradas a dichas grutas los guías nos dijeron: 'Hace mucho tiempo vivían personas aquí; ahora han vuelto al hogar y encontraron un pasaje al reino subterráneo. Sólo en raras ocasiones algunos de ellos reaparecen en la superficie (...)".

"Grande es la creencia en el Reino del Pueblo Subterráneo. A través de toda Asia, el espacio de todos los desiertos y desde el Pacífico hasta los Urales, se puede escuchar igual relato maravilloso de esta población santa y desaparecida. E incluso mucho más allá de los Urales, os llegará el eco de la misma narrativa" (2).

Se rumorea que existe una amplia red de cuevas y túneles bajo tierra en Asia Central, con muchos senderos que parten desde el centro místico de Shambhala (3). Según la creencia popular, hay numerosos pasajes secretos bajo India cuyos accesos están custodiados por elementales que asumen la forma de piedras u otros objetos naturales. Por ejemplo, se afirma que Varanasi (Benarés; nombre antiguo Kashi) está conectado por un túnel a Gupta Kashi (gupta = secreto, desconocido), una ciudad subterránea en el Himalaya a 80 kms. de Badrinath (4), e incluso los Mahatmas teosóficos escribieron sobre "los huecos subterráneos e internos de L'Hassa" o capital del Tíbet (5).

Hay quienes sostienen que por largo tiempo Centro y Sudamérica han escondido laberintos de prolongados túneles, algunos de ellos con miles de kilómetros, desde Colombia en el norte y a través de Perú-Bolivia hacia Chile por el sur, abarcando además la selva amazónica oriental, y hasta ahora sólo se han descubierto algunas secciones (6). Blavatsky menciona un inmenso conducto que va de Cuzco a Lima (Perú) y luego abarca latitudes sureñas a partir de Bolivia (7). En Egipto se cree en la existencia de un sector bajo tierra desde las catacumbas de Alejandría al Valle de los Reyes en Tebas. Las criptas soterrañas de ésta última eran conocidas como "catacumbas de la serpiente", pues dicho reptil era símbolo de sabiduría e inmortalidad (8).

Muchos indígenas norteamericanos creen que sus ancestros provenían de un reino subterráneo dichoso, o se refugiaron en cavernas para escapar de cataclismos previos. Los cherokee hablan de un mundo interno parecido al nuestro, con montañas, ríos, árboles y personas (9); la cultura azteca atribuía el origen de sus predecesores a una tierra llamada Aztlán, y que tras escapar de su destrucción terminaron en la gruta Chicomoztoc o las "siete ciudades cavernarias de oro" donde vivían antes de emerger a la superficie (10). El semi-dios mexicano Votán describe un camino bajo tierra o "agujero de serpiente" que "termina en la raíz de los cielos", y se le permitió entrar en él porque era un "hijo de serpientes" (11).

Los hopi celebran sus rituales en una cámara subterránea conocida como kiva. "En su centro (...) a nivel del altar y directamente bajo la abertura del techo, se halla un fogón hundido donde encienden una llama en la ceremonia del fuego nuevo (...) pues la vida se inició con ese elemento ígneo. Adyacente se encuentra un pequeño agujero en el suelo llamado sipapuni, que etimológicamente deriva de las nociones que apuntan a 'ombligo' y 'camino inicial'; por lo tanto, denota el cordón umbilical que conduce a la Madre Tierra y representa el camino de la aparición humana desde el inframundo (...) La escalera simboliza la caña hasta donde subió el ser humano durante su nascencia" (12).

Los hopi sostienen que ha existido una serie de cuatro mundos: el primero fue destruido por el fuego, el segundo por cambio de polos y el tercero mediante inundaciones, por lo que resta esperar la suerte del actual. Algunos elegidos se ocultaron bajo tierra para escapar de los dos primeros desastres, y sobrevivieron a la hecatombe de la última civilización al ser "comprimida dentro de cañas huecas". Por su parte, los pima aducen que nuestra llegada al mundo se efectuó por un "agujero en espiral" que se alzaba hasta la superficie de la Tierra (13).

En África y Australia también hallamos orígenes ancestrales subterráneos. En dicha isla los nativos creen que sus antepasados salieron de la tierra, recorriendo toda la zona y crearon nuevas tribus, y "en última instancia viajaron más allá de los confines de su territorio, o desaparecieron otra vez bajo el suelo". De acuerdo con tradiciones en las islas Carolinas, Papúa Nueva Guinea y Malasia, una raza de gigantes pasó a la clandestinidad en periodos muy remotos; antaño pobladores del reino perdido de Chamat, algún día "emergerán para rehacer el mundo". En las islas Trobiand creen que sus predecesores aparecieron por un "agujero especial", y asimismo esta noción es compartida por etnias en Bengala y Birmania (Myanmar) (14).

La mitología hindú comporta muchos relatos acerca de los nagas, un pueblo semidivino de humanos-serpiente que gobernaba el distrito de Pâtâla colmado de riquezas inimaginables, y se afirma que es la más baja de las siete regiones del inframundo indio. Estos lugares se denominan colectivamente Bila-svarga o "cielo bajo tierra", delineados como parajes de gran belleza. El Sol y la Luna no pueden verse desde ahí, pero las joyas que adornan las capuchas de los nagas emiten un resplandor que ilumina todo el Bila-svarga. Pocos mortales tenían la posibilidad de ingresar a ese mundo, y asimismo habrían muchas entradas ocultas en las montañas de India y Cachemira (15). En Tíbet hay un importante santuario místico llamado Patala, supuestamente construido sobre un antiguo complejo de antros y túneles que se extienden a todo el continente asiático y se especula que abarcaría más territorios. Los nagas a su vez se relacionan con los râkshasas, un tipo de demonios subterráneos que posee una "piedra mágica" o "tercer ojo" en medio de la frente.

En China los Lung Wang ("reyes dragones") muestran semejanzas con los nagas en varios aspectos. Habitan en el "reino celeste" (estrellas y planetas) o bajo tierra, exhiben una "gema de poder" en la frente ("ojo místico" o punto de energía) y algunas de las entradas a sus palacios se encuentran bajo lagunas y ríos o detrás de cascadas (16). Según el registro arcaico llamado "Doce Ramas", todo lo que existe comenzó a germinar en los rincones ocultos del inframundo, y el relato de los "Diez Tallos" sostiene que en el noveno de éstos la luz comenzó a nutrir todas las cosas en escondrijos subterráneos (17).

El submundo egipcio de los muertos era llamado Duat/Tuat [imagen derecha], cuyo monarca era Osiris, y su seno albergaba "praderas de paz" que los griegos equipararon con los Campos Elíseos. En 
tiempos del Imperio Antiguo se creía que esa tierra podía localizarse bajo el suelo; a ella iban tanto bendecidos como condenados y estaba desprovisto de aire, agua y luz. El concepto popular situó al reino de Osiris en el poniente, donde el dios-Sol moría cada noche. Además, el Duat solía indicar la zona celeste dominada por las constelaciones de Orión, Tauro y Leo, y que cruzaba el "camino sinuoso de agua" o Vía Láctea.

El Duat también es descrito como el "mundo/espacio invertido" (19), y en los Textos de las Pirámides se lee: "Rey Osiris, soy Isis; he llegado al centro de esta tierra, en el lugar donde os encontráis" (20). El mencionado dios era el Fénix egipcio y "portador de la esencia o caminata que da vida, un concepto afín a nuestra idea de la magia que esta gran ave cósmica llevó a Egipto desde un país lejano y mirífico, allende el mundo terrenal". Este era la "isla de fuego"- otra alusión al Duat-, "el lugar de luz eterna más allá de los límites profanos, y desde aquí los dioses renacidos eran enviados al mundo" (21). Dicho "lugar oculto" en el inframundo se visualizaba como un "círculo divino" completamente hermético y formado por el cuerpo de Osiris. En su parte superior había una apertura a los cielos simbolizada por la diosa Nut, a través de la cual se llegaba a la "estrella imperecedera" o disco celeste (ver ilustración; 22). El dios egipcio Aker era "jefe de la puerta del abismo" o mundo inferior, que también constituía el "reino del Sol" (23).

Entre los celtas, el ámbito de ultratumba era conocido como "tierra de los muertos/vivos", "región multicolor/prometida", la "meseta apacible" y "Tierra de la Juventud/de verano" o "bajo la ola". En muchas historias se ilustra como un grato paraje submarino, pero en otras se encontraba debajo de colinas o se accedía a él por túmulos arcaicos (24). Al igual que otros pueblos, el inframundo celta se asocia con calderos: según el Mabinogion, la tierra de Annwn ("insondable", "sin fondo") o mundo soterrano galés contiene un caldero místico que puede resucitar muertos si se sumergían en él y lo enseñaban a otros (25).

El poeta griego Píndaro escribió: "Bienaventurado es quien, tras haber presenciado estos ritos [misterios de Eleusis], se encamina a la tierra hueca; porque él conoce el final de la vida y el comienzo de su bendición" (26). En Critias (120) Platón dice que la "santa morada de Zeus" se encuentra "en el centro del mundo" (27), y La República (parte 4) sostiene que Apolo, el intérprete tradicional de asuntos religiosos, otorga explicaciones "desde su asiento en el núcleo de la Tierra" (28). William Warren añade: "Su verdadero hogar está entre los 'hiperbóreos', en una tierra de luz casi perpetua (...) De acuerdo con Hecateo, Leto, madre de Apolo y su hermana Artemisa, nació en una isla del Océano Ártico, 'más allá del viento boreal'. Por otra parte, en esa isla (...) Apolo es adorado eternamente en un enorme templo circular" (29).

En Fedón, su autor habla de muchas cavernas y "regiones" paradisíacas en el planeta, y también flujos subterráneos de agua, barro y fuego. "Una de las cavidades terrenales no sólo es más grande que el resto, sino que perfora directamente de un lado al otro. Homero refiere a esto cuando dice 'lejos, muy lejos, donde se encuentra el abismo más profundo de la Tierra'; mientras que en otros pasajes tanto él como otros liristas lo identifican con el Tártaro" (30).

En Protágoras (320d) Platón escribe que cuando llegó el ciclo para formar "criaturas mortales", los dioses les moldearon a partir de lodo y fuego "en el interior de la Tierra" (31).

