25 de febrero de 2022

La telepatía o transferencia de pensamiento


Siempre ha intrigado a los investigadores cómo el cerebro de una persona procesa rápidamente el significado y entiende lo que otro individuo intenta transmitir en las llamadas sesiones de “lluvia de ideas” (brainstorming), donde los sujetos hablan sobre una variedad de temas. El psicólogo Jos Van Berkum del Instituto Max Planck (Países Bajos) ha tratado de descifrar cómo nuestro cerebro convierte los sonidos aparentemente aleatorios en oraciones con un significado claro. Se cree que el oyente es capaz de procesar el sentido conociendo el tema de la conversación, y también porque el cerebro tiende a anticipar lo que la otra persona está a punto de decir, relacionándolo con lo que el hablante ya declaró (“The Times of India”, 22 de febrero de 2009).

Todos nos comunicamos telepáticamente todo el tiempo, pero la mayoría de las veces tanto el remitente como el receptor del mensaje no están conscientes de ello. A menudo sucede que otra persona habla de un asunto sobre el cual estábamos pensando; también podemos pensar o hablar acerca de otro, y en ese momento aparece inesperadamente, o de igual manera pasa que escribimos o tenemos la idea de escribir a alguien y nos llega su mensaje. Tales ocurrencias son tan comunes y frecuentes que no podríamos descartarlas como meras "coincidencias".

La telepatía es la comunicación de pensamiento o idea de una mente a otra a cualquier distancia y constituye una facultad natural. Entre las aves y los animales en general, la telepatía se realiza instintivamente, mientras que nosotros la utilizamos todos los días en la vida común al relacionarnos con los demás. Cada pensamiento produce una imagen y asimismo la telepatía está estrechamente relacionada con la clarividencia o capacidad de ver imágenes en la luz astral o la mente de otros con ayuda de los sentidos internos. Precisamente William Judge sostuvo que es mediante este poder de clarividencia que podemos transmitir a otra persona cualquier idea. En su artículo "Psychopathological Aspects of Telepathy", aparecido en las Actas de la Sociedad para la Investigación Psíquica (S.P.R.) en noviembre de 1940, el doctor Hans Ehrenwald menciona el caso de una niña lituana de diez años con retraso mental y que poseía el poder de leer el pensamiento en un grado notable. La muchacha no podía leer siquiera el texto más simple, pero si había algún profesor cerca leyendo un libro ligeramente o incluso sin hacer un sonido, entonces la niña también "leía" el texto sin errores. Lo más sorprendente es que ella podía percibir cualquier texto leído por otra persona y no sólo en lituano, sino también en alemán, francés, inglés o latín.

En lugar de recoger las imágenes-pensamiento desde otra mente, es posible percibirlas de la luz astral o depósito/repositorio común de todos nuestros pensamientos, actos y sentimientos. Un ejemplo muy notable sobre el ejercicio inconsciente de la lectura del pensamiento o en la luz astral fue citado en la revista “Theosophy” para octubre de 1926 y que narraba la experiencia de un conocido periodista canadiense quien, como joven reportero del “Toronto Globe”, había "inventado” una historia sobre un tesoro perdido en Alaska. En lo que a él se refería, sabía que sólo estaba contando algo ficticio, pero para su sorpresa la historia resultó ser correcta en su totalidad.

Una persona que considera la telepatía como mera superstición no podrá ejercer este poder; sin embargo, es posible llevar este arte a la perfección y ejercer esta capacidad contra los obstáculos y la distancia. El fundamento de la telepatía es que si dos mentes vibran o se alteran en el mismo estado pensarán igual, es decir, recibirán la impresión enviada por la otra: "Cuando dos mentes están relacionadas en simpatía y se afinan los instrumentos [cerebros] -a través de los cuales funcionan- para responder magnética y eléctricamente entre sí, habrá transmisión voluntaria de pensamientos de una a otra" (“La Clave de la Teosofía”, p. 289).

