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22 de octubre de 2024

Los subjetivistas depravados y su complejo de inferioridad moral


Desde hace tiempo, la internet ha devenido un pozo sin fondo de "influenciadores" y atrevidos de izquierda/derecha victimistas (o extremas) que se apoderan de la frase por Sócrates "sólo sé que no sé nada", al objeto de "educarnos" respecto a qué es aceptable o no en términos éticos, con tal de ganar o mantener séquitos o propensiones ridículos. Es más, su "ignorancia pulcra e irredargüible" los lleva a concluir que "ética" y "moral" son "idénticos", tratándose incluso de "expertos" en psicopolitiquismo que debieran conocer la distinción sin mayores problemas.

Varias entradas del blog -y otras fuentes anexas- ofrecen pruebas del carácter místico o paranormal de ciertas facultades humanas, que ponen en gravísimo entredicho las quimeras pseudoincrédulas supresoras del cuestionamiento válido y frontal hacia el materialismo más bruto, o en su defecto el estado decadente en las "religiones" expuesto por la Teosofía Genuina, lo cual engloba al vertedero salivante y poco provechoso de la "Nueva Era", haciendo salvedades honoríficas.

La Ética como tal tiene un origen metafísico, experimentado sólo por individuos valerosos y dispuestos a enfrentar y eliminar el germen psíquico de sus condicionamientos deletéreos y aquéllos de la "sociedad" que los avienta sin ningún escrúpulo. Se equivoca de plano quien piense que la espiritualidad real es siempre "deleitosa", y en ese contexto resultan curiosos y risibles los arrebatos entre pánfilos neo-lagrimeristas que promulgan "todo es válido mientras te proporcione placer espiritual", en contraste con las ordalías a que se someten voluntariamente los candidatos al chelado teosófico.

Antes de seguir, es necesario aclarar que, como se desarrolla hasta cierto punto en otros artículos, las pendejerías tiránicas en boga del "objetivismo" y "subjetivismo" no tienen cabida ni importancia en estudios teosóficos serios, pues en realidad éstos alientan una conciliación prudente de ambos sistemas, de acuerdo con el examen de hechos históricos o contemporáneos que incluso puede descubrir o analizar cualquier investigador imparcial. Digamos también de paso, y bajo esa óptica, que la hipocresía "nacionalista" en miríadas de esquizotípicos que juran "amar su patria" se sustenta en aquella pugna inservible, carcamal y depresiva que sólo acucia malignidades.

Veamos algunas características de estos patrañeros ultrasubjetivistas (anarco-) zurdifachos y mentirosos desdeñables:

-Todo el tiempo les mueve la envidia, incurriendo en tragantonas de generalizar conceptos o despreciar problemas específicos. Su miseria queda al descubierto cuando acusan a otros de "superioridad moral", pero a buen seguro son subjetivistas extremos (ya sean materialistas "rogelios" o misticoides "momios") que al funcionar con agendas preestablecidas NO tienen seriedad, y menos la honradez de poner a prueba sus "conocimientos" en debates racionales.

-Los comepañales antojócratas se resisten a madurar, culpando a quienes les ponen contra las cuerdas debido a su prontuario "honesto". En esencia, la "superioridad hipersubjetiva" se fundamenta en percepciones distorsionadas de lo "bueno"/"malo", exaltando de forma histriónica las disimilitudes en perspectivas éticas.

-Exhiben grados misérrimos de autoestima, pues la "resiliencia" con que enfrentan problemas en la cotidianidad es completamente falsa, adhiriéndose a escudos ideológico-emocionales prefabricados que intentan paliar su estrechez total de valor humano. De esta guisa, consideran que el sentimiento de "ultrablandeza conceptual" les da "carta blanca" para construirse una "atalaya social" denigrando o tergiversando hechos verídicos en todas las áreas disponibles.

-Se desviven por camuflar altos niveles de ignorancia buscada y encontrada, y al ser incapaces de admitir su condición falible, necesitan sobresalir en una cultura mediocre al instigar o "perfeccionar" el cochambre de pamplinas o masturbaciones cerebrales que inundan al neoerismo ñoñero y otros ámbitos.

-No tienen el valor de adquirir compromisos estables, y en consecuencia tampoco son de fiar, cubriéndose de jetonería cuando intentan aprovecharse económica o políticamente de males extendidos, sin jamás escarbar en su raíz verdadera y que se encuentra más allá de conceptos duales y fisicalistas impuestos de manera violenta por casi tres siglos.

-Muchos se pavonean de "enseñantes", sin importar su área de "trabajo", y se cierran a verdades parciales o perspectivas más valiosas, porque éstas revelan su miseria interior y a la que se esfuerzan por reprimir o contagiar por todas las vías posibles. Su guarrada mental se evidencia cuando por un lado se convencen de que "una crítica muestra la 'insatisfacción' (???) de quien la hace", y por otro se creen "superiores" al denostar el rigor ético en contextos graves que a todas luces ameritan dicha postura. En otras palabras, esta categoría de antisinápticos huye a perpetuidad de su marasmo interno, repleto de contradicciones y desperdicios especulativos, cayendo en el charco de adversarios "hiperobjetivistas" y deviniendo paranoicos, irresponsables, incoherentes y plañideros fracasados.

-La estrategia desesperada por el "subjetivismo moralizante" y pseudo/antiespiritual es un recurso perspicuo de agresividad psicológica, buscando aplausos al imponer "valores" o "principios" que son compartidos sólo a nivel politisectario, y así sus actitudes bajunas son admiradas y defendidas por salvajes con hedonismo terminal. Un aspecto común entre estos mafiosos de "inteligencia sublime" es el pretexto de "buscar armonía en el mundo", ya que al forzar sus "estándares" en los medios creen "separarse" de lo "malo" (deber ético) que condenan o critican, demostrando su profunda insatisfacción y ceguera a otras formas lógicas de abordar esas coyunturas.

