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30 de abril de 2023

Extractos de "Magia: un tratado sobre ocultismo natural" (Manly P. Hall)


Aclaratorias y advertencias graves sobre la magia, y sugerencias de cómo hacer frente a materialistas crónicos y reconocer malintencionados en la rutina diaria.

[Traducción por autor (es) desconocido (s); se han hecho ligeras correcciones estilísticas].

Desde hace mucho tiempo, se ha venido cometiendo el error de llamar "magia negra" a la perversión del poder oculto. Ésta es una aceptación inadecuada de la palabra "negro/a", porque no significa necesariamente "perversidad". El negro es el fundamento incoloro de las cosas; es la fuente de todo ser y representa el cuerpo de la Inteligencia Absoluta. Toda conciencia y toda luz han surgido de la oscuridad del caos, y la Noche Cósmica -con su tenebroso Pralaya- es el Padre-Madre de la Creación. Las negras tinieblas encubren el trabajo del Infinito, y pese a toda luz que pueda existir en el alma humana, ésta siempre se encontrará rodeada por oscuridad, por las hirvientes sustancias del caos. Toda manifestación es una concreción de las tinieblas, y una inmensurable posibilidad.

Los "Hijos del Obscuro Origen" no son perversos, y laboran en las tinieblas de esa sustancia, moldeándola en miríadas de formas invisibles e incalculables. Son los hijos de Saturno (Satán), el Padre Negro, quien como la negrura del caos mismo, terminará devorando a sus propias obras [Cronos/tiempo], y al hacerlo, las vuelve a la vida sustrayéndoles de esa muerte que los hombres llaman creación. Todos provenimos [físicamente] de ese negro abismo y no tenemos derecho a considerarlo "malo"; es el origen de dioses y hombres, siempre envuelto en los inescrutables mantos de su propio misterio. El hombre debe extraer la piedra de su propia alma desde esa abismal negrura -insondable cofre de los tesoros de la Naturaleza-, del mismo modo que el minero arranca el diamante del negro carbón que lo envuelve (...).

Existe una falsa tiniebla y otra verdadera. La verdadera tiniebla es matriz de luz; la falsa oscuridad es la perversión de dicha luz que irradia desde la verdadera oscuridad. La oscuridad natural es el principio básico de todas las cosas, mientras que la falsa degrada el poder de los ángeles de Satán. El demonio, como arquetipo del abuso, no es hijo de Saturno, sino del hombre y la falsa oscuridad en la Tierra. El ser humano es encarnación del germen de inteligencia mental, y la magia negra sólo es posible para personas inteligentes. El Espíritu Absoluto y sin forma, despojado de todas las envolturas de los vehículos no compuestos, es verdadera Oscuridad, el fundamento adimensional de todo cuanto es, ha sido y será, y el velo final tras el que se oculta toda la Creación. La falsa oscuridad es cristalización absoluta y constituye el extremo incoloro inferior del espectro, en oposición al colorido extremo superior del espectro vibracional. Ambos extremos, en última instancia, son absorbidos en la oscuridad: uno en la del espíritu y otro en aquélla de la materia. La vida palpita en la oscuridad y se extingue en la luz; muriendo verdaderamente llega a la vida, porque ésta, tal como la conocemos [en el sentido terrenal] es pura muerte. De esta forma, la oscuridad natural es posibilidad latente; la falsa es oportunidad degradada (...).

Si las varias formas de oportunidad no existiesen, no habría perversión del poder. Un antiguo proverbio dice "la ocasión hace al ladrón”. La oportunidad es eterna tentación, y sin ésta última no habría pecadores. Por eso, cuando los poderes superiores ofrecen al hombre una oportunidad, también traen pecado y muerte; quien le porta luz, le acarrea falsa oscuridad. Luz y sombra son inseparables; la sombra de la luz es falsa oscuridad, porque la creación de la primera comporta la segunda. Para liberarse de la tentación, el hombre tendría que abandonar su raciocinio; para liberarse de la oscuridad renunciaría a la luz; tendrá que dejar los opuestos, pues si acepta uno, necesariamente debe asumir el otro (...).

