1 de marzo de 2022

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (1 de 3)


Por Alexandre Moryason

El administrador expresa sinceros agradecimientos a Moryason y su equipo editorial por autorizar gentil y expresamente la traducción al español de esta serie.


Contenidos:
 
01. Guénon frente a la Teosofía
02. Errores históricos de Guénon

La obra de René Guénon todavía se ofrece hoy como referencia a muchos representantes del pensamiento llamado “tradicional”, particularmente en los círculos masónicos. Su obra goza de un prestigio que se debe al indiscutible talento del escritor, pero también a una reputación de exigencia intelectual y ética “tradicional”, sustentadas en una erudición que debe revisarse.


01. Guénon frente a la Teosofía

Cualesquiera que sean los méritos ocasionales en la obra de Guénon, ésta y las siguientes secciones mostrarán que la reputación de "conocimiento" y "rigor" que se atribuye a su nombre está más que sobrevalorada. A todos les parecerá que este autor debe especialmente la extensión de su lectorado a la "ignorancia culta" de sus seguidores, más sensibles al aplomo de su mentor que capaces de evaluar las afirmaciones arbitrarias y la calificación a menudo dudosa. Libros como “Teosofismo: Historia de una Pseudoreligión”, “El Rey del Mundo” y otros veintiséis pretenden introducir un enfoque auténtico del esoterismo, según los criterios de lo que se ha denominado “corriente tradicionalista”. Ninguna obra es del todo negativa, y la de Guénon -especialmente "El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos"- lleva ciertas pepitas en un peligroso torrente, alimentado por un sospechoso elitismo de los parientes ideológicos más desastrosos que aparecieron en el interbellum del siglo XX. Sin embargo, algunos de sus adláteres aseguran defenderlo de esto, lo cual está sujeto a un debate posterior. Lo único que nos importa aquí es el hecho de que este escritor se esforzó por desacreditar totalmente a la persona y obra de Madame Blavatsky, considerándola una figura emblemática de lo que con desdén llamó "neoespiritualismo". Este término despectivo señala en él cualquier expresión doctrinal que se desvíe mínimamente de una de las grandes tradiciones adscritas a las creencias "reveladas" (judaísmo, cristianismo e islam, excluyendo por tanto la tradición espiritual del budismo) y de su propio esoterismo, que debía considerarse "ortodoxo" por representantes calificados.

Por lo tanto, el significado que el Esoterismo atribuye a la palabra “tradición” no puede ser al que se refiere Guénon, pues aquélla se remonta a una Enseñanza milenaria y anterior a cualquier religión revelada, a cualquier forma de control por parte de una casta sacerdotal -susceptible de sostener por sí misma la Verdad sobre el aspecto más oculto de la religión considerada (y es este detalle lo que Guénon consideraba "el esoterismo de una religión”)-, y finalmente a cualquier forma de exclusión, a saber, en lo relativo al género y la posición social. Guénon afirma que los criterios que le permiten autentificar la “tradición” han sido escudriñados desde su propio recorrido espiritual e intelectual, descrito como “riguroso”, y abarcando aspectos tan vastos como el cristianismo, el islam, el hinduismo y el taoísmo, todos coincidentes con su “experiencia personal de iniciación” donde, sin embargo, sus persistentes negaciones se ven como un signo de su “alta integridad”. Que tal enunciado pudiera impresionar tanto a la "élite intelectual" se explica por el hecho de que el ámbito de la Tradición Iniciática es muy poco conocido, y donde además la calificación es más difícil de contrarrestar. La idiosincrasia “guénoniana” hizo escuela, pero en adelante puede encontrar en varios autores un desprecio soberano por todo lo que el “Maestro” indicaba con su venganza, y por lo cual es recomendable ofrecer una muestra. Así, tras haber mencionado las aclaraciones que Guénon aportó a la noción de Teosofía "con un rigor indispensable", M.A. Faivre, autor del artículo "Théosophie" -primera edición de la Encyclopaedia Universalis-, bajo la entrada "Guénonienne" dio el siguiente veredicto sobre la doctrina de Madame Blavatsky, aquí visiblemente confundida con aquélla de sus sucedáneos imposibles: "Una cierta idea occidentalizada del budismo, un marcado interés por los fenómenos psíquicos, una erudición fantasiosa y poco recia; desde luego, una enseñanza ‘reencarnacionista’ delirante e insuficiente para constituir una doctrina, sino sólo una masa incoherente de elementos a menudo contradictorios, que sólo pueden atraer como regla general a personas de baja cultura”. Y en esta misma Enciclopedia que acabamos de citar, esbozaremos de paso lo suficiente para mostrar que la ignorancia de Guénon en materia de Tradición Oriental sólo se compara con la soberbia que pone en los juicios que espeta en nombre de aquélla (el profesor Louis Renou (1) ya habló, y con razón, sobre los “desvaríos de René Guénon”). Algunas de sus aberraciones bastarán para demostrarlo. Los cargos formulados por Guénon para desacreditar a Blavatsky cubren una gama bastante amplia de todas las afirmaciones calumniosas que puedan emplearse sin demasiado temor a ser negadas, ya que son valoraciones subjetivas o afirmaciones incontrolables*:

