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13 de febrero de 2022

América Precolombina: migraciones, contactos y atlantes (5 de 12)

David Pratt
Mayo 2009, agosto 2011


Contenidos:

-Flora y fauna
-Otras influencias asiáticas


Flora y fauna

Los españoles y portugueses no fueron los primeros en introducir pollos en América puesto que la crianza de estas aves no pudo haberse extendido por Sudamérica durante sólo las tres décadas en que fueron importadas por los europeos a partir de 1519. Los pollos en posesión de los nativos americanos principalmente se asemejaban a razas asiáticas más que al tipo mediterráneo, y los nombres nativos para designar a esta ave se derivaron de los términos peninsulares "gallo" o "gallina" sólo en las áreas donde el pollo no existía antes de la llegada de los hispanos. Entre los arawak del Caribe y los guaymi de Panamá el pollo era conocido como "takara" o "karaka", nombres sorprendentemente similares a la palabra hindi "karaknath". En el sur de México los significantes para las gallináceas ya se usaban en el segundo milenio a. de C., y también en partes de América Central y del Sur existían pollos de huesos y carne oscuros que comparten características con los del sudeste asiático. Contrario a las prácticas europeas, este tipo de ave normalmente no es consumida, pero sí se usa para tratamientos médicos, adivinación u otros ritos que se igualan con ciertas costumbres de China (1). Los huesos de pollo descubiertos en la costa del sur de Chile y datados en los inicios del siglo XIV a mediados del XV pertenecen genéticamente a una especie de ave de corral nativa de Polinesia, con una secuencia de ADN hallada en gallinas de Tonga, Samoa, Niue, Isla de Pascua y Hawai (2).

El maíz (Zea mays) parece haber llegado al Asia desde América mucho antes del tiempo de Colón y los colonizadores europeos. Muchas variedades de choclo asiático no pudieron haberse desarrollado en el tiempo desde que el maíz supuestamente fue traído desde el Nuevo Mundo y algunos tipos tienen rasgos inusuales que los asemejan con aquéllos de los maíces sudamericanos. Se han hallado esculturas de dioses sosteniendo maíz en más de 100 templos hindúes, cuyo arte principalmente está datado entre los siglos V al XIII d. de C., aunque algunas muestras son más antiguas, y asimismo el maíz es mencionado en la literatura de India del siglo V y en las letras chinas del siglo XIII. Un grano muy similar al maíz, llamado "trigo de Asia", era cultivado en las cercanías de Milán antes o en torno a la época en que Colón volvió de su primer viaje, y también en ese periodo el choclo era conocido como "grano de Turquía", implicando así que este vegetal fue llevado a través del Pacífico a Asia desde donde llegó a algunos países europeos (3). 


Fig. 4.3. Esculturas de choclo halladas en templos de piedra cerca de Mysore, estado de Karnataka (India) y que se remontan a los siglos XII y XIII (4).

El maní o cacahuate (Arachis hypogaea) es originario de Sudamérica, pero se han encontrado especímenes más antiguos en dos sitios arqueológicos en el sureste de China, cuya fecha ronda en torno al 2.800 a. de C., y desde entonces también el cacahuate ha sido descubierto en cuevas de la isla de Timor en Indonesia que datan de fines del tercer milenio a. de C. hasta fines del primero d. de C. Los manices se localizaron junto con otras dos especies de plantas americanas, la chirimoya y el maíz, y el tipo de Arachis hallado en tumbas de Ancón (costa peruana) era el mismo que se cultivaba en China, Taiwán e India (5).

El anacardo (Anacardium occidentale) también procede de América, pero está claramente representado en un bajorrelieve de la stupa Bharhut (siglo II a. de C.) en Madhya Pradesh (India) junto a esculpidos que muestran chirimoyas (Annona squamosa); estas últimas también están figuradas en otros templos hindúes y budistas de India, incluyendo las cavernas de Ajanta, y además otras dos especies de chirimoya estaban presentes en India (6). 

Fig. 4.4. Anacardos esculpidos en la balaustrada de la stupa Bharhut. En la actualidad sólo permanece este bosquejo de dicha parte de las ruinas.

Fig. 4.5. Frutos de Annona squamosa esculpidas en la misma balaustrada de la stupa Bharhut.

Se solía pensar que la judía (Phaseolus vulgaris) fue introducida en el Nuevo Mundo por los españoles, pero los ejemplares de esta planta eran conocidos hacia el 4.000 a. de C. en México y antes del 2.000 a. de C. en Perú. Posteriormente se decidió que los comerciantes portugueses habían llevado habichuelas a Asia alrededor del 1.500 d. de C., lo cual es insostenible puesto que las judías, el poroto pallar (P. lunatus) y el frijol de monte (Macroptilium lathyroides/P. lathyroides) han sido todos localizados en múltiples sitios arqueológicos del segundo milenio a. de C. en India. Asimismo, la evidencia sugiere que todos estos ejemplares fueron transferidos desde América al Cercano Oriente o India en alguna época anterior al 1.600 a. de C. (6).

El helminto (Ancylostoma duodenale y Necator americanus) probablemente fue llevado a Sudamérica por viajeros provenientes del este de Asia o las islas del Pacífico, y dicho parásito se ha encontrado en restos del este brasileño de unos 7.200 años de antigüedad. Los inmigrantes que se trasladaban lentamente a Norteamérica a través de Beringia habrían llegado libres de helmintos porque las bajas temperaturas de esta región habrían eliminado a esta especie (7).


Otras influencias asiáticas

Según la tradición hindú, Arjuna -uno de los héroes del Mahabharata- viajó a Patala (las Antípodas o América) hace 5000 años y se casó con la princesa Ulupi, hija de Kauravya, rey de los Nagas (1). "Naga" es un término sánscrito para "serpiente", un nombre que como el de "dragón" era aplicado a los sabios e iniciados, y así por ejemplo los indígenas mexicanos llamaban "naguales" a sus chamanes; varias deidades e importadores culturales centroamericanos están representados cono serpientes emplumadas (a menudo bajo la apariencia de un dragón); existen tribus snake entre los indígenas norteamericanos y el promontorio gigante denominado Serpent Mound ("Gran Montículo de la Serpiente") de 420 mts. de largo fue construido por los antiguos aborígenes de Ohio.

Los Puranas y Jatakas hindúes describen viajes marítimos épicos que llegaron a tierras tan distantes como Malasia e Indonesia, y antes del siglo I d. de C. los mercaderes de India navegaban hacia Siberia en búsqueda de oro (2). Un relieve esculpido en el Templo de Borobudur (Indonesia) muestra una galera marítima con tres mástiles de unos 30 mts. de largo y además existen registros budistas sobre un peregrinaje del siglo V desde Sri Lanka a Java en naves lo suficientemente grandes para llevar a 200 pasajeros, por lo que era común que las tripulaciones del siglo IX se aventuraran miles de kilómetros en el Océano Índico.

Durante el primer milenio de nuestra Era, Mesoamérica evidenció una asombrosa variedad de aparentes influencias culturales de zonas tales como India, Camboya, Tailandia, Malasia, Indonesia, Java y China. En la Norteamérica de 1928, específicamente en la isla Royale del Lago Superior, se encontró un medallón de 4,4 cms. de diámetro a casi un metro bajo la superficie. Una cara muestra la figura de Buda sentado a la entrada de un templo piramidal o stupa, flanqueado por palmeras y en frente de una congregación. El otro lado tiene un león que sostiene una cimitarra en su pata derecha extendida en el centro de un corazón con una espoleta, rodeados con una escritura asiática difícil de descifrar. Los especialistas creen que el objeto fue manufacturado en torno al 750-1.300 d. de C. (3). 

Fig. 4.6. El medallón de Michigan.

Las similitudes entre las ideas filosóficas y religiosas de distintas culturas no apuntan necesariamente a un contacto directo, pero a veces las semejanzas son tan específicas que lo anterior parece ser la única explicación. Por ejemplo, en la mitología de los indígenas sioux el mundo pasa a través de cuatro fases representadas como un búfalo parado primero en sus cuatro patas, luego tres, dos y finalmente una, y también este animal experimenta cambios de colores, el último de los cuales es el negro. Esto es notablemente similar a la teoría hindú de las cuatro eras o yugas representadas como un toro parado en cuatro extremidades, después tres, dos y al último una sola. La era final en la mitología hindú se denomina Kali-Yuga, la época oscura o negra (4).

La cultura Bahía en la costa de Ecuador, de gran desarrollo y que apareció alrededor del 500 a. de C., también muestra influencias asiáticas y la evidencia incluye restos de cuellos cerámicos, pequeños modelos de casas con tejados tipo caballete de apariencia no americana, zampoñas graduadas lateralmente hacia el centro (no desde un lado al otro como en el resto de Sudamérica) y figurillas sentadas de tal forma que el pie derecho permanece en la rodilla izquierda, una postura comúnmente hallada en representaciones de Buda (5).

