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22 de febrero de 2022

Lucifer, el Portador de la Luz


Una de las difamaciones más ignorantes y absolutamente deshonestas que se ha dirigido de forma repetida a H.P. Blavatsky y contra los teósofos en general es la aseveración de que "la Teosofía es una forma de satanismo" y que "Madame Blavatsky adoraba al diablo". Para un teósofo, tal aserto es simplemente ridículo y sin fundamento.

Esas condenas se originan principalmente en el ámbito del cristianismo y en aquéllos de sus seguidores que creen en un Dios/demonio antropomórficos y personales, siendo éste último el supuesto enemigo de esa "divinidad".

Considerando el hecho de que Lucifer y Satanás han llegado a verse como sinónimos para la misma entidad, no es tan difícil apreciar por qué los cristianos llegaron a tal conclusión, ya que la revista teosófica que comenzó en Inglaterra y por H.P.B. a finales de la década de 1880 se tituló "Lucifer" y en su obra maestra "La Doctrina Secreta" habla de aquél en términos positivos.

No obstante, hay varios puntos importantes que debemos dilucidar:

01. El cristianismo no tiene el monopolio del término "Lucifer" ni tampoco en su definición. El significado y concepto de dicha palabra son simplemente los últimos en una larga línea de interpretaciones de este vocablo pre-cristiano.

02. La palabra "Lucifer" aparece sólo una vez en toda la Biblia, específicamente en Isaías 14:12, que dice: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitaste a las naciones!” Quienes lean este versículo en su contexto real verán claramente que la sentencia se aplica en específico a un cierto rey babilónico que era enemigo en la guerra de los israelitas. El texto hebreo original usa la palabra הֵילֵל que literalmente significa "estrella brillante" o "el fulgurante", un término aplicado sarcásticamente por los israelitas a este oponente particular. Los traductores de la versión Rey Jacobo de la Biblia, uno de los cuales fue el doctor Robert Fludd, el conocido iniciador rosacruz -un hecho que sin duda horrorizará a muchos cristianos- optaron por transcribir este vocablo con la palabra latina "Lucifer”.

03. "Lucifer" significa literalmente “portador de la Luz”, “lucero del alba”, “resplandenciente” o “estrella de la mañana” y no tiene otro significado. Histórica y astronómicamente el término "lucero matutino" siempre se ha aplicado al planeta Venus.

04. Dado que la única vez que aparece la palabra "Lucifer" en la Biblia es en dicho versículo de Isaías, no hay absolutamente nada en este libro que vincule a Lucifer con Satanás o el diablo. Fue el papa Gregorio Magno (540-604 d. de C.) quien aplicó primero ese pasaje de las Escrituras al “enemigo de Dios” y equiparando así a ambos, pero incluso para entonces esta idea no se extendió en gran medida hasta la popularización mucho más reciente del "Paraíso Perdido" por John Milton, donde Lucifer se usa como otro nombre para Satanás o el adversario maligno de la divinidad. Además, personalidades del mundo cristiano como Martín Lutero y Juan Calvino consideraron "un grave error" aplicar Isaías 14:12 al diablo, "porque el contexto muestra claramente que estas declaraciones deben entenderse con referencia al rey de los babilonios”

05. Por lo tanto, los cristianos que afirman que "Lucifer es el demonio" en realidad no tienen base ni autoridad bíblica para tal creencia. Aunque pueden sostener que son "creyentes en la Biblia" cuya fe se basa únicamente en "la Palabra de Dios", en este y muchos otros aspectos son seguidores de la tradición religiosa cristiana y no de la Biblia. ¿O es que acaso han conferido silenciosamente infalibilidad divina al Papa y a Milton sin decir nada al resto del mundo?

06. Helena Blavatsky nunca fue cristiana en ningún momento de su vida, no dio crédito a la teología de dicha religión y tampoco creyó en ningún tipo de Dios personal o antropomórfico, menos aún en un demonio de iguales características. Ella creyó y enseñó que sólo existe UNA Vida Divina e Infinita que es todo y está en todo, y no tiene adversario ni enemigo ya que no hay nada más que Aquéllo, el Principio ilimitado, impersonal y omnipresente de Existencia Absoluta. Blavatsky estaba contra la noción de adorar o rezar a “alguien” o “algo” y sostuvo que el mal es realmente imperfección, que es el subproducto automático e inevitable de la existencia material.

Ahora echemos un vistazo a algunas declaraciones que H.P.B. hizo acerca de Lucifer en "La Doctrina Secreta":

*“La filosofía esotérica no admite ni el bien ni el mal per se, o como si existieran independientemente en la naturaleza. En lo que respecta al Kosmos, la causa de ambos se encuentra en la necesidad de contrarios o contrastes, y con respecto al hombre, en su naturaleza humana, su ignorancia y sus pasiones. No existe un diablo o los completamente depravados pues no hay Ángeles absolutamente perfectos, aunque puede haber espíritus de Luz y Oscuridad; así, LUCIFER, el espíritu de la Ilustración Intelectual y la Libertad de Pensamiento, es metafóricamente el faro guía que ayuda al ser humano a encontrar su camino a través de las rocas y los médanos de la Vida, ya que Lucifer es el LOGOS en su nivel más elevado y el 'Adversario' en su aspecto más bajo, y ambos se reflejan en nuestro Ego [Manas/Mente Superior]”(vol. 2, p. 162).

*"En la antigüedad y la realidad, Lucifer o Luciferus es el nombre de la Entidad angélica que preside la luz de verdad, como la luz del día. En el gran evangelio valentiniano del Pistis Sophia se enseña que de los tres Poderes que emanan de los Santos Nombres de los Tres Tριδυνάμεις, el de Sophia (Espíritu Santo según estos gnósticos, el más culto de todos) reside en el planeta Venus o Lucifer" (vol. 2, p. 512).

*“Incluso desde el punto de vista de la letra muerta, es natural ver a Satanás o la Serpiente del Génesis como el verdadero creador y benefactor, el Padre de la humanidad espiritual, porque es él quien fue 'Heraldo de la Luz', el brillante y radiante Lucifer quien abrió los ojos del autómata creado por Jehová, según se sostiene -y que fue el primero en susurrar 'en el día que comas, serás como Elohim, conociendo el bien y el mal'- y sólo puede ser considerado a la luz de un Salvador. Un 'adversario' a Jehová, el 'que se hizo pasar por espíritu', aún permanece en la verdad esotérica como el 'Mensajero' amoroso (el ángel), los serafines y querubines a los que conocía bien y amaba aún más, y quienes nos confieren espiritualidad en lugar de inmortalidad física, pues esta última es una especie de perpetuidad estática que habría transformado al hombre en un eterno 'judío errante'" (vol. 2, p. 243).

*”La Caída fue resultado del conocimiento del hombre, porque sus 'ojos se abrieron'. De hecho, el 'Ángel Caído' le enseñó Sabiduría y conocimiento oculto, pues esa entidad se había convertido desde aquel día en su Manas, Mente y Conciencia de sí mismo. En cada uno de nosotros, ese hilo dorado de vida continua -interrumpido periódicamente en ciclos activos y pasivos de existencia sensual en la Tierra, y supersensible en Devachan- está desde el principio de nuestra aparición en esta Tierra. Es el Sutratma, el hilo luminoso de la mónada inmortal e impersonal, en el que nuestras vidas terrenales o Egos evanescentes están colgadas como muchos abalorios, de acuerdo con la bella expresión de la filosofía vedántica.

Y ahora está probado que Satanás o el Dragón Rojo de Fuego, el 'Señor del Fósforo' (el 'azufre' fue una mejora teológica), y Lucifer o 'Portador de Luz' están en nosotros: es nuestra Mente, nuestra tentadora y Redentora, el inteligente liberador y Salvador del animalismo puro. Sin este principio -la emanación de la esencia misma de Mahat o principio divino puro (Inteligencia) que irradia directamente desde la Mente Divina- seguramente no seríamos mejores que los animales” (vol. 2, p. 513).

De esta forma, vemos que en las enseñanzas teosóficas (que a veces son deliberadamente alegóricas y esotéricas) el Portador de Luz o del Amanecer (Lucifer en latín) es nuestro Principio Mental, nuestra autoconciencia individual y chispa de inteligencia que se despertó en la humanidad durante el período intermedio de la Tercera Raza-Raíz, también conocida como Época Lemuriana. Nuestra mente puede ser tanto nuestro “adversario” (significado literal de la palabra "satanás") como el “portador de luz” (Lucifer) o la Verdad espiritual, cuyo conocimiento produce liberación de la ignorancia en términos místicos.

Muchas enseñanzas gnósticas/cristianas de hace dos milenios tenían esencialmente el mismo punto de vista al afirmar que el ser llamado “Jehová” deseaba mantener al hombre como una entidad ignorante, desinformada y no evolutiva, pero que el verdadero "Dios" (que sostenían no era Jehová) envió a Lucifer, un ángel de fuego y luz magníficos para mostrarle al hombre la luz y ayudarlo a despertar al verdadero conocimiento, incluida la sapiencia de su propia identidad espiritual, inmortal y divina. Para los cristianos, esto se ilustra -aunque de manera distorsionada- en la serpiente que visita a Adán y Eva en el Jardín del Edén en el libro del Génesis bíblico. Las serpientes siempre han simbolizado la sabiduría, como lo mostró el mismo Jesús en Mateo 10:16 al decir: "Sed sabios como serpientes e inofensivos como palomas".

La Teosofía interpreta todas estas enseñanzas gnósticas y metafóricas como referencias a "la iluminación de Manas" (“Manas” es la palabra sánscrita para mente) que mencionamos con anterioridad. Cuando tenemos en cuenta que "La Doctrina Secreta" enseña que la raza-raíz lemuriana nació bajo la influencia de Venus y recibió su "luz y vida" de ese Espíritu Planetario, todo se vuelve más claro ya que Lucifer ha sido sinónimo aceptado de Venus -la estrella brillante de la mañana- varios milenios anteriores a la teología cristiana y antes que Lucifer por primera vez fuera equiparado ridículamente con el diablo.

En "La Doctrina Secreta" leemos que "el planeta Venus o Lucifer (también Sukra y Usanas) es el Portador de Luz para nuestra Tierra, tanto en su sentido físico como místico". Se dice que Venus es el "prototipo espiritual" de nuestro orbe y “el Espíritu Guardián de la Tierra y los hombres”. Es "el más oculto, poderoso y misterioso de todos los planetas; aquél cuya influencia y relación con la Tierra es más prominente” y así cada cambio que tiene lugar en Venus "se percibe en nuestro planeta y es reflejado por él".

Ya que tomaría mucho tiempo y sería inconveniente explicar todo esto al lector no familiarizado con la Teosofía, podemos resumir diciendo que lo declarado por Blavatsky sobre Lucifer es completamente esotérico, simbólico y filosófico. Esos cuatro extractos citados son virtualmente las únicas explicaciones específicas que hizo sobre Lucifer, aunque a los fanáticos cristianos y los teóricos de la conspiración -a estas alturas ya medio desquiciados- les gusta dar la impresión de que pasó casi todo el tiempo hablando de Lucifer, lo cual simplemente es mentira.