-Los bebecitos alérgicos a poner límites (excepto cuando les obstaculizan sus planes) ventilan consejos de "bienestar" ya sea en espiritualidad o "psicolunatismo" y sin que nadie los solicite, demostrando su autofilia indiscutible. Se sienten poseedores de una varita mágica que les confiere el "poder" de un juicio "más compasivo" e "hiperflexible" según los esquemas artificiales que dictan. Los chafandrines mohosos del "sujeto" u "objeto" no necesariamente ocupan cargos de jefatura o similares, pero sí buscan que su discurso malabarístico e intragable sea adoptado por el "motivo incontrovertible" de que "nadie más tiene la verdad" que ofrecen.

-Si bien en algunos casos la palabra "moralizar" se reviste de acepciones peyorativas por quienes abusan de este concepto para proteger intereses malévolos, en general los diccionarios también apuntan al significado de "pensar o debatir sobre un asunto con el fin de enseñar buenas costumbres", y es justamente ese detalle lo que no entra en el "raciocinio honesto" del espectro (anarco-) zurdifacho. No quieren intercambios cristalinos, pero se sienten con la ufanía de pautear o dosificar su conocimiento-basura y promover desequilibrios. Entonces, sus armas preferidas son el miedo y la coerción para controlar audiencias y reducir las posibilidades de ser descubiertos en mentiras, jugando con actitudes de asenso, negativa o insultos gratuitos.

Las únicas instancias donde puede condenarse el moralismo sospechosamente irracional y exagerado es cuando quien lo esgrime es sorprendido en los defectos que vitupera, juzga de forma precipitada (sin bases) o cotillea con mala fe. En caso contrario, todo particular de "lengua filosa" deberá considerarse creíble y veraz, mientras no pueda comprobársele responsabilidad propia o compartida en los problemas que ataca, en especial si puede dejar constancia de su estatus, intenciones y argumentos.

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EQUILIBRANDO DERECHOS Y DEBERES

Asamblea presidida por Helmut Schmidt
20-22 de abril de 1997, Viena, Austria
(https://www.interactioncouncil.org/universal-ethical-standards).

Los frutos de este trabajo fueron resumidos por los profesores Thomas Axworthy, Kim Kyong-dong y Hans Küng. Éste último confeccionó un primer borrador muy útil al objeto de iniciar el debate, y además se hicieron recomendaciones al presidente de la instancia, Andries van Agt y Miguel de la Madrid. Oscar Arias, miembro del Consejo que no pudo estar presente, contribuyó con un documento sustantivo y muy valioso (...).

Es muy oportuna la presteza del Consejo InterAction en favor de una Declaración Universal de Responsabilidades Humanas. Aunque hemos venido hablando de derechos -y el mundo ha progresado bastante en su reconocimiento y amparo internacional desde que Naciones Unidas adoptó el canon genérico en 1948-, llegó la hora de emprender una búsqueda igualmente crucial en cuanto a obligaciones.

Este énfasis es necesario por múltiples causas. La idea es nueva sólo en algunas regiones del mundo; muchas sociedades han concebido los tratos humanos bajo una óptica de obligaciones o sentido comunal más que de facultades, lo cual es cierto en términos prevalentes, por ejemplo, para gran parte del pensamiento oriental. Entretanto y al menos desde la Ilustración en el siglo XVII, Occidente viene subrayando conceptos de libertad individual. El hecho de que se haya redactado una Declaración Universal de Derechos Humanos en lugar de otra que defina compromisos, bosqueja el escenario filosófico y cultural de los redactores que, como es sabido, representaban a las potencias occidentales que salieron victoriosas de la Segunda Guerra Mundial.

El concepto del "deber" también sirve para equilibrar las ideas de libertad (derechos) y responsabilidad (obligaciones); sin embargo y a pesar de esta diferencia, ambas son interdependientes. La segunda, como peculiaridad ética, actúa a guisa de control natural y voluntario de su contraparte. En cualquier sociedad, la autonomía jamás puede practicarse sin límites, y cuanto más independientes somos, mayor es la responsabilidad hacia los demás y nosotros mismos. Cuanto más talento poseemos en algún área, mayor es la obligación de desarrollarlo al máximo, alejándonos de una libertad abúlica y dando espacio a otra que estimule un carácter participativo.

Lo contrario también es cierto: a medida que practicamos responsabilidad, aumenta la libertad interior fortaleciendo el carácter moral. Cuando aquélla nos presenta diferentes opciones de actuar, incluida la alternativa de hacer bien o mal, un fundamento valórico responsable garantizará que prevalezca lo más auspicioso.

Por desgracia, esta relación no siempre se entiende claramente. Algunas ideologías otorgan más peso a lo individual, y otras se concentran en un compromiso inquebrantable a nivel colectivo. Sin un balance adecuado, la independencia sin márgenes es tan peligrosa como la responsabilidad social impuesta. La libertad económica extrema y la codicia capitalista han producido grandes arbitrariedades, al tiempo que se justifica el agobio cruel de prerrogativas básicas en nombre de intereses grupales o idearios comunistas, y ambos extremos son incompetentes. Con la desaparición de la Guerra Fría, el mundo parece estar más próximo al equilibrio entre libertad y responsabilidad, no sin antes superar muchos obstáculos.

El Consejo InterAction sostiene que la globalización económica va acompañada por otra que extiende los problemas generales. Puesto que la reciprocidad exige que vivamos en armonía, los humanos necesitan normas y restricciones. La ética es el conjunto de reglas mínimas que hacen posible una vida colectiva, y sin ella ni la autocontención que encarnan su resultado, volveríamos a la supervivencia prehistórica "del más apto".

Reconociendo esta necesidad, el Consejo efectuó su búsqueda de normas universales con una reunión de líderes espirituales y políticos, durante marzo de 1987 en La Civiltà Cattolica (Roma, Italia), y en 1996 solicitó un informe por expertos del más alto nivel. Para la junta de Vancouver en mayo de aquel año, se recibió con gusto el dictamen que fue posible gracias a eruditos y líderes místicos de varias confesiones. Los corolarios de este documento, llamado "In Search of Global Ethical Standards", demostraron que las religiones tienen mucho en común y el Consejo respaldó que "en 1998 o quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Naciones Unidas debería citar a una conferencia para evaluar una Carta de Obligaciones que complemente la labor previa".

