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11 de agosto de 2025

El Efecto Marte y la "honradez" del CSICOP

Chris Carter, The Fall of the House of Skeptics, capítulo 2.
 
[N.del T.: hay prescindencia de cláusulas innecesarias].

En la actualidad, los censores anti-parapsicología se autodescriben como “herederos de la Ilustración” o “guardianes de raciocinio” que deben desacreditar a toda costa cualquier “recaída peligrosa en supersticiones”, y para ello muchas veces recurren a la burla, el arma que Voltaire tan a menudo empuñó contra sus adversarios. Aunque la física viene adoptando cambios que Newton jamás soñó, y las "leyes de la naturaleza" han sido reescritas varias veces desde la publicación de los Principia, los escepticoides modernos aún invocan parámetros newtonianos y otros argumentos sacados del siglo XVIII como los del filósofo David Hume, con objeto de “rebatir” proclamas en parapsicología (1). También emborronan la disimilitud entre esta ciencia y múltiples sectas dañinas “Nueva Era”, cuyos seguidores, en su gran parte, sienten abulia por un examen cauto y crítico de pruebas.

Hasta mediados del decenio 1970, estuvieron desunidos los pseudoescépticos y quienes “desmontaban” afirmaciones paranormales, careciendo de institutos para publicitarse. La oposición seria provino casi siempre de escritores independientes como Martin Gardner, quien declaró en el prefacio de su obra Fads and Fallacies in the Name of Science (1957): “No se han escrito muchos libros sobre pseudocientíficos modernos y sus puntos de vista” (2), afirmando que sólo conocía dos, de los cuales el más novel databa de 1936. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron autores con perspectivas favorables a lo paranormal, y el ritmo de publicaciones se aceleró con lo que algunos llaman “renacimiento ocultista” de los años ‘70.

Este auge horrorizó a muchos “académicos” en diversos ámbitos. Uno de ellos era Paul Kurtz, filósofo de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo y editor de The Humanist (magazine bimensual de la American Humanist Association). Decidido a obstar el renombre popular de la astrología, recogió firmas de 186 científicos para un artículo de cinco párrafos titulado "Objections to Astrology" (número de septiembre-octubre de 1975), y se difundió con gran entusiasmo. Señalaba: “En estos tiempos ilustrados y de educación general, cabría pensar que es innecesario combatir creencias basadas en magia y superstición; no obstante, el beneplácito a la astrología está muy extendido en nuestra sociedad. Nos preocupa (…) la difusión acrítica de cartas astrales, pronósticos y horóscopos por parte de medios, periódicos, revistas o editoriales conspicuos. Esto sólo contribuye al crecimiento de irracionalidad y oscurantismo, y creemos que llegó el minuto de desafiar directa y enérgicamente los pretenciosos alegatos de charlatanes” (3). La declaración también aseveró que la astrología "carece de fundamento científico", recibiendo amplia cobertura en periódicos nacionales, y el New York Times le dedicó su portada para el 3 de septiembre.

Menos conocida fue la postura contraria del mismísimo Carl Sagan, quien escribió en una carta a The Humanist: “Me encuentro incapaz de respaldar el artículo (…) no porque crea que la astrología tenga eficacia, sino porque sentí y percibo que el tono de la declaración es autoritario. El punto fundamental no es que las raíces astrológicas estén envueltas en ‘superstición’, y eso también es verdadero para la química, medicina y astronomía, por mencionar sólo tres. Parece muy secundario a (…) su validez discutir las motivaciones psicológicas de quienes creen en la astrología. Que no podamos imaginar ningún mecanismo para ella es relevante, pero poco creíble. No se conocían aditamentos, por ejemplo, para la deriva continental cuando fue propuesta por Wegener; sin embargo, él tenía razón y estaban errados quienes defendieron la estrechez de aquéllos. Las afirmaciones contradictorias a la ciencia marginal, popular o pseudocientífica, y que semejan expresión autoritativa, pueden ser más perjudiciales que beneficiosas. Nunca convencen a quienes flirtean con la pseudociencia, sino simplemente confirman su criterio de que los científicos son ‘rígidos’ y de ‘mentalidad cerrada’” (4).

Pero la retórica de “Objections” tendría ecos en futuros ataques a lo paranormal donde Kurtz desempeñaría roles notorios. Bajo su mando, The Humanist fustigó ideas análogas de todo tipo, catalogándolas desde “fe religiosa” hasta “ocultismo popular”, y trató los hallazgos en parapsicología académica a modo de “supersticiones tontas”, “precarias” y “primitivas”. Kurtz y sus colaboradores pensaban que el interés en asuntos heterodoxos era indicio de “rencor hacia la ciencia” y criticaron coberturas favorables.

Sin embargo, había otro tipo de escépticos como Marcello Truzzi, sociólogo de la ciencia y editor del Zetetic, un boletín que mostraba indagatorias académicas sobre anomalías y lo paranormal. Aunque incrédulo sobre muchos fenómenos, no consideraba que el interés fuera una “prueba de irracionalidad” ni resquemor contra la ciencia, y declaró en Fate (septiembre de 1979) que algunos pesquisantes no ortodoxos presentaban argumentos "susceptibles de investigación y justificación, como cualquier aserto científico". Además concibió el Zetetic a guisa de foro donde los hechos extraños pudieran debatirse de forma intelectualmente responsable, con una representación apropiada de todas las posturas.

Mientras tanto y estimulado por la respuesta propicia de los medios a “Objections”, Kurtz exploraba la idea de fundar un grupo para cuestionar lo que denominó “cobertura acrítica de ideas paranormales y ocultas” en televisión y prensa escrita. Uno de los primeros elegidos que contactó fue Truzzi, quien expresaría reparos a dicho artículo y dejó claro que no era “humanista”, mas Paul inquirió si él sería copresidente del comité que intentaba organizar, e inclusive sugirió que Zetetic podría ser su publicación oficial. Truzzi, a su vez, solicitó que la nueva colectividad no se limitara a sembrar desprestigio, sino adoptaría un enfoque más abierto que The Humanist, y aceptó el cargo tras las garantías por Kurtz de que el conjunto iba a permanecer separado de la revista y comportaría integrantes diversos.

Así, en 1976 se creó el Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (CSICOP) durante una asamblea de la American Humanist Association. Los objetivos explícitos eran ciertamente loables, ya que se comprometía a llevar a cabo análisis objetivos e imparciales: “(…) el propósito no es rechazar a priori (…) ninguna o todas estas afirmaciones, sino estudiarlas de manera abierta, completa y cuidadosa" (5). Ningún científico cuerdo podría discrepar con ello, y el CSICOP alcanzó gran credibilidad al atraer figuras célebres en ciencia y filosofía, entre las que se encontraban Antony Flew, Carl Sagan, B.F. Skinner, W.V. Quine y otros. Los académicos menos prominentes fueron incluidos en una lista de "consultores", pero con excepción de Sagan, quien había efectuado rastreos sobre avistamientos de ovnis y una crítica de las hipótesis por Immanuel Velikovsky, estos individuos tenían experiencia limitada en anomalías y poca familiaridad con la literatura relevante.

Aparte de aquellos eruditos, varios miembros activos del CSICOP no eran científicos, como el mago James Randi, dedicado profesionalmente a “desmentir” el trabajo de Uri Geller; Phillip Klass, periodista de aviación anti-ovnis, y Martin Gardner, columnista, autor y verdadero padrino del movimiento. Estos y otros legos contribuían en las publicaciones del colectivo y ayudaban a marcar el tono de la organización.

Durante 1977 fue claro que los planes de Kurtz para el CSICOP eran distintos a los objetivos iniciales. El comité empezó a quedar influido por antiparanormales fanáticos que consideraban a Truzzi (…) “demasiado longánimo” con las metas resueltas, y dimitió luego de sentirse cada vez más incómodo frente al carácter inquisitorial, cuya decisión imitarían otros expertos por motivos similares. Luego, el nombre de la revista oficial del CSICOP cambió de Zetetic a Skeptical Inquirer, y Kurtz nombró a Kendrick Frazier en calidad de editor.


El “Efecto Marte” y la arremetida canallesca del CSICOP

A pesar de su nombre, el CSICOP sólo participó en UN examen sobre el trabajo neoastrológico de los psicólogos franceses Michel y Françoise Gauquelin. Gran parte de su obra se focaliza en desacreditar la astrología tradicional, pero también reunieron algunos datos científicos en apoyo de ciertas ideas cuasi-astrológicas; en particular, que la posición de planetas a la hora del nacimiento se relaciona con atributos humanos. Los análisis estadísticos presentaron que nacían más atletas de clase mundial cuando Marte estaba ascendente o en tránsito.

Los resultados señalaron que el 22% de campeones europeos tenía a Marte en dicho plano, y como la pareja dividió el cielo [carta astral] en doce sectores, la probabilidad era 2/12 (17%) de que el planeta dominara cualquier par de gajos al instante del alumbramiento. Con una suma de 2.088 ases deportivos, había potenciales de 1.000.000 a 1 de que estos resultados se produjeran por “suerte”.

La controversia empezó con un artículo de Lawrence Jerome en The Humanist, que figuraba junto con “Objections”, donde atacó el Efecto Marte. Los Gauquelin respondieron demostrando ser estadísticos más hábiles e insinuaron posibles cursos legales, al tiempo que Kurtz se lanzaba a la reyerta impresa.

