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3 de marzo de 2022

¿Qué pasa con las personas que cometen suicidio?


"El suicidio es el peor de los crímenes y terrible en sus resultados" 
 (H.P. Blavatsky).

"Suicidio: el más grande de todos los crímenes existentes” 
(Maestro S.B.). 

"Los suicidas no están muertos, pues sólo han matado su tríada física (…) Los suicidas que tontamente quisieron escapar de la vida, se encuentran aún vivos y tienen suficiente sufrimiento para ellos desde esa misma existencia. Su castigo está en la intensidad de ésta última" 
(Mahatma K.H.).

Debido a que el suicidio es una forma de muerte autoinducida y altamente antinatural -y que sigue siendo espiritualmente ilegal, aunque muy trágica y en muchos casos comprensible y digna de toda nuestra compasión-, el proceso mortuorio en este caso es diferente al de un deceso natural; esto se aborda con detalle en ¿Qué ocurre cuando morimos?

El individuo que se suicida permanece completamente consciente y atrapado en Kama Loka (atmósfera psíquica o astral que rodea y hasta cierto punto interpenetra el plano físico), capaz de atestiguar todo lo que sucede en la Tierra con respecto a las situaciones y personas que abandonó, y tiene que permanecer allí durante el tiempo previsto de lo que habría sido su vida si no hubiera cometido suicidio.

Por ejemplo, si la persona estaba destinada por su Karma a vivir 90 años terrestres en esa encarnación y se suicidó a la edad de 20, tendrá que permanecer dentro de Kama Loka durante 70 años y no podrá seguir progresando hasta entonces, y tampoco puede pasar por el proceso completo de la muerte y entrar en el estado de Devachan o "Cielo".

En este sentido el Maestro K.H. explicó: "Esa ola vital y particular de evolución debe trasladarse hacia su orilla". Los suicidas están verdaderamente atrapados, y el sufrimiento causado por hallarse en ese contexto es mucho peor que la "tortura" evitada en la Tierra.

El hecho de tener que quedarse en Kama Loka durante toda la vida restante a la que estaban destinados en ningún sentido es una forma de "castigo" impuesto por un Poder Superior o Ser Divino; se da simplemente porque cada ser humano está compuesto de siete partes o componentes (generalmente llamados “Siete Principios” en las enseñanzas de Teosofía), y las Leyes inmutables de la Naturaleza requieren que éstos se separen de la manera correcta, en el orden apropiado y el momento preciso para que todo se desarrolle de forma normal en el momento de la muerte y el contexto del más allá.

La persona que muere de forma normal lo hace porque sus Principios han seguido gradualmente todo su curso de duración prevista, y por su propia dinámica han dejado de permanecer unidos entre sí, pero éste no es el caso de la persona que comete suicidio. 

Quienes ponen fin abrupto y forzado a su existencia se encuentran igual de vivos después, sólo que ahora sin su cuerpo físico y en un nivel incluso más "entrampado" que antes. A menudo llenos de arrepentimiento y deseos de volver a estar en contacto con la vida terrestre, es relativamente fácil para ellos iniciar comunicaciones con un médium o que éste los busque.

Pero esto es lo peor que pueden hacer, ya que es espiritualmente ilegal que los individuos reinicien vínculos con la vida de que se han privado en modo intencional. Los Maestros y Madame Blavatsky enseñaron que la víctima suicida que incurre en esto a menudo perderá su alma para siempre como resultado, y cuando llegue el término de su vida natural. También se reservará un destino oscuro para el médium que hizo posible esa transgresión, ya que habrá creado un terrible Karma para sí mismo.

¡Si tan sólo la gente dejara a las almas difuntas en paz y se les permitiera progresar en su camino ascendente y potencial! Tras describir algunos de estos aspectos, el Maestro K.H. añadió acremente: "Y ahora podrás entender por qué nos oponemos con tanta fuerza al espiritismo y la mediumnidad".

A finales del siglo XIX, cuando las enseñanzas de Teosofía se dieron al mundo, no era conocido el concepto de las E.C.M. (Experiencias Cercanas a la Muerte), por cuanto sólo en las últimas décadas se ha producido e incrementado una conciencia general y el estudio científico serio de este fenómeno.

Es interesante observar que la naturaleza y descripción de casi todas las E.C.M. actuales están en perfecta armonía con las explicaciones y los detalles proporcionados por la Teosofía. Nos referimos aquí al sistema original y genuino de H.P. Blavatsky, William Quan Judge y los Maestros, no la pseudoteosofía de “figuras” posteriores como C.W. Leadbeater, Annie Besant y Alice Bailey, ya que sus postulados sobre la muerte y la vida post-mortem son profundamente distintas de la Doctrina auténtica, y no están validadas por investigación contemporánea sobre las E.C.M. u otras instancias similares.

Incluso podemos comparar la enseñanza teosófica acerca de la experiencia interna para alguien que se suicida (que ya describimos) con lo que señala el doctor Raymond Moody en su famoso libro "Vida después de la vida". El autor escribe lo que reproducimos a continuación con respecto a las entrevistas que realizó con quienes atestiguaron una experiencia cercana a la muerte, como resultado de un intento de suicidio al que sobrevivieron, o que fueron resucitados mecánicamente:

“De manera uniforme estas experiencias se caracterizaron por ser desagradables. Como dijo una mujer: 'Si dejas aquí un alma atormentada, también serás un alma atormentada allí'. En resumen, informan que los conflictos de quienes intentaron escapar con el suicidio todavía estaban presentes cuando murieron, pero con complicaciones adicionales. En su estado incorpóreo, no pudieron hacer nada por sus problemas, y también tuvieron que presenciar las consecuencias desafortunadas que resultaron de sus actos. Un hombre que abatido por la muerte de su esposa se disparó a sí mismo, 'murió' como resultado y fue revivido. Dice: 'No fui a donde estaba [mi esposa] y llegué a un lugar horrible (…) Inmediatamente vi el error que había cometido (…) Pensé: desearía no haberlo hecho'. Otros que experimentaron este desagradable estado de 'limbo' comentaron haber tenido la sensación de que estarían allí por mucho tiempo, y éste fue su 'castigo' por 'romper las reglas' al tratar de liberarse prematuramente de lo que era en efecto una 'tarea', es decir, llevar a cabo un determinado propósito en la vida".

En su libro posterior "Reflexiones sobre la Vida después de la Vida", Moody señala:

Todas estas personas están de acuerdo en un punto: sintieron que sus intentos suicidas no resolvieron nada y descubrieron que estaban involucrados [en el otro mundo] en exactamente los mismos problemas de los que habían tratado de librarse por el suicidio. Independiente de la dificultad que habían tratado de evadir, todavía estaba allí y sin resolver. Una persona mencionó estar 'atrapada' en la situación que había provocado su intento de suicidio y se repetía una y otra vez, como en un ciclo".

En el excelente libro de Sylvia Cranston llamado "Reincarnation-A New Horizon in Science, Religion and Society" se relatan algunas observaciones y vivencias del psiquiatra estadounidense George Ritchie durante su propia experiencia cercana a la muerte. Citamos aquí un pasaje particularmente relevante y trágico de esa obra que incluye extractos del estudio de Ritchie:

“Según el psiquiatra George Ritchie, uno de los peores destinos de un suicida es que después de la muerte puede contemplar la miseria causada por su acto de autodestrucción. Entre los lugares a los que llevó el 'guía celestial' a Ritchie durante su propia experiencia próxima al deceso, se encontraba una casa donde un hombre más joven seguía a otro mayor de una habitación a otra y repetía: 'Lo siento, papá... ¡no sabía qué le haría a mamá! No lo entendí'. Pero aunque Ritchie podía escuchar al joven claramente, era obvio que el otro sujeto con que estaba no podía oírlo. El anciano llevaba una bandeja hacia la habitación donde una anciana se hallaba sentada en la cama. 'Lo siento, pa', decía el joven suicida o 'lo siento, mamá', una y otra vez a los oídos que no podían escucharlo". George cuenta: "En desconcierto me volví hacia el brillo a mi lado, y aunque sentí que Su compasión fluía como un torrente hacia el lugar que teníamos ante nosotros, ningún entendimiento me iluminó. Varias veces nos detuvimos ante escenas similares. Por ejemplo, un niño iba tras una adolescente por los pasillos de una escuela, diciendo 'lo siento, Nancy'".

"Luego vieron una mujer de mediana edad que pedía perdón a un hombre de cabello gris. Ritchie entonces se volvió suplicante a su guía: '¿Por qué siguen hablando con personas que no pueden escucharlos?' Entonces desde la Luz a mi lado vino el pensamiento: Son suicidas, encadenados a cada consecuencia de sus actos. Esta idea me sorprendió, pero sabía que venía de Él, no de mí, porque ahora no veía más escenas igual que éstas, como si la verdad que Él enseñaba se hubiera aprendido".

Por lo tanto, ¡es muy apropiado que los Maestros se refieran a las víctimas de suicidio como "caminantes de la Tierra"!

