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21 de octubre de 2022

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (3 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, noviembre de 2020


​Contenido:

04. Tallado de las estatuas
-Aspecto físico
-Cincelado


04. Tallado de las estatuas

"En Isla de Pascua (...) las sombras de los antiguos constructores aún poseen la tierra (...) Todo el aire vibra con energía y un vasto propósito que ya no existen. ¿Cuál era esa motivación, y a qué se debió?" (Katherine Routledge) (1).

Fig. 4.1. Estatua inconclusa en Rano Raraku.

Hasta el momento se han categorizado 887 moai en Isla de Pascua, incluidos 397 en la cantera de Rano Raraku (cráter volcánico) que constituye uno de los sitios arqueológicos más destacables y sugestivos del mundo. En esta zona se elaboraban muchas estatuas cuando aparentemente los trabajos cesaron de improviso, y al respecto Francis Mazière apunta: "En este paisaje desierto tallaron gigantes que pertenecen a otro mundo, y la impresión es brutalmente sobrecogedora. Aquí todo está a su máxima escala, dando paso a un fuerte sentimiento de angustia porque todo pareció detenerse en un sólo día, como si hubiera ocurrido algún desastre enorme (...) Es esto lo que da al santuario su atmósfera sobrenatural" (2).

Fig. 4.2. Esculturas en sus cavidades originales de extracción.

La mayoría de los moai tiene entre 5,5 a 7 mts., muy pocos llegan a menos de tres y están hechos con toba de Rano Raraku, incluidos todos aquéllos erguidos sobre plataformas. Unos 55 se componen de escoria roja, basalto o traquita y son inferiores a los cinco metros promedio. La escultura colosal llamada "El Gigante" aún se encuentra sin terminar en Rano Raraku; medía cerca de 21,6 mts. y pesaba hasta 270 toneladas. Los talladores completaron el frente y sus costados, pero nunca lo liberaron de la roca pedánea.

Fig. 4.3. Cantera exterior y talud de Rano Raraku. El "Gigante" puede verse hacia la derecha, justo encima del camino (cortesía de Carlos Huber) (3).

Se erigieron más de 230 monumentos finalizados en los ahu, y uno de éstos puede exhibir hasta 15 moai en fila donde algunas hileras pudieron haberse añadido con el tiempo. Las figuras de plataforma tienden a ser más robustas y menos angulosas que en la cantera, con rasgos poco acentuados y narices/barbillas de baja concavidad o prominencia. El mayor ejemplar situado en Ahu Hanga te Tenga alcanza 9,9 mts., mientras que la estatua conocida como Paro -antaño localizada en Ahu te Pito Kura- llega a 9,8 y pesa 82 toneladas.

Fig. 4.4. Paro.


Aspecto físico

Todos los moai gigantes son parecidos, pero no hay dos exactamente iguales. Su base aproximada se encuentra a la altura de las caderas, los brazos cuelgan rígidos y sus manos -con dedos largos y esbeltos- se extienden sobre un abdomen protuberante. Las cabezas son alargadas y rectangulares, con cejas pobladas y narices prominentes, bocas pequeñas de labios finos y arrugados, mentones saledizos y extensos lóbulos de orejas que en ciertos casos fueron esculpidos para representar adornos insertos. Las características externas de los moai no parecen del todo polinesias, y así John Macmillan Brown señala: "En su conjunto muestran un desdén altivo y una voluntad dominatriz; la expresión de guerreros victoriosos y fundadores de imperios (...) Aunque la mirada arrogante y decidida se aprecia en los rostros de todas las esculturas, nunca es igual en dos caras, pues cada una parece ser un retrato individual" (1).

Fig. 4.5. Estatua en plataforma.

Los primeros navegantes europeos tenían la impresión de que esos monumentos eran ídolos, pero no se sabe que alguno haya llevado el nombre de personajes como el dios creador Makemake; en cambio, todos se llamaban aringa ora o "rostros vivos" pretéritos. El grupo del capitán Cook escuchó el término ariki (jefe) aplicado a ciertas esculturas, mientras que otras tenían apodos como "cuello torcido", "el tatuado" e incluso "mal olor", debido a sus fosas nasales levantadas. Generalmente se les considera representaciones estilísticas de ancestros deificados con alto rango para mantener viva su memoria, y asimismo a modo de intermediarios entre los ámbitos humano y divino. Se cree que las esculturas costaneras miraban hacia los pueblos interiores para objetos de seguridad al proyectar el mana (poder oculto) de los akuaku (espíritus ancestrales) que simbolizan. Su ubicación cercana al océano también puede haber sido diseñada para evitar catástrofes marinas, en vista de las leyendas nativas de que los colonos originales habían escapado de una isla parcialmente sumergida.

Las figuras con manos apoyadas sobre el estómago u ombligo (omphalos) son comunes en las Marquesas y otras partes de Polinesia, América del Sur, Turquía y Azerbaiyán. En los ejemplos maoríes de Nueva Zelanda, las manos talladas se colocaban en esa zona del cuerpo para proteger el conocimiento ritual y las tradiciones orales, que se creía eran portadas en el vientre. Jean-Michel Schwartz sostuvo que la posición de dichas extremidades indica el punto abdominal -she men o "puerta de piedra"- donde la medicina china sitúa el foco ancestral de energía, vitalidad procreadora e inmortalidad (2).

Fig. 4.6. Tallado en el pilar 18, 5,5 mts. de altura, recinto D, Göbekli Tepe (Turquía), que data aproximadamente del 9000 a. de C. (martinsweatman.com).

Se cree que estos moai fueron esculpidos mientras los ancianos seguían vivos, pero no les habrían tallado ojos hasta que se trasladaron a plataformas y después que muriera la persona así representada. Sólo las estatuas de ahu tenían alvéolos oculares, y en 1978 se descubrió que aquéllas exhibieron hermosos ojos incrustados de coral blanco y escoria roja. Algunas esculturas de plataforma también mostraron un "sombrero" rojo (pukao) y existen indicios de que otras estuvieron pintadas de rojo/blanco o ambas tonalidades.

La rectitud o forma cóncava de las narices en los moai contrasta mucho con las figuras de madera que poseen ese órgano arqueado, y el historiador de arte Max Raphael especulaba que la nariz recuerda a un falo simbólico, mientras que los labios delgados en gesto de mueca o con surcos entre ellos aludían a una vagina, pero los isleños aseguraban que todo el moai era un emblema fálico.

Con respecto al motivo de las orejas alargadas, H.P. Blavatsky comentó sobre los monumentos de Buda con esa característica: "Las orejas anormalmente grandes simbolizan el aspecto omnisciente de la sabiduría, y fueron pensadas como un recordatorio del poder de Aquél que todo lo conoce y ausculta, y a cuyo benévolo amor y cuidado por todas las criaturas nada puede escapar" (3). No obstante, el alargamiento lobular como marca de estatus social y poder en muchas culturas pudo advenir luego de desvanecerse su connotación genuina.

Se piensa que la forma cuadrada entre los dedos de moai representa el hami o taparrabo sagrado que usan líderes y sacerdotes, o una especie de cubierta/protección para genitales. Muchas estatuas presentan tallados minuciosos en la espalda, que a menudo se interpretan como tatuajes de rango. Algunas esculturas también llevan dibujos de hombres-pájaro, paletas doble hoja y vulvas, pero al parecer se trataría de añadidos posteriores. A menudo se dice que las líneas curvas del dorso inferior equivalen a un "cinturón" asociado con el taparrabo; sin embargo, esto es poco probable ya que consiste en un motivo de "arcoiris" que no prosigue hacia los costados ni el frente.