El uso de la cerbatana es común en América y el sudeste asiático, pero al parecer no se desarrolló independientemente en las dos áreas. La cerbatana estriada se localiza en Malasia, el norte de Borneo y Luzón occidental en las islas Filipinas, y la misma arma era utilizada por los houma de Louisiana, los nativos en el Amazonas superior y los indígenas que habitan las inmediaciones de Barranquilla en Colombia, y también la pieza bucal hemisférica es corriente en América y Malasia. Tanto los cazadores de cerbatana indonesios como sudamericanos obtienen el veneno de diferentes árboles, pero los intervienen en la misma forma y designan por nombres similares, y ambos tipos de indígenas usan sal y jugo de limón como antídotos aunque no existe evidencia de si en realidad funcionan (6).

Otro complejo cultural que se puede observar en el sudeste de Asia y Sudamérica es la elaboración de tela de corteza, que es un proceso altamente intrincado compuesto por 121 fases, de las cuales 92 son las mismas en el Viejo y Nuevo Mundo. De estas 92 etapas, 42 no dependen del paso anterior y se llevan a cabo en una secuencia aleatoria, y aún así se realizan en el mismo orden en ambas áreas (7). Por lo tanto, que una coincidencia tal pueda achacarse a la "invención independiente" está incluso fuera del ámbito del azar.


Referencias

1. Huyghe, Columbus Was Last, p. 82-3.

 
Presencia china

1. Gavin Menzies, 1421: The year China discovered the world, London: Bantam Press, 2002.

2. Columbus Was Last, p. 36-45.
3. Thompson, Secret Voyages to the New World, p. 53-73.
4. Columbus Was Last, p. 113-23.
5. Secret Voyages to the New World, p. 154, 166-9.
6. Little, Van Auken y Little, Mound Builders, p. 203.
7. Columbus Was Last, p. 36, 93-4.
 
 
Presencia japonesa

1. Columbus Was Last, p. 28-35.
2. Edward Moreno, "Chris you were late! – Part 2", www.discovernikkei.org/en/journal/2010/2/5/chris-youwere-late.

3. David Lee, "The Jomon, Japan-Valdivia, Ecuador Case" [http://faculty.smu.edu/dfreidel/ANTH3334_Fall/PDFs/Part 2/Oct12.pdf].

4. Schoch, Voyages of the Pyramid Builders, p. 147.


Presencia polinésica

1. Sorenson y Johannessen, "Scientific evidence for pre-Columbian transoceanic voyages to and from the Americas", p. 12, 116-18; Columbus Was Last, p. 109-10.

2. http://en.wikipedia.org/wiki/Pre-Columbian_trans-oceanic_contact; W.R. Corliss, Science Frontiers, n° 159, 2005, p. 1-2.

3. W.R. Corliss (compilación), Archeological Anomalies: Small artifacts, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 2003, p. 209-10.

4. A. Hyatt Verrill, Old Civilizations of the New World, New York: New Home Library, 1942 (1929), p. 12-13; www.britannica.com/EBchecked/topic/546589/Siriono.


Flora y fauna

1. "Scientific evidence for pre-Columbian transoceanic voyages to and from the Americas", p. 42-3, 199-200; Columbus Was Last, p. 127-8.

2. John Gallagher, "An old map and some chicken bones terrify archaeologists", en Joseph (editor), Unearthing Ancient America, p. 222-5.

3. "Scientific evidence for pre-Columbian transoceanic voyages to and from the Americas", p. 13-14, 165-72; Voyages of the Pyramid Builders, p. 137-40.

4. http://geography.uoregon.edu/carljohannessen/research.html.
5. "Scientific evidence for pre-Columbian transoceanic voyages to and from the Americas", p. 9-10, 66-8.

6. Ibídem, p. 15-16, 59-60, 64-6, 211, 213.
7. Ibídem, p. 26, 124, 143-5.
8. Ibídem, p. 2-3, 172-4.

 
Otras influencias asiáticas

1. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:214, 628.
2. Columbus Was Last, p. 123-4.
3. Frank Joseph, "Medallion puts Buddhists in Michigan a thousand years ago", en Unearthing Ancient America, p. 24-30.

4. Philip S. Harris (editor), Theosophical Encyclopedia, Quezon City, Philippines: Theosophical Publishing House, 2006, p. 31.

5. Voyages of the Pyramid Builders, p. 147-8.
6. Ibídem, p. 143-4.
7. Ibídem, p. 144.

América Precolombina: migraciones, contactos y atlantes (4 de 12)

David Pratt
Mayo 2009, agosto 2011


Contenidos:
 
04. Contactos transpacíficos
-Presencia china
-Presencia japonesa
-Presencia polinésica


04. Contactos transpacíficos

Al parecer existieron intercambios culturales masivos entre Asia y América, particularmente desde comienzos del primer milenio a. de C. hasta fines del primero d. de C. Patrick Huyghe afirma que estas transferencias involucraron "todos los estilos y motivos de arte incluyendo calendarios; desde sistemas de contabilidad a juegos de mesa, plantas, confección de papel y más, por lo que una sola lista de los paralelos ocuparía varias páginas". Dichos ítemes culturales tendieron a hacer su primera aparición en el Nuevo Mundo por toda la costa oeste de América, desde Alaska hasta Perú.

"Al menos deben haberse realizado numerosos viajes ocasionales desde Asia al Nuevo Mundo (...) Muchos de los visitantes llegaron provenientes del sudeste asiático, incluyendo regiones como India, Camboya, Tailandia, Malasia, Indonesia y Java, principalmente en la era moderna, pero la primera contribución y quizá la más importante parece haber venido de China" (1).


Presencia china

Según Gavin Menzies, el almirante Zheng He arribó con una flotilla de barcos a la costa pacífica de Norteamérica en 1421 (1), pero parece ser que fue sólamente el último de una larga serie de viajeros chinos que cruzaron el Pacífico y que tales odiseas se remontan al menos a comienzos del tercer milenio a. de C. Mientras que los eruditos chinos se muestran más abiertos a la posibilidad de viajes transpacíficos desde su país, los arqueólogos norteamericanos son menos entusiastas.

De acuerdo al libro chino Shan Hai Ching ("Clásico de las Montañas y los Mares") escrito en 2.208 a. de C., dos agrimensores llamados Ta-Chang y Shu-Hai fueron enviados a explorar el mundo hace unos 4300 años durante el reinado del emperador Yao. Aunque a menudo la historia se descarta como ficción -e indudablemente ciertas partes de la obra lo son- algunos de los datos en el Shan Hai Ching y que figura en antiguos mapas chinos parecen referir a lugares, características y fauna específicas del continente americano. Uno de esos mapas indica que la Tierra tiene "84.000 lis" (45.060 kms) en cada dirección, comparada con la circunferencia promedio real de 40.041 kms. (2).

Hacia el siglo III a. de C. los chinos construían embarcaciones mercantes oceánicas de hasta 24 mts. de largo y que pesaban 60 toneladas. Según la crónica de Shi-Chi, en el 219 a .de C. y durante el reinado del emperador Shih Huang una flota de barcos conducida por el capitán Tzu Fu dejó China rumbo hacia Fu Sang, una lejana tierra oriental conocida también como la "Isla de los Inmortales", y el propósito era traer las legendarias setas ling shih para el enfermizo emperador. En ocasiones, Fu Sang era un nombre dado a la costa oeste de Norteamérica, pero al parecer en este caso se refería al sur de México. De esta forma la colonia china que se estableció en esa zona tuvo una importante influencia en la civilización maya (ver sección 5) (3).

El primer milenio conoció una gran actividad en los mares del lejano oriente, pues hacia fines de la dinastía Han (202 a. de C-220 d. de C.) los chinos tenían barcos de cuatro mástiles que podían llevar hasta 70 personas y 260 toneladas de cargamento. Según el Chu I Chuan ("Crónicas de los Bárbaros") el monje budista Hui-Shen partió de China en el 458 d. de C. y viajó a través del Océano Pacífico hasta Fu Sang. Permaneció allí por 40 años observando el país, sus gentes y costumbres, su flora y fauna, evangelizó en nombre de su religión y finalmente volvió a China a finales del siglo, y así los chinos consideran su relato como historia, siendo corroborada mucha de su información. Probablemente este monje navegó a través del Pacífico Norte por vía de las islas Kuriles y Aleutianas, bajando luego por las costas de Alaska y California hasta que finalmente arribó a las costas de México (4).

La flota de Zheng He llevó influencias Ming a América a comienzos del siglo XV. El Códice Selden (siglo XV) de Mixtec (México), el cual apareció en China, puede ser una reliquia del comercio ultramar de Ming. Un cuenco de bronce encontrado en el valle del río Sacramento de California y un disco del mismo material proveniente de la costa este tienen inscripciones chinas de tiempos del quinto emperador Ming. El soberano inca Túpac Yupanqui (1471-1493) aseguraba haber navegado con una flota a través del Pacífico a las Indias Orientales en una travesía de ida y vuelta, el mismo tipo de periplo que los Ming ya realizaban en el siglo XV. Además, hacia 1532 y en época de la conquista los hispanos contaron que el inca Atahualpa vestía túnicas de seda, lo cual puede apuntar a una conexión china. En reservas indígenas del noroeste americano ha aparecido un cúmulo de artefactos religiosos chinos de bronce no datados y algunas monedas Ming; también se localizaron jarrones incas con escritura china y petroglifos simbolizando el ying-yang en graffitis peruanos y en California del sur, aunque son imposibles de datar. Entretanto, en el segundo mapa de Ming la península de Florida se muestra con toda claridad, y un explorador florentino posteriormente declaró haber encontrado naranjos y almendros en las Carolinas al norte de Florida, siendo ambas plantas asiáticas. Asimismo los españoles dijeron haber visto amplios huertos de limoneros y granadas cultivados en Perú, y éstas también son especies asiáticas domesticadas (5).

