15 de febrero de 2022

Eterometría y gravedad: una introducción

David Pratt, abril de 2005
 
 
Este artículo presenta un breve resumen sobre la teoría eterométrica de gravedad y antigravedad, basada en el Volumen 12A de "Experimental Aetherometry", las primeras seis monografías de "The Gravitational Aether" y una discusión complementaria en "Aetherometry Study Group".
 
 
Contenido:
 
01. Electroscopios y antigravedad 
02. Transformación de masa a longitud 
03. Péndulos gravitacionales
04. Cicloides y gravedad
05. Masa-energía y gravitones
06. Flujo etérico y movimientos celestes
07. Inercia y primera ley de Newton
08. Fuerza centrífuga y tercera ley de Newton
09. Gravedad y antigravedad
10. Correas vs. Spolter
11. Reflexiones finales
 
 
01. Electroscopios y antigravedad

 
Comúnmente los físicos consideran el electroscopio como un instrumento simple y reputado, pero como demuestran Paulo y Alexandra Correa en la primera monografía de "Experimental Aetherometry", este aparato es "uno de los instrumentos más provocativos y poco conocidos disponibles para nosotros en la investigación natural básica". Una vez que se carga el electroscopio, el pan de oro se levanta de la barra conductora como resultado de repulsión electrostática. Por lo general, se dice que el tiempo durante el cual la hoja permanece desviada depende de condiciones ambientales como temperatura, presión y humedad, y en particular la presencia de iones o radiaciones electromagnéticas ionizantes que causan escape de carga en el conductor y la hoja. 
 
La visión ortodoxa es que si el electroscopio se colocara en un vacío perfecto, incluso en presencia de un campo gravitacional, ¡la placa se desviaría indefinidamente!; esta creencia irracional en una fuerza estacionaria que no realiza ningún trabajo, ni siquiera contra la gravedad, resalta lo que los Correa ven como la necesidad de volver a la ciencia básica y corregir conceptos erróneos fundamentales.
 
Todos están de acuerdo en que dicha lámina áurea tiene que actuar contra la gravedad cuando la primera es repelida al comienzo por la barra. A partir de entonces y debido a que esa hoja parece estar prácticamente inmóvil a nivel macroscópico, la física ortodoxa sostiene que no debe realizar ningún trabajo antigravitacional supletorio, sin importar cuánto tiempo permanezca desviada. Rechazando este "recurso implícito y poco claro al movimiento perpetuo" por la teoría electrostática clásica, los Correa argumentan que en presencia de un campo gravitacional la plancha sólo puede permanecer apartada mientras pueda reponerse de alguna manera la energía cinética que gasta en el trabajo contragravitante. 
 
Dichos investigadores señalan que la simple observación o percepción sensorial valida este razonamiento: una estatua rígida con un brazo extendido horizontalmente -y paralelo a la superficie de la Tierra- desarrollará grietas con el tiempo, muy probablemente en la unión de esa extremidad con el cuerpo. Aconsejan a los científicos con mentalidad mecanicista que prueben el experimento por ellos mismos y extiendan sus brazos de modo horizontal durante el mayor tiempo posible, para hacerse una idea de lo que significa gastar energía para resistir la fuerza gravitatoria.
 
En base a sus resultados experimentales con electroscopios y la teoría de gravedad que desarrollaron al inspirarse en Wilhelm Reich con el péndulo gravitacional (sección 2), los Correa muestran que, dependiendo de los factores ambientales, la energía cinética total y consumida por las cargas atrapadas en gravedad opuesta puede ser cientos de veces mayor que la energía eléctrica entrante que se utiliza para cargar el electroscopio. Concluyen que en realidad la repulsión "electrostática" es un fenómeno electrodinámico donde la energía cinética que repele las redes de carga -y gastada en el trabajo antigravitatorio- debe regenerarse por alguna forma de energía radiante surtida por el entorno local. Siendo realistas, no pueden sostenerse fuerzas sin gasto, flujo o transmisión de energía, pues un empuje sin dicha afluencia es una abstracción vacía.
 
Se exploran a profundidad otras anomalías electroscópicas en escritos posteriores de "Experimental Aetherometry", y como dijo una vez Eugene Mallove "las monografías se desarrollan como una historia de detectives". Las anormalidades que la física convencional es totalmente incapaz de explicar incluyen las siguientes:
 
*Si el Sol fuera ante todo una fuente de radiación ionizante, la tasa de fuga en un electroscopio colocado en el exterior debería ser muy lenta temprano en la mañana, acelerarse al mediodía o más tarde a medida que el Sol alcanza el cenit, y reducirse hacia el anochecer, pero en realidad se observa exactamente lo contrario.
 
*La radiación electromagnética de cuerpo negro con una longitud de onda superior a 300 nanómetros detiene o ralentiza la velocidad de descarga de un electroscopio, en lugar de acelerarla como predice la física convencional (¡y nadie parece haber notado este hecho extraordinario antes de los Correa!). 
 
*Existe una diferencia de temperatura positiva y constante en el espacio entre la parte superior de la capa metálica interna de un acumulador orgónico (ORAC) y la atmósfera circundante (un ORAC es esencialmente una jaula metálica rodeada por capas alternas de conductores y aislantes). 
 
*Tanto los electroscopios cargados negativa como positivamente se descargan en forma más lenta dentro de un ORAC que fuera de él. 
 
Mediante una experimentación acuciosa y ordenada con electroscopios, aparatos ORAC y bobinas de Tesla, los Correa han logrado identificar distintos tipos de energía sin masa (etérica) y explicar todas las irregularidades anteriores; también desarrollaron varias tecnologías patentadas que interceptan energía del éter. El componente etérico -cuya acción identificaron como el principal responsable de lo que llaman "fenómeno gravito-cinetiregenerativo" electroscópico- es una forma no eléctrica de energía libre de masa con propiedades antigravíticas; está asociada con las moléculas de materia y sus estados de fase, y los químicos y meteorólogos la conocen con el nombre laxo de "calor latente".
 
El otro componente etérico principal (cuyo espectro fue identificado por los Correa) es la energía eléctrica sin masa consistente en radiación de onda longitudinal que transporta cargas ambipolares en lugar de monopolares, pues al contrario de las cargas másicas (como electrones y protones), las desprovistas de masa son más neutrales que positivas o negativas. Por lo que respecta a la radiación electromagnética, los fotones se consideran ondas estacionarias y momentáneas en forma de vórtice en el éter, que se generan localmente cuando las partículas de materia desaceleran y emiten la energía cinética obtenida de la interacción con la radiación eléctrica sin masa. De esta forma, el éter no debe confundirse con el "campo de punto cero" electromagnético.
 
La eterometría propone que cuando las unidades de éter no eléctrico se superponen y condensan para formar partículas de materia (masa-energía), cada partícula unida a la masa se acompaña de un cuanto de energía gravitacional sin masa (es decir, un gravitón). Para mantener en desviación la plancha cargada de un electroscopio, el trabajo microscópico permanente realizado por los gravitones al impeler hacia abajo los átomos de esa lámina debe ser contrarrestado por la actividad de las cargas de masa atrapadas en las hojas; a su vez, este trabajo sólo puede mantenerse si las cargas atrapadas atraen calor latente ambiental para producir un flujo de antigravitones suficiente para equilibrar el flujo gravitacional que presiona constantemente hacia abajo.
 
