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11 de agosto de 2025

El Efecto Marte y la "honradez" del CSICOP

Chris Carter, The Fall of the House of Skeptics, capítulo 2.
 
[N.del T.: hay prescindencia de cláusulas innecesarias].

En la actualidad, los censores anti-parapsicología se autodescriben como “herederos de la Ilustración” o “guardianes de raciocinio” que deben desacreditar a toda costa cualquier “recaída peligrosa en supersticiones”, y para ello muchas veces recurren a la burla, el arma que Voltaire tan a menudo empuñó contra sus adversarios. Aunque la física viene adoptando cambios que Newton jamás soñó, y las "leyes de la naturaleza" han sido reescritas varias veces desde la publicación de los Principia, los escepticoides modernos aún invocan parámetros newtonianos y otros argumentos sacados del siglo XVIII como los del filósofo David Hume, con objeto de “rebatir” proclamas en parapsicología (1). También emborronan la disimilitud entre esta ciencia y múltiples sectas dañinas “Nueva Era”, cuyos seguidores, en su gran parte, sienten abulia por un examen cauto y crítico de pruebas.

Hasta mediados del decenio 1970, estuvieron desunidos los pseudoescépticos y quienes “desmontaban” afirmaciones paranormales, careciendo de institutos para publicitarse. La oposición seria provino casi siempre de escritores independientes como Martin Gardner, quien declaró en el prefacio de su obra Fads and Fallacies in the Name of Science (1957): “No se han escrito muchos libros sobre pseudocientíficos modernos y sus puntos de vista” (2), afirmando que sólo conocía dos, de los cuales el más novel databa de 1936. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron autores con perspectivas favorables a lo paranormal, y el ritmo de publicaciones se aceleró con lo que algunos llaman “renacimiento ocultista” de los años ‘70.

Este auge horrorizó a muchos “académicos” en diversos ámbitos. Uno de ellos era Paul Kurtz, filósofo de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo y editor de The Humanist (magazine bimensual de la American Humanist Association). Decidido a obstar el renombre popular de la astrología, recogió firmas de 186 científicos para un artículo de cinco párrafos titulado "Objections to Astrology" (número de septiembre-octubre de 1975), y se difundió con gran entusiasmo. Señalaba: “En estos tiempos ilustrados y de educación general, cabría pensar que es innecesario combatir creencias basadas en magia y superstición; no obstante, el beneplácito a la astrología está muy extendido en nuestra sociedad. Nos preocupa (…) la difusión acrítica de cartas astrales, pronósticos y horóscopos por parte de medios, periódicos, revistas o editoriales conspicuos. Esto sólo contribuye al crecimiento de irracionalidad y oscurantismo, y creemos que llegó el minuto de desafiar directa y enérgicamente los pretenciosos alegatos de charlatanes” (3). La declaración también aseveró que la astrología "carece de fundamento científico", recibiendo amplia cobertura en periódicos nacionales, y el New York Times le dedicó su portada para el 3 de septiembre.

Menos conocida fue la postura contraria del mismísimo Carl Sagan, quien escribió en una carta a The Humanist: “Me encuentro incapaz de respaldar el artículo (…) no porque crea que la astrología tenga eficacia, sino porque sentí y percibo que el tono de la declaración es autoritario. El punto fundamental no es que las raíces astrológicas estén envueltas en ‘superstición’, y eso también es verdadero para la química, medicina y astronomía, por mencionar sólo tres. Parece muy secundario a (…) su validez discutir las motivaciones psicológicas de quienes creen en la astrología. Que no podamos imaginar ningún mecanismo para ella es relevante, pero poco creíble. No se conocían aditamentos, por ejemplo, para la deriva continental cuando fue propuesta por Wegener; sin embargo, él tenía razón y estaban errados quienes defendieron la estrechez de aquéllos. Las afirmaciones contradictorias a la ciencia marginal, popular o pseudocientífica, y que semejan expresión autoritativa, pueden ser más perjudiciales que beneficiosas. Nunca convencen a quienes flirtean con la pseudociencia, sino simplemente confirman su criterio de que los científicos son ‘rígidos’ y de ‘mentalidad cerrada’” (4).

Pero la retórica de “Objections” tendría ecos en futuros ataques a lo paranormal donde Kurtz desempeñaría roles notorios. Bajo su mando, The Humanist fustigó ideas análogas de todo tipo, catalogándolas desde “fe religiosa” hasta “ocultismo popular”, y trató los hallazgos en parapsicología académica a modo de “supersticiones tontas”, “precarias” y “primitivas”. Kurtz y sus colaboradores pensaban que el interés en asuntos heterodoxos era indicio de “rencor hacia la ciencia” y criticaron coberturas favorables.

Sin embargo, había otro tipo de escépticos como Marcello Truzzi, sociólogo de la ciencia y editor del Zetetic, un boletín que mostraba indagatorias académicas sobre anomalías y lo paranormal. Aunque incrédulo sobre muchos fenómenos, no consideraba que el interés fuera una “prueba de irracionalidad” ni resquemor contra la ciencia, y declaró en Fate (septiembre de 1979) que algunos pesquisantes no ortodoxos presentaban argumentos "susceptibles de investigación y justificación, como cualquier aserto científico". Además concibió el Zetetic a guisa de foro donde los hechos extraños pudieran debatirse de forma intelectualmente responsable, con una representación apropiada de todas las posturas.

Mientras tanto y estimulado por la respuesta propicia de los medios a “Objections”, Kurtz exploraba la idea de fundar un grupo para cuestionar lo que denominó “cobertura acrítica de ideas paranormales y ocultas” en televisión y prensa escrita. Uno de los primeros elegidos que contactó fue Truzzi, quien expresaría reparos a dicho artículo y dejó claro que no era “humanista”, mas Paul inquirió si él sería copresidente del comité que intentaba organizar, e inclusive sugirió que Zetetic podría ser su publicación oficial. Truzzi, a su vez, solicitó que la nueva colectividad no se limitara a sembrar desprestigio, sino adoptaría un enfoque más abierto que The Humanist, y aceptó el cargo tras las garantías por Kurtz de que el conjunto iba a permanecer separado de la revista y comportaría integrantes diversos.

Así, en 1976 se creó el Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (CSICOP) durante una asamblea de la American Humanist Association. Los objetivos explícitos eran ciertamente loables, ya que se comprometía a llevar a cabo análisis objetivos e imparciales: “(…) el propósito no es rechazar a priori (…) ninguna o todas estas afirmaciones, sino estudiarlas de manera abierta, completa y cuidadosa" (5). Ningún científico cuerdo podría discrepar con ello, y el CSICOP alcanzó gran credibilidad al atraer figuras célebres en ciencia y filosofía, entre las que se encontraban Antony Flew, Carl Sagan, B.F. Skinner, W.V. Quine y otros. Los académicos menos prominentes fueron incluidos en una lista de "consultores", pero con excepción de Sagan, quien había efectuado rastreos sobre avistamientos de ovnis y una crítica de las hipótesis por Immanuel Velikovsky, estos individuos tenían experiencia limitada en anomalías y poca familiaridad con la literatura relevante.

Aparte de aquellos eruditos, varios miembros activos del CSICOP no eran científicos, como el mago James Randi, dedicado profesionalmente a “desmentir” el trabajo de Uri Geller; Phillip Klass, periodista de aviación anti-ovnis, y Martin Gardner, columnista, autor y verdadero padrino del movimiento. Estos y otros legos contribuían en las publicaciones del colectivo y ayudaban a marcar el tono de la organización.

Durante 1977 fue claro que los planes de Kurtz para el CSICOP eran distintos a los objetivos iniciales. El comité empezó a quedar influido por antiparanormales fanáticos que consideraban a Truzzi (…) “demasiado longánimo” con las metas resueltas, y dimitió luego de sentirse cada vez más incómodo frente al carácter inquisitorial, cuya decisión imitarían otros expertos por motivos similares. Luego, el nombre de la revista oficial del CSICOP cambió de Zetetic a Skeptical Inquirer, y Kurtz nombró a Kendrick Frazier en calidad de editor.


