11 de febrero de 2022

Diseño y evolución de las especies (16 de 18)

David Pratt
Mayo 2004, última revisión enero 2019


Contenidos:

-Dios y la "imperfección"
-Monoteísmo vs. poderes creativos


Dios y la "imperfección"

A comienzos del siglo XIX el sacerdote anglicano William Paley sostenía que si encontráramos un reloj extraviado por primera vez, pensaríamos que sus partes han sido diseñadas y ensambladas para un propósito, y sostuvo que también los sistemas vivientes altamente complejos deben haber sido diseñados. Los exponentes del movimiento moderno del diseño inteligente (DI) argumentan que esta idea constituye la mejor explicación y causalmente más adecuada para la información en la célula, porque sólo los móviles inteligentes han demostrado el poder de generar grandes cantidades de información funcionalmente específica.

El biotecnólogo Matti Leisola escribe: "En nuestra experiencia cotidiana encontramos que los intermediarios inteligentes crean nueva información (libros, letras de canciones, discursos o softwares) y nunca presenciamos fuerzas irracionales que generan datos novedosos. Los experimentos de laboratorio, el modelado por computadora y las matemáticas de probabilidad confirman que esta experiencia uniforme probablemente sea el caso universal, y de este modo la información es producto de la mente. Basándonos en esta combinación de experiencia, experimentación y análisis matemático podemos inferir que el mejor esclarecimento para la información biológica es el diseño inteligente" (1). Leisola también describe este paradigma como "una ciencia histórica de la detección del diseño" y lo compara con la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI), arqueología y criptografía (2).

Michael Behe afirma que la selección natural y las mutaciones azarosas juegan un rol en la evolución, pero que el "diseño es evidente cuando ciertos componentes separados e interactuantes se ordenan de tal manera que cumplen una función que va más allá de las partes individuales" (3). El diseño inteligente también es propuesto para explicar la vasta cadena de "coincidencias" que hacen posible la vida en la Tierra, como por ejemplo, las injerencias relativas de las cuatro fuerzas físicas, la tasa entre enlaces químicos fuertes y débiles y las propiedades térmicas del agua y de la atmósfera terrestre, puesto que si las "leyes de la física" hubieran sido sólo ligeramente distintas, la vida basada en el carbono no sería viable (4). Los darwinistas rechazan la hipótesis del diseño inteligente como improbable e imposible de refutar, y de esta manera la consideran "pseudociencia". Sin embargo, el mismo defecto puede ser esgrimido contra la creencia neodarwinista de que todo el mundo viviente se originó mediante mutaciones y selección natural accidentales.

Oficialmente, la iglesia cristiana acepta la historia darwinista y ortodoxa de que la evolución es un proceso ciego y no guiado, mientras se adhiere a la creencia de que el mundo fue creado por un Dios sobrenatural. Según esta perspectiva, la ciencia es dominio del conocimiento racional mientras que la religión pertenece a la fe. Muchos miembros de los cleros judío, cristiano y budista han respaldado la teoría neodarwinista de evolución como una "verdad científica fundamental" y critican a los adláteres que desafían esa hipótesis (5), pero es retrógrado aceptar sin reflexión las creencias materialistas e irracionales no comprobadas como "verdad científica" con la esperanza de que los científicos "dejen la religión en paz".

El movimiento DI deja abierta la pregunta acerca de la identidad del "diseñador" o "diseñadores", si ellos son naturales o "sobrenaturales", y cómo sus creaciones son impresas en la materia. Los defensores del DI discrepan sobre la realidad de la ancestralidad común, ya que muchos de ellos son teístas cristianos (algunos de los cuales también son creacionistas) y creen que existe sólo un diseñador/creador, el hipotético Dios omnipotente y omnisciente de la teología ortodoxa cristiana. Los creacionistas bíblicos aceptan que la variación genética (microevolución) está teniendo lugar constantemente, pero rechazan la macroevolución y la teoría de la descendencia común pues no aceptan que Dios intervenga al planear y dirigir las mutaciones para llevar a cabo cambios evolutivos a gran escala. Según ellos y en varias épocas pasadas Dios creó cada nueva clase de criatura de la nada por medios sobrenaturales, por lo que estos seres recién concebidos aparecieron en la Tierra abruptamente y se desarrollaron a completitud. Una encuesta de 2012 determinó que el 46% de los estadounidenses creía que "Dios creó los seres humanos en su forma presente en algún momento durante los pasados 10.000 años" (6).

