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26 de febrero de 2022

Economía: desarrollo histórico y advertencias (6 de 6)

David Pratt
Octubre de 2019


Contenidos:

10. Evolución humana
11. Fuentes

 
10. Evolución humana

"Entender todo es perdonar todo" 
(anónimo).
 
"Los hombres tejen su propia historia, pero no la hacen a su antojo ni en circunstancias autoseleccionadas, sino en contextos ya existentes, otorgados y transmitidos desde el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas pesa una enormidad en el cerebro de las vivas" (Marx, 1852).
 
Marx era un materialista filosófico, pero si tomamos la perspectiva de la reencarnación y el karma, sus palabras adquirieron una dimensión adicional pues las "descendencias muertas" incluyen muchas encarnaciones de nosotros mismos.
 
La libertad de que disponemos está severamente limitada por nuestros talentos y personalidades individuales que reflejan en parte los esfuerzos, éxitos y fracasos previos durante una larga secuencia de vidas causalmente conectadas, y en cierto modo los empeños y actos realizados en la encarnación presente. Nuestra libertad y acciones también se ven muy afectadas por las circunstancias familiares, el entorno social y económico en que nos encontramos, aparte de las ideologías reinantes. Desde la perspectiva reencarnacionista, nos sentimos atraídos por las situaciones que brindan las pruebas y oportunidades más adecuadas para corregir nuestros defectos y desarrollar progresivamente la naturaleza interior.
 
Dentro de ciertos límites, somos libres para tratar de modificar nuestras circunstancias y las de otros. Depende de nosotros usar cualquier facultad que tengamos para vivir de la manera más altruista, honorable y útil posible, ya sea que seamos príncipes o indigentes, dueños de esclavos o siervos, señores o campesinos, propietarios o trabajadores manuales, soldados o marineros, policías o criminales, jueces o verdugos. A lo largo de vastos periodos hemos encarnado como hombres y mujeres en diferentes clases sociales, entre varias razas diferentes y en todo tipo de condiciones socioeconómicas y climáticas.
 
Nuestras acciones y pensamientos en vidas pasadas nos han convertido en lo que somos ahora y prepararon el camino para los eventos que encontramos en la existencia actual. Y esto se aplica no sólo a individuos, sino también a familias, naciones, razas, etc., y por ello el karma pasado de la humanidad "pesa una enormidad en el cerebro de los vivos".
 
Si la consideramos desde cierta óptica, nuestra historia como especie es una sucesión de hechos sangrientos. Se perdieron 40 millones de vidas en la Primera Guerra Mundial, y en el conflicto siguiente hubo entre 70 y 85 millones de muertos, incluidos más de 26 millones en la Unión Soviética, unos 20 millones en China, 7 millones de alemanes y austriacos, 5 millones de polacos y 3 millones de japoneses. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, los conflictos dirigidos por la nación estadounidense, los golpes militares y las operaciones de inteligencia han provocado más de 20 millones de muertes en unos 40 países (globalresearch.ca), y a partir de 1900 el número de decesos por guerras ha eclipsado las estadísticas obituarias por desastres naturales.

"Muertes globales al año debido a desastres naturales (por década). Los datos se otorgan como el promedio anual por decenio, esto es, 1900s a 2000s, y luego 6 años entre 2000-2015" (ourworldindata.org).
 
Si bien una gran parte de la población anhela vivir en paz, la violencia ha sido característica prominente e inerradicable en la historia humana. Las prácticas crueles han existido en todos los períodos conocidos; de hecho, cuanto mayor es el grado de desarrollo social, más acentuada es la capacidad de infligir terribles sufrimientos y miserias a un gran número de personas. A menudo se utilizan violencia y represión para adquirir o mantener una posición de riqueza/privilegio o dominio político y económico, y para suprimir a individuos, grupos, países, etc. considerados enemigos, amenazas o fuentes de recursos baratos. Inevitablemente tanto opresión como inequidad generan resistencia, que en un comienzo puede ser pacífica, pero por lo común se vuelve violenta si combate la tiranía. De este modo, se han cometido derramamientos de sangre en nombre de las principales ideologías políticas y religiosas.

"Muertes globales en conflictos desde 1400. Cada círculo representa una acción bélica (datos del Conflict Catalogue, 1400-2000). El tamaño alude al número total de víctimas (militares+civiles), y la posición del eje Y la tasa de muertes (militares+civiles). Línea roja*: tasa total de muertes para 1400-2000 (Conflict Catalogue); línea azul: ratio de muertes en combates para 1900-2016 (PRIO y UCDP), con 15 años de media móvil para ambas.

Notas: todos los promedios de muertes se calculan como cantidad de fallecidos relativa a la población mundial del periodo (muertes por 100.000). *Las cifras del Conflict Catalogue incluyen occisos civiles y militares. En muchas instancias cuenta los decesos indirectos (hambruna, enfremedad, etc.). Sin embargo, la extensión en que son comprendidas variará significativamente entre conflictos, debido a la incertidumbre en las fuentes históricas. La definición PRIO/UCDP de muertes en combates corresponde a las provocadas directamente por conflicto armado (excluye aquéllas generadas por enfermedad, hambruna y ejecuciones de prisioneros). Las cifras abarcan decesos civiles en batallas, pero no donde la población civil fue blanco intencional o específico; p.ej., se incorporan víctimas por fuego cruzado, pero no genocidios" (ourworldindata.org).
 
Desde otro ángulo, podemos decir que la abrumadora mayoría de personas no muere por violencia u otras razones artificiales, sino por "causas naturales", un término que incluye muchas enfermedades, y las principales hoy son el cáncer y las patologías cardíacas; por ejemplo, en 2013 el 92,5% de los fallecimientos en Estados Unidos se debió a motivos "naturales" (fivethirtyeight.com).
 
Así como existen conflictos sociales, económicos y políticos a escala regional, nacional e internacional, también se suscitan enfrentamientos dentro de cada individuo, o entre sus naturalezas superiores e inferiores. Los humanos son capaces de alcanzar virtudes sublimes, pero también de los actos más horrendos. Podemos dejarnos influir por ideales y valores nobles, elevados y universales como el amor, la compasión y el altruismo, pero también por intereses propios, odiosidades, prejuicios e intolerancia. No hay datos disponibles sobre la relación entre pensamientos y acciones respetuosas y desagradables; sólo podemos esperar que los primeros sean más frecuentes que la crueldad y así debemos esforzarnos por dar buenos ejemplos (ver "Changing the World", davidpratt.info).
 
El primer artículo en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) establece que "todos los individuos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; están dotados de razón y conciencia y deben actuar entre sí con un espíritu de hermandad". A lo largo de la historia y hasta el día de hoy se han venido librando luchas largas y valientes -a menudo con grandes sacrificios y sufrimientos- para poner fin a muchos tipos de opresión, abusos y discriminaciones, y conquistar una amplia gama de posibilidades básicas y derechos humanos que incluyen la libertad de expresión, asociativa, de reunión y creencias, el derecho a voto, juicios imparciales y la autodeterminación nacional, etc.
 
Siempre podemos hacer algo para cambiar o mejorarnos y ayudar a quienes nos rodean. Muchos también eligen participar en actividades y movimientos sociales, económicos y políticos más amplios, dotados de una gran diversidad; incluso hay personas inteligentes y de mentalidad ética que pueden manifestar un total desacuerdo sobre qué cambios sociales y económicos son más deseables y beneficiosos, e igualmente cuestionan la manera de lograrlos. Lo máximo que se puede esperar es que quienes forman parte de lo que consideran causas dignas -sean políticas u otras- tengan buenas intenciones y motivos desinteresados, y estén libres de creencias discriminatorias y supremacistas; pero aún así no hay garantías de que sus acciones mejorarán su entorno en lugar de empeorarlo para mucha gente.
 
Sería interesante seguir el hilo del karma entre vidas para apreciar cómo nuestras características negativas se superan gradualmente cuando nos encontramos siendo víctimas de rasgos similares en otros. Mientras que el comportamiento innoble finalmente trae desgracia, el modo correcto de vivir tarde o temprano conduce a buena fortuna. En donde los rencores, el odio y el resentimiento tienen raigambre profunda, es probable que se genere un círculo vicioso de violencia y opresión, con los mismos individuos y grupos que intercambian roles y turnándose para ejercer brutalidad unos hacia otros durante varias vidas terrenales. La única forma de terminar ese proceso es abrazar la Fraternidad Universal y aprender el arte del perdón.
 
En la práctica nadie tiene recuerdos de sus encarnaciones anteriores y eso sólo puede constituir un buen aspecto, porque la capacidad de contemplar las propias vidas pretéritas y contravenciones que aún tenemos que saldar podrían representar más un obstáculo que una ayuda en nuestra circunstancia actual. Algunos intentan recuperar evocaciones de vidas anteriores a través de hipnosis, pero se sabe muy bien que las personas en trance mesmérico muestran una fuerte tendencia a confabularse, es decir, inventar detalles involuntariamente.
 
