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11 de agosto de 2025

El Efecto Marte y la "honradez" del CSICOP

Chris Carter, The Fall of the House of Skeptics, capítulo 2.
 
[N.del T.: hay prescindencia de cláusulas innecesarias].

En la actualidad, los censores anti-parapsicología se autodescriben como “herederos de la Ilustración” o “guardianes de raciocinio” que deben desacreditar a toda costa cualquier “recaída peligrosa en supersticiones”, y para ello muchas veces recurren a la burla, el arma que Voltaire tan a menudo empuñó contra sus adversarios. Aunque la física viene adoptando cambios que Newton jamás soñó, y las "leyes de la naturaleza" han sido reescritas varias veces desde la publicación de los Principia, los escepticoides modernos aún invocan parámetros newtonianos y otros argumentos sacados del siglo XVIII como los del filósofo David Hume, con objeto de “rebatir” proclamas en parapsicología (1). También emborronan la disimilitud entre esta ciencia y múltiples sectas dañinas “Nueva Era”, cuyos seguidores, en su gran parte, sienten abulia por un examen cauto y crítico de pruebas.

Hasta mediados del decenio 1970, estuvieron desunidos los pseudoescépticos y quienes “desmontaban” afirmaciones paranormales, careciendo de institutos para publicitarse. La oposición seria provino casi siempre de escritores independientes como Martin Gardner, quien declaró en el prefacio de su obra Fads and Fallacies in the Name of Science (1957): “No se han escrito muchos libros sobre pseudocientíficos modernos y sus puntos de vista” (2), afirmando que sólo conocía dos, de los cuales el más novel databa de 1936. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron autores con perspectivas favorables a lo paranormal, y el ritmo de publicaciones se aceleró con lo que algunos llaman “renacimiento ocultista” de los años ‘70.

Este auge horrorizó a muchos “académicos” en diversos ámbitos. Uno de ellos era Paul Kurtz, filósofo de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo y editor de The Humanist (magazine bimensual de la American Humanist Association). Decidido a obstar el renombre popular de la astrología, recogió firmas de 186 científicos para un artículo de cinco párrafos titulado "Objections to Astrology" (número de septiembre-octubre de 1975), y se difundió con gran entusiasmo. Señalaba: “En estos tiempos ilustrados y de educación general, cabría pensar que es innecesario combatir creencias basadas en magia y superstición; no obstante, el beneplácito a la astrología está muy extendido en nuestra sociedad. Nos preocupa (…) la difusión acrítica de cartas astrales, pronósticos y horóscopos por parte de medios, periódicos, revistas o editoriales conspicuos. Esto sólo contribuye al crecimiento de irracionalidad y oscurantismo, y creemos que llegó el minuto de desafiar directa y enérgicamente los pretenciosos alegatos de charlatanes” (3). La declaración también aseveró que la astrología "carece de fundamento científico", recibiendo amplia cobertura en periódicos nacionales, y el New York Times le dedicó su portada para el 3 de septiembre.

Menos conocida fue la postura contraria del mismísimo Carl Sagan, quien escribió en una carta a The Humanist: “Me encuentro incapaz de respaldar el artículo (…) no porque crea que la astrología tenga eficacia, sino porque sentí y percibo que el tono de la declaración es autoritario. El punto fundamental no es que las raíces astrológicas estén envueltas en ‘superstición’, y eso también es verdadero para la química, medicina y astronomía, por mencionar sólo tres. Parece muy secundario a (…) su validez discutir las motivaciones psicológicas de quienes creen en la astrología. Que no podamos imaginar ningún mecanismo para ella es relevante, pero poco creíble. No se conocían aditamentos, por ejemplo, para la deriva continental cuando fue propuesta por Wegener; sin embargo, él tenía razón y estaban errados quienes defendieron la estrechez de aquéllos. Las afirmaciones contradictorias a la ciencia marginal, popular o pseudocientífica, y que semejan expresión autoritativa, pueden ser más perjudiciales que beneficiosas. Nunca convencen a quienes flirtean con la pseudociencia, sino simplemente confirman su criterio de que los científicos son ‘rígidos’ y de ‘mentalidad cerrada’” (4).

Pero la retórica de “Objections” tendría ecos en futuros ataques a lo paranormal donde Kurtz desempeñaría roles notorios. Bajo su mando, The Humanist fustigó ideas análogas de todo tipo, catalogándolas desde “fe religiosa” hasta “ocultismo popular”, y trató los hallazgos en parapsicología académica a modo de “supersticiones tontas”, “precarias” y “primitivas”. Kurtz y sus colaboradores pensaban que el interés en asuntos heterodoxos era indicio de “rencor hacia la ciencia” y criticaron coberturas favorables.

Sin embargo, había otro tipo de escépticos como Marcello Truzzi, sociólogo de la ciencia y editor del Zetetic, un boletín que mostraba indagatorias académicas sobre anomalías y lo paranormal. Aunque incrédulo sobre muchos fenómenos, no consideraba que el interés fuera una “prueba de irracionalidad” ni resquemor contra la ciencia, y declaró en Fate (septiembre de 1979) que algunos pesquisantes no ortodoxos presentaban argumentos "susceptibles de investigación y justificación, como cualquier aserto científico". Además concibió el Zetetic a guisa de foro donde los hechos extraños pudieran debatirse de forma intelectualmente responsable, con una representación apropiada de todas las posturas.

Mientras tanto y estimulado por la respuesta propicia de los medios a “Objections”, Kurtz exploraba la idea de fundar un grupo para cuestionar lo que denominó “cobertura acrítica de ideas paranormales y ocultas” en televisión y prensa escrita. Uno de los primeros elegidos que contactó fue Truzzi, quien expresaría reparos a dicho artículo y dejó claro que no era “humanista”, mas Paul inquirió si él sería copresidente del comité que intentaba organizar, e inclusive sugirió que Zetetic podría ser su publicación oficial. Truzzi, a su vez, solicitó que la nueva colectividad no se limitara a sembrar desprestigio, sino adoptaría un enfoque más abierto que The Humanist, y aceptó el cargo tras las garantías por Kurtz de que el conjunto iba a permanecer separado de la revista y comportaría integrantes diversos.

Así, en 1976 se creó el Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (CSICOP) durante una asamblea de la American Humanist Association. Los objetivos explícitos eran ciertamente loables, ya que se comprometía a llevar a cabo análisis objetivos e imparciales: “(…) el propósito no es rechazar a priori (…) ninguna o todas estas afirmaciones, sino estudiarlas de manera abierta, completa y cuidadosa" (5). Ningún científico cuerdo podría discrepar con ello, y el CSICOP alcanzó gran credibilidad al atraer figuras célebres en ciencia y filosofía, entre las que se encontraban Antony Flew, Carl Sagan, B.F. Skinner, W.V. Quine y otros. Los académicos menos prominentes fueron incluidos en una lista de "consultores", pero con excepción de Sagan, quien había efectuado rastreos sobre avistamientos de ovnis y una crítica de las hipótesis por Immanuel Velikovsky, estos individuos tenían experiencia limitada en anomalías y poca familiaridad con la literatura relevante.

Aparte de aquellos eruditos, varios miembros activos del CSICOP no eran científicos, como el mago James Randi, dedicado profesionalmente a “desmentir” el trabajo de Uri Geller; Phillip Klass, periodista de aviación anti-ovnis, y Martin Gardner, columnista, autor y verdadero padrino del movimiento. Estos y otros legos contribuían en las publicaciones del colectivo y ayudaban a marcar el tono de la organización.

Durante 1977 fue claro que los planes de Kurtz para el CSICOP eran distintos a los objetivos iniciales. El comité empezó a quedar influido por antiparanormales fanáticos que consideraban a Truzzi (…) “demasiado longánimo” con las metas resueltas, y dimitió luego de sentirse cada vez más incómodo frente al carácter inquisitorial, cuya decisión imitarían otros expertos por motivos similares. Luego, el nombre de la revista oficial del CSICOP cambió de Zetetic a Skeptical Inquirer, y Kurtz nombró a Kendrick Frazier en calidad de editor.


El “Efecto Marte” y la arremetida canallesca del CSICOP

A pesar de su nombre, el CSICOP sólo participó en UN examen sobre el trabajo neoastrológico de los psicólogos franceses Michel y Françoise Gauquelin. Gran parte de su obra se focaliza en desacreditar la astrología tradicional, pero también reunieron algunos datos científicos en apoyo de ciertas ideas cuasi-astrológicas; en particular, que la posición de planetas a la hora del nacimiento se relaciona con atributos humanos. Los análisis estadísticos presentaron que nacían más atletas de clase mundial cuando Marte estaba ascendente o en tránsito.

Los resultados señalaron que el 22% de campeones europeos tenía a Marte en dicho plano, y como la pareja dividió el cielo [carta astral] en doce sectores, la probabilidad era 2/12 (17%) de que el planeta dominara cualquier par de gajos al instante del alumbramiento. Con una suma de 2.088 ases deportivos, había potenciales de 1.000.000 a 1 de que estos resultados se produjeran por “suerte”.

La controversia empezó con un artículo de Lawrence Jerome en The Humanist, que figuraba junto con “Objections”, donde atacó el Efecto Marte. Los Gauquelin respondieron demostrando ser estadísticos más hábiles e insinuaron posibles cursos legales, al tiempo que Kurtz se lanzaba a la reyerta impresa.

Poco antes de la formación del CSICOP, Kurtz envió artículos relacionados a varios de sus compañeros, incluidos el estadístico Marvin Zelen y los astrónomos George Abell y Dennis Rawlins. Éste último compuso un texto advirtiendo que si la muestra europea no era fiable, no se podían sacar conclusiones basadas en ella. Apuntó que, visto desde la Tierra, Marte se sitúa cerca del Sol con mayor frecuencia, y como los índices de natalidad son más altos al amanecer, cabría esperar que todos los partos (no sólo de expertos deportivos) fueran ligeramente superiores con el astro en ascenso (Sector 1) o tránsito (Sector 4).

Sin embargo, el texto de Rawlins no figuró en la edición enero-febrero de 1976; en su lugar, Kurtz publicó otros de Abell sobre astrología general, y uno por Zelen llamado “A Challenge”, sugiriendo aislar la variable de la capacidad deportiva comparando la posición marciana en el instante del nacimiento de campeones, con aquélla de todos los insignes no deportivos, es decir, el "grupo control" o nacidos casi a la misma hora y sitio que los galardonados lúdicros. Si el 22% de ese conjunto también advino cuando Marte estaba en ascenso o tránsito, se demostraría que el efecto análogo tendría causas completamente naturales. Esto es, sin duda, lo que esperaban Kurtz, Abell y Zelen; no obstante, si sólo el 17% de nacimientos-control se produjo en esas características, los números favorecerían al dúo Gauquelin. Zelen escribió: “Si las horas natales de famosos deportivos se encuentran en cualquiera de estas áreas en mayor proporción que los sujetos no deportivos, debemos asimilar las conclusiones por los Gauquelin (…). Ahora contamos con un método objetivo para corroborar o refutar inequívocamente”. (6). De igual manera, Abell lo describió como una “prueba muy definitoria” (7).

