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4 de febrero de 2022

Ignorancia y altanería de la ciencia moderna


"Hemos vivido un período demasiado largo y pletórico de los errores más absurdos cometidos por la ciencia como para asegurar nuestra creencia en sus actuales aseveraciones" 
(H.P. Blavatsky, “La Doctrina Secreta”). 

"La ciencia moderna, impotente para satisfacer las aspiraciones de la raza, hace que el futuro sea vacío y aflige la esperanza del ser humano. En cierto sentido es como Baital Pachisi, el vampiro hindú de la fantasía popular que habita en cadáveres y se alimenta de la podredumbre material" (H.P. Blavatsky, “Isis Develada”). 

"Con la excepción de algunos problemas de dominio científico puramente materiales, tanto las premisas y conclusiones de los individuos de ciencia son tan hipotéticas como casi invariablemente erróneas. Y si no le parece así al profano, la razón es simplemente que el lego, al tomar su información científica sobre la fe, es muy poco consciente de que tanto proposiciones como corolarios son generalmente el producto de los mismos cerebros que no son infalibles, sin importar lo aprendido; una perogrullada que se demuestra diariamente por los cambios y reformulaciones de teorías y especulaciones científicas". 

"La divergencia de opiniones en la ciencia es tan grande que nunca se puede confiar en sus especulaciones" (H.P. Blavatsky, “La Doctrina Secreta”). 

La ignorancia y soberbia en la gran mayoría de científicos contemporáneos es realmente abismal. Según los "estimados" profesionales que participaron en un debate titulado "¿Es la fe compatible con la razón?" para un episodio del programa televisivo "The Big Questions" (BBC 1) a principios de 2013, la ciencia “prueba” que todas las creencias espirituales son "simples tonterías y engaños", y que por ende “la fe y la razón son totalmente antagónicas”. 

Los polemistas del otro sector, quienes intentaban demostrar que puede existir una espiritualidad razonable y que confiar en la ciencia también es sólo cuestión de fe, fueron invariablemente acallados a gritos por los científicos y acusados de utilizar “tácticas de evasión" y ser "víctimas del autoengaño impulsado por emociones". Aparentemente, a nadie se le permite seguir expresando su opinión a menos que coincida con las posturas de estos siempre incrédulos materialistas. 

Helena Blavatsky señaló en "La Clave de la Teosofía" que existen dos tipos de fe: la ciega, que se basa en ignorancia y servidumbre incuestionable a la autoridad teológica, y la fe razonada, que se sustenta en el conocimiento espiritual sólido y una investigación plena y de mentalidad abierta sobre los hechos

La ciencia no puede probar que el alma y el espíritu existen, pero mientras no pueda demostrar su inexistencia, entonces sólo cae en ignorancia y soberbia con sus afirmaciones materialistas

Para que un científico diga “nunca hemos sido capaces de encontrar algo que apoye las ideas de la metafísica o sobre Dios" y por tanto implique que "tales cosas deben ser inexistentes", es suponer que aquéllo que es bien conocido como “no material” y “más allá de lo físico” pueda ser localizado y diseccionado de alguna forma con instrumentos e investigaciones materiales, pero obviamente los medios tangibles nunca pueden descubrir aquéllo que es puramente inmaterial. 

La mayoría de los científicos también parece completamente ignorante respecto de cualquier creencia o concepto espiritual que no sea el cristianismo tradicional. Según uno de ellos, el hecho de que "la ciencia nunca ha probado o encontrado siquiera un rastro de un Gran Hombre en el cielo" es evidencia suficiente para negar la existencia de la Deidad y una razón de peso para que todos nos convirtamos en ateos. 

El supuesto erudito obviamente no comprende que tales nociones crudas y antropomórficas sobre Dios son únicamente el sello distintivo de las religiones abrahámicas, mientras que muchos de los credos índicos como el budismo, el jainismo y el hinduismo esotérico son completamente no teístas y niegan la existencia de ESE tipo de Deidad tan fervientemente como hacen los científicos. 

También desconocen el hecho de que la evolución formó parte de las filosofías espirituales en India durante miles de años y así parecen sostener la idea de que "nadie había concebido el proceso evolutivo sino hasta Charles Darwin". 

Un físico y ateo jubilado nos relató confiadamente que en la actualidad muy pocos científicos tienen un conocimiento básico de historia, filosofía o religión, un hecho que él consideraba lamentable y espantoso, pues parecería que todo lo que les importa es la ciencia misma. Incluso se descarta la historia de la ciencia, aunque esto sin duda se debe en parte a los varios hechos vergonzosos que revelaría al mostrar la naturaleza completamente cuestionable de la disciplina y cómo cambia su discurso acerca de todo cada cierto tiempo... probando de esta forma que realmente no sabe nada y no puede probar nada como la "última verdad". 

