11 de febrero de 2022

Diseño y evolución de las especies (15 de 18)

David Pratt
Mayo 2004, última revisión enero 2019


Contenidos:
 
07. Azar, creación y diseño
-Los "accidentes milagrosos"
-Complejidad irreductible


07. Azar, creación y diseño

Los "accidentes milagrosos"

Los darwinistas creen que un tipo de criatura eventualmente puede evolucionar hacia otra forma distinta a través de cambios genéticos totalmente accidentales y sin propósito. Consideremos, por ejemplo, la transición de los reptiles terrestres a los peces:

"Ya que los reptiles terrestres comunes se aventuraron en el agua (...) necesitaron colas similares a los peces. En forma servicial y sin ningún conocimiento posible de este requerimiento, las mutaciones 'accidentales' y 'casuales' alteraron el aparato genético increíblemente complejo que había dado origen a los reptiles, de tal manera que se crearon colas de pez maravillosamente diseñadas y funcionales en un saurio que hasta entonces se movía con torpeza en el agua. De forma similar, patas y extremidades ya no siguieron siendo útiles para la propulsión en ese medio, y así el vasto complejo de genes que codificaban todas las estructuras en miembros, por una mutación aquí y otra allá, de algún modo fue transformado 'milagrosamente' en el sorprendente conjunto génico requerido para codificar tendones, vasos sanguíneos, sistema nervioso, músculos, huesos y otras estructuras, todos dispuestos en una forma precisa para constituir los 'remos' orgánicos altamente eficientes para la propulsión en el ambiente hídrico. Es evidente que, a pesar de las fervientes negativas, los evolucionistas creen incluso en los milagros" (1). 

"Para transformar un reptil en un mamífero se necesitarían toda clase de cambios radicales. Los darwinistas creen que esta transición está muy bien documentada por el registro fósil, el cual muestra a ciertos terápsidos (reptiles parecidos a mamíferos) convirtiéndose gradualmente en individuos parecidos a mamíferos en el transcurso del Triásico. Los reptiles tienen múltiples huesos mandibulares y uno solo en el oído, mientras que los mamíferos tienen un solo hueso mandibular y tres en el oído. La reconfiguración escalonada de estas estructuras, a través de la fase intermedia de una doble articulación mandibular, es atribuida a una larga serie de mutaciones azarosas de las cuales muchas fueron dañinas, pero otras produjeron 'casualmente' los cambios requeridos, por lo que las criaturas supervivientes podían continuar masticando y oyendo... sólo que el extremadamente complicado órgano de Corti es esencial para la audición en los mamíferos y el reptil no lo posee. Al mismo tiempo tuvieron que inventarse muchos otros 'nuevos' y 'maravillosos' órganos y procesos anatómicos y fisiológicos tales como un flamante modo de reproducción, glándulas mamarias, regulación de temperatura, pelo y una forma novedosa de respiración que incluía un diafragma. Además, el pelo se desarrolla a partir de folículos complejos a profundidad en la dermis, bastante diferente de las escamas reptilianas, sus presuntos ancestros; las glándulas mamarias (origen del nombre "mamífero") supuestamente evolucionaron a partir de las glándulas sudoríparas (ausentes en los reptiles) y la leche del sudor, aunque no está claro qué pasó con los bebés mamíferos durante la lenta e hipotética transición de una solución acuosa, ligera y salada de urea y otras toxinas, a un líquido espeso, nutritivo y rico en proteínas, azúcar, grasas y anticuerpos" (2).

Fig. 7.1. El órgano de Corti contiene filas de epitelios sensoriales que generan impulsos nerviosos en respuesta a las vibraciones sonoras (3).

Para que el sistema reproductivo mamífero funcione apropiadamente, todos los siguientes rasgos deben estar presentes, entre otros: ovarios y testículos para fabricar óvulos y espermios, cada uno de los cuales debe tener sólo la mitad del número normal de cromosomas; que el cuerpo masculino posea un mecanismo para implantar el esperma en el cuerpo femenino; que las células espermáticas tengan la habilidad e instinto de buscar al óvulo que aguarda; que éste acepte un sólo espermio y bloquee la entrada de cualquier otro; la célula espermática debe unirse con el óvulo de manera que asegure la combinación ordenada de los genes y cromosomas nucleares; el gameto fertilizado debe iniciar la división y proliferación celular; después el embrión en desarrollo adquiere una placenta y cordón umbilical para conducir sangre y productos de desecho entre él y la madre; que el feto sea expulsado del útero cuando termine el periodo, y que existan glándulas mamarias para suministrar nutrición líquida al recién nacido. Todos estos rasgos difícilmente podrían ser el resultado de una lenta acumulación de contratiempos en la copia genética. Parafreaseando a Gould, ¿de qué sirve la mitad de un pene o un espermio sin cola? De otra forma, el sistema reproductivo completo tendría que aparecer de una sóla vez y trabajando en perfecta armonía.

