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28 de septiembre de 2022

Si quieres saber qué tan ejemplar es una persona, dale poder...


"Cuando se trata de dinero, todo el mundo es de la misma religión"
(Voltaire).

¿EXISTEN VÍNCULOS ENTRE RELIGIÓN Y RIQUEZA?
Por Rajan Zed, noviembre de 2016, Reno Gazette Journal (Nevada, EE.UU.)

De acuerdo con análisis publicados por el Pew Research Center, un gabinete estratégico no partidista con sede en Washington, los seis grupos religiosos más ricos de Estados Unidos son judíos, hindúes, Iglesia Episcopal, Iglesia Presbiteriana (norteamericana), ateos y agnósticos.

El estudio consigna que aproximadamente "cuatro de cada diez judíos (44%) y un tercio de hindúes (36%) y episcopales (35%) viven en hogares con ingresos de al menos US$100.000", y sitúa a los Testigos de Jehová en la parte inferior de la tabla, pues el 48% de sus miembros tiene ingresos familiares menores a US$30.000 por año, y sólo el 9% reside en grupos con entradas anuales que superan los US$100.000.

"Los ateos y agnósticos autoidentificados" también perciben una renta familiar elevada según dicho informe, "lo que puede poner en duda cualquier relación entre los altos niveles de creencia religiosa y el manejo de dinero".

Hemos planteado a nuestro panel de líderes místicos locales la siguiente pregunta: ¿Existe algún vínculo entre religión y riqueza? A continuación, sus respuestas.


Opciones de vida
Elizabeth Webb Beyer, rabina del Templo "Beth Or":

"La religión puede influir en las decisiones vitales de una persona como su educación, matrimonio, carrera profesional, o el número de hijos y forma de criarlos. También incide en determinar si se ahorra o gasta el dinero, y cómo se lleva a cabo. Estas disyuntivas afectan a los ingresos hogareños, y evidentemente una familia numerosa en que la pareja tiene niveles de educación más bajos y hay tendencia a que las mujeres permanezcan en casa para criar hijos, dará lugar a menos ingresos que los dúos con niveles de educación avanzados, y donde ambas partes trabajan y hay menos descendencia. Para algunas religiones, la educación no es una prioridad y otorgan más importancia a la vida de servicio.

En las familias judías se da mucho peso a la educación, lo que suele traducirse en mayor holgura económica. Los judíos ortodoxos tienen fuertes motivaciones para tener muchos hijos, lo que puede dificultar la acumulación de riqueza. Pero si bien la religiosidad influye en nuestras determinaciones, hay que preguntarse '¿qué es más importante: familia, educación o haberes?"


La verdadera riqueza no es igual al dinero
Stephen R. Karcher, sacerdote y presidente de la Iglesia Ortodoxa Griega, San Antonio:

"Ciertamente la riqueza puede ser útil y abrirnos a un estilo de vida religioso y saludable; de igual modo, la 'fe' puede convertirse en un medio más para ganar peculio, si bien Jesús dictaminó 'no podéis servir a la vez a Dios y al dinero'. Así, cuando veo al mundo con ojos de fe, el dinero se convierte sólo en una herramienta que permite mi fe, pero si mi prioridad es hacer dinero, entonces la religión se convertirá inevitablemente en una herramienta para producirlo. Para ser justos, el acervo espiritual no se compara al de tipo tangible, y la sabiduría en la antigua espiritualidad cristiana nos enseña a considerar más pobre a quien está ávido de muchas cosas, aunque posea el dinero de todos. Por otro lado, se nos instruye a considerar rico al que tiene pocas necesidades aunque no tenga nada, porque la persona satisfecha con lo que tiene -incluso en pobreza- es realmente la más rica de todas".


Influencias prácticas de la religión
Justin V. Deverse, profesor baha'í:

"Es posible que haya un nexo; sin embargo, debemos evitar la generalización de cualquier credo, y en vez de eso considerar las experiencias personales extremadamente diversas y únicas al interior de cada uno. Existen casos extremos, como el pensamiento religioso que fomenta el ascetismo y un rechazo de todo lo mundano, mientras que otros factores son quizá mucho más prácticos. Por ejemplo, numerosos estudios demuestran que una comunidad cohesionada dentro de un marco religioso crea un entorno que protege y orienta el progreso de las familias, y esto puede suponer una ventaja socioeconómica. Además, las actitudes hacia la salud y atención sanitaria pueden repercutir en el bienestar de esos grupos a lo largo del tiempo. Se trata de relaciones de causa y efecto muy reales, y no deben confundirse con la elevación o separación de cualquier doctrina religiosa. Como otro ejemplo práctico, los escritos bahá'í elogian el logro de la educación, dando preferencia a las niñas si los recursos son limitados, y con el tiempo, esta práctica puede elevar a las comunidades empobrecidas".


