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12 de diciembre de 2022

La despreciable politización del trabajo "teosófico"

Despicable Politicisation in "Theosophical" Work

"An image is worth a thousand words"/"Una imagen vale más que mil palabras".

Part 1 (ultindia.org/blavatskytheosophy.com)





The failed dream of "DEMO-PUTRESCENCE"/"SECTARIAN COLLECTIVISM", for some.../El sueño fallido de la "DEMOPUTRIDEZ"/el "COLECTIVISMO SECTARIO" para algunos...


(Deleted from website, for fear of what people may say?/Eliminado del sitio, ¿por miedo al "qué dirán"?).

It is appropriate to say that the author of this webpage is a regular ULT member./Cabe señalar que el autor de este sitio es miembro permanente de la Logia Unida.


Part 2 (davidpratt.info/helenablavatsky.org)






... and the failed dream of "PERVERTAUTOCRACY"/SECTARIAN INDIVIDUALISM", for others./...y el sueño fallido de la "DEPRAVAUTOCRACIA"/el "INDIVIDUALISMO SECTARIO" para otros.

"DOGMATIC AND MANIPULATIVE PEOPLE ARE SURE THEY'RE RIGHT, BEFORE MAKING CERTAIN THAT THEY'RE SURE"/
"LOS DOGMÁTICOS Y MANIPULADORES ESTÁN CONVENCIDOS DE TENER LA RAZÓN, ANTES DE COMPROBAR QUE ESTÁN SEGUROS".


APÉNDICE (enero 2023)

Como era de esperar, tras esta publicación he leído una serie de observaciones caprichosas en otras partes, llamando a la "prudencia" y "tener la bondad (!!!) de informarse antes de hablar". Definitivamente, la ignorancia y mitomanía en algunos no tienen límites. Por las pruebas incluidas, no hay excusas para continuar fingiendo: que la discusión política esté ausente en seminarios, charlas o clases de la L.U.T. -o cualquier grupo de Teosofía- no significa que exista rienda suelta para hacerlo en sitios de internet o revistas asociadas, aún teniendo bastante tiempo para decidir lo contrario si tuvieran el suficiente RECATO.

Es imposible comprender tanta negación descarada y psicótica de la realidad, y que nadie más la cuestione abiertamente. Esos "teósofos" sinvergüenzas, ¿tienen que comprar neuronas en el mercado negro para aprender a separar la Teosofía de sus proclividades políticas en internet? Esos anteojerómanos, ¿tendrán el atrevimiento dogmático de prohibir la crítica social en aras de su inmadurez y condicionamiento crónico? No me extrañaría, en todo caso, proviniendo de incendiarios politizados que manosean corazones con propósitos "espirituales". Por lo demás, insto encarecidamente a cuidarnos de los "guardiane$ de la última palabra" que no controlan sus pensamientos ni emociones, convirtiéndose en un peligro mediático para sí mismos y otros, hasta que su propia casa de hipocre$ía pseudo-devocional se carbonice por completo, y cuando menos se lo esperan.

Mientras la información relacionada y expuesta aquí no sea desmentida con argüendos -y si tampoco hay enmendaturas o explicaciones públicas por TODAS las partes sobre esta gravísima conducta-, NO habrá modificación ni retirada de los artículos que tanto incomodan a los tergiversadores delicaditos de piel que inventan coartadas irrisorias, y encima posponen el trabajo de asimilar la Doctrina pues les resulta más fácil HACER TEATRO y MIRAR POR LA BOCA. Increíblemente, muchos de los que pudiendo utilizar traducción automatizada para corroborar la presente denuncia permanecen en un inexplicable silencio.

Ah, y paso el dato: me contó un pajarito que existen cupos sobrantes en la Academia Sentido Común para aprender estrategias de descondicionamiento politicucho, fraternalismo imparcial y a tener las gónadas bien puestas para decir "esto es lo que enseña la Teosofía y no nos interesan los 'pa$torcito$' $ubnormale$ de la 'opinión pública' y la desgracia ajena". ¡Y también tiene descuentos por quienes compran sus primeros gramos de cacumen! Si tienen la necesidad, que empiecen descartando el orgullo, el miedo o los prejuicios y llamen hoy para reservar su sesión terapéutica.

"Los fanáticos siempre asombran por la cantidad de cosas 
que nunca aprenden de la experiencia" 
(anónimo).

"El necio considera falso
todo lo que es incapaz de entender"
(Tomás de Aquino).

A.I.T.

18 de marzo de 2022

Felizología inmoral: la eterna pandemia del egoísmo


En pleno siglo XXI, pareciera ser que a mayor acceso a determinados conocimientos esotéricos o psicológicos, más son los vanidosos dispuestos a manosearlos con el propósito de mostrar su “fortaleza” y “resiliencia” a costa de “no importa quién”, como dicen los franceses. Hoy planteamos una serie de cuestionamientos relacionados con la nueva farandulería del “pensamiento positivo” y cómo se tejen peligrosas relaciones entre éste y ciertas ideologías que nos merecen varias sospechas.

Esta idea de la programación intelectual con finalidad de alcanzar metas personales inunda muchas páginas electrónicas y prácticamente todos los medios de comunicación, aunque como señalamos en “La magia negra y su lavado de imagen” el concepto es muy antiguo. Seguramente varios lectores estarán familiarizados con obras tales como “El Secreto”, el “Kybalión” u otras donde el tema se aborda con cierta exhaustividad.

Con todo, quien suscribe y muchos individuos de pensamiento crítico expresamos serios desacuerdos con la sobreimportancia que se otorga a las técnicas mentales utilizadas para tales efectos, pues la experiencia suele indicar que no todo en la vida está sujeto a la “actitud” o “sintonizar estados emocionales al pensamiento positivo”, y las razones son como siguen:

01. Si un teósofo da verdadera relevancia a las enseñanzas sobre el estrecho vínculo entre pensamientos-elementales y su estricta influencia kármica, debemos convenir en que no todos los humanos de este planeta producen “buenas” emanaciones mentales para mejorar sus condiciones de vida. En particular, la corrupción del sistema imperante viene estimulando hace rato una plétora de efluvios psíquicos o actitudes destinados a reforzar la competitividad desleal (lo que a su vez, y como hemos dicho hasta el cansancio, representa magia negra encaminada a intereses egoístas), ya sea de modo consciente o inconsciente, y aceptado en sociedad como un proceso “normal”.

De esta manera -y aquí vamos a pisar más de un callo-, no existe tal cosa como la “magia gris”, ni siquiera la posibilidad de combinar aspectos espirituales y materiales a la vez (modalidad “50-50”), porque eso implicaría tener una “vida perfecta”, y convengamos además que en la humanidad no existe equilibrio en una gran cantidad de ámbitos. La “escala de matices” tal vez pueda aplicarse a los resultados en el plano físico (buenos, regulares o malos), no así a los móviles subyacentes. No se puede servir a dos maestros al mismo tiempo, y eso se torna evidente si consideramos estos puntos:

a) El pensamiento es energía, y parafraseando a Lavoisier, “nada se crea ni se destruye, sólo se transforma”. La física cuántica, a pesar de sus innumerables lagunas conceptuales, ha podido establecer la presencia de energías que constituyen materia muchísimo más sutil, empezando por el éter, y con ello se demuestra que este mundo densamente burdo no es lo único que tenemos a disposición y cambia constantemente, para desgracia de quienes se aferran a sus espejismos o no quieren reconocerlos como tales. En consecuencia, todos debemos elegir entre dar prioridad a lo espiritual o lo físico, y eso está determinado por la intención, el discernimiento y la experiencia de vida que se desplieguen para tomar decisiones. Tampoco toda la gente está debidamente informada sobre los riesgos ocultos de idolatrar el materialismo psicológico, pues hoy la creencia común y laxa es que “la materia dura o las sensaciones son todo lo que existen”; por esto, en muchos casos el pensamiento positivo es únicamente una excusa para perpetuar el egoísmo en detrimento de un equilibrio entre el bienestar individual y colectivo.

