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31 de enero de 2022

Diálogo entre un cristiano y un teósofo

Reproducción textual de un folleto por la Logia Unida de Teósofos, fuera de impresión por largo tiempo; énfasis añadidos.


“Sea cual sea el plano en donde actúe nuestra consciencia, por el momento tanto nosotros como las cosas que pertenecen a ese plano son nuestras únicas realidades. A medida que nos elevamos en la escala de desarrollo, percibimos que durante la etapa por la que hemos pasado confundimos sombras con realidades, y el progreso ascendente del Ego es una serie de despertares progresivos" 
("La Doctrina Secreta"). 


PREFACIO

El propósito principal de esta publicación es despertar el interés de aquellos hombres y mujeres que hasta ahora desconocen la Teosofía o no saben nada de ella, y dirigir su atención a los escritos de MADAME H.P. BLAVATSKY, la Agente Autorizada de los Mahatmas.

CONVERSACIÓN ENTRE UN CRISTIANO Y UN TEÓSOFO
(Anónimo)

Cunningham Press, Editores, 1947
Alhambra, California

Cristiano (C): ¿Podría explicar qué es la Teosofía y por qué la considera de alguna manera superior a la religión cristiana?

Teósofo (T): No podemos esperar definir la Teosofía más que en los términos más generales, pues abarca todos los aspectos de la vida y cada campo del pensamiento. Como enseñanza, señala cuál es el verdadero propósito de la vida y cómo eso puede lograrse más fácilmente con un mínimo de dolor y sufrimiento. La Teosofía enseña una ética del orden más elevado e insiste en su observancia continua si uno alcanza la meta espiritual de la existencia.

Por el contrario, las enseñanzas del cristianismo son una mezcla extraña de verdad y mentira, cuya difusión ha llevado a cientos de millones de personas a un laberinto de creencias ampliamente divergentes y engañosas, sin el apoyo de la lógica y sin ninguna base científica sobre la cual construirse. El cristianismo se ha corrompido demasiado con tal de representar una guía segura para quienes buscan comprender seriamente los problemas de la vida y no están dispuestos a comprometerse con el error de ninguna manera.

C.: ¿Por qué dice que la religión cristiana ha sido corrompida?
T.: Los cristianos materializaron su religión hasta dejar muy poca espiritualidad en ella. No tiene un trasfondo lógico ni coherente para apoyar sus enseñanzas, y en el mejor de los casos la religión puede ser una caricatura de la Verdad si no hay una comprensión científica del lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza y la relación existente entre esta última y la Deidad Suprema.

C.: Usted hace generalizaciones radicales, pero me gustaría que pudiese mencionar una enseñanza específica en que la religión cristiana esté errada.

T.: Se podrían señalar muchos casos, pero tomaremos el primero que se nos presente. El nombre "cristiano" se deriva de la palabra "Cristo", y ésta última ha sido tan corrompida en su significado que los cristianos en todas partes consideran que es aplicable a un sólo individuo, a quien llaman Jesús de Nazaret.

Sin embargo, Cristo no es de ninguna manera un nombre propio y designa a un Principio. Cada ser humano tiene una chispa del Principio Crístico en él, y al avivar esta chispa crecerá para expandirse en una Llama Espiritual que lo envolverá, y en última instancia dominará completamente los pensamientos y sentimientos de ese individuo afortunado que puede considerarse como un Cristo, ya que toda su vida será una expresión continua de dicho Principio. Los nombres de Cristo y Buda son sinónimos. Hay muchas personas que creen que Buda es el nombre de un único individuo, también conocido como Siddhartha Gautama, pero esta es una idea errónea. Ha habido muchos Budas, así como muchos Cristos. Cualquiera puede convertirse en Cristo si se esfuerza incansablemente por vivir la vida de Aquél y a través de muchas encarnaciones repetidas.

C.: A juzgar por sus comentarios, asumo que la Teosofía inculca la doctrina de la reencarnación, una enseñanza sumamente abominable.

T.: La Teosofía ciertamente enseña la reencarnación, y el fanatismo y el fraude sacerdotales no han logrado eliminarla completamente de su propia Escritura cristiana. Si no lo cree, consulte Mateo, capítulos 11 y 17, donde Jesús indicó en términos inequívocos que Juan el Bautista fue una reencarnación de Elías. La mayoría de las naciones del mundo, aparte del cristianismo, siempre han creído en esa doctrina, y por supuesto muchas de esas gentes mantuvieron la idea en una forma más o menos corrupta. Muchos cristianos, incluyendo algunos de los primeros Padres de la Iglesia, creían en la reencarnación hasta el Segundo Concilio de Constantinopla, momento en el cual la Iglesia que se había fortalecido en sus poderes temporales prohibió la enseñanza, para más tarde entrar en una eclipsación total en Europa.

C.: La creencia en la reencarnación puede haberse eclipsado en el momento que menciona, pero ese período particular también marca una de las etapas más tempranas en el crecimiento de nuestra civilización actual.

T.: Ciertamente la historia de la era cristiana no garantiza tal deducción. Por el contrario, la etapa mencionada marca el comienzo de lo que se conoce en la historia como Edad Oscura, cuyas características sobresalientes fueron ignorancia, superstición y crueldad extrema. Además, la suposición de que la civilización humana comenzó hace unos pocos siglos confrontada con la indiscutible evidencia de lo opuesto es un claro indicio sobre una falta absoluta de familiaridad con la historia del mundo y los descubrimientos modernos. En el desierto de Gobi, la lejana India, Egipto, América Central y del Sur y en otras partes del globo aún quedan vestigios de civilizaciones pasadas, de las cuales la historia moderna no sabe nada. Las civilizaciones y los continentes se alzan y decaen bajo la ley cíclica, tan rítmicamente como el ascenso y disminución de la marea.

C.: Con el fin de argumentar que puede haber civilizaciones anteriores, no se puede negar que la nuestra se basa en el crecimiento directo del cristianismo y no debemos absolutamente nada a esas culturas pretéritas, si es que alguna vez existieron.

T.: Negamos enfáticamente que los logros intelectuales de los siglos XIX y XX se deban al cristianismo, pues se puede demostrar fácilmente que el crecimiento intelectual en Occidente se ha producido a pesar de la terrible influencia de una religión sumamente materializada y que se llama a sí misma "cristiana". Lo único por lo que nuestra cultura occidental está en deuda con el cristianismo es su tendencia desesperadamente egoísta y materialista, que la ha llevado al borde del caos y la destrucción.

¿Cómo puede una religión ejercer una influencia que no sea funesta en gran medida, siempre y cuando sea incapaz de otorgar una base científica para sus enseñanzas morales? Exhortar a la gente a ser buena sin darle una razón de peso para hacerlo, instarles a seguir la Regla de Oro simplemente para poder tocar el arpa en el cielo y cantar "hosanna" para siempre es peor que no darles ningún motivo, ya que sólo sirve para engañar a los ignorantes y supersticiosos, agudizar la rapacidad de los explotadores religiosos y disgustar y exasperar por completo a aquéllos que buscan honesta y abiertamente una solución a los problemas de la vida.

C.: Usted parece olvidar que la religión cristiana se basa únicamente en las enseñanzas de la Biblia, que ésta es la palabra de Dios y que durante muchos siglos iluminó e inspiró a muchas personas entre las más sabias del mundo.

T.: Sólo son "sabios" bajo la forma de superstición y materialismo, pero son abismalmente ignorantes con respecto a los hechos más fundamentales que subyacen a los aspectos espirituales de la vida. Es obvio que ningún razonamiento sutil puede transformar la falsedad en certeza, y dadas las premisas falsas las deducciones de éstas deben ser necesariamente erróneas. Lo que bien puede considerarse como el primer y más importante apoyo que refuerza el sistema de pensamiento erigido por la Teología cristiana, es tan débil e ilógico que no puede resistir la primera descarga de una crítica bien dirigida.

Pregunte al cristiano promedio si Dios es un individuo, un ser, y es casi seguro que responda diciendo "sí". Pregúntele si Dios es infinito, y también dirá "sí", sin darse cuenta de que al hacerlo sostiene dos afirmaciones opuestas que se contradicen mutuamente. Un ser tiene un centro y una circunferencia, y es distinguible de otros seres, pero el Infinito no tiene centro ni circunferencia al ocupar cada punto en el espacio, y constituye el espacio mismo. Cada ser de todos los grados -desde un átomo hasta un sol- es una expresión limitada y condicionada del Infinito, pero cada uno puede expresar solo una parte del Infinito como su capacidad lo permita, y nada más. Afirmar que desde el punto de vista de la conciencia humana "una parte es igual al todo" es condenar a alguien de sincretista, y los cristianos -con pocas excepciones- pueden ser clasificados así porque creen que el Infinito es limitado y viceversa.

C.: ¿Entonces usted niega a Jehová y su Palabra?
T.: Los cristianos han adoptado a Yahvé (comúnmente conocido como Jehová, el Dios tribal de los judíos) como su propio Dios especial. El motivo por el que lo aceptaron en lugar de otra divinidad tribal -de las cuales había muchas igualmente acreditadas- es un tema muy enrevesado para que se aclare su dilucidación, pero es bastante obvio que si la Biblia fuera aceptada literalmente (y no conocemos a ningún cristiano que la considere en ningún otro sentido), entonces los judíos han dotado a su Dios nacional de cualidades que serían claramente menospreciantes a ojos de una buena persona promedio, a pesar del hecho de que le hayan investido con poderes imposibles. 

Según el carácter que le han sido impuestos por sus biógrafos y seguidores cristianos, Yahvé o Jehovah es una especie de monstruosidad. Se le representa como justo e injusto, amable, misericordioso o amoroso y al mismo tiempo astuto, cruel e implacable. Tan inamovible como el altísimo Himalaya, se muestra que es tan cambiante como una veleta y cada cristiano que ofrece una oración lo hace con la esperanza de poder convertir a Dios a su propia manera de pensar, o en otras palabras hacer que Él cambie de opinión. Además, no se requeriría una observación muy compleja para convencer a alguien de que la mayoría de los rezos no se ofrecen en forma de súplica, sino como una orden. Los cristianos parecen deleitarse en decirle a su Dios dónde dirigirse, qué hacer y qué no hacer, y están felizmente conscientes de lo que constituiría una presunción sacrílega de su parte si su Deidad existiera fuera de sus propias imaginaciones.

C.: Usted parece capaz de explicar a su propia satisfacción que el Dios cristiano no existe. ¿Podría decir a qué se refieren los teósofos cuando hablan de Dios?

T.: En lo personal no nos agrada usar el nombre de Dios; no es que haya algo fundamentalmente incorrecto con la palabra, sino porque se ha identificado tan completamente con nociones erróneas que de hecho es imposible pronunciar el nombre sin invocar en la mentalidad de los oyentes todo un conjunto de ideas falsas.

