Muchas veces quedamos atrapados en falsas creencias, en puntos de vista fantasiosos porque queremos que la verdad sea como nos gustaría que fuese. Pero lo cierto es que la verdad es lo que es, independientemente de nuestros gustos y pareceres. La verdad muchas veces es gris e incómoda, incluso severa o rompedora de esquemas. Tenemos que comprender que todo el tiempo estamos fabricando verdades falsas que son emocionantes, hermosas, excitantes, llenas de cierto gusto, de cierto sabor, para complacer nuestras necesidades psicológicas del momento. Cuando comprendamos esto, el verdadero velo de "maya" comenzará a disolverse frente a nosotros.
No es espiritual ni respetable una persona que desprecia a otros, respondiendo con cinismo y evasiones cobardes y saturninas cuando le contradicen con las pruebas a la vista. Estos son rasgos de una persona déspota, dictatorial, muy retrasada espiritualmente. No es espiritual ni respetable una persona que sufre de amargo resentimiento y que se entrega a su enfermedad sin ningún remordimiento de consciencia. Estas adicciones a conductas contaminantes son características de personas espiritualmente subdesarrolladas. No es espiritual -ni digna de consideración- una persona que miente sobre sus "investigaciones", y que más aún es tan canalla que no es capaz de un debate abierto y serio sobre lo que critica, ni ser consecuente son sus "valores religiosos o de vida". La falta de honestidad y la mentira deliberada son totalmente contrarias a la espiritualidad desarrollada. Y no parecen ser muy "espirituales" los individuos que suelen "ponerse el parche antes de la herida" para proyectar en otros sus demonios de desengaño intelectual e infundir "buena impresión" en otros. Hemos descrito aquí a los vagos indecentes e irresponsables, los doctorados en Sofistería del Desconsuelo que calumnian a los Profesores Teosóficos (enlace a panfletos).
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El siguiente manifiesto apareció en la revista Publications Théosophiques (París, 1922), escrito por el teósofo y profesor emérito Georges Méautis y se incluye también en el Newsletter of the Friends of the Theosophical Archives (FOTA), otoño de 2016. La versión original fue traducida al inglés por Joscelyn Godwin, quien para esta ocasión añade varios acápites aclaratorios. De igual modo, el administrador del blog incluye negritas para énfasis en ciertos párrafos y explicaciones en azul entre corchetes.
Cabe resaltar que, como el propio Méautis subraya, su respuesta al libro de Guénon se centra sólo en las primeras 100 páginas del mismo. Casualmente (o quizá no tanto si se considera la historia real del Movimiento Teosófico posterior a la muerte de H.P.B. y William Judge), los capítulos siguientes en esa obra tratan sobre cuestionamientos a la Sociedad Teosófica y sus líderes más prominentes durante los años '20, entre ellos Annie Besant y C.W. Leadbeater. En otras partes de este sitio hemos establecido y probado de forma tajante que la Logia Unida de Teósofos no tuvo, tiene ni tendrá relación alguna con la colectividad de Adyar (véanse los escritos agrupados bajo el título "Pseudoteosofía y controversias relacionadas" en la página "Artículos"), por lo cual dejaremos la tarea defensiva a los miembros de ésta última colectividad si así lo desean.
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Prefacio del traductor
En junio de 1920, René Guénon (1886-1951) terminó de escribir Introduction générale à l'étude des doctrines hindoues (1), el cual sería su primer libro difundido, pero de ninguna manera su primera publicación, ya que había estado escribiendo bajo varios seudónimos durante más de una década. Tenía grandes esperanzas en ello. Si pudiera aceptarse como tesis doctoral, podría conducir a una carrera académica en lugar de la maestría que le había resultado casi insoportable.
A pesar de todo su interés y experiencia en el hinduismo, ahora Guénon se movía en una dirección diferente. Habiendo hecho las rondas del submundo ocultista y masónico parisino, ahora gravitaba hacia los círculos católicos tradicionales de una variedad neotomista, dominados por el famoso filósofo y converso Jacques Maritain. Cualquiera que sea su compromiso personal, este entorno le sirvió bien. El libro sobre hinduismo fue aceptado para su publicación por Marcel Rivière, también editor de una Revue de Philosophie mensual con inclinaciones católicas y escolásticas. Poco después, Guénon fue invitado a contribuir a la revista por su fundador y editor, el reverendo padre Peillaube, y ahí es donde su "historia" de la Sociedad Teosófica vio la luz por primera vez.
Émile Peillaube fue un psicólogo de renombre internacional, superior del Séminaire St. Thomas d'Aquin y profesor en el Institut Catholique de París. No sabemos si fue él quien sugirió un ataque a la Teosofía para el próximo proyecto de Guénon, o si éste último ya lo tenía considerado. En todo caso, el trabajo avanzó rápidamente pues René ya poseía, o se le entregó, un gran dossier de materiales poco frecuentes, antiguos semanarios espiritistas y una pequeña biblioteca de libros en francés e inglés. Conoció a Peillaube en octubre de 1920 para formalizar el plan, y así la primera entrega apareció en la Revue de Philosophie para enero de 1921, seguida de otras partes hasta julio. En noviembre de 1921 todo el trabajo se publicó como un libro, en una serie bajo la dirección general del propio Jacques Maritain (2). De este modo, una de las motivaciones tras Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion fue el disgusto con que los intelectuales católicos veían la creciente influencia de la Sociedad Teosófica en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. La protesta de Guénon al final del libro de que “no estamos asociados con ninguna campaña organizada; ni siquiera queremos saber si existe, y más bien lo dudamos" (3) muestra una ceguera increíble sobre sus patrocinadores.
(1) Bosquejo histórico basado en Marie-France James, Esotérisme et Christianisme autour de René Guénon (París: Nouvelles Éditions Latines, 1981), I, p. 194; Jean-Pierre Laurant, Le sens caché dans l'oeuvre de René Guénon (París: L'Age d'Homme, 1975), p. 66-67, 265.
(2) René Guénon, Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion (París: Nouvelle Librairie Nationale, 1921). En el presente trabajo cito la edición póstuma que incluye todas las notas complementarias de René, así como sus otros escritos sobre el tema: Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion. Réédition augmentée de textes ulterieurs (París: Éditions Traditionnelles, 1982), en adelante "Théosophisme". Hay una traducción al inglés llamada Theosophy: History of a Pseudo-Religion, por Alvin Moore, Jr., Cecil Bethell, Hubert y Rohini Schiff (Hillsdale, NY: Sophia Perennis, 2003).
(3) Théosophisme, p. 308.
Si bien su trabajo sobre Teosofía le valió el patrocinio y lo llevó a la escritura de un texto complementario que desacredita el espiritismo (L'erreur spirite, publicado por Rivière en 1923), este no fue un período feliz para Guénon. En marzo de 1921 la universidad rechazó su tesis sobre doctrinas hindúes, por lo que no pudo obtener su codiciado título de doctor en letras. La experiencia lo amargó para siempre contra el mundo académico, aunque en retrospectiva fue su salvación porque ahora era libre de construir su propio universo mental y seguir adonde lo llevaran sus intuiciones.