b) Examimemos un poco más de cerca el sofisma de que “se puede tener todo en la vida”, acudiendo a una pregunta pisacallos: "En las regiones del globo asoladas por corrupción exitista y miseria material o cultural, ¿es la riqueza sinónimo de honradez?Wikipedia define esta virtud como sinónimo de “honestidad” y también un “adjetivo con los significados de ‘decente’, ‘decoroso’, ‘recatado’, ‘pudoroso’, ‘razonable’, ‘justo’, ‘probo’ y ‘recto’”. Así, un filántropo rico (ya sea ostentoso o bien finja su humildad) no necesariamente es honesto, pues si no abandona su estatus, privilegios o admiración sociales no está siendo justo ni razonable con su peculio (p. ej., pudiendo guardar sólo el caudal necesario para ahorros en épocas de crisis, adquirir lo indispensable para vivir con decencia, algo de ocio y repartir el resto en obras benéficas).

b.1) Hay otra noción interesante en la misma enciclopedia virtual, cuando refiere a las enseñanzas de Confucio: “La virtud se basa en la armonía con los demás, y en la aceptación de que en algún momento de nuestras vidas todos estamos a merced de otras personas. La honestidad consiste, por lo tanto, en ponerse en el lugar hipotético de la propia vida futura, aquélla de las generaciones pasadas y venideras, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el honor o la reputación de la familia”. Esto recuerda mucho a lo escrito por San Agustín sobre la creación de imperios y patrimonios personales en la historia antigua: “Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala? Y estas bandas, ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos: abiertamente se autodenomina ‘reino’, título que a todas luces le confiere, no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda finura y profundidad le respondió al célebre Alejandro Magno un pirata caído prisionero. El rey en persona le preguntó: ‘¿Qué te parece tener el mar sometido a pillaje?’ ‘Lo mismo que a ti -respondió-, tener el mundo entero. Sólo que a mí, como trabajo con una ruin galera, me llaman bandido, y a ti, como lo haces con toda una flota, te llaman emperador’” (De Civitate Dei, IV, 4).

Lo anterior sigue siendo válido hoy, especialmente en política y todos sus sectores (de extremo a extremo), en mayor o menor medida según el caso. Y con esto surgen otras inquietudes: ¿Cuántas familias de alcurnia están conscientes de su historia genealógica, y trabajan hoy para dar un uso ético a sus herencias? Por lo demás, hay un proverbio inglés muy ilustrativo que revela hasta cierto punto la obscenidad de "magnetizar bonanza" sin antes trabajar en un autoanálisis valórico: "El dinero requiere tres condiciones: saber ganarlo, saber gastarlo y saber despreciarlo". Pregúntese cuántas personas en el mundo tienen el CRITERIO para adquirir y administrar sus bienes/ganancias o vivir en armonía consigo mismas y su entorno. En su libro "Sonríe o Muere", Barbara Ehrenreich sostiene que la moda del "pensamiento positivo" es fundamental en el sistema capitalista y fue utilizada también con profusión en la U.R.S.S., como asimismo en la China contemporánea, donde según varios medios de prensa hay casos de trabajadores que son obligados a autoagredirse por no cumplir metas comerciales. 

Qué, ¿ya le empieza a temblar la barbilla? Un comunista ferviente y de clase alta que financia actividades políticas afines y no abdica de sus privilegios, ¿está abogando en realidad por su ideario? Un capitalista entusiasmado que no perdona "fracasos" o "negatividad improductiva" entre sus trabajadores, ¿podrá dormir tranquilo cultivando esa actitud? Por el lado del socialismo, ¿acaso la mayoría de sus afanosos adherentes está comprometida con una reforma ética al Estado con objeto de garantizar la mayor probidad gubernativa posible? Un anhelante anti-gobierno que promulga la repartición desatada de bienes o el libre mercado más salvaje, ¿reconocerá al menos que no toda la gente tiene la madurez para habérselas con su dinero o posesiones (si es que comprende mínimamente la palabra)? ¿Prefiere acaso pasar bochorno dirigencial o sufrir tormentos a manos de otros (como observaba San Agustín) en el caso que se materialice su ideología?

Se lo explico de otra forma por si no capta: piense que va a adquirir una entrada al cine si lo imagina 30 minutos antes, en un horario de alta afluencia. Visualice un local para que le vendan el boleto media hora antes. Ahora encamínese al lugar elegido. ¿Consiguió cumplir su deseo? ¿Qué pasaría si 10 personas hicieran lo mismo a la vez? El Universo tendría que negarle 10 entradas a otros espectadores para que otros 10 ingresen al cine. ¿Y si fueran 100? ¿Y si 1000 clientes hicieran lo mismo a igual hora? ¿Encuentra usted que eso es aceptable? Aplique luego este problema a las grandes "revoluciones" (de la ideología que sea), sígales el rastro histórico y examine cuánto de "bueno", "ético" y "razonable" han legado a las generaciones posteriores. 

Retomando entonces el tema central, ¿están todos esos personajes “sintonizados” con la sensatez y necesidad de crear equilibrio en la humanidad y hacer que el “pensamiento positivo” tenga más trasfondo? Ya conocemos la respuesta de sobra, coreada a gritos por quienes tenemos el calvario de vivir en países corruptos. Después de todo, hasta los policías y criminólogos experimentados tienen mucho que enseñar, si sopesamos los casos horrendos donde tanto ricos como pobres canallas no escatimaron en medios -y con planes perfectamente concebidos- para satisfacer sus ambiciones y celos demoníacos. Veamos si prevalece el materialismo séptico que mueve a muchos felideólogos, muy expertos ellos en hacerse las moscamuertas para atraer felices reclutas, llenar felices billeteras y producir un mundo donde todos seamos felices a costa de lo que sea...

[Nota de escarmiento: aquí dos ejemplificantes "cazadores de prosperidad": un miembro del Opus Dei que no controló su celopatía, y un carnicero insatisfecho con meterse a la política.

"No pienses livianamente del mal, ni digas 'esto no me va a pasar'. Incluso un pote de agua se llena por la caída constante de gotas, y así un tonto puede llenarse de maldad si la acumula poco a poco (Dhammapada, verso 121).

Es consolador observar cuántos ideólogos afiebrados y sonrisofistas arbitrarios se están poniendo la soga al cuello sin darse cuenta. Porque, si esto pasa en la vida real, ¡mejor ni pensar en qué andan metidos allá arriba esos ídolos de barro!...]. 

02. El artículo “Mediocridad y ética” describe a grandes rasgos el fenómeno del desempleo, que en el ámbito profesional suele “subsanarse” con el favoritismo/nepotismo ruin y calculado de ciertas “autoridades” y los mediocres-zombi adoctrinados en dicha moda. En muchas naciones el problema del desempleo es estructural (reléase el apartado anterior), y no tiene nada que ver con el “pensamiento afirmativo/negativo”. No son pocos los filósofos o autores imparciales que protestan contra el carácter desalmado e inmoral de culpar sólo al ciudadano común por sus situaciones desventajosas, e incluso de la corrupción que produce carestía de trabajos. Nuevamente, no todos están “sintonizados” con objetivos nobles y honestos para producir “felices querubines de prosperidad”, y así seguirán manifestándose confrontaciones y resultados contradictorios mientras persista la carencia de bases éticas.

De acuerdo con las vivencias de muchos cesantes ilustrados, hay cada vez una mayor repulsión hacia la “sana costumbre” de tener más contactos laborales que un político, y creando con ello redes elitistas para acceder a trabajos decentes; se sabe incluso que, en los últimos años, respecto a muchas carreras universitarias humanistas -y con bajo porcentaje de contrato en el mercado- hay “distinguidos profesores” que recomiendan a sus alumnos principiantes/terminales no seguir los estudios debido a los incrementos de paro laboral (¡como si ellos dieran el ejemplo de renunciar a ser cómplices pasivos o activos!). En consecuencia, la estafa es doble: dinero perdido por nada (dando paso a eternas deudas) y el mérito profesional no tiene peso alguno. Tenemos así enormes diferencias entre países ricos y subdesarrollados en esta materia, estableciendo años-luz de diferencia sobre la igualdad de oportunidades… y el “pensamiento positivo”, claro está.

