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23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (19 de 19)


Aforismos 30 y 31: “El Karma opera para producir cataclismos naturales por concatenación a través de los planos mental y astral del ser. Una catástrofe puede atribuirse a un origen físico inmediato, como incendios internos y perturbaciones atmosféricas, pero éstos tienen su causa en desequilibrios creados por el poder dinámico del pensamiento humano"./“Los Egos que no tengan conexión kármica con una parte del globo donde se avecina un cataclismo permanecen libres de su influencia por dos vías: (a) una repulsión que actúa sobre su naturaleza interna, y (b) al ser llamados y advertidos por Aquéllos que observan el progreso del mundo".

Casi todos los días conocemos informaciones sobre desastres naturales que ocurren en alguna parte del mundo (terremotos, inundaciones, sequías, plagas, erupciones volcánicas, ventiscas, tornados, huracanes, incendios, epidemias...) trayendo consigo destrucción, desplazamientos de personas y muerte. A pesar de los avances tecnológicos y la investigación científica, se sabe poco respecto a los verdaderos motivos tras estos fenómenos y los métodos de pronóstico y prevención aún siguen siendo objeto de debate. Los investigadores atribuyen dichos cataclismos a desajustes atmosféricos o geológicos, como las corrientes de convección que provocan ciclones y los movimientos entre "placas tectónicas" responsables de seísmos, etc. Por su parte, los meteorólogos pueden determinar con días de anticipación la proximidad de tormentas para minimizar el número de fallecidos y pérdidas materiales, ayudándose además con su experiencia previa, pero referente a otros cataclismos se desconoce una forma previsoria estándar en cuanto a tiempo, lugar y potencia para esos acontecimientos. El supuesto de la ciencia empírica moderna es que los fenómenos naturales son "efectos puramente mecánicos" generados por combinación de fuerzas físicas, geológicas, químicas, eléctricas y magnéticas; asimismo, dichas repercusiones se miden y cuantifican de modo riguroso, pero muchos especialistas no ven en ellas diseño ni propósito, y menos aún alguna causalidad moral.

El hecho de que los animales sean capaces de percibir instintivamente y con antelación la llegada de estas debacles señala que existen causas ocultas y subdurales a las "fuerzas ciegas" observadas por científicos [véase como muestra este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=G69PwSBd_UU]. En la literatura antigua, varios "mitos" y "leyendas" pueden verse a modo de prenuncios donde los sabios advertían sobre desbarajustes en el mundo natural y humano que afectaron a individuos y grandes grupos. Hay algunos casos donde se ilustra la obviedad de que nuestra vida y el entorno natural se hallan estrechamente conectados, reaccionando entre sí por normas ocultas y regidas por la Ley Kármica. Por ejemplo, en el libro de Génesis (cap. 41) tenemos al faraón que adopta medidas proactivas para almacenar suficiente granos comestibles y salvar a sus súbditos de la hambruna presagiada por José; y también el Bhagavata Purana habla que Sri Krishna rescataba gente de Dwaraka del hundimiento catastrófico en el mar que había conocido de antemano. Es la Mente-Ser Eterna residente en nosotros, el Pensador o corona de la evolución universal -y no el organismo físico- lo que está conectado con toda la naturaleza que se ve trastornada de manera significativa por influencia de los pensamientos. Cuando éstos últimos adquieren suficiente fuerza colectiva y son contrarios a la armonía natural, terminan por generar desbalances que caen sobre la humanidad como cataclismos.

Nuestra mente (Manas) y su vehículo cerebral funcionan como un dínamo que a lo largo de la vida produce incesantemente grandes cantidades de energía-pensamiento. La muerte del cuerpo material no destruye los resultados de la fuerza creada durante una encarnación terrenal, sino que permanece como depósitos mentales entretejidos con hebras magnéticas en la red de vida que anima al Sistema Solar, e induciendo diversas secuelas físicas, mentales y morales. Éste es el destino que forjamos con nuestras propias fabricaciones mentales y obras, entre cuyas cadenas sufrimos y disfrutamos en relación con otras almas afines.

Cuando ocurre un pensamiento, éste se vincula a una de las diversas clases invisibles y conscientes de elementales -que pertenecen a los cuatro componentes análogos- en los planos astral y mental, y se produce una imagen que lleva cierto grado de energía infundida. El poder del ente así creado es proporcional a la intensidad del pensamiento emitido, y puesto que dichos seres son moralmente neutrales, asumen la calidad y el carácter de la persona que los causó convirtiéndose en injerencias benévolas o maléficas. En el artículo "The Application of Theosophical Theories", Judge muestra que todas esas criaturas viven, mueren y renacen; "(...) algunas son buenas o malas, y otras tan terribles en su naturaleza que si pudiéramos verlas retrocederíamos espantados (...) Varios de esos pensamientos se forman en una cierta idea que muere para reencarnar a su debido tiempo; por lo tanto, así funciona esta enorme corriente. ¿Nos abrumará? Es posible, y a menudo lo hace. Entonces, hagamos puros nuestros pensamientos porque son la matriz y fuente de todo lo que somos y lo que podemos ser". Vemos así el rasgo descomunal que adquiere la fuerza acumulable de nuestros efluvios mentales, sobre todo considerando que en la etapa actual de evolución humana el principio de Kama -pasiones y deseos- alcanzó su completo desarrollo y perfeccionamiento, mientras que Manas Superior sólo ha avanzado parcialmente. En consecuencia, la principal base de acción para mucha gente es el egoísmo, ese prolífico surtidor de los males que afligen a la naturaleza y nuestra especie.

La Teosofía enseña que los avances del ser humano tienen lugar según ciclos mayores y menores, en un orden de progresión ascendente. Primero aparecen los Egos que forman civilizaciones y países para elevarse a su máximo nivel dentro de los límites que ofrece el periodo; luego esas obras comienzan a declinar y finalmente se extinguen, momento en que estas almas comienzan a abandonar la línea corporal del grupo étnico. Al reencarnar otra vez con miras a establecer otra civilización, ellas traen consigo la esencia del crecimiento ya logrado junto con todas las potencialidades kármicas de naturaleza, carácter y tendencias particulares. Durante su ciclo de vida las naciones no sólo sufren calamidades naturales originadas por la potencia de sus propios pensamientos, sino que el comienzo y final de etapas culturales también van acompañados por esos eventos debido a la íntima asociación entre la materia del planeta y los principios ocultos en el sujeto, pues nuestro papel es refinar aquélla y darle un mayor impulso. Judge explica el enlace entre dichos aspectos y cómo se producen cataclismos en la intersección de ciclos: “No sólo el ser humano se rige por estas normas, sino también cada átomo de materia, y constantemente la masa tangible sufre un cambio al mismo tiempo que el individuo; por lo tanto, debe mostrar alteraciones que corresponden a las experimentadas por el pensador. En el plano físico, los resultados se manifiestan a través de fluidos eléctricos y otros, que actúan con gases sobre los sólidos del planeta. Al cambio de un gran ciclo alcanzan lo que puede llamarse 'punto de explosión' y causan violentas convulsiones de las siguientes clases: a) terremotos, b) inundaciones, c) incendios y d) heladas" ("El Océano de la Teosofía", p. 131, edición india).

Por consiguiente, la tribulación que infligen los desastres naturales no es un "accidente" o "casualidad" como asevera la ciencia, ni una "obra de Dios" según las religiones teístas-antropomórficas, sino el proceder de la Justicia Exacta y Absoluta que siempre restablece el equilibrio perturbado por la mente humana. En ocasiones, ciudades o provincias enteras quedan destruidas por graves terremotos, incendios o anegamientos; también las epidemias son capaces de arrasar los pueblos de todo un continente, y otros millones mueren en medio de sequía y hambrunas prolongadas. Sólo aquellos Egos que contribuyeron a esos disturbios -en la vida presente u otras del pasado- se encuentran inevitablemente en el lugar y momento precisos y experimentarán los dolorosos efectos. Por su parte, las almas sin conexión kármica con el incidente no se verán afectadas, e incluso si están presentes escapan de la escena ya sea debido a una fuerza repulsiva que actúa sobre su naturaleza interior, o bien siendo llamados y prevenidos por alguien de la Fraternidad de Adeptos que vigila el desarrollo de nuestra especie. Se sabe de casos en que la advertencia profética puede acontecer durante los sueños; por ejemplo, son comunes las instancias donde a individuos y familias se les impide abordar un avión u otro vehículo que más tarde terminan en destrucción [documental disponible aquí].

¿Puede nombrarse "karma perjudicial" al sufrimiento y la muerte provenientes de cataclismos o cualquier otro medio? Lo sería siempre que los golpes recibidos como consecuencia de nuestras acciones erróneas no nos llevaran a aprender y lograr mayor sapiencia. Jamás hay que perder de vista que el gran viaje reencarnatorio del Ego-Alma y gobernado por esta Ley tiene un fin pedagógico para alcanzar idoneidad y emancipación espirituales. A menudo esas pruebas ocasionan un cambio completo en la vida personal o conducen a forjar actitudes más saludables, y así se elimina gran parte de la reserva kármica adversa y acumulada al padecer sus resultados durante la existencia terrenal.

Es de suma importancia una difusión extensa sobre el conocimiento de la Ley Kármica, tal como proponen los Aforismos de esta serie, pues su estudio detallado revela cómo el Ser Interior humano y su parte física son inseparables de todos los seres y la Gran Naturaleza, y cuán responsables somos de nuestros pensamientos y obras que inciden en ellos. San Pablo decía que la Creación gime por dolores de parto a causa de la iniquidad humana (véase Romanos, 8-22), y de este modo el cometido más urgente es vivir y actuar con ideales sublimes para transformar la fuerza de nuestro Ser en una injerencia espiritual y dinámica, que encauce a los reinos inferiores y al prójimo hacia una Vida Superior.

