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11 de agosto de 2023

Espacio, tiempo y relatividad

David Pratt
​Mayo 1998, última revisión enero 2020


​Contenidos:

01. La relatividad en términos teosóficos
02. Fantasías del Big-Bang
03. Las patrañas de Einstein
-Einstein y el éter
-Longitud, tiempo y masa
-Movimiento relativo
-Rotación y relatividad
-Velocidad de la luz
-Espacio y tiempo vs. espacio-tiempo
-Espacio deformado, lógica deformada
-Unificación
-Einstein vs. Reich
-La ciencia del futuro


01. La relatividad en términos teosóficos

Comúnmente se considera al espacio como "la nada" o "vacío absoluto", pero no existiría si así fuera, y nada podría ubicarse o moverse a través de él. La lógica señala que el espacio debe poseer alguna clase de estructura, y por ende consistir en una sustancia; a menos que a ésta última se le asignen propiedades abstractas e imposibles (como continuidad y homogeneidad absolutas), aquél también puede comportar grados infinitos de energía-sustancia que se interpenetran. Lo que para nosotros constituye espacio "vacío", refiere simplemente a aquellas regiones cósmicas que albergan materia no perceptible para nuestros sentidos físicos.

Algunos escritores teosóficos distinguen dos tipos de espacio: a) abstracto, que representa al Todo ilimitado y único, la esencia divina omnipresente, insondable e inefable, siendo además Conciencia Universal, vida, sustancia, fuerza y energía; y b) infinito, que comprende un número eterno de espacios o unidades concretos o finitos, cada uno compuesto por partes más pequeñas y anidadas en una jerarquía de grupos mayores. Estos sistemas se extenderían no sólo "horizontalmente" (en el mismo plano), sino también de modo "vertical" o interno (hacia niveles superiores e inferiores), pues el quid de la conciencia-vida-sustancia se manifiesta en un espectro perenne de vibración o densidad, formando un continuo inacabable de mundos o sistemas interactuantes dentro de otros.

Por ejemplo, en nuestro ámbito "horizontal" (plano físico) encontramos en orden creciente la jerarquía de partículas subatómicas, átomos, moléculas, células, organismos, ecosistemas, planetas, sistemas solares, galaxias, cúmulos, supercúmulos, etc. La constitución "multicapa" de los mundos y organismos que les habitan formarían rangos "verticales'', compuestos de varios aspectos interrelacionados, desde físico-astrales hasta psicomentales y espirituales-divinos, los cuales a su vez pueden dividirse aún más. El espíritu y la materia son sólo uno y se hallan en vínculo mutuo, dado que esencialmente el Universo es una integridad manifestada en una diversificación interminable, y el polo más "espiritual" de una escala es el más "denso" del grado superior, como asimismo éste puede representar la mayor categoría de su estrato inmediatamente inferior.

Aunque el Espacio Ilimitado puede describirse como un "contenedor vacío lleno de seres y objetos", sería más correcto decir que la totalidad infinita de mundos dentro de mundos, y la eterna miscelánea de entidades vivas, sustanciales y conscientes asociadas con ellos, en rigor componen un espacio, y desde esta visión, la realidad es una plenitud o plenum. Sin embargo y según otra perspectiva, aquélla podría comportar un vacío (shunyata en el budismo) ya que todos los planos infinitos que la componen son invisibles para nosotros, excepto en el plano material, que en sí mismo es sólo una manifestación transitoria que consiste principalmente de espacio vacuo.

Estrictamente hablando, lo que para nosotros son "ámbitos invisibles" no representan "dimensiones" accesorias; todos los sistemas sustanciales y concretos que forman cualquier mundo se extienden en tres medidas espaciales, y nada más. En su sentido más amplio, una "dimensión" es cualquier aspecto ponderable como longitud, masa, temperatura o tiempo, aplicadas a entidades manifestadas como átomos, estrellas o humanos; de esta forma, el espacio infinito no posee otras magnitudes porque ello implica una abstracción irracional. Incluso H.P. Blavatsky escribió: "(...) el sentido común y popular se rebela justamente contra la idea de que bajo cualquier condición puedan existir más de tres dimensiones como longitud, anchura y grosor" (4).

Las palabras "plano" y "subplano" denotan rangos particulares de vibración o densidad, y son términos relativos. El primero de ellos también se puede llamar "globo" o "esfera", ya que los sistemas naturales como planetas y estrellas tienden a asumir una apariencia más o menos esférica. Desde un prospecto, todo astro visible en el Universo físico es un plano/subplano propio, flotando en el éter intangible del espacio, y según otro enfoque, todos pertenecen al mismo plano (tangible) al estar formados por materia de más o menos el mismo grado, escasamente dispersa por todo el espacio "vacuo" entre ellos.

Nuestro planeta parece ser un objeto continuo y sólido. De acuerdo con los autores teosóficos ya mencionados, estaría hecho por "discontinuidades" (átomos) separadas por un espacio vacío (materia etérica) y compuestas de otras más pequeñas (corpúsculos subatómicos), que a su vez se hallan divididas por otras vacuidades y son más fraccionables. Cada intermisión comparativa (p. ej., estrella, planeta o subpartícula) es un todo relativamente continuo que se puede resolver en otros "paréntesis" o subcanales más finos, y forma parte de conjuntos mayores que en algún nivel semejan ser permanentes, por lo cual cada conglomerado o subgrupo puede considerarse a modo de globo, esfera o plano.

Así como el espacio ilimitado comprendería unidades interminables de espacio finito, la duración eterna abarca segmentos perpetuos de cronología delimitada. El tiempo es un concepto que cuantifica la velocidad con que ocurren los eventos; representa una función de cambio y movimiento, y presupone una sucesión de causa-efecto. Cada entidad se desarrolla en el espacio y cambia a través de los años, y desde esa perspectiva nada puede existir absolutamente "más allá" de dichas nociones, aunque la experiencia subjetiva de ambas puede variar mucho de acuerdo con el estado de ánimo/conciencia y la fase evolutiva.

En ocasiones la Teosofía sostiene que el tiempo es un "eterno ahora", pero esto no pretende negar la existencia de una serie causa-efecto. Todo lo que acontece tiene lugar en un presente universal e infinito hasta cierto punto. Si bien el pasado es -por definición- lo que ya sucedió, y el futuro es aquello que aún no sobreviene, ambos están vivos en el hoy porque éste es fruto del pasado y padre del porvenir.

¿Cuánto dura el "momento actual"? En el caso de los humanos, se determinó que los pulsos sónicos separados por más de tres segundos ya no pueden agruparse en pares, al caer fuera del intervalo de nuestra atención. Esto representa el fragmento temporal máximo que está presente simultáneamente para la evaluación subjetiva, una suerte de "periodo de interés" que une eventos pretéritos y futuros:

"¿Cuán finamente podemos segmentar nuestras pequeñas vidas de 3 segundos? La división perceptible más corta (llamada umbral de fusión por psicólogos sensoriales) es de entre 2 y 30 milisegundos (ms), dependiendo de la modalidad sensorial. Dos sonidos parecen unirse en una sensación acústica si están separados por menos de 2 a 5 milisegundos. Dos toques sucesivos se combinan si ocurren dentro de aproximadamente 10 milisegundos uno del otro, mientras que los destellos lumínicos se difuminan si están separados por menos de 20-30 ms" (6).

En principio, los lapsos pueden continuar subdividiéndose. Algunos teóricos afirman que la unidad de tiempo más pequeña y factible es de 10-43 segundos, y la medida de distancia más reducida es 10-33 cms., pero estos son sólo límites basados en especulaciones. Si las entidades pueden existir en un rango infinito de tamaños, entonces de manera similar los coeficientes de tiempo y distancia deben abarcar un rango interminable. Por lo tanto, dichas magnitudes son relativas: un átomo es parecido a un sistema solar en miniatura cuya dinámica es quizá millones de veces inferior a un segundo, y toda nuestra galaxia podría constituir una molécula en alguna entidad supercósmica, donde un millón de nuestros años es sólo un abrir y cerrar de ojos. En un nivel hipotético, el instante presente para una entidad infinitesimal tendría esta característica, mientras que en el espacio ilimitado representa una duración eterna. Entre estos dos confines abstractos se encuentra toda la diversidad inacabable del mundo relativamente real, que consiste en seres concretos para los cuales el tiempo presente es siempre finito.

