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14 de marzo de 2025

El Zodíaco y sus claves perdidas


The Theosophical Movement, parte 1, diciembre 2019

En astronomía y astrología, el Zodíaco es una "faja" celeste que se prolonga nueve grados a cada lado de la eclíptica -recorrido aparente del Sol por las constelaciones a lo largo de un año-, y comprende también las órbitas de la Luna y los planetas principales. Una constelación es un grupo de estrellas que forma paternas imaginarias en el cielo nocturno, que normalmente representan criaturas, dioses u objetos inertes, y puesto que la mayoría simboliza animales, los griegos hablaban del zodiakos kyklos o "círculo" análogo. A medida que la Tierra gira en torno al Sol, éste semeja transitar por diversos conjuntos estelares y cada uno de los doce signos ocupa 30 grados de dicho círculo, correspondiendo más o menos a las doce constelaciones reales.

De acuerdo con ciertos academistas, el Zodíaco no es muy viejo al ser concebido por los griegos bajo el período macedonio, y creen que los hindúes u otros pueblos orientales nunca conocieron el sistema hasta que lo "prohijaron" de aquéllos, dudando asimismo sobre su antigüedad egipcia. Helena Blavatsky nos remite al Libro de Job, considerado el más pretérito del canon hebreo -anterior a Moisés- que narra “la creación de 'Arturo, Orión y las Pléyades (Ash, Kesil y Cimah) y las cámaras del Sur' (ix. 9); de Escorpio y los Mazzaroths, los DOCE SIGNOS (xxxviii, 31, 32) [lo que implica] el conocimiento del Zodíaco incluso entre las tribus beduinas”. De hecho, ese texto bíblico menciona varios datos astronómicos, y basándose en ellos, J.S. Bailly demostró que esta ciencia existió alrededor del 3700 a. de C., fundada por un pueblo primitivo y prediluviano; así, los griegos no pudieron inventarla durante esa época. Además, si era conocida en los días de Job, ¿cómo pudieron los hindúes civilizados y filosóficos permanecer ajenos? (Doctrina Secreta, vol. 1, p. 647-48).

El Zodíaco estuvo presente en India y Egipto por tiempo incalculable, cuyos sabios (magos) practicaron un conocimiento mucho mayor que los expertos contemporáneos sobre la influencia oculta de estrellas y cuerpos celestes. En las cercanías de Ciudad de México se descubrió un bajorrelieve en una pirámide muy antigua, que representa a un personaje mirando astros por un "conducto largo" similar a los telescopios actuales, y en paralelo, las observaciones del Surya Siddhanta se remontan a unos 50.000 años (Le Lotus, septiembre 1886).

Los arios prístinos recibieron aspectos culturales maravillosos de la Cuarta Raza, como el Mayasabha descrito en planas del Mahabharata, construido por el místico atlante Mayasura (Asuramaya) en beneficio de los Pandavas. La cronología y los cálculos de iniciados brahmanes se sustentan igualmente en las obras de aquel sujeto.

Se piensa que Garga, el astrónomo indio con mayor historia, heredó su talento de Sesha, la serpiente de mil cabezas que transporta siete Patalas y al mundo, que también es Ananta ("infinito"), Sabiduría Divina y el “Ciclo Eterno” en esoterismo. Hay Estrofas remotas que atribuyen al sabio Narada el cómputo y registro de todos los ciclos cósmicos venideros, impartiendo esta erudición a la humanidad primitiva. Asuramaya -primer especialista del ámbito en el Aryavarta- empleó el trabajo de Narada a fin de determinar el lapso de períodos geológicos y cósmicos pasados, así como otros futuros, hasta el término de la Séptima Raza (DS, vol. 2, p. 49).

William Judge declaró: “No creáis que los astrónomos harían otra cosa que un desastre con el zodíaco, si los antiguos caldeos [y babilonios] no hubieran transmitido el que usamos hoy", ya que perdimos la clave para comprender el Bhagavad-Gita y el susodicho "círculo de animales", dos grandes "depósitos de conocimiento”. El origen y trasfondo real/oculto zodiacales seguirán constituyendo un misterio ante la persona común, excepto entre los Iniciados genuinos.

En Isis Develada su autora muestra que los doce signos refieren a los doce patriarcas judíos y la evolución del Universo. La Enseñanza Atemporal dice que éste último no se "crea", sino reviste un continuo desarrollo a partir de una Sustancia o Materia Primordial, y nuestro Espacio cósmico es sólo uno en medio de una serie interminable de otros. El "crecimiento" de todo mundo, incluida la Tierra, comporta doce transformaciones que comienzan con la índole metafísica y suprahumana, hasta llegar a la parte física del Cosmos y nuestra especie. Aplicado al globo tangible que habitamos, después de los primeros seis cambios aquél y todo lo que contiene es material y burdo, mientras que durante los siguientes se tornan finos y espirituales. De este modo, el concepto fue resumido en el diseño pictórico del Zodíaco para aprendizaje de los legos.

Al principio sólo eran públicos diez signos: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo-Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis, ya que había dos de carácter sibilino. Cuando fue preciso hacerlos exotéricos, se separó el dúo Virgen-Alacrán y apareció Libra, por lo cual éste último y Escorpio ocultan las denominaciones reales. Los símbolos arcanos tienen la clave de todo el secreto de la Creación, el origen del "bien y el mal" y los cambios paulatinos del mundo, desde su estrato espiritual/subjetivo al sublunar/“bisexual”. Estos doce emblemas se distribuyen en dos grupos: los primeros seis ascendentes o línea del Macrocosmos (ámbito del Espíritu), y los restantes figuran el tramo descendente o Microcosmos (reino secundario y reflejo de su contraparte superior). Libra cumple el rol de "interpósito" entre la Divinidad y el ser humano o la materia; su diseño de "balanza" recuerda a un punto de equilibrio e inflexión, mostrando que en el curso evolutivo los mundos llegan al sitio más bajo y los humanos se vuelven autofílico-materialistas, por lo que el Espíritu comienza a ascender y expresarse a través de índoles tangibles. La báscula también evidencia el contrapeso eterno entre fuerzas centrípetas y centrífugas, oscuridad y luz.

Se nos dice que los patriarcas de la Biblia -idénticos a los Sephiroth y Prajapatis ("progenitores") hindúes- son simplemente los signos zodiacales, refiriendo al progreso espiritual y físico de razas humanas. A lo largo del ascenso eran colectivos puros que nacían sin vínculo sexual, hasta llegar a Virgo-Escorpio, Jehová u hombre hermafrodita. El "divorcio" entre éstos produjo ambos sexos, historia "camuflada" en el símil de Caín y Abel. Sagitario corresponde a Seth, la última parte de la Tercera Raza en que advino ese episodio. Libra o Enoch es mitad humano divino y mitad terrestre; luego, la línea degresiva ilustra las razas reproducidas mediante bisexualismo. Con esta glosa, Blavatsky señala que sólo dio "una vuelta a la llave", y para asimilar el misterio íntegro quedan aún otras siete (Isis, vol. 2, p. 455-463).

En su artículo que aborda el tópico, Subba Row escribió que los nombres dados a los "domicilios zodiacales" no tienen nada que ver con la forma de las constelaciones, e intenta esclarecer el origen de esos apelativos con la filosofía subyacente. Desde una óptica, simbolizan diversas etapas en la evolución de lo Desconocido hasta el Universo físico y objetivo de panchamahabhutas o cinco elementos. El autor anexa los términos sánscritos respecto a dichos signos y sugiere cuatro reglas para obtener su trasfondo recóndito: a) investigar la sinonimia de cada uno; b) determinar el valor numérico de las letras que componen el vocablo; c) revisar sus enlaces con mitos o alegorías antiguas, y d) permutar las sílabas de la palabra, examinando nuevas mezclas.

Aries equivale al sánscrito Mesha o "carnero". Uno de sus sinónimos es Aja, "no nacido", la Realidad Única, la Causa Sin Causa, Parabrahman u origen autoexistente, perpetuo y autosuficiente de todo. Le sigue Rishabham, el "toro", pero se utiliza en varios sectores de los Upanishads y Vedas designando al AUM o Pranava. El Glosario Teosófico dice que "Taurus" denota la constelación más encubierta e indica el Aleph o primera letra del alfabeto hebreo. El toro implica la fuerza y el poder procreador del Logos, y bien puede aludir al Sabda Brahman, Logos Inmanifestado o las vibraciones etéreas que llenan el Espacio.