(1) Louis Renou (1896-1966), sanscritista francés reconocido internacionalmente, miembro del Instituto y profesor de la Sorbona, eminente especialista en estudios indios y orientales. Es autor de obras en el campo indoario antiguo (gramática y lexicografía), y asimismo elaboró ediciones y transcripciones de textos literarios y religiosos.

*Se citan aquí las páginas de la obra “Teosofismo” en francés (N.del T.).


-Dibuja el retrato moral de un monstruo de duplicidad (Théosophisme, capítulos VI, VII y VIII, p. 72-92), basado en los únicos elementos proporcionados por los únicos enemigos de H.P.B., en particular Solovioff, Barlet y Gaboriau.

-Afirma que Helena Petrovna y el coronel Olcott pertenecían a una “sociedad oculta” de la que “fueron expulsados en 1878” y les sirvió como "centro iniciático": una cierta "Fraternidad Hermética de Luxor", de la que René sostiene estar bien informado (p. 19-27). Esto es simplemente estrambótico, pues hemos visto cuán improbable es la afiliación de Olcott y Blavatsky a esta colectividad, cuyo nombre es, en cambio, curiosamente idéntico al que mencionan, identidad que no dejaron de denunciar como impostura.

-Se esfuerza por desacreditar totalmente la Doctrina Teosófica mediante varias de sus obras, exponiendo el "abuso" y la "desviación" de términos sánscritos y las nociones tradicionales que abarcaban.

-Finalmente y respecto al “informe Hodgson”, acompañado del veredicto por la Psychical Research Society, el autor acepta todas las conclusiones en bloque, representando a H.P.B. como una “estafadora” que empleó trucos y efectos especiales como demostraciones psíquicas (cap. V, p. 61-71). En seguida se presentarán debidamente las pruebas para demostrar que las afirmaciones de Guénon son incorrectas.


02. Errores históricos de René Guénon
 
A) El dúo Solovioff

Empecemos por un ejemplo de confusión escandalosa de consecuencias difamatorias, que nos permite medir la veracidad en las referencias de Guénon. De hecho y para denunciar a Blavatsky, éste último utilizó el libro de Sergei Vsevolod Solovioff A Modern Priestess of Isis, una urdimbre de comentarios tendenciosos por un don nadie que admite haber fingido su amistad con Blavatsky para perderla mejor. Guénon, acusado por este uso exclusivo, replica: "Respondemos que Solovioff fue al menos un filósofo valioso, quizás el único que ha tenido Rusia, y quienes lo conocieron bien nos certificaron que su integridad intelectual estaba por encima de toda sospecha” (p. 319-320). Y de hecho, la "probidad intelectual" de Vladimir Solovioff (1) (1853-1900), reconocido filósofo-poeta e hijo del famoso historiador Sergei Solovioff, no puede ser cuestionada porque Vladimir se distinguió por su desesperada lucha por el reencuentro de las iglesias Ortodoxa y Católica ("Rusia y la Iglesia Universal"), antes de volver con decepción a la filosofía pura ("Justificación del Bien y Tres Conversaciones"). Sin embargo, la “entereza intelectual” de Sergei Vsévolod Solovioff, autor del libro en que se inspira Guénon y hermano menor de Vladimir, no puede estar "por encima de toda sospecha". Así, el escritor galo confunde al célebre Vladimir con Sergueï -el “falso confidente” de H.P.B.-, escritor y autor mucho más modesto (en 1895) del libelo vengativo que ensucia la memoria de aquélla. Su honestidad es dudosa por la misma admisión de su editor y prologuista; él mismo es radicalmente hostil a Madame Blavatsky, pero considera que debido a dicha honestidad intelectual se generan ciertas ambigüedades sobre la versión dada por Sergei de algunos hechos (op. cit., p. XV-XVI).

