21 de octubre de 2022

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (1 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, enero de 2009


​Contenidos:

01. Introducción
02. Historia
-Versión oficial
-Versión local


​01. Introducción

"Por todas partes sopla el viento paradisíaco; en derredor y por encima se hallan el mar y cielo ilimitados, el espacio infinito y una profunda quietud. Los lugareños siempre auscultan lo que ellos desconocen, percibiendo inconscientemente que están en la antecámara de algo aún más vasto que escapa a su comprensión" (Katherine Routledge, The Mystery of Easter Island, 1919).

Fig. 1.1. Un gigante de piedra en Rano Raraku continúa su guardia solemne, taciturna e inescrutable.

La Isla de Pascua (o Rapa Nui) es uno de los lugares más recónditos del planeta, ubicada justo al sur del Trópico de Capricornio y a mitad de camino entre Chile y Tahiti. Con forma triangular y volcanes extinguidos en cada esquina, sus 170 kilómetros cuadrados ofrecen un paisaje variopinto de colinas suavemente onduladas, cráteres volcánicos y pedregosos despeñaderos y campos de lava, rodeados por las aguas azul profundo del Pacífico Sur. En especial, la isla es famosa por su casi millar de gigantescas estatuas líticas y orejudas o moai, la mayoría con una altura de 4 a 8 metros, y más de 300 plataformas de piedra o ahu que suelen tener proporciones megalíticas. Es una verdadera tierra misteriosa, conocida antiguamente como Te Pito o te Henua u "ombligo del mundo".

Fig. 1.2. Ubicación geográfica de Rapa Nui.

Las mencionadas tarimas fueron construidas alrededor del litoral, y los moai se ubicaban en muchas de ellas, mirando tierra adentro hacia las aldeas. Algunas esculturas exhibían un gran tocado cilíndrico o pukao hecho en piedra rojiza, y en sus rostros se empotraban ojos de coral tallado; asimismo, casi todas ellas se componen de roca volcánica amarillenta, extraída del cráter en Rano Raraku. El trabajo en la cantera pareció detenerse repentinamente, pues docenas de estatuas siguen sin terminar y se encontraron miles de barretones líticos esparcidos en muchos sectores. Otro misterio es su escritura jeroglífica aún sin descifrar llamada rongorongo, prácticamente el único sistema conocido en Oceanía.

Fig. 1.3. Volcán Rano Raraku (cortesía de Carlos Huber) (1).

El consenso oficial es que Isla de Pascua fue descubierta accidentalmente por navegantes polinesios en el siglo IV de nuestra Era. Sus descendientes, que vivían aislados y "sin encontrar nada mejor que hacer", habrían decidido crear estatuas gigantes y enormes plataformas, adquiriendo un rápido dominio en técnicas avanzadas de tallado lítico y el transporte/erección de monumentos o bloques de piedra que pesaban muchas toneladas. Durante más de mil años constituyeron una sociedad pacífica, estable y modélica que apoyaba a una gran clase de maestros constructores-escultores, y estuvo gobernada por una jerarquía hereditaria de reyes-sacerdotes, pero la superpoblación y el deterioro del medioambiente dieron lugar a guerras intertribales a fines del siglo XVII, por lo cual se piensa que en medio del tumulto fueron destruidos todos los moai emplazados sobre las plataformas.

Sin embargo, quedan muchas controversias sin solución, como por ejemplo: ¿Cuántas veces fue poblada Isla de Pascua? ¿Fueron polinesios del oeste o sudamericanos orientales? ¿Cómo se las arreglaron sus habitantes para esculpir cientos de moai colosales- muchos de ellos tan altos como un edificio de tres pisos-, transportarlos a grandes distancias y erigirlos en plataformas? ¿De qué modo consiguieron trabajar los durísimos bloques de basalto utilizados en esos ahu, suponiendo que no tenían ninguna herramienta metálica? ¿Es cierto que "la historia arqueológica de Rapa Nui no se remonta a más de 1500 años"? ¿Existen bases reales en la leyenda de que esta isla fue parte de una masa continental mucho mayor? La presente serie abordará dichas materias, comparando visiones ortodoxas/alternativas y las pistas señaladas en escritos teosóficos.


