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1 de marzo de 2022

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (3 de 3)


Por Alexandre Moryason 

Contenidos:
 
05. Guénon y el budismo esotérico
06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon


05. Guénon y el budismo esotérico

Puede ser conveniente recordar que, si los orientalistas de formación occidental (nada interesados en probar que Madame Blavatsky tenía razón o no) confirman la presentación de esta última sobre una noción clave, varios representantes autóctonos también lo han hecho sin ambigüedades para la Doctrina teosófica en su totalidad. Esta observación no es inútil si se recuerda en qué términos Guénon pretendía pronunciar un juicio final sobre la Teosofía y su iniciadora:

“En cuanto a las doctrinas estrictamente orientales, Blavatsky sabía del brahmanismo e incluso del budismo sólo lo que todo el mundo puede conocer de ellas, e incluso la autora no entendía mucho de esas religiones, como lo prueban las teorías que les achaca y también los contrasentidos que comete en cada momento en términos sánscritos (…) Añadiremos una palabra más sobre los textos tibetanos supuestamente muy secretos que Blavatsky ha citado en sus obras, en particular las famosas Estrofas de Dzyan, incorporadas en la Doctrina Secreta y la Voz del Silencio. Esos textos contienen muchos pasajes que obviamente están 'interpolados' o incluso se inventan desde cero, y otros que al menos han sido 'arreglados' para acomodarlos a las ideas teósofas; en cuanto a sus partes auténticas, simplemente están tomadas de una traducción sobre fragmentos del Kandjur y Tandjur, publicada hacia 1836 en el vigésimo volumen de Asiatic Researches of Calcutta por Alexandre Csoma De Körös” (1) (Théosophisme, p. 96-97).

(1) El erudito húngaro Alexandre Csoma de Körös, autor de un diccionario y gramática del tibetano clásico, es fundador de los estudios tibetanos en Europa. Su trabajo fue continuado por Philippe-Édouard Foucaux (1811-1894), el primer tibetólogo francés (nota añadida por nosotros y no pertenece al texto de Guénon).

Aquí tenemos la cuestión para las fuentes de la Doctrina misma: UNA “IMPOSTURA”… Para desgracia de René, ésta no era la opinión del Lama Kasi Dawa Samdup. Erudito e iniciado de la escuela Kargyutpa del “budismo del norte”, Samdup dictó en particular las explicaciones y notas dadas en la introducción a la primera publicación occidental del Bardo Thôdol. Este "Libro Tibetano de los Muertos", como se le ha llamado de forma algo incorrecta, es una de las obras sagradas y fundamentales del budismo Mahayana o camino del "Gran Vehículo" (en oposición a la vía Hinnayana o “pequeña perfección”, propuesta más particularmente por los budistas sureños). El doctor W.Y. Evans-Wentz, editor y co-traductor, agradece a Lama Samdup una valiosa asistencia en la incorporación de esta doctrina y especifica que esa ayuda respondió al deseo del propio Gurú (Maestro) del Lama, quien a su vez deseaba que su escuela no viera su pensamiento irremediablemente distorsionado por una primera transcripción errónea al inglés. Por lo tanto, el texto se presenta de la siguiente manera: Bardo-Thôdol-El Libro Tibetano de los Muertos, o experiencias posteriores a la muerte en el plano del Bardo-Según la versión en inglés de Lama Kasi Dawa Samdup, editada por Walter Yeeling Evans-Wentz, M.A., D. Litt., B.S.C. del Jesus College, Oxford (traducción al francés de Marguerite La Fuente, prefacio de M.J. Bacot, seguido de Carl Gustave Jung (2), comentario psicológico del Bardo-Thodol, París: Librairie d'Amérique et d'Orient-Adrien Maisonneuve, 1933).

(2) “El Bardo-Thodol es un libro cuya función es enseñar (…) No creo que haya mejores vías para saldar mi deuda con los dos primeros traductores del Bardo-Thodol -el difunto Lama Kazi Dawa-Samdup y el señor Evans-Wentz- ni agradecerles, que tratar de facilitar a la mente occidental la comprensión de las ideas y la grandiosa problemática de esta obra, a través de un comentario psicológico (…) Estoy seguro de que todos quienes exploren este libro con la mente abierta y se dejen imbuir por él sin previo aviso, lo encontrarán enriquecido” (extracto del prefacio por Carl Gustav Jung).

[N.del T.: Por lo que trasunta de estas glosas, ni Moryason ni Jung demuestran familiaridad con las enseñanzas originales de Teosofía, ni con las grandes distinciones entre ésta y muchas referencias al budismo tibetano -en especial el Bardo-Thôdol-, las cuales se explican con más detalle en el artículo homónimo y la serie “Gelugpas, Tantra y Dalai-Lamas”]. 

En la introducción a este trabajo y concerniente a las obras de Blavatsky y su enseñanza, encontramos la siguiente observación en una nota de Evans-Wentz, de la cual parece aconsejable otorgar aquí una cita más extensa:

“Con respecto al significado esotérico de los cuarenta y nueve días del Bardo, compárese: La Doctrina Secreta, por H.P. Blavatsky, Londres, 1888, p. 238, 411, 617, 627-628. Lama Kasi Dawa Samdup consideró, a pesar de las críticas dirigidas a sus obras, que indudablemente Blavatsky debe haber recibido una elevada educación lamaica, como ella afirmó” (op. cit., nota 1, p. 6, énfasis añadido).

Walter Yeeling Evans-Wentz (1878-1965), a la usanza tibetana y sosteniendo una copia del Bardo-Thôdol, frente al monasterio Ghoom en Darjeeling (1955).  

Las partes de la Doctrina Secreta a que se hace referencia son los conceptos séptuples de Globos-Cadenas Planetarios y Razas Humanas, cuya reseña muestra la contribución más original de la Teosofía a la Metafísica, cimentando así la idea de evolución cósmica de la Conciencia. Sin embargo, esta presentación fue juzgada por Guénon y otros como “fruto de la imaginación de Blavatsky”, mezclada con “un revoltijo superficial de doctrinas hindúes bastardas y mal asimiladas”. Para el escritor francés, el concepto mismo de "evolución" es absolutamente ajeno a cualquier doctrina oriental (incluso la del budismo, que él no conoce). ¡Y estos desarrollos "evolutivos" serían sólo un préstamo de Blavatsky sobre las doctrinas darwinistas! Evans-Wentz, por su parte, añade una precisión que confirma a H.P.B. en sus declaraciones de haber tenido acceso a una Doctrina desconocida para los orientalistas, cuando ningún occidental había viajado aún al Tíbet:

“De igual modo, el budismo del norte -cuyo simbolismo sigue muy vivo- ha sido condenado por su contraparte sureña por su reclamo de ser ‘guardián de la Doctrina esotérica’, transmitida oralmente de generación en generación por los iniciados del Buda”.

Y agrega: “Los lamas admiten que los Ti-Pitaka (los 'Tres Cestos de la Ley') son, como dicen los budistas del sur, las palabras escritas de la doctrina de los antiguos o Thera Vâda; pero aseveran que los Pitakas no contienen todas las Palabras y carecen de muchas enseñanzas yóguicas del Buda, transmitidas esotéricamente hasta hoy. El budismo esotérico, como se le ha llamado de forma correcta o equívoca, semeja haberse transmitido principalmente ‘de boca en boca’ y siguiendo doctrinas de este tipo, según una regla oral y establecida de Guru a Shishya [discípulo]” (op. cit., p. 4).

Podemos comparar este conjunto con la siguiente afirmación guénoniana, cuyo aplomo de incompetencia debemos admirar aquí nuevamente:

“De hecho, lo cierto es que jamás hubo ningún 'budismo esotérico' genuino; si uno quiere encontrar el esoterismo, este no es el lugar porque en sus orígenes el budismo fue esencialmente una doctrina popular que sirvió de soporte teórico a un movimiento social de tendencia igualitaria” (Théosophisme, p. 105).

Sin comentarios… excepto, quizás, para observar que es bastante agradable ver que la mala fe o la ignorancia llevan a tal autor a dedicarse al análisis revisionista. Pero, ¿qué no haría Guénon para salvar una tradición “tan noble” como la de los brahmanes quemadores de viudas, o la alteración neoespiritista (que aquí es el registro del budismo)? ¿Quién podría en este período de entreguerras -pero tan fértil en ideas “elitistas”- entender la “verdadera Tradición”, salvo él? Sostenemos que la habilidad improvisada por el sesgo se opone a aquélla mucho más confiable de un auténtico representante de la tradición Kargyudpa, así como del eminente tibetólogo W.Y. Evans-Wentz. También y en tiempos recientes, el doctor D.T. Suzuki -representante del budismo Zen- confirmó esta evaluación:

“La Voz del Silencio es la verdadera Doctrina Mahâyanâ. No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto más profundo de dichas enseñanzas y luego reveló lo que ella consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía. Es cierto que algunas cosas fueron agregadas y otras se han quitado de la Doctrina Mahâyanâ pura, de acuerdo con el alcance de su conocimiento y juicio” (D.T. Suzuki, Eastern Buddhist (Old Series) V, p. 376., loc. cit. en B.A.T., p. 224).

Daisetz Teitaro Suzuki en 1960 (1879-1966), cortesía de Library of Congress

Suzuki agrega que "el Movimiento Teosófico ha dado a conocer al público general las doctrinas esenciales del budismo Mâhayâna, y el interés que ahora se está desarrollando en Occidente ha sido ciertamente sostenido por el conocimiento de la Teosofía” (ibídem), lo cual debiera constituir una respuesta a la sanción que Guénon consideró “definitiva”.


06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon

Situemos ahora otra prueba en el archivo de fuentes auténticas de la Doctrina Secreta por Madame Blavatsky. Recuérdese que ella misma afirmó derivar esa obra no sólo desde una tradición oral de “budismo esotérico”, sino de un libro “tan antiguo que constituye el modelo a partir del cual se compiló el libro de Kiu-Té”.

El texto que Helena indica con ese nombre también es aludido con frecuencia por el Maestro K.H. en las Cartas Mahatma, al cual se ha tachado de “falsedad” como otros, y con más razón al anterior y más antiguo que H.P.B. da como su prototipo. Podemos responder hoy a los maestruchos de la negación: desde que las tropas de Mao Zedong invadieron Tíbet y saquearon sus tesoros literarios, hemos identificado los Libros de Kiu-Te, a los que David Reigle dedica un extensa composición llamada The Books of KIU-TE -or the Tibetan Budhists Tantras- A Preliminary Analysis (Wizards Bookshelfs, San Diego, 1983).

Fotografía de un manuscrito raro, copia de Phak-pa-Jam-pal-gi-Tsa-way-Gyud (Hphags pa Hjam dpal-gyi Rtsa wahi Rgyud); en sánscrito: Arya Manjushri Mûla Tantra ("Tratado original (Libro Raíz) del Dios de la Sabiduría”) sobre la Doctrina Kalachakra, tal como fue originalmente enseñada por el Señor Buda y formando parte del Kanjur (Bkah-'gyur), canon de “Traducción de los Mandamientos” del budismo tibetano. El texto está escrito en oro y plata sobre papel tibetano lacado, y cada folio mide 64,5 x 15,5 centímetros. Para preservarla, esta colección fue confiada a uno de los funcionarios que acompañaron al difunto Tashi Lâma cuando Su Santidad huyó de Tíbet (extraído del libro "El Libro Tibetano de la Gran Liberación" por W.Y. Evans-Wentz, Adyar Publishing House).

El particular rechazo con que se ha rodeado la existencia de estos libros se debe al simple hecho de que la ortografía de las traducciones del tibetano aún no estaba fijada en la época de Blavatsky, y además ella agregó una cita bibliográfica que comenta en La Doctrina Secreta cuyo título era aproximado. Esta es la edición de 1876 y 1879 de Narratives of the Mission of George Bogle to Tibet, and of the Journeys of Thomas Manning to Lhasa, por Clements Robert Markham. Helena Petrovna simplemente lo había mencionado como "el Tíbet de Markham", y es en este libro que figura un apéndice titulado "Una breve descripción del Reino del Tíbet", escrito en 1730 por el monje capuchino Horatio Della Penna (p. 309 et sq. como se indicó), quien a su vez menciona -para burlarse de ellas- obras tibetanas que según él eran las "leyes de Dote y el otro (…) Kiute". El tibetólogo David Reigle escribe:

“Ahora es fácil ver que ambas divisiones, Dote y Kiute, son mDo-sde y rGyud-sde respectivamente, o las secciones (sde) de los Sutra (mDo) y Tantra (rGyud) de la palabra del Buda, el Kandjur”.

El mero hecho de que durante un siglo ni siquiera nos molestáramos en hacer la conexión entre el rGyud sde y la mención de Kiu-Te, ya efectuada por Della Penna, dice mucho sobre la “competencia” y “buena fe” de orientalistas que todavía se ríen de la obra de Blavatsky, mientras la ignoran deliberadamente. Los comentarios secretos y textos tántricos (mágicos) constituyen así el rGyud-sde (Kiute) dentro del Canon Budista, formado por el Kandjur y Tandjur, como afirmó H.P.B. y debidamente señalado por un alto dignatario del lamaísmo que ella cita, el “Chohan Lama, jefe de los Archivos de la biblioteca secreta del Dalai Lama y los Lamas Rimpoche de Tashi-Lumpo” (cf. “Tibetan Teachings”, Blavatsky Collected Articles). Con respecto a dichos comentarios, y de los cuales Helena dijo que eran catorce, David Reigle sostiene:

Hay razones para pensar que existen citas de estos catorce volúmenes de comentarios en algunas glosas accesibles, que se encuentran en la parte Tanjour (bsTan-'gyur; también Bstan-hgyur) del Canon budista tibetano. Una tradición muy extendida -ya mencionada en el siglo XIV por Budon (Bu-ston, 1290-1364) en su Historia del Budismo (Chos-'byun) y reportada incluso antes en los propios comentarios de Kiu-te (rGyud-sde)- habla de versiones originales más extensas de los libros de Kiu-te, inencontrables entre los textos conocidos en India o Tíbet, sino sólo en lugares como Shambhala, etc. Ciertos instructores relevantes, como Âryâsanga, tienen fama de haber tenido acceso a esos registros y algunos han escrito comentarios que los citan” (op. cit., p. 3).