 
02. Transformación de masa a longitud

Los experimentos de Wilhelm Reich con el péndulo gravitacional le llevaron a postular que los pesos atómicos, en especial de hidrógeno, helio y oxígeno, pueden reemplazarse funcionalmente por longitudes de péndulo. Los Correa escriben: "Nunca divulgó de modo formal la equivalencia funcional entre masa y longitud; sin embargo, desde un análisis cuidadoso sobre los resultados de sus experimentos con péndulos, se puede enunciar el descubrimiento de la paridad entre masa molecular y longitud de onda". La ecuación es: longitud de onda equivalente en masa (metros) = masa molar (gramos) x número de Avogadro x 10-2.
 
La masa aceptada del electrón es 9,1094 x 10-28 g.; multiplicando por el número de Avogadro se obtiene una masa molar de 5,4858 x 10-4 g/mol, dando una longitud de onda equivalente en masa (o gravitacional) de 5,4858 x 10-6 m. Si esta longitud tiene un significado físico y no es simplemente un número arbitrario generado por una ecuación antojadiza, debe estar relacionada en alguna manera tanto con la estructura de los gravitones como con aquélla del electrón; pero ¿quién ha logrado descifrar la conformación de éste último?
 
La física ortodoxa no tiene nada significativo que decir sobre el tema, pues tampoco ofrece una conjetura material realista del mundo subatómico. En el modelo estándar, las partículas de materia y fuerza "fundamentales" como electrones y quarks/gravitones hipotéticos se describen como puntos infinitesimales, es decir, sólo abstracciones. Se afirma que la "hipótesis de cuerdas" hace progresar nuestra comprensión del mundo cuántico, e incluso se ve como un "paso gigante" hacia una "teoría del todo", pero en realidad arroja más fantasías matemáticas postulando que el "espacio-tiempo" comporta 10 dimensiones, que las seis dimensiones espaciales supletorias han sufrido convenientemente una "compactación espontánea" y se han vuelto inobservables, y que los componentes fundamentales de la materia son briznas unidimensionales de cuerda con 10-33 cms. de largo que se retuercen y vibran, pero sin ancho ni grosor.
 
La última moda es la "teoría de branas" o "M" que plantea un espacio-tiempo de 11 dimensiones poblado no sólo por cadenas unidimensionales, sino también por membranas bidimensionales, "masas informes" tridimensionales (brana triple) e incluyendo hasta entidades de nueve magnitudes, sin olvidar las "anti-branas" y de tipo "cero". ¡Este es el tipo de enredo descerebrado que hoy se hace pasar por "ciencia"!  
 
Otro caso es la interpretación convencional de la física cuántica, la cual afirma por ejemplo que cuando no estamos tratando de medir un electrón, éste se halla presente en diversos lugares al mismo tiempo y supuestamente se disuelve en "ondas de probabilidad" que "colapsan" de nuevo por acto mágico en una partícula localizada la próxima vez que se realiza una mensura. Louis de Broglie dio curso a una explicación alternativa, basada en el concepto de que una partícula subatómica es una partícula física real conducida por una onda piloto, y hubo elaboraciones para dicha hipótesis por David Bohm, Jean-Pierre Vigier y otros. Los Correa desarrollaron la teoría sobre ondas de materia de Broglie en una dirección diferente, vinculándola con funciones de onda específicas y la idea de un éter dinámico, energético y sin masa. 
 
La eterometría sugiere que todas las manifestaciones energéticas (masa-energía, potencia cinética y de gravitones sin masa, calor latente o radiación ambipolar) siempre implican un solapamiento primario entre dos funciones de onda, una interna y otra externa al momento lineal asociado que define el tipo de partícula involucrada. Si la manifestación de energía es eléctrica (por ejemplo, electrocinética o ambipolar), esta superposición primaria acopla una onda de campo magnético interno con una onda de campo eléctrico externo (correspondiente a la función convencional del potencial eléctrico). Cuando se generan partículas unidas en masa (mediante traslapo secundario), la energía de la onda etérica se reconfigura en un flujo circular con forma de bucle.
 
Esto llevó a los Correa a formular un detallado modelo toroidal del electrón que da sentido a muchos valores universalmente aceptados y establecidos en modo experimental. Por ejemplo, el flujo en bucle que forma la masa-energía del electrón está compuesto por una onda magnética que sigue un movimiento circular en torno al radio más grande del torus, y otra onda eléctrica con movimiento helicoidal continuo en derredor del radio más pequeño del torus electrónico, y se trenza en contorno de y transversalmente a la onda magnética. La ruta de flujo total se puede dividir en 19.206 anillos, un número igual al recíproco de la constante de estructura fina al cuadrado (α-2). La circunferencia en cada uno de estos anillos es igual a la longitud de onda por Duane-Hunt (que los Correa extraen de la ley homónima), y así la longitud de onda total enroscada alrededor del torus es igual a la longitud de onda de electrones equivalente en masa. El promedio de ambos radios electrón-torus se equipara al radio de Bohr, esto es, aquél de la órbita energética más baja en el modelo homólogo respecto al átomo de hidrógeno.
 
 
03. Péndulos gravitacionales

En sus experimentos de péndulo, Reich determinó el valor para el largo de dicho instrumento multiplicado por el cuadrado de la frecuencia, y descubriendo que en colgantes con longitudes de 1, 4, 16 y 64 cms. este número era una constante entera: KkrDS= 102.400 para oscilaciones dobles, o un número cuatro veces mayor, KkrSS = 409.600 en balanceos individuales. Estas cantidades se obtienen contando el número de mecidas por cada 64 segundos, que Reich llamó "org-minuto". Téngase en cuenta que todas esas cuatro longitudes pensiles son potencias de 4 (40, 41, 42, 43) y corresponden numéricamente, por la transformación de masa a longitud, a los pesos atómicos de hidrógeno, helio, oxígeno y zinc según el caso; cabe consignar también que 102.400 es igual a 45 x 102.
 
Todos estos guarismos pertenecen a lo que Reich llamó "serie de números krx", donde kr = 4, y consideraba que este sistema de cifras estaba inscrito en la naturaleza. Las longitudes pensiles de 25 y 100 cms. producen los mismos valores de K, pero para todas las demás el producto del largo y la frecuencia al cuadrado varía entre 96.000 y 100.860. Por lo tanto, Reich propuso que existen dos clases de péndulos oscilatorios y otras dos de elementos atómicos: aquéllos con longitudes o masas que pertenecen a la serie de números krx y los que no figuraban en ella. 
 
El péndulo de 100 cms. marca segundos con cada oscilación (movimiento pendular de 180°), mientras que el de 25 cms. lo hace con toda mecida doble (vaivén de 360°). En otras palabras, al reducir cuatro veces la longitud del instrumento llegamos a la mitad de la frecuencia oscilatoria. En el caso de los péndulos, la fórmula estándar para aceleración gravitacional es g = 4π2l/T2 . Si se considera que el valor medio de aceleración gravitatoria en la superficie de la Tierra es g = 9,81 m/s2, el péndulo clásico aceptado que señala segundos con cada bamboleo debe tener 99,4 cms. de largo, pero Reich descubrió que este colgante medidor tiene 100 cms. ó 1 metro, dejando así el valor estándar de g sobre la superficie terrestre en g = π2 = 9,8696 m/s2 (Wilhelm llamó a éste "péndulo de org-segundos", ya que produce la constante K cuando las mediciones se realizan utilizando el org-minuto).
 