03. Siguiendo con lo anterior, el hecho de tener trabajo -según las capacidades y méritos individuales- es un derecho, y no un antojo ni privilegio. Lo dicen muy claro las Constituciones nacionales y la Declaración Universal de Derechos Humanos (“ninguna persona será excluida de la posibilidad de trabajar por razones que no sean su decoro e idoneidad personal y valórica”, o acápites por el estilo). Por ello y para alguien que alberga intenciones decentes de ganarse la vida, es el colmo de la humillación aplicar técnicas de “atracción mental” y forzar las circunstancias para obtener dinero honradamente, además de sufrir discriminaciones arbitrarias por edad, género, raza o experiencia laboral. Es más: ¿por qué cree usted que hay tanto charlatán ofreciendo “métodos mágicos” con miras a “resultados positivos más rápidos” al buscar empleo? ¿Es "casual" la programación de idearios o "religiones" en determinados grupos, diseñada a fin de reclutar nuevos zombies, proteger avaricias o jerarquías despóticas? ¿Tal vez -y como vimos que el pensamiento es energía- con eso nos están dando razón de que primero hay que contrarrestar infinidad de pensamientos egoístas en la Luz Astral antes de ver efectos en el plano físico?

04. Continuando con la advertencia de los videos anteriores, es muy cuestionable que los felizólogos de moda o la gente común tengan un concepto decente o correcto de “felicidad” cuando ésta se lleva a efecto con fines materiales. ¿Cuántas personas capacitadas y ejemplares existen para juzgar las aspiraciones de alguien como “elevadas”, “mediocres” o “malas”, siendo que la actual confusión de castas muestra la existencia de individuos pobres o ricos que son verdaderos ángeles o demonios en su fuero interno? Mediante sus reprimendas y cavilaciones, Helena Blavatsky consignaba que la “supervivencia del más apto” está completamente malentendida, y ahora se aclama a los mentirosos seductores, prepotentes, manipuladores, fanáticos, avaros, sediciosos y subjetivistas histéricos a guisa de nuevos “gurúes”, y con lo cual podríamos llamar a esta tendencia como “cultura de la vejación”, donde la guerra psicológica del capricho personal es imitada con gran alegría por indigentes de alma (¡otra vez el “pensamiento positivo” pariendo a quienes no merecen fortuna!). Por esta razón muchos “sátrapas de la felicidad” se esfuerzan por convertir a personas en objetos para cumplir “MIS deseos”, “MI estabilidad”, “MI fama” o “MI prosperidad”, perpetuando más insatisfacción, consumo irresponsable, hedonismo, enfrentamientos, inequidad, etc.

Como ya señalamos, el equilibrio no es una característica de la especie humana en su conjunto. La cultura materialista del “pensamiento positivo” apunta en realidad a “felicitar el mal” en vez de propiciarse una búsqueda de sus orígenes reales e implicaciones en nuestras vidas para determinar responsabilidades inequívocas. Sobra decir que este artículo no promueve de ninguna manera el pesimismo o la depresión, sino un realismo cimentado firmemente en valores éticos, y es así como su ausencia -o desprecio- explica la total falta de empatía en un grupo no despreciable de felizólogos hacia el infortunio de alguien. Y ojalá sólo la cantidad fuera lo despreciable, si pensamos en toda la suciedad que ocultan...

Bertrand Russell señaló: "Un optimista es un imbécil simpático, y un pesimista un idiota antipático, porque ninguno de ambos sabe lo que va a pasar”. ¿Se estaba refiriendo indirectamente a la Ley de Karma con esto? O parafraseando a Schopenhauer, nadie debe ni tiene el derecho de tomar su ignorancia por los límites del mundo. Siempre es necesario, fraternal y bienvenido brindar ánimos a una persona que lo pasa mal, pero es estúpido y ofensivo ayudarla diciendo o insinuando constantemente “mira qué bien me va”. El carrusel kármico puede dar enormes giros, ¿o no, don Confucio? O usted, don Coronavirus, ¿a cuántos “resilientes” y “japi-pipol” pseudoespirituales, desdeñosos y pervertidos está poniendo a prueba? Que le vaya MUY bien en su cometido, ¿eh? 😉.


APÉNDICE
Lo bueno de la depresión
 
Por Christian Cristi, revista El Guardián de la Salud (Santiago de Chile, nº 103, noviembre 2012/párrafos seleccionados y leves cambios lingüísticos; énfasis añadidos).

La depresión no es una enfermedad del cerebro. Y en este artículo quiero proponer, controversialmente, que ella puede ser algo bueno para nosotros. Todo esto surge cuando leí “El Significado de la Locura” por el psiquiatra y filósofo Neel Burton (Universidad de Oxford) y con el cual concuerdo. La depresión es algo ambigua, y hay muchas diferencias culturales y geográficas que marcan el surgimiento o la casi inexistencia de ella. La determinan en gran medida factores socioculturales en lugar de aspectos biológicos.

En los pueblos originarios del mundo, la angustia se entiende como un indicador para prestar atención a los problemas importantes de la vida y nada más. Antes que llegaran los occidentales a Japón, entre los nipones no había una palabra para definir “depresión”, y aún hoy existen culturas que no la conocen -como esquimales y punjabis-; es más, algunas mujeres de esos pueblos reaccionan confundidas cuando tras dar a luz en un hospital de ciudad se las deriva a un psicólogo para tratar una “presunta depresión post-parto”.

En las sociedades modernas, las personas hablan de la depresión como si fuera tan común como un resfrío, y por lo tanto son más susceptibles a interpretar cualquier tipo de estrés o angustia como “depresión”, e incluso a veces buscan que se les diagnostique con una modalidad de aquélla. Fijándose en esto, la mayoría de empresas farmacológicas, “gurús” emocionales y expertos en salud mental promueven la idea de la “felicidad” como un estado "natural" y "predeterminado", mientras consideran el estrés y la angustia como “trastornos”.

Por supuesto, el hecho de clasificar la depresión como patología tiene su uso en hospitales psiquiátricos y respecto a casos severos, pero NO ES el tipo de concepto que debiera emplearse en muchos otros de menor duración. Además, en un mundo como el actual, con una sociedad cada vez más individualista donde estamos más rodeados de gente pero en soledad, y corriendo de un lugar a otro, ¿quién no se va a sentir angustiado o estresado más de alguna vez? (…).

Todos nacemos con ciertas situaciones o ambientes que pueden hacernos más o menos susceptibles a una depresión, estados de ansiedad o leve tristeza. A estas condiciones les llamaremos pre-liberación, o el nivel previo a encontrar una salida que produce nuestra inteligencia (…) En ocasiones nos distraemos tanto por la vida diaria que ni siquiera tomamos en cuenta esas señales y perdemos de vista nuestro propósito de vida. Es en estos momentos que abandonamos los pensamientos positivos y necesitamos más ayuda para crear un plan que nos permita sacar a relucir lo mejor de nosotros. Quizá lo mejor sería un retiro o aislamiento de lo cotidiano, del bullicio o todo estímulo que nos cause estrés, y con la asistencia de supervisión experta, comenzar a construir un nuevo entendimiento de nosotros mismos y la existencia, encontrando así en este desafío al ser que realmente representamos y la respuesta a la inquietud “de dónde venimos”. Somos seres sociables, y darnos un espacio de reflexión permite re-evaluar nuestras relaciones para acercarnos con mayor sentido de pertenencia, compasión y amor, como han hecho las personas más creativas del mundo.

Los individuos con estado depresivo o de pre-liberación son catalogadas frecuentemente como “fracasadas” o “perdedoras”. Nada puede estar más lejos de la realidad, porque si ellas experimentan esa condición es porque han intentado con todas sus fuerzas [o recursos] salir de una determinada situación, y al no poder hacerlo han caído en esta suerte de “pozo negro”.

En otras palabras, el mundo no es lo suficientemente bueno para estos individuos e intentan cambiarlo (…) querían ser mejores ciudadanos y también transformar a otros para bien. Llámeles como quiera, pero ellos son los que por lo general dictan los estándares que persigue el resto de nosotros. Podrían haber ignorado toda necesidad de cambio, pero no fue así, y a diferencia de la mayoría, tuvieron la fortaleza moral y la honestidad de admitir que algo no funcionaba bien en esta sociedad. De este modo y en lugar de tratarlos como “perdedores”, veámosles como valientes y sinceros. Como decía Michael Proust: “La felicidad puede ser conveniente para el cuerpo, pero es la pena lo que desarrolla la fortaleza mental”.