Los galos aceptaron y se embarcarían en recopilar una amplia muestra europea de no campeones, venidos al mundo aproximadamente en los mismos lugar y época que un grupo más diminuto de exitosos, sacado de su muestra inicial. Así, los datos se entregaron a miembros del Comité, y el escenario alistó un primer encuentro decisivo entre el CSICOP y "charlatanes astrológicos".

Las resultantes aparecerían en dos artículos de noviembre-diciembre de 1977. Un escrito por los Gauquelin afirmaba que el testeo por Zelen respaldó el Efecto Marte, mientras un segundo que redactaron Zelen, Kurtz y Abell cuestionó ese criterio. El terceto observaba que, al excluir atletas femeninas, hubo menos significancia estadística en resultados, y era mucho más pequeña al subdividir el conjunto restante por ubicación geográfica. Para compilar suficientes registros de no campeones nacidos en el mismo sector y dentro de igual semana respecto a los famosos, la pareja Gauquelin acotó su búsqueda a espacios metropolitanos. El Comité adujo que la mayor parte del efecto significativo provenía de una zona (París), y cualquier atisbo de influjo marciano era "simple casualidad": “Al observar muchos grupos de datos, en ocasiones se concluirá la existencia de una disimilitud real, cuando de hecho no hay ninguna” (8).

El debate no terminó allí, y dos años después Skeptical Inquirer difundió secuelas de un estudio por el CSICOP sobre una muestra estadounidense, que parecía anular el Efecto Marte. Los Gauquelin cuestionaron enérgicamente el método para abordar las paternas, sosteniendo que excluía a los "más grandes" campeones; en respuesta, la pareja elaboró otro análisis que informaba guarismos positivos, que el Comité volvió a rechazar.


El "Fate" interviene

El 15 de diciembre de 1979 y por voto unánime fue expulsado Dennis Rawlins, miembro instituyente y desacreditador de línea dura, y Abell ocupó su puesto en el Consejo Ejecutivo del CSICOP. Para octubre de 1980 también fue proscrito de la nómina de miembros. La importancia del hecho no se conocería hasta octubre de 1981, cuando apareció un relato extraordinario en Fate.

El artículo "Starbaby" era una queja por Rawlins sobre la "investigación" del CSICOP que abordó el Efecto Marte. Siendo el único perito en movimientos planetarios del proyecto, arguyó que la prueba del CSICOP en atletas europeos y no campeones había sido chapucera desde el principio. Según él, Kurtz, Zelen y Abell ignoraron repetidamente sus alertas, y tras llegar los parámetros que apoyaban dicha injerencia, el “triunvirato” les distorsionó al objeto de imponer sus corolarios. Rawlins achacó la demora entre el “Challenge” de Zelen y la publicación de los productos a una gran ansiedad por Kurtz para evitar reconocer el éxito en la indagatoria Gauquelin.

Rawlins advirtió a otros notables del CSICOP como Gardner, Frazier, Randi y Klass, pero se sorprendió al descubrir que estaban más interesados en mantener silencio que reconocer la verdad. Cuando Dennis se negó a abandonar el asunto, fue expulsado del comité y escribió en el párrafo inicial de "Starbaby": "Continúo siendo incrédulo respecto a las creencias ocultistas que desacredita el CSICOP, pero cambié de opinión sobre la integridad de algunos quienes se dedican profesionalmente a oponerse al esoterismo". (9)

El autor señaló que el propósito original del "desafío Zelen" era estudiar la ubicación de Marte en el cielo al momento de nacer un grupo de campeones no deportivos, aproximadamente en igual fecha y área que una submuestra de triunfadores lúdicros de Gauquelin. El psicólogo francés había descubierto que casi un 22 % de campeones nació cuando Marte dominaba los sectores 1 y 4, y el azar indicó que sólo el 17% de partos debería ocurrir en esos momentos; así, el objetivo era comprobar si el 22% de no campeones también tuvo al planeta rojo en dichos cuadrantes. De ser así, la posición semejaría no tener nada que ver con la capacidad de convertirse en as deportivo, contradiciendo el efecto.

Rawlins avisó a Kurtz que, hasta donde él sabía, Gauquelin realizó su desglose estadístico correctamente, por lo que todo el análisis dependía de la validez en su método de muestreo. Asimismo, el astrónomo dijo varias veces a Kurtz, Zelen y Abell que estaban arriesgando el prestigio del CSICOP, pero no hicieron caso, y hubo resultados que secundaban las afirmaciones de Gauquelin. Finalmente, algo tuvo que publicarse para "salir del paso" (...).

"En el informe, la tríada K-Z-A [Kurtz/Zelen/Abell] quiso ocultar el claro éxito que alcanzó Gauquelin. La prueba de control implicó analizar 16.756 no triunfadores, nacidos en tiempo y espacio próximos a 303 campeones (submuestra de los 2.088 originales), y pensaba que también obtendría 22% en los sectores clave (1 y 4), estableciendo como 'natural' la tasa de acierto del 22%. En cambio, los no triunfadores lograron exactamente el nivel de probabilidad (17%) que predijo Gauquelin (...) y ante tal bofetada, K-Z-A recurrió a un expiativo (...). Al convertir repentinamente su prueba de no campeones en una para ases, ¡atacaron la submuestra de 303!" (10).

Kurtz, Zelen y Abell emplearon diversas técnicas para mermar la significancia de resultados de aquellos 303 sujetos, como excluir atletas femeninas y subdividir el conjunto por ubicación geográfica, argumentando que la diferencia entre campeones y no ilustres sólo era llamativa en París (se sabe que cuanto menor es la muestra, tiene menor capacidad para demostrar algo estadísticamente), pero Rawlins vio que todo ello carecía de sentido. El motivo del desafío era acreditar si los no campeones obtenían puntuación probable del 17 % como anticipó Gauquelin, y se empleó la submuestra para seleccionar la muestra de no exitosos. La alícuota de éstos resultó en 17%, y Rawlins estaba inconforme pues K-Z-A no admitió que las cifras iniciales validaron a Gauquelin, distorsionando los hallazgos. "¿Es ésta la 'investigación científica' que el CSICOP reivindica como su segundo nombre?" (a).

(a) El debate sigue hoy, llevado a cabo principalmente por el psicólogo Suitbert Ertel y el escritor técnico independiente Geoffrey Dean.

Un estudio por Patrick Curry apoyó a Rawlins, determinando que el CSICOP gestionó mal el proceso (b). A un corolario similar llegaría el psicólogo Richard Kammann, uno de los varios miembros que dimitió tras las acusasiones en Fate (11, c). El Comité reconoció los traspiés, aunque sin abordar la denuncia de que se había producido un "encubrimiento similar a Watergate". Una consecuencia inmediata fue el anuncio de que la junta ya no realizaría más "pesquisas científicas", y esta sigue siendo la postura oficial (12, d).

(b) Curry añade ("Research on the Mars Effect"): "Su trabajo puede servir mejor a guisa de modelo y advertencia sobre cómo no llevar a cabo tales investigaciones. Rawlins y Gauquelin son, de hecho, las únicas dos figuras importantes que emergen con credibilidad científica intacta".

(c) Kammann describe su dificultad para creer en Rawlins cuando leyó la historia por primera vez: “El problema con 'Starbaby', en un primer abordaje, es que el caso es demasiado sólido y el encubrimiento muy profundo para ser creíble. Al igual que los demás componentes del CSICOP, no podía aceptar que Dennis fuera la única persona proba y correcta entre nueve particulares (...) de la estatura y reputación de Martin Gardner, Ray Hyman, Randi y Kendrick Frazier (...). Tras siete meses de labor, he llegado a inferir lo opuesto. El CSICOP no tiene una buena defensa del engaño y se estancó progresiva e irreversiblemente en una campaña 'anti-Rawlins', supresión de evidencia y obstruir a otros críticos” ("The True Disbelievers").

(d) En parte, la declaración dice: "El CSICOP no participa directamente en la evaluación de psíquicos, fenómenos paranormales ni temas relacionados (...). En otras palabras y según le permitan sus recursos circunscritos, intentará ser un catalizador para investigaciones competentes sobre lo paranormal, pero no puede realizar el estudio en sí, ni responsabilizarse de la calidad o los resultados del mismo".

Así, la mayor parte del antagonismo que enfrentan parapsicólogos y otros defensores de hechos inusuales proviene de un conjunto que se niega a realizar exámenes científicos, y denosta la obra ajena desde el "púlpito". La política de no investigación redujo su vulnerabilidad a las críticas, pues como dijo George Hansen: "Si el CSICOP hubiera continuado su análisis, los especialistas volverían a señalar errores en procedimientos y ambigüedades interpretativas, amenazando su imagen de autoridad" (13).

En un chequeo de la gresca sobre el Efecto Marte, los sociólogos científicos T.J. Pinch y H.M. Collins concluyen: "Hay lecciones que aprender en cuanto al propio Comité y los institutos similares de 'vigilancia científica'. La principal plataforma del equipo para cuestionar la parapsicología y astrología ha sido el modelo estándar o canónico de la ciencia, y dicha estrategia sólo puede ser utilizada con total seguridad por grupos que no se dedican a la ciencia controvertida. La nueva postura del Comité es que seguirá librando batallas desde la trinchera ortodoxa -preservando su ideología-, al tiempo que mantiene sensatamente sus 'manos limpias' y soslaya riesgos de efectuar ciencia experimental por sí mismo" (14).

En cuanto a Rawlins, la experiencia no cambió su escepticismo, pero sí se convenció de que los "magnos" presbíteros del CSICOP que intentaron silenciarlo estaban preocupados sólo por asuntos publicitarios. Poco antes de aparecer su artículo en Fate, Dennis y James Randi comenzarían diálogos telefónicos donde el mago sugirió que el CSICOP rehuyera el caso Gauquelin y "no lavara trapos sucios en público" (...): "Le hice las grandes preguntas que todos en CSICOP se formularán durante años: '¿Por qué involucrarse en una conspiración tan estúpida como innoble? ¿Por qué hacer algo que los marcaría a él y al Comité para el resto de su existencia?' La respuesta siempre fue igual: 'No podemos dejar que ganen los místicos'. Un precio de por vida, sólo para evitar pequeños cantos de sirena" (15).

Con los años, el escándalo Starbaby desapareció de la memoria colectiva, salvo en quienes lo seguían al detalle, y a través de su revista Skeptical Inquirer el CSICOP se dirigió a un público cada vez mayor. Afirmaba poseer un tiraje mundial superior a 50.000 ejemplares (formato electrónico de pago) a fines de 2002 (e), y merced a campañas comerciales agresivas, aunque pareció incrementarse en tiempos recientes. Desde la salida de los integrantes más eutrapélicos, hubo poca disidencia o crítica al Comité en las páginas de ese medio. El ingeniero George Hansen observa:

"A menudo, la revista exhibe sólo un lado de la polémica. Aunque a veces difunde cartas de protesta, casi nunca vemos textos completos por críticos del CSICOP, lo cual contrasta notablemente con revistas de parapsicología arbitradas, e incluso algunas pro-paranormales. Por ejemplo (...) Fate viene dando a conocer escritos de especialistas del CSICOP como Susan Blackmore, L. Sprague de Camp, Kendrick Frazier, Martin Gardner, Philip Klass, Larry Kusche, Lawrence Jerome, David Marks, Joe Nickell, James Oberg, Dennis Rawlins, Robert Sheaffer, Gordon Stein y Marcello Truzzi. En armonía con el enfoque unilateral del Comité, el Skeptical presta poca atención a revistas científicas u ortodoxas bien conocidas que ofrecen evidencia de psi" (16).