El próximo desarrollo merece ser presentado en las propias palabras de Guénon. En 1925 publicó la primera de varias “ediciones aumentadas” de Le Théosophisme, que incluía información complementaria, correcciones y autodefensa. Allí escribe:
"En 1922 los teósofos publicaron un folleto titulado Théosophie et Theósophisme y firmado como Paul Bertrand (seudónimo de Georges Méautis, profesor de la Universidad de Neuchâtel y presidente de la Société Suisse de Théosophie), destinado a responder a nuestro libro. En él, el autor mencionó algunos supuestos errores contenidos en nuestras primeras cien páginas, sin dar una razón plausible de este límite arbitrario. Ya hemos respondido en estas notas a la mayoría de las críticas del folleto en cuestión, que es sin duda la defensa más lamentable que se pueda imaginar, de la que los teósofos no tienen por qué enorgullecerse" (4).
(4) Théosophisme, p. 321.
El erudito suizo Georges Méautis (1890-1970) tuvo el tipo de carrera a la que Guénon aspiró brevemente. Graduado de varias universidades europeas, obtuvo su doctorado en 1918 en la Universidad de Neuchâtel, y en 1922 ya era profesor en ese lugar. Ocupó la cátedra de lengua y literatura griegas de 1930 a 1961, recibió muchos premios y honores, y no parece haber dañado su notoriedad el hecho de que fuera un eminente teósofo y creyente declarado en la reencarnación, como correspondía a su especialidad de pitagorismo. Méautis colaboró con frecuencia en Le Lotus Bleu, revista de la Sociedad Teosófica Francesa, a veces en la década de 1920 como "Paul Bertrand", pero más habitualmente con su propio nombre, por lo que no había duda de que Guénon lo "delataba" al revelar su identidad.
El mismo año en que apareció el presente folleto, Méautis publicó un libro breve pero denso, Recherches sur le Pythagorisme (Neuchâtel: Paul Attinger, 1922). Su objetivo era mostrar que existía una continuidad entre el neopitagorismo de los siglos poscristianos y el movimiento original de seis siglos antes; también el autor reprocha a los estudiosos que se tragan cualquier anécdota sobre Pitágoras, pero ignoran el principio del esoterismo (p. 26), y enfatiza el lado práctico de la vida pitagórica y toma en serio su uso de los sueños, la música y los perfumes como métodos de acceso a realidades alternativas (p. 31-37). Analiza las diferentes partes del ser humano (cuerpo, alma, espíritu, daimon, p. 99) y los malentendidos de otros eruditos, trazando paralelos entre el brahmanismo y el Bhagavad Gita (p. 100), el neoplatonismo y el hermetismo. Entre los ejemplos recientes de ideas similares, cita a los escritores ingleses Algernon Blackwood y Rudyard Kipling (p. 37). Si bien el libro es una excelente muestra de erudición clásica, para el lector alerta ejemplifica la confianza del teósofo en la continuidad de las corrientes esotéricas y la concordancia entre tradiciones.
El presente folleto, originalmente de 32 páginas, fue dado a conocer desde el n° 4 de la avenida Rapp, sede de la Sociedad Teosófica parisina, y fue así una respuesta cuasi-oficial al libro de Guénon. El rechazo frívolo de éste (desmentido por su cuidadoso “aumento”) estaba algo justificado, ya que a pesar de las refutaciones el de Méautis no es un caso poderoso. La sección final, con su apelación a las emociones, tampoco se ajusta bien con la demolición académica anterior.
Quizá era demasiado pronto para que Méautis detectara la debilidad esencial en el trabajo de Guénon, que consistía en agrupar la Teosofía blavatskiana -que ya era una entidad con etapas evolutivas distintas- con desarrollos posteriores de Annie Besant y Charles W. Leadbeater, que algunos llaman "neo-Teosofía". La fortaleza de Méautis radica en señalar el uso selectivo de las fuentes disponibles por parte de Guénon; al elegir los ejemplos más atroces, socava toda la base y demuestra que en resumen Le Théosophisme no es una "historia". En palabras de Leslie Price, “Guénon es un caso de estudio sobre el uso indebido de material de archivo. Le dieron un dossier, pero lo empleó no como historiador que sopesa el contenido, sino como polemista" (5).
Dicho esto, los historiadores del movimiento teosófico han tenido que agradecer a Guénon por alertarlos sobre ese expediente, en particular respecto a la Hermandad Hermética de Luxor y los desarrollos en Francia. Cada capítulo contiene señales que invitan a una investigación más profunda e imparcial. Asimismo, los historiadores del movimiento tradicionalista (si no los mismos tradicionalistas) reconocen cuánto le debe Guénon a la Teosofía. En una evaluación equilibrada del libro por aquél, Richard Smoley escribe:
"Irónicamente, una de las razones para la actitud de Guénon puede ser que él y Blavatsky en muchos aspectos no estaban tan separados. De hecho, el erudito Mark Sedgwick -cuyo libro Against the Modern World es la mejor introducción al impacto del pensamiento de Guénon- ve a la Teosofía como una de las principales influencias de René (Sedgwick, 40-44) (6). Ya hemos visto que Blavatsky y el autor francés estaban de acuerdo sobre la existencia de una tradición esotérica universal. Ambos hicieron un uso liberal de los términos sánscritos al exponer sus ideas, y concordaron sobre los peligros del espiritismo, argumentando que las sesiones homónimas no le permiten a uno hacer contacto con individuos muertos sino simplemente con sus caparazones astrales, que han sido despojados a medida que el espíritu asciende a planos superiores".
A estos terrenos comunes podríamos agregar la reconciliación de las diferencias religiosas mediante sus raíces esotéricas; un concepto cíclico de la historia que incluye un estado anterior y más sutil de la materia; el estímulo de los estudios orientales como acceso a una sabiduría perdida mayoritariamente en los países occidentales; el análisis de los múltiples estados del ser humano y el uso del simbolismo, especialmente geométrico, para explicar realidades metafísicas. Agradezco a Leslie Price por la sugerencia de traducir el folleto de Méautis y a Muriel Pécastaing-Boissière por proporcionar una fotocopia.
(5) Comunicación personal, 16 de diciembre de 2016.
(6) Se hace referencia a Mark Sedgwick, Against the Modern World: Traditionalism and the Secret Intellectual History of the Twentieth Century (Oxford: Oxford University Press, 2004).
(7) Richard Smoley, “Against Blavatsky: René Guénon's Critique of Theosophy”, Quest Magazine 98/1 (invierno 2010), p. 28-34.
Teosofía y Teosofismo: respuesta a una crítica por René Guénon
Georges Méautis (1890-1970), retratado por su esposa Liliane hacia 1950.