Las remembranzas más confiables en este sentido son las recuperadas por niños y sin el uso de hipnosis. Con frecuencia los pequeños informan haber muerto a una edad temprana en su existencia previa y a menudo violentamente, por lo que se reencarnan muy rápido y aún son capaces de rememorar su identidad pasada. En muchos casos, esas retentivas pueden ser verificadas por testigos vivos que conocieron las personalidades previas de esos infantes y también mediante registros documentales. Además, sus características presentes, gustos/antipatías y en ocasiones marcas físicas de nacimiento o deformidades se encuentran directamente vinculados a eventos existenciales previos (véase "Where reincarnation and biology intersect", davidpratt.info, y "Vida después de la muerte", parte 11) (...).
 
En su artículo "Karmic Visions" (junio de 1888), H.P. Blavatsky implica que la misma alma encarnada en Clovis -gobernante de los francos, una confederación de tribus germánicas en el siglo V- regresó a la vida terrena como el emperador Federico III de Prusia en la decimonovena centuria. Blavatsky relata cómo luego de una sangrienta batalla los prisioneros de una tribu alemana derrotada son llevados ante Clovis, recientemente bautizado como cristiano, para que decida su destino. Uno de esos rehenes es una vieja vidente pagana que relata sin miedo los innumerables crímenes que cometió el rey franco para convertirse en gobernante, y predice que renacerá entre sus enemigos actuales y sufrirá la tortura que infligió a sus víctimas. Clovis, encolerizado, le arroja al suelo y asesta una lanza en su garganta, dejando la cabeza clavada en el terreno.
 
Siglos después, Clovis renace como Frederick. Su padre, Guillermo I, fue el primer emperador de una Alemania unida y más tarde el hijo desarrolló un cáncer de garganta incurable que le causó un inmenso sufrimiento. Luego de varios tratamientos fallidos, se realizó una traqueotomía, dejándolo permanentemente sin habla. Posterior a la muerte de su progenitor, Frederick se convirtió en emperador alemán y rey de Prusia e inició varias reformas liberales, pero reinó sólo 99 días antes de fallecer por su dolencia en junio de 1888.
 
En el relato dramatizado de Blavatsky vemos al nuevo gobernante acosado en sueños febriles por visiones de la miseria que produjo en su vida anterior, y también el sufrimiento que causarían las guerras futuras:
 
"Lo que ahora ve es una multitud de bayonetas que se enfrentan entre sí en una niebla de humo y sangre; miles de cadáveres destrozados que cubren el suelo, desmembrados por las armas asesinas ideadas por la ciencia y la civilización, bendecidas para el éxito por los siervos de su Dios. Ahora sueña con hombres amputados, sangrantes, heridos y moribundos, con mechones enmarañados, mojados y empapados de sangre (…) contempla y siente la tortura de los caídos por millones que mueren tras largas horas de terrible agonía mental y física, que expiran en el bosque y la llanura, en zanjas estancadas al lado del camino y en charcos de sangre bajo un cielo negro de humo".
 
"En el Alma-Ego es cada vez más firme la sensación de intenso odio por la terrible carnicería llamada guerra (...)".

 
11. Fuentes

-Ancient History Encyclopedia, www.ancient.eu.

-Cockshott, W. Paul y Cottrell, Allin (1993), Towards A New Socialism, ricardo.ecn.wfu.edu.

-Cottrell, Allin, y Cockshott, W. Paul (1993), Socialist planning after the collapse of the Soviet Union, ricardo.ecn.wfu.edu.

-Keen, Steve (2017), Can We Avoid Another Financial Crisis? Cambridge: Polity Press (Kindle).

-Kliman, Andrew (2007), Reclaiming Marx’s "Capital": A refutation of the myth of inconsistency. Lanham, MD: Lexington Books (Kindle).

-Kliman, Andrew (2012), The Failure of Capitalist Production: Underlying causes of the Great Recession. London: Pluto Press (Kindle).

-Kornai, János (1992), The Socialist System: The political economy of communism, Oxford: Clarendon Press.

-Kornai, János (2014), Dynamism, Rivalry, and the Surplus Economy: Two essays on the nature of capitalism. Oxford: Oxford University Press.

-Maito, Esteban Ezequiel (2014), "And yet it moves (down)", Weekly Worker, n° 1023, mpra.ub.uni-muenchen.de.

-Mandel, Ernest (1981), "The laws of motion of the Soviet economy", marxists.architexturez.net

-Mandel, Ernest (1986), "In defence of socialist planning", marxists.architexturez.net.

-Mandel, Ernest (1991), "The roots of the present crisis in the Soviet economy", marxists.architexturez.net.

-Meiksins Wood, Ellen (2013), The Origin of Capitalism: A longer view. London: Verso (Kindle).

-Roberts, Michael (2016), The Long Depression: How it happened, why it happened, and what happens next. Chicago, IL: Haymarket Books.

-Roberts, Michael (2018), Marx 200: A review of Marx’s economics 200 years after his birth. London: Lulu.com (Kindle).

-Smith, John (2016), Imperialism in the Twenty-First Century: Globalization, super-exploitation, and capitalism’s final crisis. New York: Monthly Review Press (Kindle).

-Suny, Ronald Grigor (2011), The Soviet Experiment: Russia, the USSR, and the successor states. New York: Oxford University Press, 2da edición.

-Varoufakis, Yanis (2013), The Global Minotaur: America, Europe and the future of the global economy. London: Zed Books, 2da edición (Kindle).

-Varoufakis, Yanis, Halevi, Joseph y Theocarakis, Nicholas J. (2011), Modern Political Economics: Making sense of the post-2008 world. London: Routledge (Kindle).

-Wikipedia, https://en.wikipedia.org.

-Williams, Sam (2015), "Che Guevara and Marx’s law of labor value", parte 3, critiqueofcrisistheory.wordpress.com.

-Woods, Alan (2016), "What is historical materialism?", www.marxist.com.

-Yaffe, Helen (2009), Che Guevara: The economics of revolution. London: Palgrave Macmillan, 2009.
 
"Tratar de realizar reformas políticas antes de haber efectuado una reforma en la naturaleza humana es como poner vino nuevo en odres viejos. Cuando en sus corazones los individuos reconozcan cuál es su deber real y verdadero hacia todos los seres humanos, desaparecerá todo abuso de poder, toda ley injusta en la política nacional basada en el egoísmo humano, social o político. Estúpido es el jardinero que trata de eliminar plantas venenosas de su maleza y cortándolas sólo en la superficie, en lugar de arrancarlas desde la raíz. Nunca se podrá alcanzar una reforma política duradera si una nación es gobernada por los mismos hombres egoístas como acontecía en el pasado
(Helena Blavatsky, "La Clave de la Teosofía", p. 231).

Economía: desarrollo histórico y advertencias (5 de 6)

David Pratt
Octubre de 2019


Contenidos (final parte 9):

-Cuba
-China
-Perspectivas futuras

 
Cuba

Tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista respaldado por Estados Unidos (1959), la revolución liderada por Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara rápidamente tomó un giro socialista, y Cuba se alió estrechamente con países de la misma línea. Desde entonces la nación caribeña se ha enfrentado a una hostilidad generalizada en gran parte del "mundo libre" como el bloqueo punitivo de EE.UU., ataques terroristas (invasión de Bahía Cochinos en 1961) y otras formas de interferencia.
 
De 1959 a 1965, Guevara se desempeñó primero como presidente del banco nacional, luego encabezó el Departamento de Industrialización y finalmente fue Ministro de Industrias, jugando un papel clave en el debate sobre la transición económica al socialismo (Yaffe, 2009; Williams, 2015). Visitó varios países socialistas y en privado fue crítico con muchos de los modos soviéticos que se adoptaron a distinto nivel en otras regiones. Como se vio anteriormente, el sistema de gestión soviético combinó propiedad estatal predominante y planificación central con dispositivos capitalistas, tales como la intención de ganancia, intereses, créditos, estímulos tangibles individuales y elementos de competencia. Guevara reconoció que la "sovietización" conduciría a una burocracia excesiva y al distanciamiento con el liderazgo popular, y que esto junto con el rol continuo de los mecanismos mercantiles podrían desembocar en una restauración del capitalismo.
 
