21 de octubre de 2022

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (2 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, enero de 2009


Contenidos:

03. Conexiones sudamericanas
-Mampostería y esculturas
-Culto del "hombre-pájaro"
-El nombre de Rapa-Nui


03. Conexiones sudamericanas

"La arqueología polinesia parece estar dominada por un grupo reducido y celoso que no permite ninguna otra opinión aparte de la suya (...) Hay que tener en cuenta que absolutamente nadie puede conocer toda la verdad sobre la historia, porque simplemente contiene demasiados elementos de incertidumbre" (Øystein Kock Johansen) (1).

El explorador y antropólogo noruego Thor Heyerdahl, quien dirigió excursiones arqueológicas a Isla de Pascua en 1955-1956 y 1986-1988, hizo frente a la postura convencional de que esta comarca fue habitada por primera vez desde Polinesia, y argumentó que ese proceso ocurrió por el oriente (América del Sur) como manifiesta una de las tradiciones isleñas. Sostuvo que batatas, calabazas y totoras se introdujeron allí desde el poniente, mientras que gallináceas, plátanos y caña de azúcar eran polinésicos. Heyerdahl pensó que una sociedad preincaica llegó a Rapa Nui desde Perú aprovechando los vientos alisios occidentales, y en 1947 demostró que tales odiseas eran factibles cuando navegó en su balsa Kon-Tiki desde Sudamérica hasta Raroia, en el archipiélago Tuamotu.

Heyerdahl propuso inicialmente que Isla de Pascua fue poblada al comienzo por sudamericanos hacia el 400 d. de C., y que los polinesios llegaron siglos después masacrando a buena parte de aquéllos; sin embargo, más tarde cambió de opinión y dijo que los polinesios abandonaron en gran medida su propia fe y cultura distintivas tras su arribo a Isla de Pascua, concluyendo que probablemente habían sido llevados contra su voluntad por sudamericanos. De acuerdo con esa tesis, en el siglo XII los incas tomaron el poder en Perú generando un malestar considerable y la expulsión de muchos coterráneos prístinos, y especuló que algunos incas navegaron al oeste trayendo polinesios a Isla de Pascua, ya sea por fuerza o astucia. Heyerdahl añadió que la historia se repetía cuando en 1862 los peruanos abdujeron isleños para esclavismo y acabando con su cultura ancestral (2).

La mayoría de investigadores se opone a la teoría por Heyerdahl sobre un origen sudamericano para la cultura pascuense, argumentando que jamás se ha encontrado un sólo artefacto de aquella zona en 50 años de arqueología intensiva en Polinesia, y no hay trazas vinculadas a flujos repentinos de nuevas prevalencias en algún momento de la historia insular. También describen su hipótesis como "un edificio tambaleante, basado en conceptos inestables y preconcebidos, subjetividad extrema, distorsiones y muy poca evidencia sólida" (3). Sin embargo, sí admiten que al menos debieron existir contactos esporádicos entre los polinesios y América del Sur, aunque creen que probablemente fueron ellos quienes viajaron hasta esa región y no al revés.

Es lógico pensar en nexos para dilucidar cómo la batata llegó a Polinesia, o por qué el quipu inca –un sistema de cuerdas anudadas para rememorar hechos y especialmente números– aún se emplea en muchas islas de Polinesia y Melanesia, entre los indonesios y varias regiones de China. Existe evidencia arqueológica y lingüística de que los polinesios desembarcaron en el litoral centro-norte de Chile y estableciendo relaciones con el pueblo mapuche. En fosas de Río Negro (Argentina) se hallaron restos humanos que no pertenecen a ninguna etnia sudamericana, sino a aquéllas del lejano Pacífico; además se han localizado implementos de piedra maoríes en Cuzco (Perú) o Santiago del Estero (Argentina), y garrotes de madera tallada similares a los de las Marquesas en países como Perú, Chile, Colombia y Ecuador (4). En consecuencia, no pueden descartarse interrelaciones entre Polinesia y América del Sur durante períodos mucho más largos de lo permitido por la arqueología .

Hoy la versión oficial es que los habitantes de Rapa Nui son polinesios y sin mezcla de ningún otro grupo, pero la evidencia "científica" es ambigua. H.L. Shapiro descubrió que los pascuenses se desviaban significativamente de otros polinesios en formas y dimensiones craneales, pero propuso que esto se debería a una "migración selectiva, seguida de aislamiento y consanguinidad", y también se ha dicho que la etnia rapanui es simplemente polinésica de "un tipo algo especializado e inverosímil" (5).