Fig. 4.7.

Fig. 4.8.

Algunos isleños interpretaron el arco triple con un círculo superior (o a veces dos) y un diseño inferior en M, como representación de un arco iris con el Sol celestial y la lluvia en caída (4). Otro nativo dijo a Francis Mazière que simbolizaban los elementos vitales: el Astro Rey, la Luna y el trueno, donde éste significa electricidad (5). Schwartz argumentó que se trataba de componentes universales, a saber, la luz, el agua/mar y la montaña/Tierra; el círculo a la altura del sacro indica que por allí entró el mana, y curiosamente los antiguos chinos llamaron a esa parte del cuerpo ming men o "puerta de la vida" (6). Ciertos escritores, incluida H.P. Blavatsky, han llamado la atención sobre el parecido general de estos emblemas con el ankh egipcio, también conocido como cruz ansada o tau, que señala vida/regeneración y el descenso del espíritu a la materia (7).

Fig. 4.9. Estatua de basalto con 2,5 mts. y cuatro toneladas, actualmente en el Museo Británico.


​Cincelado

Rano Raraku alberga numerosos nichos -ahora vacíos- donde se han fabricado estatuas, así como 397 figuras visibles en las laderas exterior e interior que ilustran cada etapa del proceso. Debido a los escombros y el limo arrastrados por la pendiente, los moai erigidos al pie de la cantera se encuentran a tal profundidad que nadie ha conseguido derribarlos; en efecto, grandes sectores de dicha pedrera están cubiertos con depósitos laterales, y sin duda aún quedan bastantes moai por descubrir.

Fig. 4.10. Figura excavada por el equipo de Heyerdahl.

La toba amarillo-marrón de Rano Raraku es ceniza volcánica compactada, y por ende la dureza lítica no debe juzgarse por la superficie exterior quebradiza de los moai. Las obras son tan resistentes como huesos, y también lo es la superficie externa que no ha estado protegida de lluvias. Como anécdota, se dice que los visitantes españoles de 1770 golpearon una estatua con azadones y saltaron chispas; en otra ocasión se intentó decapitar otra sin éxito y el daño no fue mayor al ancho de una mano en el cuello del "gigante". Usando martillos y buriles, un miembro del equipo de Heyerdahl tardó media hora en romper una piedra del tamaño de un puño en la cantera (1). Otros escritores parecen contradecir esto, diciendo que bajo el estrato visible la roca no es más dura que la tiza, y se puede cortar y moldear con bastante facilidad incluso con herramientas de piedra (2), pero cabe señalar que la calidad rocosa varía mucho.

Fig. 4.11. Un toki.

Antiguamente la cantera alojó miles de picos burdos (toki) hechos de basalto denso. Durante la expedición noruega, Heyerdahl contrató a seis hombres que usaron estos artificios para delinear una estatua de cinco metros; una y otra vez la roca era salpicada con agua para ablandamiento, pero los picos se desafilaban rápidamente y tenían que ser reparados o sustituidos con frecuencia. Se necesitaron tres días para producir la silueta de una escultura, tras lo cual se dieron por vencidos (3), y sobre la base de esta prueba insuficiente, se calculó que seis personas, trabajando todos los días, podrían haber completado un moai de tamaño mediano entre 12 y 15 meses.

Fig. 4.12. Moai perfilado por el equipo de Heyerdahl.

Buena parte de los moai se talló boca arriba, en una posición horizontal o ligeramente reclinada, y por lo general con su base apuntando hacia abajo, pero algunos yacen en la postura contraria, otros se encuentran paralelos a la montaña y otros son casi verticales, aparentemente para no malgastar espacio. Primero los escultores abrieron canales de unos 60 cms. en ancho y 1,5 mts. de profundidad en torno a un volumen de roca, y procedieron a tallar la cabeza, el cuerpo y los costados, dejando una quilla en la zona trasera para mantenerle adherido al lecho rocoso; al final se cortaba dicha pieza de la escultura, sostenida firmemente por un cúmulo de piedras y relleno. Asimismo, la cantera presenta numerosas señas de rompimiento o abandono de figuras por imperfecciones de la piedra.

Fig. 4.13.

Luego el "gigante" tenía que llevarse cuesta abajo (desnivel con unos 55°) sin dañarlo ni a ningún otro, y para este fin se habrían utilizado "pistas" o canales en el terreno. Se cree que las cuerdas estaban sujetas a vigas de madera horizontales, colocadas transversalmente en los conductos que bajan por esos declives. Algunos moai debieron trasladarse por la pared vertical del acantilado y luego maniobrarlos sobre las esculturas procesadas en la cornisa inferior.

Fig. 4.14. Estatuas que aún siguen en Rano Raraku, donde fueron esculpidas (cortesía de John Flenley) (4).

En el punto más elevado de la cara interior del cráter, hay una serie de agujeros cilíndricos con más de un metro en profundidad y ancho, que incluyen surcos horizontales de conexión a la parte inferior. Una teoría es que se emplazaron grandes troncos arbóreos con cuerdas alrededor de ellos, aunque algunas horadaciones son desconcertantes, y se cree que fueron utilizados para enrollar y almacenar cordones, pero incluso si alguna vez existió tal sistema de izado, sólo habría sido útil para operaciones en una parte del declive interno. El arqueólogo José Miguel Ramírez argumenta que, dada su ubicación sobre un área marginal de las principales canteras, los agujeros "no parecen estar relacionados con el deslizamiento de moai, sino con un antiguo juego llamado ma'ari, que consistía en subir y bajar por el acantilado volcánico con uso de cuerdas, a guisa de un teleférico" (5).

Fig. 4.15. Agujeros en la cumbre del Rano Raraku.

Al pie de los desniveles interior y exterior en dichas pedreras, los obreros alzaban las estatuas en agujeros o terrazas y otros esculpían sus dorsos. Uno de los misterios es determinar por qué la mayor parte del burilado se realizó antes de mover esas figuras hacia plataformas e incluso previo a bajarlas por la pendiente de cantera, en lugar de simplemente cortar bloques toscos y transportarlos a un sitio más aceptable.

Unos 200 moai siguen en pie a ambos lados del cráter, y todos de espalda hacia la colina. Aunque sólo las cabezas suelen resaltar en la superficie, son obras terminadas como aquéllas de tarimas y la más empinada supera los 11 metros. En la llanura contigua al gradiente externo, otra treintena de esculturas yace en tierra y muchas boca abajo, al tiempo que un resto se dispersa a lo largo de "caminos" o "pistas" prehistóricos que salen de la cantera. Se cree comúnmente que las manufacturas en laderas del cráter aguardaban su transporte a plataformas, pero no se habían movido porque las personas que representaban seguían vivas, no hubo espacio en dichos ahu o no se contaba con medios para el traslado.

Si el objetivo era mover todas las esculturas a tarimas, no está claro por qué algunas fueron extraídas desde el cráter, tomando en cuenta el esfuerzo adicional para sacarlas. Muchos investigadores piensan que los moai en el interior no estaban adscritos a reubicaciones, sino que fueron puestos allí de manera permanente con vista al lago, y ello explicaría por qué muchos quedaron terminados o sin acabar en la pedrera, respecto a los que podrían haberse instalado en ahu disponibles.

