4 de febrero de 2022

Orígenes humanos: el mito científico del mono ancestral (2 de 10)

David Pratt 
Febrero 2004, septiembre 2014


Contenido:

-Australopithecus y otros "ancestros" 


Australopithecus y otros ancestros

Las peculiaridades físicas que distinguen a los homininos de otros homínidos incluyen postura erecta, locomoción bípeda, cráneos redondeados, cerebros más grandes y dientes pequeños que incluyen caninos no especializados ("hominino" ahora tiene el mismo significado que solía tener "homínido"). Los homininos incluyen no sólo nuestra propia especie Homo sapiens, sino también formas humanas más primitivas que pertenecen al género Homo y parcialmente simios bípedos que pertenecen en su mayoría al género Australopithecus ("mono del sur"). En la actualidad se piensa generalmente que están extintas todas las especies de homininos, excepto la nuestra.

Se ha hecho cada vez más difícil arreglar las diversas especies en una secuencia evolutiva a medida que se localizan más fósiles; al respecto los antropólogos Donald Johanson y Blake Edgar escriben:

"Los descubrimientos paleoantropológicos ponen de manifiesto que el árbol genealógico humano no es un sólo linaje en que una especie sucedió a otra llevando inexorablemente a la aparición de los humanos modernos. En cambio, el registro de fósiles homínidos sugiere que nuestra ascendencia sea considerada mejor como un arbusto cuyas ramas representan una serie de especies bípedas que progresaron a lo largo de diferentes líneas evolutivas" (1).
 
En 2002 se encontró en Chad -la zona desértica al sur del Sahara- el cráneo de Toumaï, de 6 a 7 millones de años, y la especie fue nombrada Tchadensis Sahelanthropus. Tenía cualidades simiescas tales como un cerebro pequeño, cara abuhardillada, prominentes arcos superciliares y cráneo alargado, además de características humanas como pequeños dientes caninos, un sector facial mediano-corto y una médula espinal que se abre bajo el cráneo y no hacia la espalda como se ve en los simios no bípedos. Sin embargo, su bipedismo es discutido y no se han descubierto restos poscraneales (es decir, huesos craneales inferiores) (2). Mientras que algunos evolucionistas creyeron que "el bipedalismo es el criterio de diagnóstico para la separación evolutiva de la tribu humana respecto a los simios", otros investigadores han indicado que los primates con restos esqueléticos que indican bipedismo no debieran asumirse automáticamente como antepasados humanos (3).
 
Sahelanthropus ha sido descrito como ancestro común de humanos y chimpancés; un antepasado humano directo pero no del chimpancé, y como un pariente ancestral de chimpancés o gorilas (4). Si Toumaï se acepta como antepasado humano directo, sus rasgos faciales tenderían a demoler el actual estatus de ascendencia de los australopitecos como ancestros humanos ya que sus gruesos arcos ciliares son parecidos a los de algunos homínidos fósiles posteriores (principalmente Homo erectus), mientras que los australopitecos carecen de este rasgo. El paleontólogo Bernard Wood comentó: "Si el nuevo hallazgo nos ha enseñado algo es que, paradójicamente, cuanto más descubrimos sobre nuestros orígenes, menos sabemos" (5). 

Fig. 1.3. El cráneo de Toumaï.

En 2000, un grupo de investigación franco-keniano encontró en Kenia los huesos de una criatura llamada Orrorin tugenensis (también conocido como "hombre del Milenio") fechados en aproximadamente 6 millones de años. Los expertos señalaron que era ancestral al Homo mediante Praeanthropus, nombre usado para referirse a Australopithecus afarensis por quienes no lo consideran ancestral a los australopitecos posteriores. Su desestimación total de éstos últimos como una "rama lateral sin salida" es muy controversial, y su afirmación de que Orrorin era bípedo es ampliamente considerada como prematura (6). Los dientes de Orrorin tienen esmalte grueso como Sahelanthropus, los homininos posteriores y muchas especies de simios fósiles, pero el canino es grande y puntiagudo como en los simios, justo lo contrario de lo que se aprecia en Sahelanthropus y los homininos ulteriores. El fémur tiene una cabeza más grande que en los homininos posteriores del Plioceno, un rasgo que se ha reivindicado como evidencia de bipedismo, pero también se encuentra en monos fósiles de tamaño similar y chimpancés (7).