Para explicar la comprensión teosófica de lo que constituye la Deidad, no podemos hacer nada mejor que citar al Maestro que presentó la Teosofía al mundo en el último siglo. En La Doctrina Secreta se habla de la Deidad Suprema como "un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Ilimitado e Inmutable del cual es imposible toda especulación, ya que trasciende el poder de la concepción humana y sólo puede ser empequeñecido por cualquier expresión o similitud humana. Está más allá del alcance del pensamiento, y en palabras de Mandukya es 'impensable e indecible' (...) Esta causa infinita y eterna, formulada tenuemente con las palabras 'Inconsciente' e 'Incognoscible' de la filosofía europea actual, es la raíz sin raíz de 'todo lo que fue, es o siempre será'. Por supuesto, está desprovisto de todos los atributos y esencialmente no tiene ninguna relación con el Ser manifestado y finito. Es una 'Seidad' en lugar de Ser (...) y está más allá de todo pensamiento o especulación". Un examen serio de las "Tres Proposiciones Fundamentales" que aparece en La Doctrina Secreta indudablemente despertaría en cualquier mente inquisitiva una comprensión mucho más elevada y verdadera de lo que se incluye en el nombre "Deidad Suprema" respecto a lo que podemos encontrar en cualquier otro lugar en todo el ámbito literario.

C.: Admitimos fácilmente que el Infinito es incomprensible para las mentes finitas, pero no aceptamos que Jehová o Dios sea inferior al Infinito. Mantenemos enfáticamente que Dios es omnisciente y omnipotente, y que Él es el autor y diseñador de todas las cosas. Con su Palabra trajo al mundo a la existencia y puede pronunciarse sobre ella si así lo desea. Literalmente no hay nada que Dios no pueda realizar, ya que su poder no está limitado de ninguna manera y su conocimiento lo abarca todo.

T.: Las afirmaciones que usted hace con respecto a su Dios me recuerdan a cierta historia que escuché sobre una niña sentada en la rodilla de su madre, que con devoción aprendía de memoria un panfleto de la Escuela Dominical. 

De pronto miró a su madre y dijo: 

-Mamá, ¿Dios puede hacer de todo? 
-Sí, querida -dijo la mujer-, Dios puede hacer cualquier cosa.
-¿Puede Él hacer una colina?- continuó la chiquilla. 
-Sí, Dios puede hacer una colina- respondió la madre con una sonrisa indulgente. 

Por un momento hubo silencio; luego un brillo apareció en los ojos de la niña y pareció como si una sonrisa se dibujara en su rostro mientras continuaba: 

-¿Puede Dios hacer una colina tan grande que no Él no pueda saltar sobre ella? 

Cómo un cerro ilimitado podría ser "superado" por medio de un "salto sin límites" es un problema que dejaremos a los cristianos para que lo resuelvan por sí mismos. Quizás, cuanto menos abstrusa sea la naturaleza de sus pensamientos, más fácil será para ellos llegar a una conclusión satisfactoria.

C.: Sostener una ridiculización de la Palabra de Dios y las concepciones divinas que sostienen millones de cristianos devotos apenas puede considerarse una blasfemia.

T.: Está completamente equivocado. Son aquéllos que cultivan en sus corazones una concepción carnalizada de Dios quienes se esfuerzan por hacer que la Deidad infinita encaje con suficiencia dentro de las imágenes mentales que brotan de sus mentes distorsionadas; son ellos los verdaderos blasfemos. Una vez vimos una imagen de Dios que lo representaba como un anciano de barba gris que le llegaba hasta la mitad y estaba de pie en una balsa hecha de troncos partidos -si recordamos la imagen correctamente- con una pañoleta sobre un hombro y un remo en sus manos con el que conducía su ruda embarcación sobre las aguas tumultuosas de la Profundidad. La imagen hubiera hecho mérito al artista que la concibió si hubiera representado a un antiguo pescador nórdico que regresaba a casa sobre un mar agitado después de un naufragio, pero como representación pictórica de la Deidad Suprema era una caricatura blasfema.

C.: No veo nada malo con tal imagen. En la Sagrada Escritura se nos dice que Dios hizo al hombre a su propia imagen.

T.: Pero usted materializa la enseñanza y reduce a Dios a un bulto de carne y huesos. Seguramente, no buscaría a sabiendas identificar a la Deidad con un montón de huesos, especialmente los de la teología que ya están secos. Abordemos el tema desde un ángulo diferente. Si uno pudiera viajar en línea recta con la velocidad de la luz durante mil millones de años, estaría tan lejos del borde exterior del espacio como ahora, porque no hay límite para el Espacio, y éste es simplemente otro nombre para el Infinito. De este modo, podemos ver que para la mente humana es absolutamente imposible lidiar con este tema. Algunos de nuestros más grandes científicos y físicos se dan cuenta de su incapacidad para formar una concepción adecuada del Infinito y hablan de ello como lo "Incognoscible". Si bien la infinitud del espacio está más allá de toda consideración, también existe lo infinitamente pequeño. Una partícula nunca puede ser tan pequeña que no esté compuesta de dos mitades, y cada mitad se puede dividir en otras dos, y así -al menos en el pensamiento- la partición se puede llevar a cabo hasta el infinito, sin llegar nunca al punto de convergencia. Se ha sugerido que si la Tierra se redujera repentinamente al tamaño de un átomo, y todo en el planeta se contrajera de manera análoga, probablemente seguiríamos viviendo como antes y sin darnos cuenta de que se había producido un cambio.

¿Quién puede decir que el verdadero humano que percibe a través de los cinco órganos sensoriales o físicos- y que tiene el poder de conocer y saber- ocupa alguna dimensión definida en el espacio? De hecho, hemos logrado simplemente rascar la superficie de las cosas en nuestro esfuerzo por resolver el gran misterio de la vida.

Sólo los muy ignorantes son capaces de decirnos todo acerca de la Deidad Infinita. Ellos saben cuáles son Sus intenciones, que sus nombres están escritos en los Rollos Celestiales y pueden decirnos cómo se registran nuestras denominaciones en el mismo pergamino. Algunos de ellos admitirán que a veces están completamente confundidos y desconcertados en su esfuerzo por resolver los pequeños problemas de la existencia cotidiana, pero cuando se trata de las grandes polémicas relacionadas con el Cielo, el Infierno, Dios y el Diablo, la solución de esos graves escollos no ofrece ninguna dificultad en absoluto. Su fe en su propia infalibilidad es verdaderamente maravillosa.

C.: Es obvio que a veces las personas ignorantes permiten que sus emociones les lleven a decir y hacer tonterías, pero sostenemos que una fe pura e inquebrantable en Dios es la más elevada sabiduría.

T.: La fe puede dividirse en dos clases generales: una basada en la sabiduría, el resultado de una facultad discriminadora altamente desarrollada y luego está la fe basada en credulidad ciega. Una persona desquiciada que con un cuchillo carnicero persigue a un amigo y trata de matarlo puede estar guiada por una fe en la que cree que está cumpliendo la voluntad de Dios, pero sabemos que su mente y sus facultades discriminatorias no funcionan. Se dice que en India hubo una secta religiosa que poseía un gran ídolo emplazado sobre ruedas y se mantenía en un templo en la provincia de Orissa. Una vez al año se celebraba en honor de su ídolo o dios lo que se conocía como "Festival del Automóvil", momento en que la "divinidad" era arrastrada desde el templo hasta su casa de verano a menos de un kilómetro de distancia. Aunque se ha negado la afirmación, los historiadores nos dicen que muchos devotos de esta religión solían lanzarse bajo las ruedas de su dios gigante para morir aplastados, y creían que al quedar como panqueques sus almas irían directamente al Nirvana.

Ahora bien, la fe de estas personas era ciertamente tan sólida como la que se puede encontrar en las tierras occidentales; sin embargo, ¿quién de entre los cristianos no percibiría instantáneamente el absurdo de semejante creencia? ¿Y de qué manera es mejor la fe cristiana? Hace varios años leímos un relato periodístico sobre un incidente ocurrido en una pequeña ciudad ubicada en el río Arkansas. Parecía que los negros de la comunidad llevaban a cabo un reavivamiento religioso y se habían entusiasmado mucho. Por lo que leyeron en la Biblia se les llevó a creer que si la fe de uno fuera "como un grano de semilla de mostaza" sería posible realizar milagros. Una mujer creía que su confianza era lo suficientemente fuerte para permitirle caminar sobre el agua, y con la ayuda de amigos reparó en el río cercano para ponerse a prueba, pero se dio la instancia de que el río estaba muy caudaloso y la corriente era rápida y peligrosa.

Con un coraje que tal vez pocos cristianos emularían, la mujer de color saltó audazmente sobre las aguas arremolinadas de la dilatada corriente que terminó por atraparla. El informe indicaba que su cuerpo aún no había sido recuperado. Y aquí tenemos un ejemplo de fe cristiana genuina, fe ciega e ignorante al que esa mujer se confió por completo y murió.

La víctima no tenía la más mínima concepción de la Gran Ley que gobierna la fe, así como todas las demás fuerzas de la naturaleza, y no tenía ninguna comprensión de cómo esas fuerzas pueden quedar supeditadas a la voluntad humana. Este tipo de fe brota de Kama-Manas (la naturaleza animal en el ser humano) y no procede del Ego espiritual. La fe que se basa en el deseo egoísta de obtener fama, fortuna o preferencia personal de cualquier tipo nunca puede ser una guía segura porque no hay nada espiritual en ello. La verdadera fe espiritual está tan identificada con la intuición que los dos términos pueden considerarse intercambiables, y esa confianza nunca puede confundir porque está basada en Sabiduría.

C.: El hombre sólo puede ejercer la sabiduría humana, y el conocimiento humano es como una locura para Dios. La Biblia es bastante definida en ese punto y no tenemos una autoridad superior. Atribuir Sabiduría Divina al hombre es presuntuoso, por decir lo menos.

T.: Hay una corriente oculta de verdad en la Biblia, pero en su mayor parte se presenta en forma de alegorías. Agregue a esto el hecho de que fue objeto de malas traducciones y muchos añadidos y sustracciones hechos por sacerdotes astutos, que el conjunto fue interpretado de modo literal y totalmente en desacuerdo con su verdadero significado, y ahí tiene usted un revoltijo del que es difícil extraer las pepitas de la verdad, cubiertas y ocultas como están por una montaña de escombros teológicos.

Si se manifiesta realmente, la sabiduría de la Deidad Suprema debe hacerlo de alguna forma. Dado que el ser humano representa el logro más elevado de la evolución en el plano material, necesariamente se concluye que la Inteligencia Divina se expresa a través de aquellas unidades de conciencia humana que casi se identifican con el espíritu puro. El hecho de que haya superhombres en el mundo y en quienes la Mente Divina piensa y actúa sólo puede ser cuestionado por aquéllos que no tienen una comprensión lógica ni científica de la naturaleza espiritual humana y sobre su lugar en el orden cósmico.

Esos grandes Héroes Espirituales conocidos como Krishna, Hermes Trismegisto, Siddhartha Gautama, Pitágoras, Apolonio de Tyana, Jesús de Nazaret y muchos otros cuyos nombres han adornado las páginas de la historia y cuyas enseñanzas han servido como faro para aligerar el camino del hombre, son una prueba permanente de que la humanidad en todas las edades no ha fallado en producir las eflorescencias y el fruto culminante de la vida.

C.: Usted habla de los antiguos filósofos paganos como si poseyeran tanto conocimiento y poder como el Hijo de Dios. Esto lleva a la herejía a un punto en que se vuelve criminal y absurdo a la luz de la ideología cristiana. Usted peca contra la multitud al expresar tales pensamientos.

