24 de febrero de 2022

Gravedad y antigravedad (5 de 8)

David Pratt
Febrero de 2001, última revisión octubre de 2019


Contenidos:

03. Explicando la gravedad
-Espacio vacío, espacio curvo y éter
-Campos, cuerdas y branas
-Campo de punto cero
-Impulsando la gravedad
-Éter dinámico


03. Explicando la gravedad

Espacio vacío, espacio curvo y éter

La teoría gravitatoria newtoniana supone que la gravedad se propaga instantáneamente a través del espacio vacío, es decir, se cree que es una forma de acción a distancia. Sin embargo, en una carta privada [al teólogo Richard Bentley] el propio Newton descartó esta idea:

"Que la gravedad deba ser innata, inherente y esencial para la materia de modo que un cuerpo pueda actuar sobre otro a distancia a través de un vacío y sin la mediación de ninguna otra cosa -mediante la cual su acción y fuerza puedan ser transmitidas de una a otra- es para mí un absurdo tan grande que creo que ningún hombre en materia filosófica pueda caer en él teniendo una facultad de pensar competente".

Newton jugó periódicamente con la idea de un éter que impregnaba todo y llenando su "espacio absoluto", y pensó que la causa de la gravedad debía ser un agente espiritual que para su comprensión significaba "Dios" (...).

Lógicamente, todo tipo de fuerza debe ser producida en última instancia por la actividad de agentes concretos de algún tipo -aunque no necesariamente físicos- que se mueven a velocidades finitas o posiblemente superluminales.

En 1905 Albert Einstein rechazó el éter como "superfluo"; sin embargo, reconoció que los campos gravitatorios estaban presentes en todas las regiones del espacio y durante un tiempo habló de un "éter gravitacional", pero lo redujo a una abstracción vacía al negarle propiedades energéticas. El hecho de que el espacio tenga más de 10 características diferentes (constante dieléctrica, módulo de elasticidad, permeabilidad magnética, susceptibilidad magnética, módulo de conductancia, impedancia de onda electromagnética, etc.) es una clara señal de que está lejos de verse vacío, y por ello hace más sentido considerar que el espacio se compone de energía-sustancia en lugar de simplemente estar "repleto" con ella.

En 1915 Einstein publicó su teoría general de la relatividad que es esencialmente una hipótesis sobre gravedad. No desafió la idea newtoniana de que la masa inerte era la causa de fuerza gravitatoria, pero mientras Newton atribuyó la atracción gravitatoria a la densidad de la materia, Einstein asumió que la misma cantidad de materia ("masa gravitacional") de alguna manera distorsionaba el hipotético "continuo espacio-tiempo" de cuatro dimensiones y que esta deformidad hacía que los planetas orbitaran alrededor del Sol. En otras palabras, la gravedad no se considera como una fuerza que se propaga, sino que supuestamente se debe a que las masas distorsionan el "tejido del espacio-tiempo" en su vecindad de alguna "manera milagrosa". Así, en lugar de ser atraída por el Sol, se cree que la Tierra sigue el equivalente más cercano a una línea recta disponible a través del espacio-tiempo curvo alrededor del astro rey.

Los relativistas atribuyen principalmente el encorvamiento de la luz estelar que pasa cerca del Sol a la curvatura del espacio. A la distancia de Júpiter la curva sería de sólo 0,00078 segundos de arco y deberíamos creer que esta minúscula deformidad del "espacio-tiempo" pueda hacer que un planeta del tamaño de Júpiter orbite en torno al Sol. Además, el "espacio-tiempo curvo" es simplemente una abstracción geométrica -o más bien una monstruosidad matemática- y de ninguna manera puede considerarse como explicación de la gravedad. Aunque comúnmente se afirma que la teoría de relatividad ha sido confirmada por evidencia observacional, existen explicaciones alternativas y mucho más sensatas para todos los experimentos citados en su apoyo (3).