Como la frecuencia o velocidad angular (ω) es igual a 2π/T (donde T es el período de oscilación y ω la frecuencia oscilatoria en radianes/seg.), y dado que la longitud del péndulo (l) funciona como un radio, también podemos escribir: g = rω2. De esta forma y con las constantes de balanceo simple y doble ahora expresadas en segundos, tenemos:
 
gkrx = π2 m/s2 = 100π2 cm/s2 = 4π2l/T2 = rω2 = 4π2KkrDS = π2KkrSS.
 
Este novedoso tratamiento abre un rumbo para entender g como una función circular, o más específicamente en términos de cambios energéticos cicloidales (ver más abajo); gkrresulta de la acción sincrónica de π2 o aproximadamente 10 oscilaciones de energía individuales o impulsos de onda en la superficie terrestre (más adelante se considerará cómo se puede conciliar esto con el hecho de que los objetos en caída libre parecen precipitar de forma vertical). Desde luego, existe una clara similitud entre las péndolas y los objetos en caída libre: así como para su compás los colgantes gravitacionales dependen únicamente de la longitud y no la masa suspendida, también el tiempo que toma un objeto en descenso no controlado para recorrer cierta distancia es independiente de su masa (d = 1/2gt2).
 
A todas luces, el valor de Reich para g es levemente más alto que el aceptado para la aceleración gravitacional en la superficie de la Tierra. Esto se debe a que su valor corresponde a la intensidad del campo gravitacional E, y no a la aceleración neta resultante que varía con la latitud:
 
E = GME / (RE + h)2 = GME /R02 = R0 Ω2,
 
donde G es la constante gravitacional, Mla masa de nuestro planeta, Rel radio medio terrestre, h la altitud sobre la superficie planetaria, Rel radio combinado RE + h, y Ω es otra función de velocidad angular que se acopla a R0 y también un componente de la intensidad del campo gravitacional. Tradicionalmente, ésta última se considera contrarrestada por la fuerza centrífuga que produce la rotación terrestre; la aceleración centrífuga es cero en los polos y alcanza un máximo de 0,03392 m/s2 en el ecuador. Uno de los problemas en el entendimiento actual sobre la gravedad es que la diferencia entre la aceleración gravitacional en los polos y el ecuador es más alta de lo que puede explicar cualquier reacción centrífuga. De modo convencional, esta discrepancia se esclarece porque la Tierra no es una esfera perfecta sino un esferoide achatado, o más bien triaxial.
 
Suponiendo que g = π2 m/s2, y al tener en cuenta la reacción centrífuga, el valor de g en el ecuador debe ser 9,83568 m/s2, mientras que la valía medida es mucho más baja, llegando a 9,780524 m/s2. ¿Cómo explican los Correa esa diferencia? Su respuesta, que pretenden ampliar en futuras publicaciones, es que la tecnología moderna permite determinaciones más exactas para los valores cuantificados de g neto en los polos y el ecuador, junto con mensuras acabadas de los radios polar y ecuatorial. Ello hace posible estipular con rigor la función de velocidad angular (Ω) que es un componente de la intensidad del campo gravitacional. 
 
Señalan que si empleamos las valías para la red g en los polos (donde no existe reacción centrífuga) junto con los radios polares para establecer el valor de Ω, y luego usamos este resultado junto con el radio ecuatorial conocido para fijar la intensidad del campo gravitacional en el ecuador, ¡se encontrará que es exactamente π2 m/s2, hasta el cuarto dígito! Esto descarta explicaciones geométricas para el valor efectivo de la red g ecuatorial, pues las diferencias en la geometría terrestre ya están consideradas. Por lo tanto, hay algo más aparte de la fuerza centrífuga o la geometría que explica la reacción gravitatoria en el ecuador por Δ = (π2 - 0,03392) - 9,780524 = 0,05516 m/s2. Asimismo, dichos investigadores sostienen que ese efecto antigravedad no se debe a la geometría o distribuciones desiguales de masa dentro de la Tierra, sino a una repercusión de energía sin masa cuya naturaleza aún no han revelado.
 
Lo siguiente es el sustento clásico respecto a la transformación funcional de masa (m) en longitud (l) para el movimiento armónico simple (SHM) de un péndulo:
 
*Según la ley de Hooke, la fuerza ejercida sobre un punto que experimenta oscilación armónica es: F = -kx, donde k es una constante y x la distancia de desplazamiento.
 
*La teoría común sostiene que si el desplazamiento desde la vertical es pequeño, k = mg/l, donde l es la longitud del péndulo.
 
*Frecuencia angular, ω = √(k/m).
*Período de movimiento armónico simple, T = 2π/ω.
 
Por lo tanto:
 
T = 2π√(m/k) = 2π√[(m/(mg/l)] = 2π√(l/g).
 
Nos movemos en el lado izquierdo de la fórmula desde una relación mecánica que depende de masa inerte, a otra amásica donde la masa es reemplazada por la longitud del péndulo. Los Correa también llaman nuestra atención sobre el hecho de que si aplicamos la transformación de masa-longitud a k = mg/l, la constante de Hooke (k) se vuelve funcionalmente igualada al valor fijo de aceleración gravitatoria local (g).
 
 
04. Cicloides y gravedad

En 1696 el matemático Jean Bernoulli ofreció una recompensa por la solución del siguiente problema: "¿Qué forma tiene una curva sobre la cual un cuerpo sometido sólo a la gravedad se desliza (sin fricción) entre dos puntos, en el menor tiempo posible?" Él y su hermano Jacques, junto con Leibniz, Newton, Huygens y otros, encontraron que la curva de descenso más rápida (o braquistócrona) es parte de un cicloide invertido, es decir, una curva generada por un punto en la periferia de un círculo que se enrolla a lo largo de una línea recta.
 
 
Una curva trocoidal se genera por un punto en cualquier lugar de una línea recta que pasa por el centro de un círculo rodante, y para un cicloide (diagrama A) este sector (P) se encuentra en el borde del círculo. Las curvas púrpura y roja en el esquema B son cicloides prolata y curtata según el caso, donde la distancia A-P1 es mayor que el radio del círculo rodante y A-P constituye una brecha más corta.
 
 
Un péndulo en oscilación no traza un arco perfectamente circular, sino más bien de tipo cicloidal, y lo mismo se aplica a un columpio de recreo, pues cualquiera que lo haya jugado sabe que las cadenas se aflojan de forma notoria al acercarse a 90° desde la vertical. Sin duda, esto se debe en cierto modo al peso de aquéllas, pero también puede apuntar a la naturaleza cicloidal de la onda gravitacional u "oscilación de energía sin masa" que actúa en el columpio o la péndola. Esto se expresa por el hecho de que, como demostró Huygens, en un campo gravitacional es isócrona sólo la curva cicloidal: el tiempo que tarda una partícula en deslizarse al punto más bajo de un cicloide invertido es el mismo, sin importar en qué sección del arco ella comienza su descenso; sin embargo, para un péndulo oscilante los tiempos de caída sólo son isócronos si el colgante se libera en un ángulo no mayor a 57,5° de la vertical.
 