En cuanto al motivo de llamar "Lucifer" a su revista, Blavatsky escribió en su primer artículo titulado "What's in a Name?" que "el primer y más importante objetivo de la revista, si no el único, se expresa en la línea de la 1ª Epístola a los Corintios, en su página de título. Es traer luz a 'las cosas ocultas de la oscuridad' (iv. 5); mostrar en su verdadero aspecto y significado original las cosas y los nombres, así como hechos y costumbres humanos; y finalmente luchar contra los prejuicios, la hipocresía y las farsas en todas las naciones y en todas las clases de la sociedad, como en todos los ámbitos de la vida. La tarea es laboriosa, pero no es impracticable ni inútil, ni siquiera como un experimento. Por lo tanto, para un intento de tal naturaleza nunca se pudo encontrar un título mejor que el elegido (…) No existe un símbolo más adecuado para el trabajo propuesto, que es lanzar un rayo de verdad sobre todo lo que está oculto por la oscuridad del prejuicio, por los conceptos erróneos sociales o religiosos, y especialmente por esa rutina idiota en la vida donde, una vez que determinada acción, cosa o un nombre han sido marcados por invenciones calumniosas e injustas por las así llamadas 'personas respetables', éstas se alejan temblando y negándose incluso a verla desde cualquier otro aspecto que el sancionado por la opinión pública. Entonces, tal esfuerzo para forzar a los débiles a mirar la verdad directamente a la cara es ayudado de manera más eficaz por un título que pertenece a la categoría de los nombres de marca".

Pero como más tarde ella comentaría, la creencia ignorante y errónea de que Lucifer=Satanás "ha echado raíces en el suelo de la fe ciega" para permitir que muchas personas revelen con valentía, audacia y sin vergüenza los verdaderos orígenes y la naturaleza genuina de lo que en realidad es el denominado Lucifer. Aquellos que intentan hacerlo siempre están obligados a ser etiquetados en el acto como "satanistas" y "adoradores del diablo" por una cierta clase de cristianos cuyas características distintivas invariablemente tienden a ser ignorancia voluntaria y pereza mental. En efecto, se ha convertido en un "nombre de marca" que aún evoca automáticamente la imagen de un "demonio antropomorfo" incluso en las mentes de los ateos más endurecidos.

Sin embargo, ¿quién puede negar que incluso a Jesús se lo retrata proclamando audazmente su identidad con Venus o el Portador de la Luz en Apocalipsis 22:16, donde dice: "Yo, Jesús, soy la fulgurante estrella matutina"? Si los traductores hubieran elegido traspasar este versículo usando el latín y tal como lo hicieron con Isaías 14:12, entonces se leería como: "Yo, Jesús, soy Lucifer".

Los teósofos no temen a la opinión pública ni a los prejuicios equivocados, ni a las afirmaciones y amenazas del cristianismo que son las más arrogantes, necias y descaradas de todas las religiones del mundo. "No existe religión más elevada que la Verdad", y como siempre la Verdad prevalecerá.

30 de enero de 2022

¿Dijo Blavatsky realmente que "Satán es el único Dios"?


La página cristiana fundamentalista www.jesus-is-savior.com contiene una crítica particularmente engañosa, falaz y deliberadamente deshonesta sobre H.P. Blavatsky, la Teosofía y el Movimiento Teosófico. El artículo en cuestión se titula "Theosophy is of the Devil" y fue compuesto por David J. Stewart.

Desafortunadamente, este autor y como muchos otros cristianos evangélicos no tiene ni siquiera el interés de intentar comprender los hechos básicos de la historia y la filosofía. Todo lo ve a través de los parpadeos estrechos y autoimpuestos de un dogma religioso irreflexivo e intencionalmente ignorante que no tiene nada en común con las creencias y prácticas reales de los cristianos originales, que sin duda serían condenados al infierno por nuestro amable crítico con el mismo celo y furia que muestra tan fácilmente hacia los teósofos.

Si él y sus simpatizantes prefieren negar la afirmación anterior, se les invita a leer “¿A qué nos referimos con lo 'oculto' en Teosofía?”, “Lucifer, el Portador de la Luz”, “Reencarnación y cristianismo”, “La divinidad impersonal”, “Blavatsky sobre la expiación vicaria”, “La descarada falibilidad de la teología cristiana” y “Respondiendo a calumnias nazistas contra H.P. Blavatsky” y hacerlo calmadamente y con altura de miras. ¿Es posible? ¿Son capaces de responder en una forma razonada e inteligente a todos los puntos planteados, sin recurrir a torrentes de abusos verbales y condenas, salpicados generosamente con citas bíblicas que probablemente nunca tendrán ningún efecto sobre alguien más que quienes ya son creyentes en la Biblia? El tiempo lo dirá.

"Theosophy is of the Devil" comienza declarando a Helena Petrovna Blavatsky, fundadora del Movimiento Teosófico, como "ocultista y adoradora de Satanás".

Sí, ella era ocultista, pero ésta es una palabra muy mal entendida y vilipendiada que realmente no tiene nada de oscuro ni siniestro al respecto. Como prueba y explicación de esto se invita al lector a examinar el artículo “¿A qué nos referimos con lo 'oculto' en Teosofía?”

La acusación de "adoradora de Satanás" es mucho más seria. Para una refutación completa de tal noción, debemos referirnos al texto de “Lucifer, el Portador de la Luz”, y debido a su longitud no podemos citarlo todo aquí, pero reproducimos varios párrafos del mismo:

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"Una de las difamaciones más ignorantes y absolutamente deshonestas que se ha dirigido de modo repetido a H.P. Blavatsky y contra los teósofos en general es la aseveración de que la Teosofía es una forma de satanismo y que Madame Blavatsky adoraba al diablo. Para un teósofo, tal afirmación es simplemente ridícula y sin fundamento.

Esas condenas se originan principalmente en el ámbito del cristianismo y en aquéllos de sus seguidores que creen en un Dios/demonio antropomórficos y personales, siendo éste último el supuesto enemigo de ese Dios.

Considerando el hecho de que Lucifer y Satanás han llegado a verse como sinónimos para la misma entidad, no es tan difícil apreciar por qué los cristianos han llegado a tal conclusión, ya que la revista teosófica que comenzó en Inglaterra y por H.P.B. a finales de la década de 1880 se tituló 'Lucifer' y en su obra maestra 'La Doctrina Secreta' habla de aquél en términos positivos.

No obstante, hay varios puntos importantes que debemos dilucidar:

01. El cristianismo no tiene el monopolio del término 'Lucifer' ni tampoco en su definición. El significado y concepto de dicha palabra son simplemente los últimos en una larga línea de interpretaciones de este vocablo pre-cristiano.

02. La palabra 'Lucifer' aparece sólo una vez en toda la Biblia, específicamente en Isaías 14:12 que dice: '¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitaste a las naciones!' Quienes lean este versículo en su contexto real verán claramente que la sentencia se aplica específicamente a cierto rey babilónico que era enemigo en la guerra de los israelitas. El texto hebreo original usa la palabra הֵילֵל que literalmente significa 'estrella brillante' o 'el fulgurante', un término aplicado sarcásticamente por los israelitas a este enemigo particular. Los traductores de la versión bíblica Rey Jacobo, uno de los cuales fue el doctor Robert Fludd, el conocido iniciador rosacruz -un hecho que sin duda horrorizará a muchos cristianos- optaron por transcribir este vocablo con la palabra latina 'Lucifer'.

03. 'Lucifer' significa literalmente 'portador de la Luz', 'lucero del alba', 'resplandenciente' o 'estrella de la mañana' y no tiene otro significado. Histórica y astronómicamente el término 'lucero matutino' siempre se ha aplicado al planeta Venus.

04. Dado que la única vez que aparece la palabra 'Lucifer' en la Biblia es en dicho versículo de Isaías, no hay absolutamente nada en este libro que vincule a Lucifer con Satanás o el diablo. Fue el papa Gregorio Magno (540-604 d. de C.) quien aplicó primero ese pasaje de las Escrituras al 'enemigo de Dios' y equiparando así a ambos, pero incluso para entonces esta idea no se extendió en gran medida hasta la popularización mucho más reciente del 'Paraíso Perdido' por John Milton, donde Lucifer se usa como otro nombre para Satanás o el adversario maligno de la divinidad. Además, personalidades del mundo cristiano como Martín Lutero y Juan Calvino consideraron 'un grave error' aplicar Isaías 14:12 al diablo, 'porque el contexto muestra claramente que estas declaraciones deben entenderse con referencia al rey de los babilonios'. 

05. Por lo tanto, los cristianos que afirman que Lucifer es el demonio en realidad no tienen base ni autoridad bíblica para tal creencia. Aunque pueden sostener que son 'creyentes en la Biblia' cuya fe se basa únicamente en 'la Palabra de Dios', en este y muchos otros aspectos son seguidores de la tradición religiosa cristiana y no de la Biblia. ¿O es que acaso han conferido silenciosamente infalibilidad divina al Papa y a Milton sin decir nada al resto del mundo?

06. Helena Blavatsky nunca fue cristiana en ningún momento de su vida, no dio crédito a la teología de dicha religión y tampoco creyó en ningún tipo de Dios personal o antropomórfico, menos aún en un demonio de iguales características. Ella creyó y enseñó que sólo existe UNA Vida Divina e Infinita que es Todo y está en todo, y no tiene adversario ni enemigo ya que no hay nada más que Aquéllo, el Principio ilimitado, impersonal y omnipresente de la Existencia Absoluta. Blavatsky estaba en contra de la noción de adorar o rezar a 'alguien' o 'algo' y sostuvo que el mal es realmente imperfección, que es el subproducto automático e inevitable de la existencia material.

(…) Podemos resumir diciendo que lo declarado por Blavatsky sobre Lucifer es completamente esotérico, simbólico y filosófico. Esos cuatro extractos citados [consúltese el artículo mencionado] son virtualmente las únicas explicaciones específicas que hizo sobre Lucifer, aunque a los fanáticos cristianos y teóricos de la conspiración -a estas alturas ya medio desquiciados- les gusta dar la impresión de que pasó casi todo el tiempo hablando de Lucifer, lo cual simplemente es mentira.

(…) Pero como más tarde comentaría, la creencia ignorante y errónea de que Lucifer=Satanás 'ha echado raíces en el suelo de la fe ciega' para permitir que muchas personas revelen con valentía, audacia y sin vergüenza los verdaderos orígenes y la naturaleza genuina de lo que en realidad es el denominado Lucifer. Aquéllos que intentan hacerlo siempre están obligados a ser etiquetados en el acto como 'satanistas' y 'adoradores del diablo' por cierta clase de cristianos cuyas características distintivas invariablemente tienden a ser la ignorancia voluntaria y la pereza mental. En efecto, se ha convertido en un 'nombre de marca' que aún evoca automáticamente la imagen de un demonio antropomorfo incluso en las mentes de los ateos más endurecidos".