Por lo tanto, esta es una mención autóctona de apostillas ocultistas y perdidas, provenientes de Shambhala, la mítica ciudad del Buda. Para medir la fiabilidad de la información proporcionada por Budon, conviene recordar que fue precisamente él quien fue primer editor tibetano de Kandjur y compiló el Tandjur. Reigle especifica:

Estas dos colecciones de manuscritos se guardaron en el pequeño monasterio de Narthang (sNarthan), ubicado a unos 10 kms. al suroeste de Shigatsé (gZis-ka-rtse u hogar de los Mahâtmâs asociados con el Movimiento Teosófico), y se convirtieron en la base de posteriores ediciones xilográficas en bloque del Canon. Así, llegaron a conocerse como la ‘Edición antigua de Narthang’” (op. cit., p. 11).

Finalmente, el famoso “Libro de Dzyan”, del cual sus “Estrofas” son base para La Doctrina Secreta, fue presentado por H.P.B. como el primero de estos 14 comentarios secretos sobre el Kiu-Te. Y nuestro tibetólogo enumera cinco razones para identificar esos segmentos con "la versión más extendida" de la glosa sobre el primero de los grandes textos del Kandjour, el Kâlachakra Tantra:

a) El texto resumido que queda del Kâlachakra se coloca siempre a la cabeza de los textos del Kanjour; de manera similar, Blavatsky ubica el Libro de Dzyan como el "primero de los volúmenes de comentarios" para el Kiu-te.

b) La ubicación del mayor centro de estudio de Kâlachakra fue el monasterio Tashi Lhunpo, adyacente a la residencia de los Mahatmas teosóficos, en Shigatsé.

c) La referencia a Shambhala es constante en la literatura teosófica como fuente de sus enseñanzas, y asimismo en lo referente al texto del Kâlachakra.

d) Solo el Kâlachakra, entre los libros de Kiu-te, otorga un sitio central a la Cosmogénesis y Antropogénesis. Este es también el caso para las Estrofas de Dzyan, de las cuales La Doctrina Secreta es un comentario.

e) El término Dzyan es una transcripción fonética tibetana del sánscrito Jnâna, el Conocimiento-Sabiduría. Jnâna es también el título de la quinta y última sección del Kâlachakra.

Por lo tanto, hoy tenemos más motivos para considerar las Fuentes de la Doctrina Secreta como basadas genuinamente en la Tradición Oculta Tibetana, en lugar de cuestionarla. Es cierto que este resumen breve y parcial del trabajo por David Reigle no refleja toda la sutileza de sus argumentos y el alcance de la información que brindan; no obstante, dará al lector una idea del estado actual de cosas, lo que destruye por completo los argumentos de Guénon.

Finalmente, la pregunta sobre las fuentes originales de la Doctrina recibida por Blavatsky puede llevarnos brevemente a otro debate: ya hemos tenido la oportunidad de preguntarnos qué crédito debe darse al siguiente aserto doble de Guénon:

“(…) parece bien establecido que Blavatsky nunca fue a India antes de 1878, y que hasta ese momento nunca se habló de los ‘Mahatmas’; lo siguiente proporcionará pruebas suficientes” (Théosophisme, p. 15-16).

Ya hemos señalado que no se da ninguna de las pruebas empeñadas en el resto de su obra, siendo esto sólo una dosis "aprendida" de conjeturas y afirmaciones gratuitas. También observamos que esta acusación de “impostura” procede de la cizaña más notable: quienes conocieron a Blavatsky previo a 1878, en particular su tía y hermana, dan fe que ella mencionaba a sus Maestros mucho antes de ese año (en efecto, desde su niñez, y posteriormente durante su estadía en Rusia para 1859-1864, o su referencia a lo que H.P.B. llamó Radja-Yogis en la época). Durante el relato se dieron otros testimonios que corroboran la realidad de sus viajes, en particular los recogidos por H.S. Olcott. Entonces, ¿por qué Guénon, sin su gran "probidad", los ignoró deliberadamente? La conclusión obvia es que si en determinados círculos intelectuales “tradicionalistas” René goza de una reputación de “estudiosos concienzudos” -como también quienes dicen pertenecer a su escuela-, ese prestigio está totalmente sobrevalorado, porque no es sólo en el campo del rigor anecdótico (por muy necesario que sea para sus demostraciones) donde se puede “capturar” a este sujeto en la falta de mentir sobre cualquier cosa. En su polémica dirigida contra el “neoespiritismo”, su obra filosófica misma está adornada con más engreimiento que instrucción real. Para responder punto por punto a la totalidad de su trabajo sería necesario dedicarle cientos de páginas, idénticas a las anteriores, además de una imperdonable pérdida de tiempo y energía, dos bienes preciosos y despilfarrados como aparecen entre los “Signos de los Tiempos”, título para uno de sus libros y cuyo inventario le era tan querido. Concluiremos con algunas apreciaciones relevantes, una sobre Guénon y otras dos para H.P. Blavatsky:

-Jacques Bergier en Enciclopédie de l’Inexpliqué: “[Guénon] consideró perfectamente innecesario dar referencias a lo que sostenía. Es muy lamentable (...) Personalmente prefiero inclinarme a admitir que lo poco que sé de la Tradición no da la idea de que Guénon haya tenido acceso a este dominio”.

-D.T. Suzuki (maestro de budismo Zen) en Eastern Buddhist (Old Series): "No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto profundo de las enseñanzas Mahayana, y que luego ella reveló lo que consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía”.

-David Reigle en Light on the Dzyan: Kalachakra-Symposium on H.P. Blavatsky’s Secret Doctrine: “Desde la identificación obvia en 1981 de los Libros de Kiu-Te (rGyud- sde) como el Tantra budista tibetano, sospeché durante largo tiempo que el Libro de Dzyan, del cual se tradujeron las Estrofas de La Doctrina Secreta, podría ser el perdido Mûla (Raíz) Kâlachakra Tantra".

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (2 de 3)


Por Alexandre Moryason

Contenidos:

03. La Doctrina del Karma según Guénon
04. La Doctrina del Karma según los textos orientales


03. La Doctrina del Karma según Guénon

Antes de examinar el “punto de vista guénoniano” sobre la Doctrina del Karman, cabe preguntarse dónde se sostiene que sólo este autor es competente en dicho asunto como tantos otros… Es él mismo quien se toma la molestia de afirmarlo en las primeras páginas de su "libro maestro", llamado L’Homme et Son Devenir Selon le Vêdâna:

"No es porque la ‘Ciencia Sagrada’ se haya caricaturizado odiosamente en el Occidente moderno por impostores más o menos conscientes, que sea necesario abstenerse de hablar sobre ello y menos parecer que se ignora, si no negarlo; al contrario, sostenemos con firmeza no sólo que existe, sino que es sólo de ella de lo que nos proponemos hablar en este libro. Quienes se refieran a lo que hemos dicho en otra parte sobre las extravagancias de los ocultistas y teósofos, comprenderán inmediatamente que es otra cosa de lo que se trata, y que estos individuos son a nuestros ojos sólo simples ‘laicos’, e incluso unos que particularmente agravan su caso tratando de hacerse pasar por lo que no son” (op. cit., p. 10, énfasis añadido, versión francesa).

Guénon es ciertamente "lo que pretende ser"; por lo tanto, primero debe considerar su propia comprensión de la "verdadera Doctrina" sobre Karman o "Karma" (por galicismo del término), que parece ser una noción metafísica fundamental en el tópico de L’Homme et Son Devenir. En esta obra, Guénon dedica a Karman exactamente 18 líneas, dispersas en tres páginas de las 205 que componen el cuerpo del libro. Debemos admirar la economía de medios… Por ello, es necesario recordar en primer término lo que dijo al respecto en "Teosofismo, Historia de una Pseudoreligión". Recuerda allí con espíritu crítico que, según Madame Blavatsky, el Karman es:

“(…) esta ley invisible y desconocida que adapta con sabiduría, inteligencia y equidad, cada efecto a cada causa, y que a través de la última llega a quien la produjo” (op. cit. p. 121).

Guénon recuerda que Blavatsky lo llama "ley de retribución"; A.P. Sinnett, basándose en la enseñanza de los Mahatmas, le denomina "ley de causalidad ética". Para René, obviamente todo esto es falso: “En esta concepción teosófica del 'Karma’ encontramos un excelente ejemplo del abuso de los términos sánscritos incomprendidos que ya hemos señalado: de hecho, la palabra 'karma' significa simplemente ‘acción’ y nada más; nunca tuvo el sentido de causalidad (‘causa’ se dice ‘kârana’ en sánscrito), y menos aún de esta causalidad especial cuya naturaleza acabamos de indicar” (op. cit., p. 122).

La lección es profunda, y nuevamente debemos admirar aquí la sobriedad demostrativa: ninguna cita superflua de los textos llega a entorpecer el “veredicto magistral”...


[Traducción del texto resaltado: “Fil.: acumulación de méritos y faltas en el transcurso de vidas pasadas; destino./Acto supremo, obra santa./Fil.: [Vaisheshika], la categoría [padartha] de las actividades, y de éstas la tradición menciona cinco: utkshepana (elevación), avakshepana (disminución), akuncana (contracción), prasarana (expansión), y gamana (desplazamiento)”]. Extracto del "Lexique sanskrit-français" de Gérard Huet, basado en el diccionario sánscrito-francés por Stchoupak, Nitti y Renou, en el "Sanskrit-English Dictionary" de Monier-Williams, el "Practical Sanskrit-English Dictionary" de Apte y, en su totalidad, el notable léxico de Bergaigne, gran maestro francés de estudios en dicha lengua oriental. Gérard Huet es miembro de la Academia de Ciencias y la Academia Europaea, director de investigación del INRIA].

Así, para Guénon, el concepto mismo de “causalidad ética” o “ley retributiva” ligada a la Doctrina de Reencarnación es occidental, heredada y específica del espiritismo; Blavatsky simplemente engalanó dicha noción con el término oriental "karma" mediante un préstamo abusivo, e inmediatamente agrega:

“(…) el relato que acabamos de dar, por sucinto que sea, nos parece suficiente para mostrar la falta de seriedad en la llamada doctrina teosofista, y sobre todo para establecer que no tiene fundamento, a pesar de sus pretensiones, sin una base tradicional genuina” (ibídem, p. 122).

En efecto, Guénon afirma borrar completamente la idea de "efecto del acto", que justifica plenamente la aceptación teosófica del término "karma". Veamos las únicas líneas que dedica a Karman en todo el volumen dedicado a esta cuestión del "Devenir" según el “Vêdânta":

“El primer Mîmânsâ (una de las seis escuelas clásicas o Darshanas de la filosofía hindú) se llama Karma-Mîmânsâ o Mîmânsâ práctico, es decir, relativo a los actos, y más particularmente a la ejecución de ritos; la palabra Karma, de hecho, tiene un doble significado: en el sentido general, es acción en todas sus formas; en el sentido especial y técnico, es acción ritual según lo prescrito por el Veda. Este Mîmânsâ práctico tiene como objetivo, como consigna el comentarista Somanâtha, ‘determinar de manera exacta y precisa el significado de los escritos’, pero sobre todo en la medida en que éstos contienen preceptos, y no en relación con el conocimiento puro o Jnâna, el cual se pone a menudo en oposición con Karma y que corresponde precisamente a la distinción entre ambos Mîmânsâs. El segundo Mîmânsâ se define además como el del 'conocimiento divino' (Brahma-Vidyâ) obtenido a través de la contemplación” (op. cit., p. 17-18).

El segundo pasaje de la obra donde aparece el término Karma, ofrece un simple recordatorio del significado de "acción" como uno de los dos aspectos del "poder" [Indriya] junto con el conocimiento [Jnanâ o Buddhi] (cf. op. cit., p. 80). Finalmente, la última mención de Karma por Guénon no trae más que estos detalles tan sofisticados como incompletos:

“(…) sin Conocimiento, no puede obtenerse la Bienaventuranza (Ananda). La acción (Karma, ya sea que esta palabra se entienda también en su sentido general, o se aplique especialmente a la realización de ritos), al no oponerse a la ignorancia (Avidiyâ), no puede alejarla” (op. cit., p. 188).

Entonces, eso es todo lo que podemos sacar de René sobre el significado de "Karma", y esta es la fecundidad que lo autoriza a abrumar el discurso teosófico con sarcasmos, entre otros (1).

(1) El término Karma se cita 223 veces sólo en La Doctrina Secreta. Aquí está la definición dada en el Glosario Teosófico:

KARMA (sánscrito). Físicamente, una acción; metafísicamente, la LEY DE RETRIBUCIÓN, norma de causa y efecto o causalidad ética. Es Némesis sólo en un sentido, el del mal karma. Es el undécimo nidana en la cadena de causas y efectos del budismo ortodoxo; sin embargo, constituye el poder que controla todas las cosas, el resultado de la acción moral, el samskara metafísico o efecto moral de un acto realizado para lograr algo que satisface un deseo personal. Existe karma de mérito y demérito. El karma no castiga ni recompensa; es sólo la única ley universal que guía infalible y ciegamente -por así decirlo- a todas las demás leyes que producen ciertos efectos a lo largo de los surcos de sus respectivas causas. Cuando el budismo enseña que ‘el karma es el núcleo moral (de todo ser) que sólo sobrevive a la muerte y continúa en transmigración’ o reencarnación, simplemente quiere decir que no queda nada después de cada personalidad, excepto las causas que ésta produjo y que no mueren; es decir, no pueden ser eliminadas del Universo hasta que sean reemplazadas por sus justos efectos, y ‘borradas’ por ellos. Tales causas, a menos que hayan sido compensadas durante la vida de quien las produjo -mediante resultados proporcionales-, seguirá al Ego reencarnado y lo alcanzará en encarnaciones posteriores hasta que se restaure por completo la armonía entre efectos y resultantes. Ninguna ‘personalidad’ -un mero grupo de átomos materiales y características instintivas y mentales- puede continuar naturalmente, como tal, en el mundo del Espíritu puro. Sólo existe aquello que es inmortal en su naturaleza, correspondiente al mismo Buddhi y divino en esencia -a saber, el Ego- que puede existir para siempre. Y dado que es este Ego el que elige la personalidad que animará luego de cada Devachán, y que recibirá -a través de estas personalidades- los efectos de las causas kármicas producidas, es por lo tanto este Ego o ‘yo’ el ‘núcleo moral’ en cuestión y encarna el karma ‘que es el único que sobrevive a la muerte’".


