Paulo N. Correa, Alexandra N. Correa y David Pratt
Journal of Aetherometric Research, vol. 3, 3:1-32, septiembre 2021
(Final Parte C).
Contenidos:
03.07. Experimento global de Sagnac
03.08. Deriva etérica y traducción sustancialmente lineal
03.09. Análisis eterométrico del leptón mCBR y descubrimiento del protón rCBR
03.10. El contencioso experimento por Silvertooth
03.11. Éter y movimiento perpetuo
-Referencias
Según lo anterior, la Eterometría señala que tal vez el (los) control (es) MG no pueda (n) incluirse en el rango "Sagnac terrestre" o GPS, ya que el efecto no es asiduo ni presenta igual magnitud que el viraje planetario, incluso cuando el aparato se halla en la superficie. Sin embargo, es factible que dichas búsquedas estén sesgadas en cierto nivel por el giro impermanente de la envoltura atmosférica, lo cual no es observable en ningún estudio Sagnac simple.
En el testeo global homónimo, la señal hacia el este -que viaja en el sentido rotante mundano y del satélite emisor- demora más respecto a la que va en curso antílogo, como si ésta atravesara una distancia más corta. El rayo "occidental" parece ir en c + v y el otro c - v, comprendiéndose que v es la celeridad giratoria del globo en la proyección superficial del emisor/interferómetro. Todas las pruebas Sagnac que involucran transmisiones por satélites individuales o múltiples deben corregirse al tenor de su movimiento y estar sincronizadas con bases en tierra para hacer que v se aproxime al monto rotativo de la superficie.
La mayoría de estas pesquisas se lleva a cabo con los receptores fijos al suelo, e incluso en altura, pero son susceptibles de revelar el comportamiento de la superficie eterosférica porque la propagación siempre se efectúa a través de ella. Para los sondeos en altura, el curso orbital de los satélites debe ser estable, y cualquier desajuste atribuido a aquéllos se colige de las resultantes. Por lo tanto, esos guarismos exponen numerosas correcciones que seguramente eliminarán pequeñas diferencias sintomáticas de una eterosfera con giro más veloz, al suponer que cualquier disimilitud debe calibrarse a la velocidad terrestre. No se han hecho tanteos Sagnac con alturas orbitales misceláneas y fijas, lo que permitiría observar patrones en la distribución de errores y ver si algún cambio se relaciona con las altitudes. El equívoco residual siempre apunta a una deriva, por ejemplo, en todo localizador GPS. Los rastreos deberían, como mínimo, ejecutarse en la inmediatez del ecuador y bajo condiciones atmosféricas reguladas, lo que no ha sucedido hasta hoy. De igual modo, un control de esa índole en la mesosfera podría percibir el efecto de rotación en capas del anillo medio eterosférico.
Desde nuestra perspectiva, los fotones atmosféricos se emiten a partir de cargas con masa que suelen compartir el movimiento de la Tierra en sus vuelcos diarios, o son impelidos por el giro eteroesférico local. A semejanza de las desprendidas "allá abajo", el marco inercial y local para el tránsito de cargas másicas aéreas es el contexto fotoinercial centrado en el axis no rotatorio del planeta.
Por ello, tenemos un efecto Sagnac para las cargas de ambos órdenes, y eso origina una secuela electromagnética (Parte B). En otras palabras, los fotones y cargas másicas se distribuyen el mismo curso +/-v por intuito al eje no revolvente, mientras persiste la celeridad de onda c en la energía interna del fotón a propósito del encuadre inercial en éste último o de la carga másica emisora.