En su artículo "Suicide Is Not Death", William Q. Judge (colega cercano de H.P. Blavatsky y cofundador de la Sociedad Teosófica) expresó el asunto de esta manera:

En general el destino del suicida es horrible. Se ha separado de su cuerpo usando medios mecánicos que lo afectan, pero no puede tocar al hombre real. Luego se proyecta en el mundo astral, porque tiene que vivir en algún lugar, y allí la Ley implacable, que actúa realmente por su bien, lo obliga a esperar hasta que pueda morir de modo adecuado. Y como es obvio, debe esperar medio muerto los meses o años que, bajo el orden de la Naturaleza, hubieran pasado por sobre él antes de que el cuerpo, el alma y el espíritu pudieran separarse correctamente. El suicida se convierte en una sombra; vive en el purgatorio, por así decirlo, llamado por el teósofo 'lugar de deseo y pasión' o Kama-Loka, y así existe totalmente en el reino astral, devorado por sus propios pensamientos. Recreando en pensamientos constantes y vívidos el acto mediante el cual intentó detener la peregrinación de su vida, al mismo tiempo ve a la gente y el lugar que abandonó, pero no puede comunicarse con nadie".

En este siglo XXI las tasas de suicidio están aumentando dramáticamente y de forma constante por lo menos desde de los años cincuenta o sesenta, mientras que las gentes tuvieron la misma oportunidad y capacidad para atentar contra sus vidas muchos siglos antes de nuestra Era, pero no lo hicieron. ¿Y qué dice esto acerca de nuestra "civilización" fanfarrona en que la ciencia es el “Dios” del hombre, el materialismo y la sensualidad su credo, y la televisión, la Biblia e internet el patio de recreo?

La verdadera espiritualidad no es una fantasía ni un engaño, como a muchos "científicos" y ateos bravucones les gustaría que la gente crea, porque es la revelación de HECHOS y REALIDADES. La premisa fundamental de la Teosofía es que la Verdad existe y que también existen “Aquéllos que saben”. H.P. Blavatsky era muy consciente de lo que hablaba, al igual que William Judge y los Maestros orientales de quienes eran discípulos devotos.

Robert Crosbie, estudiante asociado de Judge y fundador de la Logia Unida de Teósofos, escribió: “La Teosofía está para aquéllos que la quieren. Sí, la verdad está aquí: la respuesta a cada pregunta y la solución a cada problema que pueda tener, si usted está dispuesto a recibirla”.

DEDICAMOS ESTE ARTÍCULO A TODAS AQUELLAS ALMAS QUE ELIGIERON TERMINAR CON SU VIDA, Y TAMBIÉN A AQUÉLLOS QUE ESTÁN VIVOS CON NOSOTROS Y LUCHAN CONTRA PENSAMIENTOS OSCUROS O DEPRESIVOS Y CONTEMPLAN SUICIDARSE.
QUE TODOS ELLOS RECOBREN LA FUERZA PARA SEGUIR.

7 de febrero de 2022

¿Es verdad que "la Teosofía y el Karma perpetúan las inequidades sociales"?


En algunos círculos "académicos" y otros que se precian de "racionalistas" (aún cuando sus exponentes tienen la afición de escoger sólo lo que les incomoda en aquéllo que atacan o difaman y como "gran muestra" de su "humildad objetiva") se suele "argumentar" que las enseñanzas teosóficas respecto a las Leyes de Karma y Reencarnación "justifican o realzan las diferenciaciones sociales arbitrarias", supuestamente con objeto de mantener en "sumisión" a los seguidores de la Teosofía -y las religiones índicas que sostienen dichas leyes- para "perpetuar abusos, discriminaciones y corrupción" en determinados estamentos o entre las mismas divisiones sociales.

Una de las principales bases para dicha pseudocrítica proviene de una lectura exclusivamente literal y "viviseccionista" del Bhagavad-Gita (además de las traducciones defectuosas que circulan) que como señalamos en este artículo también contiene aspectos esotéricos si se sabe abordar de manera correcta y desprejuiciada

En décadas recientes muchos ateos rabiosos, nihilistas o banderizos se han embarcado en una campaña ridícula y estéril contra el aspecto únicamente externo/exotérico de las principales religiones mundiales tratando de elevar el "racionalismo cientificista" a un altar de "infalibilidad". No obstante, toda persona con un mínimo de sentido crítico y DECORO notará fácilmente que incluso en ciencia y política (actualmente casi indistinguibles por el circo mediático del calentamiento global, el Covid-19 y la flagrante manipulación/negación de datos por los sectores involucrados) hay conductas maquiavélicas tendientes a perpetuar malas prácticas y doble estándar inspirados por el afán de notoriedad, desviación/malversación de fondos, conflictos de poder o interés, etc., y desde la visión de su negocio es muy conveniente para ellos atacar en forma incesante las ciencias esotéricas y los elevados principios morales que implican.

Muchas veces se dice que "la culpa no es del cuchillo, sino del monstruo que lo usa", y a este respecto los Mahatmas teosóficos en sus Cartas señalaron claramente que el sacerdocio (egoísmo de guante blanco en varios casos) y la imposición de la creencia en "dioses" o dogmas dudosos han contribuido en buena medida al nivel de decadencia y odiosidad actuales entre las diversas religiones, e incluso en su propio seno. 

Entre otros "nuevos dogmas" está la idiotez post-moderna del "tanto tienes, tanto vales", el celebrado reflejo de la perversión en el esquema establecido (sacerdotes, ideólogos, administradores, profesionales, militares, comerciantes y trabajadores, todos ellos permeados por infecciones tales como el nepotismo, la ética a la carta, la politiquería cortoplacista y hormonal, el arribismo, la cleptocracia, etc.) que a su vez hace que la dinámica social -o el acceso a mejores condiciones evolutivas- sea imposible en los países del Segundo/Tercer Mundo, o como dirían algunos, de "subdesarrollo exitoso". Si revisamos la obra de Helena Blavatsky y William Judge, se constata fácilmente que muchas veces la Teosofía combate y denuncia el egoísmo sin cuartel ni tibieza, pues sólo el mérito moral es garante de una sociedad más justa que sea capaz de controlar debidamente el mal en todas sus formas (no erradicarlo, porque eso es imposible mientras exista el dualismo originado por el uso indebido de la materia y las facultades humanas) que atenta una y otra vez contra los principios de armonía en el Cosmos y la Naturaleza.

Cabe recordar además que:

a) Al escribir sobre la Ley de Karma, Judge mencionó que esta norma universal no implica sólo "castigo o recompensa" arbitrarios como se piensa en Occidente, sino que también conforma una Ley de Necesidad Evolutiva pues -como bien señalan la lógica budista e hindú- la felicidad por sí misma no produce aprendizaje ético ni tampoco obliga a reconsiderar nuestras actitudes cuando sea menester, sino es más bien el producto del obrar correcto, y así "el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional".

b) Dicha ley de necesidad tiene en cuenta:

b.1) los actos de omisión (lo que elegimos no hacer en perjuicio de la dignidad humana o los ciclos y estados naturales) y comisión (acciones efectivas para bien o mal, egoísmo o altruismo) en todos y cada uno de nosotros y su influencia pasada, presente y futura en el colectivo humano; y 

b.2) la intención o motivo moral/inmoral del agente, que muchas veces es doble como se demuestra en el obrar "político", "religioso" o "científico". 

Precisamente ésta es la negligencia conceptual común a los sectores anarquistas de izquierda/derecha y el ateísmo de cuarta categoría al plantear la "eliminación de autoridades", "suprimir las diferencias sociales por vía armada" o descartar todo credo oriental como "invención" mediante "indagatorias" extremadamente sesgadas y selectivas. Con esto queda de manifiesto la ignorancia supina y el desdén adolescente en estos grupos de falsa política respecto de temáticas espirituales al promover sólo reformas externas y materialistas guiadas por fanatismos y resentimientos no digeridos que -como si eso fuera poco- inculcan en sociedad para mover raudales de dinero a costa de manipulaciones psico-ideológicas.

[El hermetista Paul Jagot observaba: "En su delirio subversivo, estos pretendidos anarcos e individualistas reivindican el 'derecho' a vivir fuera del juego de las reglamentaciones sociales, a fin de entregarse sin frenos a las diversas impulsiones precisamente contenidas por la ley. El verdadero individualismo comienza por la ordenación interior, pues ¿cómo se puede luchar contra la colectividad organizada y ni siquiera sustraerse a su influencia, si no se saben disciplinar los medios propios de defensa y acción?"]. 

Como respuesta a este grave contexto, presentamos extractos de los comentarios por Robert Crosbie -fundador de la Logia Unida de Teósofos- para la versión del Bhagavad-Gita según William Judge, especialmente referido al Capítulo XVIII de esa obra y su exégesis sobre la importancia de la acción e inacción humanas en el contexto kármico, y también su relación esotérica con los verdaderos orígenes y razones del sistema de castas hindú, como su emulación en todos los países hasta el día de hoy. Sugerimos también la lectura previa de "Para entender correctamente el Karma", "Karma: actos de comisión y omisión", "Los elementales y la Luz Astral", "Las tres Gunas", "Una explicación sobre las Skandhas", "Teosofía y política" y la serie "Explorando los 'Aforismos sobre Karma' por William Judge".