"En la energía donde se invierte egoísmo estamos generando una influencia maléfica, que durante un curso cíclico culminará en algún desastre. Por el contrario, la fuerza que producen los altos ideales concluirá en algún gran beneficio" (Robert Crosbie, "Answers to Questions of The Ocean of Theosophy", p. 184).

("The Theosophical Movement", diciembre 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (18 de 19)


Aforismo 29: “El Karma racial influye en toda persona mediante la Ley de Distribución, y el nacional opera sobre los miembros por igual precepto, aunque más concentrado. El Karma familiar gobierna sólo en un país donde las genealogías se han mantenido puras y distintas, pues en cualquier nación donde exista mezcla de ellas -como ocurre en cada período de Kaliyuga- en general esa categoría kármica se distribuye sobre un pueblo; pero incluso en dichas etapas, algunas familias permanecen coherentes durante largos períodos y luego sus integrantes perciben el dominio kármico que les corresponde. Asimismo, la palabra 'familia' puede incluir varios parentescos más pequeños".

Es evidente que incluso las personas que creen en el Karma saben poco sobre la Ley de Distribución citada en el presente aforismo. Generalmente consideramos que la norma kármica funciona según los hechos particulares y también a nivel de países, pero no existe consciencia de que las secuelas son repartidas en la nación a que pertenecemos, ni tampoco acerca de la responsabilidad ética en todo ciudadano. Por ello, los principios que rigen el Karma distributivo son la Unidad fundamental de la Vida y nuestra interdependencia en cuanto miembros de la gran familia humana.

El ser humano real es Manas o Eterno Pensador, y el pensamiento es base de todo acto. En su libro "El Océano de la Teosofía", William Judge sostiene que los efluvios del intelecto se almacenan en dicho constituyente y permanecen unidos por sutiles y penetrantes hebras magnéticas que enmarañan a todo el Sistema Solar. Debido a este vínculo de mente/pensamiento con la red de la vida -que también forma parte del universo solar-, el Karma individual se entrelaza con aquél del mundo, así como cada átomo está sometido a la ley genérica que comanda todo el cuerpo al que pertenece.

Por lo tanto, las condiciones de existencia para los individuos no se deben únicamente a causas creadas por ellos en vidas anteriores, sino también al funcionamiento de Karma distributivo. El conjunto de "deudas" unitarias se convierte en el "fardo" nacional, y la suma de este último crea Karma planetario, los tres en permanente vínculo e influencia. Esto se refleja en los defectos de la naturaleza humana que son omnipresentes y compartidos por toda persona y cada país. Significa que la felicidad o el bienestar particulares están indisolublemente unidos a la condición del grupo, y la acción individual repercute sobre el destino del planeta; entonces, a menos que cada quien trabaje para el bien de todos, nunca podrá encontrarse verdadero regocijo y tampoco habrá remedios para el sufrimiento y la miseria que acechan a todas las sociedades. Precisamente en "La Clave de la Teosofía" (p. 201, edición india) se aborda el profundo sentido de esta Ley Distributiva y las obligaciones atañentes a cada individuo: “Es una ley oculta que ningún hombre puede superar sus propios defectos, sin levantar todo el conglomerado del que forma parte, aunque sea un poco; de igual forma, nadie comete pecado ni padece sus efectos en aislamiento. En realidad, no existe tal cosa como 'separación' y el enfoque más cercano a esa condición egoísta -que permiten las leyes de vida- está en la intención o el motivo".

Para admiración del mundo, un filántropo puede realizar grandes obras de caridad, o un religioso vivir en medio de austeridades, pero el resultado en ambos esfuerzos se viciará si hay algún móvil egoísta. Este proceder causa un grave quebrantamiento del orden progresivo hacia la armonía universal y origina insatisfacción, perversidad e injusticia a nivel de individuos y sociedades; por ello un Maestro de Sabiduría dice: “No permitáis que el fruto del buen Karma sea vuestra inspiración, pues como vuestro Karma -bueno o malo- es uno sólo y propiedad común de toda la humanidad, nada favorable o adverso puede sucederos que no sea compartido por muchos otros. Por lo tanto, la motivación egoísta sólo puede generar ese efecto doble y anulará las buenas acciones o se convertirán en provecho de otra persona (...) No hay felicidad para quien piensa en su propio Ser y se olvida de Aquél que mora en los demás" ("Five Messages from H.P.B. to the American Theosophists", p. 19).

Muchos "líderes" de países buscan en vano reparar mediante acciones "políticas" el espectáculo abominable de aislacionismo próspero y lujoso en un sector de la sociedad, inmerso en el mar de miseria que afecta a millones de personas. El mismo remedio propuesto por aquéllos, sin tener en cuenta el origen ético de estos males, contiene las semillas que permiten propagar la enfermedad que se busca corregir. Por esta razón, los teósofos dan importancia suprema a la difusión de un conocimiento general sobre la Ley del Karma Distributivo, pues el pensamiento y los hechos instituidos en ese postulado contribuyen a una felicidad general e inclusiva y al progreso armónico de todo ser humano.

Uno de los principales factores que rigen al Ego cuando necesita encontrar una familia donde renacer es la semejanza de su índole, carácter y proclividades -o herencia kármica- con las de su próxima parentela. En la Antigüedad prevalecía el conocimiento espiritual y tanto individuos como familias entendían bien las leyes de Karma y Reencarnación, llevando una vida con propósito y deberes sublimes por el bien del mundo y su propia evolución. Dieron máxima trascendencia al mantenimiento de las virtudes éticas en el linaje familiar (Kula Dharma) a fin de proporcionar el entorno apto para que los Egos con valores similares -o aquéllos provenientes de ámbitos más elevados- reencarnaran en determinadas genealogías para beneficio de la humanidad. La historia antigua de India ofrece muchos ejemplos relativos a familias que durante siglos conservaron sus prosapias de fuertes inclinaciones, rasgos y poderes espirituales.

Con la inevitable pérdida de dicha sabiduría -y bajo la Ley Cíclica que gobierna el progreso del mundo- se instauró una “edad oscura” o Kali Yuga como la de estos tiempos, dando lugar a supersticiones e idearios materialistas. En este periodo el Kula Dharma se corrompe y desaparecen los linajes de familias puras, llevando a mezclas arbitrarias entre grupos. Se sabe de ejemplos sobre individuos malignos o psicópatas que nacen en parentescos bien constituidos, y hay también almas virtuosas o altruistas que se ven obstaculizadas por venir al mundo en contextos hostiles para producir y aplicar sus potencialidades. A esto se le llama "confusión de castas", y entiéndase bien que no nos referimos a divisiones sociales injustas y premeditadas como sucede en India y muchos otros países, sino al desajuste entre el carácter interno y las capacidades personales, frente a sus condiciones externas. En sánscrito esto se llama Varna Sankara, donde el primer vocablo denota las "cualidades" o el modo de ser del Hombre Interior. Judge describe este fenómeno como “los casos habituales de incompatibilidad del entorno para los sujetos, tan dolorosos que amargan su disposición, obstaculizan los anhelos y paralizan sus esfuerzos; la antítesis violenta entre carácter y circunstancia" ("An Epitome of Theosophy").

El Aforismo 28 sostiene que en tales periodos de oscuridad ciertas familias de rasgos únicos -aunque no necesariamente espirituales- continúan por varias épocas, y esto puede incluir varias ramas de la estirpe primordial. Por ejemplo, se afirma que en ocasiones el conocimiento en lenguas clásicas, el talento musical, la aptitud para los negocios u otras tendencias singulares persisten sucesivamente en algunas parentelas durante un tiempo definido. Asimismo, la ascendencia aristócrata de Madame Blavatsky se remonta por varias generaciones a los fundadores de la república rusa. Estas son algunas salvedades, pues ya vimos que la mezcla de familias es regla general durante los ciclos descendentes entre las razas, cuya evolución ordenada se entorpece por dicha contingencia, y en su final -cuando comienza una nueva fase superior- "la sagrada tribu de héroes" que vela por el progreso del mundo ayuda una vez más a restablecer la armonía en este proceso.

Los Egos que comparten ciertas tendencias, aptitudes o carácter por su Karma colectivo formarán razas y naciones únicas para ellos y claramente distinguibles de otras. El karma de cada sujeto está vinculado a aquél de su etnia y país, percibiendo así una gran influencia de la Ley Distributiva, y para bien o mal se establecen repercusiones mutuas. Por ejemplo, si bien los europeos exhiben atributos y capacidades diferentes a otras comunidades, cada nación del Viejo Mundo tiene sus rasgos típicos; de manera similar, los pueblos en diversos continentes muestran características propias debido al Karma étnico y nacional. Entonces, el conocimiento de esta doctrina es un factor potente para el desarrollo unitario y colectivo, como explica Judge: “Los influjos raciales son traicioneros y poderosos. Por ejemplo, mi raza tiene peculiaridades profundamente arraigadas y las recibió de un pasado extraordinario, por cuanto debo permanecer bajo su predominio en este organismo como parte necesaria de mi experiencia. En otra vida pude haber sido un hotentote prosaico o un inglés, y en la siguiente quizás me vea sujeto a otras características. Así, dichas prevalencias me guían a cada instante y todo pensamiento que tenga ahora se suma a ellas, ya sea para mi propio uso en el futuro o para otra persona que será afectada por parte de la fuerza que hoy ocasioné" ("Letters That Have Helped Me", p. 5).