Guevara quedó impresionado por el atraso de la gestión soviética y sus técnicas contables, y creó una alternativa cubana mediante el sistema de finanzas presupuestarias (SFP). Sostuvo que las empresas nacionalizadas debían manejarse como una gran corporación, siguiendo la modalidad en que las grandes firmas estadounidenses habían administrado sus filiales en Cuba. Esto incluiría el uso extensivo de sistemas informáticos, y bajo el SFP los consorcios estatales no tendrían sus cuentas en el banco gubernamental, y éste no les otorgaba préstamos ni cobraba intereses. En cambio, el Estado asignaba fondos y suministros a estos negocios como parte de un plan económico general; de hecho, no hubo relaciones financieras ni intercambio de productos entre empresas gubernamentales. Guevara también enfatizó la trascendencia de la educación en el cultivo de una solidaridad social y "conciencia socialista", y en la superación del individualismo egomaníaco para que los alicientes materiales pudieran ser reemplazados cada vez más por otros de tipo moral, aunque sus oponentes caracterizaban sus puntos de vista como idealistas y utópicos.
 
El "Che" dejó Cuba en 1965 para fomentar la revolución en el extranjero, y durante 1967 cayó en manos de fuerzas asistidas por la CIA en Bolivia y fue ejecutado sumariamente. El enfoque económico de Guevara nunca se ha adoptado al por mayor en Cuba, y posterior al colapso del bloque soviético el PIB cubano se desplomó en un 35%, creando enormes dificultades y conduciendo a reformas orientadas al mercado. Desde el año 2000 el péndulo ha oscilado en la dirección opuesta. La centralización financiera ha conseguido un nivel nunca visto desde el periodo del SFP, aunque el involucramiento popular en la toma de decisiones está lejos de lo que Guevara deseaba lograr.
 
El comercio entre países adelantados y subdesarrollados tiende a caracterizarse por un intercambio desigual; por ejemplo, una hora de trabajo en regiones avanzadas puede cambiarse por 10 horas laborales correspondientes a sectores en desarrollo. El único ejemplo de tráfico verdaderamente justo entre naciones industrializadas y en vías de progreso estaba representado por las relaciones de Cuba y los países del bloque soviético (Comecon). Para garantizar el intercambio igualitario en mano de obra, Cuba recibía, verbigracia, 40 centavos por cada libra de azúcar exportada a la Unión Soviética, en lugar del valor-mercado de cinco centavos. Tras el derrumbe de los países socialistas a principios de los '90, Cuba perdió rápidamente el 85% de su comercio exterior cuando los antiguos países Comecon se sometieron a la presión estadounidense para romper relaciones comerciales con Cuba, como condición para préstamos y asistencia con reformas mercantiles (Smith, 2016, cap.7).

 
China

El régimen chino describe su sistema socioeconómico como "socialismo con características chinas"; sin embargo, es una forma muy extraña de dicho esquema ideológico (Roberts, 2016). Aunque ha habido una expansión significativa de empresas privadas nacionales y extranjeras en los últimos 30 años, junto con el establecimiento de un mercado de valores y otras instituciones financieras, los medios de producción siguen perteneciendo principalmente a manos estatales. No obstante, la agricultura colectivizada se ha eliminado y las firmas o instituciones públicas controladas por el partido comunista representan la gran mayoría del empleo y la inversión. No existe flujo libre de capital foráneo dentro y fuera de China; la inversión directa del exterior representó poco más del 1% del PIB en 2016, pero aunque todavía los activos del sector público chino casi duplican a los recursos en el ámbito privado, la brecha se está reduciendo.
 
China apenas se vio afectada por la recesión de 2008, debido al programa de aportación estatal dirigido a gran escala por corporaciones homólogas y financiadas mediante bancos del gobierno; sin embargo y como resultante, la deuda china ha explotado al 250% del PIB. Además, la desaceleración mundial en el comercio ha mermado las exportaciones chinas, un motor clave del crecimiento pecuniario. La economía del gigante asiático aún se está expandiendo a un 6-7% anual, pero los salarios son muy bajos y hay desempleo masivo. Ahora esta nación constituye la segunda potencia manufacturera y exportadora de bienes más grande del mundo, y ha sacado a 620 millones de habitantes de la pobreza definida internacionalmente. A principios de los '80 el 75% de la población planetaria estaba mejor que el chino promedio; hoy esa cifra sólo llega al 31%.
 
La élite del partido comunista está decidida a preservar su gobierno autocrático y los privilegios asociados, y la democracia obrera no es considerada en el modelo chino de "socialismo". El régimen todavía tiene un gran apoyo, pero la ciudadanía está preocupada por la corrupción y la desigualdad masiva. Incluso existe un número creciente de multimillonarios, muchos de ellos asociados con el liderazgo comunista.
 
Los gobernantes chinos dan una evaluación sobria sobre la guerra comercial con Estados Unidos:
 
"En el proceso de globalización económica, las multinacionales estadounidenses han transferido cada vez más industrias a los países en desarrollo para lograr la máxima rentabilidad (...) Al mismo tiempo, una mayor cuantía de capital ha abandonado el sector económico real con márgenes de beneficio más bajos, y ha recurrido al sector financiero para participar en la especulación monetaria, lo que lleva al vaciamiento y la virtualización de la economía norteamericana (...)."
 
"El actual gobierno de Estados Unidos [Trump] espera provocar fricciones económicas y comerciales al imponer aranceles y erigir altas barreras. Requiere que las transnacionales financiadas por Estados Unidos regresen a ese país, utilizando los trucos de etiquetarlas como 'traidoras' y amenazando con aumentos de impuestos. Estas prácticas no ayudarán a lograr los frutos deseados. En lugar de darse cuenta del retorno de la industria manufacturera, socavará seriamente la cadena de valor global, afectará la asignación mundial de recursos, provocará efectos de contagio negativos y generalizados y reducirá la eficiencia del comercio en el planeta (...)."
 
"En esta era de globalización económica, el proteccionismo comercial es un veneno más que una buena receta. No hay ganadores al involucrarse en fricciones económicas y mercantiles, y dañar a otros significa también lastimarse uno mismo. Una razón importante para la depresión mundial durante el decenio de 1930 fueron las altos obstáculos arancelarios y las grandes guerras comerciales en potencias como Estados Unidos y las europeas" (qstheory.cn).

 
Perspectivas futuras

Los marxistas arguyen que el fracaso del socialismo de Estado funcionarial y su economía semiplanificada no significa la imposibilidad de un esquema eficiente y pujante dispuesto en un método central y democrático. El número de productos monitoreados por el planeamiento soviético a mediados de los '80 llegó a alrededor de 200.000, muy por debajo de los 24 millones de artículos producidos en ese momento, lo que se relacionaba con el estado primitivo de las instalaciones informáticas y telecomunicacionales soviéticas en ese momento.
 
Varios investigadores han señalado que sería factible una planeación central efectiva y detallada utilizando supercomputadoras modernas, con el tiempo laboral como unidad contable en lugar del dinero (Cottrell y Cockshott, 1993; Cockshott y Cottrell, 1993). Aducen que dicho entorno podría reaccionar con mayor rapidez a los cambios que una economía de mercado, y por tanto ser más ágil para responder a fluctuaciones en las demandas de consumidores. Los flujos de datos computarizados que acompañan automáticamente al caudal de bienes contribuirían en gran medida a garantizar la entrada correcta de información con fines organizativos (Mandel, 1986). El voto electrónico puede garantizar que el público tenga voz directa en las medidas económicas a adoptarse, en vez de que estas decisiones fuesen zanjadas por una élite política.
 
Sólo el tiempo dirá si algún país pondrá a prueba esta recomendación, aunque quizá las circunstancias económicas en deterioro primero tendrían que causar dificultades masivas y disturbios sociales. Es difícil considerar cómo la propiedad privada de los medios productivos pudiese terminar sin una guerra civil, y la agitación social violenta no conduzca a la construcción de una nueva sociedad libre y democrática.
 
En ciertos momentos, algunos países capitalistas han hecho uso efectivo de planes dirigidos por el Estado para promover su desarrollo económico, cuyos ejemplos más notables son Japón y Corea del Sur. Durante varias décadas el Ministerio de Comercio Internacional e Industria japonés proporcionó investigación y desarrollo financiados estadualmente a las industrias que ofrecieran la mejor perspectiva de crecimiento competitivo a largo plazo, y el éxito en esta política se hallaba condicionado a la disposición cooperadora de las empresas capitalistas. Como demuestran las respuestas de los gobiernos al colapso de 2008, incluso hoy los comerciantes libres no tienen objeciones a los rescates y nacionalizaciones estatales a gran escala si ello es necesario para salvaguardar el futuro del capitalismo.
 
Bajo el esquema capitalista, la anarquía de mercado contrasta marcadamente con la estructura de producción cada vez más sistematizada y consciente en las firmas privadas a medida que se expanden gradualmente en tamaño. Con el desarrollo de las corporaciones transnacionales, la planificación corporativa interior se ha vuelto internacional y muchas veces de alcance múltiple. Dentro de tales entidades los bienes intermedios se generan por encargo, en lugar de asignarse a través del mercado. Hay reformistas políticos de izquierda que sueñan con volver a una etapa más temprana cuando las empresas eran más pequeñas, los monopolios aún no habían surgido y la competencia tenía más libertades. Sin embargo, existen límites estrictos sobre lo que se puede lograr a este respecto, porque es precisamente la lógica interna de competencia capitalista lo que ha llevado a la creciente concentración y centralización del capital.
 