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El capítulo comienza con esta pregunta por Arjuna: “Yo deseo aprender, oh tú de grandes brazos, la naturaleza de cómo abstenerse de la acción, renunciar a sus resultados [desapego de las ilusiones materialistas] y también la diferencia entre estos dos”. 

Toda esta sección está dedicada a la instrucción dada por Krishna. No sólo en la respuesta se incluyen la naturaleza de la abstinencia por actuar y la renuncia a sus efectos, sino también un entendimiento sobre la característica misma del hecho y sus causas y bases. En lo que concierne a los “agentes de la acción” Krishna dice: “Aprende, ¡oh tú de grandes brazos!, que para la realización de toda obra, cinco agentes son necesarios, como se ha dicho. Estos son: el substrato, el agente, los varios tipos de órganos, los varios y distintos movimientos y con éstos, el quinto o las deidades [cualidad refinada/burda del aura humana] que presiden. Estos cinco agentes están incluidos en la ejecución de todo acto llevado a cabo por alguien, ya sea con su cuerpo, palabra o mente”, y añade: “Quienquiera que por sus imperfecciones mentales contempla el yo real [ego animal] como 'agente', piensa de modo erróneo y no ve debidamente”. Por lo tanto, es obvio que no es el “ser real” lo que actúa, una declaración que ha sido reiterada a través de los capítulos previos y que es necesario asimilar antes que la naturaleza de la acción sea comprendida. 

Prakriti -o Naturaleza- es la causa de toda acción a través del Universo y también la base por cuyo medio la acción puede llevarse a cabo, y esto es cierto en cada plano de existencia. En el capítulo trece leemos: “Sábete que prakriti o naturaleza, y Purusha o espíritu, no tienen comienzo; y que las pasiones y tres cualidades o gunas surgen de la naturaleza. Se ha dicho que prakriti es aquéllo que opera en producir causas y efectos en las acciones, mientras que el espíritu individual o purusha representa la causa de la experiencia del dolor y placer, porque cuando el espíritu es investido con la materia o prakriti experimenta las cualidades que proceden de ésta”. Este pasaje arroja algo de luz sobre el significado del "substrato”, la sustancia en su estado primordial de la cual proceden todas las diferenciaciones y en cuyo interior se contienen todas ellas; así, constituye el agente básico de todo acto. En la clasificación, la palabra “agente” puede ser comprendida como el poder que impulsa a la acción; por ejemplo, el yo personal [ego animal/inferior] con sus ideas concretas y limitadas impele a los órganos corporales y los movimientos necesarios para llevar a cabo la idea prevaleciente. El quinto “agente” es llamado como “las deidades que presiden”, término que puede explicarse por el hecho de que nuestros cuerpos están compuestos por pequeñas vidas [elementales/campo áurico] de muchas clases y cada una de ellas actúa sólo en respuesta a impulsos determinados; también cada tipo actúa de acuerdo a su propia naturaleza y constituye una jerarquía de seres, devas o divinidades.

Desde luego, se da por entendido que Aquéllo de lo cual emana todo poder de percibir o causar acción es el Ser de Todo; por así decirlo, ese poder se particulariza en el Ego Individual [reencarnante] que en planos superiores impulsa acciones; en el ámbito físico, el yo personal no es más que un aspecto temporal de Manas Superior, y así el primero es llamado en ocasiones “falso ego” por razón de su carácter ilusorio; es este yo personal que consciente o inconscientemente impele a la acción las vidas que existen en sus órganos corporales

Ahora podemos comprender mejor este pasaje del capítulo quinto: “El devoto que conoce la verdad divina piensa ‘yo nada hago’ cuando veo, escucho, toco, huelo, como, me muevo, duermo o respiro; y aún cuando hablo, doy o tomo, abro o cierro los ojos, él dice ‘los sentidos y órganos se mueven por impulso natural hacia sus objetos apropiados’”. Se ha dicho que el Ser [Superior o Atman] no actúa ni hay influencias sobre él; esto ha de ser cierto también para el yo personal, porque como dice el capítulo trece: “El espíritu en el cuerpo es llamado Maheshwara, el Gran Señor, el espectador que amonesta, sostiene y disfruta, y también el Paramātman, el Alma Suprema”. El Ser o espíritu en el cuerpo es engañado por las tres cualidades percibidas en la naturaleza [gunas], ya sea que le agraden o desagraden y se identifica con las acciones que ella induce. “Realmente comprende aquél que ve que todas sus acciones son ejecutadas sólo por la naturaleza y que el yo interior no es el actor”. También se encuentra este pasaje: “El sendero de la acción es oscuro; entonces, el individuo que ve inacción en la acción y viceversa, es sabio entre los hombres”. 

Si reconstruimos nuestras ideas en lo que concierne a la acción como está indicado más arriba, esto arrojará una nueva luz sobre la responsabilidad kármica, conectándonos más íntimamente con todos los yoes, con todas las vidas pequeñas o grandes y nos asistirá a un mejor logro de cómo actuar por y como el Ser. Habiendo determinado la naturaleza de la acción hasta cierto punto, hemos activado a ese nivel lo que Kṛishna llama “poder discerniente” que también se llama Buddhi o cognición directa, el entendímiento más elevado o facultad de juicio de acuerdo a sus varias clases de actividad. Estos grados fluyen de la atracción hacia una u otra de las tres cualidades que se encuentran en la naturaleza y se les describe así: “El poder discerniente que sabe cómo comenzar y renunciar, lo que debería y no debería hacerse, lo que debiera y no debiera temerse, lo que ata y libera al alma, eso es la cualidad de sattva. Ese discernimiento, oh hijo de Prithā, que no sabe enteramente lo que ha de hacerse y lo que no, lo que debía temerse y lo que no, es la cualidad de rajas, hija de la pasión. Y el poder discriminatorio que está envuelto en oscuridad, que confunde lo correcto e incorrecto y todas las cosas contrarias a su verdadera intención y significado, representa la característica oscura de tamas”. 

Y con ese “poder discerniente" también debe existir la "habilidad de determinación”, pues seríamos desleales a lo mejor que conocemos a no ser que seamos inconstantes en la devoción hacia la vida suprema y al ideal de una existencia consciente en espíritu y no en la materia. Habiendo alcanzado la facultad de discernir y al haberse mostrado el sendero que es particularmente nuestro, deberíamos abandonar toda otra consideración que tiende a distraernos de ello, por cuanto se hace necesario cultivar y practicar “ese poder de determinación que sostiene la cohesión en el individuo, que por la devoción controla cada movimiento de la mente y respiración, de los sentidos y órganos”; esto “participa de la cualidad de sattva” según el capítulo, y eso es el instrumento completo que se utiliza sólo para el más elevado propósito. 

Esa "facultad de determinación” puede existir sin el más egregio poder de discernimiento, como en el caso de alguien que al buscar los frutos de la acción aprecia el deber, placer y bienestar según el deseo o rajas; o en el hombre de una capacidad pequeña que permanece firme en letargo, miedo, dolor, vanidad e imprudencia, atrapado por la cualidad tamásica. 

En caso que hayamos definido la naturaleza del acto, el objeto del discernimiento verdadero y la determinación que es armónica en pensamiento, voluntad y sentimiento -como también un proceder conforme a nuestra resolución-, sólo hubiéramos podido lograrlo a través de ese "algo" que es “la sabiduría que percibe en toda la naturaleza un Principio Único, indivisible e incorruptible, inseparado en los objetos que asemejan estar divididos” y que atañe a la cualidad de sattva. Eso es el Ser interno e inmutable, respecto del cual llegaremos a una realización cada vez más profunda si seguimos las líneas de nuestra determinación.

No puede haber realización del Ser en esa clase de conocimiento “que percibe muchos y diferentes principios como se presenta en el mundo de las criaturas”, o en “ese saber que no tiene ningún valor, es mezquino, se adhiere a un sólo objeto como si fuera el todo y que no ve la causa verdadera de la existencia”.

Todas nuestras cogitaciones dan lugar a actos entre las vidas que componen nuestro instrumento astro-físico, y como nunca cesamos de pensar, el acto continúa siempre porque se dice a menudo que “el pensamiento es el verdadero plano de acción”. Aún cuando no estemos contemplando ningún proceder corporal inmediato, por nuestros pensamientos podemos acumular una tendencia en las vidas de nuestro instrumento que eventualmente resultarán en acciones externas dondequiera que las condiciones favorables lo permitan, y seremos víctimas de nuestra falta de discernimiento y constancia, así como también envolveremos a otros en nuestro destino

“Ahora escucha cuáles son estas tres clases de placer desde donde emanan la felicidad por hábito y mediante las cuales termina el dolor”. Podemos obtener alguna comprensión de esta sentencia si consideramos que cuando alguna meta u objeto son deseados y buscados ardientemente y los encontramos, nos da felicidad al principio y con ello termina el dolor de no conseguirlos; pero la felicidad no permanece igual pues se resuelve en satisfacción y hábito, hasta que este último se convierte en aburrimiento y anhelamos otro final u objetivo

“La cualidad de sattva es declarada en aquéllo que al comienzo es como veneno y al final es como agua de vida, y surge de una comprensión purificada [esto es, nada que ver con un odio por la materia en sí, sino saber utilizarla y no dejarse dominar por ella]”. La búsqueda de deseos trae un comienzo de dulzura y un final amargo; el placer adquirido por vagancia, descuido e indiferencia atontan el alma. Al principio la emancipación del deseo, descuido o indiferencia es “como veneno”, pero con un entendimiento purificado se convierte “en agua de vida”.