Hay dudas
Steve Bond, pastor principal de la Iglesia Cristiana Summit, Sparks:

"No sé si pueda haber una relación de causa y efecto entre 'abrazar una religión' y 'sobresalir económicamente'. Lo cierto es que en India hay millones de personas que viven en la más absoluta pobreza, por cuanto el hecho de que los hindúes ricos sobresalgan en Estados Unidos puede relacionarse más con su nivel educacional que la religión. Tengo dudas similares sobre los guarismos citados para judíos, episcopales y demás colectivos.

Lo que sí sé es que las personas que descubren la vida en Cristo experimentan con frecuencia una mayor prosperidad. Esto ha sido ampliamente documentado por todo el mundo, y en la terminología de las misiones se denomina 'redención y elevación'.

En todo el globo y cuando se predica el Evangelio, éste suele ser aceptado primero por la clase baja, pero a medida que estos nuevos cristianos pobres adoptan principios bíblicos como autodisciplina, honestidad y generosidad, en una o dos generaciones suelen ascender a la clase media".


Algunas religiones sí promueven riqueza
Kenneth G. Lucey, profesor de filosofía/religión, Universidad de Nevada:

"Hay muchos vínculos entre religión y fortuna, pero a menudo están determinados por múltiples factores sociales. El calvinismo, en particular, considera la prosperidad económica como 'signo de la gracia de Dios' y 'símbolo de elección divina'; sin embargo, Jesús sostenía que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entre en el cielo. Una consideración muy importante que influye en el bienestar económico es el resultado de divorcios, pues este proceso dentro de una familia suele tener un efecto muy negativo en sus haberes. Las religiones que desaconsejan la separación y permanecen unidas tienden a promover familias económicamente más fuertes y prósperas. Los dos grupos más ricos de la lista -judíos e hindúes- se oponen al término del matrimonio, y esto no quiere decir que los miembros de esas creencias no se divorcien nunca, ya que algunos sí lo hacen".


Sólo una herramienta mundana
Sharif A. Elfass, presidente de la Comunidad Musulmana del Norte de Nevada:

"Aunque las estadísticas proponen un nexo entre religión y riqueza basándose en algunos datos, para los musulmanes creyentes esta paridad no existe. La riqueza no es un indicador de la religiosidad en una persona, ni tampoco revela si tiene creencias correctas. Al contrario, la gente pobre suele ser más religiosa, y si se examinan los países ricos de mayoría musulmana, su población no es necesariamente más creyente que la de naciones pobres. Nuestro credo enseña que la riqueza es un placer de esta vida, que debe disfrutarse si fuimos bendecidos con ella (Corán 18:46), y además es fuente de distracción o una de las mayores pruebas en este mundo (ibídem, 64:15); así, la falta de dinero no es per se un 'castigo de Dios' y la abundancia tampoco es reflejo de gratificación divina (ibídem, 2:155). Por el contrario, la riqueza es una herramienta mundana que debe utilizarse para lograr la satisfacción del Altísmo".


Absurdo y realidad
Robert W. Chorey, moderador de la Curia en la Diócesis Católica Romana de Reno:

"La interrogante parece implicar que si uno quiere ser más rico tiene que 'unirse a la religión adecuada', y la otra idea subyacente es que 'Dios recompensa con dinero' a una persona por un 'alto nivel de creencia religiosa'. Esto es absurdo.

En todo caso, y respecto a nuestra fe, Cristo habla una y otra vez de cómo los ricos -al fijarse y poner sus anhelos en cosas materiales- salen perdiendo al final porque no viven en plenitud, como Dios desea. La vida plena es tener amor, entregarse por el bien de los demás y permitirse ser amado. Es experimentar la alegría de este mundo, de toda la Creación y protegerla para todos. Y esta es la gran voluntad de Dios para la humanidad".


Materialistas vs. religiosos
Matthew T. Fisher, sacerdote residente del Centro Budista en Reno:

"Existe un fuerte vínculo entre 'fortuna espiritual' y religión. Llevar una vida leal otorga bonanzas espirituales, y también hay lazos entre el materialismo y la falta de espiritualidad. Los acólitos de aquél grupo creen que la riqueza es importante y la persiguen, por cuanto no es de extrañar que los ateos sean fisicalistas y tengan ventajas para producir más recursos.