Poco antes de la formación del CSICOP, Kurtz envió artículos relacionados a varios de sus compañeros, incluidos el estadístico Marvin Zelen y los astrónomos George Abell y Dennis Rawlins. Éste último compuso un texto advirtiendo que si la muestra europea no era fiable, no se podían sacar conclusiones basadas en ella. Apuntó que, visto desde la Tierra, Marte se sitúa cerca del Sol con mayor frecuencia, y como los índices de natalidad son más altos al amanecer, cabría esperar que todos los partos (no sólo de expertos deportivos) fueran ligeramente superiores con el astro en ascenso (Sector 1) o tránsito (Sector 4).

Sin embargo, el texto de Rawlins no figuró en la edición enero-febrero de 1976; en su lugar, Kurtz publicó otros de Abell sobre astrología general, y uno por Zelen llamado “A Challenge”, sugiriendo aislar la variable de la capacidad deportiva comparando la posición marciana en el instante del nacimiento de campeones, con aquélla de todos los insignes no deportivos, es decir, el "grupo control" o nacidos casi a la misma hora y sitio que los galardonados lúdicros. Si el 22% de ese conjunto también advino cuando Marte estaba en ascenso o tránsito, se demostraría que el efecto análogo tendría causas completamente naturales. Esto es, sin duda, lo que esperaban Kurtz, Abell y Zelen; no obstante, si sólo el 17% de nacimientos-control se produjo en esas características, los números favorecerían al dúo Gauquelin. Zelen escribió: “Si las horas natales de famosos deportivos se encuentran en cualquiera de estas áreas en mayor proporción que los sujetos no deportivos, debemos asimilar las conclusiones por los Gauquelin (…). Ahora contamos con un método objetivo para corroborar o refutar inequívocamente”. (6). De igual manera, Abell lo describió como una “prueba muy definitoria” (7).

Los galos aceptaron y se embarcarían en recopilar una amplia muestra europea de no campeones, venidos al mundo aproximadamente en los mismos lugar y época que un grupo más diminuto de exitosos, sacado de su muestra inicial. Así, los datos se entregaron a miembros del Comité, y el escenario alistó un primer encuentro decisivo entre el CSICOP y "charlatanes astrológicos".

Las resultantes aparecerían en dos artículos de noviembre-diciembre de 1977. Un escrito por los Gauquelin afirmaba que el testeo por Zelen respaldó el Efecto Marte, mientras un segundo que redactaron Zelen, Kurtz y Abell cuestionó ese criterio. El terceto observaba que, al excluir atletas femeninas, hubo menos significancia estadística en resultados, y era mucho más pequeña al subdividir el conjunto restante por ubicación geográfica. Para compilar suficientes registros de no campeones nacidos en el mismo sector y dentro de igual semana respecto a los famosos, la pareja Gauquelin acotó su búsqueda a espacios metropolitanos. El Comité adujo que la mayor parte del efecto significativo provenía de una zona (París), y cualquier atisbo de influjo marciano era "simple casualidad": “Al observar muchos grupos de datos, en ocasiones se concluirá la existencia de una disimilitud real, cuando de hecho no hay ninguna” (8).

El debate no terminó allí, y dos años después Skeptical Inquirer difundió secuelas de un estudio por el CSICOP sobre una muestra estadounidense, que parecía anular el Efecto Marte. Los Gauquelin cuestionaron enérgicamente el método para abordar las paternas, sosteniendo que excluía a los "más grandes" campeones; en respuesta, la pareja elaboró otro análisis que informaba guarismos positivos, que el Comité volvió a rechazar.


El "Fate" interviene

El 15 de diciembre de 1979 y por voto unánime fue expulsado Dennis Rawlins, miembro instituyente y desacreditador de línea dura, y Abell ocupó su puesto en el Consejo Ejecutivo del CSICOP. Para octubre de 1980 también fue proscrito de la nómina de miembros. La importancia del hecho no se conocería hasta octubre de 1981, cuando apareció un relato extraordinario en Fate.

El artículo "Starbaby" era una queja por Rawlins sobre la "investigación" del CSICOP que abordó el Efecto Marte. Siendo el único perito en movimientos planetarios del proyecto, arguyó que la prueba del CSICOP en atletas europeos y no campeones había sido chapucera desde el principio. Según él, Kurtz, Zelen y Abell ignoraron repetidamente sus alertas, y tras llegar los parámetros que apoyaban dicha injerencia, el “triunvirato” les distorsionó al objeto de imponer sus corolarios. Rawlins achacó la demora entre el “Challenge” de Zelen y la publicación de los productos a una gran ansiedad por Kurtz para evitar reconocer el éxito en la indagatoria Gauquelin.

Rawlins advirtió a otros notables del CSICOP como Gardner, Frazier, Randi y Klass, pero se sorprendió al descubrir que estaban más interesados en mantener silencio que reconocer la verdad. Cuando Dennis se negó a abandonar el asunto, fue expulsado del comité y escribió en el párrafo inicial de "Starbaby": "Continúo siendo incrédulo respecto a las creencias ocultistas que desacredita el CSICOP, pero cambié de opinión sobre la integridad de algunos quienes se dedican profesionalmente a oponerse al esoterismo". (9)

El autor señaló que el propósito original del "desafío Zelen" era estudiar la ubicación de Marte en el cielo al momento de nacer un grupo de campeones no deportivos, aproximadamente en igual fecha y área que una submuestra de triunfadores lúdicros de Gauquelin. El psicólogo francés había descubierto que casi un 22 % de campeones nació cuando Marte dominaba los sectores 1 y 4, y el azar indicó que sólo el 17% de partos debería ocurrir en esos momentos; así, el objetivo era comprobar si el 22% de no campeones también tuvo al planeta rojo en dichos cuadrantes. De ser así, la posición semejaría no tener nada que ver con la capacidad de convertirse en as deportivo, contradiciendo el efecto.

Rawlins avisó a Kurtz que, hasta donde él sabía, Gauquelin realizó su desglose estadístico correctamente, por lo que todo el análisis dependía de la validez en su método de muestreo. Asimismo, el astrónomo dijo varias veces a Kurtz, Zelen y Abell que estaban arriesgando el prestigio del CSICOP, pero no hicieron caso, y hubo resultados que secundaban las afirmaciones de Gauquelin. Finalmente, algo tuvo que publicarse para "salir del paso" (...).

"En el informe, la tríada K-Z-A [Kurtz/Zelen/Abell] quiso ocultar el claro éxito que alcanzó Gauquelin. La prueba de control implicó analizar 16.756 no triunfadores, nacidos en tiempo y espacio próximos a 303 campeones (submuestra de los 2.088 originales), y pensaba que también obtendría 22% en los sectores clave (1 y 4), estableciendo como 'natural' la tasa de acierto del 22%. En cambio, los no triunfadores lograron exactamente el nivel de probabilidad (17%) que predijo Gauquelin (...) y ante tal bofetada, K-Z-A recurrió a un expiativo (...). Al convertir repentinamente su prueba de no campeones en una para ases, ¡atacaron la submuestra de 303!" (10).

Kurtz, Zelen y Abell emplearon diversas técnicas para mermar la significancia de resultados de aquellos 303 sujetos, como excluir atletas femeninas y subdividir el conjunto por ubicación geográfica, argumentando que la diferencia entre campeones y no ilustres sólo era llamativa en París (se sabe que cuanto menor es la muestra, tiene menor capacidad para demostrar algo estadísticamente), pero Rawlins vio que todo ello carecía de sentido. El motivo del desafío era acreditar si los no campeones obtenían puntuación probable del 17 % como anticipó Gauquelin, y se empleó la submuestra para seleccionar la muestra de no exitosos. La alícuota de éstos resultó en 17%, y Rawlins estaba inconforme pues K-Z-A no admitió que las cifras iniciales validaron a Gauquelin, distorsionando los hallazgos. "¿Es ésta la 'investigación científica' que el CSICOP reivindica como su segundo nombre?" (a).

(a) El debate sigue hoy, llevado a cabo principalmente por el psicólogo Suitbert Ertel y el escritor técnico independiente Geoffrey Dean.

Un estudio por Patrick Curry apoyó a Rawlins, determinando que el CSICOP gestionó mal el proceso (b). A un corolario similar llegaría el psicólogo Richard Kammann, uno de los varios miembros que dimitió tras las acusasiones en Fate (11, c). El Comité reconoció los traspiés, aunque sin abordar la denuncia de que se había producido un "encubrimiento similar a Watergate". Una consecuencia inmediata fue el anuncio de que la junta ya no realizaría más "pesquisas científicas", y esta sigue siendo la postura oficial (12, d).

(b) Curry añade ("Research on the Mars Effect"): "Su trabajo puede servir mejor a guisa de modelo y advertencia sobre cómo no llevar a cabo tales investigaciones. Rawlins y Gauquelin son, de hecho, las únicas dos figuras importantes que emergen con credibilidad científica intacta".

(c) Kammann describe su dificultad para creer en Rawlins cuando leyó la historia por primera vez: “El problema con 'Starbaby', en un primer abordaje, es que el caso es demasiado sólido y el encubrimiento muy profundo para ser creíble. Al igual que los demás componentes del CSICOP, no podía aceptar que Dennis fuera la única persona proba y correcta entre nueve particulares (...) de la estatura y reputación de Martin Gardner, Ray Hyman, Randi y Kendrick Frazier (...). Tras siete meses de labor, he llegado a inferir lo opuesto. El CSICOP no tiene una buena defensa del engaño y se estancó progresiva e irreversiblemente en una campaña 'anti-Rawlins', supresión de evidencia y obstruir a otros críticos” ("The True Disbelievers").