La teoría de relatividad general afirma que la materia, independiente de su carga eléctrica, produce sólo una fuerza gravitacional atractiva y permite únicamente una protección gravitatoria muy pequeña o efectos antigravedad y tampoco predice ningún acoplamiento entre los campos electrostático y gravitacional. De hecho, el artículo pionero de Townsend Brown en 1929 que informaba del posible descubrimiento de electrogravedad fue rechazado por el Physical Review porque estaba en conflicto con la relatividad general.


Campos, cuerdas y branas

De acuerdo con la teoría cuántica de campos, las cuatro fuerzas reconocidas (gravedad, electromagnetismo y las fuerzas nucleares fuerte y débil) surgen de partículas de materia que emiten y absorben constantemente diferentes tipos de partículas "virtuales" portadoras de fuerza (conocidas como bosones) que parpadean y desaparecen constantemente. La fuerza gravitatoria está supuestamente mediada por gravitones que son partículas infinitas, sin carga e hipotéticas que viajan a la velocidad de la luz. Como en apariencia los gravitones serían idénticos a sus antipartículas, esta teoría también parece descartar la antigravedad y tampoco explica la electrogravedad.

Se necesita más apoyo experimental para estas nociones sobre intercambio de partículas y no está claro cómo los impactos de éstas últimas pueden producir fuerzas atractivas y repulsivas. En ocasiones se afirma que los bosones llevan un "mensaje" para indicar a las partículas de materia si deben acercarse o separarse, pero esto no explica nada. Además, en el modelo estándar las partículas portadoras de fuerza -al igual que las de materia fundamental- son consideradas como "componentes puntuales de dimensión cero" e "infinitamente pequeños", lo que claramente constituye un absurdo. Como resultado de estas nociones idealizadas los cálculos cuánticos tienden a estar plagados de infinitos que deben eliminarse mediante una pirueta conocida como "renormalización".

Einstein pasó los últimos 40 años de su vida tratando de extender las nociones geométricas de la relatividad general para incluir interacciones electromagnéticas y unir las leyes de gravitación y electromagnetismo en una teoría de campo unificada. Muchos otros matemáticos también trabajaron en este tema y algunas de estas hipótesis introdujeron una cuarta dimensión enroscada, pero ninguno de estos intentos tuvo éxito y la búsqueda de una teoría unificada continúa.

Algunos científicos creen que la teoría de cuerdas -aparecida por primera vez en la década de 1970- es un paso importante hacia una "teoría del todo" y postula que todas las partículas de materia/fuerza e incluso el espacio-tiempo surgen de cuerdas unidimensionales vibrantes con alrededor de 10-33 cms. de largo y grosor cero, habitando en un Universo de diez dimensiones en que las seis dimensiones adicionales se enrollan de modo tan ínfimo que son indetectables. Esta teoría no tiene soporte experimental pues para detectar cuerdas individuales se requeriría un acelerador de partículas al menos tan grande como nuestra galaxia, y también las matemáticas en la teoría de cuerdas son tan complejas que nadie conoce las ecuaciones exactas, e incluso las fórmulas aproximadas son de tal dificultad que hasta ahora sólo se han resuelto parcialmente (1).

Ciertos especialistas piensan que más allá de la hipótesis de cuerdas se encuentra la "teoría M" que plantea un Universo de 11 dimensiones y habitado no sólo por cuerdas unidimensionales sino también por membranas bidimensionales, masas tridimensionales (brana triple) y también entidades de dimensiones superiores que incluyen hasta nueve dimensiones o branas; incluso se especula que los componentes fundamentales del Universo pueden ser branas-cero (2). Tales ideas ridículas no hacen nada para avanzar en nuestra comprensión del mundo real y simplemente muestran cómo la especulación matemática pura puede llegar a ser surrealista.


Campo de punto cero

De acuerdo con la teoría cuántica los campos electromagnéticos (y otros ámbitos de fuerza) están sujetos a fluctuaciones constantes y totalmente aleatorias* incluso a una temperatura hipotética de cero absoluto (-273° C), instante en que cesaría toda agitación térmica. Como resultado, se cree que el "espacio vacío" está repleto con energía de temperatura cero en forma de campos fluctuantes de radiación electromagnética (campo de punto cero) y partículas virtuales de corta duración (o "mar de Dirac") (1). Formalmente, cada punto del espacio debiera contener una cantidad energética infinita de punto cero, y al suponer una longitud de onda mínima de vibraciones electromagnéticas la densidad de energía del "vacío cuántico" se ha reducido a la cifra aún astronómica de 10108 julios por centímetro cúbico.