Cualquier movimiento religioso se puede estudiar de dos formas diferentes: contemplándolo desde el punto de vista filosófico, examinando sus doctrinas y teorías, viendo qué hay de original en ellas y cómo satisfacen las necesidades religiosas de una época o un pueblo; y también puede analizarse sólo a partir de la visión histórica, al recopilar y clasificar los documentos relacionados con sus orígenes o su progreso, criticando la validez o autoridad de los testigos. La condición esencial para todo estudio de este tipo no es necesariamente la simpatía, porque eso no se puede hacer a pedido, sino al menos tener imparcialidad. Un trabajo parcial de un lado o del otro no tiene garantía de objetividad académica; si es demasiado favorable al movimiento que pretende estudiar, se convierte más en una disculpa que una historia, pero si es hostil, no es más que un panfleto polémico e indigno de una atención seria.
Bajo el título Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion [Teosofismo, historia de una pseudo-religión], René Guénon ha publicado un volumen con más de trescientas páginas que pretende informar al público sobre la historia de la Sociedad Teosófica. Diremos de inmediato que contiene documentación que, si no muy seria, es al menos abundante, y más que en cualquiera de los artículos o libros contra el movimiento teosófico difundidos en los últimos años.
Por ello, es muy lamentable que este libro esté inspirado únicamente en documentos hostiles a la Teosofía. Los cita sin dudar un momento sobre su veracidad, mientras pasa sistemáticamente en silencio todo lo que podría mostrar esa Doctrina incluso en la luz menos favorable.
Algunas muestras servirán para evidenciarlo. Para no poner a prueba la paciencia del lector, los he elegido exclusivamente de las primeras cien páginas del texto, aunque con facilidad podría haber multiplicado los ejemplos. Si hay un libro importante para la historia sobre los inicios de la Sociedad Teosófica, debe ser Incidents in the Life of Madame Blavatsky por A.P. Sinnett, traducido al francés como Vie de Madame Blavatsky (Librairie de l'Art indépendant, 1921). El gran valor de esta obra es que reproduce en gran medida las memorias de Madame Jelihowsky, la propia hermana de Blavatsky, y brinda una gran cantidad de detalles e información que sería difícil encontrar en otros lugares. Guénon debió conocer la existencia de este libro, ya que lo cita, pero sólo una vez (p. 87) (1) por una cuestión de detalle. Sin embargo, en veinte páginas se refiere más de diez veces al folleto de Solovyov titulado A Modern Priestess of Isis, la obra de un hombre que abusó deshonrosamente de la confianza que Madame Blavatsky había depositado en él (2). En otra parte (p. 18), y con la intención de caracterizar al coronel Henry Olcott -presidente y fundador de la Sociedad Teosófica-, Guénon afirma que ese grado militar se obtiene fácilmente en Estados Unidos, pero omite cuidadosamente mencionar que tras la Guerra Civil Olcott recibió el encargo de denunciar y perseguir a todos los culpables por malversación de fondos mientras se abastecía a los ejércitos (3). Tal comisión sólo podría haber sido otorgada a un hombre cuyo honor y probidad estaban más allá de toda sospecha. La forma en que Olcott lo descargó se muestra en la carta que le envió el Subsecretario del Tesoro estadounidense, citada por Leadbeater (Occultisme dans la Nature, II, p. 411), que no puedo resistirme a citar aquí:
"Quiero deciros que jamás me he encontrado con un caballero al que se le hayan confiado deberes importantes, y de mayor capacidad, rapidez y confiabilidad de la que habéis exhibido en todo momento. Más que todo, deseo dar testimonio de toda vuestra rectitud e integridad de carácter, que estoy seguro han distinguido toda vuestra carrera y nunca han sido atacadas, según tengo conocimiento. Que hayáis salido así sin manchar vuestro renombre, cuando consideramos la corrupción, la audacia y el poder de los muchos villanos en alta posición a quienes habéis perseguido y castigado, es un tributo del que bien podéis estar orgulloso, y que incluso no ha logrado ningún otro hombre que ocupó un puesto similar y realizaba servicios análogos en este país" (4).
Podemos agregar que cuando Henry fue a India tuvo el excepcional favor de recibir una carta personal de recomendación del presidente estadounidense a los ministros y cónsules coterráneos. Este es el hombre del que Guénon se pregunta (p. 19) "si trata de embaucar a los demás, o si él mismo hace el papel de engañar", y afirma que "su buena fe está ciertamente sujeta a cautela".
Otro ejemplo, quizás aún más característico de la forma en que Guénon usa los documentos, se encuentra en la página 80. Queriendo demostrar el poder seductivo de Madame Blavatsky, así es como cita un pasaje de Old Diary Leaves por Olcott:
"Nadie fascinaba mejor que ella cuando quería, y especialmente cuando deseaba atraer personas a su obra pública. Luego ella misma se hacía cuidadosa en tono y modales, dando al individuo (5) la sensación de que le consideraba su mejor amigo, sino el único (...) No podría decir que ella fuera leal (...) Creo que para ella no éramos más que peones en una partida de ajedrez, porque no tenía una amistad sincera".
Guénon no cita la página de donde tomó este pasaje, que no simplifica la búsqueda en los tres volúmenes de Old Diary Leaves con más de 400 folios. De hecho, está en el primer volumen de la traducción francesa (Histoire Authéntique de la Société Théosophique, I, p. 440), y creo que vale la pena reproducirlo a pesar de su extensión:
"H.P.B. hizo innumerables amigos, pero a menudo los volvió a perder y vio convertirse en enemigos personales. Nadie podía ser más fascinante que ella cuando quería, y en especial cuando deseaba atraer personas a su obra pública. Luego ella misma se hacía cuidadosa en tono y modales, haciendo que el individuo sintiera que le consideraba su mejor amigo, si no el único. Incluso escribía en el mismo tono y creo que podría nombrar a varias mujeres que conservan sus cartas, diciendo que serán sus sucesoras en la S.T., y el doble de hombres de quienes ella declara que son sus 'únicos amigos reales y chelas aceptados'. Tengo varios de esos papeles y solía pensar que eran un tesoro hasta que, luego de comparar notas con terceros, descubrí que habían sido animados de manera similar y vi que todos sus elogios no tenían valor. Con personas comunes como yo y sus otros asociados íntimos, no debería decir que ella fuera leal o incondicional; para ella, creo, éramos nada más que peones en un juego de ajedrez, por quienes no tenía un amor profundo (7). Me repitió los secretos que le habían confiado personas de ambos sexos, incluso las más comprometedoras, y estoy convencido que ella trató los míos de la misma manera, tal como son. Pero ella era leal hasta el último grado a su tía, sus otros parientes y los Maestros, por cuyo trabajo ella habría sacrificado no sólo una, sino veinte vidas, y habría visto con calma a toda la raza humana consumida por el fuego si fuera necesario" (8).
Como se puede ver, con sólo citar oraciones o partes de ellas, Guénon desnaturalizó completamente el significado del pasaje tal como se encuentra en el volumen del coronel Olcott (9).