Hace más de 100 años se dragaron anclas chinas de piedra desde la bahía de San Francisco, y a lo largo de toda la costa occidental de América han sido extraídas monedas chinas junto a reliquias budistas de bronce comerciadas u otorgadas como regalo por marinos de paso. En 1882 un minero de Columbia Británica descubrió 30 monedas chinas a 7,6 mts. bajo la superficie, que se cree fueron producidas durante el reinado del emperador Huungt alrededor del 2.637 a. de C. (6).

La rosa cherokee o Rosa laevigata es nativa de China, pero los primeros exploradores europeos la encontraron creciendo en estado salvaje en la parte más austral de América. La rosa de China o Hibiscus rosa sinensis primero fue localizada en Asia y se pensaba que era nativa de China, pero en realidad se originó en América. Los chinos afirmaban haber exportado esta flor a Persia alrededor del 200 a. de C. y dijeron haberla adquirido desde Namviet, una región compuesta por Vietnam del Norte y el sur de China. Por su parte los marinos vietnamitas sostienen que consiguieron la flor largo tiempo atrás desde una gran tierra a través del mar situada "por debajo del horizonte del este" (7).


Presencia japonesa

Aparte de las reivindicaciones nórdicas de arribo en Terranova hacia el 1.000 d. de C., la otra y única afirmación por la que los especialistas de cabecera han mostrado alguna simpatía es de una visita a Ecuador en botes de carga japoneses hace más de 5.500 años (1). La alfarería apareció repentinamente en la cultura de la edad lítica de Valdivia en torno al 3.600 a. de C., siendo ésta una tecnología totalmente formada con un elaborado rango de técnicas decorativas que cambiaron durante los siguientes 2.000 años, pero devinieron más simples en lugar de complejizarse. La alfarería muestra poca o nula conexión con algún estilo americano homólogo más antiguo, pero es asombrosamente similar a la producida por la cultura Jomon en la isla Kyushu (la más austral de Japón) durante el mismo periodo y también el número de similaridades estilísticas descarta la invención independiente.

Inclusive se han desenterrado fragmentos de alfarería más antigua bajo el nivel cultural de Valdivia. Esta alfarería conocida como San Pedro encaja dentro de los rangos de variaciones en la cerámica Valdivia y puede haber sido elaborada por los mismos artistas. Las excavaciones en la costa norte de Columbia desenterraron restos de alfarería datados en el 3.800 a. de C. que comparten rasgos con el periodo cerámico Jomon, pero se asemejan más a la artesanía hallada en Honshu, la isla más grande de Japón. 

Fig. 4.1. Restos cerámicos de la cultura Valdivia (izquierda) y Jomon (derecha) (2).


Fig. 4.2. En las alfarerías de Jomon (arriba) y Valdivia anterior (debajo) se aprecia una técnica para castelar o empuntar el borde del pote (3).

La maza denominada "lucero del alba" es un arma consistente en una cabeza con forma estrellada unida a la empuñadura por medio de un agujero redondo, y que fue utilizada en Japón y Corea, como también en Ecuador, Perú y Bolivia. Las mazas asiáticas similares con cabezas de piedra datan del último periodo Jomon -en torno al 1.000 a. de C.- mientras que en los Andes se elaboraban armas semejantes primero de piedra y más tarde de bronce, datando del 500 al 1.500 d. de C. Puesto que este artefacto se encuentra sólamente en el área de Sudamérica influenciada por los japoneses de Jomon, se deduce que puede haber sido importado por ellos (4).


Presencia polinésica

Los polinesios de Rarotonga en las islas Cook tenían una leyenda sobre una gran expedición que navegó más allá de la Isla de Pascua (Rapa Nui) a una tierra de "cumbres", una posible referencia a los Andes. Otra tradición de Mangareva habla de viajes a lugares llamados Taikoko y Ragiriri, representando la región del Cabo de Hornos al extremo final de Sudamérica y el Estrecho de Magallanes. Existe también una leyenda en las Islas Marquesas sobre una canoa doble muy grande que navegó al este a una tierra llamada Tefiti y el único territorio hacia esa dirección es el continente americano.

La patata dulce (Ipomea batatas) es nativa de Sudamérica y alcanzó Asia en los primeros siglos de nuestra era. La evidencia disponible sugiere que no ingresó a Polinesia desde Asia, sino desde el este, y que la gran variedad de especies de este tubérculo en dicha región pacífica no podría haberse desarrollado en los últimos 500 años. La patata dulce es llamada kumar en la lengua quechua de Perú y Ecuador y kumara en el maorí de Mangareva, Paumotu, Isla de Pascua y Rarotonga. De igual forma, el amplio cúmulo de palabras para designar a la patata dulce en Polinesia indica que era conocida en esa zona por largo tiempo. La evidencia también establece que fue transferida desde Sudamérica a Polinesia en algún momento entre el 400 y el 700 d. de C. a través de Hawai o que pudo haber llegado a Polinesia por Isla de Pascua incluso en una época anterior, por lo que los sudamericanos la llevaron a las islas polinesias, o los nativos de éstas realizaron un viaje de ida y vuelta al territorio austral de América (1).

Es posible que hayan existido contactos entre polinesios y los indios chumash y gabrielino del sur de California. La principal evidencia es la avanzada canoa o barco cosido que se usa en todas partes de las islas polinésicas, pero es desconocida en Norteamérica excepto entre estas dos tribus. La lengua chumash no tiene parientes lingüísticos en otra parte de su continente originario, pero tiene muchas afinidades con la lengua hawaiana. Además, un examen practicado en una momia peruana en el Museo de Bolton reveló que había sido embalsamada usando una resina arbórea extraída de una variedad de conífera que se encuentra sólo en Oceanía y probablemente Nueva Guinea, y tanto la resina como el cuerpo fueron datados con carbono en torno al 1.200 d. de C. (2).

La literatura arqueológica raramente menciona que muchas armas polinésicas típicas de piedra han sido halladas en montículos indígenas norteamericanos y también en sitios sudamericanos, cuyos descubrimientos se localizan a lo largo de la costa pacífica del continente. Algunas calaveras humanas y herramientas de piedra en el sitio arqueológico de Serra da Capivara en el noreste de Brasil tienen características que se asemejan mucho a aquéllas existentes en la Australia y Melanesia contemporáneas de hace 60.000 años (3).

Algunas de las artes, costumbres y creencias religiosas de las tribus en el oeste sudamericano, junto con sus rasgos y color, son muy similares a aquéllos de las comunidades en las islas del Pacífico. Los indios sirionó del este de Bolivia, de los cuales sólo quedan unos 500 miembros, son cazadores-recolectores con características típicamente oceánicas, incluyendo su cabello fino y ligeramente ondulado y las grandes barbas pobladas, sin mostrar parecido a algún otro pueblo indígena conocido. Entre casi todas las tribus del oeste sudamericano encontramos muchas palabras muy semejantes y a menudo idénticas a los vocablos del mismo significado en los dialectos oceánicos (4).

América Precolombina: migraciones, contactos y atlantes (3 de 12)

David Pratt
Mayo 2009, agosto 2011


Contenidos:
 
-Presencia griega
-Presencia hebrea
-Presencia egipcia
-Presencia fenicia
-Minería de cobre
-Flora y fauna


Presencia griega

Enrico Mattievich sostiene que varios mitos griegos y romanos reflejan un conocimiento de Sudamérica (1) y además de otras capas de significado, los relatos y leyendas sobre héroes tales como Heracles y Odiseo que viajaban al inframundo (Hades o Tártaro), localizado más allá del océano occidental o bajo tierra, contienen detalles geográficos que podrían derivarse de viajes a las altiplanicies andinas a lo largo del río Amazonas y también a los ríos Marañón y Ucayali de cuya confluencia se origina. Estos ríos corresponden al Styx (Estigia) o Aquerón de la mitología griega, y el bosque sería análogo a los pantanos de Hades. La garganta conocida como Pongo de Manseriche ("puente del miedo") donde el Marañón se une con el Amazonas, contiene un célebre lugar de piedra caliza blanca, la cual equivale a las "rocas blancas" donde convergen los dos grandes ríos del inframundo. Mattievich asegura que los viajes transatlánticos realizados por pueblos mediterráneos como los minoicos, creto-micénicos y aqueos-pelasgos cesaron o fueron extremadamente raros a comienzos del primer milenio a. de C.

Este investigador también afirma que muchos elementos de la mitología griega apuntan a contactos con antiguas culturas americanas. Por ejemplo, en las ruinas del templo principal de Chavín de Huántar en las altiplanicies andinas de Perú -el cual puede datar del 1300 a. de C.- existe una cámara cruciforme que contiene un pilar elaborado en diorita de 4,5 mts. de alto (conocido como el "Lanzón" debido a su parecido a una lanza) en el cual está esculpida la principal deidad del santuario. Esta escultura solía estar suspendida del techo entre dos bloques de granito que formaban parte del piso de la habitación superior donde las víctimas eran sacrificadas y cuya sangre probablemente corría por debajo a la espantosa imagen. La cabeza retratada en ambos lados del Lanzón es sorprendentemente similar a aquélla de la Gorgona griega (Medusa) que a menudo era representada con colmillos, garras y cabello de serpientes. De igual forma, otras imágenes en Chavín de Huántar se asemejan a Cerbero, el perro que custodiaba el Hades (2). 