Parte 2, enero 2020

Volviendo al texto en Isis Develada, vemos que AUM apunta al primer Triuno. Parabrahman es Causa Eterna, Principio sin principio, infinito, Omnipresente, Omnipotente e Inmutable. Durante el Pralaya o “Noche de Brahma” estuvo en un sueño "eterno" desde la perspectiva humana, y periódico respecto a "Ello". Al concluir ese lapso e iniciarse la manifestación, Su Esencia irradia el poder activo y sempiterno de Aditi, que es femenino en el comienzo y se torna andrógino como “Padre/Madre Aditi”, pues cuando asume el papel creador tiene carácter "masculino". Junto con Parabrahman compone así la Tríada abstracta, el Triángulo Superior que encierra el Nombre Inefable. En filosofía cabalística equivale al En-Soph (Parabrahman), Sephira y Adam Kadmon, y a su vez estos son uno bajo dos aspectos (Isis, vol. 2, p. 266-67).

En Transactions (p. 2-4) leemos que la primera diferenciación se consideraba femenina según todas las cosmogonías mundiales, siendo "Madre Inmaculada" y “Padre-Madre Eterno” en las Estrofas de Dzyan por ser andrógina, homóloga con la Aditi védica, el Mulaprakriti del Vedanta y el Svabhavat budista. Allí surge el Logos Inmanifestado o Narayana; ende, el Triángulo Superior consta de Parabrahman y el Andrógino Infinito, es decir, Mulaprakriti y el Logos sin exteriorizar.

Géminis o Mithunam describe a los "gemelos", y en un nivel cósmico es el Andrógino Divino o Ardhanareeshwar, el Sephira bisexual-Adam Kadmon antes de polarizarse en masculino/femenino. Esotéricamente representa la energía cósmica unitaria, verbigracia, Brahmaprajapati, Ormazd, Adam Kadmon, etc., y aquí el nexo Espíritu-materia (Purusha/Prakriti, andrógino) es símil al calor y el fuego, permaneciendo inseparables. Tauro compete al Logos Inmanifestado, que después ingresa en el Huevo Áureo o Mundano (Hiranyagarbha/esfera de nuestro Universo, primera exteriorización y Materia Primordial) y termina por aflorar en calidad de Brahma andrógino.

Cáncer (Karkataka) tiene vínculos con el Tetragrama, cuando las sílabas sánscritas se convierten en números afines. "Tétrada" quiere decir "cuatro", y hay dos clases: “La verdadera Tetraktys pitagórica era (...) la Mónada invisible, que genera los tres primeros puntos, y luego se retira a oscuridad y silencio eternos; en otras palabras, la Tetraktys es el primer Logos” (Transactions, p. 90-91). “En geometría oculta y pitagórica se dice que la Tétrada combina dentro de sí toda la materia que integra el Cosmos (...). Kether o Sephira (...) emite a Chochmah y Binah -sinónimos de Mahat en los Puranas hindúes-, y este trío, descendiendo a lo físico, origina el Tetragrammaton o Tetraktys, como también el cuaternario inferior”. En la metafísica hindú, Brahma escinde su cuerpo en dos y a través de la mitad femenina (Vach) creó el polo "masculino” (Viraj). Se piensa que Cáncer atañe a Parabrahmadharaka ("portador de Parabrahman"), idea propuesta por Subba Row en el sentido de ser un reflejo de Aquéllo en el plano de las emanaciones.

El "cangrejo sideral" connota a Pranava resuelto en cuatro entidades, comparativas a igual número de Matras. La Voz del Silencio lo nombra el "Gran Pájaro", Kala Hansa o Cisne. La vocal A se considera el "ala derecha", U la "izquierda", M su "cola", y el Ardha-matra ("medio metro") la "cabeza". El Cisne fuera del Tiempo y el Espacio se empareja con Parabrahman, mientras que dicha figura aviar inserta en ellos alude a Brahma o el Logos manifiesto (p. 5-6). El simbolismo canceriano engloba además los cuatro Avasthas y estados de conciencia (vigilia, sueño, dormir profundo sin sueños y Turiya), agregando las condiciones o formas cuádruples de la Palabra Sacra (Vâch/"discurso mistérico y creativo de los Rishis"): Para, Pashyanti, Madhyama y Vaikhari, que en cierto modo constituyen las voces y sonidos místicos que escucha el Yogi en varias fases meditativas. Las tres primeras se captan sólo mediante sentidos espirituales plenos, y Vaikhari es la aptitud de oír con el órgano físico.

En la base de toda palabra existe pensamiento, y así nuestro lenguaje es un logos de la mente ("expresión externa" o "efecto de causas ocultas"); ítem, en el plano superior el Logos Manifiesto presenta a la Divinidad. El plan para el Universo fenoménico reside en la Mente Egregia, revelándose por vía de Brahmâ y Vâch/Saraswati (logos masculino/femenino). Subba Row consigna: "Parabrahm es el aspecto Para de Vach (...). Pasyanti concuerda con el Logos o Chit [Conciencia]; Vaikhari, emblema del Cosmos visible, es Achit; y Madhyama (luz del Logos [Fohat]) se llama Chidachit (...). [Patanjali habla sobre ésta a guisa de] nexo entre la idea del Universo o arquetipo mental (en el Logos) y exhibida en el plano tangible [Cosmos objetivo] (...) cuando esta fuerza transmite su imagen o impulso a la materia cósmica".

La cuarta casa zodiacal resume las índoles de Brahma que son Vaiswanara, Hiranyagarbha, Pragna e Iswara. Conforme a Subba Row, se tratan de principios en el Cosmos material, subroga al tercero con Mulaprakriti -"velo de Parabrahman"- y con este cimiento los tres restantes hacen posible la existencia del Sistema Solar. Vaiswanara es el "mundo objetivo" y la única base de su inicio; más allá se encuentra Hiranyagarbha o "soporte" del plano astral, luego Eswara/Sutratma en cuanto Karan Sarira cósmico, y finalmente Parabrahman (Notes on the Bhagavad-Gita). Esto puede homologarse con los atributos universales Eterno (desde donde evoluciona el Preexistente) y Fenomenal o "sombra" de aquél (DS, vol. 1, p. 278). El Universo perenne igualaría al Akasa o plano nouménico cuyos arquetipos se invierten en la Luz Astral (ámbito de imágenes subjetivas), que a su vez devienen concretos en el mundo corpóreo.

Leo tiene a Simha por palabra afín, la que encierra muchos conceptos esotéricos, y además empareja con Hari y Panchasyama (los cinco Brahmas, a saber, Isanam, Aghoram, Tatpurusham, Vamadevam y Sadyojatam, o incluso los Dhyani-Budas quíntuples). Hay doce grandes Poderes Creativos en los signos zodiacales; de ellos, siete revisten carácter misterioso, y el septenario manifiesto se conecta con igual número de planetas sacros. Dicho grupo creador integra seres espirituales, semiespirituales y etéreos, en tanto su orden oculta sólo se describe con los guarismos "4" y "3", donde las jerarquías principales conforman el Cuaternario, incumbente a los “cuatro cuerpos y tres facultades de Brahma” y al Panchasyama (DS, vol. 1, p. 213). A guisa de metáfora, los "cuatro cuerpos" de Brahma son Amanecer (que engendró el colectivo humano), Noche (origen de Asuras, los primeros en ser concebidos), Día (dioses pasivos o de bondad negativa) y Crepúsculo (venero de Pitris), mientras sus "cualidades" refieren a Sattva, Rajas y Tamas (DS, vol. 2, p. 58-60).


Parte 3, febrero 2020

El vocablo Hari engarza con Jivatma o "progenie de Paramatma", el Cristo real en nosotros (Espíritu puro) y Atman como rayo de Aquél. En los estratos vegetal y animal Jivatma equivale al principio de vida, si bien a nivel cósmico es Purusha expresado en Brahma del "huevo de oro" para convertirse en Viraj, el Universo.