La "mandíbula oscilante" es el rasgo esquelético polinesio más característico. Su frecuencia de aparición en casi todas partes desde Nueva Zelanda hasta Hawai oscila entre el 72 y 90 %, pero es extremadamente rara entre los amerindios, en tanto que la cifra para Rapa Nui llega al 48,5%. Un especialista descubrió que los pascuenses muestran algunos rasgos amerindios menores y sugirió que esto podría deberse a que ciertos marquesanos navegaron hacia América del Sur. Otros piensan que el origen más probable para la gente rapanui es Mangareva (Islas Gamber) o Tuamotu, aunque un nimio elemento genético suramericano continúa mencionándose como posibilidad (6).

Todos los moai en dicha isla tienen orejas largas, y algunos nativos aún practicaban la extensión de sus lóbulos cuando llegaron los primeros europeos. La costumbre también era frecuente en las Islas Marquesas y Perú, e incluso los incas decían heredar el estilo de sus antepasados divinos. El hábito análogo más lejano se dio entre los marineros de la prehistórica ciudad portuaria de Lothal (Valle del Indo), donde se han encontrado muchos tapones grandes para oídos del tipo utilizado en el antiguo México, Perú e Isla de Pascua. Posteriormente los gobernantes hindúes adoptaron el uso, pero se limitó a miembros de familias reales e imágenes de dioses. Las representaciones de Buda con orejas largas se encuentran por toda Asia, y también se han descubierto figuras líticas de igual atributo en las Maldivas.

Las estatuas fabricadas con mayor pericia, consideradas más antiguas por algunos expertos, tenían uñas largas y afiladas. La práctica de dejarlas crecer también existió entre los chinos e incas iniciados como símbolo de sabiduría/pensamiento y su exención de trabajos manuales. Ciertos niños pascuenses solían ser recluidos en cuevas para preservar su blancura dérmica, exigiéndoles que permanecieran solteros y se dejaran crecer uñas y cabello. Incluso la misma tradición estuvo presente tanto en los Andes como en la isla Mangareva del archipiélago Gambier (7).

Se suele decir que el idioma de Rapa Nui deriva completamente del polinesio, pero en 1770 los viajeros españoles recopilaron un vocabulario que incluía términos de evidente origen polinesio junto con otros desconocidos, y los numerales del 1 al 10 eran totalmente diferentes, si bien los investigadores convencionales destacan que los ibéricos no estaban familiarizados con las lenguas polinesias. El capitán Cook, quien visitó la isla cuatro años después, llevó consigo a un tahitiano que podía dialogar con pascuenses hasta cierto punto, y se elaboró una lista de 17 palabras polinesias-protopolinesias correctas del 1 al 10. Empero, Heyerdahl afirma que la pérdida del idioma original entre los pueblos costeros y occidentales de Suramérica dificulta cualquier comparación con vocablos no polinesios en la "lista" española (8).

Robert Langdon y Darrell Tryon argumentaron que al momento del contacto el idioma de Rapa Nui estaba compuesto por tres elementos: uno de origen polinesio occidental, otro del Pacífico oriental y un tercero de procedencia no identificada, quizás del este. Otros autores indican que no existen pruebas satisfactorias sobre una lengua prepolinesia ni una segunda ola de migrantes homónimos, y que la variante rapanui es miembro del subgrupo polinésico oriental (9).

Los pascuenses tenían su propio sistema de escritura, conocido como rongorongo (ver sección 7). La opinión ortodoxa es que la inventaron tras el arribo de los europeos, o bien fue importada de otra isla polinesia, aunque no se sabe que alguna tribu análoga haya poseído el arte de escribir, y por su parte Heyerdahl señalaba que en la América precolombina se utilizaron múltiples sistemas caligráficos.

Algunas plantas en Isla de Pascua claramente tienen origen suramericano, como las batatas/camotes (alimento básico de los lugareños y conocido como kumara en quechua), y también mandiocas y calabazas (10). Como ya se mencionó, los principales expertos creen que los polinesios viajaron al área sudamericana y regresaron con buniatos, señalando además la falta de maíz, habichuelas o calabazas en la isla, que a su vez constituyen recursos principales en la misma región distante. Por otro lado, los viajeros franceses de 1786 trajeron consigo maíz y varios animales domésticos, pero nunca más fueron vistos por navegantes posteriores. Aparentemente los primeros colonos no introdujeron cerdos ni perros, por lo cual los investigadores convencionales admiten que sería sorprendente si provinieran de Polinesia.