Los darwinistas contraatacan diciendo que, al existir defectos en los diseños de las criaturas que vemos en la Tierra, esas fallas no pueden ser el producto de un ser inteligente, y esto se conoce como el "argumento de la imperfección". S.J. Gould lo resumía así: "Las disposiciones estrambóticas y soluciones divertidas son la prueba de los senderos evolutivos que un 'Dios sensato' jamás transitó, y por ende se infiere forzosamente un proceso natural obligado por la historia". Su ejemplo favorito era el pulgar del panda gigante, que esta especie usa para manipular los tallos de bambú que forman su dieta principal. Sin embargo, su pulgar no es uno de los cinco dedos de la pata normal de los mamíferos, y en lugar de eso constituye un miembro extra producido a partir de un hueso de muñeca transformado, junto con reestructuración apropiada de la musculatura. Gould piensa que un diseñador le habría dado al panda un pulgar oponible real, y concluye que en este caso dicho dedo debe haber evolucionado por medios darwinistas (7).

Sin embargo, es imposible desaprobar el diseño inteligente sobre la base de aserciones improbables acerca de cómo actuaría o no una entidad hipotética. Como dice Behe, el "diseñador" podría tener múltiples motivos y a menudo la excelencia de la ingeniería natural es relegada a un rol secundario, y además, el hecho de que los sistemas vivos no sean perfectos no prueba que no haya ningún diseño o que la evolución azarosa darwinista sea real. Nótese que Gould falla al proveer una explicación darwinista adecuada de cómo evolucionó el pulgar del panda:

"Simplemente establece que un sólo cambio en un gen regulador que controla la acción de muchos genes estructurales fue responsable del desarrollo complejo total del hueso y del músculo, pero no especifica qué gen regulador cambió, y tampoco explica cómo una transformación del homeobox orquestaría esta importante fase. En resumen, no ofrece nada más que la explicación tradicional y vaga de la varita mágica" (8).

Los proponentes del DI, incluyendo los creacionistas, responden al argumento de la imperfección intentando demostrar que los supuestos diseños "imperfectos" son en realidad hazañas de sofisticada ingeniería, o las consideran como el producto de degeneración de un diseño original beneficioso y racional. Por ejemplo, considerando el ojo humano, los darwinistas arguyen que este órgano en los vertebrados es un "esquema fallido" ya que está cableado hacia atrás, pues los fotoreceptores se hallan en dirección opuesta de la luz y resultando así en un "punto ciego". Los proponentes del DI puntualizan que la posición de los nervios en frente de las células retinianas sensibles a la luz asegura el máximo suministro de sangre a la retina y de esta manera la mayor sensibilidad. Si el ojo es o no perfecto, de todas formas permanece el siguiente hecho: "La literatura científica no contiene evidencia de que la selección natural que incide en una mutación pueda producir ya sea un ojo con un punto ciego o sin él, un párpado, cristalino, retina, rodopsina o retinaldeído" (9).

Robert Wesson presta atención a muchos rasgos extraños y aparentemente ilógicos en el mundo viviente. El cuerpo humano, a su juicio, está mal adaptado en muchas maneras:

"El cuerpo es un fardo de imperfecciones, con vientres aflojados, pechos caídos, protuberancias inútiles sobre las ventanas de la nariz, dientes cariados con terceros molares propensos a problemas, pies que duelen, glúteos abultados, espaldas que se tuercen fácilmente y piel suave desnuda sujeta a cortes, picaduras de insectos y quemaduras solares. Somos pobres competidores en la carrera de la vida y sólo un tercio tan fuertes como los chimpancés más pequeños que nosotros" (10).