En la visión griega, el ámbito de los vivos se escindía del Tártaro -o inframundo- por barreras feroces como ríos, fuego y otros cuerpos de agua. El mayor de esos obstáculos era Océano, que no sólo comprendía todos los mares del globo, sino también era el más grande de los "ríos" que los griegos pensaron que se adentraba en esta especie de infierno, para salir al otro lado del planeta. Otros torrentes incluían el Leteo o "del olvido" y la mortal laguna de Estigia; asimismo, el Tártaro se hundía "al doble de distancia, tal y como ésta yacía bajo el cielo", y estaba limitado por muchos peligros. Además de ser el hogar de los Titanes destronados, contenía una variedad de regiones que iban desde los Campos Elíseos a múltiples grutas, cavernas y pozos de tormento reservados para los humanos perversos (32).

Séneca (siglo I) habló de personas que "se abrieron paso en las cavernas", llegando a las entrañas de la Tierra "que penetran hasta los escondites más profundos", donde vieron "grandes ríos y lagos todavía mayores"; en otras palabras, un mundo donde "se invertía la totalidad de la naturaleza. La tierra colgaba sobre esta gente, con los silbidos huecos del viento en la penumbra, y en las profundidades los ríos temibles llevaban a ninguna parte en una noche sempiterna y extraña" (33). También escribió: "Llegará un tiempo (...) cuando el océano desate los límites de las cosas, la Tierra inconmensurable se abra y [Ultima] Thule ya no sea el punto extremo entre las comarcas" (34), si bien está claro que nada en la superficie planetaria podría estar más al norte de dicha locación.

Los escandinavos y germanos previeron el mundo como un enorme tejo o fresno, cuyos limbos y raíces se extendían a diferentes "reinos" o planos de vida. El Yggdrasil o "árbol prístino" tenía hondas radículas en varios lugares subterráneos que circundaban un gran "vacío primordial" llamado Ginnungagap. Una de las raíces de Yggdrasil conducía a Niflheim o tierra de los muertos, y al igual que en el inframundo griego, muchas aguas fluían desde sus honduras y en la superficie. Niflheim también contenía el surtidor/río Hvergelmir ("caldero rugiente") que borbotaba y se revolvía sin parar; entretanto, los once afluentes del mismo concluían en Ginnungagap. La segunda raíz de Yggdrasil se internaba por las tierras maravillosas de Asgard y Vanaheim, y si bien solían describirse como zonas pletóricas en las ramas de dicho árbol, estas comarcas también eran subterráneas, y el único sitio de la cosmología nórdica que no lo era en cierto modo era Midgard ("tierra media" o de la superficie). El llamado Bifrost o "puente arcoiris" se expandía desde Midgard a través de Ginnungagap en Asgard (35).

El Yggdrasil, que crece en una montaña cósmica.

En la Edda Mayor, Odín sentencia: "Nadie ha conocido o sabrá jamás la inmensidad de las raíces de ese árbol antiguo", siendo ésta una alusión no únicamente al mundo creado y los cielos, sino también al profundo sistema de cavernas bajo la superficie. También desde las profundidades de ese árbol mítico salía la enorme "serpiente/faja del mundo" u ouroboros que rodeaba el planeta y sostenía la cola en su hocico. Se le conocía además por sus contorsiones bajo el mar que originaban tormentas y sismos. La entrada a la provincia nórdica oculta yacía en el norte -los griegos ubicaron uno de los ingresos al Tártaro mas allá de Hiperbórea-, y entre los finlandeses el pórtico al averno se encontraba al norte de Laponia, el lugar de reunión entre tierra y cielo.

La epopeya sumeria de Gilgamesh dice que el ámbito infernal era un lugar muy amplio y de grandes terrores, poblado por muchos seres tales como espíritus, muertos vivientes, humanoides y guardianes salvajes. En su búsqueda de la vida eterna, Gilgamesh llegó a la montaña de Mashu vinculada con el cielo y el inframundo, y tras ser autorizado a entrar descendió a las entrañas planetarias por "doce horas dobles de oscuridad", antes de alcanzar "un recinto divino" lleno de brillantez, e incluía un huerto elaborado completamente de piedras preciosas (36). Según Diodoro Sículo, los caldeos imaginaban la Tierra como un "bote circular" vuelto del revés y hueco por debajo (37).

La Biblia esboza el infierno subterráneo como "pozo sin fondo" (Apocalipsis 9:1-2) y "abismo" (Romanos 10:7), un lugar de castigo y miseria, la residencia de Satanás y sus demonios (Jesús lo identifica como "Edén" o Paraíso). Hay también otros sugestivos extractos:

-"(...) en el nombre de Jesús, que se doble toda rodilla en el cielo y la tierra, y debajo de ella" (Filipenses 2:10).

-"Y nadie en el cielo, ni en la tierra ni bajo ella, podía abrir el libro ni ver su contenido" (Apocalipsis 5:3).

-"Al decir: 'Él [Cristo] ascendió', ¿qué otra cosa podría significar, sino que también descendió a las partes más bajas de la tierra?" (Efesios 4:9).

-"Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra" (Mateo 12:40).

-"Extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra en el abismo" (Job 26:7; algunos partidarios de la Tierra hueca interpretan este pasaje como un "agujero polar en el Ártico").

En la narrativa apócrifa de Enoc (38), el profeta habla de ir al "centro de la tierra" donde contempló "un lugar bendito, dichoso y fértil" (25:1, 26:1). Un ángel le muestra "los primeros y últimos secretos en el cielo y las profundidades de la tierra; en las extremidades celestes y sus fundamentos, y en el receptáculo de los vientos" (59:2-3), añadiendo que existían cavernas y "aguas poderosas" bajo el suelo (65:1, 87:5, 95:2). Asimismo, Enoc vio un precipicio "abierto en medio de la tierra, lleno de fuego" (89:34) y "en el lado derecho" del planeta, que según Blavatsky puede apuntar al septentrión. También hay una referencia a siete grandes ríos, cuatro de los cuales "se internan en la cavidad del norte" (76:6-7).

Los isleños de Rapa Nui cuentan que Make-Make fue el creador del mundo y la vida, y de acuerdo con sus tradiciones, el dios "amasó la tierra como una bola, metió la mano en su centro para hacer un agujero y luego sopló en él. Un joven llamado He Repa emergió de allí" (40).

Por último, La Doctrina Secreta ofrece varias declaraciones intrigantes acerca del extremo norte, y posiblemente la Tierra interior. Hablando de las montañas Kaf del leyendario persa, Blavatsky escribe:

"Sean lo que sean en su aspecto geográfico, ya fuesen las montañas caucásicas o de Asia Central, la leyenda coloca a los Devs y Peris muy lejos de éstas, hacia el norte, pues los segundos eran antepasados remotos de los Parsis o Farsis. La tradición oriental refiere siempre a un mar sombrío, glacial o desconocido y a una oscura región, en la que sin embargo están situadas las 'Islas Afortunadas', y donde corre la Fuente de Vida desde el principio de la existencia sobre el planeta. La leyenda asegura, además, que una parte de la primera 'isla seca' (continente) se desprendió del cuerpo principal y ha permanecido desde entonces más allá de los montes Koh–Kaf, 'el cinturón de piedra que rodea al mundo'. Un viaje de siete meses llevará al que posea el 'Anillo de Sulimán' a aquella 'fuente', si va directo hacia el norte como vuela un pájaro. Por lo tanto, al ir desde Persia en derechura al septentrión, llegará al grado 60 de longitud remitiéndose al oeste hacia Nueva Zembla; y desde el Cáucaso a los hielos eternos más allá del Círculo Ártico, arribará entre los 60 y 45 grados de longitud, o entre Nueva Zembla y Spitzbergen. Ello, por supuesto, si uno tiene el caballo dodecápedo de Huschenk o el Simorgh alado de Tahmurath/Taimuraz para atravesar el Océano Ártico.*

*[Los bardos del Cáucaso] dicen que un caballo veloz necesita siete meses para alcanzar el 'país seco' más alla de Kaf, manteniéndose en dirección al norte y sin desviarse nunca del camino.

Sin embargo, los trovadores vagabundos de Persia y Cáucaso sostendrán, aún hoy, que mucho más allá de las nevadas crestas del Kap hay un gran continente oculto para todos; sólo le alcanzan quienes pueden servirse de la progenie de doce patas del cocodrilo y el hipopótamo hembra, cuyas patas se convierten a voluntad en doce alas*, o los pacientes que aguarden que Simorgh–Anke desee cumplir su promesa de revelar a todos el continente escondido antes de morir, y lo haría de nuevo visible y con fácil acceso por medio de un puente que los Devs marinos construirán entre esa parte de la 'tierra seca' y sus partes disgregadas**. Esto se relaciona, obviamente, con la Séptima Raza, pues Simorgh es el Ciclo Manvantárico.

*Bailly vio en este Caballo un barco de doce remos. La Doctrina Secreta afirma que la Tercera Raza primigenia construyó botes y flotillas antes que casas; pero el 'caballo', aunque un animal muy posterior, tiene un sentido primitivo más esotérico. El cocodrilo y el hipopótamo eran considerados sacros y representaban símbolos divinos, tanto entre los egipcios como los mexicanos en la Antigüedad. Con Homero, Poseidón es el Dios del Caballo, y él mismo adopta esa forma para agradar a Ceres; Arión, su progenie, es uno de los aspectos de dicho animal, el cual simboliza un Ciclo.

**Las partes disgregadas deben de ser Noruega y otros países en la proximidad del Círculo Ártico.

Es muy curioso que Cosme Indicopleuste (siglo VI de nuestra Era) haya sostenido siempre que el hombre nació y vivió primeramente en un país 'más allá del Océano', de cuyo aserto le había dado prueba en India un sabio caldeo. Dice él: 'Las tierras en que vivimos están rodeadas por el Océano, pero más allá (...) existe otro país que toca las paredes del firmamento; y en esta zona el hombre fue creado y vivió en el Paraíso. Durante el Diluvio, Noé fue llevado en su arca a la región en que ahora habita su posteridad'".

"(...) La Topografía Cristiana de Indicopleuste y sus méritos son bien conocidos, pero en este punto el buen padre repite una tradición universal, que por otra parte ha sido corroborada hoy por hechos. Todos los viajeros árticos sospechan la existencia de un continente o 'tierra seca' más allá de la línea de los hielos eternos" (41). Sin embargo, no se ha descubierto aún tal lugar en la superficie boreal del planeta.


Referencias

1. Nicolás Roerich, Shambhala: In search of the new era, Rochester, VE: Inner Traditions, 1990, p. 213.

2. Ibídem, p. 215.
3. Victoria LePage, Shambhala: The fascinating truth behind the myth of Shangri-La, Wheaton, IL: Quest, 1996, p. 14, 41, 48-9.