Fig. 3.4. Arriba: el "Lanzón", Chavín de Huántar. Debajo: cabeza en el lado opuesto de la estatua.

Fig. 3.5. Gorgona de Siracusa (Sicilia), siglo VI a. de C. Los rasgos faciales y el cabello con sus seis espirales son muy similares a aquéllos encontrados en el Lanzón.


Presencia hebrea

Tennessee y Kentucky parecen haber constituido asilo para refugiados judíos luego de sus revueltas contra los pogromos durante los primeros tiempos de la cristiandad, pues en Kentucky se han encontrado varias monedas hebreas inscritas que datan de una rebelión contra Roma en el 132-135 d. de C. También existen varios artefactos localizados que exhiben escritura hebrea, siendo el más importante de ellos la llamada Piedra de Bat Creek (1). 

Fig. 3.6. La Piedra de Bat Creek, recuperada en Tennessee en 1889, mide unos 12 cms. de largo y 5 de ancho, y está inscrita con ocho caracteres paleohebreos de los siglos I ó II d. de C. (2).

La Piedra de Grave Creek es una tableta oval en piedra caliza de 4,8 cms. de ancho y 3,6 de alto que fue extraída en 1838 a una profundidad de 18 mts. desde el montículo de Grave Creek, Virginia Occidental, junto con un esqueleto y brazaletes de cobre. En 1922 un granjero que trabajaba en su campo cerca de Morristown, Tennessee, arrancó con su arado una roca de tamaño similar a la tableta de Grave Creek y tallada con la misma inscripción. Desde entonces, se han encontrado otras dos piedras (una en Ohio y la otra cerca de Braxton Creek, Virginia Occidental) con caracteres idénticos, y los textos de dichos vestigios pueden representar una forma de paleohebreo que data del 250 a. de C. (3).

Fig. 3.7. Molde de la Piedra de Grave Creek.


Presencia egipcia

En 1976 se encontró nicotina en el cuerpo momificado del faraón Ramsés II (quien reinó entre 1279 y 1213 a. de C.) y también en sus vendajes. Para 1992, un examen de nueve momias egipcias en el Museo de Munich -que databan aproximadamente del 1070 a. de C. al 395 d. de C.- halló coca y hachís en todas ellas, y nicotina en el cabello, tejido suave y huesos de ocho individuos. Desde entonces se han llevado a cabo 3.000 pruebas similares en otros cuerpos preservados de entre 800 y 7.000 años de antigüedad y desde países tales como Alemania, China, Sudán o Egipto, y varias de estas muestras también han revelado la presencia de nicotina y/o coca (1).

La hoja de coca es nativa sólo de América y su presencia en las momias egipcias apunta a un contacto comercial entre aquélla y el continente africano. Igualmente, la planta de tabaco es autóctona del Nuevo Mundo, aunque una forma silvestre de dicha especie existe también en algunas partes de África. Las partículas gramaticales para el concepto de "fumar tabaco" son similares en ambos continentes, sugiriendo que incluso antes de la era de Colón hubo visitantes americanos que llevaron esta planta a África, o bien que viajeros negros la trasladaron a América. En esta última región las dos pipas más antiguas hasta la fecha fueron descubiertas en Brasil y Louisiana y datan de unos 1500 años a. de C., sólo 300 años antes que aparecieran pipas líticas en el norte de Siria. Entretanto y para el caso del hachís o la marihuana, estas especies tuvieron su origen en el Asia Central.

En un mural del templo de Hatshepsut en Deir al Bahri se identificaron una mazorca de maíz y una piña, ambas comúnmente consideradas como especies provenientes del Nuevo Mundo. Hace unos 100 años trabajadores agrícolas musulmanes hallaron granos de maíz en un sarcófago egipcio, ¡lo cual incitó a un historiador botánico francés para acusar a los árabes de intentar confundir a los especialistas occidentales! Otros ejemplos son los jeroglíficos egipcios hallados en ruinas antiguas del sur de Chile cerca de la costa atlántica, un tallado en piedra de una esfinge-grifo cerca de Cuzco en Perú y una estatuilla de la diosa Isis y otra de un faraón desconocido descubiertas cerca de San Salvador. Durante el reinado de Hatshepsut se enviaron expediciones a la Tierra de Punt y el primer viaje reportado a esta región fue organizado por el faraón Sahure en torno al 2480 a. de C. Gunnar Thompson sostiene que Punt era una base comercial fenicia cerca del Ecuador emplazada en el continente americano. Asimismo, el Nuevo Mundo fue una importante fuente de cobre el que se encuentra principalmente en los Andes peruanos y la isla Royale del Lago Superior (EEUU). Por su parte, Paul Gallez afirmaba que la Tierra de Punt corresponde a la región peruana de Puno, en las costas del Lago Titicaca, donde existen muchas minas antiguas de oro y antimonio, metales que de acuerdo a la tradición eran traídos desde Punt. De igual manera los botes de juncos usados en el lago Titicaca son casi idénticos a aquéllos empleados en tiempos del antiguo Egipto (2). 

Fig. 3.8. Estatuillas egipcias halladas en El Salvador.

Como ya se mencionó, Barry Fell develó evidencia de una antigua influencia egipcia en ciertas lenguas de los nativos americanos. A comienzos del siglo XX, se encontró un objeto ritual mortuorio en un antiguo montículo sepulcral de Libertyville, Illinois, que parece haber sido confeccionado durante la dinastía 26° (Saíta) en Egipto, que se inició en torno al 685 a .de C. Este artefacto finamente elaborado tiene 23 cms. de alto, está hecho de esteatita y representa a un hombre que lleva una especie de vestido ajustado y sostiene un cayado pastoril en la mano izquierda y un mayal en la derecha (3). 

Fig. 3.9. Estatuilla egipcia encontrada en Libertyville, Illinois (4).


Presencia fenicia

Gran parte del comercio en Egipto era administrado por los fenicios quienes eran conocidos en el Antiguo Testamento como "canaanitas" por ser originarios de Canaán o la "tierra púrpura", nombre que se traduce en griego como "Fenicia". Esta denominación es una referencia al teñido púrpura que los fenicios extraían de un molusco, y el químico extraído de dicho animal también era utilizado en el Nuevo Mundo precolombino, desde México hasta Ecuador. Como en el Mediterráneo, el color púrpura era símbolo de riqueza, estatus y fertilidad en Mesoamérica y el norte de Sudamérica. La extracción y el proceso de teñido era una actividad extremadamente laboriosa, por cuanto los fenicios pueden haberla introducido en el Nuevo Mundo (1).

Luego que los españoles hubieran invadido Perú en la década de 1530, el historiador hispano José de Acosta se convenció de que sus compatriotas habían encontrado el sitio perdido de las minas del rey Salomón. Gunnar Thompson sostiene que los pozos mineros vacíos que encontraron habían sido hechos previamente por los fenicios, y así los peruanos ganaban una porción del oro extraído aparte de herramientas metálicas importadas y textiles, aprendiendo también los secretos fenicios sobre la aleación de cobre y estaño para producir bronce y una variedad de técnicas de moldeado metálico para manufacturar armas y joyería; además, los fenicios habrían dejado algunas inscripciones (2).

En 1787 un grupo de trabajadores desenterró un caudal de monedas en Massachusetts, acuñadas en el siglo III a. de C. y que mostraban breves pictogramas en cúfico, escritura usada por los cartagineses (fenicios asentados en el Mediterráneo occidental) y también otras monedas cartaginesas más antiguas han sido halladas en tiempos recientes. En un sitio amerindio de New Hampshire se localizó una lámpara de aceite del Mediterráneo oriental, datada en el siglo III a. de C., y una hoja de hierro de una antigua espada ibérica que mostraba una inscripción perteneciente a la misma cultura (3).


Minería de cobre

En la región norteamericana de los Grandes Lagos y durante el pasado remoto tuvo lugar una intensa minería cuprífera. En la Isla Royale del Lago Superior se encuentran unas 2.000 minas antiguas de cobre a cielo abierto, junto a otras 5.000 más que se extienden por 1.600 kms. a lo largo de las costas sureñas en la península Keweenaw (Michigan). Se piensa que la minería puede haber comenzado en épocas tan lejanas como el séptimo o quinto milenio a. de C., y que el período de explotación más importante ocurrió entre el 3.000 y el 1.200 a. de C. En contraste, los indígenas tardíos fueron esencialmente una cultura de la Edad de Piedra con pocas herramientas metálicas, si es que tuvieron alguna. Las estimaciones sobre la cantidad total de cobre extraído van de las 9.000 a las 680.000 toneladas, mientras que todos los artefactos indígenas de este metal hallados en tumbas y escondites norteamericanos no exceden las 4,5 toneladas, lo cual sugiere que un volumen considerable de cobre de alta pureza fue trasladado por vía marítima, quizás a la Europa de la Edad del Bronce (1), y así los fenicios-egipcios, minoicos, celtas y nórdicos podrían haber utilizado parte de esta extracción.