La iniciativa no es sólo una forma de aunar libertades con deberes, sino también un medio de reconciliar ideologías y posturas políticas que se consideraban antagónicas, y como sigue ocurriendo hoy. La premisa básica, entonces, es que los humanos merecen la mayor libertad posible, pero también deben desarrollar al máximo el sentido de responsabilidad para administrar correctamente sus facultades.

No se trata de un requisito nuevo. A lo largo de milenios, profetas, santos y sabios imploraron a la humanidad que tome en serio sus compromisos. En nuestro siglo, por ejemplo, Mahatma Gandhi predicó sobre los siete pecados sociales:

01. Política sin principios,
02. Comercio sin moral,
03. Riqueza no obtenida con trabajo honrado,
04. Educación desprovista de carácter,
05. Ciencia inhumana,
06. Placer falto de conciencia, y
07. Adoración sin sacrificio.

Sin embargo, la globalización dio más imperativos a las enseñanzas de Gandhi y otros líderes éticos. La violencia se difunde en línea y canales televisivos a todo el planeta, la especulación en mercados financieros lejanos puede devastar comunidades locales, el poder de magnates privados se acerca ahora al medio gubernamental, y al contrario de los políticos electos, no hay rendición de cuentas por ese influjo excepto por su propio sentido de responsabilidad. De esta guisa, el mundo nunca necesitó más una declaración análoga que sea válida para todos.

Puesto que prerrogativas y deberes están inextricablemente vinculados, la idea de un derecho humano sólo tiene sentido si reconocemos la misión de toda persona para respetarlo. Independiente de los valores de una sociedad particular, nuestras relaciones se basan en la existencia de dichos parámetros. Tampoco es necesario un sistema ético abstruso para guiar actividades. Hay una normativa antigua, llamada Regla de Oro, que si se practica de modo sincero garantizaría nexos más justos (...).


Declaración Universal de Responsabilidades Humanas 
(01-09-1997)

Preámbulo

Consideraciones:

-El reconocimiento de la dignidad inherente y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros en la familia humana es base de la libertad, justicia y paz en el mundo, e implica obligaciones y responsabilidades;

-la insistencia exclusiva en los derechos puede ocasionar divisiones y conflictos interminables, y el descuido de responsabilidades humanas llevar al desorden y caos;

-el imperio de la ley y la promoción de derechos humanos dependen de la disposición de hombres y mujeres a actuar con justicia;

-los problemas globales exigen soluciones homólogas que sólo pueden lograrse por medio de ideas, valores y normas respetados por todas las culturas y sociedades;

-todas las personas, en la medida de sus conocimientos y capacidad, tienen la responsabilidad de fomentar un mejor orden social, tanto en su patria como globalmente, lo cual es una meta que no puede alcanzarse exclusivamente por medio de leyes, prescripciones y convenciones; y

-las aspiraciones humanas de progreso y mejoramiento sólo pueden realizarse por medio de valores y normas convenidos que se apliquen a todas las personas e instituciones, en todo tiempo.

En consecuencia, la Asamblea General proclama esta Declaración Universal de Responsabilidades Humanas, a guisa de norma común a todas las personas y naciones, con objeto de que cada individuo y órgano de la sociedad, teniendo siempre en mente esta Declaración, contribuya al avance de las comunidades y la ilustración de todos sus miembros. Los pueblos del mundo renovamos y reforzamos así los compromisos ya proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, a saber, la plena aceptación de la dignidad de todos, su libertad e igualdad inalienables, y su mutua solidaridad. Se deberán enseñar y promover la conciencia y aceptación de estas responsabilidades por el mundo entero.

[Estimado (a) lector (a): sírvase atender a las cláusulas en rojo, y vea cuántos subjetivipuercos se adhieren a ellas].


Principios Fundamentales para la Humanidad

Artículo 1. Cada persona, y cualquiera sea su género, origen étnico, posición social, opinión política, idioma, edad, nacionalidad o religión, tiene responsabilidad de tratar a todos de modo humanitario.

Artículo 2. Nadie debe prestar ayuda a ninguna forma de conducta inhumana, sino que todos tienen responsabilidad de esforzarse por la dignidad y autoestima de todos los demás.

Artículo 3. Nadie ni ningún grupo, organización, Estado, Ejército ni cuerpo policiaco está por encima del bien y el mal. Todos están sometidos a normas éticas. Cada quien tiene responsabilidad de promover el bien y de evitar el mal en todo aspecto.

Artículo 4. Todas las personas dotadas de razón y conciencia deberán asumir obligaciones para con todos y cada quien, con familias, comunidades, razas, países y religiones, siempre con espíritu de solidaridad. Lo que no quieras que te hagan, no lo inflijas a otros.


No-Violencia y Respeto a la Vida

Artículo 5. Toda persona tiene responsabilidad de respetar la vida. Nadie tiene derecho de dañar, torturar o matar a otra persona, y esto no excluye el derecho a la defensa propia justificada de individuos o comunidades.

Artículo 6. Las disputas entre Estados, grupos o individuos deberán resolverse sin violencia. Ningún gobierno deberá tolerar actos de genocidio o terrorismo, o participar en ellos, ni deberá abusar de mujeres, niños, ancianos o cualesquiera otros civiles como instrumentos de guerra. Cada ciudadano y funcionario público tiene responsabilidad de actuar en forma pacífica.

Artículo 7. Cada persona es inapreciable, y se la debe proteger incondicionalmente. También los animales y el medio natural necesitan resguardo. Todos tienen responsabilidad de proteger el aire, el agua y la tierra, en bien de sus actuales habitantes y las generaciones futuras.


Justicia y Solidaridad

Artículo 8. Toda persona tiene responsabilidad de comportarse con integridad, honradez y justicia. Ningún particular o grupo deberá robar o arbitrariamente privar de su propiedad a otras personas o colectivos.