(d) En parte, la declaración dice: "El CSICOP no participa directamente en la evaluación de psíquicos, fenómenos paranormales ni temas relacionados (...). En otras palabras y según le permitan sus recursos circunscritos, intentará ser un catalizador para investigaciones competentes sobre lo paranormal, pero no puede realizar el estudio en sí, ni responsabilizarse de la calidad o los resultados del mismo".

Así, la mayor parte del antagonismo que enfrentan parapsicólogos y otros defensores de hechos inusuales proviene de un conjunto que se niega a realizar exámenes científicos, y denosta la obra ajena desde el "púlpito". La política de no investigación redujo su vulnerabilidad a las críticas, pues como dijo George Hansen: "Si el CSICOP hubiera continuado su análisis, los especialistas volverían a señalar errores en procedimientos y ambigüedades interpretativas, amenazando su imagen de autoridad" (13).

En un chequeo de la gresca sobre el Efecto Marte, los sociólogos científicos T.J. Pinch y H.M. Collins concluyen: "Hay lecciones que aprender en cuanto al propio Comité y los institutos similares de 'vigilancia científica'. La principal plataforma del equipo para cuestionar la parapsicología y astrología ha sido el modelo estándar o canónico de la ciencia, y dicha estrategia sólo puede ser utilizada con total seguridad por grupos que no se dedican a la ciencia controvertida. La nueva postura del Comité es que seguirá librando batallas desde la trinchera ortodoxa -preservando su ideología-, al tiempo que mantiene sensatamente sus 'manos limpias' y soslaya riesgos de efectuar ciencia experimental por sí mismo" (14).

En cuanto a Rawlins, la experiencia no cambió su escepticismo, pero sí se convenció de que los "magnos" presbíteros del CSICOP que intentaron silenciarlo estaban preocupados sólo por asuntos publicitarios. Poco antes de aparecer su artículo en Fate, Dennis y James Randi comenzarían diálogos telefónicos donde el mago sugirió que el CSICOP rehuyera el caso Gauquelin y "no lavara trapos sucios en público" (...): "Le hice las grandes preguntas que todos en CSICOP se formularán durante años: '¿Por qué involucrarse en una conspiración tan estúpida como innoble? ¿Por qué hacer algo que los marcaría a él y al Comité para el resto de su existencia?' La respuesta siempre fue igual: 'No podemos dejar que ganen los místicos'. Un precio de por vida, sólo para evitar pequeños cantos de sirena" (15).

Con los años, el escándalo Starbaby desapareció de la memoria colectiva, salvo en quienes lo seguían al detalle, y a través de su revista Skeptical Inquirer el CSICOP se dirigió a un público cada vez mayor. Afirmaba poseer un tiraje mundial superior a 50.000 ejemplares (formato electrónico de pago) a fines de 2002 (e), y merced a campañas comerciales agresivas, aunque pareció incrementarse en tiempos recientes. Desde la salida de los integrantes más eutrapélicos, hubo poca disidencia o crítica al Comité en las páginas de ese medio. El ingeniero George Hansen observa:

"A menudo, la revista exhibe sólo un lado de la polémica. Aunque a veces difunde cartas de protesta, casi nunca vemos textos completos por críticos del CSICOP, lo cual contrasta notablemente con revistas de parapsicología arbitradas, e incluso algunas pro-paranormales. Por ejemplo (...) Fate viene dando a conocer escritos de especialistas del CSICOP como Susan Blackmore, L. Sprague de Camp, Kendrick Frazier, Martin Gardner, Philip Klass, Larry Kusche, Lawrence Jerome, David Marks, Joe Nickell, James Oberg, Dennis Rawlins, Robert Sheaffer, Gordon Stein y Marcello Truzzi. En armonía con el enfoque unilateral del Comité, el Skeptical presta poca atención a revistas científicas u ortodoxas bien conocidas que ofrecen evidencia de psi" (16).

(e) El número de septiembre-octubre 2002 informa 16.635 ventas por conducto de proveedores, y 34.747 suscripciones online.

Los autores cuyo trabajo promociona Skeptical Inquirer también ignoran en gran medida las revistas científicas que se dedican exclusivamente a indagatorias psi, entre ellas Journal of Parapsychology y Journal of the American Society for Psychical Research. Rara vez se menciona la existencia de ambas, o suele ser muy fugaz, aun cuando la primera tiene más de sesenta años y la segunda noventa y pico. Incluso el Comité alega que Skeptical "es la única publicación importante del mundo que pondera afirmaciones paranormales y ocultistas desde una perspectiva científica [!!!]" (17).

Bajo el mandato de Kendrick Frazier, el Skeptical se convirtió en órgano de propaganda del CSICOP (...). Aunque Frazier dice que "el Comité fundó una revista trimestral (...) para comunicar datos exactos sobre resultados de investigaciones al público y la comunidad científica" (18), el verdadero fin no es un rastreo imparcial y objetivo de sucesos anómalos. Henry Bauer apunta que "sólo sirve para hablar a los ya convencidos; sus artículos se entienden mejor a guisa de rituales de 'automotivación' y 'confianza en uno mismo' que intentos de presentar casos convincentes (...) y mucho menos aclara cuestiones de fondo" (19). Pero el análisis por Bauer implica que el móvil es también propagandístico, en el sentido de persuadir a los legos de que "el estudio de casos no tiene nada que aportar a la ciencia" (f).

(f) En un número de 1989 del Journal of Scientific Exploration, Bauer relató intercambios epistolares con Frazier donde éste último defendió que "el objetivo de la revista no es considerar cuál podría ser la mejor evidencia para afirmaciones anómalas, sino argumentar contra ellas” (palabras de Henry).

Incluso algunos escépticos honestos expresan su consternación por el tono del Skeptical. La psicóloga Elizabeth Mayer declara: "Abrigué esperanzas en lo que ofrecería la revista, y deseaba ver un equilibrio mínimo y útil frente a semanarios con proclividades hacia creencias paranormales. Me entusiasmó especialmente la política (...) de requisar investigaciones sobre capacidades mentales publicadas en otros medios. Pensé que el CSICOP me ayudaría a plantear objeciones confiables (...) a posturas más crédulas. Pero no fue así; el Skeptical da la impresión de ser un panfleto religioso fundamentalista. Me pareció desalentadoramente sarcástico, salpicado (...) de vanagloria y maldad, todo bajo un disfraz de 'respeto' por la verdadera ciencia" (20, g).

(g) Comparemos esto con lo que dijo sobre estudios psi: "Comencé a descubrir montañas de trabajos y una amplia literatura relevante (...) me asombró además su alto nivel, pues gran parte de los análisis cumplía y superaba con creces los estándares comunes de ciencia rigurosa" (Mayer, Extraordinary Knowing, p. 69).


Características de la membresía del CSICOP

(...) Nivel educativo. El estatus académico de muchos particulares proporciona legitimidad a la organización ante segmentos sociales influyentes. El CSICOP buscó prestigio reclutando activamente a Murray Gell-Mann (Premio Nobel de Física), Francis Crick (Fisiología), Carl Sagan, Stephan Jay Gould o B.F. Skinner, junto con otras personas de currículo similar (...). Gracias a ello, la audiencia cree que son "expertos en anomalías" y los científicos "hablan de modo unánime" sobre asuntos que "investiga" el Comité.

George Hansen escribe: "La relevancia de sus constitutivos crea múltiples ventajas, al permitir que el CSICOP sea incluido en debates académicos (...) y un ejemplo es el informe del Consejo Nacional de Investigación sobre Parapsicología [E.E.U.U.]. Es probable que los no-miembros consideren las opiniones del conjunto al arbitrar artículos, evaluar propuestas de becas y asesorar estudiantes, o influyan a la hora de decidir cómo y en qué medida se estudiará científicamente lo paranormal" (21).

Magos. El ratio de ilusionistas es mucho mayor que en la ciudadanía, y entre quienes son o fueron integrantes podemos nombrar a Henry Gordon, Milbourne Christopher, Robert Steiner y Persi Diaconis. Martin Gardner colaboró con revistas de magia, el "mentirasombroso" Randi era profesional desde los dieciocho años, y Ray Hyman -aunque principalmente psicólogo- figuró en la portada de Linking Ring, una de las publicaciones análogas más populares del mundo. Los tres participaron en el Consejo del Comité, e incluso el cofundador Marcello Truzzi (...) fue vicepresidente de la Asociación de Artistas Psíquicos.

El importante rol de estos hombres dentro del CSICOP puede llevar a creer que "la mayoría de magos profesionales es incrédula de la percepción extrasensorial" (PES); sin embargo, diversos escrutinios señalan lo contrario. Polly Birdsell encuestó pruebistas en California y el 82% expresó creencias parapsíquicas (22); Muller halló que el 72% de prestidigitadores alemanes describía el fenómeno como "posiblemente real" (23); Truzzi sondeó a personas de la Asociación de Artistas Psíquicos, donde un 87% declaró que esa facultad existe, y otro 25% estaba convencido de su probanza científica (24), y también insignes como Howard Thurston o Joseph Dunninger respaldan informes vinculados (25). Así, Hansen concluye: "Es un mito que los magos hayan sido 'escépticos' sobre la existencia de PES" (26).