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Sin embargo, tenemos una declaración particular en la cual Stewart y otros de su laya se deleitan al sacar del sombrero para "probar" categóricamente que H.P.B. creía y enseñaba que "Satanás era Dios". Veamos cómo lo presenta el apologista cristiano; cita a Blavatsky de la siguiente manera y atribuye la cita a su libro "La Doctrina Secreta":

"Es Satanás quien es el Dios de nuestro planeta y el único Dios" (páginas 215, 216, 220, 245, 255, 533, VI)”. 

No está claro a qué se refiere la nomenclatura "VI". "La Doctrina Secreta" consta de sólo dos volúmenes, titulados "Cosmogénesis" y "Antropogénesis". Incluso con el falso "Tercer Volumen" publicado seis años posteriores a la muerte de H.P.B. por Annie Besant y con la posterior "edición Adyar" donde esos tres volúmenes se distribuyeron en cinco partes, nunca ha habido un "volumen VI" de esta obra clave en Teosofía.

Volviendo a los números de página mencionados en el primer y segundo tomo, encontramos que sólo dos de esas seis planas (215 y 245 del volumen 2 original) hacen referencia al tema de Satanás, el diablo o Lucifer; pero la cita proporcionada no se encuentra en ninguna parte.

Parecería que Stewart repite fortuitamente las referencias erróneas de otras fuentes antiteosóficas, sin molestarse en verificarlas por su cuenta o está intentando semejar de modo deliberado que H.P.B. hizo afirmaciones como ésta en numerosas ocasiones en su libro, mientras espera que ninguno de los visitantes de su sitio se moleste en buscar las referencias proporcionadas y comprobarlas en la realidad. Suponemos que el caso es lo primero, aunque incluso esto no retrata al autor en una luz particularmente buena, ya que exhibe una “erudición” abismalmente desprolija, como también el resto de su "crítica” y lo cual se demostrará enseguida.

El sitio web nunca hace mención al volumen 2, p. 234 de "La Doctrina Secreta", pero aquí es donde se encuentra la cita "Satanás es Dios". Por supuesto, en realidad no dice "Satanás es Dios", pero muchos cristianos y teóricos de conspiración han disfrutado durante mucho tiempo al promulgar la mentira de que H.P.B. sostuvo aquéllo. Quizás la razón para no otorgar el número de página correcto es porque cualquiera podría descubrir con facilidad que Blavatsky está siendo mal aludida e interpretada. Esto es lo que realmente asevera:

"Es Satán 'quien es el único Dios de nuestro planeta', y esto sin ninguna metáfora alusiva a su maldad y depravación, porque éste es uno con el Logos, 'el primer hijo, el mayor de los dioses' en el orden de la evolución microcósmica (divina); astronómicamente Saturno (Satanás) 'es el séptimo y último en el orden de la emanación macrocósmica, siendo la circunferencia del reino del cual Febo es su centro (la luz de sabiduría, también el Sol)'. Por tanto, los gnósticos tenían razón al llamar al dios judío 'ángel de la materia' o quien respiró la vida (consciente) en Adán y aquél cuyo planeta era Saturno".

No fue la propia H.P. Blavatsky quien hizo esta afirmación acerca de Satanás. La cita entre comillas -incluido el comentario sobre este personaje- es mencionada por ella de un texto hermético que fue traducido e incluido en el libro "The Perfect Way" por la doctora Anna Kingsford, lo cual se indica claramente en la página anterior (233) y en los comentarios de H.P.B. en la plana 234 son simplemente una explicación del tema, usando las propias frases de Hermes.

Entonces y para dejar constancia, Blavatsky nunca declaró que "Satanás es Dios y el único Dios"; Hermes -o un antiguo escritor que usa ese nombre- fue quien lo aseveró y H.P.B. simplemente lo citó. En consecuencia, tratar de hacer que la gente crea que fue su propia proclamación de alabanza o adhesión a Satanás no es más que una astucia inteligente y un engaño deliberado... difícilmente una conducta “cristiana”. 

Después de citar con errores a Blavatsky, Stewart nos informa además que ella era "co-masona de grado 32”, lo cual también es falso. 

En noviembre de 1877, poco después de publicarse "Isis Develada" ella fue nombrada masona honoraria, en lo que describió como un "testimonio no solicitado e imprevisto de su aprobación por mis humildes labores". Su Diploma Masónico de honor, firmado por John Yarker, no le confirió ningún grado particular ni hace mención alguna sobre ello.

Asimismo, Blavatsky jamás tuvo ninguna conexión personal con esta colectividad y mucho menos con la comasonería que sólo se vinculó con la Sociedad Teosófica algunos años tras su muerte, mediante la influencia de personas como C.W. Leadbeater y Annie Besant, cuya versión de Teosofía era profundamente distinta a la original. Luego de su reconocimiento inicial y publicado del Diploma, Blavatsky no hizo ninguna otra referencia al mismo. No llamó la atención, nunca asistió a reuniones o eventos masónicos y de hecho fue continuamente crítica de la masonería moderna. La mayoría de sus estudiantes y colegas se habrían sorprendido de saber que le habían otorgado tal honor, si es que era como tal.

Lo que ella relató sobre el tema se resume en estas palabras de su carta al editor de "The Franklin Register" (febrero de 1878):

“Estoy obligada a corregir ciertos errores en su editorial elogiosa en el Registro del 18 de enero. Usted dice que he tomado 'los grados regulares en las logias masónicas' y que 'he alcanzado una alta dignidad en la orden', agregando además 'a la señora B. se le ha otorgado recientemente el diploma del 33º grado masónico del cuerpo homónimo más antiguo del mundo'.

Si usted amablemente se refiere a mi Isis Develada (vol. II, p. 324) me encontrará diciendo: 'No estamos bajo promesa, obligación ni juramento y por tanto no violamos ninguna confianza', haciéndose referencia a la masonería occidental, y así dicho capítulo se dedica a una crítica de ella; y se da plena seguridad de que nunca he tomado 'títulos regulares' en ninguna logia masónica de Occidente. Por lo tanto y al no haber adquirido tales menciones, no soy masona del grado 33”.

Ni masona de 33° o de 32°. ¿Podrá Stewart entender algo sobre H.P.B. y Teosofía? Sin pasar por la ridícula afirmación de que "claramente, Helena Blavatsky fue adoradora devota de Satanás y enemiga de la cruz de Jesucristo", sigamos avanzando hasta su explicación de lo que él llama "Theosophy Basics" (“Fundamentos de la Teosofía”). 

En nuestro articulo “The Four Branches of the Theosophical Movement” declaramos: “Ha pasado más de un siglo desde que sólo existía una Sociedad Teosófica. La primera división en el Movimiento ocurrió en 1895, cuatro años posteriores a la muerte de H.P. Blavatsky, y de esta forma hoy existen cuatro ramas principales en este ismo, todas las cuales organizacionalmente son diferentes entre sí. No existe tal grupo como LA Sociedad Teosófica, ya que hay tres colectividades internacionales no relacionadas que utilizan este nombre. También hay un cuarto grupo mundial que no se autocalifica de 'sociedad', sino como 'Logia Unida de Teósofos'”.

Aparentemente la única rama o corriente del Movimiento de la que Stewart ha oído hablar es la Sociedad Teosófica Adyar, y aunque ésta representa sólo la cuarta parte del Movimiento Teosófico ese dato es tratado por el autor como si ese grupo fuese “todo” el Movimiento y que por fortuna no es así. Pero ¿qué podemos esperar de alguien que llama a la Sociedad Antroposófica como “Antropológica"?

Por desgracia, la desinformación toma un giro decididamente más vicioso cuando se trata de la vida personal y el carácter de la propia Blavatsky. Se nos dice que "su matrimonio duró 3 meses y ella dio a luz a un hijo ilegítimo. Fue adicta al hachís y reclamó los poderes psíquicos del ocultismo, pero fue declarada como fraude en India y Londres. Blavatsky murió como una mujer miserable, solitaria, obesa y enferma que fue considerada falsa y abandonada por la mayoría de sus seguidores".

¿Su matrimonio con Nikifor Blavatsky duró solo tres meses? Sí. ¿Dio a luz a un hijo ilegítimo? No, nunca tuvo hijos, y éste fue un rumor infundado que se inició hace mucho tiempo por los opositores de la Teosofía y que, debido a su propia naturaleza ilegítima, nadie lo toma en serio para hoy. Incluso los biógrafos críticos de Blavatsky saben perfectamente que no es cierto. Ella nunca consumó su matrimonio, siempre desdeñó interés o atención románticos y siguió siendo virgen de por vida, como lo confirmaron los médicos hacia el final de su vida.

En cuanto a que "Blavatsky era adicta al hachís", no hay evidencia que lo corrobore. La idea se origina en un tal A.L. Rawson, considerado erróneamente por algunos como "amigo íntimo de H.P.B. durante más de 40 años", y quien sostuvo (nótese, sólo después de su muerte, cuando ya no había posibilidades de defensa o contradecir la afirmación) que ella declaró en sus días de juventud: "El hachís multiplica la vida de uno por mil... Mis experiencias son tan reales como si fueran eventos ordinarios de la vida real. ¡Ah! Tengo la explicación. Es un recuerdo de mis existencias y encarnaciones anteriores. Es una droga maravillosa y aclara un profundo misterio”.

Los hechos reales son que A.L. Rawson fue una "especie" de amigo para H.P.B., pero no se pudo describir como amistad "cercana" y menos aún durante más de 40 años. Blavatsky lo conocio en Egipto durante sus viajes cuando era joven y cita algo de él sobre los Drusos del Monte Líbano en "Isis Develada", publicado en 1877. Pero nunca hemos visto ni leído nada que mencione algún contacto, correspondencia o conexión entre ellos hasta cuando Helena falleció en 1891.

Un artículo en el blog llamado “Blavatsky News” dice:

"La 'validez' del personaje de Rawson ha sido objeto para una buena pieza de periodismo de investigación por John Patrick Deveney, titulada 'Los viajes de H.P. Blavatsky y la cronología de Albert Leighton Rawson: su narración insatisfactoria sobre las andanzas de Blavatsky a comienzos del decenio de 1850' y publicado en octubre de 2004 en la revista Theosophical History. En pocas palabras: Rawson=sospechoso".

No pudiendo comentar de forma definitiva sobre lo que Rawson atribuyó a H.P.B. y dado que se trata de una época pasada, dudamos mucho de su legitimidad especialmente porque se le han atribuido falsamente a Blavatsky tantas palabras y hechos con los años mediante varias personas llevadas por múltiples motivos, y también debido a que sus supuestas declaraciones no asemejan a su manera de hablar y escribir.

Pero para Stewart vale la pena usar cualquier argumento que deje a H.P.B. en una mala posición, independiente de su exactitud o legitimidad, y si ayuda a promover sus frenéticos propósitos que se resumen en la parte inferior de su artículo con la frase "¡Deben nacer de nuevo!”