4. The Theosophist, septiembre 1888, p. 757-8; H.P. Blavatsky, "Footnotes to 'The Autobiography of Dayananda Saraswati'", The Theosophist, octubre-diciembre 1879, p. 66-68; H.P. Blavatsky, From the Caves and Jungles of Hindostan, Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1983, p. 20 nota al pie, 77, 253-6, 342, 381-2, 392; H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977, 2: 220-1.

5. A.T. Barker (comp.), The Mahatma Letters to A.P. Sinnett, Pasadena, CA: Theosophical University Press, 2da ed., 1975, p. 6.

6. David Hatcher Childress, Lost Cities & Ancient Mysteries of South America, Stelle, IL: Adventures Unlimited Press, 1986, p. 63-7, 72, 172-5; David Hatcher Childress, Lost Cities of North & Central America, Stelle, IL: Adventures Unlimited Press, 1992, p. 83-4, 200-1, 213-4, 256-7, 302-3, 316-20, 390-1.

7. H.P. Blavatsky, Isis Develada (1877), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1972, 1:547, 595-8; H.P. Blavatsky, "A Land of Mystery", The Theosophist, marzo 1880.

8. H.P. Blavatsky, "A Paradoxical World", Lucifer, febrero 1889, p. 441-449; Isis Develada, 1:553.

9. Bruce A. Walton, A Guide to the Inner Earth, Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1985, p. 15, 41, 43, 48, 53, 67, 69, 80.

10. William Michael Mott, Caverns, Cauldrons, and Concealed Creatures: A study of subterranean mysteries in history, folklore, and myth, 2000, p. 6 (hiddenmysteries.com).

11. Isis Develada, 1:553.
12. Frank Waters, Book of the Hopi, New York: Penguin, 1977, p. 129.
13. Ibídem, p. 24.
14. A Guide to the Inner Earth, p. 15, 34, 42, 76.
15. Walter Kafton-Minkel, Subterranean Worlds: 100,000 years of dragons, dwarfs, the dead, lost races & UFOs from inside the earth, Port Townsend, WA: Loompanics Unlimited, 1989, p. 41; Richard L. Thompson, Mysteries of the Sacred Universe: The cosmology of the Bhagavata Purana, Alachua, FL: Govardhan Hill Publishing, 2000, p. 178-80, 295-6.

16. Caverns, Cauldrons, and Concealed Creatures, p. 2.
17. D.S. Allan y J.B. Delair, When the Earth Nearly Died: Compelling evidence of a world cataclysm 11,500 years ago, Bath: Gateway Books, 1995, p. 330, 332.

18. E.A. Wallis Budge, From Fetish to God in Ancient Egypt, New York: Dover, 1988, p. 271-2.

19. William F. Warren, Paradise Found: The cradle of the human race at the north pole (1885), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, p. 484.

20. Alan Alford, The Phoenix Solution: Secrets of a lost civilisation, London: Hodder and Stoughton, 1999, p. 294.

21. Robert Bauval y Adrian Gilbert, The Orion Mystery, London: Heinemann, 1994, p. 198.

22. Zecharia Sitchin, The Stairway to Heaven, New York: Avon Books, 1980, p. 49; John Anthony West, The Traveler’s Key to Ancient Egypt, Wheaton, IL: Quest, 1995, p. 304-5.

23. La Doctrina Secreta, 2:588 nota al pie; H.P. Blavatsky, The Theosophical Glossary (1892), Los Angeles, CA: Theosophy Company, 1973, p. 13.

24. Paul Dunbavin, The Atlantis Researches, Nottingham: Third Millennium Publishing, 1992, p. 189.

25. Caverns, Cauldrons, and Concealed Creatures, p. 71.
26. Píndaro, fragmento 102, traducción por G.E. Mylonas, Eleusis and the Eleusinian Mysteries, Princeton: Princeton University Press, 1961, p. 285.

27. Paradise Found, p. 213.
28. Platón, La República, Harmondsworth, Middlesex: Penguin Books, 2da ed., 1978, p. 195.

29. Paradise Found, p. 237-8.
30. Platón, Fedón, en: The Last Days of Socrates, Harmondsworth, Middlesex: Penguin Books, 1979, p. 175.

31. Platón, Protágoras, traducción por Benjamin Jowett, classics.mit.edu.
32. Caverns, Cauldrons, and Concealed Creatures, p. 64-5.
33. A Guide to the Inner Earth, p. 31, 76.
34. Fridtjof Nansen, Farthest North, London: George Newnes Ltd., 1898, vol. 1, p. 3.
35. Caverns, Cauldrons, and Concealed Creatures, p. 65-7.
36. The Stairway to Heaven, p. 136-8; W.T.S. Thackara, "The epic of Gilgamesh: a spiritual biography", parte 3, Sunrise, febrero/marzo 2000, p. 86-94.

37. Paradise Found, p. 163-6.
38. The Book of Enoch the Prophet (1883), San Diego, CA: Wizards Bookshelf, 1983.

39. La Doctrina Secreta, 2:400 nota al pie.
40. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 85-7.
41. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Theosophical Publishing House, 1979, 2:398-9, 396-7, 617-8.

Enigmas al interior de la Tierra (11 de 12)

David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016


Continuación Parte D:

03. El Paraíso boreal


03. El Paraíso boreal

Existen tradiciones universales acerca de un distrito bienaventurado y primigenio en el extremo norte. A veces se comenta que estaría en el "centro" u "ombligo" de la Tierra, lo que en un sentido refiere al Polo Norte que semeja hallarse en dicha zona si el planeta es visto desde arriba, pero adicionalmente tales expresiones pueden sugerir el interior del mismo. Este "paraíso boreal" se vincula a menudo con un "árbol", "pilar" o "montaña" mundiales de donde surgen cuatro ríos, incluida una "serpiente" que rodea el globo. Esos tres orígenes unen nuestro "ámbito intermedio" con los mundos superior e inferior (1), y estos rasgos simbólicos pueden interpretarse a nivel terrestre, astronómico y espiritual.

En la mitología hindú, Meru* es la montaña sacra en el centro del planeta donde Indra, rey de los dioses, tiene su palacio enjoyado. Victoria LePage señala que Meru "es concebido como el 'ombligo de la Tierra', así como sus residentes y manantiales de vida y poder que se extienden desde la región central a las ocho zonas exteriores, y a partir de allí al resto del mundo" (2). En este caso el simbolismo deriva de la embriología, pues así como el cigoto crece desde el ombligo/vientre materno hacia el exterior, también lo hace nuestra Tierra. Meru tiene varios significados diferentes, incluyendo una montaña en Asia, el polo geográfico/celestial del septentrión, el eje rotativo planetario, el eje mundial que conecta la Tierra con los reinos superiores, y el nexo cerebro-espinal situado en el cuerpo humano.

*Al igual que egipcios y acadios, los indios señalaban a dos montes polares y antagónicos: el Meru ártico, conocido como Sumeru (su = bondad, hermosura) o morada divina, y el Meru/Kumeru antártico (ku = maldad, miseria) que era lugar de demonios.

Se dice que Meru, el Olimpo de los indios, está ubicado en el "medio" u "ombligo" de la Tierra y lo custodian serpientes que "miran la entrada al reino del Conocimiento Secreto"; según la tradición, era la "tierra de dicha" de los tiempos védicos más antiguos. Las enseñanzas ocultas la emplazan en el mismo núcleo del Polo Norte, describiéndola como el sitio del primer continente tras la solidificación del globo (3). En el antiguo texto astronómico Surya-Siddhanta (12:34) Meru "pasa por el centro de la esfera terrestre, y sobresale a ambos lados" (4), aunque Blavatsky sostiene: "Meru no es el monte fabuloso que se ubica al centro de la Tierra, pero sus raíces y cimientos están allí, si bien reposan en el mismo extremo norte. Esto conecta con la tierra 'central' que 'jamás perece'" (5).

Tal y como el cuerpo humano contiene una serie de chakras o focos sutiles de energía conectados por sushumna -canal céntrico en la médula espinal-, también habrían puntos análogos en la masa planetaria. Shambhala suele representarse como el origen primario y tiene fuentes auxiliares dispersas por todo el globo (6). La Teosofía señala que el corazón de la Madre Tierra late "bajo los pies del sagrado Shambhala" y agrega: "La enseñanza oculta corrobora el ideario popular sobre la existencia de una fuente de vida en las entrañas terrestres y el Polo Norte. Es la 'sangre' o corriente electromagnética que circula por todas sus arterias, y se dice que está almacenada en el 'ombligo' del mundo" (7).

Este reservorio interino de fuerzas vitales/físicas y psicoespirituales puede corresponder en cierto sentido al chakra-raíz (muladhara) del ser humano, situado en la base de la columna vertebral. Desde esta visión, Meru representa el conducto principal o camino del kundalini que recorre el planeta (shakti) (8).

Algunas leyendas hebraicas aluden a un sitio denominado Luz o ciudad subterránea cerca de un monte sagrado u "hogar de inmortalidad". En sus inmediaciones crecía un almendro, también llamado Luz, y un hueco en sus raíces llevaba a ese paraje recóndito. Ciertos escritores consideran esto como otra versión del trío arquetípico "montaña/árbol/cueva" que simbolizan Shambhala, afirmando que el verdadero significado de Luz corresponde en términos planetarios al chakra muladhara, y cuyo nombre cabalístico es el mismo que dicha urbe. Esta denominación proviene de una palabra raíz que señala lo que permanece oculto, secreto o silencioso; también connota un "núcleo", como aquél de una almendra. La iconografía más común de Shambhala es similar al muladhara de cuatro radios, el sutil "centro de la Tierra" en el organismo humano (9).

En su libro Paradise Found, William Warren consigna: "Los primeros habitantes de la cuenca Tigris-Éufrates ubicaban 'el Centro de la Tierra' no en ese punto, sino en un país lejano de características sagradas donde se hallaría 'la santa casa de Dios'; una tierra 'en cuyo corazón no ha entrado ningún mortal', o un lugar bajo 'el árbol mundial ocultador' y al lado de 'aguas repletas'. Ninguna descripción podría identificar perfectamente el sitio con el Polo Ártico de la antigua mitología asiática" (10).

En el Relato Caldeo del Génesis leemos: "Los grandes dioses crearon a los humanos, y en la tierra divina hicieron un refugio para ellos (...) Se desarrollaron en medio de la Tierra aumentando su número, y llegaron a ser magnos. Hubo siete reyes, hermanos de la misma familia (...) Las literaturas iraní, india, china, escandinava y azteca también hablan de esta ubicación ambigua en el 'centro del planeta'" (11).