​Referencias

​1. José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Rapa Nui, A Land of Rocky Dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 67.


​02. Historia

​Fig. 2.1.

Versión oficial

El consenso reinante es que Isla de Pascua fue colonizada entre los años 300-400 d. de C. como parte de una tendencia migratoria hacia oriente, e iniciada en el sudeste asiático hacia el 2000 a. de C. Se cree que los primeros habitantes eran polinesios de las islas Marquesas, 3600 kms. al noroeste, o Mangareva (Gambier), situadas 2500 kms. al oeste.

Fig. 2.2. Migraciones polinesias a través del Pacífico, de acuerdo con la ortodoxia.

La historia de Rapa Nui hasta la llegada de los primeros europeos se suele dividir en tres fases principales: poblamiento (400-1000), expansión (1000-1500) y decadencia (1500-1722). Se cree que las estatuas construidas antes del 700 eran mucho más pequeñas y realistas que las posteriores, y a mediados del siglo XII llegó a su apogeo la fabricación de plataformas y moai, con pocos monumentos erigidos en aquéllas después de 1500. Antiguamente existieron bosques de palmeras y coníferas, pero el exceso demográfico, la deforestación e infertilidad del suelo -tal vez agravada por sequías- condujeron a guerras civiles, hambrunas y canibalismo, provocando el colapso del orden establecido. Se desvaneció la autoridad ancestral de los líderes y el poder fue tomado por una clase de guerreros barbáricos; las estatuas de plataformas fueron derribadas sucesivamente y los isleños se focalizaron en la elaboración de pequeñas esculturas de madera y toscas figurillas líticas.

Los desastres naturales (terremotos y tsunamis) pueden haber contribuido al daño sufrido por tarimas y moai. Por ejemplo, el 22 de mayo de 1960 una ola con ocho metros de alto -producida por un sismo frente a Chile- destruyó por completo los restos de Ahu Tongariki, y también llevó a más de 150 mts. tierra adentro enormes bloques de piedra y 15 estatuas con un peso promedio de 40 toneladas.

Fig. 2.3. Ahu Tongariki, con 150 metros de largo, restaurado durante la década de 1990.

En abril de 1722 los expedicionarios holandeses dirigidos por el almirante Jacob Roggeveen se convirtieron en los primeros occidentales llegados a Rapa Nui, y le bautizaron como Isla de Pascua al desembarcar el Domingo de Resurrección. Pasaron un día allí e informaron que los nativos adoraban enormes monumentos con fogatas y postrándose ante el Sol naciente. Algunos tenían lóbulos auriculares estirados hasta los hombros y con perforaciones, y tanto hombres como mujeres exhibían profusos tatuajes. Durante una refriega en que los nativos amenazaban con arrojar piedras, los hombres de Roggeveen mataron a tiros a una docena de ellos antes de zarpar, advirtiendo que "recordarían por siempre" el arribo de la "civilización" europea. Al igual que otros visitantes posteriores del Viejo Mundo, los holandeses dijeron avistar no sólo polinesios de piel clara, sino también individuos con tonalidades más oscuras, algunos blancos como caucáseos y otros de piel rojiza.

En 1770 un grupo ibérico de Perú reclamó la isla para España, y por lo visto hubo confrontaciones en Rapa Nui antes que llegara el capitán británico James Cook cuatro años más tarde. Éste último encontró una población diezmada por la pobreza y observó que el culto a las estatuas parecía haber terminado, pues vio que muchas fueron derribadas. Es posible que algunos moai fuesen objeto de vandalismo incluso antes de las expediciones holandesa y española, pero esos marineros no visitaron los mismos sitios que Cook.

El francés La Pérouse visitó Isla de Pascua en 1786 y su pueblo se notaba tranquilo y próspero, lo que sugirió su rápida recuperación ante cualquier catástrofe. En 1804 un navegante ruso informó que al menos permanecían en pie veinte moai, pero las crónicas de años ulteriores apuntaban a otro período de destrucción, por lo que quizás sólo seguía enhiesto un puñado de monumentos una década después, y a principios del siglo XIX algunos de ellos terminaron siendo destruidos por expediciones occidentales.

