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12 de febrero de 2025

La idolatría y el engaño de las "estatuas vivas"


The Theosophical Movement, marzo 2015

En lo que concierne a posturas religiosas, la adoración por ídolos conlleva rendir tributo a imágenes o esculturas de dioses, santos, profetas, animales y otros símbolos. Los cristianos católicos y ortodoxos reverencian obras esculpidas, cruces, la Biblia, etc., y el protestantismo no admite esa conducta. Los hindúes homenajean varios murtis o íconos representativos de un sólo Dios o Parabrahman, y además el Siva-lingam y la piedra Saligram, en tanto emblemas abstractos. Este modo de obrar puede considerarse parte de la bhakti saguna (con atributos), donde los fieles adscriben características a la deidad y ostensibles en muchos personajes. La historia señala que en el principio nuestros antepasados veneraban dioses animales cuando se identificaron con la naturaleza, pero con el tiempo otorgaron a Dios rasgos humanos específicos al tomar conciencia de ser piezas evolutivas cumbre.

Los enemigos de la idolatría propugnan que Dios no tiene forma y es sempiterno, por lo que ninguna imagen o idea circunscribe la Esencia Divina; también los Upanishads enfatizan el carácter inconcebible e inefable de la Realidad Superma. El judaísmo prohíbe cualquier conato idólatra, usar objetos artificiales a guisa de "representación" de Dios para estimular su culto, y hacer de otro ítem un "mediador" entre Yavé y nosotros.

Al igual que los credos semíticos, las instancias reformistas hindúes centradas en el Veda como Brahmo-Samaj y Arya-Samaj (ésta última conducida por Dayanand Saraswati) fueron muy adversas a la pleitesía icónica. Una vez y con motivo del Shivaratri (vigilia nocturna de Siva), Dayanand tuvo que sentarse despierto toda la noche frente a la estatuilla del dios, tras comprobar que un ratón engulló las ofrendas y corría sobre aquél. Entonces se preguntaba: si el dios no hizo nada con una pequeña criatura, ¿cómo podría siquiera "rescatar" al mundo?

Ante la inquietud por Arjuna sobre si es mejor enaltecer lo no-manifestado o su contrario, Krishna responde que el fervor abstracto es arduo, por lo que al hallarnos en cuerpos físicos siempre tratamos de "moldear" al Supremo y verle escindido de nosotros. Asimismo, la idolatría es fundamental en el movimiento Bhakti o Camino de la Devoción. Los ritos hindúes comportan una gran iconografía en son de expresar amor al Altísmo a través de métodos simples, y debieran ser sólo "ayudas" que permitan concentrar la mente para establecer nexos con lo divino.

Durante su discurso en el Parlamento Mundial de Religiones, Vivekananda afirmó: “Los hindúes vienen asociando los conceptos de santidad, pureza, verdad, omnipresencia y otros con diversas formas tangibles (...). El hombre debe hacerse divino al instante de lograr esa completitud. Los ídolos, templos, iglesias o libros son sólo 'báculos' o 'asistentes' en su infancia espiritual, pero tiene que progresar (...) sin detenerse en ninguno de ellos. Las escrituras declaran que 'la adoración externa o material es el estadio más bajo', siguiendo la lucha por elevarse con plegarias mentales, pero la fase sublime es cuando se despierta el Dios interior (...). Para un hindú (...) todos los credos, desde el fetichismo básico hasta la cúlmine del Absoluto, reflejan las tentativas del alma por captar y asimilar lo Eterno, determinadas por condiciones de vínculo o nacimiento, y marcan una etapa de avance; toda alma es un águila joven que remonta en el cielo, juntando fuerzas hasta llegar al Sol Glorioso (...). Las cruces y medialunas son sólo emblemas o clavijas para 'colgar ideas espirituales'”.

Helena Blavatsky dijo que la Teosofía no enseña ateísmo, excepto en el sentido hindú de la palabra nastika (vocablo de negación) o rechazo de ídolos, incluyendo todo dios antropomórfico. Astika es un término sánscrito derivado de asti, que significa “es/existe” o “aquél que cree en la existencia”.