Entre los japoneses, el Paraíso se emplazaba "en la cima del globo" y al mismo tiempo dentro de él, siendo llamado "isla de la gota congelada". Su primer soporte del techo era el eje planetario, y sobre él giraba la bóveda celeste. Del mismo modo, la misma locación conforme a los chinos -redonda en su forma- se describe como el punto medular al interior de la Tierra; la creían situada directamente bajo el palacio celestial de Shang-te en la Estrella Polar y le bautizaron "palacio del centro". Por su parte, los egipcios ubicaron su Ta Neter o ámbito de los dioses en el extremo norte (12). Hoy tenemos un eco de estas leyendas en la costumbre que tienen los niños de enviar cartas y pedir regalos a Santa Claus o Papá Noel, quien vive en un "país maravilloso" del Polo Norte.

Los esquimales tienen relatos sobre su procedencia desde una "tierra fértil del sol perpetuo en el norte". Creen que después de la muerte el alma se traslada a un mundo subterráneo y comparable al purgatorio, pero los espíritus buenos van a un sector más lejano de felicidad perfecta donde el Sol jamás se oculta (13). El Salmo 48:2 de la Biblia afirma que el monte Sión yace "en el lejano norte", y Ezequiel (28:13-14) identifica el Edén o "jardín de Yahvé" con la "montaña santa de Dios"; asimismo, entre los hebreos se cuenta que el Edén primitivo estuvo al "centro de la Tierra" (14). En su Divina Comedia, Dante encuentra demonios en el mismo territorio interino de acuerdo con la teología medieval, pero otros escritores del siglo XVI como Guillaume Postel y Georg Braun sugirieron que Dios hizo que el Paraíso terrestre fuera inaccesible para la humanidad, colocándolo bajo el Polo Norte (15).

Según el Kurma Purana hindú, una ínsula llamada Shveta-Dvipa o "Isla Blanca" yacía en el mar boreal, la patria mirífica de grandes yoguis que poseían sabiduría y aprendizaje supremos (16). Blavatsky escribe: "Según la tradición tibetana, la Isla Blanca es el único sitio que escapa al destino general de otros dwipas, y no puede ser destruida por fuego ni agua, pues se trata de una comarca perpetua" (17).

Al norte de los Himalayas y posiblemente en la cuenca de Tarim se encuentra Uttarakuru (o "Kuru norteño"), una versión de Shambhala que el Mahabharata describe como la "tierra dichosa de los sabios" hacia la cual viajó Arjuna -príncipe guerrero del Bhagavad Gita- en busca de iluminación. Ese lugar es delineado como un reino de maravillas donde los frutales mágicos producen néctar de inmortalidad. Se dice que es una de las cuatro regiones que circundan al monte Meru como los cuatro pétalos de un loto, y constituye la patria de los siddhas o yoguis consagrados e insignes por sus poderes milagrosos (18).

Los mitos griegos incorporan una misteriosa zona en el septentrión y de "primavera eterna" llamada Hiperbórea ("más allá del viento norte"), muy alejada de las montañas -algunos relatos le ubican bajo el Polo Norte-, y allí se encontraría el verdadero "omphalos" u "ombligo de la Tierra" a donde Apolo viajaba en su carro tirado por cisnes (19). En los misterios órficos, la isla de Electris o residencia divina se sitúa bajo la Estrella Polar en las aguas más remotas de Tethys (20), mientras el gnosticismo sabiano consideró que en igual latitud existía una tierra idílica de luz "entre cielo y tierra", con una raza mirífica de superhumanos y separada de nuestro mundo por una gran montaña de hielo; así, Henry Corbin concluye que no se refiere al norte de nuestro globo sino al de tipo cósmico, es decir, los reinos superfísicos (21), pero también podría tener una contraparte terrenal como Shambhala.

El término zoroastrista Airyanem Vaejah (Eran-Vej en pahlaví) denota la cuna de los arios-iraníes que no está en ninguno de los siete climas del planeta, sino en el corazón de la zona central u "octavo clima" (22). Fue ahí donde Yima o "primer hombre" recibió el mandato de construir un vara o recinto donde las personas más evolucionadas, animales y plantas se reunieran con objeto de salvarlos del invierno mortal causado por potencias demoníacas, y para que algún día pudiesen habitar un mundo reconvertido. Este Vara o paraíso tenía una puerta y ventanas que alumbraban el interior con luz creada e increada, y sus diversas acepciones incluyen un santuario subterráneo, un arca y el cuerpo humano (23). Dicha leyenda parece corresponder a Shveta-Dvipa, el monte Meru, la Tierra Sacra Imperecedera y Shambhala en varios significados (24). Blavatsky cita el Fargard 1:2 de la Vendidad, donde encontramos a Ahura-Mazda diciendo a Spitama -"el más benevolente"- que hizo que cada territorio fuera amado por sus habitantes, pues de otra forma "todo el mundo viviente habría invadido el Airyana-Vaego" (25), y el Fargard 2:40 añade: "Lo único que no existía allí era la visión de las estrellas, la Luna y el Sol, y un año aparentaba ser sólo un día" (26).


Referencias

1. Richard L. Thompson, Mysteries of the Sacred Universe: The cosmology of the Bhagavata Purana, Alachua, FL: Govardhan Hill Publishing, 2000, p. 132-55.

2. Victoria LePage, Shambhala: The fascinating truth behind the myth of Shangri-La, Wheaton, IL: Quest, 1996, p. 31.

3. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977, 1:126-7; H.P. Blavatsky, The Theosophical Glossary (1892), Los Angeles, CA: Theosophy Company, 1973, p. 213.

4. La Doctrina Secreta, 2:404.
5. Ibídem, 2:401 nota al pie.
6. LePage, Shambhala, p. 73, 89.
7. La Doctrina Secreta, 2:400 nota al pie.
8. LePage, Shambhala, p. 73.
9. Ibídem, p. 84, 130.
10. William F. Warren, Paradise Found: The cradle of the human race at the north pole (1885), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, p. 240.

11. G. Smith, The Chaldean Account of Genesis (1876), San Diego, CA: Wizards Bookshelf, 1977, p. 103; La Doctrina Secreta, 2:2.

12. Paradise Found, p. 141, 143, 244, 208.
13. Marshall B. Gardner, A Journey to the Earth’s Interior or Have the Poles Really Been Discovered (2da ed., 1920), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, p. 302, 309-10.

14. Paradise Found, p. 234.
15. Joscelyn Godwin, Arktos: The polar myth in science, symbolism, and Nazi survival, Grand Rapids, MI: Phanes Press, 1993, p. 108.

16. LePage, Shambhala, p. 78.
17. La Doctrina Secreta, 2:408 nota al pie.
18. LePage, Shambhala, p. 45-6.
19. W.T.S. Thackara, "Our spiritual home", Sunrise, abril/mayo 1990, p. 103-10.

20. LePage, Shambhala, p. 198.
21. Henry Corbin, The Man of Light in Iranian Sufism, New York: Omega Publications, 1994, p. 57-8.

22. Ibídem, p. 39-40.
23. Arthur Cotterell, A Dictionary of World Mythology, London: Book Club Associates, p. 53; La Doctrina Secreta, 2:290-2, 609-10.

24. The Theosophical Glossary, p. 12; La Doctrina Secreta, 2:6; H.P. Blavatsky, "Zorastrianism in the Light of Occult Philosophy", The Theosophist, vol. 4, n° 9, junio de 1883.

25. Blavatsky, "Zoroastrianism in the Light of Occult Philosophy".
26. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, 2:291.

Enigmas al interior de la Tierra (10 de 12)

David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016


Contenidos Parte D:

01. La Tierra Sagrada Imperecedera
02. Shambhala y Agharta


Parte D: Tradiciones y mitología sobre el Paraíso interno

01. La Tierra Sagrada Imperecedera

La Teosofía enseña que una serie de Siete Razas-Raíz o "humanidades" se desarrollarán durante la Cuarta Ronda actual de evolución planetaria. Se dice que la primera humanidad surgió a mediados del Paleozoico, hace unos 150 millones de años (según la escala teosófica), y actualmente estamos en la Quinta Ronda. Cada uno de dichos colectivos habita en su propio "continente", una palabra que refiere no sólo al área geográfica donde tiene lugar la evolución de una raza, sino también a toda la tierra firme que existe durante el período de un grupo particular. Así como estas colectividades se superponen con el paso del tiempo, las partes territoriales de una raza-raíz van añadiéndose a las extensiones continentales de la siguiente (1).

La primera región de asentamiento se conoce como Tierra Sagrada Imperecedera, y es el más misterioso de los siete continentes, cuya ubicación estaría en el Polo Norte. "Esta 'Tierra Sagrada' (...) nunca compartió el destino de los otros continentes, porque es la única cuyo destino debe perdurar desde el principio hasta el fin del Manvantara a lo largo de cada Ronda. Es la cuna del primer ser humano y morada del último mortal divino, elegido como Shishta para la semilla futura de la humanidad. De esta tierra misteriosa y sagrada se puede decir muy poco, excepto -y según una expresión poética en uno de los Comentarios- que la Estrella Polar tiene su ojo vigilante sobre ella desde el amanecer hasta el fin del crepúsculo de un Día del 'Gran Aliento' [en India llamado 'Día de Brahma']" (2). En mútiples ocasiones se repite la afirmación de que el primer continente nunca se hunde ni "perece", y esta característica lo distingue de otras zonas homólogas (3).

Este sector prístino rodeaba e incluía al Polo Norte y se extendió un poco hacia el sur desde aquél en siete regiones diferentes, como las hojas de un loto, abarcando Groenlandia, Spitzbergen, Suecia, Noruega y Siberia, junto con otras tierras antiguas en el extremo norte que desde entonces se han sumergido. La localidad central del primer continente se hallaba justo en el extremo boreal, y así Blavatsky acota: "De esta forma, y si se entiende correctamente la enseñanza, el primer continente nacido cubrió todo el Polo Norte como una corteza ininterrumpida y permanece hasta el día de hoy, más allá de ese mar interior que parecía un espejismo inaccesible a los pocos viajeros árticos que lo percibieron" (4). Hay autores que enfatizan las cursivas de este párrafo, señalando que a Blavatsky no se le permitió otorgar todo lo que sabía sobre sus instrucciones recibidas.

Si el centro de la Tierra es habitable como implica la revisión de The Hollow Earth por Lyon y Sherman en The Theosophist, ese primer continente podría referir a dos aspectos: a) el terreno polar en la superficie exterior del planeta, y b) el área sagrada/central o "círculo interior", que seguirá existiendo hasta que la Tierra llegue al término su período vital. Del mismo modo, conceptos tales como "tierra bendita de luz y verano/Sol eternos" (6) puede aludir a la región polar en un momento en que el eje terrestre era más o menos vertical, o a una zona central si el interior planetario es auto-lumínico o contiene alguna clase de sol.