04. La Doctrina del Karma según los textos orientales

Consultemos el estudio serio de este punto doctrinal por el profesor Raimundo Panikkar (1918-2010) (1), una alta autoridad reconocida
sobre esta materia, en "La Loi du Karma et la dimension historique de l’homme" (en E. Castelli, Herméneutique et Eschatologie, p. 205-230, Introducción, París: Aubier, 1971).

(1) De padre indio y madre española, autor de tres tesis doctorales en Ciencia, Filosofía y Teología, fue especialista en Filosofía de India, investigador en las Universidades de Mysore y Varanasi (Benarés) y luego profesor en las Universidades de Madrid, Roma, Cambridge y Harvard. También era miembro del consejo académico del Instituto Ecuménico de Estudios Teológicos Avanzados de Jerusalén, y presidente de la Asociación Teológica de India.

El profesor Panikkar, que no era teósofo, también establecía el siguiente panorama general sobre el concepto de Karman como contribución a una indagatoria realizada bajo el patrocinio de la Unesco sobre "Les Cultures et le Temps" (p. 73-101, París: Payot Unesco, 1975):

“Aparte de ciertas doctrinas del tiempo absoluto, Karman es la ley que rige la combinación de tiempo e historia.

-Karman es ante todo el acto, y luego el residuo de ese acto que produce buenos o malos resultados (cf. Brhadâranyaka Upanishad IV, 4, 6.);

-que sobrevive a la persona (cf. Brhadâranyaka Upanishad III, 2, 13, etc.),

-y finalmente, el estatuto que gobierna la retribución de los actos y la red de correspondencias entre los Karmas de los seres. Esta ‘causalidad universal’, como a menudo se denomina a Karman, explica prácticamente todas las relaciones en el Universo y va mucho más allá de una concepción individual sobre la transmigración [reencarnación]. Karman reúne los elementos personales (la incidencia de cada acto en los confines del Cosmos) e impersonales (aspecto común para el carácter creable de todos los seres), de modo que podemos hablar de un Karman inagotable o interminable, como el conjunto de residuos de actos humanos” (op. cit. p. 86, énfasis añadido).

El autor concluye que “la reflexión sobre Karman más bien alude a las causas de los acontecimientos” (op. cit., p. 87).

Es útil comparar este breve resumen con el de Guénon, para quien la idea de Karman “(…) jamás tuvo el significado de causalidad (‘causa’ en sánscrito es ‘kârana’)”. Los Upanishads (siglo V a. de C.), sin duda, no descansan para Guénon “sobre una base tradicional genuina”, lo cual es más conocido por él que por más de dos milenios de comentaristas hindúes.

De hecho, el término sánscrito Karman no aparece en ninguna parte punible con una acepción tan reducida como afirma René en el contexto del hinduismo (además muy variado y no reducible a una sóla escuela). En su Vocabulaire de l'Hindouisme (Dervy-livres, París, 1985), los eminentes especialistas Jean Herbert y Jean Varenne dan a la palabra Karman los siguientes significados:

“1. -Acto ritual;
2. -cualquier acto, acción u obra;
3. -actividad laboral;
4. -consecuencia de los actos;
5. -resto de las buenas o malas consecuencias a sufrir por actos pasados, y determinantes de encarnaciones sucesivas” (op. cit., p. 57, énfasis agregado).

Son los puntos 4 y 5, propiamente hindúes, que el budismo desarrollará en un aspecto ético y donde los comentarios brahmánicos tendían a ver sólo una serie mecánica de causa y efecto, a ratos codificada por las supersticiones más absurdas. Esto aparece claramente en la lectura de la Anthologie sánscrita por Louis Renou, miembro del Instituto y profesor de la Sorbona (París: Payot, 1961), otra referencia universal en materia de estudios vedantinos; el mismo investigador que hablaba acerca de los "desvaríos de René Guénon". La confirmación de esta evidencia se puede encontrar en las Leyes de Manú, traducidas en el capítulo “La Loi des Rennaissances” (op. cit., p. 197). Renou introduce así la noción de Karman: "Como sabemos, la teoría de los renacimientos (samsâra, propiamente ‘circuito’, transmigración), con su corolario filosófico sobre el acto y el efecto del acto (karman), forman una de las bases del hinduismo posvédico”.

A objeto de corroborar lo anterior, consultemos una enciclopedia para asegurarnos de que otros textos y sus comentarios también invaliden las afirmaciones de Guénon como “eminente especialista” en Tradición Universal, tanto védica como bíblica, coránica y taoísta. Indudablemente la Encyclopaedia Universalis es "profana", e incluso si en ésta pueden notarse ciertos "deslizamientos" (ver el juicio de A. Faivre sobre Teosofía), tiene la ventaja de estar generalmente escrita por especialistas competentes que conocen el significado de los vocablos utilizados en el ámbito cultural de su especialidad. Así, el término "Karman" aparece en varios contextos de hinduismo y budismo, donde además ya no tiene el mismo trasfondo metafísico (2).

(2) A continuación se muestran algunos extractos de la Encyclopædia Universalis (edición francesa de 2002), por Anne-Marie Esnoul, Directora Académica Honoraria, Escuela Práctica de Estudios Avanzados (sección V):

-”Si en efecto innova respecto a algunos puntos, Sankara se ajusta a la mayoría de las cuestiones esenciales para toda la tradición; la ronda de renacimientos (samsara) ligada al karman, el residuo de actos acumulados en existencias anteriores que conserva su poder imperativo para sí mismo” (extracto del artículo sobre Sankara).

-”Sin duda, encontramos muy difundida la creencia en sucesivos renacimientos (samsara) a los que, bajo el peso de obras cometidas en vidas previas (karman), un principio espiritual e individual es constreñido hasta su perfecta purificación. Pero al heredarse de formas brahmánicas más antiguas -como las que ya conocimos en los Upanishads clásicos-, esta noción es panindia y común tanto al budismo como al brahmanismo, y está relacionada con la creencia en la eternidad del Universo” (artículo sobre hinduismo).

-”El término en sí [Samsara] -de sam-SR, ‘fluir con’- evoca bien esta corriente perpetua y circular que lleva al alma individual a través de reencarnaciones en cadena; karman constituye el residuo de actos en existencias anteriores, determinando así los renacimientos y sus circunstancias” (artículo sobre brahmanismo).
 
Guénon descuidó, o tal vez fingió olvidar, que la Doctrina Teosófica no se refiere de ninguna manera al brahmanismo ortodoxo, sino en parte al budismo esotérico de los Gelugpas. El término “budismo esotérico” (que además H.P.B. juzgó inadecuado) se acuñó en la primera exposición doctrinal de Teosofía por A.P. Sinnett, sobre la base de Cartas Mahatma que afirman ser budismo tibetano. Sin embargo, la idea de una "ley retributiva por actos" está ampliamente confirmada en el propio contexto del hinduismo. En efecto, Karman es el eje conceptual en cuyo derredor giran todos los desarrollos concernientes al Samsarâ (transmigración de las almas, sin importar el significado distintivo o específico de cada secta, o los diferentes niveles de instrucción dentro del hinduismo).

En el artículo "Nirvâna et Samsâra" M.A. Bareau -profesor en el Collège de France- proporciona más detalles: "Los Upanisads y el hinduismo sucesivo, el budismo y el jainismo coinciden generalmente en la respuesta al problema del mecanismo de la transmigración: es el valor moral de los actos (karman) realizado en una existencia que determina las condiciones para el renacimiento, como circunscribe la felicidad o desgracia que experimentaremos en esta nueva vida (…) En definitiva, el fenómeno de la transmigración al que están sujetos todos los seres vivos, se rige porque el budismo llama a los actos ‘maduración’ (vipâka), una especie de justicia inmanente que obliga al autor de un acto a recibir automática e inevitablemente -al final de un lapso más largo o corto- el castigo o la recompensa por la acción que ha cometido. Sin embargo, esta no es la opinión de todas las sectas antiguas, si uno cree en particular los textos budistas que las combaten. Para algunos, sólo el azar condiciona el renacimiento, y el valor de los actos no explica en modo alguno la felicidad o infelicidad de las circunstancias existenciales. Según otros y en particular brahmanes obsesionados con sus inquietudes religiosas y el orgullo de su posición social, es sólo la correcta ejecución de los muchos y variopintos actos rituales -cuyo cumplimiento privilegiado se reservaban celosamente- lo que define la felicidad en vidas futuras, y no el valor moral de las acciones ordinarias (…) Para el jainismo, la ‘liberación’ se alcanza cuando el principio vital (jiva), habiendo rechazado todas las consecuencias de sus actos (karman) y todas sus actividades corporales, se encuentra aislado (kevalim) en su pureza natural, y al fin disfruta plenamente, gracias a su conciencia, de la ‘vista’, el conocimiento, la dicha y el poder infinitos” (A. Bareau, “Nirvâna et Samsâra”, Encyclopaedia Universalis, vol. 14, p. 823, énfasis agregado).

En el marco particular del shaivismo, M.P. Filliozat confirma: “Al igual que mala [impureza], Karman (acto) es concebido como sin principio y desde siempre aferrándose al yo vinculado, en el sentido de que un acto siempre va preludiado por otro, pues la acción que se completa genera otra automáticamente (…) es a través del vínculo con Maya [ilusión] y sus productos que el individuo puede existir en el mundo fenoménico, el cual le es necesario para ‘consumir’ el karman y ‘madurar’ mala allí a través de la acción bien dirigida, el ritual, la devoción, el yoga, etc.” (P. Filliozat (3), “Shiva et Shivaïsme”, Enciclopaedia Universalis, vol. 4, p. 582).

(3) Pierre Sylvain Filliozat, director académico en la Escuela Práctica de Estudios Avanzados (sección IV).

Aunque el brahmanismo ortodoxo también contrarresta las interpretaciones sesgadas de Guénon, finalizaremos con el texto de M.A. Bareau sobre la cuestión del Karman en el budismo: “La avidez e ignorancia generan las tres 'raíces del mal' que son la lujuria, el odio y el error, de las que a su vez surgen vicios, pasiones y conceptos equivocados. Todo ello empuja al ser a actuar y dejarse conducir por el mecanismo de retribución de los actos. Cualquier obra (karman) ya sea corpórea, vocal o sólo mental, si resulta de una decisión tomada con pleno conocimiento de los hechos, produce por sí misma -automática e inexorablemente- un ‘fruto’ (phala) que ‘madura’ poco a poco, y tarde o temprano recae sobre su autor en forma de recompensa o castigo correspondientes a ese acto en especie e importancia. Esta ‘maduración’ (vipâka) del acto es más o menos prolongada, pero como su duración supera con frecuencia la de una vida humana, obliga al autor a renacer para recibir su retribución” (M.A. Bareau, op. cit., vol. 3, p. 472, col. B; citado también en su cátedra de estudios budistas).

Estas explicaciones se hallan en estricta conformidad con lo presentado en Teosofía sobre la Doctrina de Karman. Al menos Guénon podría haber sido menos insultante con respecto a la definición de este concepto por parte de Blavatsky, en la medida que ésta es confirmada por todos los especialistas competentes, excepto René, que no lo hace de ninguna forma obvia. Por otro lado, a partir de estas lecturas podemos ver con claridad que las fuentes de Guénon provienen del brahmanismo más estrictamente reductivo en su comentario ritualista sobre los textos. Esta es una cara parcial y tendenciosa de la ortodoxia y no de ésta última en su conjunto; a lo sumo, representa uno de los "puntos de vista" particulares en una de las seis Darshanas. Los conceptos evocados por especialistas muestran que los propios Upanishads dieron lugar a la idea de “retribución ética”, desarrollada más tarde por el budismo, y esta última doctrina es el fundamento de la Teosofía. Por tanto, Guénon pretende juzgar un atisbo del budismo esotérico, del que todo lo ignora, mediante nociones tomadas de un brahmanismo ortodoxo y sectario al que sospechamos sólo tuvo acceso libresco. Tal elección doctrinal sería repugnante para una mente distinta a la suya, obsesionada -como los rigurosos brahmanes- por las castas fundadoras del "tradicionalismo".

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (1 de 3)


Por Alexandre Moryason

El administrador expresa sinceros agradecimientos a Moryason y su equipo editorial por autorizar gentil y expresamente la traducción al español de esta serie.


Contenidos:
 
01. Guénon frente a la Teosofía
02. Errores históricos de Guénon

La obra de René Guénon todavía se ofrece hoy como referencia a muchos representantes del pensamiento llamado “tradicional”, particularmente en los círculos masónicos. Su obra goza de un prestigio que se debe al indiscutible talento del escritor, pero también a una reputación de exigencia intelectual y ética “tradicional”, sustentadas en una erudición que debe revisarse.


01. Guénon frente a la Teosofía

Cualesquiera que sean los méritos ocasionales en la obra de Guénon, ésta y las siguientes secciones mostrarán que la reputación de "conocimiento" y "rigor" que se atribuye a su nombre está más que sobrevalorada. A todos les parecerá que este autor debe especialmente la extensión de su lectorado a la "ignorancia culta" de sus seguidores, más sensibles al aplomo de su mentor que capaces de evaluar las afirmaciones arbitrarias y la calificación a menudo dudosa. Libros como “Teosofismo: Historia de una Pseudoreligión”, “El Rey del Mundo” y otros veintiséis pretenden introducir un enfoque auténtico del esoterismo, según los criterios de lo que se ha denominado “corriente tradicionalista”. Ninguna obra es del todo negativa, y la de Guénon -especialmente "El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos"- lleva ciertas pepitas en un peligroso torrente, alimentado por un sospechoso elitismo de los parientes ideológicos más desastrosos que aparecieron en el interbellum del siglo XX. Sin embargo, algunos de sus adláteres aseguran defenderlo de esto, lo cual está sujeto a un debate posterior. Lo único que nos importa aquí es el hecho de que este escritor se esforzó por desacreditar totalmente a la persona y obra de Madame Blavatsky, considerándola una figura emblemática de lo que con desdén llamó "neoespiritualismo". Este término despectivo señala en él cualquier expresión doctrinal que se desvíe mínimamente de una de las grandes tradiciones adscritas a las creencias "reveladas" (judaísmo, cristianismo e islam, excluyendo por tanto la tradición espiritual del budismo) y de su propio esoterismo, que debía considerarse "ortodoxo" por representantes calificados.