Después de 1800 los balleneros comenzaron a recalar en la isla y dejando enfermedades venéreas a su paso. Los habitantes de Rapa Nui también sufrieron incursiones esclavistas, la primera de ellas dirigida por un capitán estadounidense en 1805; luego otra gran ofensiva lanzada desde Perú en 1862, y a la que siguió una epidemia de viruela, redujo su población a sólo 111 miembros hacia 1877, acabando con el linaje hereditario de maestros e iniciados maoríes. En 1864 el misionero católico Eugène Eyraud se instaló en dicho territorio y finalmente logró convertir sus pobladores al cristianismo, además de introducir la tuberculosis.

La explotación mercantil de Rapa Nui comenzó en 1870. El francés Dutroux-Bornier principió a transformarlo en un gran predio ovejuno mientras expulsaba a los isleños hacia plantaciones de Tahiti, y fue asesinado por pobladores restantes en 1877. Para 1888 el gobierno de Chile anexaba la isla, y hoy su población total es de unas 4000 personas, pero se estima que en fases prehistóricas pudo haber llegado a 20.000.


Versión local

Los especialistas ortodoxos aseveran que Isla de Pascua fue colonizada sólo una vez por polinesios en el siglo IV d. de C., y suponiendo que para entonces ningún marinero utilizaba mapas, añaden que la comarca fue descubierta principalmente "por azar". John Flenley y Paul Bahn escriben: "Eran extremadamente limitados los resquicios de alcanzar Isla de Pascua, aunque fuera en una sóla ocasión, y es inaudito que se poblara muchas veces tomando en cuenta las grandes lejanías" (1); no obstante, ciertas leyendas pascuenses aluden a dos o tres migraciones diferentes. Como suele ser el caso, algunas veces las tradiciones nativas son contradictorias y no todas pueden ser históricamente precisas, pero sí ofrecen pistas importantes.

Según aquellos relatos, un poderoso ente sobrenatural llamado Uoke, proveniente del territorio Hiva, viajó por el Pacífico levantando islas completas con una palanca gigante y arrojándolas al mar donde desaparecían. Luego de destruir muchas ínsulas llegó a la costa de Rapa Nui, para entonces un sitio mucho más grande que el actual, y comenzó a desmembrarlo por partes, pero llegó a un punto donde las rocas eran tan fuertes que su palanca se rompió. No pudo deshacerse del último fragmento, y éste quedó como la isla que conocemos hoy.

La cultura pascuense fue fundada por el legendario dios-rey Hotu Matua ("padre prolífico"), quien vivía en un remanente de Hiva conocido como Maori, situado a su vez en la localidad Marae Renga. Según una versión, este rey zarpó hacia Isla de Pascua debido al cataclismo provocado por Uoke, y otra referencia sostiene que huyó tras su derrota en un conflicto. Después que un mago en Hiva llamado Hau Maka hiciera un viaje astral a Rapa Nui durante un sueño, enviaron hasta allí una expedición de reconocimiento con siete jóvenes y Hotu Matua los siguió más tarde en una canoa doble (2).

Hoy el criterio más extendido es que la patria de Hotu Matua era una isla grande, cálida y boscosa al oeste de Rapa Nui, pero una tradición descrita a los primeros navegantes europeos afirmaba que sus pobladores primigenios venían de la tierra oriental llamada Marae-toe-hau ("lugar de entierro") y de clima muy cálido (3). Otra leyenda sugiere que a la primera migración polinesia, encabezada por Hotu Matua, le siguió otra unos 100 años después y también se citan múltiples trayectos de ida y regreso hacia o desde Hiva.

Existen pruebas circunstanciales de que la isla fue habitada incluso con antelación a Hotu Matua. Según una historia, Hau Maka vio a seis personas allí cuando experimentó su sueño profético, y otra asevera que los siete exploradores del rey se toparon con un individuo y su acompañante muerto (4). Un tercer relato ilustra el hallazgo de una plataforma funeraria en el lugar donde desembarcó Hotu Matua, y tierra adentro se encontró una red de caminos empedrados construidos por colonos anteriores (5).