Puntos de vista religiosos. (...). Hay una influencia certísima de diversos credos en las posturas del Comité, que invade asimismo los escritos de Paul Kurtz, James Alcock y Martin Gardner (...). Kurtz promociona activamente el ateísmo, tanto en su cargo anterior para The Humanist como su rol actual de presidente en Prometheus Books, que publicó los títulos The Atheist Debater's Handbook, Atheism: The Case Against God y The Transcendental Temptation: A Critique of Religion and the Paranormal (h).

(h) Kurtz es reconocido como impulsor de CSI/CSICOP, y aunque en su momento enseñó filosofía, tiene crédito por ser "misionero de negocios" y fundador de Prometheus Books, la principal editora antiparanormal en EE.UU. Sin embargo, algunos críticos no están muy impresionados por la calidad de su obra. Stokes (Promethean Fire) muestra varios ejemplos de dogmatismo y tergiversación flagrante en su reseña para The Transcendental Temptation. Hansen dijo en 1992: "Si bien Kurtz demuestra gran dinamismo y éxito en calidad de empresario y promotor del humanismo secular, su posición filosófica parece menos llamativa. La obra Exuberance: An Affirmative Philosophy of Life semeja un manual de pensamiento positivo para humanistas, y ciertos autores comparan su estilo con el de Shirley MacLaine" (CSICOP and the Skeptics, p. 37).

James Alcock intentó muchas veces aunar parapsicología y religión para desacreditar su nivel científico, llegando a tacharla de "ciencia espiritual" (27), y agrega: "En nombre de 'lo alto' vienen existiendo genocidios, asesinatos litúrgicos, derrocamientos, santuarios masivos, coerciones para asimilar formas de vida, censura de placeres carnales, actos flagelantes, dádiva de grandes posesiones y toda una serie de mártires (...). El examen del origen y funciones religiosos (...) entabla un principio útil a fin de comprender la parapsicología moderna" (28).

Pero no todos en CSICOP juzgan igual. Es difícil adivinar qué piensan Kurtz y Alcock sobre las opiniones de Gardner, quien reconoció el influjo de sus creencias con tal de oponerse a hechos paranormales: "Es posible que fuerzas desconocidas (...) permitan a las oraciones actuar en nuestro mundo material, y ciertamente no digo que eso deba descartarse (...). En cuanto a las 'pruebas tangibles' del poder divino para responder súplicas, me encuentro entre aquellos teístas que consideran tales evidencias absurdas y blasfemas, en el espíritu de la observación por Jesús de que sólamente los infieles buscan señales (...) no tentemos a Dios" (29), (30) (...).

Para Kurtz y otros integrantes, hasta cierto punto la creencia metafísica se basa en iguales conceptos que las religiones, siendo ambas "delirantes" y "perniciosas". Sin duda, algunas necesidades psicológicas que promueven ideas símiles (deseo de controlar la naturaleza, vivir después de la muerte, etc.) son responsables del interés por temas parapsicológicos. La ciencia moderna destruye interpretaciones ridículas y literales de varios credos, por lo que se suele echar mano de lo parapsíquico en busca de evidencia concreta sobre "reinos espirituales". De hecho, el ardor por cuestionar la "deprimente visión mecanicista" del siglo XIX, combinada con una intensa curiosidad acerca de la supervivencia de ultratumba, conformó una parte explícita y abiertamente reconocida del motivo en quienes fundaron la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (1882).

La nueva ciencia del siglo XVII, con sus nociones mecanicistas, brindó herramientas a los intelectuales para desafiar la autoridad de la Iglesia y las Escrituras, sustituyéndoles con raciocinio y valores seculares. Durante la Ilustración, aún estaban presentes en la memoria colectiva los horrores inquisitoriales del catolicismo y otros conflictos análogos (...). Bajo aquel cariz había poco o ningún espacio para "intervenciones divinas", una "mente inmaterial" y por ende telepatía, clarividencia y otros fenómenos entonces catalogados de "superstición", "fanatismo" e "irracionalidad" (...) (i).

(i) Hay un tono apocalíptico en escritos del Comité; por ejemplo: "Quizá no debiéramos asumir que la ilustración científica continuará indefinidamente (...) como la cultura helénica, y puede verse abrumada por embates oscurantistas” (Kurtz, "Committee to Scientifically Investigate Claims of Paranormal and Other Phenomena”).

Sin embargo, y aunque el CSICOP se creó para defender a la sociedad del “irracionalismo anti-/pseudocientífico”, habría atisbos febles o ninguno de que el establishment se vea amenazado. La creencia en eventos psi se halla muy extendida entre el público general, y las encuestas añaden que más del 90% da "renombre considerable" a los academistas formales (31). Jerome Clark complementa: “Algunos observadores catalogan las afirmaciones del CSICOP sobre componentes 'anticientíficos' de interés paranormal no sólo como estrategia retórica, sino además a fuer de similitud (declarada en la literatura) de la visión humanista con el quehacer científico” (32) (...).

Muchos autores recuerdan que el verdadero escepticismo consiste en practicar la duda y no caer en simples negaciones; por ende, el CSI no es confiable en dicha tesis. Ray Hyman, principal figura moderada del Comité, describe el panorama: "Una tropa de críticos se ha lanzado a polémicas sin reflexionar detenidamente sobre las implicancias de sus asertos. Por ratos exhiben más emoción que lógica, formulan denuncias radicales más allá de lo que sustentan con criterios razonables, no documentan sus predicados en forma minuciosa, y fallan al investigar para que los cuestionamientos sean creíbles" (33).

(...) El National Opinion Research Center (Universidad de Chicago) encuestó a 1473 adultos, de los cuales el 67% afirmó haber experimentado PES (34). Cuando estas personas se enfrentan a desacreditadores y despectivos con aires de "autoridad científica", es probable que la mayoría acuse a los especialistas de "dogmáticos". Irónicamente, uno de los principales efectos de la incesante campaña del CSI puede ser un mayor rechazo público a la ciencia (...).

El siglo XXI demuestra que los modelos científicos poseen maravillosos mecanismos de autocorrección, por cuanto no hay necesidad de "cancerberos" que vigilen las puertas. El "debate paranormal" no se resolverá en conferencias de prensa, sino mediante la calidad de datos reunidos bajo investigaciones serias; de hecho, su importancia viene suscitando cambios de actitud entre pseudoescépticos (...). Carl Sagan escribió así en un libro lleno de cuestionamientos contra la Nueva Era y los dones "psíquicos": "(...) existen tres casos en el ámbito de PES que, en mi opinión, merecen estudio serio: (a) hay humanos que con la mente pueden (apenas) afectar generadores de números aleatorios en computadoras; (b) otros bajo privación sensorial leve reciben pensamientos o imágenes 'proyectadas' sobre ellos; y (c) a veces los niños informan detalles de 'vidas anteriores', que al comprobarlos resultan ser cabales y no podrían haber conocido de otra manera que no fuese la reencarnación" (35) (...).

El parapsicólogo Dean Radin informa: "Sólo en la década 1990, los seminarios sobre indagatoria psi formaban parte (...) de conferencias anuales de las Asociaciones estadounidenses para el Avance de la Ciencia, Psicológica y Estadística. Se presentaron charlas (...) para diplomáticos de Naciones Unidas, expertos en la Universidad de Harvard y los laboratorios Bell (...). [Entre] 1981-1995, cinco grupos de revisión científica patrocinados por el gobierno de EE.UU. se encargaron de ponderar evidencia (...) y había preocupación de que si la psi era genuina, podría ser relevante por motivos de seguridad nacional (...). Todas las pesquisas concluyeron que la prueba empírica de ciertos fenómenos ameritaba estudios serios" (36) (...).

Con esto se valida el pensamiento de J.B. Haldane: "La realidad de la ciencia es que todo quien contribuye significativamente a ella está consciente, o sospecha en gran medida, de que el mundo no sólo es más extraño de lo que nadie imagina, sino más raro de lo que nadie puede concebir" (37).


Referencias

1. Price, “Science and the Supernatural”; Kurtz, A Skeptic’s Handbook of Parapsychology, p. xviii-xix; Flew, “Evidencing the Improbable and the Impossible”.

2. Gardner, Fads and Fallacies in the Name of Science, p. 2. 
3. Bok, Jerome, Kurtz et al., “Objections to Astrology”.
4. Citado en Clark, “Skeptics and the New Age”, p. 418.
5. Kurtz, “Committee to Scientifically Investigate Claims of Paranormal and Other Phenomena”, p. 28.

6. Zelen, “Astrology and Statistics”, p. 33.
7. Abell et al., “A Test of the Gauquelin Mars Effect”, p. 44.
8. Zelen, Kurtz y Abell, “Is There a Mars Effect?”, p. 38.
9. Rawlins, “Starbaby”, p. 67.
10. Rawlins, “Starbaby".
11. Kammann, “The True Disbelievers”.
12. Kurtz, “Policyon Sponsoring Research, Testing Individual Claims, and Conducting Investigations of Alleged Paranormal Powers and Phenomena”, p. 9.

13. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 40-41.
14. Pinch y Collins, “Private Science and Public Knowledge”, p. 539.
15. Rawlins, “Starbaby”.
16. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 24-25. Entre los artículos publicados en revistas científicas convencionales se incluyen: Radin, Nelson, y Dobyns, “Reexamining Psychokinesis”; Child, “Psychology and Anomalous Observations: The Question of ESP in Dreams”; Dunne y Jahn, “Experiments in Remote Human/Machine Interaction”; Radin y Nelson, “Evidence for Consciousness Related Anomalies in Random Physical Systems”; Rao y Palmer, “The Anomaly Called Psi”; Winkelman, “Magic: A Theoretical Reassessment”; Utts, “Replication and Meta-Analysis in Parapsychology”; Bem y Honorton, “Does Psi Exist?”; y Stapp, “Theoretical Model of Purported Theoretical Violations of the Predictions of Quantum Theory”.

