10 de febrero de 2022

Diseño y evolución de las especies (8 de 18)

David Pratt
Mayo 2004, última revisión enero de 2019


Contenido:
 
-Especies transicionales


Especies transicionales

Aunque no aparecieron las miríadas de formas intermedias que Darwin esperaba presentar, aún existen numerosas especies que muchos darwinistas catalogan como "transicionales".

Automáticamente se presume que cualquier especie que combine rasgos de dos grupos más o menos sucesivos de organismos pertenece a una serie de formas intermedias que relaciona a ambos, y se considera que la gran mayoría de especies "transicionales" poseen demasiados rasgos especializados para ser "verdaderos" antepasados y son clasificadas como "parientes cercanos" de los ancestros reales que todavía están perdidos. En el registro rocoso nunca se han encontrado criaturas con claros rasgos a medio terminar o mutantes con características no funcionales, y aún así las tan invocadas mutaciones accidentales debieran haber producido innumerables características de este tipo, las cuales posteriormente serían eliminadas por selección natural.

Más del 95% de todos los fósiles son de invertebrados marinos, principalmente moluscos, y el 5% restante pertenece a plantas, mientras que menos del 1% de dichos fósiles son peces, y una cantidad mucho menor representa a animales terrestres. Todos los diversos tipos de invertebrados aparecieron abruptamente en el registro rocoso y no hay pistas de cómo se organizaron a partir de vida unicelular ni señales de evolución gradual de unas en otras. A menudo, los restos muestran especímenes completos, lo cual dificulta que los evolucionistas especulen sobre los "transicionales", y por su parte, los fósiles de plantas, algas y peces tampoco presentan pruebas convincentes de evolución gradual, al tiempo que varias de las especies transicionales presentadas por los darwinistas pertenecen a vertebrados que moraban en tierra. Los individuos fosilizados se representan a menudo por un hueso o restos menores, lo cual significa que las interpretaciones son muy subjetivas y que existe un grave disenso entre los paleontólogos sobre cuáles especímenes calificar como transicionales y a cuál linaje se ajustan (1). 

Fig. 4.5. Se presume que los peces de aletas lobuladas del Devónico tardío evolucionaron a anfibios tetrápodos (2).

Los darwinistas sostienen que los tetrápodos (animales de cuatro extremidades como anfibios, reptiles, aves y mamíferos) evolucionaron de peces con aletas lobuladas (Rhipidistia) en el periodo Devónico, pero en 1938, pescadores en el Océano Índico llevaron a la superficie un celacanto de aletas lobuladas, pariente vivo de aquella especie prehistórica. Los celacantos aparecieron hace unos 400 millones de años y se los creía extintos hace unos 100 millones, y sobre la base de la evidencia fósil había sido considerado como "eslabón perdido" entre peces y anfibios, pero estas esperanzas se desvanecieron una vez que se pudo examinar la anatomía de un especimen vivo. Los científicos pensaban que los celacantos se arrastraban por el suelo oceánico con aletas lobulares parecidas a extremidades, pero finalmente resultó ser que nadaban, lo que muestra cuán difícil es obtener conclusiones sobre la biología general de los organismos sólo a partir de sus remanentes de esqueleto, y de esta forma, el celacanto es sólo otra ramita periférica en el supuesto "árbol de la vida". El dipnoo, otro tipo de pez con aletas lobulares, tiene extremidades, branquias y un intestino que contiene una válvula espiral como cualquier otro pez, pero sus pulmones, corazón y estado larvario son los de un anfibio. Aunque tenga una mezcla de rasgos de pez y anfibio, realmente las características individuales no son transicionales en ningún sentido entre ambos tipos y ya no se considera como ancestro de los tetrápodos. 


Fig. 4.6. Ichthyostega, uno de los primeros tetrápodos, bajo un presunto pez ancestro (Eusthenopteron) (3). Ichthyostega, un laberintodonto, combina cola y branquias parecidas a un pez con cráneo y miembros anfibios, pero como Acanthostega era predominantemente acuático. Acanthostega tenía ocho dedos, mientras que Ichthyostega tenía siete.