A guisa de ejemplo, si los fotones se tratan como fibras viajeras (enfoque relativista tradicional) en lugar de glóbulos locales movidos inercialmente, y si todas ellas abarcan la longitud de onda del fotón, entonces se producirá una cadena filiforme orientada a lo largo del ecuador para generar un "lápiz" curvo y continuo de trazos lumínicos, ya sea desde fuentes terrestres o atmosféricas, y serán más cortos si se dirigen hacia el oeste. El lápiz fotónico de ese rumbo encuentra las cargas másicas que van al este -responsables de su emisión- en un tiempo más breve a lo invertido por su contraparte, mientras la línea oriental "persigue" a las partículas de igual camino. Por tanto, los cambios aparentes en la marcha de la luz sólo refieren al desplazamiento inercial de dichos recorridos; no hay variantes en la energía intrínseca del fotón, y tampoco en su velocidad interna/angular ni longitud de onda.
Existen controles de primer orden similares a MG, algunos con la rúbrica "Sagnac global", que parecen descubrir rapideces de giro levemente mayores a la de superficie terrestre (ni cerca de las respuestas máximas MG ya discutidas). El examen en interferometría de neutrones por Staudenmann et al. (1980) develó una frecuencia ondulatoria ~3% superior a la prevista, lo que correspondía a 10 m/s más que el área local. En una repriz con anillo láser fijado al suelo, Bilger et al. (1995) confirmaron, con resolución de 1 parte en 1020, que las señales electromagnéticas van más aprisa al oeste que hacia el este. Bailey et al. (1977) midieron el “ensanche del tiempo" para muones positivos y negativos en una órbita circular, descubriendo que era 1,5% mayor hacia oeste que lo predicho por el factor gamma de Relatividad Especial, traducido a su vez en 5 m/s más rápido que el giro de la Tierra. El ensayo rotatorio con haz de electrones por Hasselbach y Nicklaus (1993) estableció que las cargas másicas aéreas fluyen con prontitud a occidente, bajo precisiones cercanas al 1%.
Según esto y el módulo 03.06, no queda claro si la interferometría de primer orden percibe únicamente el viraje planetario. Es obvio que la especialidad óptica de primera índole debe captar algo más que la rotación mundana, en tanto que las mensuras análogas de clase "atómica” no podrían detectarla si las diferencias se consideran banales. Aún falta comprender si ello obedece a las enmiendas relativistas, como los intentos globales de Sagnac, o a disimilitudes de masa entre leptones y bariones/muones.
03.08. Deriva etérica y traducción sustancialmente lineal
Los sondeos tipo MM otorgaron velocidades incongruas de deriva etérica en la superficie de la Tierra, y por ello se afirma que los resultados eran muy distintos de su movimiento “absoluto” (Tabla 1). Podríamos esperar que esa tónica varíe según cuándo y dónde se hacen los controles, pero esto no soluciona las discrepancias. A menudo las "rapideces etéricas" son mucho más bajas de lo previsto, incluso tras ponderar errores sistemáticos sugeridos. Es inútil echar mano de la “contractura longitudinal" ya que no tiene verificación independiente (y eso tampoco es factible al constituir un vaticinio autocumplido), y el arrastre etérico no da cuenta de todos los hechos experimentales sustantivos, o poner algún orden en ellos, y se necesitan más constancias para ver si los reflejos lumínicos de 180° anularían parte del efecto medido. No hay duda de que las variables atmosféricas y locales mal controladas, las vibraciones del suelo, el calentamiento/enfriamiento de máquinas, etc., asumieron un rol importante y desconocido en los ensayos. Al objeto de determinar si existe una señal genuina u oculta en equívocos de faena, será menester producir mejores rastreos que hoy son más caros e interesan a muy pocos especialistas.
En Monte Wilson, Miller (1933) no logró llevar registros meticulosos de temperaturas en el habitáculo, las paredes y el techo de la cabaña, con tal de normalizar los influjos solares y el enfriamiento nocturno o por ventosidades; ergo, jamás demostró que los balanceos marginales/periódicos no podrían vincularse a retrasos caloríferos sensibles y latentes, derivados de radiación solar ambipolar y sus nexos con sistemas climáticos locales. Miller también ensayó con calentadores, persuadiéndose de que los cambios de temperatura diurnos y estacionales no explicaban las cifras minúsculas. Sin embargo, dichos aparejos (al interior) no replican aquellas incidencias diurnas (desde el exterior), ni las de masas aéreas frías o cambios de presión.