Un círculo rodante traza una revolución por arco cicloidal, también llamado periodo cicloidal. La longitud lineal del cicloide (LL) es igual al perímetro del círculo (2 πr) y el largo curvado LC -o longitud de onda eterométrica de ese arco- equivale a 4/π LL ó 1,273 LL. Los Correa sostienen que debiera poder resolverse la longitud de onda gravitacional en gravitones elementales si se puede demostrar que el largo pendular (l) para oscilaciones individuales se convierte directamente en la longitud de onda del movimiento cicloidal, y en caso que aún funcione como el largo equivalente de la masa inerte de un elemento (es decir, m = lss = LC).  
 
La pareja argumenta que si se libera un péndulo de 90° a la vertical y aún se mantiene el requisito isócrono, la oscilación de este instrumento deberá tomar la forma de un arco gótico. La amplitud (es decir, el largo pensil) para ese arco (A''-C-A''') que se muestra en el siguiente diagrama es de 100 cms. o longitud org-segundos, y la curva se produce por cuatro círculos rodantes sincronizados. La extensión del perpendículo es igual a la longitud curvilínea del cicloide rojo y a cuatro veces su amplitud. Dado que a 90° de la vertical la longitud de dicha herramienta se superpone con exactitud alrededor de la onda cicloidal, ésta última se hace equivalente a la forma de onda amásica libre de la longitud pendular; por lo tanto, cada péndola gravitacional tiene una función de onda determinada e intrínseca a su bamboleo.
 
 
Como ya se mencionó, la eterometría propone que todas las unidades de energía sin masa, incluidas las oscilaciones gravitacionales, consisten en una superposición primaria de ondas que es funcionalmente análoga al solapamiento de una partícula o momento con una onda. La denominada W1 e intrínseca a la partícula (o al momento lineal transportado por la partícula libre de masa) es análoga en ciertos aspectos a la "onda piloto" o "grupal" de Broglie, mientras que la W2 asociada con la partícula o extrínseca al momento es comparable a la "onda de fase" de acuerdo con este físico.
 
En el caso de la injerencia gravitacional, un sólo bamboleo de energía representa una onda gravitatoria de ciclo completo, y consiste en una asociación del movimiento de onda con el impulso o momentum conectado con su desplazamiento lineal hacia adelante. Para decirlo de otra manera, la oscilación sin masa consta de una partícula (gravitón eterométrico) y su onda cicloidal extrínseca relacionada. Dado que la eterometría afirma que los neutrones son partículas de desintegración y los átomos se conforman únicamente por dos tipos de componentes unidos a la masa (electrones/positrones y protones/antiprotones o sus familias, que los Correa han identificado en material inédito), sólo existen las clases fundamentales de electrón-gravitón y protón-gravitón. Los gravitones de todos los elementos conocidos son mezclas de esas dos categorías, y se pueden organizar en una tabla periódica que es paralela a aquélla utilizada en química.
 
 
05. Masa-energía y gravitones

La energía tiene las dimensiones convencionales m l2 t-2 (masa por longitud al cuadrado dividida por tiempo al cuadrado). Al aplicar la transformación de masa-longitud, esto se convierte en l3 t-2, que denota un volumen de espacio sincronizado con dos frecuencias resonantes. En términos de estructura fina, ello corresponde al producto (superposición) de una longitud de onda y dos velocidades homónimas (λ W2), o al producto de un momentum y una rapidez de onda (p W), ya que el primero (= masa x velocidad) tiene las dimensiones eterométricas l-2 t-1 en lugar de las estándares m l t-1.
 
La eterometría menciona que el espacio es producido por energía y realmente es sinónimo con ella, en vez de representar un "vacío" que la "albergue". La energía libre de masa produce "mallas" fluidas y conformadas no por una red inflexible y estática de células, sino eventos o flujos energéticos que pueden interpenetrarse y superponerse. Cuando la fusión o traslapo secundario de dos unidades etéricas y no eléctricas genera una partícula unida a la masa, siempre se crea un gravitón acompañante de igual manera; así, la "masa gravitacional" de dicha partícula ligada corresponde a la longitud de onda para esa cantidad de energía gravitatoria. 
 
La ecuación maestra para el proceso formativo de materia más simple es: unidad de energía etérica al cuadrado (Eαn2) = masa-energía (Eδn) x gravitón energético (EGn). Se muestra que un traslapo ligeramente más complejo (cúbico) de tres unidades de energía etérea produce no sólo ambos factores citados, sino también radiación ambipolar, que a su vez crea la radiación cósmica de fondo de microondas (mCBR). Entonces, esta mCBR no es el resplandor de una "gran explosión" mitológica en que se crearon desde la nada toda la materia y energía -e incluso espacio y tiempo-, sino el sello de generación material continua a partir del éter.
 
Cada tipo de partícula física tiene su unidad-gravitón correspondiente. Además de esta energía cuántica, puede haber otros gravitones unidos a un gránulo de materia según la fuerza variable de los campos gravitatorios locales, ya que dichos componentes y sus antigravitones también pueden crearse por la red de éter sectorial sin génesis simultánea de materia concreta. El peso de una masa es una fuerza gravitante que depende del número promedio de ondas análogas y los momenta asociados que actúan sobre aquél en cualquier instante. En el caso de la Tierra, un objeto en caída libre está sujeto a la acción repetitiva o pulsada de casi 10 (π2) ondas cicloidales sincrónicas u oscilaciones por segundo, que secuencialmente imparten momentum lineal y por lo tanto energía cinética.
 
En la sección 2 se consideró el nexo entre la longitud de onda equivalente en masa (o gravitacional) de un electrón con su estructura de torus. La eterometría sostiene que esa misma longitud funciona como aquélla de todos los bamboleos energéticos libres de masa (gravitones) que actúan constantemente sobre el flujo de capacidad toroidal que constituye la masa inercial del electrón. De este modo y estrictamente hablando, la "masa" gravitatoria de un cuerpo no es tal, ni una propiedad de aquél per se; se trata de la longitud de onda equivalente en masa de los gravitones añadidos a y sincronizados con el volumen inerte de ese objeto en cualquier campo gravitacional determinado. Así, no existe una identidad física o energética entre masa inerte y "gravitatoria" como afirma la ciencia ortodoxa, sino una equivalencia funcional y algebraica entre la longitud de onda gravimétrica en esas partículas y la masa inanimada sobre la cual actúa.
 
Toda longitud de onda gravitatoria constituye otra de categoría cicloidal de un sólo giro. Vimos que un péndulo de 100 cms. marca segundos con cada balanceo, produciendo una unidad de aceleración KkrSS, igual a λ100f100ó 1 m/s2. La eterometría mantiene que todos los gravitones comparten dicha constante, es decir, que la longitud de onda equivalente en masa (λn) de cualquier gránulo material multiplicada por su frecuencia-gravitón al cuadrado resulta en KkrSS. Esto significa que esa frecuencia-gravitón corresponde al recíproco de √λy su velocidad de onda es numéricamente homóloga a √λn. Por ejemplo, las ondas gravitacionales que acompañan a un electrón viajan muy lentamente a través de él: WGe= 2,342 x 10-3 m/s.
 