Artículo 9. Cada quien, dados los instrumentos necesarios, tiene la responsabilidad de esforzarse seriamente por superar la pobreza, desnutrición, ignorancia e inequidad. Deberá promover el desarrollo sostenible por el mundo entero, con objeto de asegurar dignidad, libertad, seguridad y justicia para todos.

Artículo 10. Todas las personas deberán responsabilizarse por desarrollar sus talentos a través del esfuerzo diligente, y deben tener igualdad de acceso a educación y trabajos significativos. Todos deberán prestar ayuda a menesterosos, o a quienes se encuentran en desventaja, incapacitados y víctimas de discriminación.

Artículo 11. Toda propiedad y riqueza deberá ser utilizada en modo responsable, de acuerdo con la justicia y para el progreso de la especie humana. El poder económico y político no deberá emplearse como instrumento de dominación, sino estar al servicio de la justicia económica y el orden social.


Veracidad y Tolerancia

Artículo 12. Cada persona tiene responsabilidad de hablar y actuar con veracidad. Nadie, por muy poderoso o elevado que sea, debe incurrir en mentiras. Deberá respetarse el derecho a la intimidad y a la confidencialidad personal y profesional, pues nadie está obligado a decir siempre toda la verdad y todo el tiempo.

Artículo 13. Los políticos, servidores públicos, jefes de empresa, científicos, escritores y artistas no están exentos de normas éticas generales, ni tampoco médicos, abogados y otros profesionales que tienen deberes especiales con sus clientes. Los códigos profesionales y de ética tendrán que reflejar la prioridad de normas generales, como las de veracidad y justicia.

Artículo 14. La libertad de los medios de comunicación para informar al público y criticar las instituciones sociales y actos gubernativos -esencial para toda sociedad justa- deberá utilizarse con responsabilidad y discreción. Esta prerrogativa entraña una obligación especial de reportaje preciso y veraz. En todo tiempo deberá evitarse el sensacionalismo que degrade personas o la dignidad humanas.

Artículo 15. Aunque debe garantizarse la libertad religiosa, los representantes de creencias análogas tienen responsabilidad especial de evitar expresiones de prejuicio y actos de discriminación hacia quienes profesan otros credos. No deberán incitar ni legitimar odio, fanatismo y guerras, sino fomentar tolerancia y respeto mutuos.


Respeto Mutuo y Asociación

Artículo 16. Todos los hombres y todas las mujeres tienen responsabilidad de mostrarse respeto entre sí y entendimiento en su asociación. Nadie debe someter a otra persona a explotación o dependencia sexuales. En cambio, cada miembro de una pareja deberá asumir responsabilidad de velar por el bienestar del otro.

Artículo 17. En todas sus variedades culturales y religiosas, el matrimonio requiere amor, lealtad y capacidad de perdonar, y deberá tender a garantizar la seguridad y el apoyo mutuo.

Artículo 18. Una sensata planeación familiar es responsabilidad de cada pareja. La relación entre padres e hijos deberá reflejar su mutuo amor, respeto, apreciación y cuidado. Ningún padre/madre deberá explotar, abusar o maltratar niños.


Conclusión

Artículo 19. Ninguna parte de esta Declaración deberá ser interpretada en el sentido de que implica para cualquier Estado, grupo o persona el derecho de dedicarse a alguna actividad o efectuar acciones tendientes a la destrucción de cualquiera de las responsabilidades, derechos y libertades promulgados en esta Declaración y la Carta de Derechos Humanos de 1948.

5 de octubre de 2024

La patología del victimismo zurdifacho y hedonista


Es bien conocido el adagio por Marco Aurelio que sostiene: "Quien corre tras los placeres, no puede evitar cometer alguna injusticia". Muchos deseamos vivir y morir de buena forma, y en lo posible, inspirar a otros en su búsqueda de sentido vital. Al mismo tiempo, una horrenda mayoría no se interesa por aprender que estamos llamados a conseguir y practicar el criterio de la moderación, lo cual implica actuar siempre -y por sobre cualquier amenaza ideológica, incluyendo sus extremos perdedores- del modo más despierto, porque así lo exige nuestro sentido de conciencia natural, y el Universo del que formamos parte no suele funcionar en modo arbitrario. Y a pesar de ello, ¡con qué desparpajo esa manada de libertinos claudica a vivir de modo responsable y cae en el victimismo duopolista, por representar el camino más fácil! ¿Cómo piensa y vive un hedovictimastro? Veremos a renglón seguido algunos de sus comportamientos cíclicos.

Un hedovictimista suele pertenecer a cualquier oficio o profesión, y su objetivo es minimizar/exacerbar siempre la gravedad de problemas a nivel individual o colectivo, viviendo por tanto en rencores pasivos: todo le ocurre porque sí, haciendo que estos monstruos de avaricia y resentimiento seculares nunca asuman responsabilidad o autocríticas, o si las elaboran, proceden del modo más hipócrita o tangencial posible; tampoco "se equivocan" ni aceptan denostaciones merecidas, y sólo se nutren de la "compasión" y el "consuelo" de sus feligreses subnormales. Los hedovictimistas, prefiriendo no correr el riesgo de seguir el difícil camino medio, se pasan la vida en reclamos contra el malentendido hacia sus "libertades", que achacan como origen principal de obstáculos. Así, vemos que el "trabajo" de un victimista zurdifacho resulta muy conveniente pues no necesita apostar por nada que esté fuera de "lo establecido", que él mismo contribuye a edificar durante sus periodos de maldad premeditada.

Los hedovictimistas de duoimbecilidad lamentan no tener las oportunidades que "los otros" les bloquean (pensando "ellos sí se salen con la suya, y nosotros no"), pero son incapaces de construir una mentalidad propia, o les parece "insatisfactoria" para hacer algo realmente constructivo con sus vidas-soretes, por cuanto creen más juicioso (o "políticamente correcto") reprimirla o ignorarla. Piensan que los demás "les hacen la vida imposible" para llegar a ser lo que desean y pudieron llegar a ser, una oligomanía recurrente y autodestructiva que deviene su "aria" predilecta, venero de culebreos psíquicos y trasfondo de pseudo-existencia patética.