El físico norteamericano se sirvió de una tienda-abrigo endeble sobre la choza para proteger el interferómetro de la luz solar, pero se ha visto con acumuladores orgónicos al aire libre bajo la misma cubierta (Correa y Correa, 2001a) que la fuerza ambipolar sigue pasando a través de ella y los fotones con longitudes de onda más largas se multiplican con un retraso más notorio y hasta doble. El efecto del Sol no variaría con la época civil, sino de acuerdo con el periodo del año y las tesituras atmosféricas. No puede haber calefacción estable utilizando paneles en madera enjuta y forrados con telas, o dentro de brazos interferométricos circunscritos en cristal y revestidos con papel.
De acuerdo con nuestro modelo, no se captaría un viento etérico de 10 km/s en la superficie terrestre, e incluso en altitudes ecuatoriales de 10 kms. o más no llegaría a 0,53. Además, tampoco veríamos con interferometría óptica la traslación del globo, o del Sistema Solar en torno al centro galáctico, o su desplazamiento "absoluto" por el espacio. Sin embargo, los estudios de anisotropismo luminoso en tierra perciben el giro de la capa etérica inferior hasta 75 m/s más rápido que la velocidad rotativa mundana, si tienen la geometría y resolución correctas.
La marcha sectorial de viraje etérico es cambiadiza según el tipo de célula atmosférica, enlaces con el viento solar, etc., y también podrían haber retrasos en ciertas áreas. Su evidencia es el arreglo de sistemas ciclónicos contra el sentido revolvente de la eterosfera, lo cual es palmario en los derroteros iniciales de muchos huracanes -que van de este a oeste-, pero aún no existen informes precisos para indagar correlaciones (es decir, de cambios marginales con células de presión).
Al exterior de dicha capa sutil debiera localizarse una corriente etérica veloz, pero así como el "tráfico" en la baja eterosfera es más suave, el caudal análogo dentro del Sistema Solar comporta quizás menor actividad que fuera de sus lindes. Si el flujo con ~30 km/s que transporta la Tierra durante su viaje al Sol no se puede medir en nuestro suelo (o incluso a 36.000 kms. de cota), entonces la fluencia de ~250 km/s que remolca el colectivo alrededor del núcleo galáctico no sería detectable ópticamente dentro de aquél. Con todo, y puesto que el éter planetario, solar, galáctico y supergaláctico coexistirían en el espacio abstracto, pueden haber otros métodos para auscultar nuestra rapidez galáctica basados en periodicidades temporales y mensuras directas de campos ambipolares (p. ej., el trabajo por Silvertooth) o la presteza difusora de dominios gravitatorios (examen de aberración Bradley, Correa y Correa, 2007).
03.09. Análisis eterométrico del leptón mCBR y descubrimiento del protón rCBR
La astrofísica dice que el mCBR constituye un "eco lánguido" del mítico "Big Bang", tras producir toda la masa-energía e incluso el espacio y tiempo. El mCBR tipifica un vestigio luminoso aparecido luego de unos 379.000 años, al desacoplarse materia y radiación cuando los fotones eran libres, y pese a la relatividad, se especula que este fenómeno es un "marco de criterio electromagnético-universal".
La radiación de cuerpo negro del mCBR se distribuye de modo muy grácil, pero exhibe pequeñas fluctuaciones térmicas (de casi una parte en 10.000 o menos), y una anisotropía dipolar que se interpreta a guisa de Doppler por el movimiento del Sistema Solar; así, esta radiancia es "más azul" (caliente) en sentido de ese curso y "roja" (fría) hacia el otro camino. El hallazgo de esa característica durante los '70 y su rol prospectivo como "marco de quietud" para el Universo llevaron al concepto de una “nueva deriva etérica" que no alude al desplazamiento con respecto a algún encuadre fijo, sino por intuito a su sistema "expansivo" de coordenadas (Muller, 1978).