El siguiente candidato para el vínculo perdido entre la vida marina y terrestre era Eusthenopteron, un pez de aletas lobuladas que comparte varios rasgos con los tetrápodos más antiguos conocidos. Solía ser representado internándose en tierra, pero ahora se piensa que era estrictamente acuático y un depredador de aguas poco profundas. En el último tiempo, los elpistostégidos como Panderichthys y Tiktaalik (fig. 4.5) han sido presentados pomposamente como ancestros cercanos de los tetrápodos, siendo bautizados como "pescápodos"; dichas especies tenían aletas pares, más que miembros y patas reales, y eran capaces de una locomoción muy limitada. Luego de su descubrimiento en 2006, Tiktaalik fue presentado como el ancestro más cercano de los tetrápodos porque sus aletas pectorales (frontales) tenían rasgos similares a una cadera con huesos radiales. Sin embargo, algunos científicos han decidido que las aletas de Panderichthys son más parecidas a las de un tetrápodo, incluso si se había dicho previamente de esta especie que arrrojaba poca luz sobre el origen de los rasgos principales del cráneo, extremidades y esqueleto axial de los primeros animales de cuatro patas. Panderichthys tenía un "manubrio frontal", es decir, que sus aletas delanteras eran más grandes y más poderosas que las traseras, pero los primeros tetrápodos tenían "tracción posterior", y de esta forma los darwinistas esperaban hallar un fósil que ilustrara el surgimiento de la propulsión de extremidades posteriores en el intervalo entre Panderichthys y Acanthostega. Para colmo, se determinó que Tiktaalik era más un animal de "manubrio delantero" que Panderichthys (4). Un problema adicional es que los fósiles de elpistostégidos más antiguos fueron datados en 386 millones de años, pero el descubrimiento de huellas y restos mucho anteriores ha trasladado la aparición de los primeros animales terrestres a 395 millones de años atrás (5). 

Fig. 4.7. Aletas de peces con rayos finos de Eusthenopteron, Panderichthys y Tiktaalik comparadas con la extremmidad tetrápoda de Acanthostega. Supuestamente los huesos radiales en las aletas evolucionaron en dedos tetrápodos, pero todavía existe un gran vacío que completar (6).

Ciertamente hay un grado de continuidad entre los peces de aletas lobuladas y los primeros tetrápodos; por ejemplo, tanto Acanthostega como Ichthyostega "retienen la forma de pez, y aparentemente mantuvieron branquias internas, una línea sensorial lateral en el cuerpo (como en los peces) y tienen una clase de cola-aleta, aunque en forma diferente" (7). Sin embargo, todavía existen grandes discontinuidades concernientes a la supuesta transformación de aletas en miembros y el desarrollo de la locomoción terrestre. Como ilustración, el registro fósil no documenta cómo una pelvis u hombro funcionales evolucionaron gradualmente en la transición de peces a los primeros anfibios, y los restos de cartílago o hueso presentes en las aletas de algunos peces están empotradas débilmente en el músculo y no se conectan a la columna vertebral. Los tetrápodos devónicos muestran un mosaico de adaptaciones terrestres y acuáticas, pero es difícil considerarlos como ancestros "verdaderos" de criaturas posteriores; a modo de pauta, Ichthyostega es descrito como "un animal muy extraño" y "una mezcla curiosa de rasgos, algunos de ellos primitivos, pero otros especializados y únicos"; los hombros de los tetrápodos primitivos "obviamente no se hallan a medio camino en la estructura entre aquéllos de los peces y los últimos tetrápodos", aunque poseen "algunos rasgos únicos y otros inesperados" (8).

Seymouria, laberintodonto similar a un reptil de comienzos del Pérmico, es un intermediario "promocionado" comúnmente para anfibios y reptiles. En términos de características puramente esqueléticas parecería ser una transición convincente, pero hay un serio problema: la principal diferencia entre los anfibios y los reptiles yace en sus sistemas de reproducción, pues los anfibios ponen huevos en el agua y sus larvas experimentan una compleja metamorfosis (como un renacuajo) antes de alcanzar la fase adulta; en cambio, los reptiles se desarrollan dentro de un huevo revestido de una dura cáscara y son réplicas perfectas de los adultos en la primera aparición, y así los problemas para concebir la evolución gradual del huevo reptiliano son inmensos. No obstante, la evidencia fósil sugiere que Seymouria era totalmente anfibio en su sistema reproductivo, y una dificultad adicional es que Seymouria aparece en el registro rocoso hace unos 30 millones de años después que los verdaderos reptiles más antiguos, Hylonomus y Paleothyris (9).

Peripatus, un pequeño organismo similar a una oruga, es sugerido en ocasiones como intermediario entre gusanos anélidos y artrópodos, pero nuevamente las estructuras orgánicas no son estrictamente transicionales entre ambos. Por ejemplo, sus sistemas circulatorio y respiratorio son típicamente artrópodos en el diseño básico, mientras que los sistemas nervioso y excretor son como aquéllos de muchos gusanos anélidos. Peripatus es realmente una pléyade de características bosquejadas de dos grupos distintos, como es el dipnoo y también el ornitorrinco o monotrema, que es reptiliano por el hecho de poner huevos y completamente mamífero al poseer pelo, glándulas mamarias y tres huesos auriculares. Denton opina al respecto que:

"(...) presentan poca evidencia para creer que un tipo de organismo se haya convertido en otro (...) Entre los dipnoi y los anfibios, monotremas y reptiles, y entre Peripatus y los artrópodos, hay vacíos enormes que no están cubiertos por alguna forma transicional" (10).