Ahora bien, ¿reclamó Blavatsky "poderes psíquicos ocultos"? No realmente; sí demostró poderes y facultades extraordinarios, en lugar de gastar su tiempo ventilando esas cualidades. En cuanto al significado real del término "oculto", invitamos nuevamente a revisar “¿A qué nos referimos con lo 'oculto' en Teosofía?” 

Supuestamente también fue "declarada como fraude en India y Londres". ¿Y qué hay con eso? ¿No fue Jesús tachado como "fraudulento" por sus contemporáneos y muchos otros desde entonces? Uno puede ser catalogado como “mentiroso” sin serlo en realidad, y como se da la información, ésta es la primera vez que escuchamos que Blavatsky se consideró como "timadora” en Londres. ¿Cuándo se dijo esto y quién fue? Este es un aspecto que falta en todos los libros de historia, pero aparentemente es “bien conocido” por Stewart.

En cuanto al incidente de India, esto ha sido abordado en el artículo “The Masters in Theosophy” así como en el extenso recuento “Una descripción de la Teosofía”:

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Alrededor de treinta personas diferentes en diversas partes del mundo informaron y describieron haber visto o conocido a alguno de estos Maestros durante la vida de H.P.B. En algunas de estas instancias, el o los Maestros estaban presentes en su cuerpo físico, pero para la mayoría se presentaban en su forma astral y aparecían a distancia desde cualquier parte donde pudieran ubicarse físicamente en ese mismo momento. Incluso algunos de los enemigos del Movimiento Teosófico admitieron la existencia de los Maestros, especialmente porque algunas de sus visitas se habían producido frente a grupos enteros de personas y quienes después testificaron los fenómenos por escrito, bajo sus propias firmas y palabra de honor. Algunas veces los Maestros fueron vistos cerca de Blavatsky o en su presencia y otras en países o continentes completamente distintos de donde ella permanecía. 

A principios de 1879, H.P.B. y Olcott llegaron a India, después de haber trasladado allí la sede de la Sociedad Teosófica desde Nueva York. Judge y otros miembros se quedaron en Estados Unidos para continuar el trabajo, aunque el interés público fue muy mínimo en esos primeros años.

De 1880 a 1884 los Maestros K.H. y M. mantuvieron correspondencia escrita con Alfred P. Sinnett, un prominente inglés de clase alta que vivía en India y se había unido a la Sociedad expresando el deseo de ayudar a presentar y difundir las enseñanzas de los Maestros. Los cientos de cartas fueron donadas después de su muerte al departamento oriental del Museo Británico en Londres y ahora se encuentran en la Biblioteca Británica, donde cualquiera puede verlas con cita previa. Estos mensajes, también publicados póstumamente en el libro Las Cartas Mahatma, proporcionaron la base e inspiración para los propios libros de Sinnett El Mundo Oculto y Budismo Esotérico, que tuvieron el efecto de atraer el interés mundial hacia la Teosofía y el Movimiento.

La misma idea sobre la existencia de tales Maestros fue considerada fantástica y ridícula por muchos en la época, al igual que hoy. Cuando se descubrió que muchas personas afirmaban haber recibido cartas y comunicaciones escritas de estos Maestros, la conclusión de los escépticos fue que H.P.B. se había dedicado a falsificarlas y que las envió a particulares de todo el mundo para hacerles creer que estaban en correspondencia con esos Seres.

Helena Blavatsky consintió en que los miembros de la suspicaz S.P.R. o Sociedad para Investigación Psíquica indagaran el asunto por sí mismos, analizando toda la evidencia disponible y entrevistando a cualquier persona dispuesta que afirmara haber visto, conocido o recibido cartas de los Maestros. El informe de Richard Hodgson, publicado por la S.P.R. en 1885, acusó a Blavatsky de falsificación y fraude, a pesar de no proporcionar ninguna prueba tangible ni evidencia.

Cualquier investigador interesado en este asunto puede revisar el informe del profesor Vernon Harrison de 1986 y 1997 y su crítica sobre tales acusaciones. Harrison, un experto entrenado en fraudes y falsificación, demostró que el 'informe Hodgson' no era de ninguna manera 'el modelo de investigación imparcial tan a menudo reivindicado en el siglo pasado; es imperfecto e indigno de confianza, y las observaciones y conclusiones de Hodgson deben tomarse con un considerable escepticismo. El caso de Helena Petrovna Blavatsky necesita un nuevo examen en este sentido y ella no merece menos'. De esta forma, el informe y los hallazgos del profesor Harrison fueron tan concluyentes que el S.P.R. se vio obligado a publicarlos y reconocerlos en su propia revista. Hoy todos, excepto los desinformados y fanáticos, no pueden sino estar de acuerdo con las observaciones de Harrison de que el reporte Hodgson estaba 'plagado de declaraciones sesgadas y franca falsedad'.

H.P.B., sabiendo perfectamente que no constituía fraude, deseaba llevar el S.P.R. a los tribunales, pero Olcott, presidente de la Sociedad Teosófica para entonces, no aceptó que lo hiciera por temor a que ocasionara aún más escándalos y conmoción pública que perjudicarían los objetivos, influencia y reputación de la Sociedad. Blavatsky, que se preocupó más por la verdad y la justicia que de su imagen y reputación sociales, se abatió y desilusionó por lo que percibía como falta de apoyo y desconfianza por parte de Olcott y otros, y se fue de India a Europa para nunca más regresar.

Ella misma recibió muy pocas 'Cartas Mahatma' en comparación con otros, ya que se entendía que ella estaba en contacto telepático regular y comunicación con los Adeptos y por lo tanto tenía poca necesidad de cartas escritas. Afirmó que no pasaría mucho tiempo antes de que los científicos reconocieran que no existe distancia en el reino de la mente y que no hay nada anormal o sobrenatural en dos mentes armoniosamente sintonizadas que sean capaces de comunicarse a distancia con la misma facilidad y claridad que dos individuos en una misma habitación.

Las cartas de los mismos Maestros continuaron recibiéndose de diversas maneras tras la muerte de H.P.B. y con menos frecuencia, aunque en igual estilo de escritura y exaltando los mismos principios y enseñanzas que antes, junto con sabios consejos y en algunos casos advertencias proféticamente precisas sobre la condición y futuro del Movimiento. La última carta que se conoció fue  producida en 1900, nueve años después de que H.P.B. falleciera y al cierre del ciclo centenario de 25 años”.

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Lo anterior, junto con los propios escritos de Blavatsky y los Maestros, anula la última declaración errónea de Stewart de que "ella afirmó haber recibido sus revelaciones de Jefes Secretos o Maestros Ascendidos sin cuerpo". Como se dijo en el artículo que acabamos de citar :

"[Los Mahatmas teosóficos] son malinterpretados por muchas personas debido a la tergiversación por teósofos posteriores a H.P.B. y por aquéllos dentro del Movimiento Nueva Era que pretenden estar en contacto con estos Seres y a quienes llaman 'Maestros Ascendidos', retratándolos como un tipo de entidades angélicas o divinas incorpóreas que viven en otros reinos y hablan profusamente con clichés sentimentales y necias ideas cuasicristianas, repletas de las últimas jergas y vocablos de moda de la Nueva Era, al tiempo que niegan y contradicen de plano todas las enseñanzas transmitidas por H.P.B. y en Sus propias Cartas. Si estos supuestos 'Maestros Ascendidos' tienen alguna existencia fuera de la imaginación y las alucinaciones de sus autodenominados 'canalizadores' y 'adoradores', estamos seguros de que no son los mismos Instructores conectados con Helena Blavatsky y el Movimiento Teosófico.

Se dice que los Maestros de la Teosofía tienen cuerpos físicos durante su permanencia en la Tierra, porque es aquí donde se necesitan para realizar ciertos trabajos importantes en el plano material. También tienden a vivir en reclusión y aislamiento a propósito de la atmósfera psíquica y magnetismo tóxicos del mundo moderno.

Los Maestros más frecuentemente mencionados son Morya y Koot Hoomi, pertenecientes a una Hermandad Esotérica oculta con base principal en la región transhimaláyica, el Jefe de los cuales se conoce como Maha Chohan, el Maestro de Maestros. A menudo se la denomina 'Hermandad Transhimaláyica', pero ésta es sólo una designación geográfica más que el nombre real del colectivo, la más importante de numerosas Hermandades de Adeptos de todo el mundo que están unidas y que forman a su vez una Gran Fraternidad de Iniciados”.

Finalmente, se nos dice que H.P.B. "murió como una mujer miserable, enferma, sola y obesa que fue considerada timadora y abandonada por la mayoría de sus seguidores".

Es francamente de mala clase que muchos opositores a la Teosofía consideren necesario referirse al hecho de que Blavatsky tenía sobrepeso. ¿Qué relación tiene este argumento idiota con todo el tema? Cualquier persona que esté familiarizada con los detalles de su vida sabrá que su exceso de peso -que en realidad devino obesidad sólo en sus últimos años- se debió a graves problemas de salud que impidieron el buen funcionamiento de su sistema y la dejaron bastante discapacitada físicamente. Todos sabemos que muchas personas en el mundo tienen sobrepeso debido a varios problemas médicos, y asimismo muy pocos de nosotros sentimos la necesidad de llamar la atención sobre el hecho o resaltar la obesidad en los demás.

Respecto a los prejuicios de que Blavatsky fue "solitaria" y "miserable", esto tampoco es verdad. Se sintió cada vez más triste por el degeneramiento de la humanidad, pero al mismo tiempo recibió apoyo de muchos compañeros de trabajo y estudiantes. Lejos de ser "considerada mentirosa y abandonada por la mayoría de sus seguidores", Blavatsky y sus enseñanzas ganaban cada vez más respeto y aceptación especialmente en Inglaterra -donde pasó sus últimos años- y en Estados Unidos, lugar en que William Judge (su colega más cercano y cofundador de la Sociedad Teosófica) estaba a cargo de los asuntos, y así el interés en su trabajo y la Teosofía crecía de forma constante. Este continuó siendo el caso hasta un par de años tras el fallecimiento de Blavatsky, cuando comenzaron los problemas con Annie Besant.

Nos vemos obligados a concluir que nuestro fanático interpelador estaba muy cansado al completar su artículo, ya que los párrafos finales demuestran claramente una completa ausencia de investigación y una tendencia cada vez mayor a inventar contenidos. Asimismo, escribe que las enseñanzas teosóficas son:

“(...) una mezcla de hinduismo, budismo, espiritualismo y cristianismo gnóstico, con rituales masónicos y una crítica sistemática del credo cristiano, judaico e islámico (…) todo basado en visiones y revelaciones que Mme. Blavatsky tuvo por los 'Mahatnas' del Tíbet, y el espiritismo que experimentó en Estados Unidos. Los 'mahatnas' [!] son la 'Gran Fraternidad Blanca', entre ellos Buda, Krishna y Jesús (…) y los teosofianos [!] intentan ponerse en contacto con ellos por medio de todo tipo de ocultismo. Dios es sólo 'energía'; sin embargo, hay una plétora de dioses hindúes a quienes deben dedicarse altares en el hogar".