Asimismo existen dos plantas de agua dulce y originarias de Suramérica, que se encuentran en lagos de cráteres de Rapa Nui y ausentes en otros sectores del Pacífico. Una de ellas es la caña de totora, muy común en el lago Titicaca, y se cultivaba por vastos campos de regadío en valles desérticos de la costa para fabricar esteras, casas y botes. La otra especie es conocida por los isleños como tavari y se empleaba como medicina, siendo también dominante en el mismo cuerpo hídrico boliviano. El árbol silvestre más útil para los pascuenses era el toromiro, que servía para obras de tallado, y es tan cercano a su pariente chileno que podría considerarse de la misma familia, pues no se conocen otros ejemplares íntimamente relacionados en Polinesia (11).

El análisis del polen muestra que la totora ha estado presente en dicha isla durante al menos 30.000 años, contradiciendo las historias locales de que fue introducida por Hotu Matua. Los autores de corriente principal sugieren que las semillas pueden haberse transportado por viento, mareas o aves, y otra posibilidad es que fueran importadas por un "Hotu Matua" anterior.

En Isla de Pascua hay varias docenas de torres cilíndricas o rectangulares, llamadas tupas, construidas en roca sin labrar con entradas muy angostas y techos abovedados. Tales estructuras no existen en ninguna otra parte de Polinesia, pero se asemejan mucho a las chullpas del Perú preincaico e incluso sus nombres son similares. Las chullpas sirvieron como mausoleos para personas prominentes -a juzgar por los restos humanos localizados en ellos- y se reparten en gran número por las laderas desérticas desde el Titicaca hasta la costa del Pacífico. No obstante, los historiadores ortodoxos niegan cualquier vínculo entre ambas clases de edificaciones, y muchos creen que las tupas eran "gallineros" pues esporádicamente se criaron aves de corral en esos sitios durante épocas posteriores.


Fig. 3.1. Tupa en Rapa Nui (arriba) y chullpa peruana.

Heyerdahl señala que los elementos culturales generalmente considerados indicativos de la cultura polinesia son el mazo de madera acanalado para hacer tela de corteza (tapa), aquél en forma de campana utilizado en la producción de poi (pasta alimenticia hecha con raíz de taro) y el cuenco de material arbóreo para ceremonias de beber kava, pero según él ninguno de ellos arribó a la Isla de Pascua original.

Varios académicos mencionan la ausencia total de tejidos y alfarería en Isla de Pascua como cuestionamiento de que haya tenido vínculos significativos con Perú, ya que éstos son los dos productos más característicos y abundantes en ese país (nótese aquí el doble rasero, pues se ha encontrado cerámica prehistórica en las Marquesas y ello no impide que muchos especialistas crean que Rapa Nui se colonizó originalmente desde dicha área). Otro argumento que opugna el influjo sudamericano es que no existe la técnica de descamado a presión en herramientas líticas de toda Polinesia (lo cual implica "raspar" un objeto en lugar de golpearlo), ni trabajos metálicos amerindios en Isla de Pascua. Tengamos en cuenta, no obstante, que nadie ha demostrado hasta qué punto se podrían haber cortado bloques de basalto duros sin utensilios de metal (ver apartado 6).


Mampostería y esculturas

Las estatuas de piedra (tiki) con manos en el estómago se hallan en otras islas del oriente polinésico, a menudo de pie sobre plataformas ceremoniales; suelen ser de fabricación muy tosca y sólo se aprecian obras de tamaño razonable en las Islas Marquesas, donde la más alta llega a los 2,4 mts. (fig. 10.18), y en Raivavae cuyo ejemplar de mayor alzada tiene 2,8 (fig. 10.13). Sin embargo, estos casos no se asemejan a aquéllos de Rapa Nui, pues también hay figuras monolíticas en el oeste suramericano desde San Agustín en Colombia hasta Tihuanaco junto al lago Titicaca, pero por lo general son mucho más ornamentados que los pascuenses y el parecido es mínimo.


Fig. 3.2. Estatuas en San Agustín (arriba) y Tiwanaku (debajo) (1).