El “Efecto Marte” y la arremetida canallesca del CSICOP

A pesar de su nombre, el CSICOP sólo participó en UN examen sobre el trabajo neoastrológico de los psicólogos franceses Michel y Françoise Gauquelin. Gran parte de su obra se focaliza en desacreditar la astrología tradicional, pero también reunieron algunos datos científicos en apoyo de ciertas ideas cuasi-astrológicas; en particular, que la posición de planetas a la hora del nacimiento se relaciona con atributos humanos. Los análisis estadísticos presentaron que nacían más atletas de clase mundial cuando Marte estaba ascendente o en tránsito.

Los resultados señalaron que el 22% de campeones europeos tenía a Marte en dicho plano, y como la pareja dividió el cielo [carta astral] en doce sectores, la probabilidad era 2/12 (17%) de que el planeta dominara cualquier par de gajos al instante del alumbramiento. Con una suma de 2.088 ases deportivos, había potenciales de 1.000.000 a 1 de que estos resultados se produjeran por “suerte”.

La controversia empezó con un artículo de Lawrence Jerome en The Humanist, que figuraba junto con “Objections”, donde atacó el Efecto Marte. Los Gauquelin respondieron demostrando ser estadísticos más hábiles e insinuaron posibles cursos legales, al tiempo que Kurtz se lanzaba a la reyerta impresa.

Poco antes de la formación del CSICOP, Kurtz envió artículos relacionados a varios de sus compañeros, incluidos el estadístico Marvin Zelen y los astrónomos George Abell y Dennis Rawlins. Éste último compuso un texto advirtiendo que si la muestra europea no era fiable, no se podían sacar conclusiones basadas en ella. Apuntó que, visto desde la Tierra, Marte se sitúa cerca del Sol con mayor frecuencia, y como los índices de natalidad son más altos al amanecer, cabría esperar que todos los partos (no sólo de expertos deportivos) fueran ligeramente superiores con el astro en ascenso (Sector 1) o tránsito (Sector 4).

Sin embargo, el texto de Rawlins no figuró en la edición enero-febrero de 1976; en su lugar, Kurtz publicó otros de Abell sobre astrología general, y uno por Zelen llamado “A Challenge”, sugiriendo aislar la variable de la capacidad deportiva comparando la posición marciana en el instante del nacimiento de campeones, con aquélla de todos los insignes no deportivos, es decir, el "grupo control" o nacidos casi a la misma hora y sitio que los galardonados lúdicros. Si el 22% de ese conjunto también advino cuando Marte estaba en ascenso o tránsito, se demostraría que el efecto análogo tendría causas completamente naturales. Esto es, sin duda, lo que esperaban Kurtz, Abell y Zelen; no obstante, si sólo el 17% de nacimientos-control se produjo en esas características, los números favorecerían al dúo Gauquelin. Zelen escribió: “Si las horas natales de famosos deportivos se encuentran en cualquiera de estas áreas en mayor proporción que los sujetos no deportivos, debemos asimilar las conclusiones por los Gauquelin (…). Ahora contamos con un método objetivo para corroborar o refutar inequívocamente”. (6). De igual manera, Abell lo describió como una “prueba muy definitoria” (7).

Los galos aceptaron y se embarcarían en recopilar una amplia muestra europea de no campeones, venidos al mundo aproximadamente en los mismos lugar y época que un grupo más diminuto de exitosos, sacado de su muestra inicial. Así, los datos se entregaron a miembros del Comité, y el escenario alistó un primer encuentro decisivo entre el CSICOP y "charlatanes astrológicos".

Las resultantes aparecerían en dos artículos de noviembre-diciembre de 1977. Un escrito por los Gauquelin afirmaba que el testeo por Zelen respaldó el Efecto Marte, mientras un segundo que redactaron Zelen, Kurtz y Abell cuestionó ese criterio. El terceto observaba que, al excluir atletas femeninas, hubo menos significancia estadística en resultados, y era mucho más pequeña al subdividir el conjunto restante por ubicación geográfica. Para compilar suficientes registros de no campeones nacidos en el mismo sector y dentro de igual semana respecto a los famosos, la pareja Gauquelin acotó su búsqueda a espacios metropolitanos. El Comité adujo que la mayor parte del efecto significativo provenía de una zona (París), y cualquier atisbo de influjo marciano era "simple casualidad": “Al observar muchos grupos de datos, en ocasiones se concluirá la existencia de una disimilitud real, cuando de hecho no hay ninguna” (8).

El debate no terminó allí, y dos años después Skeptical Inquirer difundió secuelas de un estudio por el CSICOP sobre una muestra estadounidense, que parecía anular el Efecto Marte. Los Gauquelin cuestionaron enérgicamente el método para abordar las paternas, sosteniendo que excluía a los "más grandes" campeones; en respuesta, la pareja elaboró otro análisis que informaba guarismos positivos, que el Comité volvió a rechazar.


El "Fate" interviene

El 15 de diciembre de 1979 y por voto unánime fue expulsado Dennis Rawlins, miembro instituyente y desacreditador de línea dura, y Abell ocupó su puesto en el Consejo Ejecutivo del CSICOP. Para octubre de 1980 también fue proscrito de la nómina de miembros. La importancia del hecho no se conocería hasta octubre de 1981, cuando apareció un relato extraordinario en Fate.

El artículo "Starbaby" era una queja por Rawlins sobre la "investigación" del CSICOP que abordó el Efecto Marte. Siendo el único perito en movimientos planetarios del proyecto, arguyó que la prueba del CSICOP en atletas europeos y no campeones había sido chapucera desde el principio. Según él, Kurtz, Zelen y Abell ignoraron repetidamente sus alertas, y tras llegar los parámetros que apoyaban dicha injerencia, el “triunvirato” les distorsionó al objeto de imponer sus corolarios. Rawlins achacó la demora entre el “Challenge” de Zelen y la publicación de los productos a una gran ansiedad por Kurtz para evitar reconocer el éxito en la indagatoria Gauquelin.

Rawlins advirtió a otros notables del CSICOP como Gardner, Frazier, Randi y Klass, pero se sorprendió al descubrir que estaban más interesados en mantener silencio que reconocer la verdad. Cuando Dennis se negó a abandonar el asunto, fue expulsado del comité y escribió en el párrafo inicial de "Starbaby": "Continúo siendo incrédulo respecto a las creencias ocultistas que desacredita el CSICOP, pero cambié de opinión sobre la integridad de algunos quienes se dedican profesionalmente a oponerse al esoterismo". (9)

El autor señaló que el propósito original del "desafío Zelen" era estudiar la ubicación de Marte en el cielo al momento de nacer un grupo de campeones no deportivos, aproximadamente en igual fecha y área que una submuestra de triunfadores lúdicros de Gauquelin. El psicólogo francés había descubierto que casi un 22 % de campeones nació cuando Marte dominaba los sectores 1 y 4, y el azar indicó que sólo el 17% de partos debería ocurrir en esos momentos; así, el objetivo era comprobar si el 22% de no campeones también tuvo al planeta rojo en dichos cuadrantes. De ser así, la posición semejaría no tener nada que ver con la capacidad de convertirse en as deportivo, contradiciendo el efecto.

Rawlins avisó a Kurtz que, hasta donde él sabía, Gauquelin realizó su desglose estadístico correctamente, por lo que todo el análisis dependía de la validez en su método de muestreo. Asimismo, el astrónomo dijo varias veces a Kurtz, Zelen y Abell que estaban arriesgando el prestigio del CSICOP, pero no hicieron caso, y hubo resultados que secundaban las afirmaciones de Gauquelin. Finalmente, algo tuvo que publicarse para "salir del paso" (...).