En cuanto al mCBR y su anisotropía (0,0032° K), se afirma que el Sistema Solar tiene una marcha de:
(Taniso/TmCBR) c = (0,0032° K/2,73° K) c = 373 ± 15 km/s (Smoot et al., 1992).
Otros análisis con posibilidades de error más bajas ofrecen 369,82 ± 0,11 km/s en AR= 11,1961 ± 0,0005 h., Dec.= -6,944 ± 0,007° al interior de Cráter, cerca del límite con Leo (Planck Collaboration, 2020). Esto se habría medido por sus efectos de aberración y modulatorios en las anisotropías térmicas del mCBR (Planck Collaboration, 2014).
Figura 2. Anisotropismo dipolo del mCBR (NASA).
La eterometría afirma que el mCBR no es la "huella" del Big Bang, sino un marcador electromagnético actual, creativo y reabsorbente de electrones, con energías cinéticas mínimas en todo el espacio. Éstos últimos crean fotones de microondas cuando desprenden esa potencia que les otorga un espectro cosmológico tácito en forma de radiación cósmica ambipolar de fondo (CBAR) u orgónica (CBOR). Su venero primordial de baja radiancia y con partículas materiales (incluyendo su capacidad gravítica sin masa) es el flujo reticular cosmoetérico o cargas ambipolares de vigor muy alto (Correa y Correa, 2008b). El CBAR justifica el cinetismo en leptones y bariones creados cosmológicamente; así, la norma eterométrica anticipó un "estoc" de ondas radiocósmicas (rCBR) generadas por protones cosmológicos, hidrógeno y helio, y con respecto a aquéllos esto se confirmó por el trabajo de Grote Reber (1977, 1986, 1995).
Según la Eterometría, si el anisotropismo dipolo del mCBR (parte superior figura 2) se originara por desplazamiento del Sistema Solar a través de él, la rapidez sería ~5000 km/s en lugar de 370, pues nuestro modelo señala que: a) es incorrecto el vínculo estándar entre la escala de temperatura y la frecuencia cuántica, y b) el nivel calórico mCBR es 14,75 veces menor que la cifra consensual (0,185 K en lugar de 2,7; Correa y Correa, 2001e):
(Taniso/TmCBR) c = (0,0032 K/0,185 K) c = 5177 km/s.
Las pesquisas modernas verificaron el rango eterométrico de temperie (AToS, vol. VI), de modo que es falsa la derivación ortodoxa en el ritmo "absoluto" del Sistema Solar. Lo que hace el primer tramo de la fórmula es asociar el nivel calórico de anisotropía con el de isotropía, o del CBR de radio más básico (protones) con aquél de microondas leptónicas. Luego, se demuestra que las cifras cabales producirían una rapidez antíloga que depende de la diferencia másica entre leptones y protones:
(TrCBR/TmCBR) c = (102,1*10-6 K / 0,185 K) c = (mp/me) c = 162,3 km/s,
siendo este un vínculo de lo más prepóstero.
Los Correa aducen que la marcha de flujo casi isotrópica del CBAR es 21,18 km/s, correspondiente a Wv = 0,3067 voltios, y dando a leptones y protones otras velocidades:
ve = √(WvWk) = 232,2 km/s a 0,185 K
vp = √(WvWu) = 5,4 km/s a 102,1 µ K,
donde Wk nombra la celeridad de onda magnética e intrínseca a todos los leptones, y Wu es igual variable de protones ordinarios. Sus directrices cambiarán según cómo interactúan los plasmas cosmológicos de leptones y bariones en cualquier zona del espacio. Si dichos nexos fueran cuasiestáticos, se atraerían los engarces negatrón-protón y positrón-antiprotón, ocurriendo un "hastío" respecto a las ligas en cruz de cada pareja. Ambas velocidades serían de 237,6 km/s para vectores a 180° de distancia, pero los leptones y bariones se aceleran por el CBAR de modo que éstos últimos "persiguen" a los otros, haciendo que el monto llegue a 226,8 km/s.