Por lo que hemos visto, ya podemos decir qué método está utilizando el autor francés: sólo mencionar documentos que puedan despertar en la mente del lector el concepto que quiere dar de la Sociedad Teosófica. ¿Y cuál es esta idea? Que sus directores son ladrones que no se detienen ante ningún fraude o engaño, o bien los juguetes de misteriosos seres desconocidos, y que los teósofos mismos son víctimas de sugestión o extraordinariamente crédulos. No hay nada nuevo en tal teoría. Se remonta directamente a los enciclopedistas, que también intentaron explicar los fenómenos religiosos mediante el "engaño sacerdotal". No creo que sea necesario señalar las deficiencias de tal explicación. Los descubrimientos del siglo XIX han demostrado que el sentimiento religioso es algo más complejo, sutil y también elevado de lo que Voltaire y Diderot pudieran imaginar.
Para hacer más plausible la imagen que Guénon busca dibujar sobre la evolución de la Sociedad Teosófica, se esfuerza por mostrar que fue mucho más resultado de casualidad -o las diversas influencias que influyeron en Madame Blavatsky- que de una voluntad claramente definida. Si hay hechos que van en contra de su teoría, Guénon se contenta con no mencionarlos. Así afirma (p. 43) que Blavatsky no empezó a hablar sobre la existencia de los Mahatmas tibetanos hasta después de llegar a India. Antes de eso, ella sólo había estado bajo la influencia de “guías espirituales” como aquéllos de los médiums (p. 21, 27); sin embargo, en su famosa respuesta a "Hiraf" y publicada en el Spiritual Scientist en julio de 1875, y por consiguiente antes de fundarse la Sociedad Teosófica, Blavatsky afirmó la existencia "a partir de su conocimiento personal" de escuelas ocultistas en India, Asia Menor y otras tierras. La verdadera Cábala, sostiene, “está en posesión, como dije antes, de unos pocos filósofos orientales; y decir dónde están y quiénes son va más allá de lo que se me ha permitido revelar (...) Lo único que puedo señalar es que tal cuerpo existe, y que la ubicación de sus Hermandades nunca será revelada a otros países, hasta el día en que la humanidad despierte” (citado por Henry Olcott, Histoire de la Soc., Théos. I, p. 112; véase también p. 64) (10). Además, en una carta publicada en Spiritual Scientist y mencionada por Olcott (Histoire I , p. 323), J.O. Sullivan, quien visitó a H.P. Blavatsky mucho antes que ella se mudara a India, ya habla sobre un adepto del Tíbet (11). El propio Henry se refiere dos veces en su primer volumen a un adepto que, según la teoría de Guénon, no debió haber aparecido hasta después de la llegada a India (p. 236, 361). Incluso el coronel cita un fragmento de una carta recibida el 22 de junio de 1875, que contiene estas palabras: “Hermano, no soy un espíritu incorpóreo, sino un hombre vivo, dotado por nuestra Logia de los poderes que os serán otorgados algún día" (12). Se puede ver cuán infundada es la hipótesis de Guénon, quien haría de H.P.B. una médium como cualquiera otra, "controlada" por guías espirituales y sin mencionar a los Mahatmas hasta después de su arribo a India.
Todos los testimonios que he citado son fácilmente accesibles. Un historiador responsable, que escribe una obra seria, no podría haberlos pasado por alto y en silencio, mientras que Guénon no hace la menor alusión a ellos.
Aún más característico de su método es la cuestión de los diversos viajes de Madame Blavatsky antes partir a EE.UU. en 1873. Guénon es extremadamente firme en este sentido; para él, Helena nunca había estado en India antes de 1878, y su iniciación en Tíbet es “pura fábula” (p. 27). Nuestro interpelador incluso cree tener prueba de ello y cita (p. 32) una carta del coronel Olcott que contiene estas palabras: “Esta dama (se trata de cierta Madame Thompson) ofrece (a Blavatsky) dinero y todo si sólo va a India y le da una oportunidad para estudiar y comprobarlo por sí misma" (13). Cualquiera puede ver, sin ser experto en los métodos de la crítica histórica, que Henry está reproduciendo la idea de la señora Thompson, no de Blavatsky, pero esto no impide que René escriba: “Madame B. nunca residió en India antes de 1878; esta vez tenemos la prueba formal de ello". Sin embargo, Olcott (Hist. Soc. Théos. I, p. 113) menciona la carta de una mujer quien le certificó que ya en 1873 había oído a Blavatky asegurarle que se domicilió en Tíbet. El siguiente pasaje en el mismo volumen (p. 255) revela aún más fuertemente cuánta "confianza" merecen las afirmaciones de Guénon:
"Por ejemplo, cuán fácil hubiera sido para ella haber dicho a Sinnett que, cuando intentó ingresar a Tíbet en 1854 mediante Bután o Nepal, fue rechazada por el capitán Murray (ahora mayor-general), el comandante militar de esa parte fronteriza, y permaneció en su casa en compañía de su esposa un mes entero. Sin embargo, ella nunca lo señaló y ninguno de sus amigos se enteró de la circunstancia, hasta que Edge y yo recibimos la historia del general de división Murray en persona, el 3 de marzo pasado, en el tren entre Nalhati y Calcuta, y yo la había impreso" (14).
Aquí hay una evidencia formal que ni Edge ni Murray han negado jamás. Es una lástima que Guénon nunca la haya utilizado, y es cierto que encaja con la idea que deseaba dar sobre Blavatsky.
Me temo que sobrecargaría la paciencia del lector si enumerara todos los casos en que Guénon omitió mencionar documentos importantes porque iban en contra de su tesis. Así, afirma (p. 46) que la investigación de Hodgson, el emisario de la Society for Psychical Research, “establece ampliamente” que las cartas de los Maestros fueron falsificadas por Blavatsky con Damodar como cómplice, pero el autor francés no señala ni una sóla vez la pequeña obra de Annie Besant titulada H.P. Blavatsky et les Maîtres de la Sagesse (París, 1908), que es la refutación más esclarecedora y convincente del "informe Hodgson" [véase también este enlace para más detalles]. No cita más el reporte sobre el fruto de una indagatoria referente a los cargos contra Helena (15) o el relatorio de observaciones por Hartmann (16). Guénon habla además (p. 63) de la correspondencia entre H.P.B. y los Coulomb “cuya autenticidad es imposible negar", y no señala que A.O. Hume, quien para ese momento se había distanciado de Blavatsky -pero motivado por un admirable sentimiento de justicia- escribió a un estadista de Calcuta con objeto de confirmar que Helena no pudo haber compuesto esas misivas (mensaje reproducido en A. Besant, H.P.B. et les Maîtres de la Sagesse, p. 80). René también aduce (p. 64) la opinión por expertos ingleses de que las Cartas Mahatma fueron realizadas por Damodar y H.P.B., mientras guarda silencio sobre otro grafólogo renombrado quien declaró bajo juramento que la caligrafía de Blavatsky no tenía nada en común con aquélla de los Maestros (documento reproducido en Sinnett, Vie de Madame Blavatsky, p. 199). Guénon también espeta, basándose en un tal Cowes (17), que los manuscritos del Barón de Palm sirvieron a Blavatsky para escribir Isis Develada; sin embargo, nuestro crítico omite que el director del mismo periódico que publicó la acusación de Cowes expresó su pesar por haberla difundido y declaró que era insubsistente (Olcott, Histoire, p. 161). En cuanto al hecho en sí, aquí presento hay una carta que creo resolverá la cuestión de una vez por todas (Olcott, Histoire, p. 162):
"Consulado de la República Argentina, Augsburgo, 16 de mayo de 1877.