Muchos piensan que, aun si se reprueba el entusiasmo por íconos, necesitamos una seña o "algo divino" en pos de ofrecer nuestra gratitud. ¿Podemos llamar "idolatría" a ese fenómeno? El ídolo es una forma concreta de imagen, y ésta última es un "modo sutil" del primero. Lo importante no es limitar a Dios con ellos, sino emplearlos a fuer de medios para cultivar recogimiento místico. También hay que ser prudentes con nuestro concepto de Divinidad, pues si decimos “mi idea es la única exacta” caemos en el pozo lúgubre del fanatismo. Blavatsky aseveró que cuando tenemos una idea, al inicio no podemos construir una imagen mental, pero con el tiempo la formulamos con relativo ahínco. Sin embargo, no importa cuán maravillosa pueda ser, porque no indica ni engloba la realidad. Con los años, la imagen se desvanece y experimentamos "vacío", tentándonos de "resucitarla"; si no cedemos al impulso, emerge otro símil mayor y abstracto que volverá a esfumarse.

Es preciso recordar siempre que ninguna imagen denota ni expresará nunca la Verdad. Esta serie mental, cada vez más fina e incorpórea, prosigue hasta que el devoto la trasciende, y empieza a comprender el ámbito de la no-forma. La iconoclasia no es sólo destruir fetiches, sino atacar creencias "mascotas" que imponen falsedades y dogmas estrechos. "La evolución del Dios-Idea marcha pari-passu al desarrollo intelectual humano. Es muy cierto que el ideal más noble al que puede elevarse el ímpetu religioso de una época, ¡semejará una burda caricatura para la mente filosófica de un periodo posterior! Los propios filósofos tuvieron que ser iniciados en misterios perceptivos, antes de captar la idea correcta de los Antiguos acerca de este asunto metafísico” (Doctrina Secreta, vol. 1, p. 326).

Sin embargo, un ícono puede constituir el "trampolín" hacia lo egregio. La técnica budista Samatha incluye tres niveles: concentración en un objeto material, meditar sobre una contraparte sutil del mismo, y absorberse en ella. Por ejemplo, podemos centrarnos en una imagen de Buda, simplemente mirándola; después le visualizamos con los ojos cerrados, del modo más claro posible, y se concluye reteniendo dicha imagen hasta que nos volvemos uno con ella. Algunos sugieren que tras meditar en divinidades masculinas/femeninas, debe disolverse el retrato psíquico pues otro individuo puede estar concentrándose en igual tema y atraer el "cuadro" que uno concibe, viéndose repercutido por las impresiones anexas. Blavatsky menciona que al exterior de cada templo indio hay un lago, arroyo o depósito de agua bendita, en que los sacerdotes sumergen las estatuas de dioses e ídolos, para quitarles la energía mental o "pecaminosa" de sus acólitos.

El Viswarupa Darshan que experimentó Arjuna se considera “la visión de la Forma Divina que abarca otras”, donde el protagonista ve que todo lo manifiesto se contiene dentro del Absoluto. Para demostrar que el barro es primario a toda vasija, no sólo necesitamos corroborar que estos adminículos se fabrican con greda, sino también que el material circunscribe potencialmente todos los receptáculos de cualquier aspecto y volumen. El ejemplo de Arjuna equivale a un estrato más alto, porque se le concedió el "ojo divino" al tener la agudeza espiritual de contemplar el “cuerpo perceptible” de Krishna, que a su vez representa la Materia Primordial en sus niveles tenues; así, las diversas hechuras en el Universo emergen de una y la misma Sustancia Prístina.

En el caso de personajes como Mirabai y Ramakrishna Paramhansa, hay un fervor tan intenso que, según dicen, los ídolos "respondían" a ellos. A veces conocemos hechos inauditos de figuras sacras que "lloran", "sangran", "mueven labios", etc. -verbigracia, la Virgen María-, y no son "milagros" ni "fraudes". Blavatsky escribió en "Animated Statues" que la palabra "fetiche" proviene del portugués feitico que denota “encantamiento" o "hechizo". Todo símbolo, imagen o lápida "maravillosos" de santos, vírgenes y Cristos, en las iglesias católica-romana y griega, tienen esa índole ya que por intervalos son “receptáculos o moradas” de "Dios" o un “ángel" cuando se obra el "portento", haciendo que caminen, hablen o incluso formulen vaticinios. En la Antigüedad se pensó que exhibían dones proféticos y comunicaban a sus dueños “todo lo que era práctico y salutífero”.