(e) El número de septiembre-octubre 2002 informa 16.635 ventas por conducto de proveedores, y 34.747 suscripciones online.

Los autores cuyo trabajo promociona Skeptical Inquirer también ignoran en gran medida las revistas científicas que se dedican exclusivamente a indagatorias psi, entre ellas Journal of Parapsychology y Journal of the American Society for Psychical Research. Rara vez se menciona la existencia de ambas, o suele ser muy fugaz, aun cuando la primera tiene más de sesenta años y la segunda noventa y pico. Incluso el Comité alega que Skeptical "es la única publicación importante del mundo que pondera afirmaciones paranormales y ocultistas desde una perspectiva científica [!!!]" (17).

Bajo el mandato de Kendrick Frazier, el Skeptical se convirtió en órgano de propaganda del CSICOP (...). Aunque Frazier dice que "el Comité fundó una revista trimestral (...) para comunicar datos exactos sobre resultados de investigaciones al público y la comunidad científica" (18), el verdadero fin no es un rastreo imparcial y objetivo de sucesos anómalos. Henry Bauer apunta que "sólo sirve para hablar a los ya convencidos; sus artículos se entienden mejor a guisa de rituales de 'automotivación' y 'confianza en uno mismo' que intentos de presentar casos convincentes (...) y mucho menos aclara cuestiones de fondo" (19). Pero el análisis por Bauer implica que el móvil es también propagandístico, en el sentido de persuadir a los legos de que "el estudio de casos no tiene nada que aportar a la ciencia" (f).

(f) En un número de 1989 del Journal of Scientific Exploration, Bauer relató intercambios epistolares con Frazier donde éste último defendió que "el objetivo de la revista no es considerar cuál podría ser la mejor evidencia para afirmaciones anómalas, sino argumentar contra ellas” (palabras de Henry).

Incluso algunos escépticos honestos expresan su consternación por el tono del Skeptical. La psicóloga Elizabeth Mayer declara: "Abrigué esperanzas en lo que ofrecería la revista, y deseaba ver un equilibrio mínimo y útil frente a semanarios con proclividades hacia creencias paranormales. Me entusiasmó especialmente la política (...) de requisar investigaciones sobre capacidades mentales publicadas en otros medios. Pensé que el CSICOP me ayudaría a plantear objeciones confiables (...) a posturas más crédulas. Pero no fue así; el Skeptical da la impresión de ser un panfleto religioso fundamentalista. Me pareció desalentadoramente sarcástico, salpicado (...) de vanagloria y maldad, todo bajo un disfraz de 'respeto' por la verdadera ciencia" (20, g).

(g) Comparemos esto con lo que dijo sobre estudios psi: "Comencé a descubrir montañas de trabajos y una amplia literatura relevante (...) me asombró además su alto nivel, pues gran parte de los análisis cumplía y superaba con creces los estándares comunes de ciencia rigurosa" (Mayer, Extraordinary Knowing, p. 69).


Características de la membresía del CSICOP

(...) Nivel educativo. El estatus académico de muchos particulares proporciona legitimidad a la organización ante segmentos sociales influyentes. El CSICOP buscó prestigio reclutando activamente a Murray Gell-Mann (Premio Nobel de Física), Francis Crick (Fisiología), Carl Sagan, Stephan Jay Gould o B.F. Skinner, junto con otras personas de currículo similar (...). Gracias a ello, la audiencia cree que son "expertos en anomalías" y los científicos "hablan de modo unánime" sobre asuntos que "investiga" el Comité.

George Hansen escribe: "La relevancia de sus constitutivos crea múltiples ventajas, al permitir que el CSICOP sea incluido en debates académicos (...) y un ejemplo es el informe del Consejo Nacional de Investigación sobre Parapsicología [E.E.U.U.]. Es probable que los no-miembros consideren las opiniones del conjunto al arbitrar artículos, evaluar propuestas de becas y asesorar estudiantes, o influyan a la hora de decidir cómo y en qué medida se estudiará científicamente lo paranormal" (21).

Magos. El ratio de ilusionistas es mucho mayor que en la ciudadanía, y entre quienes son o fueron integrantes podemos nombrar a Henry Gordon, Milbourne Christopher, Robert Steiner y Persi Diaconis. Martin Gardner colaboró con revistas de magia, el "mentirasombroso" Randi era profesional desde los dieciocho años, y Ray Hyman -aunque principalmente psicólogo- figuró en la portada de Linking Ring, una de las publicaciones análogas más populares del mundo. Los tres participaron en el Consejo del Comité, e incluso el cofundador Marcello Truzzi (...) fue vicepresidente de la Asociación de Artistas Psíquicos.

El importante rol de estos hombres dentro del CSICOP puede llevar a creer que "la mayoría de magos profesionales es incrédula de la percepción extrasensorial" (PES); sin embargo, diversos escrutinios señalan lo contrario. Polly Birdsell encuestó pruebistas en California y el 82% expresó creencias parapsíquicas (22); Muller halló que el 72% de prestidigitadores alemanes describía el fenómeno como "posiblemente real" (23); Truzzi sondeó a personas de la Asociación de Artistas Psíquicos, donde un 87% declaró que esa facultad existe, y otro 25% estaba convencido de su probanza científica (24), y también insignes como Howard Thurston o Joseph Dunninger respaldan informes vinculados (25). Así, Hansen concluye: "Es un mito que los magos hayan sido 'escépticos' sobre la existencia de PES" (26).

Puntos de vista religiosos. (...). Hay una influencia certísima de diversos credos en las posturas del Comité, que invade asimismo los escritos de Paul Kurtz, James Alcock y Martin Gardner (...). Kurtz promociona activamente el ateísmo, tanto en su cargo anterior para The Humanist como su rol actual de presidente en Prometheus Books, que publicó los títulos The Atheist Debater's Handbook, Atheism: The Case Against God y The Transcendental Temptation: A Critique of Religion and the Paranormal (h).

(h) Kurtz es reconocido como impulsor de CSI/CSICOP, y aunque en su momento enseñó filosofía, tiene crédito por ser "misionero de negocios" y fundador de Prometheus Books, la principal editora antiparanormal en EE.UU. Sin embargo, algunos críticos no están muy impresionados por la calidad de su obra. Stokes (Promethean Fire) muestra varios ejemplos de dogmatismo y tergiversación flagrante en su reseña para The Transcendental Temptation. Hansen dijo en 1992: "Si bien Kurtz demuestra gran dinamismo y éxito en calidad de empresario y promotor del humanismo secular, su posición filosófica parece menos llamativa. La obra Exuberance: An Affirmative Philosophy of Life semeja un manual de pensamiento positivo para humanistas, y ciertos autores comparan su estilo con el de Shirley MacLaine" (CSICOP and the Skeptics, p. 37).

James Alcock intentó muchas veces aunar parapsicología y religión para desacreditar su nivel científico, llegando a tacharla de "ciencia espiritual" (27), y agrega: "En nombre de 'lo alto' vienen existiendo genocidios, asesinatos litúrgicos, derrocamientos, santuarios masivos, coerciones para asimilar formas de vida, censura de placeres carnales, actos flagelantes, dádiva de grandes posesiones y toda una serie de mártires (...). El examen del origen y funciones religiosos (...) entabla un principio útil a fin de comprender la parapsicología moderna" (28).

Pero no todos en CSICOP juzgan igual. Es difícil adivinar qué piensan Kurtz y Alcock sobre las opiniones de Gardner, quien reconoció el influjo de sus creencias con tal de oponerse a hechos paranormales: "Es posible que fuerzas desconocidas (...) permitan a las oraciones actuar en nuestro mundo material, y ciertamente no digo que eso deba descartarse (...). En cuanto a las 'pruebas tangibles' del poder divino para responder súplicas, me encuentro entre aquellos teístas que consideran tales evidencias absurdas y blasfemas, en el espíritu de la observación por Jesús de que sólamente los infieles buscan señales (...) no tentemos a Dios" (29), (30) (...).

Para Kurtz y otros integrantes, hasta cierto punto la creencia metafísica se basa en iguales conceptos que las religiones, siendo ambas "delirantes" y "perniciosas". Sin duda, algunas necesidades psicológicas que promueven ideas símiles (deseo de controlar la naturaleza, vivir después de la muerte, etc.) son responsables del interés por temas parapsicológicos. La ciencia moderna destruye interpretaciones ridículas y literales de varios credos, por lo que se suele echar mano de lo parapsíquico en busca de evidencia concreta sobre "reinos espirituales". De hecho, el ardor por cuestionar la "deprimente visión mecanicista" del siglo XIX, combinada con una intensa curiosidad acerca de la supervivencia de ultratumba, conformó una parte explícita y abiertamente reconocida del motivo en quienes fundaron la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (1882).

La nueva ciencia del siglo XVII, con sus nociones mecanicistas, brindó herramientas a los intelectuales para desafiar la autoridad de la Iglesia y las Escrituras, sustituyéndoles con raciocinio y valores seculares. Durante la Ilustración, aún estaban presentes en la memoria colectiva los horrores inquisitoriales del catolicismo y otros conflictos análogos (...). Bajo aquel cariz había poco o ningún espacio para "intervenciones divinas", una "mente inmaterial" y por ende telepatía, clarividencia y otros fenómenos entonces catalogados de "superstición", "fanatismo" e "irracionalidad" (...) (i).

(i) Hay un tono apocalíptico en escritos del Comité; por ejemplo: "Quizá no debiéramos asumir que la ilustración científica continuará indefinidamente (...) como la cultura helénica, y puede verse abrumada por embates oscurantistas” (Kurtz, "Committee to Scientifically Investigate Claims of Paranormal and Other Phenomena”).

Sin embargo, y aunque el CSICOP se creó para defender a la sociedad del “irracionalismo anti-/pseudocientífico”, habría atisbos febles o ninguno de que el establishment se vea amenazado. La creencia en eventos psi se halla muy extendida entre el público general, y las encuestas añaden que más del 90% da "renombre considerable" a los academistas formales (31). Jerome Clark complementa: “Algunos observadores catalogan las afirmaciones del CSICOP sobre componentes 'anticientíficos' de interés paranormal no sólo como estrategia retórica, sino además a fuer de similitud (declarada en la literatura) de la visión humanista con el quehacer científico” (32) (...).

Muchos autores recuerdan que el verdadero escepticismo consiste en practicar la duda y no caer en simples negaciones; por ende, el CSI no es confiable en dicha tesis. Ray Hyman, principal figura moderada del Comité, describe el panorama: "Una tropa de críticos se ha lanzado a polémicas sin reflexionar detenidamente sobre las implicancias de sus asertos. Por ratos exhiben más emoción que lógica, formulan denuncias radicales más allá de lo que sustentan con criterios razonables, no documentan sus predicados en forma minuciosa, y fallan al investigar para que los cuestionamientos sean creíbles" (33).

(...) El National Opinion Research Center (Universidad de Chicago) encuestó a 1473 adultos, de los cuales el 67% afirmó haber experimentado PES (34). Cuando estas personas se enfrentan a desacreditadores y despectivos con aires de "autoridad científica", es probable que la mayoría acuse a los especialistas de "dogmáticos". Irónicamente, uno de los principales efectos de la incesante campaña del CSI puede ser un mayor rechazo público a la ciencia (...).