Las figuras al pie del rasante exterior del cráter parecen ubicarse en el terreno de manera caótica, algunas solas o en grupos y a veces dificultando la vista de otras, mientras que la disposición de moai alzados al interior es más regular, pero todavía no se aprecia un orden. Ciertos especialistas como Katherine Routledge (quien encabezó la primera expedición arqueológica a Isla de Pascua en 1914/1915) y Francis Mazière creían que algunas obras en la falda exterior -o su totalidad- se destinaron a permanecer allí con miras a proteger el volcán, pues existen estatuas verticales sobre basamentos de piedra. En ambas laderas, varios moai en pie se levantaron a lo largo de un eje aproximado que iba de noroeste a sureste, y cada uno mostraba una orientación ligeramente distinta (6).

Fig. 4.16. Dos cabezas de gigantes con cuerpos enterrados por la erosión. Son considerados como algunos de los más antiguos, y tienen poco menos de 12 mts.


​Referencias

1. Katherine Routledge, The Mystery of Easter Island, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 1998 (1919), p. 165.

2. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 128.
3. José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Easter Island: Rapa Nui, a land of rocky dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 71.


Aspecto físico

1. John Macmillan Brown, The Riddle of the Pacific, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1996 (1924), p. 17.

2. Jean-Michel Schwartz, The Mysteries of Easter Island, New York: Avon, 1975, p. 193.

3. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977 (1888), 2:339.

4. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 191.

5. Mazière, Mysteries of Easter Island, p. 130-1.
6. Schwartz, The Mysteries of Easter Island, p. 119, 183, 193.
7. La Doctrina Secreta, 1:322; The Theosophist, vol. 8, n° 91, abril de 1887.


Cincelado

1. Thor Heyerdahl, Aku-Aku: The secret of Easter Island, London: George Allen & Unwin, 1958, p. 130-1, 137-8.

2. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 114-5.

3. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 203.
4. The Enigmas of Easter Island, lámina 9.
5. Ramírez y Huber, Easter Island, p. 66, 79.
6. Mazière, Mysteries of Easter Island, p. 124.

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (2 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, enero de 2009


Contenidos:

03. Conexiones sudamericanas
-Mampostería y esculturas
-Culto del "hombre-pájaro"
-El nombre de Rapa-Nui


03. Conexiones sudamericanas

"La arqueología polinesia parece estar dominada por un grupo reducido y celoso que no permite ninguna otra opinión aparte de la suya (...) Hay que tener en cuenta que absolutamente nadie puede conocer toda la verdad sobre la historia, porque simplemente contiene demasiados elementos de incertidumbre" (Øystein Kock Johansen) (1).

El explorador y antropólogo noruego Thor Heyerdahl, quien dirigió excursiones arqueológicas a Isla de Pascua en 1955-1956 y 1986-1988, hizo frente a la postura convencional de que esta comarca fue habitada por primera vez desde Polinesia, y argumentó que ese proceso ocurrió por el oriente (América del Sur) como manifiesta una de las tradiciones isleñas. Sostuvo que batatas, calabazas y totoras se introdujeron allí desde el poniente, mientras que gallináceas, plátanos y caña de azúcar eran polinésicos. Heyerdahl pensó que una sociedad preincaica llegó a Rapa Nui desde Perú aprovechando los vientos alisios occidentales, y en 1947 demostró que tales odiseas eran factibles cuando navegó en su balsa Kon-Tiki desde Sudamérica hasta Raroia, en el archipiélago Tuamotu.

Heyerdahl propuso inicialmente que Isla de Pascua fue poblada al comienzo por sudamericanos hacia el 400 d. de C., y que los polinesios llegaron siglos después masacrando a buena parte de aquéllos; sin embargo, más tarde cambió de opinión y dijo que los polinesios abandonaron en gran medida su propia fe y cultura distintivas tras su arribo a Isla de Pascua, concluyendo que probablemente habían sido llevados contra su voluntad por sudamericanos. De acuerdo con esa tesis, en el siglo XII los incas tomaron el poder en Perú generando un malestar considerable y la expulsión de muchos coterráneos prístinos, y especuló que algunos incas navegaron al oeste trayendo polinesios a Isla de Pascua, ya sea por fuerza o astucia. Heyerdahl añadió que la historia se repetía cuando en 1862 los peruanos abdujeron isleños para esclavismo y acabando con su cultura ancestral (2).

La mayoría de investigadores se opone a la teoría por Heyerdahl sobre un origen sudamericano para la cultura pascuense, argumentando que jamás se ha encontrado un sólo artefacto de aquella zona en 50 años de arqueología intensiva en Polinesia, y no hay trazas vinculadas a flujos repentinos de nuevas prevalencias en algún momento de la historia insular. También describen su hipótesis como "un edificio tambaleante, basado en conceptos inestables y preconcebidos, subjetividad extrema, distorsiones y muy poca evidencia sólida" (3). Sin embargo, sí admiten que al menos debieron existir contactos esporádicos entre los polinesios y América del Sur, aunque creen que probablemente fueron ellos quienes viajaron hasta esa región y no al revés.

Es lógico pensar en nexos para dilucidar cómo la batata llegó a Polinesia, o por qué el quipu inca –un sistema de cuerdas anudadas para rememorar hechos y especialmente números– aún se emplea en muchas islas de Polinesia y Melanesia, entre los indonesios y varias regiones de China. Existe evidencia arqueológica y lingüística de que los polinesios desembarcaron en el litoral centro-norte de Chile y estableciendo relaciones con el pueblo mapuche. En fosas de Río Negro (Argentina) se hallaron restos humanos que no pertenecen a ninguna etnia sudamericana, sino a aquéllas del lejano Pacífico; además se han localizado implementos de piedra maoríes en Cuzco (Perú) o Santiago del Estero (Argentina), y garrotes de madera tallada similares a los de las Marquesas en países como Perú, Chile, Colombia y Ecuador (4). En consecuencia, no pueden descartarse interrelaciones entre Polinesia y América del Sur durante períodos mucho más largos de lo permitido por la arqueología .

Hoy la versión oficial es que los habitantes de Rapa Nui son polinesios y sin mezcla de ningún otro grupo, pero la evidencia "científica" es ambigua. H.L. Shapiro descubrió que los pascuenses se desviaban significativamente de otros polinesios en formas y dimensiones craneales, pero propuso que esto se debería a una "migración selectiva, seguida de aislamiento y consanguinidad", y también se ha dicho que la etnia rapanui es simplemente polinésica de "un tipo algo especializado e inverosímil" (5).

La "mandíbula oscilante" es el rasgo esquelético polinesio más característico. Su frecuencia de aparición en casi todas partes desde Nueva Zelanda hasta Hawai oscila entre el 72 y 90 %, pero es extremadamente rara entre los amerindios, en tanto que la cifra para Rapa Nui llega al 48,5%. Un especialista descubrió que los pascuenses muestran algunos rasgos amerindios menores y sugirió que esto podría deberse a que ciertos marquesanos navegaron hacia América del Sur. Otros piensan que el origen más probable para la gente rapanui es Mangareva (Islas Gamber) o Tuamotu, aunque un nimio elemento genético suramericano continúa mencionándose como posibilidad (6).

