Existen muchos supuestos que intentan dilucidar el origen del culto a los animales. Por ejemplo, se habla de un mito prístino en que las divinidades asumieron talles zoomorfos al verse amenazadas por gigantes, e incluso después que recuperaran su estatus normal, la gente continuó rindiendo homenaje a las "especies-disfraz".
Dicha pleitesía emerge cuando se adoran dioses por medio de criaturas representativas, siendo el totemismo una de sus prácticas más célebres, en que un animal específico es crucial para un individuo o grupo. Los aborígenes australianos tienen ceremonias cuyo objeto es apaciguar o invocar animales legendarios, aunque en ciertos casos un tótem sacro puede no detentar esa categoría para otros colectivos o personas; de igual manera, los animales simbólicos en muchas religiones son venerados acatando "órdenes divinas" y ante grupos más amplios de fieles, excluyendo a tribus reducidas. Según cuentan los nativos norteamericanos, todo individuo se relaciona con nueve animales que actúan a modo de "guías", y dependiendo del estilo de vida "entran" y "salen" de su camino. Entre éstos, hay uno que se convierte en "guardián" y orienta a la persona a través del mundo físico y los ámbitos espirituales. Para algunos, conocer a este "vigilante" es un proceso muy subjetivo al verse atraídos por una criatura de significado oculto que inspira cualidades a descubrir y potenciar. En ocasiones ayuda a integrar aspectos psicológicos que no suelen admitirse a un "nivel inconsciente".
El ser humano es más que un animal porque alberga un dios en sí mismo, y tampoco es únicamente "egregio" pues debe controlar su cariz salvaje o naturaleza inferior y emplearlos a guisa de "vehículos". En la tradición india, todos los dioses poseen "coberturas" veneradas junto con sus protagonistas, y existen múltiples historias de animales que coligan con ellos. Sin embargo, la zoolatría parece indicar una etapa definida en el concepto voluble que nuestros antepasados se hicieron de "Dios", cuya presencia veían en plantas o incluso rocas. En su libro The Golden Bough, James Frazer sostiene que el respeto por los árboles data de muy antiguo, y al principio recibían el nombre de "habitáculos vivos" de espíritus al encarnar fuerzas místicas naturales. Cada país contaba con su árbol protector de atributos esotéricos, a la vez que ciertos bosques fueron protegidos. Igualmente, los rasgos de seres animales les hacían únicos, lo que condujo a su deificación al pensar que eran "almas" de difuntos. Todas las criaturas etiquetadas de "apestosas" en la Biblia fueron emblemas de la Deidad en épocas lejanas, y así H.P. Blavatsky manifestó que eran tan divinas que "se les puso una máscara de 'inmundicia', a fin de preservarlas contra la extinción" (Doctrina Secreta, vol. 1, p. 355). En realidad, la palabra "inmundo" es ciega porque puede connotar un carácter "santo"; verbigracia, Moisés prohibió comer pelícanos y cisnes, clasificándolos de "sucios" (DS, vol. 1, p. 80 nota al pie).
En todas las naciones hay temores respecto a matar ciertas clases de aves. En Egipto, el ibis posee propiedades mágicas comunes con albatros y cisnes blancos ("representantes de la Eternidad"); también se creía que al arrebatarles vida o incluso a un halcón dorado -símbolo del Sol y Osiris- el malhechor no escapaba de la muerte. En el zoroastrismo era un delito grave atentar contra gallos, pues glorificaban naturalmente al Astro Rey anunciando el crepúsculo matutino. Los antiguos siempre creyeron en la adivinación por medio de pájaros y métodos zoománticos, utilizando por ejemplo el contenido de huevos para presagiar el futuro, pero hoy esa forma estaría subvertida. Así, hubo agoreros que leían prospectos conyugales mediante lecturas de albúmenes.
La cristiandad habla de cuatro animales sacros en la visión de Ezequiel -toro, águila, león y serpiente con alas de fuego-, o imágenes de los elementos y principios inferiores en el ser humano; además pertenecen a cuatro constelaciones que plasman la "comitiva del Dios Solar" [Tauro, Acuario, Leo y Escorpio] y durante el solsticio de invierno marcan los cuatro puntos cardinales del círculo zodiacal (DS, 1, p. 362-63).
En la "comarca del Nilo" algunos animales eran momificados al ser "representantes vivos" de un dios, como el gato lo fue para Bastet, el halcón por intuito a Horus y el ibis respecto de Thoth. Sin embargo, se nos dice que los místicos egipcios nunca adoraron dichas criaturas, y fueron objetos de idolatría masiva sólo cuando se perdieron las ideas genuinas.
El sacrificio de animales es común en varias religiones, semejando constituir el efecto de ceremonias pervertidas cuyos principios se toman literalmente. A menudo, estas obras invitan a erradicar o dirigir nuestros rasgos inferiores, aunque la eficacia de inmolar animales se fundamentaba en leyes magnéticas.