"En el informe, la tríada K-Z-A [Kurtz/Zelen/Abell] quiso ocultar el claro éxito que alcanzó Gauquelin. La prueba de control implicó analizar 16.756 no triunfadores, nacidos en tiempo y espacio próximos a 303 campeones (submuestra de los 2.088 originales), y pensaba que también obtendría 22% en los sectores clave (1 y 4), estableciendo como 'natural' la tasa de acierto del 22%. En cambio, los no triunfadores lograron exactamente el nivel de probabilidad (17%) que predijo Gauquelin (...) y ante tal bofetada, K-Z-A recurrió a un expiativo (...). Al convertir repentinamente su prueba de no campeones en una para ases, ¡atacaron la submuestra de 303!" (10).

Kurtz, Zelen y Abell emplearon diversas técnicas para mermar la significancia de resultados de aquellos 303 sujetos, como excluir atletas femeninas y subdividir el conjunto por ubicación geográfica, argumentando que la diferencia entre campeones y no ilustres sólo era llamativa en París (se sabe que cuanto menor es la muestra, tiene menor capacidad para demostrar algo estadísticamente), pero Rawlins vio que todo ello carecía de sentido. El motivo del desafío era acreditar si los no campeones obtenían puntuación probable del 17 % como anticipó Gauquelin, y se empleó la submuestra para seleccionar la muestra de no exitosos. La alícuota de éstos resultó en 17%, y Rawlins estaba inconforme pues K-Z-A no admitió que las cifras iniciales validaron a Gauquelin, distorsionando los hallazgos. "¿Es ésta la 'investigación científica' que el CSICOP reivindica como su segundo nombre?" (a).

(a) El debate sigue hoy, llevado a cabo principalmente por el psicólogo Suitbert Ertel y el escritor técnico independiente Geoffrey Dean.

Un estudio por Patrick Curry apoyó a Rawlins, determinando que el CSICOP gestionó mal el proceso (b). A un corolario similar llegaría el psicólogo Richard Kammann, uno de los varios miembros que dimitió tras las acusasiones en Fate (11, c). El Comité reconoció los traspiés, aunque sin abordar la denuncia de que se había producido un "encubrimiento similar a Watergate". Una consecuencia inmediata fue el anuncio de que la junta ya no realizaría más "pesquisas científicas", y esta sigue siendo la postura oficial (12, d).

(b) Curry añade ("Research on the Mars Effect"): "Su trabajo puede servir mejor a guisa de modelo y advertencia sobre cómo no llevar a cabo tales investigaciones. Rawlins y Gauquelin son, de hecho, las únicas dos figuras importantes que emergen con credibilidad científica intacta".

(c) Kammann describe su dificultad para creer en Rawlins cuando leyó la historia por primera vez: “El problema con 'Starbaby', en un primer abordaje, es que el caso es demasiado sólido y el encubrimiento muy profundo para ser creíble. Al igual que los demás componentes del CSICOP, no podía aceptar que Dennis fuera la única persona proba y correcta entre nueve particulares (...) de la estatura y reputación de Martin Gardner, Ray Hyman, Randi y Kendrick Frazier (...). Tras siete meses de labor, he llegado a inferir lo opuesto. El CSICOP no tiene una buena defensa del engaño y se estancó progresiva e irreversiblemente en una campaña 'anti-Rawlins', supresión de evidencia y obstruir a otros críticos” ("The True Disbelievers").

(d) En parte, la declaración dice: "El CSICOP no participa directamente en la evaluación de psíquicos, fenómenos paranormales ni temas relacionados (...). En otras palabras y según le permitan sus recursos circunscritos, intentará ser un catalizador para investigaciones competentes sobre lo paranormal, pero no puede realizar el estudio en sí, ni responsabilizarse de la calidad o los resultados del mismo".

Así, la mayor parte del antagonismo que enfrentan parapsicólogos y otros defensores de hechos inusuales proviene de un conjunto que se niega a realizar exámenes científicos, y denosta la obra ajena desde el "púlpito". La política de no investigación redujo su vulnerabilidad a las críticas, pues como dijo George Hansen: "Si el CSICOP hubiera continuado su análisis, los especialistas volverían a señalar errores en procedimientos y ambigüedades interpretativas, amenazando su imagen de autoridad" (13).

En un chequeo de la gresca sobre el Efecto Marte, los sociólogos científicos T.J. Pinch y H.M. Collins concluyen: "Hay lecciones que aprender en cuanto al propio Comité y los institutos similares de 'vigilancia científica'. La principal plataforma del equipo para cuestionar la parapsicología y astrología ha sido el modelo estándar o canónico de la ciencia, y dicha estrategia sólo puede ser utilizada con total seguridad por grupos que no se dedican a la ciencia controvertida. La nueva postura del Comité es que seguirá librando batallas desde la trinchera ortodoxa -preservando su ideología-, al tiempo que mantiene sensatamente sus 'manos limpias' y soslaya riesgos de efectuar ciencia experimental por sí mismo" (14).

En cuanto a Rawlins, la experiencia no cambió su escepticismo, pero sí se convenció de que los "magnos" presbíteros del CSICOP que intentaron silenciarlo estaban preocupados sólo por asuntos publicitarios. Poco antes de aparecer su artículo en Fate, Dennis y James Randi comenzarían diálogos telefónicos donde el mago sugirió que el CSICOP rehuyera el caso Gauquelin y "no lavara trapos sucios en público" (...): "Le hice las grandes preguntas que todos en CSICOP se formularán durante años: '¿Por qué involucrarse en una conspiración tan estúpida como innoble? ¿Por qué hacer algo que los marcaría a él y al Comité para el resto de su existencia?' La respuesta siempre fue igual: 'No podemos dejar que ganen los místicos'. Un precio de por vida, sólo para evitar pequeños cantos de sirena" (15).

Con los años, el escándalo Starbaby desapareció de la memoria colectiva, salvo en quienes lo seguían al detalle, y a través de su revista Skeptical Inquirer el CSICOP se dirigió a un público cada vez mayor. Afirmaba poseer un tiraje mundial superior a 50.000 ejemplares (formato electrónico de pago) a fines de 2002 (e), y merced a campañas comerciales agresivas, aunque pareció incrementarse en tiempos recientes. Desde la salida de los integrantes más eutrapélicos, hubo poca disidencia o crítica al Comité en las páginas de ese medio. El ingeniero George Hansen observa:

"A menudo, la revista exhibe sólo un lado de la polémica. Aunque a veces difunde cartas de protesta, casi nunca vemos textos completos por críticos del CSICOP, lo cual contrasta notablemente con revistas de parapsicología arbitradas, e incluso algunas pro-paranormales. Por ejemplo (...) Fate viene dando a conocer escritos de especialistas del CSICOP como Susan Blackmore, L. Sprague de Camp, Kendrick Frazier, Martin Gardner, Philip Klass, Larry Kusche, Lawrence Jerome, David Marks, Joe Nickell, James Oberg, Dennis Rawlins, Robert Sheaffer, Gordon Stein y Marcello Truzzi. En armonía con el enfoque unilateral del Comité, el Skeptical presta poca atención a revistas científicas u ortodoxas bien conocidas que ofrecen evidencia de psi" (16).

(e) El número de septiembre-octubre 2002 informa 16.635 ventas por conducto de proveedores, y 34.747 suscripciones online.

Los autores cuyo trabajo promociona Skeptical Inquirer también ignoran en gran medida las revistas científicas que se dedican exclusivamente a indagatorias psi, entre ellas Journal of Parapsychology y Journal of the American Society for Psychical Research. Rara vez se menciona la existencia de ambas, o suele ser muy fugaz, aun cuando la primera tiene más de sesenta años y la segunda noventa y pico. Incluso el Comité alega que Skeptical "es la única publicación importante del mundo que pondera afirmaciones paranormales y ocultistas desde una perspectiva científica [!!!]" (17).