Francis Mazière, quien realizó excavaciones arqueológicas en la isla durante 1963, escuchó de un anciano nativo que "hombres muy altos, pero no gigantes, residieron aquí mucho antes de la llegada de Hotu-Matua", y otro aborigen describía: "Los primeros moradores en esta isla eran supervivientes de la primera raza del mundo. Eran amarillos y muy grandes, de brazos largos, pecho amplio y robusto, y orejas enormes aunque no tenían lóbulos estirados; su pelo era amarillo puro y el cuerpo lampiño y reluciente. Esta raza, que no poseía fuego, existió una vez en otras dos islas polinesias y vinieron en barco desde una tierra que se encuentra detrás de América" (6). De acuerdo con otro informe, los miembros pertenecientes a una de las primeras tribus (los "orejas largas") medían unos 2,5 mts. de alto, lucían piel blanca y cabello rojo (7).

Los actores clave en la historia isleña tradicional son los Hanau-eepe y Hanau-momoko, nombres que a menudo se transcriben como "orejas largas/cortas" respectivamente, pero algunos especialistas dicen que esto es erróneo y los significados verdaderos son "raza fornida/delgada", donde Hanau quiere decir "grupo étnico", y eepe sería "rechoncho" o "corpulento", aun cuando también existe el vocablo epe que equivale a "lóbulo de la oreja", y por esto Thor Heyerdahl sostuvo que la expresión se deletreaba anteriormente como Hanau-epe. Cualquiera que sea el término correcto, las personas a que se hace referencia ciertamente tenían lóbulos auriculares extensos. Hoy la palabra momoko lleva el sentido de "afilado", y probablemente solía implicar la noción de "flaco" o "débil" (8), e incluso ciertos escritores arguyen que los Hanau-eepe eran de estratos altos y los Hanau-momoko las clases bajas.

Una tradición cuenta que la gente de Hotu Matua eran "orejas cortas", mientras los "orejas largas" aparecieron por una migración posterior; otra narra que aquél llevó consigo a ambos y una tercera versión sitúa a los segundos como pobladores originales (9). Heyerdahl veía a los orejas largas como descendientes de colonizadores amerindios prístinos, y al grupo contrario en calidad de polinesios más recientes. En ocasiones se señala que los orejas largas crearon las grandes plataformas, al tiempo que sus rivales eran los primeros en tallar imágenes enormes de sus antepasados y colocarlas en dichos sitios.

A tenor de ciertos reportes, los Hanau-eepe subyugaron a la gente momoko hasta que ésta última se sublevó. Todos los orejas largas, excepto uno, habrían sido masacrados en la segunda mitad del siglo XVII, y tras una feroz batalla los rebeldes llevaron a sus adversarios hasta la zanja de Poike, donde se incendiaron montones de rastrojos. La mayoría de investigadores opugna esa historia pues nunca se han encontrado armas ni huesos en el sitio, y si bien parte del carbón excavado se dató por radiocarbono alrededor de 1676, otro material análogo se fechó en torno al 386 d. de C. y el siglo XI, y todo ello podría provenir de incendios forestales, remociones arbóreas o quemas utilizadas para limpiar los campos. En cualquier caso, es poco probable que sólamente un Hanau-eepe sobreviviera en tal combate, porque a esto le siguió una guerra civil cuando se derribaron todas las estatuas con orejas largas y aún quedaban individuos de esa agrupación cuando llegaron los primeros europeos.


Referencias

1. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 67.

2. Sebastian Englert, Island at the Centre of the World: New light on Easter Island, London: Robert Hale & Company, 1970, p. 45-8; The Enigmas of Easter Island, p. 64-5.

3. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 110-5.

4. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 44-5; José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Easter Island: Rapa Nui, a land of rocky dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 28.

5. Easter Island: The mystery solved, p. 125.
6. Mysteries of Easter Island, p. 45, 63.
7. David Hatcher Childress, Lost Cities of Ancient Lemuria & the Pacific, Stelle, IL: Adventures Unlimited Press, 1988, p. 292.

8. www.rongorongo.org/vanaga/a.html; Island at the Centre of the World, p. 88-93; Easter Island: The mystery solved, p. 127; Mysteries of Easter Island, p. 60-2.

9. John Macmillan Brown, The Riddle of the Pacific, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1996 (1924), p. 44-5; Easter Island: The mystery solved, p. 122, 126.