Para el pueblo israelita, el “Día de Expiación” o Yom Kippur denotaba eliminar los agravios nacionales y purificar el Santuario. Se conseguían dos cabras machos, similares en cuanto a apariencia, altura, costo y tiempo selectivo; uno se dedicaba a Yavé y el otro era consagrado para Azazel. Los antiguos rabinos interpretaron éste último nombre como "azaz" (“áspero”) y "-el" (“potente”), refiriéndolo al precipicio montañoso desde donde se arrojaba el chivo expiatorio. Las Notas sobre el Bhagavad-Gita (p. 88-91) apuntan que el sacerdote "recogía" en su persona los efectos de malas acciones entre la gente, y comunicaba esos influjos poniendo las manos sobre el cabrío, que luego era conducido al desierto para exhalar dichas energías. Se recomendaba inmolar ciertos animales limpios, pues según la creencia esto atraería fuerzas saludables y conservantes. Mientras Moisés negociaba con pueblos tribales, ordenó sacrificios a manera de norma religiosa por razones sanitarias propias.
Blavatsky dijo que el macho cabrío o Azaz-el ("Dios de la Victoria") es uno de los animales sagrados bíblicos, y junto con su "hueste" representan a "Prometeo" en estilo hebraico, debiendo analizarse con la misma perspectiva. Hubo un tiempo en nuestra evolución donde no éramos mejores que las bestias, aunque sí en forma humana. Según el relato, Prometeo sustrajo fuego del cielo y lo llevó a la Tierra, pero Zeus le encadenó a un despeñadero y los buitres comían sus vísceras a diario. Cada vez que arrancaban órganos, crecían otros nuevos repitiendo la tortura, y el proceso duró miles de años hasta ser liberado por Hércules. Aquí nos referimos a la "luz mental" otorgada al ser humano por deidades solares, dotándolo con el poder de razonar y elegir. En las series reencarnatorias esta mente se vuelve dual, y al permanecer envuelta con Kama (pasiones), adviene el "carroñero" sempiterno de anhelos insatisfechos, desesperación y otros vicios. Zeus personifica la Hueste de Padres Primigenios que crearon mortales inconscientes e irreflexivos, en tanto que Prometeo define a los creadores espirituales. "Todos los días vemos la contienda en nuestra humanidad: los afanes viles encadenan las aspiraciones nobles a la roca de materia, para generar en muchos casos buitres de pesadumbre, dolor y arrepentimiento" (DS, vol. 2, p. 422).
A propósito del individuo, el Ego Superior es "objeto" de la expiación vicaria. Blavatsky sostiene que en filosofía india el Manas es conocido bajo el nombre de Kshetrajna, o "aquéllo que da forma al cuerpo". Si etimologizamos la palabra, vemos que contiene el término aja que es "primogénito", y asimismo el "cordero" o nuestra mente deífica, explicando que si bien durante la vida humana el Ser superior e inferior están escindidos, tras la muerte somática y la personalidad los actos perjudiciales de ésta se hallan "anclados" al Ego Superior, es decir, el foco kármico se desplaza hacia la naturaleza divina; pero aunque es impoluta en la estadía mundana, tiene que sobrellevar el castigo por malhechos del "yo" burdo en una existencia venidera (Transactions, p. 67-68). El cordero es símbolo de todos los seres espiritualmente prósperos como Jesús, Buda y otros, quienes llegan a ese nivel al tomar sobre sí el karma humano negativo en conjunto, e identificándose por completo con nuestra especie. En ambos casos tenemos una expiación vicaria, y los Egos/Seres Superiores vendrían siendo "chivos emisarios".
Las cabras son otro emblema de Parabrahman. Subba Row enseñó que los doce signos del Zodíaco narran la vida del Universo, desde lo Eterno Ignoto hasta su condición actual. El primer signo es Aries o Mesha (carnero), cuyo sinónimo sánscrito es Aja, "lo que no tiene nacimiento", y es utilizado para referir a Brahman en algunos Upanishads y también a Parabrahman, la Causa Autoexistente, Imperecedera y Autosuficiente de todo.
La mitología hindú ilustra que Daksha, el suegro de Shiva, estaba realizando un sacrificio del que elidió a su yerno, pero Uma, la esposa de éste último, tuvo grandes ansias por ir. Tras llegar al sitio, su padre la insultó y ella se ofreció como víctima propiciatoria; montando en cólera por su muerte, Shiva creó al terrible demonio Virabhadra de mil cabezas y mil brazos, para destruir el rito concebido. Daksha fue decapitado y su cabeza quemada en fuego, pero luego se reemplazaría por aquélla de un carnero. Blavatsky sostuvo que este personaje corresponde al Progenitor Principal o Prajapati, y la testa y cuernos caprinos son el poder generador o reproductivo, siendo Daksha quien impuso la era de los humanos nacidos por separación de los sexos. Sin embargo, esto no ocurrió de improviso, sino que tomaría largas eras antes de convertirse en "natural". Por ende, se muestra que Shiva obstaculiza el sacrificio que alude a un desarrollo biológico (DS, vol. 2, p. 182).