Desde la visión marxista, cuanto más se reúna el educto global en manos de algunas corporaciones gigantes, más fácil será la transición al socialismo. La propiedad de esas compañías simplemente tendría que transferirse de sus accionistas a la sociedad en su conjunto, y la producción podría planificarse para satisfacer mejor las necesidades sociales en lugar de la especulación privada. O al menos ésa es la teoría...

Economía: desarrollo histórico y advertencias (4 de 6)

David Pratt
Octubre de 2019


Contenido:

09. Socialismo de Estado

 
09. Socialismo de Estado

Los socialistas de la variante socialdemócrata propugnan la gestión del capitalismo en un modo que satisfaga mejor las necesidades de la gente. En cambio, los de la corriente marxista -es decir, comunistas- creen que el capitalismo debe ser derrocado y reemplazarse por una economía planificada y centralizada socialmente. Así, esta sección analiza las experiencias de los países que han intentado dicho modelo.
 
Marx y Engels reconocieron la extraordinaria aptitud del capitalismo para desplegar fuerzas productivas, al tiempo que criticaban severamente sus deficiencias e injusticias, en particular las crisis periódicas y el enorme desperdicio. Sostuvieron que el modo de rendimiento capitalista eventualmente se convertiría en un obstáculo para el desarrollo de fuerzas productivas, y que la clase trabajadora -liderada por un partido comunista- accedería al poder para nacionalizar los medios de producción y reemplazando la anarquía del mercado con una planificación económica racional, a efecto de cubrir los menesteres del pueblo. La construcción de una colectividad socialista más igualitaria y basada en el principio "de cada uno según su capacidad, a cada quien según su trabajo", es considerada como el primer paso hacia una futura humanidad comunista sin clases y con profusión de bienes, y el axioma rector sería "de cada uno según su capacidad, a cada quien de acuerdo con sus necesidades". La tecnología avanzada se considera clave para garantizar una sociedad de abundancia y la emancipación final de la especie humana.
 
Marx y Engels esperaban que ocurriera primero una revolución socialista en los países capitalistas o avanzados. Sin embargo, aquélla se produjo durante 1917 en Rusia, un país atrasado y predominantemente agrícola. El alzamiento estuvo comandado por el partido bolchevique (comunista), que a su vez tenía por líder a Vladimir Lenin, y tuvo amplio apoyo entre trabajadores y campesinos. Fue seguido por varios años de guerra civil e intervención militar extranjera, y posterior a la derrota de las fuerzas opuestas vino un período de reformas orientadas al mercado (la "nueva política económica"). La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se fundó oficialmente en 1922, y si bien comenzó constituyendo un Estado de soviets (consejos) elegidos por vía democrática, la participación activa de los trabajadores fue reemplazada poco a poco por un sistema en que la burocracia partidista tomaba decisiones en nombre del pueblo.
 
La planificación económica central comenzó en torno a 1928, y los años '30 atestiguaron un esfuerzo heroico para industrializar rápidamente el país y rediseñar la agricultura. En sólo dos décadas, la Unión Soviética alcanzó el nivel de industrialización que había tomado siglo y medio en Gran Bretaña, y se transformó en la segunda potencia fabricante del mundo. De 1928 a 1940 su producción manufacturera creció en un promedio de 17% por año y los ingresos llegaron a un 15% anual, una hazaña "incomparable en la historia" (Suny, 2011, 259), todo lo cual le permitió combatir y derrotar la maquinaria bélica nazi de 1941 a 1944. Entre un 70 a 75% de las fuerzas hitlerianas se desplegó en el frente oriental, y murieron allí 10 millones de los 13,6 millones de alemanes asesinados, heridos, desaparecidos o hechos prisioneros durante la conflagración. Los soviéticos perdieron de 26 a 27 millones de vidas (19 millones correspondientes a civiles y 7-8 millones de soldados), en comparación con los 405.000 estadounidenses y 375.000 británicos.
 
Terminada la guerra y basado en acuerdos hechos por los líderes aliados Franklin Roosevelt, Winston Churchill y Joseph Stalin, el socialismo de estilo soviético se extendió a las regiones bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) y a Europa del Este (Alemania Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumania). Yugoslavia y Albania tomaron la senda socialista por sus propios esfuerzos, y también se establecieron regímenes homólogos en Vietnam septentrional y Corea del Norte, ocupada por soviéticos. En China tuvo lugar una revolución socialista durante 1949, y a mediados de los '70 los gobiernos de orientación marxista tomaron el poder en todo Vietnam, Laos y Camboya, tras derrotar a la intervención militar estadounidense. Además, se establecieron repúblicas populares encabezadas por partidos marxistas en varios estados de Asia, África y el Caribe.
 
En el apogeo de su poder e influencia a mediados de la década '80, las naciones socialistas albergaban un tercio de la humanidad, y todas ellas eran esencialmente estados de un único partido. Un conglomerado que adoptase la ideología marxista-leninista ejercía un poder indiviso, y la oposición política generalmente era reprimida, aunque en diferentes grados en diversos países y en momentos distintos.

Los países sombreados son aquellos donde existían regímenes socialistas estatales a fines de 1987 (Kornai, 1992, 8).
 
Los comunistas sostienen que el socialismo es superior al capitalismo y a fin de cuentas traerá justicia social, bonanza y libertad a las masas trabajadoras; prevén que la naturaleza humana se transformará a medida que las personas estén cada vez más al "servicio del bien general" y construyan un colectivo basado en solidaridad y cooperación mutuas en lugar de individualismo, codicia e interés propio. Asimismo, esperaban en su convicción que las economías socialistas sobrepasaran a sus adversarias. Durante el decenio de 1960 el líder soviético Nikita Khrushchev hacía la jactancia memorable de que el socialismo "enterraría" a la tendencia opuesta, pero entre 1989-1991 el referido modelo estatal se derrumbó desde su interior en todos los países involucrados, excepto cuatro, y se restauró el capitalismo junto con un sistema de partidos múltiples. Los marxistas argumentan que esto no se debió a la insuficiencia del socialismo en sí, sino a las imperfecciones burocráticas de la variante estadual (o "capitalismo de Estado" según algunos teóricos) que existía en las naciones comprometidas.
 
Las economías socialistas estatales lograron tasas de crecimiento impresionantes en las primeras etapas (Suny, 2015, cap. 17); por ejemplo, a principios de los '50 dicha proporción de desarrollo era de 14% en Rumania, 11% por año en Albania y Polonia, 10% en Alemania Oriental, 9,5% para Checoslovaquia y 8,5% en Hungría. Durante igual periodo el producto nacional bruto (PNB) soviético se alzaba a una tasa anual del 7,1%, en comparación con el índice de crecimiento de 2,9% para Estados Unidos. A partir de 1958 dicha tasa en el caso soviético se desaceleró a 5,3% al año, permaneciendo así hasta 1964. Luego este progreso se redujo por las siguientes décadas, y en ese contexto la ulterior carrera armamentista contra Occidente ("Guerra Fría") representó una gran pérdida de recursos.
 
Bajo el socialismo clásico de variante soviética se priorizó la expansión del rendimiento industrial a costa de los servicios, el consumo, la calidad en productos y el medio ambiente. La falta de prioridad hacia los primeros significó un subdesarrollo crónico para los sistemas de transporte, distribución, almacenamiento y reparación (incluidas piezas de repuesto), creando así graves desequilibrios. El consumo real per cápita tendió a subir sustancialmente con el tiempo, pero no tanto como en algunos países capitalistas. Por ejemplo, en el período 1951-1978 creció un 3,7% anual en la Unión Soviética y 2,6% en Hungría, comparado con el 2,3% de Estados Unidos y 3,9% en Francia (Kornai, 1992, 303). Las élites gobernantes en las zonas socialistas gozaban de ciertos privilegios, pero las disparidades en salarios y el acceso a bienes fueron mucho menores que en la mayoría de naciones capitalistas.
 
Una economía de planificación centralizada puede abolir las crisis periódicas que afligen al capitalismo y también garantizar el pleno empleo o un nivel cercano a éste. Para justificar su regla, un gobierno socialista busca proporcionar educación y cuidados médicos gratuitos, y asegurar que los precios básicos de alimentos, alquileres de casas, las tarifas de transporte público y el costo de otros servicios y comodidades permanezcan bajos. Sin embargo, a menudo la calidad en servicios sociales y vivienda dejaba mucho que desear, y el sistema socialista estatal se veía plagado de escasez crónica en alimentos, bienes de consumo (teléfonos, automóviles), viviendas, etc. Esa carestía tuvo un efecto adverso sobre la moral y motivación de los trabajadores, pues la productividad laboral soviética llegaba al 50% con respecto al nivel industrial de EE.UU., y menos del 20% en agricultura (Mandel, 1991). La eficiencia de inversión también fue muy baja: por ejemplo, para que la productividad aumentara a 4-6% anual durante un largo período, las aportaciones tenían que crecer entre 8-11% al año (Kornai, 1992, 167).
 