El temple, los pensamientos y la voluntad de los sujetos están marcadamente influenciados por el Karma del grupo étnico y patrio a que pertenecen; ergo, no hay escapatoria del destino general. Por lo tanto, los Profesores Teosóficos advierten que quienes desean llevar una vida de utilidad y propósito superiores deben ejercer discriminación ética, estableciendo una línea de pensamiento-acción propia, indicada por dictados de conciencia divina y opuesta a los males humanos, prejuicios populares y formas cuestionables de la sociedad. Tales filósofos independientes y aspirantes a la Verdad son benefactores raciales, pues sus sacrificios y el poder de sus reflexiones y obras tendrán influencias significativas para elevar el nivel de consciencia comunitaria que tiende hacia objetivos egregios, incluso si se produce en una pequeña medida.

("The Theosophical Movement", noviembre 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (17 de 19)


Aforismo 28: “Nadie puede juzgar el Karma de otro, excepto un sabio o verdadero vidente. Por lo tanto, las apariencias pueden engañar mientras cada quien recibe sus merecimientos, y nacer en pobreza o sufriendo pruebas pesadas puede no ser un castigo por mal Karma, porque los Egos encarnan continuamente en ambientes desfavorables cuyas experiencias drásticas forjan su disciplina y resultan en fuerza, probidad y simpatía".

En "La Clave de la Teosofía", Madame Blavatsky afirmaba que si bien Karma es la Ley invisible y desconocida que ajusta sabia y equitativamente cada efecto al origen, su acción sí puede percibirse al rastrear todo evento hasta los inicios. También explica que siendo ésta la Ley Última del Universo -o fuente de todos los otros principios- y sinónima de Vida Absoluta, nadie puede conocerla en esencia y ni siquiera el Dhyani Chohan más elevado; sin embargo, es posible saber cómo funciona pues grandes Adeptos y Videntes investigaron y corroboraron con precisión su modo de obrar desde la Antigüedad más remota. Otros, aunque hayan aprendido lo contrario, sólo pueden considerar el karma pasado de alguien a partir de sus circunstancias presentes, con un entendimiento general de que la vida actual para todos nosotros es la resultante justa de hechos cometidos en la encarnación anterior u otras de mayor data. Por ejemplo, todo lo que un sujeto no clarividente puede inferir respecto a por qué hay quienes viven en circunstancias agradables, es que ello se trata de una recompensa por actos meritorios pretéritos, o bien una compensación proporcional a causa de sufrimientos o tratos injustos recibidos en alguna vida previa.

Una de las paradojas desconcertantes sobre el bien y el mal en la sociedad -y considerando la ausencia de una explicación satisfactoria que lleva a algunos a maldecir la vida y otros al ateísmo fanático- es por una parte el espectáculo de sujetos con carácter permisivo en rangos de poder e influencia, quienes provocan mucho mal a sus semejantes y aún así disfrutan de múltiples privilegios como si fueran "los preferidos de la fortuna", y por otro lado tenemos a individuos decentes y meritorios que se encuentran en situaciones desesperadas. John Dryden concluyó que "la virtud angustiada y el vicio en el triunfo hacen a los ateos de la humanidad”, al no haber encontrado fundamentos para el principio de justicia natural. Quizás él desconocía las leyes de Karma y Reencarnación, pero el estudioso de la Sabiduría Atemporal o Teosofía vislumbra en esos casos una justicia perfecta de repercusiones forzosas y según dos contextos posibles: a) Karma compensa al individuo por daños ajenos, ya sea a manos de personas, leyes o costumbres sociales destructivos e independiente de la ofensa cometida por aquél que atrajo el "castigo humano"; o b) la manifestación actual de desagravios para dicha persona, originados en sus hechos benéficos durante una o más de sus estadías mundanas precedentes.

El otro escenario de "virtud en peligro", inexplicable y molesto para los activistas filantrópicos, tiene su razón de ser en el funcionamiento de Karma y su corolario, la Reencarnación. Esto también puede atribuirse a las siguientes razones:

a) que un Ego en determinada vida generó efectos discordantes por obras ilícitas, los que sólo podrían expiarse sufriendo una retribución kármica dolorosa pero justa, si bien dicha persona puede ser virtuosa y buena (recordemos que la Justicia Absoluta no hace "distinciones especiales"); y

b) como menciona el Aforismo, el alma pudo elegir conscientemente encarnar en medio de pobreza o circunstancias severas y desafiantes, para vivir de primera mano la condición abyecta en sectores sociales marginados, y desarrollar así las virtudes de paciencia, templanza, fuerza de voluntad, simpatía o disciplina ética, todas ellas necesarias durante la evolución espiritual. Los Mahatmas señalaron que con frecuencia los Egos avanzados prefieren venir al mundo en familias humildes con el fin de ayudarlas a sobrellevar su pesado Karma tanto como sea posible al experimentarlo personalmente, y encauzándolas al propósito de buscar y vivir los principios espirituales superiores.

Por lo tanto, sólo podemos deducir a grandes rasgos qué causa ética explicaría en las personas su carácter o condición, las relaciones sociales, el comportamiento, etc., a través de una amplia comprensión filosófica sobre el modus operandi de la Ley. Únicamente un sabio o vidente perfectos son capaces de leer las "crónicas de vida" relativas a individuos y naciones, y señalar qué origen particular o combinación de factores -producidos por aquéllos en encarnaciones pasadas- resultaron en los contextos donde hoy se sitúan. La tradición asevera que Gautama Buda recordó sus encarnaciones previas en la cadena de causa y efecto que se remontaba a quinientas vidas; asimismo, en el capítulo dos del Bhagavad-Gita, Krishna dice haber evocado otras estancias en la Tierra mientras que Arjuna no tenía esa facultad, pues el primero era un Sabio perfecto (Avatar) y su discípulo un mortal defectible. El undécimo apartado del Gita muestra a Aquél revelando su aspecto de Ley Cíclica y Kármica (Kala) cuando dice: “Soy el Tiempo madurado que adviene para la destrucción de todas estas criaturas; excepto tú [Arjuna], no vivirá ninguno de estos guerreros aquí reunidos en angostas filas (...) Ya fueron asesinados por mí; tú sólo sé el agente inmediato". Arjuna fue testigo de un adelanto para esta profecía, en la cual vio el ineluctable aniquilamiento de esos combatientes contra los que peleaba, como resultado de sus propios actos maléficos en otros tiempos.

Una pregunta que a menudo se plantea es: "Si los sabios conocen el karma de personas y pueblos, ¿por qué no hablan abiertamente de eso ni revelan al detalle las conexiones mutuas de los implicados durante encarnaciones pasadas, cuyos efectos ahora están cosechando?" El argumento es que esa divulgación "ayudaría a comprender y solucionar mejor las dificultades humanas actuales", pero los Exaltados guardan un escrupuloso silencio al respecto y dicen que develar masivamente las faltas en existencias pretéritas sólo agravaría la situación [dicho de otra forma, ¿acaso todos los humanos detentan la madurez y humildad de arreglárselas responsablemente con semejantes pruebas si las tuvieran?]. Todo ello sería contravenir el gran objetivo de la vida, que es superar la ilusión separatista creada por nuestra personalidad efímera y mediante la conquista del verdadero Ser, en cuyo proceso no hay evasivas ni atajos facilones. Sólo cuando el individuo se libera de esa cadena, entonces puede conocer sus nacimientos pasados sin peligro; sobre esto "La Voz del Silencio" (p. 41) afirma: "Dile, oh aspirante, que la verdadera devoción puede traerle de vuelta ese conocimiento que fue suyo en nacimientos anteriores".

De modo análogo, se ponen en actividad ciertos poderes que ocasionan enormes desajustes cuando los profetas genuinos hablan de sucesos venideros, fijados en la Luz Astral por factores antropogénicos en otras épocas. Por lo tanto, los sabios son muy reticentes y anticipan el porvenir sólo cuando se justifica y en términos muy amplios o dando sugerencias. Por ejemplo, Madame Blavatsky vaticinó en el último cuarto decimonónico que "se saldarán no pocas cuentas entre naciones durante el siglo XX", lo que ciertamente apuntaba a grandes conflagraciones mundiales. Judge también aludió a las consecuencias desastrosas que generarían ciertos videntes si detallaran lo visto en ese plano: “No debe perturbarse el silencio del futuro; no sea que despertemos legiones desconocidas y engorrosas contra las que no será fácil lidiar" ("Letters That Have Helped Me", p. 39).

En el Aforismo 28 está implícita una fórmula ética de graves connotaciones. Un defecto muy frecuente y arraigado en la especie humana es criticar sin base y parcializadamente actos ajenos de omisión/comisión, lo cual se considera una norma "inocua" e incluso "legítima" en las relaciones cotidianas o digitales porque no se entienden las malas consecuencias que recaen no sólo en quienes alardean con este hábito, sino además sobre el colectivo social. Tanto injusticia como hipocresía van aparejadas en ese comportamiento malévolo, pues somos ignaros acerca del poder impelente e invisible de causa y tendencia kármicas a cuyo dominio todos estamos doblegados, haciendo a su vez que pensemos y obremos de una determinada manera en ciertos contextos. Entonces, si nos permitimos "destruir" a alguien por sus acciones cuando no es nuestro deber, incurrimos en un doble demérito: a) enfrentar retribución kármica por quebrantar la Ley de Justicia Absoluta, y b) compartir el mismo defecto de aquél que condenamos durante una o más existencias terrenales a futuro. Todo aquél que dirija una crítica poco caritativa hacia otros que no se ajustan a sus "normas" es un ignorante presumido que encara la Ley Universal con su "yo" efímero e insignificante, y por lo tanto merecerá el castigo correspondiente. La entrada a los niveles superiores está prohibida para quien adolece de compasión, y por ello los Grandes Maestros siempre advirtieron contra el vapuleo injustificado, resumido en adagios como "es más fácil ver la pitaña en el ojo ajeno que en el propio", o también: “No juzguéis, para que no seáis juzgados (...) con la misma vara que medís, os volverán a medir” (Mateo, VII:1).