T.: Una vez más debemos enfatizar lo que hasta ahora hemos tratado de mostrar: que los cristianos no entienden las partes no corrompidas de sus propias escrituras, y mucho menos las secciones alteradas que insisten en considerar como "palabra de Dios". La creencia en un Dios extracósmico o un Dios que puede hacer y deshacer mundos a voluntad, que crea almas humanas sensibles y millones de las cuales están destinadas a un lago de fuego insaciable y asarse en una agonía indecible durante toda la eternidad venidera -y todo porque se niegan a creer en la existencia de un monstruo tan torcido de mentalidad y espiritualmente deforme- ha causado más derramamiento de sangre, más crueldad y sufrimiento que todas las otras causas combinadas, ya que ese último factor en su mayor parte se deriva de dicha causa básica. 

C.: Hay cientos de millones de cristianos devotos que creen que la Biblia es la palabra de Dios, y que nada puede añadírsele o quitársele sin estropear la perfección de la obra. Me resulta imposible creer que tantas personas honestas y sinceras puedan estar equivocadas al seguir esta convicción.

T.: Se ha dicho que uno no puede multiplicar la ignorancia en sabiduría, sin importar cuán amplio sea el uso del multiplicador. Hace sólo unos pocos cientos de años, más de nueve décimas partes de todos los europeos -que se consideraban la flor de la civilización mundial- creían que la Tierra era plana y estacionaria. Seguramente, una idea que se basa en un error grave no es menos equívoca debido a la gran cantidad de individuos que han sido engañados para creer en ella. ¿Y qué es la "creencia" a la que debemos atribuir algún valor importante o duradero? Un Profesor teosófico ha dicho que "la creencia es una confesión tácita de ignorancia", pues la creencia en cualquier doctrina o teoría es una prueba de que uno no sabe. No creemos mediante las cosas que conocemos; sólo atribuimos creencia o incredulidad a lo que no se sabe, porque donde hay conocimiento no hay ocasión para creer. La suposición siempre se asocia con la duda, y cuando dos personas discuten sobre el valor de sus respectivas posturas es como si una dijera a la otra: "Renuncia a tus dudas y acepta las mías porque son mejores que las tuyas". Si la palabra "ignorancia" fuera sustituida por "duda", lo absurdo de todo podría ser aún más evidente.

C.: ¿Quiere decir que es absurdo tener una creencia?
T.: Por supuesto que no. Todos tenemos nuestras creencias. Mientras la suposición nos estimule a hacer un esfuerzo cada vez mayor para comprender la verdadera naturaleza del asunto en que se cree, en ese sentido tiene un valor real. Pero cuando la postura religiosa es aceptada como un fin en sí misma, se convierte en una piedra de molino atada al cuello que impide efectivamente un mayor progreso en esa línea. Quedarse fascinado por un supuesto es oscurecer el propio juicio. Cualquiera puede encontrar pruebas abundantes en apoyo de esta afirmación si se limita a mirar a sus compañeros con un ojo crítico, y descubrirá fácilmente que la mayoría de las personas no está buscando la Verdad en absoluto. Simplemente van en pos de algo que refuerce sus ideas favoritas, que las fortalezca en las opiniones que ya tienen. Y obviamente esta actitud es completamente ilógica y nunca puede llevarnos al verdadero camino de la cordura, que es el pensamiento y acción correctos.

C.: Dado que existen muy pocas personas -si es que hay alguna- que piensan y actúan correctamente en todo momento, por lo que se acaba de decir deduzco que ustedes consideran al mundo como un caos y que la humanidad está compuesta de locos.

T.: Como todas las otras peculiaridades humanas, la locura puede medirse sólo en términos relativos. Si pensar y actuar correctamente es el verdadero camino de la cordura, entonces cuanto más nos alejemos de ese camino menos sensatos seremos en la práctica. Pero al considerar todos los asuntos relacionados con el progreso de un individuo y la estación en la vida a la que sus esfuerzos le dan derecho, hay ciertos hechos fundamentales que no deben perderse de vista para que no seamos llevados a un laberinto de razonamiento falso.

Siempre debemos tener en cuenta el hecho de que sólo hay UNA VIDA en el Universo. Todos somos simplemente muchísimas expresiones diversificadas de esa VIDA ÚNICA. La existencia que se manifiesta como unidad de conciencia puede sentirse separada y no relacionada con otras unidades, pero esto es simplemente una ilusión de los sentidos. No existe tal cosa como separación, como se aplica a la Realidad Última, sino que hay un sentido de separatividad, y es esto lo que constituye la base completa para la existencia condicionada. Cada "unidad de conciencia" así llamada es simplemente un punto de enfoque para la expresión de la conciencia universal. Por lo tanto, la conciencia es una y el enfoque apunta a muchos.

Cuando la conciencia comienza a identificarse con su instrumento de expresión -el punto o foco mencionado- nace el núcleo de individualidad con todas sus innumerables implicaciones. El sentido de separación da lugar al egoísmo, y esto a su vez proporciona una base para todas las formas de ese vicio- cual Hidra de Lerna- con que la humanidad está tan afligida. Debemos comprender el hecho de que la existencia condicionada es un estado inducido y generado por la ideación, y ese poder de imaginar es inherente al Principio de Manas o Mente. Es a través de este poder de ideación que se desarrolla el sentido falso de separatividad.

Sin ese concepto de conflictividad no existiría manifestación, pues ¿qué podría haber para manifestarse? La Realidad Última, por lo que podemos llamar un proceso de "reducción", comienza a mostrarse y, por lo tanto, trae a la existencia todo el universo de los fenómenos de los que nosotros mismos somos parte y en los cuales la Conciencia Absoluta se convierte en condicionada. Esta conciencia condicionada (lo que somos) sólo puede conocer fenómenos, y cuando el mundo o cualquier parte de él retorna a su estado original de Absolutidad, se vuelve inexistente para nosotros ya que está completamente fuera del campo de nuestras percepciones. Si lo vemos desde esta perspectiva, todo el Cosmos debe considerarse como una ilusión, pero los Profesores teosóficos señalan que mientras estemos bajo el hechizo de la Gran Ilusión nosotros mismos y los objetos que la conforman son las únicas "realidades" que debemos conocer.

C.: Por lo que puedo ver, las teorías que usted adelanta no tienen apoyo de la ciencia ni de la religión. Sin duda, Cristo entendió la ciencia como cualquier teósofo moderno, ya que cuando los maestros de Israel trataron de atraparlo con sus preguntas quedaron atónitos y silenciados por sus respuestas.

T.: Veo que estamos hablando con propósitos cruzados. O bien usted no entiende o niega que como teósofos consideramos a Cristo como la mayor y más poderosa inteligencia conocida en este o cualquier otro planeta. Cristo, el Séptimo y más elevado de todos los Principios, puede actuar en nuestro plano sólo mediante y en conjunto con otros Principios inferiores. Toda persona tiene el poder de aumentar constantemente su capacidad para expresar el Principio Crístico y su propia divinidad crece en el interior a medida que aumenta su facultad para tal expresión.

Puede probarse fácilmente sobre bases lógicas que Krishna, Gautama Buda y muchos otros Héroes Divinos -que han vivido entre los hombres en el período histórico- hablaron y representaron el Principio de Cristo, ya que cada uno enseñó amor universal, caridad y compasión por todo lo viviente. Si Cristo no enseñó la unidad de la vida hablando a través del hombre llamado Jesús, entonces, ¿qué quiso decir cuando afirmó "en ese día sabrán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en vosotros" (Juan, cap. 14, versículo 20)? Y si él no tenía intención de enseñar que alguien puede desarrollar al Cristo en sí mismo mediante pensamiento y vida correctos hasta que se convierta en el principio dominante en su vida y que todo lo absorbe, entonces ¿a qué se refería cuando sentenció “de cierto os digo: el que cree en mí también hará las obras que yo hago, y realizará otras incluso más grandes que éstas" (Juan, cap. 14, versículo 12)? Esto muestra de manera concluyente que el componente crístico puede manifestarse y dominar la vida de cualquiera que centre sus pensamientos e intereses en ese Principio.

Pero en este punto se hace evidente que debemos explicar ciertas verdades básicas con objeto de que lo anterior sea claramente comprensible para alguien que no está familiarizado con las enseñanzas teosóficas. La Teosofía establece que todo el Universo manifestado está compuesto por siete principios, y que cada ser de todos los niveles los contiene a todos, ya sea totalmente desarrollados, de forma parcial o en estado germinativo. Estos constituyentes pueden considerarse como diferentes grados de sustancia, estados de conciencia o planos de ser, y para facilitar la comprensión se puede organizar numéricamente de la siguiente manera:

Plano 1. Físico.
Plano 2. Astral.
Plano 3. Jiva (principio de vida).
Plano 4. Kama (naturaleza animal).
Plano 5. Manas o Mente.
Plano 6. Buddhi (vehículo espiritual de Atma).
Plano 7. Atma (el más elevado de todos los Principios: el SER ÚNICO Y UNIVERSAL de todo).

El individuo que alcanza la perfección se compone de los tres principios más sublimes enumerados anteriormente y, como tal, tiene un control completo sobre los cuatro inferiores. Comenzando como conciencia pura o Espíritu, el hombre descendió en la escalera de la existencia condicionada hasta incorporarse sucesivamente en la sustancia extraída de cada uno de los Principios inferiores.

El personaje conocido como Jesús es simplemente un símbolo que representa una encarnación de Cristo. Cualquiera puede llegar a ese nivel al centrar sus pensamientos e intereses en su Principio más elevado, estimulando así a este último en un componente de actividad en lugar de permitir que permanezca pasivo. Con esta explicación en mente, es fácil entender el verdadero significado de Cristo cuando dijo: "Vengan a mí todos los que estén atribulados y oprimidos, porque yo les daré descanso". Es simplemente absurdo si se atribuye la declaración anterior al hombre que conocemos como Jesús, pero es incondicionalmente verdadero que viene de Cristo ya que la naturaleza misma de este último es una de dicha pura e inseparable del conocimiento espiritual.

En consecuencia, podemos decir con absoluta verdad que quien se ha identificado plenamente con sus Principios Sexto y Séptimo encuentra su copa de alegría llena hasta el borde, a menos que quizá elija regresar a la morada de los hombres ordinarios con el propósito de actuar como instructor, en cuyo caso deberá experimentar el Karma tan desagradable que pueda surgir al oponerse a la voluntad de las masas embrutecidas, porque incluso los dioses están bajo la Ley Kármica, al igual que los humanos.

Pero para lograr un fin tan deseable como el descrito anteriormente, uno debe purificar todo su ser y reducir su naturaleza kámica o animal a una simple cifra. ¿Y cuántos están dispuestos a hacer eso?

C.: Usted ofrece un consejo de perfección que es imposible seguir. El hombre nace en el pecado y es corrupto por naturaleza. Sólo la sangre derramada de Jesucristo puede lavar nuestros pecados y hacernos aptos para la redención. Fue Él quien pagó el precio de nuestra salvación en la Cruz del Calvario, y únicamente Él tiene el poder de salvar. Pero para beneficiarnos de su gran sacrificio necesariamente debemos creer en él. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; pero el que no cree estará condenado” (Marcos, cap. 16, v. 16). Estas son palabras sencillas; ninguna elucubración mental puede cambiar su significado y hasta un niño puede entenderlas.