************

"Vivimos en una atmósfera de tristeza y desesperación, pero esto se debe a que nuestros ojos están abatidos y clavados en la tierra, con todas sus manifestaciones físicas y groseramente materiales. Si, en lugar de eso, la persona que se halla en su viaje existencial mirara dentro de sí mismo (no hacia el cielo, que no es sino una metáfora) y centrara su punto de observación en su aspecto interior, pronto escaparía de las vueltas en el gran carrusel de la ilusión. Entonces, desde la cuna hasta la tumba, su vida sería soportable y digna de continuarse, incluso en sus peores etapas"
(Helena Blavatsky).

Aquila in Terris

1 de marzo de 2022

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (3 de 3)


Por Alexandre Moryason 

Contenidos:
 
05. Guénon y el budismo esotérico
06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon


05. Guénon y el budismo esotérico

Puede ser conveniente recordar que, si los orientalistas de formación occidental (nada interesados en probar que Madame Blavatsky tenía razón o no) confirman la presentación de esta última sobre una noción clave, varios representantes autóctonos también lo han hecho sin ambigüedades para la Doctrina teosófica en su totalidad. Esta observación no es inútil si se recuerda en qué términos Guénon pretendía pronunciar un juicio final sobre la Teosofía y su iniciadora:

“En cuanto a las doctrinas estrictamente orientales, Blavatsky sabía del brahmanismo e incluso del budismo sólo lo que todo el mundo puede conocer de ellas, e incluso la autora no entendía mucho de esas religiones, como lo prueban las teorías que les achaca y también los contrasentidos que comete en cada momento en términos sánscritos (…) Añadiremos una palabra más sobre los textos tibetanos supuestamente muy secretos que Blavatsky ha citado en sus obras, en particular las famosas Estrofas de Dzyan, incorporadas en la Doctrina Secreta y la Voz del Silencio. Esos textos contienen muchos pasajes que obviamente están 'interpolados' o incluso se inventan desde cero, y otros que al menos han sido 'arreglados' para acomodarlos a las ideas teósofas; en cuanto a sus partes auténticas, simplemente están tomadas de una traducción sobre fragmentos del Kandjur y Tandjur, publicada hacia 1836 en el vigésimo volumen de Asiatic Researches of Calcutta por Alexandre Csoma De Körös” (1) (Théosophisme, p. 96-97).

(1) El erudito húngaro Alexandre Csoma de Körös, autor de un diccionario y gramática del tibetano clásico, es fundador de los estudios tibetanos en Europa. Su trabajo fue continuado por Philippe-Édouard Foucaux (1811-1894), el primer tibetólogo francés (nota añadida por nosotros y no pertenece al texto de Guénon).

Aquí tenemos la cuestión para las fuentes de la Doctrina misma: UNA “IMPOSTURA”… Para desgracia de René, ésta no era la opinión del Lama Kasi Dawa Samdup. Erudito e iniciado de la escuela Kargyutpa del “budismo del norte”, Samdup dictó en particular las explicaciones y notas dadas en la introducción a la primera publicación occidental del Bardo Thôdol. Este "Libro Tibetano de los Muertos", como se le ha llamado de forma algo incorrecta, es una de las obras sagradas y fundamentales del budismo Mahayana o camino del "Gran Vehículo" (en oposición a la vía Hinnayana o “pequeña perfección”, propuesta más particularmente por los budistas sureños). El doctor W.Y. Evans-Wentz, editor y co-traductor, agradece a Lama Samdup una valiosa asistencia en la incorporación de esta doctrina y especifica que esa ayuda respondió al deseo del propio Gurú (Maestro) del Lama, quien a su vez deseaba que su escuela no viera su pensamiento irremediablemente distorsionado por una primera transcripción errónea al inglés. Por lo tanto, el texto se presenta de la siguiente manera: Bardo-Thôdol-El Libro Tibetano de los Muertos, o experiencias posteriores a la muerte en el plano del Bardo-Según la versión en inglés de Lama Kasi Dawa Samdup, editada por Walter Yeeling Evans-Wentz, M.A., D. Litt., B.S.C. del Jesus College, Oxford (traducción al francés de Marguerite La Fuente, prefacio de M.J. Bacot, seguido de Carl Gustave Jung (2), comentario psicológico del Bardo-Thodol, París: Librairie d'Amérique et d'Orient-Adrien Maisonneuve, 1933).

(2) “El Bardo-Thodol es un libro cuya función es enseñar (…) No creo que haya mejores vías para saldar mi deuda con los dos primeros traductores del Bardo-Thodol -el difunto Lama Kazi Dawa-Samdup y el señor Evans-Wentz- ni agradecerles, que tratar de facilitar a la mente occidental la comprensión de las ideas y la grandiosa problemática de esta obra, a través de un comentario psicológico (…) Estoy seguro de que todos quienes exploren este libro con la mente abierta y se dejen imbuir por él sin previo aviso, lo encontrarán enriquecido” (extracto del prefacio por Carl Gustav Jung).

[N.del T.: Por lo que trasunta de estas glosas, ni Moryason ni Jung demuestran familiaridad con las enseñanzas originales de Teosofía, ni con las grandes distinciones entre ésta y muchas referencias al budismo tibetano -en especial el Bardo-Thôdol-, las cuales se explican con más detalle en el artículo homónimo y la serie “Gelugpas, Tantra y Dalai-Lamas”]. 

En la introducción a este trabajo y concerniente a las obras de Blavatsky y su enseñanza, encontramos la siguiente observación en una nota de Evans-Wentz, de la cual parece aconsejable otorgar aquí una cita más extensa:

“Con respecto al significado esotérico de los cuarenta y nueve días del Bardo, compárese: La Doctrina Secreta, por H.P. Blavatsky, Londres, 1888, p. 238, 411, 617, 627-628. Lama Kasi Dawa Samdup consideró, a pesar de las críticas dirigidas a sus obras, que indudablemente Blavatsky debe haber recibido una elevada educación lamaica, como ella afirmó” (op. cit., nota 1, p. 6, énfasis añadido).

Walter Yeeling Evans-Wentz (1878-1965), a la usanza tibetana y sosteniendo una copia del Bardo-Thôdol, frente al monasterio Ghoom en Darjeeling (1955).  

Las partes de la Doctrina Secreta a que se hace referencia son los conceptos séptuples de Globos-Cadenas Planetarios y Razas Humanas, cuya reseña muestra la contribución más original de la Teosofía a la Metafísica, cimentando así la idea de evolución cósmica de la Conciencia. Sin embargo, esta presentación fue juzgada por Guénon y otros como “fruto de la imaginación de Blavatsky”, mezclada con “un revoltijo superficial de doctrinas hindúes bastardas y mal asimiladas”. Para el escritor francés, el concepto mismo de "evolución" es absolutamente ajeno a cualquier doctrina oriental (incluso la del budismo, que él no conoce). ¡Y estos desarrollos "evolutivos" serían sólo un préstamo de Blavatsky sobre las doctrinas darwinistas! Evans-Wentz, por su parte, añade una precisión que confirma a H.P.B. en sus declaraciones de haber tenido acceso a una Doctrina desconocida para los orientalistas, cuando ningún occidental había viajado aún al Tíbet:

“De igual modo, el budismo del norte -cuyo simbolismo sigue muy vivo- ha sido condenado por su contraparte sureña por su reclamo de ser ‘guardián de la Doctrina esotérica’, transmitida oralmente de generación en generación por los iniciados del Buda”.

Y agrega: “Los lamas admiten que los Ti-Pitaka (los 'Tres Cestos de la Ley') son, como dicen los budistas del sur, las palabras escritas de la doctrina de los antiguos o Thera Vâda; pero aseveran que los Pitakas no contienen todas las Palabras y carecen de muchas enseñanzas yóguicas del Buda, transmitidas esotéricamente hasta hoy. El budismo esotérico, como se le ha llamado de forma correcta o equívoca, semeja haberse transmitido principalmente ‘de boca en boca’ y siguiendo doctrinas de este tipo, según una regla oral y establecida de Guru a Shishya [discípulo]” (op. cit., p. 4).

Podemos comparar este conjunto con la siguiente afirmación guénoniana, cuyo aplomo de incompetencia debemos admirar aquí nuevamente:

“De hecho, lo cierto es que jamás hubo ningún 'budismo esotérico' genuino; si uno quiere encontrar el esoterismo, este no es el lugar porque en sus orígenes el budismo fue esencialmente una doctrina popular que sirvió de soporte teórico a un movimiento social de tendencia igualitaria” (Théosophisme, p. 105).