William Judge añade: “Seríamos mojigatos para juzgar a los demás según nuestro propio estándar. ¿O acaso tenemos tanta sabiduría que jamás actuamos tontamente?" [1] ("Letters That Have Helped Me", p. 113). “Hay que abandonar la crítica porque no conviene, y en su lugar debe existir cooperación. El deber de otro es peligroso para quien no está llamado a asumirlo. Es necesario detener y advertir contra la insidiosa llegada de la crítica hostil; el ejemplo puede hacer mucho, como también la palabra en su tiempo correcto" (ibídem, p. 127).

("The Theosophical Movement", octubre 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (16 de 19)


Aforismos 25, 26 y 27: "El nacimiento en un determinado tipo corporal y la obtención de frutos por cualquier tipo de Karma se deben al curso predominante de una tendencia kármica"./"Dicha propensión incidirá en el renacimiento de un alma -o cualquier familia de Egos -al menos durante tres vidas, cuando no se adopten medidas para reprimir, eliminar o contrarrestar ese flujo"./"El proceder adoptado por un Ego para lograr el objetivo anterior -estableciendo diferentes causas- alterarán el dominio de esa proclividad kármica y acortarán su influencia, de acuerdo con la energía o debilidad del esfuerzo invertido en llevar a cabo las determinaciones".

Los axiomas citados indican por qué y cómo llegamos a vivir en nuestros ambientes actuales, y cuáles son los factores que configuran y determinan las circunstancias y relaciones cambiantes de vida, que en ocasiones parecen propicias o adversas; pero a la vez señalan que tenemos la libertad, el conocimiento discriminativo y la voluntad de modificar el curso del destino hacia metas superiores.

El Ego busca renacer cuando emerge del estado devachánico, y tras agotarse el poder de los pensamientos más sutiles de la existencia anterior. Lo que le impulsa a otra encarnación es la fuerza del vasto depósito de energía kármica sin agotar y acumulada por él en vidas previas; posteriormente entran en juego varios elementos que definen cuándo y dónde renacerá, o las condiciones y circunstancias de su nueva odisea mundana, la cual puede reservarle bienaventuranza y oportunidades análogas por sus obras correctas, sufrir mucho dolor y tristeza como castigo de antiguas fechorías o una combinación de ambos escenarios en diferente medida.

La predisposición por países, razas o linajes como sitios o ambientes para reencarnar puede deberse a múltiples orígenes kármicos; por ejemplo, las similitudes en naturaleza y carácter del Ego a rasgos o tendencias familiares y hereditarios, en cuyo establecimiento pasado tomó parte junto con almas afines. Además, es factible que la justicia invariable lleve al Ego hacia una progenie para afrontar efectos nocivos por sus viejos actos de omisión y comisión en compañía de otras personas, que se unen por analogía para retornar al mundo en igual parentela y país. La justicia implica responsabilidad individual por nuestros roles pasados al producir defectos consanguíneos o nacionales, y también la oportunidad de trabajar en esa "deuda" subsanando los daños, al tiempo que adquirimos y fortalecemos virtudes para refinar el carácter.

Sin embargo, no debe suponerse que "los efectos experimentados en cualquier vida provienen de acciones realizadas por el Ego en la encarnación inmediatamente anterior", sino que resultan del equilibrio de causas kármicas originadas por aquél con otras almas y durante muchas existencias remotas; sólo gastamos una pequeña parte del amplio "almacén kármico" no agotado que puede fructificar en el instrumento adquirido. Esos factores modelan el ámbito donde opera el Karma anterior sobre nuestras relaciones, al manifestarse en la misma vida de los Egos con quienes obramos a lo largo de épocas lejanas y unidos a ellos por lazos de simpatía o antipatía. El entorno es un campo o instrumento en que funciona la Ley para cada existencia terrenal, y por ello es imprudente criticar y quejarse todo el tiempo por circunstancias que parecen desfavorables, o respecto a personas maldispuestas hacia nosotros. Estos indicadores externos no aparecen sólamente a fin de provocar nuestro desconcierto, pues en realidad constituyen los vehículos o agentes para otorgar merecimientos justos a nuestras propias acciones pasadas.

Tampoco es propicio alejarse del lugar en que Karma nos ha puesto porque parece "desagradable". Al hacerlo, se perdería la oportunidad de neutralizar los orígenes para contextos problemáticos que ya creamos, en lugar de vivirlos hasta el último momento con tal de aprender las lecciones que tenga preparadas. Si cambiamos nuestra ubicación física, la causa de nuestras dificultades no se mitiga pues continuamos llevando simientes kármicas en la naturaleza mental.

Hemos visto que cuerpo, intelecto y mente son vías de operación independiente para tres categorías de Karma, y que difieren en calidad, potencia y duración. Por ejemplo, hay personas con cuerpo saludable como consecuencia de un "buen pasado", pero muestran temperamento irascible y poseen intelecto agudo, u otras múltiples combinaciones debido a varias clases kármicas que operan a través de dichos instrumentos. También encontramos casos en que los acontecimientos de vida se encaminan hacia su final con poca variabilidad y con tal fuerza, que nada parece impedir o cambiar su curso ya sea para bien o mal; recordemos las noticias acerca de cuántos sujetos se elevaron al poder y la gloria contra viento y marea, o científicos y artistas que alcanzan eminencia y fama, para terminar languideciendo en pobreza y oscuridad sin ser reconocidos sino hasta después de muertos. Existen otras instancias sobre quienes sin prestar atención a su buen juicio toman un rumbo descendente e inevitable hacia la ignominia, y la gente dice de ellos que estaban "destinados".

Además, hallamos ilustraciones sobre el poder de la Ley en etapas de ascenso y colapso económico de países, y el carácter de sus pueblos durante periodos pasados y contemporáneos. William Judge sostuvo que la oscuridad espiritual particulariza nuestra época presente, cuyo signo es el malestar ético, psicológico y material evidente en todas partes. Por lo tanto, hay un destino en la vida de naciones y comunidades, pero tengamos siempre en cuenta que esa fatalidad ha sido moldeada por sus propios miembros, ya sea de modo colectivo o unitario. Ningún pueblo puede escapar de un violento karma retributivo si emplea estrategias dañinas hacia otros países o sectores de su propia gente, en nombre del “interés nacional” o bajo cualquier otro pretexto. En este fenómeno continúa acumulándose el desequilibrio en la armonía por obra de caminos injustos y perversos, y cuando se alcanza un punto de saturación los efectos negativos almacenados caerán inexorablemente sobre todos quienes los hicieron posibles. Otro ejemplo del dominio en la tendencia kármica constituye el poder irresistible de las ideas, que bajo la Ley de los Ciclos y cual maremoto barren países enteros afectando sus aspiraciones, pensamiento y carácter; por ello, Víctor Hugo observaba muy acertadamente: "No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento". Asimismo, la historia contemporánea alude al potente influjo de la razón y cultura científicas creado en Occidente con el Renacimiento, que sigue dominando todo el mundo hasta el día de hoy.

El mero avance material como índice de progreso, y respaldado por muchos "científicos" obscenamente fisicalistas respecto a la vida y el alma, debe ser por necesidad una fuente de perturbación y sólo puede terminar en fracaso. La debacle que encarrila no puede evitarse cuando han madurado y comienzan a precipitar los resultados nocivos de causas en el plano mental y ético, a menos que se haya producido un cambio en la mente humana antes que culminen esos factores, mediante una difusión amplia de ideas universales e inspirando principios más nobles. El esfuerzo en ese rumbo por el trabajo desinteresado de orientar a la humanidad tendrá un efecto para mejor en la alteración del curso kármico, aunque sea en pequeña medida, pues el karma de todo individuo repercute en el destino de la especie por los hechos del fraternalismo y la Ley de Causalidad Universal.

Puesto que una reforma mundial se concreta sólo si las personas albergan el propósito de cambiar en sí mismas, el deber de los teósofos es esforzarse por llevar una vida superior al tiempo que colaboran para una mejor evolución humana. Todo individuo que viene a este mundo tiene un trabajo asignado en la vida, cuya misión fundamental es deshacerse de los vicios en su yo personal, y adquirir y fortalecer virtudes elevadas a objeto de convertirse en colaborador de la Naturaleza, mediante aplicación constante de la Hermandad Universal y el canon de Justicia Absoluta o Karma. Nuestra mejora puede incrementarse al comprender cabalmente la Ley de Retorno Cíclico de impresiones, y su aspecto empírico se resume en los Aforismos Yoga de Patanjali: "Para excluir o eliminar cosas cuestionables de la mente, es eficaz la invocación mental de sus opuestos". Por ejemplo, suponiendo que tengamos aversión hacia otra persona e independiente de sus obras y carácter, si esa actitud no es convertida en caridad y simpatía por tentativas conscientes, aumentará en intensidad vida tras vida en detrimento mutuo de los implicados. El empeño en la vida presente para mitigar hostilidades y cultivar sus contrarios -dependiendo de su fuerza- reduce la tendencia kármica a crear encono durante futuras encarnaciones. Al mismo tiempo, la benevolencia desplegada en el pasado regresa para contrarrestar dicha enemistad, hasta que ayudados con ese tesón vida tras vida, el magnetismo maligno e interpersonal será completamente sustituido por amor y buena voluntad. Sin embargo, si no se toman medidas dicha proclividad inarmónica prevalecerá sobre los Egos en cuestión por el transcurso de al menos tres vidas. La humanidad y la Naturaleza en su conjunto reciben impulsos hacia una vida superior desde quienes asumen el karma transmutacional de producir una energía espiritual más refinada, a partir de la fuerza tosca en el yo inferior.