Todos los moai en dicha isla tienen orejas largas, y algunos nativos aún practicaban la extensión de sus lóbulos cuando llegaron los primeros europeos. La costumbre también era frecuente en las Islas Marquesas y Perú, e incluso los incas decían heredar el estilo de sus antepasados divinos. El hábito análogo más lejano se dio entre los marineros de la prehistórica ciudad portuaria de Lothal (Valle del Indo), donde se han encontrado muchos tapones grandes para oídos del tipo utilizado en el antiguo México, Perú e Isla de Pascua. Posteriormente los gobernantes hindúes adoptaron el uso, pero se limitó a miembros de familias reales e imágenes de dioses. Las representaciones de Buda con orejas largas se encuentran por toda Asia, y también se han descubierto figuras líticas de igual atributo en las Maldivas.

Las estatuas fabricadas con mayor pericia, consideradas más antiguas por algunos expertos, tenían uñas largas y afiladas. La práctica de dejarlas crecer también existió entre los chinos e incas iniciados como símbolo de sabiduría/pensamiento y su exención de trabajos manuales. Ciertos niños pascuenses solían ser recluidos en cuevas para preservar su blancura dérmica, exigiéndoles que permanecieran solteros y se dejaran crecer uñas y cabello. Incluso la misma tradición estuvo presente tanto en los Andes como en la isla Mangareva del archipiélago Gambier (7).

Se suele decir que el idioma de Rapa Nui deriva completamente del polinesio, pero en 1770 los viajeros españoles recopilaron un vocabulario que incluía términos de evidente origen polinesio junto con otros desconocidos, y los numerales del 1 al 10 eran totalmente diferentes, si bien los investigadores convencionales destacan que los ibéricos no estaban familiarizados con las lenguas polinesias. El capitán Cook, quien visitó la isla cuatro años después, llevó consigo a un tahitiano que podía dialogar con pascuenses hasta cierto punto, y se elaboró una lista de 17 palabras polinesias-protopolinesias correctas del 1 al 10. Empero, Heyerdahl afirma que la pérdida del idioma original entre los pueblos costeros y occidentales de Suramérica dificulta cualquier comparación con vocablos no polinesios en la "lista" española (8).

Robert Langdon y Darrell Tryon argumentaron que al momento del contacto el idioma de Rapa Nui estaba compuesto por tres elementos: uno de origen polinesio occidental, otro del Pacífico oriental y un tercero de procedencia no identificada, quizás del este. Otros autores indican que no existen pruebas satisfactorias sobre una lengua prepolinesia ni una segunda ola de migrantes homónimos, y que la variante rapanui es miembro del subgrupo polinésico oriental (9).

Los pascuenses tenían su propio sistema de escritura, conocido como rongorongo (ver sección 7). La opinión ortodoxa es que la inventaron tras el arribo de los europeos, o bien fue importada de otra isla polinesia, aunque no se sabe que alguna tribu análoga haya poseído el arte de escribir, y por su parte Heyerdahl señalaba que en la América precolombina se utilizaron múltiples sistemas caligráficos.

Algunas plantas en Isla de Pascua claramente tienen origen suramericano, como las batatas/camotes (alimento básico de los lugareños y conocido como kumara en quechua), y también mandiocas y calabazas (10). Como ya se mencionó, los principales expertos creen que los polinesios viajaron al área sudamericana y regresaron con buniatos, señalando además la falta de maíz, habichuelas o calabazas en la isla, que a su vez constituyen recursos principales en la misma región distante. Por otro lado, los viajeros franceses de 1786 trajeron consigo maíz y varios animales domésticos, pero nunca más fueron vistos por navegantes posteriores. Aparentemente los primeros colonos no introdujeron cerdos ni perros, por lo cual los investigadores convencionales admiten que sería sorprendente si provinieran de Polinesia.

Asimismo existen dos plantas de agua dulce y originarias de Suramérica, que se encuentran en lagos de cráteres de Rapa Nui y ausentes en otros sectores del Pacífico. Una de ellas es la caña de totora, muy común en el lago Titicaca, y se cultivaba por vastos campos de regadío en valles desérticos de la costa para fabricar esteras, casas y botes. La otra especie es conocida por los isleños como tavari y se empleaba como medicina, siendo también dominante en el mismo cuerpo hídrico boliviano. El árbol silvestre más útil para los pascuenses era el toromiro, que servía para obras de tallado, y es tan cercano a su pariente chileno que podría considerarse de la misma familia, pues no se conocen otros ejemplares íntimamente relacionados en Polinesia (11).

El análisis del polen muestra que la totora ha estado presente en dicha isla durante al menos 30.000 años, contradiciendo las historias locales de que fue introducida por Hotu Matua. Los autores de corriente principal sugieren que las semillas pueden haberse transportado por viento, mareas o aves, y otra posibilidad es que fueran importadas por un "Hotu Matua" anterior.

En Isla de Pascua hay varias docenas de torres cilíndricas o rectangulares, llamadas tupas, construidas en roca sin labrar con entradas muy angostas y techos abovedados. Tales estructuras no existen en ninguna otra parte de Polinesia, pero se asemejan mucho a las chullpas del Perú preincaico e incluso sus nombres son similares. Las chullpas sirvieron como mausoleos para personas prominentes -a juzgar por los restos humanos localizados en ellos- y se reparten en gran número por las laderas desérticas desde el Titicaca hasta la costa del Pacífico. No obstante, los historiadores ortodoxos niegan cualquier vínculo entre ambas clases de edificaciones, y muchos creen que las tupas eran "gallineros" pues esporádicamente se criaron aves de corral en esos sitios durante épocas posteriores.


Fig. 3.1. Tupa en Rapa Nui (arriba) y chullpa peruana.

Heyerdahl señala que los elementos culturales generalmente considerados indicativos de la cultura polinesia son el mazo de madera acanalado para hacer tela de corteza (tapa), aquél en forma de campana utilizado en la producción de poi (pasta alimenticia hecha con raíz de taro) y el cuenco de material arbóreo para ceremonias de beber kava, pero según él ninguno de ellos arribó a la Isla de Pascua original.

Varios académicos mencionan la ausencia total de tejidos y alfarería en Isla de Pascua como cuestionamiento de que haya tenido vínculos significativos con Perú, ya que éstos son los dos productos más característicos y abundantes en ese país (nótese aquí el doble rasero, pues se ha encontrado cerámica prehistórica en las Marquesas y ello no impide que muchos especialistas crean que Rapa Nui se colonizó originalmente desde dicha área). Otro argumento que opugna el influjo sudamericano es que no existe la técnica de descamado a presión en herramientas líticas de toda Polinesia (lo cual implica "raspar" un objeto en lugar de golpearlo), ni trabajos metálicos amerindios en Isla de Pascua. Tengamos en cuenta, no obstante, que nadie ha demostrado hasta qué punto se podrían haber cortado bloques de basalto duros sin utensilios de metal (ver apartado 6).


Mampostería y esculturas

Las estatuas de piedra (tiki) con manos en el estómago se hallan en otras islas del oriente polinésico, a menudo de pie sobre plataformas ceremoniales; suelen ser de fabricación muy tosca y sólo se aprecian obras de tamaño razonable en las Islas Marquesas, donde la más alta llega a los 2,4 mts. (fig. 10.18), y en Raivavae cuyo ejemplar de mayor alzada tiene 2,8 (fig. 10.13). Sin embargo, estos casos no se asemejan a aquéllos de Rapa Nui, pues también hay figuras monolíticas en el oeste suramericano desde San Agustín en Colombia hasta Tihuanaco junto al lago Titicaca, pero por lo general son mucho más ornamentados que los pascuenses y el parecido es mínimo.