El Instituto Smithsoniano posee una muestra que representa a indígenas de aspecto primitivo en ropas de tela y que rompen trozos de cobre con rocas, y de hecho, se han descubierto más de 200.000 martillos de piedra antiguos. Cerca de las riberas del Lago Superior se localizó un canto rodado de cobre que pesa más de 2,6 toneladas exhibiendo marcas que muestran las partes donde los trozos habían sido desprendidos con martillos líticos, pero no está claro cómo estos vestigios enormes fueron extraídos y transportados. Los expertos británicos confesaron no conocer método alguno capaz de trabajar cantos rodados que pesaran 1,8 toneladas o más, y aunque el foso promedio del yacimiento tenía cerca de 6 mts. en diámetro y 9 de profundidad, en algunos casos se cavaron grandes zanjas de 30 mts. de largo y hasta 18 mts. en roca sólida. También es relevante que el tamaño del grano en muchos objetos de cobre indica que se utilizaron temperaturas de 700, 800 o incluso 1.000°C, mucho más de lo necesario para suavizar el metal y emplearlo en trabajos posteriores (2). 


Flora y fauna
 
Una extensa investigación realizada por John Sorenson y Carl Johannessen reveló que 98 especies de plantas (principalmente cultivares) estaban presentes en los hemisferios oriental y occidental antes del primer viaje de Colón a América, y además, que 21 especies de microfauna y 6 variedades mayores de animales eran comunes entre el Viejo y el Nuevo Mundo, lo que también puede ser el caso para otros 70 organismos, aunque se necesitan estudios adicionales. Sorenson y Johannessen sostienen que esta distribución bihemisférica no pudo haberse debido sólamente a mecanismos naturales de transferencia o a migraciones humanas al Nuevo Mundo mediante el Estrecho de Behring, y dicen: "La única explicación posible para estos hallazgos es que se realizó un número considerable de viajes transoceánicos en ambas direcciones a través de los dos grandes océanos entre el séptimo milenio a. de C. y la época europea de los descubrimientos" (1).

Anteriormente se mencionó el descubrimiento de nicotina (Nicotiana tabacum) y coca (Erythroxylon) en momias egipcias que demuestra la transferencia precolombina de estas plantas desde América. Algunas de dichas momias también contenían trazas de hachís (Cannabis sattiva) la cual ha sido usada por largo tiempo como psicotrópico en Asia. De igual forma se han identificado residuos químicos de hachís, junto con tabaco y coca, en momias peruanas datadas entre el 100 al 1.500 d. de C., indicando que el hachís debe haber sido llevado a América en una época no posterior al 100 d. de C. ya sea de India (por el Pacífico) u Oriente Medio (por el Atlántico) (2). Dados estos hechos, no es sorprendente que el escarabajo de las camas (Alphitobius diaperinus) y el gorgojo del pan (Stegobium paniceum), ambos de Eurasia, también hayan formado parte de momias peruanas datadas en el siglo XIII d. de C. (3).

La distribución de diferentes especies de algodón (Gossypium) indica una larga historia de viajes transoceánicos, pues la evidencia cromosómica señala que una especie de esta planta fue llevada desde el sur de Asia (probablemente India) a América en una fecha temprana, quizás en el quinto milenio a. de C., donde se hibridizó con una forma nativa, y antes del tiempo de Colón los algodones americanos eran transportados por embarcación a África, como asimismo otra especie de este último continente se llevó a Mesoamérica. Los algodones del Nuevo Mundo también fueron exportados a la Polinesia oriental, mientras que su utilización en Sudamérica se remonta al cuarto milenio a. de C. Los dos tipos de telar usados por los peruanos igualmente fueron empleados en Egipto y es probable que uno de ellos tenga sus orígenes en Mesopotamia (4).


Referencias

1. James P. Grimes, "The pre-Columbian connection: ancient transatlantic ships", en Joseph (editor), Unearthing Ancient America, p. 225-34.

 
Graffiti

1. Barry Fell, America B.C.: Ancient settlers in the New World, New York: Pocket Books, 1989; Huyghe, Columbus Was Last, p. 65-81.

2. America B.C., p. 5-7.
3. Columbus Was Last, p. 57-64.
4. John Gallagher, "Dighton Rock: the ancient enigma of Massachusetts", en Unearthing Ancient America, p. 90-4.

5. http://en.wikipedia.org/wiki/File:Dighton_Rock-Davis_photograph.jpg.

 
Presencia romana

1. Thompson, Secret Voyages to the New World, p. 42-3.
2. Unearthing Ancient America, p. 232-3; Andrew Collins, Gateway to Atlantis: The search for the source of a lost civilisation, London: Headline, 2000, p. 147-50; Gary Fretz, "The first Europeans to reach the New World", www.freerepublic.com/focus/f-news/1038045/posts.

3. www.faculty.ucr.edu/~legneref/ethnic/jpg/fig76.jpg.
4. http://encycl.opentopia.com/term/Pre-Columbian_trans-oceanic_contact.
5. Lloyd Hornbostel, "A Roman-era figurine recovered off New Jersey", en Unearthing Ancient America, p. 141-3; Columbus Was Last, p. 97-8; Gateway to Atlantis, p. 152.

6. J. Huston McCulloch, "A few coin finds", 2001, www.econ.ohio-state.edu/jhm/arch/coins/coins.htm.

7. Secret Voyages to the New World, p. 43.

 
Presencia griega

1. Enrico Mattievich, Journey to the Mythological Inferno: America’s discovery by the ancient Greeks, Denver, CO: Rogem Press, 2010.

2. Ibídem, p. 25-7, 62-70.

 
Presencia hebrea

1. Columbus Was Last, p. 98-100.
2. J. Huston McCulloch, "The Bat Creek Stone", 2005, www.econ.ohio-state.edu/jhm/arch/batcrk.html.

3. Wayne May, "The lost inscription of Grave Creek", en Unearthing Ancient America, p. 45-9; Ida Jane Meadows Gallagher, "The Grave Creek Tablet is genuine", en ibídem, p. 50-3; J. Huston McCulloch, "The Grave Creek Stone", 2008, www.econ.ohio-state.edu/jhm/arch/grvcrk.html.

 
Presencia egipcia

1. Gateway to Atlantis, p. 115-26; John L. Sorenson y Carl L. Johannessen, "Scientific evidence for preColumbian transoceanic voyages to and from the Americas", Sino-Platonic Papers, n° 133, 2004, p. 1011, 13, 99, 134-7.

2. Secret Voyages to the New World, p. 16-17, 26-7; Rick Sanders, "Where is Punt, the 'Land of God'?", 21st Century Science & Technology, 2009, p. 54-7.

3. Wayne May, "An ancient Egyptian statuette found in Illinois", en Unearthing Ancient America, p. 13-24.

4. www.ancientamerican.com/issue64.htm.

 
Presencia fenicia

1. Robert M. Schoch y Robert Aquinas McNally, Voyages of the Pyramid Builders: The true origins of the pyramids from lost Egypt to ancient America, New York: Tarcher/Putnam, 2003, p. 130-1.

2. Secret Voyages to the New World, p. 35-6.
3. Gateway to Atlantis, p. 145-6.

 
Minería de cobre

1. W.R. Corliss (compilación), Ancient Infrastructure: Remarkable roads, mines, walls, mounds, stone circles, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1999, p. 109-13.

2. Fred C. Rydholm, "An achievement to rival the pyramids", en Unearthing Ancient America, p. 114-23; Gregory L. Little, John Van Auken y Lora Little, Mound Builders: Edgar Cayce’s forgotten record of ancient America, Memphis, TN: Eagle Wing Books, 2001, p. 73; David Hatcher Childress, Lost Cities of North & Central America, Stelle, IL: Adventures Unlimited Press, 1992, p. 375-6.

 
Flora y fauna

1. "Scientific evidence for pre-Columbian transoceanic voyages to and from the Americas", p. 1.

2. Ibídem, p. 74-5.
3. Ibídem, p. 41, 44, 196, 203.
4. Ibídem, p. 11-12, 100-11; Voyages of the Pyramid Builders, p. 128-30.

América Precolombina: migraciones, contactos y atlantes (2 de 12)

David Pratt
Mayo 2009, agosto 2011


Contenidos:
 
03. Contactos transatlánticos
-Graffitis
-Presencia romana


03. Contactos transatlánticos
 
El viaje oceánico en tiempos antiguos no fue tan desalentador como se supone a menudo, y es factible incluso sin barcos grandes y sofisticados. En los tiempos modernos los océanos han sido cruzados cientos de veces en naves no muy adaptadas que incluían pequeños barcos, balsas, botes a remo y canoas; sin embargo, existe evidencia considerable de que mucho antes del amanecer de la civilización clásica alrededor del 600 a. de C., nuestros ancestros operaban embarcaciones que recorrían el océano, siendo dos o tres veces más grandes que la "Santa María" de Colón (23 mts.) y en mucho mejor estado (1). 