Se han realizado varios experimentos para validar la comunicación telepática. En una prueba sobre adivinación de cartas se utiliza un mazo de tarjetas marcadas con imágenes o números [llamadas también “cartas Zener”] donde una persona toma una lámina y trata de transmitir su pensamiento al “adivinador”, y entonces estas conjeturas se registran y comparan con el orden de las cartas reales. También se han llevado a cabo experiencias similares por individuos alejados unos de otros; por ejemplo, en el caso de una mujer que vive en Melbourne y otra en Sydney se realizaron pruebas telepáticas durante varios meses y la cantidad de conjeturas correctas fue pequeña al principio, pero llegó a ser muy alta al final del experimento. Todos los días por la mañana, durante cinco minutos, una persona "enviaba" pensamientos mientras la otra "recibía", y luego durante los siguientes cinco minutos el "receptor" se convirtió en "remitente" y la otra parte percibía. Durante cuatro días completos una de las mujeres “mandaba” (o trataba de transmitir) la imagen de una rosa roja a su compañera. Se registró que el primer día la receptora no podía adivinarlo, pero en la jornada siguiente registró el color rojo, el tercer día una flor que parecía “rosada” y en el cuarto declaró que era una "rosa roja".

Algunos de estos experimentos fueron realizados durante 1940 por M. Warcollier, un ingeniero químico francés, y sugirió que para enviar un mensaje de forma telepática el remitente debería pensar intensamente; de igual manera ayudaría en esto que el receptor intentara “ir en su imaginación” hacia el remitente utilizando fotografías, cartas u otros objetos que pertenezcan al destinatario, lo cual contribuiría a crear una "atmósfera telepática".

Dos personas en acuerdo simpático son como dos recipientes conectados. En 1952 y al escribir para una columna en “The Times of India”, el doctor J.B. Rhine de la Universidad de Duke (EE.UU.) mencionó varios casos de telepatía sorprendentemente espontáneos. Una mujer que jugaba a las cartas en una agrupación se levantó en medio de la partida y llamó a su sirvienta para saber sobre la seguridad de su bebé; en ese mismo momento, la criada estaba rescatando al bebé de ser estrangulado. En cada una de estas situaciones, obviamente hubo una fuerte simpatía psíquica que existía como “línea telegráfica” que llevaba impresiones de una persona a otra. Un Maestro de Sabiduría escribe:

“A medida que el agua en un tanque lleno se vuelca hacia uno vacío con el que está conectado, y como el nivel común se alcanzará tarde o temprano de acuerdo con la capacidad que tenga la tubería de alimentación, así también fluye el conocimiento del adepto al chela; y éste alcanza el nivel del adeptado según sus capacidades receptivas”.

En el artículo titulado “A Psychic Warning”, Helena Blavatsky menciona el caso de una persona muy cercana a un amigo y ambos decidieron visitar un lugar determinado durante las vacaciones, pero por alguna razón no se concretó ya que dicho amigo debía concurrir a otro lugar. Mientras se separaban, aquél dijo a esta persona: "Aunque me halle físicamente ausente, estaré contigo en pensamiento y espíritu". En cierto momento de sus vacaciones, el individuo se sintió deprimido y tuvo una necesidad irresistible de visitar el lugar donde estaba su amigo, pero cuando llegó al sitio descubrió que él había muerto. Blavatsky escribe: "La causa de este fenómeno particular debe buscarse en la influencia oculta ejercida por la voluntad activa de una persona sobre la de otra, siempre que la volición de ésta última se halle en un momento de descanso o estado de pasividad". En la historia ya referida, lo que jugó el rol importante fue la afinidad entre los involucrados y también la intensidad del pensamiento de la persona moribunda que podría dominar la mente de la otra. Pero la telepatía también podría tener lugar entre dos individuos que no comparten un vínculo profundo o siendo sólo conocidos. William Judge lo expresa así:

“Para comunicarse con otra mente a cualquier distancia, el Adepto sintoniza con todas las moléculas del cerebro y todos los pensamientos de la mente para vibrar al unísono con aquélla a ser influenciada, y así esa mente o cerebro también se adapta voluntariamente al mismo unísono o cae en él con igual modalidad” (“El Océano de la Teosofía”, p. 148).

También podría existir una relación de simpatía entre vivos y muertos, con la consiguiente transferencia de impresiones. En ocasiones un médium puro y no pagado (sensitivo puro) puede ascender al plano de Devachan para permanecer en contacto y mantener la comunicación con los Egos que residen allí. En "Fragments of Occult Truth" (reimpreso en “The Theosophical Movement”, vol. 24) se afirma que "estar en armonía (...) es simplemente una identidad de vibración molecular entre la parte astral del sensitivo encarnado y el componente astral de la personalidad desencarnada”. Cuando se establece la identidad de las vibraciones moleculares durante un breve periodo, el médium se convierte en la personalidad difunta y escribe en su estilo, usa su lenguaje y tiene sus mismos pensamientos. En esos momentos los sensitivos pueden creer que el espíritu de la entidad difunta ha descendido a nuestro plano físico, pero en realidad "son simplemente sus propios espíritus que, estando en sintonía correcta con los demás, por el momento se encuentran mezclados con ellos".