Claramente, la doctrina teosófica sobre la relatividad comporta un inmenso alcance. La esencia divina e infinita de conciencia-vida-sustancia se manifiesta en un abanico sempiterno de formas, escalas y grados etéricos o más tangibles. La infinitud es una abstracción, no una entidad, y por lo tanto no actúa, no cambia y tampoco posee atributos. Asimismo, todas las multitudes de sistemas finitos, concretos y "manifestados" de los cuales está compuesto se mueven/transforman, o actúan/reaccionan, y en virtud de ello tienen cualidades. Son compuestos, no homogéneos, y en última instancia transitorios. Nada es absolutamente independiente de otras cosas; todo está conectado y participa en una intrincada y vibrante red de interacciones causales. Cada mundo o entidad concretos pasan por ciclos interminables de encarnación y desencarnación, actividad y descanso. No existen comienzos o finales absolutos de evolución, sino sólo lugares de inicio relativos y otros de "parada".

Esta enseñanza de relatividad también se puede llamar "doctrina de la ilusión" (maya en sánscrito). H.P. Blavatsky escribe: "Maya (...) es un elemento que entra en todas las cosas finitas, porque todo lo que existe tiene sólo una realidad relativa, y no absoluta, pues la apariencia que el noúmeno oculto supone para cualquier observador depende de su poder de cognición" (7). Dicho de otra manera, todas las cosas/entidades finitas y manifestadas son ilusorias en el sentido de su impermanencia, y no las percibimos como realmente son; sólo vemos la parte externa que muestran nuestros sentidos imperfectos, y no los procesos invisibles que ocurren detrás. Por ejemplo, la estabilidad aparente e invariancia en un nivel son temporales y relativas, una ilusión generada por flujos incesantes en estratos más profundos. Y lo que para nosotros son partículas "elementales", en su propio grado constituyen mundos no menos complejos que la Tierra. Todos los pares de opuestos como claro/oscuro, grande/pequeño, frío/calor, armonía/desarmonía, simplicidad/complejidad, etc., tienen sólo un significado de relación y nunca absoluto.

Los objetos y seres manifestados, con sus formas evanescentes y siempre cambiantes, son "ilusorios" cuando se comparan con el infinito inalterable, y también con la relativa invariabilidad de lo que para cualquier grupo de seres son los ámbitos más "egregios" o no visibles. La entidad espiritual (colectiva) que forma la cumbre de cualquier jerarquía -ya sea atómica, humana, planetaria, solar, galáctica, etc.- es el "absoluto" de ese rango. Hay quienes sostienen que el infinito (simbolizado por un círculo o cero) contiene un número eterno de "unidades", y para ellos todos los absolutos también serían relativos, contradiciendo las explicaciones de Blavatsky. De acuerdo con esos autores, si bien dicha infinitud suele llamarse "absoluto", esto es "incorrecto" porque como la palabra se deriva del latín absolutus que significa "liberado", entonces sólo algo definido que evoluciona puede llegar a perfeccionarse (...).


Referencias

4. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 1:252.
6. Nick Herbert, Elemental Mind, Dutton, 1993, p. 50.
7. La Doctrina Secreta, 1:39, 295-6.


02. Fantasías del Big-Bang

La lógica y el sentido común dictan que nada puede venir de "la nada", y tampoco algo puede aniquilarse en un vacío; por consiguiente, la sustancia energética sólo puede ser transformada. Además, nada finito puede convertirse en eterno o infinitesimal, y viceversa. El espacio es perenne si las multitudes de sistemas finitos y concretos en su interior continúan sin límites y en todas las direcciones. Si el espacio es infinito, siempre debió serlo y ha existido como tal. Si fuese restricto, ¿dónde están sus lindes, y qué hay más allá de ellos?

La única forma de evadir esa pregunta es afirmando que "el espacio se curva sobre sí mismo" para que sea finito, y sin embargo, no posea límites. Ciertamente el espacio tridimensional podría hacerlo si hubiera una cuarta dimensión, pero no hay evidencias de ello. Los "big-bangers" afirman que si hay suficiente materia en el Universo, el espacio se tuerce en sólo tres dimensiones para que sea cerrado y definido, mas para realizar esta notable contorsión se requieren acrobacias matemáticas avanzadas.

El modelo estándar del Big-Bang sostiene que todo el Universo -incluyendo materia, energía, espacio y tiempo- llegó a la existencia desde "literalmente nada'' hace unos 10 a 15 mil millones de años, como resultado de una "fluctuación cuántica aleatoria". Paul Davies y John Gribbin añaden: "(...) el Big-Bang fue la creación abrupta del Universo a partir de una vacuidad literal: ni espacio, ni tiempo, ni materia" (1). Pero si esos tres aspectos no existían antes del hipotético estallido, ¡obviamente no había nada que tuviese fluctuación y ningún lugar para que ocurriera! Sin embargo, los "especialistas" abandonaron la lógica hace mucho tiempo y han creado un mundo de fantasía propio. Por ejemplo, Nick Herbert comenta: "(...) la generación de nuestro Universo (...) tuvo lugar en un escenario no sólo desprovisto de luz y materia, sino también de espacio y tiempo" (2). ¡Sin duda, un lugar muy notable!

Para evitar el absurdo de que "el Universo surgió de un punto infinitesimal" o "singularidad" de densidad y temperatura infinitas, los "big-bangers" diseñaron la noción igualmente descabellada de una "singularidad expandida". Antes de 10-43 segundos después del Big-Bang, cuando el Universo medía 10-33 cms. de ancho, la distinción entre espacio y tiempo "se tornó borrosa" (!!!) como resultado de "fluctuaciones cuánticas", de modo que un punto infinitesimal nunca puede crearse y tampoco es factible aseverar que el origen del Cosmos acaeciera en un momento preciso, sino que está "esparcido".

Desde esta "gran explosión", supuestamente el Universo se ha expandido hacia la nada. El modelo dominante no establece que las galaxias se separen a través del espacio, sino que éste se ensancha, es decir, creándose continuamente de la nada. Dean Turner agrega: "Nadie puede imaginar una falta de espacio a partir del cual éste último se está generando de alguna manera. ¿Cuánto tiempo más tendremos que vivir con una idiotez semejante en física y cosmología?" (3). El concepto del "Universo abierto" plantea que, si bien el espacio surgió hace un período finito y se expande a un ritmo delimitado, de alguna manera "se volvió eterno", probablemente al instante, ¡y aún así todavía se las arregla para seguir con su dilatación! Los ortodoxos creen que en algún momento futuro el Universo empezaría a contraerse, terminando en una "gran crisis" para "hundirse en la aniquilación, sin dejar nada" (¡vaya una obsesión con el vacío!) (4). En los siglos venideros será difícil entender cómo tales nociones a medias podrían haberse pasado por alto como "ciencia" (5).

El postulado del Big-Bang se basa en los modelos de Friedmann, soluciones relativamente simples de la teoría relativista por Einstein que buscan describir el comportamiento dinámico del Universo en su conjunto. Se fundamentan además en el principio cosmológico, es decir, que el Universo es el mismo en todos los lugares y direcciones. Sin embargo, esto se halla en entredicho por el descubrimiento de estructuras cada vez más grandes, sugiriendo que el Cosmos no es uniforme ni homogéneo, sino posee una estructura jerárquica interminable: galaxias, cúmulos de galaxias, supercúmulos, complejos de supercúmulos, etc.

Según la Teosofía, la naturaleza es infinita e ilimitada en espacio y tiempo, sin principio ni final. Dentro de la inmensidad del Cosmos, aparecen y desaparecen constantemente innumerables mundos poblados como "chispas de eternidad" en todas las escalas imaginables, compuestos por seres en diferentes etapas de desarrollo, pasando por ciclos de vida/muerte, o nacimiento/renacimiento. En ocasiones se plantean dos "argumentos" contra la idea de un Universo infinito:

a) La paradoja de Olbers formula la inquietud: ¿por qué el cielo nocturno está casi completamente oscuro? Se responde que si el Universo es eterno y contiene un número inacabable de estrellas, todo el firmamento debería estar iluminado de noche. Esto ignora el factum obvio (negado por la ciencia ortodoxa) de que la luz debe perder energía a medida que viaja por el espacio, y más allá de cierta distancia la luminosidad estelar jamás nos alcanzaría en forma visible.

b) La segunda ley de termodinámica establece que los sistemas cerrados tienden a evolucionar hacia un nivel de máxima entropía o "desorden", en donde la energía se disipa uniformemente de modo inútil, deduciendo así que el Universo se está "agotando". Sin embargo, no existen complejos absolutamente "cerrados", porque existe circulación constante de energías a través de múltiples esquemas que conforman la realidad. Para explicar las contradicciones de esta norma -la existencia misma del Universo con sus galaxias, estrellas, planetas e increíble diversidad de formas bióticas-, algunos científicos utilizan el supuesto artificial de que la disminución entrópica asociada con la génesis de una estrella es posible sólo porque aumenta la entropía del campo gravitacional. En otras palabras, un ámbito gravitatorio o distribución suaves de materia se definen como "baja/alta entropía", respectivamente (6).