Sobre el tema y en el Andha Sutra, Buda señala que hay tres tipos de personas: la totalmente ciega, quien puede ver con un ojo y la que ve con ambos. El primer individuo no puede adquirir riqueza ni distinguir el bien del mal; el segundo se hace rico pero no discierne ambos conceptos, y el último tiene fortuna actuando bien y evitando el mal. La visión budista, entonces, es que la persona ideal es rica y virtuosa".


Riqueza de bendiciones
Ryan J. Earl, director adjunto de asuntos públicos, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días:

"El Evangelio de Jesucristo nos ayuda a comprender las relaciones entre lo espiritual y temporal, incluida la abundancia de dinero. Muchos principios espirituales tienen aplicaciones específicas y productivas, y a menudo nuestra vida provisoria influye en la capacidad de crecer espiritualmente.

Estos principios incluyen: 1) comprender la naturaleza y el carácter de Dios y su plan para nosotros; 2) ejercer la fe en Jesucristo para que nos ayude a cultivar talentos y proveer para nosotros mismos, nuestra familia y los demás; 3) buscar inspiración del Espíritu para establecer objetivos adecuados y administrar nuestro tiempo con sabiduría; 4) buscar diligentemente la educación espiritual y temporal; 5) trabajar duro, vivir de forma previsora y administrar recursos financieros con prudencia; 6) elegir sabiamente a un cónyuge y desarrollar un matrimonio y una familia fuertes; 7) vivir de forma saludable; 8) reconocer y superar los obstáculos y las tentaciones en nuestra vida; 9) ser honestos y veraces, y 10) servirnos unos a otros".


La avaricia glorificada como "evangelio"
Brian E. Melendez, estudioso de la espiritualidad india en EE.UU.:

"Como uno de los grupos más desfavorecidos económicamente en este país, la riqueza nunca ha sido un tema que hayamos considerado. Aún no hemos sentido el efecto de filtración de grupos religiosos ricos o filántropos multimillonarios en nuestras comunidades. Y con todo ese dinero existente, ¿siguen habiendo personas que mueren de hambre y no tienen hogar en todo el mundo?

El único enlace que puede constituirse entre los ricos altamente religiosos y no creyentes es que las personas con dinero se han ocupado de sí mismas y sus propios círculos. Si no estás conectado a grupos ricos, financieramente estás solo (a) ya sea de manera literal/figurada o espiritual.

Históricamente, siempre han existido disparidades y clasismo en todas las filas religiosas, donde la gente que no tiene nada siempre mira hacia arriba -las jerarquías culpables- en busca de apoyo y oración; y nos guste o no, la codicia es una tradición religiosa. Enhorabuena a los religiosos pudientes de todo el mundo. Tenéis la capacidad de ayudar a tantos, y no lo hacéis...


EL CLASISMO EN LA "ESPIRITUALIDAD" MODERNA
Por Margarita Celeste, agosto de 2016, medium.com

Revisando hace poco mi lista de novedades por correo electrónico, me detuve en un evento llamativo: era una reunión para celebrar la Luna Nueva entre mujeres, y cuya introducción decía algo así como "nosotras requerimos formar parte de una comunidad o tribu; hemos perdido nuestra conexión con lo femenino y nuestros ciclos, etc.". "¡Sí!", pensé, y no podría estar más de acuerdo. Ansiosa, hice clic y me desplacé en el sitio para ver los detalles, pero cuando vi las tarifas me desencanté. Y no es la primera vez que me pasa en estos últimos años.

Como consejera espiritual, entiendo perfectamente la cantidad de energía que se necesita para proporcionar este servicio y cuánto tiempo se invierte, porque después de todo es mi pan cotidiano. También soy ávida participante de esa clase de reuniones, aunque cada vez se hace más difícil hallar un evento auténtico al que pueda permitirme asistir.

Tomar cursos o talleres de misticismo y conectarse a un grupo se ha transformado en algo exclusivo de adinerados. Hoy por hoy, las nuevas pasarelas exhiben símbolos astrológicos, bohemios chic o cristales de plástico, y por supuesto, es difícil resistir la atracción de querer encajar, de "semejar la parte". En el fondo, todos queremos pertenecer a algún sitio y lo aterrador es que la espiritualidad ha empezado a aprovecharse de ese espacio vulnerable. Cuando nos cierran puertas en la cara por culpa del dinero podemos sentir vergüenza, rabia, indignación y también dolor. Especialmente en Astrología, mi campo de estudio, el peculio está específicamente ligado a la autoestima.