A los estudiantes de Teosofía les resultará difícil no reírse de estas tonterías, incluso si son lo suficientemente bondadosos para reprimir una carcajada en términos como "mahatnas" y "teosofianos". Stewart nos informa que esos “mahatnas" son "maestros ascendidos incorpóreos" y ahora reconoce que están en Tíbet. 

¿En qué quedamos entonces? La Teosofía ciertamente no fomenta el contacto con Ellos, ya sea "por medio de todo tipo de ocultismo" o una carta estampillada.

Como dijimos en “The Masters in Theosophy”/”Una descripción de la Teosofía”:

"Aparte de que H.P.B. no divulgó detalles personales o información sobre Ellos, tampoco existe una razón clara por la que deba ser así. Se dice que es muy difícil entrar en contacto directo con los Maestros y que tienen poco interés en iniciar comunicación incluso con la gran mayoría de teósofos, porque en gran medida no es necesario.

Dichos Maestros en sus propias palabras han establecido muy claramente que ningún teósofo tiene derecho alguno a contactos o comunicaciones especiales a menos que se hayan ganado el derecho mediante el trabajo abnegado y persistente para la gran Causa Teosófica, que es su Causa de Hermandad Universal y que trasciende con creces a cualquier sociedad u organización teosófica particular. Hay un viejo refrán que dice 'cuando el discípulo esté listo, aparecerá el Maestro', pero aun así uno no debería contar con eso ni esperarlo, sino simplemente hacer lo que se debe para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes en todos los niveles".

Además, el ocultismo práctico se desaconseja en Teosofía, y las ceremonias y el ritualismo -ya sean masónicos u otros- no tienen cabida alguna excepto en la Sociedad Teosófica Adyar que abandonó la Teosofía original de H.P. Blavatsky y William Q. Judge hace más de un siglo. En cuanto a que tenemos que “erigir altares en nuestro hogar a una plétora de dioses hindúes”, esto es demasiado absurdo para justificar una respuesta, y el primer y único lugar en que hemos escuchado o leído esto es en el sitio "Jesus is Savior” mencionado al comienzo de este artículo. La Teosofía no recomienda ni la oración ni el culto religioso y se opone firmemente a la idolatría; por ende, no hay nada teosófico sobre tales prácticas.

El segundo objetivo principal del Movimiento Teosófico era atraer la atención del mundo hacia Oriente para promover el estudio e investigación de religiones, filosofías y ciencias de India y esa parte del mundo, en particular las relacionadas con el hinduismo y el budismo, con el fin de demostrar su grandeza y profunda importancia para la humanidad en general.

La primera introducción de espiritualidad oriental en Occidente llegó a través de la Teosofía. No obstante, debe entenderse que esta Doctrina no anima a nadie a convertirse en hindú o budista; simplemente sostiene que las filosofías centrales de estas dos religiones han permanecido más puras o menos corrompidas y por lo tanto están más cercanas a la Verdad que otras religiones mundiales.

Como resultado, las enseñanzas teosóficas utilizan cierta terminología y aspectos de la filosofía hindú y budista (subrayamos: FILOSOFÍA, no las prácticas o rituales para adoración de ídolos) para presentar parte de la Sabiduría Antigua de manera más clara y comprensible. En 1888 H.P.B. escribió: “Lo decimos nuevamente: el ocultismo arcaico seguiría siendo incomprensible para todos si se representara de otra manera que a través de los canales más conocidos del budismo y el hinduismo, porque el primero es la emanación del segundo; y ambos son hijos de una madre, la antigua Sabiduría lemuro-atlante” (“La Doctrina Secreta”, vol. 1, p. 668). 

Para muchos espectadores superficiales, la Teosofía puede parecer una mezcla de budismo e hinduismo, pero en realidad es mucho más que eso. Para repetir lo que señalamos en “Una descripción de la Teosofía”:

"'Sabiduría antigua' es sólo un nombre con que se ha designado al Gran Conocimiento, pues también se le llama Sabiduría Eterna, Sabiduría Divina, Ciencia Divina, Gnosis, Atma-Vidya, Brahma-Vidya, Gupta-Vidya, Sanatana Dharma, Filosofía Esotérica, Ciencia Esotérica, Filosofía Oculta, Ciencia Sagrada, Sabiduría-Religión y Doctrina Secreta. Es la enseñanza esotérica que subyace en todas las religiones del mundo y la fuente arcaica y primigenia de cabecera de toda la verdad que se puede encontrar en las diversas religiones, filosofías y ciencias alrededor del globo.

(…) En lugar de ser sólo una religión, filosofía o ciencia, podría describirse como la esencia misma de todas ellas.

El famoso lema del Movimiento Teosófico es: 'No hay Religión más elevada que la Verdad', lo cual se puede interpretar o comprender de diferentes formas. Sin embargo, su principal significado para los teósofos es que la Verdad existe y que por supuesto trasciende y es anterior a todas las religiones, ya que la Teosofía sostiene y demuestra que todas ellas son iguales en su esencia esotérica. Los credos del mundo contienen alguna porción de dicha Verdad, algunos en mayor medida que otros, pero como todas las religiones son inevitablemente autolimitadas, ninguna puede abarcarla por completo y de este modo la Teosofía es un sistema universal que no se adhiere a ninguna religión ni la promueve.

Asimismo, los teósofos pueden pertenecer a cualquier religión o a ninguna en absoluto, pues lo que realmente importa es la búsqueda de la Verdad y la Realidad en medio de este mundo ignorante de ilusión y decepción (...)”. 

“Helena Blavatsky (o H.P.B.) y sus Maestros insistieron en la importancia de proporcionar referencias, evidencias y fuentes con el fin de comprobar la validez, legitimidad y autenticidad de las enseñanzas presentadas. Utilizando miles de respaldos a partir de un conjunto de fuentes muy diversas y distantes, H.P.B. demostró la atemporalidad, fiabilidad y universalidad de las doctrinas teosóficas, incluso aquéllas que a primera vista parecían las más peculiares. Sus libros La Doctrina Secreta e Isis Develada contienen una miríada de referencias y citas de los ámbitos de la religión, filosofía, ciencia, literatura clásica e historia antigua y moderna.

En opinión de H.P.B., 'la filosofía esotérica sólo está concebida para resistir, en esta era de materialismo craso e ilógico, los repetidos ataques contra todo lo que el ser humano considera más querido y sagrado, en su vida espiritual interna. El verdadero filósofo, el estudiante de la Sabiduría Esotérica, omite totalmente personalidades, creencias dogmáticas y religiones especiales'.

Blavatsky continúa diciendo: 'Además, la filosofía esotérica reconcilia todas las religiones, despoja a cada una de sus prendas exteriores y humanas, y muestra que la raíz de cada una es idéntica a la de cualquier otro gran credo. Demuestra la necesidad de un Principio Divino absoluto en la Naturaleza, y niega la Deidad no más de lo que lo hace el Sol. La filosofía esotérica nunca ha rechazado a Dios en la Naturaleza, ni a la Deidad como lo absoluto y abstracto Ens, pues sólo se niega a aceptar a los dioses de las llamadas religiones monoteístas, dioses creados por humanos a su propia imagen y semejanza, una caricatura blasfema y lamentable de lo Siempre Incognoscible'” ("La Doctrina Secreta", vol. 1, Introducción, p. xx). 

Si la gente sólo leyera y estudiara Teosofía Original por su propia cuenta, con un corazón sincero y una mente abierta, descubrirían realmente lo que dice ser. David J. Stewart no está dispuesto a hacerlo o tal vez incluso tenga miedo, pues esto equivaldría a “bailar con el demonio” y por tanto se esfuerza por hacer que otros se contagien con esa actitud. Esto lo logra a través de una mezcla de ignorancia, una investigación horriblemente desarrollada, citas erróneas, referencias falsas y mentiras descaradas como hemos demostrado.

Al incurrir en esto Stewart genera un gran daño no sólo a la Teosofía y H.P. Blavatsky -aspectos que obviamente le importan muy poco-, sino también al cristianismo y al propio autor. La deshonestidad, la tergiversación y el comportamiento antiético no son excusables, independiente de las convicciones personales.

28 de enero de 2022

¡Saludos de "Lucifer" al arzobispo de Canterbury!


La siguiente es una carta abierta al arzobispo de Canterbury que se publicó en la revista "Lucifer" (diciembre de 1887), fundada por H.P. Blavatsky como el boletín mensual de la Sociedad Teosófica en Reino Unido, luego que su creadora se mudara a Londres durante sus últimos años.

Como demostramos en el artículo "Lucifer, el Portador de la Luz":
"El cristianismo no tiene el monopolio del término 'Lucifer' ni tampoco en su definición. La denotación y el concepto de dicha palabra son simplemente los últimos en una larga línea de interpretaciones de este vocablo pre-cristiano (...) Lucifer significa literalmente 'portador de la Luz', 'lucero del alba', 'resplandeciente' o 'estrella de la mañana' y no tiene otro significado".

Sin embargo, el título de la misiva que reproducimos aquí ciertamente se eligió con cierto grado de intencionalidad humorística, teniendo en cuenta las obvias alusiones religiosas y controvertidas que conlleva tal denominación.

Pero aunque a veces emplea recursos irónicos, el mensaje en sí mismo es muy serio y honesto y fue compuesto con un motivo de preocupación y nobleza. El arzobispo sin duda habría conocido y leído la misiva, ya que "Lucifer" tenía un alto número de lectores en Londres para ese tiempo, particularmente entre las clases "cultas" e intelectuales, y los nombres de Madame Blavatsky y la Teosofía eran cada vez más familiares e incluso respetados y admirados, como demuestran claramente numerosos artículos periodísticos e informes de la época.

Incluimos la carta completa a continuación, pero nos hemos tomado la libertad de dividir algunos de los párrafos más largos en otros breves para hacerlos más legibles, y también enfatizamos ciertas oraciones que parecen ser algunas de las más importantes a las que debemos prestar atención. Algunos piensan que Blavatsky pudo haber sido asistida por el teósofo Richard Harte para redactar esta carta, cuyos contenidos en su mayoría aún siguen siendo válidos, apropiados y aplicables en la actualidad.

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¡Lucifer saluda al arzobispo de Canterbury!

Al señor Primado de toda Inglaterra, 

Hacemos uso de una carta abierta a su Gracia como vehículo para transmitir a usted, al clero, sus seguidores y los cristianos en general -que nos consideran enemigos de Cristo- una breve declaración de la postura que la Teosofía adopta respecto del cristianismo, pues creemos que ha llegado el momento de hacerlo.

Indudablemente su Gracia está consciente de que la Teosofía no es una religión, sino una filosofía a la vez religiosa y científica, y que hasta ahora el trabajo principal de la Sociedad Teosófica ha sido revivir en cada religión su propio espíritu animador al promover y ayudar en la indagatoria sobre el verdadero significado de sus doctrinas y observancias.