Antes que la mente del hombre estuviera completamente desarrollada, la comunicación se hacía por medio de la transferencia de pensamiento. Se dice que cuando pensamos intensamente en hacer un buen trabajo, pero somos incapaces de hacerlo nosotros mismos, nuestro fuerte deseo golpearía como Vulcano a otros corazones en el mundo y de pronto otra persona puede hacer lo que deseamos. En “Notes on the Bhagavad-Gita”, Judge afirma que cuando en India se necesita ayuda para algunos orfanatos se reza a un dios patrón y llega dicha asistencia. Lo que sucede en estas experiencias es que la fe fuerte y constante lleva los pensamientos de la plegaria a las mentes receptivas y así son compelidas a la acción.

Es correcto que la investigación científica impersonal ponga a prueba la capacidad de alguien para leer la mente con el consentimiento y la cooperación de esa persona, pero otro objetivo muy diferente es descifrar la mente de otro sin su permiso o intentar imponer nuestro pensamiento para influir en otra mentalidad. Mientras no estemos libres de las debilidades humanas, tratar de usar telepatía conscientemente sería peligroso porque es probable que tengamos una tentación casi irresistible para entrometernos en la mente de otro por curiosidad o hacer una sugerencia psíquica. Incluso es indeseable enviar una idea potente a una persona en particular, pedirle que llame o concentre sus pensamientos en ella para hacerle volver la mirada. Blavatsky advierte sobre el particular en estos términos:

A menos que la 'sugerencia' hecha sea sólo para el bien del sujeto y completamente despojado de cualquier motivo egoísta, una sugestión por pensamiento es un acto de magia negra aún más cargado de malas consecuencias que una recomendación hablada”.

Incluso si un Maestro desea enviar algún mensaje importante a un discípulo, generalmente es éste quien pone su mente en pasividad receptiva. En la “telegrafía mental” las imágenes de figuras geométricas y otras son enviadas por un cerebro activo (por ejemplo, el de un adepto) a lo largo de corrientes psíquicas al cerebro receptor (de un chela). Para producir un vínculo mental perfecto e instantáneo, es esencial una concentración cercana por parte del remitente y una completa pasividad receptiva en quien percibe el mensaje.

Del mismo modo, un adepto puede dirigir su visión y oído internos a la mente para que lo vea, y de inmediato se da cuenta de los pensamientos de otro. William Judge señalaba que sólo un pícaro se entrometería en mentes ajenas sin permiso, pero nunca un adepto. Nadie tiene el derecho de observar las ideas de otra y sustraer sus secretos, ya que eso equivale a un robo en un plano mental y psíquico, sólo que mucho peor. Análogamente a la regla en el plano material que reza “no debes robar", la norma en el plano psíquico prohíbe que nos apropiemos de las reflexiones ajenas. Si tenemos ese poder, no debemos tratar de influir o echar mano de otra persona que no esté protegida, y si descubrimos que estamos a punto de develar los secretos de otro, debemos retirarnos de inmediato y no continuar con el proceso. Incluso si resulta que se trata de un discípulo, es un mal uso de esa facultad y la perdería: 

Porque la naturaleza tiene sus leyes y policías, y si cometemos delitos graves en el mundo Astral, la gran Ley y sus guardianes -para quienes no es posible el soborno- ejecutarán la pena sin importar cuánto tiempo esperemos, aunque tengan que pasar diez mil años” (“El Océano de la Teosofía”, p. 149).

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NANGTA (el Desnudo) solía instruirme sobre la naturaleza de Satchidananda Brahman. Él diría que es como un océano infinito: tiene agua en todas partes, a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo; es agua envuelta en agua. Es el Agua Inmóvil de la Gran Causa, y las olas brotan cuando está activa. Sus movimientos son la creación, preservación y destrucción, y también Brahman está más allá de la mente y el habla. Una muñeca de sal entró en el océano para medir su hondura, pero no volvió para contarnos lo profundo que estaba, pues se deshizo en él” (Sri Ramakishna). 

(“The Theosophical Movement”, mayo 2009).