*H.P. Blavatsky escribe: "Es imposible concebir algo sin una causa y el intento de hacerlo hace que la mente se quede en blanco" (2). ¡Y esto implica que debe haber una gran cantidad de científicos caminando con mentes vacías!

Se dice que el motivo por el que normalmente no notamos esta energía se debe a su densidad uniforme y muchos científicos están felices de ignorarla por completo. Sin embargo, se han llevado a cabo muchos experimentos cuyos resultados se consideran ampliamente compatibles con la existencia de energía de punto cero. La presencia de superficies cambia la densidad en la energía de vacío y puede dar lugar a fuerzas homólogas, como por ejemplo el efecto Casimir, una fuerza atractiva entre dos placas conductoras y paralelas, pero se necesita mucho más trabajo experimental para probar la teoría y otras explicaciones alternativas. El Centro Marshall de Vuelos Espaciales (NASA) estudió la posibilidad de implementar energía de punto cero para el lanzamiento de una nave espacial como parte de su Programa de Física sobre Propulsión de Avance (1996-2002) (3).

Mientras que la electrodinámica cuántica convencional deriva el campo de punto cero (ZPF) -a veces llamado "éter cuántico"- de la teoría cuántica y supone que es generada por materia física-energía, existe el enfoque competitivo de la electrodinámica estocástica que se refiere al ZPF como un sustrato intrínseco muy real del Universo.

Algunos científicos han teorizado que masa, inercia y gravedad están conectadas con la energía electromagnética fluctuante del ZPF (4). Se sostiene que la inercia (resistencia de un cuerpo a un cambio en su estado de movimiento) es una fuerza de arrastre electromagnética y dependiente de la aceleración que proviene de interacciones entre una partícula cargada y el ZPF. También se dice que las fluctuaciones de éste último causan que las partículas cargadas emitan campos electromagnéticos secundarios, lo que da lugar a una fuerza de atracción residual o gravedad; de esta forma, en dicha teoría la gravedad se ve como una manifestación del electromagnetismo. Se piensa que al reconfigurar el ZPF que rodea a un cuerpo es posible modificar su inercia o "masa inercial" y controlar la gravedad.

Algunos investigadores de ZPF sugieren que no existe tal cosa como cargas de sólo masa que interactúan con el campo electromagnético omnipresente para crear la ilusión de materia (5). Sin embargo, esta teoría no nos lleva muy lejos dado que no presentan una imagen concreta de lo que entienden por "carga" o "partícula cargada". En el modelo estándar de física de partículas los componentes cargados "fundamentales" -como electrones y quarks- se modelan como infinitamente pequeños y sin estructura interna, lo que es claramente una imposibilidad física.


Impulsando la gravedad

De acuerdo con la teoría de impacto gravitacional que se originó principalmente con Georges-Louis Le Sage (siglo XVIII), la gravedad es causada por el hecho de que la materia física es bombardeada continuamente por partículas extremadamente pequeñas e inobservables (o "gravitones", una palabra que denota múltiples aspectos en diferentes teorías) que viajan a través del espacio en todas direcciones y mucho más rápido que la velocidad de la luz. Las partículas tendrían que ser tan pequeñas que sólo ocasionalmente golpeen constituyentes materiales al interior de los cuerpos mediante los cuales pasan, de modo que cada constituyente tenga las mismas posibilidades de ser impactado. Cualquier par de cuerpos en el espacio se ocultará entre sí para algunos impactos de gravitones, lo que resultará en que sean "atraídos" (es decir, empujados) recíprocamente con una fuerza que obedece la ley del cuadrado inverso. Hay varias versiones en competencia para la teoría de Le Sage y se dividen en dos grupos principales: los que siguen el enfoque de partículas (o corpuscular) y quienes reemplazan el mar de gravitones por radiación electromagnética de muy alta o baja frecuencia que llena todo el espacio (1).

