El concepto de "hipocresía" incomoda a millones de practicantes "místicos", en especial los arrellanados en tendencias biestupidizantes e infructuosas (en todo el espectro que les engloba), y a las cuales no dudan en hacer un lavado de imagen cada cierto tiempo, incluso si ello significa torcer doctrinas nobles, imparciales y profundamente revolucionarias como la propia Teosofía.
Cualquier persona sincera y cuestionadora de rebaños cenagosos dará poca o ninguna importancia a sus berrinches pseudointelectivos y pleonásticos con aires de "modernidad", en muchos casos más representativos de lamezapatos atormentados que de personas cuerdas y comprometidas por servir a sus semejantes. Ante los cuestionamientos sobre la ideologización subnormal e innecesaria en Teosofía, los "universalistas" postizos del Movimiento recurren a la estratagema de señalar como "ilusorio" el reclamo justo de mucha gente acerca de "la imposibilidad de combinar calma y sabiduría en la vida real, evitando ansiedades u otros desequilibrios relacionados". Así, la idea fundamental de su engaño es relegar por completo la autocrítica y traspasar toda responsabilidad al individuo común por su "falta de interés" o "malos hábitos procrastinadores" en la disciplina ético-espiritual, obviando además una serie de aspectos no menos graves que involucran tanto a esos "arquetipos incuestionables" como a la población general.
[Como trasfondo, añádase la relación simbiótica entre maldad premeditada y negligencia, los rasgos prevalecientes en dichos especímenes. La primera característica estimula conductas de omisión o indiferencia egoísta, y la segunda deviene combustible de aquélla; ergo, no cabe hablar de caprichompasión según la plantean ciertos "teósofo$"].
01. Hay tres conductas destructivas que caracterizan la incoherencia fáctica entre varios autores. Primero, los mal llamados "teósofos" parcializantes (y los miembros viciados de otras religiones) son los principales culpables de desvincular la teoría de la práctica. La acotación popular de que "el misticismo puede sonar muy bonito, pero es impracticable", es precisamente una consecuencia directa de la hipocresía o los embustes elaborados por dicha gentuza para fines de autoengaño o manipulación de masas. Segundo, las actitudes ideologizadas suelen expresar el abandono implícito de la intención por tratar de ser coherente, pues la persona con esa patología se justifica de antemano en su odioplomacia y desecha la idea de vivir la sabiduría en su cotidianidad; por ende, debiera tener el suficiente coraje para descartar también la Teosofía que tanto dice "alabar", y en lugar de ello se aproxima gustosa al abismo ético y de forma imperceptible. Tercero, al poner obstáculos hurgamanderos y tan superficiales, demuestran no tener la cognición más elemental de un hecho histórico que inspiró los inicios del Movimiento: las prácticas ejemplares de calma y sabiduría solían provenir de personas que renunciaron a quimeras separatistas o lagartonas y permanecieron en el mundo, estableciendo el parámetro de no aferrarse a humoradas borreguiles, y por ello estaban más comprometidos con el centro de paz en su fuero interior, ya sea de modo formal/informal, consciente o inconsciente.
Las diversas corrientes místico-esotéricas han documentado y difundido el testimonio de miles de sabios y aprendices de Sabiduría Perenne, dejando claro que sí es posible vivir en base a la simplicidad y no echando mano de complicaciones absurdas o artificiales que neuroticen más a lectorados o audiencias. Sin embargo, y aún cuando en la actualidad millones de ciudadanos honestos se esfuerzan por recorrer este camino práctico, considerando sus posibilidades o límites, se topan con una muralla enorme al comprobar el cinismo inveterado de los "exponentes" o "estudiantes" más proclives a defender a capa y espada -en modo indirecto, claro está- las mafias excrementicias en los sectores público o privado, y "haciendo ojitos" a causas "honorables" que para hoy están gravemente devaluadas y fuera de control, dependiendo del politizoológico que se trate.
En consecuencia, es muy necesario condenar abierta y continuamente a ese grupúsculo de "excepciones divinas al Karma", sin añadir las típicas coartadas imbéciles de que "ay, es que el asunto es tan complejo y dinámico...". A esto debiera llamarse "buenismo oxcitocinesco", pues la misión de ese puñado es imponer la falacia de que "la espiritualidad ofrece las mismas oportunidades evolutivas para todos", y ojalá sin despertar mayores cuestionamientos sobre los orígenes de fondos para sus viajecitos por el mundo, continuando la trama de recibir u otorgar favores particulares y extasiándose con el "hermoso caleidoscopio" del sistema, ya sea refregando en otros su acceso exclusivo a "estilos saludables" o bien soslayando problemas contemporáneos de especial urgencia, quedando todo el tiempo como simples monigotes desgastados e hilachentos cada vez que abren sus bocas pestíferas para "aleccionar".