Desde una visión teosófica, la tendencia de la entropía a aumentar es únicamente la mitad de una ley: todos los mundos innumerables en el espacio ilimitado pasan por ciclos regulares de formación/disolución, materialización/eterización, desarrollo/retraso o actividad/quietud. Por ello, ¡no existe mucho peligro en que un Universo infinito se detenga por completo!


​Referencias

1. Paul Davies y John Gribbin, The Matter Myth, Simon & Schuster/Touchstone, 1992, p. 122).

2. Nick Herbert, Faster than Light, Plume, 1988, p. 127.
3. R. Hazelett y D. Turner, The Einstein Myth and the Ives Papers, Devin-Adair Co., 1979, parte 4, p. 263.

4. The Matter Myth, p. 175.
5. Para más evidencias contra el Big-Bang, ver "Cosmología: cuestionamientos y nuevas tendencias".

6. Eric J. Lerner, The Big Bang Never Happened, Vintage Books, 1992, p. 288-9.


03. Las patrañas de Einstein

La teoría de relatividad por Einstein es un elemento central de la ciencia moderna, y comúnmente se dice que pasó todas las pruebas empíricas con gran éxito. Sin embargo, hay otras alternativas plausibles para todos los datos experimentales y observaciones astronómicas citadas en apoyo de conceptos especiales y generales, y asimismo docenas de científicos han venido señalando inconsistencias internas y supuestos injustificados del paradigma estándar.

Pari Spolter escribe: "Muchos físicos no han podido publicar sus trabajos en la mayoría de revistas científicas, al señalar que la teoría de Einstein es defectuosa. Los especialistas prominentes se sienten intimidados y advertidos de que pueden estropear sus perspectivas de carrera si se oponen abiertamente a la relatividad" (1). Louis Essen, inventor del reloj atómico, declaró que los físicos parecen abandonar sus facultades críticas al considerar la relatividad, y comentó: "Se dice a los estudiantes que la hipótesis debe ser aceptada, aunque no pueden esperar entenderla. Justo al comienzo de sus carreras se les alienta a dejar la ciencia en favor del dogma" (2). Por su parte, Thomas Phipps declara: "Es ridículo afirmar (en un contexto políticamente obligatorio) de que las conjeturas por Einstein son las únicas capaces de cubrir el rango de conocimiento físico disponible" (3).

Hay varias razones por las que esta suposición es tan popular, y así William Cantrell sostiene: "Primero, nunca se ha prestado mucha atención a considerandos alternativos ni se enseñan en ninguna universidad. Segundo, los partidarios del establishment invierten toda una vida en aprender a mantener el statu quo y actuarán para proteger sus intereses (...). Tercero, la teoría de Einstein -muy vagamente definida y autocontradictoria por su propia construcción- permite a algunos practicantes mostrar un aura de elitismo y arrogancia en su habilidad para manipularla. El supuesto tiene una cualidad exclusiva, como un club cerrado, y eso es parte de su atractivo. Cuarto, admitir un error fundamental en una hipótesis tan difundida sería una vergüenza, no sólo hacia la comunidad general de profesionales, sino también para la memoria de un hombre cuyo retrato está en casi todos los departamentos de física alrededor del mundo".


Algunos escritores teosóficos dijeron que Einstein tenía una copia de La Doctrina Secreta de Blavatsky en su escritorio (5), pero desafortunadamente no es seguro que Albert mereciera "infalibilidad instantánea" por ello, ¡incluso si uno realmente la estudia! Otros manifiestan que la teoría de relatividad se basa en puntos de verdad "incuestionables", mas las deducciones hechas por varios especuladores parecen ser meras extravagancias.


​Referencias

1. Pari Spolter, Gravitational Force of the Sun, Orb Publishing Co., 1993, p. 82.
2. Ibídem (cita).
3. Thomas E. Phipps, Old Physics for New: A worldview alternative to Einstein’s relativity theory, Apeiron, p. 201.

4. William H. Cantrell, "Commentary on Maxwell’s equations and special relativity theory", Infinite Energy, 7:38, 2001, p. 12-18 (infinite-energy.com).

5. Sylvia Cranston, H.P.B.: The Extraordinary Life & Influence of Helena Blavatsky, Tarcher/Putnam, 1993, p. 434.


Einstein y el éter

En el siglo XIX, generalmente los científicos aceptaban la existencia de un medio universal o éter, compuesto por una clase de materia más sutil a través de la cual se propagaban ondas lumínicas o transmitían fuerzas, e incluso generando masa según ciertos pesquisantes. Algunos teósofos dicen que el éter puede considerarse como materia física en sus tres niveles superiores, siguiendo más allá los reinos astral, mental y espiritual. Blavatsky predijo en 1888 que el éter sería rechazado (2); en efecto, durante la primera mitad del siglo XX fue proscrito oficialmente por la ciencia y Einstein jugó un rol destacado en el proceso.

Este elemento no se puede advertir directamente por medios tangibles o químicos. Sin embargo, los estudiosos razonaban que, si la Tierra se desplaza a través de un éter estacionario, debería existir un "viento" análogo y apreciable que cubría aquélla, de modo que la velocidad de la luz sería ligeramente inferior en la dirección del movimiento planetario que en los ángulos rectos formados con ésta. Las primeras iniciativas de prueba fueron realizadas por Albert Michelson en 1881 y nuevamente seis años después junto con Edward Morley; no obstante, el diseño que utilizaron no pudo detectar el viento etérico esperado de 30 km/s que surge del traslado orbital de la Tierra en torno al Sol, y únicamente se percibió una leve variación en la velocidad lumínica, que podría atribuirse a un error experimental. A principios del siglo XX, Morley y Dayton Miller llevaron a cabo más ensayos del mismo tipo y continuaron distinguiendo un cambio reducido pero persistente en dicha rapidez. Hoy sigue siendo motivo de controversia si estos resultados eran trucos significativos o meramente experimentales; en cualquier caso, las pruebas posteriores demolieron la creencia de Miller en un éter electromagnético-estacionario, y no respaldan su deducción de que el movimiento "absoluto" de la Tierra se dirija a un punto cercano al polo eclíptico sur (3).

Michelson no concluyó que "no existía un éter estacionario", sino que la Tierra lleva consigo una parte de él mientras orbita al Astro Rey, de modo que está cubierta por su propia eterosfera (un concepto propuesto anteriormente por George Stokes y defendido por Heinrich Hertz y Max Planck). Hendrick Lorentz presentó una explicación alternativa al ensayo de Michelson-Morley y también retuvo su idea inicial, pero en vez de introducir el "arrastre del éter", sostuvo que los instrumentos de mensura empleados se contraían en sentido del movimiento terrestre, y en la cantidad precisa para eludir la detección etérica (o contracción de Lorentz-FitzGerald). En los primeros cinco años del siglo XX, y con ayuda de Henri Poincaré y Joseph Larmor, Lorentz desarrolló una teoría de relatividad firmemente basada en la existencia de un éter fijo. Según sus ecuaciones transformacionales, los objetos se contraen ligeramente en la dirección del movimiento, los relojes desaceleran y la masa aumenta como resultado del desplazamiento a través del éter.

En 1905, Einstein publicó su hipótesis especial de relatividad, que trataba sobre el movimiento uniforme (la premisa análoga que trata de movimiento acelerado y gravitación apareció en 1915-1916). Este trabajo incorpora el "principio de relatividad", estableciendo por lo general que las leyes físicas, cuando se formulan adecuadamente, siguen siendo válidas en todos los marcos de referencia que se desplazan con velocidad uniforme entre sí. Esta norma había sido formulada por Ernst Mach y Poincaré algunos años antes, aunque Newton la concibió por primera vez, y la relatividad especial también incluye las transformaciones por Lorentz. La célebre ecuación E=mc2 tampoco es "descubrimiento" de Einstein, sino que fue publicada primero por el ingeniero italiano Olinto De Pretto en 1903 (4). En su artículo sobre relatividad de 1905, Einstein reconoció la ayuda de su amigo Michael Besso y cercano a la familia De Pretto, pero no incluyó una sóla referencia a documentos de otros científicos cuyas ideas trataba de resumir.