[Nota: en Teosofía se dice que la cualidad o guna más elevada de sattva es sólo "bondad al estilo humano", y por ende imperfecta. Repetimos: "El Ser o espíritu en el cuerpo es engañado por las tres cualidades percibidas en la naturaleza, ya sea que le agraden o desagraden y se identifica con las acciones que ella induce"]

La declaración de que “no hay criatura sobre la Tierra ni entre las huestes del Cielo que esté libre de estas tres cualidades que surgen de la naturaleza” nos señala el hecho de que esa tríada existe en cada plano del ser.  

Las rígidas castas hereditarias de India actual no son las mencionadas en este capítulo como brahmanes, kshatriyas, vaisyas y sudras. En el pasado y antes que la antigua enseñanza fuera materializada, el matrimonio representaba un contrato sagrado y religioso; la vida familiar era entendida y conducida para proveer un ambiente apropiado para los Egos [Manas] de la misma naturaleza en ese grupo a lo largo de líneas espirituales, psíquicas y otras índoles. Para entonces existían castas naturales donde convergían todas las líneas de herencias, pero en estos tiempos de degeneración las prosapias están mezcladas y hay quienes nacen en estirpes cuya naturaleza no se conforma a la original, adoptando y abusando su nombre y privilegios. Sin embargo, las castas existen por todas partes, aunque la posición social o condición física ya no las distinguen. En todos los países actuales están quienes se hallan en alta posición y poder que por naturaleza son sudras, y muchos que siendo brahmanes en su índole se encuentran más abajo en nuestra escala social, porque este es el Kali Yuga, cuando los poderes de la oscuridad están en ascenso. 

Las castas antiguas ejecutaban deberes que eran resultado de sus variadas naturalezas y eran así reconocidos por todos. No existía orgullo de casta ni celos y se generaba una comunidad ideal de ayuda mutua; por tanto, las obligaciones de los linajes eran determinadas "por las cualidades predominantes en cada una”

“Los hombres logran la perfección al permanecer contentos y devotos a sus propios deberes (aquéllos por los cuales su naturaleza los hace aptos)”. “Una persona obtiene perfección [en todo cuanto hace] cuando ofrenda al Ser Supremo o la fuente de las obras de todo y por quien el Universo fue desplegado”. “La ejecución de las obligaciones vocacionales del individuo, aunque carezca de excelencia, es mejor que realizar el deber de otro, no importa cuán bien lograda esté, y aquél que cumple los deberes exigidos por la naturaleza no incurre en pecado. El deber natural que es propio de alguien no debiera ser abandonado, aún cuando este manchado con faltas […] La más alta perfección en la libertad del acto se logra a través de la renunciación por quien tiene una mente libre y un corazón subyugado”. 

Dharma es una palabra que en nuestro lenguaje ha sido traducida como “deber”, pero tiene un significado muchísimo más amplio. Hay muchos que creen que se trata de algo que debemos cumplir según lo que piensan los demás; otros por el contrario consideran que es "fastidioso" y en cuanto acto debe realizarse bajo coerción y por ende evitarse; en consecuencia, es necesario asimilar el significado de la palabra "deber" como se usa en el Gita. Dharma significa "Ley Sagrada", el cumplimiento de nuestro destino kármico mediante muchas encarnaciones, el trabajo para eliminar defectos que nos han traído a la Tierra bajo las condiciones en que nos hallamos y que debiéramos aceptarlas y conocerlas como oportunidades reales y requeridas para nuestro progreso. Este es el motivo por el que uno de los grandes Profesores escribió "el deber es el talismán regio, y sólo el deber nos llevará a la meta".

Krishna enumera las consecuciones por las que "un hombre se prepara para devenir un Ser Supremo. Habiéndolo logrado, se comporta de modo sereno, sin sufrir ni desear más, pero como hacia todas las criaturas, él alcanza la suprema devoción por mí. Por ésta él sabe fundamentalmente quién y qué soy, y así habiéndome descubierto entra en mí sin ninguna condición intermedia, y aún el individuo que está siempre comprometido en la acción logrará por mi favor la eterna e incorruptible morada, si pone su confianza sólamente en mí [...] Y si con actitud de suficiencia dijeras ‘yo no lucharé’, tal determinación probaría ser vana, porque los principios de tu naturaleza te impulsarían al compromiso. Y estando atado por tu karma pasado a tus deberes naturales, tú hijo de Kuntī, harás involuntariamente y por necesidad lo que en tu insensatez no querías hacer”. 

“En el corazón de cada criatura, Oh Arjuna, habita el Maestro -Ishwara- que por su poder divino hace que todas las cosas y criaturas giren sobre la rueda universal del tiempo. Busca refugio sólo en él, hijo de Bharata, con toda tu alma; por su gracia obtendrás la suprema felicidad, la eterna morada”.

“En dondequiera que estén Krishna -el Supremo Maestro de la Devoción- y el hijo de Prithā, el poderoso arquero, allí ciertamente se hallarán la fortuna, la victoria, la opulencia y la sabia acción”. Cada uno es Krishna y Arjuna; donde ambos permanezcan juntos toda la naturaleza rinde homenaje.  

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Para terminar, lanzamos un desafío a los negacionistas del karma y la reencarnación: 

a) En psiquiatría y criminología es bien conocido el fenómeno de los niños asesinos o psicopatía infantil. En su libro "El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean" (2003) el psicólogo canadiense Robert Hare determinó que hay psicópatas que no se hacen, sino nacen como tales (https://lamenteesmaravillosa.com/test-de-psicopatia-de-robert-hare-pcl/), lo cual confirma las observaciones actuales de que si bien muchos delincuentes se forman en familias conflictivas/viciosas, ello no se ajusta a los rasgos genéticos que pueden gatillar conductas antisociales (es decir, las causas no son exclusivamente exógenas); véanse al respecto los siguientes enlaces de muestra:

"Niños psicópatas: cinco tristes casos de asesinos menores de edad": https://psicologiaymente.com/forense/ninos-psicopatas-asesinos-menores-edad.

b) El caso de los asesinos aristócratas (https://www.infobae.com/2012/11/13/1061393-millonarios-asesinos-cinco-magnates-mas-crueles/http://www.ansalatina.com/americalatina/noticia/mundo/2019/04/24/asesinos-instruidos-y-de-clase-alta_5b9c2e41-d30f-429a-b95d-23bc9554a1c8.html) demuestra claramente que incluso las conductas psicopáticas se dan en familias o personas que supuestamente tuvieron las "mejores oportunidades" y la "mejor educación", mientras que otros individuos que vienen al mundo en hogares de mucha carencia material y afectiva se convierten en profesionales y ciudadanos decentes (este escritor puede citar al menos tres parientes designados como P., R. y E., y también varios lectores conocerán otras instancias que confirmen ese fenómeno). Y si no creen, que echen un vistazo a lo siguiente (clic para ampliar):





¿Cómo explican los materialistas ciegos estas diferencias? Si por una parte los factores exógenos pueden desencadenar comportamientos perversos, y por otra la genética neodarwinista trata al comportamiento y función de los genes humanos como "azaroso" y "mecánico", ¿cómo reconcilian esto en criminología? ¿Es que la genética por sí sóla puede dar cuenta de la fortaleza moral en quienes deciden forjar otro destino que no sea el presidio o la pena de muerte?

Debemos señalar además que la pretendida "inexistencia de un Orden Cósmico" (que algunos "intelectuales trendy" confunden con la "teoría del caos") tampoco es satisfactoria, pues en el contexto que desarrollamos para este caso se habla de antisociales que disfrutan haciendo el mal y lo perpetran de modo planificado y recalcitrante -incluso luego de permanecer mucho tiempo en prisión-, por lo cual no es válido decir que todos cedemos a los mismos bajos instintos, todos reaccionamos de igual forma a los mismos estímulos/situaciones ni tampoco todos tenemos el mismo grado de conciencia o arrepentimiento. Por otra parte, los fenómenos de clarividencia genuina y percepción extrasensorial demuestran que sí hay circunstancias que son predecibles, y al fin es nuestra ignorancia lo que realmente da a muchos la ilusión de "aleatoriedad en la vida humana" (para hoy convertida en tiranía subjetivista sin evidencia dura). Así las cosas, se demuestra que el mal humano puede explicarse perfectamente por obra de un destino inarmónico y autocreado (ya sea a nivel personal o colectivo, ambos en permanente relación), y que puede corregirse siempre que aprendamos a considerar a la materia como ES en su realidad más profunda, y no a través de sus apariencias sensoriales.
 