Como se indicó anteriormente, muchos darwinistas ahora han recurrido a los genes reguladores como solución mágica a todos los problemas; por ejemplo, Michael Schwartz señala que:

"Si las aletas se convierten en miembros especializados sólo a través de la activación de genes homeobox en nuevas ubicaciones y la inserción de una corta secuencia molecular en un gen regulador determinado, entonces la evolución de manos y pies en los primates sería incluso una hazaña evolutiva más simple" (4).

En otras palabras, "un gen regulador es activado por aquí y otro ajustado por allá, y ¡magia, aparecieron manos y pies!" Nuevamente, el origen del propio sistema de genes homeobox y cualquier mutación que éstos o los genes estructurales experimenten son atribuidos a la "suerte ciega".

El mundo viviente presenta infinitos y fascinantes ejemplos de diseños ingeniosos que exponen la idiotez supina de las explicaciones darwinistas estándar. Por ejemplo, la mariposa comienza su vida como un pequeño huevo de cáscara dura, dentro del cual crece un embrión que se convierte en una oruga que al poco tiempo comienza a alimentarse de vegetación. Cuando está completamente crecida, la oruga muda su piel por última vez y cambia a una pupa o crisálida conteniendo una masa amorfa de tejidos, que de alguna forma se reconfigura en una estructura totalmente diferente y con un estilo de vida muy distinto. Seguramente es un insulto a nuestra inteligencia insistir en que la misteriosa metamorfosis de una oruga en una mariposa podría haberse originado por mutaciones genéticas fortuitas, pero como dice Michael Behe: "En algunas maneras, los científicos adultos son tan propensos al pensamiento deseoso como los niños pequeños" (5).
 
La anguila eléctrica, que comúnmente alcanza una longitud de hasta 2 mts., tiene tres pares abdominales de órganos que producen electricidad y se extienden por cuatro quintos del largo de su cuerpo. Estos órganos se componen de 5000 a 6000 electrocitos apilados y pueden producir un shock de hasta 500 voltios, y todos los constituyentes deben estar presentes para que el sistema funcione; sin la capa de grasa aislante, por ejemplo, la anguila se electrocutaría. El mismo Darwin admitió: "Los órganos eléctricos de los peces ofrecen otro caso de dificultad especial, y es imposible concebir por qué fases se han producido estas maravillosas estructuras" (6).

El escarabajo bombardero, de unos 3 cms. de largo, está equipado para su defensa con lo que puede compararse con un motor de cohete en miniatura a combustible líquido. Este insecto almacena hidroquinonas y peróxido de hidrógeno en un reservorio interno, desde el cual las mezclas pueden ser bombeadas a una cámara de reacción que contiene enzimas; la válvula se cierra y la reacción explosiva a 100°C fuerza el chorro hacia el exterior mediante un orificio tipo torreta en el extremo trasero del cuerpo, el cual lo envía en cualquier dirección deseada. Este complejo mecanismo de defensa junto con los instintos requeridos para operar difícilmente podrían ser resultado de evolución gradual o azarosa.

El platelminto llamado Microstomum también tiene un destacado sistema defensivo. Cuando se siente atacado, se descargan células llamadas nematocistos que están justo bajo la superficie del lomo del gusano, y las cuales pican al atacante. Dicha especie obtiene sus nematocistos de las hidras y normalmente las evitan, pero cuando requieren más nematocistos las comen y digieren todos sus tejidos excepto estas peculiares unidades. Después que dichas estructuras urticantes se almacenan dentro de ciertas células del platelminto, se digieren aquéllas diseñadas para disparar hilos enrollados o pegajosos y las que lanzan cerdas ponzoñosas son transportadas a sitios ubicados bajo la capa externa del lomo del animal, donde son orientadas para que los aguijones disparen hacia arriba. Las células formantes de la capa externa del platelminto devienen muy delgadas sobre los nematocistos, proveyendo así de "portillas" para el lanzamiento de los aguijones, y finalmente, las células que encapsulan nematocistos experimentan importantes cambios que les permiten actuar como mecanismos de accionamiento (7).