En el modelo eterométrico, los gravitones y sus contrapartes como tales no se mueven independientemente a través del espacio; se anclan a partículas unidas a masa o redes de cargas amásicas -o adjuntadas a un volumen- y se desplazan con las mismas. Los gravitones adheridos a partículas materiales se forman sectorialmente a partir de éter no eléctrico y permanecen durante la vida útil de esa "malla" de masa-energía o éterica a la que se anexan, pero en dicho transcurso constantemente son desprendidos y regenerados en forma de impulsos desde la red etérica local que incide sobre la masa inerte de la partícula asociada y unida a aquélla. Lo que se mueve a través del espacio y es responsable de la "acción a distancia" son las redes etéricas que llevan un cierto número de gravitones (o antigravitones) "libres" adheridos y permiten la propagación aparente de gravedad y las perturbaciones análogas a través de ellos. La velocidad presumible de diseminación gravitatoria y sus irregularidades a través del éter viene dada por VG= c/WGe metro/seg. = 1,2799 x 1011 m/s, ó 426,95 veces la velocidad de la luz.
 
 
06. Flujo etérico y movimientos celestes

La eterometría asevera que los procesos rotantes y translacionales de planetas, estrellas y galaxias son resultado de desplazamientos giratorios (vorticales) de energía sin masa en múltiples escalas. Las ondas etéricas (asociadas con el influjo de redes análogas) aportan impulsos a la Tierra a medida que se curvan hacia ella a lo largo de caminos cicloidales. Dicha injerencia no sólo mueve a nuestro planeta, sino que también produce su campo gravitacional al "presionar" hacia la superficie o su centro. El vórtice del éter (con todos sus subvórtices) que genera "atracción" gravitatoria dentro del Sistema Solar puede ser representado como una extensión discoidal del Astro Rey.
 
El movimiento etérico en torno a la Tierra puede deducirse según aquél de los satélites, ya que es la moción de las ondas cicloidales sin masa alrededor de un planeta lo que sostiene el desplazamiento orbital. La velocidad translacional para un satélite es de aproximadamente 3 km/s ó 35.860 kms. sobre la Tierra y aumenta de manera constante a 7,8 km/s a unos 100 kms., pero se desacelera en modo abrupto a altitudes más bajas como resultado de la absorción atmosférica y terrestre de los impulsos etéricos, por lo que que a altitudes troposféricas no sería más veloz que la corriente en chorro (0,01 a 0,1 km/s, en relación con la rapidez de giro ecuatorial terrestre de 0,46 km/s).
 
La rotación oeste-este ligeramente más rauda de la eterósfera comparada con el cuerpo de la Tierra explica los resultados de las pruebas tipo Sagnac realizados en la superficie planetaria, los cuales demostraron que la rapidez lumínica tiene un leve incremento alrededor de la Tierra de este a oeste que al contrario. El descenso casi vertical para la mayor parte del flujo de gravitones a altitudes muy bajas da cuenta del movimiento análogo aparente en la caída libre, pero en realidad esa característica no es tal porque: a) un objeto en caída libre participa de los desplazamientos terrestres, incluida la velocidad rotativa local, y de este modo la rotación planetaria no puede ser clarificada por la física convencional; y b) el curso de descenso incontrolado ni siquiera es vertical o recto con referencia a la Tierra en rotación, pues la intensidad gravitacional varía localmente en y por encima de la superficie terrestre. En efecto, un cuerpo en caída libre viaja mediante algún segmento de una ruta cicloidal y está sujeto al impulso constante impartido por los gravitones que se forman localmente -liberados de la red etérica afluente- en una serie de oscilaciones o empujes cicloidales microscópicos, dado que un semicicloide es la trayectoria de deslizamiento de menor lapso y sin fricción (sin masa efectiva) entre dos puntos.
 
La conformación de las redes etéricas puede extraerse de la estructura fina u oculta de la constante universal G (ver más abajo). Estas "mallas" consisten en energía aeléctrica sin masa en estados diferenciales de superposición que generan leptones cosmológicos (su masa-energía), leptones-gravitones que sostienen a los anteriores, la radiación ambipolar sin masa que los acelera eléctricamente y arrojan en forma de fotones mCBR, y los gravitones ''viajeros'' (o antigravitones) asentados en la red que también pueden expulsarse. Por lo tanto, estas redes etéricas contienen cargas interactivas unidas a masa y libres de ella, englobando flujos de gravitones y antigravitones. Los primeros impulsan una partícula o cuerpo hacia regiones de mayor densidad másica, mientras que los segundos la propulsan en el sentido opuesto, pero la misma partícula libre de masa puede funcionar de acuerdo con la polaridad neta de la interacción electrodinámica subyacente entre las cargas del "entramado". Los planetas son impelidos hacia el Sol y lejos de éste a través de sus interrelaciones gravitacionales/antigravitacionales dinámicas, lo que resulta en un estado casi continuo. Las corrientes etéricas afluentes, reticuladas y responsables de la gravedad terrestre tienen un origen solar y galáctico, y coinciden con las efusiones de radiación ambipolar de iguales atributos.
 
En algunos aspectos importantes, la teoría eterométrica sobre la gravedad y los gravitones cuestiona la hipótesis convencional gravitatoria de impacto formulada por Le Sage. Según éste último, las partículas muy pequeñas ("gravitones") zumban aleatoriamente por el espacio en todas direcciones, a unos 20 mil millones de veces la velocidad lumínica, y la aparente "atracción" entre los cuerpos se debe a que se "obstaculizan" uno al otro para evitar el impacto de dichas partículas. Por su parte, la eterometría conserva el criterio de la gravedad como impulso, pero piensa en términos de empujes de onda sin masa que actúan sobre los elementos materiales en lugar de partículas sólidas colisionantes, y también introduce el concepto de flujos-gravitón sistemáticos y emplazados en la red que explican los movimientos celestes. Asimismo y en contraste con muchas variantes en la idea de Le Sage, este nuevo ámbito reconoce la existencia de antigravedad y la naturaleza electrodinámica de las fuerzas gravitacionales.
 
 
07. Inercia y primera ley de Newton

La primera norma newtoniana de movimiento estipula que un cuerpo continúa desplazándose a una velocidad constante o permanece en reposo, a menos que actúe una injerencia externa. Dicho axioma es fundamentalmente defectuoso, pues supone que para que un objeto conserve una fase de traslado (o reposo) no se requiere trabajo, no debe fluir energía ni tampoco desplegarse fuerzas una vez que ese ítem se mueve. Por el contrario, la eterometría señala que no puede sostenerse ningún movimiento sin un efluvio energético para reemplazar la potencia gastada. Este fenómeno siempre es una función de la energía, e inclusive un estado de reposo relativo es realmente una afluencia circular de aquélla; en otras palabras, todo es flujo, dinamismo y energía.
 
