9 de julio de 2022

Enigmas al interior de la Tierra (4 de 12)

David Pratt
Mayo 2001, última revisión abril 2016


Continuación Parte B:

02. Teorías modernas
03. Lunas huecas


02. Teorías modernas

En 1906 apareció The Phantom of the Poles por William Reed (1), y en 1913 A Journey to the Earth's Interior de Marshall B. Gardner (2). Estas obras tuvieron mucha influencia sobre prácticamente todos los escritores siguientes e interesados en una Tierra hueca, y sobre la base de relatos por exploradores, Reed y Gardner concluyeron -de forma independiente- que en los polos Norte y Sur había enormes entradas al interior planetario. El primero de ellos sostuvo que la "cáscara" terrestre poseía un grosor de 1600 kms. y los diámetros en las aberturas austral y norte correspondían a 2400 y 1600 kms. respectivamente; por su lado, Gardner creía que dicha capa externa comportaba 1300 kms. y las oquedades extremas unos 2200. Como Symmes, Reed semejaba pensar que la luz solar brillante en esos resquicios sería suficiente para alumbrar el interior, mientras que su homólogo concibió un "sol central" de 960 kms. en magnitud. Al igual que Symmes, Gardner era evangélico y envió decenas de copias de su libro a académicos, legisladores, presidentes y reyes.

La Tierra según el concepto de Gardner.

Si en realidad existió un gran agujero polar, y si la superficie externa y convexa planetaria se curvara suavemente al interior hasta convertirse en una amplitud cóncava, en principio sería factible caminar o navegar desde fuera hacia dentro y a la inversa, siempre que sean erróneas las ideas convencionales sobre la gravedad. El punto más alto del borde en todo el agujero sería el "polo norte", implicando que la Estrella Polar estaría directamente por encima de un individuo parado en dicho sector. A medida que nos aproximamos a la orilla, un grado de latitud sería cada vez más corto, dando a los exploradores la impresión de que viajan mucho más allá de lo esperado.

Una gran cantidad de argumentos sobre amplios boquetes polares por Gardner y Reed son los mismos que Symmes visualizó; la mayoría de ellos es muy débil y algunos son claramente ridículos. Por ejemplo, Reed sostuvo que el aplanamiento de los polos (significando quizás para él que ellos eran realmente lisos) demostraba la presencia de un orificio, ya que esto disminuiría la redondez de la Tierra. Para explicar cómo se pudo crear la Tierra hueca y su "sol central", Gardner citó la Nebulosa del Anillo en la constelación Lyra, semejante a capas de gas que rodean una estrella, y creyó eventualmente que se contraería para crear un planeta con luz interna. A decir verdad, tales nebulosas eran llamadas "planetarias" en los textos astronómicos de entonces, por su gran semejanza a dichos astros cuando se apreciaban por telescopios de baja potencia. Sin embargo, la estrella central de la formación en Lyra es mucho más grande que cualquier planeta conocido, y la cobertura gaseosa circundante -con millones de kilómetros en extensión- se está ampliando y no presenta contracción, porque se trata del remanente de una supernova o estrella explotada. Gardner también pensó que la Nebulosa de Andrómeda estaba en las primeras fases de convertirse en un planeta, y hoy sabemos que la galaxia homónima es mayor que la Vía Láctea.

En 1906 Reed opinaba que el Polo Norte era desconocido pues no existía en la superficie, sino en el aire, y al centro de la abertura polar. Gardner, por otra parte, publicó su libro varios años después que aparentemente se hubiera alcanzado ese punto geográfico: el doctor Frederick A. Cook afirmó lograrlo en abril de 1908 y el comandante Robert E. Peary para abril del año siguiente. Sin embargo, Gardner enfatizó la amarga disputa entre ambos exploradores y sus partidarios (ver Parte C) sugiriendo que habían pasado semanas vagando perdidos en el borde del agujero polar, y que Peary en particular pudo haber tenido problemas para contar la verdad.