Bajo el mandato de Kendrick Frazier, el Skeptical se convirtió en órgano de propaganda del CSICOP (...). Aunque Frazier dice que "el Comité fundó una revista trimestral (...) para comunicar datos exactos sobre resultados de investigaciones al público y la comunidad científica" (18), el verdadero fin no es un rastreo imparcial y objetivo de sucesos anómalos. Henry Bauer apunta que "sólo sirve para hablar a los ya convencidos; sus artículos se entienden mejor a guisa de rituales de 'automotivación' y 'confianza en uno mismo' que intentos de presentar casos convincentes (...) y mucho menos aclara cuestiones de fondo" (19). Pero el análisis por Bauer implica que el móvil es también propagandístico, en el sentido de persuadir a los legos de que "el estudio de casos no tiene nada que aportar a la ciencia" (f).

(f) En un número de 1989 del Journal of Scientific Exploration, Bauer relató intercambios epistolares con Frazier donde éste último defendió que "el objetivo de la revista no es considerar cuál podría ser la mejor evidencia para afirmaciones anómalas, sino argumentar contra ellas” (palabras de Henry).

Incluso algunos escépticos honestos expresan su consternación por el tono del Skeptical. La psicóloga Elizabeth Mayer declara: "Abrigué esperanzas en lo que ofrecería la revista, y deseaba ver un equilibrio mínimo y útil frente a semanarios con proclividades hacia creencias paranormales. Me entusiasmó especialmente la política (...) de requisar investigaciones sobre capacidades mentales publicadas en otros medios. Pensé que el CSICOP me ayudaría a plantear objeciones confiables (...) a posturas más crédulas. Pero no fue así; el Skeptical da la impresión de ser un panfleto religioso fundamentalista. Me pareció desalentadoramente sarcástico, salpicado (...) de vanagloria y maldad, todo bajo un disfraz de 'respeto' por la verdadera ciencia" (20, g).

(g) Comparemos esto con lo que dijo sobre estudios psi: "Comencé a descubrir montañas de trabajos y una amplia literatura relevante (...) me asombró además su alto nivel, pues gran parte de los análisis cumplía y superaba con creces los estándares comunes de ciencia rigurosa" (Mayer, Extraordinary Knowing, p. 69).


Características de la membresía del CSICOP

(...) Nivel educativo. El estatus académico de muchos particulares proporciona legitimidad a la organización ante segmentos sociales influyentes. El CSICOP buscó prestigio reclutando activamente a Murray Gell-Mann (Premio Nobel de Física), Francis Crick (Fisiología), Carl Sagan, Stephan Jay Gould o B.F. Skinner, junto con otras personas de currículo similar (...). Gracias a ello, la audiencia cree que son "expertos en anomalías" y los científicos "hablan de modo unánime" sobre asuntos que "investiga" el Comité.

George Hansen escribe: "La relevancia de sus constitutivos crea múltiples ventajas, al permitir que el CSICOP sea incluido en debates académicos (...) y un ejemplo es el informe del Consejo Nacional de Investigación sobre Parapsicología [E.E.U.U.]. Es probable que los no-miembros consideren las opiniones del conjunto al arbitrar artículos, evaluar propuestas de becas y asesorar estudiantes, o influyan a la hora de decidir cómo y en qué medida se estudiará científicamente lo paranormal" (21).

Magos. El ratio de ilusionistas es mucho mayor que en la ciudadanía, y entre quienes son o fueron integrantes podemos nombrar a Henry Gordon, Milbourne Christopher, Robert Steiner y Persi Diaconis. Martin Gardner colaboró con revistas de magia, el "mentirasombroso" Randi era profesional desde los dieciocho años, y Ray Hyman -aunque principalmente psicólogo- figuró en la portada de Linking Ring, una de las publicaciones análogas más populares del mundo. Los tres participaron en el Consejo del Comité, e incluso el cofundador Marcello Truzzi (...) fue vicepresidente de la Asociación de Artistas Psíquicos.

El importante rol de estos hombres dentro del CSICOP puede llevar a creer que "la mayoría de magos profesionales es incrédula de la percepción extrasensorial" (PES); sin embargo, diversos escrutinios señalan lo contrario. Polly Birdsell encuestó pruebistas en California y el 82% expresó creencias parapsíquicas (22); Muller halló que el 72% de prestidigitadores alemanes describía el fenómeno como "posiblemente real" (23); Truzzi sondeó a personas de la Asociación de Artistas Psíquicos, donde un 87% declaró que esa facultad existe, y otro 25% estaba convencido de su probanza científica (24), y también insignes como Howard Thurston o Joseph Dunninger respaldan informes vinculados (25). Así, Hansen concluye: "Es un mito que los magos hayan sido 'escépticos' sobre la existencia de PES" (26).

Puntos de vista religiosos. (...). Hay una influencia certísima de diversos credos en las posturas del Comité, que invade asimismo los escritos de Paul Kurtz, James Alcock y Martin Gardner (...). Kurtz promociona activamente el ateísmo, tanto en su cargo anterior para The Humanist como su rol actual de presidente en Prometheus Books, que publicó los títulos The Atheist Debater's Handbook, Atheism: The Case Against God y The Transcendental Temptation: A Critique of Religion and the Paranormal (h).

(h) Kurtz es reconocido como impulsor de CSI/CSICOP, y aunque en su momento enseñó filosofía, tiene crédito por ser "misionero de negocios" y fundador de Prometheus Books, la principal editora antiparanormal en EE.UU. Sin embargo, algunos críticos no están muy impresionados por la calidad de su obra. Stokes (Promethean Fire) muestra varios ejemplos de dogmatismo y tergiversación flagrante en su reseña para The Transcendental Temptation. Hansen dijo en 1992: "Si bien Kurtz demuestra gran dinamismo y éxito en calidad de empresario y promotor del humanismo secular, su posición filosófica parece menos llamativa. La obra Exuberance: An Affirmative Philosophy of Life semeja un manual de pensamiento positivo para humanistas, y ciertos autores comparan su estilo con el de Shirley MacLaine" (CSICOP and the Skeptics, p. 37).

James Alcock intentó muchas veces aunar parapsicología y religión para desacreditar su nivel científico, llegando a tacharla de "ciencia espiritual" (27), y agrega: "En nombre de 'lo alto' vienen existiendo genocidios, asesinatos litúrgicos, derrocamientos, santuarios masivos, coerciones para asimilar formas de vida, censura de placeres carnales, actos flagelantes, dádiva de grandes posesiones y toda una serie de mártires (...). El examen del origen y funciones religiosos (...) entabla un principio útil a fin de comprender la parapsicología moderna" (28).

Pero no todos en CSICOP juzgan igual. Es difícil adivinar qué piensan Kurtz y Alcock sobre las opiniones de Gardner, quien reconoció el influjo de sus creencias con tal de oponerse a hechos paranormales: "Es posible que fuerzas desconocidas (...) permitan a las oraciones actuar en nuestro mundo material, y ciertamente no digo que eso deba descartarse (...). En cuanto a las 'pruebas tangibles' del poder divino para responder súplicas, me encuentro entre aquellos teístas que consideran tales evidencias absurdas y blasfemas, en el espíritu de la observación por Jesús de que sólamente los infieles buscan señales (...) no tentemos a Dios" (29), (30) (...).

Para Kurtz y otros integrantes, hasta cierto punto la creencia metafísica se basa en iguales conceptos que las religiones, siendo ambas "delirantes" y "perniciosas". Sin duda, algunas necesidades psicológicas que promueven ideas símiles (deseo de controlar la naturaleza, vivir después de la muerte, etc.) son responsables del interés por temas parapsicológicos. La ciencia moderna destruye interpretaciones ridículas y literales de varios credos, por lo que se suele echar mano de lo parapsíquico en busca de evidencia concreta sobre "reinos espirituales". De hecho, el ardor por cuestionar la "deprimente visión mecanicista" del siglo XIX, combinada con una intensa curiosidad acerca de la supervivencia de ultratumba, conformó una parte explícita y abiertamente reconocida del motivo en quienes fundaron la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (1882).