Por lo tanto, el significado que el Esoterismo atribuye a la palabra “tradición” no puede ser al que se refiere Guénon, pues aquélla se remonta a una Enseñanza milenaria y anterior a cualquier religión revelada, a cualquier forma de control por parte de una casta sacerdotal -susceptible de sostener por sí misma la Verdad sobre el aspecto más oculto de la religión considerada (y es este detalle lo que Guénon consideraba "el esoterismo de una religión”)-, y finalmente a cualquier forma de exclusión, a saber, en lo relativo al género y la posición social. Guénon afirma que los criterios que le permiten autentificar la “tradición” han sido escudriñados desde su propio recorrido espiritual e intelectual, descrito como “riguroso”, y abarcando aspectos tan vastos como el cristianismo, el islam, el hinduismo y el taoísmo, todos coincidentes con su “experiencia personal de iniciación” donde, sin embargo, sus persistentes negaciones se ven como un signo de su “alta integridad”. Que tal enunciado pudiera impresionar tanto a la "élite intelectual" se explica por el hecho de que el ámbito de la Tradición Iniciática es muy poco conocido, y donde además la calificación es más difícil de contrarrestar. La idiosincrasia “guénoniana” hizo escuela, pero en adelante puede encontrar en varios autores un desprecio soberano por todo lo que el “Maestro” indicaba con su venganza, y por lo cual es recomendable ofrecer una muestra. Así, tras haber mencionado las aclaraciones que Guénon aportó a la noción de Teosofía "con un rigor indispensable", M.A. Faivre, autor del artículo "Théosophie" -primera edición de la Encyclopaedia Universalis-, bajo la entrada "Guénonienne" dio el siguiente veredicto sobre la doctrina de Madame Blavatsky, aquí visiblemente confundida con aquélla de sus sucedáneos imposibles: "Una cierta idea occidentalizada del budismo, un marcado interés por los fenómenos psíquicos, una erudición fantasiosa y poco recia; desde luego, una enseñanza ‘reencarnacionista’ delirante e insuficiente para constituir una doctrina, sino sólo una masa incoherente de elementos a menudo contradictorios, que sólo pueden atraer como regla general a personas de baja cultura”. Y en esta misma Enciclopedia que acabamos de citar, esbozaremos de paso lo suficiente para mostrar que la ignorancia de Guénon en materia de Tradición Oriental sólo se compara con la soberbia que pone en los juicios que espeta en nombre de aquélla (el profesor Louis Renou (1) ya habló, y con razón, sobre los “desvaríos de René Guénon”). Algunas de sus aberraciones bastarán para demostrarlo. Los cargos formulados por Guénon para desacreditar a Blavatsky cubren una gama bastante amplia de todas las afirmaciones calumniosas que puedan emplearse sin demasiado temor a ser negadas, ya que son valoraciones subjetivas o afirmaciones incontrolables*:

(1) Louis Renou (1896-1966), sanscritista francés reconocido internacionalmente, miembro del Instituto y profesor de la Sorbona, eminente especialista en estudios indios y orientales. Es autor de obras en el campo indoario antiguo (gramática y lexicografía), y asimismo elaboró ediciones y transcripciones de textos literarios y religiosos.

*Se citan aquí las páginas de la obra “Teosofismo” en francés (N.del T.).


-Dibuja el retrato moral de un monstruo de duplicidad (Théosophisme, capítulos VI, VII y VIII, p. 72-92), basado en los únicos elementos proporcionados por los únicos enemigos de H.P.B., en particular Solovioff, Barlet y Gaboriau.

-Afirma que Helena Petrovna y el coronel Olcott pertenecían a una “sociedad oculta” de la que “fueron expulsados en 1878” y les sirvió como "centro iniciático": una cierta "Fraternidad Hermética de Luxor", de la que René sostiene estar bien informado (p. 19-27). Esto es simplemente estrambótico, pues hemos visto cuán improbable es la afiliación de Olcott y Blavatsky a esta colectividad, cuyo nombre es, en cambio, curiosamente idéntico al que mencionan, identidad que no dejaron de denunciar como impostura.

-Se esfuerza por desacreditar totalmente la Doctrina Teosófica mediante varias de sus obras, exponiendo el "abuso" y la "desviación" de términos sánscritos y las nociones tradicionales que abarcaban.

-Finalmente y respecto al “informe Hodgson”, acompañado del veredicto por la Psychical Research Society, el autor acepta todas las conclusiones en bloque, representando a H.P.B. como una “estafadora” que empleó trucos y efectos especiales como demostraciones psíquicas (cap. V, p. 61-71). En seguida se presentarán debidamente las pruebas para demostrar que las afirmaciones de Guénon son incorrectas.


02. Errores históricos de René Guénon
 
A) El dúo Solovioff

Empecemos por un ejemplo de confusión escandalosa de consecuencias difamatorias, que nos permite medir la veracidad en las referencias de Guénon. De hecho y para denunciar a Blavatsky, éste último utilizó el libro de Sergei Vsevolod Solovioff A Modern Priestess of Isis, una urdimbre de comentarios tendenciosos por un don nadie que admite haber fingido su amistad con Blavatsky para perderla mejor. Guénon, acusado por este uso exclusivo, replica: "Respondemos que Solovioff fue al menos un filósofo valioso, quizás el único que ha tenido Rusia, y quienes lo conocieron bien nos certificaron que su integridad intelectual estaba por encima de toda sospecha” (p. 319-320). Y de hecho, la "probidad intelectual" de Vladimir Solovioff (1) (1853-1900), reconocido filósofo-poeta e hijo del famoso historiador Sergei Solovioff, no puede ser cuestionada porque Vladimir se distinguió por su desesperada lucha por el reencuentro de las iglesias Ortodoxa y Católica ("Rusia y la Iglesia Universal"), antes de volver con decepción a la filosofía pura ("Justificación del Bien y Tres Conversaciones"). Sin embargo, la “entereza intelectual” de Sergei Vsévolod Solovioff, autor del libro en que se inspira Guénon y hermano menor de Vladimir, no puede estar "por encima de toda sospecha". Así, el escritor galo confunde al célebre Vladimir con Sergueï -el “falso confidente” de H.P.B.-, escritor y autor mucho más modesto (en 1895) del libelo vengativo que ensucia la memoria de aquélla. Su honestidad es dudosa por la misma admisión de su editor y prologuista; él mismo es radicalmente hostil a Madame Blavatsky, pero considera que debido a dicha honestidad intelectual se generan ciertas ambigüedades sobre la versión dada por Sergei de algunos hechos (op. cit., p. XV-XVI).

El colmo es que Vladimir Solovioff, filósofo de erudición y pensamiento elevado que atrajo la admiración de su tiempo, no había ocultado en modo alguno la gran consideración que daba a los escritos de Helena Blavatsky. Al defenderla contra sus calumniadores, elaboró comentarios sumamente agradecidos sobre su último trabajo "La Clave de la Teosofía", donde esbozaba una síntesis de los aspectos fundamentales de la Doctrina de sus Mahatmas
. En la revista Russkoye Obozreniye [The Russian Review] donde ella misma escribía con frecuencia, Vladimir [foto derecha] se expresaba en estos términos hacia 1889:

“Se ha dicho que la Teosofía es una propuesta comercial, y a través de ella se puede acumular una gran cantidad de dinero. El mismo oponente afirma que los Guías Tibetanos de la Sociedad, Mahatmas y Chelas [discípulos], nunca existieron y fueron inventados por Madame Blavatsky. Al primer planteamiento, la autora [Blavatsky] responde con datos y cifras convincentes; en cuanto al segundo, nosotros mismos, una parte foránea en este asunto, podemos testificar que esto es falso. ¿Cómo pudo Helena haber inventado la Hermandad Tibetana o la Orden de los Chelas, cuando es fácil encontrar información precisa y auténtica sobre la existencia y características de ese grupo en el libro del misionero francés Huc (Voyage en Tartare, Tibet et Chine); y que visitó Tíbet en la primera parte del decenio 1840, es decir, unos treinta años antes que se fundara la Sociedad Teosófica? De todos modos, y teniendo en cuenta todas las debilidades teóricas y éticas de la Sociedad, es obvio que ésta última -ya sea en su forma actual o no-, así como el movimiento neobudista (2) despertado por sus esfuerzos, tienen un rol importante que desempeñar en un futuro próximo […] Este último trabajo de H.P. Blavatsky es particularmente importante para nosotros, porque presenta el budismo desde un ángulo nuevo e insospechado hasta el día de hoy, es decir, un movimiento religioso sin credos ni dogmas, y sin embargo provisto de un objetivo bien definido y único: que el individuo logre su propia evolución divina en oposición a la creencia en un principio sobrehumano” (loc. cit. en Ryan, p. 202-203).

(1) También escrito Soloviev o Solov'ev (Wladimir Sergeevich Soloviev).
(2) El término "budista", escrito con una sóla "d", indica que Vladimir Solovioff apoyó la distinción hecha por Blavatsky entre el principio espiritual que da su significado para esta Filosofía [Buddhi] y el movimiento religioso que reclama textos atribuidos a Buda en su Doctrina Exotérica (“La Clave de la Teosofía”, capítulo "La Teosofía no es budismo", p. 20-23).

Por lo tanto, no sólo Guénon comete una confusión ridícula, sino que inadvertidamente afirma ser un filósofo que desautorizó radicalmente los comentarios que hizo contra Blavatsky.


B) Malentendido sobre Samuel Mac Gregor Mathers

Guénon hizo todo lo posible por “demostrar” que existían vínculos reveladores sobre agentes manipuladores de "contra-iniciación" entre la Fraternidad Hermética de Luxor (aquélla que detectó como tal), los Maestros ocultistas de diferentes movimientos rosacruces y los Inspiradores de la Sociedad Teosófica. Los Mahatmas de Blavatsky y las obras de ésta última le parecen evidentemente el tipo perfecto de estas oscuras empresas; así, Guénon nos invita a seguirlo en los giros y vueltas de sus conjeturas y revelaciones como hombre bien informado sobre el "quién es quién" del Esoterismo, y respecto a lo cual tiene intuiciones que otros no demuestran (cf., p. 33-42). Es aquí donde comete dos errores, cuya enormidad dice mucho sobre su imperfección real y el poco crédito que puede darse a sus "ajustes". Hablando de la Orden Hermética Golden Dawn, emanación de la Societas Rosicruciana en Anglia, René evoca el lema de uno de sus líderes, S.L. Mac-Gregor Mathers, para subrayar que tiene un final de texto idéntico al de "su" Hermandad Hermética de la Luz (op. cit., p. 36). Luego proporciona la siguiente información sobre Mac-Gregor Mathers, Imperator de la Golden Dawn y autor de una carta que acaba de mencionar:

“El autor de la carta que venimos de citar, que murió hace unos años, era hermano mayor de otro Mac-Gregor, representante en Francia de la Golden Dawn en el exterior, y también miembro de la Sociedad Teosófica. Durante 1899 y 1903 hubo algo de ruido en París en torno a los intentos por restaurar el culto a Isis por parte del señor y la señora Mac-Gregor, bajo el patrocinio del escritor ocultista Jules Bois, conatos bastante fantasiosos, pero que tuvieron en su tiempo cierto éxito de curiosidad. Agreguemos que la señora Mac-Gregor, 'Suma Sacerdotisa Amari', es hermana del señor Bergson” (op. cit., p. 36-37).

El lector familiarizado con estos detalles habrá tenido que revisar la cita dos veces para dar crédito a lo que ve: Guénon sostiene que Samuel Lyddel Mac Gregor Mathers, Imperator de la Golden Dawn, murió dejando un hermano menor y esposo de la hermana del filósofo Henri Bergson, ¡para representar a ese grupo a través de “actividades fantasiosas” en Francia! Rectifiquemos: ilustre figura del ocultismo anglosajón en el cambio de siglo, Samuel Lyddel Mac Gregor Mathers, casado con Moïna Bergson, jamás tuvo un hermano que llegase a Francia para llevar a cabo sus planes ocultistas. Los sucesivos episodios de esta actividad tuvieron como actor a una sóla persona, el propio Mathers, bien conocido por todos quienes posean algún conocimiento sobre un período de ocultismo que aún no estaba tan lejos para Guénon. ¿Qué deberíamos pensar de un inquisidor capaz de tales malentendidos sobre un tema que dice tratar como "experto", además de rectificar opiniones erróneas y triviales de sus contemporáneos en estas cuestiones?


C) Confusión entre Lytton padre e hijo

El anterior no es su único desliz de este tipo: al encontrarse con dificultades insuperables y atañentes a enlaces ascendentes o colaterales, Guénon incurre en otro grosero equívoco, aunque menos divertido, sobre Bulwer Lytton. Al continuar discutiendo "hábilmente" los nexos entre la política anglosajona y el ocultismo, considera oportuno exponernos una vez más a la ayuda de su ilustración: presenta a "Lord Lytton, entonces virrey de India", como un actor interesado en las intrigas libertarias de 1876 en torno a la Sociedad Fratres Lucis. René añade:

“Volviendo a asuntos serios, diremos que Lord Lytton, cuyo nombre acabamos de conocer en relación con Fratres Lucis, es el famoso autor de 'Zanoni', ‘Une Étrange Histoire' y ‘The Future Race’ (…) fue el gran mecenas de la Societas Rosicruciana, y su hijo fue embajador de Inglaterra en París. Probablemente no sea por simple casualidad que el nombre de Lytton se encuentre en todo momento mezclado con la Historia del Ocultismo” (op. cit., p. 301).

Esta vez Guénon confunde al padre (Sir Edward Bulwer Lytton) con el hijo (Lord Lytton) y atribuye a éste la autoría de las obras del anterior. Esto todavía dice mucho sobre la ignorancia de las fuentes más elementales en la historia del Ocultismo.


Arriba: Edward George Earle Bulwer-Lytton (1803-1873); debajo: Lord Edouard Robert Bulwer Lytton (1831-1891).

De hecho, el autor de Zanoni (1842) y la famosa obra Los últimos días de Pompeya fue Sir Edward Bulwer Lytton (1803-1873), padre de Lord Lytton, virrey de India y embajador de Inglaterra en París (3). Las funciones mencionadas nunca fueron asumidas por Lord Edward Bulwer Lytton, sino sólo por su primogénito. En consecuencia, las obras son del progenitor y al hijo corresponden los títulos y supuestos complots de 1876, en los que Lord Edward Bulwer Lytton no pudo intervenir -como aseguraba Guénon-, fallecido tres años antes. En una segunda edición de su libro, René corrige este traspié y el anterior queda intacto.