Entonces, ¿cuál es el significado tangible de los diagramas mCBR en azul y rojo? Aparte de que los simulacros comportan prejuicios por un mal entendimiento de temperaturas, el dictamen típico de anisotropía sostiene que la radiancia es algo más intensa en una dirección particular (blueshift) que al sentido contrario (redshift), pero los "cambios espectrales" se deben a que los rCBR (de protones en particular) exhiben múltiples distribuciones en el espacio. Las áreas de menor temple (rojo) son escasas en rCBR debido a una menor densidad protónica, y quizás un mayor volumen relativo de positrones frente a negatrones; a su vez, los sectores cálidos (azul) abundan en ese efluvio por su gran número de protones y negatrones. El arreglo de leptones muestra una alta isotropía, pero no así los protones como causativos básicos de anisotropismo ligero. A fin de extraer más datos sobre esa característica del mCBR, habría que generar y superponer cartas comparables para los rCBR de protones y heliones, comprobando la estulticia de decir que el mCBR es un "síntoma" de velocidad “absoluta” del Sistema Solar.
De este hecho concluimos que: a) la mCBR y las diversas rCBR no sirven de "prueba" para el Big Bang; b) la relativa semejanza y omnipresencia de ambos indican el fraude del “tiempo de viaje luminoso” entre áreas antípodas y remotas, lo cual supera la edad del Universo ("problema del horizonte") y obliga a descartar periodos "susceptibles de cálculo"; y c) mientras la cosmología estándar vaticina la formación de monopolos magnéticos permanentes en el Universo temprano, la Eterometría corrobora que ese fenómeno atractivo es siempre dipolar (Correa y Correa, 2011, 2013) y se aplica a todas las partículas con o sin masa.
03.10. El contencioso experimento por Silvertooth
Según dicen, logró captar un viento etérico de 378 km/s que consideró "representativo" del transporte neto (“absoluto”) del Sistema Solar hacia Leo, y por lo tanto "plegándose" a las premisas míticas de la "nueva escuela" en el ámbito. Coincidió con el itinerario y velocidad aproximados a través de anisotropía dipolo mCBR y también con las dudosas pesquisas por Marinov (Tabla 1/Parte B).
Silvertooth y Aspden contienden que los ensayos MM no percibieron derivas etéricas, pues cualquier anisotropía de marcha lumínica queda proscrita por el efecto resonante de onda inmóvil, que aparece cuando las radiancias se mantienen en superficies de espejo a 180° (desde una perspectiva eterométrica, ello no se debe a cambios de ritmo en ondas o sus influjos electromagnéticos; más bien, la transmisión bidireccional a 180° cancela toda variabilidad en la rapidez de electrones láser como emisores de fotones), mientras el estudio de Silvertooth implicaba viajes de rayos en un sentido, al igual que Sagnac y Michelson-Gale. Con todo, eso también ocurre en pruebas IS cuyos índices Doppler armonizan con la ley geométrica-compositiva de velocidades y la invariancia de Lorenz. ¿Por qué entonces las faenas pioneras -incluido Silvertooth- tienen secuelas de primer orden, y sus continuadores arrojan otras de segunda instancia?
Los Correa (2008a) explican que, en un sentido físico, el Doppler angular (nombre provocativo que dan al efecto Sagnac) es la media geométrica de dos homónimos lineares, o el producto de traslapo en dos corolarios de segundo orden requeridos por la mencionada ley. Y si esto es lo que sucede en controles tipo Sagnac, ¿dónde ubicamos a Silvertooth? Al tenor de la Eterometría (2001e), es palmario que él no mensuró la prontitud neta con respecto al mCBR, y la pareja acota que son errátiles los números de aquélla conforme a lecturas de anisotropía termal, por lo que su técnica es impropia, se desmorona el parámetro de referencia y cuestiona las celeridades obtenidas según corrimiento al rojo y anisotropismo.
