4 de febrero de 2022

Orígenes humanos: el mito científico del mono ancestral (1 de 10)

David Pratt
Febrero 2004, septiembre 2014


Contenidos:

01. Alegatos y controversias darwinistas
-Primates y hominoideos


01. Alegatos y controversias darwinistas

Según la ciencia convencional, los seres humanos son simios evolucionados que como resultado de mutaciones genéticas aleatorias y presiones ambientales pasaron a adquirir el poder único de la autoconciencia. Sin embargo, la fuerte publicidad y propaganda para la "teoría de los simios ancestrales" no puede alterar el hecho de que la evidencia es escasa y contradictoria, por cuanto sigue abierta a otras interpretaciones.

El antropólogo Richard Leakey aseveró que "si alguien se tomaba la molestia de reunir en una habitación todos los restos fósiles descubiertos hasta ahora de nuestros antepasados (y sus parientes biológicos) que vivían -digamos- hace cinco y un millón de años, sólo necesitaba un par de grandes mesas de caballete para extenderlas" (1). La mayoría de los fósiles de homínidos son fragmentos de mandíbulas y restos de cráneos, pero como dijo el paleontólogo Stephen J. Gould "sirven como base para la especulación infinita y la narración elaborada" (2). 

Las creencias, las expectativas y los prejuicios inevitablemente desempeñan un papel en la interpretación de los fósiles, al igual que las rivalidades personales y el deseo de fama. Más de un paleoantropólogo se ha hecho rápidamente célebre al realizar afirmaciones sensacionales y extravagantes tras descubrir algunos restos fragmentarios de una criatura que él/ella cree estar relacionada con los orígenes humanos, pero tales presunciones tienden a ser socavadas o invalidadas por investigaciones y descubrimientos adicionales. Los detalles sobre nuestra supuesta descendencia de los simios siguen siendo oscuros y son objeto de acalorados debates entre los evolucionistas.

A lo largo de los años se han cometido una serie de desatinos en la interpretación de fósiles. En 1922 se descubrió un diente en el oeste de Nebraska (EE.UU.) que varios científicos declararon que combinaba con las características del chimpancé, el pitecántropo (un hombre-mono postulado) y los humanos. Se hizo popularmente conocido como "hombre de Nebraska" y fue considerado por algunos como posible antepasado humano. Cinco años más tarde se anunció que el diente en cuestión pertenecía realmente a un cerdo, y así el científico creacionista Duane Gish comenta: "Este es el caso en que un investigador produjo un hombre a partir de un cerdo, y éste elaboró un mono a partir del científico" (3).

Fig. 1.1. Hombre de Nebraska según la imaginación alocada de un artista.

El primer esqueleto de un Neanderthal fue desenterrado en 1856. Originalmente se representaba como un medio-monstruo mal agraciado y brutal con piernas arqueadas y gruesas y un modo de andar en que se inclinaba y arrastraba, siendo considerado como intermedio entre humanos y simios. Un siglo más tarde, un examen minucioso del esqueleto reveló que era el de un anciano lisiado con osteoartritis y raquitismo. Ahora se reconoce que los neandertales caminaban erguidos como nosotros; de hecho, "si pusiéramos un suéter tipo cardigan en un neandertal, le agregamos una pipa en la boca y lo hubiéramos hecho caminar por el campus de una de nuestras principales universidades sería muy fácil confundirlo con un profesor de paleontología" (4).

En 1983 el paleoantropólogo Tim White acusó al científico Noel Boaz de haber confundido la costilla de un delfín con una clavícula (hueso del hombro) de un chimpancé pigmeo y se burló de que el fósil debería ser designado Flipperpithecus. Boaz incluso había sugerido que la curva del hueso podría indicar bipedalismo habitual. Los antropólogos también han descrito erróneamente el fémur de un caimán y el dedo gordo de un caballo tridáctilo como clavículas. En mayo de 1984 se anunció que un fragmento craneal localizado en España el año anterior y aclamado por expertos como el fósil humano más antiguo en Europa, pudo haber surgido de un asno de cuatro meses de edad, por cuanto se canceló apresuradamente un simposio organizado para discutir sobre el fósil (5). 