No obstante, estos defectos relativamente menores no prueban que el cuerpo surgió a partir de mutaciones y selección natural fortuitas. Desde un punto de vista teosófico, las entidades que se encarnan en formas físicas adoptan el cuerpo que necesitan para adquirir las experiencias y lecciones necesarias para su progreso evolutivo. Al progresar, es ilógico que las almas imperfectas tengan cuerpos absolutamente perfectos, y el mal uso humano del libre albedrío es la causa raíz de una gran cantidad de enfermedades.

Los evolucionistas señalan que los miembros anteriores de tortugas, caballos, humanos, aves y murciélagos no están perfectamente adaptados porque se transformaron a partir de una estructura heredada y no diseñada de materias completamente "primigenias" para un propósito específico, pero el solo hecho de que las extremidades de los vertebrados sean modificaciones del mismo diseño básico no es prueba de nada y ciertamente es compatible con el diseño inteligente, pues ¿por qué los "diseñadores" (que no necesariamente son "omnipotentes") no debieran producir nuevos rasgos en organismos por modificación de los ya existentes?

Michael Behe, que se describe como "un católico romano bastante convencional", cree que existe un sólo diseñador inteligente y "más allá de la naturaleza", pero que también es responsable por haber creado "un torrente de dolor" e "indecible miseria humana" y se pregunta: "¿Son los virus y parásitos parte de alguna estrategia natural brillante y hasta ahora inapreciada, o reflejan las improvisaciones de un diseñador incompetente y falible?" (11). Otros creyentes en un diseñador inteligente benévolo predicen que los estudios genéticos revelarán que las bacterias virulentas son sistemas degenerativos resultantes de la pérdida de información genética original (12).

También suelen citarse aquellos rasgos que no tienen ningún uso aparente como evidencia contra el diseño; por ejemplo, menos del 5% del ADN en muchas plantas y animales codifican proteínas, mientras que el restante originalmente fue catalogado como "ADN basura" o "pseudogenes". Los darwinistas sostienen que este ADN no funcional confirmaba que los genes mutaban por azar, resultando en un genoma lleno de información inútil, errores y genes rotos. No obstante, se ha sabido por décadas que muchas secuencias no codificantes sí tienen importantes funciones, tales como codificar moléculas de ARN implicadas en la regulación de la expresión genética. Además se ha sugerido que una parte de este ADN puede consistir en genes ancestrales "redundantes" que no siguen expresándose o que puede contener información para futuros eventos evolutivos. El proyecto Encyclopedia of DNA Elements (ENCODE) infiere que al menos el 80% del ADN humano sirve para algún propósito bioquímico, aunque muchos darwinistas continúan alegando que la cifra está más cerca del 10% (13).


Referencias

1. Matti Leisola y Jonathan Witt, Heretic: One scientist’s journey from Darwin to design, Seattle, WA: Discovery Institute Press, 2018, edición Kindle, capítulo 5.

2. Ibídem, cap. 8.
3. Michael J. Behe, Darwin’s Black Box, New York: Free Press, 1996, p. 194.
4. Michael J. Denton, Nature’s Destiny: How the laws of biology reveal purpose in the universe, New York: Free Press, 1998.

5. "The Clergy Letter Project", theclergyletterproject.org.
6. gallup.com/poll/21814/evolution-creationism-intelligent-design.aspx.
7. Stephen Jay Gould, The Panda’s Thumb, London: Penguin Books, 1990, p. 20.
8. Sri Ramesvara Swami (ed.), Origins: Higher dimensions in science, Los Angeles, CA: Bhaktivedanta Book Trust, 1984, p. 47.