Se hallaron osamentas de Ardipithecus kadabba en depósitos de Etiopía con fecha de 5,8-5,2 millones de años, mientras Ardipithecus ramidus se data entre 4,4-4,2 millones de años. Ambas especies tienen muchas peculiaridades simiescas, pero según Chris Stringer éstas son probablemente "retenciones primitivas" que "no indican por sí mismas que las especies fueran simios en lugar de homininos". Añade que "la falta de caracteres inequívocos compartidos con los homininos posteriores -en particular la limitada evidencia de bipedalismo- debe plantear interrogantes sobre la posición de Ardipithecus en la evolución humana"; sobre esto su dedo gordo del pie divergente excluye el bipedalismo habitual (8). Su foramen magnum (agujero en la base del cráneo por el cual pasa la médula espinal) está situado más adelante que en cualquier otro homínido, por lo que Ian Tattersall y Jeffrey Schwartz sostienen que tal posición "es tan singularmente derivada al compararse con cada uno de sus presuntos descendientes que no pudo haber sido ancestral para ninguno de ellos" (9). Los descubridores de Orrorin tugenensis creen que Ardipithecus era descendiente del primero, pero que fue ancestral a los chimpancés más que a los humanos.

Los australopitecos vivieron hace unos 4 millones y medio a un millón de años; eran predominantemente simiescos, medían entre 1 y 1,5 mts. de altura y tenían una pequeña capacidad cerebral que oscilaba entre 370 y 515 c.c., no muy diferente a la de los simios vivos. Mostraban algunos rasgos humanos en sus mandíbulas y dientes; por ejemplo, sus dientes frontales -incluyendo caninos- eran relativamente pequeños en comparación con los de los simios. Se dice que sus huesos de cadera y pierna indican que caminaban erguidos de modo regular, pero algunas especies muestran rasgos tales como brazos relativamente largos y huesos curvados en los dedos de manos y pies, indicando que todavía pasaban su tiempo en los árboles. La opinión oficial es que los australopitecos vivían sólo en África, pero algunos científicos los han reportado en China, Indonesia y el sudeste asiático (10).


No se considera que los australopitecinos "robustos" (que incluyen las especies robustus, boisei y aethiopicus) se encuentren en una línea directa de descendencia a los humanos modernos, y algunos paleoantropólogos los asignan a un género separado que se llama Paranthropus. Sobrevivieron por alrededor de 1½ millones de años más que las formas gráciles y tuvieron una pelvis mejor adaptada para escalar que para caminar (12). Asimismo, se piensa generalmente que los australopitecos "gráciles" africanus, afarensis o garhi dieron lugar a la especie Homo más temprana hace unos 2,5 millones de años.


Fig. 1.4. Australopithecus africanus (arriba) y Australopithecus robustus (debajo) (13).
 
Existe un gran debate sobre el rango de las distintas especies de Australopithecus. Por ejemplo, algunos científicos creen que los fósiles asignados a afarensis y los de anamensis realmente pertenecen a varias especies. Algunos piensan que africanus es una variación regional o subespecie de afarensis, otros lo consideran descendiente de afarensis y hay quienes dicen que el material fósil de africanus debe ser asignado a dos especies completamente diferentes. También hay los que dudan de si afarensis pertenece correctamente a Australopithecus (14). Entretanto, Australopithecus garhi es considerado como especie distinta, una variante tardía de afarensis e incluso una variedad de africanus (15). 

Fig. 1.5. Izquierda: Australopithecus afarensis. Centro: Australopithecus boisei. Derecha: cráneo humano moderno (16).