T.: Las palabras son lo suficientemente claras, pero sucede que usted no cita el libro original de Marcos como piensa. La cita es completamente falsa y por un momento ningún erudito genuino podría afirmar que alguna vez formó parte del verdadero libro mencionado.

C.: ¿Qué prueba tiene de que esta parte de Marcos es espuria?
T.: El sólo hecho de que no se encuentre en ninguno de los textos más antiguos hasta el siglo VI debería ser una prueba satisfactoria. Al remontarse hasta el siglo VIII, en un momento en que había muchos manuscritos tempranos de Marcos aún vigentes, los eruditos han señalando que el capítulo dieciséis de ese libro y desde el octavo verso hasta el final tal como está ahora, fue una interpolación y por ende un fraude absoluto.

En una edición anterior de la Encyclopaedia Britannica y comentando el Evangelio de Marcos se hace la siguiente declaración: “ (...) es precisamente en este punto (cap. 16, v. 8) que termina el verdadero Marcos". No se da una sóla palabra de por qué el resto de este capítulo debe considerarse falso. ¿Por qué los compiladores de la Enciclopedia no aprovecharon esta espléndida oportunidad para exponer completamente una de las peores manipulaciones que se encuentran en la historia religiosa? ¿Temían acaso que nuevos comentarios pudieran hacer que la ira de las iglesias cayera sobre ellos? ¿Temían que se pudiera incitar así al buen pueblo cristiano a hacer circular las peticiones para que sus libros quedaran excluidos de todas las instituciones públicas? ¿Y qué debemos pensar de los individuos de este tipo que se hacen pasar por educadores públicos?

Durante siglos, varias iglesias han hecho esta parte interpolada de Marcos la principal piedra angular de su fe, y tanto el mundo en general como los cristianos tienen el derecho de saber cómo y por qué se permitió que se cometiera tan terrible engaño.

En cuanto a que Jesucristo pagó por todos nuestros pecados con su crucifixión y sufrimiento, esa es una historia que podría haber aparecido para convertirse en una aceptación generalizada sólo en un período mundial de gran oscuridad mental y espiritual. En una ocasión escuchamos a un predicador pronunciar un sermón sobre este tema y que nos pareció bastante notable por las burradas que contenía. Declaró que todos los pecados que se habían cometido en la Tierra y todos los que se realizarían en el futuro fueron "cancelados" por Jesús en la cruz; que uno podía ir y cometer asesinato, incendio, robo y todos los demás delitos concebibles, pero que esos crímenes ya han sido "pagados" y que el prontuario ya estaba limpio. Pero para beneficiarse con el gran sacrificio por parte del Nazareno, el pecador debe arrodillarse y confesar ante el mundo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y Salvador de los hombres.

No obstante, es demasiado absurdo para considerarse seriamente por alguien racional si tales cualidades despreciables y de mente estrecha deben atribuirse a un gran Ser Divino y benéfico que toma para sí los pecados de otro y pagado íntegramente por todo incumplimiento del deber por parte de éste, por cuanto debería negarse al culpable la valía de su propio "gran sacrificio", a menos que el pobre pecador profese creer en algo sobre lo que no sabe nada. Vivimos en un universo de Ley rígida e inexorable, en que cada individuo obtiene los resultados exactos de sus pensamientos y acciones. Asumir que la Gran Naturaleza está regida por esta Ley y al mismo tiempo está sujeta al caos es complacerse en un absurdo evidente. Que un hombre deba envenenar la sustancia misma de su ser mediante el pensamiento malvado y destructivo y luego restablecer la armonía completa entre él y la Ley que transgredió mediante el simple proceso de que otro se ponga en su lugar y asuma su sufrimiento, y asegurar que tal acto podría satisfacer los requisitos de la justicia exacta, sería simplemente idiotizar el significado de este último concepto y reducirlo a una posición de desprecio. 

C.: De hecho, usted habla de la ley como si fuera un ser inteligente o Dios. Los cristianos nunca aceptarán tal falacia. Dios puede hacer y deshacer las leyes a voluntad y las normas en sí mismas no son nada; sólo la voluntad de Dios les imparte validez.

T.: Por decir lo menos, es poco filosófico hablar de una ley no-inteligente, o dar a entender que algún Ser extracósmico otorga validez a una regla. La ley significa procesos ordenados, y no puede haber orden a menos que haya un ejercicio de inteligencia. Por lo tanto, la ley no inteligente puede considerarse sólo como una jerga sin sentido, ya que nada de ese tipo existe o puede existir. Las dos palabras son mutuamente contradictorias, pero este tema tiene implicaciones tan amplias y es tan importante que necesita una mayor explicación.

Detrás de todo el Universo manifestado está la Realidad Increada de la cual se han derivado todas las cosas. Esta Sustancia Última -llamada precósmica- no es espíritu ni materia, sino la fuente de ambos. Espíritu y materia son uno, representando simplemente los polos opuestos de una y la misma cosa. Cuando las vibraciones de la materia se elevan hasta cierto punto, pasan del ámbito físico al metafísico, o en otras palabras, se convierten en espíritu. Al invertir el proceso, cuando las vibraciones espirituales se reducen a un cierto grado, lo pone al alcance de nuestros sentidos físicos y podemos reconocerlo como materia. Entonces, el Espíritu puede ser considerado como una forma de materia sublimada, y ésta a su vez constituye espíritu solidificado o cristalizado.

Cuando el Espíritu-Materia emerge de lo que la ciencia moderna llama lo Incognoscible hacia el ámbito de lo conocible, viene con ella una Ley universal y omnipresente que gobierna toda forma de manifestación, desde la del humilde átomo hasta el más grande de los sistemas solares o estelares. Esta norma incorpora la forma más elevada de justicia posible en un mundo en constante cambio y donde se necesitan reajustes constantes. Es inherente a todas las cosas y es una expresión de la inteligencia más alta que conoce nuestro planeta. La mayoría de las personas conocen esta Ley como Causa y Efecto, pero los teósofos la llaman Karma.

C.: La ley de causa y efecto era entendida incluso por los salvajes, desde que el primer prehistórico se golpeó el pie con una roca. Es obvio que los teósofos han tenido éxito simplemente en dar un nuevo nombre a una ley muy antigua y conocida.

T.: Los teósofos modernos ciertamente han popularizado el uso de la palabra Karma, pero no afirman haberla originado. Sin embargo, usted debe ser un optimista congénito si piensa que la abrumadora masa humana tiene algo más que el entendimiento más rudimentario de la gran Ley, de la cual causa y efecto son expresiones. Existen literalmente millones de hombres y mujeres vistos como individuos de gran educación que todavía creen que pueden hacer mal y cosechar el bien; que puedan servir a Dios y trabajar con el diablo; que pueden entregarse a una gran cantidad de pensamientos impuros y, sin embargo, cuando se abra el gran Libro de la Vida su propia página se encontrará "limpia" e "impecable".

Hay muchas personas de este tipo que han arruinado tanto sus mentes al pensar de modo erróneo que lo que parece un pecado grave y cuando es cometido por otro, sufre una transformación sutil que lo hace ni siquiera medio malo cuando lo cometen ellos mismos. De hecho, pueden traer a la memoria tantas circunstancias atenuantes -y tantas buenas razones por las que se cometió el acto- que al menos para ellas comienza a adquirir el color del mérito en lugar del demérito. Si se pudiera hacer que las personas de este tipo entiendan la verdad a este respecto, indudablemente sacará a muchas de ellas de su complacencia.

Puede satisfacer muy bien los deseos de aquéllos que no tienen amor por la verdad la creencia más o menos generalizada de que hay un ángel en algún lugar del cielo, sentado ante una mesa de alabastro con una pluma dorada en la mano y escribiendo la historia de nuestras vidas, usando tinta que desaparece cuando llega a las partes malas y otra imborrable sólo cuando nuestros pensamientos y acciones brillan con virtud.

Sin embargo, la historia de nuestra existencia se registra con mucha precisión y se mantiene fielmente, pero somos nosotros mismos quienes escribimos cada palabra de ella. En el proceso de ser generado, todo pensamiento se imprime en la Luz Astral con colores indelebles y permanece como un monumento inefable que marca el camino tortuoso que se sigue en el viaje de la Vida. Sin duda sorprendería e incluso dejaría choqueados a muchos cristianos darse cuenta de que hay bastantes hombres y mujeres que a través de la pureza, el altruismo y la vida correcta han desarrollado dentro de sí la capacidad de leer las páginas en este extraordinario libro. Sin embargo, rara vez se preocupan por mirar en la vida de los demás, excepto en circunstancias excepcionales, ya que no es probable que encuentren algo que sea ennoblecedor para ellos o útil para el mundo.

C.: Me temo que tendré que recurrir a términos enfáticos para refutar lo que acaba de decir. Usted admite que hay un Libro de la Vida en el que se conserva el registro del mundo, pero ensucia la enseñanza bíblica al darle un significado que nunca fue originalmente pensado. Usted demostró de manera bastante concluyente que los teósofos han recurrido a la Biblia para la mayoría de sus ideas, sólo para corromper esos conceptos más allá del reconocimiento. La consigna de los teósofos parece ser plagiar y corromper.

T.: Dándonos cuenta de las debilidades inherentes a la naturaleza humana, y reconociendo el hecho de que durante muchos siglos la humanidad ha sido engañada por un clero supersticioso y egoísta, estamos dispuestos a pasar por alto vuestras difamaciones de la Teosofía como enseñanza, así como las dirigidas a los teósofos cuyos motivos cabe impugnar.

Los Profesores de Teosofía han indicado en términos inequívocos que todas las escrituras sagradas del mundo, incluida la Biblia, han sido incrustadas en símbolos, y a menos que uno entienda la simbología involucrada, obtendrá de ellas muy poco que valga la pena aparte de sus preceptos morales. Por supuesto, éstos últimos siempre son encomiables y deben ser evaluados adecuadamente, ya sea que se encuentren en el Sermón del Monte o en el himnario del demonio. 

Sugerir que los teósofos han robado algo de la Biblia sería una buena causa de risa incluso para los cristianos medianamente informados, si para ellos no fuera bastante trágico en sus implicaciones, ya que se puede demostrar fácilmente que la Biblia misma se ha inspirado mucho en escrituras más antiguas. Para muchas personas, la palabra "plagio" tiene un significado muy siniestro, pero en cierto sentido todos los individuos son plagiadores ya que sólo nos alimentamos de los pensamientos que nos han transmitido las generaciones pasadas y los consideramos como propios. De hecho, es dudoso que un pensamiento o idea nuevos hayan sido concebidos alguna vez en este planeta. Es cuestionable si alguna vez se vocalizó una nueva canción o melodía que no haya sido interpretada por otros pueblos en otros mundos, en eones que desde hace mucho tiempo han sido engullidos y sepultados en las criptas silenciosas de la Duración interminable.