En realidad, este jueguito de lo "excluyente" ha devenido un parámetro sobre lo "dignos" que somos: ¿es el dinero lo que nos compra un lugar en el cielo? Eso parece contradictorio con todas las enseñanzas espirituales que existen, ¿o no?

Me parece que cada retiro, taller o encuentro implica algún tipo de precio económico elevado, inalcanzable para muchos que simplemente necesitamos conectar con individuos que percibimos son "nuestra tribu". Pero, ¿lo son? ¿Es posible que lo sean? Esos que compran exclusivamente en tiendas de yoga, visten sólo la "ropa espiritual" más moderna (que recordemos cuesta un ojo de la cara), o viajan regularmente a Bali para experimentar (ejem, ejem) múltiples orgasmos a manos de tantrikas y practican yoga en arboledas con aroma de frangipani, ¿pueden ellos realmente ser nuestra comunidad?

Por supuesto que no. Pero, ¿eso quita el deseo de formar parte de ella? Por ejemplo, anhelo experimentar el confort de una taza de chai caliente tras una clase Yin de dos horas impartida por un maestro. ¿No lo hacemos todos? A fin de cuentas, el dinero equivale a precios, y así vemos que "aquéllo por lo que pagamos más tiene más valor", incluida nuestra espiritualidad.

Esto me conduce a un detalle importante. Como alguien que tiene una consultoría espiritual, conozco los costes que implica y sé que la gente paga por mis años de experiencia, trabajo duro, tiempo y energía. La diferencia crucial es que sé mi valor: ni demasiados ingresos ni muy pocos. Hay un delicado punto de equilibrio, y trato de no dejar que mi ego me impulse en la consecución de seguridad material (aunque debo admitir que fracaso la mayoría de las veces). Lo último en que suelo pensar cuando hago mi labor es lo que estoy ganando, pues mi proceso de pensamiento habitual es "espero ayudar a esta persona de alguna forma". Y sin duda, eso es lo que debería impulsarnos a todos.

He tenido muchas experiencias difíciles que me han cerrado puertas por ausencia de recursos. Todas han sido descorazonadoras y vergonzosas de alguna manera: desde querer convertirme en profesora de yoga, hasta impartir meditación trascendental, los muros se han levantado repetidamente por esas cuotas imposibles.

Sólo puedo imaginar la multitud de personas cuyas facturas crecientes y el alto coste de vida no pueden permitirles la tranquilidad y las oportunidades que estos cursos pueden ofrecer. Tenemos que cobrar, de eso no hay duda, pero el verdadero reto es establecer cuándo dejaremos de permitir que la codicia se interponga en el camino de guiar a otros hacia la luz.

Existen algunas prácticas maravillosas que nos permiten trabajar con nosotros mismos y ayudan a vincularse con una comunidad. Necesitamos más de ellas. Tenemos que unirnos como equipo y contribuir con lo que podamos, algunos mucho y otros no tanto. Damos lo que tenemos. Quitamos el sello de exclusividad a lo que debería estar esencialmente al alcance de todos, y no sólo de unos pocos elegidos.

Si Jesús existiera hoy, ¿podría permitirse ser espiritual, asistir a una clase de yoga o pagar un mes ilimitado? ¿Podría ir Buda a una clase de "rebirthing"? ¿Imaginamos a Krishna tomando un curso de tantra, o a Santa Teresa yendo a un mitin para mujeres en Luna Nueva?

Por lo tanto, mi petición a los organizadores que se encargan de crear eventos o clases es que consideren su mercado. ¿A quiénes se dirigen? ¿Son accesibles? ¿Proporcionáis servicios a aquéllos que no pueden pagarlos ni acudir a sus reuniones? ¿Existe alguna forma de que lo hagan, y dais a conocer esta información?

No les pido que "abran sus puertas y sean gratuitos"; puede ser desde permitir que una o dos personas soliciten asistir, hasta una beca o un patrocinio; repetir gratis, donaciones u ofrecer puestos de voluntariado. ¡Maldita sea, es tan sencillo! El punto es que la espiritualidad se ha convertido en una búsqueda para ricos, y ha creado una profunda grieta cuando debería unirnos. Somos uno -realmente-, y necesitamos practicar lo que predicamos. Podemos enseñar que todos estamos conectados, en lugar de imponer estas fronteras entre seres humanos y creando más vergüenza. Individualmente somos gotas, pero juntos creamos un océano.