La nueva ciencia del siglo XVII, con sus nociones mecanicistas, brindó herramientas a los intelectuales para desafiar la autoridad de la Iglesia y las Escrituras, sustituyéndoles con raciocinio y valores seculares. Durante la Ilustración, aún estaban presentes en la memoria colectiva los horrores inquisitoriales del catolicismo y otros conflictos análogos (...). Bajo aquel cariz había poco o ningún espacio para "intervenciones divinas", una "mente inmaterial" y por ende telepatía, clarividencia y otros fenómenos entonces catalogados de "superstición", "fanatismo" e "irracionalidad" (...) (i).

(i) Hay un tono apocalíptico en escritos del Comité; por ejemplo: "Quizá no debiéramos asumir que la ilustración científica continuará indefinidamente (...) como la cultura helénica, y puede verse abrumada por embates oscurantistas” (Kurtz, "Committee to Scientifically Investigate Claims of Paranormal and Other Phenomena”).

Sin embargo, y aunque el CSICOP se creó para defender a la sociedad del “irracionalismo anti-/pseudocientífico”, habría atisbos febles o ninguno de que el establishment se vea amenazado. La creencia en eventos psi se halla muy extendida entre el público general, y las encuestas añaden que más del 90% da "renombre considerable" a los academistas formales (31). Jerome Clark complementa: “Algunos observadores catalogan las afirmaciones del CSICOP sobre componentes 'anticientíficos' de interés paranormal no sólo como estrategia retórica, sino además a fuer de similitud (declarada en la literatura) de la visión humanista con el quehacer científico” (32) (...).

Muchos autores recuerdan que el verdadero escepticismo consiste en practicar la duda y no caer en simples negaciones; por ende, el CSI no es confiable en dicha tesis. Ray Hyman, principal figura moderada del Comité, describe el panorama: "Una tropa de críticos se ha lanzado a polémicas sin reflexionar detenidamente sobre las implicancias de sus asertos. Por ratos exhiben más emoción que lógica, formulan denuncias radicales más allá de lo que sustentan con criterios razonables, no documentan sus predicados en forma minuciosa, y fallan al investigar para que los cuestionamientos sean creíbles" (33).

(...) El National Opinion Research Center (Universidad de Chicago) encuestó a 1473 adultos, de los cuales el 67% afirmó haber experimentado PES (34). Cuando estas personas se enfrentan a desacreditadores y despectivos con aires de "autoridad científica", es probable que la mayoría acuse a los especialistas de "dogmáticos". Irónicamente, uno de los principales efectos de la incesante campaña del CSI puede ser un mayor rechazo público a la ciencia (...).

El siglo XXI demuestra que los modelos científicos poseen maravillosos mecanismos de autocorrección, por cuanto no hay necesidad de "cancerberos" que vigilen las puertas. El "debate paranormal" no se resolverá en conferencias de prensa, sino mediante la calidad de datos reunidos bajo investigaciones serias; de hecho, su importancia viene suscitando cambios de actitud entre pseudoescépticos (...). Carl Sagan escribió así en un libro lleno de cuestionamientos contra la Nueva Era y los dones "psíquicos": "(...) existen tres casos en el ámbito de PES que, en mi opinión, merecen estudio serio: (a) hay humanos que con la mente pueden (apenas) afectar generadores de números aleatorios en computadoras; (b) otros bajo privación sensorial leve reciben pensamientos o imágenes 'proyectadas' sobre ellos; y (c) a veces los niños informan detalles de 'vidas anteriores', que al comprobarlos resultan ser cabales y no podrían haber conocido de otra manera que no fuese la reencarnación" (35) (...).

El parapsicólogo Dean Radin informa: "Sólo en la década 1990, los seminarios sobre indagatoria psi formaban parte (...) de conferencias anuales de las Asociaciones estadounidenses para el Avance de la Ciencia, Psicológica y Estadística. Se presentaron charlas (...) para diplomáticos de Naciones Unidas, expertos en la Universidad de Harvard y los laboratorios Bell (...). [Entre] 1981-1995, cinco grupos de revisión científica patrocinados por el gobierno de EE.UU. se encargaron de ponderar evidencia (...) y había preocupación de que si la psi era genuina, podría ser relevante por motivos de seguridad nacional (...). Todas las pesquisas concluyeron que la prueba empírica de ciertos fenómenos ameritaba estudios serios" (36) (...).

Con esto se valida el pensamiento de J.B. Haldane: "La realidad de la ciencia es que todo quien contribuye significativamente a ella está consciente, o sospecha en gran medida, de que el mundo no sólo es más extraño de lo que nadie imagina, sino más raro de lo que nadie puede concebir" (37).


Referencias

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16. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 24-25. Entre los artículos publicados en revistas científicas convencionales se incluyen: Radin, Nelson, y Dobyns, “Reexamining Psychokinesis”; Child, “Psychology and Anomalous Observations: The Question of ESP in Dreams”; Dunne y Jahn, “Experiments in Remote Human/Machine Interaction”; Radin y Nelson, “Evidence for Consciousness Related Anomalies in Random Physical Systems”; Rao y Palmer, “The Anomaly Called Psi”; Winkelman, “Magic: A Theoretical Reassessment”; Utts, “Replication and Meta-Analysis in Parapsychology”; Bem y Honorton, “Does Psi Exist?”; y Stapp, “Theoretical Model of Purported Theoretical Violations of the Predictions of Quantum Theory”.

17. De una misiva del CSICOP para recaudar fondos, 18 septiembre 1987, en: Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 41-42.

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23. Ibídem, p. 224.
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27. Alcock, “Parapsychology: Science or Magic?”.
28. Alcock, "Parapsychology", p. 7.
29. Gardner, The Whys of a Philosophical Scrivener, p. 239.
30. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, tabla 3.
31. Encuesta por Harris publicada hacia enero de 1978, en: Clark, “Skeptics and the New Age”, p. 425.

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33. Hyman, “Proper Criticism”.
34. Greeley, “Mysticism Goes Mainstream”.
35. Sagan, El Mundo y sus Demonios, p. 302 [versión inglesa].
36. Radin, The Conscious Universe, p. 3.
37. Citado en Reid, Biological Emergences, p. 431.

11 de enero de 2023

Falseamientos "científicos" en "investigaciones" anti-astrología

Reseña de “A Scientific Inquiry Into the Validity of Astrology”
Por Kenneth McRitchie
ISAR International Astrologer, vol. 43, n° 1, abril 2014-31.


Resumen. El experimento de McGrew y McFall pretendía resolver una debilidad que identificaron en la prueba doble ciego de autoselección y coincidencia de cartas astrológicas por Shawn Carlson en 1985. El dueto aseveró que tanto los astrólogos como los sujetos evaluados pudieron no tomar decisiones correctas debido al mismo problema no-astrológico. Elaboraron una réplica, pero añadiendo sus propios problemas y sin reconocer el impacto de sesgos cognitivos en sus resultados. Uno de ellos se basó en la “paradoja del cumpleaños”, que los autores implementaron en sentido contrario como una ilusión opuesta a la intuición que pudo contribuir al exceso de confianza. Otro era la conocida tendencia humana a formar opiniones demasiado positivas sobre nosotros. Los autores introdujeron este sesgo mediante el uso de un cuestionario abierto no estándar, y omitieron medir la capacidad autoselectiva de los participantes cuyas cartas natales utilizaron, ignorando así sus propios criterios de validez y la justificación del experimento. A raíz de estos problemas metodológicos, su investigación debe considerarse inconclusa.

Este artículo ha sido revisado por pares.

Palabras clave: astrología, sesgo, paradoja del cumpleaños, cognición, pseudociencia, pseudoescepticismo, investigación, ciencia, arbitrariedad.