La contribución del alemán a su síntesis radical fue desechar el éter como "superfluo" y reemplazarlo con la idea de que las "ondas" electromagnéticas se propagan como partículas (fotones) a través de un "espacio vacío". Aunque su concepto abarcó las transformaciones lorentzianas, y en vez de considerar la contracción en longitud y el retraso de relojes como efectos del movimiento a través del éter, Einstein las derivó de un postulado muy diferente que en realidad no era más que una suposición injustificada: había una constante absoluta en la velocidad de la luz medida por todos los observadores que se desplazaban a una rapidez uniforme y relativa entre ellos.

En el contexto de su hipótesis, Einstein introdujo un "nuevo éter" relativista o gravitatorio, el cual sí existía dado que la relatividad dotaba al espacio con cualidades físicas (capacidad de afectar el comportamiento de materia y energía), diciendo que aquélla era "impensable" sin ese elemento. A pesar de esto, subrayó que dicho éter no estaba compuesto por partículas y las ideas de "descanso" y "movimiento" no le eran aplicables; así, equivalía a su "continuo espacio-tiempo", esencialmente una abstracción matemática y desprovista de sustancia-energía, pero capaz de producir efectos tangibles en algún modo. Puesto que había sido refutada la concepción del éter como sustancia mecánica, en 1938 dijo que "este es el momento de olvidarlo por completo y nunca hacerle mención", llegando a considerar los campos como "estados físicos del espacio" y declaró que no existía tal cosa como una vacuidad, pero en 1949 comentó sabiamente: "No hay un sólo concepto del cual estoy convencido que sobreviva, y tampoco estoy seguro de si me hallo en el camino correcto" (5).


Referencias

2. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 1:331.
3. Dayton C. Miller, "The ether-drift experiment and the determination of the absolute motion of the earth", Reviews of Modern Physics, v. 5, 1933, p. 203-42; Paulo Correa, "A note on Dayton Miller’s supposed discovery of an aether drift", 2008, aetherometry.com; Thomas J. Roberts, "An explanation of Dayton Miller’s anomalous 'ether drift' result", 2006, arxiv.org.

4. Al Kelly, Challenging Modern Physics: Questioning Einstein’s relativity theories, BrownWalker Press, 2005, p. 15-22.

5. A. Einstein, Sidelights on Relativity, Dover, 1983 (1922), p. 23-4; Ludwik Kosto, en: Franco Selleri (ed.), Open Questions in Relativistic Physics, Apeiron, 1998, p. 131-9.


Longitud, tiempo y masa

Para hacer que la velocidad de la luz sea constante con respecto a todos los observadores, la teoría de relatividad especial por Einstein manipula el espacio y tiempo. Esta es una distinción crucial entre aquélla y el postulado de Lorentz: según éste último, los relojes y normas que utilizamos para medir distancia y tiempo se ven afectados por el movimiento a través del éter, mientras Einstein afirmaba que espacio y tiempo se expanden o contraen (1).

Transcurrió más de un decenio antes que la tesis de Albert fuese aceptada a nivel masivo y suplantara a su precursor. Una editorial en Scientific American declaró en 1921 que el considerando relativista especial "nunca se elevó a una posición de gran envergadura en la teoría matemática, simplemente porque en sí reviste poco interés ante su nula extensión al caso general. Es sólo una muestra llamativa de especulación abstracta" (2).

Además de Lorentz, otros ganadores del Premio Nobel que se opusieron a Einstein incluían a Planck, Michelson, Ernest Rutherford y Frederick Soddy. Louis Essen escribió: "Por cuanto se piensa que la teoría [de Einstein] explica el resultado del experimento por Michelson-Morley, me inclino a estar de acuerdo con Soddy en que se trata de un fraude, y no creo que Rutherford lo considerara una broma si se hubiera dado cuenta de cómo retrasaría el desarrollo racional del quehacer científico" (3).

Muchos estudiosos alegaron arbitrariedad y carácter ad hoc cuando Lorentz desarrolló por primera vez el concepto de contracción en longitud para desentrañar el resultado de Michelson-Morley, y admitió que había llegado a sus ecuaciones por ensayo y error. Cabe señalar que nunca se ha medido la contracción de longitud en modo experimental, y además un objeto difícilmente podría constreñirse en su dirección de movimiento sin sufrir cambios en ninguna de sus otras dos dimensiones.

En cuanto a la dilatación del tiempo o desfase en relojes, el experimento Hafele y Keating de 1972 comprobó que un reloj atómico transportado alrededor del mundo y hacia el este perdió 59 nanosegundos, mientras que otro en dirección opuesta adquirió 273, aunque desde entonces se descubrió que las resultantes manipuladas y conocidas tienen poca semejanza con los datos sin procesar. Si bien generalmente se interpreta dicho testeo como "verificación de la relatividad especial", descartó el supuesto de que dos observadores en movimiento relativo encontrarían que cada uno de sus relojes funcionaba más lento (4). Del mismo modo, se cree que si dos gemelos se desplazan por separado a través del espacio a una velocidad uniforme entre sí, cada uno terminará más joven que el otro, siendo éste uno de los absurdos o "paradojas" en la relatividad por Einstein. Los partidarios suelen decir que si uno de ellos regresara a la Tierra, sólo él envejecerá más lentamente, pero tienen supuestos contradictorios sobre por qué ocurriría; algunos invocan la aceleración, mientras otros dicen que es irrelevante (5). Tras revisar 54 explicaciones, Al Kelly concluye: "Las revistas parecen estar hambrientas de cualquier artículo que respalde el menor envejecimiento del viajero, sin importar cuán estúpidas sean las razones ofrecidas" (6).

Hafele admitió que los relojes móviles no operan más despacio por la cantidad propuesta según la transformación de Lorentz (factor gamma). Al contrario de la relatividad especial, dicho atraso es una función de su rapidez vinculada al centro rotativo planetario, lo cual también se demuestra mediante los dispositivos cronológicos transportados por satélites que forman parte del Sistema de Posicionamiento Global (GPS). Obviamente, no se prueba que el tiempo en sí mismo "se ensanche" o "disminuya" con los "frenazos" del reloj, ni con el hecho de que aminora la tasa de desintegración radiactiva de los mesones cuando se desplazan a alta velocidad; así, es más lógico suponer que el movimiento afecta los procesos internos de partículas y átomos. Todos los artilugios cronométricos utilizados están sujetos a errores cuando aceleran, enlentecen o transitan por campos gravitacionales con distintas fuerzas.

Si las partículas son aceleradas a velocidades ultra-altas, se hace cada vez más difícil aumentar ese factor, de modo que nunca alcancen la rapidez lumínica (c). Su inercia de crecimiento exponencial -a medida que se aproxima a dicha mensura- generalmente es atribuida a la transformación de su energía cinética acrecentada en masa inercial. Es discutible si su materia aumenta o no en la práctica, pero lo concreto es que sube la energía total que debe acelerarse pari passu con la velocidad, y no se requieren ideas "relativistas" para comprender esto (7). Tom Van Flandern escribe:

"Independiente de cuánta energía se agregue, no podemos hacer que las partículas alcancen o excedan c. Sin embargo, lo mismo es cierto para un avión impelido por hélice en vuelo nivelado que intenta rebasar la velocidad del sonido. Las moléculas de aire no pueden ser conducidas más rápido que ella, y sin importar cuán vigorosamente giren las hélices, pues aquélla jamás podrá ser superada. Sin embargo, una fuerza más veloz que el desplazamiento sónico, o una aceleración continua como la propulsión a chorro, podría lograr el objetivo no logrado por esas hélices. De manera análoga, una fuerza con mayor rapidez que la luz -como la gravedad- debería ser capaz de conducir un cuerpo hacia la barrera de velocidad lumínica y traspasarle, a pesar de que las injerencias como aquéllas en los aceleradores de partículas están limitadas a extenderse y empujar la velocidad lumínica" (8).


Referencias

1. Tom Van Flandern, en Open Questions in Relativistic Physics, p. 81-90; "Relativity with flat spacetime", Meta Research Bulletin, 3:1, 1994, p. 9-12; "The speed of gravity – what the experiments say", Meta Research Bulletin, 6:4, 1997, p. 59-61.

2. Citado en Ian McCausland, "The Einstein mystique", Journal of Scientific Exploration, 17:4, 2003, p. 715-32.

3. L. Essen, "Relativity – joke or swindle?", Electronics and Wireless World, 94, 1988, p. 126-7.

4. Al Kelly, Challenging Modern Physics: Questioning Einstein’s relativity theories, BrownWalker Press, 2005, p. 31-4, 265-78; J.P. Claybourne, "The full impact of the Hafele/Keating experiment", Infinite Energy, 12:70, 2006, p. 18-20.

5. Challenging Modern Physics, p. 153-68.
6. Ibídem, p. 279-89.
7. Ibídem, p. 144-6.
8. Tom Van Flandern, "Is faster-than-light propagation allowed by the laws of physics?", 2006.