Tanto Reed como Gardner supusieron que el mundo interior poseía clima tibio y que el aire emanado por la abertura polar del septentrión era causa de que el Ártico fuera anormalmente cálido. Sin embargo, al seleccionar cuidadosamente ejemplos de exploradores que verificaron condiciones cálidas en ciertas zonas árticas, ambos tienden a ignorar el frío amargo que es mucho más frecuente. Se sabe bien que el clima en el Círculo Ártico varía bastante dependiendo de factores como latitud, proximidad del mar, elevación y topografía, y que las corrientes marinas cálidas alrededor de algunos litorales en ese lugar permiten la exuberancia de vida oceánica.

En el hemisferio norte la zona de temperatura más baja ("polo frío") se encuentra al este de Siberia, y varios cientos de kilómetros hacia el sur del Círculo Ártico, en una región muy distante de la influencia oceánica moderadora, donde se han registrado niveles de hasta -71° C. En Olekminsk, a unos 1100 kms. del océano más próximo, la temperatura llega hasta -60° C en invierno y 45° durante el verano, constituyendo así la mayor variación corroborada en todo el mundo, y asimismo el promedio anual se ubica en torno a los 0°. Las temperaturas más bajas de todo el año se encuentran en el interior de Groenlandia, con un promedio de -29° C, porque en contraste con el fino recubrimiento de hielo siberiano, el groenlandés nunca se derrite completamente en el periodo estival (3). El 5 de abril de 1969, Wally Herbert y su equipo de Expedición Transantártica determinaron que la temperatura en el Polo Norte era de -37,2° C, mostrando así que el "aire caliente" de Reed y Gardner debía estar soplando en la dirección equivocada para cuando difundieron sus teorías...

Dichos autores también propagaron la opinión de que existía un "mar abierto" en vez de un océano gélido al extremo norte. Esta idea fue apoyada por muchos exploradores del siglo XIX, pero se refutó por el viaje épico de Fridtjof Nansen en el navío Fram de 1893 a 1896, aunque Reed y Gardner lograron convencerse de lo contrario (ver Parte C).

Reed aducía que las lluvias de meteoros polares y el polvo o piedras encontrados en el hielo ártico eran "escombros de erupciones volcánicas" en la Tierra interior, y la nieve coloreada se debía a cantidades masivas de polen gracias al exuberante crecimiento de plantas y flores dentro del planeta. Gardner propugnó que los mamuts congelados descubiertos en Alaska y Siberia pertenecían a ese mundo ignoto; supuestamente murieron mientras buscaban comida, los atrapó el hielo de rápida congelación y luego fueron llevados al borde del resquicio por corrientes oceánicas. Según Marshall, el motivo para el buen estado de dichos cadáveres era su extinción reciente, pero muchos mamíferos se encontraron congelados en la tundra, a cientos de kilómetros del océano, y la gran mayoría no exhibe una preservación aceptable.

Reed y Gardner llamaron la atención sobre el hecho de que aves, osos polares, zorros y bueyes almizcleros en el Ártico habrían sido vistos emigrando al norte para el invierno, y a muchos exploradores esto les hacía pensar en la existencia de un continente cálido cercano a dicha área. Los autores creían que la comarca estaba realmente dentro del planeta, pero sus oponentes descartan las observaciones anómalas de desplazamiento animal como fragmentarias y poco fiables (4).

Los mencionados escritores especularon que el centro terrestre probablemente estaba poblado. Gardner sostuvo que era el hogar original de esquimales y todos los pueblos del este asiático, e incluso sugirió que la "posición ascendente y exterior" de los ojos chinos podía representar "un cambio del sitio ocular estándar, inducido por el hecho de que al interior [terrestre] el sol está siempre en el cénit". Terminaba exhortando a todos los patriotas para convencer al gobierno norteamericano de montar una expedición, con miras a colonizar el mundo interior, ya que esto "añadiría la página más gloriosa jamás escrita a la historia de Estados Unidos".