Usualmente se afirma que la transición de reptiles mammaliaformes a mamíferos en el Triásico es el caso mejor documentado de macroevolución en el registro fósil. No obstante, la "secuencia" desde los pelicosaurios a los terápsidos y a los mamíferos contiene muchos sesgos que los neodarwinistas piensan que algún día estarán completados por nuevos descubrimientos de fósiles. Los rasgos mamíferos a veces aparecen, desaparecen y luego resurgen; en ocasiones emergen fuera de secuencia y otros surgen independientes -y "por accidente"- en diferentes linajes (11). Algunos investigadores declaran que, sobre la evidencia fósil actual, es improbable que los pelicosaurios evolucionaran a terápsidos, pero uno de los seis órdenes de terápsidos (los cinodontos) paulatinamente adquirieron ragsos mamíferos, y una rama de este grupo pudo haber evolucionado a los morganucodontes, un orden extinto de primitivos mammaliaformes, aunque todavía ningún grupo del Mesozoico puede ser identificado como el ancestro de los mamíferos modernos (12). 


Fig. 4.8. Arriba: la ballena y algunos de sus supuestos ancestros, dibujados a escala. Debajo: dos especies supuestamente intermedias (13).

Las ballenas (mamíferos marinos con dieta carnívora) aparecieron abruptamente a comienzos del Cenozoico, y Darwin hipotetizó que se crearon a partir de los osos. Los evolucionistas posteriores han propuesto varios otros ancestros: mesoniquios (carnívoros similares a lobos), hienas (Pachyaena), Sinonyx (criatura parecida a un gato), hipopótamos herbívoros, e Indohyus, un animal herbívoro similar a un ciervo. La transformación habría requerido cambios radicales en la reproducción, respiración y locomoción, pero no existe la menor secuencia fósil que demuestre su ocurrencia. Las especies intermedias sugeridas incluyen a Pakicetus, un terrestre parcialmente adaptado a la vida acuática, clasificado usualmente como ballena primitiva en base a ciertos rasgos de sus dientes y oídos; Ambulocetus, criatura anfibia de 3 metros de largo parecida a un cocodrilo, y Basilosaurus, de 20 mts. y semejante a una anguila, cuyos rasgos, según los evolucionistas más cautos, lo excluyen de ser un verdadero antecesor de las ballenas (14). Cada una de estas formas tiene sus propias características distintivas que deberían perder para ser considerados ancestros o descendientes directos entre sí (15).

Actualmente las aves son clasificadas como un tipo de dinosaurio, y muchos científicos creen que evolucionaron en el periodo Jurásico desde un grupo de saurios con plumas llamados terápodos. No obstante, los dinosaurios ya estaban bastante especializados, y debido a éste y otros problemas algunos expertos piensan que las aves evolucionaron de algún otro grupo de reptiles extintos (16). El antiguo pájaro-dinosaurio Archaeopteryx del Jurásico tardío es ampliamente considerado como pariente cercano del antecesor de las aves modernas, y los especímenes de este pájaro primitivo van del tamaño de un arrendajo azul al de una gallina grande. Archaeopteryx poseía características reptilianas como dientes, una larga cola de lagarto y garras en sus alas, pero también poseía rasgos similares a un ave, como patas de agarre, espoleta y alas totalmente formadas cubiertas no con plumas "primitivas", sino con las del tipo moderno, y en base a ello todavía se discute acerca de cuán bien podía volar. Archaeopteryx alude a un ancestro reptiliano, pero no es conducido por una serie de formas transicionales desde un reptil común terrestre mediante algunos ejemplares paulatinos con plumas cada vez más desarrolladas hasta que se alcanzó eventualmente la condición aviar total. Además, se han hallado trazos fósiles de aves en estratos de mucha más antigüedad, datados en 212 millones de años (Triásico tardío) y también existen restos controversiales de un ave de aspecto más moderno llamado Protoavis ubicados en estratos de fines del Triásico (17).

Fig. 4.9. La pluma es extremadamente liviana y estructuralmente fuerte, toda una maravilla de ingeniería (18). Una sóla pluma de paloma puede tener cientos de miles de barbillas y millones de hamuli.