Movimiento relativo

La relatividad de espacio/tiempo y del movimiento son fundamentales para cualquier inferencia análoga. Sin embargo, estos conceptos tienen diversas interpretaciones, y las ofrecidas por la teoría de relatividad estándar a veces llegan a extremos absurdos. Según el "postulado" de Einstein, si dos cuerpos materiales A y B están en movimiento relativo uniforme, es igualmente correcto decir que "A es estacionario" y "B se mueve", ya que éste último permanece quieto y el primero avanza. La creencia de que el movimiento siempre es relativo a algún marco de referencia "arbitrario" lleva a la afirmación de que, si bien puede ser más conveniente suponer que la Tierra orbita al Sol, ¡no es más cierto que sostener lo contrario! (1). Esto no tiene sentido, pues las observaciones astronómicas sobre aberración estelar de la luz, nutación y paralaje son pruebas concluyentes de que nuestro planeta traslaciona al Astro Rey.

El considerando "albertiano" da pie a contradicciones lógicas: por ejemplo, permite que en un par de relojes cada uno funcione más rápido o lento que el otro, y que la misma varilla de medición se acorte y alargue al mismo tiempo (2). En la idea de Lorentz, esas dilogías no aparecen al postular un éter estacionario-universal, que proporcionaba un estándar absoluto de reposo, permitiendo atribuir el estado de movimiento único a cualquier objeto. Desde un punto de vista teosófico, no existe dicho componente de rasgo homogéneo, sino más bien un número sempiterno de éteres interpenetrantes, cada uno de los cuales es finito, particulado, de densidad variable y posee movimiento; ergo, no hay un nivel de pausa completa.

No obstante y para hablar significativamente del movimiento, no es necesario invocar un éter local como marco de referencia; todo lo que precisamos es un esquema físico o de coordenadas que pueda considerarse relativamente estacionario para fines prácticos, como por ejemplo la Tierra, el Sol, las estrellas "fijas", etc. Tom Van Flandern escribe: "Siempre hemos sabido que podríamos usar la situación y velocidad promedio de todos los cuerpos en una vecindad determinada, como marco de referencia tanto para posiciones como desplazamientos. Y si alguna velocidad excede en gran medida el movimiento de cualquier ítem individual en dicho 'barrio', esa rapidez es detectable y tiene consecuencias físicas. Sólo en ese sentido puede llamarse una velocidad 'absoluta'" (3).


Referencias

1. Asimov's New Guide to Science, Penguin, 1984, p. 357.
2. Ian McCausland, A Scientific Adventure: Reflections on the Riddle of Relativity, Apeiron, 2011.

3. Tom Van Flandern, Dark Matter, Missing Planets & New Comets, North Atlantic Books, 1993, p. 71.


Rotación y relatividad

Desde principios del siglo XX se realizaron experimentos clave que abrieron forados en la teoría de relatividad "einsteniana", al demostrar que la rotación es un estado de movimiento "absoluto" que afecta la velocidad lumínica (c). En 1913, Georges Sagnac, enemigo del considerando relativista, demostró que si los rayos de luz se envían en direcciones opuestas en torno a un disco que gira con velocidad v, el haz que va en sentido contrario viaja en c+v concerniente a un observador en el ítem giratorio, mientras que el haz desplazado en la misma dirección lo hace en c-v (1). Los "albertianos" estaban tan incómodos por este resultado que lo descartaron y fue puesto en ridículo durante casi tres décadas. El autor alemán nunca se refirió al ensayo, y Dean Turner comenta: "Einstein mostró poca disposición a reconocer y acreditar por escrito el trabajo de aquellos científicos cuyos logros experimentales y teóricos amenazaban la validez de su teoría (...) y por lo tanto, la base de su apoteosis pública" (2).

Hoy el "efecto Sagnac" está reconocido por numerosas pruebas con enorme exactitud; de hecho, forma la base del moderno giroscopio de anillo láser, ampliamente utilizado para la navegación en barcos, submarinos, aviones y satélites. En 1925, Michelson, Gale y Pearson hicieron un testeo a mayor escala que detectó un cambio en la velocidad lumínica, generado por la propia rotación de la Tierra (3), un producto que también se repitió desde entonces con alta resolución. Los intentos por relativistas ortodoxos para explicar esos hallazgos invocando "dilatación del tiempo" y "arrastre de espacio-tiempo" constituyen sólo engaños (4) y hoy tienden a evitar cualquier mención de ellos.

Además, han habido ensayos con el Sagnac planetario: utilizando el sistema de retransmisión por satélite GPS, se encontró que las señales electromagnéticas viajan a c+v de este a oeste y c-v en sentido contrario, donde v es la velocidad de rotación planetaria (5). En 1979, Brillet y Hall informaron sobre un experimento de tipo Michelson-Morley con láser, pero 4000 veces más sensible, que nuevamente no detectó cambios significativos en la velocidad de la luz producida por el movimiento linear terrestre a través del espacio; sin embargo, sí percibió una señal "persistente y espuria" que coincidía con la rapidez rotativa del planeta, como se demostró más tarde (6). En 2003, Wang descubrió que el efecto Sagnac también se aplica al movimiento en línea recta: la luz formada en un objeto con dicho avance uniforme viaja en c+v contra la dirección del movimiento del ítem, y c-v con el derrotero del mismo (7).

Vimos que un resultado nulo para el test por Michelson-Morley es consistente con la presencia de un éter estacionario sólo si suponemos que la Tierra arrastra consigo a aquél en su proximidad. Dependiendo de las conjeturas, varios especialistas proponen que la eterosfera circundante al planeta no gira en absoluto o lo hace un poco más lento que él. La evidencia experimental también es compatible con una eterosfera dinámica que rota más rápido, lo que hace que nuestro "hogar azul" gire y la lleve hacia adelante en su órbita alrededor del Sol, a tenor de las sugerencias por Wilhelm Reich. Asimismo, las dinámicas vorticulares del éter en escalas cada vez mayores podrían explicar los movimientos rotatorios y traslacionales de sistemas solares, galaxias, etc. (8).


​Referencias

1. R. Hazelett y D. Turner, The Einstein Myth and the Ives Papers, Devin-Adair Co., 1979, parte 3, p. 247-51.

2. Ibídem, parte 1, p. 87.
3. Ibídem, parte 3, p. 253-6.
4. Al Kelly, Challenging Modern Physics: Questioning Einstein’s Relativity Theories, BrownWalker Press, 2005, p. 34-71; Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, "The Sagnac and Michelson-Gale-Pearson experiments: the tribulations of general relativity with respect to rotation", Infinite Energy, 7:39, 2001, p. 32-49.

5. Challenging Modern Physics, p. 101, 107.
6. Harold Aspden, "Laser interferometry experiments on light-speed anisotropy", Physics Letters, v. 85A, 1981, p. 411-14; Harold Aspden, "Relativity and rotation", 1983.

7. Challenging Modern Physics, p. 55, 117, 122.
8. "Eterometría y gravedad: una introducción", apartado 6.


​Velocidad de la luz

Las investigaciones descritas contradicen claramente uno de los dogmas fundamentales de la relatividad estándar: que "la velocidad de la luz es igual en todas direcciones y para todos los observadores, así como independiente del movimiento de la fuente luminosa o aquél del receptor". Los resultados obtenidos por E.W. Silvertooth y S. Marinov también cuestionan esa premisa, pues midieron una irregularidad en el fenómeno que, de acuerdo a sus conclusiones, fue causada por el movimiento galáctico de la Tierra y el Sistema Solar en dirección del asterismo de Leo (1).

Además de las pruebas desfavorables a la constancia universal de la rapidez lumínica proporcionada por estos ensayos, los análisis determinaron que esa magnitud en la superficie planetaria fluctúa, y la radiación electromagnética de diversas frecuencias se mueve con aceleramientos ligeramente distintos; sin embargo, en 1972 se decretó que la velocidad de la luz se fijaría en 299.792,458 +/- 0,0012 km/s. Desde 1928 hasta 1945 se midieron coeficientes hasta 20 km/s más bajos que el actual, pero las mensuras contemporáneas que utilizan la red satelital GPS indican que cualquier cambio en dicha rapidez no puede ser mayor a 12 metros por segundo (2).