James Clerk Maxwell y Henri Poincaré argumentaron que los choques de gravitones con la materia tendrían que ser inelásticos ya que los gravitones se moverían de un lado a otro entre dos cuerpos -cancelando así el efecto de blindaje- y que los impactos del gravitón inelástico calentarían rápidamente todos los objetos materiales a una enorme temperatura. Los defensores de la teoría respondieron afirmando que de alguna forma los cuerpos deben irradiar al espacio tanto calor como el que absorben, aunque no existe evidencia clara que respalde esto en el caso de la Tierra. Héctor Múnera se opone a la suposición de Maxwell y Poincaré de que los gravitones deben ser partículas puntuales que la materia refleja de manera coherente, y sostiene que si los gravitones son partículas espacialmente extendidas (como deberían ser si realmente existieran) podrían sufrir colisiones elásticas sin anularse entre sí y por lo tanto no surgirían problemas de calor (2).

Se supone que en la teoría newtoniana la gravedad actúa instantáneamente, mientras que en la hipótesis relativista se propaga a la velocidad de la luz. En ocasiones se argumenta que si la fuerza del Sol se propagara a la velocidad de la luz, aceleraría la velocidad orbital de la Tierra en una cantidad notable, un aspecto que no se observa. Tom Van Flandern calcula a partir de datos sobre púlsares binarios que los gravitones deben propagarse al menos 20 mil millones de veces más rápido que la luz (3) y no se explica cómo estos componentes se originan y logran acelerar a velocidades tan increíbles.

Si bien es lógico suponer que todas las fuerzas atractivas provienen en última instancia de empujes en algún nivel*, la teoría de impacto gravitacional es demasiado simplista para tener en cuenta todos los hechos relevantes. Al igual que la hipótesis convencional de gravedad no puede explicar por qué todos los planetas orbitan alrededor del Sol en planos que forman sólo ángulos pequeños con respecto al plano ecuatorial de esta estrella, o por qué todos los astros giran a su alrededor en la misma dirección que el sentido de su rotación. Aunque las teorías similares a la de Le Sage pueden dar cuenta del blindaje gravitacional (ya que la materia colocada entre dos cuerpos gravitantes absorberá o desviará los gravitones) no puede esclarecer fácilmente la antigravedad o la levitación y generalmente los ignora. No se ha ideado ninguna teoría de impacto para definir las fuerzas bipolares como electricidad y magnetismo y la adopción de un postulado sobre el impacto gravitatorio; por lo tanto, reduce la relación entre gravedad y electromagnetismo.

*Si razonamos por analogía ("como es arriba es abajo"), el mundo microscópico es una versión enormemente reducida y acelerada del mundo macroscópico (ver "The Infinite Divisibility of Matter", davidpratt.info). A nivel macroscópico es imposible encontrar una fuerza atractiva o de tracción que no sea realmente un empuje. Por ejemplo, en el caso de una persona que es "succionada" fuera de una cabina presurizada, si la puerta se abre mientras el avión está en vuelo es realmente empujada por el mayor número de bombardeos moleculares "detrás" de ellos. Si un objeto colocado en un fluido elástico emite ondas de condensación y rarefacción, otros cuerpos serán atraídos o repelidos dependiendo de si la longitud de onda es muy grande o muy pequeña en comparación con sus dimensiones (4). Por lo tanto, este caso involucra fuerzas tanto atractivas como repulsivas y ambas son finalmente reducibles a empujes, pero los procesos subyacentes son mucho más complejos que en el ejemplo de la aeronave.