Bajo el sistema de autogestión financiera desarrollado en la Unión Soviética y que más tarde se adoptó en otros países socialistas, si bien las empresas estatales debían cumplir con los objetivos establecidos por el plan económico central, todavía disfrutaban de gran autonomía financiera, comerciaban entre ellas, solían operar sobre una base de pérdida-ganancia y pagaban impuestos como las firmas capitalistas. Pese a ser propiedad del Estado, las compañías mantuvieron sus propias cuentas en el banco estatal y las usaban para financiar su rendimiento y expansión; además, dicha entidad otorgaba préstamos a empresas y les cobraba intereses. Los bienes básicos eran intercambiados entre corporaciones estatales, las granjas colectivas (cooperativas que cultivaban tierras operadas estadualmente) vendían sus productos en el mercado y el gobierno compraba ítemes en el comercio extranjero, lo cual significó que los mecanismos mercantiles siguieron desempeñando un rol importante.
 
Bajo el capitalismo la ineficiencia se castiga en último término con bancarrotas y despidos, pero con el socialismo soviético las empresas no iban a quiebra, sin importar cuán ineficientes fueran, y los trabajadores no podían ser desvinculados. De hecho, las economías socialistas maduras tuvieron que lidiar con la carestía en mano de obra, que se reconoció como un debilitamiento de disciplina laboral. El crecimiento económico en las primeras etapas fue impulsado por una avalancha de potencial humano desde la agricultura a la industria, y de mujeres hogareñas al empleo (a menudo por necesidad económica), pero estas fuentes finalmente se agotaron. Si bien se garantizaba el derecho al empleo, habría tenido más sentido económico negar a los trabajadores la facultad permanente de operar en cualquier empresa o fábrica.
 
Con el arbitrio del socialismo soviético, las corporaciones estatales no tenían ningún incentivo para reemplazar equipos obsoletos con otros modernos, porque durante el cierre no obtendrían ganancias, lo que implicaba una pérdida de ingresos a nivel de gerencias y en menor medida para los trabajadores, cuyos salarios eran cada vez más dependientes de las rentabilidades. Los directores y administradores de firmas estatales tendían a subestimar deliberadamente el potencial productivo y exagerar los requisitos de insumos, por lo que era más fácil cumplir con los objetivos de productividad establecidos por el plan económico central. También evitaron castigos al cumplir sus metas, pero se abstenían de exceder masivamente dichas aspiraciones ya que esto conduciría a finalidades más elevadas en el próximo plan. Hubo tendencias a exagerar los beneficios que se esperaban de los proyectos inversores propuestos, y no existían incentivos para innovar y asumir riesgos que no aseguraran el éxito. Y tampoco tenía sentido tratar de reducir los precios, mejorar la calidad o introducir nuevos productos para ganar compradores, porque la escasez significó que las ventas estaban garantizadas.
 
Los precios de los bienes eran fijados por el gobierno, pero no reflejaban oferta ni demanda, ni tampoco el tiempo de actividad requerido para su producción. Dado que los salarios se mantuvieron reducidos, se utilizaban subsidios para conservar artificialmente bajo el coste de los bienes y servicios esenciales, pero esto contribuyó a la escasez y generó colas de espera. Si los sueldos (y precios) hubieran sido más altos, esto podría haber proporcionado el incentivo para innovaciones que ahorrasen trabajo.
 
A medida que la economía soviética se desaceleró y endureció, los mercados negro y gris se expandieron para darle la flexibilidad necesaria. El comercio "informal" agregó cerca de un 20-25% al PNB oficial (Mandel, 1991), y por decenas de millones los ciudadanos soviéticos participaron en actividades que eran técnicamente ilegales, pero toleradas. Las empresas estatales a menudo comerciaban entre sí de manera más o menos antirreglamentaria para obtener materias primas adicionales, y de ese modo cumplir más fácilmente los objetivos de producción, lo que ocasionó escasez artificial y daños a la economía en su conjunto.
 
Kornai (2014, 5-10) enumera 111 innovaciones revolucionarias desde 1920, todas las cuales se originaron en países capitalistas, excepto una creada en la Unión Soviética (caucho sintético, 1932). El disquete fue ideado por un ingeniero húngaro hacia 1974, pero el gobierno no deseaba arriesgar la producción masiva y tampoco permitió que el inventor comercializara su propio producto; por consiguiente, los japoneses lo reinventaron más tarde. La Unión Soviética realizó adelantos en la esfera militar (por ejemplo, el primer misil balístico intercontinental) y también inventó el primer satélite llamado Sputnik (1957). Sin embargo, los avances en la esfera del consumidor no fueron priorizados, y cualquier progreso técnico bajo el socialismo clásico consistió principalmente en copiar las novedades introducidas en los países capitalistas, aunque a menudo tras largas demoras. 
 
A medida que la economía se volvió más compleja, la inflexibilidad y falta de respuesta desde el sistema de planificación se convirtieron en un problema evidente. Los economistas soviéticos estaban conscientes de las deficiencias, pero no pudieron o no quisieron rectificarlas. El interés propio y materialista en la capa "gerencial" burócrata bloqueó cualquier progreso importante (Mandel, 1981) y se intentaron varios tipos de reformas durante los años sesenta y setenta, pero fueron básicamente un fracaso, lo que condujo a estancamiento y apatía bajo Leonid Brezhnev (1964-1982). Polonia y Hungría lograron algunos éxitos económicos en la década '70, pero estos se financiaron en gran medida con préstamos occidentales.
 
Sin duda, el planeamiento económico de línea soviética habría necesitado una revisión completa para establecer un sistema de monitoreo, recompensas y puniciones que pudieron haber mejorado la innovación, productividad y eficiencia. Tal esquema recompensaría a las empresas que hicieran un uso particularmente efectivo del trabajo social al asignarles más faenas y medios productivos, otorgando estímulos para economizar la operación de insumos por unidad de producto y mejorar la efectividad. Sin embargo, las agencias de planificación fueron resistentes al cambio; a mediados de los '80 la mayoría de economistas soviéticos aparentemente había perdido su creencia en el potencial de una planificación eficaz, y muchos se subieron al carro del "mercado libre" representado por las administraciones Reagan y Thatcher en Estados Unidos y Gran Bretaña.
 
En la década de 1980 era difícil argumentar que el "socialismo" al estilo soviético era superior, dado que la brecha de desarrollo económico entre países capitalistas/avanzados y socialistas no logró reducirse durante decenios, y en algunos casos se había ampliado. Los esfuerzos para combinar una economía parcialmente planificada con reformas de mercado parecieron resaltar las peores características de ambos sistemas. En vista de que los medios comunicacionales modernos facilitaron la difusión de noticias sobre Occidente, muchas personas se mostraron menos propensas a aceptar las restricciones a la libertad individual o de expresión y la propaganda gubernamental deshonesta.
 
Al mismo tiempo, las élites comunistas gobernantes empezaron a perder la confianza en sí mismas y en la legitimidad de su mandato. Sus días estaban contados cuando decidieron que ya no se utilizarían represiones masivas para sofocar los elementos opositores. De los países donde un partido marxista aún detenta el poder, Cuba y Corea del Norte han conservado economías planificadas, mientras que China y Vietnam llevaron a cabo reformas mercantiles de gran alcance, comenzando en 1978 para la primera nación y durante 1987 en el segundo caso.
 
La restauración del capitalismo en la Unión Soviética y Europa del Este hacia los '90 se vivió de manera traumatizante, pues una enorme cantidad de quiebras creó el primer shock de desempleo masivo tras décadas de seguridad laboral. La inflación desenfrenada llevó a muchos a una pobreza extrema, mientras que la privatización hizo que una pequeña minoría fuera excesivamente rica. Luego del colapso de la URSS, la economía se redujo a 40% y la esperanza de vida masculina cayó de 64,2 años en 1989 a 57,6 en 1994. En Rusia, el aumento en la tasa de mortalidad posterior a la transición hacia el capitalismo resultó en un exceso de muertes cercano a los 6 millones durante un período de 10 años; de esta forma, no es sorprendente que un gran sector de la población sienta nostalgia por el pasado socialista y un fuerte rechazo por especuladores y usureros parasitarios.

Población anterior y posterior a la restauración capitalista en torno a 1990. Línea de puntos: Europa del Este; línea continua: Europa Oriental+Rusia (paulcockshott.wordpress.com).