El siglo XXI demuestra que los modelos científicos poseen maravillosos mecanismos de autocorrección, por cuanto no hay necesidad de "cancerberos" que vigilen las puertas. El "debate paranormal" no se resolverá en conferencias de prensa, sino mediante la calidad de datos reunidos bajo investigaciones serias; de hecho, su importancia viene suscitando cambios de actitud entre pseudoescépticos (...). Carl Sagan escribió así en un libro lleno de cuestionamientos contra la Nueva Era y los dones "psíquicos": "(...) existen tres casos en el ámbito de PES que, en mi opinión, merecen estudio serio: (a) hay humanos que con la mente pueden (apenas) afectar generadores de números aleatorios en computadoras; (b) otros bajo privación sensorial leve reciben pensamientos o imágenes 'proyectadas' sobre ellos; y (c) a veces los niños informan detalles de 'vidas anteriores', que al comprobarlos resultan ser cabales y no podrían haber conocido de otra manera que no fuese la reencarnación" (35) (...).

El parapsicólogo Dean Radin informa: "Sólo en la década 1990, los seminarios sobre indagatoria psi formaban parte (...) de conferencias anuales de las Asociaciones estadounidenses para el Avance de la Ciencia, Psicológica y Estadística. Se presentaron charlas (...) para diplomáticos de Naciones Unidas, expertos en la Universidad de Harvard y los laboratorios Bell (...). [Entre] 1981-1995, cinco grupos de revisión científica patrocinados por el gobierno de EE.UU. se encargaron de ponderar evidencia (...) y había preocupación de que si la psi era genuina, podría ser relevante por motivos de seguridad nacional (...). Todas las pesquisas concluyeron que la prueba empírica de ciertos fenómenos ameritaba estudios serios" (36) (...).

Con esto se valida el pensamiento de J.B. Haldane: "La realidad de la ciencia es que todo quien contribuye significativamente a ella está consciente, o sospecha en gran medida, de que el mundo no sólo es más extraño de lo que nadie imagina, sino más raro de lo que nadie puede concebir" (37).


Referencias

1. Price, “Science and the Supernatural”; Kurtz, A Skeptic’s Handbook of Parapsychology, p. xviii-xix; Flew, “Evidencing the Improbable and the Impossible”.

2. Gardner, Fads and Fallacies in the Name of Science, p. 2. 
3. Bok, Jerome, Kurtz et al., “Objections to Astrology”.
4. Citado en Clark, “Skeptics and the New Age”, p. 418.
5. Kurtz, “Committee to Scientifically Investigate Claims of Paranormal and Other Phenomena”, p. 28.

6. Zelen, “Astrology and Statistics”, p. 33.
7. Abell et al., “A Test of the Gauquelin Mars Effect”, p. 44.
8. Zelen, Kurtz y Abell, “Is There a Mars Effect?”, p. 38.
9. Rawlins, “Starbaby”, p. 67.
10. Rawlins, “Starbaby".
11. Kammann, “The True Disbelievers”.
12. Kurtz, “Policyon Sponsoring Research, Testing Individual Claims, and Conducting Investigations of Alleged Paranormal Powers and Phenomena”, p. 9.

13. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 40-41.
14. Pinch y Collins, “Private Science and Public Knowledge”, p. 539.
15. Rawlins, “Starbaby”.
16. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 24-25. Entre los artículos publicados en revistas científicas convencionales se incluyen: Radin, Nelson, y Dobyns, “Reexamining Psychokinesis”; Child, “Psychology and Anomalous Observations: The Question of ESP in Dreams”; Dunne y Jahn, “Experiments in Remote Human/Machine Interaction”; Radin y Nelson, “Evidence for Consciousness Related Anomalies in Random Physical Systems”; Rao y Palmer, “The Anomaly Called Psi”; Winkelman, “Magic: A Theoretical Reassessment”; Utts, “Replication and Meta-Analysis in Parapsychology”; Bem y Honorton, “Does Psi Exist?”; y Stapp, “Theoretical Model of Purported Theoretical Violations of the Predictions of Quantum Theory”.

17. De una misiva del CSICOP para recaudar fondos, 18 septiembre 1987, en: Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 41-42.

18. Frazier, Paranormal Borderlands of Science, "Introduction".
19. Bauer, “Arguments over Anomalies", p. 9.
20. Mayer, Extraordinary Knowing, p. 93.
21. Hansen, “CSICOP and the Skeptics", p. 26.
22. Tesis no publicada de Birdsell (1981), en: Truzzi, “Reflections on the Sociology and Social Psychology of Conjurors and Their Relations with Psychical Research", p. 224.

23. Ibídem, p. 224.
24. Ibídem.
25. Hansen, “Magicians Who Endorsed Psychic Phenomena”; Truzzi, “Reflections on the Sociology and Social Psychology of Conjurors and Their Relations with Psychical Research", p. 231-34.

26. Hansen, “Magicians and the Paranormal”, p. 163.
27. Alcock, “Parapsychology: Science or Magic?”.
28. Alcock, "Parapsychology", p. 7.
29. Gardner, The Whys of a Philosophical Scrivener, p. 239.
30. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, tabla 3.
31. Encuesta por Harris publicada hacia enero de 1978, en: Clark, “Skeptics and the New Age”, p. 425.

32. Ibídem.
33. Hyman, “Proper Criticism”.
34. Greeley, “Mysticism Goes Mainstream”.
35. Sagan, El Mundo y sus Demonios, p. 302 [versión inglesa].
36. Radin, The Conscious Universe, p. 3.
37. Citado en Reid, Biological Emergences, p. 431.

20 de noviembre de 2024

Reencarnación y crecimiento demográfico

David Pratt, enero 2001-julio 2005, noviembre 2019


Parte 1

"¿Puede el crecimiento poblacional excluir la reencarnación?" Esta es una inquietud que suele aparecer en debates, y es también el epígrafe de un texto por David Bishai en el Journal of Scientific Exploration (1).

Se estima que en 8000 a. de C. la población mundial era de unos cinco millones. Al 1 d. de C. era casi 300~; hoy llega a 7700~ y aumenta a un ritmo de 85~ por año (135~ de nacimientos versus 50~ de muertes); sin embargo, el clímax actual parece estar llegando a su fin. Bishai afirma: "Hace más de 20 años la tasa fértil comenzó a decaer en forma sostenida a nivel planetario, y no muestra señales de revertirse. Salvo que existan imprevistos económicos o epidemiológicos graves, el mundo debería alcanzar un máximo de 10.000 millones de personas en 2050".

Si la reencarnación es un hecho, y asumimos que el número total de almas humanas -encarnadas o no- que evolucionan en la Tierra continúa más o menos fijo, el ecúmene sólo puede aumentar si disminuye el periodo medio entre dos vidas. A la inversa, para que dicha cantidad baje, el tiempo entre dos existencias debe incrementarse.

Sería razonable pensar que cambia el transcurso medio en los diversos estados posteriores a la muerte, de acuerdo con los yugas y otros ciclos que enfrenta la humanidad, y habríamos de esperar "titubeos" demográficos no lesivos para la idea de reencarnación. Bishai también llega a este corolario, quien estudia el asunto matemáticamente.

Según la Teosofía, el canon general es que la fase post-mortem equivale a 100 veces la duración de la vida experimentada; en ocasiones se habla de 1500 años, pero tomando una vida promedio actual de 15. El periodo real varía enormemente, de acuerdo al desarrollo mental y espiritual de la persona. Respecto a casos muy esporádicos, la reencarnación puede tener lugar en pocos años, como los infantes que mueren en sucesos violentos. El crecimiento poblacional explosivo y reciente señala que la reencarnación se está generando más deprisa que antaño, lo que evidencia en parte los hábitos acelerados de vida y las proclividades ultramaterialistas de hoy.

En obras teosóficas leemos que, por lo común, las almas no encarnadas superan en número a las que viven en nuestro planeta (3). Ciertos autores creen que éstas eran una céntima parte de aquéllas, pero como la población fluctúa en el curso de la historia, mientras el volumen de mónadas permanece igual (5), este porcentaje se aplicaría sólo al monto promedio de personas en el mundo, sea cual sea. Otros sugieren que la cifra total de almas humanas en evolución terrena puede ser de 10 mil millones, o cinco veces los habitantes globales en ese momento.

Se estima que la presencia humana alcanzará un nivel cercano a 10 mil millones en 2050; así, el importe de almas encarnadas obviamente no puede ser menor y de facto lo superaría. Aplicando el factor de cinco ya descrito, podría haber 50 mil millones de ellas correlativas a nuestro "hogar azul".

Bishai adelanta un guarismo de 100 mil millones de almas; esto se basa en que vivió en la Tierra un colectivo similar desde aproximadamente el 50.000 a. de C., que según él es cuando aparecieron por primera vez los humanos del tipo contemporáneo. Por otro lado, la Teosofía rastrea los orígenes civilizatorios muchos millones de años atrás. No obstante, y si asumimos que cada alma humana tuvo al menos una encarnación desde esa fecha, entonces el máximo de "espíritus" no puede remontar los 100 mil millones.

Tertuliano, el enardecido padre de la Iglesia cristiana, fue uno de los primeros en contender que el alza demográfica opugnaba la reencarnación. Gottfried de Purucker cuenta que uno de sus aportes más notables a la teología fue cuando dijo: "Sostengo que murió el mismo Hijo de Dios; ahora bien, esto es algo que debe aceptarse, porque es un absurdo monstruoso, y además declaro que Él resucitó luego de la sepultura, y lo creo absolutamente cierto porque es del todo imposible". Semejante proclama no inspira mucha confianza en el apologista para el pensamiento analítico...

Quienes emplean el recurso poblacional para "invalidar" la reencarnación asumen que el "paréntesis" regular entre dos existencias sigue absolutamente invariable a lo largo de la historia, pero como señala Bishai, ¡sigue siendo un misterio comprender cómo estos pseudoescépticos lograron obtener "conocimiento trascendental" sobre un estado en el que ni siquiera creen!


Referencias

1. David Bishai, "Can Population Growth Rule Out Reincarnation? A Model of Circular Migration", Journal of Scientific Exploration, vol. 14, n° 3, 2000, p. 411-20.

3. William Judge, El Océano de la Teosofía (1893), Theosophical University Press (TUP), p. 86-8.

5. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta (1888), TUP, 1977, 1:171, 173, 182-3, 2:302-3.


Parte 2

Otras hipótesis para los altibajos de población incluyen: a) mónadas de otras cadenas planetarias -no necesariamente en nuestro Sistema Solar- que se unen al camino evolutivo en la Tierra, u otras que dejan este globo para continuar el progreso en otros sitios; y b) almas animales que reencarnan como humanos, o "espíritus" nuestros en formas animales.

Sobre el primer aspecto, Blavatsky escribe: "(...) la humanidad del primer manvantara es la del séptimo y todos los intermedios. Aquélla de la Primera Raza-Raíz es también de la Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta, etc.; y hasta la última, constituye una reencarnación cíclica y asidua de mónadas pertenecientes a los dhyani-chohans de nuestra cadena planetaria" (1).