Los teósofos saben que cuanto más se penetra en el significado de los dogmas y ceremonias de toda religión, mayor es la aparente similitud que las subyace hasta que finalmente se alcanza la percepción de su unidad fundamental. Este terreno común no es otro que la Teosofía, la Doctrina Secreta de las edades que, diluida y disfrazada para adaptarse a la capacidad de la multitud y los requisitos de la época, ha conformado el núcleo vivo de todas las religiones. La Sociedad Teosófica tiene ramas compuestas por budistas, hindúes, mahometanos, parsis, cristianos y librepensadores que trabajan juntos como hermanos en el terreno común teosófico, y es precisamente porque la Teosofía no es una religión, ni la multitud puede reemplazar el sitial de un credo, que el éxito de la Sociedad ha sido tan grande no sólo en lo que respecta a su creciente membresía e influencia, sino también en relación al desempeño del trabajo que ha emprendido para el resurgimiento de la espiritualidad en la religión y el cultivo del sentimiento de HERMANDAD entre los individuos.

Como teósofos creemos que una religión es un incidente natural en la vida del ser humano en su etapa actual de desarrollo, y aunque en casos raros los individuos pueden nacer sin un sentimiento religioso, una comunidad debe tener una religión, es decir, un vínculo de unión, so pena de deterioro social y aniquilación material. Creemos que ninguna doctrina religiosa puede ser más que un intento de describir nuestros actuales entendimientos limitados en términos de nuestras experiencias terrestres, grandes verdades cósmicas y espirituales que percibimos vagamente en nuestro estado normal de conciencia, en lugar de realmente captar y comprender, y una revelación -si es para develar algo- debe ajustarse por fuerza a los mismos requisitos terrenales del intelecto humano. Por lo tanto y en nuestra estimación, ninguna religión puede ser absolutamente verdadera, y ninguna puede ser del todo falsa.

Una religión es verdadera en la medida que satisface las necesidades espirituales, morales e intelectuales de la época, y ayuda al desarrollo de la humanidad en estos aspectos. Es falsa en proporción a que obstaculiza ese progreso y constituye una ofensa a ese componente triple en la naturaleza humana. Y las ideas espirituales trascendentes sobre los poderes dominantes del Universo solazadas por un sabio oriental serían una religión tan falsa para el salvaje africano, como el fetichismo de este último para el sabio, aunque ambos puntos de vista deben ser necesariamente verdaderos en grado, ya que representan las ideas más elevadas que pueden alcanzar los respectivos individuos de los mismos hechos cósmico-espirituales, los cuales el ser humano nunca puede conocer en su realidad mientras siga siendo tal.

De esta forma, los teósofos son respetuosos de todas las religiones y tienen una profunda admiración por la ética religiosa de Jesús. No podría ser de otra manera, porque estas enseñanzas que han llegado hasta nosotros son las mismas que las de la Teosofía. Hasta ahora y a medida que el cristianismo moderno afirma ser la "religión práctica" enseñada por Jesús, los teósofos están con ella en mente y obra, y son sus oponentes toda vez que va en contra de esa ética pura y simple. Si lo desea, cualquier cristiano puede comparar el Sermón del Monte con los dogmas de su iglesia y el espíritu que lo inspira con los principios que animan esta civilización cristiana y gobiernan su propia vida; y entonces podrá juzgar por sí mismo hasta qué punto la religión de Jesús se condice con su cristianismo y hasta qué grado están de acuerdo él y los teósofos.

Pero los cristianos profesantes, especialmente el clero, evitan hacer esta comparación. Al igual que los comerciantes que temen encontrarse en la bancarrota, parecen tener pavor al descubrimiento de una discrepancia en sus registros que no podría solucionarse al colocar activos materiales a modo de compensación a los pasivos espirituales. Sin embargo, se ha hecho con frecuencia la comparación entre las enseñanzas de Jesús y las doctrinas de las iglesias- y a menudo con gran aprendizaje y perspicacia crítica- tanto por parte de quienes abolirían el cristianismo como los que lo reformarían, y como su Gracia debe tener muy en cuenta, el resultado añadido de estas comparaciones sirve para demostrar que en casi todos los puntos las doctrinas de las iglesias y prácticas cristianas están en oposición directa a las instrucciones de Jesús.

Estamos acostumbrados a decir al budista, al mahometano, hindú o parsi que "el camino a la Teosofía radica en ti, a través de tu propia religión", y decimos esto porque esos credos poseen un significado profundamente filosófico y esotérico que explica las alegorías bajo las cuales se presentan al pueblo, pero no podemos decir lo mismo a los cristianos.

Los sucesores de los apóstoles nunca registraron la doctrina secreta de Jesús o los "misterios del reino de los cielos" que sólo fue dada a sus discípulos [Marcos, iv, 11; Mateo, xiii, 11; Lucas, viii, 10] y que ha sido suprimida, eliminada y destruida. Lo que se vertió sobre la corriente del tiempo son las máximas, parábolas, alegorías y fábulas que Jesús dirigió expresamente a los espiritualmente sordos y ciegos, con objeto de que más tarde se revelaran al mundo, y las cuales el cristianismo moderno toma o interpreta literalmente según las fantasías de los Padres de la iglesia secular. En ambos casos son como flores cortadas, al separarse de la planta en que crecieron y de la raíz de donde el vegetal obtuvo su vida.

Por lo tanto, si alentáramos a los cristianos -como hacemos con los devotos de otros credos- a estudiar por sí mismos su propia religión, la consecuencia no sería un conocimiento sobre el significado de sus misterios, sino también el resurgimiento de la superstición e intolerancia medievales, acompañadas por un formidable brote de meras plegarias fingidas y predicación, como resultado de la formación de las 239 sectas protestantes que hay sólo en Inglaterra, o bien un gran aumento de escepticismo, ya que la religión cristiana no tiene un fundamento esotérico conocido por quienes la profesan, porque incluso usted, señor primado de Inglaterra, debe estar dolorosamente consciente de que no conoce absolutamente ninguno de esos "misterios del reino de los cielos" que Jesús enseñó a sus discípulos, más que el miembro más humilde y analfabeto de vuestra iglesia.

Por tanto, es fácil comprender que los teósofos no tengan nada que decir contra la política de la Iglesia Católica Romana o las comunidades protestantes de prohibir y desalentar cualquier investigación personal sobre el significado de los dogmas "cristianos", como correspondería con el estudio esotérico de otras religiones. Con sus ideas y conocimientos actuales, los cristianos profesantes no están preparados para realizar un examen crítico de su fe con la promesa de buenos resultados. Su efecto inevitable sería paralizar sus sentimientos religiosos latentes en lugar de estimularlos, pues la crítica bíblica y la mitología comparativa han demostrado de manera concluyente -al menos para quienes no tienen intereses creados de tipo espiritual o temporal en el mantenimiento de la ortodoxia- que la religión cristiana, tal como existe ahora, está compuesta por cáscaras del judaísmo, restos de paganismo y los resabios mal digeridos del gnosticismo y el neoplatonismo. Este curioso conglomerado, que se fue formando gradualmente en torno a los dichos registrados de Jesús y tras el paso de los siglos, ahora comenzó a desintegrarse y se escindió de las gemas puras y preciosas de la verdad teosófica que durante tanto tiempo ha estado superpuesta y oculta, pero que no podía desfigurar ni destruir.

La Teosofía no sólo rescata estas gemas preciosas del destino, que contrastan con la basura en que han estado incrustadas durante mucho tiempo, sino que salva ese desperdicio de la condenación absoluta al mostrar que el resultado de la crítica bíblica está lejos de ser el análisis final del cristianismo, ya que cada una de las piezas que componen los curiosos mosaicos de las iglesias pertenecieron antaño a una religión que tenía un significado esotérico. Sólo cuando estas piezas se restauran en los lugares que ocuparon originalmente se puede percibir su significado oculto y entender el trasfondo real de los dogmas en el cristianismo. No obstante, para lograr esto se requiere un conocimiento de la Doctrina Secreta tal como existe, en el fundamento esotérico de otras religiones, y este saber no está en manos del clero porque desde entonces la Iglesia ha escondido y extraviado las llaves.

Ahora su Gracia entenderá por qué la Sociedad Teosófica ha tomado para uno de sus tres "objetivos" el estudio de esas religiones y filosofías orientales que arrojaron tal luz sobre el significado interno del cristianismo, y esperamos que usted también perciba que al hacerlo no actuamos como enemigos, sino como acólitos de la religión enseñada por Jesús, del verdadero cristianismo en la práctica, porque sólo mediante el estudio de estas religiones y filosofías los cristianos pueden llegar a comprender sus propias creencias, o ver el significado oculto de las parábolas y alegorías que el Nazareno contó a los tullidos espirituales de Judea, y al tomarlas como hechos o fantasías las iglesias han ridiculizado y despreciado las enseñanzas, por cuanto el cristianismo se encuentra en grave peligro de colapso total, socavado como está por la crítica histórica y la investigación mitológica, además de haber sido destruido por el martillo de la ciencia moderna.

Entonces, ¿acaso los teósofos deben ser considerados por los cristianos como sus enemigos por creer que en general el cristianismo ortodoxo es opuesto a la religión de Jesús, y porque tienen el coraje de decir a las iglesias que son traidoras al MAESTRO que profesan venerar y servir? Todo lo contrario, de hecho.

Los teósofos saben que el mismo espíritu que animó las palabras de Jesús se encuentra latente en los corazones cristianos, como ocurre naturalmente en el núcleo de toda persona. Su principio fundamental es la Hermandad del Hombre, cuya realización última es posible sólo por lo que se conocía mucho antes de los días de Jesús como "el espíritu de Cristo". Este espíritu incluso ahora está presente potencialmente en todo individuo, y se convertirá en un componente activo cuando los seres humanos no sean compelidos a entenderse, apreciarse y simpatizar entre sí mediante las barreras de lucha y odio erigidas por sacerdotes y príncipes.

Sabemos que en sus vidas frecuentemente los cristianos se elevan por encima del nivel de su cristianismo. Todas las iglesias contienen muchos hombres y mujeres nobles, abnegados y virtuosos que desean hacer el bien en su generación de acuerdo con su entendimiento y sus oportunidades, y llenos de aspiraciones a cosas más elevadas que las de la Tierra; éstos son seguidores de Jesús a pesar de su credo. Por gente como ésta, nosotros sentimos la más profunda simpatía, pues sólo un teósofo o una persona de la delicada sensibilidad y el gran conocimiento teológico de vuestra merced puede apreciar de forma justa las tremendas dificultades con que tiene que enfrentarse la tierna rosa de piedad natural, ya que fuerza su raíz en el suelo insustancial de nuestra civilización cristiana y trata de florecer en el clima frío y árido de la teología. Por ejemplo, cuán difícil no debe ser "amar" a un Dios como el que se muestra en un pasaje bien conocido de Herbert Spencer:

La crueldad de un dios de Fiji que se representa devorando almas de muertos y que se supone debe infligir torturas durante el proceso, es pequeña en comparación con la barbarie de un dios que condena a los hombres a torturas eternas (...) La obsesión con los descendientes de Adán mediante cientos de generaciones de penas terribles por un leve quebrantamiento que no cometieron; la condena de todos los que no se aprovechan de un supuesto modo para obtener el perdón, del que la mayoría de los hombres nunca ha oído hablar, y el logro de una reconciliación sacrificando a un hijo -que era perfectamente inocente- con tal de satisfacer la supuesta necesidad de una víctima propiciatoria; todos éstos son modos de acción que atribuidos a un gobernante humano provocan expresiones de aborrecimiento [“Religion: A Retrospect and Prospect”, en Nineteenth Century, vol. XV, n° 83, enero de 1884].