N° 1130.
Para William Q. Judge,
Abogado y Consejero en Derecho,
71 Broadway, Nueva York.
Según vuestra carta del 7 de abril, deduzco que el barón Josef Heinrich Ludwig von Palm murió en Nueva York durante mayo de 1876.
El abajo firmante, cónsul Max Obermayer (el último que representó a Estados Unidos en Augsburgo de 1866 a 1873), casualmente está en condiciones y muy dispuesto de brindaros la información deseada sobre el fallecido de una manera completamente exhaustiva. El Barón von Palm fue en su juventud oficial del ejército bávaro, pero debido a sus muchas transacciones turbias y deudas se vio obligado a dejar el servicio. Luego se trasladó a otras partes de Alemania, pero no pudo quedarse mucho tiempo en ninguna parte porque su gran frivolidad, libertinaje y amor por el buen vivir lo llevaban constantemente a incurrir en nuevas deudas e involucrarse en convenios imprecisos; incluso fue condenado por los tribunales y recluido en prisión. Después que le resultó imposible permanecer más tiempo en Alemania, se fue a Suiza para emprender un nuevo curso de estafa y, de hecho, logró -mediante falsas promesas y tergiversaciones- persuadir al propietario del schloss (castillo) 'Wartensee' para vender él esa propiedad, que inmediatamente ocupó. Sin embargo, su estancia allí fue corta pues no sólo no pudo reunir el dinero de la compra, sino que ni aun pudo pagar los impuestos, y en consecuencia la propiedad se vendió por cuenta de los acreedores y Palm huyó a EE.UU. Aquí no se sabe si se mantuvo o no en el país mediante fraudes. De las propiedades que posee en Europa ninguna vale un centavo; todo lo que se puede encontrar entre sus efectos a ese propósito es sólo estafa. La única propiedad sobre la cual tenía algún derecho, antes de irse a Norteamérica, fue una parte de la herencia de Knebelisher en Trieste. Cuando el barón partió, ya se había tomado muchas molestias para obtener el pago inmediato de esta cantidad, pero en vano. Hacia fines del año 1869 Palm se dirigió al abajo firmante en su entonces calidad de Cónsul de Estados Unidos, con la solicitud de arreglar el pago de su participación en la propiedad de Knebelisher antes mencionada. Esta petición fue atendida en el acto, y como se desprende de la copia adjunta de su recibo, la suma de 1.068 táleros 4/6 (= $3.247,53 dólares) fue puesta a disposición de Palm mediante una carta consular del 21 de enero de 1870, y él se sirvió de ésta última mediante la casa bancaria de Greenbaum Bros. & Co., como se desprende de su mensaje al Consulado con fecha 14 de febrero de 1870. Sólo puedo repetir que Palm no poseía en Europa ni un sólo dólar en dinero, ni una sóla hectárea de terreno y que todo lo que se pueda encontrar entre sus papeles en contrario se basa únicamente en una representación fraudulenta. Los únicos parientes conocidos de Palm son las dos baronesas Van T___, domiciliadas en Augsburgo, ambas familias muy respetables en todos los sentidos, y a quienes Palm en el último año de su residencia en Europa causó mucho escándalo y molestia. Lo anterior da todo lo que se debe saber respecto al fallecido barón de la manera más exhaustiva, y probablemente incluso más de lo que pudierais esperar.
(Firmado) Max Obermayer,
Cónsul República Argentina" (18).
Se puede ver cuán "probable" es que este oficial alemán, destituido del ejército, abrumado por deudas y descrito como estafador, a pesar de sus irregularidades pudiera haber compuesto una obra tan original y poderosa como Isis Develada (19). Es lamentable que un escritor tan recto y sincero como Maeterlinck haya repetido esta acusación en su Gran Secreto- probablemente siguiendo a Papus- sin tomarse la molestia de verificarlo. Igualmente Guénon no menciona la declaración oficial recién transcrita, que es importante y de fácil acceso.
Como se puede ver en los ejemplos anteriores y elegidos sólo de las primeras cien páginas de la obra por Guénon, ésta nunca podría pasar como "historia imparcial y completa" del movimiento teosófico. Es extraño que un autor que haya tenido el privilegio de tener a su disposición esos pequeños trabajos espiritistas -hoy casi imposibles de encontrar- nos asegure que su único motivo para tomar la pluma es que “no hay derechos más altos que la verdad” (p. 307) (20) y al mismo tiempo haya omitido citar estos documentos relevantes y asequibles porque podrían dar una "impresión favorable" de la Teosofía.
Hay muchos otros datos que podrían mostrar cómo la documentación de Guénon, al parecer tan "segura" y "precisa", es realmente un trampantojo. Hemos visto cómo escoge entre los hechos de que dispone aquéllos que sirven a la idea que él se formó a priori sobre la génesis de la Sociedad Teosófica, e ignorando sistemáticamente todo lo que no se ajusta a su construcción. De este modo, para él, John King -que participó en los inicios de la Sociedad- es un hombre vivo que junto a Henry de Morgan supuestamente "designó a Madame Blavatsky y preparó su encuentro con Olcott" (p. 20). Sin embargo, leemos en la Histoire de Olcott (p. 20): “Entonces pensé que era un John King real (...) Pero ahora (...) estoy convencido de que 'John King' era un elemental farsante, manipulado por ella como una marioneta y lo utilizó como una ayuda para mi formación" (21). En cuanto a Morgan, Henry agrega al hablar de King: "Más tarde [ese espíritu] dijo que era el alma vagabunda de Sir Henry Morgan, el famoso bucanero" (22). Otro pasaje (Histoire, p. 431-432) muestra claramente lo que eran John King y Morgan, pero Guénon prefiere verlos como "misteriosos desconocidos". Asimismo, René establece que King es el "demonio tras la Sociedad Teosófica", además de ser la causa de los fenómenos espiritistas (23).
Existe la misma extraña confusión (p. 46) cuando el autor francés sostiene lo siguiente respecto de los Maestros teosóficos: “La misma palabra 'Mahatma' nunca ha tenido el significado en sánscrito que ella (Madame Blavatsky) le atribuye, pues lo que ese término realmente denota es un principio metafísico y no se puede aplicar a seres humanos". Y sin embargo, la Revue de Paris (1 de abril de 1922) dedicó un artículo a "Mahatma Gandhi" donde leemos, entre otras cosas (p. 642), que "[Mohandas] es el Mahatma, el gran inspirado del que se cree detenta poderes extraordinarios y comanda las fuerzas de la naturaleza". Vemos que en la India moderna esta palabra puede ser perfectamente apropiada para una persona, y no se refiere sólo a un principio metafísico.