Algunos científicos sostienen que la luz es una perturbación de onda transmitida por el éter, y su velocidad de onda variaría dentro de ciertos límites de acuerdo con la densidad del medio etérico, es decir, cuanto menor sea ésta, mayor es la rapidez. La densidad del éter es proporcional a aquélla de cualquier sustancia física que ocupe el área del espacio en cuestión, y esto explica por qué en nuestro planeta la luz se ralentiza comparativamente en vidrio, agua o aire en relación al vacío. La Teosofía enseña que la aceleración luminosa sobre nuestra atmósfera es más rápida que dentro de ella (3), pues el éter que rodea la superficie terrestre es más grueso que el interplanetario o interestelar. La evidencia de que la luz "se frena" en áreas etéricas más compactas, como alrededor de grandes masas, es proporcionada por el retraso temporal medido cuando los impulsos de radar rebotan en planetas internos.

Los relativistas propusieron la existencia de partículas llamadas "taquiones" que siempre viajan más rápido que la luz. Conforme a ello, su longitud y tiempo adecuados serían guarismos imaginarios (es decir, un número que al cuadrado produce un número negativo), lo que incluiría su masa, vigor e impulso; su velocidad disminuye a medida que absorben más energía, y asimismo pueden "ir hacia atrás en el tiempo". Como es obvio, han sido infructuosos los experimentos para detectar corpúsculos con estos rasgos imbéciles.

De vuelta al mundo real, los testeos Sagnac demostraron hace mucho tiempo que son posibles aceleraciones superiores a la lumínica; además, las partículas cargadas pueden pasar a través de un medio ópticamente transparente con velocidades mayores a la luz en ese entorno, produciendo radiación Cherenkov, a su vez análoga a la onda de choque producida (estallido acústico) cuando una aeronave vuela más rápido que el sonido. No pocos investigadores argumentan que la fuerza gravitacional debe tener mayor propagación que la luz, pues de lo contrario las órbitas planetarias decaerían lenta y notablemente (4).

En ocasiones se afirma que "algo va hacia atrás en el tiempo si supera la rapidez lumínica", pero la dirección cronológica está definida por la secuencia de causa-efecto, y dado que las resultantes no podrían generar causas, es absurdo decir que "el tiempo se invierte". Si un objeto se moviera desde el punto A al B más velozmente que la luz, es cierto que los observadores en B lo verían llegar ahí antes de presenciar su salida desde A, y parecería desplazarse "en reversa". Esto se debe a que sus exámenes dependen de la luz, que no podría seguir el ritmo del objeto en cuestión, pero si las realizaran por parámetros superluminales que incluso van más rápido que ese ítem, todo volvería a parecer normal y verían que se mueve desde A hacia B. Aunque es imposible viajar literalmente al pasado o futuro, sí es factible ver por clarividencia imágenes de eventos pretéritos e impresas en la sustancia invisible de la Naturaleza, como también las "sombras" de probables hechos venideros que ya se forjan en el presente.


​Referencias

1. E.W. Silvertooth, "Motion through the ether", Electronics and Wireless World, 96, 1989, p. 437-8; E.W. Silvertooth y C.K. Whitney, "A new Michelson-Morley experiment", Physics Essays, 5:1, 1992, p. 82-9; J.P. Wesley (ed.), Progress in Space-Time Physics, Benjamin Wesley, 1987, p. 1-35; Pari Spolter, Gravitational Force of the Sun, Orb Publishing Co., 1993, p. 36-7.

2. Rupert Sheldrake, Seven Experiments that Could Change the World, Fourth Estate, 1994, p. 178-82; William R. Corliss (comp.), Mysterious Universe, Sourcebook Project, 1979, p. 690-4; Callum Coats, Living Energies, Gateway Books, 1996, p. 24-5; Tom Van Flandern, en Open Questions in Relativistic Physics, p. 81-90.

3. The Mahatma Letters to A.P. Sinnett, TUP, 2da ed., 1926, p. 166-7/TPH, ed. cron., 1993, p. 322-3.

4. Tom Van Flandern, "The speed of gravity – what the experiments say", Physics Letters A, v. 250, 1998, p. 1-11; Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, "The gravitational aether, part II: Gravitational aetherometry (7) – Antigravity lift and exotic flight (II): critical overview of theories and technologies", monografía AS3-II.9, Akronos, 2006, sección 3.


Espacio y tiempo vs. espacio-tiempo

En lo que concierne a la relatividad del espacio (o más bien distancia) y el tiempo, es cierto que el orden cronológico percibido y la duración de eventos o lapso aparente entre ellos dependen del estado de movimiento que tenga un observador en relación con esos hechos. Por ejemplo, si consideramos dos incidentes A y B (donde el primero genera y precede al segundo), es muy posible que algunos vean a ambos ocurrir simultáneamente, o incluso después de B. La ausencia de fiabilidad en nuestras percepciones se debería a que están sujetas a los datos que nos llegan a la velocidad de la luz, pero va más lejos al sostener -como hizo Einstein- que no existe una secuencia real de eventos, o que la noción de simultaneidad carece de significado. El Sistema de Posicionamiento Global prueba que todos los relojes atómicos a bordo de satélites en órbita, que se mueven a altas velocidades y diferentes direcciones, pueden sincronizarse continuamente entre sí y con todos los relojes terrestres; de este modo, no necesitamos correcciones de "paralelismo relativo" como exige la hipótesis "einsteniana" (1).

Como verdad axiomática, todo lo que acontece en cualquier parte del Universo sucede ahora; por ello, todos los hechos son simultáneos y es irrelevante que nuestros sentidos no siempre nos permiten observar instancias isocronas. En este caso, sí existe un tiempo universal o "absoluto", pero Einstein negó que pueda atribuirse un significado tal a la idea de "presente", diciendo que "para el mundo espacialmente extendido, el 'ahora' pierde su acepción objetiva" (2). Esto lleva a pensar que, en cierto modo, el tiempo se "despilega" como el espacio para que pasado, presente y futuro existan con el mismo estatus. En la teoría de relatividad estándar, la historia de un objeto se describe mediante una línea trazada en cuatro dimensiones desde el principio hasta el final de su existencia, mas la línea no llega a existir punto por punto. Si esto se toma literalmente, significaría que un cuerpo no puede considerarse ubicado en un sitio particular del espacio o el tiempo, que no existe una secuencia en tiempo real o sucesión de hechos, y el cambio evolutivo es imposible.

Siguiendo a Minkowski, Einstein fusionó espacio y tiempo en lo que sus críticos denominan "la monstruosidad llamada espacio-tiempo". En este continuo abstracto de cuatro dimensiones, el tiempo se trata como una longitud negativa, y los metros o segundos se suman para producir un "evento" (3). A cada punto de esta unidad se asignan cuatro coordenadas que según Albert "no tienen la menor importancia física y directa", afirmando que sus ecuaciones de campo -cuya derivación requiere muchas páginas de operaciones matemáticas abstractas- privan al espacio y tiempo de "la última huella de realidad objetiva". Este concepto tiene algunas características bastante extrañas: por ejemplo, se cree que si un pulso lumínico viaja desde el punto A al B, la distancia de cuatro dimensiones entre ellos es cero, ¡e independiente de qué tan separados se encuentren en el espacio!

Es innegable que cada acontecimiento debe ocupar una región espacial y advenir en determinado periodo, y bajo esa óptica, ambos parámetros están unidos. Sin embargo, esto no altera el hecho de que son aspectos muy diferentes y no intercambiables: el espacio es sustancia, o éteres dentro de otros, mientras que el tiempo es un concepto nacido del cambio/movimiento, y por lo tanto muestra una sucesión de causa-efecto. Hablando estrictamente, el tiempo no es una entidad que "fluye", ya sea de manera uniforme e independiente de todo lo demás, como sostuvo Newton, o a distintas velocidades para múltiples observadores en la visión de Einstein. Aunque el "tiempo en sí mismo" no puede acelerar ni disminuir la rapidez, los instrumentos para medir aquél pueden operar más rápido o lento bajo ciertas condiciones. Y ciertamente, nuestra conciencia del paso cronológico depende del estado de ánimo o lucidez. El tiempo y la distancia se vinculan en el sentido de que los opuestos como "rápido/lento", "grande/pequeño" o "largo/corto" no tienen un significado absoluto, y los medios o procesos utilizados para calibrar o definir unidades en aquellas magnitudes nunca pueden ser absolutamente inmutables.