02. El artículo "Materialismo, ingenuidad y carácter débil" examina la mala costumbre entre hordas de comodones materialistuchos de llamar como "impráctica" a la espiritualidad, creando cadenas de pretextos para justificar el hecho de que no se interesan por encarnar principios espirituales sólidos, ni siquiera dentro de sus posibilidades. Es importante no perder de vista que, hasta ahora, la pugna entre individualismo y colectivismo es intrínsecamente egomaníaca y no tiene nada que ver con iniciativas de educación ética, las cuales no existen en muchos países. Por esta razón, todos quienes critican la mala gobernanza en sus respectivas naciones debieran tener los genitales bien puestos para reconocer la inutilidad de cualquier modelo político mientras no se lleve a efecto una revolución mental, capaz de romper paulatinamente los moldes condicionantes que toman como rehén al sentido común, y que de hecho es cada vez más atípico si consideramos la chanchería mediática sintonizada por millones de bipelmazos odiosos.
En este caso específico, la mediocridad aparentemente inacabable de "optar por el mal menor" es un germen muy contagioso destinado a suprimir el vigor mental que genera el examen directo y sin remordimientos del mal humano, y apreciando cómo éste último se las arregla al objeto de vampirizar el trabajo político y las necesidades demográficas inmediatas. Sobre el tema del conformismo promovido con miras a la coacción reflexiva, conviene citar la mordacidad incluida en una fábula china llamada "Tres o cuatro castañas", escrita por Chuang Dsi:
"Un amaestrador de monos, en el Reino de Sung, era muy aficionado a estos animales y mantenía un gran número de ellos. Era capaz de entenderles, y los primates a él. El sujeto debía guardar una porción de la comida de su familia para dársela a sus changos, pero llegó un día en que el alimento no sobraba en casa, y quiso disminuir la ración para los simios. Sin embargo, temía que no estuviesen de acuerdo con esto, y decidió engañarlos.
-Les daré tres castañas cada mañana, y cuatro cada tarde -dijo el hombre-. ¿Será suficiente?
Todos los monos chillaron, alzándose en señal de protesta.
-Bueno, entonces ¿qué les parece cuatro en la mañana y tres por la tarde?
Los monos, esta vez, volvieron a ponerse en cuclillas, bastante satisfechos".
Si extraemos las connotaciones aplicables de esta historia a la época moderna, vemos que la imposición comunicacional del "mal menor" tiene por objetivo tratar siempre a los votantes como si fueran niños desilusionados, y haciéndoles partícipes de una "compasión resignada" sólo por formar parte de un esquema electoral o civismo forzado que raya en lo patético, explotando sensiblerías y rencores muy estudiados, cómo no, con la gentil ayuda de psicolobasuras al servicio del mal. Se supondría que, al pelear contra falsedades o exponerlas sin compromisos, aprendemos a refinar el discernimiento, pero en nuestros días los escándalos por delitos de corrupción sólo avivan la imbecilidad permanente de "jugar al empate" o sacando trapos al sol, haciendo de ello el juguete predilecto de ignaros conscientes o inintencionales, los mismos que desprecian o subestiman la espiritualidad seria, sin poner jamás en duda la condición pestilencial de partidos o sectas incapaces de ejercer un autoexamen consistente.
03. Visto lo anterior, no es aceptable ni menos "compasivo" hablar de "hipocresía sincera", ya sea en grupos teosóficos o de otro tipo. Para ser alguien honesto, no es forzoso recibir una "pedagogía apropiada", pues los pocos observadores imparciales se encuentran en cualquier estirpe y detentan esa capacidad de forma innata. Desde un punto de vista teosófico, lo ideal es que la educación básica o formal libere a la gente de falsedades heredadas en épocas, familias o entornos laborales, y particularmente propiciar instancias de autoanálisis. La pregunta es: ¿qué han hecho en 140 años esos "teósofos" sesgados y mala clase para traer esa liberación a todo el mundo (excluyendo la cristianofilia denigrante), y no sólo para oligarquías cabronas (del lado que sea) que siguen rapiñando al prójimo como denunciaba H.P.B. en "La Clave de la Teosofía" y otros escritos? Ya vamos a cumplir dos centurias presenciando ese circo, y es muy factible que estos bellacos polarizados sólo estén tratando de ganar tiempo para reescribir la partitura y letra de sus cantos seductores. ¡Y paradojalmente, en esto consiste su "ideal" de "flexibilidad"!