Sin comentarios… excepto, quizás, para observar que es bastante agradable ver que la mala fe o la ignorancia llevan a tal autor a dedicarse al análisis revisionista. Pero, ¿qué no haría Guénon para salvar una tradición “tan noble” como la de los brahmanes quemadores de viudas, o la alteración neoespiritista (que aquí es el registro del budismo)? ¿Quién podría en este período de entreguerras -pero tan fértil en ideas “elitistas”- entender la “verdadera Tradición”, salvo él? Sostenemos que la habilidad improvisada por el sesgo se opone a aquélla mucho más confiable de un auténtico representante de la tradición Kargyudpa, así como del eminente tibetólogo W.Y. Evans-Wentz. También y en tiempos recientes, el doctor D.T. Suzuki -representante del budismo Zen- confirmó esta evaluación:

“La Voz del Silencio es la verdadera Doctrina Mahâyanâ. No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto más profundo de dichas enseñanzas y luego reveló lo que ella consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía. Es cierto que algunas cosas fueron agregadas y otras se han quitado de la Doctrina Mahâyanâ pura, de acuerdo con el alcance de su conocimiento y juicio” (D.T. Suzuki, Eastern Buddhist (Old Series) V, p. 376., loc. cit. en B.A.T., p. 224).

Daisetz Teitaro Suzuki en 1960 (1879-1966), cortesía de Library of Congress

Suzuki agrega que "el Movimiento Teosófico ha dado a conocer al público general las doctrinas esenciales del budismo Mâhayâna, y el interés que ahora se está desarrollando en Occidente ha sido ciertamente sostenido por el conocimiento de la Teosofía” (ibídem), lo cual debiera constituir una respuesta a la sanción que Guénon consideró “definitiva”.


06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon

Situemos ahora otra prueba en el archivo de fuentes auténticas de la Doctrina Secreta por Madame Blavatsky. Recuérdese que ella misma afirmó derivar esa obra no sólo desde una tradición oral de “budismo esotérico”, sino de un libro “tan antiguo que constituye el modelo a partir del cual se compiló el libro de Kiu-Té”.

El texto que Helena indica con ese nombre también es aludido con frecuencia por el Maestro K.H. en las Cartas Mahatma, al cual se ha tachado de “falsedad” como otros, y con más razón al anterior y más antiguo que H.P.B. da como su prototipo. Podemos responder hoy a los maestruchos de la negación: desde que las tropas de Mao Zedong invadieron Tíbet y saquearon sus tesoros literarios, hemos identificado los Libros de Kiu-Te, a los que David Reigle dedica un extensa composición llamada The Books of KIU-TE -or the Tibetan Budhists Tantras- A Preliminary Analysis (Wizards Bookshelfs, San Diego, 1983).

Fotografía de un manuscrito raro, copia de Phak-pa-Jam-pal-gi-Tsa-way-Gyud (Hphags pa Hjam dpal-gyi Rtsa wahi Rgyud); en sánscrito: Arya Manjushri Mûla Tantra ("Tratado original (Libro Raíz) del Dios de la Sabiduría”) sobre la Doctrina Kalachakra, tal como fue originalmente enseñada por el Señor Buda y formando parte del Kanjur (Bkah-'gyur), canon de “Traducción de los Mandamientos” del budismo tibetano. El texto está escrito en oro y plata sobre papel tibetano lacado, y cada folio mide 64,5 x 15,5 centímetros. Para preservarla, esta colección fue confiada a uno de los funcionarios que acompañaron al difunto Tashi Lâma cuando Su Santidad huyó de Tíbet (extraído del libro "El Libro Tibetano de la Gran Liberación" por W.Y. Evans-Wentz, Adyar Publishing House).

El particular rechazo con que se ha rodeado la existencia de estos libros se debe al simple hecho de que la ortografía de las traducciones del tibetano aún no estaba fijada en la época de Blavatsky, y además ella agregó una cita bibliográfica que comenta en La Doctrina Secreta cuyo título era aproximado. Esta es la edición de 1876 y 1879 de Narratives of the Mission of George Bogle to Tibet, and of the Journeys of Thomas Manning to Lhasa, por Clements Robert Markham. Helena Petrovna simplemente lo había mencionado como "el Tíbet de Markham", y es en este libro que figura un apéndice titulado "Una breve descripción del Reino del Tíbet", escrito en 1730 por el monje capuchino Horatio Della Penna (p. 309 et sq. como se indicó), quien a su vez menciona -para burlarse de ellas- obras tibetanas que según él eran las "leyes de Dote y el otro (…) Kiute". El tibetólogo David Reigle escribe:

“Ahora es fácil ver que ambas divisiones, Dote y Kiute, son mDo-sde y rGyud-sde respectivamente, o las secciones (sde) de los Sutra (mDo) y Tantra (rGyud) de la palabra del Buda, el Kandjur”.

El mero hecho de que durante un siglo ni siquiera nos molestáramos en hacer la conexión entre el rGyud sde y la mención de Kiu-Te, ya efectuada por Della Penna, dice mucho sobre la “competencia” y “buena fe” de orientalistas que todavía se ríen de la obra de Blavatsky, mientras la ignoran deliberadamente. Los comentarios secretos y textos tántricos (mágicos) constituyen así el rGyud-sde (Kiute) dentro del Canon Budista, formado por el Kandjur y Tandjur, como afirmó H.P.B. y debidamente señalado por un alto dignatario del lamaísmo que ella cita, el “Chohan Lama, jefe de los Archivos de la biblioteca secreta del Dalai Lama y los Lamas Rimpoche de Tashi-Lumpo” (cf. “Tibetan Teachings”, Blavatsky Collected Articles). Con respecto a dichos comentarios, y de los cuales Helena dijo que eran catorce, David Reigle sostiene:

Hay razones para pensar que existen citas de estos catorce volúmenes de comentarios en algunas glosas accesibles, que se encuentran en la parte Tanjour (bsTan-'gyur; también Bstan-hgyur) del Canon budista tibetano. Una tradición muy extendida -ya mencionada en el siglo XIV por Budon (Bu-ston, 1290-1364) en su Historia del Budismo (Chos-'byun) y reportada incluso antes en los propios comentarios de Kiu-te (rGyud-sde)- habla de versiones originales más extensas de los libros de Kiu-te, inencontrables entre los textos conocidos en India o Tíbet, sino sólo en lugares como Shambhala, etc. Ciertos instructores relevantes, como Âryâsanga, tienen fama de haber tenido acceso a esos registros y algunos han escrito comentarios que los citan” (op. cit., p. 3).

Por lo tanto, esta es una mención autóctona de apostillas ocultistas y perdidas, provenientes de Shambhala, la mítica ciudad del Buda. Para medir la fiabilidad de la información proporcionada por Budon, conviene recordar que fue precisamente él quien fue primer editor tibetano de Kandjur y compiló el Tandjur. Reigle especifica:

Estas dos colecciones de manuscritos se guardaron en el pequeño monasterio de Narthang (sNarthan), ubicado a unos 10 kms. al suroeste de Shigatsé (gZis-ka-rtse u hogar de los Mahâtmâs asociados con el Movimiento Teosófico), y se convirtieron en la base de posteriores ediciones xilográficas en bloque del Canon. Así, llegaron a conocerse como la ‘Edición antigua de Narthang’” (op. cit., p. 11).

Finalmente, el famoso “Libro de Dzyan”, del cual sus “Estrofas” son base para La Doctrina Secreta, fue presentado por H.P.B. como el primero de estos 14 comentarios secretos sobre el Kiu-Te. Y nuestro tibetólogo enumera cinco razones para identificar esos segmentos con "la versión más extendida" de la glosa sobre el primero de los grandes textos del Kandjour, el Kâlachakra Tantra:

a) El texto resumido que queda del Kâlachakra se coloca siempre a la cabeza de los textos del Kanjour; de manera similar, Blavatsky ubica el Libro de Dzyan como el "primero de los volúmenes de comentarios" para el Kiu-te.

b) La ubicación del mayor centro de estudio de Kâlachakra fue el monasterio Tashi Lhunpo, adyacente a la residencia de los Mahatmas teosóficos, en Shigatsé.

c) La referencia a Shambhala es constante en la literatura teosófica como fuente de sus enseñanzas, y asimismo en lo referente al texto del Kâlachakra.

d) Solo el Kâlachakra, entre los libros de Kiu-te, otorga un sitio central a la Cosmogénesis y Antropogénesis. Este es también el caso para las Estrofas de Dzyan, de las cuales La Doctrina Secreta es un comentario.

e) El término Dzyan es una transcripción fonética tibetana del sánscrito Jnâna, el Conocimiento-Sabiduría. Jnâna es también el título de la quinta y última sección del Kâlachakra.