Varias pinturas de tumbas y escritos muestran que los egipcios comerciaban internándose en el Mar Rojo y el Océano Índico previamente al 2.000 a. de C. en viajes tan largos como el cruce de Colón por el Atlántico. También realizaron excursiones regulares al Líbano antes del 2500 a. de C. para obtener madera de cedro, y durante el reinado de la soberana Hatshepsut (1503-1482 a. de C.) barcos de 27 a 30 mts. de largo navegaban hacia y desde la Tierra de Punt, que ha sido identificada con África austral u oriental, América, India o Australia. Frente de la Gran Pirámide se hallaron vestigios de un barco con piezas desmanteladas que tenía 40 mts. de largo. Los fenicios, un pueblo comerciante del Mediterráneo oriental, poseían barcos que promediaban los 21 mts. de largo y navegaban a Chipre por cobre, a la Península Ibérica por plata y a lugares tan remotos como Cornwall en Inglaterra por estaño; también aprendieron los secretos sobre telescopios simples o "lentes espía" y de la brújula magnética. En Stonehenge y muy cerca de la antigua Cornwall se han encontrado graffitis minoicos, datados alrededor del 1.700 a. de C.

A 43 mts. fuera de las costas de Turquía se encontró una nave mercante de 15 mts., aproximadamente el tamaño de la "Niña" de Colón y perteneciente al siglo XIV a. de C. El cargamento preservado en su bodega (incluyendo cobre, estaño, vidrio azul, joyería de oro y plata, chatarra metálica, ámbar báltico, herramientas de bronce y exotismos africanos) representaba a ocho culturas: micénica griega, minoica, fenicia, chipriota, egipcia, kasita, asiria y nubia. Los principales mercaderes marinos en esa época eran minoicos, etruscos, fenicios, libios y antiguos griegos, pero dejaron pocos registros escritos de sus barcos o modalidades comerciales. En torno al 600 a. de C. los marinos fenicios viajaban al sur a través del Mar Rojo y circunnavegaron el Cabo de Buena Esperanza (África), retornando a través del Estrecho de Gibraltar tres años antes, un viaje de 20.900 kms. que fue mucho más largo que el realizado por Colón.


Graffitis

Numerosas inscripciones celtas, vascas, ibéricas, fenicias, egipcias, beréberes, libias, minoicas y vikingas se han encontrado en rocas, tablas y monumentos de piedra a lo largo de todo el continente americano. Barry Fell, prehistoriador y experto en epigrafía, realizó un importante trabajo al identificar y descifrar algunos de estos signos (1) y mientras sus investigaciones han recibido cierto reconocimiento académico, particularmente en Europa, otros especialistas han mostrado hostilidad irracional, pues tienden a desestimar las inscripciones como marcas hechas por filos de arado, raíces de árboles, erosión natural o garabatos dejados por indígenas americanos y los primeros colonos, pero como puntualizó Fell no pudieron explicar por qué los arados en Pennsylvania "escriben" comúnmente en vasco o púnico ibérico, ¡mientras que que aquéllos de Nueva Inglaterra prefieren usar el Ogam celta!

Fell escribe: "Hace unos 3.000 años bandas de marinos celtas errantes cruzaron el Atlántico Norte para descubrir y luego colonizar Norteamérica, quienes llegaron desde España y Portugal por camino de las Islas Canarias, siguiendo los vientos comerciales como Colón también iba a hacerlo largo tiempo después (...) Construyeron villas y templos, levantaron círculos druídicos y enterraban a sus muertos en tumbas marcadas". Más adelante agrega: "Tras la estela de los pioneros celtas, vinieron los comerciantes fenicios de España, hombres de Cádiz que hablaban la lengua púnica, pero la escribían en el peculiar estilo de grafemas conocido como escritura ibérica. Aunque algunos de estos mercaderes parecieron asentarse temporalmente sólo en la costa y dejaron algunas piedras grabadas para marcar sus visitas o registrar sus reivindicaciones de anexación territorial, algunos fenicios permanecieron aquí y, junto con los mineros egipcios, llegaron a ser parte de la tribu Wabanaki de Nueva Inglaterra. Más al sur llegaron navegantes vascos a Pennsylvania y establecieron allí una colonia temporal, pero no dejaron ningún otro monumento sustancial que los marcadores de tumbas mostrando sus nombres. Todavía más al sur marineros libios y egipcios entraron al Mississippi desde el Golfo de México penetrando tierra interior hacia Iowa y los Dakotas y hacia el oeste a lo largo de los ríos Arkansas y Cimarron, para dejar registros inscritos de su presencia. Los visitantes nórdicos y vascos alcanzaron el Golfo de St. Laurence, introduciendo varios términos marineros en la lengua de los indígenas algonquinos del norte, y aparentemente los descendientes de dichos visitantes también se encuentran entre las tribus amerindias, varias de las cuales emplean dialectos derivados en parte de las antiguas lenguas de Fenicia y el norte de África" (2).

Cerca de la ciudad canadiense de Peterborough cierto escandinavo dejó una inscripción durante una misión comercial a América hace unos 3.500 años, quien permaneció allí por cinco meses para intercambiar su cargamento de textiles por barras de cobre obtenidos de los algonquinos locales. Barry Fell identificó la inscripción como nórdico antiguo escrito en dos alfabetos antiguos; uno de ellos era tifinag, usado por los tuareg, raza de beréberes blancos que viven en los Montes Atlas del norte de África. En el siglo XII a. de C. el faraón Ramsés III repelió un ataque de "gentes del mar" que se asemejaban a los individuos árticos y se refugiaron en Libia, pudiendo así haber legado la escritura tifinag; el otro alfabeto es Ogam consaine usado principalmente por los antiguos celtas. Un zodíaco dibujado en el sitio muestra el equinoccio de primavera en Aries, datando así la visita de este nórdico en torno al 1.700 a. de C. (3).

La Roca de Dighton es un canto rodado de piedra arenisca de 40 toneladas que muestra una inscripción en ibérico-púnico (variante de la lengua fenicia adoptada por los nativos de España) tal y como existía en torno al 500 a. de C., y una palabra en el alfabeto númida/tifinag de la época romana también aparece en el monolito, junto con cerca de 20 constelaciones. Los escépticos descartan la roca de Dighton como un engaño, pero generaciones de indígenas locales insisten en que los pictogramas estaban en dicha roca mucho tiempo antes que los puritanos llegaran en 1630. Otros ejemplos de escritura ibérico-púnica se pueden encontrar en la Piedra Adena de Virginia Occidental, la Roca Aptuxcet en Vermont central y la Tabla Davenport (Davenport, Iowa). Fell y otros investigadores han datado estas inscripciones entre el 600 y el 200 a. de C. (4). 

Fig. 3.1. La Roca de Dighton (5).


Presencia romana

Los barcos romanos navegaron hacia India, China, Camboya y Vietnam por el oriente, y también parecen haber visitado el Nuevo Mundo. No existe error en el bosquejo costero de Florida, Brasil, el Golfo de México y Perú en mapas antiguos que datan de la época romana; así, por ejemplo, en el mapa de Macrobius del siglo V la región norte de las Antípodas (Sudamérica) es llamada "perusta", que se refiere al clima árido y seco; en el de Albertino de Virga (1414) la costa peruana es mencionada como Ca-paru, y en la carta de Andrea Bianco (1436) esta región es denominada Tierra de Per. Claramente Perú fue nombrada antes de la llegada de Pizarro en 1521 quien supuestamente designó así al país en honor a un río local (1).

En 1971 un buceador encontró dos ánforas ibero-romanas (jarras de almacenamiento con grandes cuerpos ovales) del siglo I, a una profundidad de 15 mts. en Castine Bay, Maine, y una tercera fue recuperada desde la costa atlántica cerca de Jonesboro en el mismo estado. En 1972 buceadores hallaron un antiguo casco de navío con un cargamento de ánforas fuera de la costa de Honduras y probablemente la nave era de origen cartaginés, pero el gobierno hondureño impidió investigaciones adicionales en el terreno pues estimó que sería una afrenta a la reputación de Colón. En 1976 un buceador brasileño recuperó tres ánforas romanas del lecho marino en la Bahía de Guanabara, a 24 kms. de la costa de Río de Janeiro y reportó ver varias más. Cinco años después el Museo Naval y Oceanográfico de Río de Janeiro solicitó a Robert Marx, arqueólogo submarino y especialista en naufragios, que investigara el hecho al saber que los pescadores habían localizado objetos similares en la misma área general desde los años 60, y así Marx averiguó que un buzo local tenía 14 de esas jarras grandes en su garaje. Posteriormente dos de los expertos que consultó estimaron que las ánforas fueron manufacturadas en la costa de Marruecos durante el siglo III d. de C. En 1982 unos buzos localizaron otro barco hundido que databa del siglo I a. de C. en el mar de Río de Janeiro que contenía varios cientos de urnas romanas, y también se recuperaron algunos objetos de mármol y una fíbula romana de bronce (broche para sujetar capas o camisas). No obstante, las autoridades brasileñas prohibieron cualquier investigación adicional con el objeto de proteger la reputación de Pedro Álvares Cabral, el descubridor portugués oficial de Brasil. Además se descubrieron más urnas romanas en la costa de Venezuela dos años después (2). 