Incluso el fraude absoluto no es desconocido en el campo minado de los orígenes humanos. En 1912 un hueso de mandíbula y parte de una calavera fueron descubiertos en un pozo de grava cerca de Piltdown, Inglaterra. El resto mandibular era muy parecido al de los simios, excepto los dientes que mostraban el tipo de desgaste esperado para los humanos; asimismo el cráneo era muy similar al nuestro. Los ejemplares se combinaron en un sólo individuo que se conoció como "hombre de Piltdown", determinado en una antigüedad en torno al medio millón de años y se consideró como un vínculo auténtico en la evolución humana. En 1950 una nueva prueba reveló que la mandíbula no contenía prácticamente ningún fluoruro, sugiriendo así que era muy reciente. El cráneo tenía una cantidad significativa de dicho compuesto, pero se estimó que sólo presentaba una antigüedad de unos pocos miles de años. Luego se descubrió que los huesos habían sido tratados con sales de hierro para que se vieran más viejos y fueron detectadas marcas de rasguño en los dientes, lo que indica que fueron limados. En otras palabras, el hombre de Piltdown constituía un fraude. La mandíbula de un primate moderno y un cráneo humano habían sido adulterados para parecerse a un hombre-mono y la falsificación había engañado a la mayoría de los mejores expertos en el mundo. Hasta el día de hoy continúa el debate sobre quién fue responsable del timo.


Primates y hominoideos

El ser humano moderno u Homo sapiens ("hombre pensante") está clasificado en el orden Primates, uno de los 24 órdenes de mamíferos. Los primates se han dividido tradicionalmente en dos grupos, los prosimios (lemures, loris, tarseros) y simios/antropoides (monos y simios). Todos los primates comparten ciertas características, tales como visión binocular altamente desarrollada, dedos de manos y pies móviles con uñas planas en lugar de garras, hocico acortado, olfato reducido y cerebros grandes en relación con el tamaño del cuerpo. Los darwinistas interpretan estas similitudes como evidencia de que todos los primates han descendido de un antepasado común.

Los primeros fósiles de primates datan de fines del Paleoceno, pero la evidencia genética se interpreta en el sentido de que los primates divergieron de otros mamíferos hace alrededor de 85 millones de años en el Cretácico superior. El origen de los primates está envuelto en misterio; supuestamente evolucionaron de un mamífero primitivo que comía insectos, pero no existen formas transicionales que conecten primates con insectívoros. Se pensaba que el antepasado era la musaraña arborícola, pero ahora hay abundante evidencia de que estos animales no tienen relación con los primates. El registro fósil no produce ninguna prueba de formas transicionales entre los prosimios, los primeros primates y los monos del Nuevo y Viejo Mundo, y tampoco existen formas graduales identificables entre monos y simios, sino sólo una gran brecha (1). 

Fig. 1.2. Cronología de las edades geológicas. Todas las fechas indicadas en este artículo son las oficiales o "científicas" a menos que se indique lo contrario. Según la Teosofía, los periodos científicos son demasiado largos debido a un factor de entre 2 y 9 debido a los supuestos falsos en que se basa la datación radiométrica (2).

Dentro del orden Primates, los humanos, los simios y sus presuntos ancestros se clasifican dentro de la superfamilia Hominoidea (hominoides) que se divide en dos ramas principales: los gibones o simios menores y los homínidos o grandes simios. Se dice que los hominoideos (sin cola) divergieron de los monos (con cola) hace unos 25 millones de años. También hay cuatro géneros modernos de homínidos: orangutanes (Pan), gorilas (Gorila), chimpancés (Pan) y humanos (Homo). La teoría de la ascendencia de los simios no propone que los humanos descendieron directamente de los simios vivientes, sino que tanto unos como otros provinieron de un antepasado común simiesco.