John Macmillan Brown, quien pasó cinco meses en Isla de Pascua durante 1923, creía que sus gigantes de piedra estaban estrechamente relacionados con los de América del Sur y que las diferencias se debían a variaciones estilísticas. Pensó que la inspiración para las estatuas marquesanas probablemente vino de regiones colombianas tropicales, mientras que los moai eran más afines al arte de Tiahuanaco, pero como vimos hay diferencias notables, y aún no hay respuestas acerca del influjo real. Por su parte, Sir Clements Markham y el etnólogo argentino J. Imbelloni especulaban que los rapanui habrían incitado la cultura preincaica.

Cuando en 1978 se encontraron pruebas de que antaño ciertos moai tenían ojos incrustados, muchos investigadores se sorprendieron y en especial quienes cuestionaron la idea con el argumento de que "no representaba una costumbre polinesia". Los ojos con empotrados eran frecuentes entre muchas de las imágenes más antiguas de Oriente Medio, desde Egipto hasta el Valle del Indo. Por ejemplo, los marineros hititas adoptaron la práctica sumeria, y también múltiples estatuas de piedra americanas y prehistóricas exhibían dicho atributo.

Las plataformas en Isla de Pascua suelen compararse con los marae del Pacífico, aunque ninguno de éstos últimos es tan impresionante como los mejores sitios de aquélla. Heyerdahl aseveró que los ahu son similares a los huacas de regiones andinas, mientras que la prodigiosa mampostería de Ahu Vinapu recuerda a las obras incas más refinadas (ver sección 6).

La expedición de Heyerdahl a la isla en los años '50 descubrió una serie de estatuas inusuales que según él fortalecieron la conexión sudamericana. Un hallazgo particular en Rano Raraku fue la escultura arrodillada de Tukuturi que estaba casi completamente bajo tierra. Su altura es de 3,67 mts., y está prosternada con manos en las rodillas y nalgas sobre los talones; su rostro redondo y vuelto hacia arriba tiene orejas cortas y barba de chivo, y en el mismo lugar se localizó otra figura hincada e íntegra, pero presentaba mucha erosión (2).

Fig. 3.3. Tukuturi.

Asimismo, Heyerdahl compara Tukuturi a las estatuas de piedra arrodilladas más pequeñas y distintivas de Tihuanaco, en tanto que los investigadores convencionales lo parangonan con una obra lítica en cuclillas de Tahiti (3). Ambos casos muestran diferencias críticas, y nuevamente la pregunta es "quién inspiró a quién", si es que hubo interacciones. Los eruditos señalan que las costillas eran un rasgo medular en estatuas prosternadas de dicha zona altiplánica, pero Heyerdahl respondió que en torno al gran ahu de Anakena y bajo mucha arena se ubicaron fragmentos de una imagen hincada, uno de los cuales tenía huesos torácicos claramente visibles.

Fig. 3.4. Escultura arrodillada de Tihuanaco.

En la plaza del templo hundido en Vinapu, el equipo de Heyerdahl detectó un bloque rectangular de escoria roja, que representa un cuerpo con los brazos apoyados en el vientre y piernas atrofiadas. Tenía un orificio hondo en la región pectoral y su cabeza estaba desprendida, pero cuando se instaló, el fragmento de la imagen aún llegaba a los 3,5 mts. Heyerdahl afirma que la sección transversal de dicha obra en forma de columnata tiene la apariencia redondeada y cuadrangular frecuente de los gigantes líticos preincas en el área de Tiahuanaco (4).

Fig. 3.5. Estatua de escoria roja.

Los habitantes de Rapa Nui solían producir una increíble variedad de curiosas esculturas de lava (moai maea) y madera (moai toromiro), incluidos los kavakava o "estatuas de costillas", y también monstruos o criaturas extrañas que muestran una imaginación desenfrenada. Los petroglifos locales revelan una amplia gama de motivos artísticos como extrañas máscaras humanas y formas oculares, pájaros o aves antropomorfos, tortugas, peces, ballenas, arañas, lagartos, barcos y otros símbolos. Heyerdahl indicó que esas obras contrastan mucho con el resto de Polinesia, y el arqueólogo Henri Lavachery -que pasó seis meses en la isla hacia 1934- estableció afinidades con el ingenio y surtido de los esquemas alfareros del arte Mochica temprano en Perú (primeros siglos de nuestra Era), pero los arqueólogos rutinarios hablan sólo de parecidos "superficiales".