También existen incontables y enigmáticos ejemplos de imitación en los mundos animal y vegetal. Por ejemplo, el proteles o lobo de tierra se asemeja a la hiena rayada, un agresivo animal que muchos depredadores evitan. Aquél posee una melena eréctil a lo largo de su lomo que hace que parezca mucho más grande y le permite imitar a una hiena, e incluso las similitudes se extienden a la anatomía interna de esta particular especie. Entonces cabe preguntarse nuevamente, ¿cómo es que las mutaciones y la selección natural azarosas consiguieron llevar esto a cabo?

Fig. 7.2. El proteles (arriba) imita a la hiena rayada (debajo) (8).

Fig. 7.3. El pez rape filipino, simulando ser una roca o concha, agita una pieza de cebo parecida a un pequeño pez que se encuentra en esa región. El cebo, que constituye parte de su cuerpo, tiene aletas, cola y manchas negras que asemejan ojos, y así la carnada atrae a otros peces lo suficientemente cerca para comerlos (9).


Referencias

1. Duane T. Gish, Evolution: The fossils still say no!, El Cajon, CA: Institute for Creation Research, 1995, p. 104-5.

2. Ibídem, p. 167-73; John D. Morris y Frank J. Sherwin, The Fossil Record: Unearthing nature’s history of life, Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2010, p. 154.

3. "Ear, human", Encyclopaedia Britannica, CD-ROM 2004.
4. Jeffrey H. Schwartz, Sudden Origins: Fossils, genes, and the emergence of species, New York: John Wiley, 1999, p. 38.

5. Michael J. Behe, Darwin’s Black Box: The biochemical challenge to evolution, New York: Free Press, 1996, p. 23.

6. Balázs Hornyánszky e István Tasi, Nature’s I.Q., Badger, CA: Torchlight Publishing, 2009, p. 66; http://en.wikipedia.org/wiki/Electric_eel.

7. Richard L. Thompson, Mechanistic and Nonmechanistic Science: An investigation into the nature of consciousness and form, Los Angeles, CA: Bhaktivedanta Book Trust, 1981, p. 193-5.

8. William R. Corliss (compilación), Biological Anomalies: Mammals I, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1995, p. 17.

9. William R. Corliss (compilación), Science Frontiers: Some anomalies and curiosities of nature, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1994, p. 154.


Complejidad irreductible

En tiempos de Darwin se creía que la célula era un "glóbulo homogéneo de protoplasma", pero ahora se sabe que contiene sistemas de complejidad que dejan perplejo a cualquiera. Algunas células se trasladan usando un cilio, estructura parecida a un pelo y que golpea como látigo. Los cilios son máquinas moleculares muy complejas que constan de unas 200 clases diferentes de partes proteicas, y este es un ejemplo de lo que Michael Behe denomina "sistema de complejidad irreductible", es decir, un conjunto que deja de funcionar si se remueve cualquiera de sus partes interrelacionadas. Behe sostiene que tales sistemas no se pueden producir en la manera gradual que Darwin visualizaba y tendría que aparecer de una sóla vez.

Otro sistema irreduciblemente complejo es el flagelo rotatorio, una especie de motor fuera borda que ciertas bacterias usan para movilizarse, y algunos flagelos giran a más de 1000 revoluciones por segundo. El aparato incluye las siguientes partes: una larga cola que actúa como propulsor; la región del codo, que une el propulsor al eje de conducción; el motor, que usa un flujo de ácido externo de la bacteria llevándolo al interior para dar energía al giro; un estator, cuya función es mantener la estructura estacionaria en el plano de la membrana mientras gira el propulsor, y material espeso para permitir que el eje conductor funcione a través de la membrana bacterial. No se produce ningún flagelo o éste no funciona en ausencia de codo, motor, propulsor o eje, o si falta alguno de los más de 40 tipos de proteínas necesarios para la construcción y operación de dicha extremidad (1). 

Fig. 7.4. Ilustración de un flagelo bacteriano que muestra filamento, codo y motor incrustados en las membranas celulares interna y externa, y la pared celular (2).

Otros casos de complejidad irreductible incluyen la visión, la coagulación sanguínea y el sistema de transporte intracelular de proteínas. Behe subraya que esencialmente la literatura técnica permanece silenciosa cuando tiene que explicar en detalle cómo tales conjuntos intrincados podrían haber evolucionado en una modalidad darwinista, ya que muchos de los informes en revistas de biología molecular conciernen al análisis secuencial de ADN. Sobre el tema del flagelo, Simon Conway Morris escribe:

"Al tiempo que no podríamos subestimar la dificultad en explicar cómo podría haberse generado tal motor flagelar, todo lo que sabemos sobre la evolución indica que el camino a su construcción implica los procesos paralelos de desprolijidad e incorporación con al menos algunas de las proteínas agrupadas en formas muy sorprendentes, y a partir de alguna otra función en un sector diferente de la célula" (3). Dicho de otro modo, Morris no tiene nada más que ofrecer sino una efímera esperanza.