Respecto a quienes padecen depresión y a fin de superarla, convendría una aplicación inteligente y gradual de la Ley Cíclica, evocando en la mente pensamientos y emociones contrarios a la negatividad, como los instantes felices pasados o el gozo por actos de bondad hacia alguien, etc.

("The Theosophical Movement", septiembre 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (15 de 19)


Aforismo 22: “Karma puede ser de tres clases: (a) el operativo en la vida presente por medio de instrumentos apropiados; (b) el que ahora se concibe o almacena para su despliegue a futuro; (c) el retenido de la (s) vida (s) pasada (s) y que aún no funciona al permanecer inhibido por un vehículo inapropiado que utilice el Ego, o por la fuerza del Karma que funciona actualmente".

La primera parte de este principio habla del destino establecido por nada ni nadie más que el individuo subordinado a él, en la vida inmediatamente anterior u otra serie de encarnaciones previas. La segunda afirmación indica que existe un grado de libre albedrío e innato en todos nosotros, para pensar y actuar en el hoy -incluso mientras se experimentan efectos de Karma pasado- con objeto de alterar el curso del destino hacia circunstancias más felices y un fin superior en el futuro. El tercer aspecto connota que en cada existencia terrena las almas son capaces de agotar a través del cuerpo sólo una pequeña porción de la gran reserva kármica pendiente, y que se acumuló en innumerables reencarnaciones; por lo tanto, todo el Karma del ayer no puede resolverse en una sóla vida. Las cosechas producidas por hechos pasados, y sumadas al balance kármico no desgastado, forman un enorme "almacén" conocido como Sanchita Karma, el cual conlleva una serie interminable de encarnaciones a menos que el Ego adquiera sabiduría espiritual y destruya la ignorancia, el principal origen de los renacimientos involuntarios. En este artículo abordaremos la causa de ese defecto y los medios para destruirlo.

Vimos anteriormente que el pensamiento es la base para todo acto, o dicho de otra forma, en sí mismo constituye acción. Cada pensamiento está unido a deseos o emociones, y cuando ese vínculo surge en el intelecto la obra ya está hecha y deja una marca imborrable en él. Además, las entidades/energías mentales que generamos constantemente influyen para bien o mal en el karma colectivo de la especie, y estamos destinados a experimentar sus repercusiones. Nuestros órganos corporales tienen muchísimas impresiones de deseos-pensamientos, y de esa manera inducimos y promovemos tendencias mentales o gustos/hábitos físicos. El cuerpo material, integrado por órganos- que representan entidades particulares y con inteligencia propia, conformada a su vez por vidas análogas más pequeñas-, es un factor irresponsable pues dado que esos componentes pertenecen al reino subhumano no tienen mente ni sentido moral, y tampoco pueden actuar por sí mismos con ninguna intención, excepto las asignadas para desempeñar varios roles por instinto. El pensamiento engendra hechos; la repetición de éstos -por el retorno cíclico de impresiones en nuestro cuerpo- los convierten en hábitos, y a su vez las costumbres nutridas por indulgencia forman nuestro carácter. Así, el temperamento que adquirimos en una vida sigue al Ego tras la muerte del cuerpo, y forjará ese rasgo y el ambiente de un nuevo tabernáculo para el alma en la próxima encarnación u otra futura.

Puesto que nuestras acciones no se concretan de forma aislada, sino siempre en relación a nuestros semejantes o almas compañeras, cosechamos frutos kármicos en cada vida y bajo la proporción exacta con que dispensamos individual y colectivamente a otros y al mundo en general, para beneficio o infortunio. Por ello, todo evento, experiencia, pensamiento, intención y deseo que surgen e impulsan a actuar están fuertemente influenciados no sólo por el Karma pretérito de alguien, sino además por aquél que tenga la raza. Todo individuo comparte defectos comunes a la naturaleza humana, y existe un cierto destino invariable tanto unitario como grupal en nuestros esfuerzos evolutivos. Este tipo de Karma se llama Prarabdha, el cual experimentamos durante toda encarnación en y a través de los instrumentos adquiridos.

Por tanto, Prarabdha es la porción o el aspecto kármico con que uno nace y para cuya precipitación el campo está preparado; opera en la vida y el cuerpo presentes, provocando todo tipo de circunstancias y cambios. Lo que llamamos "destino" es Karma madurado e irreversible, de manera que su expresión no puede ser evitada ni pospuesta, tal y como no podemos cambiar la familia que nos permite llegar al mundo. Judge señala: "La palabra 'destino' designa un Karma tan fuerte y abrumador que su acción no puede ser contrabalanceada por otro; pero considerando que todos los acontecimientos están bajo su reinado, también todas las cosas están destinadas a medida que suceden".

Las problemáticas de vida y el entorno personal que nos rodea -por muy desagradables que sean en ocasiones- están en perfecto acorde con la justicia infalible del Karma. La ignorancia hace que encontremos "fallas" en dichas coyunturas que "parecen desfavorables" y culpamos a otros que asemejan constituir las causas. El medio aparentemente externo no es real, sino el reflejo de la naturaleza y las cualidades de factores que generamos en existencias anteriores y permanecen como impresiones imborrables en nuestra base psicológica -o depósitos mentales- que se traen a la encarnación actual, siendo éste el tipo Prarabdha ya citado. Si comprendiéramos el funcionamiento sutil de esta Ley, no cometeríamos el error de pelear contra eventualidades desagradables, y en su lugar buscaríamos interna y diligentemente las faltas éticas que producimos en ignorancia [o a sabiendas], aprendiendo a mitigarlas con actitud correcta e iniciaríamos obras más benéficas. De esta manera, los sabios no se regocijan ni protestan cuando todo parece ir bien o al enfrentar tribulaciones; sólo miran hacia dentro intentando captar la complejidad en los principios relativos al yo personal/inferior, la génesis y el material del campo operativo de su Karma pasado; así también ocurre con familias, comunidades y países bajo la Ley invariable. ¿Somos entonces "criaturas indefensas" de una "fatalidad" a que "debemos someternos sin hacer nada"? La Teosofía enseña que no es así necesariamente, a menos que se asuma dicha actitud negativa y permanezcamos como vegetales.

En "La Clave de la Teosofía" Blavatsky consigna que “si bien no sabemos qué constituye el Karma per se y en su esencia, sí conocemos (...) con precisión su modo de actuar” (p. 199, edición india). El estudio y la aplicación del conocimiento exacto sobre esta Ley muestran que si Karma nos ata a las consecuencias producidas por nuestros hechos en ciclos interminables de renacimientos, al mismo tiempo es el medio para liberarnos de dicha esclavitud. Esto nos lleva a la segunda parte del Aforismo 22, es decir, que el Karma creado en el presente dará frutos en la misma vida o instancias futuras.

Debemos tener en cuenta que, incluso si el Karma pasado de una persona y su pueblo -entendido como el conjunto kármico individual- tiene una influencia apremiante sobre pensamientos, anhelos y acciones que darán resultado en algún momento, todos poseemos libre albedrío parcial y la facultad de discernimiento para escoger y obrar de forma distinta al impulso que surge por la fuerza kármica precedente. Esto tiene buenos ejemplos en los sujetos que actúan con valentía y determinación imponiéndose ante las adversidades, y también en nuestras experiencias cuando comenzamos a aplicar prácticamente las pocas vislumbres adquiridas sobre la naturaleza del Ser Real y el trabajo de la Ley kármica.

Ante todo, es necesario asimilar bien que nuestro Ser o el Alma real no son actuantes ni están sujetos a limitaciones de tiempo, espacio o causalidad, sino que representan aspectos eternos y universales, el Espíritu en el cuerpo “llamado Maheswara, el Gran Señor que presencia, amonesta, sostiene y disfruta, y también el Paramatma o alma superior” (Bhagavad Gita, XIII). El Ser es sólo Uno, jamás una pluralidad; entonces, es el agente o yo personal -reflejo transitorio de Aquél- lo que crea Karma y también constituye el producto de éste último. Tenemos que recordar a diario que no somos el "hacedor" sino el Ser que atestigua y percibe, "la visión misma pura y sencilla (...) y mira directamente las ideas". Podemos comprobar este axioma de modo individual y hasta cierto grado mediante una pequeña introspección y al estudiar los tres planos de consciencia humana, a saber, vigilia, somnolencia y sueño profundo. Sólamente la perennidad detecta el cambio, no lo que está sujeto a fluctuaciones; sólo el Ser es inmutable en nosotros. La verdad de ello puede apreciarse mediante razonamiento y percepción intuitiva, y así Judge inculcaba a sus estudiantes: "La realización proviene al pensar de continuo en lo que va a lograrse". El egoísmo surge al pensar equivocadamente que nuestro Ser es quien ejecuta las obras, y por ese engaño caemos presa de pasiones en simpatías y antipatías, amor u odio, placer o dolor, y una multitud de otras dualidades existenciales que nos subyugan en todo momento. Las cadenas de esa esclavitud se rompen poco a poco y a lo largo de muchas encarnaciones cuando dicha falsedad se desintegra por niveles, mediante el ejercicio constante del pensamiento y la contemplación mientras actuamos; además, se recomienda practicar ecuanimidad en ganancia y pérdida, contratiempo y prosperidad, o con amigos y enemigos, y renunciando internamente al interés propio en los resultados a medida que cumplimos nuestros deberes, ofreciéndolos como oblaciones en el fuego devocional al Ser Supremo y Único. Krishna dice que incluso un poco de esta práctica nos salva de un gran peligro; así, la actitud justa y el motivo desinteresado con base en el conocimiento correcto permiten romper esas ataduras a la miseria de los renacimientos interminables.