Fig. 3.2. Ánforas romanas traídas del lecho marino en la Bahía Guanabara, Brasil (3). Un factor que complicó más el asunto fue que Américo Santarelli, buceador italiano que vivía en Río de Janeiro, reveló en un libro publicado en 1983 que tenía 18 ánforas elaboradas por un alfarero local y que había colocado 16 de ellas en varios lugares de la bahía, con intención de recuperar las jarras incrustadas más tarde para decorar su casa. Para probarlo, recuperó 8 de esos objetos (4) y esto llevó a descartar todos dichos hallazgos como fraudes.

Se encontró una lámpara de aceite romana del siglo I d. de C. en un sitio del río Coosa en Alabama, e igualmente en 2004 y del fondo marino de Nueva Jersey se recuperó una figurilla de fertilidad de 10 cms. hecha en el Egipto romano del siglo III. Montones de monedas judías, griegas y romanas han sido desenterrados o hallados en campos desde Venezuela hasta Nueva York, pero los historiadores ortodoxos comúnmente descartan estos artefactos como también los coleccionistas numismáticos. En 1977 fueron halladas ocho monedas romanas dentro de un metro cuadrado de playa cerca de Beverly, Massachusetts, y todas ellas fueron acuñadas durante los reinados de cuatro emperadores sucesivos que gobernaron entre el 337 y el 383 d. de C., las que pudieron haber venido en el cajón monedero de un barco mercante. Asimismo, una jarra que contenía varios cientos de monedas romanas se encontró en la costa norte de Venezuela, abarcando el periodo del 63 a. de C. hasta el 350 d. de C. (5). 


Fig. 3.3. Monedas romanas halladas en el banco del río Ohio. Arriba: Claudio II, datada en el 268 d. de C. Debajo: Maximino I el Tracio, datado en el 312 ó 313 d. de C. Las monedas fueron retiradas de la exhibición pública en el Museo de Ohio porque el establecimiento pertenece al estado de Indiana y su política arqueológica es de que no existe evidencia documentada sobre contactos precolombinos (6).

Gunnar Thompson sostiene que los romanos navegaron al Nuevo Mundo en busca de las minas del rey Salomón, pero en lugar de eso encontraron civilizaciones ansiosas de intercambiar productos indígenas, metales y plantas por herramientas, textiles y vinos del Viejo Mundo.

Los mercantes romanos trajeron de vuelta plantas americanas además de suministros de oro, cobre, madera, pescado seco y pieles, y también puede apreciarse una amplia evidencia de vegetales del Nuevo Mundo en sitios arqueológicos itálicos. Por ejemplo, los mosaicos murales de Pompeya que datan del siglo I incluyen piñas americanas; los arqueólogos han descubierto semillas de maíz en almacenes romanos de gramíneas construidos en la antigua España; un herbolario romano o libro de especies vegetales incluía calabazas de ese continente y se identificó tabaco del Nuevo Mundo en pipas para fumar que fueron extraídas de las ruinas pertenecientes a casas de baño próximas a la antigua ciudad romana de Londres (7).

América Precolombina: migraciones, contactos y atlantes (1 de 12)

David Pratt
Mayo 2009, agosto 2011


Contenidos:

01. Introducción
02. Colón llegó último


01. Introducción

En 1512 el papa Julio II intentó explicar por qué la Biblia cristiana no mencionaba a los indígenas americanos y a su continente, declarando que aunque los aborígenes descendían de Adán y Eva y por ende eran humanos, sus ancestros fueron bablionios expulsados del Viejo Mundo como causa de sus pecados, y que aparentemente Dios los abandonó y de alguna forma habían conseguido sobrevivir al diluvio.

La teoría del poblamiento de América que se transformó en ortodoxia científica a mediados del siglo XX no es menos fabulosa, pues según esta hipótesis el continente estuvo despoblado hasta hace unos 14.000 años cuando los migrantes del noreste de Asia cruzaron el Estrecho de Behring, y que con excepción de una breve visita por los vikingos en el siglo XI, la primera persona en descubrir América posteriormente fue Cristóbal Colón en 1492. 

Más recientemente, la posibilidad de migraciones hasta varias decenas o miles de años anteriores al 14.000 A.P. ha sido aceptada por muchos científicos. Sin embargo, existe evidencia de que América del Norte, Central y del Sur fueron ocupadas por migrantes de diferentes partes del mundo durante el transcurso de millones de años, y que incluso en los pasados 5.000 años, exploradores y viajeros de varios continentes visitaron América antes de Colón.


02. Colón llegó último

Los libros de historia nos cuentan que Cristóbal Colón "descubrió" América en 1492. Su viaje a través del Atlántico fue financiado por la reina Isabel de España, ya que no pudo obtener el apoyo del rey Juan II de Portugal. Colón llegó a una de las islas Bahamas en el Caribe, pero estaba convencido que había alcanzado las Indias (o "Islas de las Especias", actuales Molucas). A su regreso, visitó al rey Juan II para jactarse de su éxito en descubrir una ruta corta hacia Japón, China y las minas auríferas del rey Salomón, pero le dijeron que su viaje sólo lo había conducido a "Antillia" (las Antillas), la cual ya era conocida por los portugueses, y que había tierra firme localizada directamente al sur de esas islas, un continente que no aparecía en ningún mapa europeo de la época disponible públicamente.

Según Diodoro Sículo, geógrafo del siglo I, los ibéricos en la península española y los fenicios del norte de África supieron acerca de un gran paraíso en el lejano Atlántico oeste en torno al 1.000 a. de C. Por algunos relatos, se sabe que las islas del poniente eran parte de un continente asiático conocido como "India Occidental" o "India Superior". Algunos eruditos griegos y romanos pensaban que sólo existían pequeñas islas a través del Atlántico, conocidas en el folklore como las Islas de los Bienaventurados, de las Górgades y las Hespérides. Un mapa romano del siglo V por Macrobius muestra el Golfo de México y la península de Florida, pero como parte de la tierra firme asiática-india, y se representan de la misma manera en varias cartas del siglo XV publicadas por los portugueses. 

El príncipe Enrique el Navegante -regente de Portugal- y su sucesor el rey Juan II enviaron numerosas expediciones al Atlántico oeste, comenzando en 1418. Estos viajes fueron mantenidos en secreto, y no todos los descubrimientos fueron mostrados en mapas públicos, los que a menudo eran diseñados para despistar a competidores comerciales y así ocultar la existencia de tierras desconocidas y recursos lucrativos. De acuerdo a Fernando, hijo y biógrafo de Colón, los portugueses consiguieron llegar a Antillia alrededor de 1430, e incluso los mapas producidos por el veneciano Andrea Bianco al servicio de Portugal entre 1436 y 1448 -no hechos públicos en la época- muestran las localizaciones aproximadas de Terranova, Florida y también Brasil. Posteriormente, los mapas portugueses publicados en 1459 y 1489 muestran a Asia con una macropenínsula al sureste (Florida), pero nada correspondiente a Sudamérica. 

Fig. 2.1. El globo terráqueo de Behaim (1490-1492) representa las ideas geográficas equivocadas prevalecientes de exploradores como Colón.

De manera similar, el globo confeccionado entre 1490 y 1492 por Martin Behaim, cartógrafo y navegante portugués, presentaba la tierra firme de China (Catay) a sólo 4800 kms. al oeste de Europa y enfrente de Cipango (Japón) y las Indias, mientras que las Américas estaban totalmente ausentes. Cuando Colón visitó Portugal hacia 1482 para negociar el patrocinio del rey Juan II, Behaim le dio un mapa que mostraba la misma geografía defectuosa. Gunnar Thompson considera que esto fue parte de una estrategia deliberada con el objetivo de confundir a los rivales y también para evitar provocar la ira de la iglesia católica que reconocía sólo tres continentes: Europa, África y Asia. El mapa de Behaim de 1492 fallaba en exponer un continente al sur de las Antillas, mientras que un relato en las Crónicas de Nuremberg de 1493 reportaba que Behaim, acompañado por Jacobo Carnus de Portugal, habían cruzado el Ecuador hacia las Antípodas, el término romano acuñado para designar un continente austral opuesto a África (1). 

Luego de examinar copias de los mapas de Behaim, el estadista colonial Benjamin Franklin concluyó que aquél fue el verdadero descubridor de América. Behaim, expatriado alemán, comenzó a trabajar para los portugueses en 1482, pero el mapa de Andrea Bianco (1448) confirma que los lusitanos ya habían comenzado a cartografiar el continente sudamericano. Sin embargo, no fue hasta los viajes de Américo Vespucio (de 1499 a 1502), quien trabajaba para el rey Fernando de España, que la existencia de lo que aquél llamaba el "Nuevo Mundo" fue hecha pública en Europa. Poco tiempo más tarde, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller nombró al continente sudamericano como "América" en honor de Vespucio*, y el cartógrafo flamenco Gerhard Mercator posteriormente aplicó el mismo nombre al continente del norte.
 
*Helena P. Blavatsky escribe: "Posiblemente un día se descubra que el nombre de América (...) de acuerdo a la tradición hindú, está mucho más relacionado con Meru, el monte sagrado en el centro de los siete continentes, que con Américo Vespucio" (2).