Un hedovictimastro comunidiota o capitalidiota (da igual el tipo de régimen) suele exhibir grandes medidas de conducta narcisa o paranoica, que encubre maravillosamente de optimismo falso o prepotencia petulante, de acuerdo con sus planes o el contexto donde les corresponda alardear. El primero de ellos se adscribe a una sensiblería extrema sobre lo que sus partidarios o enemigos "deben/deberían llevar a cabo" o "estar cediendo por ellos", y la segunda por un modo falaz de pensar y vivir: como su "sistema soñado" se ve en "tan malas condiciones" -o no puede concretarse- y esta gentuza fingida necesita "destacar" por ser una caterva de plagios bípedos y miserables, creen que lo mejor es polarizar más los problemas, renovar querellas y dárselas de "justicieros" denunciando el "pésimo estado" de la humanidad o sus países, para continuar insultando y responsabilizando a quienes, en su juicio pautado del establishment, son la causa de tantas opresiones y desgracias en sus trincheras.

También hemos de explorar su obsesión extralimitada por "justicia", lo que absurdamente bloquea toda instancia de debate maduro en la arena político-administrativa de nuestro tiempo. Esto se convirtió en la otra cara de su hedovictimismo comercial y animalizante, rehusando valorar las situaciones conflictivas en forma imparcial, y argumentando que "la culpa siempre es del otro bando", cuya solución pasaría por "transmutar" ese factor, pero casi nunca emprendiendo acciones coherentes ni razonables que perduren con el tiempo. Lo más obvio que apreciamos en estos adefesios repugnantes es su teatro contumaz de hallarse en "vulnerabilidad" recíproca, haciendo de ello su "convicción" para delinear el "discurso justiciero" que les otorgue una "eximiente". Incluso esparcen dicha perorata a otros detalles o facetas donde simplemente no es aplicable: por ejemplo, decir que "la religión/espiritualidad está en peligro por ciertas tendencias nihilistas y negacionistas", versus "la materia es el reino supremo y no hay nada más fuera de ella", mientras Helena Blavatsky ya consignaba en la década 1880 que las estulticias canónicas en el cristianismo parieron irremediablemente a los ateos sañosos e infantiles que hoy rebaten la putrefacción conceptual de aquéllas, sin que hasta hoy los actores comprometidos muestren voluntad de subsanar fechorías.

Cuando estos monstruos manipuladores se ven sobrepasados ante la cruda realidad, huyen de las consecuencias de sus actos o influencias y aplican ese patrón de pensamiento a otras áreas. Para ellos, el negocio multimillonario se sostiene gritando a los cuatro vientos que "algo o alguien externo" tienen que responder por su infelicidad, y no contentos con eso, infectan al resto de la gente a través de codicia y acrimonia sectarias, perpetuando la "neurosis culpabilista de oídos sordos" en familias, entornos laborales, jefaturas, sindicatos, relaciones de pareja y otros ámbitos. Lo fundamental es evitar a toda costa que más ciudadanos cuestionadores se atrevan a abuchear el espectáculo, pues entonces "los de allá arriba" se acogen al mantra de que "si el sistema es abusador contigo, es porque no te comprometes con la dicotomía que imponemos".

En conjunto, esos detalles preparan el terreno para saturar los medios comunicacionales con actitudes pseudocontestatarias que exigen "cambios foráneos" o a "nivel mundial". El objetivo de mayor relevancia es bombardear a los receptores con premisas ético-morales birladoras, de tal guisa que terminen considerando todos los problemas más urgentes como meros "errores" o "falencias", y que "no hay en absoluto ninguna voluntad de dañar"; es decir, las obligaciones de honor incumplidas por sedicientes "autoridades" o sus influencerdos pelotilleros se traspasan a la ciudadanía, y en esta labor es crucial el apoyo de un ejército de psicolobastardos condicionados con fobia a la parresía, que tan bien inculcaran los pioneros del cinismo filosófico y sus continuadores modernos. Estos malnacidos, pazguatos y rancios útiles del prostipolio político, al permanecer alejados de la honestidad, esperan entonces que si los demás les otorgasen lo que anhelan, o fueran objeto de mayor "compasión", nunca les darían motivo para iniciar discusiones o pleitos, etiquetándose mutuamente de "tacaños", "envidiosos" e "inoportunos".

El enfrentamiento entre obsesiones hedonistas o de falsa espiritualidad suele rendir personas muy torticeras con los demás o consigo mismas, incluso cometiendo delitos de múltiples niveles. La trampa de su lloriqueo victimista es hacernos creer que, como están en un rango polarizado de "desventaja" y no quieren abandonar la inoperancia en puestos de mando, justifican su "privilegio" a tratar con desprecio toda iniciativa de conciliación honesta y moderada. Es imposible que estos "justicieros" de microtestículos/microvarios e improvisadores de "certeza absoluta" y dicotómica sean sólo "ignorantes" atrapados en delirios, incluyendo la mencionada tropa de psicolotipejos entrenados en la moda del "blanco/negro", y no por las "razones" que elucubran, sino porque están habituados a la autocompasión enfermiza por sus inseguridades y frustraciones vomitivas, regándolas como orina a guisa de pretextos para demorar una y otra vez la consecución de metas más nobles.