Todos nuestros pensamientos, hechos y todas las actividades que conforman un Universo manifestado no son más que las expresiones variadas y repeticiones infinitas de lo que ha sucedido antes, porque la Teosofía insiste en que esta Tierra no es más que uno de los innumerables mundos manifestados y que surgieron innumerables millones de globos similares, viviendo su ciclo normal y siendo relegados al cementerio de planetas muertos para ser divididos y redistribuidos en el gran reservorio de la naturaleza, mucho antes de que comenzara esta pequeña mota de polvo que llamamos Tierra; además, insistimos en que esos globos produjeron sus cultivos de humanidad que evolucionaron hasta su capacidad y aprendiendo todo lo que tiene que enseñar el plano físico de la vida, mucho antes de que la humanidad de hoy se hubiera puesto sus primeras ropas.

Lo que estamos asimilando hoy lo supieron otras humanidades en otros globos en épocas pasadas de la historia cíclica, demasiado remotas para ser discutidas, porque los globos tienen sus ciclos, así como los hombres. El tiempo en sí es efímero y representa simplemente la medida de los eventos que pasan, ya que estos sucesos se imprimen y registran en nuestra conciencia. La Duración Eterna, aunque es la contenedora de todo el tiempo, no tiene nada en común ni con el tiempo ni con los eventos. Esto es algo análogo al de una luz blanca pura que cuando se proyecta a través de un prisma, se divide en sus partes componentes produciendo todos los colores del espectro del rojo al violeta.

Esas vibraciones que producen en nosotros una sensación que llamamos "rojo" no tienen nada en común con aquéllas que llamamos "blancas", y sin embargo salieron del blanco al igual que los otros colores del espectro. De la misma manera, se puede decir que todo el Universo manifestado, todo el Orden Cósmico, comprende meramente los rayos rotos de la Realidad Única e Increada que es "la fuente de todo lo que fue, es o siempre será". Y aún así, el mundo manifestado no se relaciona con lo no-externalizado, aunque es uno con él en esencia.

Dado que los Órdenes Cósmicos van y vienen con tanta regularidad como hacen los ciclos humanos, y puesto que al final de cada gran período de manifestación tanto la actividad global como humana se desvanecen tan completamente como la luz de una vela sumergida en agua, las exigencias de la lógica nos obligan a suponer que cada Período Cósmico no es más que un gigantesco Maya en la pantalla del tiempo, siendo este último en sí mismo la medida de los ciclos que pasan. Pero no apoyamos nuestro caso en las meras demandas de la lógica humana, pues esto se ha indicado como cierto por los grandes Maestros de la humanidad que han pasado innumerables edades ahondando en los misterios de la Vida y el Ser.

C.: ¿Qué quiere decir con "Maya"?
T.: Maya es ilusión. En lenguaje teosófico, todo el Universo externalizado se conoce como la Gran Ilusión, pero sólo lo es desde un punto de vista metafísico elevado. Para la conciencia humana común esta quimera es real y seguirá siéndolo hasta el final del Período Cósmico. Ya que nosotros mismos estamos incluidos en la Gran Ilusión, esta última es y será la única "realidad" que podemos conocer directamente.

C.: Entonces, ¿señala usted que desde el punto de vista de la Absolutidad todo ser es irreal, pero que según la relatividad todo es real?

T.: Probablemente ése sea un buen resumen del asunto como se pueda representar en tan pocas palabras. Sin embargo, tenga en cuenta que la "condición de ser" es un estado de conciencia inducido, y sin importa cuán grande, sabio y poderoso pueda ser una Entidad, ésta debe considerarse como un mero aspecto fenoménico del Absoluto. La homogeneidad primordial que necesariamente debemos atribuir a la Realidad Única y No Condicionada excluye la posibilidad de los átomos, a excepción de Maya. Dado que todas las formas están constituidas por átomos (asumiendo que estas últimas son los componentes finales de la materia, que por supuesto no es así) se deduce que tales formas son tan ilusorias como las partículas utilizadas en su construcción.

Los misteriosos poderes del pensamiento nunca han sido comprendidos, y ni siquiera sospechados por la humanidad en general. La mente o Principio del Pensamiento es el único poder en el mundo que puede crear una forma o cualidad. Dado que el ser humano es el único en que la mente ha despertado a la actividad (en la gran masa de personas la mente sólo se despierta de modo parcial), se deduce que solo él es responsable de las cualidades que se encuentran en todas las formas y fuerzas inferiores, ya sean buenas o malas. El hombre crea cualidades, y las formas y fuerzas inferiores las encarnan y reflejan. Si los pensamientos humanos siempre hubieran sido limpios, puros y sanos, el mundo no se vería afectado por serpientes venenosas en el reino animal, ni por la hiedra o roble ponzoñosos y otras formas nocivas en el reino vegetal. Por todas estas condiciones inarmónicas implantadas en la Corriente de la Vida el hombre no tiene nadie más a quien culpar -o quizás deberíamos decir agradecer- sino a sí mismo, dependiendo completamente de cómo los miremos.

C.: ¿Por qué dice que debemos "agradecer" a los hombres por traer cualidades destructivas al mundo?

T.: Si el ser humano nunca hubiera cometido ningún pecado, en su naturaleza habría ciertos campos de experiencia y algunas posibilidades de conciencia sin desarrollar, explorar ni dominar. En su marcha hacia la divinidad consciente, el individuo debe desarrollar su facultad discriminadora, enfrentar y vencer todas las tentaciones para hacerse maestro en todos los campos de la experiencia, ya que esos ámbitos se desarrollan sucesivamente en su conciencia. Cometer errores presentes y aprender de ese modo a evitar equivocaciones similares en el futuro es el proceso normal por el que se lleva a cabo la evolución del alma. Así vemos que el ser humano es el autor de todos los pecados y que en él reside el único poder por cuya mediación pueden vencerse todas las transgresiones.

C.: Se nos ha enseñado a creer que el diablo es la fuente de todo mal. Entonces, ¿cómo pueden justificar ustedes la terrible acusación que hacen contra la humanidad al culparla de crear todos los males que afligen al mundo?

T.: La respuesta a su consulta es bastante fácil. Como ya se dijo, todas las formas están construidas de átomos o vidas elementales; es decir, la vida se manifiesta en lo que parece ser una de sus formas más simples. Ahora bien, el cuerpo humano está compuesto enteramente por estos átomos, los que están integrados en las moléculas y éstas en las células. Cada vez que generamos un pensamiento éste pasa a través del cuerpo como lo que podría ser comparado con una carga eléctrica. Si el pensamiento es puro, cada átomo que recibe la impresión del pensamiento se hace un poco mejor de lo que era antes; pero si la cogitación es baja, brutal y destructiva cada átomo que percibe y registra esa idea es degradado.

Tanto la ciencia física como la Teosofía enseñan que cada uno de nosotros atraemos millones de átomos y estamos arrojando aproximadamente un número igual cada segundo. Un pensamiento de rabia, sórdido y brutal sostenido por largo tiempo hace que los átomos de nuestro cuerpo se sobrecarguen con cualidades destructivas, y cuando se desprenden de ellos son atraídos y se encarnan en aquellas formas con las que tienen mayor afinidad [véase el comentario al artículo "¿Son crímenes el suicidio y el aborto?"]. Una vez encarnados en otros organismos buscan expresar a través de éstos las cualidades que les hemos marcado. De esta manera, el ser humano ha cargado las formas y fuerzas inferiores de la naturaleza con cualidades destructivas y a través de ellas esas características inarmónicas han devuelto el golpe al hombre, su creador, desde que se convirtieron en un poder.

De este modo, vemos cómo mediante el pensamiento malvado el hombre ha corrompido el agujero de la naturaleza y cómo ésta le devuelve su merecida recompensa en forma de dolor y sufrimiento. También podemos comprender fácilmente de qué modo el individuo -a través de su cogitación perversa- ha convertido los inofensivos gérmenes de vida en portadores de enfermedades y muerte. Además, podemos ver fácilmente cómo el borracho que intoxica las células y moléculas de su cuerpo crea en sí mismo todo un ejército de pequeños demonios. Mientras sea capaz de mantener sus pensamientos lejos de la bebida, estos demonios pueden mantenerse atados; pero en el momento en que comienza a pensar en beber y abre su mente a un deseo de intoxicación, de inmediato libera a estos diablos autocreados lo que genera un clamor constante y exigente: “¡Bebe, bebe! ¡Más alcohol!" El hombre pronto se vuelve loco y para aliviar su agonía va al boliche más cercano y se “embriaga gloriosamente”. Pero sabe muy bien que sólo obtiene un alivio temporal de sus sufrimientos.

C.: ¿Qué sugeriría usted como el mejor remedio para superar el deseo de una bebida intoxicante?

T.: La mejor solución para lograr este propósito sería interesarse profundamente por la Teosofía como se presenta en los escritos de H.P. Blavatsky, la verdadera fundadora de la Sociedad Teosófica, y los de sus compañeros de trabajo que se mantuvieron fieles a ella y a sus enseñanzas. Decimos esto porque Blavatsky representó a la Gran Logia Blanca de Maestros en el plano material, y porque si se siguen las enseñanzas que dio no pueden dejar de producir el desarrollo de la naturaleza superior humana y la supresión de las cualidades inferiores. El consejo anterior, por supuesto, se ofrece sólo a aquellos que han desarrollado suficiente capacidad intelectual para captar en cierta medida la filosofía adoptada en las enseñanzas teosóficas.

Para quienes carecen de esa facultad, les sugerimos que asistan a algún tipo de renacimiento cristiano y "obtengan la religión". Casi cualquier tipo de credo servirá para que el aspirante se vuelva profundamente entusiasta en su deseo de servir a Dios y avergonzar al Diablo. Tal vez de esta forma y sin saberlo, para sí mismo comenzará a crear un nuevo canal a través del cual puedan fluir sus pensamientos y la antigua tendencia grabada en su naturaleza durante sus días de embriaguez con el tiempo se obstruirá y dejar de funcionar debido al desuso.

C.: ¿Cuánto tiempo se requiere para que un borracho supere su enfermedad?
T.: No se puede dar un tiempo definido, ya que no hay dos personas que reaccionen a un conjunto dado de circunstancias exactamente de la misma manera. Sin embargo, la ciencia materialista y la Teosofía afirman que el cuerpo humano cambia hasta el último átomo aproximadamente una vez cada siete años. En ese momento el beodo debería ser capaz de expulsar todos los átomos de su cuerpo remojados en alcohol y reemplazarlos por otros que están mucho menos contaminados. Sin embargo, en mucho menos de la mitad de ese  periodo el bebedor debiera poder percatarse que está en el camino hacia el éxito siempre que no albergue en su mente un anhelo por las viejas formas de vida.

Ya que vivimos en un Universo de Ley inmutable que es rígidamente justa, se deduce que por necesidad cada uno debe cosechar con exactitud como se siembra. El beodo confirmado ya sea en ésta o en una vida anterior desobedeció deliberadamente las advertencias de amigos y maestros y optó por seguir el atractivo de los sentidos hasta que se encontró en las garras brutales de un monstruo insaciable. Por el mal uso de sus facultades en existencias anteriores puede haberse predestinado a una vida de miseria al respecto, pero la culpa se debe a sí mismo y a nadie más. Lo mismo ocurre con todos los que han sido víctimas de cualquier otra forma de vicio.

