Por David Pratt
Mayo 2004, última revisión enero 2019
04. El registro fósil
-El "secreto comercial" revelado
04. El registro fósil
A nivel científico se suelen distinguir cinco reinos en la naturaleza: procariotas (arqueas, bacterias) protistas (microorganismos con núcleos celulares), plantas, hongos y animales; cada reino está dividido en filos, los que su vez se categorizan en clases, órdenes, familias, géneros y especies. Los filos mejor conocidos de animales incluyen a cnidarios (corales, medusas), moluscos (almejas, caracoles, calamares), equinodermos (estrellas y erizos de mar), esponjas, artrópodos (trilobites, insectos, cangrejos), anélidos (lombrices de tierra, sanguijuelas) y cordados (todos los vertebrados, comprendiendo a reptiles, peces y mamíferos).
Los humanos están asignados al reino animal, filo cordata, subfilo vertebrados, clase mamíferos, orden primates, familia Hominidae, género Homo y especie sapiens.
El "secreto comercial" revelado
Darwin visualizaba que una especie se transformaba lentamente en una nueva y que daba origen a otra hasta que al fin no sólo se producían individuos nuevos pertenecientes al mismo grupo, sino que evolucionaban distintos géneros, familias, órdenes, clases, filos y finalmente reinos de organismos, pero en la actualidad el registro fósil echa por tierra este modelo de "gradualismo filético".
Stephen J. Gould afirmaba que "la evidencia fósil, con sus abruptas transiciones, no ofrece apoyo para el cambio gradual" y que "la extrema rareza de las formas transicionales en este repertorio persiste como el secreto comercial de la paleontología" (1). En su opinión, por ahora es completamente insostenible la racionalización darwinista de que los sesgos se deban a la "extrema imperfección" de dicho registro, señalando que las transiciones preservadas "a menudo se encuentran en el registro fósil", pero "no son comunes", y agregó que "es indignante ser citado una y otra vez por los creacionistas (...) al admitir que el registro rocoso no incluye formas transicionales que generalmente están ausentes a nivel de especie, pero que son abundantes entre los grupos más grandes" (2); de esta forma, Gould planteaba un conflicto sobre la prevalencia de secuencias matizadas. Si bien algunos evolucionistas clasifican muchas especies como "transicionales" y son capaces de reunir unas cuantas secuencias fósiles más o menos progresivas, esto no cambia el hecho de que hay enormes brechas en el inventario. Eugene Koonin lo plantea de la siguiente manera:
"Las mayores transiciones en la evolución biológica muestran el mismo patrón de aparición repentina de diversas formas en un nuevo nivel de complejidad. Las relaciones entre grupos mayores dentro de una nueva clase emergente de entidades biológicas son difíciles de descifrar y no parecen ajustarse al patrón arbóreo que, siguiendo la propuesta original de Darwin, permanece como la descripción dominante de la evolución biológica. Los mejores casos incluyen el origen de las moléculas complejas de ARN y los plegamientos de proteínas; grupos mayores de virus; arqueas y bacterias, y los principales linajes en cada uno de estos dominios procarióticos; supergrupos eucariotas y filos animales. En cada uno de estos eslabones pivotales en la historia de la vida, los principales 'tipos' parecen surgir rápido y completamente equipados con las características del nuevo nivel respectivo de organización biológica, y no se detectan 'grados' o formas intermedios entre tipos diferentes" (3).
Fig. 4.1. El "árbol de la vida" tradicional presupone un único ancestro común. Actualmente, los darwinistas creen que la vida pudo haber surgido múltiples veces y que la evolución ha producido un "arbusto" u "orquídea" en lugar de un árbol (4).
Se estima que al presente 20 ó 30 millones de especies están vivas, aunque menos de 2 millones de ellas han sido documentadas en la literatura profesional. Más del 99% de las especies que han existido alguna vez está extinto (unos 200 millones de individuos), pero sólo unas 150.000 especies de organismos desaparecidos hasta ahora han sido catalogadas sobre la base de evidencia fósil (5). Puesto que la erosión ha destruido el 90 ó 99% de las rocas sedimentarias en las que podrían haber existido fósiles preservados, ciertamente el material de este tipo es incompleto; sin embargo, los vestigios ya encontrados ofrecen una buena muestra al azar de todas las criaturas que han existido, pues hasta donde concierne a los vertebrados terrestres cerca del 98% de órdenes vigentes y el 79% de las familias vivas han sido hallados en forma fosilizada (6), pero no vemos especies que se transforman en otras completamente diferentes cuando trazamos su genealogía en el tiempo.