Desde tiempos remotos existe una ciencia oculta y horrenda llamada theopoeia, que consiste en otorgar vida provisional a íconos inmóviles: "Los bloques y estatuas de materia inerte se animan bajo la voluntad potencial de hierofantes (...). Si se deja actuar solo, el principio vital seguirá ciegamente las leyes de la naturaleza (...) se vuelve dócil en manos del adepto (...) y crea prodigios físicos y psicológicos, notorios entre los hipnotizadores. Infundidos en materia inorgánica (...) forjan una ilusión de 'vida' o 'movimiento'. Si le falta una inteligencia individual o personalidad, el mago debe enviar su scin-lecca o espíritu astral para animarla, o bien actuar con poderes sobre los espíritus naturales, obligando a uno de ellos que impregne su entidad en el mármol, la madera o el metal, e incluso recibir ayuda de almas humanas" (Isis Develada, vol. 1, p. 616).

De acuerdo con el historiador Tito Livio y luego que la ciudad de Veyes fuera sometida, cierto militar romano pidió a un monumento de Juno que cambiara su domicilio a Roma; ella "asintió" trasladando su gran peso y los siguió por cuenta propia (Isis, vol. 1, p. 614). Blavatsky menciona que otros episodios análogos se repitieron durante el siglo XIX [y hasta hoy], al tenor de crónicas respecto a la Virgen de Lourdes que huyó de una parroquia hasta arboledas cercanas y fue traída de vuelta. Por lo general, a dichos actos les secundan "milagros", curaciones, profecías, cartas que precipitan desde lo alto, etc.

1 de febrero de 2022

La magia negra y su lavado de imagen

“Ni la magia blanca ni la magia negra son como las entiende la superstición popular”
(H.P. Blavatsky, “¿Qué es la Teosofía?”)


Para la mayoría de nosotros, el término “magia negra” evoca inmediatamente imágenes de brujas o cultos demoníacos, o de ciertos individuos realizando conjuros o rituales de toda clase con tal de dañar o controlar a otros. Es cierto que este tipo de procedimientos constituye magia negra, pero hay muchos otros de los que, aún siendo tal, no estamos realmente conscientes de su naturaleza.

De hecho, miles de personas decentes o bienintencionadas en el mundo son en realidad magos negros sin darse cuenta de ello. Muchas enseñanzas espirituales populares y prácticas corrientes pertenecen completamente al ámbito de la magia negra. Pero ¿qué queremos decir con esto?

La definición de lo que constituye realmente la magia negra es: el uso y aplicación determinados de la fuerza espiritual con un propósito egoísta o material. En contraposición, la magia blanca es simplemente el uso y aplicación determinados de la fuerza espiritual únicamente para bendecir o beneficiar a otros.

Esta definición y postura sobre la magia negra no es única de la Teosofía, sino que es tal y como se ha explicado y considerado a lo largo de los siglos. Cualquier aspirante espiritual que fuese sorprendido intentando usar poderes mentales o espirituales para atraer riqueza, posesiones o cumplir metas de realización personal, era expulsado sin contemplación del templo, monasterio, ashram o la comunidad espiritual que fuese.

Siempre se ha supuesto que el verdadero progreso en la vida espiritual, el camino del desarrollo interior y del alma dependen de la caridad, el altruismo, la humildad y la dedicación de vida sólamente para beneficio de la humanidad, sin mencionar las normas éticas más nobles y la pureza conductual. Todo esto lo encontramos expuesto claramente en las enseñanas de Buda, Krishna, Jesús, Hermes, Shankaracharya, Tsong Kha-pa, Lao-Tsé, H.P. Blavatsky y otros Maestros Espirituales o Reformadores mundiales que han aparecido en todas las épocas.