"Nuestra humanidad, desde la primera a la última -o Séptima Raza- está hecha por una misma 'compañía de actores' que descendió de ámbitos superiores para realizar su 'gira artística' (...). Comenzando como espíritus puros en nuestro viaje degresivo alrededor del mundo (¡literamente!) con la sapiencia intrínseca de lo verdadero (...) la Ley Cíclica nos lleva hasta el 'vértice inferior de la materia', que se pierde aquí en la Tierra y cuyo fondo tocamos; luego, el mismo 'canon de gravedad' espiritual nos hará ascender con lentitud a esferas todavía más altas e impolutas de aquéllas de donde partimos" (2).

Dicho de otro modo, una vez que nos asociamos con una cadena planetaria particular, debemos recorrer todos sus ciclos de principio a fin, es decir, a través de las Siete Razas-Raíz en todos los globos, en cada una de las siete rondas y siete encarnaciones genéricas, avanzando a través de los reinos [mineral, vegetal, animal] y elevándonos desde chispas divinas inconscientes (elementales) hasta convertirnos en dioses supraconscientes. No parece factible que una mónada humana "vuelva su espalda" a la Tierra en medio de un ciclo, y se lance a procesos evolutivos en un planeta distinto, quizás en otro sistema.

La mayor parte de mónadas que hoy evoluciona en la Cadena Terrestre también pasó por la misma secuencia en su vida anterior (cuyos restos son la Cadena Lunar). El contenido espurio sobre "rondas externas" señala que tras completar el ciclo (de siete manvantaras planetarios) en la serie terrenal, procedemos al siguiente de los orbes sagrados [!!!] donde emprendemos un viaje similar, y así sucesivamente alrededor de todos ellos por siete veces. ¡Incluso hay quienes "aseguran" que por etapas aún más largas cambiamos "de un sistema solar a otro"!

Las enseñanzas puruckerianas y por G. Barborka -en gran medida falsas- establecen que, además de esas "rondas externas" que las mónadas transitan colectivamente a grandes intervalos, también hay "rondas externas menores", donde nuestra parte divina realizaría visitas breves a otras cadenas planetarias o sistemas solares tras la muerte, y durante el sueño o las iniciaciones, enunciando sin fundamentos que "hay mónadas peregrinas" de astros foráneos en la secuencia terrestre. Se dice que esta clase de almas vive al interior de cuerpos adecuados en esos globos, pero no está claro si ello comprende o no la encarnación en cuerpos humanos tangibles en nuestro planeta.

En términos reencarnatorios, la Teosofía no acepta el dogma budista y exotérico de que "alternamos entre cuerpos humanos y animales" a guisa "bastante normal". Una vez obtenida la autoconciencia, no solemos regresar entre los animales que funcionan predominantemente por instinto (3). Sólo en muy raras circunstancias y habiendo cometido actos perjudiciales por múltiples vidas físicas, un individuo corta el nexo con su Ser Divino y se convierte en "alma perdida" que vuelve a expiarse en ámbitos inferiores.

Asimismo, esta Sabiduría declara que el "portal" hacia el reino humano se clausuró a mediados de la Cuarta Ronda actual (4,5 millones de años AP), y no habrá más mónadas animales que se "gradúen" entre nosotros durante el resto del manvantara planetario (5). La excepción son aquéllas encarnadas en simios y monos superiores, que podrán participar de los niveles básicos en la especie Homo debido a su linaje semihumano.

Conforme avanza la evolución mediante el arco de ascenso o espiritualizador, y en lo que queda de las Siete Rondas, algunos dicen que un grupo de mónadas humanas saldrá del flujo progresivo y entrará en un cuasi-Nirvana al ser incapaz de aprender lo suficiente, y tendrá que esperar hasta la próxima reencarnación planetaria. Esto puede concernir a criaturas animales, pues la mayoría de "chispas divinas" que les componen dejará de encarnar antes que termine la Séptima Ronda.


Referencias

1. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:146 nota al pie.
2. Blavatsky Collcted Writings, Theosophical Publishing House (TPH), 1950-1951, 14:303.

3. Ibídem, 4:399.
5. La Doctrina Secreta, 1:173, 182-183.

13 de mayo de 2024

El debate sobre los experimentos Ganzfeld

Chris Carter, "Science and Psychic Phenomena" (2007), capítulo 7


[N.del T.: el efecto Ganzfeld (del alemán "campo homogeneizado") es un recurso en parapsicología que sirve para comprobar facultades telepáticas y extrasensoriales. Con este objetivo, es necesario suprimir los sentidos físicos de una persona para facilitarle el reconocimiento de información emitida desde otras fuentes, por lo común imágenes. De esta manera, cuando el individuo es expuesto a un campo de estímulo uniforme, el cerebro amplifica el ruido neuronal para encontrar símbolos audiovisuales faltantes, y según los parapsicólogos, es esto lo que permitiría detectar ondas telepáticas de otras personas, aunque también puede generar ciertos tipos de alucinaciones].

El psicólogo Ray Hyman, por mucho tiempo critico de la indagatoria psi y miembro fundador del CSICOP [Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales], no estuvo de acuerdo con las inferencias de Charles Honorton y llevó a cabo su propio metanálisis sobre los datos Ganzfeld. Este hecho generó un debate, cuyos inicios se publicaron en dos números completos del Journal of Parapsychology en 1985 y 1986.

Hyman afirmaba que era demasiado alto el cálculo del 55% de estudios significativos, y adscribiendo una serie de escollos con las 42 pruebas, en vista de que algunos investigadores utilizaron más de una medida para determinar un resultado exitoso (análisis múltiple); peor aún, existía la posibilidad de que ciertos pesquisantes hubieran “regateado”, aplicando diversos criterios a los datos hasta encontrar un parámetro que fuera “indicativo”. También planteó la hipótesis de un sesgo favorable para llegar a resultados satisfactorios.

Este es el llamado problema del “archivador”, es decir, cuando tienden a reportarse los experimentos con resultantes propicias, mientras que las fallas simplemente languidecen en cajones llenos de informes. Finalmente, Hyman presentó los resultados de un análisis estadístico que aspiraba a mostrar una relación entre el número de errores en cada estudio y el éxito reportado, sosteniendo que los ensayos más incompletos solían informar las puntuaciones más altas. Al ajustar todos esos factores, Hyman concluyó que la tasa de éxito real estaba cerca de lo predicho por el azar.

Honorton aceptó la primera de estas críticas, y concedió que el análisis múltiple era en realidad un contratiempo. En respuesta, limitó su análisis sólo a aquellas 28 pruebas que genuinamente reflejaban las tasas de acierto obtenidas para calcular el porcentaje de logros directos, definiendo un resultado exitoso sólo como aquel donde el sujeto clasificaba al objetivo en primer lugar. Utilizando esta medida uniforme, 23 de las 28 instancias obtuvieron productos superiores a la expectativa aleatoria, y el 43% del total de ensayos arrojó frutos significativos. El promedio general de aciertos fue del 35% (25% esperado por casualidad) y el intervalo de confianza del 95% osciló entre 28 y 43%. Además, los resquicios de que esto ocurriera sólo por casualidad eran de mil millones a uno (1).

Honorton evidenció que estas resultantes positivas no se debieron sólo a uno o dos laboratorios, pues los 28 experimentos provinieron de diez recintos diferentes: uno dirigido por el psicólogo británico Carl Sargent, que contribuyó con nueve; el de Honorton con cinco; otros dos que realizaron tres cada uno; dos instalaciones replicaron dos cada una, y las cuatro restantes contribuyeron con un estudio por separado. Así, la mitad de los controles vino sólo de dos laboratorios, siendo uno de ellos el de Honorton.

En consecuencia, Charles analizó los productos de cada laboratorio y encontró que eran significativos para seis de los diez establecimientos. Incluso si proscribiéramos los resultados de las dos instalaciones más prolíficas, las probabilidades contra el azar seguían siendo de 10.000 a uno (2). Por lo tanto, las respuestas positivas no podían explicarse mediante análisis múltiple, o como efecto de que sólo uno o dos lugares contribuyeran con la mayor parte de los estudios. Luego Honorton abordó las otras críticas de Hyman.


Informes selectivos

Durante mucho tiempo se ha venido creyendo que en todos los campos puede haber un sesgo a favor para reportar y publicar estudios con desenlaces positivos. Dada la naturaleza controvertida de su tema, los parapsicólogos estuvieron entre los primeros en abordar esta dificultad, y en 1975 la Asociación de Parapsicología adoptó una política contraria a la retención de datos no significativos, siendo éste un hecho único entre las disciplinas científicas. Además, en 1980 Susan Blackmore realizó una encuesta entre parapsicólogos para comprobar si había un sesgo a favor de notificar resultados exitosos de Ganzfeld, y concluyó que no había ninguno. Descubrió sólo diecinueve estudios homónimos completos, pero no declarados; siete de ellos (37%) tuvieron secuelas significativamente positivas, una proporción muy similar a aquélla de los testeos en el metanálisis que lograron frutos llamativos de modo independiente (43%) (3).

Aún así y como en teoría no es posible saber cuántos ensayos no reportados pueden permanecer en cajones de archivos, Honorton utilizó una técnica de metanálisis con objeto de calcular cuántos experimentos Ganzfeld desconocidos y no significativos se necesitarían para abreviar las resultantes informadas a niveles de probabilidad. Acerca de las 28 pruebas Ganzfeld sobre impacto directo, se requerirían 423 no reportadas y no significativas respecto a una proporción de ensayos sin informar, para una tasa aproximativa de 15 a 1 de estudios divulgados versus desconocidos. Puesto que una sesión Ganzfeld comporta más de una hora y considerando el bajo número de laboratorios equipados en el mundo para esta clase de experimentos, no es sorprendente que Hyman coincidiera con Honorton en que los informes selectivos no podían explicar la importancia de los resultados (4).


Defectos del estudio

Una de las críticas más frecuentes a la investigación psi es que la mayoría de controles tiene errores metodológicos. Se afirma que esas instancias mal diseñadas y ejecutadas explican muchos resultados positivos; por ende, si se descartaran dichos ensayos, las secuelas favorables desaparecerían.

Afortunadamente, el metanálisis proporciona una técnica para determinar en qué medida los traspiés metodológicos pueden dar cuenta de desenlaces satisfactorios. Cada estudio se categoriza según el grado de presencia de un defecto concreto, y luego estas calificaciones se correlacionan con los productos del control. De esta manera, las congruencias positivas más grandes entre la presencia de fallas y resultados exitosos respaldarían el reclamo de que aquéllos se deben simplemente a fallas del estudio. Uno de los engaños más graves en la investigación psi es la fuga sensorial, en que un sujeto es capaz de adquirir conocimiento del objetivo por medio de sentidos ordinarios, ya sea sin percatarse o recurriendo a trampas intencionales.


Fuga sensorial

A través de privación sensoria y habitáculos acústicamente sellados, el diseño Ganzfeld tiende a minimizar cualquier oportunidad de fuga sensorial del objetivo. Sin embargo, los críticos plantearon que si los experimentadores que tratan con sujetos conocen el objetivo, de alguna forma pueden sesgar la elección de éstos últimos. Un estudio contenía ese lapsus, pero en realidad los sujetos obtuvieron puntuaciones levemente por debajo de la probabilidad. Otra opción de fuga sensorial es si la imagen física usada por el remitente se incluye en el conjunto de imágenes entregadas al receptor para que las evalúe, y así tal vez éste pueda darse cuenta consciente o inconscientemente de que la figura meta haya sido manipulada. Esto se conoce como "hipótesis de los dedos grasientos", y aunque los controles Ganzfeld contemporáneos utilizan grupos duplicados de objetivos, no fue así en algunos de los primeros estudios.