Si el gradualismo filético fuera cierto, las especies debieran experimentar modificaciones constantes y podríamos encontrar muchos fósiles del número "inconcebiblemente grande" de formas transicionales que Darwin admitió que necesitaba su teoría. Por ejemplo, si los peces evolucionaron en anfibios hallaríamos formas intermedias que evidenciaran la transición gradual de aletas en extremidades y las escamas de peces en piel anfibia (que más tarde se transformó en escamas reptilianas), y si la transición requirió muchos millones de años durante los cuales cientos de millones de formas transicionales deben haber vivido y muerto, por ende muchas de ellas ya habrían sido descubiertas. De forma similar, si los reptiles evolucionaron en pájaros, se verían fósiles que mostrasen la transición gradual de los miembros posteriores de los reptiles ancestrales en las alas de un ave y la transformación escalonada de escamas en plumas, miembros posteriores en patas de agarre, cráneo reptiliano en aviar, etc., pero como dice Gould:
"La ausencia de material fósil para las fases intermedias entre las mayores transiciones del diseño orgánico, y por supuesto nuestra incapacidad (incluso en la imaginación) de construir eslabones funcionales en muchos casos, ha sido un problema fastidioso y persistente para las explicaciones gradualísticas de la evolución" (7).
Gould afirma que la historia de muchas reliquias biológicas incluyen dos rasgos particularmente inconsistentes con el gradualismo:
1. Estasis. Muchas especies no exhiben cambio direccional durante su presencia en la Tierra y aparecen en el repertorio fósil con la misma apariencia que cuando desaparecieron, por lo que el cambio morfológico usualmente es limitado y sin dirección.
2. Aparición repentina. En cualquier área local, una especie no surge gradualmente por la transformación estable de sus antecesores, pues aparece de una sóla vez y "completamente formada" (8).
Fig. 4.2. En este diagrama ancestral de dinosaurios todas las líneas azules y punteadas refieren a fósiles inferidos, es decir, que nunca han sido descubiertos (9). En otras palabras, todas las especies conocidas de dinosaurios representan sólo las ramas en el supuesto "árbol" o "arbusto" evolutivo, y los darwinistas no pueden ofrecer un solo ejemplo convincente de una secuencia ancestral para los dinosaurios.
Según Stephen Hanley, "el registro rocoso no documenta convincentemente una sola transición de una especie a otra"; Ernst Mayr observa: "No hay evidencia clara de transiciones de una especie a un género diferente, para la 'aparición gradual' o cualquier novedad evolutiva" (10), mientras que Eldredge escribe:
"Muchas familias, órdenes, clases y filos aparecen más bien repentinamente en la evidencia fósil, a menudo sin formas anatómicamente intermedias que interrelacionen de modo escalonado a taxones de descendientes derivados por evolución [grupos de organismos] con sus presuntos ancestros" (11).
Es significativo observar que los sesgos en el testimonio fósil sean más grandes mientras más alto sea el nivel taxonómico, incluso si de acuerdo a la teoría darwinista frecuentemente deben haber existido más formas transicionales en niveles mayores; por ejemplo, los caballos pertenecen a la familia Equidae (orden Perissodactyla), mientras que los osos se agrupan en la familia Ursidae (orden Carnivora). Según el darwinismo estándar, la divergencia entre órdenes como osos y caballos debiera haber tomado mucho más tiempo y dejado más fósiles que los cambios menores subsecuentes entre ambas especies, pero como puntualizan Hoyle y Wickramasinghe, la evidencia indica otra cosa, y este es el caso no sólo en los mamíferos, sino para todas las clases de animales.
"Las pequeñas divergencias están a la vista y las grandes están ausentes. No vemos que haya individuos mitad oso o mitad caballo, e incluso dentro de un solo orden las familias siguen siendo invariablemente distintas unas de otras. Por ejemplo, el orden Carnivora incluye a perros y gatos, y es obvio que no observamos ninguna evidencia de especímenes mitad gato y mitad perro" (12).
Como dice Jeffrey Schwartz: "La verdad del asunto es que todavía estamos en la oscuridad acerca del origen de muchos grupos mayores de organismos. Aparecen en el registro fósil como Atenea salió de la cabeza de Zeus, completamente desarrollados y con muchas ganas de empezar (...)" (13).
En 1977 Gould y Eldredge revisaron casos de supuesto gradualismo filético incluyendo varios ejemplos estándar impartidos a estudiantes por décadas y las encontraron insatisfactorias o derechamente falsas (15). Como sostiene Stanley, "las pruebas fosilizadas conocidas no documentan un sólo ejemplo de evolución filética (gradual) que cumpla una transición morfológica mayor, y de aquí que no ofrezcan evidencias de que el modelo gradualístico pueda ser válido" (16).
Gould reconoce que los pequeños cambios graduales observados en el registro rocoso son tan pequeños que no pueden ser extrapolados razonablemente a una evolución de gran escala:
"Las especies bien representadas usualmente permanecen estables a través de su rango temporal, o se alteran tan poco y en maneras tan superficiales (a menudo sólo en tamaño) que la extrapolación de un cambio observado en fases más largas de tiempo geológico posiblemente no podría producir las extensas modificaciones que marcan los senderos evolutivos generales hacia grupos más grandes. La mayor parte del tiempo, cuando la evidencia es mejor, no sucede mucho con la mayoría de las especies" (17).