Virgo (Kanya) personifica Sakti o Mahamaya, y al ocupar la sexta posición, indica fuerzas primarias sintetizadas en la Luz Astral o "virgen celeste" según los filósofos cabalistas y herméticos: (1) Para-Sakti (Poder Supremo), (2) Jnanasakti (Sabiduría), (3) Icchasakti (Voluntad), (4) Kriyasakti (Pensamiento), (5) Kundalinisakti (corriente electro-espiritual zigzagueante) y (6) Mantrikasakti (vigor del lenguaje, el sonido o la música). Es llamativo que, de acuerdo al Glosario Teosófico, Akasa es el medio indispensable de toda Kritya u obra mágica, ya sea religiosa o profana.

Libra (Tula) encierra 36 Tattwas o fuerzas cuando se asignan valores a sus letras, según los métodos en antiguas obras tántricas. Así, la diferencia entre Jivatma y Paramatma es que el primero está comprendido (finito) en ese conjunto, y el segundo es libre. Los filósofos antiguos dijeron que si el Sol se encuentra en Escorpio o Vrischika, adopta el nombre de Vishnu, "aquéllo que se expande a semejanza del Universo". Reseña el tiempo en que éste permanecía como Idea Divina previo a existir en el plano físico. Sagitario (Dhanus) encarna los nueve Prajapatis (Sephiroth), asistentes del Demiurgos (Brahma/Logos manifiesto) que participan en la construcción del Universo material.

Capricornio (Makaram) señala al Macro y Microcosmos. En sánscrito, Ma es "cinco" y kara "manos" o "flancos", indicando el pentágono. El término dasadisa explica que el Universo está circunscrito con esa figura, y Subba Row dice: “Si tomamos los pentágonos como regulares (...) la forma del Universo será un dodecaedro, modelo geométrico seguido por el Demiurgo [Logos creativo]" al edificar el mundo concreto (DS, vol. 1, p. 344).

El Sol llega a Capricornio en diciembre o el solsticio de invierno. Sin embargo y excepto los Iniciados, nadie conoce el verdadero vínculo místico entre Kumara y Makara, éste último anagrama del anterior. Conforme a Blavatsky, los teósofos debieran empezar el año un 4 de enero, ya que desde tiempos inmemoriales la fecha era consagrada para Mercurio-Budha o Thoth Hermes, dios de sabiduría. Se afirma que los Kumaras/Manasaputras (Seres Divinos) encarnaron en nuestra especie bajo el décimo signo zodiacal cuando ella careció de intelecto, pero poseía un cerebro mayor que otros animales; así, el humano adquirió autoconciencia y el poder de reflexionar y elegir. Helena agrega: "(...) Makaram o Panchakaram significa 'pentágono', la estrella de cinco puntas que delinea las cinco extremidades corporales (...). Manas es el quinto principio (...) del Hombre pensador y consciente" (DS, vol. 2, p. 576 nota al pie).

En Egipto, Sekhem o Se-khen es la residencia de Khem u Horus-Osiris, sinónimo con Devachán, y los muertos se transformaban en el cocodrilo Sebakh/Sevekh o “Séptimo”. Gerald Massey evidenció que esa criatura era la Séptima Alma, es decir, el segmento espiritual de la Mente Superior se une con Atma-Buddhi durante el proceso devachánico de asimilación, y el Ego retorna al planeta más "enriquecido" en la vida posterior (DS, vol. 1, p. 219-20).

Epilogando este "circuito sideral", Acuario (Kumbha) equivale a 14 lokas o "áreas", en tanto que Piscis (Meenam) recuerda los cinco elementos. Y Subba Row advierte: “El velo sabiamente puesto sobre una parte del misterio relacionado con los signos (zodiacales) por filósofos antiguos, nunca será abierto para recreo o enseñanza del público”.

Los efectos gravimétricos del Sol, la Luna y los planetas en el "bulto" ecuatorial terrestre hacen que el eje mundano oscile en sentido horario y describa un círculo paulatino, a manera de las peonzas que tambalean antes de caer. El axis traza un "cono" de radio angular de 23½ grados perpendiculares a la órbita por espacio de 25.868 años, y esta precesión cambia el sitio de varias estrellas o polos sidéreos, que se convierten a su vez en "faro boreal" astronómico. En la época que los egipcios construían sus Pirámides, la estrella del Polo Norte era Alpha Draconis (Draco) y hoy tenemos a Polaris (Osa Menor). La próxima será Al Deramin y después Vega (Lyrae) en 14.000 d. de C.


Los monumentos se edificaron “'cuando Dhruva (Estrella Polar) estaba en su punto más bajo y Krittika (Pléyades) miró encima de su cabeza (en igual meridiano) para observar la faena de los gigantes'. Como las primeras pirámides aparecieron al comienzo de un año sideral, bajo Dhruva (...) debió tener lugar hace 31.105 años" (DS, vol. 1, p. 435).

Durante un equinoccio vernal, el Sol semeja "retroceder" en torno al ecuador celeste y cruzarlo en el mismo punto transcurridos 25.868 años o Gran Año Sideral. Si comienza en Aries, se mueve un grado cada 72 años en el cinto zodiacal. Un signo ocupa 30 grados de la línea, y el sitio demora 2155 años en atravesar un "domicilio" (Ciclo Mesiánico samaritano y judío/72 x 30= 2160). Luego el equinoccio se mueve a Piscis y tarda otros 2160 para transitarlo, llegando hasta Acuario y así sucesivamente.

En 2410 a. de C. el equinoccio pasó al Carnero, hacia 255 a. de C. se alojó en Piscis y en 1898 marcó el comienzo de la Era Acuariana donde "los psicólogos tendrán un trabajo adicional, y las idiosincrasias psíquicas humanas sufrirán grandes cambios” (H.P.B., "The Esoteric Character of the Gospels"). Robert Crosbie explicó que ello refiere a una susceptibilidad sugestiva -buena, mala o indiferente-, de modo que hoy millones de personas veneran a falsos "mesías" deseñando el imperativo de discriminar entre bien y mal, verdades y mentiras (The Friendly Philosopher, p. 151). También han surgido nuevas y mútliples enfermedades psíquicas, y las terapias alternativas vienen complementándose con métodos que incluyen limpieza del aura, equilibrio de chakras, hipnotismo, etc.; ídem, desde los años '40 el campo de la Parapsicología recibe atención gradual de científicos ortodoxos.

William Judge consigna: “Se dice que el último año sideral terminó hace 9868 años, bajo una violenta catástrofe o serie de hecatombes planetarias, y las naciones se redistribuyeron. El fin de este gran período lleva a la Tierra hasta nuevos lugares del Cosmos” (El Océano de la Teosofía, p. 129).


Parte 4, marzo 2020

El ciclo de 25.868 años puede ayudarnos a definir la etapa en que se levantó la Gran Pirámide de Giza: "Suponiendo que el largo y estrecho pasaje degresivo se dirigía a la estrella polar de los constructores egipcios (...) los astrónomos prueban que Alpha Draconis (...) estaba en la posición requerida alrededor del 3350 y 2170 a. de C. (Proctor, cita por Staniland Wake); con todo, el sitio relativo de ésta y Alcyone 'es extraordinario, y no podría volver a ocurrir durante todo un año sideral” (ibídem). En resumen, y puesto que el zodíaco en Dendera muestra el paso de tres años siderales, la Gran Pirámide debió fabricarse 78.000 años atrás, o en cualquier caso, dicho resquicio merece estudio al menos tan fácilmente como la fecha posterior de 3350 a. de C." (DS, vol. 2, p. 432).

Situado 60 kms. al norte de Luxor (orilla occidental del Nilo), Dendera fue el principal centro de culto a Hathor, diosa de fertilidad, las mujeres y el parto. Su edificio actual data del periodo ptolemaico (305-330 a. de C.) siendo concluido por Tiberio (14-37 d. de C.), pero se asienta en bases previas que remontan a Keops, segundo rey de la Cuarta Dinastía (c. 2613-2494 a. de C.). Los célebres zodíacos interiores plantean grandes enigmas al tener estrechos nexos con ciclos siderales, y numerosos estudios ofrecen hipótesis abordables.