Hyman y Honorton concluyeron que no existía un vínculo sistemático entre las fallas que posiblemente condujeran a una fuga sensorial y la resultante del ensayo. Charles también informó que, incluso si se descartaran los testeos que no emplearon conjuntos de objetivos duplicados, las respuestas seguían siendo muy significativas, con probabilidades de aproximadamente 100.000 a uno (5).


Aleatorización inadecuada

Luego Hyman concentró sus reparos en lo que, según él, constituían errores en los procedimientos aleatorios. Esta práctica es importante en los experimentos Ganzfeld, e implica dos aspectos: a) cada objetivo potencial debe tener las mismas posibilidades de ser seleccionado, y b) cada objetivo no debe aparecer en una posición predecible, cuando se muestra al sujeto el conjunto de cuatro imágenes-objetivo al final de la sesión.

Hyman aseguró descubrir una relación importante entre los defectos de la aleatorización y los desenlaces exitosos, mientras Honorton dijo que no existía tal vínculo. La fuente del disenso se remonta a definiciones contradictorias de equívocos, y quizá en esta parte del análisis se adscribiría a diferencias de sesgo. Después de todo, Hyman es un escéptico confirmado desde hace mucho tiempo, y Honorton había estado efectuando investigaciones psi durante décadas.

Sin embargo, ninguno de los diez participantes en el debate publicado en 1986 aprobó las conclusiones de Hyman, mientras que cuatro no parapsicólogos -dos estadísticos y dos psicólogos- convergieron explícitamente con el parámetro de Honorton (6). David Saunders, estadístico en psicología, fue uno de los primeros profesionales independientes en abordar el estudio de fallas por Hyman, y concluyó que "todo el análisis no tiene sentido" (7).

No obstante y si bien muchos han argumentado históricamente que los equívocos de proceso pueden explicar resultados positivos en controles psi, el análisis por Hyman fue pionero en cuantificar realmente el nexo entre errores y respuestas significativas. En cualquier caso, él continuó insistiendo en que había vínculos entre la aleatorización inadecuada y los frutos del estudio, pero admitía que "la base de datos actual no respalda ninguna conclusión firme" entre ambos aspectos (8).

Como se mencionó anteriormente, diez críticos y partidarios adicionales de la parapsicología añadieron comentarios sobre el debate. En su mayoría, los críticos no estaban convencidos, pero hubo una salvedad notable: el matemático inglés Christopher Scott -y conocido escéptico- describió el razonamiento de Honorton como "el argumento más convincente sobre la existencia de PES [Percepción Extra-Sensorial] que he encontrado hasta ahora" (9).


El "Comunicado Conjunto"

Quizás el evento más atípico en la siguiente ronda del debate fue un "comunicado" del que eran coautores Hyman y Honorton. En lugar de seguir con la discusión, crearon un apéndice que comenzaba enumerando sus diferencias y puntos de acercamiento: "Estamos de acuerdo en que existe un efecto general significativo en esta base de datos, que no puede explicarse razonablemente por informes selectivos o análisis múltiples. Seguimos discrepando sobre el nivel en que el resultado constituye evidencia de psi, pero pensamos que el veredicto final aguarda la iniciativa de experimentos futuros realizados por una gama más amplia de investigadores, y con arreglo a estándares más estrictos" (10).

Luego describieron esos parámetros imprescindibles con que deberían ejecutarse futuros testeos Ganzfeld. Estos incluían férreas precauciones de seguridad contra fugas sensoriales y posibles fraudes, pruebas requeridas de los métodos de aleatorización, y la insistencia en documentar detalladamente los procedimientos experimentales, las técnicas aleatorias y el estado del control, ya sea que se destinara a confirmar hallazgos previos o investigar condiciones nuevas. Uno de los colegas parapsicólogos de Honorton señaló que “[Charles] estaba especialmente interesado en lograr que Hyman aceptara públicamente dichos criterios, pues los pseudoescépticos son conocidos por cambiar las reglas del juego tras cumplirse todas las objeciones anteriores, y cuando los nuevos experimentos continúan proporcionando resultados positivos" (11).

En este punto cabe subrayar lo extraordinario de la discusión, ya que marcó una gran diferencia en los intercambios retóricos habituales entre los parapsicólogos y sus críticos. Poco antes de las primeras rondas, Hyman escribió: “El nivel del debate en los últimos 130 años ha sido una vergüenza para todos quienes creen que los académicos y científicos se adhieren a estándares de racionalidad y juego limpio” (12).

Tras publicarse el anuncio conjunto, el psicólogo Robert Rosenthal señaló: “Los parapsicólogos y científicos en general mantienen una enorme deuda de gratitud con Ray Hyman y Charles Honorton por su cuidadoso y extenso trabajo analítico y meta-analítico sobre el problema Ganzfeld. Su intercambio generó una relación de claroscuros especialmente llamativa, y muchas de las cuestiones importantes ahora se han puesto de relieve con audacia" (13).

También es destacable el final de la segunda ronda mediante dicho comunicado, pues marcó la primera vez que un parapsicólogo y un crítico colaboraron en una declaración de esta índole. Ahora se preparaba el escenario para ver si futuros ensayos Ganzfeld -practicados de acuerdo con estándares más rigurosos- continuarían proporcionando efectos indicativos. Pero antes que se diera a conocer el producto de los nuevos experimentos, ocurrió un incidente muy extraño.


El informe del Consejo Nacional de Investigaciones [EE.UU.]

“Quizás nuestros corolarios más sólidos se encuentren en el área de la parapsicología”, manifestó el orador leyendo su discurso preparado. Los asistentes permanecían en silencio cuando aquél hizo una pausa para lograr un ligero efecto dramático, y prosiguió: "El comité no encuentra ninguna justificación científica en las investigaciones realizadas durante 130 años para la existencia de fenómenos parapsicológicos" (14).

Los extractos corresponden a la perorata de John Swets en diciembre de 1987, ante los periodistas que repletaban el lugar. Swets era presidente de un comité creado por el Consejo Nacional de Investigación (NRC), cuyo cometido era evaluar diversas técnicas de mejoramiento de desempeño humano, y en las que estaba interesado el ejército norteamericano. Así, se organizó la conferencia para informar las secuelas de ese proyecto de dos años y que costó casi medio millón de dólares.

Tres años antes, el Instituto de Investigación del Ejército [Army Research Institute o ARI] pidió a dicho Consejo -una extensión de la Academia Nacional de Ciencias- que abordara fenómenos como el aprendizaje durante el sueño, visualizaciones guiadas, meditación, telepatía y clarividencia. Con vistas a garantizar equidad, el ARI generalmente nombraba a un observador imparcial a cargo de monitorear los contratos de investigación, pero en este caso designaron al doctor George Lawrence, un psicólogo militar civil con historial opuesto a la investigación psi. Por ejemplo, junto con Ray Hyman tuvo un rol decisivo al suprimir un proyecto de parapsicología en Stanford, financiado por el Pentágono en 1972 (15), y cuando el Consejo empezó a formar subcomités para explorar las diferentes áreas, señalaron a Hyman para comandar el grupo de parapsicología. En el momento en que Hyman ocupaba ese cargo, era además miembro activo del consejo ejecutivo del CSICOP.

Los únicos estudios psi evaluados en el reporte fueron aquéllos de Ganzfeld, y la apreciación del NRC se fundamentaba en el metanálisis por Hyman. Recordemos que dos años antes coincidía con Honorton en que “hay un efecto global significativo en esta base de datos que no puede explicarse razonablemente por informes selectivos o análisis múltiples”, y que “varios investigadores produjeron resultados significativos” (16); pues bien, ninguno de esos puntos se menciona en dicha reseña. Durante la conferencia de prensa, Hyman anunciaba que "la mala calidad en la investigación psi fue una sorpresa para todos nosotros, y creíamos que el trabajo terminaría siendo mejor" (17).

El comité del NRC solicitó informes de especialistas externos, pero en parapsicología no se consultó a ningún profesional del área; en cambio, encargaron un reporte al psicólogo James Alcock, quien como Hyman, también es miembro del CSICOP y ampliamente conocido por sus libros y artículos que atacan los trabajos en parapsicología.

También se pidió un dictamen al psicólogo Robert Rosenthal (Universidad de Harvard), mundialmente célebre en evaluar afirmaciones de estudios controvertidos en ciencias sociales, y junto con Monica Harris, preparó un documento sobre la calidad de los exámenes en cinco áreas abordadas por el comité. Refutando las opiniones de Hyman ante la prensa, escribieron que de esos cinco ámbitos “sólo los estudios Ganzfeld en PES cumplen con los requisitos básicos de un diseño experimental sólido" (18), y concluyeron: "La situación para el dominio de Ganzfeld parece razonablemente clara. Creemos que sería inverosímil considerar los datos nulos [esto es, inferir que los resultados se deben al azar] dada la p [probabilidad] combinada de estos 28 estudios (...). Cuando la tasa de precisión esperada bajo el valor nulo es 1/4, estimamos que el promedio obtenido es aproximadamente 1/3" (19).

En otras palabras, la pareja declaró que los resultados Ganzfeld no eran azarosos, y el índice de exactitud rondaba el 33%, cuando se esperaría un 25 si la "suerte" fuera el único motivo. Increíblemente, John Swets llamó a Rosenthal y le exigió que retirara el apartado que era favorable a la parapsicología, mas el autor se negó. En el relatorio final de la NRC, dicho artículo se cita sólo en las diversas secciones que tratan temas no relacionados con parapsicología, y tampoco se menciona nada en la parte que trata sobre ese tópico.

El psicólogo John Palmer, Charles Honorton y Jessica Utts, profesora de estadística en la Universidad de California (Davis), concibieron un rebatimiento amplio y detallado contra el informe del comité. Este escrito llevó al senador estadounidense Claiborne Pell a solicitar que la Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso emprendiera una indagatoria con un grupo más sensato. Su iniciativa dio lugar a un taller celebrado el 30 de septiembre de 1988, que reunió a parapsicólogos, críticos y expertos en campos vinculantes. El reporte de la instancia concluyó que la parapsicología necesita "una audiencia más justa en un espectro más amplio de la comunidad científica, para que los factores emocionales no impidan el análisis objetivo de resultados experimentales" (20).

Mucho más revelador fue un artículo escrito al año siguiente -como desafío al NRC- por el coronel retirado John Alexander, quien formó parte de la investigación castrense sobre varios temas perquiridos en el comité:

"Me desempeñaba como informador a los miembros de la junta mientras investigaron el Informe EHP [Enhancing Human Performance]. También fui encargado de Tecnología Humana Avanzada para el Comando de Seguridad e Inteligencia del Ejército (1982-1984), y durante la preparación de ese documento dirigí la Oficina de Conceptos de Sistemas Avanzados, en el Comando de Laboratorio del Ejército estadounidense. Creo tener buenas aptitudes para revisar las conclusiones del comité. Muchas organizaciones del Ejército ya venían experimentando con diversas técnicas para mejorar el desempeño humano, y con frecuencia habían visto resultantes muy llamativas (...). Varias personas en la alta dirección del Ejército consideraron que contratar un organismo tan prestigioso como la NRC (...) proporcionaría un informe creíble en que se podría basar la administración de fondos públicos para los cometidos de investigación militar, en el campo de la mejora del desempeño humano.