En un tiempo, la ciencia aceptaba todo lo que ahora niega, y negó todo lo que acepta actualmente. ¿Quién puede confiar ciegamente en ella?

"La ciencia de hoy es la ignorancia del mañana", comentó una vez H.P.B. 

Siempre ha sido el caso que las masas irreflexivas siguen al que vocifera más fuerte y presenta sus puntos de vista con el énfasis más contundente. Hasta hace muy pocos siglos era la Iglesia cristiana a la que seguían ciegamente y llevando al ostracismo, silenciando y condenando a cualquiera que tuviera agallas para estar en desacuerdo con sus “autoridades”. Para hoy, son los científicos a quienes prestan atención de manera incuestionable, al tiempo que se ridiculiza, amedrenta y califica como iluso, estúpido o loco a cualquiera que se atreva a sostener cualquier opinión que no sea la proclamada por los “supremos señores” ateos. 

Con frecuencia los científicos son tan prejuiciosos y fanáticos como los fundamentalistas religiosos. Al comienzo de su primer libro "Isis Develada" (que lleva por subtítulo "Una clave maestra para los misterios de la ciencia y la teología antiguas y modernas"), H.P. Blavatsky escribió: "Nuestra voz se alza para la libertad espiritual y elevamos nuestra súplica para la liberación de toda tiranía, ya sea de CIENCIA o TEOLOGÍA". 

Debemos añadir que los teósofos no están en contra de la ciencia per se, sino que combaten la ignorancia, la deshonestidad y, lo peor de todo, el brutal materialismo paralizante del alma con el que la ciencia moderna se identifica tan desvergonzadamente. Es innegable que el trabajo científico, a pesar de sus enormes defectos, ha contribuido de muchas maneras al bien de la humanidad y que además podría ser de beneficio indescriptiblemente maravilloso para el progreso de la especie si tan sólo abandonara sus necias luces intermitentes. 

H.P. Blavatsky declaró en "La Clave de la Teosofía" que el deber de los teósofos y el Movimiento "es mantener vivas en el ser humano sus intuiciones espirituales; oponerse y contrarrestar -después de la debida investigación y prueba de su naturaleza irracional- la intolerancia en todas sus formas, ya sea religiosa, científica o social, y la hipocresía sobre todo, bajo la forma de sectarismo religioso, creencia en milagros o cualquier fenómeno sobrenatural, y en este sentido debemos tratar de obtener conocimiento de todas las leyes de la Naturaleza y difundirlo; alentar el estudio de aquellas leyes menos entendidas por la gente moderna -las llamadas Ciencias Ocultas- basadas en el verdadero conocimiento de la Naturaleza, en lugar de creencias supersticiosas basadas en la fe y autoridad ciegas como sucede en nuestros días". 

¿Cuántos de los que hoy nos llamamos teósofos estamos realmente comprometidos a contribuir activamente "para oponernos y contrarrestar el fanatismo en todas sus formas"? Y si no lo estamos haciendo, ¿qué motivos hay para eso? ¿Es por cobardía ante la opinión pública o tal vez por ignorancia de información y los hechos necesarios para hacer frente a esta plaga, una deficiencia que se debe en gran parte por el desconocimiento de trabajos tan valiosos de Blavatsky como "La Doctrina Secreta", "Isis Develada” y “La Clave de la Teosofía"? 

Una mujer que sin duda alguna contribuyó enormemente en este aspecto fue Sylvia Cranston (1915-2000), asociada a la Logia Unida de Teósofos, cuyos libros altamente respetados y convincentes sobre la reencarnación han ganado aceptación y reconocimiento en todos los ámbitos como las obras más autorizadas del siglo XX sobre este tema. Sólo una persona verdaderamente fanática y mentecata que prefiere las estrechas comodidades y confines de sus propias creencias personales y teorías infundadas, podría leer el magnífico trabajo de Cranston "Reincarnation-A New Horizon in Science, Religion and Society" y continuar rechazando esta doctrina catalogándola de "creencia mística supersticiosa". 

Cranston también escribió la biografía más y mejor documentada jamás escrita de Madame Blavatsky, titulada "H.P.B.-The Extraordinary Life and Influence of Helena Petrovna Blavatsky”. La última parte de este libro se refiere a algunos descubrimientos recientes de ciencia y psicología, así como las E.C.M. (Experiencias Cercanas a la Muerte) y O.B.E. (Out Of Body Experiences o Experiencias Fuera del Cuerpo) y muestra cómo la Enviada de los Maestros entendió y explicó con precisión la naturaleza de tales fenómenos en sus escritos hace más de cien años

Recordando a los lectores que Thomas Edison había sido teósofo y entusiasta admirador del trabajo y las enseñanzas de Blavatsky, el texto también señala que "varios científicos se han interesado en 'La Doctrina Secreta'. Según la sobrina de Einstein, éste siempre mantenía una copia en su escritorio" y que nociones tales como la divisibilidad atómica, el movimiento perpetuo de los átomos y la convertibilidad de materia y energía se presentaron en “La Doctrina Secreta” mucho antes de que estos hallazgos se hicieran en el campo de la física. 