Referencias

1. Ver "La Teosofía y los Siete Continentes", esoterismo-guia.blogspot.com.
2. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977, 2:6.

3. Ibídem, 2:400 nota al pie.
4. Ibídem, 2:401.
6. La Doctrina Secreta, 2:11-2; H.P. Blavatsky, The Theosophical Glossary (1892), Los Angeles, CA: Theosophy Company, 1973, p. 186.


02. Shambhala y Agharta

Los textos sagrados tibetanos hablan de un reino místico llamado Shambhala, oculto tras picachos nevados en algún lugar al norte de Tíbet donde se conservan las enseñanzas budistas más secretas, conocidas como Kalachakra o "Rueda del Tiempo". Se profetiza que un futuro rey de Shambhala aparecerá con un gran ejército para liberar al mundo de barbaries y tiranías, dando paso a una "edad dorada"; asimismo, los Puranas hindúes sostienen que un futuro redentor mundial (kalki-avatara, la décima y última manifestación de Vishnu) vendrá de dicho territorio. Tanto la tradición hindú como budista aseveran que éste contiene un magnífico palacio central que irradia una poderosa luz diamantina.

El paraíso de Shambhala es conocido bajo muchos nombres, según consigna Victoria LePage: "Se ha llamado Tierra Prohibida, de las Aguas Blancas (...) de los Espíritus Radiantes, del Fuego Viviente, de los Dioses vivos y de las Maravillas. Los hindúes le bautizan Aryavarsha, la zona desde donde se originaron los Vedas; los chinos como Hsi Tien o paraíso occidental de Hsi Wang Mu, la Real Madre de Occidente; los raskólniki -una secta cristiana rusa del siglo XIX- le señalaron como Belovodye y el pueblo kirguiz Janaidar. Pero a lo largo y ancho de Asia es más famoso por su nombre sánscrito de Shambhala, que significa 'lugar de paz o tranquilidad', e incluso Chang Shambhala -o localidad homónima boreal-, el nombre de los hindúes para distinguirlo de una ciudad india con igual apelativo (...) Al final de su vida, el maestro taoísta Lao-Tzu regresó a esta comarca, aunque la llamó Tierra de Tebu (...)".

"Muchas tradiciones esotéricas lo consideran el centro verdadero del planeta, la potencia espiritual del mundo y corazón de una Hermandad de adeptos de todas las razas y países, quienes a lo largo de la historia han influido en cada religión importante, avance científico y movimiento social" (1).

Los libros budistas indican que se puede llegar a Shambhala a través de un viaje largo y difícil por desiertos y cordilleras muy agrestes, advirtiendo que podrán encontrarla sólamente los escogidos o quienes tengan preparación espiritual necesaria, pues de otro modo hallarán tormentas camufladoras, montañas vacías o incluso la muerte. Un texto dice que Shambhala es redondo, pero generalmente se representa como una flor de loto con ocho pétalos, símbolo del chakra cardíaco; de hecho, una vieja historia tibetana afirma que "el reino de Shambhala está en nuestro corazón". Como señala Edwin Bernbaum, las referencias literarias shambálicas, cuyas intrigantes directrices son una mezcla de realismo y fantasía, pueden ser leídas en un nivel como "instrucciones para emprender un viaje interno desde el mundo familiar de la conciencia superficial a través de las selvas del subconsciente, para llegar al santuario oculto del superconsciente" (2).

La tierra de Shambhala. En el centro están el monte Meru y el palacio del Rey, circunscrito por ocho regiones en forma de pétalo con sus 96 principados.

Sin embargo, la idea de que Shambhala también se encuentra en el mundo material está firmemente arraigada en el ideario tibetano, pero las opiniones sobre dónde podría ubicarse difieren notablemente. Algunos naturales piensan que su locación es el propio Tíbet, tal vez las montañas de Kunlun; otros mencionan el territorio circundante a Mongolia y la provincia china de Sinkiang, y la mayoría cree que se ubica en Siberia u otra parte de Rusia. Ciertos lamas piensan que está escondida en los parajes desolados del Ártico, y de acuerdo con Lama Kunga Rimpoche "probablemente Shambhala está en el Polo Norte, ya que ambos están rodeados por hielo". Otros lamas consideran que este paraíso interno existe fuera de la Tierra, en otro planeta o "dimensión" ajena a la nuestra (3).

Bernbaum soñó una vez que viajaba al Polo Norte con un guía. A medida que se acercaban al objetivo, el aire se hizo más cálido y la cubierta de nieve más fina hasta que sólo vieron tundras herbáceas y florales, notando además una brisa suave. Finalmente llegaron a un estanque redondo con una pequeña isla que tenía un punto extremo justo en el centro. Bernbaum se volvió hacia su guía y protestó "¡es inconcebible!; esto no puede ser el Polo Norte, y se supone que hay hielo y nieve allá arriba". El guía sólo apuntó a la isla y dijo sonriente "ahí está el polo". Bernbaum relató su sueño a Lama Chopgye Trichen Rimpoche, quien comentó: "Puede que haya sido la entrada a Shambhala" (4).

El artista, filósofo y explorador ruso Nicolás Roerich (1874-1947) viajó por China y Mongolia a las fronteras de Tíbet en 1925-1928. Durante una conversación con un lama le dijeron: "El gran Shambhala está mucho más allá del océano. Es el poderoso dominio celestial y no tiene nada que ver con nuestra Tierra (...) Sólo en algunos lugares, en el Lejano Norte, puedes distinguir sus resplandecientes rayos". Al ser presionado por Roerich, el lama admitió que dicho reino celeste tenía una contraparte terrenal, y en efecto, la expresión "resplandecientes rayos" parece refererir a la aurora que se manifiesta en el sector polar, pero el religioso también describió este Paraíso como un "valle lejano" escondido en medio de altas montañas, con aguas termales y abundante vegetación.

La autoridad budista también declaró que el regente shambálico "está siempre vigilante en la causa de la humanidad", viendo todos los acontecimientos globales en su "espejo mágico" y "la fuerza de su pensamiento penetra en tierras lejanas", añadiendo: "Son innumerables los habitantes de Shambhala; numerosas son las espléndidas nuevas fuerzas y los logros que se están preparando allí para nuestra especie". El lama confirmó que los mensajeros de ese territorio aún trabajan en el mundo, y que incluso el propio gobernante aparece esporádicamente bajo una forma humana. Enfatizó que los secretos de Shambhala están bien ocultos, y según él era imposible que alguien llegara a ese lugar a menos que su karma fuera propicio para ser convocado (5).

Los autores teosóficos modernos también reconocen que Shambhala es un lugar real, y si bien ningún orientalista o erudito ha logrado localizarlo geográficamente, es una tierra o distrito verdaderos, sede contemporánea de la mayor hermandad de adeptos espirituales y sus jefes en el planeta. En ciertos momentos de la historia universal, o más exactamente de nuestra Quinta Raza-Raíz, desde Shambhala emergen comisionados para difundir un trabajo místico e intelectual entre los humanos. Se piensa también que dicha Hermandad tiene ramas en varias partes del mundo, pero el mencionado reino es el centro o la logia principal, que podría localizarse provisionalmente en un distrito poco conocido y remoto de las altas mesetas en Asia central, es decir, el Tíbet.

De acuerdo con esos escritores, Shambhala integra un vasto sector rodeado por un velo akásico de invisibilidad; una flota de aviones o cualquier ejército pasarían sobre él sin notarlo. En ese lugar se almacenarían los registros más valiosos de la humanidad, y el Observador Silencioso de la Tierra tiene su morada invisible, asistido por las personas más sublimes y evolucionadas.

En Teosofía se dice que Shambhala, nuestro "hogar espiritual", comprende dos localidades en el globo. Una de ellas se situaría en elevadas tierras asiáticas, al oeste del meridiano que cruza el pueblo de Lhasa, y hace mucho tiempo esta zona constituía una isla sagrada en un vasto mar interior de Asia Central, conocida como "abismo del aprendizaje" o "mar de conocimiento", accesible a través de pasajes subterráneos. Según los relatos, este lugar existe hasta nuestros días como un oasis rodeado por el desierto de Gobi (9).

Además hay otro territorio santo, aludido en todas las grandes religiones exotéricas. Este lugar es la cumbre de lo que en los Puranas hindúes se llama Shveta-dvipa, monte Meru o Sumeru. Es el Polo Norte de la Tierra, elegido no a causa de sus cualidades terrenales, sino por su posición astronómica, correspondiendo al Polo Norte místico y geográficamente igual a dicha locación terrestre, pero en términos sagrados implica un aspecto muy distinto.

De esta forma y en una de sus acepciones, Shambhala es la Tierra Sagrada Imperecedera. Los intérpretes teosóficos modernos aducen la existencia de otra área homónima aún más elevada en el Sol, y que todas estas diversas localidades se componen por varios tipos de seres con los cuales la raza humana se vincula espiritual y mentalmente.

Teniendo en cuenta que el Shambhala de Asia Central estaría protegido por un "velo akásico" que lo hace invisible e impenetrable, es llamativo observar que en la revisión de The Hollow Earth en The Theosophist, el revisor sugiere que a los exploradores se les impidió ir más al norte -en lo que para entonces se sospechaba era un "mar polar abierto"- por "el ejercicio de un poder oculto". Esto podría interpretarse en el sentido de que hay "algo" en la región polar norteña escondido por fuerzas arcanas, y no a través de conspiraciones militares o gobiernos.


Agharta

En el folklore sobre la Tierra hueca, el mundo interior a veces se denomina Agharta (también Agarttha o Agharti), que supuestamente denota un reino subterráneo en la mitología tibetana, pero en realidad este apelativo no se utiliza ni en sánscrito ni en la literatura de dicha zona. El mito comenzó en la década de 1870, y fue inventado y promovido por tres esoteristas occidentales: Joseph-Alexandre Saint-Yves d'Alveydre (1842-1909), Ferdinand Ossendowski (1876-1945) y René Guénon (1886-1951) (1).

Saint-Yves afirmaba que "Agarttha" era una palabra sánscrita que significa "inatacable", pero el vocablo genuino es agribhita. Señalaba asimismo que éste era el nombre de un reino asiático principalmente subterráneo, y tenía 20 millones de habitantes gobernados por un "Soberano Pontífice" o "Brahatma". Por su parte Ossendowski lo llamó "Agharti" y dijo que sus 800 millones de habitantes estaban regidos por el "Rey del Mundo" o "Brahytma", ubicando dicho territorio entre los desiertos de Gobi y Taklamakan, pero acotó que el complejo oculto se extendía hasta las Américas. Guénon escribió que los relatos sobre Agharta eran muy extendidos en Asia Central y Mongolia; no obstante, esta idea es un eco distorsionado de Shambhala, aunque muchos terrahuequistas creen que éste alude a una ciudad en Agharta.