Economía: desarrollo histórico y advertencias (3 de 6)

David Pratt
Octubre de 2019


Contenidos:

08. Evolución del capitalismo
-Globalización
-Presente y futuro


08. Evolución del capitalismo

Tras una serie de auges y caídas en el siglo XIX, la primera crisis verdaderamente internacional ocurrió en 1873, lo cual marcó el comienzo de una depresión que duró hasta 1897, la primera de tres recesiones importantes (largos períodos de crecimiento bajo el promedio) que el capitalismo ha experimentado hasta la fecha. Este evento proporcionó el impulso para el desarrollo del imperialismo moderno, caracterizado por la exportación masiva de capital a otros países (es decir, inversión extranjera), el surgimiento de compañías con fondos compartidos y el papel dominante del capital financiero. Las principales potencias dividieron el mundo en zonas de influencia, al tiempo que la ascendencia anterior de Gran Bretaña comenzó a declinar, y los antagonismos resultantes condujeron a la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
 
La recuperación económica posterior fue seguida en 1929 por un colapso del mercado de valores que desencadenó la Gran Depresión (1929-1939), reduciendo la productividad mundial a la mitad y el comercio global en dos tercios. En Estados Unidos, la riqueza nacional se desplomó un 59% entre 1929-1933 y 30 millones de personas no tenían trabajo en las principales naciones industriales, con 6 millones sólo en Alemania. Los regímenes fascistas llegaron al poder en éste último país y Japón, y su persistencia para obtener una mayor parte del botín llevó a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
 
La enorme destrucción del valor del capital causada por ambas conflagraciones mundiales y la Gran Depresión, junto con las derrotas sufridas por el movimiento obrero, allanaron el camino para el auge de la posguerra, el mayor en la historia del capitalismo. Estados Unidos surgió como la potencia planetaria dominante, y a través del Plan Marshall (1947-1951) proporcionó US$ 13 mil millones en ayuda económica a Europa Occidental con el fin de impulsar la producción manufacturera, crear demanda para las exportaciones estadounidenses y garantizar la estabilidad política; igualmente entregó una colaboración similar a los nipones devastados por la guerra.
 
Bajo el sistema Bretton Woods de posguerra, las principales potencias económicas vincularon sus monedas al dólar estadounidense, que a su vez estaba relacionado con el patrón oro. Este esquema fue robustecido por el recién formado Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, mientras que el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) estableció el marco para un mayor intercambio global y libre. En 1971 Estados Unidos abandonó el patrón oro, pero el dólar estadounidense siguió siendo la moneda de reserva dominante del mundo, respaldada por su poderío militar.
 
El auge de la posguerra vio alzas masivas en la productividad que superaron con creces los aumentos en salarios. También hubo una gran expansión del crédito tanto a nivel nacional como internacional, y una creciente intervención estatal en la economía de muchos países. Para mantener el crecimiento económico, el Estado puede intervenir de varias maneras: por ejemplo, nacionalizando las industrias menos rentables, estimulando la producción mediante financiamiento deficitario y órdenes estatales, o manteniendo la fuerza laboral con la provisión de servicios de bienestar y garantizando el empleo, pero la intervención estatal es un proceso contradictorio. El gasto del gobierno en asistencia médica, educación, servicios sociales, desempleo y beneficios de seguridad social es "improductivo", es decir, no crea nueva riqueza, y se financia en gran medida con los impuestos sobre ganancias y salarios. Para mantener sus rentabilidades, las empresas particulares se ven obligadas a invertir en cada vez más maquinaria, lo que a fin de cuentas socava aún más la tasa de ganancia.
 
La caída de rentabilidad durante los '60 preparó el camino para el final del boom de posguerra. Ocurrieron recesiones en 1974-1975 (desencadenada por un fuerte aumento de los precios del petróleo), 1980-1982 (cuya causa fue la burbuja inmobiliaria en Europa y una crisis manufacturera en las principales economías), 1990-1992 (guerra de Irak y precios del crudo) y 2001 (estallido de la burbuja en el mercado de valores dotcom o empresas de internet). El posterior "auge" impulsado por la deuda fue seguido por la Gran Recesión de 2008-2009, detonada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, la consiguiente contracción del crédito mundial y el decremento de la demanda entre los consumidores. El telón de fondo para todas estas emergencias fue la disminución de la rentabilidad del capital productivo.
 
Para compensar la merma en la tasa de ganancia de los sectores productivos, existe una propensidad a tratar de ganar dinero apostando en la bolsa de valores y haciendo inversiones especulativas en acciones y bonos. Cuando los precios de las acciones y otros bienes financieros están aumentando, todo el mundo quiere comprarlos, provocando una "burbuja", pero tarde o temprano los inversores descubren que los activos no valen lo que están pagando por ellos y la "pompa" explota. Además, la especulación financiera no es una actividad productiva sino parasitaria; el dinero obtenido es una redistribución de las ganancias reales y no representa la riqueza recién creada.
 
El auge inmobiliario de Estados Unidos en mitad de la década 2000, combinado con tasas de interés cercanas a cero, llevó a varios prestamistas a ofrecer créditos hipotecarios a personas con mal financiamiento. Cuando estalló la burbuja inmobiliaria en 2007, muchos prestatarios no pudieron realizar los pagos de sus hipotecas de alto riesgo. El colapso provocó la quiebra en docenas de bancos, enormes pérdidas en Wall Street y también para las instituciones de todo el mundo, debido al vasto comercio de valores conexos a garantías de riesgo elevado.

Activos financieros relativos a la renta personal disponible (silverdoctors.com).

"Hemos visto que las acciones, los bonos y bienes inmuebles se han sobrevalorado tanto como cualquiera de ellos individualmente en este país [EE.UU.]. El resultado final de toda esta impresión de dinero y manipulación en las tasas de interés es la peor expansión económica a partir de la Gran Depresión, y la mayor desigualdad en riqueza desde ese período" (Jesse Felder).

Desigualdad estadounidense: los ricos se hacen más ricos y los pobres agravan su condición (reuters.com).

Las políticas keynesianas tradicionales pueden haber prolongado el auge de posguerra, pero no pudieron evitar las crisis de los años '70 cuando las economías capitalistas experimentaron una creciente inflación y desempleo al mismo tiempo ("estanflación"), un fenómeno inexplicable para la economía neoclásica y particularmente la teoría keynesiana que calculó un desempate entre ambos factores. Los gobiernos de Europa, EE.UU. y Japón recurrieron cada vez más a políticas monetaristas/neoliberales con ataques a los derechos de trabajadores y al nivel de vida, recortes de impuestos corporativos, disminuciones en el gasto estatal, privatización y desregulación del mercado.
 
La proporción de ganancia era baja a principios de los '80 y nunca se recuperó de manera sostenida porque se destruyó mucho menos valor de capital que durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Para evitar que se repitiera la radicalización de los trabajadores ocurrida durante la Depresión, los formuladores de políticas utilizaron financiamiento/garantías de deuda para retrasar y reducir la destrucción de capital. Aunque estas medidas han impulsado artificialmente la rentabilidad y el crecimiento económico, lo han hecho en una manera insostenible que ha conducido reiteradamente a burbujas y crisis de deuda.
 
La desaceleración en los '90 siguió a un período de neoliberalismo, pero estos planes de acción -como las políticas keynesianas anteriores- no causaron las crisis y tampoco pudieron evitarlas. En Estados Unidos, los ingresos de los trabajadores han crecido lentamente desde los '70, pero su participación en el ingreso nacional no ha disminuido. Esto significa que, al contrario de lo sostenido por los subconsumistas, la acumulación de deuda no se basó en la caída salarial de los operarios. Algunos economistas han atribuido el último receso a una "financiarización", esto es, la ampliación del sector bursátil y un incremento de inversiones especulativas y basadas en el crédito, en una variedad de instrumentos financieros con riesgo elevado. Sin embargo, la razón por la que los inversores han inyectado más dinero en la especulación financiera es la baja rentabilidad en la esfera productiva. En Estados Unidos, la participación de las finanzas en el producto interno bruto (PIB) creció del 14 al 21% entre 1960 y 2017, mientras que la manufactura cayó de 27 al 11%, y el comercio disminuyó de 17 al 12% (globalresearch.ca).
 
En 2003 el Premio Nobel de Economía Robert Lucas declaró que el problema de prevenir las depresiones económicas "había sido resuelto". Los modelos macroeconómicos convencionales, como los altamente complejos del Equilibrio General Dinámico-Estocástico (DSGE), no pudieron predecir el colapso de 2008, la mayor crisis a partir de los años '30; de hecho y utilizando paradigmas DSGE, las entidades oficiales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico pronosticaban que 2008 "sería un año excelente". Los estándares suponen que la economía capitalista es un sistema estable que siempre vuelve al equilibrio (oferta=demanda) luego de un shock e ignoran el sector financiero, la deuda privada y la creciente desigualdad (Keen, 2017), mientras que Yanis Varoufakis (2013, cap. 5) caracteriza tales modelos como "superstición matematizada".
 