Así, cuando es posible verificar los documentos de Guénon, constatamos el poco valor real que tiene a pesar de su aparente certeza. ¡Y cuántos pasajes podríamos citar en los que se contenta con arrojar una afirmación o acusación sin ningún hecho o referencia que les respalde, haciendo imposible comprobarlas!
En verdad, si René se tomó la molestia de recolectar él mismo sus materiales, debemos admitir que su elección no fue ni sensata ni imparcial. Si como dice en su corolario, gracias a “circunstancias un tanto excepcionales” tuvo a su disposición documentos que alguna colectividad había recogido pacientemente, no podemos decir que él se puso a la altura o haya cumplido las esperanzas depositadas en él.
Pero estas omisiones y asertos sin fundamento, por graves que sean, no son nada al lado de otro pasaje que creo demuestra el nivel de "confianza" que merece su libro. En el capítulo donde estudia las fuentes de Blavatsky, Guénon dice (p. 95): “Agregaremos una palabra que concierne en particular al origen de los textos tibetanos -supuestamente muy secretos- que Madame Blavatsky ha citado en sus obras, en concreto las famosas Estrofas de Dzyan incorporadas a La Doctrina Secreta. Dichos libros contienen varios pasajes que están manifiestamente 'interpolados' o incluso se inventaron desde cero, y otros que al menos fueron 'arreglados' para ajustarse a las nociones teosóficas. En cuanto a sus porciones originales, simplemente se tomaron prestadas desde una traducción de fragmentos del Kandjur y Tandjur, publicada en 1836 en el vigésimo volumen de Calcutta Asiatic Researches por Alexandre Csoma de Körös" (25).
Nadie podría pasar por alto la gravedad de esta acusación. Si H.P.B. realmente se contentó con tomar a préstamo esas Estrofas de Dzyan -de las cuales siempre sostuvo que eran una obra esotérica de la mayor antigüedad- desde un volumen publicado en 1836, uno podría encontrar extraño que ella nunca indicara de dónde sacó esos datos. Las investigaciones asiáticas de Calcuta son una serie muy rara, propiedad de muy pocas bibliotecas europeas; sin embargo, se encuentran en el Musée Guimet (n° 7060). Además, ello es bastante fácil de verificar dado que la traducción francesa de la obra de Csoma -a la cual alude Guénon- ha sido publicada en el volumen II de los Annales du Musée Guimet por Léon Feer (1881, páginas 131-573), y así los lectores que deseen tomarse la molestia de comprobarlo pueden estar seguros de que la afirmación de nuestro crítico es total y materialmente falsa. El trabajo de Csoma consiste casi exclusivamente en análisis, no en traducciones, y ninguna de éstas últimas concuerda con el texto de las Estrofas de Dzyan o La Voz del Silencio.
Ésta no es la única inexactitud flagrante que podríamos contrarrestar. En la página 20, nota 1, Guénon afirma que "no pudo tener ninguna confirmación sobre el segundo matrimonio de Madame Blavatsky”, mientras que el relato de esta unión ocupa todo un capítulo de la Histoire de Olcott (I, p. 58), y este autor afirma que los papeles pertinentes están en su poder.
Siguiendo con este fárrago, vimos anteriormente que Guénon aceptó sin corroborar la afirmación de que Isis Develada fue escrita con ayuda de los manuscritos del barón de Palm, y mostramos cuán improbable era esta hipótesis dado el carácter y la vida de este sujeto. René asegura (p. 93) que dicho aristócrata legó su colección de libros a la Sociedad Teosófica y también escribe (p. 86): “Sinnett afirmaba que no dejó nada, aparte de su biblioteca”, pero si consultamos Vie de Mme Blavatsky, p. 121, veremos que no se trataba de un conjunto semejante (26).
No fue nuestro objetivo refutar todo el trabajo de Guénon, porque eso sería darle una importancia y un valor que no merece. Simplemente hemos querido mostrar esto al lector imparcial que puede equivocarse al emitir un juicio sobre el Movimiento Teosófico luego de leer esa única obra, sin completar su conocimiento recurriendo a otras como Histoire de la Société Théosophique de Olcott o Vie de Madame Blavatsky por Sinnett, que hemos mencionado a menudo; también Vers le Temple y La Sagesse Antique por Annie Besant, o La Lumière sur le Sentier [Luz en el Sendero] de Mabel Collins. También deseamos exponer que la obra de Guénon es incompleta y parcial, y no merece el nombre de “historia” pues está desprovista de métodos objetivos y eruditos, así como de la crítica segura y clara que uno tiene derecho a esperar de una obra semejante.
Además, si el Movimiento Teosófico fuera lo que Guénon dice ser, no habría inscrito a más de 40.000 miembros en todas partes del mundo, ni habría dado a tantas almas la fuerza y luz que no podrían encontrar en otra parte, y tampoco les habría dado una respuesta más clara a los problemas del destino humano. En efecto, Guénon ha hecho por nuestro Movimiento lo que un historiador malicioso podría haber realizado por la Iglesia Católica si tan sólo hubiera contado las crueldades de la Inquisición, estudiado la Masacre de San Bartolomé en el más mínimo detalle e ignorando por completo la magnífica oleada de fe religiosa que construyó las catedrales, provocó las Cruzadas y envió misioneros a evangelizar el mundo.
Apenas puedo resumir en pocas líneas lo esencial de las teorías teosóficas y prefiero que el lector consulte las obras mencionadas anteriormente. Basta decir que el objeto fundamental de la Sociedad Teosófica es "formar un núcleo de hermandad humana, sin distinción de sexo, raza, rango o credo". Es este ideal de comprensión, de amplia tolerancia y simpatía por todo lo que vive, lo que constituye la base de la Teosofía. Enseña que cada credo religioso es una expresión de la vida divina, más o menos perfecta según la raza y el punto evolutivo alcanzado. El objetivo principal de la Teosofía es comprender la majestuosidad y belleza de todo lo que vive, percibiendo lo divino en todo.
Evidentemente, tal concepto no puede esperar simpatía de quienes pretenden poseer la revelación plenaria, total y definitiva de la "verdad divina", y que con desdén -o en ocasiones amargura- reprochan sus "errores" a quienes no piensan exactamente como ellos. La concepción de quienes buscan comprender lo mejor de todas las razas, que creen que lo común en ellas con todas sus manifestaciones religiosas y artísticas está llamado a formar una armonía (como aquélla de las esferas que escucharon los pitagóricos), y que la historia de la especie humana -como la de cada alma humana en el curso de sus reencarnaciones- es el relato del espíritu que evoluciona en la materia; todo esto se opone al ideario de un Dios omnisciente y trascendente que crea al hombre para una prueba que, en su conocimiento total, sabe que su criatura va a fracasar y hará responsable a todo el conglomerado humano por esta única falta.