17. De una misiva del CSICOP para recaudar fondos, 18 septiembre 1987, en: Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, p. 41-42.

18. Frazier, Paranormal Borderlands of Science, "Introduction".
19. Bauer, “Arguments over Anomalies", p. 9.
20. Mayer, Extraordinary Knowing, p. 93.
21. Hansen, “CSICOP and the Skeptics", p. 26.
22. Tesis no publicada de Birdsell (1981), en: Truzzi, “Reflections on the Sociology and Social Psychology of Conjurors and Their Relations with Psychical Research", p. 224.

23. Ibídem, p. 224.
24. Ibídem.
25. Hansen, “Magicians Who Endorsed Psychic Phenomena”; Truzzi, “Reflections on the Sociology and Social Psychology of Conjurors and Their Relations with Psychical Research", p. 231-34.

26. Hansen, “Magicians and the Paranormal”, p. 163.
27. Alcock, “Parapsychology: Science or Magic?”.
28. Alcock, "Parapsychology", p. 7.
29. Gardner, The Whys of a Philosophical Scrivener, p. 239.
30. Hansen, “CSICOP and the Skeptics”, tabla 3.
31. Encuesta por Harris publicada hacia enero de 1978, en: Clark, “Skeptics and the New Age”, p. 425.

32. Ibídem.
33. Hyman, “Proper Criticism”.
34. Greeley, “Mysticism Goes Mainstream”.
35. Sagan, El Mundo y sus Demonios, p. 302 [versión inglesa].
36. Radin, The Conscious Universe, p. 3.
37. Citado en Reid, Biological Emergences, p. 431.

20 de noviembre de 2024

Otros problemas con la tectónica de placas

David Pratt, New Concepts in Global Tectonics Newsletter
n° 21, p. 10-24, diciembre 2001

​Respuesta a los comentarios de Paul Lowman 
(NCGT Newsletter n° 20).

Contenidos:

01. Geodesia espacial
02. ¿Placas en movimiento?
03. Puntos calientes
04. Edad del lecho marino
05. ¿Dorsales en expansión?
06. Anomalías magnéticas marinas
07. Subducción
08. Referencias


01. Geodesia espacial

Las técnicas geodésicas espaciales, como mediciones láser por satélite (SLR), la interferometría de línea de base muy larga (VLBI) y el sistema de posicionamiento global (GPS), proporcionan datos valiosos sobre la dinámica relativa entre sitios en la superficie de la Tierra, hasta 12.000 kms. de distancia. Se plantea que los cálculos hasta hoy coinciden en general con los movimientos predichos por la tectónica de placas, confirmando así la expansión, subducción y deriva continental del lecho marino.

Paul Lowman (1995, 2001) niega que la geodesia espacial haya demostrado el movimiento de grandes continentes, como América y Eurasia, y afirma que si bien las líneas de base transatlánticas de SLR y VLBI evidencian medros cercanos a los previstos por el tectonismo, no hay suficientes líneas de base intracontinentales para probar la rigidez de placas; a decir verdad, algunas líneas en América del Norte y Europa Occidental presentan una deformación significativa. Lowman sostiene que las raíces hondas de cratones continentales -cuya profundidad la sismotomografía determina en 400 a 600 kms.- hacen imposible que continentes muy vastos se desplacen a la deriva, y excluye los datos paleomagnéticos que apoyan ese arrastre con el tópico de que "no son fiables". No obstante, dice que la expansión del fondo marino se está produciendo en el Atlántico, pero ocurre subducción bajo los márgenes atlánticos pasivos, aunque él semeja estar prácticamente solo en este criterio.

Lowman añade que los métodos de geodesia espacial han verificado movimientos de placas en el Pacífico y sus alrededores: las islas en aquélla del océano homónimo se trasladan hacia Japón a varios centímetros por año; la placa es internamente rígida, y el desplazamiento de Australia también parece inconcuso, aunque con menos certidumbre. El autor piensa que ello corrobora la expansión y subducción del fondo marino en el Pacífico, pero estas inferencias no son rotundas.

La geodesia proporciona una directriz útil para las tensiones y deformaciones de corteza, mas se necesitaría una red inmensa para determinar en qué medida los movimientos son locales, regionales, continentales, oceánicos o de “placa”. El número y la distribución de enclaves SLR y VLBI en todo el mundo son limitados debido al alto costo y la no portabilidad de dichos sistemas, y asimismo la mayoría se encuentra en las placas Norteamericana, del Pacífico y Eurasia. La red GPS tiene un mejor alcance global, pero su cobertura aún es precaria. Otro obstáculo es que los estudios geodésicos espaciales que utilizan puntos de referencia en el lecho marino son bastante más difíciles y onerosos en comparación con los de nivel continental. De igual forma, las mensuras de movimientos verticales son significativamente menos precisas con respecto a las horizontales.

Se dice que las velocidades angulares promedio de placas, deducidas por VLBI y SLR, son un 6% más lentas que las detectadas por el modelo NUVEL-1, que se basa en la escala de tiempo sobre anomalías magnéticas de los últimos tres millones de años. Una revisión de este parámetro a principios de los '90 llevó a la génesis de NUVEL-1A, en que las rapideces angulares promedio son 4,4% más parsimoniosas que en NUVEL-1. Esto aminora la tasa de discrepancia a menos del 2%, aunque algunos investigadores encuentran que los datos VLBI están más de acuerdo con aquel prototipo que NUVEL-1A (DeMets et al., 1994). Sin embargo, estos porcentajes que estriban en marchas angulares de "mejor arreglo" son engañosos y ocultan fallos importantes; existen “graves diferencias entre modelos y coeficientes en la mayoría de los lindes de placas, y en ciertos casos a buena distancia del límite” (Smith y Baltuck, 1993, p. 1).

Los gráficos 1, 2 y 3 muestran las principales disimilitudes que surgen de los datos VLBI, aquéllos SLR para el Pacífico (donde vemos que la rapidez NUVEL-1 para el desplazamiento relativo entre Arequipa e Isla de Pascua es 61% mayor a lo cuantificado), y otros desacuerdos notorios.

Fig. 1. Desemejanzas entre velocidades VLBI y NUVEL-1A. No aparecen los residuales inferiores a 2 mm/año (Centro Espacial Goddard, NASA, http://lupus.gsfc.nasa.gov/global/velocity.html).

Fig. 2. Tasas esféricas SLR seleccionadas para líneas que atraviesan la Cuenca del Pacífico. Los cocientes NUVEL-1 en paréntesis son tramos que cruzan al menos un límite de placa, y todas las cifras están en mm/año (Smith et al., 1994, fig. 4).

Fig. 3. Promedios SLR escogidos en el Atlántico y Pacífico. Los guarismos predichos por AM0-2 y NUVEL NNR-1 están en paréntesis, y las magnitudes se expresan en mm/año (Murata, 1993, fig. 8).

La "rigidez de placas" es un principio central; con todo, se reconoce que es únicamente aproximativo, pues la deformación intraplaca queda de manifiesto por terremotos al interior de placas estables, subsidencias en cuencas continentales medias y levantamiento de superficie sobre el oleaje de puntos calientes en océanos. Se cree que dicho "alabeo" intrínseco y uniforme de la placa Norteamericana llega a unos pocos milímetros por año, pero es más ostensible en la provincia de Basin y Range y otras regiones occidentales de EE.UU. que se consideran parte del límite de esa placa. Se admite que “suele fallar la noción modelada de placas rígidas, no sólo en sus bordes, sino a distancias considerables de éstos últimos” (Smith y Baltuck, 1993, p. 2); por ejemplo, el movimiento previsto en el Pacífico medio tiene un error de 6 a 8 mm/año (Ryan et al., 1993).

Toda vez que hay conflicto entre desplazamientos medidos y predichos, se buscan explicaciones dentro del escenario tectonista. Conforme a la ortodoxia, el polo de rotación NUVEL-1 África-Norteamérica está “increíblemente lejos” (14°) del de la velocidad angular con mayor ajuste; así, esto se atribuye a “errores sistemáticos o ausencia de rigidez significativa de la placa” (Gordon, 1995).

Sobre la base de datos VLBI/GPS de tres sectores en el Caribe, se calculó que la marcha angular del movimiento relativo entre las placas homóloga y Norteamericana exhibía una tasa de 0,23 ± 0,08°/m.a., o el doble del guarismo NUVEL-1A de 0,11 ± 0,03°/m.a.; la dirección era 62,2° N y -93,3° E versus 74,3° N y 153,9° E, y la velocidad angular geodésica estimada no pudo explicar todo el avance en los tres sitios. Las alternativas eran: (1) los lugares no están unidos a una placa rígida común, (2) hay traspiés sistemáticos de medición, ó (3) se subestimaron las incertidumbres de medida (MacMillan y Ma, 1999).