Por lo tanto, hoy tenemos más motivos para considerar las Fuentes de la Doctrina Secreta como basadas genuinamente en la Tradición Oculta Tibetana, en lugar de cuestionarla. Es cierto que este resumen breve y parcial del trabajo por David Reigle no refleja toda la sutileza de sus argumentos y el alcance de la información que brindan; no obstante, dará al lector una idea del estado actual de cosas, lo que destruye por completo los argumentos de Guénon.

Finalmente, la pregunta sobre las fuentes originales de la Doctrina recibida por Blavatsky puede llevarnos brevemente a otro debate: ya hemos tenido la oportunidad de preguntarnos qué crédito debe darse al siguiente aserto doble de Guénon:

“(…) parece bien establecido que Blavatsky nunca fue a India antes de 1878, y que hasta ese momento nunca se habló de los ‘Mahatmas’; lo siguiente proporcionará pruebas suficientes” (Théosophisme, p. 15-16).

Ya hemos señalado que no se da ninguna de las pruebas empeñadas en el resto de su obra, siendo esto sólo una dosis "aprendida" de conjeturas y afirmaciones gratuitas. También observamos que esta acusación de “impostura” procede de la cizaña más notable: quienes conocieron a Blavatsky previo a 1878, en particular su tía y hermana, dan fe que ella mencionaba a sus Maestros mucho antes de ese año (en efecto, desde su niñez, y posteriormente durante su estadía en Rusia para 1859-1864, o su referencia a lo que H.P.B. llamó Radja-Yogis en la época). Durante el relato se dieron otros testimonios que corroboran la realidad de sus viajes, en particular los recogidos por H.S. Olcott. Entonces, ¿por qué Guénon, sin su gran "probidad", los ignoró deliberadamente? La conclusión obvia es que si en determinados círculos intelectuales “tradicionalistas” René goza de una reputación de “estudiosos concienzudos” -como también quienes dicen pertenecer a su escuela-, ese prestigio está totalmente sobrevalorado, porque no es sólo en el campo del rigor anecdótico (por muy necesario que sea para sus demostraciones) donde se puede “capturar” a este mentor en la falta de mentir sobre cualquier cosa. En su polémica dirigida contra el “neoespiritismo”, su obra filosófica misma está adornada con más engreimiento que instrucción real. Para responder punto por punto a la totalidad de su trabajo sería necesario dedicarle cientos de páginas, idénticas a las anteriores, además de una imperdonable pérdida de tiempo y energía, dos bienes preciosos y despilfarrados como aparecen entre los “Signos de los Tiempos”, título para uno de sus libros y cuyo inventario le era tan querido. Concluiremos con algunas apreciaciones relevantes, una sobre Guénon y otras dos para H.P. Blavatsky:

-Jacques Bergier en Enciclopédie de l’Inexpliqué: “[Guénon] consideró perfectamente innecesario dar referencias a lo que sostenía. Es muy lamentable (...) Personalmente prefiero inclinarme a admitir que lo poco que sé de la Tradición no da la idea de que Guénon haya tenido acceso a este dominio”.

-D.T. Suzuki (maestro de budismo Zen) en Eastern Buddhist (Old Series): "No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto profundo de las enseñanzas Mahayana, y que luego ella reveló lo que consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía”.

-David Reigle en Light on the Dzyan: Kalachakra-Symposium on H.P. Blavatsky’s Secret Doctrine: “Desde la identificación obvia en 1981 de los Libros de Kiu-Te (rGyud- sde) como el Tantra budista tibetano, sospeché durante largo tiempo que el Libro de Dzyan, del cual se tradujeron las Estrofas de La Doctrina Secreta, podría ser el perdido Mûla (Raíz) Kâlachakra Tantra".

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (2 de 3)


Por Alexandre Moryason

Contenidos:

03. La Doctrina del Karma según Guénon
04. La Doctrina del Karma según los textos orientales


03. La Doctrina del Karma según Guénon

Antes de examinar el “punto de vista guénoniano” sobre la Doctrina del Karman, cabe preguntarse dónde se sostiene que sólo este autor es competente en dicho asunto como tantos otros… Es él mismo quien se toma la molestia de afirmarlo en las primeras páginas de su "libro maestro", llamado L’Homme et Son Devenir Selon le Vêdâna:

"No es porque la ‘Ciencia Sagrada’ se haya caricaturizado odiosamente en el Occidente moderno por impostores más o menos conscientes, que sea necesario abstenerse de hablar sobre ello y menos parecer que se ignora, si no negarlo; al contrario, sostenemos con firmeza no sólo que existe, sino que es sólo de ella de lo que nos proponemos hablar en este libro. Quienes se refieran a lo que hemos dicho en otra parte sobre las extravagancias de los ocultistas y teósofos, comprenderán inmediatamente que es otra cosa de lo que se trata, y que estos individuos son a nuestros ojos sólo simples ‘laicos’, e incluso unos que particularmente agravan su caso tratando de hacerse pasar por lo que no son” (op. cit., p. 10, énfasis añadido, versión francesa).

Guénon es ciertamente "lo que pretende ser"; por lo tanto, primero debe considerar su propia comprensión de la "verdadera Doctrina" sobre Karman o "Karma" (por galicismo del término), que parece ser una noción metafísica fundamental en el tópico de L’Homme et Son Devenir. En esta obra, Guénon dedica a Karman exactamente 18 líneas, dispersas en tres páginas de las 205 que componen el cuerpo del libro. Debemos admirar la economía de medios… Por ello, es necesario recordar en primer término lo que dijo al respecto en "Teosofismo, Historia de una Pseudoreligión". Recuerda allí con espíritu crítico que, según Madame Blavatsky, el Karman es:

“(…) esta ley invisible y desconocida que adapta con sabiduría, inteligencia y equidad, cada efecto a cada causa, y que a través de la última llega a quien la produjo” (op. cit. p. 121).

Guénon recuerda que Blavatsky lo llama "ley de retribución"; A.P. Sinnett, basándose en la enseñanza de los Mahatmas, le denomina "ley de causalidad ética". Para René, obviamente todo esto es falso: “En esta concepción teosófica del 'Karma’ encontramos un excelente ejemplo del abuso de los términos sánscritos incomprendidos que ya hemos señalado: de hecho, la palabra 'karma' significa simplemente ‘acción’ y nada más; nunca tuvo el sentido de causalidad (‘causa’ se dice ‘kârana’ en sánscrito), y menos aún de esta causalidad especial cuya naturaleza acabamos de indicar” (op. cit., p. 122).

La lección es profunda, y nuevamente debemos admirar aquí la sobriedad demostrativa: ninguna cita superflua de los textos llega a entorpecer el “veredicto magistral”...


[Traducción del texto resaltado: “Fil.: acumulación de méritos y faltas en el transcurso de vidas pasadas; destino./Acto supremo, obra santa./Fil.: [Vaisheshika], la categoría [padartha] de las actividades, y de éstas la tradición menciona cinco: utkshepana (elevación), avakshepana (disminución), akuncana (contracción), prasarana (expansión), y gamana (desplazamiento)”]. Extracto del "Lexique sanskrit-français" de Gérard Huet, basado en el diccionario sánscrito-francés por Stchoupak, Nitti y Renou, en el "Sanskrit-English Dictionary" de Monier-Williams, el "Practical Sanskrit-English Dictionary" de Apte y, en su totalidad, el notable léxico de Bergaigne, gran maestro francés de estudios en dicha lengua oriental. Gérard Huet es miembro de la Academia de Ciencias y la Academia Europaea, director de investigación del INRIA].

Así, para Guénon, el concepto mismo de “causalidad ética” o “ley retributiva” ligada a la Doctrina de Reencarnación es occidental, heredada y específica del espiritismo; Blavatsky simplemente engalanó dicha noción con el término oriental "karma" mediante un préstamo abusivo, e inmediatamente agrega:

“(…) el relato que acabamos de dar, por sucinto que sea, nos parece suficiente para mostrar la falta de seriedad en la llamada doctrina teosofista, y sobre todo para establecer que no tiene fundamento, a pesar de sus pretensiones, sin una base tradicional genuina” (ibídem, p. 122).