Durante siglos, las enseñanzas y prácticas tales como la “ley de atracción” y “manifestación deseosa” se mantuvieron en secreto con un manto de oscuridad y recato. Finalmente y como la humanidad ya había alcanzado la cúspide del egoísmo y la obsesión con las ganancias materiales, dichas enseñanzas comenzaron a tener aceptación pública y popularidad, comenzando en el siglo XIX, y expandiéndose con gran rapidez y entusiasmo a medida que avanzaba el siglo siguiente.

Debido a que el egoísmo y el deseo de poder y posesiones son aspectos muy arraigados en la psique occidental, a la gran mayoría de la gente con inclinaciones espirituales no le parece que puede haber algo malo o cuestionable en intentar “atraer una gran casa”, “una pareja hermosa” o “ser millonario” mediante la visualización, la afirmación, el “pensamiento de prosperidad”, los “paneles de sueños” y demases. Y sí, hay algo malo y dudoso sobre eso, porque representan la verdadera definición de lo que es la magia negra.

Básicamente, no hay nada malo en una persona que aspira a grandes cosas en la vida, pero cuando intenta aplicar definitivamente las fuerzas mentales o espirituales con tal de obtener o adquirir las cosas ya mencionadas, entonces deviene mago negro.

No estamos acusando a Rhonda Byrne o a sus colaboradores en el libro “El Seceto” (Bob Proctor, Catherine Ponder, Charles Fillmore, Wallace Wattles, Ernest Holmes, Joseph Murphy, “Abraham-Hicks”) o al ismo del “Nuevo Pensamiento” y otros de ser personas o grupos siniestros o malos deliberadamente. Lo que decimos y basándonos en la autoridad tradicional de la Sabiduría Antigua es que las enseñanzas y prácticas que promueven no son sino magia negra, a pesar de cuánto traten de encubrirla con tal de que parezca algo inocuo o inocente.

Incluso el más leve atisbo o aspecto de autorealización o deseo personal, se manifiesta en algún tipo de ejercicio espiritual concerniente a la magia blanca o negra. Un antiguo proverbio tibetano citado por Helena Blavatsky dice que la línea que separa el camino de la mano derecha (magia blanca) del de la mano izquierda (magia negra) es “tan delgada como el hilo de una telaraña”.

Como vemos, todo el asunto reside en la importancia de que el individuo haya alcanzado un estadio de total y absoluto inegoísmo y ausencia de deseo*, para el fin exclusivo de ayudar y servir a la humanidad. Y después de todo, ¡de eso se trata llevar una vida espiritual!

*Entiéndase por “ausencia de deseo” la consciencia plena que debemos desarrollar para que nuestros deseos naturales no se conviertan en obsesiones o malas conductas. En este sentido, el DISCERNIMIENTO es clave para determinar si nuestros anhelos son necesarios, egoístas o altruistas. De aquí que la expresión “ausencia del deseo” implique tácitamente el eventual descarte del mismo antes de actuar (N.del T.).

“Todo sufrimiento es causado por el deseo. Todo deseo se origina en la ignorancia. La muerte y sacrificio del deseo es la meta de todo esfuerzo espiritual”**. Éste es el mensaje de vital importancia perfectamente resumido por el Señor Buda en sus enseñanzas y filosofía, y anteriormente también por Krishna.

**Ver nota anterior.

Existe otro camino en el que está transitando mucha gente en la actualidad y de manera inconsciente, hacia el abismo de la magia negra, y ése es el ámbito de las prácticas sexuales tántricas.

Desde que ha sido astutamente “blanqueado” por sus principales exponentes (como otras formas de hechicería), muchos occidentales ingenuos se han hecho la idea de que el tantra sexual es una parte integral de las religiones orientales, como el hinduismo. Se sorprenderían de saber que esa práctica es vista con desaprobación e incluso repulsión por la gran mayoría de hindúes, y que en ningún caso es representativa de esa noble religión.

El neoerista promedio que dice tener interés en el tantra, sin duda reaccionaría con horror si supiera lo que es realmente. La evidente condena del hinduismo como conjunto hacia el tantrismo está probada en el hecho de que no se encuentra señalado en los seis darshanas o las seis ramas de la filosofía hindú.