Se descubrió que el polo de rotación derivado de los datos GPS para la placa del Pacífico se encontraba 11,5° al oeste del polo NUVEL-1A, con una rapidez angular 10% más alta, y la "teoría" fue que el movimiento de aquel "trozo" durante los últimos cinco años no estuvo de acuerdo con su trayectoria correspondiente a los últimos 3 millones de años. La velocidad GPS de la isla Baltra (placa de Nazca) es un 50% más lenta (20 ± 5 mm/año) que el valor previsto; los especialistas afirmaron no tener razones, pero creían que la placa estaba deformándose al interior (Larson et al., 1997). Angermann et al. (1999) encontraron que las velocidades GPS de cuatro sitios en la placa nazqueña, en relación con la Sudamericana, son casi 20% más pausadas que las obtenidas por NUVEL-1A y mediciones geodésicas anteriores. Asimismo, varían considerablemente las tasas de convergencia en varios estudios sobre ambas.

El trayecto observado de Arequipa (Andes Occidentales) con respecto a América del Norte es 13 ± 1,5 mm/año con acimut de 55°, mas según las predicciones del modelo debería ser 10 mm/año y 293° (Robaudo y Harrison, 1993). Esta gran disimilitud se adscribe a que una parte del movimiento subductivo se transfiere a una zona de la placa superior, y cerca del 25% del trasiego en las placas Nazca-Sudamérica supuestamente es absorbido por mecanismos sísmicos y de acortamiento en los Andes (MacMillan y Ma, 1999). También hubo discrepancias análogas en otros sectores de arco inverso, siendo interpretadas de igual forma.

El paradigma tectonista sesgó la aptitud de comprender datos geodésicos espaciales con su hipótesis de que las “placas” íntegras deben moverse como "unidades más o menos rígidas". La literatura rebosa de anomalías, inconsistencias y explicaciones ad hoc. Ciertamente ocurre movimiento en zonas sismotectónicas, pero Oard aclara (2000a): “(...) es posible que en algunas áreas el desplazamiento sea en dirección opuesta (...) y esté producido por tectónica vertical en lugar de haber placas debajo de otras" (p. 43). Cita múltiples casos: el arco de Tonga se mueve a oriente por intuito a la placa del Pacífico, que puede considerarse estacionaria (Bevis et al., 1995); el terremoto de Shikotan (1994) hizo que los puntos de referencia GPS al este de Hokkaido se desplazaran al levante en 42 cms. y bajaran otros 60 (Kikuchi y Kanamori, 1995); el terremoto de 8,0 en Antofagasta (1995) trasladó el litoral chileno casi un metro hacia oeste respecto a la placa Pacífico (Klotz et al., 1999), y la vaguada de Timor (fosa al este de Java) semeja continuar inactiva mientras el arco austral de Banda experimenta una prolongación norte-sur (Genrich et al., 1996).

Un breve repaso de otros obstáculos que enfrenta la tectónica de placas proporciona más motivos para cuestionar sus interpretaciones de datos geodésicos.


02. ¿Placas en movimiento?

Muchos libros de geología presentan esquemas de placas uniformemente delgadas (~150 km) y móviles sobre una astenosfera global continua, pero se alejan por completo de la realidad. Tras examinar probanzas de raíces con 400 kms. de grosor bajo cratones estables, Lerner-Lam (1988) concluyó: “Es evidente que nuestro planeta reprobó el ensayo sismológico de 'placas finas'” (p. 51-53), aunque también pudo decir que la tectónica no superó esta prueba.

Los datos geofísicos muestran que la astenosfera entraña lentes desconectados, apreciables sólo en áreas de activación tectónica y alto flujo de calor. En lo esencial, está ausente bajo núcleos continentales antiguos, y si bien las observaciones de ondas superficiales promedio sugirieron que la astenosfera existía universalmente bajo los océanos, las indagatorias sísmicas pormenorizadas sostienen que allí también hay sólo lentes análogas. Existen varios sectores de poca rapidez en el manto oceánico, pero es difícil advertir patrones entre la profundidad de estas zonas y su distancia a la dorsal mesoceánica; por ende, el concepto de "placa litosférica" es nebuloso (Pavlenkova, 1990, 1996).

Lo anterior cuestiona la moda de llamar "límites de placa" a los principales cinturones sísmico-volcánicos y zonas de deformación. Además, la actividad telúrica no siempre se restringe a los mismos lugares, y hace 500 años algunas fronteras se habrían descrito de otra manera. Por ejemplo, ciertos linderos contemporáneos en Asia Menor parecen estar inactivos hace siglos, mientras la actividad sísmica atravesó el centro de lo que constituye la placa actual (James, 1994).

Originalmente se reconocieron unas diez "placas", pero hoy llegan a más de 100 al englobar numerosas microplacas (incluidos terrenos exóticos) para acomodar sitios paleopolares disímiles u otros datos anómalos. Sin embargo, en ocasiones los límites principales están mal definidos o son inexistentes (Oard, 2000a), verbigracia: a) no hay acuerdo sobre la ubicación del linde noreste del Pacífico de las placas homónima, Norteamericana y Eurasia; b) no se sabe cuál es el confín entre la segunda de éstas últimas y la Sudamericana, desde la placa del Caribe al este hasta la Dorsal Mesoatlántica; c) hay problemas para ubicar el término sur entre el segmento caribeño y aquél de América austral, así como la juntura triple con la fracción nazqueña; d) es complejo dilucidar fronteras entre las partes sudamericana, antártica y escocesa; e) las dorsales Atlántica Sur y Antártica no se conectan con aquélla de India Central; f) no hay brecha entre las placas de Filipinas y Pacífico en el borde sureste de la primera; g) existe ambigüedad en el margen entre las secciones Pacífico y Australiana respecto a las fosas de Tonga y Nuevas Hébridas; y h) tampoco hay límite de 20 kms. entre Cocos y Nazca, al este de la Elevación del Pacífico Oriental.

Es claramente inaceptable el considerando de que la superficie planetaria está dividida en “placas” litosféricas y separadas, viéndose rebatido por la creciente necesidad de invocar “límites difusos”, en especial cuando falta un borde preciso. La teoría inicial fue que dichas colindancias eran bastante estrechas, y ahora se piensa que su amplitud puede variar desde unos cientos de metros hasta miles de kilómetros. Gordon y Stein (1992) afirman que el tectonismo “no describe de manera útil la cinemática de muchas zonas de deformación activa”, argumentando que ellas se describen mejor como áreas limítrofes de placas anchas y no a guisa de combadura intraplaca. Se dice que los márgenes dudosos cubren aproximadamente el 15% de la superficie terrestre -aunque algunos de ellos son especulativos- reconociendo que “puede no haber un contraste notorio, sino una gradación en el comportamiento entre el proceso deformante de intraplaca y los límites ambiguos de placa” (Gordon, 1995, p. 243-73).

Fig. 4. Linderos de placas estrechos e imaginarios, velocidades supuestas entre ellas, y regiones litosféricas deformadoras (punteadas) que se etiquetan de "bordes amorfos". Las rapideces se muestran con flechas y su longitud indica el desplazamiento esperable en 25 millones de años (Gordon, 1995, fig. 1).

Lowman dice que Australia puede presentar deriva por su tamaño reducido y estar sobre una placa oceánica, pero los cratones más gruesos y distinguibles sísmicamente son el escudo de Australia Occidental, Canadiense y Báltico-Ucraniano (Anderson et al., 1992). Aparte de los escollos para identificar las fuerzas que se supone cambian de sitio a la placa Australiana junto con la raíz continental de esa isla, existen serias dudas por el hecho de que algunos lineamientos precámbricos y locales se prolongan hacia el fondo marino circundante y pueden averiguarse a través de límites de placas (Choi, 2001). Un patrón de fractura ortogonal está bien desarrollado en todo el Pacífico y se conecta con las principales tendencias estructurales precámbricas de continentes, y ello descarta cualquier movimiento tectónico a gran escala (Smoot, 2001).


03. Puntos calientes

Lowman acepta la postura ortodoxa de que las islas oceánicas y los montes submarinos del Pacífico son resultado del movimiento de la placa homónima sobre puntos calientes. Esto debiera generar una progresión de edad sistemática a lo largo de sus trayectos, pero las buenas progresividades son muy esporádicas y una gran mayoría tiene poca o ninguna. Las cadenas Cook-Austral y Marquesas presentan graves transgresiones de un nexo simple edad-distancia y por cambios extremos de firma isotópica, desacordes con un sólo origen volcánico. El caso de Hawai-Emperor proporciona una secuencia de edades más compacta, pero no hay variación pertinaz del flujo calórico a través del oleaje hawaiano, lo que contradice el modelo simple de punto caliente (Keith, 1993).

Los mencionados sitios se atribuyen a "plumas del manto" que surgen desde el límite entre aquél y el núcleo. Sheth (1999) demostró que esa explicación es artificial y ninguna evidencia geológica la necesita. Dicho rasgo mantélico de un punto caliente profundo se ampliaría hacia arriba por fuerzas de arrastre, creando una superficie con varios cientos de kilómetros y mucho más allá de las dimensiones de islas oceánicas; así, se afirma que las huellas de puntos calientes son originadas por "colas de plumas", pero continúa sin resolver la incógnita de lo sucedido con cabezas de plumas antiguas y modernas.

Es llamativo que muchas cadenas de islas oceánicas se encuentren a lo largo de zonas de fractura, y las provincias basálticas de inundación en cruces ortogonales de estas áreas (Smoot, 1997). Una alternativa creíble es que las huellas de puntos calientes se generan mediante propagación de fisuras y delimitan el campo de tensión litosférica, no de su desplazamiento (Sheth, 1999). Otra hipótesis arguye que las cadenas volcánicas lineares emergen por canales de tensión magmática en la litosfera (Meyerhoff et al., 1996).