Cuando el hombre aprende con su comprensión gradual los poderes de la Naturaleza -y principalmente de sus propias facultades-, con el aumento de su saber se acrecienta su responsabilidad. Si el humano actual conociese los poderes divinos aún dormidos en su interior, se convertiría en la criatura más peligrosa del Universo, tanto para sus semejantes como para él mismo. El alma debe crecer paralelamente al conocimiento que adquiere; de no ser así, los organismos se destruirán entre sí. La acción y reacción han de fortalecer al carácter para que la voluntad así ganada pueda siempre someter a los deseos. En caso contrario, si el deseo impera, sea cual fuere el nivel alcanzado por el individuo en el Sendero, se convertirá en mago negro (...).

Durante la primera mitad de este Cuarto Globo, los Grandes Seres se acercaron a la humanidad para fortalecerle a causa de su elección, y otorgar las enseñanzas básicas para aprender a redimir el alma. En la actualidad consideramos a estos semidioses como "seres mitológicos", pero en realidad colaboraron en la creación de la especie, sembrando en nosotros la semilla del discernimiento que es, en definitiva, el redentor de la razón humana. Quienes tomaron el sendero de la derecha [magia blanca] entraron en alguno de los siete rayos que conducen a la inmortalidad, mientras aquéllos que horadan el camino izquierdo van rumbo a la cristalización final. Ambos desembocan en oscuridad: uno en la inmortalidad de la unión divina, y el otro en la mortal lobreguez de la aniquilación divina (...).

Los adeptos del sendero siniestro han aceptado que sus espíritus inmortales estén sometidos a sus cuerpos inferiores, incrustándose en una materialidad cada vez más densa, y enredando cada vez más su conciencia en la materia. Si se persiste en esa práctica, el espíritu no podrá desembarazarse de la materia de los mundos inferiores, en los que habrán de permanecer atados hasta la disolución del Universo cuando sobrevenga la noche de Brahma, y la chispa divina sea arrojada a las tinieblas del infinito a través de los anillos de Saturno (...) serán las tinieblas de la tumba e inconsciencia, alcanzadas luego de un trayecto de perversión y negación. Su recompensa es la muerte negra, la pérdida del alma. Tales egos deambulan en lo ignoto sin esperanza, razón ni comprensión, mientras los engranajes del Caos van disolviendo los cuerpos de que no supieron hacer uso adecuado.

Por otro lado, en el caso del mago blanco su espíritu se identifica con aquéllos que aspiran a liberar la divina esencia de sus cuerpos, y convertir a éstos en servidores en lugar de amos. La conciencia se desembaraza de la materia con movimiento espiral, actuando en medios cada vez más sutiles, hasta separarse totalmente de la forma y alcanzar conscientemente la resurrección. Adquiere así el poder de modelar la materia en cualquier forma necesaria para su trabajo. Atraviesa el mundo del espíritu y penetra en lo que el individuo común sólo puede conocer como "tinieblas". La luz es una emanación-forma, y cuando penetramos en la divina Presencia, ingresamos en la Omnipotente Tiniebla. Es la divina Sombra, sobre la cual tenemos perfecto dominio y que contiene en sí misma todas las cosas en latente potencialidad. Nos hermanamos con la obscura causa, la matriz de Luz, y nos convertimos en arquitectos del esquema cósmico (...).

La magia es el arte de operar con las fuerzas invisibles de la Naturaleza, y así un mago es capaz de prestidigitar los cuatro elementos de los cuerpos; puede moldear conscientemente las substancias de tres y medio mundos de sustancia material. El mago blanco trabaja a fin de ganarse la confianza ante los poderes supremos, y probar -con la pureza de su vida y sinceridad de motivos- que se le puede confiar el Gran Arcano [carta n°1 del Tarot]. Por el contrario, el mago negro busca obtener dominio sobre los poderes espirituales más por la fuerza que merecimientos. En otras palabras, trata de tomar por asalto los portales del cielo, corriendo tras el poder espiritual y el dominio oculto con intenciones inconfesadas.

Resumiendo esto, la divisa del mago negro es “el poder es derecho” ("supervivencia del más apto" [hoy abismalmente malentendida]), mientras que el lema del mago blanco es "el derecho [mérito] es poder” (supervivencia de todos).