C.: He visto a hombres y mujeres de buen corazón y mente que sufren terriblemente sin culpa suya, mientras que los individuos brutales y sin principio ético alguno se han erigido en riquezas y placeres sin el más mínimo obstáculo para controlar sus malos caminos. Si la Ley de la Vida -como usted la llama- es exactamente según la describe, entonces ¿por qué algunas personas nacen en las circunstancias más favorables, mientras que otras vienen a la vida y se crían en condiciones que hacen que sea casi imposible para ellos desarrollar en sí mismos algo más que las tendencias más viciosas?

T.: Cuando salen por primera vez de la Fuente de Vida, todos los seres de cada grado lo hacen exactamente en los mismos términos y en las mismas condiciones, por cuanto no es más discapacitado que otro. Cuando la gran rueda de la evolución comienza a girar en las etapas primitivas de un período cósmico, la Sustancia Homogénea y Precósmica se genera así en átomos objetivos que, si no somos demasiado hipercríticos, pueden considerarse como la base para la construcción de todas las formas. Así los siete Principios de la Gran Naturaleza -que están presentes de modo activo o potencial en todas sus formas- se despiertan lenta y sucesivamente a la actividad en el largo curso de la evolución.

Aquellos seres que están activados en los principios inferiores sencillamente no pueden crear cualidades en sí mismos, sino que se limitan a expresar las características que han sido impresas en ellos por ser de un orden superior. Por necesidad sus actividades se confinan al plano puramente físico, y es sólo cuando se despierta Manas o Mente (el Quinto Principio) que se puede decir que esta entidad se ha convertido en un humano. Habiéndose transformado en un ser pensante y por lo que ahora es, éste comienza a trazar su curso mediante las aguas de la vida. Es capitán y piloto, y ningún otro ser tiene derecho a dirigir sus asuntos sobre el tumultuoso mar de la existencia autoconsciente. Sin embargo, si lo desea, puede estar seguro de encontrar un amigo y maestro capaz y dispuesto a señalarle el verdadero curso que se debe seguir. Si el individuo en cuestión elige seguir el atractivo de los sentidos, entonces tendrá que aprender las lecciones de la vida de la manera que está más cargada de dolor y sufrimiento, porque la experiencia -la más grande de todos los maestros- empuña un látigo escondido en el aguijón de un alacrán. Poco a poco, el hombre desarrolla en sí muchas tendencias, pero las que se cultivan más asiduamente se convertirán en los factores dominantes de su vida.

C.: Conozco a un hombre que ha sido un ladrón toda su vida y comenzó a robar poco después de salir de la cuna. En cualquier caso, no había tenido tiempo de desarrollar tales rasgos a partir de la experiencia. ¿Cómo explicaría usted este extraño fenómeno mental en la naturaleza humana?

T.: El caso que menciona no es mental, ni tampoco es un fenómeno atípico. El ladrón había desarrollado tendencias criminales en vidas anteriores, y era natural que volviera a ser delincuente en ésta. Nuestras características se entrelazan en el tejido mismo de nuestro ser y se convierten en parte de ello. No podemos dejarlas a voluntad y nos siguen de nacimiento en nacimiento. La única manera de superar el deseo de robar una vez que se desarrolla ese rasgo es adquirir el deseo de una naturaleza directamente opuesta, lo cual puede parecer extremadamente difícil y muchas veces lo es. Por sí sólo, el poder de la voluntad no puede vencer al deseo, porque aquélla está bajo el control del último. La forma más fácil de superar un anhelo maligno es comenzar a cultivar con entusiasmo otro bueno, y así el resultado corresponderá exactamente con el ahínco puesto en el esfuerzo.

Cada persona tiene el poder de convertirse en un dios o un demonio. Dado que la Ley Suprema es la esencia misma de la justicia, se deduce que quien busque una vida de crimen encontrará las cartas apiladas contra él desde el principio, porque nunca ha existido un crimen cometido en la historia del mundo que no se haya conocido al instante por otras inteligencias que no sean las inmediatamente afectadas. El criminal deja atrás un rastro que está tan claramente delineado como los contornos paisajísticos labrados por el río Mississippi en su camino hacia el mar. Cuando el magnetismo de un hombre se haya empapado completamente de maldad, incluso las llamadas "fuerzas poco inteligentes de la naturaleza" verán en él un enemigo y lo atacarán cada vez que se presente una oportunidad.

Hace unos años conocimos a un hombre joven que tuvo la desgracia de perder ambas piernas. Nos dijo que en su vida temprana había sido extremadamente cruel con los animales, especialmente los perros, y que ahora le resultaba imposible tener una relación amistosa con cualquiera de ellos. Incluso los animales extraños parecían reconocerlo instantáneamente como un enemigo amargo y rechazaban todas las propuestas amistosas.

Invariablemente una actitud bondadosa hacia los demás será recíproca, excepto por aquéllos que son completamente malos. La vida se construye de esa manera y no podemos cambiarlo, pero sí se puede alterar nuestra actitud hacia la Ley que, si no nos oponemos a ella, reaccionará ante nosotros de una manera que siempre es benéfica. Debido a su terrible ignorancia, los hombres están en gran parte del tiempo oponiéndose a la Ley y por lo tanto han traído hacia sí mismos un mundo de sufrimiento.

C.: Debo admitir que ha reforzado su argumento con una lógica considerable, pero ciertamente no admito la validez de todas sus afirmaciones. Me doy cuenta, como todos, de que el mundo tiene una gran necesidad de ser reformado y que debemos hacer todo lo posible para guiar a los hombres hacia el camino de la piedad, pero ésta es una tarea hercúlea a la que nos enfrentamos. Los pastores son pocos y los rebaños, muchos. Además, con demasiada frecuencia las personas son lentas para reconocer y aceptar la mano amiga que está extendida para ayudarlas.

T.: El mundo ha tenido demasiados líderes "espirituales" por su propio bien. Los mismos Maestros no lideran, sino señalan el verdadero rumbo que deben seguir aquéllos que honestamente "buscan el camino", pero nunca ejercen la menor presión sobre el investigador. En cuanto a aquéllos que tratan de reformar el mundo, si observamos sus vidas de cerca quizás veamos que aún no han logrado cambiarse a sí mismos. Usted no puede reformarme ni yo a usted, pero cada individuo puede transformarse a sí mismo y cuando eso ocurra, entonces y sólo entonces se reformará el mundo entero. Tenga en cuenta el hecho de que todo cambio genuino de cualquier tipo proviene del interior, nunca de fuera.

C.: He conocido a muchos hombres y mujeres que se han apartado de la maldad para seguir el camino de la justicia al presentarles las verdades del Evangelio.

T.: Muchas personas son llevadas en su emocionalidad a abandonar ciertas doctrinas falsas y malas prácticas para adoptar otras que parecen ser menos reprensibles, y no tenemos ningún deseo de pelearnos con ellas. Cuando un hombre ignorante (¡y quién de nosotros no lo es!) se aleja de la embriaguez para convertirse en capitán del Ejército de Salvación, al menos ha renunciado a una cierta forma de vicio que ha sido decididamente perjudicial, tanto en su salud como en la moral. Es muy posible que su capacidad intelectual no le permita captar nada más abstracto que la doctrina de la "expiación indirecta" y no debe esperar que nadie piense y actúe más allá de su capacidad intelectual o ética.

Pero cuando después de avanzar y retirarse a lo largo de muchos caminos teológicos logra despertar en sí mismo una facultad realmente discriminatoria, es entonces cuando verá la necesidad de liberarse de todos los anclajes y sumergirse con audacia en el vasto océano de los misterios de la vida, ¡en busca de la verdad y nada más que la verdad! Hablando figuradamente, en ese día disfrutará al expulsar todas las ideas falsas y la basura teológica que acumuló en sus células cerebrales durante muchos años. Verá que el primer y principal objetivo que se debe lograr es hacer que su mente esté tan limpia y pura como el arroyo de montaña más cristalino. Todos los impulsos kámicos deben eliminarse o reducirse hasta el punto de extinción. Estas son verdades universales que han sido ampliamente proclamadas por los Profesores de Teosofía, y cualquier persona que se atreva a ponerlas a prueba puede demostrar su veracidad. Una enseñanza moral que no se puede probar y establecer como verdadera en la propia experiencia no es mejor que una muleta teológica que proporciona al aspirante apático a la sabiduría espiritual con "medios respetables" para evitar la verdad. 

C.: Usted habla como si la mayoría de los cristianos que aman la verdad fueran falsos para ellos mismos y los demás. Esta es una acusación seria que merece algo más que un simple aserto.

T.: Una abrumadora mayoría de personas rechaza la verdad porque está enamorada del mal. Cuando se les señala el verdadero camino hacia el conocimiento y la sabiduría se encogen de hombros, y con una sonrisa maliciosa de desprecio dan la espalda como si trataran con una "víbora humana" empeñada en privarlos de sus principales placeres en la vida. Sin embargo, son esos placeres basados principalmente en el egoísmo y expresados a través de la naturaleza animal los que se erigen como una barrera entre ellos y la verdadera iluminación. Por supuesto, hay otros tipos de mente que se han inhibido a sí mismas para recibir luz. Al igual que la almeja, cuanto más usted trata de arrojar luz sobre ellos, más aprietan la capa mental en la que están incrustados. Hablando metafóricamente, algunos individuos nacen con gafas rojas y otros con lentes azules; para uno todo se verá de un determinado color y ningún argumento los convencerá de que su opinión es falsa. Pero otra persona que por pensar y vivir correctamente en vidas anteriores se ha ganado el derecho de entrar en la encarnación actual con la capacidad de ver con claridad, sabe que los otros están equivocados aunque no tendrá medios para demostrarlo. La única forma en que las personas con gafas rojas y azules puedan ver las cosas del modo correcto es librarse del astigmatismo mental que les impide percibirlas en su verdadera luz. Esta es una tarea que sólo ellos pueden hacer a través del "esfuerzo autoinducido y autodiseñado".

Hay un viejo dicho egipcio que reza: “Si vives a la altura de la luz que tienes ahora, bajo la Ley obtendrás más luz, pero si no haces honor a esa luz perderás la que tienes". En otras palabras, tenemos que hacer uso de cada facultad del alma que deseamos retener, o de lo contrario la perderemos. La ley de compensación exacta es operativa en todo momento y nunca falla en su propósito final, aunque algunas personas se engañan creyendo que sí es falible porque no liquida todas las diferencias o injusticias, y produce un ajuste inmediato de la manera en que ellos piensan mejor. La Naturaleza tiene todo el tiempo para cumplir sus objetivos finales y en estricta verdad realiza muy bien su trabajo a pesar de los esfuerzos de gente malvada que busca impedir y frustrar sus propósitos en lugar de cooperar con ella por el bien de todos.

C.: ¿De qué manera se puede servir mejor a Dios o la Naturaleza, como la llaman ustedes, para lograr el perfeccionamiento del alma humana?

T.: Entrenando nuestras mentes para pensar en términos de unidad en lugar de desunión. Tratando de darnos cuenta de que Dios es la Vida Única que repleta el Universo; que en su aspecto más elevado se llama Divinidad y en su nivel más bajo "lo diabólico", y que entre estos dos extremos se extiende la gran masa de la humanidad en que se libra continuamente la gran guerra del Mahabharata o batalla del Armagedón, una lucha entre las fuerzas del bien y el mal, en la que un individuo está tan involucrado como otro ya que su destino estará determinado por el desenlace. Al unirnos a aquellas fuerzas que luchan por elevar a la humanidad estamos haciendo nuestro gran esfuerzo para acelerar el día de la victoria final de este Período Cósmico.