Fig. 3.2. Estatuas en San Agustín (arriba) y Tiwanaku (debajo) (1).

John Macmillan Brown, quien pasó cinco meses en Isla de Pascua durante 1923, creía que sus gigantes de piedra estaban estrechamente relacionados con los de América del Sur y que las diferencias se debían a variaciones estilísticas. Pensó que la inspiración para las estatuas marquesanas probablemente vino de regiones colombianas tropicales, mientras que los moai eran más afines al arte de Tiahuanaco, pero como vimos hay diferencias notables, y aún no hay respuestas acerca del influjo real. Por su parte, Sir Clements Markham y el etnólogo argentino J. Imbelloni especulaban que los rapanui habrían incitado la cultura preincaica.

Cuando en 1978 se encontraron pruebas de que antaño ciertos moai tenían ojos incrustados, muchos investigadores se sorprendieron y en especial quienes cuestionaron la idea con el argumento de que "no representaba una costumbre polinesia". Los ojos con empotrados eran frecuentes entre muchas de las imágenes más antiguas de Oriente Medio, desde Egipto hasta el Valle del Indo. Por ejemplo, los marineros hititas adoptaron la práctica sumeria, y también múltiples estatuas de piedra americanas y prehistóricas exhibían dicho atributo.

Las plataformas en Isla de Pascua suelen compararse con los marae del Pacífico, aunque ninguno de éstos últimos es tan impresionante como los mejores sitios de aquélla. Heyerdahl aseveró que los ahu son similares a los huacas de regiones andinas, mientras que la prodigiosa mampostería de Ahu Vinapu recuerda a las obras incas más refinadas (ver sección 6).

La expedición de Heyerdahl a la isla en los años '50 descubrió una serie de estatuas inusuales que según él fortalecieron la conexión sudamericana. Un hallazgo particular en Rano Raraku fue la escultura arrodillada de Tukuturi que estaba casi completamente bajo tierra. Su altura es de 3,67 mts., y está prosternada con manos en las rodillas y nalgas sobre los talones; su rostro redondo y vuelto hacia arriba tiene orejas cortas y barba de chivo, y en el mismo lugar se localizó otra figura hincada e íntegra, pero presentaba mucha erosión (2).

Fig. 3.3. Tukuturi.

Asimismo, Heyerdahl compara Tukuturi a las estatuas de piedra arrodilladas más pequeñas y distintivas de Tihuanaco, en tanto que los investigadores convencionales lo parangonan con una obra lítica en cuclillas de Tahiti (3). Ambos casos muestran diferencias críticas, y nuevamente la pregunta es "quién inspiró a quién", si es que hubo interacciones. Los eruditos señalan que las costillas eran un rasgo medular en estatuas prosternadas de dicha zona altiplánica, pero Heyerdahl respondió que en torno al gran ahu de Anakena y bajo mucha arena se ubicaron fragmentos de una imagen hincada, uno de los cuales tenía huesos torácicos claramente visibles.

Fig. 3.4. Escultura arrodillada de Tihuanaco.

En la plaza del templo hundido en Vinapu, el equipo de Heyerdahl detectó un bloque rectangular de escoria roja, que representa un cuerpo con los brazos apoyados en el vientre y piernas atrofiadas. Tenía un orificio hondo en la región pectoral y su cabeza estaba desprendida, pero cuando se instaló, el fragmento de la imagen aún llegaba a los 3,5 mts. Heyerdahl afirma que la sección transversal de dicha obra en forma de columnata tiene la apariencia redondeada y cuadrangular frecuente de los gigantes líticos preincas en el área de Tiahuanaco (4).

Fig. 3.5. Estatua de escoria roja.

Los habitantes de Rapa Nui solían producir una increíble variedad de curiosas esculturas de lava (moai maea) y madera (moai toromiro), incluidos los kavakava o "estatuas de costillas", y también monstruos o criaturas extrañas que muestran una imaginación desenfrenada. Los petroglifos locales revelan una amplia gama de motivos artísticos como extrañas máscaras humanas y formas oculares, pájaros o aves antropomorfos, tortugas, peces, ballenas, arañas, lagartos, barcos y otros símbolos. Heyerdahl indicó que esas obras contrastan mucho con el resto de Polinesia, y el arqueólogo Henri Lavachery -que pasó seis meses en la isla hacia 1934- estableció afinidades con el ingenio y surtido de los esquemas alfareros del arte Mochica temprano en Perú (primeros siglos de nuestra Era), pero los arqueólogos rutinarios hablan sólo de parecidos "superficiales".


Fig. 3.6. Esculturas de lava (5).


Fig. 3.7. Moai kavakava. Cada figura tiene una nariz grande y curva, pómulos prominentes, lóbulos auriculares extendidos, barba de chivo y costillas notorias en un abdomen hundido; se dice que representan los akuaku o "espíritus".


Culto del "hombre-pájaro"

Los dioses Tiki, Tane y Tangaroa eran comunes a toda Polinesia y se les consideraba predecesores de las líneas regias con ascendente deífico, pero ninguno de estos personajes fue conocido originalmente por los rapanui (1). Su dios creador era Makemake, cuyo enviado en la Tierra no era un rey hereditario, sino un "hombre-pájaro" (tangatu-manu) seleccionado anualmente, y cabe notar que esta divinidad no existe en ningún otro sector polinésico.

La veneración a este individuo solía llevarse a cabo en el promontorio de Orongo, encaramado en el borde del cráter Rano Kau que se eleva por 400 metros. La villa comporta unas 50 casas ovaladas y circunscritas por losas de piedra horizontales que tienen dos metros en espesor, y techos salientes de uno o dos metros de alto. Allí se celebraba un concurso anual de hombres-pájaro cada septiembre (equinoccio de primavera en el Hemisferio Sur) que tuvo lugar hasta 1866, y donde participaban jóvenes en nombre de benefactores aristócratas que competían para encontrar el primer huevo puesto por el charrán hollín en la pequeña isla de Motu Nui, aproximadamente un kilómetro al suroeste de Orongo. Cada concursante debía trepar por acantilados, remar hasta el objetivo en pequeños flotadores de juncos, buscar dicho huevo y regresar con él a su patrón. El vencedor era declarado hombre-pájaro y gozaba privilegios comparables a los del rey hasta la contienda del año siguiente.

Fig. 3.8. Petroglifo del Hombre-Pájaro con Motu Nui, Motu Iti y la roca puntiaguda de Motu Kao Kao al fondo.

Fig. 3.9. Petroglifo del Hombre-Pájaro con vista al cráter Rano Kau.

Se desconoce el origen de dicho culto y no tiene paralelo en el resto de Polinesia, pero Heyerdahl especulaba que los motivos de aquél -basados en la pleitesía por aves prehistóricas- son distintivos del imperio preincaico oriental. Aunque sabemos poco sobre las deidades de esta civilización, es bien conocido que los incas adoraban al Sol y sus antepasados deíficos representados como felinos, individuos con cabeza de ave o rostros con "marcas lacrimosas" en los ojos, tal y como se aprecia en Isla de Pascua (2).