Siguiendo con otras clasificaciones, la llamada "magia gris" corrompe el poder en modo inconsciente o subconsciente, y "amarilla" es cuando adviene fracaso en el aprendizaje de cómo prevenir la degradación de dichas facultades (...) Todos los humanos pertenecen a alguna de estas cuatro clases, y es importante que cada cual se analice a sí mismo y trate de ver en cuál de ellas está. Nada hay más sutil en el Universo que las fuerzas de la falsa oscuridad. Constantemente debemos examinar y vigilar nuestra vida diaria, porque nunca nadie está en lugar seguro. Cuanto mayor sean el poder y la luz de que se dispone, mayores serán las tentaciones para abusar de ellos o emplearlos con fines egoístas. También ha de saberse que cuanto mayor sea el conocimiento, tanto más grande es el castigo por abusar de él. La falta o error tolerables en el niño son imperdonables en un adulto (...).

Todavía hoy perdura la magia negra del pasado, la oscuridad que fue causa de la inmersión de Atlántida, cuando el hombre esclavizó a los demonios de los elementos y les obligó a cumplir sus mandatos. No ha muerto la magia negra medieval con sus hechicerías y orgías; tan sólo ha cambiado su forma, como varían otras en la Naturaleza. Ha encarnado en nuestra época con toda su furia y todo su poder, y está carcomiendo, como ayer, el corazón mismo de nuestra civilización, y si continúa así terminará por derrumbar y aniquilar nuestra especie. Bajo una apariencia externa de "justicia" se disfraza como "enviados de lo Altísimo", y tras el manto de palabras promisorias acecha constantemente la amenaza del demonio cabrío de Mendes. En sus falsas sombras ocúltanse las furias del averno y los vampiros del plano astral. Como el mago negro no tiene medios legítimos para mantener su poderío, y no habiendo pasado por la escuela del perfeccionamiento, vaga por la Tierra como los primitivos hombres-lobo, vampirizando criaturas a fin de conseguir la vitalidad que necesitan para seguir actuando. Todos quienes no se han afirmado conscientemente en el Sendero Blanco son víctimas posibles de esos monstruos de iniquidad; todos cuantos no estén conscientemente en dicho camino, ni establecidos con firmeza en el camino de la verdad y sinceridad, están permanentemente bajo las amenazas de estas arpías que se mantienen al margen del curso de la evolución como espectadores desalmados. Tienen el poder de invocar a los demonios que les sirven de instrumento, en tanto que la imparcial ley natural es constantemente violada a fin de que ellos se perpetúen. En sus manos, el poder de la luz se convierte en cetro de muerte, pues muchos que esgrimen poderes espirituales tienen yerto el corazón. Sus mentes son basureros de maldad, y sus almas se han extraviado hace mucho. Están condenados hasta la próxima oleada de vida, pues en ésta han anulado dentro de sí todo germen de bien. Sin embargo, luchan desesperadamente, apegándose a la vida a todo precio, al darse perfecta cuenta de que la eternidad nada les reserva (...).

El diablo no es algo falso; no hay cosas falsas en la creación de un Dios verdadero. El diablo es un abuso o mal empleo del poder. Es un encuentro de corrientes, o si se quiere, una interferencia con el Plan. Podríamos establecer una definición del diablo, diciendo que es la cosa justa en el lugar equivocado. El peor de los demonios en la Naturaleza podría ser bueno por un proceso de simple reajuste. La inteligencia promedio del humano medianamente consciente basta para hacer un dios de todo demonio mediante un simple proceso de inversión. Análogamente, ella es capaz de hacer un demonio o una cosa mala de todo bien o dios, poniéndolos en una relación inadecuada con otros aspectos. La palabra "diablo" se utiliza para señalar los dos excesos de polaridad en la Naturaleza, que si estuvieran fuera de control destruirían el organismo que el hombre trata de construir. Los dos Grandes Demonios de la Creación son Satanás (Saturno) y Lucifer (Marte, o según los griegos, Venus) (1).

(1) Nota del administrador: hasta donde se sabe, muchos astrólogos occidentales distinguen a Saturno y Marte como planetas maléficos y opuestos, pero independiente de los nombres con que se conozcan estos principios (cuya dilucidación terminaría en conjeturas bizantinas e improductivas), sus características quedan bastante claras y son el eje pivotante de algunos párrafos ulteriores.