En efecto, Guénon afirma borrar completamente la idea de "efecto del acto", que justifica plenamente la aceptación teosófica del término "karma". Veamos las únicas líneas que dedica a Karman en todo el volumen dedicado a esta cuestión del "Devenir" según el “Vêdânta":

“El primer Mîmânsâ (una de las seis escuelas clásicas o Darshanas de la filosofía hindú) se llama Karma-Mîmânsâ o Mîmânsâ práctico, es decir, relativo a los actos, y más particularmente a la ejecución de ritos; la palabra Karma, de hecho, tiene un doble significado: en el sentido general, es acción en todas sus formas; en el sentido especial y técnico, es acción ritual según lo prescrito por el Veda. Este Mîmânsâ práctico tiene como objetivo, como consigna el comentarista Somanâtha, ‘determinar de manera exacta y precisa el significado de los escritos’, pero sobre todo en la medida en que éstos contienen preceptos, y no en relación con el conocimiento puro o Jnâna, el cual se pone a menudo en oposición con Karma y que corresponde precisamente a la distinción entre ambos Mîmânsâs. El segundo Mîmânsâ se define además como el del 'conocimiento divino' (Brahma-Vidyâ) obtenido a través de la contemplación” (op. cit., p. 17-18).

El segundo pasaje de la obra donde aparece el término Karma, ofrece un simple recordatorio del significado de "acción" como uno de los dos aspectos del "poder" [Indriya] junto con el conocimiento [Jnanâ o Buddhi] (cf. op. cit., p. 80). Finalmente, la última mención de Karma por Guénon no trae más que estos detalles tan sofisticados como incompletos:

“(…) sin Conocimiento, no puede obtenerse la Bienaventuranza (Ananda). La acción (Karma, ya sea que esta palabra se entienda también en su sentido general, o se aplique especialmente a la realización de ritos), al no oponerse a la ignorancia (Avidiyâ), no puede alejarla” (op. cit., p. 188).

Entonces, eso es todo lo que podemos sacar de René sobre el significado de "Karma", y esta es la fecundidad que lo autoriza a abrumar el discurso teosófico con sarcasmos, entre otros (1).

(1) El término Karma se cita 223 veces sólo en La Doctrina Secreta. Aquí está la definición dada en el Glosario Teosófico:

KARMA (sánscrito). Físicamente, una acción; metafísicamente, la LEY DE RETRIBUCIÓN, norma de causa y efecto o causalidad ética. Es Némesis sólo en un sentido, el del mal karma. Es el undécimo nidana en la cadena de causas y efectos del budismo ortodoxo; sin embargo, constituye el poder que controla todas las cosas, el resultado de la acción moral, el samskara metafísico o efecto moral de un acto realizado para lograr algo que satisface un deseo personal. Existe karma de mérito y demérito. El karma no castiga ni recompensa; es sólo la única ley universal que guía infalible y ciegamente -por así decirlo- a todas las demás leyes que producen ciertos efectos a lo largo de los surcos de sus respectivas causas. Cuando el budismo enseña que ‘el karma es el núcleo moral (de todo ser) que sólo sobrevive a la muerte y continúa en transmigración’ o reencarnación, simplemente quiere decir que no queda nada después de cada personalidad, excepto las causas que ésta produjo y que no mueren; es decir, no pueden ser eliminadas del Universo hasta que sean reemplazadas por sus justos efectos, y ‘borradas’ por ellos. Tales causas, a menos que hayan sido compensadas durante la vida de quien las produjo -mediante resultados proporcionales-, seguirá al Ego reencarnado y lo alcanzará en encarnaciones posteriores hasta que se restaure por completo la armonía entre efectos y resultantes. Ninguna ‘personalidad’ -un mero grupo de átomos materiales y características instintivas y mentales- puede continuar naturalmente, como tal, en el mundo del Espíritu puro. Sólo existe aquello que es inmortal en su naturaleza, correspondiente al mismo Buddhi y divino en esencia -a saber, el Ego- que puede existir para siempre. Y dado que es este Ego el que elige la personalidad que animará luego de cada Devachán, y que recibirá -a través de estas personalidades- los efectos de las causas kármicas producidas, es por lo tanto este Ego o ‘yo’ el ‘núcleo moral’ en cuestión y encarna el karma ‘que es el único que sobrevive a la muerte’".


04. La Doctrina del Karma según los textos orientales

Consultemos el estudio serio de este punto doctrinal por el profesor Raimundo Panikkar (1918-2010) (1), una alta autoridad reconocida
sobre esta materia, en "La Loi du Karma et la dimension historique de l’homme" (en E. Castelli, Herméneutique et Eschatologie, p. 205-230, Introducción, París: Aubier, 1971).

(1) De padre indio y madre española, autor de tres tesis doctorales en Ciencia, Filosofía y Teología, fue especialista en Filosofía de India, investigador en las Universidades de Mysore y Varanasi (Benarés) y luego profesor en las Universidades de Madrid, Roma, Cambridge y Harvard. También era miembro del consejo académico del Instituto Ecuménico de Estudios Teológicos Avanzados de Jerusalén, y presidente de la Asociación Teológica de India.

El profesor Panikkar, que no era teósofo, también establecía el siguiente panorama general sobre el concepto de Karman como contribución a una indagatoria realizada bajo el patrocinio de la Unesco sobre "Les Cultures et le Temps" (p. 73-101, París: Payot Unesco, 1975):

“Aparte de ciertas doctrinas del tiempo absoluto, Karman es la ley que rige la combinación de tiempo e historia.

-Karman es ante todo el acto, y luego el residuo de ese acto que produce buenos o malos resultados (cf. Brhadâranyaka Upanishad IV, 4, 6.);

-que sobrevive a la persona (cf. Brhadâranyaka Upanishad III, 2, 13, etc.),

-y finalmente, el estatuto que gobierna la retribución de los actos y la red de correspondencias entre los Karmas de los seres. Esta ‘causalidad universal’, como a menudo se denomina a Karman, explica prácticamente todas las relaciones en el Universo y va mucho más allá de una concepción individual sobre la transmigración [reencarnación]. Karman reúne los elementos personales (la incidencia de cada acto en los confines del Cosmos) e impersonales (aspecto común para el carácter creable de todos los seres), de modo que podemos hablar de un Karman inagotable o interminable, como el conjunto de residuos de actos humanos” (op. cit. p. 86, énfasis añadido).

El autor concluye que “la reflexión sobre Karman más bien alude a las causas de los acontecimientos” (op. cit., p. 87).

Es útil comparar este breve resumen con el de Guénon, para quien la idea de Karman “(…) jamás tuvo el significado de causalidad (‘causa’ en sánscrito es ‘kârana’)”. Los Upanishads (siglo V a. de C.), sin duda, no descansan para Guénon “sobre una base tradicional genuina”, lo cual es más conocido por él que por más de dos milenios de comentaristas hindúes.

De hecho, el término sánscrito Karman no aparece en ninguna parte punible con una acepción tan reducida como afirma René en el contexto del hinduismo (además muy variado y no reducible a una sóla escuela). En su Vocabulaire de l'Hindouisme (Dervy-livres, París, 1985), los eminentes especialistas Jean Herbert y Jean Varenne dan a la palabra Karman los siguientes significados:

“1. -Acto ritual;
2. -cualquier acto, acción u obra;
3. -actividad laboral;
4. -consecuencia de los actos;
5. -resto de las buenas o malas consecuencias a sufrir por actos pasados, y determinantes de encarnaciones sucesivas” (op. cit., p. 57, énfasis agregado).

Son los puntos 4 y 5, propiamente hindúes, que el budismo desarrollará en un aspecto ético y donde los comentarios brahmánicos tendían a ver sólo una serie mecánica de causa y efecto, a ratos codificada por las supersticiones más absurdas. Esto aparece claramente en la lectura de la Anthologie sánscrita por Louis Renou, miembro del Instituto y profesor de la Sorbona (París: Payot, 1961), otra referencia universal en materia de estudios vedantinos; el mismo investigador que hablaba acerca de los "desvaríos de René Guénon". La confirmación de esta evidencia se puede encontrar en las Leyes de Manú, traducidas en el capítulo “La Loi des Rennaissances” (op. cit., p. 197). Renou introduce así la noción de Karman: "Como sabemos, la teoría de los renacimientos (samsâra, propiamente ‘circuito’, transmigración), con su corolario filosófico sobre el acto y el efecto del acto (karman), forman una de las bases del hinduismo posvédico”.