Éter dinámico

Los investigadores en el campo de la física del éter han desarrollado una variedad de modelos para explicar la naturaleza de la materia y la fuerza. Tales nociones ya están "unificadas" en el sentido de que la materia física y las fuerzas se derivan de la actividad del éter subyacente. Las partículas subatómicas a menudo se modelan como vórtices autosuficientes en el éter que irradian y absorben continuamente los flujos de dicho compuesto. La inercia se puede representar como la fuerza de arrastre ejercida por el éter perturbado cuando un cuerpo acelera a través de él; la carga eléctrica puede considerarse como una diferencia en la concentración del éter y las fuerzas magnéticas como flujos circulares en aquél. Algunos investigadores como Dan Davidson dicen que así como la carga eléctrica es un gradiente en éter, la fuerza gravitatoria es un gradiente de carga eléctrica y esto significa que si el de tipo etérico cambia alrededor de un átomo la fuerza de gravedad también se verá alterada. Este fenómeno se puede amplificar sincronizando flujos de éter a través del núcleo de una masa dada, ya sea por rotación, movimiento o estimulación sónica, lo que hace que todos los átomos resuenen juntos (1).

Paul LaViolette ha desarrollado una teoría conocida como "cinética subcuántica" que reemplaza el concepto decimonónico de un éter mecánico inerte con el de uno que transmuta continuamente (2). Las partículas subatómicas físicas y los cuantos de energía se consideran patrones de concentración en forma ondulante en el éter. Se dice que los campos gravitatorio y electromagnético de una partícula resultan de los flujos de diferentes tipos de partículas etéricas -o "eterones"- mediante sus límites y los gradientes producidos de concentración de eterones. Las partículas cargadas positivamente como los protones generan pozos de gravedad que atraen materia, mientras que contrariamente a la teoría convencional las partículas negativas como los electrones generan colinas de gravedad que repelen la materia. Asimismo, la materia con electricidad neutra permanece gravitacionalmente atractiva porque el pozo de gravedad del protón domina de modo marginal la colina gravitacional del electrón.

La mayoría de científicos asume que los electrones son atraídos por gravedad, pero esto no se ha verificado experimentalmente debido a la dificultad de la medición. LaViolette ve la confirmación de su teoría respecto a las propiedades antigravitacionales de los electrones en un experimento realizado por Evgeny Podkletnov y Giovanni Modanese en 2001, que mostró que "una descarga axial de electrones de alto voltaje produce una onda de gravedad repelente de materia que viaja en dirección de la descarga y ejerce una fuerza de gravedad longitudinal y repulsiva en una masa de prueba distante" (3). Aunque la hipótesis de que las cargas negativas que generan campos antigravedad podría esclarecer el clásico efecto Biefeld-Brown (un impulso dirigido desde el electrodo negativo al positivo en un condensador de alto voltaje), plantea el problema de explicar por qué se puede producir un empuje independiente de si el electrodo principal es positivo o negativo.

Sobre la base del trabajo por científicos pioneros como Nicola Tesla, Louis de Broglie, Wilhelm Reich y Harold Aspden (4), los científicos canadienses Paulo y Alexandra Correa han desarrollado un modelo detallado y cuantitativo de un éter dinámico llamado "eterometría", y también trabajaron en aplicaciones tecnológicas como sus reactores de plasma pulsado (P.A.G.D.) que producen más potencia de la necesaria para su funcionamiento, un motor de éter autosuficiente y un neutralizador de peso y anti-gravitador (5).

Los Correa han realizado meticulosos experimentos con electroscopios, "acumuladores de orgón" (cercamientos metálicos especialmente diseñados) y bobinas de Tesla que apuntan a la existencia de formas eléctricas y no eléctricas de energía "libre de masa" (o no física) y no electromagnética, del cual existe un componente conocido por químicos y climatólogos como "calor latente" que tiene propiedades antigravitacionales (6). Al mostrar que el éter no se puede reducir a energía electromagnética han expuesto claramente la insuficiencia de los modelos sobre energía de punto cero. Cuando las ondas eléctricas sin masa se encuentran con materia física (por ejemplo, la atmósfera terrestre) imparten energía a las partículas cargadas -como los electrones- y cuando estas cargas se desaceleran emiten dicha potencia en forma de estructuras transitorias de energía electromagnética similares a vórtices, es decir, fotones.