Como hemos visto y en el campo paralelo de la electrostática, los Correa demuestran que a fin de que una hoja electroscópica permanezca desviada y en una condición de reposo relativo, se requiere una fuerza antigravitacional que permita mantener un estado eléctrico repulsivo y también a la energía electrocinética de las cargas unidas a masa atrapadas en el conductor y dicha lámina; además, el movimiento lineal a velocidad uniforme necesita transferencia y gasto de energía, siendo ésta la omisión básica en la primera ley de Newton. La capacidad total requerida para mover un cuerpo a una rapidez uniforme debe aumentar con la distancia, y ello precisa un suministro energético externo y persistente incluso si existe un bucle de energía interna (como sucede en la interacción electrodinámica de las cargas atrapadas en el sistema de plancha electroscópica)
 
En su comentario sobre esa primera norma, Newton admitió que el movimiento de traslación lineal se ralentizaba incluso en el vacío; dicho de otro modo, la conservación de inercia es imperfecta y la energía de ese traslado se agotará gradualmente. Este físico utilizó el desplazamiento planetario como ejemplo de la conservación traslacional rectilínea uniforme, pero la similitud está mal elegida. Aunque esos orbes circulan en torno al Sol con una velocidad media continua, la moción planetaria es curvilínea o angular y por lo tanto acelerada -dado el cambio permanente en la dirección del vector de rapidez- y está sujeta a fluctuaciones también constantes.
 
Los Correa argumentan que no existen mociones inerciales y rectilíneas, pues todo movimiento es curvilíneo y acelerado, y en realidad una velocidad media constante implica aumentos y disminuciones periódicos en rapidez; de esta forma, todos los sistemas inerciales ya están acelerados. El desplazamiento uniforme continúa sólo mientras persista la serie regular de impulsos que lo sostienen, y la conservación de energía se mantiene únicamente para el sistema formado por el cuerpo móvil y su entorno, incluido el éter local sin masa.
 
En la física newtoniana, la marcha de un cuerpo parece desafiar la ley de conservación energética y está etiquetado como "inercial" para significar que "continúa por sí solo". Se supone que dicha inacción es una propiedad intrínseca de la masa-energía y no es posible ningún esclarecimiento adicional, porque la física ortodoxa carece de un modelo realista sobre estructuras subatómicas. Los Correa dicen que la masa inerte de un gránulo material es una función de la longitud de onda característica en una cantidad de energía amásica, circularizada en un torus como masa-energía. En línea con una idea presentada por Harold Aspden, añaden que el origen de la propiedad inercial es la tendencia de las partículas unidas a la masa para conservar este poder (y por lo tanto su volumen y estructura interna) al momento de experimentar aceleración. En otras palabras, la inercia es el impedimento causado por una cantidad de masa-energía (y fuerza de gravitón asociada) cuando se "aviva" por un campo libre de masa impuesto externamente.
 
 
08. Fuerza centrífuga y tercera ley de Newton

El primer postulado newtoniano trata sobre la inercia de un cuerpo que se mueve a velocidad constante en línea recta. Su tercer axioma precisa que una acción sea equilibrada por una reacción igual y opuesta, lo que implica que la fuerza de gravedad centrípeta debe compensarse por otra centrífuga (o de tipo inercial que obedece a la segunda ley, donde la fuerza es igual a masa x aceleración) como supuestamente es el caso cuando se describen orbitales satelitales estables.
 
Es evidente que la caída libre no se ve contrarrestada por una fuerza centrífuga equiparable, y es uno de los muchos casos en el mundo real cuando falla la tercera ley; de hecho, este fenómeno se compensa sólo de manera parcial e insuficiente por la acción centrífuga desarrollada mediante la rotación planetaria, cuya cuantía depende de la latitud. Generalmente esa potencia eferente se presenta como una propiedad de rotación, pero su verdadero origen sigue siendo desconocido. El concepto neomachiano es que las fuerzas centrífugas son empujes de inercia que finalmente surgen de la atracción gravitacional entre la masa de un cuerpo y el resto de la materia en el Universo.
 
Se plantea la cuestión de por qué la tercera ley no se infringe a la altura crítica para una órbita satelital estable. La eterometría postula que un satélite de esa característica no experimenta una fuerza centrífuga equivalente y opuesta en señal al poder centrípeto de su peso; en cambio, el movimiento orbital de los satélites es sostenido por el flujo etérico giratorio que envuelve a la Tierra. A altitudes más bajas, esa afluencia se inclina cada vez más hacia la superficie terrestre y pierde rapidez longitudinal-transversa para adquirir velocidad linear casi vertical; la aceleración gravitatoria (g) aumenta de 9,5 m/s2 a una altura de unos 100 kms. a aproximadamente 9,8 m/s2 en la superficie planetaria; pero mientras que el flujo de éter en torno a la Tierra da como resultado que los satélites tengan una velocidad transversal permanente, la rapidez de un cuerpo en caída libre aumenta constantemente porque aquél absorbe (y almacena) más energía de campo desde la red etérica local de lo que gasta a través de su desplome, en relación con la superficie del planeta rotatorio.
 
Los Correa señalan que así como la electrodinámica clásica y lorentziana-relativista ignoran las fuerzas eléctricas longitudinales y desplegadas a través de la dirección en el movimiento de carga, los relativistas pasan por alto la naturaleza linear de las fuerzas gravitatorias u oscilaciones responsables del movimiento orbital y de caída libre. Sugieren además que las fuerzas centrífugas son producidas por cuerpos rotativos porque surgen en función de la transferencia de peso a la "urdimbre" etérica sectorizada, es decir, como parte de una interacción gravitacional primaria entre un cuerpo rotacional y la red etérica local que gira.
 
 
09. Gravedad y antigravedad

Puesto que la fuerza se define tradicionalmente como masa x aceleración, las dimensiones convencionales de la misma son: m l t-2, es decir, masa multiplicada por longitud, dividida por el tiempo al cuadrado (1 newton = 1 kg m s-2). Al aplicar transformación masa-longitud se producen los parámetros eterométricos de la fuerza: l2 t-2. La ecuación gravitacional F = Gm1m2/r2 implica que la constante G tiene las dimensiones estándar l3 m-1 t-2, y en términos de la nueva disciplina esto se convierte en l2 t-2, es decir, las magnitudes de la fuerza. 
 
La eterometría considera a G como una constante de fuerza universal que resulta de una aceleración cósmica producida por el movimiento sincrónico e incesante de energía sin masa, y en un sentido muy real incluso es independiente de aquélla y la materia. Un campo gravitacional está presente por todas partes en el espacio, simplemente por el hecho de que éste último es producido por la actividad de "urdimbres" etéricas. En definitiva, G es una función del vínculo entre la energía libre de masa eléctrica y no eléctrica, lo cual está subrayado por uno de los parámetros exactos y más básicos para G descubiertos por los Correa, donde sólo el tercer término contiene una interacción libre de masa, y el segundo incluye masa-energía (Eδe = mec2) de un electrón cosmológico y su gravitón asociado (EGe):
 
G = (h/2πmec2)2 VG (α m/s2)2 = (h2/4π2 EδeEGe) (VG-1 m/s) (α m/s2)2 = (h2/4π2 Eαe2) (VG-1 m/s) (α m/s2)2 = 1,10575 x 10-35 m2/s2.
 
(Téngase en cuenta que con los valores oficiales CODATA para unidades de medida fundamentales, la determinación eterométrica da 1,108 x 10-35 m2/s2). 
 
