Por Juan Álvarez, medium.com, febrero 2024
[N.del T.: a) véanse también: enlace 1/enlace 2; b) los acápites entre corchetes no forman parte del texto original].
En nuestra sociedad moderna y bizantina, la imagen del "desvalido" o la "víctima" adquiere gran envergadura. La aptitud de presentarse como blanco de una injusticia u opresión es un talante poderoso que puede influir en audiencias políticas, culturales y mediáticas, pero detrás de esta apariencia vulnerable e indefensa se esconde un territorio muy sutil en que lo verdadero se entrelaza con la manipulación.
Este sucinto artículo explora el cenagoso ambiente de la estrategia de victimización, desentrañando sus facetas, examinando sus repercusiones y aclara de qué manera puede identificarse a quienes la utilizan con malos designios.
Las resultantes de victimización falsa pueden ser perjudiciales. En el ámbito político intensifica el extremismo y desencadena episodios de violencia; los medios comunicacionales siembran desinformación que tergiversa la realidad, y respecto al ambiente farandulero, aprovecha las emociones de seguidores como vimos en el caso de Amber Heard y Johnny Depp.
A pesar de las críticas que han recibido por sus posturas, famosos como Donald Trump y Russell Brand denuncian que los medios tradicionales los “censuran”, pero si analizamos el contexto más de cerca, se observan otros matices.
Durante su campaña de 2020, Trump se quejó con frecuencia de la parcialidad hostil de los medios en su contra; no obstante, esa narrativa se queda corta si ponderamos su enorme alcance en las plataformas Truth Social y X [ex Twitter]. Con millones de acólitos, él tenía un diálogo directo y sin filtros, eludiendo cualquier barrera percibida por sus oponentes. De esta guisa, la afirmación de "ser perseguido" suena hueca frente a su acceso sin límites a una vasta audiencia en línea.
De manera análoga, y pese a enfrentar críticas por sus opiniones provocadoras, Russell Brand [el "ícono caído de la izquierda británica"] mantiene una presencia sólida en los "reinos" digitales de YouTube y Rumble, que le ofrecen amplias cobertura y férula sobre la distribución de contenido, y asimismo una voz significativa más allá de los canales ortodoxos. Si bien el actor puede sentirse mal representado por ciertos medios, su capacidad para conectar con audiencias en sus propios términos socava los alegatos de estar siendo "reprimido".
Si bien la estrategia de victimización puede brindar ventajas temporales, sus consecuencias indeseables y trascendentes pueden desmantelar el tejido social. No es fácil reconocer a "propietarios" de este ardid, pero hay señales específicas. Quienes perpetúan esa conducta suelen focalizarse obsesivamente en sus problemas, buscando de continuo la compasividad o atención foráneas, y desplegando su "estatus" como moneda de cambio para obtener beneficios o evadir responsabilidades.
Es fundamental mantener un espíritu crítico y muy agudo frente a dichas narrativas, sin aceptar ciegamente representaciones mendaces. [A todo esto, agréguese el carácter cuasi-criminal entre varios "psicólogos" lambetas de equiparar el concepto de perseverancia con "obsesión por justicia", lo cual ilustra su "gran profesionalismo" para eludir hechos tangibles en la politiquería que defienden].
Si eres víctima real:
-Reúne evidencias de lo que padeciste o sobrellevaste: documentos, fotografías, testimonios, reportes, etc.
-Busca apoyo de amigos, familiares, terapeutas o abogados para obtener orientación y respaldo.
-Considera recurrir a profesionales para comprender tus derechos y seguir los cauces legales apropiados.
Para fines ventajistas [allá tú con la conciencia...]: Previo a utilizar este plan, asegúrate de haber recibido injusticias fidedignas, y evita exagerar o inventar historias, sincerando tus motivaciones.
Rasgos de las víctimas falsas ["chupasangres" del sistema]:
-Crean narrativas convincentes y sensacionalistas que les retratan como "blancos" de circunstancias o abusos, independiente de la verdad real.
-Inventan fábulas con atractivo emocional, resaltando sus "luchas" y "dificultades".
-Buscan plataformas o audiencias donde la simpatía y el apoyo estén más disponibles, y comparten sus mentiras estratégicamente.
-Construyen alianzas con personas o colectivos que agrandan su blablablá de victimización, otorgando mayor "gravidez" charlatanesca.
-Mantienen cierta coherencia en su representación de victimismo, evitando contradicciones que pongan la fama en peligro.
Para detectar a alguien que se hace la "víctima":
-Aplica criterios escépticos frente a quienes cotorrean de sus "desafíos", y se presentan con la tarjeta de "míseros" perpetuos [o hacen creer a la gente que "mi causa es vuestra causa"].