El espacio infinito no puede expandirse o contraerse, ni experimentar curvamientos o deformaciones; en su lugar podría ser estacionario, si bien estrictamente no diríamos que el espacio ilimitado, en cuanto abstracción, tenga o no alguna forma de desplazamiento. En la medida que no haya nada fuera de aquél para ser relativo, entonces se denominaría como "absoluto". El destacado astrónomo y físico británico Herbert Dingle señaló que la teoría especial de relatividad, como se expuso en 1905, "se refiere a aspectos concretos y observables: relojes, instantes, duraciones, distancias y eventos; es totalmente independiente de todas las concepciones de la naturaleza del espacio y la 'eternidad'. Se trata de los nexos entre objetos apreciables en diversos 'sistemas de coordenadas'" (4). Las conclusiones "genéricas" sobre la índole de espacio y tiempo, atañentes al postulado de Einstein, son producto de especulaciones filosofastras, y tampoco se siguen de los hechos empíricos con que trata la teoría. Aunque el físico alemán rechazó los conceptos clásicos de espacio y tiempo "absolutos", en ocasiones sus ideas asumieron dicha existencia y las mezcló con el concepto mutuamente contradictorio de "espacio-tiempo curvo" (5).


​Referencias

1. Tom Van Flandern, Meta Research Bulletin, 6:4, 1997, p. 61.
2. Citado en Pari Spolter, Gravitational Force of the Sun, Orb Publishing Co., 1993, p. 22.

3. Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, "Consequences of the null result of the Michelson-Morley experiment", Infinite Energy, 7:38, 2001, p. 47-64 (p. 58-60); Gravitational Force of the Sun, p. 29-30.

4. Herbert, Science at the Crossroads, Martin Brian & O’Keeffe, 1972, p. 137.
5. Gravitational Force of the Sun, p. 34-6, 58-9.


Espacio deformado, lógica deformada

No existe evidencia real sobre la curvatura del espacio (1). Podemos hablar de líneas ondeadas, caminos y superficies en él, pero afirmar su capacidad de arquearse no tiene sentido a menos que se añada una cuarta dimensión, por lo cual esto no pasa de ser una "quimera matemática". En la teoría general de relatividad, la injerencia gravitacional no está definida como una fuerza que se propaga, sino es resultado de masas que distorsionan el "tejido del espacio-tiempo" en sus proximidades de una manera inexplicable. Por lo tanto, en lugar de ser atraída por el Sol, la Tierra seguiría el equivalente más cercano de una línea recta disponible a través del espacio-tiempo curvo alrededor de esa estrella. Del mismo modo, los objetos en nuestro planeta tendrían peso porque "el tiempo se dobla" y "el espacio adquiere deformación". Claramente, este modelo geométrico abstracto no puede etiquetarse en ningún contexto como "explicación" de la gravedad (3).

Se dice que la relatividad general aclara los siguientes aspectos:

a) El desplazamiento al rojo gravitacional: los críticos manifiestan que no hay una base creíble para decir que el cambio en la longitud de onda lumínica que emerge de un campo gravitacional sea una prueba de "dilatación del tiempo".

b) La curvatura gravitacional de la luz: la combadura de los haces, a medida que pasan por un cuerpo masivo como el Sol, de ninguna manera demuestra un continuo espacio-temporal de cuatro dimensiones que se curva en las proximidades de un objeto análogo.

c) Rotación del perihelio: se dice que la teoría de relatividad predice el avance excesivo en el perihelio de la órbita de Mercurio. Su valor se estableció anteriormente en unos 43 segundos de arco por siglo, y esta fue también la cifra calculada por Einstein, aunque sólo tras haber modificado sus ecuaciones de campo originales porque dieron el índice erróneo, pero desafortunadamente para él dicho cociente se redujo a 39,54 segundos. La mecánica celeste clásica representa el resto del movimiento absidal (aproximadamente 5.560 segundos de arco/centuria), y además la hipótesis relativista supone una curvatura uniforme del espacio alrededor de un cuerpo celeste, sin explicar por qué las órbitas planetarias son elípticas en lugar de círculos perfectos. Asimismo, esta teoría justifica sólo una sexta parte del avance en el perihelio de Marte y no da cuenta del movimiento anómalo de los nodos en Venus (4).

Estos tres fenómenos pueden explicarse con la presencia del éter, dado que la densidad en él se incrementa alrededor de ítemes grandes como estrellas y planetas. Tom Van Flandern sostiene: "Su comportamiento sigue las leyes refractivas de la luz que se mueve a través de un medio con mayor compacidad: la propagación se ralentiza, las direcciones de ésta última se pliegan y las longitudes de onda tienen desplazamiento hacia el rojo. Es por eso que (...) la luz se inclina cerca del Sol, las señales de radar enviadas a planetas reducen los tiempos de ida y vuelta, e igualmente la luz que escapa de un campo gravitacional tiene corrimiento al rojo. El modelo de refracción también puede predecir exactamente el avance del perihelio de Mercurio, como se sabe desde los tiempos de Eddington" (5).

Se ha dicho que "Einstein fue un genio al llegar a prenuncios sorprendentemente audaces y correctos por medio de teorías equivocadas" (6). En 1916 y sobre la base de su dogma referente a la rapidez lumínica constante y el espacio-tiempo curvado, dijo que la luz estelar que pasaba cerca de los bordes solares se doblaría en dos veces la cantidad establecida por Newton. Las observaciones hechas durante el eclipse de 1919 fueron aclamadas por los "albertianos" como confirmación de ello y Einstein se convirtió en celebridad mundial de un momento a otro. Ahora se admite, sin embargo, que las mensuras fueron muy inexactas para justificar tal conclusión; el propio Stephen Hawking declaró que se debieron a "pura suerte, o bien conocían el resultado que deseaban lograr" (7).

Ian McCausland comenta: "Una consecuencia desafortunada en el anuncio de este éxito [ha sido] un culto excesivo de Einstein (...). Como resultado, el mayor desprecio de la comunidad científica se reserva para quienes intentan criticar cualquier teoría relativista o sugiera alternativas, y muchas publicaciones convencionales rechazan artículos disidentes, sin hacer ninguna revisión" (8). Einstein confesaba en 1921 que "es simplemente grotesco el contraste entre el aprecio popular de mis facultades o logros, y la realidad" (9).

Herbert afirma que, si bien desde 1904 hasta 1919 el postulado relativista se atribuyó generalmente a Lorentz, "(...) llegó el clímax final con el aparente éxito en 1919 de la teoría general por Einstein, con su entonces nuevo y aterrador arsenal matemático de cálculo tensorial. Casi de la noche a la mañana, la 'relatividad según Lorentz' se convirtió en aquélla 'especial de Einstein', y los expertos la aclamaron de inmediato como tal. Los físicos establecidos (...) abandonaron sus intentos racionales de comprender todo el asunto, y consintieron pasivamente cualquier absurdo obvio que los matemáticos les presentaran. Tenían la aparente excusa de que las ecuaciones 'funcionaban'" (10).

Pari Spolter caracteriza la relatividad einsteniana como "ciencia ficción o pseudociencia (...). Las matemáticas, que constituyen el área con más progreso, deberían usarse para inspeccionar observaciones y datos experimentales, no crear una nueva ciencia física basada en ecuaciones sin base real" (11). Al Kelly añade: "La hipótesis de relatividad asumió el estatus de una religión cuyos misterios se deben creer sin cuestionar. ¿Por cuánto tiempo podrán las estupideces soslayar el sentido común?" (12).

Vimos con anterioridad que el considerando estándar es ilógico y contradictorio; interpreta la relatividad de tiempo, espacio y movimiento en una forma que niega cualquier realidad objetiva y universal detrás de nuestras observaciones imperfectas; afirma que la velocidad lumínica en nuestro mundo representa un límite y constante absolutos en toda la naturaleza universal; tampoco reconoce que el espacio debe ser infinito, como el rango de escala entre los mundos y seres que le componen, e ignora la posibilidad de niveles internos compuestos por estados no físicos de energía-materia.


Referencias

1. Pari Spolter, Gravitational Force of the Sun, Orb Publishing Co., 1993, p. 34, 58, 60, 82-3; I.W. Roxburgh, "Is space curved?", en: R. Duncan y M. Weston-Smith (eds.), The Encyclopaedia of Ignorance, Pergamon, 1977, p. 85-9.

3. Ver la serie "Gravedad y antigravedad".
4. Gravitational Force of the Sun, p. 40-67.
5. Tom Van Flandern, Dark Matter, Missing Planets & New Comets, North Atlantic Books, 1993, p. 59, 62-5.

6. R. Hazelett y D. Turner, The Einstein Myth and the Ives Papers, Devin-Adair Co., 1979, parte 1, p. 83.

7. Stephen W. Hawking, A Brief History of Time, London: Bantam Books, 1989, p. 35.

8. Ian McCausland, "Anomalies in the history of relativity", Journal of Scientific Exploration, 13:2, 1999, p. 271-90.

9. Infinite Energy, 13:2, 1999, p. 8.
10. Herbert Dingle, Science at the Crossroads, Martin Brian & O’Keeffe, 1972, p. 95.
11. Gravitational Force of the Sun, p. 98.
12. Al Kelly, Challenging Modern Physics: Questioning Einstein’s relativity theories, BrownWalker Press, 2005, p. 174.