(3) El padre, Edward George Earle Bulwer-Lytton (1803-1873), fue estadista, poeta y crítico, y pasó a la posteridad como fructífero escritor, entre otros, de "Zanoni", "Los últimos días de Pompeya" o "The Future Race". Su hijo, Lord Edward Robert Bulwer Lytton (1831-1891), era diplomático y también poeta bajo el seudónimo de Owen Meredith. Fue designado Virrey de India por Disraeli en 1875 y se le confirió el título de conde por los servicios prestados en las guerras afganas. También ejerció como embajador en Francia desde 1887 hasta su muerte.


D) Imprecisiones sobre H.P. Blavatsky

Guénon quiere ignorar las fuentes más accesibles e indispensables, como el libro de Alfred Percy Sinnett "La Vida Extraordinaria de Madame Blavatsky", sobre la persona que dice condenar. De hecho, en la segunda edición de su libro difamatorio, admite sin vacilaciones (dos notas sucesivas, p. 319) haber omitido mencionar un informe pericial que ya en 1886 contradecía las conclusiones del “Informe Hodgson” (1885), referente a la caligrafía de Blavatsky; y este reporte constituye la base de la acusación para todos sus detractores, encabezada por Guénon. Explica así su negligencia: “(…) habíamos ignorado este hecho durante la primera edición, pues de lo contrario no lo habríamos eludido como nos han criticado” (op. cit., p. 319). Pero "este hecho" se menciona, muy claramente, en el apéndice 2 del trabajo de Alfred ya referido (The Extraordinary Life of Mrs. Blavatsky, p. 247-248), la primera y única biografía -y además muy breve- escrita en vida por Helena Petrovna. Asimismo, recordemos que Guénon admite no saber, y otra vez a pesar de Sinnett, si Blavatsky se volvió a casar en América durante 1875 (op. cit. p. 22-23). Esta duda revela las más descabelladas elucubraciones en la búsqueda de datos sobre una persona cuyo carácter y acciones pretende examinar (porque además el "supuesto" marido no es en absoluto "médium" como asegura Guénon).

28 de enero de 2022

Las mentiras de René Guénon contra Blavatsky y la Teosofía


Uno de los rasgos que caracterizan a los ociosos de la Calumniología (y su "religión") es el encono y la ferocidad con la cual reaccionan a cualquier crítica que se haga a su doctrina (su religión, aunque ellos niegan que sea tal), a sus exponentes. Este fanatismo es típico de los líderes en esta secta de avinagrados y entre muchos de sus adláteres. Y no se dan cuenta que al actuar así no se están diferenciando mucho de aquellos líderes y creyentes exaltados que ellos mismos critican en las corrientes genuinas y potencialmente revolucionarias. Pero si acaso debiéramos ser "tolerantes" con ellos, deben entender que no puede existir en la Tierra una imposición masiva, planetaria, de una única ideología materialista. Tal imposición sería nociva e iría en contra de la libertad de culto y pensamiento, que es uno de los pilares fundamentales de la democracia y la libertad de pensamiento que debe haber en el mundo. En ese sentido, no debería ser un "crimen" o "atrevimiento" refutar al pseudoescepticismo de mala muerte o a las personas que le dan vida.

Muchas veces quedamos atrapados en falsas creencias, en puntos de vista fantasiosos porque queremos que la verdad sea como nos gustaría que fuese. Pero lo cierto es que la verdad es lo que es, independientemente de nuestros gustos y pareceres. La verdad muchas veces es gris e incómoda, incluso severa o rompedora de esquemas. Tenemos que comprender que todo el tiempo estamos fabricando verdades falsas que son emocionantes, hermosas, excitantes, llenas de cierto gusto, de cierto sabor, para complacer nuestras necesidades psicológicas del momento. Cuando comprendamos esto, el verdadero velo de "maya" comenzará a disolverse frente a nosotros.

No es espiritual ni respetable una persona que desprecia a otros, respondiendo con cinismo y evasiones cobardes y saturninas cuando le contradicen con las pruebas a la vista. Estos son rasgos de una persona déspota, dictatorial, muy retrasada espiritualmente. No es espiritual ni respetable una persona que sufre de amargo resentimiento y que se entrega a su enfermedad sin ningún remordimiento de consciencia. Estas adicciones a conductas contaminantes son características de personas espiritualmente subdesarrolladas. No es espiritual -ni digna de consideración- una persona que miente sobre sus "investigaciones", y que más aún es tan canalla que no es capaz de un debate abierto y serio sobre lo que critica, ni ser consecuente son sus "valores religiosos o de vida". La falta de honestidad y la mentira deliberada son totalmente contrarias a la espiritualidad desarrollada. Y no parecen ser muy "espirituales" los individuos que suelen "ponerse el parche antes de la herida" para proyectar en otros sus demonios de desengaño intelectual e infundir "buena impresión" en otros. Hemos descrito aquí a los vagos indecentes e irresponsables, los doctorados en Sofistería del Desconsuelo que calumnian a los Profesores Teosóficos (enlace a panfletos).


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El siguiente manifiesto apareció en la revista Publications Théosophiques (París, 1922), escrito por el teósofo y profesor emérito Georges Méautis y se incluye también en el Newsletter of the Friends of the Theosophical Archives (FOTA), otoño de 2016. La versión original fue traducida al inglés por Joscelyn Godwin, quien para esta ocasión añade varios acápites aclaratorios. De igual modo, el administrador del blog incluye negritas para énfasis en ciertos párrafos y explicaciones en azul entre corchetes.

Cabe resaltar que, como el propio Méautis subraya, su respuesta al libro de Guénon se centra sólo en las primeras 100 páginas del mismo. Casualmente (o quizá no tanto si se considera la historia real del Movimiento Teosófico posterior a la muerte de H.P.B. y William Judge), los capítulos siguientes en esa obra tratan sobre cuestionamientos a la Sociedad Teosófica y sus líderes más prominentes durante los años '20, entre ellos Annie Besant y C.W. Leadbeater. En otras partes de este sitio hemos establecido y probado de forma tajante que la Logia Unida de Teósofos no tuvo, tiene ni tendrá relación alguna con la colectividad de Adyar (véanse los escritos agrupados bajo el título "Pseudoteosofía y controversias relacionadas" en la página "Artículos"), por lo cual dejaremos la tarea defensiva a los miembros de ésta última colectividad si así lo desean.

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Prefacio del traductor

En junio de 1920, René Guénon (1886-1951) terminó de escribir Introduction générale à l'étude des doctrines hindoues (1), el cual sería su primer libro difundido, pero de ninguna manera su primera publicación, ya que había estado escribiendo bajo varios seudónimos durante más de una década. Tenía grandes esperanzas en ello. Si pudiera aceptarse como tesis doctoral, podría conducir a una carrera académica en lugar de la maestría que le había resultado casi insoportable.

A pesar de todo su interés y experiencia en el hinduismo, ahora Guénon se movía en una dirección diferente. Habiendo hecho las rondas del submundo ocultista y masónico parisino, ahora gravitaba hacia los círculos católicos tradicionales de una variedad neotomista, dominados por el famoso filósofo y converso Jacques Maritain. Cualquiera que sea su compromiso personal, este entorno le sirvió bien. El libro sobre hinduismo fue aceptado para su publicación por Marcel Rivière, también editor de una Revue de Philosophie mensual con inclinaciones católicas y escolásticas. Poco después, Guénon fue invitado a contribuir a la revista por su fundador y editor, el reverendo padre Peillaube, y ahí es donde su "historia" de la Sociedad Teosófica vio la luz por primera vez.

Émile Peillaube fue un psicólogo de renombre internacional, superior del Séminaire St. Thomas d'Aquin y profesor en el Institut Catholique de París. No sabemos si fue él quien sugirió un ataque a la Teosofía para el próximo proyecto de Guénon, o si éste último ya lo tenía considerado. En todo caso, el trabajo avanzó rápidamente pues René ya poseía, o se le entregó, un gran dossier de materiales poco frecuentes, antiguos semanarios espiritistas y una pequeña biblioteca de libros en francés e inglés. Conoció a Peillaube en octubre de 1920 para formalizar el plan, y así la primera entrega apareció en la Revue de Philosophie para enero de 1921, seguida de otras partes hasta julio. En noviembre de 1921 todo el trabajo se publicó como un libro, en una serie bajo la dirección general del propio Jacques Maritain (2). De este modo, una de las motivaciones tras Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion fue el disgusto con que los intelectuales católicos veían la creciente influencia de la Sociedad Teosófica en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. La protesta de Guénon al final del libro de que “no estamos asociados con ninguna campaña organizada; ni siquiera queremos saber si existe, y más bien lo dudamos" (3) muestra una ceguera increíble sobre sus patrocinadores.

(1) Bosquejo histórico basado en Marie-France James, Esotérisme et Christianisme autour de René Guénon (París: Nouvelles Éditions Latines, 1981), I, p. 194; Jean-Pierre Laurant, Le sens caché dans l'oeuvre de René Guénon (París: L'Age d'Homme, 1975), p. 66-67, 265.

(2) René Guénon, Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion (París: Nouvelle Librairie Nationale, 1921). En el presente trabajo cito la edición póstuma que incluye todas las notas complementarias de René, así como sus otros escritos sobre el tema: Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion. Réédition augmentée de textes ulterieurs (París: Éditions Traditionnelles, 1982), en adelante "Théosophisme". Hay una traducción al inglés llamada Theosophy: History of a Pseudo-Religion, por Alvin Moore, Jr., Cecil Bethell, Hubert y Rohini Schiff (Hillsdale, NY: Sophia Perennis, 2003).

(3) Théosophisme, p. 308.

Si bien su trabajo sobre Teosofía le valió el patrocinio y lo llevó a la escritura de un texto complementario que desacredita el espiritismo (L'erreur spirite, publicado por Rivière en 1923), este no fue un período feliz para Guénon. En marzo de 1921 la universidad rechazó su tesis sobre doctrinas hindúes, por lo que no pudo obtener su codiciado título de doctor en letras. La experiencia lo amargó para siempre contra el mundo académico, aunque en retrospectiva fue su salvación porque ahora era libre de construir su propio universo mental y seguir adonde lo llevaran sus intuiciones.

El próximo desarrollo merece ser presentado en las propias palabras de Guénon. En 1925 publicó la primera de varias “ediciones aumentadas” de Le Théosophisme, que incluía información complementaria, correcciones y autodefensa. Allí escribe:

"En 1922 los teósofos publicaron un folleto titulado Théosophie et Theósophisme y firmado como Paul Bertrand (seudónimo de Georges Méautis, profesor de la Universidad de Neuchâtel y presidente de la Société Suisse de Théosophie), destinado a responder a nuestro libro. En él, el autor mencionó algunos supuestos errores contenidos en nuestras primeras cien páginas, sin dar una razón plausible de este límite arbitrario. Ya hemos respondido en estas notas a la mayoría de las críticas del folleto en cuestión, que es sin duda la defensa más lamentable que se pueda imaginar, de la que los teósofos no tienen por qué enorgullecerse" (4).

(4) Théosophisme, p. 321.

El erudito suizo Georges Méautis (1890-1970) tuvo el tipo de carrera a la que Guénon aspiró brevemente. Graduado de varias universidades europeas, obtuvo su doctorado en 1918 en la Universidad de Neuchâtel, y en 1922 ya era profesor en ese lugar. Ocupó la cátedra de lengua y literatura griegas de 1930 a 1961, recibió muchos premios y honores, y no parece haber dañado su notoriedad el hecho de que fuera un eminente teósofo y creyente declarado en la reencarnación, como correspondía a su especialidad de pitagorismo. Méautis colaboró con frecuencia en Le Lotus Bleu, revista de la Sociedad Teosófica Francesa, a veces en la década de 1920 como "Paul Bertrand", pero más habitualmente con su propio nombre, por lo que no había duda de que Guénon lo "delataba" al revelar su identidad.

El mismo año en que apareció el presente folleto, Méautis publicó un libro breve pero denso, Recherches sur le Pythagorisme (Neuchâtel: Paul Attinger, 1922). Su objetivo era mostrar que existía una continuidad entre el neopitagorismo de los siglos poscristianos y el movimiento original de seis siglos antes; también el autor reprocha a los estudiosos que se tragan cualquier anécdota sobre Pitágoras, pero ignoran el principio del esoterismo (p. 26), y enfatiza el lado práctico de la vida pitagórica y toma en serio su uso de los sueños, la música y los perfumes como métodos de acceso a realidades alternativas (p. 31-37). Analiza las diferentes partes del ser humano (cuerpo, alma, espíritu, daimon, p. 99) y los malentendidos de otros eruditos, trazando paralelos entre el brahmanismo y el Bhagavad Gita (p. 100), el neoplatonismo y el hermetismo. Entre los ejemplos recientes de ideas similares, cita a los escritores ingleses Algernon Blackwood y Rudyard Kipling (p. 37). Si bien el libro es una excelente muestra de erudición clásica, para el lector alerta ejemplifica la confianza del teósofo en la continuidad de las corrientes esotéricas y la concordancia entre tradiciones.

El presente folleto, originalmente de 32 páginas, fue dado a conocer desde el n° 4 de la avenida Rapp, sede de la Sociedad Teosófica parisina, y fue así una respuesta cuasi-oficial al libro de Guénon. El rechazo frívolo de éste (desmentido por su cuidadoso “aumento”) estaba algo justificado, ya que a pesar de las refutaciones el de Méautis no es un caso poderoso. La sección final, con su apelación a las emociones, tampoco se ajusta bien con la demolición académica anterior.

Quizá era demasiado pronto para que Méautis detectara la debilidad esencial en el trabajo de Guénon, que consistía en agrupar la Teosofía blavatskiana -que ya era una entidad con etapas evolutivas distintas- con desarrollos posteriores de Annie Besant y Charles W. Leadbeater, que algunos llaman "neo-Teosofía". La fortaleza de Méautis radica en señalar el uso selectivo de las fuentes disponibles por parte de Guénon; al elegir los ejemplos más atroces, socava toda la base y demuestra que en resumen Le Théosophisme no es una "historia". En palabras de Leslie Price, “Guénon es un caso de estudio sobre el uso indebido de material de archivo. Le dieron un dossier, pero lo empleó no como historiador que sopesa el contenido, sino como polemista" (5).