-Analiza si están empleando su condición "desvalida" para ganar notoriedad o beneficios personales.
Para desmontar falsas narrativas:
-Cuestiona la validez de victimización difundida por particulares o grupos. Examina la evidencia y compara minuciosamente los asertos para descubrir incompatibilidades.
-Consulta otras fuentes y perspectivas para comprender mejor la situación. Interactúa con quienes tengan ideas alternativas, o pruebas contradictorias con miras a evaluar pamplinas victimistas.
-Fomenta la rendición de cuentas y transparencia, promocionando plataformas o iniciativas que prioricen la búsqueda de la verdad y hechos más precisos. Apoya el periodismo de investigación y los grupos que verifican datos independientes contra chorradas tendenciosas.
-Propugna diálogos abiertos y constructivos a fin de estimular críticas veraces y comprensión mutua. Genera espacios donde haya perspectivas múltiples, y participa en debates con reglas definidas para rebatir de modo contundente la victimización falsa.
-Promueve empatía y empoderamiento, destacando las experiencias y voces de gente que ha superado genuinamente adversidades o injusticias. Celebra la resiliencia y fortaleza ante los contratiempos, inspirando a rechazar victimistas ideologizados y aceptando la autonomía personal.
En definitiva, la técnica de victimización deja entrever síntomas molestos que exponen tanto el perjuicio verdadero como la manipulación calculada, lo cual nos permite discernir entre matices y resultados. El periodismo, en su función [no tan admirable ni 100% objetiva] de proteger la verdad y lo íntegro, tiene el deber de iluminar dichas sombras y contar lo real que se esconde en las narrativas propuestas, acercándonos así a la clave para preservar empatía y justicia verdaderas en nuestros países.
[Si pasaste o te hallas en un contexto de injusticia flagrante, tienes los elementos demostrativos y tus propósitos son honrados, sé fuerte y que ningún excremento (anarco-) zurdifacho, "religioso" o neoeristucho secuestre tu dignidad. Que nadie ni nada te haga callar o persuada de hacerlo, y ojalá tengas el éxito y las compensaciones que mereces. Y si eres falsario (a) de victimización o cómplice pasivo (a), que se te devuelva toda tu maldad y sufras lo indecible todas las veces que sea necesario, porque no conoces otra forma de aprender].
En nuestra sociedad moderna y bizantina, la imagen del "desvalido" o la "víctima" adquiere gran envergadura. La aptitud de presentarse como blanco de una injusticia u opresión es un talante poderoso que puede influir en audiencias políticas, culturales y mediáticas, pero detrás de esta apariencia vulnerable e indefensa se esconde un territorio muy sutil en que lo verdadero se entrelaza con la manipulación.
Este sucinto artículo explora el cenagoso ambiente de la estrategia de victimización, desentrañando sus facetas, examinando sus repercusiones y aclara de qué manera puede identificarse a quienes la utilizan con malos designios.
Cuadro-resumen, taller “Truth, Reality and Opinion” por Juan Álvarez.
El artificio de victimización consta de figurar a modo de "presa" por injusticias o abusos, una táctica que emplean tanto individuos como grupos en diversas escalas de la vida social. Apelando a la empatía, solidaridad e indignación, quienes adoptan ese rol buscan ganar apoyo y afecto. Sin embargo, es necesario comprender que dicho método no es exclusivo de los verdaderamente oprimidos: muchísima gente se sirve de él para manipular, obtener dominio o incluso desviar la atención de sus actos cuestionables.
Las resultantes de victimización falsa pueden ser perjudiciales. En el ámbito político intensifica el extremismo y desencadena episodios de violencia; los medios comunicacionales siembran desinformación que tergiversa la realidad, y respecto al ambiente farandulero, aprovecha las emociones de seguidores como vimos en el caso de Amber Heard y Johnny Depp.
A pesar de las críticas que han recibido por sus posturas, famosos como Donald Trump y Russell Brand denuncian que los medios tradicionales los “censuran”, pero si analizamos el contexto más de cerca, se observan otros matices.
Durante su campaña de 2020, Trump se quejó con frecuencia de la parcialidad hostil de los medios en su contra; no obstante, esa narrativa se queda corta si ponderamos su enorme alcance en las plataformas Truth Social y X [ex Twitter]. Con millones de acólitos, él tenía un diálogo directo y sin filtros, eludiendo cualquier barrera percibida por sus oponentes. De esta guisa, la afirmación de "ser perseguido" suena hueca frente a su acceso sin límites a una vasta audiencia en línea.