Existe gran controversia en torno a qué tan rápido se mueven los puntos calientes entre sí; unos señalan 3 mm/año o menos, y otros 10-20 o más, siendo estas diferencias parte de las incertidumbres en la "reconstrucción de placas" (Gordon, 1995; Baksi, 1999).


​04. Edad del lecho marino

El dogma geocientífico asegura que la expansión del lecho marino está probada por el factum de que jamás se han encontrado rocas marinas con edad superior a 200 millones de años (Jurásico), mas sus partidarios deben ser ignaros o falaces. En los océanos del mundo se han descubierto miles de ellas, pertenecientes al Paleozoico y Precámbrico (Pratt, 2000; Sánchez Cela, 2000); por ejemplo, las rocas ultramáficas que componen las islas St. Peter y Paul -cercanas al ápice de la Dorsal Mesoatlántica- arrojaron edades de 350, 450, 835 y 2000 m.a., en comparación con los 35 m.a. supuestos en un principio.

Estas anomalías se suelen identificar con "glaciares erráticos" o “bloques no expandidos” durante la ruptura. Lowman cree plausible el concepto de ejes propagativos y fallas transformacionales "saltando de un lugar a otro", mientras varios especialistas lo consideran mecánicamente artificial e inverosímil. Algunas piedras antiguas pueden haber sido dejadas por témpanos, pero eso no da cuenta de las grandes áreas de corteza continental como Bald Mountain a 45° N en la Dorsal Media Atlántica, que posee un volumen estimado de 80 km3 y semeja datar del Proterozoico. Hay una creciente evidencia de que solía haber masas continentales aún mayores y ahora sumergidas en los océanos actuales (Dickins et al., 1992; Choi et al., 1992; Choi, 1999, 2001).

Deben concretarse proyectos para explorar el lecho oceánico a mayor profundidad y averiguar si existen sedimentos más antiguos bajo la capa basáltica que se ha llamado "subsuelo" de modo arbitrario. Esta chance es factible pues algunos basaltos tenían contactos cocidos con sedimentos suprayacentes y márgenes fríos, alternaban con depósitos o revelaron otras características intrusivas (sills y diques) o extrusivas en el lecho marino como la "estructura de almohada" (Meyerhoff et al., 1992; Choi, 2001). Los basaltos parecen constituir inundaciones de magma que cubren el "subsuelo" marino real, lo cual fue ostensible en el sitio de perforación n° 10 en la Dorsal Media Atlántica, donde los sedimentos más bajos tienen alrededor de 80 m.a. (Cretáceo) y el umbral basáltico subyacente sólo 15,9 por huella de fisión (Macdougall, 1971).


05. ¿Dorsales en expansión?

Según la premisa expansora del lecho marino, el magma basáltico se introduce en grietas tensionales dentro del valle rift en el ápice de la dorsal, y luego se enfría para formar diques. La amplitud producida por el lecho en movimiento rompe uno de éstos cuidadosamente en dos mitades, que van en direcciones opuestas por los flancos de esa cordillera. No queda claro cómo una pluma mantélica ancha puede generar un sector de acreción axial constreñido, con menos de 5 kms. en algunos modelos, y estar sujeta a una compensación de "borde filoso" en fallas transformativas importantes (Keith, 1993).

La actividad ígnea axial debería equivaler a la rapidez de propagación, mas no parece ocurrir. La dorsal próxima a Islandia, uno de los sitios volcánicos más célebres del planeta, muestra una tasa expansiva de sólo un centímetro/año, en tanto que otras "sedentarias" como la Elevación Oriental del Pacífico y la casi asísmica al sur de Australia tendrían promedios de 4,6 a 10 cms./año sobre la base de franjas magnéticas (Keith, 1972).

Las imágenes de barrido lateral por radar señalan que las dorsales marinas conllevan miles de grietas y fracturas, incluidas fallas lineares y paralelas a dichas cadenas, que se prolongan por miles de kilómetros a lo largo de sus deslizantes. Esto sugiere indicios categóricos de que subyacen a poca profundidad por canales de magma interconexos, donde el material semifluido se traslada horizontal y paralelamente a las dorsales; entonces, el modelo de falla descrito es antílogo a la suposición canónica sobre el "flujo ortogonal" y termina siendo ignorado en gran parte.

Los tectonistas que reconocen un flujo paralelo de dorsales argumentan que brota un "diapiro mantélico" bajo cada trecho de cordillera oceánica, y en el plano superior hay fluencia yacente-radial, con un elemento significativo paralelo al rumbo de aquella serie "montañesca" en sentidos reversos. Sin embargo, esto debiese generar una paterna de fisuras radiales, fracturas y fallas vecinas al centro del diapiro, y tampoco se observa un prototipo radial o anular en ningún área de cadena submarina examinada con sonógrafos. Además, deberíamos ver dorsales de presión y estructuras compresivas similares en las cuencas entre segmentos de crestas aledañas (Meyerhoff et al., 1992).

La distribución de sedimentos en aguas someras de océanos actuales y su arreglo vertical en sectores perforados rebaten el ensanche del fondo marino (Ruditch, 1990). Con frecuencia, los depósitos noveles se hallan más lejos de zonas axiales que los antiguos, y ciertos terrenos oceánicos parecieron experimentar colapso y elevación alternos.

Se supone que las dorsales están controladas por tensiones, pero los datos sísmicos apuntan a fenómenos compresivos (Zoback et al., 1989). Se descubrió una zona de fallas de empuje, con 300 a 400 kms. en ancho, flanqueando la Dorsal Mesoatlántica a lo largo de 1000 kms. y producidas de modo compactante (Antipov et al., 1990). En Islandia, la mayor área terrestre sobre dicho cordón montañoso, las tensiones axiales prevalentes suelen ser compresivas en lugar de difusoras; hay subsidencia en el fondo del valle rift y la meseta limítrofe en aquella isla con tasas que aumentan hacia el eje, siendo difíciles de reconciliar con la hipótesis de afloramiento axial, acreción en una sóla etapa y extensividad (Keith, 1993).

Los estudios geodésicos en áreas “rift” de Islandia y África Oriental no han percibido ninguna amplitud sistemática y firme, como ingenia la tectónica de placas. Frente a la quimera de encontrar desplazamientos de tensión asociados con la grieta de África Oriental, los geólogos se sintieron compelidos a decir que los movimientos de placas deben ser "episódicos" (Asfaw et al., 1992). Los datos sobre terremotos insinúan que los sistemas rift de África-Oriente Medio y el Rin Graben se vinculan con actividades compresivas (Zoback et al., 1989); además, los sondeos en la estructura de “transformación y propagación” de San Andrés [EE.UU.] evidencian dinámicas de cizallamiento muy variable, pero no propaladoras (Keith, 1993).

Lowman cree que el "empuje de dorsal" transmite fuerzas de compresión a gran distancia, lo cual es controvertible porque aparte de la medra ambigua en el lecho marino, las probanzas de debilidad a largo plazo en grandes masas líticas opugna el concepto de que las presiones en bordes vayan desde un margen de "placa" a su orilla interior u opuesta (Keith, 1993).


​06. Anomalías magnéticas marinas

Se considera que la expansión del fondo oceánico, junto con inversiones magnéticas globales, produce bandas alternas de intensidad magnética un poco más alta y baja a cada lado de las dorsales. Sin embargo, sólo se conocen anomalías lineares en un 70% de cadenas mesoceánicas sísmicamente activas, y los esquemas de franjas simétricas, paralelas y longitudinales en muchos textos revisten un carácter fantástico. Los desajustes son simétricos al eje de la dorsal en menos del 50% del sistema donde están presentes, y en el 21% son oblicuas a su tendencia. En ocasiones aparecen las de tipo lineal cuando no existe una cordillera, y no todas las irregularidades cartografiadas emergen por materiales de corteza oceánica. Un rasgo complejo es que toda alineación magnética consta en detalle de numerosas anomalías estrechas y de gran amplitud.

Fig. 5. Dos vistas de anomalías magnéticas. Arriba: perfil estándar. Debajo: patrones en el Atlántico norte (Meyerhoff y Meyerhoff, 1972, fig. 5).

Las correlaciones entre bandas magnéticas en ambos lados de una dorsal o múltiples partes del océano han sido en gran medida cualitativas y subjetivas, por lo cual despiertan sospechas. Los datos se manipulan o suavizan, y prácticamente no se ha hecho ningún esfuerzo para probar esos vínculos de modo cuantitativo transformándolos en el polo (es decir, recalculando cada perfil magnético a una latitud común). Se supone que las anomalías magnéticas en el cordón Reykjanes son un ejemplo clásico de simetría dorsal-paralela, pero Agocs et al. (1992) concluyeron a partir de un minucioso trabajo que los enlaces eran muy pobres; el índice a lo largo del deslizante promedió 0,31 y 0,17 en la dorsal, con límites de +1 a -1; también los nexos entre irregularidades y la topografía del fondo arrojaron 0,42.

Por lo común, la distancia entre bandas de disfunciones magnéticas no es proporcional al transcurso de periodos geomagnéticos. Las longitudes de épocas Brunhes, Matuyama y Gauss se reparten en 1,0: 2,4: 1,6; sin embargo, en Reykjanes los tramos de anomalías más cercanas a su eje son 1,0: 0,5: 0,4. Hay una brecha de proporcionalidad igualmente grande en la Elevación del Pacífico Oriental, que puede explicarse desde el tectonismo sólo mediante cambios considerables en la tasa expansiva respecto a los últimos tres millones de años (Beloussov, 1980). Entretanto, Gordon y Stein (1992) declaran: “(...) los datos geodésicos espaciales muestran que las velocidades promedio de placas durante pocos años son similares a rapideces medias incumbentes a millones de años” (p. 338). Además se suele invocar la amplitud dispareja del fondo marino, siendo adscrita a migración de dorsales o "brincos" producidos por interactuar con plumas mantélicas (Müller et al., 1998).