Satanás [en su parte positiva] es el espíritu de prudencia, que cuando es pervertido se convierte en negación. Ante su portal se agolpan los pecados de omisión, y pocos se dan cuenta de que el individuo es responsable por las cosas que deja de hacer, y éste es un aspecto de la Ley, porque es tan malo no hacer lo correcto como realizar lo indebido. Satanás inhibe, retrotrae, aísla, es cristalizante y lleva a la inercia cósmica porque destruye la acción. Se lo representa con un esqueleto que sostiene una guadaña, porque rige los huesos del hombre y los planetas, que son osamentas del Hombre Macrocósmico. Es el demonio de hielo que congela el espíritu en la sangre, y gobierna la muerte de las esperanzas no realizadas. Es el espíritu que finalmente reclama el retorno de todo lo que ha emanado a través de sus místicos anillos.

Por otra parte, Lucifer es el espíritu del exceso, el flamígero resultado del atolondramiento y rige la gratificación de los sentidos, sobre los que ejerce su dominio con un cetro de serpientes. Las víctimas de su poder ejecutan actos violentos, no porque él lo quiera así, sino porque ellas poseen esta energía y ellas mismas la han corrompido. Lucifer es portador de luz, y es trastocado por el hombre en fiero monstruo de encono y guerra. Se ha venido abusando de su poder como inspirador de sensualismo y pasión, en lugar de usarlo para el logro de un ideal. Cuando no son dominados, aquéllos que caen bajo su influencia se encaminan insensatamente hacia su propia destrucción. Está en perpetua oposición a Satanás, tratando de arrebatar el alma humana del frío abrazo de Saturno; es el calor que incuba al alma, pero el hombre lo utiliza como ardiente llama en que se consume la razón.

Todos los poderes de la Naturaleza sirven espontáneamente al bien, pero cuando caen en manos de quienes pueden ejercer mandato, el hombre los convierte en espíritus salvajes para perjuicio de su propio mundo. El espíritu humano se debate entre ambos extremos (Satanás/máxima frialdad y Lucifer/calor ardiente), crucificado como el Cristo alegórico, quemado por el fuego aniquilador de uno o congelado por la negación del otro (...).

Satanás y Lucifer no son malignos, sino que constituyen los dos más grandes poderes de la Creación. Sin ellos el Universo no podría existir; por un lado Marte (...) es el dínamo del Sistema Solar, y sin él los planetas no podrían mantener su incesante marcha; por otro lado, Satanás erige la Tierra y los mundos con su poder cristalizante, sin el cual no existirían sustancias sólidas con qué hacer los cuerpos. No es la fuerza o el poder lo que constituye el mal, sino su perversión (...). Por esto, el ser humano -como corruptor del poder- crea demonios porque es la más incapaz de las criaturas en lo que se refiere a ejercer poderío desde el interior de su propio ser. Los reinos inferiores se ven forzados a reaccionar ante impresiones grupales y obedecer sin vacilar (...).

Debemos desarraigar de nuestra mente la idea de que "el mago negro no puede dañarnos porque nosotros seguimos la senda recta" o "es débil por su maldad". Esto es un error difundido para evitar que una persona se fortalezca, y es propagado por los seguidores del sendero negro. Es tan insensato como imaginar que si un boxeador profesional estuviese peleando con un niño, éste ganaría el combate porque "su alma es pura". Millares de personas carecen de la suficiente ambición para desarrollar fuerza necesaria; viven honestamente, son buenos cristianos, pero tan negativamente puros que pregonan abiertamente ser blanco fácil para cualquiera que desee aprovechar la oportunidad. No son negros en sí mismos, pero sí el tipo que facilita la perpetuación de la magia negra.

Es innegable que en última instancia el bien triunfará, y el mago negro habrá de caer víctima de sus propios excesos (...) pero serán muchos los que bajarán sus cabezas al paso del tirano y sólo los fuertes estarán seguros. Los individuos que han logrado un dominio tal de las fuerzas naturales, siendo capaces de detener el corazón de una persona en el lado opuesto de la Tierra emitiendo un rayo mental (...) son peligrosos en cualquier parte que se encuentren, y la mayoría de "gente buena" promedio carece de posibilidades para resistir los embates de la magia negra. Sólamente los insensatos subestimarán este peligro; el sabio se protege contra él, porque un gramo de prudencia vale más que un kilo de curación (...).