C.: ¿Qué quiere decir con "período cósmico"?
T.: Un Período Cósmico marca el comienzo y final de un ciclo de manifestación, seguido por el Caos. Hay ciclos dentro de ciclos, y nuestra Etapa Cósmica actual está contenida en un Periodo aún más grande. El mayor Ciclo que se haya expresado en cualquier idioma es el Maha Kalpa de la literatura india, también conocido como Vida de Brahma, que abarca un período de 311.040.000.000.000 de años según lo medido en nuestro tiempo. Brahma es simplemente otro nombre para la Gran Ilusión, y cuando el primero "muere", también la Gran Ilusión llega a su fin.

En ese día la inteligencia recaerá en la no-inteligencia, la conciencia en no-conciencia y la existencia en no-existencia. La profunda oscuridad del absoluto vacío se asentará como un impenetrable manto sobre la vastedad del Espacio; todas las manifestaciones y vibraciones serán incorporadas a su Fuente primordial y quedará sólo en un estado de profunda latencia, el poder de crear otra Maya Cósmico cuando llegue el momento de un nuevo despertar. La vacuidad de la no-existencia tal como se anticipaba en la "muerte de Brahma" no puede reducirse ni a las palabras ni al pensamiento. La no-existencia aquí postulada es tal sólo desde el punto de vista de lo que ahora consideramos conciencia y percepción humanas. La consciencia no puede percibirse a sí misma pues únicamente puede conocer sus propias creaciones. Dado que estas creaciones son Maya en sí mismas, el resultado de la ideación expresada a través de la mente -que constituye un aspecto de la conciencia y surge con ésta última- necesariamente implica que la totalidad de la vida objetiva no es más que una imagen mental animada que se arroja en la pantalla del tiempo.

Esta Gran Imagen Mental que llamamos "universo objetivo" ofrece innumerables puntos de enfoque para la expresión de la Conciencia Universal. Para la conciencia condicionada, la Realidad Única Increada -ya sea que la llamemos Sustancia Pre- o Postcósmica- puede considerarse sólo como no existente.

C.: Debo confesar que algunas de sus ideas no han entrado en mi mente, pero aún así estoy interesado en lo que dice. ¿Podría hacer sus explicaciones un poco menos abstractas, o tal vez debería decir más concretas, para una mayor facilidad de comprensión?

T.: La naturaleza misma del tema que discutimos implica necesariamente un pensamiento abstruso. Debemos tratar de comprender que no hay nada en todo el Universo manifestado sino la conciencia, y los diversos estados que ésta puede inducir en sí misma. Los niveles posibles para la conciencia nunca se han agotado, ni siquiera por los Seres más evolucionados, y es muy posible que sean infinitos en número y nunca se terminen. Puede decirse que el verdadero propósito de la vida es evolucionar en nuevos y más elevados estados conscientes y cada nueva etapa trae conocimiento, sabiduría y poder correspondientes al ego.

La manifestación es el único medio por el cual el Principio no-inteligente puede convertirse en Inteligencia activa; el no-ser en el ser, o la no-felicidad en la dicha activa. Seguramente vale la pena luchar por estos estados, incluso como objetivo final, pero tengamos en cuenta el hecho de que no existe un "objetivo final" en el sentido comúnmente aceptado del término, ya a partir de toda la línea de Seres superiores -desde un orden trascendente y elevado hasta Maestros de órdenes inferiores- se nos ha dicho que nunca habrá un final a la vista y estamos justificados al suponer que es así porque en un universo infinito hay posibilidades ilimitadas de crecimiento y expansión en todas direcciones, y ningún ser finito puede agotar las opciones del Infinito.

C.: ¿Cuál es superior a la otra: la porción inmanifestada y no condicionada de la Realidad Única, o aquéllo que se manifiesta y está condicionado?

T.: El Infinito es uno e inseparable. No se puede dividir en partes, aunque como resultado de la ideación puede y parece estar dividida. La Realidad Única puede obtener una Realización del Ser sólo cuando está sujeta a condiciones y la manifestación comienza con la diferenciación seguida de la individualización. De este modo, es posible concretar el Sí mismo mediante los yoes. Sólo de esta manera los poderes potenciales pueden convertirse en activos, y los estados potenciales son factible de desarrollarse para una expresión activa. Entonces, podemos justificarnos diciendo que la manifestación de la vida es la "crema" que se abulta en el Océano Infinito de potencialidades primitivas.

C.: Si el hombre es heredero de una infinidad de poderes potenciales, ¿significa eso que nunca habrá un estado de descanso final para el alma?

T.: ¿Quién querría alcanzar un estado final desde el que no podría haber surgimiento hacia algo mejor? No existe un período final de descanso que pueda llamarse "irrevocable" o "interminable"; pero a cada período de actividad le sigue otro igual de reposo, y algunos de estos son tan increíblemente largos que bien podrían considerarse como la Eternidad misma.

C.: Ustedes hablan despectivamente del cristianismo, pero los científicos no aceptarán más vuestras doctrinas que los creyentes. ¿Qué pueden decir al respecto?

T.: Los científicos materialistas se han hecho ridículos de muchas maneras, o al menos algunos de ellos. Afirman que la materia es el principio y fin, así como el sustentador de todas las cosas; que esa materia comenzó como limo primitivo que sin ninguna inteligencia que lo dirigiera dio lugar gradualmente a muchas formas groseras de materia no organizada; que ésta última produjo formas organizadas, y éstas a su vez mediante procesos escalonados evolucionaron hacia el ser humano que consiste en un organismo físico altamente desarrollado con su logro supremo, el cerebro, que produce pensamiento e inteligencia y completando así hasta el momento la magnífica obra del Gran Dios o la evolución.

El cuerpo físico humano cuenta con un sistema nervioso coordinado y ajustado maravillosamente, la capacidad de convertir los alimentos en sangre y luego enviarla a través de arterias y venas; éstas tienen válvulas para evitar que circule en la dirección equivocada, lo que obliga a la sangre a transportar elementos nutritivos a todas partes del cuerpo; algunos van al cuero cabelludo para hacer crecer el pelo, otros van a la boca para convertirse en dientes, y otros al marco interior del cuerpo para transformarse en huesos. ¡Todos estos son el logro del Gran Dios actuando en sus primeras etapas, sin cerebro y completamente falto de inteligencia!

Sin embargo, la llamada "naturaleza poco inteligente" creó y fabricó maravillas que nuestros científicos más dotados no sólo no pueden duplicar, sino que tampoco comprenden cómo se logran.

Entonces, lo siguiente puede considerarse como las deducciones de la ciencia materialista condensadas en pocas palabras: el cerebro físico emite pensamiento y es la fuente de toda inteligencia; el cerebro y cuerpo humanos son el logro más elevado de la evolución y surgieron de formas inferiores; éstas emergieron de materia no organizada la que a su vez brotó de un limo primitivo; este material vino de la nada, y el vacío significa toda ausencia de algo. Por lo tanto y según la "ciencia" todas las cosas han surgido de la nada incluyendo la mente, el pensamiento, el amor y todos los aspectos humanamente apreciados, y todo ello será sepultado con sus huesos. Tales son los dictados de la ciencia física. Acéptelos y será "sabio"; rechácelos y será visto como tonto. 

Ahora bien, los teósofos no se oponen a todos los descubrimientos de la ciencia. Tampoco negamos los hechos reales de la evolución, sino insistimos en que una fuerza espiritual inteligente es el poder impulsor y directivo involucrado en cada fase de sus operaciones. Este es el punto crucial de diferencia entre los teósofos y la corriente moderna de científicos materialistas quienes se han mostrado tan irracionales como los fundamentalistas cristianos.

C.: ¿Qué pasa con los fundamentalistas cristianos? Sostienen que Dios creó todas las cosas, y eso es ciertamente más razonable que la afirmación de que salimos de un limo primordial.

T.: Si los fundamentalistas creen tener alguna ligera ventaja sobre los materialistas, ciertamente no es suficiente para jactarse. Nunca han podido decirnos cómo su Dios llegó a existir con todos sus poderes imposibles. Dicen que con sólo hablar puede crear un mundo y la existencia a voluntad; hace que existan almas humanas sensibles y si lo considera conveniente puede arrojarlas a un lago de fuego y dejarlas allí para que se quemen por siempre y no es asunto de nadie. De hecho, sólo hay una cosa que Dios no puede hacer, y eso está mal, porque cualquier cosa que elija realizar está bien, sin importar cuánta injusticia y sufrimiento inflija a sus criaturas indefensas e infortunadas.

Dios también habló para que el Sol se encendiera con el propósito de iluminar nuestros días, según los fundamentalistas. También Él puso la Luna, los planetas y todas las estrellas en el firmamento para embellecer el cielo por la noche y, por cierto, decirnos cuándo ir a dormir.

Si le preguntamos cuándo hizo Dios todo esto, el fundamentalista responderá "hace unos seis mil años". Pero no podemos dejar que el asunto se quede ahí, por lo que nos gustaría saber qué había estado haciendo Dios durante los millones y billones de años anteriores al inicio de ese periodo de "seis mil".

Hace sólo unos días tuvimos la oportunidad de escuchar una discusión entre un materialista y un fundamentalista, en la cual se planteó la pregunta anterior. No podemos citar las palabras exactas del religioso en su respuesta, pero por lo que recordamos fue algo así como: "Estaba atendiendo su propio negocio de manera sensata, y eso es más de lo que usted está haciendo al proponer una pregunta tan tonta".

No creemos que esta interrogante sea del todo absurda, en vista de la actitud asumida por los fundamentalistas.

Si en el comienzo y hace seis mil años Dios creó el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos, evidentemente antes de ese tiempo nunca había ejercido sus poderes creativos. Si esto fuera cierto, difícilmente podría haberse diseñado un trono sobre el cual sentarse. Y de todos modos, ¿qué utilidad podría haber tenido ese sitial si no había nada sobre lo cual gobernar o presidir? E incluso si hubiera tenido esa poltrona, ¿en qué podría haberse apoyado ya que el aire y el vasto océano de éter interestelar aún no habían surgido? Y así, según los fundamentalistas, hace poco más de seis mil años no había nada más que Dios, un gran ser espiritual solitario en el espacio y rumiando una "vacuidad vacía".

Para la infertilidad de la mente y la aridez del pensamiento, tanto los fundamentalistas cristianos como los materialistas tienen nuestra conmiseración, ya que desde el punto de vista de la lógica sólo tienen una base débil en que apoyarse.

Si usted pudiera entender que las enseñanzas teosóficas nos han llegado de parte de los Maestros de Sabiduría, científicos expertos del más alto nivel e innumerables épocas antes de que se conociera la ciencia materialista de hoy, entonces vería por qué los teósofos ponen tan poca importancia en los pronunciamientos de la ciencia y religión actuales cuando éstos entran en conflicto con las enseñanzas de los Maestros.