Hansa (cisne) o Kalahansa (cisne negro) es figura de Brahma. Asimismo, Parabrahm se denomina Hansa-vahana, o "aquél que utiliza a Hamsa como su vehículo", ya que la Realidad Única se expresa a través de Brahma o Hansa. Brahma -el Logos manifiesto- es Sagunabrahmam (aspecto inmanente o con atributos) y es un dios finito, desapareciendo en el momento de la disolución y también se lo nombra "cisne fuera del tiempo". Entretanto, Parabrahmam es Nirgunabrahmam (aspecto trascendental) o Realidad Eterna bautizada con la misma alegoría aviar. Se cree que los cisnes viven en el lago tibetano Mansarovar, pero viajan a India sólo en invierno, y desde ese lugar los Vedas fueron llevados al país. El imaginario popular asegura que los Siete Cisnes seráficos equivalen a los Siete Rishis (Osa Mayor), que asumen esta forma para visitar la zona donde se escribieron aquellos textos (DS, vol. 1, p. 357 nota al pie). El Nadavindu Upanishad consigna que el término AUM está resumido por Kala Hansa; la primera vocal simboliza el "ala derecha", "U" su apéndice izquierdo, "M" la cola, y Ardhamatra ("medio metro") su cabeza. La fuente literaria dice que "un yogui que cabalga sobre Hansa" (concentrándose en AUM) está libre de influencias kármicas y tampoco le afectan miríadas de pecados.
Parte 2, mayo 2010
Hansa o el "cisne" es emblema de Sabiduría Divina. En exoterismo es un pájaro fabuloso con sapiencia inherente, pues cuando se le daba leche (espíritu) mezclada con agua (materia) bebía sólo el primer líquido (DS, vol. 1, p. 79). Hamsa es igual a "a-ham-sa", o "yo soy Aquéllo"; al escribirse Sah-aham o Soaham (Soham) denota la acepción en viceversa. Sólo en esto se contiene el Misterio Universal, la identidad de nuestra esencia humana con lo divino (DS, vol. 1, p. 78).
La vida de un sannyasi comporta cuatro etapas sucesivas: Kutichaka, Bahudaka, Hansa y Paramhansa. En la tercera, el místico vive lejos de su familia y del mundo, se mantiene con óbolos recogidos de siete casas, contempla a Parabrahman y lleva un bambú de un sólo nudo. El último estadio es colateral a los anteriores, excepto que el renunciante posee el cordón sagrado y su cabello y barba son muy largos; por tanto, un Paramhansa meritorio se transformará en Dikshita (The Theosophist, octubre 1879).
Se cree que el "Espíritu Santo" descendió sobre Jesús en forma de pichón, y los rusos no le incluyen en su dieta por ser una criatura de paz. El carácter de las sierpes es reconocido por el Nazareno, quien aconsejaba "ser cautos como serpientes" y "sencillos a modo de palomas". Entre sus connotaciones, el ofidio apunta al movimiento circular del Sol en el espacio; si se muerde la cola es la Eternidad o el Tiempo que todo lo devora, la gran espiral evolutiva o Manvantara; y también Vishnu (el Preservador) aparece habitualmente sobre el cuerpo encogido de Adi Sesha o Ananta, con múltiples cabezas de cobra. Se cuenta que Garga, el astrónomo más antiguo de India, obtuvo conocimientos astronómicos de Sesha, la serpiente de mil caras que lleva a los siete Patalas (infiernos) y el mundo entero en su cabeza, que además es Ananta ("infinito") y el "Ciclo de Eternidad" en esoterismo. Narada fue uno de los pocos que visitó las comarcas tenebrosas, y no queda claro si heredó su pericia astronómica de Sesha, pero le habría superado en destreza respecto a las complejas fórmulas cíclicas: "Es él quien está a cargo de nuestro progreso y el bienestar o la desgracia de nuestras naciones, provocando guerras y poniéndoles fin" (DS, vol. 2, p. 49 nota al pie).
La serpiente se enrosca para arremeter, recordándonos el funcionamiento de la Ley Kármica que da golpes infalibles al tenor de las causas u obras que ponemos en marcha. Este reptil se ha visto incluso como "miniatura" del "círculo de necesidad" o las numerosas reencarnaciones al despojarse de su piel escamuda, en comparación con el alma que abandona un cuerpo para adquirir otro; de esa manera, el animal refleja a un individuo "espiritualmente renacido" o que alcanza el nivel de Iniciado.
En La Doctrina Secreta (vol. 2, p. 47) leemos que nuestra Tierra y la humanidad pasaron tres Rondas y hoy experimentan la cuarta. Al comienzo de cada fase y después de un "oscurecimiento", el planeta cambia su "piel vieja" mereciéndole el apelativo de "Sarpa Rajni" en el Aitareya-Brahmana, la "Reina de las Serpientes" y "madre de todo lo que se mueve". Hasta la fecha se despojó de tres coberturas o Rondas previas, y las "Siete Pieles" esbozan los trastornos geológicos séptuples que acompañan la evolución de las Siete Razas-Raíz.
Los ofidios insinúan eternidad y rejuvenecimiento, así como también sabiduría o perfección divinas, e incluso Hermes conjeturó que eran los seres más espirituales de todos. La serpiente gnóstica con siete vocales en su cabeza es insignia de las siete jerarquías de Creadores Planetarios. Los dragones en la Antigüedad muestran siete cabezas, señalando los principios humanos e igual número de razas. Blavatsky comentó que en el orden evolutivo los reptiles precedieron a las aves y éstas a los mamíferos; en consecuencia, las serpientes integran el simbolismo más arcaico. Existen leyendas alegóricas relativas a sus propiedades, pero visto que el gentío y varios "académicos" no entienden el trasfondo, esos relatos se tachan de "fábulas" basadas en "ignorancia supersticiosa". No debemos aceptar literalmente las crónicas de Filóstrato, cuando sostuvo que en Arabia e India el pueblo se alimentaba del corazón o hígado de serpientes, para aprender el lenguaje de todos los animales y porque las víboras tendrían esa facultad. De manera similar, los escandinavos hablan de Sigurd quien mató al monstruo Fafnir y cocinó su corazón, deviniendo el más sabio de los humanos. Helena escribió que “serpiente”, “dragón” y "naga" eran nombres dados a los "Sabios" o Adeptos [HUMANOS] (1), cuyos aprendices "devoran" (adquieren) el conocimiento de los Misterios Inefables.