Los manyaorejas zurdos y fachos, sumidos en el hedonismo antieutrapélico, tienen por costumbre pasar del análisis a la rutina podrida del prejuicio; es más, su "razonamiento" está concebido o diseñado para autoconvencerse y sermonear a las masas de que "lo más importante y sublime es lo que se nos antoja hacer, ahora y ya". A esta clase de bestias podríamos ilustrarla con un refrán de María Zambrano: "Todo extremismo destruye lo que afirma". Siempre es posible hacer algo que no esté dictado por semejantes prostitutos de facilismo, incluso en situaciones extremas, como muestran los ejemplos de quienes han sabido -y saben- afrontar eventos aciagos de manera sobria y con plena confianza en los dictados de su temperancia disciplinadora. Los hedovictimistas escogen, no obstante, vivir en calidad de verdugos falsos y maníacos, lo cual les permite compararse constantemente, envidiar, calumniar o pisotear. Diseccionan los errores de otros, pero tampoco actúan de conformidad con principios éticos universales, quizás soslayando que los electores u oponentes les retribuyan con el mismo mal que tanto temen. El hedovictimista bipolar encarna el modelo de despojo humano que encubre sus fracasos -o traspiés- porque opta directamente por culpabilizar a las "fronteras enemigas" y renuncia a construir armonía en su vida, sin controlar sus pasiones animales, vericuetos literatuchos o paranoias asalariadas.

El mayor equívoco de la actitud hedovictimista es su visión antojadiza de la vida. En el fondo de ese tártaro espumante, las arpías de esta calaña no creen en liberarse de la egolatría ni en el deber que tiene toda persona de dominar sus impulsos salvajes, menos aún la posibilidad real de sobreponerse a las malas experiencias o enseñanzas falaces provenientes del sistema o su entorno inmediato (familiar, educativo, económico, político, etc.), lo cual surte graves efectos en el plano personal. A su vez, cuando dicho enfoque logra una injerencia más amplia -tanto en Occidente como Oriente-, produce angustia, resentimiento e insatisfacción a escala social, y es precisamente esto lo que sirve de carga en los disparos de furcios doctipalurdos contra los individuos más perceptivos y honrados que se niegan a rendirles pletesía. Un caso especial son algunos "pedánticos" y lloricas chingones referente al alza de votos nulos en comicios, calificando el descontento neutral de "antirepublicano", "antidemocrático" y hasta "incivilizatorio".

Ante ese panorama, es necesario recordar que el hedovictimismo es grosero para quien está convencido de que nada ni nadie, ni siquiera las sabandijas demoníacas con tufos "libertarios" y de cualquier tribuna similar, puede impedirle ser o vivir de modo conscientemente autónomo, en estrecho vínculo con su sentido ético. Nada ni nadie puede sustraerle la libertad más radical y profunda de menospreciar y combatir la obsesión por lo material u otro tipo de fanatismos, muchísimas veces disfrazados como "credos respetables", y de tomar decisiones o juzgar por sí mismo incluso con violencia razonable de palabra u obra. Empero, cuando los hedovictimistas duopólicos se consideran "encarcelados" por la "irresponsabilidad" o "inmadurez" de sus adversarios, no demuestran intenciones de ejercer dicha autonomía, negándose a aceptar y gestionar el caos cotidiando generado por ellos, y así pretenden "aleccionar" mediante rebeliones y llantinas por lo que denominan "injusticias" provenientes del bando antílogo. No les conmueve la idea de convertirse en personas de bien aceptando las dificultades en su extensión real ni sacar de ellas las mejores enseñanzas posibles, y en su lugar se autodestruyen y denigran más porque no asumen esos obstáculos "injustos" sin afrontarlos en la verdadera libertad que sólo ofrece el vilipendio perdurable y furibundo a la codicia y el sensorialismo, sean cuales sean sus variantes.

Para vivir libres de coerciones materialistas, es necesario aceptar y estudiar el origen de todo desequilibrio humano, por más incómodo que pueda parecer. Los extremos idiotas del optimismo/pesimismo nunca han enaltecido a nadie en el largo plazo -excepto los bolsillos de tiranos bipolares y estercorarios-, inhibiendo permanentemente la mejoría o transformación eficaces de sociedades, instituciones o países. Quejarse por caprichos personales o grupales que pierden fuerza o interés es uno de los actos más ridículos y fútiles que pueden existir; de hecho, hoy es una forma "aceptable" de autoamargura, y de ese modo los hedovictimastros del "mal menor" tienden a corroerse por quebrantos "representativos" de generaciones enteras.

Los chupadores crónicos del duopolivictimismo son miedosos de primera, al no reconocer los errores o adversidades engendrados en su ignorancia comodona, sin admitir necesidades y obligaciones de crecer o madurar. En su soberbia infinita se creen "resistentes", olvidando que desde los grandes males pueden emerger provechos impensados, toda vez que las partes implicadas abandonen sus cárceles sensorias y de onanismo mental. Esas facciones podrían aprender mucho unas de otras, pues les permitiría actuar más allá de sus límites auto- o interimpuestos, en lugar de quejarse, culparse y victimizarse en la arena del hedonismo abyecto. Si estos gorrones despechados adoptaran esa óptica, se sentirían incluso agradecidos con sus oponentes y las situaciones creadas de mutuo infantilismo. Pero por desgracia, aún hoy vemos que el aprecio genuino es lo más contrario a la babería hedovictimista del rameropolio, una enfermedad que no conoce sitio en la riqueza interna de toda persona que transite el camino del refrenamiento, la agresividad ética y el realismo antimanipulador.

Aquila in Terris


10 de septiembre de 2024

Oye, prostisofista, ¡nadie te debe nada!


Por todas partes encontramos sabandijas "espirituales/altruistas" o "incrédulas" que con una mano promueven y perpetúan injusticias o desbalances en pos de sus interese$ creados, y con la otra seducen mediante discursos de "tolerancia", "amabilidad" y "lucidez". Esta clase de monstruos (anarco-) zurdifachos no logra dominar sus mentes-emociones desequilibradas, con anclaje obsesivo en el pasado y futuro, y se repleta de especulaciones oscuras, miedos e inseguridades por muchas formas de rencor, ya sean motivadas en dictaduras, guerras civiles, expropiaciones, crímenes de lesa humanidad, malpraxis o teorías conspirativas, amén de sus estrategias para hacerse daño mutuo o anticipar movimientos.