El templo alberga dos panorámicas del cielo: un techo circular y otro diseño rectilíneo en la sala hipóstila. El diagrama redondo muestra las constelaciones de emblemas astrológicos griegos, junto con perfiles variopintos, y a lo largo del borde desfilan los "espíritus" o estrellas de 36 decanatos [12 signos x 3 gajos cada uno] que aparecían antes del amanecer, correspondientes a las semanas egipcias de 10 días o lapso que tardaba un astro nuevo en hacerse visible al alba.

Según Heródoto, los sacerdotes egipcios declararon que sus registros cronológicos eran antiquísimos y hubo una época en que "el Sol salía dos veces por donde se oculta", y otras dos "desapareció en el punto de amanecida", un período de dos precesiones ó 51.736 años (DS, vol. 1, p. 435). Este zodíaco, con su "Virgo triple" entre Leo y Libra, justificó la enseñanza iniciática de que: a) los polos planetarios y la eclíptica coincidieron anteriormente, y b) desde que comenzaron sus cálculos, esos extremos geográficos estuvieron tres veces dentro del plano eclíptico.

"(...) 'Y en el cuadro que presenta los polos en ángulos rectos, sus marcas prueban que 'no fue la última vez que mostraron dicha posición, sino la primera', tras confeccionar los zodíacos (...). Capricornio aparece en el Polo Norte, y Cáncer dividido cerca de su mitad en el austral; de resultas, originalmente era invierno cuando el Sol moraba en el Cangrejo, pero Leo y la Virgen son las características principales de este monumento conmemorativo del primer turno que el polo definió ese sitio' (A Mystery of the Zodiac, parte 2 [Sampson Mackey])" (DS, vol. 2, p. 431).

Las pinturas triples de Virgo (por ejemplo, una amamantando a su retoño y otra con una espiga o símbolo de primavera) pertenecerían a los tres colectivos finales de la cuarta subraza de la Quinta Raza-Raíz, con un tiempo de vida respectivo entre 25.000-30.000 años [~25.868]. La inversión del eje se ratifica en el comentario de Mackey sobre algunos zodíacos que exhiben la cola de Leo arriba y con cabeza de ofidio, por cuanto la quinta casa estuvo al revés (DS, vol. 2, p. 433), mientras el cambio de 0 a 180° tomaría cerca de 11,6 millones de años. En un año sideral los trópicos se alejan del polo cuatro grados en cada vuelta desde los puntos equinocciales, conforme el ecuador transita las constelaciones astrológicas (ibídem, vol. 2, p. 331), pero la ciencia no admite el hecho. Estas y otras perspectivas no son categóricas, y existe una amplia literatura para quienes deseen elaborar mayores análisis.

Al principio y final de ciclos largos, como también su empalme, hay cambios polares y cataclismos que se expresan en terremotos, incendios y crecidas. “Si el período sideral se divide por cuatro, tenemos 6450 años o fase de cinco mil con el crepúsculo y amanecer. Los egipcios enseñaban que con cada cuarto del 'gran círculo solar' había secuelas físicas por alteración de polos, y se originan otras espirituales debido al desarrollo interno del colectivo humano (...) las trasformaciones interiores causan aquéllas materiales a través de (...) los movimientos de grandes astros" (W.Q.J. Series n° 7, p. 21).

Hay vínculos indisolubles entre el ser humano y toda contingencia en la Tierra: los vaivenes climáticos, continentales o glaciares, vulcanismos o rebalses prematuros se hallan sujetos a nuestras actividades y relacionan con el eje planetario. La filosofía oculta dice que, aparte del daño antropogénico al medioambiente, existen eslabones entre pensamientos humanos y desastres naturales. Beroso declaró que las profecías de episodios globales se realizaban mediante el Zodíaco, los que precipitan al renovarse el tiempo de 25.868 años; así, la bonanza y miseria de países tienen conexión íntima con el inicio y término de dicha fase (DS, vol. 2, p. 330).

Egipto y Grecia contemplaron ciclos brahmánicos, siendo Saros y Neros en aquél, de los cuales se sabe muy poco (Isis, vol. 1, p. 303). Hacia el fin de un “gran año” la Tierra experimenta grandes vuelcos; en “Ancient Doctrines Vindicated by Modern Prophecy” Blavatsky asevera que este periodo mayor consta de 21.000 años variables -o seis saros caldeos de 3500- repartidos en una mitad de 10.500 o "cúspide" con catástrofes menores, y la segunda conlleva trastornos geológicos universales y terribles. A lo largo de ese año "heliacal" (cuyo invierno fue llamado "diluvio" y el verano ecpyrosis) hubo enormes destrucciones y la zona fría/polar tuvo desplazamiento gradual al paralelo 0 con plantas frondosas y vida silvestre. Las culturas populares sostienen que el mundo se "quemó e inundó" de manera alterna, un hecho conocido además por babilonios y sacerdotes egipcios. En cuanto al cambio total de climas en trópicos y polos, durante el Mioceno Groenlandia y Spitzbergen -restos del Segundo Continente o Hiperbóreo- gozaron de calidez y comportaban árboles como robles, álamos, nogales y secuoyas (DS, vol. 2, p. 11).

El cálculo de saros y neros es secreto, y sin embargo ciertos matemáticos y arqueólogos fijan los últimos en "600 años", creyendo que la eclíptica y el ecuador coincidirán en 6000 cuando haya "hecatombes por fuego". Dicen que para otras diez nerosis el Sol estará emplazado al Hemisferio Sur produciendo "desatres hídricos"; los seis milenios próximos atestiguarán convergencia de dichos planos con "desolamientos ígneos", y los 6000 años postremos verán al Astro Rey en la mitad norte del globo como ahora, lo que causará "estropicios por agua". Todo ello completaría 24.000 años o un ciclo sidéreo aproximativo, pero esos números se equivocan íntegramente (Isis, vol. 1, p. 33-34).


Parte 5 y final, abril 2020

La astronomía era sinónimo de astrología en tiempos remotos. Tras culminar seis etapas, los sacerdotes egipcios recibían una cruz Tau y el título de Astronomos-Sanadores en el séptimo nivel, previa enseñanza relativa a los signos zodiacales en un baile circular que imitaba el curso de los planetas, también comparable a la danza mítica de Krishna y las Gopis (Glosario Teosófico). D.F.J. Arago escribe que Hipócrates demostró gran confianza en el predominio de aquéllos sobre criaturas y sus enfermedades, y advirtió no consultar médicos ignaros de astronomía, subrayando sus profundos nexos con la química y los estudios sibilinos del empíreo.

La astrología exotérica define la obra de cuerpos interplanetarios en asuntos mundanos, y vaticina ocurrencias a partir de posiciones singulares. El horóscopo es un "mapa" sidéreo dentro del lugar y la hora en que nace un individuo, y otorga ideas sobre su carácter, atributos o hechos críticos del porvenir. Las coordenadas básicas son el cenit (punto cimero o más alto), nadir (sector opuesto), ascendente (rumbo este) y descendente (sentido oeste), los cuales trazan líneas imaginarias que reparten el círculo en cuatro cuadrantes de tres "casas", y se cuentan empezando con la que figura en ascenso, sin importar el orden tradicional. La primera es afín con Aries y gobierna la cabeza; el segundo gajo corresponde a Tauro que rige la garganta, etcétera.

La carta astrológica incluye lazos entre planetas, de acuerdo con sus aspectos provechosos o perjudiciales, y las áreas que ocupan en el gráfico. Varios autores observan que la posición solar describe el carácter moral del nativo, mientras la Luna da pistas acerca de rasgos profanos. Alan Leo declara que el ascendente brinda la hechura de nuestro cuerpo material, el vehículo que utiliza la personalidad efímera con tal de cumplir los anhelos del Espíritu, aunque casi siempre "distraídos" por ella.