Hemos llegado a un punto de la historia en que la ignorancia es criminal, y merece el más severo castigo. La ignorancia no es magia negra, pero constituye actualmente el mejor aliado del mago negro. Quienes no conocen nada mejor entorpecen constantemente el trabajo de los demás, y ese es el fruto de su indolencia. Cuando intentamos violar las leyes de la Naturaleza, quebrantamos nuestro cuerpo y ponemos nuestra conciencia en el lado negativo, abriendo aquellos centros de nuestro ser que nos exponen a ser influidos -y a veces obsesionados- por fuerzas malignas. Esto constituye un crimen casi tan grande como el ejercer uno mismo la magia negra. El humano debe comprender que no es posible ningún compromiso entre mal y bien; o está de un lado o del otro, y cuando aparece la duda, debe considerarse que está del lado negro, porque la misma duda es un atributo de Saturno (Satanás). Quienes no luchan por lo superior, participan de lo inferior (...).

Aprended a discernir entre la luz y las tinieblas en el mundo en que estáis, y vigilad vuestro corazón noche y día, para que no pueda surgir de él nada que pueda ser utilizado como arma para destruir la luz. No os preocupéis de vuestros errores pasados, porque la preocupación alimenta a los demonios, y eliminadlos de vuestra aura, sembrando en su lugar buenas acciones. Percibid vuestra responsabilidad personal en este problema, porque la percepción de ello nutre al alma. Haced que los poderes superiores del Cosmos adviertan esta aceptación de la responsabilidad, porque cuando vuestra propia luz brilla, los espíritus del mal corren a esconderse y cubren su faz con la sombra de sus mantos (...).

No experimentéis. En el terreno espiritual la mera experimentación es a menudo fatal, y muchos son los estudiantes que han ido a parar prematuramente a la tumba, o asilos de enfermos mentales por causa de ensayos indebidos. Apartaos del fenomenalismo, pues para el verdadero practicante nada valioso hay en él. El individuo sincero no busca la salvación "por los ojos", sino a través de su alma. El fenomenalismo no requiere la participación del aspecto superior del ser, y a lo sumo sirve únicamente para aplacar la mera curiosidad. Hoy, y como ayer, será rara la vez que se pida la salvación del alma, mientras que lo usual es que se exijan realizaciones de “milagros” (...).

El dominio que otorga el conocimiento sobre la ignorancia en los planos espirituales es mucho mayor que el que da la riqueza sobre la pobreza en el plano físico. La abundancia material puede ser una bendición o maldición, lo mismo que el conocimiento, que es riqueza mental. El sabio será siempre superior al ignorante, porque posee una mentalidad capaz de imponer respeto, y el ignorante deberá inclinarse ante lo que no comprende. En todas las épocas, unos pocos han logrado manifestar los tremendos poderes en la Naturaleza, y de un modo u otro -ya sea legítimo o ilícito- se han convertido en detentadores momentáneos del cetro serpentino. Alguien puede robar dinero y seguir rico hasta caer en manos de la ley humana, y de igual forma un mago negro puede sustraer cierta cantidad de poder divino y emplearlo para cumplir sus propios fines, hasta que al fin el abuso de poder será causa de su propia destrucción.

Durante la existencia del mundo atlante, y también en nuestra actual civilización, ha habido y existen mentes poderosas pero no virtuosas, y no siempre estas dos palabras son sinónimas. Algunos de esos seres hoy son "semidioses", tan gloriosos como el mismísimo Satanás, pero sus fechorías y falsedades los arrojan al olvido, como astros extraviados en el espacio. Estos dioses demoníacos hacen renacer la magia negra (perversión del poder) en las mentes humanas, y fomentada hoy por el pecado del egoísmo.

El mal nunca cesará de existir hasta que el egoísmo y la codicia sean desechados como factores determinantes de nuestras actitudes. Para la mente concreta, es corriente sacrificar lo eterno por lo temporal. El hombre, limitándose al reducido entorno de lo conocido, pierde de vista los efectos de sus acciones en la región ilimitada de lo desconocido. La cortedad de miras es causa de miseria sin fin. La miopía moral desemboca en vicios, la miopía filosófica en materialismo, la de tipo religioso en dogmatismo y la estrechez racional en fanatismo (...).