Dicho esto, los historiadores del movimiento teosófico han tenido que agradecer a Guénon por alertarlos sobre ese expediente, en particular respecto a la Hermandad Hermética de Luxor y los desarrollos en Francia. Cada capítulo contiene señales que invitan a una investigación más profunda e imparcial. Asimismo, los historiadores del movimiento tradicionalista (si no los mismos tradicionalistas) reconocen cuánto le debe Guénon a la Teosofía. En una evaluación equilibrada del libro por aquél, Richard Smoley escribe:

"Irónicamente, una de las razones para la actitud de Guénon puede ser que él y Blavatsky en muchos aspectos no estaban tan separados. De hecho, el erudito Mark Sedgwick -cuyo libro Against the Modern World es la mejor introducción al impacto del pensamiento de Guénon- ve a la Teosofía como una de las principales influencias de René (Sedgwick, 40-44) (6). Ya hemos visto que Blavatsky y el autor francés estaban de acuerdo sobre la existencia de una tradición esotérica universal. Ambos hicieron un uso liberal de los términos sánscritos al exponer sus ideas, y concordaron sobre los peligros del espiritismo, argumentando que las sesiones homónimas no le permiten a uno hacer contacto con individuos muertos sino simplemente con sus caparazones astrales, que han sido despojados a medida que el espíritu asciende a planos superiores".

A estos terrenos comunes podríamos agregar la reconciliación de las diferencias religiosas mediante sus raíces esotéricas; un concepto cíclico de la historia que incluye un estado anterior y más sutil de la materia; el estímulo de los estudios orientales como acceso a una sabiduría perdida mayoritariamente en los países occidentales; el análisis de los múltiples estados del ser humano y el uso del simbolismo, especialmente geométrico, para explicar realidades metafísicas. Agradezco a Leslie Price por la sugerencia de traducir el folleto de Méautis y a Muriel Pécastaing-Boissière por proporcionar una fotocopia.

(5) Comunicación personal, 16 de diciembre de 2016.
(6) Se hace referencia a Mark Sedgwick, Against the Modern World: Traditionalism and the Secret Intellectual History of the Twentieth Century (Oxford: Oxford University Press, 2004).

(7) Richard Smoley, “Against Blavatsky: René Guénon's Critique of Theosophy”, Quest Magazine 98/1 (invierno 2010), p. 28-34.


Teosofía y Teosofismo: respuesta a una crítica por René Guénon

Georges Méautis (1890-1970), retratado por su esposa Liliane hacia 1950.

Cualquier movimiento religioso se puede estudiar de dos formas diferentes: contemplándolo desde el punto de vista filosófico, examinando sus doctrinas y teorías, viendo qué hay de original en ellas y cómo satisfacen las necesidades religiosas de una época o un pueblo; y también puede analizarse sólo a partir de la visión histórica, al recopilar y clasificar los documentos relacionados con sus orígenes o su progreso, criticando la validez o autoridad de los testigos. La condición esencial para todo estudio de este tipo no es necesariamente la simpatía, porque eso no se puede hacer a pedido, sino al menos tener imparcialidad. Un trabajo parcial de un lado o del otro no tiene garantía de objetividad académica; si es demasiado favorable al movimiento que pretende estudiar, se convierte más en una disculpa que una historia, pero si es hostil, no es más que un panfleto polémico e indigno de una atención seria.

Bajo el título Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion [Teosofismo, historia de una pseudo-religión], René Guénon ha publicado un volumen con más de trescientas páginas que pretende informar al público sobre la historia de la Sociedad Teosófica. Diremos de inmediato que contiene documentación que, si no muy seria, es al menos abundante, y más que en cualquiera de los artículos o libros contra el movimiento teosófico difundidos en los últimos años.

Por ello, es muy lamentable que este libro esté inspirado únicamente en documentos hostiles a la Teosofía. Los cita sin dudar un momento sobre su veracidad, mientras pasa sistemáticamente en silencio todo lo que podría mostrar esa Doctrina incluso en la luz menos favorable.

Algunas muestras servirán para evidenciarlo. Para no poner a prueba la paciencia del lector, los he elegido exclusivamente de las primeras cien páginas del texto, aunque con facilidad podría haber multiplicado los ejemplos. Si hay un libro importante para la historia sobre los inicios de la Sociedad Teosófica, debe ser Incidents in the Life of Madame Blavatsky por A.P. Sinnett, traducido al francés como Vie de Madame Blavatsky (Librairie de l'Art indépendant, 1921). El gran valor de esta obra es que reproduce en gran medida las memorias de Madame Jelihowsky, la propia hermana de Blavatsky, y brinda una gran cantidad de detalles e información que sería difícil encontrar en otros lugares. Guénon debió conocer la existencia de este libro, ya que lo cita, pero sólo una vez (p. 87) (1) por una cuestión de detalle. Sin embargo, en veinte páginas se refiere más de diez veces al folleto de Solovyov titulado A Modern Priestess of Isis, la obra de un hombre que abusó deshonrosamente de la confianza que Madame Blavatsky había depositado en él (2). En otra parte (p. 18), y con la intención de caracterizar al coronel Henry Olcott -presidente y fundador de la Sociedad Teosófica-, Guénon afirma que ese grado militar se obtiene fácilmente en Estados Unidos, pero omite cuidadosamente mencionar que tras la Guerra Civil Olcott recibió el encargo de denunciar y perseguir a todos los culpables por malversación de fondos mientras se abastecía a los ejércitos (3). Tal comisión sólo podría haber sido otorgada a un hombre cuyo honor y probidad estaban más allá de toda sospecha. La forma en que Olcott lo descargó se muestra en la carta que le envió el Subsecretario del Tesoro estadounidense, citada por Leadbeater (Occultisme dans la Nature, II, p. 411), que no puedo resistirme a citar aquí:

"Quiero deciros que jamás me he encontrado con un caballero al que se le hayan confiado deberes importantes, y de mayor capacidad, rapidez y confiabilidad de la que habéis exhibido en todo momento. Más que todo, deseo dar testimonio de toda vuestra rectitud e integridad de carácter, que estoy seguro han distinguido toda vuestra carrera y nunca han sido atacadas, según tengo conocimiento. Que hayáis salido así sin manchar vuestro renombre, cuando consideramos la corrupción, la audacia y el poder de los muchos villanos en alta posición a quienes habéis perseguido y castigado, es un tributo del que bien podéis estar orgulloso, y que incluso no ha logrado ningún otro hombre que ocupó un puesto similar y realizaba servicios análogos en este país" (4).

Podemos agregar que cuando Henry fue a India tuvo el excepcional favor de recibir una carta personal de recomendación del presidente estadounidense a los ministros y cónsules coterráneos. Este es el hombre del que Guénon se pregunta (p. 19) "si trata de embaucar a los demás, o si él mismo hace el papel de engañar", y afirma que "su buena fe está ciertamente sujeta a cautela".

Otro ejemplo, quizás aún más característico de la forma en que Guénon usa los documentos, se encuentra en la página 80. Queriendo demostrar el poder seductivo de Madame Blavatsky, así es como cita un pasaje de Old Diary Leaves por Olcott:

"Nadie fascinaba mejor que ella cuando quería, y especialmente cuando deseaba atraer personas a su obra pública. Luego ella misma se hacía cuidadosa en tono y modales, dando al individuo (5) la sensación de que le consideraba su mejor amigo, sino el único (...) No podría decir que ella fuera leal (...) Creo que para ella no éramos más que peones en una partida de ajedrez, porque no tenía una amistad sincera".

Guénon no cita la página de donde tomó este pasaje, que no simplifica la búsqueda en los tres volúmenes de Old Diary Leaves con más de 400 folios. De hecho, está en el primer volumen de la traducción francesa (Histoire Authéntique de la Société Théosophique, I, p. 440), y creo que vale la pena reproducirlo a pesar de su extensión:

"H.P.B. hizo innumerables amigos, pero a menudo los volvió a perder y vio convertirse en enemigos personales. Nadie podía ser más fascinante que ella cuando quería, y en especial cuando deseaba atraer personas a su obra pública. Luego ella misma se hacía cuidadosa en tono y modales, haciendo que el individuo sintiera que le consideraba su mejor amigo, si no el único. Incluso escribía en el mismo tono y creo que podría nombrar a varias mujeres que conservan sus cartas, diciendo que serán sus sucesoras en la S.T., y el doble de hombres de quienes ella declara que son sus 'únicos amigos reales y chelas aceptados'. Tengo varios de esos papeles y solía pensar que eran un tesoro hasta que, luego de comparar notas con terceros, descubrí que habían sido animados de manera similar y vi que todos sus elogios no tenían valor. Con personas comunes como yo y sus otros asociados íntimos, no debería decir que ella fuera leal o incondicional; para ella, creo, éramos nada más que peones en un juego de ajedrez, por quienes no tenía un amor profundo (7). Me repitió los secretos que le habían confiado personas de ambos sexos, incluso las más comprometedoras, y estoy convencido que ella trató los míos de la misma manera, tal como son. Pero ella era leal hasta el último grado a su tía, sus otros parientes y los Maestros, por cuyo trabajo ella habría sacrificado no sólo una, sino veinte vidas, y habría visto con calma a toda la raza humana consumida por el fuego si fuera necesario" (8).

Como se puede ver, con sólo citar oraciones o partes de ellas, Guénon desnaturalizó completamente el significado del pasaje tal como se encuentra en el volumen del coronel Olcott (9).

Por lo que hemos visto, ya podemos decir qué método está utilizando el autor francés: sólo mencionar documentos que puedan despertar en la mente del lector el concepto que quiere dar de la Sociedad Teosófica. ¿Y cuál es esta idea? Que sus directores son ladrones que no se detienen ante ningún fraude o engaño, o bien los juguetes de misteriosos seres desconocidos, y que los teósofos mismos son víctimas de sugestión o extraordinariamente crédulos. No hay nada nuevo en tal teoría. Se remonta directamente a los enciclopedistas, que también intentaron explicar los fenómenos religiosos mediante el "engaño sacerdotal". No creo que sea necesario señalar las deficiencias de tal explicación. Los descubrimientos del siglo XIX han demostrado que el sentimiento religioso es algo más complejo, sutil y también elevado de lo que Voltaire y Diderot pudieran imaginar.

Para hacer más plausible la imagen que Guénon busca dibujar sobre la evolución de la Sociedad Teosófica, se esfuerza por mostrar que fue mucho más resultado de casualidad -o las diversas influencias que influyeron en Madame Blavatsky- que de una voluntad claramente definida. Si hay hechos que van en contra de su teoría, Guénon se contenta con no mencionarlos. Así afirma (p. 43) que Blavatsky no empezó a hablar sobre la existencia de los Mahatmas tibetanos hasta después de llegar a India. Antes de eso, ella sólo había estado bajo la influencia de “guías espirituales” como aquéllos de los médiums (p. 21, 27); sin embargo, en su famosa respuesta a "Hiraf" y publicada en el Spiritual Scientist en julio de 1875, y por consiguiente antes de fundarse la Sociedad Teosófica, Blavatsky afirmó la existencia "a partir de su conocimiento personal" de escuelas ocultistas en India, Asia Menor y otras tierras. La verdadera Cábala, sostiene, “está en posesión, como dije antes, de unos pocos filósofos orientales; y decir dónde están y quiénes son va más allá de lo que se me ha permitido revelar (...) Lo único que puedo señalar es que tal cuerpo existe, y que la ubicación de sus Hermandades nunca será revelada a otros países, hasta el día en que la humanidad despierte” (citado por Henry Olcott, Histoire de la Soc., Théos. I, p. 112; véase también p. 64) (10). Además, en una carta publicada en Spiritual Scientist y mencionada por Olcott (Histoire I , p. 323), J.O. Sullivan, quien visitó a H.P. Blavatsky mucho antes que ella se mudara a India, ya habla sobre un adepto del Tíbet (11). El propio Henry se refiere dos veces en su primer volumen a un adepto que, según la teoría de Guénon, no debió haber aparecido hasta después de la llegada a India (p. 236, 361). Incluso el coronel cita un fragmento de una carta recibida el 22 de junio de 1875, que contiene estas palabras: “Hermano, no soy un espíritu incorpóreo, sino un hombre vivo, dotado por nuestra Logia de los poderes que os serán otorgados algún día" (12). Se puede ver cuán infundada es la hipótesis de Guénon, quien haría de H.P.B. una médium como cualquiera otra, "controlada" por guías espirituales y sin mencionar a los Mahatmas hasta después de su arribo a India.

Todos los testimonios que he citado son fácilmente accesibles. Un historiador responsable, que escribe una obra seria, no podría haberlos pasado por alto y en silencio, mientras que Guénon no hace la menor alusión a ellos.

Aún más característico de su método es la cuestión de los diversos viajes de Madame Blavatsky antes partir a EE.UU. en 1873. Guénon es extremadamente firme en este sentido; para él, Helena nunca había estado en India antes de 1878, y su iniciación en Tíbet es “pura fábula” (p. 27). Nuestro interpelador incluso cree tener prueba de ello y cita (p. 32) una carta del coronel Olcott que contiene estas palabras: “Esta dama (se trata de cierta Madame Thompson) ofrece (a Blavatsky) dinero y todo si sólo va a India y le da una oportunidad para estudiar y comprobarlo por sí misma" (13). Cualquiera puede ver, sin ser experto en los métodos de la crítica histórica, que Henry está reproduciendo la idea de la señora Thompson, no de Blavatsky, pero esto no impide que René escriba: “Madame B. nunca residió en India antes de 1878; esta vez tenemos la prueba formal de ello". Sin embargo, Olcott (Hist. Soc. Théos. I, p. 113) menciona la carta de una mujer quien le certificó que ya en 1873 había oído a Blavatky asegurarle que se domicilió en Tíbet. El siguiente pasaje en el mismo volumen (p. 255) revela aún más fuertemente cuánta "confianza" merecen las afirmaciones de Guénon:

"Por ejemplo, cuán fácil hubiera sido para ella haber dicho a Sinnett que, cuando intentó ingresar a Tíbet en 1854 mediante Bután o Nepal, fue rechazada por el capitán Murray (ahora mayor-general), el comandante militar de esa parte fronteriza, y permaneció en su casa en compañía de su esposa un mes entero. Sin embargo, ella nunca lo señaló y ninguno de sus amigos se enteró de la circunstancia, hasta que Edge y yo recibimos la historia del general de división Murray en persona, el 3 de marzo pasado, en el tren entre Nalhati y Calcuta, y yo la había impreso" (14).

Aquí hay una evidencia formal que ni Edge ni Murray han negado jamás. Es una lástima que Guénon nunca la haya utilizado, y es cierto que encaja con la idea que deseaba dar sobre Blavatsky.