[(1) N.del T.: compárese esto con la idiotez "conspirativa" de quienes ven alienígenas "reptilianos" hasta en las nubes].
En todas las lenguas remotas, el concepto de "dragón" significaba lo mismo que entre los chinos actuales, es decir, "alguien con profunda inteligencia" y en griego "el que ve y observa". La serpiente es una criatura capaz de hacer bien o mal, magia blanca o negra; Thoth es descrito como dios de sabiduría y con autoridad sobre el panteón egipcio, en tanto que el Glosario Teosófico cita a Bonwick: "Hermes era la serpiente en una faceta mística. Se desliza en secreto y sin esfuerzo aparente a lo largo de las eras (...) ilustra el cielo salpicado de estrellas, pero también es enemiga del mal porque el ibis exterminó a los ofidios de Egipto".
Los retoños de sierpes quiebran el huevo y salen por sus propios esfuerzos; así, dichos reptiles encarnan a los "autonacidos" esotéricos. La “serpiente en bronce” de Moisés trata de los judíos en el desierto, quienes reclamaron a Dios por no tener agua, y mandó “víboras ardientes” al objeto de castigarlos. Yavé dispensó al líder un bastón metálico y ondulante para que viviese cualquier persona que lo mirara, y después concedió agua al pueblo. En conformidad, la serpiente de alas ígneas es imagen de lo Eterno. La voz hebrea Nakash designa "bronce", "útero" y el "mundo inferior"; el metal es figura del “principio femenino” y “calinoso” u “oro” atañen al masculino, pero jamás a Cristo ni la crucifixión como aseguran muchos exégetas (DS, vol. 1, p. 364 nota al pie).
Además, la serpiente de azófar es el Divino Custodio que sana a quienes le miran. El báculo zoomorfo de Moisés se adoraba cual símbolo de "Esmun-Asklepius, el Iao fenicio" ("Principio físico y espiritual de todas las cosas"), siendo de este modo un "salvador". La serpiente, al igual que el agathodaimon, representa el arte médico y la inmortalidad humana, decorando las imágenes de varios dioses u objetos análogos, incluyendo la "copa de salud" que en los misterios egipcios aparecía cubierta con reptiles (Isis Develada, vol. 1, p. 157; vol. 2, p. 481).
Thoth Hermes porta una vara ofídica que más tarde se llamó Caduceo, si bien la de Esculapio es algo distinta. El instrumento se corona mediante un pomo, y permanece flanqueado por dos alas de cisne (Hansa). El bastón corresponde al árbol Ashwattha o "de la vida y el ser", que crece y desciende en cada nuevo Manvantara desde ambas alas oscuras. Las dos culebras son el Espíritu y la Materia, bajando hasta confluir en un estrecho abrazo donde sus colas se unen a la Tierra, el Universo manifiesto o "reino de ilusiones" (DS, vol. 1, p. 549-50). Astronómicamente, la cabeza y el rabo de aquéllas son los puntos eclípticos donde las esferas visibles -incluidos Sol y Luna- presentan mayor cercanía.
Esculapio, Serapis, Plutón, Knoum y Kneph son deidades con atributos de sierpes, asépticos y visionarios. Shiva es sanador de mordeduras análogas al neutralizar el veneno aparecido durante la borrasca del océano, manteniéndolo en su garganta. Los Upanishads incluyen un capítulo sobre Ciencia de las Serpientes o Conocimiento Oculto, mientras los Nagas del budismo exotérico no son "criaturas míticas" con pergenio animal, sino superiores a los humanos y protectores de la ley de Buda, porque interpretan sus axiomas metafísicos bajo el esquema correcto (DS, vol. 2, p. 26). Entretanto, los Nagas hindúes fueron Adeptos e Iniciados semidivinos -nunca reptiles per se- con rostro humano y cola de serpiente a partir del exoterismo, aunque también hubo una raza homónima que surgió de Kadra, esposa del sabio Kasyapa, con el fin de poblar Patala (América). El Naga-Dwipa constituyó una de las siete divisiones de Bharata-Varsha o India, habitada por dicho linaje iniciático (DS, vol. 2, p. 132). El Mahabharata cuenta sobre Arjuna visitando Patala y casándose con Ulupi, hija de Naga o el Rey Nagal: "Nargal era el jefe caldeo y asirio de los magos (...) y Nagal el hechicero primario de los indios mexicanos. Ambos derivan sus nombres de Nergal Serezer, dios asirio, y los equivalentes hindúes" (DS, vol. 2, p. 213).