Helena Blavatsky meramente se hizo eco de los grandes Maestros Espirituales de todos los tiempos cuando enseñó que el tan llamado “uso espiritual” del cuerpo físico (o mejor dicho, el uso del cuerpo físico como instrumento para propósitos metafísicos) pertenece únicamente al área de la magia negra. La utilización del cuerpo material es considerada – y con justa razón- totalmente irrelevante por los magos blancos o los Adeptos del camino de la mano derecha, pues sabemos que el cuerpo físico no es nada más que una cobertura externa.

El verdadero esoterismo oriental sostiene que todos los contenidos del sistema reproductivo tienen una conexión espiritual directa con sus antetipos cósmicos, siendo de esta forma objetivos poderosos para la magia negra en el plano físico, y dichas metas, por ende, son consideradas impuras.

No hay nada malo con dos personas que busquen unión sexual (aunque la Teosofía sugiere que el único propósito del sexo es la procreación y no para búsquedas sensuales o egoístas, lo cual produjo la caída y destrucción de la Atlántida y sus habitantes mediante la degradación del acto sexual y con ello el surgimiento del “placer solitario”), pero cuando se realiza con el objetivo de utilizar las fuerzas o fluidos sexuales para fines “espirituales”, deviene magia negra con todas sus letras. Este tipo de práctica, según Blavatsky, “es el más terrible de los pecados kármicos”. Cualquier tipo de “magia sexual” se convierte automáticamente en hechicería.

Ahora bien, el lector que ha llegado hasta esta parte del artículo puede haberse formado la opinión de que los teósofos tienen por pasatiempo espiritual ser “aguafiestas”. Sin embargo, este no es el caso pues el artículo se ha escrito con una preocupación genuina y sincera por la humanidad. Mientras las raíces del deseo, la ambición personal, el egoísmo y la sensualidad sigan su loca carrera, sería muy poco realista esperar que mucha gente preste atención o considere los aspectos que se han expuesto aquí. No obstante, si incluso una sóla alma se salva de ser presa de la magia negra luego de la lectura, estaremos satisfechos de que nuestros esfuerzos no han sido en vano.


APÉNDICE
(de la revista “Theosophical Movement”, junio 2009, sección “Questions and Answers”)
 
Pregunta: ¿Qué es la “magia negra inconsciente”?
Respuesta: Helena Blavatsky define la magia negra como el abuso o mala utilización de los poderes psíquicos o de cualquier “secreto de la naturaleza”, es decir, emplearlos para propósitos egoístas o malignos. Podríamos llamar “mago negro” a un hipnotizador que pone en trance a un sujeto, interfiere con su libre albedrío y utiliza el poder de la “sugestión” para lograr que esa persona robe o cometa crímenes de toda clase. Con respecto a la mala utilización de los “secretos de la naturaleza”, Blavatsky da el ejemplo de las “inyecciones animales” preparadas por el doctor Brown-Sequard, quien fue un fisiólogo y neurólogo francés pionero en endocrinología y neurofisiología. Se dice que éste se “rejuveneció” por inyecciones subcutáneas de un fluido preparado a partir de testículos de perros y cobayas recién sacrificados. Comparando el “sistema de rejuvenecimiento” de Brown-Sequard con los males del hipnotismo (U.L.T. Pamphlet No. 19), Blavatsky señala que en el último caso la “sugestión” una vez implantada no se borra completamente, y de aquí que, como una semilla, dicha incidencia criminal puede permanecer dormida en la mente del sujeto a veces por años, para despertarse repentinamente por alguna circunstancia imprevista que fuerce a ese individuo a cometer un delito. 

Blavatsky comenta que esto es tan malo en el plano moral como es -en el ámbito físico- la introducción artificial de materia animal en la sangre humana (por el doctor Brown-Sequard), lo cual ella describe como magia negra inconsciente. En nuestros tiempos, bien puede ser catalogado como tal el uso de medicinas como el Viagra que otorgan un “vigor juvenil” para el goce sexual.