Fig. 3.6. Esculturas de lava (5).


Fig. 3.7. Moai kavakava. Cada figura tiene una nariz grande y curva, pómulos prominentes, lóbulos auriculares extendidos, barba de chivo y costillas notorias en un abdomen hundido; se dice que representan los akuaku o "espíritus".


Culto del "hombre-pájaro"

Los dioses Tiki, Tane y Tangaroa eran comunes a toda Polinesia y se les consideraba predecesores de las líneas regias con ascendente deífico, pero ninguno de estos personajes fue conocido originalmente por los rapanui (1). Su dios creador era Makemake, cuyo enviado en la Tierra no era un rey hereditario, sino un "hombre-pájaro" (tangatu-manu) seleccionado anualmente, y cabe notar que esta divinidad no existe en ningún otro sector polinésico.

La veneración a este individuo solía llevarse a cabo en el promontorio de Orongo, encaramado en el borde del cráter Rano Kau que se eleva por 400 metros. La villa comporta unas 50 casas ovaladas y circunscritas por losas de piedra horizontales que tienen dos metros en espesor, y techos salientes de uno o dos metros de alto. Allí se celebraba un concurso anual de hombres-pájaro cada septiembre (equinoccio de primavera en el Hemisferio Sur) que tuvo lugar hasta 1866, y donde participaban jóvenes en nombre de benefactores aristócratas que competían para encontrar el primer huevo puesto por el charrán hollín en la pequeña isla de Motu Nui, aproximadamente un kilómetro al suroeste de Orongo. Cada concursante debía trepar por acantilados, remar hasta el objetivo en pequeños flotadores de juncos, buscar dicho huevo y regresar con él a su patrón. El vencedor era declarado hombre-pájaro y gozaba privilegios comparables a los del rey hasta la contienda del año siguiente.

Fig. 3.8. Petroglifo del Hombre-Pájaro con Motu Nui, Motu Iti y la roca puntiaguda de Motu Kao Kao al fondo.

Fig. 3.9. Petroglifo del Hombre-Pájaro con vista al cráter Rano Kau.

Se desconoce el origen de dicho culto y no tiene paralelo en el resto de Polinesia, pero Heyerdahl especulaba que los motivos de aquél -basados en la pleitesía por aves prehistóricas- son distintivos del imperio preincaico oriental. Aunque sabemos poco sobre las deidades de esta civilización, es bien conocido que los incas adoraban al Sol y sus antepasados deíficos representados como felinos, individuos con cabeza de ave o rostros con "marcas lacrimosas" en los ojos, tal y como se aprecia en Isla de Pascua (2).

Un relieve encontrado durante excavaciones en Túcume, pueblo del norte peruano, muestra dos grandes arcas de totora con camarotes en su cubierta. Los frisos alrededor de estas balsas representan hombres-pájaro bailando en dos variaciones, levantando los brazos y sosteniendo huevos en sus manos. El motivo coincide con los grabados rupestres de Orongo, y probablemente data del período Lambayeque entre las centurias XII y XIV, si bien los primeros diseños de aquellos personajes en Perú se remontan al menos hasta la época Chavín (1800-1000 a. de C.). Øystein Kock Johansen comenta que muchos "buscan desesperadamente y por todos lados paralelismos vagos con el hombre-pájaro de Isla de Pascua en Polinesia, Melanesia y el sudeste asiático, mientras ignoran poco más o menos el empleo de este motivo en América del Sur desde periodos anteriores a Cristo. La situación parece bastante forzada, casi ridícula" (3).

Ciertos investigadores han propuesto semejanzas entre la veneración del tangata-manu y el antiguo Egipto (4). El contexto pascuense recuerda a la ceremonia para buscar el huevo primigenio del dios-sol Ra, puesto por un fénix y simbolizado en Rapa Nui por aquél del charrán hollín llamado manu-tera, que significa "pájaro-sol". Al igual que el halcón y fénix egipcios, esta ave marina puede verse como emblema solar, del tiempo cíclico y la reencarnación. El viaje en balsas de juncos a través del mar se asocia al periplo de Ra -y también las almas de los muertos- cuando navegaba a la lejanía en transportes similares. Por otro lado, las nociones de "atravesar el horizonte" o "arribar a la otra orilla" en escritos budistas se refieren al logro de la iluminación e "inmortalidad".