Un relieve encontrado durante excavaciones en Túcume, pueblo del norte peruano, muestra dos grandes arcas de totora con camarotes en su cubierta. Los frisos alrededor de estas balsas representan hombres-pájaro bailando en dos variaciones, levantando los brazos y sosteniendo huevos en sus manos. El motivo coincide con los grabados rupestres de Orongo, y probablemente data del período Lambayeque entre las centurias XII y XIV, si bien los primeros diseños de aquellos personajes en Perú se remontan al menos hasta la época Chavín (1800-1000 a. de C.). Øystein Kock Johansen comenta que muchos "buscan desesperadamente y por todos lados paralelismos vagos con el hombre-pájaro de Isla de Pascua en Polinesia, Melanesia y el sudeste asiático, mientras ignoran poco más o menos el empleo de este motivo en América del Sur desde periodos anteriores a Cristo. La situación parece bastante forzada, casi ridícula" (3).

Ciertos investigadores han propuesto semejanzas entre la veneración del tangata-manu y el antiguo Egipto (4). El contexto pascuense recuerda a la ceremonia para buscar el huevo primigenio del dios-sol Ra, puesto por un fénix y simbolizado en Rapa Nui por aquél del charrán hollín llamado manu-tera, que significa "pájaro-sol". Al igual que el halcón y fénix egipcios, esta ave marina puede verse como emblema solar, del tiempo cíclico y la reencarnación. El viaje en balsas de juncos a través del mar se asocia al periplo de Ra -y también las almas de los muertos- cuando navegaba a la lejanía en transportes similares. Por otro lado, las nociones de "atravesar el horizonte" o "arribar a la otra orilla" en escritos budistas se refieren al logro de la iluminación e "inmortalidad".

Las naves de totora en forma de colmillo proboscídeo y utilizadas en Isla de Pascua se llaman pora, que significa literalmente "barcos de caña solar". Son indistinguibles de aquéllos construidos con papiros y dibujados en jeroglíficos egipcios, y se emplearon en Nubia y Egipto central durante años recientes; de igual modo, representan un tipo navegacional característico de la costa peruana y aún vigente en el lago Titicaca. La expresión tangata manu significa "sabio del pájaro divino", mientras que la cultura egipcia otorgó especial importancia a Thoth, un hombre-ave con cabeza de ibis, dios del conocimiento y "enumerador de las estrellas".


El nombre de Rapa Nui

En el siglo XIX los misioneros y sus camaradas de Oceanía francesa comenzaron a referirse a Isla de Pascua como Rapa Nui, que significa "Gran Rapa". El sector Rapa Iti es una isla al sureste de Tahiti, cuya tradición sostenía que el sitio fue colonizado por mujeres encintas que escaparon de masacres en Isla de Pascua, conocida por ellas como Rapa Nui. Ambas ínsulas tienen aproximadamente el mismo tamaño, pero las denominaciones serían comprensibles si dichos inmigrantes bautizaron al sector de llegada aludiendo a su patria original. Sólo existe otra isla en el mundo llamada Rapa (Titicaca) y está aproximadamente a la misma distancia de Isla de Pascua, pero en dirección opuesta. No hay estatuas de piedra en Rapa Iti, pero sí muchas alrededor del lago boliviano, y la escultura principal de éste último representa a un hombre con orejas largas.

Uno de los apelativos remotos para la isla pascuense es "ombligo del mundo". La capital megalítica en Perú se llamaba Cuzco, que también alude en su etimología a esa cicatriz corporal, y el mismo nombre se aplicó en la Antigüedad a muchos lugares sacros. Otro término para Isla de Pascua era Mate-ki-te-rangi u "ojos que miran al cielo", pues los moai parecían observar al infinito cuando se les colocaron ojos tallados en coral. Rangi reaparece en otros lugares de Polinesia como rani y ani, y también se emplea como referencia poética a la legendaria patria polinesia. Mata-rani ("ojos celestiales") designa un puerto vernáculo en la costa sur peruana, justo bajo el lago Titicaca en altitud (1), y es similar en modo fonético y semántico al egipcio "maat-Ra" que significa "ojo del Sol" (2).

Fig. 3.10.

Claramente, la evidencia ambigua presentada en esta sección sigue abierta a múltiples interpretaciones. Pueden discernirse vínculos de algún tipo entre la cultura rapanui y Polinesia, América del Sur, Egipto u otros lugares, si bien hasta ahora no hay certezas sobre la naturaleza exacta e importancia relativa de estos influjos o su momento histórico. En cualquier caso, parece demasiado simplista la opinión ortodoxa de que hubo una sóla migración a Isla de Pascua desde el lejano Pacífico en el siglo IV.


Referencias

1. Øystein Kock Johansen, "Modus vivendi within Polynesian archaeology in relation to the connection Easter Island-Peru", www.museumsnett.no/kon-tiki/Research/Tucume, parte 1.

2. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 173.

3. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 58.

4. W.R. Corliss (ed.), Anomaly Register, n° 3, octubre 1997, p. 1.
5. Easter Island: The mystery solved, p. 163.
6. The Enigmas of Easter Island, p. 56-8.
7. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 139, 148-9.
8. Easter Island: The mystery solved, p. 31-4, 45.
9. The Enigmas of Easter Island, p. 53-4.
10. Easter Island: The mystery solved, p. 31, 55.
11. Ibídem, p. 153-5.


Mampostería y esculturas

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 89, 156.
2. Ibídem, p. 192-3, 199, 222.
3. Flenley y Bahn, The Enigmas of Easter Island, p. 31-3.
4. Easter Island: The mystery solved, p. 193-5.
5. Ibídem, p. 211.


Culto del "hombre-pájaro"

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 72.
2. Ibídem, p. 167.
3. Johansen, "Modus vivendi within Polynesian archaeology in relation to the connection Easter Island-Peru", partes 3-6.

4. Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 243-4.


El nombre de Rapa Nui

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 77.
2. Hancock y Faiia, Heaven’s Mirror, p. 245.

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (1 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, enero de 2009


​Contenidos:

01. Introducción
02. Historia
-Versión oficial
-Versión local


​01. Introducción

"Por todas partes sopla el viento paradisíaco; en derredor y por encima se hallan el mar y cielo ilimitados, el espacio infinito y una profunda quietud. Los lugareños siempre auscultan lo que ellos desconocen, percibiendo inconscientemente que están en la antecámara de algo aún más vasto que escapa a su comprensión" (Katherine Routledge, The Mystery of Easter Island, 1919).

Fig. 1.1. Un gigante de piedra en Rano Raraku continúa su guardia solemne, taciturna e inescrutable.

La Isla de Pascua (o Rapa Nui) es uno de los lugares más recónditos del planeta, ubicada justo al sur del Trópico de Capricornio y a mitad de camino entre Chile y Tahiti. Con forma triangular y volcanes extinguidos en cada esquina, sus 170 kilómetros cuadrados ofrecen un paisaje variopinto de colinas suavemente onduladas, cráteres volcánicos y pedregosos despeñaderos y campos de lava, rodeados por las aguas azul profundo del Pacífico Sur. En especial, la isla es famosa por su casi millar de gigantescas estatuas líticas y orejudas o moai, la mayoría con una altura de 4 a 8 metros, y más de 300 plataformas de piedra o ahu que suelen tener proporciones megalíticas. Es una verdadera tierra misteriosa, conocida antiguamente como Te Pito o te Henua u "ombligo del mundo".

Fig. 1.2. Ubicación geográfica de Rapa Nui.