La tarea de administrar el contrato recayó en la ARI. Fueron ellos quienes propusieron que el doctor George Lawrence, psicólogo civil del Ejército con experiencia en biorretroalimentación, fuera Representante Técnico de Oficiales de Contratación (COTR), es decir, un observador imparcial que no participa en el estudio y garantiza que sea técnicamente sólido.

Desafortunadamente (...) Lawrence estaba lejos de ser ecuánime, pues tenía prontuarios por su postura firme y pública contra muchos ámbitos de análisis. De hecho, en una asignación previa con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA), Lawrence tuvo un rol gravitante en el bloqueo de fondos para investigación psíquica (psi) en el Instituto de Stanford (SRI) (...). Para lograrlo, Lawrence había acudido al SRI con Ray Hyman, un conocido crítico de los fenómenos psi (...). Ambos terminaron efectivamente con la financiación de DARPA para el SRI, que era la única pesquisa patrocinada por el gobierno en ese momento.

Antes de organizarse la junta directiva del EHP, Lawrence me dijo en 1984 que trataba de incorporar a Hyman al mismo grupo, y lo consiguió. El problema respecto a la credibilidad del Informe es que Ray era la única persona asignada que demostró cierta familiaridad con la literatura de investigación parapsicológica, y desde el principio se conocía su postura incrédula. Hyman es miembro fundador del CSICOP, el autoproclamado 'grupo de vigilancia' que se opone a los estudios parapsicológicos (...)".

"Por lo anterior, cuestioné desde el inicio los inconvenientes de 'sesgo' y 'objetividad' aplicables a la génesis del comité. Parece claro que Lawrence, y luego Hyman y James Alcock (otro fundador del CSICOP y crítico de estos estudios) siguieron un camino intencional para desprestigiar el trabajo en parapsicología (...). A lo largo de la sección correspondiente del Informe EHP, la junta se refirió sólo a aquellos artículos publicados que respaldaban su posición, e ignoró el material favorable (...)".

"Entonces, ¿qué debemos colegir sobre el reporte EHP? (...). Primero, es muy relevante que un conjunto particular de desacreditadores no pudo encontrar ninguna 'prueba inconcusa' ni 'alternativa plausible' a la hipótesis psi (...). Segundo, deberíamos preocuparnos por que el tribunal científico más alto del país operó de manera tan parcial y dura, y no parece haber ningún canal para apelar o revisar su trabajo. ¿Y a qué le temen? ¿Es tan 'urgente' amparar la ortodoxia científica rehusando pruebas y suprimiendo opiniones contrarias?" (21).


Los estudios Autoganzfeld

Poco después de aparecer el relatorio por la Oficina del Congreso, se presentaron las secuelas de nuevos experimentos Ganzfeld que cumplían a cabalidad con los estándares rígidos descritos en el Comunicado Adjunto. Desde 1983, Honorton y sus colegas trabajaron en una nueva serie de testeos controlados por computadora o "Autoganzfeld", la cual continuó hasta 1989 cuando la ausencia de fondos obligó a cerrar el laboratorio de Honorton.

Los principales cambios fueron el uso de ordenadores para regular los ensayos, y la introducción de cámaras de video en circuito cerrado para presentar fragmentos de películas breves e imágenes estáticas como objetivos. Durante la sesión, ni el experimentador ni el receptor podían monitorear los eventos al interior de la sala del emisor, que también estaba aislada acústicamente y protegida contra influjos electromagnéticos.

Los objetivos dinámicos consistieron en ochenta fotografías y ochenta videos cortos, incluyendo pistas de sonido, todos grabados en cinta de video. Puesto que el metanálisis de los experimentos previos reveló un nexo positivo entre la tasa de aciertos y el uso de estos blancos, los diseñadores del Autoganzfeld deseaban probar si el empleo de aquéllos generaría mayores índices de éxito.

Los controles automatizados y recintos herméticos estaban concebidos para neutralizar fugas sensoriales por accidente o trampa intencional. Además, se incluyó a dos magos de escenografía que se especializaban en fingir aptitudes psi, con miras a comprobar si el Autoganzfeld tenía susceptibilidad a engaños o fraudes. Uno de ellos era Ford Kross, funcionario de la Asociación de Artistas Psíquicos, quien declaró por escrito: "En mi capacidad profesional como mentalista, revisé el sistema automatizado Ganzfeld en los Psychophysical Research Laboratories [PRL], y descubrí que proporciona una excelente seguridad contra el engaño de los sujetos" (22). El otro mago fue Daryl Bem, psicólogo de la Universidad de Cornell, quien convergió con las apreciaciones de su homólogo sobre los procedimientos de seguridad, y colaboró con Honorton en un artículo atañente a las experiencias Ganzfeld de 1994 (23). Bem ha ejercido como mentalista durante muchos años y también forma parte de la misma Asociación que Kross.


Resultados

En los seis años del Autoganzfeld participaron 100 hombres y 140 mujeres como receptores en 354 sesiones, con edades comprendidas entre 17 y 74 años, mientras que los estudios fueron conducidos por ocho encargados diferentes, incluyendo a Honorton.

Durante las once pruebas que totalizaron dicho número de sesiones, se obtuvieron 122 aciertos directos para una tasa de éxito global de 34%, cuando se esperaba un 25% por casualidad; así, estas secuelas son casi idénticas al promedio del 35% en el metanálisis de 1985. El nuevo intervalo de confianza del 95% osciló entre 30 y 39%, y las probabilidades de que esas resultantes no se producían por azar son de casi 45.000 a 1.

Asimismo, los testeos abarcaron todas las sesiones efectuadas a lo largo de seis años; en otras palabras, no existía un “archivador” de estudios no reportados. Se confirmó plenamente la hipótesis de que los objetivos dinámicos rendían mayores tasas de acierto, y en general, las sesiones que los empleaban arrojaron promedios satisfactorios del 40%, frente al 27% con objetivos estáticos (24).

Otras consecuencias incluyeron la corroboración de nexos entre el desempeño psi y varias características personales de los receptores, como extraversión, vivencias psi previamente informadas y la creatividad o dotes artísticos. Todos esos factores predijeron significativamente los éxitos, pero la relación con capacidades artísticas fue particularmente notoria. En una sesión con veinte estudiantes universitarios de la Escuela Julliard de Artes Escénicas, los sujetos lograron acertar en 50%, uno de los coeficientes más altos conocidos para una sóla muestra. Es más: seis de ocho músicos (75%) identificaron objetivos correctamente, con probabilidades de casi 250 a 1,25.


Y tenía que salir el melindroso fingido...

Años antes, Honorton y Hyman subrayaron la necesidad de incluir criterios estrictos y una mayor gama de expertos en estudios de parapsicología; así, las pruebas Autoganzfeld cumplieron con esas demandas. Sus frutos demostraron ser estadísticamente significativos y consistentes con aquéllos de la base de datos anterior; además, hubo enlaces entre variables conceptualmente relevantes y el desempeño psi, también replicando hallazgos precedentes. Hyman comentó: "Los experimentos de Honorton han producido resultados intrigantes (...). Si otros laboratorios independientes pueden generar secuelas parecidas con las mismas relaciones e igual atención a una metodología rigurosa, entonces es posible que la parapsicología finalmente haya capturado a su esquiva presa" (26).

Como implica el autor, los controles Autoganzfeld no estaban adheridos al parámetro de que las recreaciones fueran hechas por "un grupo más amplio de científicos", pero en 1995 las resultantes fueron repetidas por tres laboratorios adicionales. El primer segmento de la Tabla 7.1 muestra aquéllas de las primeras iteraciones Autoganzfeld en los Laboratorios de Investigación Psicofísica de Honorton (Princeton, Nueva Jersey), y los otros identifican las respuestas de laboratorios en tres países diferentes.

Tabla 7.1. Replicaciones Ganzfeld a partir de 1995.

En 1995, Dick Bierman (Universidad de Amsterdam) informaba que en cuatro experimentos las tasas de acierto llegaron al 34, 37,5, 40 y 36% para 124 sesiones, y el índice de satisfacción combinada fue de 37% (27). El mismo año, Robert Morris, Kathy Dalton, Deborah Delanoy y Caroline Watt divulgaron el corolario de 97 pruebas en la Universidad de Edimburgo (28), y finalmente Broughton y Alexander describían las consecuencias de 100 controles en el Instituto de Parapsicología de Carolina del Norte (29).

Los 28 estudios del metanálisis primigenio acarrearon una tasa de éxito combinada del 35%; más tarde, Robert Rosenthal la estimó en cerca del 33%, cuando se esperaba un 25 por obra del "azar". Como se puede ver en la Tabla 7.1, el promedio general de aciertos combinados en todos los experimentos alcanza un 34%, y Jessica Utts declaró: "Se trata de un efecto robusto, que si no ocurriera en un ámbito tan inusual, la ciencia ya no lo cuestionaría como fenómeno real. Es poco factible que los problemas metodológicos puedan explicar la notable consistencia de los resultados" (30).


Un nuevo "reto"

En 1999 apareció un "desafío" a las pretensiones de Honorton para replicar el Autoganzfeld. Los psicólogos Julie Milton y Richard Wiseman publicaron un breve artículo donde exhibían resultados de treinta estudios Ganzfeld desde 1987, el comienzo escogido para que “los diseñadores de las pruebas tuvieran acceso a Hyman y las directrices de Honorton (1986)" (31). Dichos controles se obtuvieron de catorce artículos escritos por diez personas de siete laboratorios, que comprenden en total 1198 sesiones; no se utilizó ningún criterio para seleccionar los ensayos, y sus autores siguieron una política de "incluir en nuestra base de datos todos los estudios psi que utilizaron la técnica Ganzfeld" (32).

El promedio de éxito combinado de esos 30 experimentos llega al 27,5%, un guarismo menor a los intervalos de confianza del 95% de los dos primeros y con más relevancia. Milton y Wiseman concluyeron: "Los nuevos estudios Ganzfeld muestran un tamaño del efecto cercano a cero, y una acumulación general estadísticamente no significativa (...). Este desdoro en la replicación podría indicar que los resultados Autoganzfeld eran falsos (...). Alternativamente, las diferencias de secuelas entre los Autoganzfeld y la nueva base de datos podrían deberse a que ésta última no se llevó a cabo en condiciones psi-conducentes. Cualquiera que sea el motivo, las resultantes Autoganzfeld no han sido replicadas por un 'espectro más amplio de investigadores', y no se puede considerar que el paradigma homónimo constituya evidencia sólida del funcionamiento psíquico" (33).

Sin embargo, más tarde se develó que Milton y Wiseman viciaron su análisis estadístico al no considerar el tamaño de la muestra. Dean Radin sumó el número total de aciertos y ensayos en esos treinta experimentos (el recurso estándar para realizar metanálisis), y encontró un producto estadísticamente significativo con probabilidades de 20 a 1.