Además de emplear luz unidireccional, otra característica clave del ensayo Silvertooth fue un innovativo sensor hecho de un sutil velo fotoeléctrico que posibilitaba mensuras de fase relativa de ondas luminosas y estacionarias, en lados opuestos de superficie, y con hasta 0,063 micrones. Así, detectó sus cambios de fase eléctrica en dos circuitos sincrónicos y escindidos, calculando la distancia entre los nodos en el prototipo de onda fija, y también incluyó un actuador piezoeléctrico para establecer una marca en el haz. Si el aparato rastreara diferencias ópticas (al igual que Michelson-Morley, Kennedy-Thorndike e Ives-Stilwell), no las habría distinguido porque no existe forma de determinar electromagnéticamente el efecto de un campo eléctrico sobre los electrones láser. A causa de ello, muchos testeos anisótropos de luz unidireccional no perciben vuelcos significativos en c.
Sin embargo y de acuerdo con la Eterometría, Silvertooth se equivocó al pensar que cuantificaba el movimiento de la Tierra en primer orden, con respecto a un éter estacionario o espacio absoluto. Si él logró discernir una resultante genuina, quizás fue sobre los electrones láser por el campo eléctrico ambipolar que impulsa la “onda de densidad”, responsable de la espiral galáctica (Correa y Correa, 2009). Por una parte, la cosmología explica el "remolinar" de nuestra galaxia en términos de esa "oleada" neutra y demorosa que comprime la materia a lo largo de sus brazos; por otra, el modelo eterométrico propone que dicha fuerza es más rápida que la traslación galáctica, y en cualquier lugar, siendo así un vaivén delantero que acelera al interior, conllevando un flujo gravítico que impulsa los giros en la Vía Láctea, y otro eléctrico-ambipolar encargado de incrementar su ritmo.
Nuestro análisis revela que Silvertooth mide con exactitud (dentro del 5,7%) el aceleramiento previsto de electrones láser por el campo ambipolar que impulsa la onda compresiva mediada por hidrógeno, una vez que consideramos el ángulo de ataque del flujo ambipolar en el sistema planetario (Correa y Correa, 2009). El cociente se aclara por las distintas velocidades de segundo orden de los cambios Doppler en el trayecto láser del brazo unidireccional del artilugio; ergo, es cohesivo con los sondeos tipo Ives-Stilwell y un estudio del control homónimo (Correa et al., 2008d). Las longitudes de onda fluctuantes no armonizan con el criterio de Silvertooth -ni con una secuela directa de primer orden-, sino apuntan a veredictos eterométricos de diferenciales de rapidez en segunda índole. Las amplitudes análogas y contrarias del plasma de electrones al interior del tubo láser son (Correa y Correa, 2009):
λ1 = λo (vo/v1)2 = λo [vo2/(vo-∆v)2] = c/(WkWv1/e) = λo /[1-(vc1/c)]
λ2 = λo (vo/v2)2 = λo [vo2/(vo+∆v)2] = c/(WkWv2/e) = λo /[1+(vc2/c)],
donde vo representa la marcha de esas partículas; v1 y v2 sus celeridades máxima y mínima por desajustes advertidos; λ1 y λ2 los desplazamientos de longitud ondulatoria con respecto a λo; y vc1 y vc2 los términos ocultos de rapidez electrónica producidos al refundir el potencial láser y el sector ambipolar externo que causa desequilibrios.
Silvertooth no procura dar con un éter estacionario como creía, sino indagaba por respuestas de diferenciales en segundo orden alusivos a una perturbación cósmico-galáctica, y que siguen la norma compositiva de velocidades. Lejos de demostrar una marcha neta, exhibe que todos los aceleramientos son relativos, donde incluso puede omitirse la variable c. El especialista erró al concebir que ∆v era una medida directa de presteza del Sistema Solar por intuito al mCBR, así como Whitney (2006) estimó ese parámetro relacionado con el rango galáctico-solar.