¿Es necesario agregar que la tesis teosófica se fortalece por el progreso diario de las ciencias históricas, a través del cual aprendemos a conocer y valorar mejor las civilizaciones del pasado? Las doctrinas de reencarnación y karma satisfacen mucho mejor la necesidad de justicia que se encuentra en la base de cada corazón, comparadas con la hipótesis de que a una breve vida humana le siguen un cielo o infierno perpetuos. Una eternidad de castigos o recompensas evitaría cualquier evolución adicional, haciendo que todo estuviera condicionado al último momento del individuo y pondría el alma del vándalo y la élite en pie de igualdad. “Sed perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. ¿Cómo entender ese dicho maravilloso si una sóla existencia fuera todo lo que se nos concedió?
La creencia en la evolución del individuo y de la raza, que es lo que sostiene la Teosofía, impone ciertos deberes al ser humano. Debe “girar la rueda”, como ha dicho un gran Instructor, poniendo todas sus fuerzas en el crecimiento del género humano y favorecer todos los intentos que busquen traer más hermandad y solidaridad entre clases y etnias.
Es por eso que uno encuentra teósofos en tantos movimientos para promover justicia y elevar e instruir a las clases bajas. Guénon encuentra ridículos estos empeños y los estigmatiza a modo de "moralismo". Si éste último consiste verdaderamente en desear una elevación del nivel intelectual y ético humano, y hacer consciente a cada persona de su solidaridad y deberes hacia los demás -porque todos tienen en ellos una chispa de vida divina-, entonces sí, los teósofos son “moralistas". Pero ¿quién se atrevería a reprochárselo? ¿Se critica a quienes luchan contra el alcoholismo? ¿No es ésa una de las peores maldiciones que afligen a Francia? ¿Se recrimina a los que trabajan para la Liga de Naciones? ¿No es la falta de comprensión entre razas la causa constante de guerras? ¿Acaso no se puede esperar que el ideal teosófico de entendimiento y colaboración se convierta en el de todos los individuos? Ciertamente, poner fin a las conflagraciones no acabará con el esfuerzo y la pelea contra el mal; el objetivo de la Sociedad Teosófica no es un bienestar estático ni una especie de paraíso terrenal, porque el teósofo sabe que en todos los dominios se abren nuevos horizontes ante sí, a medida que uno se eleva. “Entrarás en la luz, pero nunca tocarás la llama”, dice Luz en el Sendero, uno de los libros más hermosos jamás entregados a la humanidad (27).
La Teosofía ha traído nueva vida a muchos seres: allí la persona de acción encuentra motivos para actuar con más nobleza; el intelectual halla un sistema que concilia sus necesidades religiosas con las rigurosas exigencias del método científico; el religioso ve ante sí un ideal de abnegación y amor que lo eleva por encima de él mismo y le enseña a lograr una vida superior. Esto es lo que la Teosofía ha aportado a un cierto número de almas, y ojalá que estas pocas líneas enseñen a los que saben poco de ella -o piensan mal- a juzgarla con más equidad.
Paul Bertrand
Notas
[Veamos cómo Guénon se "desembaraza" de las observaciones por Méautis apelando sólo a consideraciones subjetivas y sin otorgar contra-evidencia irrefutable].
1. En el manuscrito original se dan las referencias a fuentes y números de página para facilitar la comparación con las ediciones francesas utilizadas por Méautis. Asimismo, se conservan sus títulos: por ejemplo, Histoire Authentique de la Société Théosophique por Old Diary Leaves de Olcott. Sin embargo, las citas que se originan en inglés se otorgan en sus versiones originales. Los añadidos y las notas del traductor se indican como "tr.".
2. Guénon respondió así en la última edición de su libro: “Se nos ha reprochado por hacer un amplio uso de lo que se llama 'el folleto de Solovyov, Una sacerdotisa moderna de Isis, la obra de un hombre que abusó deshonrosamente de la confianza que Madame Blavatsky tenía depositada en él'. Respondemos que Solovyov fue al menos un filósofo de cierto valor, quizás el único que Rusia ha tenido, y que personas que lo conocieron bien nos aseguraron que su probidad intelectual estaba por encima de toda sospecha. En ocasiones se le criticó la misma tendencia eslava hacia un cierto misticismo, pero desde el punto de vista teosófico uno no tendría respaldo para hacer ese reproche" (Théosophisme, p. 319-20). Guénon confundió erróneamente a Vsevolod Sergueyevich Solovyov (también transcrito Solovyoff, Soloviof, Solovieff, etc., 1849-1903), novelista, poeta y autor de A Modern Priestess of Isis (traducción de Walter Leaf, Londres: Longmans, Green & Co., 1895) con su hermano más famoso, el filósofo Vladimir Sergueyevich Solovyov (1853-1900), quien escribió una reseña favorable de La Clave de la Teosofía por Blavatsky para el Russkoye Obozreniye ("Revista Rusa"), vol. IV, agosto de 1890. Véanse las anotaciones de Boris de Zirkoff en Blavatsky Collected Writings (Wheaton: Theosophical Publishing House, 1966-1991), vol. VI, p. 446; vol. VII, p. 334n. (tr.).
3. En una nota a la segunda edición de Théosophisme, Guénon reconoce esta negligencia, pero agrega que “si los teósofos encuentran 'honorable' la función de denunciante, lamentamos no tener la misma opinión sobre este punto” (Théosophisme, p. 312; tr.)
4. C.W. Leadbeater, Theosophical Talks at Adyar, segunda serie (Chicago: Rajput Press, 1911), p. 386-87 (tr.).
5. La referencia en la versión francesa de Guénon es personne, que es sustantivo femenino, por lo que obliga al siguiente pronombre a ser también femenino. Sin embargo, el autor traduce “persona” (person) como quelqu'un, que lleva el pronombre masculino como en el original inglés. Al transcribir este extracto me he mantenido lo más fiel posible a la versión del texto inglés por Guénon, cuyo original aparece a continuación (tr.).
6. En el original: amitié sincère (tr.).
7. En original: profonde affection (tr.).
8. H.S. Olcott, Old Diary Leaves, primera serie (Adyar: Theosophical Publishing House, 1941), p. 462-63 (tr.).
9. Guénon respondió en la edición aumentada de su libro: “[El texto de Bertrand] contiene 'rectificaciones' del tipo más torpe, especialmente en lo que respecta al pasaje de Old Diary Leaves que hemos citado aquí. La afirmación es que 'desnaturalizamos por completo' el sentido de este pasaje, que se restaura de la siguiente manera, a partir de la traducción francesa en tres volúmenes publicados bajo el título Histoire Authentique de la Société Théosophique [sigue el pasaje relevante con pequeñas diferencias tanto de versiones francesas de Guénon como de Méautis-tr.] ¡Este texto más completo contiene frases que son aún más complicadas para Madame Blavatsky [???] que las que reproducimos de una traducción parcial aparecida en el Lotus Bleu!" (Théosophisme, p. 321-22-tr.).