Sylvia Cranston continúa diciendo: "En vista de todo lo anterior, no es sorprendente saber de los editores actuales de 'La Doctrina Secreta' que con frecuencia los pedidos provienen de profesores escolares y universitarios. Un docente del Instituto Tecnológico de California ordenaba el libro cada pocos años, y tras una investigación amistosa se supo que obtenía una copia nueva cada vez que su versión anterior se rayaba demasiado para un análisis más claro. La escritora [Cranston] también descubrió durante una visita a Boston y Cambridge en 1982 que tanto profesores de química como estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) formulaban planes para investigar las enseñanzas en 'La Doctrina Secreta' relacionadas con sus especialidades. En 1988 supimos del Dr. Philip Perchion -científico que había trabajado en la bomba atómica- que docentes y alumnos del MIT habían formado una sociedad alquímica y analizaban el texto con regularidad, y además señaló que él y varios profesores de química (…) se reúnen periódicamente para discutir dicha obra en el Harvard Club de Nueva York". 

La Teosofía se interpone entre el materialismo científico y el fundamentalismo religioso, planteando un Camino Medio que conduce al descubrimiento y experiencia de la Verdad misma

Sólo observemos los asesinatos horrendos e irracionales y la violencia, tortura y abuso que suceden en el mundo de hoy; ni siquiera podemos abrir un periódico o navegar en internet diariamente sin ver algunos de los titulares más escalofriantes que se puedan imaginar: "Queman cuerpo de una adolescente en un callejón"; “Anciano apuñalado por jóvenes locales"; "Niño violado en el parque”; “Mujer baleada en el rostro por su esposo"; “Cientos de muertos en incendio intencional" y así sucesivamente. Tales cosas ya no son raras e impensables, pues en la sociedad del siglo XXI son acontecimientos cotidianos, y éste es el legado y la conclusión lógica del ateísmo y el materialismo

Si los seres humanos no son nada más que “costales de materia desalmados y sin propósito”, y si somos sólamente “simios o animales altamente evolucionados” (como entusiasmadamente muchos científicos quieren que creamos), entonces “¿por qué no deberíamos maltratar y abusar a los demás como se nos dé la gana para satisfacer nuestros deseos sexuales, impulsos violentos o vengativos y emociones baratas?” Si estamos en este planeta “por ninguna razón” y si “al morir simplemente dejamos de existir para siempre”, "¿qué razón válida se puede dar para vivir una existencia buena, decente, moral, compasiva, servicial y amorosa?" Y también “podemos hacer lo que queramos, cuando queramos y por cualquier motivo, además de comer, beber y ser felices a destajo, ¡porque mañana moriremos!" 

El materialismo es animalidad, ya que reduce al ser humano al nivel de un animal y a menudo lo hace actuar incluso peor que los animales, más como un monstruo en algunos casos. La costumbre materialista es enemiga de la humanidad y, lo peor de todo, innegablemente se ha convertido en el "Dios" de la sociedad moderna... una “divinidad” que continuará llevando al mundo aún más hacia la muerte espiritual a menos que sea desafiado de manera inteligente y competente por personas espirituales. 

Incluso las mejores y más grandes tradiciones espirituales o religiosas del mundo están incompletas y no pueden responder a todas las preguntas ni resolver todos los problemas de la humanidad. Sólo la Teosofía o "Sabiduría Divina" puede lidiar con ello, ya que es la fuente primigenia y arcaica de todos los sistemas religiosos, filosóficos y científicos, constituyendo así la única Enseñanza Esotérica que subyace a todos ellos. 

Sin embargo, dado que realmente muchos de quienes se consideran teósofos ni siquiera saben lo que imparte la Doctrina, ¿qué esperanza puede haber? Debemos ser completamente honestos con nosotros mismos y decidir aquí y ahora si nuestro interés en la Teosofía es sólo porque nos agrada o porque estamos determinados a adaptarnos más cada día para ser de la mayor ayuda y servicio posibles a la humanidad. 

"La ciencia no es más que vanidad", sostuvo Blavatsky en “The Secret Doctrine Dialogues”. También escribió: “Esto es lo que muestra la deficiencia de los sistemas materialistas, y prueba que los teósofos tenemos razón. La identidad de nuestro origen físico no apela a nuestros sentimientos más elevados y profundos. La materia, privada de su alma y espíritu -o Esencia Divina- no puede hablar al corazón del individuo, pero como nos enseña la Teosofía, una vez que se prueba y arraiga en nuestros corazones el reconocimiento del alma y el espíritu en el ser humano real e inmortal, nos llevaría muy lejos en el camino de la verdadera caridad y la buena voluntad fraternal" (H.P. Blavatsky, “La Clave de la Teosofía”).