Mientras esta grave diferencia siga sin explicación convincente por el establishment, los engreídos semi-filosóficos y aprendices de "revolucionarios" no tienen derecho a pataleo. Cuán cierta y vigente es la sentencia del Nazareno cuando decía "es más fácil ver la paja en el ojo ajeno..." Ciertamente todos tenemos el derecho irrestricto de pensar lo que queramos, pero de ahí a ventilar y regurgitar odiosidades y sesgos sin fundamento para fines egoístas existe un gran abismo. "¿Y ensanchado por quiénes?", se preguntará usted... 

Aquila in Terris

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Ética, honestidad, bondad, generosidad... ¿servirán para triunfar? 
Le preguntaron al gran matemático árabe Al Khwarizmi sobre el valor del ser humano y respondió: Si tiene ética, su valor es igual a 1. Si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será 10. Si también es rico, súmele otro cero y será 100. Si por sobre todo eso es, además, una bella persona, agréguele otro cero y su valor será 1.000. Pero si pierde el 1, que corresponde a la ética, perderá todo su valor, pues sólamente le quedarán los ceros, tarde o temprano...

Karma: actos de comisión y omisión


KARMA es la ley de acción y reacción o causa-efecto que ajusta cada resultado a su origen, y restaura el equilibrio perturbado en el mundo físico y la armonía rota en el mundo moral. Para cada una de nuestras acciones recibimos las consecuencias, ya sea a nivel de pensamiento, palabra y actividad. Todas nuestras operaciones, sean buenas o malas, son actos de comisión y en ese sentido estamos bastante familiarizados con este aspecto del Karma.

Sin embargo, también hay actos de omisión, lo cual significa "ignorar" o "dejar de hacer"; esto es, la inobservancia constituye una acción o deber individual que se deja de realizar. Muchas veces no sabemos la importancia de llevar a cabo tareas con cuidado, lo que nos parece insignificante. Cada pequeña parte de una máquina es importante para su buen funcionamiento y así sucede también con la vida humana. Un incidente en la historia muestra que cuando se perdió cierta batalla hubo una investigación para averiguar la causa, revelándose que la derrota se debió a que los soldados se desanimaron pues la caída del caballo mató al general del ejército (1), y a su vez esto fue porque la herradura se desprendió por causa de que el herrero había omitido poner un clavo. De esta manera hay un dicho en inglés que reza "la batalla se perdió por falta de un clavo de herradura". Un pequeño acto de omisión trajo un resultado desastroso, por cuanto ningún deber es insignificante, y a veces no podemos ver instantáneamente el efecto de nuestros esfuerzos. Por eso un Maestro de Sabiduría escribe:

"¡Ah! ¡Si se abrieran vuestros ojos, podríais ver un panorama tal de bendiciones potenciales para vosotros y la humanidad que yacen en el germen del esfuerzo de la hora actual, pues podríais colmar a sus almas con gozo y fervor!" 

Entonces, observemos las pequeñas cosas de la vida. No dejemos sin hacer lo que se debe, ni hagamos lo que no es menester; y más que nada, no hagamos lo que no es necesario, porque de otro modo ponemos en marcha una nueva acción que no será armoniosa.

¿Con qué frecuencia enfatizamos la impersonalidad y olvidamos la amonestación por H.P. Blavatsky de "más bien pecar con elogios exagerados que con muy poca apreciación por los esfuerzos del prójimo"? ("La Clave de la Teosofía", p. 250).

(1) A lo largo de los siglos han surgido muchas variaciones del proverbio "por culpa de un clavo" debido a sus verdades siempre populares y vivas (https://en.wikipedia.org/wiki/For_Want_of_a_Nail).

Muchos escritores u oradores en ciernes se han visto desanimados de realizar más esfuerzos por el duro silencio de otros respecto de su trabajo, mientras que realmente todo lo que hubieran necesitado era simpatía y aliento genuinos.

Bien podría ser un acto de negligencia omitir resistir el mal. Hace algunos años y en cierto país, un grupo de guerrilleros ingresó a una escuela y asesinó sin piedad a unos 150 estudiantes y maestros. En un artículo que apareció en "The Speaking Tree" (Sunday Times of India), un profesor islámico señaló que según un versículo del Corán matar a un ser humano inocente es como aniquilar a toda la especie humana; asimismo observó que la beligerancia ha sido común en dicho país durante muchos años, pero la gente permaneció apática porque pensaba que los asesinos atacaban a otros. Pero en tales asuntos uno no puede permanecer indiferente. Según un Hadith (2), cuando Dios ordenó a sus ángeles que demolieran un pueblo en que sus habitantes estaban involucrados en actos condenables, los ángeles informaron que había una persona en el pueblo que adoraba diariamente a Dios, pero el mandato de éste era demoler el pueblo junto con ese individuo, pues "no trató de evitar que su gente hiciera actos malvados". La indiferencia significa participación indirecta, lo cual a ojos de Dios es tan mala como la implicación directa.

Una de las frases más memorables en "La Voz del Silencio" es: "La inacción en un acto de misericordia se convierte en acción de pecado mortal", y de esta forma somos responsables de nuestros actos, tanto de comisión como de omisión. Cuando nos abstenemos de una acción piadosa, se convierte en un "pecado" de omisión y aquí se nos dice una verdad muy profunda sobre lo que constituye el karma nocivo, porque según esta ley la acción moralmente incorrecta se considera una falta que traerá malos resultados. Pero también incurrimos en yerro cuando elidimos realizar un hecho moralmente correcto; así, un acto de omisión en materia moral o cuando se trata de ayudar a otro es tan punible como un acto de comisión.

Pero ¿podemos decir que cada vez que cometemos un acto de omisión incurrimos en pecado? No es cierto que la abstención siempre se convierta en un algo pecaminoso, porque incluso mientras ayudamos a otros se nos aconseja ejercer discriminación y usar la sabiduría. Blavatsky decía que se necesita ser una persona muy sabia para hacer el bien sin causar un daño incalculable. Un individuo con conocimiento sabe a quién rescatar y a quién mantener en el fango y el dolor, el mejor maestro para esa persona en particular. Por ejemplo, en un nivel simple podemos omitir extender más ayuda a una persona cuando vemos que puede convertirla en un parásito o dependiente de nosotros. Del mismo modo, podemos abstenernos de colaborar porque no tenemos la habilidad o el conocimiento necesarios, pudiendo provocar que una fractura simple se convierta en una compuesta, y a este respecto Blavatsky también aconsejó "en caso de duda, abstenerse". Entonces, un "pecado de omisión" parece referirse a casos en los que sabemos que podemos ayudar, y sin embargo por pereza, egoísmo o indiferencia descuidamos asistir a alguien, lo cual equivale a cometer un pecado. Un Maestro de Sabiduría señaló: “Quien vuelve un oído sordo al llanto de la miseria humana; quien oye a una persona inocente siendo calumniada (...) y no emprende su defensa como lo haría con la suya, ése, no es teósofo".

También en "La Voz del Silencio" se dice que "la inacción basada en el miedo egoísta puede dar frutos malos". Especialmente en India, a veces encontramos que un individuo religioso y "bueno" que busca liberarse de la cadena de nacimientos y muertes tiene miedo de ayudar a otros, porque cree que al dar o recibir ayuda de alguien crea una "esclavitud kármica" que lo obligará a nacer nuevamente, y teme que pueda actuar por deseo personal o emociones que resulten vinculantes y obstruyan "su" progreso. Entonces, aquél libro establece: "Perece condenado aquél que por temor a Mara se abstiene de ayudar al hombre, y por miedo de actuar por sí mismo". Al ser amable con otra persona siente que tal vez está siendo seducido por Mara, es decir, su naturaleza emocional o la tentación personificada a través de los vicios humanos. Para una persona así, su sentimiento de bondad parece ejercer fascinación y alejarlo del camino correcto. En los viejos tiempos y cuando prevalecía la intocabilidad, si una persona de casta superior veía a un niño harijan (casta baja) llorando a un costado del camino, se sentiría compelido a recogerlo y encontrar a su madre, pero podría considerar que esta bondad surgida en sí misma es una tentación que lo lleva a hacer algo que no está sancionado por las leyes sociales. Por lo tanto, un individuo que se niega a entablar una relación amable con los demás se compara con un peregrino que cruza un río luego de caminar por sectores cálidos, pero tiene miedo de sumergirse y meter su cuerpo en el agua por miedo a ser arrastrado. Tal persona está en peligro de morir por el calor, y del mismo modo quien sigue calculando "de qué manera no estaría yo obligado por el karma" encuentra que dicha conjetura no funciona.