Los planetas se oponen cuando presentan distancia de 180° vistos desde la Tierra o en un horóscopo, y conjuntan si aparecen "en fila" o "acopladura". Blavatsky comentó que es raro distinguir dos orbes armónicos, inusual si son tres e insólito al haber cinco. En 2449 a. de C. los astrólogos chinos predijeron desgracias en su país tras un fenómeno de dicha clase inaudita, y hubo guerras civiles junto con otras penurias durante 500 años. Al margen de los charlatanes y oportunistas que se creen "expertos", Helena preguntaba por qué hay tanto descrédito contra las gobernanzas seráficas y sus corolarios en la Tierra.

A propósito de Piscis, Blavatsky señaló que la palabra dagon significa "pez", y connota las ideas de "profeta" o "mensajero". Los cristianos tratan de unir este signo con Jesucristo y datan su Venida al momento en que "el Sol marcó la duodécima casa", pero la constelación análoga representa a todos los místicos -pasados, presentes y futuros- que traen luz para disipar las tinieblas. Kepler afirmó que los planetas se hallaron conjuntos dentro de la misma y algunos cabalistas le nombraron “asterismo del Mesías", que además contuvo la "estrella de los Magos"; aun así, ningún ocultista perspicaz aprueba el aserto (DS, vol. 1, p. 653-54).

Las esferas cósmicas actúan a modo de "punteros" que dicen cuál será su influencia sobre personas, países o el mundo, y dependiendo del arreglo particular los astrólogos pueden establecer predicciones, pero ni éstos ni aquéllas prefijan el destino. Cada Ego porta un "atraso kármico" que debe ajustarse en una vida concreta, y así el gráfico natal es producto de causas hechas por el consultante. Los humanos están vinculados por medio del Ser Inmortal que nos enlaza a todo el Universo, y porque nuestros actos y mente crean ondas que inciden en Akasha; ergo, los sabios determinan sus pronósticos al conocer las leyes que rigen esa dinámica de energía. El trabajo interpretivo de horóscopos se basa en mezclas casi infinitas entre sus componentes, llevando a tomar muy en serio la perspicacia matemática, intuición y honradez del profesional.

Es trascendental comprobar que muchos advenimientos cósmicos se anuncian por las posiciones estelares circunscritas en los doce signos. Una reseña poética del futuro Pralaya o "muerte" solar cuenta que “se escuchan ruidos extraños (...) el Sol viene en pos del trigésimo grado de Makara (Capricornio) y no seguirá alcanzando Minam (Piscis). Ahora los maestros de pagodas [que vigilan el rasi-chakra (zodíaco)] pueden destruir sus artefactos y palestras, pues de ahora en adelante son inútiles” (DS, vol. 1, p. 376). La décima casa apunta al invierno boreal o fase en que "la vida duerme", resurgiendo en primavera con la diosa Ostara o Piscis, y luego de ese Pralaya el Astro Rey no ingresará en dicho asterismo. Sin embargo, Capricornio simboliza el arribo del "microcosmos" espiritual una vez desaparezca el Universo tangible. Los Kumaras, en cuanto "nacidos de la mente de Siva", atañen a procesos destructivos y de regeneración (DS, vol. 2, p. 579).

Los sabios hindúes fraccionaron el Zodíaco en veintisiete nakshatras de 13° 20', yendo desde Ashwini en el punto cero de Aries hasta Revati a los 30 de Piscis. Para el momento de llegar al mundo, la astrología del sur de India considera el grupo estelar que indica la Luna (...). El Vishnu Purana anticipa que la Edad de Oro o Krita Yuga volverá cuando Delta Cancri, nuestro satélite natural, el Sol y Júpiter sean vistos en el octavo nakshatra.

"La estrella bajo la cual nace una entidad humana (...) seguirá siendo la misma por siempre, a lo largo de todo el ciclo de sus encarnaciones en un Manvantara, pero ésta no es su 'luminaria' astrológica. Esta última se relaciona con los principios humanos mortales, y la primera con su Individualidad [Ego Reencarnante]" (DS, vol. 1, p. 572-73). Existen órdenes divinos séptuples que gobiernan el Universo, presididos por Dhyani-Budas o "ángeles" de esas lumbreras que guían los renacimientos de la Mónada y "son parte de su Esencia".

1 de mayo de 2024

El calendario Saptarishi

David Pratt, junio 2022


​Contenidos:

01. Zodíacos lunar y solar
02. Zodíacos sideral y tropical
03. Saptarishis y Nakshatras
-Primer enfoque: Indrasena
-Segundo enfoque: Sule et al.
-Tercer enfoque: John Bentley

04. Calibración del calendario
05. Kali-Yuga y Magha
06. Antigüedad india


​01. Zodíacos lunar y solar

Visto desde la Tierra, el Sol pasa a lo largo de un año por las doce constelaciones del Zodíaco. La Luna también recorre diversos grupos de estrellas o asterismos, también conocidos como mansiones lunares, mientras orbita a nuestro planeta. Dicho satélite natural demora unos 27,32 días en regresar al mismo punto de su ruta, visto contra el fondo de estrellas, al que se denomina mes lunar sidéreo. Los astrónomos hindúes, al igual que otros antiguos observadores, dividieron el recorrido en 27 (ó 28) partes o nakshatras, y al igual que las constelaciones solares, sus porciones se fundamentan en la eclíptica (plano del "camino" terrestre alrededor del Sol), ya que la órbita lunar está inclinada sólo unos 5° con respecto a aquélla.

Fig. 1 [los tamaños relativos y ángulos de Tierra y Luna se reproducen a escala, no así su distancia relativa].

Existen múltiples versiones del zodíaco lunar hindú. Si la eclíptica se divide en 27 nakshatras de 13°20', la Luna permanece poco más de un día en cada uno. En ocasiones se designa un intervalo más pequeño al vigésmo octavo (Abhijit), de modo que ella se sitúa un día en cada uno de los 27, y aproximadamente 0,3 en el n° 28. En otros esquemas, las 27 mansiones poseen amplitudes desiguales; el Surya Siddhanta les adscribe igual ancho (cap. 2, v. 64), pero también proporciona detalles de 28 gajos, repartidos de modo muy disparejo a lo largo de la eclíptica (cap. 8) (1).

Fig. 2. Zodíacos solar y lunar (tamilandvedas.com).

En tiempos modernos, Ashvini (representado por una cabeza de caballo) se considera el primer nakshatra, pero otros textos hindúes indican que antaño lo fueron Rohini, Krittika y otros (2). Esto se relaciona con el movimiento precesivo ("Inversiones polares" 1, apartado 3), es decir, que la posición del Sol en equinoccios y solsticios se desplaza lentamente hacia el oeste a través de las constelaciones eclípticas, tardando 25.920 años en completar un circuito del Zodíaco.

Fig. 3.


Referencias

​1. E. Burgess y W.D. Whitney, Sūrya-Siddhānta: A text-book of Hindu astronomy, John Wiley, 1860, reimpreso por Wizards Bookshelf (sin fecha).

​2. Richard L. Thompson, Mysteries of the Sacred Universe: The mythology of the Bhāgavata Purāna, Govardhan Hill Publishing, 2000, p. 81, 247; David Frawley, Gods, Sages and Kings: Vedic secrets of ancient civilization, Passage Press, 1991, p. 147-99.


02. Zodíacos sideral y tropical

Existe una diferencia significativa entre los zodíacos sideral (móvil) y tropical (fijo), nuevamente, como resultado de la precesión.

[N.del T.: En el texto inglés, Pratt se equivoca al describir el sistema sideral como "estacionario" y el tropical a guisa de "variable", pues en realidad es éste el que sigue inamovible al ignorar el cambio precesivo del punto vernal cada 2160 años].

El sidéreo comprende las constelaciones reales en el espacio (Aries, Piscis, Acuario, etc.), que además reciben el nombre de "casas". El de tipo tropical engloba los signos astrológicos del Zodíaco: tienen iguales nombres que los asterismos, constituyendo sectores alrededor de la Tierra, y el equinoccio del 21 de marzo siempre marca el inicio de Aries. En otras palabras, aquí el sitio vernal representa el grado 0 del signo, sin importar en qué constelación zodiacal se encuentre el Sol en ese momento. Para esta fecha, el Astro Rey entra al grupo estelar de Piscis, acercándose al límite con Acuario.

