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8 de febrero de 2022

¿Qué dice la Teosofía sobre la vida extraterrestre?


Se nos ha preguntado con frecuencia qué señalan la Teosofía y Helena Blavatsky, su mayor exponente moderno, con respecto a la existencia de los llamados "alienígenas" o vida extraterrestre.

En la tercera sección principal titulada "Ciencia y Doctrina Secreta contrastadas" del volumen 2 de su ya conocida obra homónima, H.P.B. hace varias referencias a este asunto, comenzando por sostener (páginas 698-699): "La ciencia sabe tan poco sobre los orígenes de la Raza-Raíz Aria como de los seres de otros planetas. Con excepción de Flammarion y algunos místicos entre los astrónomos, incluso se niega la habitabilidad de otros orbes en su mayoría. Sin embargo, estos grandes astrónomos-adeptos eran los científicos de las primeras razas de la reserva aria, que parecen haber sabido mucho más acerca de las razas de Marte y Venus que lo conocido por el antropólogo moderno sobre las primeras etapas de la Tierra".

El significado de la Raza-Raíz Aria se explica en los artículos “Atlántida y Lemuria" y “Evolución humana en 'La Doctrina Secreta'". La propia Blavatsky, aunque usa este término por conveniencia y para comprensión constante de sus lectores y estudiantes, admitió que es inexacto aplicar el término "ario" en general a la totalidad de nuestra Quinta Raza-Raíz, ya que Aryavarta (antigua India) fue el hogar de la primera sub-raza de la Quinta Raza-Raíz, pero no de la quinta y última sub-razas, que corresponden a la población blanca europea y actualmente prevalente en el Viejo Mundo, Estados Unidos, Australasia, etc.

Pero lo que Blavatsky establece específicamente aquí -como también los Maestros K.H. y M., quienes por sus propias declaraciones escritas en certificados con su firma escribieron y produjeron "La Doctrina Secreta" con ella (véase “¿Quién escribió 'La Doctrina Secreta?”)- es que hay "hombres de otros planetas" e incluso "razas de Marte y Venus", cuya existencia y detalles fueron conocidos por algunos de los primeros astrónomos iniciados de la India y Oriente.

En un capítulo titulado "Sobre las Cadenas Planetarias y su pluralidad" encontramos esto:

“¿Sabían los antiguos sobre mundos además del propio? ¿Cuáles son los datos de los ocultistas al afirmar que cada globo es una cadena septenaria de mundos -de la cual sólo una esfera es visible- y que éstos son, fueron o serán 'portadores de hombres' como son todas las estrellas visibles o planetas? ¿Qué quieren decir con 'una influencia moral y física' de los mundos siderales en nuestros globos?

Tales son las preguntas que se nos hacen a menudo y deben ser consideradas desde todos los aspectos. Para la primera de ellas, la respuesta es que sí lo creemos porque la primera ley en la naturaleza es 'uniformidad en la diversidad', y la segunda es la analogía: 'como es arriba, es abajo'. Se ha ido para siempre el tiempo en que nuestros antepasados piadosos creían que nuestra Tierra estaba en el centro del Universo, aunque la Iglesia y sus siervos arrogantes podían insistir en que deberíamos considerar como blasfemia la suposición de que cualquier otro planeta podría estar habitado".

La Teosofía enseña que los globos, planetas, estrellas, etc. de nuestro Sistema Solar y más allá existen con el propósito de ser habitados y por ende con objetos de evolución.

La referencia en esta cita particular a "una cadena septenaria de mundos" es simplemente un recordatorio de la enseñanza fundamental de que cada planeta conocido como Tierra, Marte, Mercurio, Venus, Saturno, Júpiter, etc., es de hecho un sistema séptuple que consta de siete globos, de los cuales sólo uno está en el nivel físico en cada caso; es decir, cada globo material tiene seis esferas no físicas que existen en conexión estrecha e inseparable a su lado con el objeto de una evolución continua.

Los seres de cada planeta, ya sean terrestres, marcianos, venusinos u otros, pasan juntos de globo en globo y en su propia cadena planetaria durante un proceso extremadamente lento y gradual, pero también definido y cíclico de desarrollo interno durante miles de millones de años, pasando siete veces por cada uno de esos siete globos antes que se complete el proceso actual.

Dado que en nuestro caso la evolución sigue activa en la esfera tangible de nuestra Cadena Terrestre, la visión y las percepciones de la humanidad se limitan únicamente al nivel material del ser, y debido a varias razones la evolución avanza a diferentes velocidades en distintos planetas de nuestro sistema. En "La Doctrina Secreta" se declara específicamente que existe “vida en Marte”, pero que en la actualidad se está llevando a cabo en uno de los globos no físicos de la cadena marciana, mientras que el orbe físicamente visible ahora se encuentra en un estado de “oscurecimiento”, conocido en sánscrito como Pralaya o básicamente una parálisis temporal y carencia de vida, hasta que la “ola vital evolutiva” de Marte pase una vez más al nivel físico.