El experimento doble ciego "A Scientific Inquiry Into the Validity of Astrology" por los profesores de psicología John N. McGrew y Richard M. McFall (1990) -denominados en adelante como M&M- ha permanecido durante mucho tiempo como una de las "constataciones definitivas" contra la astrología, y asimismo el investigador holandés Rob Nanninga (1996) dio al ensayo un peso adicional con su exitosa réplica. El estadístico australiano Geoffrey Dean y el psicólogo canadiense Ivan Kelly describieron la prueba y su repetición en el influyente estudio "Is Astrology Relevant to Consciousness and Psi?" (2003). Para ellos, el análisis de M&M fue un ensayo convincente que utilizaron con objeto de respaldar sus argumentos en contra de la astrología.

La ocasión de 1990 pretendía cubrir lo que sus autores consideraban una “insuficiencia metodológica” en la famosa prueba doble ciego por Shawn Carlson (1985), publicada en Nature. Carlson quiso saber si astrólogos de renombre (N= 29) eran capaces de identificar con precisión determinados perfiles del Inventario Californiano de Psicología (CPI) para sujetos de prueba (N= 100+, en su mayoría estudiantes en Berkley). Para la carta natal de cada uno, los astrólogos recibieron el perfil CPI real y otros dos elegidos al azar de otras personas. Se solicitó a los expertos que calificasen las secciones individuales de los tres CPI en comparación con la carta natal, y luego clasificaran su primera, segunda y tercera opción. Al usar el mismo procedimiento para ambas fases, Shawn evaluó si cada sujeto podía distinguir su propio perfil de carta natal, escrito por los astrólogos, que debían escoger entre otros dos. A través de la misma técnica, Carlson pidió a los voluntarios que identificaran sus perfiles CPI respecto a otros dos (1).

En su estudio, el autor descubrió que los astrólogos no realizaban sus tareas mejor que la expectativa del azar. Para las tareas de los sujetos, sospechó de la fase de calificación y desestimó los datos. Los astrólogos nunca supieron qué tan bien se desempeñaron en las secciones individuales de sus perfiles escritos, y aunque los resultados de la labor clasificatoria (primera, segunda y tercera elección) fueron inusuales, Carlson sí aceptó esa información. Esta tarea incluía un grupo de control cuyos miembros no recibieron sus perfiles astrológicos reales, pero eligió con éxito los perfiles preseleccionados con una probabilidad significativamente baja contra el azar (p< 0,01, donde la significancia es p< 0,05), mientras que los sujetos de prueba reales escogieron sus reseñas fortuitamente. Carlson atribuyó el llamativo resultado para el grupo de control a una "fluctuación estadística", determinando asimismo que las personas testeadas no pudieron distinguir sus perfiles CPI mejor de lo que se esperaría por casualidad.

A pesar de estos resultados negativos -tanto para astrólogos como sujetos de prueba-, los datos excluidos y la anomalía estadística, Shawn concluyó: "Ahora estamos en posición de argumentar un caso sorprendentemente sólido contra la astrología natal, según es practicada por individuos de renombre" (Carlson, 425).

El experimento Carlson ha sido controversial, y sus fortalezas y debilidades han sido discutidas en varios artículos (Currey, 2011; McRitchie, 2011; Ertel, 2009; Vidmar, 2008; McGrew & McFall, 1990). Por su parte, M&M argumentaron que como los sujetos de prueba no distinguieron sus reseñas CPI, los especialistas pudieron equivocarse en hacer coincidir cartas natales con aquéllas para el mismo problema no-astrológico. Tanto ellos como los sujetos habrían experimentado dificultades para comprender la terminología y las escalas gráficas que utilizaba el CPI, con tal de describir personalidades y rasgos; por ende y según los autores, la evidencia requerida para validar el experimento de Carlson no fue concluyente (M&M, 76).

En 2009 el psicólogo alemán Suitbert Ertel publicó una revisión crítica del experimento de Carlson, donde planteó el grave contratiempo de que en realidad no probó su teoría, sino calculó incorrectamente el análisis. Examinó la hipótesis establecida usando los datos de Carlson, y en un cambio notable, la evidencia señalaba que los astrólogos habían emparejado con éxito los perfiles CPI con cartas natales en sus dos tareas con una probabilidad estadísticamente significativa (p= 0,054 marginal y p= 0,037). Hasta la fecha, la reevaluación de Ertel y los hechos expuestos no han sido cuestionados, y como ejemplo intrigante de inversión científica, el test de Carlson se convirtió desde entonces en uno de los principales estudios científicos en apoyo de la astrología.


Evitando algunos sesgos, pero no otros

Las vicisitudes del experimento por Carlson ocurrieron años después que M&M llevaran a cabo su versión y los autores no podían anticipar las consecuencias. Estaban intranquilos por una debilidad particular en aquel ensayo, y concibieron una investigación presentada como "independiente" sobre si la astrología es válida en términos científicos. El vuelco en la evidencia hallada por Carlson no afectó directamente la pesquisa de M&M, y es por eso que su probación merece un estudio crítico.

Para analizar el defecto encontrado, M&M, al igual que Carlson, reclutaron astrólogos (N= 6) y sujetos de prueba (N= 23), pero a diferencia de aquél sólo tantearon las habilidades de identificación de los primeros, y pudiendo hacerlo, no evaluaron si los individuos eran capaces de distinguir sus perfiles de cartas natales confeccionadas por dichos especialistas. Carlson entendió que tal prueba estaría cerca de lo que los astrólogos realmente hacen en la práctica y ello aseguraría la validez de su experimento; por ello, es decepcionante que M&M no replicaran esta sección del mismo, y en especial porque Carlson había rechazado ese cúmulo de datos, excepto porque contuvo un gran error: el experimento de los autores no probó una técnica que se aproximara a la labor astrológica real y no intentaron resolver el problema -lo cual representó un sesgo contra la disciplina-, y no dieron razones para que los sujetos de prueba quedaran sin ser ponderados.

El dúo realizó su protocolo experimental con la participación y aprobación de los seis profesionales, todos miembros de la Federación de Astrólogos de Indiana. Se pidió a cada uno que hiciera coincidir cartas natales de los 23 sujetos con 23 paquetes de información que incluían fotografías de rostros. Para eliminar las pistas de edad, estas personas tenían de 30 a 31 años, y ese rango significaba que había cierta similitud en sus horóscopos, lo que haría ardua su diferenciación. El bloque de datos para cada tema era amplio, incluidas las respuestas a 61 preguntas personales y abiertas, cuya creación M&M solicitaron a los astrólogos. Además de las fotografías y el cuestionario, dicho lote incluía episodios de vida importantes y resultados de dos pruebas psicológicas estandarizadas. Los autores llamaron al conjunto de información final como Resumen de Características Personales e Historia de Vida (PCLHS).

Las 61 preguntas en el PCLHS inquirían sobre características personales del estilo de vida que pueden interesar a los astrólogos, que incluyen "pasatiempos, intereses, creencias religiosas, rasgos físicos, talentos y logros personales, antecedentes familiares, fechas de muerte de padres o hermanos, fechas de mudanzas a través del país, problemas de salud, actitudes hacia la autoridad, sexo y compromiso, manías, colores favoritos, puntualidad, confiabilidad y variaciones en el ciclo de energía personal” (M&M, 77).

En la experiencia realizada por los autores o cualquier prueba doble ciego sobre astrología, hay que tener cuidado de asegurar que las ideas preconcebidas con respecto a esta disciplina no condicionen los resultados, una precaución válida tanto para experimentadores como sujetos de prueba. Sin embargo y a diferencia de Carlson -quien aisló su propia influencia y eligió cuidadosamente a personas con opiniones firmes sobre astrología-, M&M no siguieron un protocolo similar y tampoco evitaron su sesgo de muestreo cuando seleccionaron individuos a partir de candidatos que respondieron a su anuncio en periódicos.