A objeto de corroborar lo anterior, consultemos una enciclopedia para asegurarnos de que otros textos y sus comentarios también invaliden las afirmaciones de Guénon como “eminente especialista” en Tradición Universal, tanto védica como bíblica, coránica y taoísta. Indudablemente la Encyclopaedia Universalis es "profana", e incluso si en ésta pueden notarse ciertos "deslizamientos" (ver el juicio de A. Faivre sobre Teosofía), tiene la ventaja de estar generalmente escrita por especialistas competentes que conocen el significado de los vocablos utilizados en el ámbito cultural de su especialidad. Así, el término "Karman" aparece en varios contextos de hinduismo y budismo, donde además ya no tiene el mismo trasfondo metafísico (2).

(2) A continuación se muestran algunos extractos de la Encyclopædia Universalis (edición francesa de 2002), por Anne-Marie Esnoul, Directora Académica Honoraria, Escuela Práctica de Estudios Avanzados (sección V):

-”Si en efecto innova respecto a algunos puntos, Sankara se ajusta a la mayoría de las cuestiones esenciales para toda la tradición; la ronda de renacimientos (samsara) ligada al karman, el residuo de actos acumulados en existencias anteriores que conserva su poder imperativo para sí mismo” (extracto del artículo sobre Sankara).

-”Sin duda, encontramos muy difundida la creencia en sucesivos renacimientos (samsara) a los que, bajo el peso de obras cometidas en vidas previas (karman), un principio espiritual e individual es constreñido hasta su perfecta purificación. Pero al heredarse de formas brahmánicas más antiguas -como las que ya conocimos en los Upanishads clásicos-, esta noción es panindia y común tanto al budismo como al brahmanismo, y está relacionada con la creencia en la eternidad del Universo” (artículo sobre hinduismo).

-”El término en sí [Samsara] -de sam-SR, ‘fluir con’- evoca bien esta corriente perpetua y circular que lleva al alma individual a través de reencarnaciones en cadena; karman constituye el residuo de actos en existencias anteriores, determinando así los renacimientos y sus circunstancias” (artículo sobre brahmanismo).
 
Guénon descuidó, o tal vez fingió olvidar, que la Doctrina Teosófica no se refiere de ninguna manera al brahmanismo ortodoxo, sino en parte al budismo esotérico de los Gelugpas. El término “budismo esotérico” (que además H.P.B. juzgó inadecuado) se acuñó en la primera exposición doctrinal de Teosofía por A.P. Sinnett, sobre la base de Cartas Mahatma que afirman ser budismo tibetano. Sin embargo, la idea de una "ley retributiva por actos" está ampliamente confirmada en el propio contexto del hinduismo. En efecto, Karman es el eje conceptual en cuyo derredor giran todos los desarrollos concernientes al Samsarâ (transmigración de las almas, sin importar el significado distintivo o específico de cada secta, o los diferentes niveles de instrucción dentro del hinduismo).

En el artículo "Nirvâna et Samsâra" M.A. Bareau -profesor en el Collège de France- proporciona más detalles: "Los Upanisads y el hinduismo sucesivo, el budismo y el jainismo coinciden generalmente en la respuesta al problema del mecanismo de la transmigración: es el valor moral de los actos (karman) realizado en una existencia que determina las condiciones para el renacimiento, como circunscribe la felicidad o desgracia que experimentaremos en esta nueva vida (…) En definitiva, el fenómeno de la transmigración al que están sujetos todos los seres vivos, se rige porque el budismo llama a los actos ‘maduración’ (vipâka), una especie de justicia inmanente que obliga al autor de un acto a recibir automática e inevitablemente -al final de un lapso más largo o corto- el castigo o la recompensa por la acción que ha cometido. Sin embargo, esta no es la opinión de todas las sectas antiguas, si uno cree en particular los textos budistas que las combaten. Para algunos, sólo el azar condiciona el renacimiento, y el valor de los actos no explica en modo alguno la felicidad o infelicidad de las circunstancias existenciales. Según otros y en particular brahmanes obsesionados con sus inquietudes religiosas y el orgullo de su posición social, es sólo la correcta ejecución de los muchos y variopintos actos rituales -cuyo cumplimiento privilegiado se reservaban celosamente- lo que define la felicidad en vidas futuras, y no el valor moral de las acciones ordinarias (…) Para el jainismo, la ‘liberación’ se alcanza cuando el principio vital (jiva), habiendo rechazado todas las consecuencias de sus actos (karman) y todas sus actividades corporales, se encuentra aislado (kevalim) en su pureza natural, y al fin disfruta plenamente, gracias a su conciencia, de la ‘vista’, el conocimiento, la dicha y el poder infinitos” (A. Bareau, “Nirvâna et Samsâra”, Encyclopaedia Universalis, vol. 14, p. 823, énfasis agregado).

En el marco particular del shaivismo, M.P. Filliozat confirma: “Al igual que mala [impureza], Karman (acto) es concebido como sin principio y desde siempre aferrándose al yo vinculado, en el sentido de que un acto siempre va preludiado por otro, pues la acción que se completa genera otra automáticamente (…) es a través del vínculo con Maya [ilusión] y sus productos que el individuo puede existir en el mundo fenoménico, el cual le es necesario para ‘consumir’ el karman y ‘madurar’ mala allí a través de la acción bien dirigida, el ritual, la devoción, el yoga, etc.” (P. Filliozat (3), “Shiva et Shivaïsme”, Enciclopaedia Universalis, vol. 4, p. 582).

(3) Pierre Sylvain Filliozat, director académico en la Escuela Práctica de Estudios Avanzados (sección IV).

Aunque el brahmanismo ortodoxo también contrarresta las interpretaciones sesgadas de Guénon, finalizaremos con el texto de M.A. Bareau sobre la cuestión del Karman en el budismo: “La avidez e ignorancia generan las tres 'raíces del mal' que son la lujuria, el odio y el error, de las que a su vez surgen vicios, pasiones y conceptos equivocados. Todo ello empuja al ser a actuar y dejarse conducir por el mecanismo de retribución de los actos. Cualquier obra (karman) ya sea corpórea, vocal o sólo mental, si resulta de una decisión tomada con pleno conocimiento de los hechos, produce por sí misma -automática e inexorablemente- un ‘fruto’ (phala) que ‘madura’ poco a poco, y tarde o temprano recae sobre su autor en forma de recompensa o castigo correspondientes a ese acto en especie e importancia. Esta ‘maduración’ (vipâka) del acto es más o menos prolongada, pero como su duración supera con frecuencia la de una vida humana, obliga al autor a renacer para recibir su retribución” (M.A. Bareau, op. cit., vol. 3, p. 472, col. B; citado también en su cátedra de estudios budistas).

Estas explicaciones se hallan en estricta conformidad con lo presentado en Teosofía sobre la Doctrina de Karman. Al menos Guénon podría haber sido menos insultante con respecto a la definición de este concepto por parte de Blavatsky, en la medida que ésta es confirmada por todos los especialistas competentes, excepto René, que no lo hace de ninguna forma obvia. Por otro lado, a partir de estas lecturas podemos ver con claridad que las fuentes de Guénon provienen del brahmanismo más estrictamente reductivo en su comentario ritualista sobre los textos. Esta es una cara parcial y tendenciosa de la ortodoxia y no de ésta última en su conjunto; a lo sumo, representa uno de los "puntos de vista" particulares en una de las seis Darshanas. Los conceptos evocados por especialistas muestran que los propios Upanishads dieron lugar a la idea de “retribución ética”, desarrollada más tarde por el budismo, y esta última doctrina es el fundamento de la Teosofía. Por tanto, Guénon pretende juzgar un atisbo del budismo esotérico, del que todo lo ignora, mediante nociones tomadas de un brahmanismo ortodoxo y sectario al que sospechamos sólo tuvo acceso libresco. Tal elección doctrinal sería repugnante para una mente distinta a la suya, obsesionada -como los rigurosos brahmanes- por las castas fundadoras del "tradicionalismo".