No desean que les examines ni analices sus móviles sórdidos, ni ates cabos para entender cómo se las arreglan al objeto de continuar sus piruetas manipuladoras. Lo que más les agrada es romantizar o condenar en un modo fanático la "riqueza" o "pobreza" materiales, desdeñando por completo el escarmiento histórico de mucha gente acaudalada que terminó en miseria, puesta en prisión o muriendo a manos de delincuentes, y otros tantos ex-menesterosos (o los típicos "don/doña nadie") que "llegan arriba" y pierden su prestigio o bonanza, todo en nombre de los VICIOS que les condenaron merecidamente a esos destinos... por ser haraganes de consciencia.

Semejantes pelagatos son el origen real de la psicopatía bipolar y ultramaterialista que afecta a millones de personas en todo el mundo, haciendo de las redes sociales su medio favorito para conseguir "admiradores" o "ayudantes". Toda su perorata de monomanía la centran en el falso "equilibrio" entre materia-espíritu (tal vez ellos vivirán en ambientes perfectos, quién sabe) y socavado por ellos mismos, pero son los primeros idiotas en hacerse las víctimas cuando alguien o algo les hace daño o expone sus mentiras. Son ellos los responsables de esclavizar con ojerizas premeditadas, sádicos infernales que encuentran gozo en ventilar sus psiques tormentosas y buscando apoyo de pelmazos útiles en todas las clases sociales.

Durante siglos, muchas "autoridades" religiosas y políticas (incluyendo cómplices) se esmeraron intencionalmente para hacer que la educación ética no fuera parte del desarrollo humano íntegro, y en vez de eso instauraron dogmas a sangre y fuego, retrasando en cada oportunidad el avance correcto y armónico de nuestra especie. Hoy están pagando las consecuencias, y seguirán rindiendo cuentas carísimas, no obstante sus "consejos-tapadera" de practicar "relajaciones", "introspección contemplativa" o "emplazamientos inconcusos" que siguen estando dentro de marcos fisicalistas y "balsámicos".

Es una vergüenza mundial que las tendencias místicas más "importantes" sean todo un ejemplo de acobardamiento en su cometido, vendiéndose al (anarco-) zurdifacherío cortoplacista. De esta forma, es evidente que muchísimas "personas", a pesar de elegir torturarse con mentes/sensaciones desbocadas (propias o foráneas), no tienen las agallas de hacer sacrificios para alcanzar la verdadera felicidad, repitiendo ciclos de perfidia como su "herencia más sublime" para las generaciones venideras.

Ahondemos un poco más en las "cualidades" de estos holgazanes e inmaduros. En general, podríamos distinguir tres tipos de lamesuelas pro-sistema:

a) Gandules éticos. Siempre utilizan los conceptos de bien/mal con fines malévolos, encasillando de "maniqueos" a los individuos más atinados que saben poner límites. Se sabe que los psicópatas politicastros y terminales (es decir, quienes ya perdieron todo nexo interno con su consciencia) se comportan con fingimientos para atraer secundantes, y suelen alardear de mucho carisma, cometiendo sus salvajadas toda vez que las presas no oponen resistencia.

Apenas olfatean que están siendo descubiertos, dichos soberbios y lamepatas con ínfulas de "impermeabilidad" despliegan el rol de víctimas a su antojo. Esta clase de charlatanes suele imponer su "ética a la carta", fluctuando entre amabilidad y prepotencia, y como creen vivir en un mundo "hecho a la medida", nunca admiten su parte de responsabilidad toda vez que son objeto de humillación o burla merecidas. Por ende, sus seguidores "deben" consentirles y los demás son "perversos". En pocas palabras, se revisten con una falsa autovalía porque tratan de convertir a otros en forofos de arbitrariedad.

También les da igual mentir o tergiversar con miras a "ganar discusiones" (cuando en realidad las pierden desde el comienzo). Uno de los ejemplos más insolentes y tóxicos es el cacareo mediático en torno a los mal denominados "debates electorales", cuyos representantes comodones apelan todo el tiempo a exaltaciones brutas y bajos instintos en los consignatarios.

b) Pelafustanes emocionales. Al tenor de múltiples observadores, esta puede ser la plaga de mayor incidencia actual. Probablemente la mejor clave de su "éxito" consiste en una búsqueda enfermiza de aprobación, pero que a la larga resulta en un total fiasco. Es muy curioso que cierta manada de psicopatrañeros e influenciadores bi-mamelucos de "todo-perfectismo" asegure "estar satisfecha con su vida y circunstancias", aun cuando se obsesiona a diario con cumplidos ajenos para adoctrinar en sus "credos infalibles". Se nota a leguas que su "verdad absoluta" los tiene "muy complacidos"...

Muchos personajes de inodoro, trastornados y narcisos se deleitan infligiendo desasosiego, creando polémicas descontextualizadas o baladíes, y cargan siempre los malentendidos en otras espaldas. Por eso, no es verdad de que "asumen el control de sus dichos o actos", ignorando con excusas de toda laya lo que sus audiencias comprenden o interpretan. Según ellos, "jamás se toman nada personal", pero viven dando explicaciones no solicitadas, por cuanto les calza bastante el dicho "tirar la piedra y esconder la mano, es de villanos".

Otra subespecie de flojos excrementales la componen los sensibleros incurables que no asimilan otros vericuetos de realidad y huyen del orden ético, viviendo encerrados en sus constructos ególatras y repartiendo tufos victimistas de "alegría" o "tristeza" a dondequiera que vayan. Tienen mucha experiencia en melodramatizar con perdones facticios y prejuzgando aquéllo que les genera menos éxtasis sensualista, en aras de su "inteligencia emocional" y "superior" al resto. Así, terminaron por infectar todos los principios valóricos en las "religiones" y el cinismo colorido "Nueva Era", involucionando con gravedad paulatina hacia lo que algunos llaman "supermercado místico", y también la dictadura de "compasión babienta", pues hoy por hoy casi nadie se atreve a poner el dedo en la llaga promoviendo instancias de diálogo responsable y cristalino para localizar o expulsar elementos pútridos.