En vez de probar a los elegidos para detectar inclinaciones especiales, M&M se basaron en una "historia de tapadera", pero ese método fue inconsistente y proporcionó pistas llamativas. Los autores explicaron a sus sujetos que la investigación trataba sobre los posibles efectos de niveles hormonales asociados con el ciclo diurno durante el nacimiento y desarrollo posterior en niños (M&M, 79), por cuanto cada individuo de prueba tenía que suministrar documentación certificada de fecha, hora y lugar precisos de nacimiento. Las 61 interrogantes pedían que detallaran información muy personal y eventos de vida del tipo que les hubiera resultado familiar en columnas de astrología popular. Refiriéndose a estas preguntas, los autores sostienen que “ni el CPI ni ningún otro instrumento psicológico estándar contiene esa clase de información” (M&M, 77). Cuando se consultó a las 23 personas luego de finalizar el test, dos de ellas adivinaron que el experimento era sobre astrología (M&M, 79), y a todas luces la "portada" no representó un "biombo" fiable para posibles sesgos.


Una quimera estadística

Aparte de los defectos mencionados, un problema más grave fue que el diseño del experimento incluía una peculiaridad estadística que puede sesgarlo, ya sea que el contenido trate de astrología u otro tema. En el trabajo de Carlson y sus antecesores, los participantes intentaron equiparar cada horóscopo con un conjunto de sólo dos o tres descripciones de personalidad (Clark, 1961; Marbell, 1981; Carlson, 1985). La expectativa probabilística para cada elección fue siempre la misma y no disminuyó, mientras que el protocolo de emparejamiento por M&M ocupó una ilusión matemática como sesgo cognitivo.

Al seleccionar específicamente 23 sujetos, los autores parecieron estar conscientes de un efecto contrario a la intuición llamado "problema/paradoja del cumpleaños" (Ma, 2010). Debido a un sesgo cognitivo, no esperamos que de los 365 días anuales haya al menos un 50 % de posibilidades de encontrar cumpleaños coincidentes en cualquier grupo de sólo 23 personas. Sin embargo, si adoptamos el enfoque opuesto, parece intuitivamente fácil unir con confianza al menos el 50% de un grupo de 23 a otro con igual número, donde sabemos que todos los integrantes de ambos presentan coincidencias. La probabilidad real de establecer la mitad de ellas no es de 50%, sino casi cero; de este modo, M&M alentaron dicho exceso de confianza ilusoria al decidir que sólo había “23 posibilidades” en su experimento (M&M, 82).

La razón de este equívoco es que los problemas de concordancia -donde cada intento elimina un miembro de cada grupo- caen en una distribución de Poisson. En un modo diferente a la intuición, la chance de encontrar similitudes converge rápidamente en probabilidades muy reducidas y análogas, independiente del número de pares que se corresponderán, ya sea 10, 23 ó 200. La probabilidad de hallar 1 coincidencia es aproximadamente 0,37; para 2 es 0,18; 0,06 de 3; 0,015 de 4 y 0,0000001 en el caso de 10 (Ma, 2010). Existe una gran sensibilidad al error que aumenta con rapidez a cada empeño, y así las ocasiones de hacer concurrir los 23 pares son extremadamente nimias. Para que los resultados alcanzaran el nivel de significación estadística, suponiendo que la significancia era de p< 0,05, los astrólogos necesitaban emparejar un promedio de poco más de tres cartas natales. Aún sabiéndolo, M&M no sugirieron que su método creaba exceso de confianza, no advirtieron a los especialistas y tampoco se dieron razones para cambiar el diseño utilizado por Carlson y otros, donde esta ilusión no era posible.


Estrategias idiosincrásicas

Todos los astrólogos trabajaron sólo para unir cada uno de los 23 horóscopos con sus 23 PCLHS correspondientes. Los autores no publicaron tablas ni gráficos sobre los datos de sus pruebas y no es posible analizar los valores medios de coincidencias correctas. En cambio, informaron que éstas últimas oscilaron entre cero y tres, con valor medio de una coincidencia, y ninguno de los profesionales se desempeñó mejor que el azar (M&M, 80), aún cuando ellos determinaron su confianza en el promedio del 73,5%, lo que implicaba efectuar al menos seis concordancias exitosas. La compatibilidad entre sus aciertos y nivel de convencimiento no se mostró relevante (r= 0,03), y según el análisis, los resultados entre expertos fueron inconsistentes en emparejamientos precisos e incorrectos, con un valor medio de sólo 1,4 acuerdos para los 23 casos, lo que no era significativo (M&M, 81). Como señalan los autores, es importante destacar que los astrólogos emplearon recursos idiosincrásicos, lo que se demuestra por la mezcolanza de preguntas que proporcionaron al PCLHS y su falta de acuerdo para establecer coincidencias (M&M, 81).

Esta observación es crucial para comprender los resultados. Uno debe preguntarse por qué los astrólogos se apartaron tan poco de su práctica habitual. Los textos de astrología contienen descripciones de personalidad y desarrollo potencial en diversas configuraciones de cartas natales, siendo así parámetros muy estandarizados, y normalmente los especialistas aplican estos indicadores al interpretarlas. Sin embargo, M&M no pidieron a los astrólogos que explicaran sus gráficos, sino sólo que los emparejaran. Y si ellos no interpretaban personalidades en las cartas, entonces ¿de quién eran las habilidades que se estaban probando?

Es normal que un astrólogo simplemente diga a los clientes cuáles pueden ser sus personalidades, desarrollo de carácter, logros y otros potenciales, según lo establecido en la literatura análoga. Es posible que se haya actuado o no sobre estas áreas de potencial, y depende del cliente reconocer sus patrones de comportamiento y estilo de vida a través del proceso de consulta. Sin embargo, no es común solicitar a las personas que describan sus capacidades, ni que los astrólogos utilicen un cuestionario para inquirir sobre el particular. La astrología aplicada no asume que alguien conozca sus talentos a profundidad, por lo que el ensayo de M&M fue en contra de la disciplina habitual y ello representó un sesgo hacia sus practicantes.

El diseño experimental invirtió los roles de consultor y cliente, situando el trabajo interpretativo en la parte equivocada. Los sujetos de prueba debían reseñar sus capacidades (normalmente hecho por el profesional), respondiendo un cuestionario ad hoc que M&M encargaron a los propios astrólogos; después, éstos juzgaban la exactitud y utilidad de las descripciones recibidas (proceso que suele llevar a cabo el consultante).

La astrología se centra en ayudar a descubrir talentos personales y dar orientaciones de cómo tomar el mejor camino en diferentes etapas de vida. Este no es el mismo tipo de información que generan las pruebas psicológicas, que comúnmente sólo evalúan las dimensiones en rasgos de personalidad. Los astrólogos en el experimento de M&M pudieron tener las mejores intenciones, pero se les asignó una tarea enorme. En su intento de crear un cuestionario que abarcara todo el espectro del potencial humano, fueron proclives a utilizar estrategias idiosincrásicas y recurrieron a preguntas abiertas, tal vez con la esperanza de que los sujetos de prueba otorgaran suficiente información a través de sus narrativas.

El problema con esto es que se introdujo un desvío cognitivo adicional que las lecturas de cartas astrales suelen evitar. Los estudios psicológicos han demostrado que las personas tienden a albergar ilusiones positivas e irrealistas sobre sí mismas (Taylor y Brown, 1988); por ejemplo, casi el 80% de conductores se autoclasifica como parte del 50% superior en términos de habilidades viales (McCormick, Walkey y Green, 1986), lo que por cierto no es matemáticamente factible. Las pretensiones "gratificantes" de autoimagen en casi todas las áreas de la vida no son lo que los astrólogos quisieran escuchar, pero estos fueron muy probablemente los tipos de respuestas obtenidas al formular preguntas abiertas y no estandarizadas sobre talentos e intereses personales. En consecuencia, la metodología de investigación por M&M implementó un error sistemático que funcionó en contra de los astrólogos.