10. Como se explica en la nota 1, las alusiones entre paréntesis son del autor. La fuente de esta cita es Blavatsky Collected Writings, vol. 1 (Wheaton: Theosophical Publishing House, 1977), p. 112 (tr.).
11. "Creo (aunque no estoy del todo seguro) que su idea [de Blavatsky] y la de Olcott es que estos fenómenos son producidos de alguna manera por un gran hermano y 'adepto' en Tíbet" (Old Diary Leaves, primera serie, p. 337, cita que figura como nota a pie de página en el original-tr.).
12. Old Diary Leaves, primera serie, p. 237 (tr.).
13. Paréntesis insertados por el autor en su reproducción de la cita ya adaptada de Guénon. Fuente del mensaje: Carta n° 8 en W. Stanton Moses, "The Early Story of the Theosophical Society", Light, 9 de julio de 1892, p. 330-32; 23 de julio de 1892, p. 354-57 (tr.).
14. Old Diary Leaves, primera serie, p. 265 (tr.).
15. Publicado por la Sociedad Teosófica en Madrás, 1885 (tr.).
16. Franz Hartmann, Report of Observations Made During a Nine Months' Stay at the Headquarters of the Theosophical Society at Adyar (Madras), India (The Scottish Press y Graves Cookson and Co., 1884-tr.).
17. Es decir, el doctor Elliott Coues. Véase Old Diary Leaves, primera serie, p. 162 (tr.).
18. Old Diary Leaves, primera serie, p. 163-65 (tr.).
19. En la edición aumentada de Théosophisme Guénon escribe: “Paul Bertrand declara que 'es improbable que este oficial alemán (...) pudiera haber escrito una obra tan original y poderosa como Isis Develada, a pesar de todas sus irregularidades'. Nunca dijimos nada por el estilo; al contrario, siempre sostuvimos que esta obra bien pudo haber sido escrita por Madame Blavatsky con la colaboración de Olcott y sin duda otros [por "otros" se refiere a quienes se "coludieron" con Blavatsky para "falsificar" sus obras, lo cual René tampoco probó con evidencia dura teniendo dos ediciones a cuestas] y se trataba simplemente de las fuentes que utilizó para compilarla [Guénon sólo se limita a insistir una y otra vez sobre la supuesta "biblioteca" del Barón, nuevamente, sin pruebas]. ¿Nuestro contradictor nos ha malinterpretado tan mal o debemos sospechar de su buena fe?" (Théosophisme, p. 324).
20. Haciéndose eco del lema teosófico "no existe religión más elevada que la verdad" (tr.).
21. Old Diary Leaves, primera serie, p. 11 (tr.).
22. Old Diary Leaves, primera serie, p. 10-11 (tr.).
23. Théosophisme, p. 280: "No creemos que los teósofos, ni ocultistas o espiritistas estén a la altura de triunfar completamente en tal empresa” (preparando la venida del Anticristo), "pero ¿acaso no hay algo igualmente terrible tras todos estos movimientos de lo que sus propios líderes no saben, y a su vez éstos no son más que sus simples instrumentos?". En la página 129, tras hablar de los peligros del mediumnismo y la obsesión por determinadas entidades, contra lo que advierte Sinnett a sus lectores, Guénon añade: "Para el autor y ante todo, estos 'seres que flotan en la atmósfera' son 'cascarones astrales', pero en realidad podrían constituir otra cosa muy distinta: es necesario saber lo suficiente sobre la verdadera naturaleza de los 'poderes del aire'".
24. Por ejemplo, es sugestivo señalar que la idea de reemplazar el término théosophe por théosophiste para designar a los miembros de la Sociedad Teosófica -concepto que Guénon desarrolla al comienzo de su libro- ya se encontraba en un artículo del comandante Courmes en el Lotus Bleu, 1894-1895, p. 335, bajo el título "Théosophe et Théosophiste". Curiosamente, ambos plantean argumentos similares como el uso del vocablo "theosophist" en inglés. Guénon no cita este artículo, que es muy posible que no conociera, pero es aún más atrevido ver a un feroz oponente de la Teosofía adoptando las nociones de los mismos teósofos.
25. Théosophisme, p. 97 (tr.).
26. Esto es correcto; véase A.P. Sinnett, Incidents in the Life of Madame Blavatsky (Londres: Theosophical Publishing Society, 1913), p. 156. Sin embargo, Guénon también cita la carta de Elliott Coues al New York Sun (20 de julio de 1890) como su "fuente" para la famosa biblioteca de Palm, y en la edición aumentada agrega: "(...) parece ser que las propiedades mencionadas en su testamento eran inexistentes, pero digan lo que digan los teósofos, eso no impidió que Madame Blavatsky pudiera utilizar los contenidos de su biblioteca como afirmó el doctor Coues, que es lo único que importa aquí" (Théosophisme, p. 324-tr.).
27. Mabel Collins, Light on the Path (sin lugar de publicación ni fecha), The Yogi Publication Society, primera edición 1885, p. 8 (tr.).
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Para concluir, señalaremos que en su libro el calumniólogo de Guénon también exagera una serie de prejuicios que básicamente se resumen en:
a) que los teósofos tienen la costumbre de achacar prácticas de "magia negra" al enemigo (como si ésta no existiera);
b) que "Blavatsky profesaba rencor a los dugpas" (magos negros tibetanos) al no poder obtener de ellos mayores conocimientos;
c) que Helena compuso sus obras de motu proprio, sin método y "asimilando mal los contenidos que leía de otras obras";
d) que la "Agente" de los Mahatmas sólo desempeñó el papel de "médium escribiente" e "inventó" sus conocimientos;
e) que ella "no comprendió cabalmente el hinduismo y el budismo";
f) que "Isis Develada" y "La Doctrina Secreta" tienen "contenido indigesto y sin orden", y
g) que H.P.B. "tomó prestado el concepto de reencarnación del espiritismo kardeciano" y "contradijo" este concepto en "Isis".
Invitamos a los lectores serios a revisar por sí mismos cuán gelatinosas son estas aseveraciones consultando artículos tales como "Gelugpas, Tantras y Dalai Lamas" (parte 2, sección 09), "¿Cómo estudiar satisfactoriamente a Helena Blavatsky?", "Meduimnidad vs. mediación", "Peligros y engaños de la canalización", "Vida después de la muerte (partes 2, 9 y 10)", "El Libro Secreto de Dzyan", "'La Voz del Silencio': un auténtico texto budista", "Reencarnación y cristianismo" y "¿Es cierto que Blavatsky originalmente negó la reencarnación?" Respecto a la hipotética "participación fraudulenta" de otros personajes mencionados por Guénon como Babaji, Mohini, Dharbagiri Nath o D. Mavalankar, consúltese "Las mentiras de Paul Johnson sobre Blavatsky y los Mahatmas", parte 2.