Cada acto de servicio o amabilidad no es necesariamente beneficioso, y cuando se realiza sin la debida deliberación puede tener consecuencias peligrosas. El texto teosófico infantil "'Because'-For the the Children Who Ask Why" da el ejemplo de un niño llamado Chester, cuya madre no le da dinero para comprar dulces y helados. Su amigo Milton, sintiendo pena, saca dinero de su alcancía y lo regala a Chester para que éste cumpla el deseo. Como resultado, Chester cae enfermo. La hermana de Milton resiste la tentación de decirle que las madres siempre saben lo que es mejor para sus hijos, por lo que no debió otorgar los medios a Chester para adquirir golosinas. En parte ella tiene miedo de que al enrostrar a su hermano sobre no dar dinero a Chester podría estropear el placer de Milton, y en parte porque siente que éste no se abstendría incluso si se lo dijera. La tía de los niños luego señala que todos ellos fallaron en "actuar para y como el Ser". Al tratar de hacer feliz a Chester, Milton pasó por alto las consecuencias de su acción. La mujer dijo a la niña -que descuidó detener a su hermano- que si hubiera intentado hacer lo que realmente sabía era lo correcto, entonces incluso si no hubiera podido contener a Milton, su parte en el desastre se habría detenido justo ahí: "Cuando hacemos todo lo posible para evitar algo incorrecto, eso es todo lo que podemos realizar, ya que nadie realmente puede evitar que otro haga lo que desea". Siempre es el deber de quienes saben más ayudar a los que saben menos, pero demasiadas personas omiten decir o hacer lo que saben que es correcto porque temen "ofender" a los demás y también recibir desaprobación ajena. Los libros antiguos dicen que el "pecado de omisión" es el peor de todos. Cuando la gente hace algo mal de modo activo, se da cuenta de ello por los resultados que siguen, y es relativamente difícil tomar conciencia de los pecados de negligencia porque la ley de Karma trae sus resultados de manera secreta y silenciosa. Incluso en un acto de omisión, al igual que cuando se concreta un proceder, la regla kármica tendrá en cuenta el motivo de la acción, el grado de desarrollo y conocimiento de la persona y la carga de su karma pasado mientras reparte el castigo.

En general, todos tenemos un fuerte instinto de rebaño y estamos altamente condicionados para conformarnos. Preferimos seguir la corriente y tenemos miedo de nadar contra ella, pero es nuestro deber alzar la voz contra toda ley inicua y maldad social, incluso a riesgo de ser aislados, marginados y perseguidos. Aquéllos que lucharon contra perversiones sociales como la esclavitud, los matrimonios infantiles, la crueldad hacia las mujeres, etc., poseían coraje moral y desafiaban toda oposición. La clave está en formar una opinión pública y llevarla en la dirección correcta, por ejemplo, escribiendo artículos.

Cada acción malsana debe ser cortada de raíz, y si omitimos "accionar el freno", aquélla no se controla. Cuando todos los niños se burlan de un nuevo maestro, uno o dos alumnos que elijan abstenerse pueden ser de gran ayuda para construir la confianza de ese profesor. Una dueña de casa víctima de violencia doméstica debe hablar porque si descuida tomar medidas, entonces también se convierte en partícipe de esa acción nociva. Del mismo modo, los prejuicios crecen si permitimos que no se controlen. William Martin escribe: “Muchos de nuestros prejuicios son como pirámides al revés: descansan en pequeños incidentes triviales, pero se extienden hacia arriba y afuera hasta llenar nuestras mentes". Lo mismo se aplica a los rumores y chismes, y en este aspecto H.P.B. acotaba que la naturaleza humana está constituida de tal forma que cualquier aspecto bueno y dicho sobre una persona, se olvida inmediatamente y nunca se repite, pero basta con que sólo un individuo pronuncie una calumnia o invente una historia para que se acepte con facilidad, especialmente si resulta estar vinculada con algún personaje impopular ("La Clave de la Teosofía", p. 275).

Es cierto que la tolerancia es una de las mayores virtudes, pero si se trata de una pseudotolerancia puede ser perjudicial a largo plazo. Se cuenta una historia en que un niño roba un lápiz y su madre no lo reprendió porque "lo amaba demasiado". Cuando creció, el niño se convirtió en ladrón y asesino. Finalmente y al momento de llevarlo a la horca, éste se encontró con su madre y le dijo que si ella lo hubiera amonestado la primera vez que sustrajo un lápiz, tal vez no se habría convertido en criminal.

La tolerancia mal entendida bien puede considerarse como acto de omisión. Es deber del sabio discerniente culpar todo lo condenable y amonestar. La posición intrépida y audaz de la Teosofía "para decir la verdad por igual sin malicia o prejuicio" consagra este principio que surge de un profundo sentido del deber y compasión por la humanidad. Si nos encontramos con una falsedad, debemos tener coraje moral para hablar, sin vulgaridades pero con firmeza. Para quienes diluyen la Teosofía o sacrifican la verdad por miedo a "herir los sentimientos de los demás" por tener una falsa idea de "hermandad", Robert Crosbie escribió:

"Esta [hermandad] no significa la aceptación indiscriminada de todo y de todos (...) ¿No es el deber de los que saben mantener enarbolado el Estándar Inmaculado de la Verdad? Tiene que ser así, pues de lo contrario ¿cómo podría percibirla un investigador? La Teosofía debe mantenerse en alto de tal manera que confronte errores de todo tipo, incluyendo a sus doncellas de hipocresía" ("The Friendly Philosopher", p. 12).

(De la revista "The Theosophical Movement", febrero de 2019).

6 de febrero de 2022

¿Por qué sufre la gente buena?


"¿Qué es este dolor que no nos mata, que ha aprendido a seguirnos tan de cerca en la vida? Es el dolor de estar vivo, de tener que enfrentar siempre un nuevo desafío, el dolor de querer amar (y el sufrimiento de encontrarlo), de comenzar otra vez cuando no tenemos ganas, la tensión de llegar a un acuerdo con la vida que sigue cambiando ante nuestra mirada... Podemos hacer más con nuestro dolor que sólo sufrirlo. No hay que dejar que nos impida acercarnos a los demás. Nuestro sufrimiento vivirá menos a medida que nuestros corazones crezcan" 
(Eugene Kennedy). 

¿Por qué sufren las personas buenas? También podríamos preguntar: ¿por qué la gente mala parece sufrir menos o nada? Una respuesta obvia podría ser que los buenos padecen a causa de su conciencia despierta, porque es posible hacer mal y no sentir nada. Los individuos de buena voluntad son sensibles a los semejantes que los rodean, a sus gustos, aversiones y necesidades. Cuando una persona buena comete un error estando consciente de lo correcto y lo incorrecto, su conciencia no la dejará tranquila y así el estado de alguien con discernimiento despierto está bien descrito en el Dhammapada: “El malvado se lamenta aquí y también más adelante. 'He hecho mal,' se dice a sí mismo. Más grande es su tormento cuando está en el lugar del mal”. Pero un individuo completamente malvado está libre de esta forma sutil de sufrimiento y tormento -el "pinchazo de la conciencia"- ya que ha sofocado la voz interior de manera gradual.

Sin embargo, tenemos el padecimiento que se deriva de acciones incorrectas, como por ejemplo ingerir alimentos rancios que provocan malestar estomacal. Considerado bajo Ley de Karma, la pregunta es ¿por qué sufre un buen individuo a pesar de hacer el bien? Es como si sus buenas acciones le estuvieran dando malos resultados o si la ley fuese "oscurecida". Hay un lamento en la pregunta de que al parecer no existe justicia, ni misericordia, ni Dios. ¿Por qué la Divinidad todopoderosa y compasiva no interviene? ¿Puede Dios ayudar? Si es así, ¿cómo? ¿Puede asistirnos removiendo el dolor o cambiando milagrosamente las circunstancias? La respuesta es no. Si un niño se cae mientras aprende a caminar los padres lo observan con dolor, pero todavía le hacen continuar hasta que aprende a hacerlo correctamente, y de este modo tenemos una comprensión errónea con respecto a la bondad y omnipotencia divinas. Si Dios fuera amable, entonces las criaturas serían felices; si fuera omnipotente tendría el poder de hacernos prósperos; si no estamos contentos y sufrimos muestra que Dios no es amable, no es poderoso o ambos a la vez. Lo que es difícil de aceptar es que hay "un Dios que duele para sanar" pues la única ayuda que puede venir es desde la divinidad que está dentro de nosotros, y dicha asistencia puede ser en términos de una fuerza para soportar el sufrimiento o vencerlo.

Helena Blavatsky decía: "La virtud en la angustia y el vicio en el triunfo hacen a los ateos de la humanidad". Pero la ley del Karma es infalible, justa e imparcial, por cuanto es posible sufrir en esta vida como resultado de nuestra acción en alguna existencia previa; por lo tanto, un buen individuo que sufre ahora debe haber sido culpable por perturbar la armonía mediante algún acto incorrecto en una de sus vidas pretéritas. De la misma manera, la persona mala que ahora "parece estar libre de problemas" cosechará las consecuencias y padecerá en la vida posterior. Al describir el funcionamiento de la Ley de Karma, el libro "La Luz de Asia" señala: “Completamente exacto en sus medidas, su equilibrio impecable pesa; el tiempo no es nada porque mañana será juzgado o luego de muchos días".

Sin embargo, otra respuesta a la interrogante "¿por qué sufren las buenas personas?" podría ser por causa de que no son espirituales, pues como se afirma en "Luz en el Sendero":

"Recuerda, oh discípulo, que aunque sea grande el abismo entre el hombre bueno y el pecador, es mayor entre la persona buena y la que ha alcanzado el conocimiento; es inconmensurable entre el individuo bueno y el que está en el umbral de la divinidad".