En ninguna parte es más evidente la magia negra como en las modalidades actuales de la religión. Tanto en sistemas antiguos como nuevos, en lugar de establecer la voluntad del Logos como la Ley para los hombres, se enseña al estudiante para "peticionar al Infinito y que Él debe obedecer". Nadie puede exigir nada justificadamente que no sea el fruto de su propio trabajo. Sin embargo, son millones los que sirviéndose de la psicología y la metafísica tratan de cosechar donde no han sembrado, creyendo que la posesión de un conocimiento les da "superioridad" sobre sus semejantes y "derecho a esclavizar" a quienes son más débiles o menos ilustrados (...).

Un pseudofilósofo permite a su mente vagar de aquí para allá, creando una multitud de abominables y absurdos entrelazamientos de vacuos pensamientos. Se enreda a sí mismo y a los demás en argumentos, disensiones e inacabables series de autocontradicciones. Trata de resolver la situación económica, o crear nuevas religiones sin estudiar las anteriores, siendo su principal función en la vida el estar siempre destruyendo algo (...). Su mente, que debería servir para aclarar los hechos de la vida, no hace sino complicarlos y sólo la emplea como medio para dar satisfacción a sus sentidos y estimular sus nervios. Su sistema emocional es un conglomerado de apetitos y caprichos. Toma la ambición por aspiración, la cobardía por prudencia, la codicia por economía y la lujuria por amor. Podemos ver entonces que la conciencia, en todo este encadenamiento de cuerpos, en lugar de aclararse mediante ellos, queda cada vez más desesperadamente enredada en ellos. A modo de definición, señalemos que la magia blanca es el servicio a lo real, la consagración de la vida a la protección y desarrollo de lo genuino. Es el empleo de las fuerzas de la Naturaleza para el bien de todos. La magia negra es utilizar la sabiduría y el poder que implica para satisfacer sensaciones, ambiciones, deseos, codicia y toda esa mezcla confusa de funciones llamada personalidad. Su resultado inevitable es el aniquilamiento de toda la estructura física y espiritual (...).

La magia negra mental es mucho más compleja, porque abraza prácticamente todo: prosperidad, metafísica, autosugestión, sugestión mental, procedimientos ocultos, influencia sobre el medio ambiente, abuso del hipnotismo mesmérico, culto de la personalidad y otras modalidades demasiado numerosas para enumerarlas. En un modo u otro, incluyo casi toda clase de deshonestidades religiosas y económicas; de hecho, abarca todos los procedimientos que una persona emplea sobre otra para engrandecimiento del más fuerte. Implica todas las formas de lograr superioridad sobre otros, ajenas al mérito personal, pues quienes pueden hacer las cosas mejor que otros no necesitan magia negra para sobresalir. Así, como perversión de esta idea, tenemos la psicología en el arte de vender, etc. Los procedimientos ejercitados actúan admirablemente bien, pero acarrean infortunio permanente a quienes se sirven de ellos.

Quienes emplean esos falsos sistemas, en su mayoría tratan de justificarse a sí mismos en base a dos argumentos inconsistentes: a) que "Dios destinó al hombre para cumplir los antojos de su mezquino intelecto", y b) que "el individuo sabe lo que quiere". Ambas son falsas premisas, pues el humano no fue creado para que sea rico, inteligente, sano, gracioso, bien educado o conseguir un matrimonio feliz; tampoco significa que "el Señor tenga objeciones" para alguno de esos contextos o todos ellos, sino simplemente que si desea esas cosas, habrá de seguir ganándose el pan con el sudor de su frente, como se ordenó a Adán, y no con el esfuerzo de otros.

El aura espiritual del hombre es su hogar (...) y éste es su santuario aún cuando sea exiliado de su morada física. Nadie, ni para bien ni para mal, tiene derecho de ingresar en él si no es por su entrada, así como nadie tiene derecho a invadir la casa de otro colándose por sus ventanas. La entrada del santuario es, en este caso, el mundo físico, porque en él todos tienen el privilegio de ver a su adversario, y todos tienen la oportunidad de luchar contra las cosas que no desean; en él, nuestros semejantes tienen ocasión de rechazar o aceptar nuestros ofrecimientos, según dictaminen sus anhelos. Pueden permitirnos entrar o mantenernos fuera de su templo, según les sea conveniente, pues al menos hay cierta igualdad. Podemos decir “sí” o “no” de acuerdo con los impulsos morales, y gozar del privilegio de defender nuestra integridad con la vida (...).