Fig. 1.6. Dos visiones contrastantes de los evolucionistas para Zinjanthropus boisei (ahora conocido como Paranthropus o Australopithecus boisei) (17).

Curiosamente, los homininos más antiguos como Sahelanthropus, Orrorin, Ardipithecus y Australopithecus afarensis vivieron en un entorno boscoso, mientras que los darwinistas siempre suelen afirmar que el bipedalismo se desarrolló cuando nuestros antepasados se movían en un entorno de praderas ya que les permitía ver a distancia cuando iban de caza o avistar depredadores. Este escenario nunca fue muy convincente pues los seres humanos, como bípedos, son bastante más lentos que los cuadrúpedos lo cual es un serio problema para un habitante arborícola que supuestamente se trasladó a sabanas abundantes en depredadores. Por otra parte, los perros de las praderas y los osos son muy buenos al escrutar su entorno, pero no han adoptado un bipedalismo completo.

Algunos científicos disidentes han desafiado el rango de los australopitecinos como homininos o nuestros antepasados directos. Louis Leakey sostuvo que los australopitecinos no estaban en la línea principal de evolución humana, sino que constituyeron una derivación temprana de ella. El anatomista Sir Solly Zuckerman consideró que los dientes, el cráneo, las mandíbulas, el cerebro y los miembros de Australopithecus eran esencialmente simiescos y concluyó que de ninguna manera estaba relacionado con el origen de los humanos. Por su parte Charles Oxnard señaló que los australopitecos poseían "un mosaico de rasgos únicos para ellos y caracteres que guardan algún parecido con los del orangután", y aunque eran bípedos en cierta medida, también estaban seguros en los árboles y no tenían lugar en el linaje humano directo (18).
 
Algunos investigadores modernos continúan planteando objeciones a las representaciones demasiado humanas de Australopithecus (19). Tattersall y Schwartz dicen que debido a que la paleoantropología se centra fuertemente en el descubrimiento de antepasados, la singularidad de los australopitecos ha sido menospreciada y que es discutible si "realmente podemos señalar a cualquier australopiteco como antepasado humano temprano pero directo", añadiendo que ni afarensis, africanus, aethiopicus, robustus ni boisei pueden ser ancestrales al linaje Homo porque en ciertas características -por ejemplo el fémur- son más "evolucionados" (especializados) mientras que "un antepasado debiera ser más primitivo -y no derivado- que sus presuntos descendientes" (20). Hoy muchos expertos se hacen eco de las dudas planteadas en 1925 cuando Australopithecus fue descubierto por primera vez y que aludían a que estas criaturas representan una rama extinta en la historia evolutiva humana (21). 

Fig. 1.7. Comparación entre un espécimen femenino de 1,6 millones de años (ER 1808) de una especie Homo (Kenya) con un australopiteco de 3.2 millones de años hallado en Etiopía ("Lucy", Australopithecus afarensis). ER 1808 tenía 1,73 de alto mientras que "Lucy" poseía 1 m. de altura, al igual que otros australopitecos que vivían en el mismo periodo que la primera. Los huesos negros indican los que se han descubierto.

Hay escepticismo en cuanto a si "Lucy" representa un sólo individuo o incluso una sóla especie, ya que los huesos se encontraron esparcidos a través de una ladera y se le describe con una cabeza parecida a la de un chimpancé encaramada en un cuerpo humano. Muchos afirman que la pelvis indica una forma bipedal de locomoción, pero se encontró "muy triturada" y algunos creen que su similitud con la de los humanos se debe a un "error en la reconstrucción". Según algunos investigadores, Lucy era principalmente simiesca con adaptaciones arbóreas; no era significativamente bípeda, no tenía forma de andar humana y habría tenido dificultades para mantenerse erguida mientras permanecía inmóvil. Hay pruebas de que Lucy caminaba con los nudillos como hacen hoy chimpancés y gorilas (22). 