Existen varias instancias en el registro rocoso donde una transformación morfológica relativamente menor puede ser trazada mediante una serie de formas fósiles, y en este sentido el caso mejor conocido es el caballo. La cadena comienza con el caballo original del tamaño de un perro, llamado Eohippus (Hyracotherium), que vivió hace unos 50 millones de años y tenía cuatro pezuñas en los miembros delanteros y tres en los traseros; luego éste pasó mediante variaciones de tres pezuñas y terminó con el Equus moderno de un casco. No obstante, ahora se admite que la evolución del caballo es mucho más complicada de lo asumido originalmente, pues muchas especies coexistieron con las llamadas "ancestrales", y en lugar de un cambio progresivo en los rasgos ocurrieron muchos retrocesos. Varias especies aparecieron abruptamente y permanecieron sin cambios a través de sus periodos de vida; también surgieron otras que son totalmente inconsistentes con la supuesta "tendencia" general, y los caballos de una y tres pezuñas comúnmente coexistieron en América del Norte (19).

Las diferencias entre Eohippus y el caballo moderno son relativamente triviales, y aún así los dos están separados por 50 millones de años, al menos diez generaciones y un gran número de especies. De esta manera, la serie del caballo enfatiza cuán vasto debe haber sido el número de géneros y especies, en el caso de que realmente todas las diversas formas de vida en la Tierra hubieran evolucionado en la manera gradual que plantean los neodarwinistas, pues según su punto de vista debieron haber innumerables especies transicionales que vinculaban a animales terrestres, ballenas y moluscos o artrópodos, pero apenas dejaron una traza de su existencia en el registro fósil, lo cual parece dar cabida a un modelo saltacionista como la única explicación evolutiva de los sesgos.


Referencias

1. Fred Williams, "Exposing the evolutionist’s sleight-of-hand with the fossil record", enero 2002, evolutionfairytale.com/articles_debates/fossil_illusion.htm; John D. Morris y Frank J. Sherwin, The Fossil Record: Unearthing nature’s history of life, Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2010, p. 129-77.

2. en.wikipedia.com.
3. Michael Denton, Evolution: A theory in crisis, Bethesda, MA: Adler & Adler, 1986, p. 167.

4. Casey Luskin, "The rise and fall of Tiktaalik?", 26 sept. 2008, evolutionnews.org; "Tiktaalik roseae – a missing link?", 2012, earthhistory.org.uk.

5. "Ancient four-legged beasts leave their mark", Science Magazine, 6 enero 2010, news.sciencemag.org.

6. evolutionnews.org.
7. Antony Latham, The Naked Emperor: Darwinism exposed, London: Janus Publishing Company, 2005, p. 76.

8. Citado en Paul Garner, "The fossil record of 'early' tetrapods: evidence of a major evolutionary transition?", Journal of Creation, vol. 17, n° 2, 2003, p. 111-7, creation.com; "The Fossil Record", p. 151-2.

9. Evolution: A theory in crisis, p. 176-7; Jonathan Sarfati, "The links are missing" en Refuting Evolution, creation.com.

10. Evolution: A theory in crisis, p. 110.
11. Ashby L. Camp, "Reappraising the 'crown jewel", Creation Research Society, 1998, trueorigin.org; J. Woodmorappe, "Mammal-like reptiles: major trait reversals and discontinuities", Journal of Creation, vol. 15, n° 1, 2001, p. 44-52, creation.com; James Downard, "A tale of two citations" (crítica de Woodmorappe), junio 2003, talkreason.org; The Fossil Record, p. 154-60; Shaun Doyle, "'Transitional form' in mammal ear evolution – more cacophony", Journal of Creation, vol. 25, n° 3, 2011, p. 42-5, creation.com.

12. "Transitional fossils – the top ten: 3. Reptile to mammal", 2011, earthhistory.org.uk.

13. The Fossil Record, p. 98-9, 101.
14. Ibídem, p. 94-104, 170-3; wikipedia.org/wiki/Evolution_of_cetaceans.
15. Jonathan Wells, Zombie Science: More icons of evolution, Seattle, WA: Discovery Institute Press, 2017, edición Kindle, p. 102.

16. Michael J. Oard, "Did birds evolve from dinosaurs?", Journal of Creation, v. 25, n° 2, 2011, p. 22-31, creation.com.

17. The Fossil Record, p. 86.
18. Evolution: A theory in crisis, p. 203.
19. Duane T. Gish, Evolution: The fossils still say no!, El Cajon, CA: Institute for Creation Research, 1995, p. 189-97; wikipedia.org/Evolution_of_the_horse.