C.: Hay ciertas cosas en su filosofía que ciertamente no entiendo. Si los Maestros de los que habla son tan sabios y poderosos como señala y si algunos han ocupado cuerpos humanos desde que nuestra humanidad actual estaba en su infancia, ¿por qué no se han revelado al mundo en general en todas las edades, ni ayudan a los menos progresados en el desarrollo de una civilización grande y duradera? ¿Por qué no inventaron el automóvil, la radio y el avión hace miles de años en lugar de esperar que los hombres pobres e ignorantes desarrollen estas cosas sin ayuda, después de pasar por innumerables años de salvajismo?

T.: Su pregunta es pertinente y merece una respuesta definitiva. Los Maestros asisten y siempre han ayudado hasta cierto punto a la humanidad en su capacidad de asimilar conocimiento y de forma proporcional a su inclinación a usar esa ayuda para el mejoramiento del mundo. Científicos, filósofos, inventores y escritores en muchos campos del pensamiento han recibido ideas en el momento y forma correctos con tal provocar cambios trascendentales en la historia de hombres y naciones. Muchas de las personas que tanto ayudaron han sido lo suficientemente intuitivos para darse cuenta de que la inspiración les había llegado desde fuentes más elevadas que ellos mismos, aunque otros favorecidos también creían que esas "musas" se debían puramente al trabajo de sus propias neuronas.

Instar a la humanidad a un ritmo que extralimite su capacidad, sería como forzar las matemáticas superiores en una clase de niños que aún no han aprendido la tabla de multiplicar. En este período de evolución las facultades mentales e intelectuales humanas tienen una tendencia a aventajar el crecimiento de la naturaleza moral y espiritual, y así un gran invento expuesto a un pueblo que no está preparado moralmente para ello, en lugar de demostrar un beneficio para la civilización podría muy fácilmente conducir a su aniquilamiento.

La invención y el perfeccionamiento de las máquinas que acaba de mencionar son un gran logro intelectual. Pero ¿de qué manera se ha beneficiado la gente con el avión, inventado hace unos pocos años, en un momento en que la llamada "civilización ilustrada" había alcanzado lo que las masas irreflexivas llaman un nivel elevado de "perfección"?

Cualquiera que en los últimos treinta años se haya mantenido relativamente bien informado sobre asuntos de actualidad sabe que el avión se ha utilizado principalmente para destruir vidas humanas. Las porciones "civilizadas" de están cometiendo suicidio espiritual lo suficientemente rápido sin poner en sus manos motores adicionales de destrucción. Los Maestros están interesados en la elevación de la especie y no en su caída.

Con el desarrollo del "rayo de la muerte" mediante el que se puede destruir a ejércitos y naciones enteros en un santiamén -ahora previsto y buscado por ciertos científicos-, es muy probable que los Poderes Superiores no puedan salir a la luz; pero cuando una nación se satura completamente con el mal de una naturaleza particularmente destructiva, incluso los Maestros no pueden protegerla de su propio destino, por cuanto a tal país se le debe permitir autoaniquilarse. En lo que antecede, no deseamos que se entienda que los Maestros anulan o pueden abolir cualquier parte de su Karma o el de otro individuo; pero bajo ciertas circunstancias pueden retrasarlo durante un período más largo evitando así que el individuo e incluso la nación se vean completamente abrumados.

C.: ¿Cuál es el primer paso que debe dar una persona que desea abordar un estudio serio de Teosofía?

T.: El mayor activo que puede tener cualquier aspirante al conocimiento teosófico u oculto es una mente pura y libre de todas las influencias kámicas que por sí sola es capaz de proporcionarnos una base firme y verdadera sobre la cual construir de manera segura la superestructura de la Divinidad. Tratar de edificarla en la propia naturaleza mientras que la mente aún es susceptible de impulso impuro es invitar al desastre.

El Sexto Principio en la Gran Naturaleza, junto con el Séptimo -siendo éste último el verdadero Cristo-, es un enorme poder espiritual que no se puede unir de ninguna manera con la naturaleza animal o kámica en el hombre. Despertar estos Principios mientras la naturaleza sensual permanece desenfrenada es traer sobre sí mismo un infierno como el que nunca ha soñado. La salud física se verá debilitada casi de la noche a la mañana; los órganos corporales más débiles serán los primeros en resentir el impacto de las vibraciones intensas de los Principios superiores despertados, pero todos se verán afectados en diversos niveles convirtiendo la vida en una verdadera pesadilla de horrores innombrables. Si uno no está dispuesto a renunciar a sus apegos mundanos, es mucho mejor que no estimule las vibraciones de sus Principios superiores para que se conviertan en expresión activa. Por supuesto, alguien puede ser teósofo de manera suave sin despertar nunca la actividad de la parte divina en su constitución. Puede esforzarse por superar sus faltas personales, intentar de manera inteligente hacer del mundo un lugar mejor y desarrollar en sí mismo un sentimiento fraterno por toda la humanidad, sin efectuar una revolución completa en su modo de vida. Pero los Maestros han dicho que un intenso deseo de alcanzarlos y si se persevera en ellos, inevitablemente nos llevará al punto de la probación.

Para llevar una vida puramente teosófica uno debe guardar sus pensamientos continuamente. No debe envenenar su mente al escuchar historias sucias, incluso cuando las cuenten aquéllos que profesan ser sus amigos. Nadie tiene el derecho moral de arrojar basura mental en la mente de otro. Para la persona promedio, prestar atención a relatos obscenos no producirá ningún efecto inmediato y apreciable, pero una vez que la Naturaleza Divina se despierta en la persona, la entrada en la mente de un pensamiento impuro está plagada de un peligro extremo y producirá un sufrimiento completamente insospechado por quienes todavía están bajo el dominio de su naturaleza kámica.

C.: He conocido a cientos de cristianos sinceros cuyas vidas en su mayor parte estuvieron dedicadas al servicio de Dios; pero que yo sepa, ninguno ha estado sujeto a las experiencias angustiosas que usted menciona. ¿Podemos inferir de su declaración que de esa gran cantidad de cristianos ninguno ha despertado en sí mismo el Principio de Cristo, como ustedes lo llaman?

T.: Eso le corresponderá inferirlo a usted, si lo desea. Si los cristianos a los que alude son vidas de la mayor pureza y si han logrado eliminar todos los impulsos sensuales de sus mentes y sentimientos, entonces no se habrá generado ninguna causa para el sufrimiento. Sin embargo, nos sentimos justificados al decir que muy pocas personas -ya sean cristianas o no- tienen algo más que una comprensión rudimentaria de lo que constituye la mente pura.

La naturaleza humana, tal como se expresa en el humano promedio, no puede transformarse en característica divina de la noche a la mañana. Efectuar una revolución radical en la vida interna y externa requiere un esfuerzo arduo, prolongado y sostenido, siendo ésta una de las razones principales por las que tan pocos se han sentido atraídos por la Teosofía. Aquéllos que de una manera determinada se han propuesto reconstruir sus vidas en líneas superiores y mejoradas han visto que los frutos logrados estuvieron en proporción exacta al esfuerzo hecho. De hecho, este es un porcentaje honesto en que la recompensa exacta por cada pensamiento y acción es la Ley Suprema, ya que ningún hombre quita más vida de la que añade. Quienes tienen sólo una visión superficial de la vida y sus problemas negarán esto con vehemencia; pero el pensamiento profundo y la investigación confirmarán y establecerán su verdad más allá de la duda.

Muchos cometen el error de formular juicios severos e intransigentes con respecto a las deficiencias de los demás, incluso cuando la evidencia en que se basan su juicio es fragmentaria y no concluyente. En esto suman para sí un karma retributivo como a la sobrecarga que ya tiene el mundo. Los pensamientos y acciones que parecen caracterizar a un individuo durante unos pocos años o incluso toda una vida no nos proporcionan los antecedentes y materiales necesarios para determinar su verdadero estado en la gran corriente de la existencia condicionada, incluso si poseemos la Sabiduría requerida para tal juicio que por supuesto no tenemos. Cada uno de nosotros ha organizado una larga serie de causas a lo largo de muchas vidas, y gran parte del Karma así generado sigue siendo inminente como una futura bendición o maldición. En los pensamientos y acciones de hoy se está cosechando el fruto de una vida futura.

C.: ¿Creen los teósofos en la oración?
T.: ¡Jamás! No en el sentido en que el término se utiliza generalmente, ya que si sólo hay una Vida en el Universo y cada uno es una expresión limitada de ella, ¿a quién podríamos orar que no sea a nosotros mismos? Un deseo de lograr un propósito benéfico en lo más profundo de nuestro corazón, y un esfuerzo por concretar la realización de ese propósito en las experiencias de nuestra vida diaria es el enfoque más cercano que podemos concebir de una oración genuina. Por supuesto, es muy natural que en tiempos de gran necesidad deseemos que nos ayuden nuestros Hermanos Mayores o Maestros, pero esto no puede ser considerado como plegaria en ningún sentido cristiano.

Ellos y nosotros están en una vasta peregrinación. Son conquistadores en los planos inferiores de la vida y todavía estamos luchando en la vorágine de la existencia física.

Viva en el sótano de su mente y naturaleza, y se convertirá en un ser degradado, rechazado y aborrecido por todos. Esfuércese por alcanzar los pináculos del pensamiento y la acción sanos, y en silencio comenzará a manifestarse una revolución interior que hará que los viejos puntos de referencia de una vida mal empleada se desvanezcan gradualmente de la memoria, como un camino nuevo y mejor que comienza a desplegarse ante el alma aspirante.

En la etapa actual de la evolución humana, necesariamente debemos pasar por experiencias desagradables y esforzarnos por mantener un modo honesto de ganarnos la vida, pero todo esto es posible sin involucrarse demasiado en los procesos y sin identificarse con las pobres recompensas que engendran las acciones egoístas; porque el egoísmo invariablemente derrota sus propios fines, si consideramos el bienestar del alma. Al hablar sobre el paso de la vida a la muerte, un poeta dijo: "Todo lo que podemos tener en nuestra pobre mano muerta es lo que hemos dado". Para el hombre promedio esto parece absurdo, pero es cierto, pues es seguro que perderemos lo abrazado con el corazón como objeto valioso; sin embargo, el sentimiento que nos impulsa a extender una mano de ayuda a nuestro hermano en su hora de necesidad está entretejido en la hechura misma de nuestro ser y se convierte en una posesión del alma que vale mucho más que los rubíes o las perlas.

Son los sentimientos bondadosos que brotan de un corazón inclinado altruísticamente lo que nos transforma gradualmente en portadores de antorchas, llevando a la humanidad lastimada y sufriente por los caminos envueltos en la penumbra de la ignorancia y superstición hacia la brillante luz solar del Camino Perfecto. 

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A quienes no están familiarizados con la Teosofía, sugerimos los siguientes libros:

EL OCÉANO DE LA TEOSOFÍA (William Q. Judge)
Un pequeño volumen en que la Teosofía se presenta de manera concisa en un lenguaje sencillo. Nada mejor para principiantes.

LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA (H.P. Blavatsky)
Justo lo que su nombre implica, pues responde a preguntas básicas.

ISIS DEVELADA (H.P. Blavatsky)
Sin lugar a dudas, el mejor y más provocador libro jamás escrito en los tiempos modernos.

LA DOCTRINA SECRETA (H.P. Blavatsky)
Es más extenso que el anterior y más difícil de entender. La alta metafísica de la Doctrina Secreta es necesaria para la comprensión filosófica de la Teosofía y todas las otras obras son sólo una preparación para su estudio.