Conforme al relato tradicional, después que la reina Maya incoase a Gautama Buda, los nagas Nanda y Upananda dieron un lavado ritual al bebé con agua cálida y fría. Mucalinda, el Rey Serpiente, protegió al Despierto de la tormenta cuando meditaba a los pies del árbol Bodhi, envolviendo Su cuerpo siete veces y usando la "capucha" (tórax) a modo de paraguas. Sangharakshita explicó ese detalle como la ascensión de Kundalini, y añadió que los nagas suelen ilustrarse en medio de "profundidades oceánicas", una posible metáfora de las energías sibilinas del inconsciente en su arista próvida.
La Kundalini consiste en una fuerza electroespiritual zigzagueante, y el poder creador que puede engendrar y matar con holgura. Las siete espirales podrían indicar los núcleos psíquicos (chakras) por donde pasa Kundalini en su derrotero ascendente, y marca la activación de Buddhi que de otra manera continuaría siendo un principio o vehículo pasivo de Atman. Así, La Voz del Silencio (p. 10) muestra que "el Yogi contempla las cosas allende los mares y fulgores del cielo; escucha y comprende el lenguaje de los Devas, y percibe lo que ocurre en la mente de una hormiga". En el prefacio, Blavatsky apunta que la gran obra mística Paramartha fue transmitida al arhat Nagarjuna por los Nagas [véase el símil entre los apelativos]. Al tenor del budismo, Gautama les confió su doctrina Prajnaparamita, quienes más tarde la revelaron a aquel discípulo.
La serpiente que instigó a Adán y Eva en el Jardín del Edén era el mismo “Dios”, quien al igual que Ofis o portador de Sabiduría Divina, nos enseñó las implicancias reproductivas. Ellos simbolizan la primera pareja fisiológicamente completa, e introducida en el enigma creacional por la "víbora" (Logos) al comer el fruto del Conocimiento, mas la posteridad indocta -y proclive a lo material- los acusó de "irrespetar al Señor" y "dejarse conducir a errores" (DS, vol. 2, p. 215).
Parte 3, junio 2010
En una nota del artículo “Comentario sobre la Pistis Sophia”, Helena Blavatsky menciona que los Logos de todas las naciones figuran "aplastando cabezas de serpientes/dragones" o traspasándoles con lanzas, una imagen para el éxito del Espíritu sobre la materia, y ésta se supedita a la Voluntad Divina del Iniciado por transmutación llamando a lo tangible “Serpiente Vieja” o “Gran Abismo”. Igualmente, vemos aquí el triunfo de los Asuras o “Dragones de Sabiduría” ante los Devas, lo que a su vez significa el control de Manas activo en la pasividad del espíritu puro (aquellos seres divinos que no forjaron carácter impoluto, pero son limpios en un sentido "automático"). Respecto a una persona común, puede involucrar servidumbre de la naturaleza animal y conseguir experticia. Ejemplos de ello son los pares Krishna-Kaliya, Hércules-Hidra, Horus-Tifón, Apolo-Pitón y Thor que fulmina a su adversario con un martillo. Asimismo, la serpiente de cabeza séptuple alude a múltiples planos físicos y de conciencia.
Los Rishis, Manus o "hijos de Brahma" son "progenitores" de algunos animales, y en el "país del Nilo" se atribuía a un dios la génesis de cierta especie predilecta para él. El cocodrilo o "dragón egipcio" se relacionaba con Tifón y Sebak, sus "patrones", y existen allí incalculables momias de esos reptiles, símbolos duales del Cielo y la Tierra, o Sol y Luna, siendo adscritos a Osiris e Isis por su naturaleza anfibia (DS, vol. 1, p. 409). Este saurio era objeto de reverencia y encono; su avistaje en el desierto y fuera del agua pronosticaba lluvias y buenas cosechas, pero masacra personas y otros animales todos los años. Los cocodrilos eran consagrados a Tifón, que ilustra el aspecto material de Osiris (incluido el cuaternario inferior humano), y éste a la Tríada Superior o Luz Divina. Según el mito cosmogónico, aquél lo mató engañosamente y seccionó su cadáver en catorce pedazos; luego fue proscrito por alejarse de lo seráfico y devino malo o señor de tormentas y huracanes. Osiris personifica al universo ideal, y su opositor el rasgo físico o destructor de Shiva.
El décimo signo zodiacal se denomina Makara (cocodrilo) o instrumento de Varuna, dios hindú del agua; sin embargo, los primeros astrónomos occidentales lo bautizaron Capricornio al recordar la silueta de una "cabra". Subba Row añade que la letra Ma corresponde al número 5, y Kara significa "mano" o "costado". En sánscrito, Tribhujam o Karam se vincula a "tres lados" o el "triángulo", y Makaram o Panchkaram es el pentágono que resume la figura humana de cinco limbos. Toda vez que Manas constituye el quinto principio, dicho esbozo geométrico es emblema del humano pensante y consciente. En India y Egipto, los Dhyanis de la Quinta Jerarquía de seres divinos estaban unidos al "cocodrilo" y su morada se sitúa en Capricornio. Makara es también anagrama de Kumara, los cinco "Hijos de Brahma nacidos de la Mente" y dos se mantienen secretos, siendo ellos los "directores" que alumbraron nuestro intelecto: "Se supone que contienen los atributos (...) espiritual y físico del Universo, los dos polos de Mahat o Inteligencia Universal, y la naturaleza duádica humana (...). De ahí su número cinco, que multiplicado y convertido en diez lo conecta con Makara, el décimo signo del Zodíaco" (DS, vol. 1, p. 221).