Peter Williamson agrega que "el neodarwinismo convencional (...) ha fallado en predecir la extendida estasis morfológica de largo plazo, ahora reconocida como uno de los aspectos más asombrosos del registro fósil" (18). En promedio, las especies de plantas o animales tienden a extinguirse después de unos 4 millones de años, pero algunas criaturas han durado por mucho más tiempo sin sufrir algún cambio significativo, aunque se podría esperar que la deriva genética accidental alterase las apariencias incluso sin presiones adaptativas. Por ejemplo, noventa clases de cianobatcerias (algas azulverdosas) han sobrevivido con pequeños cambios por cerca de mil millones de años, y los trilobites que entraron en escena a comienzos del Cámbrico tuvieron pocos cambios por 300 millones de años, mientras que los crustáceos marinos han seguido tal cual durante 10 ó 14 millones de años. También las nuevas especies de foraminíferos que aparecieron en el Cenozoico temprano comúnmente fueron capaces de sobrevivir sin transformación alguna por al menos 20 millones de años más.
Algunos vertebrados existentes nunca han evidenciado cambios evolutivos durante el periodo de una especie en al menos 100 millones de años. El Triops, un anostráceo común de agua dulce, difiere de los especímenes preservados en rocas de 180 a 200 millones de años de antigüedad sólo en haber crecido ligeramente más desde esa época, y además el celacanto y los peces pulmonados parecen haber seguido intactos incluso pasados 300 millones de años, periodo dos veces más largo que la era de los dinosaurios. El braquiópodo Lingula es un verdadero "fósil viviente" que permaneció esencialmente sin transformaciones durante 450 millones de años, y el lagarto tuátara muestra pequeños cambios desde el Mezosoico temprano, hace unos 200 millones de años. El 84% de las familias de insectos actualmente vivas existió hace 100 millones de años, pero también resistieron el cambio evolutivo, y por su parte, los mamíferos europeos ahora existentes se han mantenido igual durante el último millón de años.
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Eón Fanerozoico Comienzo (años AP) Era Cenozoica Período Cuaternario: Holoceno 11.700 Pleistoceno 2.588.000 Periodo Terciario: Plioceno 5.333.000 Mioceno 23.030.000 Oligoceno 33.900.000 Eoceno 56.000.000 Paleoceno 66.000.000 Era Mesozoica Cretácico 145.000.000 Jurásico 201.300.000 Triásico 252.170.000 Era Paleozoica Pérmico 298.900.000 Carbonífero 358.900.000 Devónico 419.200.000 Silúrico 443.400.000 Ordovícico 485.400.000 Cámbrico 541.000.000 Eón Proterozoico 2.500.000.000 Eón Arcaico 4.000.000.000 Eón Hadeico 4.600.000.000
Referencias
1. Stephen Jay Gould, The Panda’s Thumb, London: Penguin Books, 1990 (1980), p. 150, 156.
2. Stephen Jay Gould, "Evolution as fact and theory", Discover, mayo 1981, p. 34-7, stephenjaygould.org.
3. Eugene V Koonin, "The Biological Big Bang model for the major transitions in evolution", Biol Direct, 2:21, 2007, ncbi.nlm.nih.gov.
4. John D. Morris and Frank J. Sherwin, The Fossil Record: Unearthing nature’s history of life, Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2010, p. 19.
5. Lynn Margulis y Dorion Sagan, Acquiring Genomes: A theory of the origins of species, New York: Basic Books, 2002, p. 52.
6. Michael Denton, Evolution: A theory in crisis, Bethesda, MA: Adler & Adler, 1986, p. 190.
7. Citado en ibídem, p. 303.
8. The Panda’s Thumb, p. 151.
9. "Dinosaur", Encyclopaedia Britannica, CD-ROM 2004.
10. Citado en Darwin’s Creation-Myth, Venice, FL: P&D Printing, 1994, p. 18.
11. Citado en Walter J. ReMine, The Biotic Message: Evolution versus message theory, Saint Paul, MN: St. Paul Science, 1993, p. 304.
12. Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, Our Place in the Cosmos: The unfinished revolution, London: J.M. Dent, 1993, p. 135.
13. Jeffrey H. Schwartz, Sudden Origins: Fossils, genes, and the emergence of species, New York: John Wiley, 1999, p. 3.
14. Evolution: A theory in crisis, p. 173; Our Place in the Cosmos, p. 134.
15. Alec Panchen, Evolution, London: Bristol Classical Press, 1993, p. 162-3.
16. Citado en Evolution: A theory in crisis, p. 182.
17. Citado en The Biotic Message, p. 305.
18. Peter G. Williamson, "Morphological stasis and developmental constraint: real problems for neo-Darwinism", Nature, vol. 294, 1981, p. 214-5.