Discusión

Dado que los especialistas accedieron a la sugerencia por M&M de crear un cuestionario ad hoc, terminaron adoptando una metodología defectuosa y comprometiéndose con el diseño de prueba establecido. Los autores no les avisaron que su lista de preguntas se exponía al sesgo de autoilusión positiva, y junto con el efecto matemático de Poisson representaron aspectos contraintuitivos. Estos desvíos no surgieron en diseños previos de experimentos astrológicos doble ciego, incluido el de Carlson y que los autores replicaban en esa oportunidad.

A diferencia del cuestionario abierto e idiosincrásico de M&M, el testeo de Carlson empleó sólo el CPI estandarizado. La reevaluación por Ertel (2009) sobre aquélla constató que los astrólogos fueron capaces de utilizar perfiles CPI para vincular horóscopos con una probabilidad estadísticamente significativa. Aunque ellos no suelen echar mano de cuestionarios psicológicos modelo, los resultados positivos en el ensayo de Carlson apuntan a que los astrólogos de M&M habrían tenido más éxito si hubieran restringido sus evaluaciones a los datos de ambas pruebas psicológicas incluidas en el PCLHS y depuesto su propio cuestionario. Los listados prototípicos de opción múltiple compelen a tomar decisiones específicas, y por lo tanto reducen las ilusiones de autoimagen. A juzgar por la reevaluación de Ertel, es concebible que los sistemas de prueba específicos puedan mostrar correlaciones entre algunos patrones de cartas astrales y perfiles de cuestionarios estándar sobre personalidad.

Aunque los astrólogos utilizaron información de los dos cuestionarios psicológicos para identificar las cartas, M&M no pidieron a sus sujetos de prueba que distinguieran sus perfiles, como se había hecho anteriormente en experimentos doble ciego. Este protocolo de validación ausente devela un escollo serio para los autores, porque no está claro cuánto confiaron los astrólogos -o deberían haber confiado- en dichas reseñas, y asimismo aparece la incertidumbre de "inadecuación metodológica" que los autores localizaron en la tarea de su predecesor. Los astrólogos podrían haber fallado en su cometido por las mismas razones no astrológicas que antes, y sorprendentemente, al no evaluar los sujetos de prueba, ¡M&M no intentaron resolver el problema de validación psicológica que usaron para justificar su proyecto! En consecuencia y por su propio razonamiento, tendrían que catalogar este examen como inconcluso.


Lecciones por aprender

M&M finalizan su artículo con una racionalización extrema: "Puesto que cada individuo es único, en la vida real un astrólogo debe usar la información de nacimiento para 'seleccionar' la única interpretación correcta y que coincida sólo con esa persona entre casi innumerables posibilidades, y no sólo entre 23. Por lo tanto, nuestro trabajo puede verse como una simplificación de aquél que los astrólogos realizan a diario” (M&M, 81-82).

Esto invierte la complejidad del quehacer astrológico normal, en comparación con sus tareas en ese experimento. Es una falsía sostener que los astrólogos en la práctica deben “seleccionar” un "golpe único" entre innumerables posibilidades de rasgos en cartas combinadas, pues lo cierto es que ellos leen dichos gráficos como cualquier otra clase de "mapa" que tenga puntos de referencia claros, destinos previstos e indicadores de oportunidades y peligros. Como se sobreentiende, hay muchas formas de interpretar mapas y alcanzar una meta. No era sencillo hacer coincidir 23 pares, y los autores expusieron una afirmación engañosa. Sólo había 23 chances siempre que cada emparejamiento se realizara de modo correcto, por lo que el número de posibles desajustes fue asombroso y cognitivamente increíble.

En 1996 se elaboró una repetición de la prueba por M&M. El holandés Rob Nanninga modeló su "Astrotest" doble ciego directamente en base al primero -y contenía todos los mismos fallos-, donde retó a 50 astrólogos connacionales a equiparar correctamente siete cartas natales con siete conjuntos de información personal. De manera similar al experimento previo, desarrolló su formulario de preguntas abiertas no estándar a partir de ideas recopiladas de los astrólogos participantes. La lista cubría detalles como educación, tendencias vocacionales, pasatiempos, intereses, objetivos primarios, personalidad, relaciones, salud, religión, etc., además de fechas sobre eventos importantes. A todo ello, el autor sumó 24 preguntas de opción múltiple tomadas de una prueba estándar de personalidad (Nanninga, 1996/97), y no hace falta decir que los astrólogos no pudieron igualar las cartas mejor que en el caso de M&M.

Los astrólogos, estudiantes e investigadores críticos pueden aprender del ejemplo por M&M. Éstos parecían seguir una "metodología científica estricta" al presentar un análisis impresionante de sus datos, pero no implementaron protocolos básicos contra los sesgos añadidos a través de su selección para sujetos de prueba, la técnica comparativa de Poisson y un cuestionario ad hoc. Los autores no lograron sopesar la validez metodológica de su testeo, siendo éste el mismo problema que detectaron como "inadecuación" en el experimento de Carlson y utilizado para justificar su pesquisa. Por estas razones, el empeño de M&M puede considerarse irresoluto, y también un ejemplo notable de sesgo cognitivo en un experimento científico.

En retrospectiva, es esclarecedor ver cómo los autores desarrollaron una "prolongada fase de gestiones" para obtener el acceso y la confianza de los astrólogos escépticos en un comienzo, mostrando al menos cierta empatía: “(...) comprensiblemente, recelaban participar en investigaciones que pudieran estar sesgadas en su contra o que no les brindaran ninguna oportunidad de éxito” (M&M, 77).

Agradecimientos a: David Cochrane y Mark Urban Lurain por su ayuda con el "problema del cumpleaños" y las distribuciones de Poisson, e International Astrologer para la revisión crítica por pares, que brindó oportunas aclaraciones y sugerencias.

Se enviaron borradores de este artículo a los profesores Ivan Kelly y Christopher French para que hicieran comentarios, pero no hubo respuesta.


Notas

1. El testeo llamado "autoselección de perfil" y concebido por Neil Marbell en 1981 -precursor de Carlson- aspiró a estandarizar sistemáticamente las interpretaciones astrológicas presentadas a sujetos de prueba, y de una forma que Carlson no consideró: “Las reseñas de personalidad fueron compuestas por astrólogos individuales sólo a partir de datos de nacimiento, utilizando todos los factores ptolemaicos básicos para explicación de horóscopos. Luego, cada perfil fue revisado por un comité de cinco astrólogos que no conocía los temas. Este chequeo fue necesario con tal de evaluar las interpretaciones y normalizar dichos perfiles en estilo, contenido y presentación general” (Marbell, 1981, p. 4).

El autor manifestó que su ensayo fue inequívoco en resultados exitosos, con un alto índice de personas que seleccionó sus interpretaciones de las tres presentadas. A pesar de los elevados guarismos, las probabilidades estadísticas para dos pruebas no fueron significativas (asumiendo significancia en p< 0,05), debido al menos en parte al número muy pequeño de sujetos de prueba (N= 5 ó 6). El control se dividió en las siguientes partes:

-Primera (utilizando perfiles rigurosos en laboratorio): N= 5, con 100% de respuestas correctas y p< 0,000001.

-Segunda (perfiles menos detallados, remitidos por correo a los hogares de los sujetos): N= 6, con 66 2/3% de respuestas correctas y p= 0,1.

-Tercera ("historia de portada" sobre biorritmo, utilizando elementos de perfil rigurosos y menos detallados, en entornos laborales de los sujetos): N= 5, con un 75% de respuestas correctas y p= 0,111.

El experimento de Marbell se destacó por su participación interdisciplinaria, que involucró el diseño y revisión por astrólogos y académicos notables, escépticos prominentes e incluso representantes del Congreso estadounidense.


Referencias

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