Otra cualidad para G manifiesta la (s) interacción (es) al interior de la red como electrodinámica (s) e involucra (n) tanto superposición como relaciones diferenciales entre cargas libres de masa y otras unidas a ésta; incluso otro término explica la génesis de gravitones asentados en esa "malla" e incluye el traslape cuadrático de unidades de energía etérica (Eαe4). Los Correa enfatizan que éstas y otras expresiones algebraicas exactas para G siempre engloban el acoplamiento de valores y funciones físicas fundamentales establecidas con al menos una cantidad o rol eterométricos genuinos. Muestran asimismo que si bien la fórmula para G presentada por Sakharov produce el valor numérico correcto de esa constante, incluye factores arbitrarios y no funcionales y su creador consideraba la gravedad como una fuerza fluctuante de punto cero. 
 
La gravedad primaria alude a la interacción gravitatoria de un cuerpo físico con la red etérica local, y la energía cuántica de base para esta fuerza primigenia es simplemente el producto mG. Las llamadas fuerzas de inercia, como las de tipo centrífugo que surgen por rotación de un objeto, transfieren el peso a una red sectorizada y aprovechan esa interrelación gravitacional primaria al tiempo que parecen constituir un efecto antigravedad.
 
La gravedad secundaria (o newtoniana) es resultado de las fuerzas que dos o más cuerpos ejercen entre sí a través del éter, es decir, mediante redes que los conectan a distancia. La energía disponible para esta segunda clase es producto de otra superposición de fase de las cantidades energéticas separadas de la gravidez primaria, Gm1 x Gm2, y así cada cuerpo de un par experimenta una aceleración proporcional a la distancia entre sus centros de masa (gm2 = Gm1/r2 y gm1 = Gm2/r2) para producir una sóla fuerza F = Gm1m2/r2. Por lo tanto y en contraste con la energía gravitacional básica de un cuerpo o partícula unida a masa, la potencia secundaria análoga viene dada por Gm1m2/r.
 
En el análisis final, las fuerzas gravitacionales son esencialmente electrodinámicas. Simplificando un poco, la eterometría sostiene que en definitiva la gravedad resulta de una atracción electrodinámica que ocurre cuando la materia -que en su mayoría es neutra o similar a la sal (con cargas equilibradas de ambas polaridades)- interactúa con redes de éter formadas por cargas ambipolares en sincronía, mientras que la antigravedad se origina por una repulsión electrodinámica que adviene cuando la materia posee carga neta y se relaciona con dichos entramados sincrónicos. Los Correa enfatizan que debemos distinguir la antigravedad genuina del neutralizado o degradación de peso, de la transferencia rotatoria de éste a redes sectorizadas y de los efectos levitacionales producidos por fuerzas electrostáticas, electrodinámicas, magnetostáticas y aerodinámicas.
 
Eric Laithwaite demostró que la tercera ley newtoniana se rompe con giroscopios precesados con potencia, los que parecen perder peso y generan poca o ninguna fuerza centrífuga. Paulo y Alexandra Correa están de acuerdo con Harold Aspden en que la precesión induce un giro de éter (o un viraje localizado, eléctrico y vortical del enrejado análogo) que desacopla la masa inerte de un giróscopo del flujo de gravitones que normalmente le otorgan peso. Además, la energía para la moción traslacional puede extraerse del movimiento giratorio de los objetos en interrelación, produciendo fuerzas lineales fuera de balance que transgreden el tercer axioma.
 
Como resultado de su trabajo experimental y teórico con la gravedad, los Correa están desarrollando dos dispositivos que "no pueden existir" según la física aceptada: un neutralizador de peso y un antigravitador. El primero es un dispositivo sintonizable y dirigido al objetivo que puede usarse para la cancelación de carga material a corto plazo en un ítem de composición química conocida. Los aparatos de primera generación tienen un consumo energético de pocos vatios y pueden inducir una pérdida de peso de hasta 100% sobre cuerpos en el rango de 100 mg., al convertir un haz de energía ambipolar en otra de antigravitón. El doctor Eugene Mallove fue testigo de demostraciones en que una pequeña hoja de oro disminuyó rápidamente su peso al 70%, y también en 95% al imponer un campo ambipolar con frecuencia eléctrica ajustada para coincidir con la del antigravitón de oro.
 
Por su parte, el antigravitador lleva a cabo el fenómeno electroscópico- cinetoregenerativo más allá de neutralizar el peso para producir una auténtica gravedad negativa. Según una comunicación privada por los Correa, ese producto electrodinámico parece ser estrictamente monopolar e independiente de la ionización -o génesis de viento iónico- y la geometría del electrodo, y se situaría en la repulsividad gravito-electrodinámica descrita anteriormente, como lo promueve la interacción de redes monopolares de cargas unidas a masa (responsables por la carga neta en un cuerpo de materia) con otras de red ambipolares y correlacionadas. La pareja es muy crítica con gran parte del trabajo experimental realizado sobre el "efecto Biefeld-Brown", una fuerza dirigida hacia el electrodo más pequeño de un condensador asimétrico con un potencial muy alto. A menudo dichos ensayos están repletos de artefactos no controlados, han producido resultantes contradictorias y confunden con antigravedad las anomalías asociadas con la emisión de electrones y las fuerzas de reacción catódica. Los investigadores argumentan que realmente no existe fenómeno B-B, pero es posible generar una fuerza electro-antigravítica genuina o efecto de elevación monopolar.  
 
 
10. Correas vs. Spolter

En su libro Gravitational Force of the Sun (Orb Publishing, 1993), Pari Spolter critica fuertemente el concepto ortodoxo de que la gravidez es proporcional a la cuantía o densidad de masa inerte. Es bien sabido que la aceleración gravitatoria de los objetos en caída libre es independiente de su masa, pero Spolter arguye que no hay motivos para incluir otro término para la masa en ninguna de las ecuaciones de fuerza estándar (F = ma y F = Gm1m2/r2). Esta autora rechaza la segunda ley de Newton como "definición arbitraria" o convencional, y sostiene que es el peso y no la fuerza lo que equivale a masa por aceleración.
 
Su fórmula para "fuerza lineal" es F = ad (aceleración por distancia) y la de "fuerza circular" (gravidez incluida) se define por F = aA, donde a es aceleración y A el área de un círculo con un radio igual a la distancia media del objeto en órbita desde el cuerpo central. Este aserto implica que la aceleración debida a gravedad disminuye por el cuadrado de la distancia, pero al mismo tiempo la fuerza gravitatoria del Sol, la Tierra, etc. es constante para cualquier ítem que gire a su alrededor. Por el contrario, en la hipótesis newtoniana varía según la masa del cuerpo orbitante y su separación respecto al principal.
 
Los Correa identifican varios defectos en la teoría de Spolter, pues ella no cuestiona la ecuación para el momentum de un cuerpo (masa por velocidad); sin embargo, el impulso con índice de recurrencia constituye una fuerza que, por lo tanto, no puede ser independiente de la masa. Además, el peso es un tipo de fuerza, más que una función física diferente. De acuerdo con la nueva definición por Spolter sobre "fuerza circular", la injerencia gravitatoria de una estrella o planeta permanece exactamente igual, sin importar cuán lejos estemos de ellos, pero tal concepción parece contradictoria, si no absurda, y es poco probable que atraiga muchos interesados.
 