Ya sea que lo entendamos o no, estamos siendo impulsados a niveles más altos y hacia la elección entre el bien y el mal. Incluso la Biblia tiene un aforismo que reza: "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". La vida nos lleva a un punto en que podemos abrir los ojos y en lugar de desviarnos podemos comenzar a evolucionar por nuestra propia cuenta. La escritora cristiana Janina Gomes narra la "parábola del acantilado" en un libro compuesto por Ralph Connor. 

Se dice que al principio no había acantilados, sino sólo una pradera amplia y abierta con pastos crecidos. Un día el Maestro de la llanura notó que no tenía flores y por eso habló a los pájaros para que trajesen semillas, y pronto la planicie floreció con rosas, sardonias y girasoles silvestres. Sin embargo, no había violetas, helechos y muchas otras especies que más le gustaban al Maestro. Los pájaros llevaron las semillas de estas plantas y las dejaron caer en la pradera, pero esas flores no se quedaron mucho tiempo y marchitaron muy pronto. Entonces el Maestro habló al relámpago que hendió la pradera en su corazón. El territorio se meció y gimió muchos días en agonía, llorando por su enorme herida. Pero ahora el río llevaba agua a través de esa hendidura, y una vez más cuando las aves esparcieron simientes sobre el acantilado que se formó todas las hermosas flores eclosionaron para permanecer por mucho tiempo sin marchitarse. “Dejados a nuestra suerte, a ninguno de nosotros le gustaría tener hendiduras y llevar heridas abiertas, pero a veces hay 'golpes de relámpago' en nuestras vidas (...) Nos duele el dolor, la enfermedad, los malentendidos y con frecuencia el rechazo", escribe Gomes. Luego, las virtudes que no pueden surgir en circunstancias de vida cómodas comienzan a desarrollarse bajo adversidades, como son los dones de gentileza, coraje, simpatía, paciencia y amor sacrificial.

Vemos así que el dolor es necesario para el crecimiento. Blavatsky lo plantea así: "¡Ay de los que viven sin sufrir! El estancamiento y la muerte es el futuro de todo lo que vegeta sin cambio. ¿Y cómo puede haber alguna transformación para mejor sin un sufrimiento proporcionado durante la etapa anterior?" (D.S., II, 475).

Para crecer como resultado del dolor necesitamos aprender de la experiencia, y se dice que los humanos son sabios no en proporción a su experiencia sino respecto a su capacidad de vivirla. Algunos de nosotros sufrimos intensamente y al final decimos "quiero olvidarme de todo como si fuera un mal sueño". Seguimos adelante con la vida como antes, esperando todo el tiempo que no nos coloquemos nuevamente en una situación similar, pero si tememos pasar una y otra vez por ese aprieto entonces eso demuestra que no hemos aprendido la lección, por cuanto es menester que vivamos una situación dolorosa similar y cuantas veces se requiera para permitirnos captar la moraleja.

No sólo aprendemos a través de la respuesta adecuada a nuestro propio dolor -que es una de aceptación en lugar de rebelarse-, sino también por comprender adecuadamente la aflicción ajena. En la medida en que estamos dispuestos a abrazar y asimilar el sufrimiento de los demás nos hallamos mejor capacitados para enfrentar nuestra propia congoja. Pero en general somos sensibles a nuestro propio dolor y no estamos tan conscientes del padecimiento en otra persona. ¿Es posible entonces que la incapacidad para encarar nuestro sufrimiento esté relacionada de alguna manera con nuestra actitud tibia cuando otros sufrían? Muy raramente existe una preocupación genuina y profunda por la pérdida de otro como si fuera nuestra. Un hombre espiritual no sólo tiene conocimiento sino también compasión; posee Mahaprajna ("gran visión espiritual") y Mahakaruna ("gran compasividad"). Una persona espiritual es la personificación del autosacrificio y ha alcanzado la extinción de los deseos, aunque un individuo "bueno" todavía debe alcanzar estas cualidades. Dice el Señor Buda:

"Me libero de la esclavitud hacia la Bienaventuranza no sólo por la disciplina de principios morales, ni por resoluciones o juramentos; o únicamente por mucho estudio y ni siquiera por el logro meditativo o en reclusión y soledad. Esto no es alcanzado por los mundanos. Oh, Bhikkhu, que no te engañe la autoconfianza mientras no hayas alcanzado la extinción del deseo".

Para adquirir una percepción espiritual debemos comenzar a comprender y lograr las tres características de la existencia condicionada. Ésta última es Dukkha o sufrimiento, teniendo así un carácter impermanente y se halla desprovista de interés personal. Vemos que los procesos de nacimiento, crecimiento y vejez hasta la muerte también incluyen pesares y que éstos incluso aparecen a partir de nuestros gustos y aversiones. No significa que no haya experiencias agradables en el mundo, sino que existe dolor oculto inclusive en vivencias placenteras. Así se dice: “Miramos antes y después, añorando lo que no es, y nuestra risa más sincera se vuelve una molestia con un poco de dolor". Una cosa determinada puede ser fuente de placer, pero puede estar vinculada a ansiedad ya que tenemos miedo de perderla. Podría ser una persona, un estatus o detentar poder, y de esta forma la situación de quien disfruta de posición o autoridad se describe en el budismo con la siguiente metáfora. Supongamos que hay un halcón que toma un trozo de carne y se va volando sosteniéndolo en el pico. Pronto, cientos de otras rapaces irán tras él; algunos picotean su cuerpo y otros los ojos tratando de quitarle la comida. De la misma manera, poseer tantos placeres en este mundo altamente competitivo es como sostener un pedazo de carne. Al mirarla, una persona puede verse feliz al estar rodeada de todas las comodidades, pero puede haber ansiedad y miedo subyacentes. Siempre existe un sufrimiento potencial unido a todo en este mundo porque algo puede ser fuente de alegría en un momento dado, pero tarde o temprano es posible que tengamos que renunciar a ello.

Esto también puede estar relacionado con la naturaleza impermanente de las cosas. Nuestro cuerpo, nuestras ideas y emociones siguen cambiando al igual que todo lo demás. Tratamos de conseguir placer de las sensaciones, pero en el libro "Luz en el Sendero" se advierte: “En la sensación no se puede encontrar un nicho permanente porque el cambio es la ley de esta existencia vibratoria. Ese hecho es el primero que debe ser aprendido por el discípulo. Es inútil hacer una pausa y llorar por una escena en un caleidoscopio que ya pasó”. Las cosas y los placeres mundanos son tan fugaces como la escena o el patrón formado en un caleidoscopio; de hecho, la ley del rédito decreciente parece gobernar el reino de los placeres. No obtenemos el mismo goce la segunda vez y aún menos la tercera, y así sucesivamente.

Existe el tipo más elevado de tribulación que muy pocos experimentamos, y ese es el sufrimiento metafísico que a menudo se describe como "descontento divino". Es la angustia que surge del sentimiento de que nada condicionado y mundano puede satisfacer el aspecto incondicionado en nosotros. Una persona espiritual no es estoica; al contrario, siente más vivamente el dolor y el placer, y sin embargo no permite que los sacuda o influya en sus decisiones. Esa persona es capaz de lograrlo al hacer que sólo una parte de la mente encarnada experimente la emoción mientras mantiene otra parte separada, y por lo tanto asume la posición de un observador (1). Cuando se experimenta el sufrimiento y extraen lecciones surge una percepción sobre la naturaleza de la vida y así uno es capaz de disfrutar sin involucrarse. Todos jugamos lo que juegan otras personas, pero sabemos que son sólo partidas. Un niño toma la recreación muy en serio, pero el adulto que juega con él no está molesto, incluso si pierde. Entonces, una persona realmente espiritual es la que no permite que lo que lo rodea lo determine o derribe. Como entendemos el sufrimiento, se puede decir que un individuo bueno sufre -o en realidad cualquier persona- porque se permite tener determinados padecimientos. Como escribió William Judge:

"Has estado en suficientes tormentas. Unos momentos de reflexión te mostrarán que creamos nuestras propias tempestades. El poder de toda y cualquier circunstancia es una calidad fija e invariable, pero a medida que cambiamos nuestra recepción de éstas nos parece que nuestras dificultades se modifican en intensidad, pero no es así en absoluto porque nosotros somos las variantes" ("Letters That Have Helped Me").

Podemos crear el cielo en la desesperación del infierno. Los Grandes Seres no tienen karma propio, pero a veces asumen el karma colectivo de la humanidad y sufren como resultado.

[(1) Comentario del traductor: respecto a la mención que se hace sobre la "actitud compasiva" y este pasaje en particular, es importante decir que muchas veces la compasión se confunde con sentimentalismo, y eso no correspondería estrictamente a una postura de "observación". Como se insinúa en el artículo "Compasión vs. corrupción social" y en algunas de las cartas por los Maestros de Sabiduría, "toda regla tiene su excepción" y en cuestiones kármicas "el motivo lo es todo"].  