Al mismo tiempo, se nos dice que la vida acaba de comenzar nuevamente en el planeta físico Mercurio luego de largas eras y eones en que la evolución de esa cadena tuviera lugar en sus otros seis globos.

El conocimiento respecto de este tema por Adeptos Iniciados y Maestros de Sabiduría no están restringidos, aunque la percepción y sapiencia humanos de otros astros y la vida en ellos son reducidos y se limitan a lo que apreciamos sólo en un grado físico y a lo que nos dicen los descubrimientos científicos, cuyo valor es muy limitado debido a su enfoque grotescamente materialista de todo.

"Los grandes adeptos (iniciados, por supuesto), los videntes entrenados (...) pueden afirmar que conocen bien la naturaleza y apariencia de los planetas y sus habitantes que pertenecen a nuestro Sistema Solar (…) Saben que casi todos los mundos están habitados, pero pueden tener acceso incluso en espíritu sólo a los de nuestro sistema, y también están conscientes de lo difícil que es, inclusive para ellos, ponerse en plena relación incluso con los planos de conciencia al interior de nuestra estructura planetaria, pero que se diferencian de los estados conscientes posibles en este globo, es decir, en los tres planos de la cadena de esferas más allá de nuestra Tierra. Tal conocimiento e intercambio son posibles para ellos porque han aprendido a penetrar en niveles de consciencia que están velados a la percepción humana común, pero si comunicaran su conocimiento, el mundo no sería más sabio ya que no cuenta con la experiencia de otras formas de percepción que sólo podrían permitirles comprender lo que se les enseñó”.

Tras esta explicación, H.P.B. agrega: "Aún existe el hecho de que la mayoría de los planetas están habitados, como las estrellas más allá de nuestro sistema, un hecho que ha sido admitido por los propios hombres de ciencia".

Los "hombres de ciencia" que declararon esto incluían luminarias como Laplace, Herschell y el célebre astrónomo y teósofo francés Camille Flammarion. El punto final que abordaremos en este artículo es el que planteó éste último en su obra “Sur la Pluralité des Mondes Habités” donde escribe:

“Para los autores que han escrito sobre este tema, al parecer la Tierra era el tipo del Universo y el hombre terrestre la clase de los habitantes celestiales. Por el contrario, es mucho más probable -dado que la naturaleza de otros planetas es esencialmente variada y el entorno y las condiciones de existencia son básicamente diferentes- que mientras las fuerzas que presiden la creación de seres y las sustancias que entran en su constitución mutua son distintas en esencia, se infiere que nuestro modo de existencia no puede considerarse de ninguna manera aplicable a otros globos. Quienes han escrito sobre este particular se han dejado dominar por las ideas mundanas, y por lo tanto han cometido errores” [negrita añadida].

En este sentido, Madame Blavatsky concluye que “parece perfectamente inútil abordar cuestiones detalladas de fisiología u otras características de estos hipotéticos habitantes, ya que después de todo el lector sólo puede llegar a una extensión imaginaria de su entorno familiar (…) Las humanidades de otros mundos difieren de nosotros tanto en su organización interna como en su tipo físico externo".

A menudo los humanos tenemos la tendencia a imaginarnos todo a nuestra imagen y semejanza, e incurrir en eso frecuentemente es muy engañoso, por no decir infantil.

La Teosofía sostiene entonces que sí hay vida, sí existen seres en otros planetas y que cada astro o globo estuvieron, están o serán habitados, pero es imposible para nosotros tener incluso una concepción o imagen parcialmente exacta sobre las formas bióticas en otros parajes del Universo, porque la naturaleza humana nos restringe a "llegar sólo a una extensión imaginaria de [nuestro] entorno familiar".

En consecuencia, un teósofo dará muy poca credibilidad a las teorías de "hombrecitos verdes" o seres extraterrestres y sus culturas que se retratan de forma casi idéntica a nuestra apariencia externa o civilización en todos los sentidos, como han afirmado numerosos sedicientes “psíquicos”, “contactados” o “clarividentes” a través de los años

En cuanto a los informes cada vez más frecuentes en todo el mundo sobre avistamientos de extraterrestres y ovnis, los consideraremos con una combinación saludable de interés y escepticismo hasta que salgan a la luz datos y detalles definitivos e irrefutables, recordando que lo más importante no es una obsesión con los alienígenas y sus naves espaciales, sino ayudar, reformar y servir a la humanidad -tanto físicamente como con la Luz de la Verdad Universal- para que nuestra propia especie no siga hundiéndose más en el suicidio moral, ético, psicológico y espiritual.