Al principio se informaron cambios cuando el eje del brazo interferométrico apuntaba a Leo (cielo boreal en AR= 9,512 h., Dec.= 10-20°), que Wesley (1987) modificó a un ápice en Cráter (Hemisferio Sur) en AR= 11±1 h., Dec.= -20±2°. Esta sería la ruta en que el aparejo de Silvertooth indicó la mayor celeridad, pero los Correa observan que no se adhiere al flujo de electrones láser con rapidez máxima, ajustándola en AR= 10,3 h. y Dec.≈ 0° (a medio camino entre las cifras de declive por Silvertooth y Wesley, y a casi 2° de Sextans A), al constituir una antípoda cercana a la compactación interior de la onda hidrógeno (365 km/s) en el sitio de nuestra "vecindad" planetaria.
La idea común es que el Sistema Solar -o más bien su estándar local de reposo (estrellas propincuas)- se mueve en 90° con respecto al centro galáctico; por lo tanto, viajaría en AR= 21,2 h., Dec.= 48,3° o zona próxima a Deneb (Cygnus). Según la Eterometría, el vértice condensatorio señala AR= 21,85 h. y Dec.= 47° o curso traslativo galáctico del grupo planetario, a 256 km/s. En otros términos, el plasma de electrones láser es más veloz/paulatino si se encuentra inverso/congruo a dicha onda, y a 124° de distancia del vértice galáctico del Sistema Solar, de modo que el interferómetro Silvertooth cuantifica la compacidad: a) por el efecto oculto de primer orden sobre las ligerezas en el plasma láser (∆v = 2800 a 3000 km/s para marchas contrarias de ~80.000 km/s), y b) gracias a productos de segundo tipo sobre la columna láser positiva, que da la rapidez sectorizada del ondeo hidrógeno (∆vmax = 364,9 a 377,7 km/s).
De esta manera, los Correa afirman que Silvertooth bien pudo comprobar el modelo eterométrico de una onda galáctica compresiva que va al interior por obra de una radiancia ambipolar desde la red etérica local, y si el hecho condensativo se adelanta, entonces va casi en el mismo sentido que la traslación galáctica y enfrente de ella.
03.11. Éter y movimiento perpetuo
La Eterometría tiene como objeto analizar las cinco clases de ensayos interferométricos y todos los fenómenos espaciales de modo cohesivo. Buena parte de la astrofísica sigue siendo especulativa (incluyendo la física solar) y también algunas propuestas de los Correa, dependiendo de si un tipo de control es reproducible y confiable. La nueva disciplina apunta a un procesamiento consistente de requisas interferométricas y determinar sus mecanismos y efectos reales.
El canon eterométrico declara que no existe un éter fijo ni arrastre, y las transformaciones relativistas de Lorentz son sólo constructos imaginarios sin validez, lo cual es ostensivo en el caso de Ives-Stilwell. Además, el giro de cualquier masa (incluso gaseosa) o su traslación orbital pueden detectarse ópticamente como secuelas de primer orden, cuyos ejemplos remiten a Sagnac (en laboratorio y a nivel global) y quizás Michelson-Gale, pero el resultado nulo de las indagatorias MM no puede ignorarse con artificios. Los esfuerzos para "ajustarlo" al esquema mCBR y su anisotropía de acuerdo con los "big-bangers" representan puro espectáculo teórico, y siempre recurre a matemáticas "lindas" e ilegítimas.
Llegó la hora de superar premisas añejas como "éter estacionario/electromagnético/luminífero", “espacio absoluto” o geometrías abstractas de “espacio-tiempo curvo" y "desprovisto de energía", u otras que condenan a la ciencia en lugar de permitir su avance. Las pruebas experimentales y observacionales señalan a un éter sin masa eléctrica y en movimiento perpetuo con características absolutas (intrínsecas o endoreferenciadas) y extrínsecas (relativas o exorreferenciantes). Se puede demostrar que todas las demás formas de energía -incluidas la másica y fotónica- son construcciones y productos del éter. El espacio y tiempo integran circunstancias energéticas y asociativas; de ese modo, ellas están repletas de espacio y le conforman.
Referencias
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