(De la revista "The Theosophical Movement", abril de 2009).  

3 de febrero de 2022

Una explicación sobre las Skandhas


Pregunta: ¿Qué son las skandhas a que se alude en Teosofía? Recientemente comencé a estudiar el proceso de reencarnación en los libros de H.P. Blavatsky, pero realmente no entiendo qué significa este término. 

Respuesta: El concepto filosófico de “skandhas” se origina en el budismo, pero en algunos aspectos lo que se sostiene en Teosofía acerca del tema es bastante diferente al budismo exotérico general. 

La palabra "skandhas" significa literalmente "agregados" o "paquetes de atributos". Según la Teosofía éstas constituyen los ingredientes kármicos que componen nuestro yo personal en cada encarnación, por cuanto se relacionan sólo con la existencia finita y manifiesta y no con nuestro verdadero Ser Espiritual que es literalmente uno y el mismo en esencia e identidad con Brahman, el Absoluto. 

El Maestro K.H. define las skandhas como "elementos de la existencia limitada" y también al referirse sobre el Karma y la reencarnación escribe: 

"El 'viejo ser' es el único progenitor -padre y madre a la vez- del 'nuevo ser' . Es el primero quien concibe y forma a éste último, y realmente mucho más que cualquier padre carnal. Una vez que usted haya aprendido bien el significado de las skandhas verá lo que quiero decir. Es el grupo de skandhas lo que forma y constituye la individualidad física y mental que llamamos 'ser humano' o cualquier entidad. En la enseñanza esotérica dicho grupo consta de de cinco skandhas, a saber: 

-Rupa, las propiedades o atributos materiales; 
-Vedana, las sensaciones; 
-Sanna o ideas abstractas; 
-Sankhara, las tendencias tanto físicas como mentales, y 
-Vinnana, los poderes mentales y amplificación de la anterior, o en otras palabras, las predisposiciones mentales, físicas y morales. 

Les agregamos dos más, de las cuales podrá aprender más adelante su nombre y naturaleza". 

Como todo en este Universo es séptuple en su naturaleza, efectivamente existen siete skandhas como señala el Maestro, pero sus designaciones concretas y características nunca se revelan en las enseñanzas teosóficas. Las denominaciones ya mencionadas de estas cinco Skandhas -o Pancha Skandhas en sánscrito- se hallan escritas en pali, y por lo general sus equivalentes sánscritos se conocen como “Rupa”, “Vedana”, “Samjna”, “Samskara” y “Vijnana”. 

En consecuencia, cada ser humano en esta Tierra está compuesto por esas cinco skandhas que dan cuenta de nuestra "personalidad presente" en cada encarnación, y estos grupos de agregados o atributos vuelven a tomar forma para cada nueva vida a partir de las skandhas que hubo en la existencia anterior. 

Por supuesto, las skandhas de una vida no son literal y exactamente las mismas que sus predecesoras, pues por ejemplo abandonamos nuestro Rupa (cuerpo o forma física) al término de cada vida, nunca para emplearlo o habitarlo nuevamente, con lo cual se inicia su inevitable proceso de descomposición, pero el nuevo conjunto de skandhas en cada nueva vida se deriva de la esencia de los viejos atributos

El Maestro K.H. también escribió que "las skandhas representan no sólo un material sino también un conjunto de cualidades mentales y morales" y que incluso mientras experimentamos la vida presente "están siempre e incesantemente trabajando en la preparación del molde abstracto, o las 'privaciones' del futuro y nuevo ser". 

En el capítulo titulado "Kama Loka" del libro "El Océano de la Teosofía" escrito por William Q. Judge, se explica análogamente acerca de las skandhas que "se están creando día a día". En Teosofía se nos enseña que cada pensamiento y acción individuales que concebimos o realizamos tiene un efecto definido y potente sobre la forma y alteración gradual en la naturaleza de nuestras skandhas y esta transformación (que puede ser para bien o mal, dependiendo de la clase de nuestros pensamientos y acciones) tendrá un efecto inevitable para nosotros en la encarnación subsecuente o la actual. 

El pensamiento es más poderoso de lo que nos imaginamos, y no es de extrañar que Buda enfatizara que "con nuestros pensamientos hacemos el mundo". En otros términos, con cada una de nuestras ideas damos forma al mundo y a nuestra propia esfera de acción

En "La Clave de la Teosofía" de H.P. Blavatsky leemos que: "Ningún acto, ni siquiera un pensamiento pecaminoso quedará sin castigo; el último más severamente que el primero, ya que un pensamiento incluso tiene más potencial en la creación de malos resultados que un hecho. Creemos en una ley infalible de Retribución llamada KARMA que se sostiene en una concatenación natural de causas y sus resultados inevitables". 

Sin embargo, no se nos castiga "por motivo de" nuestras transgresiones; en realidad, somos castigados mediante ellas porque cada acción contiene en sí misma la simiente de su correspondiente reacción. Lo que sea que sembremos es lo que vamos a cosechar, y todo lo que obtenemos es lo que causamos previamente en algún momento; ésta es la Ley del Karma descrita en forma condensada. Es simplemente la ley inherente e inmutable del Universo, el camino y los medios por los cuales aquél mantiene su armonía y equilibrio asegurando que ninguna causa se ponga en movimiento sin que origine su correspondiente efecto relacionado y que regresa al causante. 

En el artículo “¿Qué ocurre cuando morimos?” se detalla lo que sucede con el alma tras la muerte física y explicamos la naturaleza perfectamente dichosa del Devachan, el “Cielo” de la propia creación del individuo, concebido involuntariamente fuera de su propia conciencia y que le proporciona la experiencia exacta de la vida futura que esperó y creyó mientras vivía en la Tierra. 

Helena Blavatsky sostuvo que cuando ocurre la transición que llamamos "muerte" en nuestra ignorancia, las skandhas de esa vida "son destruidas como el material de trabajo en la mano de la personalidad; ellas permanecen como efectos kármicos o gérmenes [semillas] que 'cuelgan' en la atmósfera del plano terrestre y listas para cobrar vida, como tantos demonios vengativos, con tal de unirse a la nueva personalidad del Ego cuando se reencarne".

En otra parte de "La Clave de la Teosofía" ella lo expresa así: "Después de permitir al Alma que escapara de los sufrimientos en la vida personal (con una compensación suficiente y cien veces mayor), el Karma con su ejército de skandhas espera en el umbral de Devachan y de donde el Ego vuelve a emerger para asumir una nueva encarnación. Es en este momento que el destino futuro del Alma ya repuesta tiembla en la balanza de Retribución, ya que ahora se somete una vez más al dominio de la ley kármica activa”.

Judge describe lo mismo cuando recuerda a los estudiantes de la Filosofía Esotérica que las skandhas "no pueden ser descartadas como si quisiéramos eliminar el Universo. Por lo tanto, se dice que permanecen hasta que el ser sale de Devachan y luego por la ley de atracción se sienten llevados de inmediato por la existencia, la cual desde dichos agregados, como germen o base, construye un nuevo conjunto de skandhas para la nueva vida". 

Ahora refresquemos nuestra memoria en términos simples con lo que representan estas cinco skandhas: 

-Nuestra forma física; 
-cualidades de percepción; 
-facultad de conciencia y su naturaleza; 
-nuestras tendencias, inclinaciones o acciones habituales, y 
-conocimiento existente y potencial para adquirir más inteligencia. 

Como puede apreciarse, las skandhas son aspectos muy relevantes y que verdaderamente son los ingredientes kármicos que constituyen nuestro yo personal en cada vida que experimentamos. La solución al misterio de por qué somos de una manera determinada se puede encontrar en las verdades intemporales del Karma y la Reencarnación, incluyendo esta antigua enseñanza sobre las skandhas. El alma (principio de Manas) que comienza una nueva vida en la Tierra prosigue con varias facetas y cualidades de la encarnación anterior, pues ya contiene un nuevo conjunto de skandhas provenientes de la esencia en los agregados previos. 

O como dijo Robert Crosbie en "Answers to Questions on The Ocean of Theosophy": “Cuando se reanuda la vida terrenal, el ser actuará naturalmente de la misma forma que en vidas anteriores". 

Para resumir, nuestra "personalidad presente" o persona en cada encarnación está compuesta por las cinco skandhas de Rupa, Vedana, Samjna, Samskara y Vijnana, y son transportadas en esencia o forma de semilla desde la encarnación anterior y se reúnen en la siguiente, luego del descanso del Ego en Devachan (no olvidemos que "Ego" y "Alma" son sinónimos en terminología teosófica). Tenemos la capacidad de alterar y transformar gradualmente nuestros atributos personales inherentes y tendencias de carácter para las vidas futuras mediante la forma en que pensamos, actuamos y vivimos, porque éstos son los ámbitos donde siempre tenemos el poder de cambiar y mejorar.

"Siembra un pensamiento, y cosechas una acción.
Siembras una acción, y cosechas una reacción.
Siembras una reacción y obtienes un hábito.
Siembra un hábito y cosechas una característica.
Siembras una característica, y creas un DESTINO".