Fig. 4. Posición del Sol en el equinoccio primaveral de 2022, mostrando el ecuador celeste (rojo) y la cuadrícula eclíptica de coordenadas (verde) (CyberSky 5.2).

Así como el equinoccio de marzo siempre marca 0° de Aries en el zodíaco solar-tropical, también apunta al 0 de Ashvini en la versión corriente del esquema lunar-tropical indio, cualquiera que sea la mansión real (o signo lunar) donde se emplace el Sol.


03. Saptarishis y Nakshatras

En astronomía hindú, los Saptarishis ("siete sabios") son las siete estrellas más lucientes del asterismo Osa Mayor o "Arado".

Fig. 5. Osa Mayor, donde Mizar y Alcor son estrellas dobles (Stellarium).

Varios textos indios de la Antigüedad consignaron que los Saptarishis se trasladan por los nakshatras, a razón de un sector lunar cada 100 años. Tomado al pie de la letra, constituye un sinsentido pues no hay ningún cambio relevante en la distancia angular entre las estrellas-saptarishi y otras alrededor de la eclíptica de un año a otro. Aunque cada luminaria sigue su propio movimiento, fuera del Sistema Solar todas las estrellas se ubican a lejanías tan inconmensurables que su posición entre sí apenas cambia, incluso a lo largo de muchos milenios.

El Vishnu Purana dice: "Cuando las dos primeras estrellas [de Osa Mayor] se elevan en el cielo, y por la noche se ve algún asterismo lunar a igual distancia entre ellas, entonces los siete Rishis continúan estacionarios en esa conjunción, por cien años humanos" (1), siendo ésta la traducción por Wilson, mientras que Dutt omite la frase "entre ellas", lo que hace al contexto más ambiguo (2). Las dos luminarias que ascienden en Osa Mayor son Dubhe (Alpha Ursae Majoris) y Merak (Beta Ursae Majoris), y como se explica enseguida, hay tres maneras diferentes de interpretar la cita.


Referencias

1. H.H. Wilson, The Vishnu Purāna: A system of Hindu mythology and traditions, Trübner & Co., 1864-1877, vol. 4, p. 230-3.

2. M.N. Dutt, A Prose English Translation of Vishnupuranam, Elysium Press, 1896, parte 4, sección 24, p. 312.


Primer enfoque: Indrasena

Indrasena (1) plantea que se traza una línea desde Dubhe hasta Merak y actúa como "puntero". Cuando se extiende hacia el sur, cruza la eclíptica en la constelación de Leo, muy cerca de 59 Leonis, y esta área corresponde al nakshatra Purva Phalguni, cuya estrella principal es Chertan (Delta Leonis).

Fig. 6. 59 Leonis se encuentra justo bajo la eclíptica (línea verde), a la izquierda de su nombre (en rojo: cuadrícula de coordenadas celestes).

Debido a que las estrellas son relativamente fijas, el sitio donde la línea Dubhe-Merak intersecta la eclíptica cambia no más de uno o dos grados, incluso al transcurrir miles de años. Sin embargo, lo que sí varía en modo significativo y permanente -por la precesión- es la distancia angular entre el cruce de la eclíptica con el equinoccio vernal. Así, mientras el puntero siempre permanece en Purva Phalguni en el zodíaco lunar-sideral, se mueve a través del lunar-tropical a una velocidad promedio de 50 segundos de arco por año, equivalente a 1° en 72 años, 960 por mansión lunar y 25.920 para un ciclo precesional completo.

Fig. 7. Osa Menor, Osa Mayor y los Polos Norte celeste y eclíptico.

En la actualidad, si el "cursor" Dubhe-Merak se prolonga hacia el norte, pasa muy cerca del polo celeste homónimo, que está a unos 0,6° de la estrella polar (Polaris/Alpha Ursae Minoris), y de hecho, a Merak y Dubhe se les llama "indicadoras" precisamente porque apuntan hacia Polaris. Esta situación no es durable, pues el extremo norte sidéreo se mueve por completo alrededor del Polo Norte eclíptico (Draco) en el transcurso de un ciclo precesional. Polaris se trasladó a 5° del septentrión astronómico hacia 1200, y la última estrella que se ubicó cerca de dicha zona fue Thuban (Alpha Draconis) en el tercer milenio a. de C.

Fig. 8. La estrella polar cambiante. Según la Teosofía, el eje terrestre no describe un "círculo" en torno al polo eclíptico, sino una espiral, a causa de desvíos axiales paulatinos ("Inversiones polares" 1, sección 4).

Al fundamentar su estudio, Indrasena sostiene que "a igual distancia" (traducción por Dutt) significa que el puntero saptarishi se encuentra aproximadamente a medio camino entre el Polo Norte celeste y la eclíptica. Dubhe y Merak siempre se ubican a unos 50° de ésta última, pero actualmente las vemos a sólo 30° del Polo Norte astronómico. En 2150 a. de C., cuando Thuban era la estrella "marcadora", su distancia angular al polo era de casi 20°, y como el extremo celeste se mueve completamente alrededor del polo eclíptico en un ciclo precesional, la distancia puede alcanzar los 65°.

La referencia del Vishnu Purana a que "los rishis continúan en la misma conjunción durante 100 años" no significaría que tarden ese periodo en atravesar toda una mansión lunar, sino para moverse un grado a lo largo de la eclíptica. Esto fijaría la tasa de precesión en 1° por centuria, el mismo promedio que calculó Hiparco (siglo II a. de C.) (2) y acogido por Tolomeo (siglo II d. de C.). Algunos escritores creen que los hindúes subsecuentes heredaron dicho guarismo, pero los antiguos indios hicieron sus propias observaciones (el valor correcto es 1,39° por siglo).

Como existen 27 ó 28 mansiones lunares, el ciclo saptarishi dura 2700 ó 2800 años. Los primeros se pueden transformar en 27.000 años, ya que sumar o restar ceros es común en los cálculos numerológicos. Dado que estamos tratando con "porciones" lunares, esto se puede leer como 27.000 años análogos, lo que equivale a 354/365 x 27.000 = 26.186 años solares. Si se toma como la duración del ciclo precesional, ello corresponde a una tasa de 49,49 segundos de arco/año, mientras que el valor en 2000 era de 50,288"/año. Con el transcurso del tiempo, el índice oscila alrededor de la cifra canónica de 50"/año, si bien hoy va en aumento y habría sido de 49,49"/año alrededor del 1500 a. de C.


Notas

1. Buddhike S.H. Indrasena, "The Saptarishis calendar: 'The Indian tropical zodiac'!", Journal of Astronomical History and Heritage, v. 18, n° 2, 2015, p. 190-8.

2. Según Neugebauer (1975, p. 298), la estimación máxima de Hiparco fue 1° por siglo de años egipcios con 365 días, pero su cómputo real fue 1° en 77 años egipcios (Thompson, Mysteries of the Sacred Universe, p. 305).


Segundo enfoque: Sule et al.

De acuerdo con esta visión, el puntero saptarishi siempre comienza en el Polo Norte celeste y pasa por la zona media entre Dubhe y Merak; asimismo, en dos sitios del trayecto de igual polo en derredor del eclíptico, dicha línea también pasará exactamente por esas estrellas (1). Esto implicaría que el "señalador" es un trazo de longitud sidérea o "ascensión recta", igual al encumbramiento promedio de esas luminarias.

El uso del punto intermedio de Dubhe y Merak armoniza con el extracto "a igual distancia entre ellas" en el texto de Wilson, quien además menciona la siguiente explicación de Sridhara Swami, comentarista del Bhagavata Purana: "Las dos estrellas (Pulaha [Merak] y Kratu [Dubhe]) deben alzarse o estar visibles antes que el resto; y cualquier asterismo en una línea al sur del centro de las mismas, es aquél con el que están unidas las siete, continuando así durante cien años" (2).

Fig. 9. El puntero en 2000. El polo celeste se encuentra al medio; la línea de puntos representa el ecuador celeste, y el indicador se cruza con Purva Phalguni.

Fig. 10. En 2150 a. de C. el puntero estaba en el nakshatra Pushya (Cáncer), cuando Thuban era el astro más cercano al polo.