De manera análoga, y pese a enfrentar críticas por sus opiniones provocadoras, Russell Brand [el "ícono caído de la izquierda británica"] mantiene una presencia sólida en los "reinos" digitales de YouTube y Rumble, que le ofrecen amplias cobertura y férula sobre la distribución de contenido, y asimismo una voz significativa más allá de los canales ortodoxos. Si bien el actor puede sentirse mal representado por ciertos medios, su capacidad para conectar con audiencias en sus propios términos socava los alegatos de estar siendo "reprimido".
Si bien la estrategia de victimización puede brindar ventajas temporales, sus consecuencias indeseables y trascendentes pueden desmantelar el tejido social. No es fácil reconocer a "propietarios" de este ardid, pero hay señales específicas. Quienes perpetúan esa conducta suelen focalizarse obsesivamente en sus problemas, buscando de continuo la compasividad o atención foráneas, y desplegando su "estatus" como moneda de cambio para obtener beneficios o evadir responsabilidades.
Es fundamental mantener un espíritu crítico y muy agudo frente a dichas narrativas, sin aceptar ciegamente representaciones mendaces. [A todo esto, agréguese el carácter cuasi-criminal entre varios "psicólogos" lambetas de equiparar el concepto de perseverancia con "obsesión por justicia", lo cual ilustra su "gran profesionalismo" para eludir hechos tangibles en la politiquería que defienden].
Si eres víctima real:
-Reúne evidencias de lo que padeciste o sobrellevaste: documentos, fotografías, testimonios, reportes, etc.
-Busca apoyo de amigos, familiares, terapeutas o abogados para obtener orientación y respaldo.
-Considera recurrir a profesionales para comprender tus derechos y seguir los cauces legales apropiados.
Para fines ventajistas [allá tú con la conciencia...]: Previo a utilizar este plan, asegúrate de haber recibido injusticias fidedignas, y evita exagerar o inventar historias, sincerando tus motivaciones.
Rasgos de las víctimas falsas ["chupasangres" del sistema]:
-Crean narrativas convincentes y sensacionalistas que les retratan como "blancos" de circunstancias o abusos, independiente de la verdad real.
-Inventan fábulas con atractivo emocional, resaltando sus "luchas" y "dificultades".
-Buscan plataformas o audiencias donde la simpatía y el apoyo estén más disponibles, y comparten sus mentiras estratégicamente.
-Construyen alianzas con personas o colectivos que agrandan su blablablá de victimización, otorgando mayor "gravidez" charlatanesca.
-Mantienen cierta coherencia en su representación de victimismo, evitando contradicciones que pongan la fama en peligro.
Para detectar a alguien que se hace la "víctima":
-Aplica criterios escépticos frente a quienes cotorrean de sus "desafíos", y se presentan con la tarjeta de "míseros" perpetuos [o hacen creer a la gente que "mi causa es vuestra causa"].
-Analiza si están empleando su condición "desvalida" para ganar notoriedad o beneficios personales.
-Busca patrones de comportamiento donde ellos exploten su rango "indefenso" para manipular a otros o evadir responsabilidades.
Para desmontar falsas narrativas:
-Cuestiona la validez de victimización difundida por particulares o grupos. Examina la evidencia y compara minuciosamente los asertos para descubrir incompatibilidades.
-Consulta otras fuentes y perspectivas para comprender mejor la situación. Interactúa con quienes tengan ideas alternativas, o pruebas contradictorias con miras a evaluar pamplinas victimistas.
-Fomenta la rendición de cuentas y transparencia, promocionando plataformas o iniciativas que prioricen la búsqueda de la verdad y hechos más precisos. Apoya el periodismo de investigación y los grupos que verifican datos independientes contra chorradas tendenciosas.
-Propugna diálogos abiertos y constructivos a fin de estimular críticas veraces y comprensión mutua. Genera espacios donde haya perspectivas múltiples, y participa en debates con reglas definidas para rebatir de modo contundente la victimización falsa.
-Promueve empatía y empoderamiento, destacando las experiencias y voces de gente que ha superado genuinamente adversidades o injusticias. Celebra la resiliencia y fortaleza ante los contratiempos, inspirando a rechazar victimistas ideologizados y aceptando la autonomía personal.
En definitiva, la técnica de victimización deja entrever síntomas molestos que exponen tanto el perjuicio verdadero como la manipulación calculada, lo cual nos permite discernir entre matices y resultados. El periodismo, en su función [no tan admirable ni 100% objetiva] de proteger la verdad y lo íntegro, tiene el deber de iluminar dichas sombras y contar lo real que se esconde en las narrativas propuestas, acercándonos así a la clave para preservar empatía y justicia verdaderas en nuestros países.
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