Los gobiernos respondieron al colapso de 2008 utilizando dinero de los contribuyentes para apuntalar y rescatar a las instituciones financieras clave, cuyo fracaso podía causar el derrumbe de todo el sistema bursátil. Esa medida ha aumentado el "riesgo moral", esto es, que los prestamistas y accionistas ahora tienen un "incentivo" aún mayor para participar en una toma de riesgos imprudente, pues saben que los contribuyentes finalmente pagarán la factura por las pérdidas resultantes. De este modo, al parecer existe poca o nula voluntad política para introducir regulaciones con miras a reducir tales prácticas.
 
Generalmente los bancos centrales tratan de estimular la inversión reduciendo las tasas de interés. Desde 2008 el Banco Central Europeo y las instituciones homónimas de Suiza, Dinamarca, Suecia y Japón han adoptado la política no convencional de tasas de interés negativas. Esto significa que a los organismos financieros se les cobran intereses por depositar el exceso de efectivo con ellas, con la esperanza de alentar los préstamos a empresas y consumidores. Sin embargo, los índices negativos no han tenido éxito, ya que adicionalmente reducen el margen que las corporaciones monetarias obtienen de dichos empréstitos (reuters.com). Tras la crisis de 2008, los bancos centrales también adoptaron la política poco habitual de inyectar dinero extra en la economía comprando bonos gubernamentales, corporativos e hipotecarios de bancos, pero esta política de "facilidades cuantitativas" tampoco ha logrado impulsar los préstamos, la inversión y el crecimiento.

 
Globalización

La primera ola de globalización -o el fenómeno que implica reducir las barreras comerciales y atenuar restricciones en los flujos de capital transfronterizo- comenzó en el siglo XIX y llegó a su fin al inicio de la Primera Guerra Mundial, caracterizándose principalmente por el aumento y posterior colapso del comercio intraeuropeo. La segunda oleada se produjo luego de la Segunda Guerra Mundial, donde se recuperó la compraventa dentro de Europa y la parte occidental de ésta también negoció cada vez más con Asia, América y en menor medida África y Oceanía. La expansión del intercambio fue posible en gran parte gracias a las reducciones en los costos de transacción derivados de avances tecnológicos, como el desarrollo de la aviación civil comercial. A fines de los '80 tuvieron lugar nuevos incrementos en el libre mercado mundial y flujos de capital. Para hoy, se exporta aproximadamente una cuarta parte de la producción mundial íntegra, y casi el 30% del valor de las exportaciones globales proviene de insumos extranjeros.

"Exportaciones de Europa Occidental por región de destino (% PIB). Los datos corresponden a tasas de exportaciones/PIB. Por ejemplo, la serie llamada 'Europa Occidental-Europa Occidental' alude a la suma de las exportaciones entre todos los países de esa zona, dividida por el PIB de igual región; y la serie nombrada 'Europa Occidental-Asia' representa el total de exportaciones desde la primera al continente asiático, dividido por el PIB de aquélla. Todos los cálculos corresponden a estimaciones de intercambio mercantil a partir de datos diádicos de transacciones". Fuente: Fouquin & Hugot; CEPII, 2016 (ourworldindata.org).
 
La mayoría de colonias en África, Asia y América Latina obtuvo su independencia tras la Segunda Guerra Mundial, a menudo como efecto de luchas prolongadas y sangrientas contra las potencias coloniales, pero su sometimiento económico a los países más ricos continuó y muchas de esas zonas permanecen en un severo subdesarrollo. Gracias a su inmensa mano de obra barata y a menudo no sindicalizada, la tasa de retorno de inversión en los países retrasados puede ser el doble que en las naciones industrializadas. Los índices salariales en China e India varían del 10 al 25% respecto a aquéllos de trabajadores comparables en Estados Unidos y el resto del mundo más adelantado.
 
Los siguientes dos cuadros muestran cómo los niveles/esperanza de vida han cambiado con el tiempo en diferentes partes del mundo, y por supuesto las cifras promedio ocultan grandes disparidades al interior de los países. Hoy más de 800 millones de personas -aproximadamente una de cada 10- están desnutridas y un niño muere de hambre cada 10 segundos; al mismo tiempo, 1.900 millones de individuos tiene sobrepeso u obesidad (worldhunger.org).

"Promedio del PIB per cápita en países y regiones; ajustado para cambios de precios en el tiempo (inflación) y diferencias de valores entre países, y está medido en moneda internacional (precios 2011). Nota: las series se ajustaron para diferencias de precios entre naciones, utilizando múltiples años como cotas de referencia, y de este modo son apropiadas para comparaciones a través del país sobre niveles de ingreso y en diferentes momentos". Fuente: Maddison Project Database, 2018 (ourworldindata.org).

"Expectativa de vida mundial en 1800, 1950 y 2012. Los países se ordenan a lo largo del eje X (ascendente) junto con la esperanza de vida. Se muestra la información para casi todas las naciones, pero no todos los puntos de datos se nombran con el país" (gapminder.org). En la actualidad, ningún país tiene un ratio de longevidad promedio más bajo que las naciones con el índice más alto en 1800 (ourworldindata.org).
 
A principios de los '80 estalló una crisis de deuda en el Tercer Mundo, porque los enormes aumentos de las tasas de interés hicieron que muchos países en desarrollo no pudieran pagar los préstamos que habían recibido de bancos occidentales con fines de crecimiento económico. Varios se vieron obligados a recurrir al FMI, que proporcionó asistencia financiera adicional sólo a condición de que recortaran el gasto público en salud y educación, introdujeran medidas de austeridad y vendiesen valiosos activos públicos (directivas acuíferas, telecomunicaciones, etc.) a empresas occidentales, lo que provocó un descontento social masivo.
 
Tradicionalmente, el imperialismo ha implicado la exportación de capital, que puede tomar tres formas: a) inversión extranjera directa (IED), que denota establecer o adquirir empresas en el extranjero; b) inversión de cartera, es decir, erogar en acciones y valores extranjeros, que a diferencia de la IED no otorga al inversor una participación mayoritaria en empresas foráneas, y c) préstamos. En los últimos tiempos la IED ha aumentado el doble de rápido que el comercio, mientras que la inversión de cartera escala aún más, pero la exportación de capital fue superada por la práctica en las empresas transnacionales de externalizar sus procesos de producción a países de bajos salarios (China, Bangladesh, Vietnam, México, etc.), donde hacen un uso cada vez mayor de proveedores formalmente independientes en lugar de sus propias subsidiarias (Smith, 2016). Alrededor del 80% del comercio mundial está vinculado a las redes productivas internacionales de estas corporaciones, que suelen llamarse "cadenas de valor globales" (unctad.org).
 
Para 2010 la fuerza de trabajo industrial se había reducido a 145 millones en las economías capitalistas maduras, pero aumentó a 541 millones en los países menos desarrollados. Se han perdido muchísimos empleos manufactureros en los sectores industrializados, a medida que las empresas buscan mano de obra superexplotable en las naciones más pobres. Antes de la era neoliberal, las regiones en desarrollo exportaban principalmente materias primas y productos manufacturados traídos del exterior. En 1970, apenas el 10% de las importaciones fabricadas de países ricos provenía de pueblos en desarrollo, pero hacia el cambio de milenio la cifra subió al 50%.
 
Desde principios de los '90 la proporción del ingreso interno que se destina a mano de obra ha disminuido en casi tres cuartos de los 69 países con información disponible, y a menudo este decremento es mayor en países emergentes y en desarrollo que los avanzados. En Asia y África dicho cociente disminuyó en 10 puntos porcentuales entre 2000 y 2011 (Smith, 2016). La "opinión" común es que "los trabajadores deben laborar cada vez más duro" por menos dinero, con menos derechos y un mayor riesgo de ser despedidos. Incluso en Gran Bretaña hay 2 millones de trabajadores con "contratos de cero horas", es decir, aceptan estar disponibles para operar cuando sea necesario y generalmente por un salario mínimo. A partir de los años '80 la pobreza se incrementó entre el 10% inferior de los grupos familiares en el "norte" capitalista, incluyendo Estados Unidos.
 
Existe una asimetría básica entre el capital universal y la mano de obra global: en gran medida el primero es libre de recorrer el mundo a voluntad buscando mano de obra más barata y mayores ganancias, mientras que los trabajadores enfrentan severas restricciones en su capacidad de migrar a otros países en busca de mejores empleos y sueldos. Como resultado, las diferencias salariales entre los países más pobres y más ricos se ensanchan en vez de aminorar.
 
El objetivo de la globalización es producir todo lo más barato posible, independiente de los efectos sociales; básicamente se trata de una "carrera hacia el abismo" e involucra una transferencia masiva de riqueza de las regiones más pobres a las más pudientes. Entre 1980 y 2012 los escapes netos de capital de países en desarrollo y emergentes que se canalizaron a naciones capitalistas/desarrolladas totalizaron US$ 16,3 billones, y en general por cada $ 1 de ayuda que reciben los pueblos en desarrollo, pierden $ 24 en flujos netos (gfintegrity.org).
 