Gran parte de lo imaginado sobre la Tierra hueca durante el siglo XX es de poca relevancia o no tiene valor. Muchos argumentos por Reed y Gardner han venido citándose una y otra vez, mientras se ignoran en buena medida las conclusiones de travesías posteriores. Tal vez la obra más leída sobre el tema sea The Hollow Earth (1963) por el doctor Raymond Bernard -cuyo verdadero nombre era Walter Siegmeister (5)- y que reprocesa la mayoría de ideas más frágiles y absurdas para una Tierra hueca con "grandes aberturas polares". También múltiples exploradores caminaron o viajaron en trineo hasta los polos, se han hecho sobrevuelos y captado fotografías satelitales, y desde 1956 ha existido una base de tripulación permanente en el Polo Sur. Varias travesías cruzaron directamente por ambos extremos terrestres, y algunas se acercaron a diversos sectores de la Antártida para encontrarse en el punto correcto, pero aparentemente no existen descubrimientos sobre oquedades polares o al menos ninguna está señalada en mapas oficiales, lo cual es considerado por muchos "terrahuequistas" como evidencia de una "amplia conspiración internacional" (6).

En 1998 se dio a conocer el libro Hollow Planets de Jan Lamprecht (7), que trata de abordar el problema desde un ángulo más científico, pero él también cree en un encubrimiento masivo repecto a los mencionados agujeros, que probablemente miden 320 kms. y se alejan de los polos geográficos (ver Parte C). Al menos Lamprecht descarta que pueda verse una gran abertura septentrional en imágenes de satélite (8) que según algunos fueron "liberadas al público" antes que "las autoridades se percataran de la anomalía" y el material fuera "manipulado o suprimido". En su mayoría los "agujeros" resultan ser tormentas y corrientes de aire circulares momentáneas, y lo que es más, se encuentran en múltiples ubicaciones. Por ejemplo, una toma satelital muestra un ítem de casi 1500 kms. en diámetro sobre la península rusa de Kamchatka (imagen siguiente), y otra exhibe un rasgo de 1300 pasando por Groenlandia. Pero al parecer, algunos conspiracionistas no lo aceptan y prefieren creer en una entrada polar que cambia su tamaño y salta de un lugar a otro...

¿Un agujero polar? (9).


Referencias

1. William Reed, The Phantom of the Poles (1906), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, sacred-texts.com.

2. Marshall B. Gardner, A Journey to the Earth’s Interior or Have the Poles Really Been Discovered (2da ed., 1920), Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1964, sacred-texts.com.

3. Isaac Asimov, The Ends of the Earth: The polar regions of the world, New York: Dutton, 1990, p. 158-60, 206.

4. Walter Kafton-Minkel, Subterranean Worlds: 100,000 years of dragons, dwarfs, the dead, lost races & UFOs from inside the earth, Port Townsend, WA: Loompanics Unlimited, 1989, p. 66.

5. Raymond Bernard, The Hollow Earth (1964, New York: Carol Paperbacks, 1991, edición revisada; Mokelumne Hill, CA: Health Research, 1977, ourhollowearth.com.

6. Por ejemplo, Brinsley Le Poer Trench, Secret of the Ages: UFOs from inside the earth, St Albans, Herts.: Panther, 1976; William L. Brian II, Moongate: Suppressed findings of the U.S. space program, The NASA-military cover-up, Portland, OR: Future Science Research Publishing Co., 1982; Mark Harp, "A case for the hollow earth theory", Nexus, diciembre 1994-enero 1995, p. 35-41; Joseph H. Cater, The Ultimate Reality, Pomeroy, WA: Health Research, 1998, p. 88-99; Alec Maclellan, The Hollow Earth Enigma, London: Souvenir Press, 1999; Sadek Adam, Hollow Earth Authentic, Pomeroy, WA: Health Research, 1999.

7. Jan Lamprecht, Hollow Planets: A feasibility study of possible hollow worlds, Austin, TX: World Wide Publishing, 1998 (hollowplanets.com).

8. Ibídem, p. 365-73.
9. pixabay.com; v-j-enterprises.com.


​03. Lunas huecas

Aunque no hay interés en la ciencia ortodoxa a propósito de una Tierra hueca, sí ha existido cierta especulación sobre lunas de igual característica. En 1959 el especialista soviético Iosif Shklovsky planteó que la aceleración de Fobos (luna interior de Marte) era tan grande que debía ser hueco, considerando además la fuerza de arrastre y su masa calculadas, dejando entrever que podría tratarse de un cuerpo artificial. Sin embargo, descartó su teoría más tarde pues dicha aceleración resultó ser menor y su modelo atmosférico incorrecto (1).