La eterometría propone que los movimientos de rotación y traslación de planetas, estrellas y galaxias son resultado de giros y movimientos vorticales de éter en múltiples escalas. Por ejemplo, las ondas de éter eléctricas y no eléctricas transmiten impulsos a la Tierra a medida que se curvan hacia el planeta y esta afluencia de energía no sólo impulsa al planeta sino que también produce su campo gravitatorio. Cuando la energía de éter no eléctrica interactúa con cargas físicas o etéricas produce gravitones que impulsan una partícula o cuerpo hacia regiones con mayor densidad de masa, o antigravitones que los impulsan en la dirección opuesta. Esencialmente las fuerzas gravitacionales son injerencias electrodinámicas que dependen de la polaridad y la eterometría sostiene que la gravedad finalmente resulta de una atracción electrodinámica que se produce cuando la materia que es mayormente neutral (con cargas equilibradas de ambas polaridades) interactúa con los entramados etéricos formados por cargas libres de masa en fase, mientras en última instancia la antigravedad se produce por una repulsión electrodinámica que ocurre cuando la materia tiene carga neta e interactúa con las mismas redes de carga en fase (7).


Referencias

Espacio vacío, espacio curvo y éter

1. https://www.quora.com/Is-it-true-that-Newton-had-no-idea-how-gravity-works; H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 1:490-1.

3. Ver "Espacio, tiempo y relatividad".

 
Campos, cuerdas y branas

1. Brian Greene, The Elegant Universe: Superstrings, hidden dimensions, and the quest for the ultimate theory, London: Vintage, 2000, p. 19.

2. Ibídem, p. 287-8, 379.

 
Campo de punto cero

1. R. Forward, "Mass modification experiment definition study", Journal of Scientific Exploration, 10:3, 1996, p. 325-54.

2. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1977 (1888), 1:44.

3. Marc G. Millis, "Prospects for breakthrough propulsion from physics", 2004, nasa.gov.

4. B. Haisch y A. Rueda, "The zero-point field and the NASA challenge to create the space drive", Journal of Scientific Exploration, 11:4, 1997, p. 473-85; "Questions and answers about the origin of inertia and the zero-point field", calphysics.org.

5. B. Haisch, A. Rueda y H.E. Puthoff, "Beyond E=mc2", The Sciences, 34:6, 1994, p. 26-31.

 
Impulsando la gravedad

1. Matthew R. Edwards (ed.), Pushing Gravity: New perspectives on Le Sage’s theory of gravitation, Montreal, Quebec: Apeiron, 2002.

2. Héctor A. Múnera, "A Le Sagian atomic-type model for propagation and generation of gravity", en Héctor A. Múnera (ed.), Should the Laws of Gravitation Be Reconsidered? The scientific legacy of Maurice Allais, Montreal: Apeiron, 2011, p. 385-422.

3. Tom Van Flandern, "The speed of gravity – what the experiments say", Meta Research Bulletin, 6:4, 1997, p. 49-62.

4. Encyclopaedia Britannica, 9a edición, 1898, p. 64.

 
Éter dinámico

1. Dan A. Davidson, Shape Power, Sierra Vista, AR: RIVAS, 1997, p. 1-7; Dan A. Davidson, "Free energy, gravity and the aether", 1997, keelynet.com.

2. Paul A. LaViolette, Genesis of the Cosmos: The ancient science of continuous creation, Rochester, VE: Bear and Company, 2004; Paul A. LaViolette, Subquantum Kinetics: A systems approach to physics and cosmology, Alexandria, VA: Starlane Publications, 2da edición, 2003 (etheric.com).

3. etheric.com/predictions-part-ii-physics-and-astronomy/2; Subquantum Kinetics, p. 126-8.

4. Harold Aspden (física de éter), haroldaspden.com.
5. The New Aetherometric Technologies, aetherenergy.com; Keith Tutt, The Search for Free Energy: A scientific tale of jealousy, genius and electricity, London: Simon & Schuster, 2001, p. 218-22, 315-7.

6. Paulo N. Correa y Alexandra N. Correa, Experimental Aetherometry, vols. 1, 2A y 2B, Concord: Akronos Publishing, 2001, 2003, 2006 (aetherometry.com).