Es imposible escapar de Prarabdha Karma, pero sí tenemos el deber constante de no adquirir nuevas "deudas" mientras se sufre o goza lo que nos reserva la gran Ley de Justicia Infalible -el atributo principal de nuestro Verdadero Ser-, pues como dice "La Voz del Silencio": “Enseña a evitar todas las causas; deja que la onda del efecto siga su curso, como la gran marejada". No podemos adquirir perfección en este trabajo de una sóla vez y se necesitan muchas vidas de perseverante fervor práctico, lo que nos acerca a la gran emancipación final para ser más capaces de ayudar a todo ser vivo durante su viaje a la otra orilla por este océano de penurias.

("The Theosophical Movement", agosto 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (14 de 19)


Aforismo 21: “Karma es Misericordia y Justicia, los polos opuestos de un todo único, y la primera sin su complemento no es posible en las operaciones kármicas. Lo que el ser humano conoce por ambas ideas es defectuoso, errático e impuro”.

Uno de los conceptos erróneos que prevalece respecto a la Doctrina del Karma alude a su "desmesurada severidad y exigencia" como justicia retributiva, sin espacio para moderarla con piedad; así, el supuesto subyacente es que justicia kármica y misericordia son "mutuamente incompatibles" en el orden natural. Los creyentes en Dios dicen encontrar consuelo en una divinidad que perdona nuestras faltas y concede peticiones cuando se le reza con sincero arrepentimiento o devoción, pero ambas visiones son contrarias a la verdad y los hechos.

El genuino acto de perdonar implica misericordia y también una oportunidad para enmendarse y crecer. Pero ¿qué es el "verdadero perdón"? C.S. Lewis sugiere en su ensayo "On Forgiveness" que "existe una enorme diferencia entre perdonar y excusar (...) El perdón dice: 'Sí, has hecho esto, pero acepto tu disculpa, nunca lo tomaré en tu contra y todo entre nosotros será tal como antes'. Pero la excusa señala: 'Veo que no pudiste evitarlo o no lo dijiste en serio, y realmente no eras culpable'. Si uno no causó el agravio, no hay nada que disculpar, y en ese sentido ambas actitudes son casi opuestas (...) Lo que nos lleva a este error es el hecho de que generalmente hay cierta cantidad de excusas o algunas 'circunstancias atenuantes'".

Nuestro concepto de "ley misericordiosa" es aquélla que excusa nuestras malas acciones y nos permite escapar de las consecuencias subsiguientes. No obstante, el aspecto de "misericordia" en el Karma es que, al contrario de las normas humanas, brinda innumerables oportunidades para mejorar. Podemos escondernos en una cueva o el fondo del mar, pero no es posible esquivar la Justicia Cósmica.

Sin embargo, a menudo hay problemáticas que escapan a nuestro control, aunque Karma tiene en cuenta todas las "circunstancias atenuantes". Como ya sabemos, dicha Ley implica acción y reacción, pero ésta última no es mecánica pues considera las motivaciones, el estado interior de la persona y el peso de su Karma pasado. Por ejemplo, cuando una madre es severa con su hijo al desear convertirlo en una persona recta y honorable, la Ley pondera su "buen motivo" [1] mientras impone las resultantes por su adustez. De manera similar, hay una diferencia en el mérito kármico de alguien que realiza "obras caritativas" con objeto de adquirir renombre, y otra persona sin ese motivo oculto. La condición interna del individuo también es un factor decisivo, verbigracia, al sopesar los resultados kármicos producidos al perder autocontrol por cansancio o frustración, y otro sujeto que no tenía tales impedimentos; sin embargo, el estado interior es la suma de todas las experiencias y coyunturas de una vida particular, así como las de encarnaciones anteriores. A menudo una persona tacaña y cruel tiene el trasfondo de una infancia difícil o exposición a pobreza extrema. Además, nuestra constitución mental, moral y psíquica se halla bajo el karma de vidas anteriores; por ejemplo, alguien nacido con fuertes tendencias a chismear, la sensualidad o la codicia tendrá que luchar más duro para frenar esos defectos que otro individuo no cargado con el "fardo" de su "débito" previo.

([1] Véase además este artículo complementario y el párrafo siguiente).

La Ley de Karma también dirime según nuestro conocimiento o ignorancia, y la responsabilidad ante aquélla es proporcional a nuestro trasfondo ético, es decir, cuanto mayor sea el criterio del bien y el mal, menor será la “misericordia”. Por ejemplo, el rigor de la reacción hacia un monje budista que roba pan cuando tiene hambre sería mayor respecto a un individuo corriente, porque el primero se disciplina para controlar los apetitos inferiores. Este podría ser el lineamiento subyacente a las historias sobre grandes efectos kármicos por "pecados insignificantes"; se cuenta que Bhishma debió acostarse sobre una cama de flechas en la guerra del Mahabharata como consecuencia de haber matado a un camaleón sólo por "deporte" cuando era niño.

Otro significado de misericordia es compasión, la cual no se trata sólo de "lástima", pues comprende un amor omniabarcante por todo lo que vive. Su objetivo es el bien universal; no se puede hacer feliz a "Y" a expensas de "X". La compasión es el aspecto de la Ley que desea el mejoramiento de todo ser, incluso si conlleva tribulaciones, y el objetivo último de esta normativa es que todas las criaturas adquieran perfección. El dolor en las fases de desarrollo debe considerarse según la perspectiva correcta; de esta manera, "felicidad" o "desgracia" no debieran ser nuestro criterio para juzgar el Karma. La infelicidad individual puede ser una disciplina adoptada por el Ego para eliminar defectos y adquirir fortaleza y simpatía.

La misericordia kármica es evidente en nuestra vida cotidiana, pues muy a menudo vemos personas que parecen cometer malas acciones y continúan disfrutando de lo que se considera una "buena vida". Ello se debe a que la Ley brinda oportunidades generosamente a esos individuos y durante mucho tiempo para enmendar sus caminos, lo cual se ilustra en el episodio de Shishupala en el Mahabharata, a quien se le perdonó por cien faltas antes de ser decapitado por Krishna (Karma) y tras haberle concedido múltiples chances para reconocer sus errores y expiarlos. William Judge escribe:Protegerse del dolor necesario tampoco es verdadera misericordia, sino lo contrario, porque a veces es sólo a través del dolor que el alma asimila el conocimiento exacto y la fuerza que necesita” (The Vahan, enero de 1892).

La Deidad es Ley y viceversa; representa la Justicia misma cuyo núcleo es Misericordia, y que al impregnar el Universo constituye la cualidad esencial del corazón y espíritu en cada ser. Por eso Platón enseñaba que la Justicia subsiste en cada alma y es el mejor valor de quien la posee. Así, Justicia y Misericordia son inseparables, siendo ambas el aspecto dual de la Realidad Única. En otras palabras, una clemencia genuina comporta la equidad más estricta y son siempre recíprocas.

Sin embargo, tal Justicia perfecta de la Naturaleza no se logra mediante leyes humanas debido a nuestro carácter defectivo y limitado. Por ejemplo, cuando un delincuente es sancionado con arreglo a las normas estatales no hay lugar para su rectitud y reforma, y tampoco se prevé una compensación plena y justa respecto al daño sufrido por la (s) víctima (s). El rasgo de "piedad" humana es benévolo con quien la ejerce y hacia el ofensor, o bien el Estado puede remitir la pena otorgada; en cualquier caso, los efectos nocivos por alterar la armonía mediante un delito no se anulan ni eliminan por ello; Karma actúa sin desviarse, de modo infalible e incesante, restaurando el equilibrio perdido. La reposición de este balance es la equidad más severa en que los individuos perciben buenas resultantes (felicidad) por sus actos altruistas, y los malos tienen su "pagamiento" (dolor y tristeza) a causa de obras perjudiciales. Nadie ni nada puede evitar que una marea de prosperidad fluya hacia alguien por su buen comportamiento, ni desviar la justicia retributiva de Karma para infligir dolor a quienes corresponda, exactamente en proporción al daño producido e indemnizando a los agraviados con la misma imparcialidad precisa.

En nuestra etapa actual no podemos rastrear el efecto hasta su origen, y se nos aconseja que aceptemos los males del nacimiento. Algunas consecuencias kármicas son irreversibles, como por ejemplo llegar al mundo en una familia determinada. Además, una persona de constitución frágil desde la cuna puede adoptar medidas con vistas a mejorar su estado físico. El futuro está determinado por cómo reaccionamos ante la situación que se presenta; entonces, ¿preferimos rebelarnos en ira o intentamos sacar lo mejor de esa problemática? Los esfuerzos de un niño discapacitado y otro normal no pueden compararse, y de manera análoga nuestro mejor tesón puede no ser mucho según los "estándares mundanos", pero Karma recompensará al proporcionar un mejor "aparato" o entorno en encarnaciones posteriores.