A mediados de la década '70, Mikhail Vasin y Alexander Shcherbakov, estudiosos de alto nivel, sugirieron que la Luna era parcialmente hueca, y al no aceptar que podría ser naturalmente vacía, sostuvieron que fue cavada hasta cierto punto por una civilización extraterrestre, para convertirla en una enorme nave espacial próxima a nuestro planeta; esta hipótesis luego fue ampliada por Don Wilson (2).

Uno de los argumentos por ambos científicos era que la posibilidad de que la Tierra capturara a su "compañera" por accidente es extremadamente pequeña, y aún son más remotas las chances de que esto tenga como resultado una órbita circular como la de nuestro satélite natural. Otros aspectos son que la densidad (teórica) lunar es mucho menor que la terrestre (3,3 frente a 5,5 g/cm3); los cráteres lunares, incluso aquellos de 160 kms. o más de extensión, tienen sólo dos o tres en profundidad, mientras que el más grande debía tener un fondo de 38-48 kms.; el calado consistentemente inferior de los cráteres (la mayoría supuestamente generada por impactos de meteoritos) fue consecuencia de que la Luna tenía una capa de 30 kms. de "blindaje metálico" bajo el estrato externo/rocoso de 4 kms. en espesor; y también cuando los módulos lunares y las partes empleadas de cohetes se hicieron chocar contra la Luna, ésta sonó como una campana o enorme esfera hueca por hasta cuatro horas; incluso las ondas de choque al comienzo eran muy pequeñas hasta llegar un máximo, y al final desaparecieron, lo cual fue completamente inesperado (3).

El 20 de noviembre de 1969, el módulo Apolo 12 fue enviado a estrellarse contra la superficie lunar, causando que el astro resonara durante una hora. Este registro fue obtenido por los sismómetros dejados en la superficie, y la reverberación prolongada de las ondas de choque se atribuyó a la naturaleza extremadamente seca de la roca lunar (4).

De acuerdo con más informaciones, varios científicos señalan que el interior selenita es hueco, aunque esa probabilidad no se ha tomado muy en serio. Por ejemplo, en 1962 G. McDonald, especialista de la NASA, escribió en Astronautics: "Si se reducen los datos astronómicos, éstos exigen que el interior de la Luna sea menos denso que las partes exteriores. De hecho, parece ser que ella es más vacía que una esfera homogénea" (5), pero McDonald no acogió esta inferencia y supuso que cualquiera de los datos o cálculos debían estar equivocados. En 1974 S.C. Solomon del MIT afirmó que un estudio del campo gravitacional lunar señalaba que el astro podía presentar oquedades, y concluyó así su análisis publicado en The Moon, An International Journal of Lunar Studies: "Los experimentos del Lunar Orbiter mejoraron enormemente nuestro conocimiento sobre el campo gravitatorio de la Luna (...) que indica la aterradora posibilidad de que podría ser hueca" (6). Se produjeron varios modelos lunares sobre la base de datos sísmicos, y en 1974 Science News informó que "algunos de estos prototipos han hecho parecer a la Luna bastante extraña, como por ejemplo una bola vacía de titanio" (7).

Mediante aplicación de "técnicas sismológicas avanzadas" a los datos de la "era Apolo", los científicos ahora han concluido que la Luna tiene un núcleo similar al de la Tierra, con un centro sólido y rico en hierro, y otro externo y fluido, principalmente compuesto por hierro líquido (8).


Referencias

1. W.R. Corliss (comp.), The Moon and the Planets, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1985, p. 227.

2. Don Wilson, Our Mysterious Spaceship Moon, London: Sphere Books, 1976; Don Wilson, Secrets of our Spaceship Moon, London: Sphere Books, 1980.

3. Tim Cullen, "Liesegang cavities: 2-The ringing moon", 28 de julio de 2015, malagabay.wordpress.com.

4. Hamish Lindsay, "ALSEP: Apollo Lunar Surface Experiments Package, 19 November 1969-30 September 1977", Apollo Lunar Surface Journal, 2010, hq.nasa.gov.

5. Citado en Secrets of our Spaceship Moon, p. 95.
6. Ibídem, p. 97.
7. Ibídem, p. 145.
8. "NASA research team reveals moon has earth-like core", 1 de junio de 2011, nasa.gov.