Asimismo, y referente al tipo previo, esta banda de facilones "ilustrados" nunca acepta intercambiar ideas ni aprender con transparencia, menos todavía si se trata de contextos públicos, porque necesitan el apoyo y las órdenes contumaces de sus dueños bajo el más turbio secretismo. La espontaneidad para ellos no existe; lo más apremiante es fingir las poses, siempre maquilladas de acuerdo con sus objetivos infames.

c) Zánganos mentales. El caso más difundido actualmente es la paranoia conspirativa entre zurdeques y derechistoides ociosos. Uno se pregunta cómo pueden llegar a esas cotas de vagancia adictiva, siendo que es innecesario especular cuando en nuestros trabajos, familia o vida social hallamos tanto gente mala como bienintencionada. Esto recuerda mucho a un artículo que compuso William Judge en la revista teosófica The Path, para un lector que inquiría cómo reconocer magos negros en la cotidianidad. Judge fue lacónico y directo: si no tienes motivos para convertirte en uno de ellos, entonces no te servirá de nada saber los pormenores, pues semejante atrae semejante. De esta manera, las paranoigallinas son auténticas buenas para nada al discernir entre conocimiento provechoso e inútil, creyéndose "paladines" de misticismo y, obviamente, anhelando que todos los extraterrestres e "Illuminati-satanistas" sepan de su actividad, por ser muy peligrosos e intocables al poseer la "certeza definitiva". Quizás varios youtubers o tiktokianos podrían agradecer sin ambages ni rodeos a sus "enemigos de la Matrix" por dejarles la lengua enterita... si es que antes no se les cae o enreda para candidatearse a un trasplante, pobrecitos.

También hay que mencionar su especial predilección por la estulticia del "mal menor", no obstante sus arengas llenas de "fraternidad" en ocasiones concretas. Esta es la causa de que ventilen contenidos para atosigar audiencias/lectores, cayendo en permanentes incongruencias conductuales y reflejando su pereza de mantener hilos discursivos o argumentos sólidos, haciéndose los melifluos o dominadores según corresponda a las instrucciones o pagas recibidas. Esa característica los lleva sutilmente a desplegar orgullo intelectual/pedantería y disonancia cognitiva cuando se les presentan hechos o constancias que remecen sus estructuras demoníacas.

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Es tu condena diaria creer a rajatabla que tu "izquierdita" o "derechita" de burdel te deben otorgar "decencia" o una "buena imagen", ya que no fuiste capaz de creártelas por ti mismo (a). La premisa más desafiante en ello es aceptar, desde una postura adulta, que tu papi-mamistema sólo te enseña los vicios que conoce, y nada más. Por lo tanto, y conforme vas creciendo, forjarte los principios y autonomía valóricos que te faltan son sólo TU RESPONSABILIDAD, y SÓLO TÚ debes proporcionártelos. Dice una sentencia que "no eres culpable por la programación venenosa que te inculcaron en tu madurez de pacotilla, pero como grandulón (a) y viejo (a) que eres, te haces 100% consciente y metódico al buscar soluciones".

Los anarco-zurdifachos mediáticos, superficiales, de mala vida y peor muerte se tornan más que ridículos ante la existencia mundana, cada vez que asumen el papel tenaz de rezongones por "lo mal que actúan" otros, o pensando que "podríamos estar mejor si se extinguieran -o nos hicieran caso- aquéllos del frente contrario" para obtener "más reconocimiento o aprecio".

Estos infantes bravucones, deschavetados, cotorrientos y básicos no ganan dinero honradamente, no tienen habilidades de crear ni mantener familias, y tampoco hacen lo necesario para ejercitar la confianza en sí mismos, sin apoyarse en las muletas dicotómicas del papi-mamistema. Un niñato como éstos siempre espera que aquél haga todo con tal de "no sentirse perdido", por cuanto su único destino es bloquearse o padecer estancamiento a todo nivel, y de aquí la fanfarronería de "tapar sus vergüenzas" dándoselas de "intelectuales", mostrando desesperación por "regalar" su "bondad" y que todo el mundo les aplauda. Los ñoños malcriados detestan la frialdad racional y el análisis en perjuicio de ellos, al ser indignos de la "almohada perfecta" que les aguante el peso de su "conciencia" manipuladora.

Seamos claros: si ya tienes la edad suficiente, NADIE está obligado a echarte crema en el trasero ni disimulártelo con billetes cuando te deshonren los del "bando antílogo", y ahora la responsabilidad de CUESTIONAR y RENUNCIAR a tu pantano calientito es sólo TUYA. Lloriquear por chupetes ideológicos y falsos paradigmas es de vagos "cuchi-cuchi", pedorrientos hechizos y envidiosos de neuronas. Los fuertes jamás demuestran ni sienten compasión por gente diabólica, venga de donde venga, arropada con el pellejo ovino y cagueta de lo "políticamente correcto". Ciertamente y desde esa óptica, es "muy inspirador" vivir con miedo y resentimiento bajo un disfraz de "autoestima" y arrastrándote con clichés.

Ambos lados -y sus extremos- se la pasan sufriendo en un masoquismo patológico, y esperan que sus "amos todopoderosos" les brinden todas las energías o pautas para sacarlos de la desgracia personal. Es evidente que jamás apreciarían la ayuda de personas realmente amables, porque dependen de traiciones, malquerencias y una serie de delitos que continúan impunes. No tienen la iniciativa para levantarse y seguir un camino de libertad honesta, y en su lugar gimotean por "trabajo" a esperpentos individualidiotas/colectivimarranos. Lo que les obsesiona es camuflar su dolor, limosnear al poder establecido o clandestino, y armar rabietas por todas las circunstancias en que "nadie escuchó su gimoteo sincero" al negarse a quemar puentes o averiguar caminos alternativos de bienestar.

Nadie os debe absolutamente nada, filosoretes y odiosos remunerados de cuarta. No tenéis derecho a nada sólo por existir, pues ¿para qué querríais vivir con seriedad si en el fondo sentís que muchos aspectos "no funcionan", aguardando que otros acarreen el peso de vuestros desencantos y "errores"? Lo mejor de todo es que más personas los ignoran, y el "espejito de proyección" no servirá de nada en el juicio inclemente que hará la posteridad.

Aquila in Terris