Comúnmente vemos a personas que se encuentran con alguna calamidad o desgracia, y sienten que "no lo merecían" espetando que la vida o "Dios" fueron "crueles" con ellas. Es natural que lo piensen así, porque el individuo promedio no puede conocer las causas producidas en existencias pasadas, cuyo fruto aciago ahora cosecha como un gran dolor. En el mismo instante que pensamos sobre la "injusticia" de un hecho -aunque en realidad nada bueno o malo es inequitativo en nuestro viaje terrenal- entra en funcionamiento la Ley de Compensación, que después de la muerte física hace que el Alma incorpórea ingrese a un estado de conciencia post-mortem llamado Devachán, donde experimentará bienaventuranza intensa y permanente. Cada lágrima derramada en vida bajo la dolorosa justicia retributiva es resarcida con supremos gozo y descanso en dicha circunstancia. Cuando el Ego retorna a una nueva encarnación terrestre y concluye su reposo, el implacable Karma retributivo se encuentra con él en un nuevo cuerpo confiriendo así otra oportunidad al Ego para aprender de amargos resultados por transgresiones pasadas, incluso cuando trae acontecimientos y perspectivas felices en función de las buenas obras cometidas. El estado espiritual y subjetivo de Devachán puede perdurar por siglos -de acuerdo con nuestro sistema cronológico-, y en ese nivel el Ego evoluciona a una etapa superior absorbiendo la esencia más elevada y noble de sus características, pensamientos, experiencias y anhelos de su reciente vida mundana; por todo ello, el proceso es infaliblemente justo y al mismo tiempo simboliza la disposición más misericordiosa del Karma.

Si bien no recordamos nuestras antiguas acciones imprudentes que traen sufrimiento en la actualidad, toda persona ve la justicia perfecta e implícita en su dolor terreno al momento de la muerte, cuando el sujeto se halla a la luz de su Ser Superior y revisa con el más mínimo detalle cada evento de la vida que abandona, incluso los pensamientos o las emociones más sutiles. De la misma manera y justo antes de renacer en un nuevo cuerpo, la memoria del Ego o Manas atisba la equidad infalible de todo lo que le espera en su siguiente odisea.

La interdependencia es otro aspecto misericordioso de Karma, esto es, que no progresamos en forma aislada y en cambio se obtienen beneficios al ser parte del Todo. En el plano material la vida es más fácil gracias al uso de aparatos eléctricos, tecnologías de transporte o comunicación, etc., aunque muchos de nosotros no los inventamos. Lo mismo ocurre a nivel de intelecto y espíritu: “El individuo en quien aparece la iluminación final se denomina 'genio', 'inventor' o 'inspirado', pero él es sólo la corona de una gran obra mental creada por hombres desconocidos a su alrededor, y que se aleja de él por extensas prospectivas de distancia" ("Through the Gates of Gold", p. 12). Este principio sugiere que un escritor o poeta talentoso se inspira en el trabajo de otros autores que le precedieron cuando está listo un lenguaje bien desarrollado para utilizarse. De manera similar, Buda alcanzó la iluminación gracias a textos como los Vedas y Upanishads, y las enseñanzas de Grandes Seres en épocas anteriores.

Más específicamente, otro individuo puede ayudarnos a superar el karma desfavorable. Recuérdese el Aforismo 13: “Los efectos pueden contrarrestarse o mitigarse por los pensamientos y actos de uno mismo u otro, y esas consecuencias representan la interacción conjunta de todas las causas involucradas en producir dichos resultados". William Judge menciona en "Notes on the Bhagavad-Gita" que nacemos en compañía de aquéllos con quienes establecimos a priori una fuerte afinidad kármica. Supongamos que en alguna vida pasada un sujeto creó intimidad amistosa son otro; luego la muerte los separa, y en encarnaciones siguientes uno de ellos persigue conductas hedonistas mientras su compañero se interesa por la sabiduría espiritual. Tras muchas odiseas terrenales se reencuentran y la antigua relación se impone; para entonces, el segundo individuo tiene un extraño poder para tocar la vida interior de su amigo y le despierta a los secretos de su propia alma. Este es un caso de afinidad no agotada, y con esa ayuda el Karma obra su salvación: "Esta Ley es tanto un ángel de misericordia como un mensajero de justicia, porque (...) también es una forma con que a menudo la Naturaleza rescata a los humanos de la condenación" ("Notes on the Bhagavad-Gita", p. 67-68). También hay seres espirituales llamados Nirmanakayas que permanecen en la atmósfera invisible de la Tierra; ellos “pueblan sus corrientes en el espacio con entidades poderosas sólo para el bien” y alivian hasta cierto punto la miseria de nuestra especie.

A la luz de una vida superior, comenzamos a entender que nuestros supuestos "enemigos" o personas "lesivas" en realidad constituyen benefactores, porque mediante conocimiento y actitud correctos hacia ellos la animadversión puede desaparecer transformando el odio en amor [2]. Por lo tanto, no sólo evolucionamos en la vida mística, sino que también aliviamos parcialmente el pesado Karma mundial y ayudamos a otros en su crecimiento superior. No podemos tener enemigos porque la mano que nos golpea es sólo nuestra, siendo dichos "antagonistas" agentes de Karma retributivo que engendramos por nuestra propia acción. Si por ignorancia tomásemos represalias y lastimamos a quien nos causó daño, de ese modo se despierta la implacable justicia en acción para castigarnos tarde o temprano y compensar a nuestro oponente en una vida futura. Esto explica por qué vemos personas sin carácter y a veces con claras tendencias malévolas que parecen estar libres de sufrimiento y colmadas de prosperidad, siendo así una compensación kármica que disfrutan por haber sido maltratadas, o pueden estar percibiendo "reembolsos" debido a obras meritorias en encarnaciones previas. Por lo tanto, en la medida de lo posible las leyes humanas deben ser limitantes, reformadoras y pedagógicas, pero no retributivas, considerando la implacable Ley de Justicia Universal. La caridad hacia las faltas ajenas y el perdón de ofensas mutuas son imperativos éticos que debemos observar meticulosamente con una comprensión elevada sobre la Ley inmutable de nuestro ser. Sólo entonces tendremos un rápido progreso individual y colectivo hacia la iluminación y libertad del Alma.

([2] Comentario del administrador: Esta es una generalización arriesgada que precisa algunos recordatorios. Primero, una vida 100% espiritual en varias ciudades es imposible por el venenoso entorno psíquico que les permea, y de esa forma muchos de sus habitantes siguen creando conflictos de todo tipo en aras de la programación psicótico-materialista; segundo, la "política" moderna alienta constantemente una polarización donde se desecha todo intento racional por producir mejoras abnegadas en la sociedad, y en su lugar se privilegian intereses particulares; tercero, a menudo la "tolerancia" es sólo cobardía moral disfrazada, y muchos individuos autoproclamados "espirituales" -o "reformadores"- la adoptan para mantener sus negocios y aprovecharse del dolor ajeno. Entonces, el párrafo en cuestión pareciera invitar más bien a un aprendizaje ético y multilateral entre las personas para desarrollar humildad verdadera mediante el contraste bien/mal en el ámbito físico. No debemos perder de vista que, como se explicó antes, el Karma exige que nuestras obras tengan conocimiento y motivación correctos al repeler el mal).

("The Theosophical Movement", julio 2020).

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (13 de 19)


[N.del T.: los números 21 y 22 se abordarán en artículos siguientes].

Aforismos 20 y 23: “Puesto que cuerpo, mente y alma tienen cada uno un poder de acción independiente, cualquiera de ellos puede agotar algunas causas kármicas -e independientemente de otras- más alejadas o cercanas al momento de su inicio que aquéllas que funcionan a través de otros canales"./“El karma utiliza tres campos de operaciones en cada ser: (a) el cuerpo y las circunstancias; (b) mente e intelecto; (c) los planos psíquico y astral".

Es comprensible que alma, mente y cuerpo tengan por separado una capacidad de acción, y puede demostrarse con hechos de la vida diaria. Está claro que las funciones fisiológicas ordenadas y complejas se desarrollan independiente de las intelectuales, aunque existen preferencias, hábitos y acciones somáticos inducidos por el Ego encarnado o Alma, el Pensador y Perceptor. Algunas costumbres generadas por sus pensamientos y ansias se vuelven instintivas, sin que las reconozca nuestra conciencia mental. Por ejemplo, cuando niños hicimos esfuerzos deliberados con tal de aprender a caminar, hasta que las vidas que componen nuestras piernas adquirieron ese patrón sin "vigilancia mental" permanente. La fisiología sostiene que un bebé se empeña del mismo modo para ajustar en su retina las imágenes invertidas de objetos exteriores, y conforme el niño crece la vida del ojo aprende a hacerlo sin más ayuda. Los párpados y las pestañas protegen automáticamente al globo ocular del polvo, y por su parte el sistema inmunitario humano -aparte de otras funciones- se mantiene sin intervención consciente. Además, a través de la acción repetitiva y prolongada de una tarea, los miembros corporales implicados asimilan una dinámica habitual e independiente del pensamiento. La antropogénesis evolutiva en Teosofía enseña que hace varios millones de años -cuando el cuerpo etéreo humano se hizo gradualmente más palpable- el Ego estableció las funcionalidades y procesos fisiológicos por medio de conatos voluntarios hasta que se volvieron reflejos como ahora.

Aunque la mente no es producto del cerebro, sí depende de la condición e integridad que muestren dicho órgano y el sistema nervioso; así, éstos últimos son instrumentos de aquélla para su trabajo en el plano físico. La mente tiene sus propias facultades y características, tales como organizar impresiones sensoriales en un patrón consistente para formar ideas de los objetos percibidos, su actividad intelectual que interpreta sensaciones y discierne significados -además de evaluar su utilidad-, generar expectativas futuras, rememorar sensaciones y experiencias pasadas, conectar múltiples nociones por el misterioso camino de la memoria y generando así el concepto de individualidad, etcétera. Así, la unión de mente e intelecto constituye un principio distinto con destrezas y funciones inherentes y separadas del cuerpo.