En su artículo “Occultism versus the Occult Arts”, Blavatsky también clasifica la vivisección como magia negra. Otorgando otra definición sobre esta práctica, sostiene que la hechicería es cualquier tipo de influencia maligna ejercida sobre otro que hace que éste sufra en consecuencia. En el artículo “Have Animals Souls?”, Blavatsky escribe que la vivisección es la “especialidad de los mataderos científicos” donde el animal es torturado por días, semanas e incluso meses, y que ese suplicio se aplica a los tejidos y músculos de la misma víctima una y otra vez hasta que la abandonan el aliento de vida y la sensibilidad.

Siempre existe un peligro de ejercer magia negra inconsciente mediante nuestros pensamientos. En “Dialogues Between the Two Editors”, Blavatsky señala que muchas de nuestras cogitaciones “no nacen para morir”, sino que existen emanaciones mentales silenciosas y potenciales. La autora cita el caso extremo de una persona que desea intensamente la muerte de otra. Si el emisor es un dugpa o adepto del “sendero izquierdo”, entonces la víctima morirá, pero si no es dugpa entonces tal pensamiento o deseo regresa a ella y puede causar su propia muerte. Es como arrojar una pelota que si no penetra el objeto rebotará causando daño a quien la lanzó.

Se podría preguntar “¿y qué hay si una persona no es dugpa, pero tiene voluntad fuerte?” La respuesta es que la “voluntad fuerte” por sí sola no es suficiente. Éste puede ser un individuo con capacidad para el mal de ojo, es decir, que posee un enorme poder de imaginación que opera involuntariamente y es usado inconscientemente para malos propósitos. Tal persona, sin darse cuenta, crea una corriente que tiene potencialidad para crear infortunios o accidentes, por lo que todo particular que entra en contacto con esa influencia recibe daños. Blavatsky continúa diciendo que un individuo que practica el “mal de ojo” no necesita una imaginación poderosa o intención maligna, y puede producir esa corriente destructiva incluso si está naturalmente atraída por contemplar hechos sensacionalistas como asesinatos, ejecuciones, accidentes, etc., o incluso leer sobre ellos. Tan pronto como esa persona piensa en el daño que se avecina sobre alguien, esta corriente causará daño.

Puesto que no tenemos un estándar comparativo para diferenciar entre un pensamiento inefectivo y otro silencioso aunque potencial, debemos ejercer una vigilancia constante y tampoco debemos arrojar un mal de ojo sobre otro deseándole daño, sin importar cuál sea la situación. Tenemos que recordar que como una persona avanza en el camino espiritual, sus pensamientos adquieren gran poder y en realidad podrían causar perjuicio colateral. Incluso aquéllos que se esfuerzan por llevar una vida moralmente pura no deben caer en la complacencia, porque a veces las causas triviales podrían producir un desastre, como el primer paso en una montaña resbaladiza puede enviarnos precipitadamente a los brazos de la muerte. El Señor Buda dice: “No pienses livianamente del mal, ni digas 'esto no me va a pasar'. Incluso un pote de agua se llena por la caída constante de gotas, y así un tonto puede llenarse de maldad si la acumula poco a poco” (Dhammapada, verso 121).

Cuando alguien intenta producir influencia psicológica personal e indebida en una persona, se convierte en magia negra inconsciente. Por el sólo hecho de estar vivos influenciamos a otros a nuestro alrededor, para bien o para mal. Sin embargo, enorme sería el karma de alguien que deliberadamente y con premeditación influencia a cientos o miles de personas, desorientándolas con una ideología equivocada.

Blavatsky menciona la “oración de la voluntad” en donde la actitud interna es “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” y no existe elemento personal o egoísta. Parece ser que en tal plegaria la mente se libera por un breve tiempo y se convierte en una con lo divino, y es así como pueden estar disponibles las potencialidades y poderes de la naturaleza espiritual, traduciendo nuestros pensamientos y deseos en acciones. Pero si no hay pureza, entonces únicamente enviamos ondas de deseos personales hacia nuestra parte divina, lo cual puede desencadenar resultados desastrosos. Helena Blavatsky escribió que cuando un individuo declara “hágase tu voluntad y no la mía” y aún así envía ondas de determinación para propósitos egoístas y perversos, deviene magia negra, abominación y hechicería espiritual.