Me temo que sobrecargaría la paciencia del lector si enumerara todos los casos en que Guénon omitió mencionar documentos importantes porque iban en contra de su tesis. Así, afirma (p. 46) que la investigación de Hodgson, el emisario de la Society for Psychical Research, “establece ampliamente” que las cartas de los Maestros fueron falsificadas por Blavatsky con Damodar como cómplice, pero el autor francés no señala ni una sóla vez la pequeña obra de Annie Besant titulada H.P. Blavatsky et les Maîtres de la Sagesse (París, 1908), que es la refutación más esclarecedora y convincente del "informe Hodgson" [véase también este enlace para más detalles]. No cita más el reporte sobre el fruto de una indagatoria referente a los cargos contra Helena (15) o el relatorio de observaciones por Hartmann (16). Guénon habla además (p. 63) de la correspondencia entre H.P.B. y los Coulomb “cuya autenticidad es imposible negar", y no señala que A.O. Hume, quien para ese momento se había distanciado de Blavatsky -pero motivado por un admirable sentimiento de justicia- escribió a un estadista de Calcuta con objeto de confirmar que Helena no pudo haber compuesto esas misivas (mensaje reproducido en A. Besant, H.P.B. et les Maîtres de la Sagesse, p. 80). René también aduce (p. 64) la opinión por expertos ingleses de que las Cartas Mahatma fueron realizadas por Damodar y H.P.B., mientras guarda silencio sobre otro grafólogo renombrado quien declaró bajo juramento que la caligrafía de Blavatsky no tenía nada en común con aquélla de los Maestros (documento reproducido en Sinnett, Vie de Madame Blavatsky, p. 199). Guénon también espeta, basándose en un tal Cowes (17), que los manuscritos del Barón de Palm sirvieron a Blavatsky para escribir Isis Develada; sin embargo, nuestro crítico omite que el director del mismo periódico que publicó la acusación de Cowes expresó su pesar por haberla difundido y declaró que era insubsistente (Olcott, Histoire, p. 161). En cuanto al hecho en sí, aquí presento hay una carta que creo resolverá la cuestión de una vez por todas (Olcott, Histoire, p. 162):

"Consulado de la República Argentina, Augsburgo, 16 de mayo de 1877.
N° 1130.
Para William Q. Judge,
Abogado y Consejero en Derecho,
71 Broadway, Nueva York.

Según vuestra carta del 7 de abril, deduzco que el barón Josef Heinrich Ludwig von Palm murió en Nueva York durante mayo de 1876.

El abajo firmante, cónsul Max Obermayer (el último que representó a Estados Unidos en Augsburgo de 1866 a 1873), casualmente está en condiciones y muy dispuesto de brindaros la información deseada sobre el fallecido de una manera completamente exhaustiva. El Barón von Palm fue en su juventud oficial del ejército bávaro, pero debido a sus muchas transacciones turbias y deudas se vio obligado a dejar el servicio. Luego se trasladó a otras partes de Alemania, pero no pudo quedarse mucho tiempo en ninguna parte porque su gran frivolidad, libertinaje y amor por el buen vivir lo llevaban constantemente a incurrir en nuevas deudas e involucrarse en convenios imprecisos; incluso fue condenado por los tribunales y recluido en prisión. Después que le resultó imposible permanecer más tiempo en Alemania, se fue a Suiza para emprender un nuevo curso de estafa y, de hecho, logró -mediante falsas promesas y tergiversaciones- persuadir al propietario del schloss (castillo) 'Wartensee' para vender él esa propiedad, que inmediatamente ocupó. Sin embargo, su estancia allí fue corta pues no sólo no pudo reunir el dinero de la compra, sino que ni aun pudo pagar los impuestos, y en consecuencia la propiedad se vendió por cuenta de los acreedores y Palm huyó a EE.UU. Aquí no se sabe si se mantuvo o no en el país mediante fraudes. De las propiedades que posee en Europa ninguna vale un centavo; todo lo que se puede encontrar entre sus efectos a ese propósito es sólo estafa. La única propiedad sobre la cual tenía algún derecho, antes de irse a Norteamérica, fue una parte de la herencia de Knebelisher en Trieste. Cuando el barón partió, ya se había tomado muchas molestias para obtener el pago inmediato de esta cantidad, pero en vano. Hacia fines del año 1869 Palm se dirigió al abajo firmante en su entonces calidad de Cónsul de Estados Unidos, con la solicitud de arreglar el pago de su participación en la propiedad de Knebelisher antes mencionada. Esta petición fue atendida en el acto, y como se desprende de la copia adjunta de su recibo, la suma de 1.068 táleros 4/6 (= $3.247,53 dólares) fue puesta a disposición de Palm mediante una carta consular del 21 de enero de 1870, y él se sirvió de ésta última mediante la casa bancaria de Greenbaum Bros. & Co., como se desprende de su mensaje al Consulado con fecha 14 de febrero de 1870. Sólo puedo repetir que Palm no poseía en Europa ni un sólo dólar en dinero, ni una sóla hectárea de terreno y que todo lo que se pueda encontrar entre sus papeles en contrario se basa únicamente en una representación fraudulenta. Los únicos parientes conocidos de Palm son las dos baronesas Van T___, domiciliadas en Augsburgo, ambas familias muy respetables en todos los sentidos, y a quienes Palm en el último año de su residencia en Europa causó mucho escándalo y molestia. Lo anterior da todo lo que se debe saber respecto al fallecido barón de la manera más exhaustiva, y probablemente incluso más de lo que pudierais esperar.

(Firmado) Max Obermayer,
Cónsul República Argentina" (18).

Se puede ver cuán "probable" es que este oficial alemán, destituido del ejército, abrumado por deudas y descrito como estafador, a pesar de sus irregularidades pudiera haber compuesto una obra tan original y poderosa como Isis Develada (19). Es lamentable que un escritor tan recto y sincero como Maeterlinck haya repetido esta acusación en su Gran Secreto- probablemente siguiendo a Papus- sin tomarse la molestia de verificarlo. Igualmente Guénon no menciona la declaración oficial recién transcrita, que es importante y de fácil acceso.

Como se puede ver en los ejemplos anteriores y elegidos sólo de las primeras cien páginas de la obra por Guénon, ésta nunca podría pasar como "historia imparcial y completa" del movimiento teosófico. Es extraño que un autor que haya tenido el privilegio de tener a su disposición esos pequeños trabajos espiritistas -hoy casi imposibles de encontrar- nos asegure que su único motivo para tomar la pluma es que “no hay derechos más altos que la verdad” (p. 307) (20) y al mismo tiempo haya omitido citar estos documentos relevantes y asequibles porque podrían dar una "impresión favorable" de la Teosofía.

Hay muchos otros datos que podrían mostrar cómo la documentación de Guénon, al parecer tan "segura" y "precisa", es realmente un trampantojo. Hemos visto cómo escoge entre los hechos de que dispone aquéllos que sirven a la idea que él se formó a priori sobre la génesis de la Sociedad Teosófica, e ignorando sistemáticamente todo lo que no se ajusta a su construcción. De este modo, para él, John King -que participó en los inicios de la Sociedad- es un hombre vivo que junto a Henry de Morgan supuestamente "designó a Madame Blavatsky y preparó su encuentro con Olcott" (p. 20). Sin embargo, leemos en la Histoire de Olcott (p. 20): “Entonces pensé que era un John King real (...) Pero ahora (...) estoy convencido de que 'John King' era un elemental farsante, manipulado por ella como una marioneta y lo utilizó como una ayuda para mi formación" (21). En cuanto a Morgan, Henry agrega al hablar de King: "Más tarde [ese espíritu] dijo que era el alma vagabunda de Sir Henry Morgan, el famoso bucanero" (22). Otro pasaje (Histoire, p. 431-432) muestra claramente lo que eran John King y Morgan, pero Guénon prefiere verlos como "misteriosos desconocidos". Asimismo, René establece que King es el "demonio tras la Sociedad Teosófica", además de ser la causa de los fenómenos espiritistas (23). 

Existe la misma extraña confusión (p. 46) cuando el autor francés sostiene lo siguiente respecto de los Maestros teosóficos: “La misma palabra 'Mahatma' nunca ha tenido el significado en sánscrito que ella (Madame Blavatsky) le atribuye, pues lo que ese término realmente denota es un principio metafísico y no se puede aplicar a seres humanos". Y sin embargo, la Revue de Paris (1 de abril de 1922) dedicó un artículo a "Mahatma Gandhi" donde leemos, entre otras cosas (p. 642), que "[Mohandas] es el Mahatma, el gran inspirado del que se cree detenta poderes extraordinarios y comanda las fuerzas de la naturaleza". Vemos que en la India moderna esta palabra puede ser perfectamente apropiada para una persona, y no se refiere sólo a un principio metafísico.

Así, cuando es posible verificar los documentos de Guénon, constatamos el poco valor real que tiene a pesar de su aparente certeza. ¡Y cuántos pasajes podríamos citar en los que se contenta con arrojar una afirmación o acusación sin ningún hecho o referencia que les respalde, haciendo imposible comprobarlas!

En verdad, si René se tomó la molestia de recolectar él mismo sus materiales, debemos admitir que su elección no fue ni sensata ni imparcial. Si como dice en su corolario, gracias a “circunstancias un tanto excepcionales” tuvo a su disposición documentos que alguna colectividad había recogido pacientemente, no podemos decir que él se puso a la altura o haya cumplido las esperanzas depositadas en él.

Pero estas omisiones y asertos sin fundamento, por graves que sean, no son nada al lado de otro pasaje que creo demuestra el nivel de "confianza" que merece su libro. En el capítulo donde estudia las fuentes de Blavatsky, Guénon dice (p. 95): “Agregaremos una palabra que concierne en particular al origen de los textos tibetanos -supuestamente muy secretos- que Madame Blavatsky ha citado en sus obras, en concreto las famosas Estrofas de Dzyan incorporadas a La Doctrina Secreta. Dichos libros contienen varios pasajes que están manifiestamente 'interpolados' o incluso se inventaron desde cero, y otros que al menos fueron 'arreglados' para ajustarse a las nociones teosóficas. En cuanto a sus porciones originales, simplemente se tomaron prestadas desde una traducción de fragmentos del Kandjur y Tandjur, publicada en 1836 en el vigésimo volumen de Calcutta Asiatic Researches por Alexandre Csoma de Körös" (25).

Nadie podría pasar por alto la gravedad de esta acusación. Si H.P.B. realmente se contentó con tomar a préstamo esas Estrofas de Dzyan -de las cuales siempre sostuvo que eran una obra esotérica de la mayor antigüedad- desde un volumen publicado en 1836, uno podría encontrar extraño que ella nunca indicara de dónde sacó esos datos. Las investigaciones asiáticas de Calcuta son una serie muy rara, propiedad de muy pocas bibliotecas europeas; sin embargo, se encuentran en el Musée Guimet (n° 7060). Además, ello es bastante fácil de verificar dado que la traducción francesa de la obra de Csoma -a la cual alude Guénon- ha sido publicada en el volumen II de los Annales du Musée Guimet por Léon Feer (1881, páginas 131-573), y así los lectores que deseen tomarse la molestia de comprobarlo pueden estar seguros de que la afirmación de nuestro crítico es total y materialmente falsa. El trabajo de Csoma consiste casi exclusivamente en análisis, no en traducciones, y ninguna de éstas últimas concuerda con el texto de las Estrofas de Dzyan o La Voz del Silencio.

Ésta no es la única inexactitud flagrante que podríamos contrarrestar. En la página 20, nota 1, Guénon afirma que "no pudo tener ninguna confirmación sobre el segundo matrimonio de Madame Blavatsky”, mientras que el relato de esta unión ocupa todo un capítulo de la Histoire de Olcott (I, p. 58), y este autor afirma que los papeles pertinentes están en su poder.

Siguiendo con este fárrago, vimos anteriormente que Guénon aceptó sin corroborar la afirmación de que Isis Develada fue escrita con ayuda de los manuscritos del barón de Palm, y mostramos cuán improbable era esta hipótesis dado el carácter y la vida de este sujeto. René asegura (p. 93) que dicho aristócrata legó su colección de libros a la Sociedad Teosófica y también escribe (p. 86): “Sinnett afirmaba que no dejó nada, aparte de su biblioteca”, pero si consultamos Vie de Mme Blavatsky, p. 121, veremos que no se trataba de un conjunto semejante (26).

No fue nuestro objetivo refutar todo el trabajo de Guénon, porque eso sería darle una importancia y un valor que no merece. Simplemente hemos querido mostrar esto al lector imparcial que puede equivocarse al emitir un juicio sobre el Movimiento Teosófico luego de leer esa única obra, sin completar su conocimiento recurriendo a otras como Histoire de la Société Théosophique de Olcott o Vie de Madame Blavatsky por Sinnett, que hemos mencionado a menudo; también Vers le Temple y La Sagesse Antique por Annie Besant, o La Lumière sur le Sentier [Luz en el Sendero] de Mabel Collins. También deseamos exponer que la obra de Guénon es incompleta y parcial, y no merece el nombre de “historia” pues está desprovista de métodos objetivos y eruditos, así como de la crítica segura y clara que uno tiene derecho a esperar de una obra semejante.

Además, si el Movimiento Teosófico fuera lo que Guénon dice ser, no habría inscrito a más de 40.000 miembros en todas partes del mundo, ni habría dado a tantas almas la fuerza y luz que no podrían encontrar en otra parte, y tampoco les habría dado una respuesta más clara a los problemas del destino humano. En efecto, Guénon ha hecho por nuestro Movimiento lo que un historiador malicioso podría haber realizado por la Iglesia Católica si tan sólo hubiera contado las crueldades de la Inquisición, estudiado la Masacre de San Bartolomé en el más mínimo detalle e ignorando por completo la magnífica oleada de fe religiosa que construyó las catedrales, provocó las Cruzadas y envió misioneros a evangelizar el mundo.

Apenas puedo resumir en pocas líneas lo esencial de las teorías teosóficas y prefiero que el lector consulte las obras mencionadas anteriormente. Basta decir que el objeto fundamental de la Sociedad Teosófica es "formar un núcleo de hermandad humana, sin distinción de sexo, raza, rango o credo". Es este ideal de comprensión, de amplia tolerancia y simpatía por todo lo que vive, lo que constituye la base de la Teosofía. Enseña que cada credo religioso es una expresión de la vida divina, más o menos perfecta según la raza y el punto evolutivo alcanzado. El objetivo principal de la Teosofía es comprender la majestuosidad y belleza de todo lo que vive, percibiendo lo divino en todo.