La teoría de Sule et al. difiere de Indrasena en que el marcador saptarishi se mueve a través de los nakshatras debido a la precesión, pero es insuficiente porque este "cursor" no pasa por todos ellos durante el ciclo precesional, sino que va y viene a través de sólo cuatro o cinco, abarcando 60 grados (esto puede apreciarse dibujando una línea desde cualquier punto en el camino precesivo del polo celeste, a lo largo de la zona media entre Dubhe y Merak). Además, la coordenada saptarishi puede tardar desde pocos cientos de años hasta más de 1000 en atravesar un nakshatra, dependiendo de qué tan cerca esté el polo celeste de Dubhe/Merak (cuanto más próximo se encuentre, menos tiempo tardará), y de la anchura precisa para cada mansión lunar.


Referencias

1. A. Sule, M. Vahia, H. Joglekar y S. Bhujle, "Saptarsi’s visit to different naksatras: subtle effect of earth’s precession", 2006.

2. Wilson, The Vishnu Purāna, vol. 4, p. 233, nota al pie.


Tercer enfoque: John Bentley

John Bentley (1825) propuso que la "línea de los Rishis" empieza en el Polo Norte de la eclíptica y traspasa Merak (Beta Leonis), pero no Dubhe (1). Al igual que la versión de Indrasena sobre ambos astros, este segmento también intersecta la eclíptica en la constelación de Leo, pero ello ocurre en el nakshatra Magha (estrella principal Regulus) y no Purva Phalguni, siendo ambas colindantes, y según el zodíaco lunar (fig. 2) comienza en el límite Cáncer-Leo.

El esquema de Bentley podría modificarse ligeramente para que dicho trazo conecte el polo de la eclíptica y la región entre Dubhe y Merak (en lugar de sólo ésta última), lo que estaría de acuerdo con la cita anterior del Vishnu Purana, y en ambos casos representa una línea de longitud eclíptica, cruzando Magha.

Fig. 11. La cruz entre Leo y Cáncer señala una línea convergente que va desde el Polo Norte eclíptico, a través de la zona intermedia entre Dubhe y Merak.

Fig. 12. Primer plano de Leo.

A diferencia de las dos primeras teorías, el punto central entre Dubhe y Merak se encuentra casi exactamente a medio camino entre el polo de la eclíptica y el punto de intersección con la misma; esto viene ocurriendo desde hace milenios, ya que el polo eclíptico apenas se mueve y las estrellas permanecen relativamente estacionarias.

Bentley dice que la "línea de los Rishis" está "invariablemente unida al comienzo del asterismo lunar Magha", en el sentido de que el punto donde intersecta con la mansión homónima no cambia su lugar de modo significativo durante miles de años. Sostiene que los hindúes inventaron las divisiones lunares en 1192 a. de C., implicando que "en ese entonces, las zonas lunares móviles -o que dependían de la revolución del Sol en los trópicos- coincidieron con las fijas o siderales del mismo nombre". Para aquella época, "el punto solsticial de invierno [que marcaba el comienzo del año] estaba al inicio de la casa fija y dinámica de Sravishtha", ahora conocida como Dhanishtha (en Capricornio), y el equinoccio vernal caía dentro de Bharani (alojado en Aries). Sin embargo, los hindúes observaron que desde 1192 a. de C. hasta 698 a. de C. los equinoccios y solsticios precedieron 6°40', de modo que en ese último año "el principio del asterismo Magha coincidió con la mitad de la mansión desplazable con igual nombre". Los hindúes optaron por expresar esto de una manera diferente, diciendo que "los Rishis ingresaron a los 6°40' de Magha, es decir, Su línea 'cortó' la casa móvil en esa coordenada" (2).

Al tenor de la astronomía a simple vista, la tesis por Indrasena sería fácil de aplicar, ya que comporta extender un trazo mediante Dubhe y Merak y llevarlo hasta la eclíptica. La aproximación de Sule et al. (una raya desde el Polo Norte sidéreo que cruce el centro Dubhe-Merak) y Bentley (comienzo del indicador en el Polo Norte eclíptico) ofrecerían más complejidad, porque rara vez hay una estrella en el septentrión celeste y no hay ninguna en el extremo boreal de la eclíptica. Sin embargo, nuevos descubrimientos cuestionan cada vez más los prejuicios sobre las "tecnologías muy primitivas" de civilizaciones antiguas.


Referencias

1. John Bentley, A Historical View of the Hindu Astronomy, Smith, Elder & Co., 1825, p. 64-65.

2. Bentley, p. 35, 64-66.


04. Calibración del calendario

Los textos hindúes suelen decir que había una contingencia importante cuando los Siete Rishis estaban en un nakshatra específico. Sin embargo, son inciertos los períodos precisos vinculados con cada sector, en parte por los dilemas respecto a la definición sobre la "línea", y además porque se emplearon múltiples sistemas de "parcelas" lunares en distintos momentos. Como ya se mencionó, Aries y Ashvini constityuen hoy los primeros signos del zodíaco solar y lunar respectivamente; Krittika y Rohini también fueron vistos de igual forma en épocas anteriores, cuando el equinoccio de primavera ocurría en esos sectores. Las referencias astronómicas en varias obras indias sostienen que fueron editadas en los últimos miles de años, pero se originaron en tiempos muy pretéritos.

Hoy se establece que los signos y constelaciones solares están en afinidad cuando el equinoccio de primavera se alinea con los 0° del asterismo Aries. Esto ocurre al final de la Era homónima, pues el equinoccio tiene una precesión este-oeste, mientras que la Tierra da vueltas al Sol en sentido contrario. Dicho de otro modo, aquél se sitúa entre las estrellas de Aries a sus 0° una vez al año, y el equinoccio cae en igual grupo a 30° una vez por cada etapa precesiva. Un factor que complica la situación es que los signos tienen cada uno 30° de amplitud, en tanto que las constelaciones (cuya suma real es de 13) (1) varían en sus dimensiones y se superponen parcialmente, por lo cual existen múltiples formas de dividirlas en 12 segmentos iguales.

No hay consenso respecto de dónde localizar el límite entre Aries y Piscis, ni tampoco la fecha cero en que coincidieron por última vez los zodíacos sideral y tropical. Helena Blavatsky situó el fin de la Era del Carnero y el comienzo de la fase pisciana en 255 a. de C. ("Inversiones polares", Apéndice 1), e Indrasena en 232 d. de C. El equinoccio vernal coincidió con el punto de arranque del zodíaco hindú en 564 d. de C., ubicado a 10 minutos de arco al este de Zeta Piscium, la estrella principal del nakshatra Revati. Ese lugar marca el límite entre Revati y Ashvini, es decir, 0° Ashvini y 0° Aries, aunque se encuentra al interior de Piscis.

Fig. 13. Revati (cruz próxima a la eclíptica) se encontraba 10' al oeste del equinoccio de primavera en 564 d. de C.

La astrología occidental moderna (o helenística) utiliza los signos del zodíaco solar tropical, y no armonizan con los grupos estelares correspondientes. Por ejemplo, el Sol pasa por el signo Aries del 21 de marzo al 19 de abril, y atraviesa su constelación real del 19 de abril al 13 de mayo. La astrología hindú (conocida como jyotisha), por otro lado, emplea los diagramas siderales solar y lunar; en otras palabras, tiene en cuenta la precesión (ayanamsa) (2). Parece arbitrario fijar 0° Aries/Ashvini en el punto equinoccial de primavera, reflejando el hecho de que la precesión fue redescubierta por los griegos hacia fines de la Era de Aries. Con la misma facilidad podríamos reajustar los esquemas tropicales solares y lunares con las gráficas sidéreas, cuando el equinoccio de primavera ocurra en otra constelación.


Notas

1. Earthsky.org.
2. Los críticos aducen que la astrología védica no se basa integralmente en observaciones astronómicas, sino en textos hindúes tradicionales (nirmukta.com). Por ejemplo, el Surya Siddhanta (cap. 3, v. 9-12) indica que la posición del Sol en el equinoccio se desplaza lentamente hacia adelante y atrás desde Revati en 54°; aumenta de 0° a +27°, regresa a 0°, disminuye a -27° y luego vuelve a 0°, realizando un movimiento completo de ida y vuelta (2 x 54°) en 7200 años (Burgess y Whitney, Sūrya-Siddhānta, p. 243-9). Esta es una referencia velada a la precesión y un índice aparente de 54"/año, incluso más exacto de lo que calcularon los griegos.