Si analizamos los sendos fracasos pedagógicos de colectivos esotéricos, su adoración a personalidades o formas externas, el "buenismo hormonal", codicia por dinero de acólitos, ansias de reclutamiento/coerción sexuales o respeto a enseñantes de camelo, es menester recordar siempre que en muchos casos ser falso SÍ es una decisión individual. Todos tenemos la opción de asimilar y corregir nuestra parte de culpa en aquellos hechos de la vida que nos incomodan, y por ello los hipócritas recalcitrantes en más de una ocasión también se han enfrentado (o enfrentan) con sus propias hechuras o la rabia disciplinadora de quienes diabólicamente tachan como "aguafiestas" o "enemigos"; en consecuencia, dichos incongruentes no tienen excusa para decir "es que nadie me enseñó que había otras formas de vivir" y tampoco son sólo "víctimas de su tiempo".
Los teósofos que están bien informados sobre la naturaleza humana saben que nadie está libre de ilusiones; no obstante, uno de sus deberes irrenunciables es exhibir las falsedades interconectadas en todo ámbito de la existencia mundana o religiosa, mostrando el debido entendimiento hacia los cándidos genuinos o menos cultivados (sin contar a masoquistas autoflagelantes), y condenando duramente cada vez que sea posible las maquinaciones de filosofuchos malparidos y adictos terminales a la inmediatez. Ya hace miles de años, los maestros del I Ching sostenían en la interpretación de uno de sus hexagramas que, en momentos de extrema tensión o rebeldía sociales, "es conveniente ejecutar a los cabecillas, y perdonar la vida a sus adherentes". Ustedes como lectores verán cómo adoptan esa postura, si de manera literal o metafórica. En este sentido, es muy jocoso constatar que en nuestra era del Informatoceno haya "monitos amaestrados" en el mantra gilipollesco de "no juzgar a la persona, sino al error", como si todos los humanos presentaran igual comportamiento, o todos albergaran las mismas intenciones. Así es como va la "estupenda" y "consecuente espiritualidad" en muchos colectivos de nuestro tiempo.
La dureza oportuna de carácter y acción contra fanático-materialistas o referentes putativos inmerecedores de compasión siempre representará para ellos una oportunidad de acusar "estrechez psicológica" o "afán dictatorial" en sus oponentes, haciendo gala estúpida de la "norma espejo" (detallada en este artículo) con lo cual justifican sus crímenes y el "derecho especial" de manosear la filosofía del Karma a conveniencia. Afortunadamente para los críticos imparciales o la gente sincera y traicionada por organizaciones "espirituales" análogas, y mientras no se produzca una limpieza firme y profunda de todo elemento politiagusanado o proselitista, todas las sectas del Movimiento Teosófico perdieron la influencia mahátmica que caracterizó el periodo 1875-1891 y experimentan hoy como castigo kármico una supervivencia nominal o flemática más o menos notoria, y asimismo una indiferencia general hacia divisiones marginales (que aún tienen la petulancia de considerarse "universales") en vista de las iniciativas denunciadoras que ya comienzan a aparecer aisladamente por internet e instancias grupales.
Las ya mencionadas limitaciones para vivir plenamente la sabiduría son tanto personales como asociativas, y por ende es bufonesco darles importancia exclusiva porque al fin y al cabo los "modelos" espirituales/ideológicos y enloquecidos que tratan de venderse salen de la misma sociedad enferma e idiotizada que crea sus propios monstruos. Con esa tendencia en auge, a futuro sólo unos pocos vencerán los obstáculos señalados y quizá los 432.000 años del Kali Yuga o Edad de Horrores se alarguen más de lo previsto. Querámoslo o no, los sistemas de control imperantes son obra kármica de déspotas manipuladores y corderitos manipulados, unos más ansiosos que otros por hacer prevalecer sus arrebatos o lloriqueos generacionales. Dice una sentencia que "los problemas más difíciles tienen las soluciones más fáciles", y resulta tragicómico observar la plétora de conformistas que juegan a ser "originales", "resilientes", "corajudos" o incluso "renovadores". Deberían simplificar más su vida y probar suerte en la actuación, ya que les sale tan natural fingir y provocar emociones superfluas...
O mejor todavía, ¿qué tal si sólo dejan el engolamiento y se bajan del trono, haciendo memoria sobre la decrepitud en gobiernos pasados que despertó maldiciones y violencia a granel en su momento? Es curioso que muestren tanta facilidad en lo tocante a aspectos metafísicos, y a la vez anulen con igual presteza su memoria genealógica o nacional. Sería muy interesante ver qué clase de iluminación los guía para entonces, cuando ya no puedan pontificar acusatoria y malignamente desde sus sillones.
Recordando la letra de aquella canción roquera, ya estamos saturados de misticone$ que se entregan a cualquier oferta en su avaricia de poder, pero el día que decidan echar pie atrás, tendrán muchas huellas que borrar. Total, y como dice el chiste, al parecer no están preocupados por seguir perdiendo babas o ahogarse en ellas, porque tienen bastante para segregar y les cuesta cada vez más cortar el hilito cuando tratan de reciclarlas.
Aquila in Terris