Evidentemente, tal concepto no puede esperar simpatía de quienes pretenden poseer la revelación plenaria, total y definitiva de la "verdad divina", y que con desdén -o en ocasiones amargura- reprochan sus "errores" a quienes no piensan exactamente como ellos. La concepción de quienes buscan comprender lo mejor de todas las razas, que creen que lo común en ellas con todas sus manifestaciones religiosas y artísticas está llamado a formar una armonía (como aquélla de las esferas que escucharon los pitagóricos), y que la historia de la especie humana -como la de cada alma humana en el curso de sus reencarnaciones- es el relato del espíritu que evoluciona en la materia; todo esto se opone al ideario de un Dios omnisciente y trascendente que crea al hombre para una prueba que, en su conocimiento total, sabe que su criatura va a fracasar y hará responsable a todo el conglomerado humano por esta única falta.

¿Es necesario agregar que la tesis teosófica se fortalece por el progreso diario de las ciencias históricas, a través del cual aprendemos a conocer y valorar mejor las civilizaciones del pasado? Las doctrinas de reencarnación y karma satisfacen mucho mejor la necesidad de justicia que se encuentra en la base de cada corazón, comparadas con la hipótesis de que a una breve vida humana le siguen un cielo o infierno perpetuos. Una eternidad de castigos o recompensas evitaría cualquier evolución adicional, haciendo que todo estuviera condicionado al último momento del individuo y pondría el alma del vándalo y la élite en pie de igualdad. “Sed perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. ¿Cómo entender ese dicho maravilloso si una sóla existencia fuera todo lo que se nos concedió?

La creencia en la evolución del individuo y de la raza, que es lo que sostiene la Teosofía, impone ciertos deberes al ser humano. Debe “girar la rueda”, como ha dicho un gran Instructor, poniendo todas sus fuerzas en el crecimiento del género humano y favorecer todos los intentos que busquen traer más hermandad y solidaridad entre clases y etnias.

Es por eso que uno encuentra teósofos en tantos movimientos para promover justicia y elevar e instruir a las clases bajas. Guénon encuentra ridículos estos empeños y los estigmatiza a modo de "moralismo". Si éste último consiste verdaderamente en desear una elevación del nivel intelectual y ético humano, y hacer consciente a cada persona de su solidaridad y deberes hacia los demás -porque todos tienen en ellos una chispa de vida divina-, entonces sí, los teósofos son “moralistas". Pero ¿quién se atrevería a reprochárselo? ¿Se critica a quienes luchan contra el alcoholismo? ¿No es ésa una de las peores maldiciones que afligen a Francia? ¿Se recrimina a los que trabajan para la Liga de Naciones? ¿No es la falta de comprensión entre razas la causa constante de guerras? ¿Acaso no se puede esperar que el ideal teosófico de entendimiento y colaboración se convierta en el de todos los individuos? Ciertamente, poner fin a las conflagraciones no acabará con el esfuerzo y la pelea contra el mal; el objetivo de la Sociedad Teosófica no es un bienestar estático ni una especie de paraíso terrenal, porque el teósofo sabe que en todos los dominios se abren nuevos horizontes ante sí, a medida que uno se eleva. “Entrarás en la luz, pero nunca tocarás la llama”, dice Luz en el Sendero, uno de los libros más hermosos jamás entregados a la humanidad (27).

La Teosofía ha traído nueva vida a muchos seres: allí la persona de acción encuentra motivos para actuar con más nobleza; el intelectual halla un sistema que concilia sus necesidades religiosas con las rigurosas exigencias del método científico; el religioso ve ante sí un ideal de abnegación y amor que lo eleva por encima de él mismo y le enseña a lograr una vida superior. Esto es lo que la Teosofía ha aportado a un cierto número de almas, y ojalá que estas pocas líneas enseñen a los que saben poco de ella -o piensan mal- a juzgarla con más equidad.

Paul Bertrand

Notas

[Veamos cómo Guénon se "desembaraza" de las observaciones por Méautis apelando sólo a consideraciones subjetivas y sin otorgar contra-evidencia irrefutable].

1. En el manuscrito original se dan las referencias a fuentes y números de página para facilitar la comparación con las ediciones francesas utilizadas por Méautis. Asimismo, se conservan sus títulos: por ejemplo, Histoire Authentique de la Société Théosophique por Old Diary Leaves de Olcott. Sin embargo, las citas que se originan en inglés se otorgan en sus versiones originales. Los añadidos y las notas del traductor se indican como "tr.".

2. Guénon respondió así en la última edición de su libro: “Se nos ha reprochado por hacer un amplio uso de lo que se llama 'el folleto de Solovyov, Una sacerdotisa moderna de Isis, la obra de un hombre que abusó deshonrosamente de la confianza que Madame Blavatsky tenía depositada en él'. Respondemos que Solovyov fue al menos un filósofo de cierto valor, quizás el único que Rusia ha tenido, y que personas que lo conocieron bien nos aseguraron que su probidad intelectual estaba por encima de toda sospecha. En ocasiones se le criticó la misma tendencia eslava hacia un cierto misticismo, pero desde el punto de vista teosófico uno no tendría respaldo para hacer ese reproche" (Théosophisme, p. 319-20). Guénon confundió erróneamente a Vsevolod Sergueyevich Solovyov (también transcrito Solovyoff, Soloviof, Solovieff, etc., 1849-1903), novelista, poeta y autor de A Modern Priestess of Isis (traducción de Walter Leaf, Londres: Longmans, Green & Co., 1895) con su hermano más famoso, el filósofo Vladimir Sergueyevich Solovyov (1853-1900), quien escribió una reseña favorable de La Clave de la Teosofía por Blavatsky para el Russkoye Obozreniye ("Revista Rusa"), vol. IV, agosto de 1890. Véanse las anotaciones de Boris de Zirkoff en Blavatsky Collected Writings (Wheaton: Theosophical Publishing House, 1966-1991), vol. VI, p. 446; vol. VII, p. 334n. (tr.).

3. En una nota a la segunda edición de Théosophisme, Guénon reconoce esta negligencia, pero agrega que “si los teósofos encuentran 'honorable' la función de denunciante, lamentamos no tener la misma opinión sobre este punto” (Théosophisme, p. 312; tr.)

4. C.W. Leadbeater, Theosophical Talks at Adyar, segunda serie (Chicago: Rajput Press, 1911), p. 386-87 (tr.).

5. La referencia en la versión francesa de Guénon es personne, que es sustantivo femenino, por lo que obliga al siguiente pronombre a ser también femenino. Sin embargo, el autor traduce “persona” (person) como quelqu'un, que lleva el pronombre masculino como en el original inglés. Al transcribir este extracto me he mantenido lo más fiel posible a la versión del texto inglés por Guénon, cuyo original aparece a continuación (tr.).

6. En el original: amitié sincère (tr.).
7. En original: profonde affection (tr.).
8. H.S. Olcott, Old Diary Leaves, primera serie (Adyar: Theosophical Publishing House, 1941), p. 462-63 (tr.).

9. Guénon respondió en la edición aumentada de su libro: “[El texto de Bertrand] contiene 'rectificaciones' del tipo más torpe, especialmente en lo que respecta al pasaje de Old Diary Leaves que hemos citado aquí. La afirmación es que 'desnaturalizamos por completo' el sentido de este pasaje, que se restaura de la siguiente manera, a partir de la traducción francesa en tres volúmenes publicados bajo el título Histoire Authentique de la Société Théosophique [sigue el pasaje relevante con pequeñas diferencias tanto de versiones francesas de Guénon como de Méautis-tr.] ¡Este texto más completo contiene frases que son aún más complicadas para Madame Blavatsky [???] que las que reproducimos de una traducción parcial aparecida en el Lotus Bleu!" (Théosophisme, p. 321-22-tr.).

10. Como se explica en la nota 1, las alusiones entre paréntesis son del autor. La fuente de esta cita es Blavatsky Collected Writings, vol. 1 (Wheaton: Theosophical Publishing House, 1977), p. 112 (tr.).

11. "Creo (aunque no estoy del todo seguro) que su idea [de Blavatsky] y la de Olcott es que estos fenómenos son producidos de alguna manera por un gran hermano y 'adepto' en Tíbet" (Old Diary Leaves, primera serie, p. 337, cita que figura como nota a pie de página en el original-tr.).

12. Old Diary Leaves, primera serie, p. 237 (tr.).
13. Paréntesis insertados por el autor en su reproducción de la cita ya adaptada de Guénon. Fuente del mensaje: Carta n° 8 en W. Stanton Moses, "The Early Story of the Theosophical Society", Light, 9 de julio de 1892, p. 330-32; 23 de julio de 1892, p. 354-57 (tr.).

14. Old Diary Leaves, primera serie, p. 265 (tr.).
15. Publicado por la Sociedad Teosófica en Madrás, 1885 (tr.).
16. Franz Hartmann, Report of Observations Made During a Nine Months' Stay at the Headquarters of the Theosophical Society at Adyar (Madras), India (The Scottish Press y Graves Cookson and Co., 1884-tr.).

17. Es decir, el doctor Elliott Coues. Véase Old Diary Leaves, primera serie, p. 162 (tr.).

18. Old Diary Leaves, primera serie, p. 163-65 (tr.).
19. En la edición aumentada de Théosophisme Guénon escribe: “Paul Bertrand declara que 'es improbable que este oficial alemán (...) pudiera haber escrito una obra tan original y poderosa como Isis Develada, a pesar de todas sus irregularidades'. Nunca dijimos nada por el estilo; al contrario, siempre sostuvimos que esta obra bien pudo haber sido escrita por Madame Blavatsky con la colaboración de Olcott y sin duda otros [por "otros" se refiere a quienes se "coludieron" con Blavatsky para "falsificar" sus obras, lo cual René tampoco probó con evidencia dura teniendo dos ediciones a cuestas] y se trataba simplemente de las fuentes que utilizó para compilarla [Guénon sólo se limita a insistir una y otra vez sobre la supuesta "biblioteca" del Barón, nuevamente, sin pruebas]. ¿Nuestro contradictor nos ha malinterpretado tan mal o debemos sospechar de su buena fe?" (Théosophisme, p. 324).

20. Haciéndose eco del lema teosófico "no existe religión más elevada que la verdad" (tr.).

21. Old Diary Leaves, primera serie, p. 11 (tr.).
22. Old Diary Leaves, primera serie, p. 10-11 (tr.).
23. Théosophisme, p. 280: "No creemos que los teósofos, ni ocultistas o espiritistas estén a la altura de triunfar completamente en tal empresa” (preparando la venida del Anticristo), "pero ¿acaso no hay algo igualmente terrible tras todos estos movimientos de lo que sus propios líderes no saben, y a su vez éstos no son más que sus simples instrumentos?". En la página 129, tras hablar de los peligros del mediumnismo y la obsesión por determinadas entidades, contra lo que advierte Sinnett a sus lectores, Guénon añade: "Para el autor y ante todo, estos 'seres que flotan en la atmósfera' son 'cascarones astrales', pero en realidad podrían constituir otra cosa muy distinta: es necesario saber lo suficiente sobre la verdadera naturaleza de los 'poderes del aire'".

24. Por ejemplo, es sugestivo señalar que la idea de reemplazar el término théosophe por théosophiste para designar a los miembros de la Sociedad Teosófica -concepto que Guénon desarrolla al comienzo de su libro- ya se encontraba en un artículo del comandante Courmes en el Lotus Bleu, 1894-1895, p. 335, bajo el título "Théosophe et Théosophiste". Curiosamente, ambos plantean argumentos similares como el uso del vocablo "theosophist" en inglés. Guénon no cita este artículo, que es muy posible que no conociera, pero es aún más atrevido ver a un feroz oponente de la Teosofía adoptando las nociones de los mismos teósofos.

25. Théosophisme, p. 97 (tr.).
26. Esto es correcto; véase A.P. Sinnett, Incidents in the Life of Madame Blavatsky (Londres: Theosophical Publishing Society, 1913), p. 156. Sin embargo, Guénon también cita la carta de Elliott Coues al New York Sun (20 de julio de 1890) como su "fuente" para la famosa biblioteca de Palm, y en la edición aumentada agrega: "(...) parece ser que las propiedades mencionadas en su testamento eran inexistentes, pero digan lo que digan los teósofos, eso no impidió que Madame Blavatsky pudiera utilizar los contenidos de su biblioteca como afirmó el doctor Coues, que es lo único que importa aquí" (Théosophisme, p. 324-tr.).

27. Mabel Collins, Light on the Path (sin lugar de publicación ni fecha), The Yogi Publication Society, primera edición 1885, p. 8 (tr.).

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Para concluir, señalaremos que en su libro el calumniólogo de Guénon también exagera una serie de prejuicios que básicamente se resumen en:

a) que los teósofos tienen la costumbre de achacar prácticas de "magia negra" al enemigo (como si ésta no existiera);

b) que "Blavatsky profesaba rencor a los dugpas" (magos negros tibetanos) al no poder obtener de ellos mayores conocimientos;

c) que Helena compuso sus obras de motu proprio, sin método y "asimilando mal los contenidos que leía de otras obras";

d) que la "Agente" de los Mahatmas sólo desempeñó el papel de "médium escribiente" e "inventó" sus conocimientos;

e) que ella "no comprendió cabalmente el hinduismo y el budismo";
f) que "Isis Develada" y "La Doctrina Secreta" tienen "contenido indigesto y sin orden", y

g) que H.P.B. "tomó prestado el concepto de reencarnación del espiritismo kardeciano" y "contradijo" este concepto en "Isis".

Invitamos a los lectores serios a revisar por sí mismos cuán gelatinosas son estas aseveraciones consultando artículos tales como "Gelugpas, Tantras y Dalai Lamas" (parte 2, sección 09), "¿Cómo estudiar satisfactoriamente a Helena Blavatsky?", "Meduimnidad vs. mediación", "Peligros y engaños de la canalización", "Vida después de la muerte (partes 2, 9 y 10)", "El Libro Secreto de Dzyan", "'La Voz del Silencio': un auténtico texto budista", "Reencarnación y cristianismo" y "¿Es cierto que Blavatsky originalmente negó la reencarnación?" Respecto a la hipotética "participación fraudulenta" de otros personajes mencionados por Guénon como Babaji, Mohini, Dharbagiri Nath o D. Mavalankar, consúltese "Las mentiras de Paul Johnson sobre Blavatsky y los Mahatmas", parte 2.