En las “Mil y una Noches” está escrito que "la felicidad debe ganarse”. Nacemos con ciertos derechos divinos de nacimiento: una mente, un corazón, dos manos y dos pies. Si alguno de ellos falta en el momento de nuestro advenimiento, tendremos alguna otra función proporcionalmente más desarrollada para reemplazarla. Es con esas herramientas que ha de seguirse el esfuerzo tras la felicidad, pero no tenemos ningún derecho a imaginar siquiera que nos haya de ser "prestada" o "dada". Venimos aquí para acumular experiencia, como un niño que va a la escuela; podremos tener éxito en nuestros estudios o debemos seguir cursándolos durante toda nuestra vida.

El sabio es feliz cumpliendo su deber; cuando queremos imponer al Universo que "sane al enfermo" o "enriquezca al pobre" no sabemos lo que hacemos, porque en nuestro celo ignorante podemos causar un daño irreparable a quienes amamos, como los padres que no pueden rehusar a sus hijos las golosinas que desean; gratificando sus deseos hacemos peligrar su vida y su capacidad futura. Colaboremos para que todos se adapten a las cosas tal como son, ayudándoles a construirse un destino más noble, sin tratar de darles algo o forzarlos a lo desconocido, sino ayudando a cultivar aquellas facultades que los harán merecedores de las cosas que desean y de aquella paz que todos ansían.

Cuando roguemos al Padre Infinito que nos conceda aquellos beneficios de que carecemos, o enderece nuestros tortuosos caminos, agreguemos siempre esta afirmación a nuestra larga lista: "Señor, que estos deseos me sean concedidos si es que han de ser lo mejor para mí; si no, que se haga tu voluntad y no la mía”. Subordinemos siempre el logro de nuestros deseos personales, con gran deferencia, a la Voluntad Divina, la única que obra con perfecta exactitud. Y ello servirá de garantía a nuestra marcha, y esta humildad nos salvará del gigantesco adversario del orgullo que nos susurra al oído que "somos más grandes que lo Infinito". Como dijo Milton, seremos expulsados del cielo cada vez que tratemos de sentirnos superiores al Poder que crea todas las cosas.

Todos queremos lo mejor de la vida; todos queremos estar rodeados de amigos, pero no esperemos obtener nada de eso a menos que por nuestra vida nos hayamos hecho merecedores de honor, respeto y admiración. Es muy dura la lucha en medio de nuestra moderna "ética" competitiva, pero ofrece un premio al vencedor por mantenerse firme en ella. El ambiente que ofrecen las actuales condiciones sociales fue creado por cualidades y temperamentos humanos, y nos situamos en medio de eso para aprender a adaptarnos a sus complicaciones e incertidumbres (2). La victoria consiste en el control que se obtiene sobre sí mismo y los propios puntos de vista, temperamento y hábitos (...).

(2) Nota del administrador: entiéndase el concepto de "adaptabilidad" como "carácter flexible de acuerdo con las circunstancias", y en ningún caso implica ser mediocre o conformarse con la estupidez de "seguir al rebaño/mentulosofías de llegar y llevar" por "miedo al qué dirán", en particular los mal llamados "tradicionalistas" y "progresistas" que para hoy mayoritariamente son sólo RAMERO$ INTELECTUALE$. ¿O cree usted que es sólo "coincidencia" la infiltración de magos negros y gente destructiva en ambas tendencias?

La magia negra acude a la mente masiva, a los principios de la civilización; ofrece algo por nada, y en tanto exista concupiscencia en el corazón del hombre, ello será una amenaza para la honestidad e integridad de la raza. Si el estudiante de ocultismo sólamente recordara que
la honestidad es enemigo mortal de la magia negra, y que ella no puede aterrorizar a quienes son sinceros para consigo mismos y en el cumplimiento de las Reglas Doradas, podría proteger su propia alma y la de aquéllos que ama, contra sus insidiosos y antinaturales influjos.