Conforme a Subba Row, Makara representa al hombre o Microcosmos, y además el Universo o Macrocosmos; ergo, Capricornio denota las "caras" de éste último al estar circunscrito por pentágonos. Suponiendo que engloba simetría, los polígonos son regulares y el espacio presenta cariz dodecaédrico. No obstante, en el sentido real aquella voz no significa "cocodrilo", porque la criatura análoga en el zodíaco hindú tiene cabeza y patas frontales de antílope, y el resto de su anatomía concierne a un pez. "El delfín era vehículo de Poseidón-Neptuno entre los griegos, y uno con él esotéricamente; es el 'dragón marino' tanto como el reptil del Nilo sagrado era herramienta del propio Horus" (DS, vol. 2, p. 578).
De los diez avatares o encarnaciones de Visnú, el primero es Matsya y apunta a una fase en que la Tierra estuvo cubierta de agua. Al tenor del Mahabharata y mientras Vaivaswata Manu (el Noé bíblico) hacía prácticas devocionales a orillas del río, se le apareció un pez y rogó que lo salvara de otro más grande, por cuanto el individuo lo guardó en un frasco, y al crecer más en su interior le previno de un diluvio. Cuando el barco estaba listo, Vaivaswata albergó a su familia, simientes y las parejas de todos los animales; la catástrofe advino y un pez gigante con cuerno se situó en la proa. Siguiendo sus órdenes, el protagonista amarró cordeles al asta y el vertebrado guió la nave sin problemas entre la furia de los elementos. En la cultura hindú, el tiempo que duró la tragedia coincide exactamente con el relato mosaico (Isis Develada, vol. 2, p. 425).
Según otra versión, Vishnu encarga construir un barco donde Manu se salvó junto con los Siete Rishis, insignia de las razas y otros detalles septenarios. En un sentido, la historia refiere al colapso de Atlántida y a Vaivaswata, el gran sabio del mundo que libró a la Quinta Raza-Raíz de ser destruida junto con miembros de la Cuarta en ese lugar (DS, vol. 1, p. 139-40); pero Vaivaswata también impide que se extinga la humanidad o parte de ella cuando Lemuria pereció bajo el mar 700.000 años antes de comenzar la era Terciaria (ibídem, vol. 2, p. 313). Blavatsky dice: "Para todos los pueblos antiguos, el 'pez' y su entorno acuático señalan a los Mesías o encarnaciones de Sapiencia Divina. Dichos animales frecuentan viejas medallas cristianas, y las catacumbas romanas exhiben la 'Cruz Mística' o 'Ancla' que se alza entre dos pejes que hacen de 'fundamento'. 'Daghdae' o la madre de Zaratustra significa 'Pez Divino', la Sabiduría Sagrada" (HPB Series, nº 2, p. 13).
El “discípulo hierofante” o probacionista gnóstico era Ichthus o “pez” en honor a Cristo, y quien dijo a sus primeros acólitos que devendrían "pescadores de hombres". Curiosamente, la palabra inglesa "nun" [monja] es el vocablo caldeo que señala a esta criatura marítima. El Mesías "se denomina 'Dag' o pez, una herencia caldea, y tiene lazos con el Dagón babilónico u hombre-pez, que era instructor e intérprete del pueblo”, anunciando su venida con la alianza de Saturno y Júpiter en Piscis. El Hari-Purana y otros libros describen a Vishnu ictiomórfico para recuperar los Vedas que tragó el diluvio, y enseñar labranza y arquitectura, volviendo al océano todas las noches (Isis, vol. 2, p. 256).
La Biblia incluye el relato de Jonás, que ha sido interpretado desde varios ángulos. Dios le encomendó ir a Nínive, capital del imperio de Asiria, con objeto de predicar Su mensaje, pero no quiso cumplir el mandato pues creyó que el Altísimo no destruiría la ciudad. Jonás partió en dirección contraria a Jopa donde embarcó hacia Iberia, pero Dios lanzó una gran tormenta y el hombre conminó a los tripulantes que le arrojasen al mar para detener su furor, lo cual hicieron tras muchos empeños por controlar el buque. Acto seguido, una ballena tragó a Jonás y permaneció cautivo tres días y tres noches, lamentando su falta con ruegos y votos de obedecer al Señor, quien determinó liberarlo en la costa.
La fábula menciona una época en que el Sol (Jonás) se hallaba en la constelación Cetus, y al terminar dicha fase viaja al asterismo opuesto ("playa") del círculo zodiacal, una metáfora sobre el curso de la Tierra por los signos astrológicos y sus antípodas. Durante esos trayectos hay cambios sociales y planetarios, previstos con exactitud por los orbes si se "leen" de forma correcta (El Océano de la Teosofía, p. 130). La "estancia" de Jonás en el vientre del animal indica un ciclo iniciático que toda la humanidad debe experimentar en ciertas épocas, similar al descenso del candidato a los infiernos para lidiar con su naturaleza burda, reflexionando en una cripta subterránea sobre los misterios insignes y luego de lo cual emerge "renacido".