Las mencionadas tarimas fueron construidas alrededor del litoral, y los moai se ubicaban en muchas de ellas, mirando tierra adentro hacia las aldeas. Algunas esculturas exhibían un gran tocado cilíndrico o pukao hecho en piedra rojiza, y en sus rostros se empotraban ojos de coral tallado; asimismo, casi todas ellas se componen de roca volcánica amarillenta, extraída del cráter en Rano Raraku. El trabajo en la cantera pareció detenerse repentinamente, pues docenas de estatuas siguen sin terminar y se encontraron miles de barretones líticos esparcidos en muchos sectores. Otro misterio es su escritura jeroglífica aún sin descifrar llamada rongorongo, prácticamente el único sistema conocido en Oceanía.

Fig. 1.3. Volcán Rano Raraku (cortesía de Carlos Huber) (1).

El consenso oficial es que Isla de Pascua fue descubierta accidentalmente por navegantes polinesios en el siglo IV de nuestra Era. Sus descendientes, que vivían aislados y "sin encontrar nada mejor que hacer", habrían decidido crear estatuas gigantes y enormes plataformas, adquiriendo un rápido dominio en técnicas avanzadas de tallado lítico y el transporte/erección de monumentos o bloques de piedra que pesaban muchas toneladas. Durante más de mil años constituyeron una sociedad pacífica, estable y modélica que apoyaba a una gran clase de maestros constructores-escultores, y estuvo gobernada por una jerarquía hereditaria de reyes-sacerdotes, pero la superpoblación y el deterioro del medioambiente dieron lugar a guerras intertribales a fines del siglo XVII, por lo cual se piensa que en medio del tumulto fueron destruidos todos los moai emplazados sobre las plataformas.

Sin embargo, quedan muchas controversias sin solución, como por ejemplo: ¿Cuántas veces fue poblada Isla de Pascua? ¿Fueron polinesios del oeste o sudamericanos orientales? ¿Cómo se las arreglaron sus habitantes para esculpir cientos de moai colosales- muchos de ellos tan altos como un edificio de tres pisos-, transportarlos a grandes distancias y erigirlos en plataformas? ¿De qué modo consiguieron trabajar los durísimos bloques de basalto utilizados en esos ahu, suponiendo que no tenían ninguna herramienta metálica? ¿Es cierto que "la historia arqueológica de Rapa Nui no se remonta a más de 1500 años"? ¿Existen bases reales en la leyenda de que esta isla fue parte de una masa continental mucho mayor? La presente serie abordará dichas materias, comparando visiones ortodoxas/alternativas y las pistas señaladas en escritos teosóficos.


​Referencias

​1. José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Rapa Nui, A Land of Rocky Dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 67.


​02. Historia

​Fig. 2.1.

Versión oficial

El consenso reinante es que Isla de Pascua fue colonizada entre los años 300-400 d. de C. como parte de una tendencia migratoria hacia oriente, e iniciada en el sudeste asiático hacia el 2000 a. de C. Se cree que los primeros habitantes eran polinesios de las islas Marquesas, 3600 kms. al noroeste, o Mangareva (Gambier), situadas 2500 kms. al oeste.

Fig. 2.2. Migraciones polinesias a través del Pacífico, de acuerdo con la ortodoxia.

La historia de Rapa Nui hasta la llegada de los primeros europeos se suele dividir en tres fases principales: poblamiento (400-1000), expansión (1000-1500) y decadencia (1500-1722). Se cree que las estatuas construidas antes del 700 eran mucho más pequeñas y realistas que las posteriores, y a mediados del siglo XII llegó a su apogeo la fabricación de plataformas y moai, con pocos monumentos erigidos en aquéllas después de 1500. Antiguamente existieron bosques de palmeras y coníferas, pero el exceso demográfico, la deforestación e infertilidad del suelo -tal vez agravada por sequías- condujeron a guerras civiles, hambrunas y canibalismo, provocando el colapso del orden establecido. Se desvaneció la autoridad ancestral de los líderes y el poder fue tomado por una clase de guerreros barbáricos; las estatuas de plataformas fueron derribadas sucesivamente y los isleños se focalizaron en la elaboración de pequeñas esculturas de madera y toscas figurillas líticas.

Los desastres naturales (terremotos y tsunamis) pueden haber contribuido al daño sufrido por tarimas y moai. Por ejemplo, el 22 de mayo de 1960 una ola con ocho metros de alto -producida por un sismo frente a Chile- destruyó por completo los restos de Ahu Tongariki, y también llevó a más de 150 mts. tierra adentro enormes bloques de piedra y 15 estatuas con un peso promedio de 40 toneladas.

Fig. 2.3. Ahu Tongariki, con 150 metros de largo, restaurado durante la década de 1990.

En abril de 1722 los expedicionarios holandeses dirigidos por el almirante Jacob Roggeveen se convirtieron en los primeros occidentales llegados a Rapa Nui, y le bautizaron como Isla de Pascua al desembarcar el Domingo de Resurrección. Pasaron un día allí e informaron que los nativos adoraban enormes monumentos con fogatas y postrándose ante el Sol naciente. Algunos tenían lóbulos auriculares estirados hasta los hombros y con perforaciones, y tanto hombres como mujeres exhibían profusos tatuajes. Durante una refriega en que los nativos amenazaban con arrojar piedras, los hombres de Roggeveen mataron a tiros a una docena de ellos antes de zarpar, advirtiendo que "recordarían por siempre" el arribo de la "civilización" europea. Al igual que otros visitantes posteriores del Viejo Mundo, los holandeses dijeron avistar no sólo polinesios de piel clara, sino también individuos con tonalidades más oscuras, algunos blancos como caucáseos y otros de piel rojiza.

En 1770 un grupo ibérico de Perú reclamó la isla para España, y por lo visto hubo confrontaciones en Rapa Nui antes que llegara el capitán británico James Cook cuatro años más tarde. Éste último encontró una población diezmada por la pobreza y observó que el culto a las estatuas parecía haber terminado, pues vio que muchas fueron derribadas. Es posible que algunos moai fuesen objeto de vandalismo incluso antes de las expediciones holandesa y española, pero esos marineros no visitaron los mismos sitios que Cook.

El francés La Pérouse visitó Isla de Pascua en 1786 y su pueblo se notaba tranquilo y próspero, lo que sugirió su rápida recuperación ante cualquier catástrofe. En 1804 un navegante ruso informó que al menos permanecían en pie veinte moai, pero las crónicas de años ulteriores apuntaban a otro período de destrucción, por lo que quizás sólo seguía enhiesto un puñado de monumentos una década después, y a principios del siglo XIX algunos de ellos terminaron siendo destruidos por expediciones occidentales.

Después de 1800 los balleneros comenzaron a recalar en la isla y dejando enfermedades venéreas a su paso. Los habitantes de Rapa Nui también sufrieron incursiones esclavistas, la primera de ellas dirigida por un capitán estadounidense en 1805; luego otra gran ofensiva lanzada desde Perú en 1862, y a la que siguió una epidemia de viruela, redujo su población a sólo 111 miembros hacia 1877, acabando con el linaje hereditario de maestros e iniciados maoríes. En 1864 el misionero católico Eugène Eyraud se instaló en dicho territorio y finalmente logró convertir sus pobladores al cristianismo, además de introducir la tuberculosis.

La explotación mercantil de Rapa Nui comenzó en 1870. El francés Dutroux-Bornier principió a transformarlo en un gran predio ovejuno mientras expulsaba a los isleños hacia plantaciones de Tahiti, y fue asesinado por pobladores restantes en 1877. Para 1888 el gobierno de Chile anexaba la isla, y hoy su población total es de unas 4000 personas, pero se estima que en fases prehistóricas pudo haber llegado a 20.000.