Sin duda, usted dirá que Jesús nunca enseñó la adoración de un dios como ése, y aún lo afirmamos como teósofos. Sin embargo, éste es el mismo dios cuyo culto se lleva a cabo oficialmente por usted en la catedral de Canterbury, y seguramente estaréis de acuerdo con nosotros en que, de hecho, debe haber una chispa divina de intuición religiosa en los corazones humanos que les permita resistir tan bien como hacen la acción mortal de una teología tan venenosa.

Si su Gracia observa desde vuestro alto pináculo, verá una civilización cristiana en que una frenética y despiadada batalla del hombre contra el hombre no sólo es la característica distintiva, sino el principio reconocido. En nuestros días es un axioma científico y económico aceptado que todo el progreso se logra en la "lucha por la vida" y la "supervivencia del más apto"; y los más capacitados para sobrevivir en esta "civilización cristiana" no son los que poseen las cualidades reconocidas por la moralidad de cada época como las mejores -los individuos de generosidad y misericordia, de corazón noble, los que perdonan, los humildes, verdaderos, honestos y amables-, sino aquéllos que son más fuertes en egoísmo, malas artes, hipocresía, fuerza bruta, falsa pretensión, inescrupulosidad, crueldad y avaricia. Los espirituales y altruistas son "los débiles" a quienes las "leyes" que gobiernan el Universo dan como alimento a los avaros y materialistas, o "los fuertes". Esa noción de "el poder es derecho" es la única conclusión legítima, la última palabra en la "ética" del siglo XIX, porque el mundo se ha convertido en un gran campo de batalla en que "los más aptos" descienden como carroñeros para arrancar los ojos y corazones de quienes han caído en la lucha.

¿Acaso la religión detiene la batalla? ¿Alejan las iglesias a los buitres o consuelan a los heridos y moribundos? La religión no tiene peso en el mundo de hoy cuando la ventaja mundana y los placeres egoístas se ponen en la otra balanza, y las iglesias son impotentes para revivir el sentimiento religioso entre los hombres porque sus ideas, conocimientos, métodos y argumentos son los de la Edad Oscura, por cuanto vuestro cristianismo, señor arzobispo, está atrasado en quinientos años.

Mientras los individuos disputaban si este dios o aquél era el verdadero, o si el alma iba a tal o cual lugar después de la muerte, usted y el clero comprendieron la pregunta y tuvieron argumentos para influir en la opinión, por silogismo o tortura según el caso; pero ahora lo que se cuestiona o niega es la existencia de cualquier ser tal como Dios -si lo hay- o cualquier tipo de espíritu inmortal. 

La ciencia inventa nuevas teorías sobre el Universo que ignoran desdeñosamente la existencia de cualquier divinidad; los moralistas establecen teorías de ética y vida social en que se da por sentada la no-existencia de una vida futura; en física, psicología, leyes o medicina lo único que se necesita para que un profesor tenga derecho a una audiencia es que en sus ideas no se contenga una sóla alusión ni a una Providencia, ni a un alma.

El mundo está siendo llevado rápidamente a la convicción de que Dios es una "concepción mítica", que en realidad no tiene fundamento ni lugar en la Naturaleza, y que la parte inmortal humana es el "sueño tonto" de "salvajes ignorantes", perpetuado por las mentiras y los trucos de sacerdotes que obtienen su cosecha al cultivar los temores en la gente de que su Dios mítico torturará sus almas imaginarias por toda la eternidad y en un fabuloso infierno. Frente a todos esos aspectos, el clero se encuentra mudo e impotente en esta era. La única respuesta que la Iglesia supo hacer a tales "objeciones" como éstas fue el martirio y la cobardía más asquerosa, por cuanto ella en este momento no puede usar ese sistema de lógica.

Es claro que si el Dios y el alma enseñados por las iglesias son entidades imaginarias, entonces la salvación y condenación cristianas son meras ilusiones de la mente, producidas por el proceso hipnótico de asertos y sugestión a una escala magnífica que actúa de manera acumulativa durante generaciones de leves "histéricos". ¿Qué respuesta tiene usted a esa teoría de la religión cristiana, excepto una repetición de predicados y sugestiones? ¿De qué manera usted ha logrado hacer que los hombres vuelvan a sus antiguas creencias, sino reviviendo sus viejos hábitos?

La política de las iglesias y su única respuesta al agnosticismo y al materialismo es "constrúyanse más parroquias, diga más oraciones, establezca más misiones y su fe en la condenación y salvación será revivida, lo que resultará en una creencia renovada en Dios y el alma". Pero su Gracia debe saber que enfrentar los embates de la ciencia moderna y las críticas con armas como la afirmación y el hábito, es como atacar a toda una artillería de revistas premunidas con bumeranes y escudos de cuero. Sin embargo, mientras que el progreso de las ideas y el aumento del conocimiento están socavando la teología popular, cada descubrimiento de la ciencia y concepción nueva del pensamiento avanzado europeo acercan la mente del siglo XIX a las ideas de lo Divino y lo Espiritual, conocidas por todas las religiones esotéricas y la Teosofía.

La Iglesia afirma que el cristianismo es la "única religión verdadera", y este aserto implica dos proposiciones distintas, a saber, que la cristiandad es el único credo real y que no existe otra religión genuina salvo aquélla. Parece que los cristianos nunca atinan a pensar que Dios y el Espíritu puedan existir en una forma diferente a la que se les presenta en las doctrinas de su iglesia. El salvaje dice que el misionero es ateo porque no lleva un ídolo en su leño, y el misionero, a su vez, llama ateos a todos los que no llevan un fetiche en su mente; y ni el salvaje ni el cristiano jamás parecen sospechar que pueda haber una idea más elevada que las suyas sobre el gran poder oculto que gobierna el Universo, y al que el nombre de "Dios" es mucho más aplicable.

Es dudoso que las iglesias se esfuercen más para demostrar que el cristianismo es "verdadero" o probar que cualquier otra clase de religión es necesariamente "falsa", y las malas consecuencias de esto, sus enseñanzas, son terribles. Cuando las personas descartan el dogma, creen que también han abandonado el sentimiento religioso y concluyen que la religión es una "superfluidad en la vida humana", una rendición a aspectos nebulosos que pertenecen a la Tierra y un desperdicio de energía que podría gastarse más provechosamente en la "lucha por la existencia". Por tanto, el materialismo de esta era es consecuencia directa de la doctrina cristiana de que "no hay poder gobernante en el Universo", ni Espíritu inmortal en el ser humano, excepto los que se dan a conocer en los dogmas cristianos. El ateo, señor arzobispo, es el hijo bastardo de la Iglesia.

Pero esto no es todo. Las iglesias nunca han enseñado a los hombres ninguna otra razón superior por la cual deben ser justos, amables y verdaderos que la "esperanza de recompensa" y el "miedo al castigo", y cuando abandonan su creencia en el capricho e injusticia divinos son saqueados los fundamentos de su moralidad. Ni siquiera tienen una moralidad natural a la cual recurrir conscientemente, porque el cristianismo les ha enseñado a considerarla como "inútil" debido a la depravación natural del individuo; de esta forma, el interés propio se convierte en el único motivo para la conducta, y el miedo a ser descubierto el único elemento disuasivo del vicio. Y así, con respecto a la moralidad y como con Dios y el alma, el cristianismo aleja a los hombres del camino que conduce al conocimiento y los precipita al abismo de la incredulidad, el pesimismo y la depravación.

El último lugar donde ahora la gente buscaría ayuda para los males y las miserias de la vida es la Iglesia, porque sabe que la construcción de catedrales y la repetición de letanías no influyen en los poderes de la Naturaleza ni en los consejos de las naciones; porque instintivamente percibe que cuando las iglesias aceptaron el principio de conveniencia perdieron su poder para mover los corazones humanos, y ahora sólo puede actuar en el plano externo como los partidarios de la policía y la política.

El objeto de la religión es consolar y alentar a la humanidad en su lucha de por vida con el pecado y el dolor. Esto se puede hacer sólo exponiendo a la gente a nobles ideales sobre una existencia más feliz luego de la muerte, y de una vida más digna en la Tierra, ganadas en ambos casos mediante el esfuerzo consciente. Lo que el mundo ahora quiere es una Iglesia que dé cuenta de la Deidad o el principio inmortal en el individuo, y que al menos esté al nivel de las ideas y el conocimiento de los tiempos. El cristianismo dogmático no es adecuado para un mundo que razona y piensa, y sólo aquellos que pueden lanzarse a un estado psicológico medieval pueden apreciar a una Iglesia cuya función religiosa (a diferencia de sus objetivos sociales y políticos) es mantener a Dios de buen humor, mientras que los laicos hacen lo que creen que no aprueba, oran por los cambios de clima y ocasionalmente para agradecer al Todopoderoso por ayudar a matar al enemigo. Hoy no son los "curanderos", sino los guías espirituales lo que el mundo busca, un "clero" que dará los ideales adecuados para el intelecto de este siglo, como el Cielo y el Infierno cristianos -o Dios y el Diablo- lo fueron en eras oscuras de ignorancia y superstición. ¿Es que el clero cristiano cumple o puede cumplir este requisito? La miseria, el crimen, el vicio, el egoísmo, la brutalidad, la falta de autorespeto y autocontrol que marcan nuestra "civilización moderna" unen sus voces en un grito ensordecedor y responden "¡NO!"

¿Cuál es el significado de la reacción contra el materialismo, cuyos signos repletan nuestra atmósfera actual? Significa que el mundo se ha vuelto mortalmente enfermo del dogmatismo, la arrogancia, la autosuficiencia y la ceguera espiritual en la ciencia moderna, la misma cuyos exponentes sólo ayer aclamaban como "liberadora del fanatismo religioso" y la "superstición cristiana", pero que al igual que el diablo de las leyendas monacales, requiere como valía de sus servicios la inmolación del alma inmortal humana. Y mientras tanto, ¿qué están haciendo las iglesias? Duermen el dulce sueño de las donaciones y la influencia social y política, mientras que el mundo, la carne y el diablo se están apropiando de sus consignas, milagros, argumentos y fe ciega.