Unificación

Einstein no consideró la relatividad general como una labor "terminada", y estaba muy consciente del contrasentido entre la teoría cuántica (con sus cuantos discontinuos) y la que lleva su nombre (de campos continuos). Pasó los últimos 40 años de vida intentando extender las nociones geométricas de relatividad para incluir vínculos electromagnéticos y amalgamar las leyes de gravitación y electromagnetismo en un concepto de "campo unificado". Muchos otros matemáticos también trabajaron en ese tema, y algunas de sus ideas introdujeron una quinta dimensión. Aunque ninguno de dichos ensayos fue exitoso, el desarrollo de una teoría unificada continúa motivando a muchos científicos contemporáneos.

El físico teórico Stephen Hawking, quien se supone era el mayor "genio" desde Einstein, profetizó que una hipótesis del Universo completamente integral "podría encontrarse a fines del siglo XX". John Gribbin, divulgador de ortodoxia científica, declaró en 1986 que se estaba cumpliendo el sueño de que algún día pudiera explicarse el origen y la evolución de la vida y el Cosmos, y así "los metafísicos se quedarían sin trabajo" (1).

Algunos estudiosos creen que la premisa de "supercuerdas" es una "etapa relevante" hacia una comprensión del todo, "buscando unir espacio, tiempo y materia, y construirlos a partir de vibraciones de bucles submicroscópicos de cuerdas invisibles [unidimensionales], que habitan un universo imaginario de diez dimensiones" (2). En esta noción, que carece de fundamento empírico, se supone que las seis magnitudes espaciales supletorias se minimizaron a "agujeros de gusano" con 10-33 cms. en diámetro. Tales ideas indican cuán surrealista, si no grotesca, puede llegar a ser la especulación desenfrenada. A tenor mordaz de algunos teósofos, ésta última y la hipótesis científica se están volviendo tan metafísicas en ciertos aspectos, que no sólo empiezan a combinarse en detalles específicos con las enseñanzas esotéricas, sino que en ocasiones realmente se cruzan y salen por la tangente.

La pretendida unificación nunca se logrará mezclando chocarrerías matemáticas con la realidad. El progreso genuino necesita un esfuerzo serio para investigar y comprender el éter, en cuanto agente unificador y subyacente a todas las manifestaciones tangibles de materia, fuerza y energía, incluyendo una serie de anomalías olvidadas. Y precisamente en 1941, un hombre llamaba la atención de Einstein...


​Referencias

1. John Gribbin, In Search of the Big Bang, Bantam Books, 1986, p. 41, 392.
2. Paul Davies y John Gribbin, The Matter Myth, Simon & Schuster/Touchstone, 1992, p. 14.


Einstein vs. Reich

Wilhelm Reich descubrió una forma universal de energía etérea no electromagnética, a la que llamó "orgón", mostrando que podía detectarse de forma óptica, térmica y electroscópica por medio de contadores de radiación en atmósfera, suelo, sistemas bióticos y el vacío. Asimismo, era susceptible de concentrarse en recintos cubiertos de metal o acumuladores de orgón (ORAC), y su almacenaje se incrementaría rodeando la caja metálica interior con varias capas alternas de conductores y aislantes.

A principios de 1941 Reich tuvo dos encuentros con Einstein para discutir su hallazgo de que la temperatura en la parte superior de un ORAC era significativamente más alta (hasta 2° C) que en el aire ambiental. Albert reaccionó diciendo que, si era reproducible, esta irregularidad sería "como una bomba en física", pues de acuerdo con la segunda ley de termodinámica, se supone que la energía térmica sólo se disipa y no hay acumulación espontánea. Reich le dejó un ORAC para realizar las mediciones por sí mismo, y una semana después escribió a Wilhelm diciendo que había confirmado la disrupción calórica. A pesar de ello y tomando el consejo de su ayudante Leopold Infeld, descartó el fenómeno como un "engaño" causado por corrientes normales de convección interior; Reich contestó llevando a cabo más pruebas al objeto de impugnar esta "explicación" trivial, pero para Einstein el problema estaba cerrado.

Durante los siguientes 60 años, el experimento no fue mencionado por físicos convencionales y varios "reichianos" lo imitaron exitosamente, pero nunca bajo condiciones de estrictez suficiente. No obstante, los canadienses Paulo y Alexandra Correa informaron de un ensayo riguroso en 2001, verificando que incluso en las condiciones más desfavorables persiste una leve anomalía térmica pero significativa, lo que apunta a la presencia de un flujo anómalo de energía no térmica (1): "De este modo, la objeción por Infeld se muestra fácil, y la indecisión de Einstein entre su entusiasmo por los argüendos de Reich y su aceptación apresurada de ese reparo, nos deja con el sentimiento de que los grandes hombres son solo ídolos de mediocres". Einstein declaró una vez que la termodinámica clásica "jamás sería derrocada", e irónicamente sí se derrumbó justo frente a sus narices, pero estaba ciego a la evidencia.

Sin embargo, mientras Einstein gozaba de fama, Reich fue perseguido y tildado de "fraude". En 1956 la Administración Federal de Alimentos y Medicinas (FDA) obtuvo una orden judicial que aseguraba la "no existencia" del orgón, mandando destruir todos los materiales con discusiones pormenorizadas sobre el asunto, e igualmente se estimulaba a desmantelar o eliminar dispositivos relacionados. La FDA incineró todos los libros de Reich que mencionaban el orgón, tal como los nazis hicieron con sus obras en la década de 1930. Wilhelm luego fue encarcelado por desobediencia a la corte y murió en prisión durante 1957, al tiempo que dicha organización continuó haciendo desaparecer sus textos hasta principios de los años sesenta.


Referencias

1. Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, "The reproducible thermal anomaly of the Reich-Einstein experiment under limit conditions", Infinite Energy, 7:37, 2001, p. 12-21; Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, "The thermal anomaly in ORACs and the Reich-Einstein experiment: implications for blackbody theory", monografía ABRI S2-05, aetherometry.com.


La ciencia del futuro

Sobre la base del trabajo experimental y pionero de Reich, los Correa desarrollaron un modelo minucioso para el éter dinámico, y también aplicaciones tecnológicas como sus reactores patentados de generación eléctrica mediante descarga anormal e incandescente por pulso (PAGD), y su motor etérico autosustentable que incluso puede funcionar extrayendo bioenergía directamente desde el cuerpo humano. Al igual que otros estudiosos, demostraron que la gravedad puede controlarse por medios electromagnéticos.

Eugene Mallove fue testigo de ello y examinó algunos inventos destacados de los Correa: "(...) esto no es mucho más de lo que afirman los físicos convencionales cuando hablan de 'materia/energía oscura', 'quintaesencia cósmica' o similares, que comprenden la mayor parte del Universo. La principal diferencia es que los Correa proporcionan testeos concretos, susceptibles de falsificación e in situ para apoyar sus conjeturas. En la tradición de los famosos experimentos gedanken [pensamiento] de Einstein que retrasaron tanto la física, hoy sus especuladores ortodoxos de 'teorías integrales' construyen nociones matemáticas cada vez más cercanas al esoterismo (por ejemplo, las célebres 'cuerdas'), de las cuales casi ninguna se puede comprobar con experimentos" (1).

Desde la segunda mitad del siglo XIX, muchos investigadores han venido desarrollando aparatos de "energía libre" en un tipo u otro (2). Mientras algunos buscan una explicación en el éter, otros prefieren sendas menos radicales como el "campo de punto cero electromagnético" (ZPF) o la "energía de vacío" postulada en la hipótesis cuántica. Sin embargo, el ZPF no puede explicar las anomalías detectadas por los Correa y otros, señalando así a un continuo subcuántico de energía no electromagnética.

Una vez que los científicos logren dejar su apego por abstracciones matemáticas irracionales, el estudio del éter los mantendrá ocupados durante muchos milenios, pero al contrario de lo que creen ciertos especialistas en ese nuevo ámbito, incluso el éter de la física no es el "nivel inferior" de realidad, sino un puente hacia reinos más profundos de sustancia espiritual.


​Referencias

1. Eugene F. Mallove, "Aether science and technology", Infinite Energy, 7:39, 2001, p. 6-11.

2. Keith Tutt, The Search for Free Energy: A scientific tale of jealousy, genius and electricity, Simon & Schuster, 2001; Jeane Manning, The Coming Energy Revolution: The search for free energy, Avery, 1996; "The energy future", sección 7, davidpratt.info.