Fig. 1.8. Reconstrucción de una hembra A. afarensis (en.wikipedia.org).

De acuerdo con la antropología dominante, los australopitecos fueron transicionales entre los primeros simios cuadrúpedos y los humanos modernos completamente bípedos. Sin embargo, algunos científicos que incluyen a partidarios de la teoría del bipedalismo inicial (ver sección 5) han remecido la posición ortodoxa y aseveran que los australopitecinos son en realidad ramificaciones de homínidos bípedos y evolucionaban hacia el cuadrupedismo, pues la evidencia fósil proporciona cierto apoyo para esto.

El Australopithecus anamensis, descubierto en Kenia en 1995, parece haber sido perfectamente bípedo hace 4 millones de años. "Lucy" (A. afarensis), fechada en 3,2 millones de años y descubierta en Hadar (Etiopía) en 1974 tiene características bípedas, pero también muestra dedos de pie grandes y divergentes como aquéllos utilizados por los simios modernos para trepar a los árboles. Afarensis también tenía una articulación de hombro orientada hacia arriba indicando que el brazo se utilizaba para comportamiento suspensor, una mano de muñeca poderosa y dedos curvos adecuados para trepar. "Little Foot", un esqueleto de australopiteco encontrado en las cuevas de Sterkfontein (Sudáfrica) en 1998 y datado en torno a los 3,3 millones de años, tenía una articulación de tobillo que muestra que ya era bípedo pero también capaz de trepar a los árboles gracias a sus dedos de pies grandes y divergentes. Como señala la paleontóloga Yvette Deloison, esto significa que tenemos un australopiteco de 4 millones de años que era perfectamente bípedo y dos esqueletos más recientes que son menos bípedos y más arborícolas (23). 

Fig. 1.9. Las huellas encontradas en Laetoli (Tanzania), con una antigüedad de 3,6 millones de años, suelen atribuirse a A. afarensis. Son muy similares a las huellas humanas, pero algunos investigadores han identificado ciertas características simiescas que indican que la criatura referida tenía un andar bípedo, aunque no completamente como el de los humanos (24).

Teniendo en cuenta que la evolución nunca retrocede (aspecto conocido como "ley de Dollo"), Deloison sostiene que "el pie humano, altamente especializado para el uso bípedo, no pudo haber derivado de un pie adaptado para trepar árboles y el cual también está muy especializado pero en un modo diferente". La investigadora estima que un simio primitivo caminaba erguido desde hace 15 millones de años y cree que había tres especies de primates bípedos: una de ellas se convirió en homininos (Homo), otra en australopitecos semi-bípedos y semi-arbóreos, y la tercera evolucionó hacia orangutanes, gorilas y chimpancés cuadrúpedos (25). François de Sarre afirmó que en realidad fueron algunos australopitecos los que eventualmente se convirtieron en gorilas y chimpancés.

A finales de 2001, Meave Leakey se sumó al ya confuso cuadro de los primeros homínidos al anunciar el descubrimiento de un nuevo homínido en Kenia con una edad de 3,5 millones de años, aproximadamente la misma que Australopithecus afarensis, y en lugar de identificarlo como un nuevo miembro del género Australopithecus remeció al mundo de los homínidos mediante la creación de un nuevo género y especie llamada Kenyanthropus platyops, lo que implica que los australopitecos son una rama lateral sin relación con los seres humanos (26). Otros científicos lo clasifican como una especie Australopithecus (A. platyops) o lo asignan a A. afarensis.

Es poco probable que la opinión dominante que teníamos de los antepasados australopitecos termine abandonándose sin discordias. En 1986 Pat Shipman hizo la siguiente confesión: "Podríamos afirmar que no tenemos ninguna evidencia sobre dónde surge Homo y eliminar así a todos los miembros del género Australopithecus de la familia homínida (...). Tengo una reacción negativa y tan visceral a esta idea que sospecho que soy incapaz de evaluarla racionalmente, pues me plantearon la noción de que Australopithecus es un homínido" (27).