Darwin admitió que la creencia de que un órgano tan perfecto como el ojo podría haber sido formado por selección natural es "suficiente para dejar atónito a cualquiera", pero entonces apeló al enorme periodo disponible. Incluso más asombrosa es la creencia actual de que los ojos en cámara (como los humanos) evolucionaron accidental e independientemente al menos siete veces. Como Darwin, Richard Dawkins piensa que el ojo evolucionó gradualmente por una serie de fases intermedias, pero nota que las mejoras en la estructura ocular son inútiles a menos que fueran paralelas con un proceso neural mejorado, e incluso el "punto sensitivo a la luz" que Dawkins toma como su punto de partida es un órgano multicelular, cada una de cuyas unidades hace que la complejidad de una motocicleta o televisor parezcan insignificantes. Así, Dawkins sólamente agrega sistemas complejos a otros sistemas complejos y lo denomina una "explicación", y acerca de esto Behe comenta:

"Esto puede compararse a contestar la pregunta '¿de qué está compuesto un equipo de música?' con la respuesta 'al conectar parlantes a un amplificador, agregar un reproductor de CD, receptor de radio y una casetera'" (4). 

Fig. 7.5. Corte transversal del ojo humano. La retina tiene 130 millones de bastones y conos sensibles a la luz, los cuales causan reacciones fotoquímicas que transforman la luminosidad en impulsos eléctricos. Cerca de mil millones de impulsos son transmitidos al cerebro cada segundo por medios que siguen siendo mal comprendidos.

Behe también ilustra la complejidad de la visión con la siguiente secuencia más bien técnica, pero altamente simplificada: cuando un fotón golpea la retina, ésta interactúa con una pequeña molécula orgánica llamada cis-retinal, causando que su forma inclinada se enderece. Esto cambia la forma de la proteína rodopsina, la cual se une a la anterior y expone un "sitio de anclaje" que permite a la proteína trasducina adherirse a ella. Parte del complejo trasducina ahora se disocia e interactúa con otra proteína denominada fosfodiesterasa que adopta la habilidad de seccionar la molécula GMP cíclica (guanosín monofosfato) y la convierte en GMP-'5. Una parte de éste se adhiere a la proteína de canal-iónico que normalmente permite iones de sodio en la célula, pero cuando la concentración de GMP cíclica decrece por acción de la fosfodiesterasa, el guanosín adherido finalmente cae, causando un cambio en la forma que obtura el canal. Como resultado, los iones de sodio no siguen ingresando en la célula, su concentración de sodio disminuye y el voltaje a lo largo de la membrana celular cambia. Eso, a su vez, provoca una onda de polarización eléctrica que es enviada mediante el nervio óptico y de aquí al cerebro. Posteriormente el sistema tiene que regenerarse y volver al punto inicial, preparándose para el siguiente fotón entrante (5), y cuando las señales eléctricas son procesadas, integradas e interpretadas por el cerebro (y la mente), entonces resulta la visión.

No obstante, Michael Schwartz cree que al invocar a los genes reguladores desaparece la necesidad de una elaborada explicación del origen y complejidad del ojo: "Las razones yacen en saber que existen genes homeobox para la formación de este órgano, y que cuando uno de ellos, en particular el gen Rx, es activado en el lugar y el tiempo adecuados, el individuo posee una estructura ocular" (6). ¡Es difícil imaginar una "explicación" darwinista más vacía!


Referencias

1. Michael J. Behe, William A. Dembski y Stephen C. Meyer, Science and Evidence for Design in the Universe, San Francisco: Ignatius Press, 2000, p. 123-4, 134-5; Michael J. Behe, The Edge of Evolution: The search for the limits of Darwinism, New York: Free Press, 2008, p. 261-8.

2. Michael J. Behe, Darwin’s Black Box, New York: Free Press, 1996, p. 71.
3. Simon Conway Morris, Life’s Solution: Inevitable humans in a lonely universe, New York: Cambridge University Press, 2003, p. 111.

4. Darwin’s Black Box, p. 39.
5. Science and Evidence for Design in the Universe, p. 117-9; Darwin’s Black Box, p. 18-22.

6. Jeffrey H. Schwartz, Sudden Origins: Fossils, genes, and the emergence of species, New York: John Wiley, 1999, p. 362.