Mapa estrafalario de la Tierra hueca por Max Fyfield.

Se cree que el diagrama siguiente fue obtenido durante una expedición alemana al Tíbet en la década de 1930 (2). Algunos terrahuequistas piensan que muestra el "mundo tibetano de Agharta" (3), pero la autenticidad de este esquema no puede ser confirmada. Es uno de los muchos documentos antiguamente clasificados (en alemán y ruso) que el centro de investigación ovni RUFORS recibió de una fuente anónima hacia 2008/2009. Gran parte del material es muy extraño (4) y no ha atraído mucho interés fuera de los ámbitos conspiracionistas. Ciertos investigadores argumentan que los documentos son falsificaciones (5), y según otros informantes, los nazis supieron de los tibetanos que la Tierra comportaba un interior hueco y un sol central, y descubrieron una comarca subterránea conocido como "Agartha" bajo la Antártica y accesible por submarino.


Es bien conocido que algunos nazis estaban interesados en la hipótesis de la Tierra hueca, siendo Peter Bender su principal proponente y amigo de Hermann Göring. Bender defendió la versión por Koreshan, la cual sostiene que vivimos en la superficie interna y cóncava de un globo hueco con casi 13.000 kms. de ancho (¡y que comprendería todo el Universo!); su Sol es un globo pequeño situado en el centro, y la Luna, los planetas y las estrellas constuirían "esferas brillantes más pequeñas" que flotan alrededor de él. Esta noción se originó con Cyrus Teed (1839-1908) y atrajo un gran número de seguidores en Estados Unidos. En 1942 se realizó un experimento con ayuda de oficiales militares alemanes para probar la teoría, apuntando una cámara infrarroja telescópica hacia el cielo en ángulo de 45° para fotografiar buques de guerra enemigos situados en otra parte de la superficie interina. El ensayo fue un fracaso total, y Bender, su esposa y varios colegas fueron remitidos a un campo de exterminio por quedar en ridículo y engañar al Reich (6).


Referencias

1. Victoria LePage, Shambhala: The fascinating truth behind the myth of Shangri-La, Wheaton, IL: Quest, 1996, p. 6-8.

2. Edwin Bernbaum, The Way to Shambhala, Los Angeles, CA: Jeremy P. Tarcher, 1980, p. 207.

3. Ibídem, p. 36-7.
4. Ibídem, p. 37.
5. Nicolás Roerich, Shambhala: In search of the new era, Rochester, VE: Inner Traditions, 1990, p. 1-33.

9. H.P. Blavatsky, Isis Develada (1877), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1972, 1:589-90; H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977, 2:220, 319, 502-3, 636-7; A.T. Barker (comp.), The Mahatma Letters to A.P. Sinnett, Pasadena, CA: Theosophical University Press, 2da ed., 1975, p. 155.


Agharta

1. Marco Baistrocchi, "Agarttha: A Guénonian manipulation?", Fullerton, CA: Theosophical History, 2010; Joscelyn Godwin, "Saint-Yves d’Alveydre and the Agartthian connection", introducción a The Kingdom of Agarttha: A journey into the hollow earth, Rochester, VT: Inner Traditions, 2008, hermetic.com.

2. Igor Gontcharov, "20th century race for Tibet’s ancient knowledge reveals hollow earth with inner sun", 11 de noviembre de 2014, ancientscienceartifacts.org.

3. hollowplanet.blogspot.nl.
4. Igor Gontcharov, "Vajra as weapon & tool for megalithic construction: secret report on Soviet expedition to Tibet", 20 de septiembre de 2014, ancientscienceartifacts.org; chest-i-razym.livejournal.com/532197.html; chest-i-razym.livejournal.com/578101.html; planetxnews.com.

5. atlasenigma.ru/agartha-tretego-rejha-priznaki-poddelki; atlasenigma.ru/329.
6. Walter Kafton-Minkel, Subterranean Worlds: 100,000 years of dragons, dwarfs, the dead, lost races & UFOs from inside the earth, Port Townsend, WA: Loompanics Unlimited, 1989, p. 217-21, 90-107.

24 de julio de 2022

Enigmas al interior de la Tierra (9 de 12)

David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016


Contenidos (final Parte C):

04. Vuelos de imaginación
05. Auroras y polos geomagnéticos


04. Vuelos de imaginación

El Polo Sur geográfico fue conquistado por primera vez el 14 de diciembre de 1911 por el explorador noruego Roald Amundsen. El 17 de enero de 1912 se alcanzó nuevamente con un itinerario distinto, por parte de un equipo británico dirigido por el capitán Scott, quien se atribuló al ver allí la bandera de Amundsen, y en su viaje de retorno los cinco integrantes perecieron durante una borrasca de nieve.

Los partidarios de la Tierra hueca no han podido encontrar muchos fenómenos extraños en la Antártica para desentrañarlos en términos de una "entrada polar". Algunos declaran que el agujero austral es más pequeño que su homólogo al norte, o que éste último se halla completamente cubierto de hielo. Ningún terrahuequista moderno sostiene que exista una abertura centrada en el propio Polo Sur; claramente éste último es un punto único situado en una meseta de 3000 kms. en altura y al que puede llegarse por diferentes vías. Asimismo, desde 1956 ha habido una base científica tripulada y permanente en dicha locación.


En 1929 Richard E. Byrd fue la primera persona en volar sobre el Polo Sur; a diferencia de su travesía al septentrión, la segunda no despertó gran controversia. Sin embargo, Byrd pasó a dirigir varias expediciones relevantes a la Antártica, obteniendo valiosos datos científicos por inspección de vastas superficies del continente blanco y cartografía de sus costas y cordones montañosos. Algunos teóricos conspirativos han dedicado mucho tiempo a distorsionar sus conclusiones y asertos para apoyar la idea de grandes orificios polares.

En 1959 F. Amadeo Giannini publicó un libro extremadamente inusual llamado Worlds Beyond the Poles, en el cual presentó su teoría de que nuestro planeta estaba vinculado a la Luna y otros astros por una extensión de tierra continua. Citó un anuncio de radio supuestamente hecho por Byrd desde su base ártica en febrero de 1947: "Me gustaría ver la tierra más allá del polo. Esa área es el centro de la gran desconocida" (1). El autor también aseveró que en este viaje al norte Byrd voló 2700 kms. "más allá de esa tierra" antes de regresar a su base, y pasó por alto "tierras y lagos sin hielo, y montañas donde el follaje era abundante. Por otro lado, una breve reseña del vuelo -aparecida en un periódico- sostuvo que cierto miembro de la tripulación del almirante observó un animal monstruoso con apariencia verdosa, moviéndose por la maleza de la tierra más allá del polo" (2). De igual modo, Giannini interpreta esta última frase como la "región celeste" que conectaba la Tierra con la Luna y otros planetas.

Su historia sobre el vuelo por Byrd en 1947 fue repetida en la revista The Flying Saucers (diciembre de 1959) para un artículo sensacionalista escrito por el editor Ray Palmer, y quien la utilizó para apoyar el supuesto de una Tierra hueca. Palmer dijo que Byrd debió haber volado parcialmente al interior de ella, y que esta verdad fue encubierta. También expresó que los platillos voladores eran procedentes del mundo interno.

Hay un pequeño problema con la historia acerca de Byrd: en febrero de 1947 estaba oficialmente en la Antártica, no el Ártico. Era oficial a cargo de la Operación Highjump, perteneciente a la Expedición Antártica de la Marina Estadounidense, donde participaron trece barcos tripulados por 4000 efectivos. De acuerdo con su artículo sobre el periplo en National Geographic (octubre de 1947), Byrd llegó a Little America el 29 de enero de ese año. El 15 de febrero dos aeroplanos, uno de ellos pilotado por Byrd, volaron al Polo Sur y después hacia la "tierra misteriosa de más allá" como la denominó Richard. Recorrieron cerca de 160 kms. hasta la latitud 88° 30' S, luego tomaron dirección este y arribaron al meridiano 45 E para volver a Little America. En total cubrieron cerca de 16.000 kms. cuadrados "de la comarca allende el polo", y según Byrd todo lo que vieron fue un "abrumador desierto blanco de horizonte a horizonte". El capitán señaló que este vuelo desde la base y el regreso completó 2900 kms. y tomó 12 horas; evacuaron Little America el 23 de febrero y el grupo retornó a EE.UU. el 14 de abril.

Algunos lectores de Ray Palmer le refirieron estos hechos, y en la edición de febrero de 1960 para The Flying Saucers dijo que, a su parecer, el vuelo en cuestión entró en el orificio del Polo Sur y Giannini falseó el trayecto a la localidad boreal. Éste, sin embargo, se mantuvo firme y aseveró que en 1947 Byrd viajó al Ártico tras abandonar la Antártica, añadiendo inclusive que la Oficina de Investigación Naval en Nueva York le había permitido transmitir un mensaje radial de buena suerte a Byrd en su base ártica. Giannini agregó que el vuelo al norte por Byrd fue reportado en el New York Times y otras publicaciones, hasta que Washington impuso la censura. Palmer declaró que sus lectores pesquisaron minuciosamente todas las bibliotecas del país, pero no encontraron nada para confirmar el vuelo al septentrión (3); de este modo, se concluye que Giannini era un mentiroso flagrante o sufría un estado mental muy confuso y desequilibrado. Otro problema serio con el supuesto recorrido boreal es que durante febrero es verano en la Antártica e invierno en el extremo norte, y asimismo la oscuridad permanente no proporciona las condiciones ideales para un vuelo a ese sector, menos aún avistar un "un monstruo verdoso que se desplazaba entre la maleza"...

En 1955-1956 Byrd condujo otra gran travesía antártica conocida como Operación Deep Freeze. En su libro, Giannini trae a cuento el siguiente anuncio radial: "El 13 de enero [1956] los miembros de la expedición norteamericana realizaron un vuelo de 4300 kms. desde la base en McMurdo Sound, que está a 640 kms. al oeste del Polo Sur, y penetraron en una extensión terrestre de 3700 kms. más allá del polo" (4). El relato de Byrd en The National Geographic (agosto de 1956) establece que entre el 3 y 14 de enero, mediante diez vuelos originarios en dicha base -por aviones de largo alcance de la Marina-, se observaron aproximadamente 1.290.000 kms. cuadrados de la Antártica hasta entonces desconocidos. El 8 de enero Byrd voló desde McMurdo sobre el "área de inaccesibilidad" en el corazón de la Antártica oriental, y luego hacia el Polo Sur. Al momento de su regreso había completado 3700 kms. en poco más de 11 horas.