9. James P. Gills y Tom Woodward, Darwinism under the Microscope: How recent scientific evidence points to divine design, Lake Mary, FL: Charisma House, 2002, p. 151-9; Darwin’s Black Box, p. 224.

10. Robert Wesson, Beyond Natural Selection, Cambridge, MA: MIT Press, 1994, p. 95.

11. Michael J. Behe, The Edge of Evolution: The search for the limits of Darwinism, New York: Free Press, 2008, p. 228, 232, 237-8.

12. Stephen C. Meyer, Signature in the Cell: DNA and the evidence for intelligent design, New York: HarperOne, 2009, p. 490-1.

13. Stephen C. Meyer, Darwin’s Doubt: The explosive origin of animal life and the case for intelligent design, New York: HarperOne, 2013, p. 400-2; Jonathan Wells, Zombie Science: More icons of evolution, Seattle, WA: Discovery Institute Press, 2017, edición Kindle, p. 129; Rupert Sheldrake, A New Science of Life: The hypothesis of formative causation, London: Icon Books, 3era edición, 2009, p. 180; en.wikipedia.org/wiki/Junk_DNA.


Monoteísmo vs. poderes creativos

Mucha gente es incapaz de reconciliar la idea de un creador omnisciente, omnipotente y perfecto con el sufrimiento, las imperfecciones y desperdicios en la naturaleza. Por ejemplo, los gnósticos argumentaban que Dios debe haber sido una "deidad inferior", un constructor que recibió sus "órdenes" de los arquitectos divinos; que las variadas imperfecciones e incompletitudes obvias en el sistema cósmico incluso para nosotros establecen que no podrían ser el trabajo de una Deidad todo-perfecta y cósmicamente omnipotente, pues para los gnósticos sólo desde una completa perfección puede emanar un trabajo perfecto e íntegro.

Los monoteístas podrían alegar que Dios eligió crear un universo potencialmente perfecto, pero que dotó a cada alma con una medida de libre albedrío que puede ser usado para bien o mal. No obstante, esta explicación es insuficiente ya que si Dios determina el carácter y las circunstancias del nacimiento de cada nueva alma que supuestamente crea, también Él sería responsable por las numerosas y aparentes injusticias en los mundos humano y animal, lo cual seguramente no lo dejaría en buena posición.

La idea teísta de un "Dios infinito" fuera del Universo ilimitado es ilógica, pues no hay espacio para dos infinitudes. Tiene más sentido adoptar la visión panteísta de que la deidad misma es "naturaleza infinita" y comprende reinos tanto físicos como no físicos. Tal divinidad es una abstracción y no un ser que piensa, diseña y crea. De esta manera, concebir al Creador como una existencia externa al cosmos es ilógico, y la idea de que produjo el universo y todo dentro de él literalmente de la nada es simplemente absurdo, ya que nada proviene de la nada, y así la infinita naturaleza debe haber existido siempre, sin importar cuánto protesten los creacionistas o los cosmólogos del Big-Bang (2).

En vez de haber un sólo Dios creador y supremo, las formas de creacionismo más sofisticadas sostienen que un amplio rango de seres espirituales y otros no físicos están involucrados en el proceso de "creación" (3), y en contraste con el creacionismo estricto otros investigadores y tradiciones místicas proponen que existe un proceso evolutivo físico, pero al mismo tiempo van más allá del darwinismo estándar al afirmar que dicho desarrollo es dirigido por ciertas jerarquías de entidades parafísicas.

Alfred Russell Wallace, naturalista del siglo XIX, terminó discrepando con Charles Darwin, su contemporáneo, luego de concluir que la selección natural no asistida era incapaz de explicar la forma física de los humanos y que la acción conductora de "inteligencias superiores" era una "parte necesaria de las grandes leyes que gobiernan el universo material" (4). También Robert Broom, antropólogo del siglo XX, creía que varios agentes espirituales y psíquicos guían y controlan la evolución, algunos benevolentes y otros maléficos (5).