Las primeras criaturas simiescas aparecieron en el Oligoceno, mientras que los primeros simios considerados como parte de la línea humana surgieron en el Mioceno. Los dos principales grupos de simios fósiles que se consideran relevantes para la evolución posterior de los homínidos son el Graecopithecus ("simio griego"), los simios con dientes gruesos esmaltados que ocuparon hábitats estacionales y llevaban un estilo de vida semiterrestre, y el Dryopithecus ("mono de roble"), simios con dientes finos y esmaltados que vivían en bosques subtropicales y con locomoción suspensiva por debajo de las ramas (3). Existe desacuerdo sobre qué grupo está más cerca de la ancestralidad humana. La opinión generalizada de que Dryopithecus está vinculado a la ascendencia humana ha sido puesta en duda sobre la base de que, si bien los driopitécidos tenían una anatomía mucho menos especializada que los simios modernos, todavía eran muy especializados para dar origen a los homininos (la tribu de homínidos que supuestamente condujo al hombre) (4). Chris Stringer comenta:

"Con tanto material nuevo, podría pensarse que Dryopithecus sería el simio fósil mejor conocido y el que posee las afinidades evolutivas más claras. Lo primero es ciertamente verdadero, pero en realidad hay más desacuerdo sobre cuál es su posición evolutiva que para cualquier otro simio fósil" (5). 

Contrariamente a la impresión creada por las ilustraciones fantásticas que adornan las publicaciones científicas populares, no se ha encontrado una serie gradual de fósiles que lleven de un antecesor común simiesco a los humanos por un lado, y a los simios actuales por el otro. Durante casi 50 años y basados en fragmentos mandibulares y unos pocos dientes, los paleoantropólogos insistieron en que Ramapithecus (o Sivapithecus), que vivió hace 16,6-5,3 millones de años, era un intermediario entre simios y humanos. Sin embargo, ahora se cree generalmente que es un antepasado del orangután, aunque se considera "desconcertante" el hecho de que Sivapithecus estaba parcialmente adaptado para vivir en el suelo mientras que el orangután habita en los árboles (6). Otra criatura que una vez fue propuesta como "eslabón perdido" es Oreopithecus ("mono del pantano") que vivió hace 11,6 a 3,6 millones de años, pero desde entonces ha sido relegado. El paleontólogo David Pilbeam comentó: "Oreopithecus ha tenido una historia bastante accidentada y fue descrito como un mono, simio, homínido ¡e incluso un cerdo!" (7). 

Antes del auge en la genética evolutiva, las estimaciones para la fecha de división entre los homininos y otros simios oscilaban en una antigüedad entre 4 y 30 millones de años y la mayoría de los expertos en fósiles escogió una fecha intermedia. Sin embargo, desde principios de los años sesenta se han desarrollado varias técnicas moleculares para determinar cuándo dos especies compartían un antepasado común, e implican la cuantificación en la cantidad de diferencia entre moléculas o proteínas particulares en las dos especies, junto con la tasa de evolución en la molécula implicada (que se supone es constante). A menudo los diversos "relojes moleculares" se calibran sobre la base de una fecha de 30 millones de años para la supuesta separación entre los monos del Viejo Mundo y los hominoides, una estimación basada en "evidencia fósil" y datación radiométrica (8). 

Estos estudios llevaron a la conclusión de que los simios africanos y los humanos divergieron hace aproximadamente 6 u 8 millones de años, y algunos dan una fecha más reciente de 4 millones o tan elevada como 10 millones de años dependiendo de qué regiones del genoma son comparadas. Uno de los investigadores participantes incluso declaró que "ya no tenemos la opción de considerar como homínido un fósil con más de unos ocho millones de años, ¡sin importar cómo luzca!" (9). Después de mucho debate polémico, los paleoantropólogos han aceptado esta escala de tiempo reducida para la evolución humana, pero como señala Chris Stringer: "Sigue siendo incierta la naturaleza exacta del último antepasado común que compartimos con los chimpancés" (10).