Palmer y otros terrahuequistas asumieron que Byrd exploró 3700 kms. más allá del Polo Sur en una dirección, señalando que esto significaba "más allá de la Antártida", a menos que hubiera ingresado a una cavidad polar, pero está claro que cuando Byrd habla de "la misteriosa tierra" simplemente se refiere a la parte inexplorada del continente, y "más allá" del extremo austral desde el emplazamiento norteamericano en la plataforma de hielo Ross.


Vuelos realizados durante las expediciones de 1947 y 1956 a la Antártica (5).

El absurdo sobre las expediciones de Byrd llegó a su punto máximo con la publicación del diario "secreto" que consignaba el supuesto vuelo "más allá del polo boreal" en 1947 (6). El "material" relata que cuando el almirante se acercaba a su objetivo pasó por valles verdes y vio un animal parecido a un mamut. Súbitamente y de la nada, aparecieron tres platillos volantes con esvásticas en el fuselaje e hicieron que su aeroplano descendiera por obra de una fuerza desconocida. Byrd entonces fue escoltado por dos hombres apuestos, altos y rubios con acento alemán y lo llevaron ante un viejo sabio llamado "Maestro", quien informó a Byrd que ha ingresado al mundo interior de los "Arianni". También le aseguró que los humanos en la superficie debían terminar la manipulación de energía atómica o padecerían una "nueva edad oscura de destrucción". De igual forma, "Byrd" registró que al volver al mundo exterior las fuerzas de seguridad le ordenaron permanecer en silencio. Increíblemente, aún hoy existen terrahuequistas que creen a pie juntillas en semejante idiotez.

Durante la exploración antártica por la Marina estadounidense en 1947, se encontraron áreas libres de hielo con lagos de agua dulce en medio de colinas rocosas y yermas de color marrón (7). El sector más llamativo, cercano a la costa Queen Mary en la Tierra de Wilkes (SE del continente blanco), estaba completamente descongelado por al menos 480 kms. cuadrados, y el almirante Byrd lo llamó "el descubrimiento más sorprendente de la expedición". El lago cobijaba incontables millones de algas verdes, azul-verdosas, rojas y marrones, cuya explicación oficial era que las áreas rocosas expuestas por un glaciar en retirada o vientos predominantes absorberían gran cantidad de calor en los meses de verano con luz duradera, y esto se irradiaba nuevamente en forma gradual, aunque en algunos casos se sospechó de fuentes térmicas subterráneas. La travesía alemana a la Tierra Reina Maud en 1938-1939 también realizó algunos hallazgos sorprendentes, incluido un "grupo de colinas bajas salpicadas con muchas lagunas y totalmente libre de hielo y nieve", parecida a la región estéril de manantiales calientes en Islandia (8). Sin embargo, nada de esto es un indicador de relevancia para una "abertura polar".

Jan Lamprecht presenta argumentos muy tenues para las "entradas" en los polos Norte y Sur (9), alegando que la demora en los ecos radiales podría clarificarse por ondas análogas que entraban en el planeta mediante un agujero polar, rebotando al interior y luego salían otra vez. Sugiere también que el movimiento de aire dentro y fuera de dichas oquedades explicaría ciertos fenómenos meteorológicos, como las extrañas nubes avistadas en Gran Bretaña y Norteamérica. Lamprecht agrega que tras el accidente de Chernobyl en abril de 1986, ciertos científicos descubrieron una elevada concentración de lluvia radiactiva a 38 kms. del Polo Sur, depositada a finales de 1987 o principios de 1988, y unos veinte meses posteriores a la catástrofe. Se sabe que la lluvia radiactiva de pruebas nucleares en el Hemisferio Norte demora ese tiempo en llegar al extremo boreal, pero según Lamprecht y dado que este es el único lugar en la mitad sur donde se encontró radioactividad de Chernobyl, el material atómico se infiltró en la abertura norte y emergió por el extremo opuesto. Una interpretación alternativa es que algunos restos radiactivos se dispersaron en la estratosfera inferior, hasta por lo menos 15 kms. de altitud, y una pequeña parte pasó por encima de la convergencia ecuatorial y alcanzó el Polo Sur (10).


Referencias

1. F. Amadeo Giannini, Worlds Beyond the Poles: Physical continuity of the universe (1959), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1977, p. 13.

2. Ibídem, p. 151.
3. Raymond Bernard, Flying Saucers from the Earth’s Interior, Mokelumne Hill, CA: Health Research, sin fecha, p. 48-9, 84-5; Walter Kafton-Minkel, Subterranean Worlds: 100,000 years of dragons, dwarfs, the dead, lost races & UFOs from inside the earth, Port Townsend, WA: Loompanics Unlimited, 1989, p. 196.

4. Worlds Beyond the Poles, p. 14.
5. Joscelyn Godwin, Arktos: The polar myth in science, symbolism, and Nazi survival, Grand Rapids, MI: Phanes Press, 1993, p. 128.

6. The Missing Diary of Admiral Richard E. Byrd, New Brunswick, NJ: Abelard Productions, 1990; v-j-enterprises.com/byrdiar.html.

7. Richard E. Byrd, "Our Navy explores Antarctica", The National Geographic Magazine, octubre 1947, p. 429-522 (lámina VIII y páginas 475, 498-500).

8. Arktos, p. 126.
9. Jan Lamprecht, Hollow Planets: A feasibility study of possible hollow worlds, Austin, TX: World Wide Publishing, 1998, capítulos 11 y 12, p. 500-3.

10. Zbigniew Jaworowski, "Observations on the Chernobyl disaster and LNT", Dose Response, v. 8, n° 2, 2010, p. 148-71, ncbi.nlm.nih.gov.


05. Auroras y polos geomagnéticos

Las auroras observadas en regiones polares constituyen uno de los fenómenos más bellos y misteriosos de la naturaleza. Desde el espacio prorrumpen como anillos difusos que rodean esas zonas, y se centran aproximadamente en el polo geomagnético. Vistas desde el suelo, pueden adoptar la forma de arcos luminosos, bandas o "parches", y en su faceta más impresionante semejan cortinas multicolores de luz ondeante y arremolinada, divididas por "espigas" y flámulas en movimiento a través del cielo, una aparición que los vikingos llamaban "lanzas de Odín". Por lo general, las auroras están alineadas longitudinalmente a la dirección del campo magnético local.

Vista mejorada por informática de una aurora boreal desde el espacio, 22 de septiembre de 1996. El punto amarillo marca el polo norte geográfico, y el rojo señala al norte magnético (formontana.net).

Como indica William Corliss, incluso las auroras "normales" no han revelado todos sus secretos: "(...) se asocian débilmente con actividad solar y tormentas geomagnéticas, por cuanto suponemos que las ráfagas de partículas eléctricamente cargadas y emitidas por el Sol ayudan de alguna forma a 'prender fuego' en los cielos polares. Pero más allá de estas generalidades, hay muchos detalles que no entendemos" (1). Añade que las auroras anormales, como las producidas cerca de la superficie terrestre y aquéllas con geometrías curiosas, revelan estados aún más profundos de nuestra ignorancia acerca de estos espectaculares eventos.


Auroras boreales (2).

La exégesis aceptada es que la luz de estas manifestaciones es producida por descargas eléctricas de alto vacío provenientes del Sol (3). El 98% de las partículas cargadas (principalmente electrones y protones) que alcanza la Tierra desde el Astro Rey es desviado por el campo magnético terrestre, mientras que el resto ingresa en la magnetosfera con forma de "cometa" -aunque no está claro exactamente dónde y cómo-, y luego se almacenan en un modo desconocido. Se piensa que las partículas generadas por auroras emanan de la lámina plasmática al interior de esa "cola magnética" planetaria, siendo sometidas a velocidades cercanas a una quinta parte de la lumínica (200 veces su rapidez original) -otra vez, por un mecanismo indeterminado- y son dirigidas por el campo magnético de las regiones polares. Aquí descienden a la atmósfera y producen auroras cuando chocan con átomos de oxígeno y nitrógeno en la ionosfera, en alturas que van desde +900 kms. hasta unos 70. Debido a que los iones se hallan excitados, desprenden radiación en múltiples longitudes de onda y creando los colores característicos de dicha "cortina celestial" (amarillo-verdoso, azul y rojo o rojo-púrpura).

En su obra The Aurora Watcher's Handbook, Neil Davis escribe: "Sorprendentemente, los investigadores aún no entienden por qué [las auroras] se producen bajo formas discretas en lugar de resplandores difusos en una amplia región del cielo. De alguna manera, la razón debe estar ligada al comportamiento de la materia en el estado de plasma" (4).

Los científicos creen que la mayor parte del Universo se compone por plasma (cuarto estado de la materia) en forma de gas ionizado, es decir, donde al menos parte de sus átomos se disocian en iones positivos y electrones libres. Se dice que toda la región desde el centro solar hasta la parte inferior de la ionosfera terrestre corresponde al nivel plasmático. Los especialistas reconocen que todavía tienen mucho por aprender sobre ello; de hecho, la Teosofía implica que lo que actualmente se etiqueta bajo ese nombre, en ocasiones incluye fases elevadas de materia.

Los expertos han sugerido varias explicaciones para los movimientos de auroras y cambios en su apariencia. Un factor importante sería la deformación de corrientes de partículas entrantes por campos magnetoeléctricos simultáneos, pero se piensa que pueden operar mecanismos adicionales. Hasta hoy se desconoce el origen de la variación en el brillo de auroras y el nivel general de actividad durante periodos de varios minutos.

La desintegración de auroras es la parte más activa y estupenda de su despliegue moderado a extenso. Generalmente dicha fase es seguida por una "aurora pulsante" mucho más débil y menos brillante, que consiste en manchas de luz que se prenden o apagan en un patrón que va desde 0,1 segundos a más de 20. Esta actividad puede continuar durante el resto de la noche, y a veces tales pulsaciones se superponen a resplandores aurorales fuertes. La causa de estas variantes es un enigma, pero por lo general se acompaña de pulsaciones geomagnéticas.

Las auroras en el Hemisferio Norte tienden a ser más refulgentes que sus contrapartes australes, y a menudo en ambos territorios son imágenes especulares unas de otras, pero a veces esta conjugación se descoordina, sobre todo en latitudes más altas. Un hallazgo inaudito es que las auroras pulsantes, por el contrario, son siempre exactamente sincrónicas en los extremos opuestos de la Tierra, y varían su brillo en el mismo momento dentro de una fracción de segundo, a pesar de que sólo son cuasi-periódicas y tienen un elemento aleatorio fuerte. Esto apunta a una causa común, aún no identificada, que quizás se sitúe en el plano ecuatorial y equidistante de los polos.