Los treinta ensayos elegidos por la dupla variaron en tamaño desde cuatro hasta cien, pero se sirvió de un modo estadístico que ignoró el factor N (muestra). Supongamos que tenemos tres estudios, dos con N= 8 y dos aciertos (25%) y un tercero de N= 60 con 21 éxitos (35%). Si descartamos la cifra de muestras, el índice no ponderado de aciertos es sólo del 28%, pero el promedio reunido de todas las secuelas satisfactorias es poco menos del 33%, y en términos simples, este fue el equívoco del dueto "incrédulo", pues si hubiera sumado aciertos y errores, realizando luego una prueba-t simple y unidireccional, encontraría productos significativos al nivel del 5%. Como Utts observó más tarde, si Milton y Wiseman hubieran hecho el testeo binomial exacto, las resultantes habrían sido llamativas a un nivel inferior al 4%, con probabilidades contra el azar de 26 a 1.

Otro fallo del "reto" consistió en no incluir un estudio prolongado y de gran éxito por Kathy Dalton debido a una fecha límite arbitraria, a pesar de que se publicó casi dos años antes que el artículo de dicha pareja (34); tuvo amplia discusión entre los parapsicólogos, fue parte de una tesis doctoral en la universidad de Julie Milton, y se presentó en una conferencia presidida por Wiseman dos años antes de que ambos difundieran su "protesta".

En el Comunicado Conjunto, Hyman y Honorton pidieron a los futuros investigadores Ganzfeld, como parte de sus “protocolos más rigurosos”, que documentaran claramente el estado del experimento, es decir, si se pretendía confirmar hallazgos anteriores o pesquisar condiciones nuevas (35). La tercera falla por Milton y Wiseman fue que agrupaba todos los controles, independiente de si el estatus de cada uno era asertivo o exploratorio. En otras palabras, no hicieron ningún intento de definir el nivel en que los testeos individuales cumplían con el precepto Ganzfeld estándar.

El artículo de Milton-Wiseman abrió un vigoroso debate en línea, que culminó con un texto publicado en el Journal of Parapsychology, escrito conjuntamente por un psicólogo y dos parapsicólogos. Tras un breve resumen de la discusión hasta ese momento, Bem, Palmer y Broughton señalaron: "Una de las observaciones realizadas durante el debate fue que varios estudios que contribuyeron con puntuaciones z-negativas al análisis [es decir, las secuelas fueron menores de lo esperado por casualidad] habían utilizado procedimientos que se desviaban notablemente del protocolo Ganzfeld estándar, y semejante evolución no es mala ni fortuita. Muchos investigadores psi creen que la confiabilidad del método básico está suficientemente bien establecida, para justificar su uso como herramienta para una mayor exploración psi. De esa manera, y en lugar de seguir efectuando réplicas precisas, han ido modificando el proceso y extendiéndolo a territorio desconocido. No es sorprendente que tales desvíos del repriz exacto tengan un mayor riesgo de fallas; por ejemplo, en vez de emplear estímulos visuales, Willin ajustó el procedimiento Ganzfeld para ver si los emisores podían comunicar objetivos musicales a los receptores, y no fue así. Cuando esos estudios se incluyen en un metanálisis indiferenciado, el tamaño del efecto general se reduce, y malévolamente, el procedimiento Ganzfeld se convierte en víctima de su propio éxito" (36).

Bem, Palmer y Broughton se propusieron verificar su hipótesis de que las mermas en puntuaciones promedio se debían a que los controles eran explorativos y no confirmatorios. Se pidió a tres evaluadores independientes no familiarizados con estudios Ganzfeld recientes -y por ende desconocían el producto de los mismos- que calificaran el nivel en que cada uno de los testeos nuevos se apartaba del protocolo estándar. Luego se reexaminó la base de datos para probar el supuesto de que las tasas de aciertos estaban correlacionadas positivamente con el grado en que los procedimientos experimentales se adhirieron a los formalismos. Los evaluadores asignaron una clase a cada uno de los 40 estudios, y se promediaron sus categorías. La clasificación osciló de 1 a 7, donde éste último indica el mayor grado de cumplimiento del protocolo, como se describe en dos artículos por Honorton a principios de la década '90.


Resultados

Según la hipótesis, las tasas de éxito se correlacionaban significativamente con el rango en que las técnicas experimentales se ajustaron a los principios establecidos. Si definimos como “estándar” a aquellos estudios que se ubicaron por sobre el punto medio de la escala (4), entonces las recreaciones modélicas obtuvieron aciertos generales del 31,2%, mientras que los no paradigmáticos produjeron sólo 24%. Las secuelas son aún más espectaculares si consideramos sólo los controles de replicación clasificados en el puesto 6 y superiores: esas 21 pruebas (más de la mitad de la muestra) lograron un promedio de satisfacción general del 33%, casi igual a las instancias previas.

No tiene mucho sentido realizar más iteraciones, y varios de quienes tengan un compromiso previo con el pseudoescepticismo tal vez jamás cambien sus asertos públicos, sin importar cuántos estudios se implementen. Sólo se podrán lograr avances reales si los investigadores están dispuestos a explorar nuevas fronteras.

Las tablas adjuntas evidencian que las resultantes fueron repetidas por múltiples investigadores en diferentes laboratorios y culturas, con tasas de acierto similares. En 1996 Hyman escribió: “Los argumentos a favor del funcionamiento psíquico parecen mejores que nunca (...) no tengo una explicación preparada para estos efectos observados” (37), y así los escépticos de camelo perdieron la contienda.

Tabla 7.2. Reiteraciones desde 1996.

Tabla 7.3. Sinopsis (1974-1999).


Notas sobre el tamaño del efecto y la muestra

Vimos que los investigadores aislaron ciertas variables, como la capacidad artística y el uso de objetivos dinámicos, que parecen mejorar el rendimiento psi más allá de lo que se esperaría normalmente; pero hasta hoy el promedio global de aciertos se mantiene muy constante -alrededor de 33% frente al 25% por azar-, lo cual corresponde en términos generales a un éxito cada tres sesiones, mientras que la "suerte" predeciría uno de cada cuatro.

Puede que esto no sea muy impresionante, pero es aleccionador comparar los resultados con aquéllos de un importante ensayo médico, que buscaba definir si la aspirina reducía las chances de ataques al miocardio. El estudio se interrumpió luego de seis años, porque ya estaba claro que tomar dicho fármaco cumplía ese objeto, y se consideró injusto mantener el tratamiento alejado del grupo control que consumía placebos. Los frutos de esas pruebas se celebraron como un "gran avance científico", pero al final se descubrió que ingerir aspirina reduce la probabilidad de infartos en sólo 0,8%, un guarismo casi diez veces menor que el efecto observado en los experimentos Ganzfeld (38).

La prolongada controversia Ganzfeld se explica en parte porque la magnitud de las secuelas no es "lo suficientemente grande" para ser advertida, y sin ayuda de estadísticas. Cuando los tamaños del efecto son reducidos, se necesitan muestras grandes para proporcionar el poder estadístico con tal de percibir la resultante. El testeo de la aspirina se realizó con más de 22.000 participantes, pero si hubiera comportado 2200, las consecuencias no habrían tenido significación estadística.

Si el verdadero índice de aciertos en las pruebas Ganzfeld fue sólo 33% frente al 25% esperado, entonces un experimento con treinta sesiones (promedio de los 28 estudios del metanálisis de 1985) tiene aproximadamente una probabilidad entre seis de encontrar un efecto llamativo, al nivel del 5%; y con cincuenta, las posibilidades llegan a una de cada tres. De esta manera, hay que expandir el porte de la muestra a cien sesiones para alcanzar un punto de equilibrio, donde las chances quedan en 50/50 de hallar respuestas apreciables (39).

Algunos "escépticos" semejan tener problemas para asimilar la importancia del tamaño de la muestra, o tal vez deciden ignorarlo. Jessica Utts complementa: “Cuando se trata de un efecto pequeño o mediano, se necesitan cientos o miles de intentos para establecer una 'significancia estadística' (...). A pesar de las continuas protestas por Hyman sobre la falta de repetibilidad en parapsicología, nunca he visto una iniciativa escéptica de concretar experimentos con suficientes ensayos para acercarse siquiera a asegurar el éxito" (40).


Referencias

1. Honorton, “Rhetoric over Substance", p. 206; Bem y Honorton, “Does Psi Exist?”
2. Radin, The Conscious Universe, p. 79.
3. Blackmore, “The Extent of Selective Reporting of ESP Ganzfeld Studies”.
4. Hyman y Honorton, “A Joint Communiqué", p. 352.
5. Honorton, “Meta-analysis of Psi Ganzfeld Research: A Response to Hyman”; Radin, The Conscious Universe, p. 81–82.

6. Harris y Rosenthal, “Postscript to ‘Human Performance Research’”; Saunders, “On Hyman’s Factor Analyses”; Utts, “Rejoinder”.

7. Saunders, “On Hyman’s Factor Analyses”, p. 87.
8. Hyman y Honorton, “A Joint Communiqué”, p. 353.
9. Scott, “Comment on the Hyman-Honorton Debate”, p. 349.
10. Hyman y Honorton, “A Joint Communiqué”, p. 351.
11. Radin, The Conscious Universe, p. 85.
12. Hyman, “A Critical Overview of Parapsychology”.
13. Rosenthal, “Meta-analytic Procedures and the Nature of Replication", p. 333.
14. Descrito en Broughton, Parapsychology, p. 322. Ver también “Academy Helps Army Be All That It Can Be” (noticias y comentarios); Druckman y Swets, Enhancing Human Performance.

15. Alexander, “Enhancing Human Performance”, p. 12.
16. Hyman y Honorton, “A Joint Communiqué”, p. 352.
17. “Academy Helps Army Be All That It Can Be”.
18. Harris y Rosenthal, “Human Performance Research”, p. 53.
19. Ibídem, p. 51.
20. “Report of a Workshop on Experimental Parapsychology”.
21. Alexander, “Enhancing Human Performance”.
22. Bem y Honorton, “Does Psi Exist?”
23. Ibídem.
24. Utts, “Replication and Meta-analysis in Parapsychology".
25. Bem y Honorton, “Does Psi Exist?” Ver también Schmeidler, Parapsychology and Psychology; Dalton, “Exploring the Links”; Krippner, “Creativity and Psychic Phenomena”; Palmer, “Extrasensory Perception”; Honorton, Ferrari y Bem, “Extraversion and ESP Performance”.

26. Hyman, “Comment”, p. 392.
27. Bierman, “The Amsterdam Ganzfeld Series III & IV”.
28. Morris, Dalton, Delanoy y Watt, “Comparison of the Sender/No Sender Condition in the Ganzfeld".

29. Broughton y Alexander, “Autoganzfeld II”.
30. Utts, “An Assessment of the Evidence for Psychic Functioning”, p. 21.
31. Milton y Wiseman, “Does Psi Exist?”, p. 388.
32. Ibídem, p. 388.
33. Ibídem, p. 391.
34. Dalton, “Exploring the Links”.
35. Hyman y Honorton, “A Joint Communiqué”, p. 361.
36. Bem, Palmer y Broughton, “Updating the Ganzfeld Database”, p. 208.
37. Hyman, “Evaluation of Program on Anomalous Mental Phenomena”.
38. Steering Committee of the Physicians Health Research Group, “Preliminary Report”.

39. Utts, “The Ganzfeld Debate”.
40. Utts, “Response to Ray Hyman’s Report”, p. 3.