​05. Kali-Yuga y Magha

Según el Vishnu Purana, al comienzo de Kali-Yuga ("edad oscura" o "del hierro") los Siete Rishis moraban en el nakshatra Magha. Las fuentes hindúes suelen declarar que ese periodo llegó en 3102 a. de C., y para entonces el equinoccio advenía cuando el Sol ingresaba en Tauro (1), aproximadamente 0,8° al este de Aldebarán o astro primario del nakshatra Rohini. Al salir de éste último, el punto equinoccial señaló Krittika (que contiene a Pléyades), también incluido en Tauro. El equinoccio coincidió con Aldebarán hacia el 3045 a. de C. y Alcyone durante 2340 a. de C.; por ello, en otras épocas ambos nakshatras eran vistos como los "primeros" del ciclo.

Fig. 14. Pléyades.

Según Indrasena, el puntero Dubhe-Merak siempre "corta" la eclíptica en Purva Phalguni. Utilizando el 232 d. de C. como parámetro cuando convergieron las mansiones lunares sideral y tropical (es decir, los 0° del signo Aries sincrónicos con 0° de igual constelación), sostiene que el indicador estuvo en Magha tropical desde 1177 a. de C. hasta 210 a. de C., y su fecha para el arribo de Kali-Yuga es 951 a. de C.; en consecuencia, adoptar el dato por Blavatsky de 255 a. de C. para el término del periodo ariano haría retroceder la influencia de Magha en 486 años. Entretanto, el enfoque por Sule et al. coloca el puntero Magha sideral desde 1250 a. de C. hasta el 800 d. de C.

El paradigma de Bentley (original o modificado) asevera que ciertamente la "línea-rishi" corta el plano eclíptico en Magha sideral, pero este ha sido el caso durante miles de años. Sin embargo, si los zodíacos lunares sidéreo y tropical fueran puestos en cero cuando el equinoccio entró en Rohini, entonces los Saptarishis también habrían permanecido en Magha tropical al comienzo de Kali-Yuga.

Blavatsky se refiere así a la interpretación por Bentley sobre el comienzo de la "Era de Horror" cuando Magha cobijó a los Siete Rishis: "(...) de esta forma, son los Rishis quienes marcan el tiempo y las fases del pecado y sufrimiento en Kali-Yuga. Como dice el Bhagavata Purana (xii, ii, 26-32): 'Luego que el esplendor de Vishnu llamado Krishna se elevó al cielo, invadió el mundo la era de Kali, durante la cual los hombres se deleitan en el mal (...). Cuando los Siete Rishis estaban en Magha, comenzó la era Kali que comprende 1200 años (divinos, ó 432.000 años comunes); y toda vez que desde Magha alcancen Purvashadha, este tiempo oscuro alcanzará el clímax bajo Nanda y sus continuadores'. Y sobre el movimiento de los Rishis: 'Cuando las dos primeras estrellas de los siete Rishis (Osa Mayor) se elevan en el firmamento, y por la noche se ve algún asterismo lunar a igual distancia entre ellas, aquel septenio continúa fijo en dicha conjunción durante cien años', como un enemigo de Nanda hace decir a Parasara (Vishnu Purana). Según Bentley, dicho concepto surgió entre los astrónomos para evidenciar la magnitud de la precesión equinoccial; se elaboró 'asumiendo una línea imaginaria, o gran círculo, que transita por los polos de la eclíptica y el comienzo del Magha fijo, un perímetro que se suponía cortaba algunas estrellas en Osa Mayor [texto omitido: 'que, según los cálculos, parece haber sido la estrella β', es decir, Merak]. Las siete luminarias en esa constelación se llamaban Rishis, y el círculo se denominó línea de los Rishis; y al estar invariablemente ancladas al inicio del asterismo Magha, la precesión solía registrarse con el grado, etc. de cualquier mansión lunar móvil cortada por esa línea o círculo, en cuanto índice' (Historical View of the Hindu Astronomy, p. 65)" (2).

Bentley niega rotundamente que los hindúes practicaran astronomía en el 3102 a. de C., asegurando que "inventaron" las mansiones lunares en 1192 a. de C. y el Kali-Yuga se extendió del 540 al 299 a. de C. Acusa de "suprimir el relato mosaico" a quienes adscriben una antigüedad mucho mayor a esta disciplina india, porque eso significaría que la historia bíblica sobre la creación, Adán y Eva y el diluvio de Noé es "toda una fábula" (3).

Si bien el puntero saptarishi no se mueve por las casas lunares a razón de un nakshatra por siglo, aún puede utilizarse un calendario basado en esta suposición. Por ejemplo, según el Vishnu Purana, la "era de horrores" comenzó en el reinado de Parikshit, cuando los Rishis estaban en Magha, y al momento en que lleguen a Purvashadha, "Nanda comenzará su gobierno" y "la influencia de Kali aumentará". Dado que Purvashadha es el décimo nakshatra, ese periodo tendría 9600 años según la tasa media precesiva, y sólo 1000 si tomamos la cifra de 100 años por nakshatra. En los libros hindúes, el tiempo desde Parakshit hasta Nanda se indica de diversas formas como 1015, 1050, 1115 ó 1500 años (4), y su significado no está claro porque "años" no indica por fuerza que sean "terrenales".


Notas

1. Blavatsky añade: "La constelación de Tauro (el Aleph hebreo) estaba en el primer signo del Zodíaco al comienzo de Kali-Yuga, y en consecuencia el punto equinoccial caía en esa zona. Además, Leo marcaba el solsticio de verano, Escorpio el equinoccio de otoño y Acuario el invierno; estos hechos forman la clave astronómica para la mitad de los enigmas religiosos en el mundo, incluido el esquema cristiano” (The Theosophical Glossary, The Theosophy Company, 1973 (1892), p. 387).

2. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Theosophical University Press, 1977 (1888), 2:550; Secret Doctrine References, Theosophical University Press, 2013, D.S., vol. 2. La cita del Bhagavata Purana es de Wilson, Vishnu Purāna, vol. 4, p. 230 nota al pie.

3. Bentley, A Historical View of the Hindu Astronomy, p. xxvii, 77.
4. Wilson, Vishnu Purāna, vol. 4, p. 229-34.


​06. Antigüedad india

Feuerstein et al. sostienen que el calendario Saptarishi, con su ciclo de 2700 años, es el más antiguo de India y aún se ocupa en algunas regiones del país. En Cachemira, su punto de partida se determinó en el 3076 a. de C.

Hace dos mil años, los historiadores Plinio y Arriano, quienes se basaron en informes por embajadores en las cortes Maurya [322-185 a. de C.], mencionaban que la tradición histórica nativa de India conocía a 154 reyes que gobernaron durante 6450 años. Cuando reconstruimos ese dato, al parecer en la época Maurya el calendario principió en 6676 a. de C., exactamente 3600 años antes del inicio del actual ciclo Saptarishi y al terminar una década homónima (1), debido a que 360 años se contaban como "año divino".

Hay alusiones astronómicas en los primeros textos védicos que son previos a la Era de Tauro (nakshatras Krittika y Rohini), una fase en que se producía el equinoccio primaveral en Mrigashira, Punarvasu y Pushya (cuyo nombre védico es Tishya) (2). Las estrellas primarias de estas tres porciones son Meissa (Orión), Pollux (Géminis) y Asellus Australis (Cáncer) que coincidieron con el equinoccio en torno al 4060, 6300 y 7300 a. de C., respectivamente. Según Krishna Shastri Godbole, las observaciones estelares consignadas en obras hindúes se remontan incluso al 20.000 a. de C. (3).


Referencias

1. Georg Feuerstein, Subhash Kak y David Frawley, In Search of the Cradle of Civilization, Quest, 2da ed., 2001, p. 246.

2. Frawley, Gods, Sages and Kings, p. 165-99.
3. "India, cuna de la civilización", parte 3.