Aurora en la Antártica (antarctica.gov.au).

Las auroras de nivel bajo (menos de 60 kms.) y próximas al suelo son consideradas imposibles, ya que las partículas entrantes no deben tener suficiente energía para penetrar hasta las profundidades atmosféricas; sin embargo, existen reportes muy confiables de tales apariciones. Además de las auroras a bajo nivel, la evidencia sobre descarga eléctrica adventicia de tierra a atmósfera durante el despliegue auroral incluye el hecho de que algunos "mantos de luz" tienden a seguir líneas de costa, despiden olores a ozono/azufre o "electricidad" detectada en conjunción con auroras de bajo nivel y alta actividad, y además presentan efectos eléctricos de superficie asociados con este fenómeno colorido (5). También es anómalo que las tormentas geomagnéticas y auroras a veces parezcan correlacionarse con tempestades eléctricas, nubes y presión atmosférica (6). Las partículas cargadas procedentes del Sol no debieran contener tanta energía para afectar el clima, aunque algunos científicos creen que de alguna forma las auroras actúan como "disparadoras".

Otro fenómeno desconcertante es el sonido de las auroras, descrito como silbante, tremulento y de "chaquido" (7). La teoría actual coloca a esas manifestaciones a altitudes tales que el cuasi-vacío atmosférico no debería transmitir un sonido audible de modo eficaz. Por otra parte, suelen transcurrir varios minutos entre la génesis de una aurora y su sonido; no obstante, éste último tiende a sincronizarse en cierta medida con el movimiento de dicha "cortina", sugiriendo que la producción y transmisión acústicas convencionales están fuera de lugar, excepto tal vez en el caso de auroras con bajo nivel. Las hipótesis incluyen percepción directa de radiación electromagnética desde auroras como sonido, descargas eléctricas en la superficie terrestre inducidas por aquéllas, y ondas de muy baja frecuencia generadas por partículas de viento solar que actúan sobre transductores como el cabello humano.

Aunque las auroras son más intensas en los máximos del ciclo solar de 11 años, no todas las erupciones en nuestra estrella desencadenan dicho espectáculo. Al parecer, mientras el Sol nutre con partículas cargadas a la Tierra, ésta "controla" la aurora de algún modo, e igualmente existen motivos para cuestionar si la aurora se atribuye únicamente a iones procedentes de aquél; así, una teoría alternativa y propuesta a mediados del siglo XX es que el origen principal son las corrientes eléctricas suscitadas en la Tierra que fluyen a regiones polares magnéticas norte/sur y luego se incorporan a la atmósfera, donde se ionizan gases en las capas superiores y más enrarecidas, produciendo entonces una aurora. Finalmente, la electricidad regresa a la Tierra en latitudes más bajas, formando una circulación análoga y continua por todas partes en su corteza y atmósfera. Dicho supuesto permite fácilmente que las auroras se originen en la atmósfera inferior cuando lo permitan sus condiciones (8).

Neil Davis señala que aún persisten incógnitas referentes a cómo se genera la luz de una aurora: "La excitación directa por impacto de partículas es una certeza, pero algunas observaciones sugieren que pueden funcionar otros procesos. Éstos pueden implicar calentamiento por campos eléctricos, e interacciones entre constituyentes atmosféricos ionizados y diversos tipos de ondas electromagnéticas que impregnan el medio. Aún quedan preguntas acerca de todos los procesos involucrados en la producción de dos de las emisiones más brillantes y simples de la aurora, esto es, las líneas rojas y verdes de oxígeno a 6300 A y 5577 A, y asimismo la causa de 'auroras enriquecidas' sigue siendo un misterio" (9).

En ocasiones las auroras están acompañadas por perturbaciones magnéticas y eléctricas. Una posibilidad ignorada para hoy es que también existen procesos más sutiles en el fenómeno. Carl Reichenbach y Wilhelm Reich -siglos XIX y XX respectivamente- argumentaban que en parte las auroras son resultado de propiedades luminosas de energía-sustancia etérica que impregnan la atmósfera (10); el primero llamó "ódico" a ese elemento y Reich lo bautizó como "orgón", convenciéndose ambos de su existencia en el transcurso de numerosos experimentos. Los resplandores similares a auroras pueden producirse en tubos de alto vacío cargados en un acumulador de orgón y simplemente se trazan con la mano, sin involucrar excitación eléctrica.

En 1716 Edmond Halley sostenía que algunos "vapores luminosos" que clareaban los estratos del interior planetario podrían emanar de la corteza mucho más delgada en los polos, produciendo así las auroras. Lyon y Sherman creyeron que ese ámbito interno mucho más desarrollado generaba su propia luz, y que las auroras de regiones polares eran causadas principalmente por elementos etéricos surgidos del "vacío terrestre" y apareciendo por aberturas polares (11).

Por su parte, John Symmes, William Reed y Marshall Gardner también incluyen orificios polares en sus explicaciones sobre las auroras, pero no revisten confiabilidad. Symmes afirmaba que ellas tenían su origen en los rayos solares reflejados en océanos internos; Reed pensó que se debían a la reflexión sobre nubes, nieve y hielo de fuego volcánico e incendios de praderas o bosques dentro del planeta, y Gardner las atribuía a los rayos del "sol interior" que salían por enormes boquerones polares, pero modificados por nubes y otras condiciones en ambientes internos y de superficie. Jan Lamprecht especula que las partículas cargadas del Sol exterior se aceleran dando vueltas repetidamente por la Tierra hueca, a través de oquedades polares con unos 300 kilómetros de ancho, y que los electrones constituyentes de auroras pulsantes se originan en un sol ínsito también pulsátil, siendo expulsados a través de agujeros en ambos extremos de la Tierra.

De acuerdo con las enseñanzas teosóficas (12), las auroras en ambos hemisferios no son meramente despliegues electromagnéticos, sino manifestaciones de vitalidad psicomagnética terrestre y más sutil. Ellas están íntimamente relacionadas con el Sol, en especial sus manchas, y según algunos escritores también se vincularían a irrupciones o ráfagas de diversos tipos de mónadas (centros de conciencia) que van desde y hacia nuestro planeta. Al igual que los terremotos, una de las funciones de estas descargas aurorales es disipar lo que de otra forma se convertiría en una sobreacumulación de energía magnetoeléctrica dentro de la Tierra.

Según ciertos intérpretes de Teosofía, el magnetismo que nos llega desde el Sol -físico, astral y mental- ingresa en la Tierra mediante el Polo Norte. Una seción circula directamente de extremo a extremo a través del centro terrestre, mientras que otras cantidades barren su superficie de norte a sur, ya sea meridional o diagonalmente. En el polo austral otro tanto fluye hacia el espacio exterior y en última instancia se devuelve al Sol; ad interim, el resto vuelve al Polo Norte ya sea a través de la Tierra hueca o sobre su superficie, y después es expulsado de nuevo. Claramente, las partículas físicas tales como electrones y protones, junto con los fotones (paquetes de energía electromagnética) no pueden atravesar tierra sólida, pero esto no se aplica a los neutrinos y energías-sustancias más eterizadas.

Siguiendo esta línea, podemos pensar en el Sol como el corazón y cerebro de su reino planetario. Si lo vemos a modo de un foco, éste recibe flujos de vida o circulaciones del Sistema Solar en su "polo norte"; pasan a través del corazón solar, se limpian y salen por su extremo sur. Precisamente como nuestra Tierra, todo planeta tiene su receptor en la parte boreal y un eyector o zona de ventilación en la zona austral. Esto podría aludir a la leyenda griega de Eolo y la cueva de los vientos, donde ésta simboliza la tierra y el aire corresponde al espíritu o las circulaciones del Cosmos. Se decía que la gruta constaba de dos puertas: una al norte con forma de cuerno por la cual los dioses subían y bajaban, y otra de marfil hacia el sur que "expelía hordas de hombres". En otras palabras, la Tierra se alimentaría a través del Polo Norte en términos físicos, magnéticos, psíquicos y espirituales. Tal y como hace el corazón en el organismo humano, el Sol envía su "sangre" a través del Polo Sur, y una vez que tiene lugar la circulación en todo el cuerpo, la recibe de nuevo en su parte superior.


Referencias

1. W.R. Corliss (comp.), Lightning, Auroras, Nocturnal Lights, and Related Luminous Phenomena, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1982, p. 7.

2. "The Aurora Page", geo.mtu.edu/weather/aurora/images/aurora/jan.curtis.
3. "Atmosphere", Encyclopaedia Britannica, CD-ROM, 1994-2000; Neil Davis, The Aurora Watcher’s Handbook, Fairbanks, AK: University of Alaska Press, 1992.

4. The Aurora Watcher’s Handbook, p. 173.
5. Lightning, Auroras, Nocturnal Lights, p. 16-21, 44-7; W.R. Corliss (comp.), Science Frontiers: Some anomalies and curiosities of nature, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1994, p. 255; Science Frontiers, n° 119, septiembre-octubre 1998, n° 127, enero-febrero 2000; Anomaly Register, n° 1, febrero 1997.

6. Lightning, Auroras, Nocturnal Lights, p. 24-6, 28-30, 39-41; The Aurora Watcher’s Handbook, p. 179-81; Jan Lamprecht, Hollow Planets: A feasibility study of possible hollow worlds, Austin, TX: World Wide Publishing, 1998, p. 334-9.

7. W.R. Corliss (comp.), Earthquakes, Tides, Unidentified Sounds and Related Phenomena, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1983, p. 169-76; Corliss, Science Frontiers, p. 287; Harriet Williams, "Sizzling skies", New Scientist, 6 de enero de 2001, p. 14-19; The Aurora Watcher’s Handbook, p. 183-203.

8. N.V. Hendricks y N.V. Hendricks Jr., Polar-electrical Theory of the Aurora Borealis-australis and Terrestrial Magnetism, Adrian, MI: Edwards Brothers, Inc., 1945.

9. The Aurora Watcher’s Handbook, p. 174.
10. Reichenbach’s Letters on Od and Magnetism (1852), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, p. 78-83, 113-4; Wilhelm Reich, Ether, God and Devil: Cosmic superimposition, New York: Farrar, Straus and Giroux, 1973, p. 141, 239-47.

11. M.L. Sherman y William Lyon, The Hollow Globe; or the World’s Agitator and Reconciler. A treatise on the physical conformation of the earth (1871), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1971, p. 289-90.

12. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977, 1:204-5.