Podemos agregar y como enseña "La Doctrina Secreta", que cuando la mente se libera de sus vínculos con nuestra cobertura material, exhibe poderes psíquicos superiores como clarividencia, psicometría, etc. (I, 292). Esas aptitudes pertenecen a la psique o Alma Astral, el reflejo momentáneo en el cuerpo e instrumento del Ego Divino.

El Alma o Ego es el Hombre Interior pensante y autónomo respecto al cuerpo, la mente y las naturalezas psíquicas que son sus herramientas. Manas las adquiere toda vez que se reencarna -en virtud de su Karma pasado- con el fin de experimentar y comprender la Naturaleza, y así acceder al autoconocimiento. Como enseñan los Aforismos Yoga de Patanjali, el Alma es un Perceptor cuya visión es pura y simple, sin recurrir a modificaciones, y mira directamente las ideas. Entonces, el destino de Aquélla es poner orden en el caos de la materia animal, turbulenta e inferior de nuestros medios físicos, obteniendo control sobre su acción instintiva y al dirigir mente y cuerpo mediante la Voluntad para servir al gran propósito del Ego Superior: lograr el completo conocimiento de sí mismo.

La reserva kármica previa y no terminada del Ego se registra indeleblemente sobre la base del principio mental, pues se trata de causas sembradas por acciones de aquél en vidas anteriores. Dicha "raigambre" sin agotar y almacenada en la mente contiene efectos potenciales que se manifestarán cuando haya condiciones propicias: recordemos que los resultados se hallan incluidos en su génesis y no son consecutivos a ella, tal como el árbol ya existe en la semilla. Cuando surgen los contextos apropiados y el Ego se aprovisiona de cuerpo, mente, intelecto y naturaleza psíquica definidos -por la justa Ley kármica-, las semillas mentales de acciones pasadas fructifican y se externalizan en tiempo y espacio, creando toda la narrativa de vida y fortuna del individuo, sus aflicciones, su bienestar, carácter y tendencias.

Esta "eclosión" de depósitos mentales puede ocurrir de manera uniforme a lo largo de nuestra existencia en los planos de la mente, el cuerpo y el alma, o cada uno de esos tres puede extenuar las afinidades kármicas pendientes y relacionadas con sus respectivos ámbitos, en múltiples grados e intensidades. Hay muchas demostraciones cotidianas para explicar este principio.

Una ilustración del primer tipo se ve como un flujo constante y parejo de Karma anterior con muy pocas variaciones en el cuerpo y las circunstancias, la mente/intelecto y el carácter psíquico y emocional. También pueden encontrarse muchas clases de cambios que ocurren por separado en los tres aspectos de la "estadía terrena". Por ejemplo, una persona con buena salud física durante gran parte de su existencia repentinamente es víctima de una enfermedad crónica que le acompaña por el resto de sus días, aunque sin afectar la naturaleza mental y del alma. Esto se debe a que dicha parte del karma concluyó tan pronto como se agotó el flujo de causas kármicas que le otorgaron esa condición física, y el tipo opuesto -conservado potencialmente en su aspecto mental- comenzó a fluir mediante el cuerpo para producir la patología. Asimismo, tampoco son infrecuentes los casos donde se origina lo contrario.

Por otra parte, tenemos ejemplos de mentes brillantes nacidas con graves discapacidades nerviosas o similares, por cuyo medio el individuo "consume" una fase de mal karma perteneciente a la vida física, al tiempo que posee un intelecto sano como producto de causas justas. El origen de esta discapacidad corporal pudo crearse en la encarnación inmediatamente anterior u otras más antiguas, y según este caso las circunstancias convenientes y requeridas para la dolencia ocurrieron muchas vidas después que la causa fuera "sembrada" con antelación por el Ego, esperando que surgiera el instrumento corporal correcto a fin de expresarla. Como ejemplo de un buen Karma corpóreo y otro malo de tipo intelectual y psíquico, consideremos a una persona venida al mundo con cuerpo bien formado y circunstancias favorables, pero de carácter taciturno, malhumorado, irritable, vengativo y morboso. William Judge menciona la perversa familia italiana de los Borgia durante el Renacimiento, cuyos miembros gozaban de atractivo físico y sin embargo escondían tendencias diabólicas. Fueron responsables por muchos crímenes, especialmente bajo el reinado de Alejandro VI, incluidos varios envenenamientos con arsénico. Por otro lado, pueden haber sujetos deformes o "feos" con disposición feliz, excelente razonamiento, juicio sano y grandes cualidades morales.

En el funcionamiento del Karma se encuentra la explicación para diversos grados de desarrollo en la parte física, mental/reflexiva, psíquica y moral en todo sujeto, y también la dinámica independiente de dichos constitutivos. Se llama "excepcionales" a quienes exhiben destreza en una o más aptitudes como habilidad intelectual, poder de memoria y talento en elocuencia, pero pueden adolecer de concepciones filosóficas y sentido moral; lo mismo sucede con artistas renombrados y tendientes a caer en vicios que afectan su salud, etc. Hay individuos con gran clarividencia y capacidad de leer mentes ajenas, ejercitándolas para fines egoístas por mal o nulo desarrollo de facultades morales, raciocinio o percepción espiritual. Vemos así que los rasgos de comportamiento excéntrico son comunes entre muchos mal llamados "genios" según el "criterio popular". Éstos se han dedicado a trabajar una u otra área de interés, descuidando su personalidad como un todo para servir con eficiencia al Ego Divino, el único Genio verdadero.

Los Aforismos de esta serie esclarecen cómo en una vida particular las simientes kármicas se manifiestan a modo de efectos autónomos en los planos físico, mental y del alma, mostrando la necesidad de cultivar armoniosamente cada una mediante conocimiento y esfuerzo correctos. Una comprensión sólida de estos principios y su puesta en práctica forman la base de una verdadera pedagogía que tenga por objetivo el trabajo balanceado e igualitario de dones físicos, mentales/psíquicos, éticos y espirituales, de modo que toda la naturaleza humana se haga permeable a la Luz del Ego Divino e ilumine al mundo.

Encontramos una observación muy importante por Judge con respecto al despliegue del Karma pasado en varios planos. Su artículo homónimo señala que la "deuda" de tipo corporal se manifestará en tendencias análogas que traigan gozo y sufrimiento, y lo mismo se aplica a propensiones intelectuales y éticas. Como no existen unidades monetarias que puedan agregarse a otras, así también para contrarrestar mal karma con otro bueno es fundamental que ambos sean congruentes. Por lo tanto, es factible que los frutos de obras realizadas principalmente en la capa mental no puedan anularse ni ser aminoradas por actos físicos; sin embargo, un individuo tiene la chance de afectar su propio Karma: "Si se consume una mayor cantidad de energía en un plano que otro, esto hará que el Karma pasado se desarrolle en ese nivel". También cabe consignar que dicho "débito" se nos revelará sólo en armonía con el plano del deseo [Kama]; por ejemplo, si estimulamos anhelos por dinero, fama, renombre u otros centrados a nivel inferior, creamos un "punto de atracción" en esa parte, y por ello quienes viven plenamente en la sensorialidad extraerán de los ámbitos superiores las energías necesarias para satisfacer sus aspiraciones mundanas, haciendo que el karma pasado se despliegue en esa línea [1]. Por otra parte, alguien con ansias más puras y elevadas fija el mencionado centro en su rango correspondiente y encausando hacia él las energías burdas para aumentar su espiritualidad. Así, cuando hacemos una demanda de gratificación sensual en el plano inferior, su cumplimiento se produce a expensas de un desarrollo superior.

([1] Nota: recuérdese el famoso comentario del autor y conferencista masónico Manly Palmer Hall: "Es ignorante todo aquél que piense que no hay nada más allá de la materia, pero quien pone lo material por encima de todo es ignorante de su propia ignorancia").

Esa energía que debió destinarse al fortalecimiento de nuestra moral y cumplir aspiraciones superiores se ve arrastrada hacia nuestro polo contrario. Judge añade: “Gradualmente, los planos superiores agotan su vitalidad y el karma bueno-malo de una entidad será absorbido en el plano físico”. Además, cuando luchamos constantemente para centrar mente y corazón a fin de aprehender un ideal sublime, nuestro Karma pretérito comenzará a crecer en el estrato superior y nos ayudará en la búsqueda mística. Si generamos buen karma al dar grandes cantidades de dinero en vidas pasadas y al presente queremos muchas ganancias, podemos encontrar peculio, comodidad y lujo con holgura [2]; pero si nuestro corazón está empeñado en lograr conocimiento místico, entonces el mismo buen antecedente kármico-material germinará en planos elevados y podríamos recibir ayuda para encontrar el tipo correcto de libros, lugares tranquilos para estudio y meditación, etc. Vemos así que la asistencia se produce en un millón de formas diferentes.

([2] Nótese el hábil engaño que comporta el "mantra" fisicalista y comercial de "alcanzar un equilibrio entre espíritu y materia", si ponemos verdadera atención a lo que dijo Helena Blavatsky sobre la imposibilidad de servir a dos amos ("La Clave de la Teosofía"). De este modo, el hecho es que debemos elegir entre poner la espiritualidad por sobre lo terrenal o viceversa, antes que las circunstancias nos fuercen dolorosamente a ello por nuestras tendencias).

La Ley se pone de manifiesto en armonía con los deseos, y es nuestra actitud mental lo que une el Alma a los cordones kármicos. Cuando hacemos una promesa o resolución firme, podemos crear "núcleos magnéticos" y superiores más marcados con miras a purificar nuestra naturaleza inferior/mortal y volvernos espiritualmente sabios. Tal comportamiento saca a la superficie todas las cualidades latentes del individuo, lo que conduce a un desarrollo integral y establecer una línea meditativa permanente y más excelsa.

("The Theosophical Movement", junio 2020).