Alexander Mebane propone que una variedad de diseñadores subdivinos dirige el proceso de la evolución saltacional, y además sugiere que la abundancia de formas y estilos de vida extrañamente fantásticos indica que los diseñadores siempre han competido unos con otros (6). Robert Gilson plantea que la fuente divina principal "omnisciente y todopoderosa" delega una buena parte del trabajo creativo a una vasta jerarquía de poderes subordinados, pero ampliamente autónomos. Estos agentes no físicos producirían mutaciones genéticas, aunque los rangos más bajos pueden inducir a errores (7), y así tanto Mebane como Gibson parecen implicar que los diseñadores trabajan predominantemente en forma autoconsciente.

El filósofo Thomas Nagel reconoce que el paradigma del darwinismo materialista y reduccionista ha fracasado al tratar de explicar el origen y la evolución de la vida, y la existencia de la consciencia, la cognición y nuestro sentido moral únicamente en términos de leyes físicoquímicas sin propósito y una larga serie de accidentes. Rechazando la idea de una fuerza inteligente externa al orden natural, Nagel espera que en algún momento se descubran nuevos "principios" que son "más teleológicos que mecanicistas" (8). Ciertamente parecen haber procesos con propósito funcionando en la naturaleza, pero invocar principios teleológicos abstractos no ayuda a explicarlos; aún cuando dichos eventos son reales, igualmente se necesitan inteligencias, entidades, energías o fuerzas principalmente no físicas.

La tradición de la Sabiduría Antigua postula una serie interrelacionada de ámbitos y entidades inmateriales tras los eventos del mundo físico, como se plantea en muchos sistemas religiosos y filosóficos. Por ejemplo, el cristianismo habla de ángeles, arcángeles, dominios, principados, etc., y en el primer verso del Génesis se dice que "en el principio Dios creó los cielos y la tierra"; en este pasaje, la palabra normalmente traducida como "Dios" en realidad es un vocablo plural, elohim, que significa "dioses" (el significa "dios", eloh quiere decir "diosa" y el sufijo -im es la terminación masculina plural) (...). Claramente, los elohim no equivalen a la "infinitud ilimitada" referida en el segundo verso como "el profundo" (tehom) que corresponde al Ayn Soph de los cabalistas, el Shunyata de los budistas y al Parabrahman de los hindúes.

La presentación más detallada y accesible de la Sabiduría Antigua se encuentra en la Teosofía moderna, y las enseñanzas dadas sobre la evolución desde que la Sociedad Teosófica se formó en 1875 son solamente un panorama general de la información que posee la Hermandad de los Adeptos (10). Se dice que estos antecedentes fueron compilados y verificados reiteradamente por incontables generaciones de sabios y videntes, cuyos poderes ocultos les dan acceso a los ámbitos internos de la naturaleza y les permiten leer los registros de la historia de la Tierra por clarividencia.


Referencias

2. Ver "Cosmología: cuestionamientos y nuevas tendencias".
3. Michael A. Cremo, Human Devolution: A Vedic alternative to Darwin’s theory, Los Angeles, CA: Bhaktivedanta Book Publishing, 2003.

4. Citado en H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 1:339.
5. R. Broom, The Coming of Man, London: H.F. & G. Witherby, 1933, p. 11-2, 196-8, 220-5.

6. Alexander Mebane, Darwin’s Creation-Myth, Venice, FL: P&D Printing, 1994, p. 69-70.

7. Robert J. Gilson, Evolution in a New Light: The outworking of cosmic imaginism, Norwich: Pelegrin Trust, 1992, p. 99-109, 122.

8. Thomas Nagel, Mind and Cosmos: Why the materialist neo-Darwinian conception of nature is almost certainly false, Oxford: Oxford University Press, 2012.

10. Ver "The mahatmas", http://davidpratt.info.