Colón admitía llevar un mapa con él en su viaje de 1492 y que mostraba la ruta hacia las "Indias", pero muchos otros exploradores también afirmaban tener cartas geográficas de los lugares que "descubrieron": el Estrecho de Magallanes en la parte más austral de Sudamérica en el caso de Fernando de Magallanes; Brasil, en el de Pedro Álvares Cabral; el cabo de Sudáfrica por Vasco Da Gama, y Australia según Abel Janszoon Tasman, y así parece ser que todo el mundo había sido cartografiado en algún detalle antes que los europeos llevaran a cabo sus "viajes de descubrimiento". 

Un mapa mundial fue publicado en China durante 1418 bajo la dinastía Ming, y su existencia sugiere que Zheng He (famoso almirante chino-musulmán) y sus marineros no sólo habían navegado en el Océano Índico, sino que también circunnavegaron la Tierra. Una comparación de dicha carta con la ligeramente posterior de Shanhai Yudi Quantu (c. 1430) muestra que en el intertanto la armada de Ming había establecido la naturaleza peninsular de California, mejoró el boceto de la costa oeste sudamericana y agregó rasgos costeros orientales clave tales como Labrador, Florida y el Golfo de México. Las similitudes (incluyendo los errores) que los mapas secretos europeos compartían con los de Ming sugieren que los diagramas usados por los exploradores del Viejo Mundo derivaban parcialmente de los chinos. Asimismo, espías portugueses como Niccolo da Conti (c. 1425) y Pero de Covilha (en 1487-1493) habían conseguido hurtar copias de los mapas de Ming (3). 

Fig. 2.2. Liu Gang, abogado chino, compró este mapa a un anticuario en 2001. Una descripción en el documento dice que es una copia de otro original que data de la dinasía Ming (1418) y que el artista Mo Yi-tong replicó en 1763. El mapa incluye detalles de exploradores Ming anteriores, los de la dinastía Yuan precedente y navegantes musulmanes (www.marcolopovoyages.com).

Marco Polo, explorador y espía del siglo XIII, participó en muchos viajes épicos durante los 35 años que estuvo al servicio de Kublai Khan, el regente mongol que estableció la dinastía Yuan y eventualmente se convirtió en el primer emperador de toda China, y existen indicios de que Marco Polo incluso pudo haber visitado la costa oeste de Norte y Sudamérica. Cuando finalmente volvió a la República de Venecia sus mapas fueron confiscados y se le prohibió escribir sobre la mayoría de sus viajes o publicar información acerca de las nuevas tecnologías que había visto. En 1428 el príncipe Pedro I de Portugal llegó a Venecia para obtener una copia del libro de Marco Polo y de alguna de las viejas cartas que pudieran caer en sus manos. Se dice que volvió con numerosos documentos, los cuales pueden haber jugado un rol clave en los posteriores esfuerzos de los portugueses para llegar a las islas Molucas y China por delante de sus rivales, los españoles y los genoveses (4). 

Entre los siglos IX y XII los vikingos fueron señores del Atlántico y el asentamiento de Groenlandia fue iniciado por Eric el Rojo a fines del siglo X, cuando gran parte de la Tierra incluyendo el Ártico eran más templados que hoy. En torno al 1000 d. de C., Leif, hijo del anterior, condujo una expedición para redescubrir tierras al oeste de Groenlandia y cuya existencia se conocía. La región donde se asentaron fue llamada Vinlandia, que probablemente corresponde a la moderna Terranova, y así el descubrimiento nórdico de América es la única reivindicación, aparte del caso de Colón, que es completamente aceptada por los historiadores modernos. Fue sólo luego de las excavaciones en L'Anse aux Meadows en Terranova que se encontraron pruebas físicas y los académicos no siguieron calificando las sagas vikingas sobre tales viajes como "cuentos de hadas" (5). Sin embargo, continúan descartando cualquier evidencia de que los vikingos viajaron más allá de Terranova, o que inicialmente descubrieron América cientos de años antes al 1.000 d. de C.

Se han encontrado inscripciones rúnicas escandinavas en Massachusetts, Rhode Island, Tennessee, Virginia Occidental, Oklahoma, Colorado e incluso Paraguay. Algunas tradiciones sugieren que una expedición nórdica navegó a través del laberinto de islas y canales que forman el Paso del Noroeste (Canadá), luego hacia el sur a través del Estrecho de Behring y continuaron camino a México. Los indígenas seri en la isla de Tiburón en el Golfo de California tienen una tradición sobre hombres con ojos azules y cabello rubio que llegaron en canoas, y en Noruega (2007) se encontraron restos de un aborigen inca datados a comienzos del siglo X, lo cual sugiere que los exploradores vikingos alcanzaron las costas de Ecuador o Perú 500 años antes que los españoles arribaran al Nuevo Mundo, y que capturaron o se hicieron amigos de un indígena y lo llevaron de regreso a Noruega (6). 

Existen relatos nórdicos referentes a que los vikingos usaban una "piedra solar" para navegar, información que los principales eruditos han descartado tradicionalmente como "arqueología de historieta". Sin embargo, parece ser una referencia a un cristal natural (cordierita o selenita) cuyo color cambia de azul a amarillo brillante cuando se apunta a la dirección del sol, permitiendo que el astro rey sea localizado con precisión en un día encapotado, como también lo hace posible la calcita óptica, conocida como espato de Islandia. En la década de 1940 se desarrolló una brújula celeste basada en los mismos principios de polarización empleados por los marineros vikingos (7). 

Existen relatos sobre un príncipe irlandés llamado Madoc, cuyo abuelo tenía ascendencia nórdica parcial, que navegó al oeste en 1170 y descubrió América, al tiempo que muchas otras fuentes sitúan este arribo en la región del Golfo de México. Colón pudo haber sabido del viaje de Madoc puesto que en uno de sus mapas escribió "éstas son aguas irlandesas" en dirección de las Indias Occidentales. Además y durante siglos, los viajeros y administradores europeos en América hablaron de sus encuentros con indígenas que aseguraban tener ancestralidad con los irlandeses, podían entender su idioma y hablaban en una lengua muy similar; a este respecto, la historia de los visitantes irlandeses fue confirmada por un jefe cherokee en el siglo XVIII, y los aborígenes mawantani pueden ser descendientes del séquito de Madoc (8). 

El relato medieval Navigatio Sancti Brendani Abbatis o La Navegación del Abad San Brendano cuenta acerca de un gran santo irlandés llamado Brendan que navegó hacia una tierra a través del Atlántico con un grupo de monjes a mediados del siglo VI, y la narrativa, aún cuando está muy embellecida, parece contener una buena base de realidad. Brendan inició su viaje en el 564 d. de C., viajó hacia las Azores y eventualmente alcanzó Barbados, antes de navegar al norte hasta parajes tan lejanos como Islandia. La isla de Saint Brendan aparece en el globo mundial de Behaim, completado en 1492 antes que Colón volviera a España (fig. 2.1), y asimismo Behaim escribió que el religioso había alcanzado la isla en el 565. También varios informes irlandeses y nórdicos indican que otros viajes de aquéllos a América tuvieron lugar en los siglos posteriores, y Tim Severin demostró entre 1976 y 1977 que era posible navegar a través del Atlántico en un bote de cuero de buey construido con materiales medievales (9). 

En las siguientes tres secciones se describe evidencia de viajes incluso más antiguos a América, y de este modo parece ser que los periplos a dicho continente tuvieron lugar desde todas partes del mundo por incontables miles de años. El objetivo principal parece haber sido el comercio y la exploración o el establecimiento de colonias locales, más que conquistas militares, subyugación o conversión de razas "inferiores" a gran escala, como fue el caso con las invasiones europeas en los siglos XVI y XVII. 

No obstante, los arqueólogos e historiadores ortodoxos todavía se aferran a sus preconceptos aislacionistas y se rehúsan a aceptar la evidencia de difusión cultural y comercio intercontinental extendidos, a la vez que defienden con ahínco sus campos de especialización contra la "interferencia" externa. Generalmente no sienten iniciativa o les falta el conocimiento para reconocer rasgos culturales comunes, y donde las similitudes son admitidas, automáticamente las atribuyen a la "invención independiente"


Referencias

1. Gunnar Thompson, Secret Voyages to the New World: Nine true adventures from the forbidden chronicles of American discovery, Seattle, WA: Misty Isles Press, 2006, p. 173-97; Gunnar Thompson, "How the Portuguese out-foxed Columbus", en Frank Joseph (editor), Unearthing Ancient America: The lost sagas of conquerors, castaways, and scoundrels, Franklin Lakes, NJ: New Page Books, 2008, p. 234-43; Gunnar Thompson, "From ‘fantasy isles’ into continents: how myths became realities at the hands of Portuguese cartographers", www.marcopolovoyages.com.

2. H.P. Blavatsky, Isis Develada, Pasadena, CA: Theosophical University Press (TUP), 1972 (1877), 1:591-2.

3. Secret Voyages to the New World, p. 154, 162, 164-5.
4. Ibídem, p. 75-111.
5. Patrick Huyghe, Columbus Was Last: From 200,000 B.C. to 1492; a heretical history of who was first, San Antonio, TX: Anomalist Books, 1992, p. 145-68.

6. Earl Koenig, "Inca skeleton unearthed in Scandinavia", en Unearthing Ancient America, p. 245-6.

7. Earl Koenig, "Did a sunstone guide the Vikings to America?", en Unearthing Ancient America, p. 207-10.

8. Columbus Was Last, p. 169-81.
9. Ibídem, p. 129-43.