Las naves de totora en forma de colmillo proboscídeo y utilizadas en Isla de Pascua se llaman pora, que significa literalmente "barcos de caña solar". Son indistinguibles de aquéllos construidos con papiros y dibujados en jeroglíficos egipcios, y se emplearon en Nubia y Egipto central durante años recientes; de igual modo, representan un tipo navegacional característico de la costa peruana y aún vigente en el lago Titicaca. La expresión tangata manu significa "sabio del pájaro divino", mientras que la cultura egipcia otorgó especial importancia a Thoth, un hombre-ave con cabeza de ibis, dios del conocimiento y "enumerador de las estrellas".


El nombre de Rapa Nui

En el siglo XIX los misioneros y sus camaradas de Oceanía francesa comenzaron a referirse a Isla de Pascua como Rapa Nui, que significa "Gran Rapa". El sector Rapa Iti es una isla al sureste de Tahiti, cuya tradición sostenía que el sitio fue colonizado por mujeres encintas que escaparon de masacres en Isla de Pascua, conocida por ellas como Rapa Nui. Ambas ínsulas tienen aproximadamente el mismo tamaño, pero las denominaciones serían comprensibles si dichos inmigrantes bautizaron al sector de llegada aludiendo a su patria original. Sólo existe otra isla en el mundo llamada Rapa (Titicaca) y está aproximadamente a la misma distancia de Isla de Pascua, pero en dirección opuesta. No hay estatuas de piedra en Rapa Iti, pero sí muchas alrededor del lago boliviano, y la escultura principal de éste último representa a un hombre con orejas largas.

Uno de los apelativos remotos para la isla pascuense es "ombligo del mundo". La capital megalítica en Perú se llamaba Cuzco, que también alude en su etimología a esa cicatriz corporal, y el mismo nombre se aplicó en la Antigüedad a muchos lugares sacros. Otro término para Isla de Pascua era Mate-ki-te-rangi u "ojos que miran al cielo", pues los moai parecían observar al infinito cuando se les colocaron ojos tallados en coral. Rangi reaparece en otros lugares de Polinesia como rani y ani, y también se emplea como referencia poética a la legendaria patria polinesia. Mata-rani ("ojos celestiales") designa un puerto vernáculo en la costa sur peruana, justo bajo el lago Titicaca en altitud (1), y es similar en modo fonético y semántico al egipcio "maat-Ra" que significa "ojo del Sol" (2).

Fig. 3.10.

Claramente, la evidencia ambigua presentada en esta sección sigue abierta a múltiples interpretaciones. Pueden discernirse vínculos de algún tipo entre la cultura rapanui y Polinesia, América del Sur, Egipto u otros lugares, si bien hasta ahora no hay certezas sobre la naturaleza exacta e importancia relativa de estos influjos o su momento histórico. En cualquier caso, parece demasiado simplista la opinión ortodoxa de que hubo una sóla migración a Isla de Pascua desde el lejano Pacífico en el siglo IV.


Referencias

1. Øystein Kock Johansen, "Modus vivendi within Polynesian archaeology in relation to the connection Easter Island-Peru", www.museumsnett.no/kon-tiki/Research/Tucume, parte 1.

2. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 173.

3. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 58.

4. W.R. Corliss (ed.), Anomaly Register, n° 3, octubre 1997, p. 1.
5. Easter Island: The mystery solved, p. 163.
6. The Enigmas of Easter Island, p. 56-8.
7. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 139, 148-9.
8. Easter Island: The mystery solved, p. 31-4, 45.
9. The Enigmas of Easter Island, p. 53-4.
10. Easter Island: The mystery solved, p. 31, 55.
11. Ibídem, p. 153-5.


Mampostería y esculturas

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 89, 156.
2. Ibídem, p. 192-3, 199, 222.
3. Flenley y Bahn, The Enigmas of Easter Island, p. 31-3.
4. Easter Island: The mystery solved, p. 193-5.
5. Ibídem, p. 211.


Culto del "hombre-pájaro"

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 72.
2. Ibídem, p. 167.
3. Johansen, "Modus vivendi within Polynesian archaeology in relation to the connection Easter Island-Peru", partes 3-6.

4. Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 243-4.


El nombre de Rapa Nui

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 77.
2. Hancock y Faiia, Heaven’s Mirror, p. 245.