Varaha o el jabalí es la tercera encarnación de Vishnu. Los Puranas citan dos grandes creaciones, Padma (final) y Varaha (contemporánea), y en el transcurso de ésta, Brahma sacó a la Tierra del agua bajo el pergeño de un cerdo ferino. Nuestro mundo estaba cubierto por océanos y la naturaleza física no logró concebir al ser humano sin asistencia de fuerzas divinas; así, los "Creadores" insatisfechos secaron al planeta añadiendo estratos corticales (DS, vol. 2, p. 52-53). Los indios sostienen que el mamífero escarba la tierra antes que llegue el monzón, al igual que Vishnu al impartir agricultura.
En la biografía exotérico-alegórica de Buda, se sostiene que falleció tras consumir "arroz y puerco". Visto a la letra parece contradictorio y absurdo, si recordamos que estableció el vegetarianismo y respeto más severos por los animales. El pasaje implica que nació en Varaha-Kalpa, intervalo donde Brahma advino a guisa de paquidermo rescatando al planeta de las "Aguas del Espacio". Además, hay un dato curioso en aquel episodio puesto que los brahmanes afirman proceder de la Divinidad y son antagónicos a la cultura budista: "El brahmanismo (jabalí o Varaha Kalpa) masacró a la doctrina de Buda en India (...) y declara que, identificado con su filosofía, murió al comer carne de cerdo montés" (DS, vol. 1, p. 368-69).
Parte 4 y final, julio 2010
Se comenta que Helena Blavatsky tenía el poder y conocimiento de "leones" y sabios, en cuanto a su corazón amplio y "garra" para los objetivos; igualmente, ciertos libros designan a Buda como "León de la Ley". Este felino y "rey de la sabana" inspira connotaciones de poder, valor, majestad o nobleza. Se sabe que come sólo presas necesarias y entrega las partes "impuras" a los chacales. La clásica Esfinge tiene cuerpo leonino y cabeza humana, el nexo entre vigor y sabiduría, acerca de lo cual William Judge escribió: “La fuerza, cuando carece del apoyo gobernante de la sensatez, se ve dominada por un asombro estúpido que confunde todas las cosas; y para propósitos de acción, el intelecto es inútil al no haber energía”. Los atlantes o Cuarta Raza eran asociados a estos carnívoros por su señorío, y dos de ellos ilustran "ambos 'ojos solares' electropositivo y electronegativo” (DS, vol. 1, p. 673). Subba Row manifestó que Simha, el quinto signo zodiacal, "contiene un mundo de acepciones ocultas", y la jerarquía de Poderes Creativos se divide en siete grupos esotéricos, siendo el más consabido los "Leones Ardientes" o "de Vida".
En "The Esoteric Character of the Gospels" por H.P.B., Escorpio atañe a Meshiac o el candidato que pasa pruebas iniciáticas, visto a modo del Sol sin sus rayos áureos y coronado de espinas. Leo se vincula con el Cristo vencedor en la cima del arco celestial, a semejanza del León de las tribus de Judá. "Chrestos era el viajero solitario que alcanza la meta a través del 'Camino' cuyo objeto era Cristo, el Espíritu glorioso de la 'VERDAD', y esa concordia permite que el Alma (Hijo) sea UNA con el Espíritu (Padre)", explicando que el cuadrúpedo es símbolo de Miguel, el Hijo de Dios.
Un avatar de Vishnu es Nara-Simha o última fase animal en la escala evolutiva. La prerrogativa de Brahma para el rey Daitya Hiranyakasipu fue que no sería destruido por bestias ni humanos, pero Vishnu apareció con ese camuflaje, rompiendo la columnata protectora y aniquiló al monarca desgarrándole por la mitad.
El pavo real es a la vez un emblema de bien y mal. En la filosofía zoroástrica, Ormuzda es Señor de la Luz y su hermano Angra Mainyu rige la Oscuridad, quien con su ejército de demonios vilipendia al conocimiento, la luz, pureza, verdad y bondad con tinieblas, bazofias, mentiras, crueldades e ignorancia. Ormuzda engendró animales prácticos y limpios, mientras su antítesis creaba especies brutas y pájaros sanguinarios. Cuando los virtuosos dijeron a Mainyu que era incapaz de producir un ser bello e inofensivo, se burló y de él surgiría el espléndido pavo real, distintivo de fachenda y egoísmo, instituyendo: "Que sea el Rey de los Pájaros, y que el hombre lo idolatre y actúe a su manera". A partir de entonces, este animal rotulado Melek Taoos pasó a considerarse "internuncio del diablo" y hasta hoy le rinden culto los yazidis -algunos oriundos de Babilonia-, mas el pavo real verdaderamente constituye la "sabiduría de cien ojos", vahan (vehículo) de la diosa Saraswati y de Karttikeya, el Kumara o célibe adscrito a la iluminación mental. En consecuencia, también es el ave de todos los dioses que patrocinan el aprendizaje secreto.
La cola del pavo real indica el espacio sidéreo y la franja zodiacal está escondida en su hechura, por lo que se llama Dwadasa Kara (el "de las doce manos") y Dwadas Aksha o "docena de ojos" en su rabo policromo, siempre abiertos para contemplar lo que existe (DS, vol. 2, p. 619). Quien desee convertirse en Adepto de "Doctrinas Secretas" debe tener los "cien ojos de Argos" a fin de comprender (Isis, vol. 2, p. 409).