Se ha propuesto una historia compleja de expansión en el lecho para las cuencas del Pacífico, a fin de "dilucidar" sus enrevesados patrones de anomalías magnéticas. Los peritos sugieren que en la zona occidental los diversos estándares nacieron por un centro expansivo quíntuple y unido en dos puntos triples. Agregan que todas las correlaciones entre perfiles magnéticos se establecieron "al ojo"; en contraste, si las anomalías surgen por canales tensivos antaño operatorios, aparece un flujo de coherencia intrínseca (Meyerhoff et al., 1996, fig. 4.4).

En la Dorsal Media Atlántica hay dos desajustes magnéticos, que según la "escala de tiempo geomagnética fosilizada" debieran tener 8 millones de años y pueden rastrearse hasta Islandia, donde corresponden a manifestaciones volcánicas del Pleistoceno y Holoceno con una edad más corta (Beloussov, 1980). Las bandas de anomalías "golpean" los continentes en al menos 15 lugares y "se hunden" bajo rocas proterozoicas o de menor edad, siendo también casi concéntricas alrededor de escudos continentales arqueanos. Ello implica sitios de fracturas antiguas que se formaron parcialmente en el Proterozoico y rejuvenecieron desde entonces (Meyerhoff y Meyerhoff, 1974). La paterna de franjas se describe mejor por bandas líticas conexas a fallas de diversas susceptibilidades magnéticas (Agocs et al., 1992; Choi et al., 1992).

La perforación en océanos controvierte el modelo inicial y altamente simplista de un lecho marino dispersible para el origen de anomalías magnéticas (Pratsch, 1986; Hall y Robinson, 1979): primero, tuvo que abandonarse la idea de su génesis en los 500 metros superiores de corteza oceánica. Las intensidades magnéticas, direcciones generales de polarización y a menudo la existencia de diferentes zonas de polaridad a varios niveles subterráneos apuntan a que los suplidores de anomalías se encuentran en planos de corteza más hondos que aún no están perforados ni datados. En segundo término, las capas verticalmente alternas de sentidos opuestos en polarización magnética contraprueban que la corteza oceánica se magnetizó por completo al presentar expansividad lateral desde el centro magmático, e indican que los acotejos seriales de corteza representan tiempos geológicos más largos de lo que hoy se acepta. Todo eso concuerda con las pródigas “rarezas” en edad de rocas marinas, y visto que la cronoescala de bandas magnéticas es probablemente ficticia, cualquier nexo entre las estimaciones del movimiento de placas deducidas de ella y los datos geodésicos espaciales es susceptible de representar una mera coincidencia, o el efecto de posturas sesgadas.


07. Subducción

El considerando de las zonas Wadati-Benioff como "áreas de subducción" está repleto de dificultades (Pratt, 2000; Oard, 2000b). Se supone que el volumen de corteza generado en dorsales oceánicas es igual al subducido, pero estos sistemas geológicos crean nuevas capas corticales en 2 x 74000 kms., mientras que hay 43500 de fosas y 9000 para "zonas de choque", o un tercio de "centros expansivos".

Nadie explica de buena manera cómo se impulsa la corteza oceánica hacia el manto más denso. Un análisis sobre mecánica de subducción propone que quizás nunca pudo obrarse, y mucho menos continuar (James, 2000).

Al inicio se conjeturó que las fosas albergaran sedimentos densos y deformes acumulados durante millones de años de convergencia; en cambio, el 44% de aquéllas no tiene depósitos. El resto engloba "cuñas de acreción" a lo largo de la pendiente hacia tierra y más reducidas que lo previsto. Se esperaba que éstas últimas crecieran y elevaran con el tiempo, pero ahora se sabe que algunas disminuyeron varios kilómetros. Además, los sedimentos suelen estar en capas horizontales y sin perturbaciones, derivando principalmente de tierra firme y no el lecho marino. Los tectonistas recurren a la idea inverosímil de que el sedimento blando oceánico puede trasladarse a un área de subducción sin dejar rastros importantes. El hallazgo de piedras sedimentarias viejas en pendientes internas de fosas condujo a la creencia de que las rocas más noveles del margen continental también erosionaron y subdujeron. De igual forma, los montes submarinos despojados y sus trozos deberían apilarse en fosas, pero no es así.

Se demostró falso el vaticinio de que las zonas subductivas mostrarían rasgos compresionales "espléndidos" y "obvios". La extensión es ubicua en desniveles de fosas con rumbo al océano y las cuencas de arco posterior, y se encontró inesperadamente en arcos de islas. La fosa misma tiene cariz de sección transversal de un graben, en tanto que la cobertura predomina en las partes media y alta de dicho gradiente hacia tierra o el arco. Hoy el aplastamiento sigue preterido al declive más bajo, pero esta zona se interpreta mejor como el resto de una gran subsidencia o flujo de escombros.

Choi (2000) dice que las interpretaciones tectonistas de sismos en fosas del Pacífico carecen de solidez y están constreñidas por modelos. Varios perfiles sugieren que la corteza inferior precámbrica yace bajo el fondo del océano y el talud continental, atravesando la cárcava sin subducción. Los sedimentos progradantes a tierra junto con datos geofísicos y de dragado indican que antaño hubo masas continentales en el Pacífico moderno, donde ahora vemos profundas llanuras abisales y fosos.

Los diseños de áreas de subducción en manuales están embellecidos, porque en realidad presentan una estructura compleja con cisuras y gajos transversales/verticales. A menudo comportan un tramo superior que tiende a un buzamiento de menor calado que el inferior, y ambos sectores pueden indicar un desfase de hasta 350 kms. Los terremotos profundos están desunidos a los superficiales y hay pocos intermedios (Figura 6). El nivel sísmico muy bajo dentro de 50 kms. del eje de fosa y la ausencia de una gran falla de empuje en la base del talud continental no auspician ninguna "losa descendente".

Fig. 6. Distribución de terremotos perpendicular a los Andes, 15-30° S (Teisseyre et al., 1974, fig. 8). La "zambullida de losa" es más bien quimérica.

Lowman sostiene que otros datos telúricos apoyan la subducción. Es cierto que la mayoría de terremotos profundos señala fuerzas compactantes de primer movimiento que involucran traslado de gradientes verticales, pero al contrario de predicciones genéricas, las sacudidas de hondura intermedia muestran un ímpetu análogo muy variable y entrañan tensión degresiva. La inestabilidad en mecanismos focales puede ser extrema incluso en una distancia corta de la zona Wadati-Benioff, y esto es difícil de comprender si el trabajo sísmico resulta por un campo de tirantez uniforme.

Se cree que la mayoría de focos de terremotos grandes sobreviene en la interfaz de placas en un área Wadati-Benioff, pero en ocasiones los hay profundos e intermedios allende esta zona. Por ejemplo, se han producido cuatro sacudidas violentas de 75 a 200 kms. al oeste de la zona subductiva de Kurile-Kamchatka, siendo adscritas a una pieza litosférica suelta y aún en deformación; luego, ello fue visto como "prueba" de que la losa no continúa por debajo de 700 kms., aunque este es el lugar donde la tomografía llevó por primera vez a deducir que las losas penetran el manto inferior. Es sorprendente que muchos terremotos advienen dentro de la "losa subductora" y no a lo largo de la interfaz de placa, donde se supone que la tensión es mayor. Otro hecho capcioso es que el deslizamiento de terremotos rara vez acontece con rumbo al desnivel de la zona Wadati-Benioff y sea oblicuo al plano "zambullidor" (Oard, 2000b; Suzuki, 2001b). En 1994, el episodio con magnitud 8,3 en Bolivia semejó tener una dinámica horizontal que atravesó la "losa" de pendiente abrupta.

En lugar de que la litosfera marina repose bajo arcos isleños y fosos de arcos posteriores en zonas Wadati-Benioff, una alternativa es que los núcleos continentales de cinturones montañescos y sistemas arco-fosa de islas se desplacen a promontorios u hoyas oceánicas mediante procesos tectónicos verticales (Krebs, 1975; Wezel, 1986; Dickins y Choi, 2000; Oard, 2000b; Suzuki, 2001a). El área Wadati-Benioff representaría la interfaz de combadura entre el arco insular en ascenso/región continental, y la corteza/manto oceánico que se hunden, explicando así por qué los movimientos de terremotos son más aleatorios de lo presumido. Dicha hipótesis también elucidaría el alto nivel de calor bajo el arco isleño y la cuenca del posterior, junto con su extensión/colapso, vulcanismo y el fuerte desbalance de gravedad positiva y paralelo al arco, que aún siguen constituyendo incertidumbres. El dogma contemporáneo también fracasa respecto a la génesis montañosa alrededor de la Cuenca del Pacífico y otros lugares (Ollier y Pain, 2000).

La tectónica de placas se enfrenta a problemas gravísimos como los ya descritos. Existe una necesidad urgente de continuar investigando la composición y edad de lo que se denomina “corteza oceánica”, pues los avances podrían decidir para siempre el destino de la ortodoxia.


08. Referencias

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