Este traslado de abundancia no se refleja completamente en las estadísticas oficiales (Smith, 2016, cap. 9). Si una corporación transnacional repatria las ganancias de sus filiales en las naciones más pobres, esto aparece como tal en sus cuentas; no obstante y como sucede con más frecuencia, si la corporación compra bienes de consumo a precios muy bajos a proveedores independientes en las naciones más pobres, y luego los vende con una gran rentabilidad en el país donde tiene su sede, el margen de beneficio ("valor agregado" en jerga oficial) se incluye en el PIB de la región donde se venden, no en aquélla donde se produjeron. Pero al comercializar estos productos, en realidad las transnacionales no crean ningún valor nuevo, pues simplemente capturan una parte del precio creado por las empresas explotadoras en el extranjero.
 
A menudo los trabajadores en países de bajos salarios operan por hasta 60 ó 70 horas/semana y en condiciones inseguras por menos de US$ 2 al día. Uno de los peores desastres conocidos en un sitio de labores fue el colapso de un edificio de ocho pisos en Bangladesh durante 2013, que mató a 1.133 empleados de confección e hirió a otros 2.500. La subcontratación a los países más pobres ha expandido las ganancias entre las empresas de todo el mundo imperialista y ha ayudado a mantener el estándar de vida para sus habitantes, pero también conduce a la desindustrialización, creando desequilibrios globales que amenazan con hundir al mundo en guerras comerciales destructivas.

 
Presente y futuro

Actualmente se alzan muchas voces en todo el espectro político contra el orden mundial globalista, incluidos movimientos ideológicos que exigen medidas más nacionalistas y proteccionistas. Dado que existen "buenas razones" en el capitalismo para trasladar la manufactura de los países más ricos a pueblos en desarrollo, queda por ver hasta qué punto los gobiernos pueden contrarrestar esta tendencia y "corregir" los desequilibrios comerciales dentro de un marco capitalista.
 
La rentabilidad en las economías capitalistas avanzadas alcanzó su punto máximo a principios de la década 2000, y como los beneficios siguen siendo bajos a pesar de la gran recesión en 2008, ahora la mayoría de esas naciones está atrapada en una depresión continua de inversión, con productividad y comercio disminuidos, crecimiento débil, salarios estancados, deuda creciente y desigualdades amplificadas. En lugar de invertir en nuevas fábricas y maquinaria para mejorar la productividad, las empresas occidentales están cambiando cada vez más el rendimiento a regiones con bajos salarios. Se prevé oficialmente que el alza anual del PIB de 2014 a 2064 caerá al 2,1% a nivel mundial y a 1,9% para las naciones avanzadas.

Tasa de beneficio (%) del G20 (Roberts, 2018, 121).
 
Tanto la deuda pública como privada han aumentado en la última década. El adeudamiento global alcanzó un récord de US$ 164.000 trillones en 2016, equivalente al 225% del PIB mundial. El 63% de este monto es débito del sector privado no financiero (adeudado por hogares en hipotecas y empresas en bonos y préstamos), y el 37% corresponde al del sector público. Las economías avanzadas tienen la mayor deuda global, pero en los últimos 10 años los mercados emergentes han sido responsables de la mayor parte en este incremento.

"Deuda global en un nuevo récord (porcentaje del PIB global). Nota: el endeudamiento mundial refiere a la suma de la obligación neta en los sectores públicos y no financieros. El promedio ponderado se calculó usando el PIB nominal/año convertido a dólares estadounidenses, para una muestra desigual que comprende a 190 países". Azul: economías avanzadas; amarillo: economías emergentes; púrpura: países en desarrollo con bajos ingresos (imf.org).

"Deuda gubernamental: alzas históricas en las tasas promedio deuda/PIB (%)". Gráficos de arriba-abajo (indicadores): guerras mundiales Primera/Segunda y crisis financiera global; Segunda Guerra, crisis de deuda en los '80 y crisis asiática; iniciativas de países pobres con enormes deudas y disposición multilateral en el alivio de obligaciones. "Nota: el promedio se calcula utilizando el PIB a la paridad del poder adquisitivo. Las líneas discontinuas refieren al nivel de deuda en 2017" (imf.org).
 
Estados Unidos tiene un creciente adeudamiento de inversión neta con otras economías mundiales, situándose en el 9,8% del PIB mundial en 2018 (thenextrecession.wordpress.com), lo cual significa que está extrayendo el valor neto de otras zonas para financiar su crecimiento y deuda, pero a costa de volverse más subsidiaria al "tributo" de ciertos países (como China) en lugar del comercio y con un superávit de la balanza de pagos. Esta nación es capaz de salirse con la suya porque sigue siendo la mayor economía del mundo, con el sector financiero más grande y con el dólar como moneda de reserva mundial.
 
Sin embargo, la hegemonía estadounidense es cada vez más desafiada por naciones como China, India, Rusia, Corea del Sur y Brasil. El orden geopolítico unipolar -dominado por EE.UU.- que surgió tras el final de la Guerra Fría se está transformando en un sistema bipolar, con el surgimiento de un segundo bloque de poder representado por China y Rusia. Esto se refleja en la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que implica desarrollo de infraestructura e inversiones en Asia, Europa, África, Oriente Medio y América, destinadas a crear una vasta red comercial y que debiera completarse en 2049.
 
En Estados Unidos, los enormes recortes de gravámenes corporativos durante la administración Trump (2017) y financiados por un aumento masivo en el déficit del presupuesto federal, hicieron subir drásticamente las ganancias tras-impuestos de las mayores corporaciones estadounidenses, en particular los bancos y las empresas de supertecnología; pero en lugar de que el dinero se asigne principalmente a inversiones productivas adicionales, las compañías lo utilizan para recomprar sus propias acciones a precios elevados para subir el coste de éstas últimas y realizar pagos de dividendos adicionales a los accionistas, por cuanto desde agosto de 2019 se detecta una rápida desaceleración.

"Standard and Poor's 500: uso del dinero en compañías" (thenextrecession.wordpress.com).
 
En 2016 la tasa de ganancia en dicho país estuvo de un 6 a 10% por debajo del máximo en 2006, y de aproximadamente 25 a 30% más bajo de lo que era en la década de 1960. Esta es la principal razón de que la inversión corporativa haya sido tan débil desde 2009 y por qué las ganancias se han utilizado para fusionamiento de empresas y adquisiciones, recomprar acciones y pagar dividendos. La administración Trump considera más recortes de impuestos y presiones al banco central (la FED) para reducir las tasas de interés (incluso bajo cero) con la esperanza de que esto estimule la inversión. También se persigue una cruzada proteccionista que podría impulsar la fabricación estadounidense, pero hay temores de que una [constante] guerra comercial y tecnológica con China desencadene una nueva recesión en el mundo.
 
En Europa, las medidas de austeridad no redujeron sustancialmente deficiencias presupuestarias ni deudas, sino que perjudicaron la participación de trabajadores en la riqueza nacional, particularmente respecto a la angustiada eurozona de Grecia, Irlanda, Chipre, España y Portugal donde cayeron los salarios reales, el desempleo se disparó y cientos de miles de personas abandonaron sus países vernáculos para buscar trabajo en otro lugar. En regiones como Islandia, donde se aplicaron políticas keynesianas de estímulo fiscal y devaluación, los hogares sufrieron una pérdida de ingresos reales debido a precios más elevados, caída de la moneda y en última instancia el incremento en las tasas de interés (Roberts, 2016). Se espera que el PIB de la eurozona crezca sólo un 1,2% en 2019, y la rentabilidad en muchas economías aún no supera el máximo de 2007. Con la esperanza de retrasar la próxima recesión, el Banco Central Europeo continúa su política de tasas de interés negativas, ha lanzado una nueva ronda de flexibilización cuantitativa (impresión de dinero) y alienta a los gobiernos a ejecutar déficit presupuestario y mayores gastos.

"Promedio estimado en ganancias corporativas globales, respecto al año anterior" (thenextrecession.wordpress.com).
 
Es posible que otra recesión severa y una reducción en los estándares de vida suban la rentabilidad para aquellas compañías que salgan adelante, e inicien nuevos aumentos en inversión y crecimiento. La pregunta siempre subyacente es cómo responderán los trabajadores comunes a tal movimiento.
 
En el largo plazo, continuará el curso hacia la robotización y es factible que su efecto general sea la pérdida de trabajos calificados y no calificados. A medida que aumente la productividad, teóricamente las personas podrían laborar menos horas y disfrutar del mismo nivel de consumo. Sin embargo, los beneficios de una sociedad de autómatas probablemente sean percibidos sobre todo por la minoría que posea los medios productivos, lo que resultará en una desigualdad aún más extrema.