El Rishi Kasyapa y su consorte Tamra produjeron aves y a Garuda, rey de la "tribu plumífera" o "aquél que remonta". Al nacer fue confundido con Agni -dios del fuego- debido a su esplendor, y ello le valió el apodo de Gaganeswara o "señor celeste" (DS, vol. 2, p. 564-65). En el Ramayana, las flechas disparadas por Indrajit contra Rama y su hermano Lakshamana se convirtieron en culebras que les dejaron atados e inconscientes. Cuando Garuda se acercó a ellos, los ofidios escaparon y cicatrizó las heridas con toques; así, el Garuda Purana aborda los niveles post-mortem y prescribe rituales para honrar muertos. Esta figura es un vehículo donde monta Vishnú (Kala o "tiempo"), el "fénix indio" y emblema de grandes ciclos como el Maha Kalpa, coeterno con la Divinidad, y también periodos solares (Jatayu, hijo de Garuda, tipifica 60.000 años o dos precesiones planetarias de 25.920).
Eones atrás había un "océano lácteo" primordial e impetuoso, conteniendo Amrita -agua de Vida o inmortalidad- y Surabhi, la "vaca de abundancia" sagrada al igual que el toro (poderes generativos), conectados con fuerzas solares y cósmicas (DS, vol. 1, p. 67). Dicha res lleva los apelativos Kamadhenu ("cumplidora de deseos") y Nandini ("señora de placidez"). En Egipto, ambos rumiantes quedaron protegidos por Osiris e Isis, quien junto con Hator (principio femenino en la Naturaleza) eran afines al Sol y la Luna. Además, la pareja bóvida fue imagen de la “tierra nutricia” y la Quinta Raza o Aria. “En todos los países, la vaca es generatividad pasiva (...) y el Logos, cuyo distintivo llegó a ser el toro entre indios y egipcios (...). En filosofía oculta concierne la naturaleza creadora, y el Toro (su ternero) el 'Espíritu Santo' que le da vida" (DS, vol. 2, p. 418).
En India, un candidato a brahmán debe pasar por la "vaca dorada" si quiere ser Dwija o "nacer nuevamente" (DS, vol. 2, p 462). La leyenda escandinava tiene a Audhumla de cuya ubre emanan cuatro caudales al espacio, y representa la luz astral en su índole más pura (Isis, vol. 2, p. 147).
Indra, rey del cielo, monta al elefante Airavata que sobrevino en medio del rugido oceánico. Ganesha es el dios de sabiduría con cabeza de paquidermo, y existen muchas leyendas al respecto. El Matsya Purana cuenta que era un niño nacido del sudor y tierral de Parvati; luego ésta se dispuso a tomar un baño y ordenó al hijo que custodiase la entrada del hogar, con preceptos drásticos de no permitir extraños. Shiva, esposo de aquélla, retornaría tras un largo viaje y no reconoció a su nuevo vástago, decapitándolo al prohibir el ingreso. Sin embargo, admitió el desliz y mandó reemplazar su cabeza con aquélla de un elefante que dormía apuntando al sur.
A semejanza del credo egipcio, Ganesha presenta cariz proboscidio y cuerpo humano, señalando el punto evolutivo en que no éramos mejores que otros animales. El libro The Symbolism of Hindu Gods and Rituals por A. Parthasarathy explica que la trompa indica el discernimiento que nace de la sabiduría (comprensión de aspectos espirituales/físicos), siendo capaz de desplantar árboles o tomar monedas y agujas. El Dhammapada añade: "Soportaré los males, como un elefante en el campo de batalla sometido a las flechas (...). Aléjate del error, cual elefante hundido en el cieno" (versos 320 y 327).
Hanuman es el dios mono y fiel devoto de Rama, a quien ayudó con su ejército de primates (Vanersena) en la lucha contra Ravana. Blavatsky apunta que los simios tienen carácter místico en India pues su origen es bien conocido por Adeptos, escondiéndolo tras gruesas capas de alegorías. El ser humano actual no desciende de monos, sino que éstos provienen de ligámenes antinaturales entre hombres y especies inferiores. La Tercera Raza comportó gigantes simiescos, pero irresponsables en términos morales, y copularon con otras criaturas generando los predecesores de monos antropoides, aunque eran como "dioses" por su espiritualidad y pureza (DS, vol. 1, p. 190). En From the Caves and Jungles of Hindostan, Helena dice: "Hanuman personifica al 'hombre mundano', quien a despecho de su naturaleza bruta, desarrolla la parte espiritual mediante trabajo férreo, y habiendo superado la primera, obtiene el triunfo intelectual sobre los decursos terrenos, pareciéndose a un dios meritorio de acompañar a Rama o la encarnación divina más egregia".
La misma obra registra diálogos con un anacoreta del sur indio, quien sostiene que Hanuman es ancestro dravidiano, una raza oximorónica a los brahmanes norteños en casi todo aspecto. Mitológicamente es hijo de Vayu (dios del aire), guardián y barquero del río Viraja (recíproco hindú de Estigia) al que llegamos tras morir en el "reino de sombras", y "nadie puede cruzarlo sin su guía", es decir, antes de llegar a un periodo donde no se requieran formas tangibles, debemos comenzar bajo la apariencia de humanos-simios con todas sus pasiones e instintos (p. 88).