En el enfoque de Spolter, las fuerzas "lineal" (unidimensional) y "circular" (bidimensional) tienen distintos parámetros: m2s-2 para la primera y m3s-2 en la segunda; del mismo modo, las energías "lineal" y "circular" también poseen diferentes magnitudes, ya que se calculan multiplicando cualquiera de dichas fuerzas por la "masa crítica" de un cuerpo. Los Correa argumentan que no hay justificación para abandonar definiciones consistentes de esta manera, pues no existen dos formas de potencia como ella sugiere, o una plana y otra volumétrica. Específicamente, acusan a Pari de confundir su "fuerza circular" con energía libre de masa. ¡Y si se aplica la transformación masa-longitud a las fórmulas de Spolter, la energía lineal tendría exactamente las mismas dimensiones que la fuerza circular (m3s-2)!
 
Usando la ecuación planteada por Spolter, la fuerza gravitatoria solar sería 4,16 x 1020 m3s-2, un valor constante para todos los planetas, asteroides y satélites artificiales que orbitan esa estrella, ¡y sin importar cuán distanciados se encuentren! Paulo y Alexandra Correa señalan que también se puede llegar a esta cantidad multiplicando la masa equivalente a la longitud del Sol por el valor aceptado de G por π, pero éste tiene las dimensiones eterométricas de la energía y no la fuerza. Tampoco detalla el influjo gravitacional del Sol ni una fuerza que actúa a distancia sobre cualquier otro cuerpo, cerca o lejos de aquél; más bien, después que se descarta el valor π, la expresión se acerca a describir la energía gravimétrica solar primaria.
 
Físicamente, la gravedad no implica que un área (promedio) se acelere en torno al Sol -como propone la ecuación de Spolter-, y alude a un acoplamiento de la energía másica del Astro Rey y los planetas, junto con su potencia gravitacional sin masa asociada. Asimismo, las fuerzas de gravedad no funcionan a través del espacio vacío sino del éter energético, algo que falta tanto en la física "spolteriana" como la ortodoxa.
 
La escritora afirma que su precepto gravitacional resuelve el misterio de la tercera ley de movimiento planetario según Kepler. Dicha norma establece que la tasa del cuadrado en el período de revolución (T) de un orbe al cubo de su distancia promedio (r) del Sol es siempre el mismo número (T2/r3 = constante); hablando estrictamente, el argumento de Spolter apunta al recíproco de la constante kepleriana [K-1 = r3/T2]. Según su ecuación, F = aA = (v2/r) (πr2); reemplazando v con 2πr/T, se obtiene F = 22π3r3/T2. En otras palabras, r3/T= constante, ¡igual a la "fuerza gravitacional" de una estrella o planeta determinados y dividida por 22π3!
 
Por lo tanto, el valor de Spolter (erróneamente) establece que la "fuerza" gravitacional del Sol (4,16 x 1020 m3s-2) equivalga a 22π3K-1. Los Correa contienden que esta es una expresión sin sentido que oscurece el significado real de la constante de Kepler, señalando que Leibniz criticó a Malebranche por una confusión muy similar cuando éste último pensaba que la injerencia gravitatoria se obtenía por rv2 = 22π2K-1. Si Spolter tuviera razón sobre la "fuerza circular" y sus dimensiones similares a la energía, entonces los tres radios de Kepler (r3) debieran circularizarse en forma total, y la expresión sería 23π3K-1, o alternativamente, como la escritora piensa que esa gravedad involucra la aceleración de un área promedio, dos de los radios keplerianos deberían ser parte de una función de área (πr2), con el tercero circularizado (2πr) y dando origen a 2π2K-1.
 
La expresión de Spolter también difiere de la forma newtoniana sobre la tercera ley por Kepler en que se circulan dos radios: GM = 22π2K-1. Esta nomenclatura supone que K-1 es igual a la masa estática de un cuerpo celeste, multiplicada por la constante gravitacional dividida por 4π2Es imposible colocar una estrella o planeta en una balanza y pesarlos, y éste es uno de los métodos utilizados para determinar sus masas teóricas
 
Los Correa sostienen que para comprender el verdadero sentido en la constante de Kepler y la forma según Newton respecto al tercer postulado del primero, éste último debe considerarse en relación con todo el Sistema Solar, ya que es parte de un rol que define la energía libre de masa en la interacción gravitacional primaria del conjunto íntegro. En términos eterométricos, la relación correcta es GMSS = 22π2K-1 (donde MSS representa la masa del Sistema Solar), y la energía gravitatoria primigenia correspondiente de cada integrante es una fracción de esto, dependiendo del vínculo entre su masa y la de todo el grupo. Por lo tanto, para el Sol: GMSol = (MSol/MSS) 22π2K-1.
 
Mientras que la física convencional ignora el momentum torsional provocado por la rotación del Sol, Spolter busca revivir la teoría de Kepler y sostiene que de alguna manera el giro del cuerpo primario produce su fuerza gravitacional, haciendo que otros ítemes circulen a su alrededor, pero ella no plantea un mecanismo para explicar cómo podría funcionar o qué hace que rote un cuerpo celeste. Según la eterometría, los flujos etéricos ordenados de entrada causan el giro en los planetas y el Sol, su propulsión hacia adelante en las respectivas órbitas y también sus campos gravitacionales.
 
 
11. Reflexiones finales

La ciencia estándar funciona bajo el engaño de que progresa sin cesar hacia una "hipótesis del todo" o "ecuación maestra" lo suficientemente concisa para "llevarla estampada en tu polera", como dijo un físico bromista de renombre. En realidad, los investigadores se hunden cada vez más en un pantano de fantasías matemáticas arbitrarias e irracionales. "Partículas infinitésimas", "cadenas unidimensionales", "branas multidimensionales", "ondas de probabilidad colapsadas", "espacio-tiempo de 10 u 11 magnitudes", "espacio curvo", "espacio en expansión", "tiempo espacializado", "tiempo dilatado", "inversión de tiempo", "causalidad en reversa", "creación ex-nihilo"... ¡parece que cualquier basura es aceptable siempre que evite la necesidad de un éter activo y energético!
 
Como observó Bertrand Russell, lo que la gente quiere en realidad no es conocimiento, sino certeza. Los paradigmas vigentes sí ofrecen convicciones a los científicos y un sentimiento de seguridad tanto financiera como intelectual, y esto les ayuda a ignorar, trivializar o suprimir anomalías que exponen los defectos en sus adoradas creencias. Sobre todo, la institucionalidad ha perdido en gran medida la inventiva de cuestionar, y a veces incluso reconocer sus propios supuestos básicos.
 
Es vital que los modelos y puntos de vista alternativos en ciencia comiencen a recibir una audiencia más justa. Las múltiples hipótesis de trabajo debieran poder competir libremente por la atención general y evaluarse por su mérito, fundamento en hechos experimentales y de observación, capacidad para proporcionar explicaciones realistas, hacer predicciones certeras, generar nuevas ideas y concebir tecnologías innovadoras. En todos estos criterios la eterometría tiene un puntaje muy alto, y por ende merece un escrutinio cuidadoso.
 
El autor expresa sinceros agradecimientos a Paulo y Alexandra Correa por revisar este documento y su discusión abierta y franca de todas las preguntas planteadas. El artículo anterior también se publica en aetherometry.com.