¡Oh, iglesias de Cristo!, los espiritistas robaron el fuego de vuestros altares para iluminar sus cuartos de sesiones; los salvacionistas tomaron vuestro vino sacramental y se emborrachan espiritualmente en las calles; el infiel os quitó las armas con las que lo vencisteis una vez, y os dice con aire de triunfo que "lo que ustedes anticipan se ha dicho con frecuencia previamente". ¿Alguna vez el clero había tenido una oportunidad tan espléndida? Las uvas en el viñedo están maduras y sólo necesitan los trabajadores adecuados para recolectarlas. Si en el nivel intelectual estándar y probable de hoy dierais al mundo alguna prueba de que la Deidad -el Espíritu inmortal en el hombre- tiene una existencia real como hecho en la Naturaleza, ¿acaso la gente no os consideraría su salvador del pesimismo y desesperación, o del enloquecedor y brutal pensamiento de que no hay otro destino para el ser humano sino un eterno vacío, luego de unos pocos años de amarga aflicción y tristeza? ¿O como sus salvadores de la lucha angustiosa por el disfrute material y avance mundano? ¿Cuál es entonces la consecuencia directa de creer que esta vida mortal es todo el motivo y fin de la existencia?

Pero las iglesias no tienen el conocimiento ni la fe necesaria para salvar al mundo, y quizá menos aún su Iglesia, mi Señor Primado, con la piedra de molino de £ 8.000.000 al año colgada de su cuello. En vano trata usted de aligerar la nave, arrojando por la borda el lastre de las doctrinas que vuestros antepasados consideraron vitales para el cristianismo. ¿Qué más puede hacer su Iglesia ahora, sino adelantarse a la tormenta navegando sin velas, mientras el clero se esfuerza débilmente por poner fin a las enormes filtraciones con la "versión revisada", y por su peso social y político tratar de evitar que la nave vuelque y su carga de dogmas y donaciones se vaya al fondo?

¿Quién construyó la catedral de Canterbury, señor Primado? ¿Quién inventó y dio vida a la gran organización eclesiástica que hace posible un arzobispo de Canterbury? ¿Quién sentó las bases para el vasto sistema de impuestos religiosos que le da £ 15.000 al año y un palacio? ¿Quién instituyó las formas y ceremonias, las oraciones y letanías, que ligeramente alteradas y desprovistas de arte y ornamentos constituyen la liturgia en la Iglesia de Inglaterra? ¿Quién arrebató a la gente los orgullosos títulos de "reverendo divino" y "Hombre de Dios" que el clero de su Iglesia asume con tanta confianza?

¿Quién, en efecto, sino la Iglesia de Roma? No hablamos en ningún espíritu de enemistad, pues la Teosofía ha visto el surgimiento y la caída de muchas religiones, y estará presente en el nacimiento y la muerte de varias más. Sabemos que la vida de las religiones están sujetas a la ley, y ya sea que usted haya heredado legítimamente de la Iglesia de Roma u obtenido por medio de violencia, lo dejamos para que lo dirima con sus enemigos y con su conciencia; la actitud mental hacia vuestra Iglesia está determinada por su valor intrínseco. Sabemos que si no es capaz de cumplir la verdadera función espiritual de una religión, seguramente será devastada aunque la culpa esté más bien en sus tendencias hereditarias o entornos que en sí misma.

Para usar una analogía conocida, la Iglesia de Inglaterra es como un tren que corre por el impulso que adquirió antes que se apagara el vapor. Cuando salió de la pista principal, se encontró con un revestimiento que no lleva a ninguna parte. El tren casi ha llegado a un punto muerto y muchos de los pasajeros lo han dejado para seguir en otros medios de transporte. Los que se quedan en su mayor parte están conscientes de que han dependido todo el tiempo del poco vapor que quedó en la caldera cuando los fuegos de Roma fueron retirados de su seno. Sospechan que ahora sólo pueden estar jugando en el tren, pero el conductor sigue haciendo sonar su silbato, el guardia se voltea para examinar los boletos, los guardafrenos recitan sus retiros, y no es tan mala diversión después de todo, puesto que los vagones son cálidos y cómodos en un día frío, y siempre que reciban su propina, todos los empleados de la empresa son muy atentos. Pero no están muy felices aquéllos que sí saben a dónde quieren ir.

Durante varios siglos, la Iglesia de Inglaterra ha realizado la difícil hazaña de soplar frío y calor en dos direcciones a la vez, diciendo a los católicos romanos "¡razón!" y a los escépticos "¡crean!" Fue mediante el ajuste en la fuerza de su soplo doble que se las arregló para mantenerse tanto tiempo sin desbordarse de sus límites, pero ahora la valla en sí está cediendo. El desapego y la desestabilización están en el aire. ¿Y qué urge vuestra Iglesia en su propio nombre? Su utilidad. Es útil tener un número de personas educadas, morales, no mundanas y dispersas por todo el país que impidan que el mundo olvide por completo el nombre de religión, y actúan como centros de trabajo benévolo. Pero la pregunta ahora ya no es sobre repetir oraciones y dar limosna a los pobres, como lo fue hace quinientos años. Las personas ya llegaron a la madurez y se están haciendo cargo de su pensamiento y la dirección de sus asuntos sociales, privados e incluso espirituales, porque han descubierto que su clero no sabe más sobre las "cosas del Cielo" que ellos mismos

Pero se dice que la Iglesia de Inglaterra se ha vuelto tan liberal que todos deberían apoyarla. Realmente, uno puede ir a una excelente imitación de la misa o sentarse bajo un unitario virtual, y aún estar dentro de su redil. No obstante, esta hermosa tolerancia sólo significa que la Iglesia ha considerado necesario convertirse en un lugar común abierto, donde cada uno puede poner su propio puesto y ofrecer su actuación especial únicamente si se une a la defensa de las donaciones. La tolerancia y la liberalidad son contrarias a las leyes de la existencia de cualquier iglesia que cree en la condenación divina, y su aparición en la Iglesia de Inglaterra no es un signo de vida renovada, sino de una desintegración inminente. No menos engañosa es la energía evidenciada por la Iglesia en la construcción de otras iglesias, y si esto fuera una medida de la religión, ¡qué edad piadosa sería ésta!

Nunca antes el dogma se había alojado tan bien, aunque haya quienes tengan que dormir por miles en las calles y literalmente morir de hambre a la sombra de nuestras majestuosas catedrales, construidas en nombre de Aquél que no tenía dónde recostar su cabeza. Pero, ¿os dijo Jesús, su Gracia, que la religión no estaba en los corazones de la gente, sino en templos hechos por manos humanas? No podéis convertir vuestra compasión en piedra y usarla en vuestras vidas, y la historia muestra que la petrificación del sentimiento religioso es una enfermedad tan mortal como el endurecimiento del corazón. Sin embargo, si las iglesias se multiplicaran por cien y todos los clérigos se convirtieran en un centro de filantropía, eso sólo sustituiría el trabajo que los pobres requieren de sus semejantes, pero no de sus maestros espirituales por lo que piden y no pueden obtener. No haría sino traer un gran alivio a la esterilidad espiritual de las doctrinas eclesiásticas.

Se acerca el momento en que se solicitará al clero que rinda cuentas de su mayordomía. ¿Está preparado, señor arzobispo, para explicar a su MAESTRO por qué habéis dado piedras a vuestros hijos cuando os clamaban por pan? Usted sonríe en su seguridad imaginaria. Los sirvientes han mantenido el gran carnaval durante tanto tiempo en las cámaras internas de la casa del Señor, que piensan que Él nunca regresará. Pero Él os dijo que vendría como un ladrón en la noche; ¡y he aquí que Él ya adviene en los corazones de los hombres! Viene a tomar posesión del Reino de su Padre allí sólo donde está. ¡Pero usted no lo conoce! Si las iglesias mismas no se dejaran llevar por el diluvio de negación y materialismo que ha envuelto a la sociedad, reconocerían el germen del espíritu de Cristo que crece rápidamente en los corazones de miles de personas, a quienes ahora calificáis como "infieles" y "locos". Reconocerían allí el mismo espíritu de amor, sacrificio propio e inmensa compasión por la ignorancia, la locura y los sufrimientos del mundo que apareció en el corazón puro de Jesús, tal como había eclosionado en los corazones de otros Santos Reformadores en otras edades; y que es la luz de toda religión verdadera, la lámpara con que los teósofos de todos los tiempos se han esforzado por guiar sus pasos por el camino estrecho que conduce a la salvación, el sendero recorrido por cada encarnación de CHRISTOS o el ESPÍRITU DE LA VERDAD. 

Y ahora, señor Primado, os hemos presentado con mucho respeto los principales puntos de desacuerdo entre la Teosofía y las iglesias cristianas, y os contamos sobre la unidad teosófica y las enseñanzas de Jesús. Habéis escuchado nuestra profesión de fe y aprendido las quejas que ponemos a la puerta del cristianismo dogmático. Nosotros, un puñado de individuos humildes que no poseemos riqueza ni influencia mundana, pero sí fortaleza en nuestro conocimiento, nos hemos unido con la esperanza de hacer el trabajo que decís vuestro SEÑOR os designó, y que lamentablemente es descuidado por ese coloso rico y dominante que se llama Iglesia cristiana. ¿Llamará usted "presunción" a esto? En esta tierra de libertad de expresión y libre esfuerzo, ¿se aventurará usted a otorgarnos ningún otro reconocimiento que no sea el anatema habitual que la Iglesia guarda para el reformador? ¿O podemos esperar que las amargas lecciones de la experiencia -que esa política brindó antaño a las iglesias- hayan alterado los corazones para aclarar los entendimientos de sus gobernantes, y que el próximo año de 1888 será testigo del alargamiento de la mano cristiana en comunión y buena voluntad?

Esto sólo sería un reconocimiento justo de que el cuerpo comparativamente pequeño llamado Sociedad Teosófica no es "un pionero del Anticristo", ni tampoco "una camada del maligno", sino el ayudante práctico y tal vez salvador del cristianismo, y eso es sólo un esfuerzo para hacer el trabajo que Jesús -como Buda y los otros "hijos de Dios" anteriores- ha ordenado cumplir a todos sus seguidores, pero que las iglesias no pueden llevar a cabo por convertirse en dogmáticas.

Y ahora, si su Gracia puede probar que cometemos injusticias con la Iglesia de la que usted es Jefe o con la teología popular, prometemos reconocer nuestro error públicamente, aunque EL SILENCIO DA EL CONSENTIMIENTO.

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Quizás no sorprenda que el Arzobispo no respondió de ninguna manera a este desafío. Para quienes estén interesados en descubrir los verdaderos orígenes y la historia de la Iglesia cristiana y su teología, no podemos recomendar un libro mejor que "Isis Develada" por H.P. Blavatsky, particularmente su segundo volumen. El subtítulo de este libro es "una clave maestra para los misterios de la ciencia y la teología antiguas y modernas", y eso es exactamente lo que representa, pero por desgracia hay muchos que no están dispuestos a tomar la llave y abrir la puerta que revela la Verdad y nada más que la Verdad.