Versión local

Los especialistas ortodoxos aseveran que Isla de Pascua fue colonizada sólo una vez por polinesios en el siglo IV d. de C., y suponiendo que para entonces ningún marinero utilizaba mapas, añaden que la comarca fue descubierta principalmente "por azar". John Flenley y Paul Bahn escriben: "Eran extremadamente limitados los resquicios de alcanzar Isla de Pascua, aunque fuera en una sóla ocasión, y es inaudito que se poblara muchas veces tomando en cuenta las grandes lejanías" (1); no obstante, ciertas leyendas pascuenses aluden a dos o tres migraciones diferentes. Como suele ser el caso, algunas veces las tradiciones nativas son contradictorias y no todas pueden ser históricamente precisas, pero sí ofrecen pistas importantes.

Según aquellos relatos, un poderoso ente sobrenatural llamado Uoke, proveniente del territorio Hiva, viajó por el Pacífico levantando islas completas con una palanca gigante y arrojándolas al mar donde desaparecían. Luego de destruir muchas ínsulas llegó a la costa de Rapa Nui, para entonces un sitio mucho más grande que el actual, y comenzó a desmembrarlo por partes, pero llegó a un punto donde las rocas eran tan fuertes que su palanca se rompió. No pudo deshacerse del último fragmento, y éste quedó como la isla que conocemos hoy.

La cultura pascuense fue fundada por el legendario dios-rey Hotu Matua ("padre prolífico"), quien vivía en un remanente de Hiva conocido como Maori, situado a su vez en la localidad Marae Renga. Según una versión, este rey zarpó hacia Isla de Pascua debido al cataclismo provocado por Uoke, y otra referencia sostiene que huyó tras su derrota en un conflicto. Después que un mago en Hiva llamado Hau Maka hiciera un viaje astral a Rapa Nui durante un sueño, enviaron hasta allí una expedición de reconocimiento con siete jóvenes y Hotu Matua los siguió más tarde en una canoa doble (2).

Hoy el criterio más extendido es que la patria de Hotu Matua era una isla grande, cálida y boscosa al oeste de Rapa Nui, pero una tradición descrita a los primeros navegantes europeos afirmaba que sus pobladores primigenios venían de la tierra oriental llamada Marae-toe-hau ("lugar de entierro") y de clima muy cálido (3). Otra leyenda sugiere que a la primera migración polinesia, encabezada por Hotu Matua, le siguió otra unos 100 años después y también se citan múltiples trayectos de ida y regreso hacia o desde Hiva.

Existen pruebas circunstanciales de que la isla fue habitada incluso con antelación a Hotu Matua. Según una historia, Hau Maka vio a seis personas allí cuando experimentó su sueño profético, y otra asevera que los siete exploradores del rey se toparon con un individuo y su acompañante muerto (4). Un tercer relato ilustra el hallazgo de una plataforma funeraria en el lugar donde desembarcó Hotu Matua, y tierra adentro se encontró una red de caminos empedrados construidos por colonos anteriores (5).

Francis Mazière, quien realizó excavaciones arqueológicas en la isla durante 1963, escuchó de un anciano nativo que "hombres muy altos, pero no gigantes, residieron aquí mucho antes de la llegada de Hotu-Matua", y otro aborigen describía: "Los primeros moradores en esta isla eran supervivientes de la primera raza del mundo. Eran amarillos y muy grandes, de brazos largos, pecho amplio y robusto, y orejas enormes aunque no tenían lóbulos estirados; su pelo era amarillo puro y el cuerpo lampiño y reluciente. Esta raza, que no poseía fuego, existió una vez en otras dos islas polinesias y vinieron en barco desde una tierra que se encuentra detrás de América" (6). De acuerdo con otro informe, los miembros pertenecientes a una de las primeras tribus (los "orejas largas") medían unos 2,5 mts. de alto, lucían piel blanca y cabello rojo (7).

Los actores clave en la historia isleña tradicional son los Hanau-eepe y Hanau-momoko, nombres que a menudo se transcriben como "orejas largas/cortas" respectivamente, pero algunos especialistas dicen que esto es erróneo y los significados verdaderos son "raza fornida/delgada", donde Hanau quiere decir "grupo étnico", y eepe sería "rechoncho" o "corpulento", aun cuando también existe el vocablo epe que equivale a "lóbulo de la oreja", y por esto Thor Heyerdahl sostuvo que la expresión se deletreaba anteriormente como Hanau-epe. Cualquiera que sea el término correcto, las personas a que se hace referencia ciertamente tenían lóbulos auriculares extensos. Hoy la palabra momoko lleva el sentido de "afilado", y probablemente solía implicar la noción de "flaco" o "débil" (8), e incluso ciertos escritores arguyen que los Hanau-eepe eran de estratos altos y los Hanau-momoko las clases bajas.

Una tradición cuenta que la gente de Hotu Matua eran "orejas cortas", mientras los "orejas largas" aparecieron por una migración posterior; otra narra que aquél llevó consigo a ambos y una tercera versión sitúa a los segundos como pobladores originales (9). Heyerdahl veía a los orejas largas como descendientes de colonizadores amerindios prístinos, y al grupo contrario en calidad de polinesios más recientes. En ocasiones se señala que los orejas largas crearon las grandes plataformas, al tiempo que sus rivales eran los primeros en tallar imágenes enormes de sus antepasados y colocarlas en dichos sitios.

A tenor de ciertos reportes, los Hanau-eepe subyugaron a la gente momoko hasta que ésta última se sublevó. Todos los orejas largas, excepto uno, habrían sido masacrados en la segunda mitad del siglo XVII, y tras una feroz batalla los rebeldes llevaron a sus adversarios hasta la zanja de Poike, donde se incendiaron montones de rastrojos. La mayoría de investigadores opugna esa historia pues nunca se han encontrado armas ni huesos en el sitio, y si bien parte del carbón excavado se dató por radiocarbono alrededor de 1676, otro material análogo se fechó en torno al 386 d. de C. y el siglo XI, y todo ello podría provenir de incendios forestales, remociones arbóreas o quemas utilizadas para limpiar los campos. En cualquier caso, es poco probable que sólamente un Hanau-eepe sobreviviera en tal combate, porque a esto le siguió una guerra civil cuando se derribaron todas las estatuas con orejas largas y aún quedaban individuos de esa agrupación cuando llegaron los primeros europeos.


Referencias

1. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 67.

2. Sebastian Englert, Island at the Centre of the World: New light on Easter Island, London: Robert Hale & Company, 1970, p. 45-8; The Enigmas of Easter Island, p. 64-5.

3. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 110-5.

4. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 44-5; José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Easter Island: Rapa Nui, a land of rocky dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 28.

5. Easter Island: The mystery solved, p. 125.
6. Mysteries of Easter Island, p. 45, 63.
7. David Hatcher Childress, Lost Cities of Ancient Lemuria & the Pacific, Stelle, IL: Adventures Unlimited Press, 1988, p. 292.

8. www.rongorongo.org/vanaga/a.html; Island at the Centre of the World, p. 88-93; Easter Island: The mystery solved, p. 127; Mysteries of Easter Island, p. 60-2.

9. John Macmillan Brown, The Riddle of the Pacific, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1996 (1924), p. 44-5; Easter Island: The mystery solved, p. 122, 126.