El colmo es que Vladimir Solovioff, filósofo de erudición y pensamiento elevado que atrajo la admiración de su tiempo, no había ocultado en modo alguno la gran consideración que daba a los escritos de Helena Blavatsky. Al defenderla contra sus calumniadores, elaboró comentarios sumamente agradecidos sobre su último trabajo "La Clave de la Teosofía", donde esbozaba una síntesis de los aspectos fundamentales de la Doctrina de sus Mahatmas
. En la revista Russkoye Obozreniye [The Russian Review] donde ella misma escribía con frecuencia, Vladimir [foto derecha] se expresaba en estos términos hacia 1889:

“Se ha dicho que la Teosofía es una propuesta comercial, y a través de ella se puede acumular una gran cantidad de dinero. El mismo oponente afirma que los Guías Tibetanos de la Sociedad, Mahatmas y Chelas [discípulos], nunca existieron y fueron inventados por Madame Blavatsky. Al primer planteamiento, la autora [Blavatsky] responde con datos y cifras convincentes; en cuanto al segundo, nosotros mismos, una parte foránea en este asunto, podemos testificar que esto es falso. ¿Cómo pudo Helena haber inventado la Hermandad Tibetana o la Orden de los Chelas, cuando es fácil encontrar información precisa y auténtica sobre la existencia y características de ese grupo en el libro del misionero francés Huc (Voyage en Tartare, Tibet et Chine); y que visitó Tíbet en la primera parte del decenio 1840, es decir, unos treinta años antes que se fundara la Sociedad Teosófica? De todos modos, y teniendo en cuenta todas las debilidades teóricas y éticas de la Sociedad, es obvio que ésta última -ya sea en su forma actual o no-, así como el movimiento neobudista (2) despertado por sus esfuerzos, tienen un rol importante que desempeñar en un futuro próximo […] Este último trabajo de H.P. Blavatsky es particularmente importante para nosotros, porque presenta el budismo desde un ángulo nuevo e insospechado hasta el día de hoy, es decir, un movimiento religioso sin credos ni dogmas, y sin embargo provisto de un objetivo bien definido y único: que el individuo logre su propia evolución divina en oposición a la creencia en un principio sobrehumano” (loc. cit. en Ryan, p. 202-203).

(1) También escrito Soloviev o Solov'ev (Wladimir Sergeevich Soloviev).
(2) El término "budista", escrito con una sóla "d", indica que Vladimir Solovioff apoyó la distinción hecha por Blavatsky entre el principio espiritual que da su significado para esta Filosofía [Buddhi] y el movimiento religioso que reclama textos atribuidos a Buda en su Doctrina Exotérica (“La Clave de la Teosofía”, capítulo "La Teosofía no es budismo", p. 20-23).

Por lo tanto, no sólo Guénon comete una confusión ridícula, sino que inadvertidamente afirma ser un filósofo que desautorizó radicalmente los comentarios que hizo contra Blavatsky.


B) Malentendido sobre Samuel Mac Gregor Mathers

Guénon hizo todo lo posible por “demostrar” que existían vínculos reveladores sobre agentes manipuladores de "contra-iniciación" entre la Fraternidad Hermética de Luxor (aquélla que detectó como tal), los Maestros ocultistas de diferentes movimientos rosacruces y los Inspiradores de la Sociedad Teosófica. Los Mahatmas de Blavatsky y las obras de ésta última le parecen evidentemente el tipo perfecto de estas oscuras empresas; así, Guénon nos invita a seguirlo en los giros y vueltas de sus conjeturas y revelaciones como hombre bien informado sobre el "quién es quién" del Esoterismo, y respecto a lo cual tiene intuiciones que otros no demuestran (cf., p. 33-42). Es aquí donde comete dos errores, cuya enormidad dice mucho sobre su imperfección real y el poco crédito que puede darse a sus "ajustes". Hablando de la Orden Hermética Golden Dawn, emanación de la Societas Rosicruciana en Anglia, René evoca el lema de uno de sus líderes, S.L. Mac-Gregor Mathers, para subrayar que tiene un final de texto idéntico al de "su" Hermandad Hermética de la Luz (op. cit., p. 36). Luego proporciona la siguiente información sobre Mac-Gregor Mathers, Imperator de la Golden Dawn y autor de una carta que acaba de mencionar:

“El autor de la carta que venimos de citar, que murió hace unos años, era hermano mayor de otro Mac-Gregor, representante en Francia de la Golden Dawn en el exterior, y también miembro de la Sociedad Teosófica. Durante 1899 y 1903 hubo algo de ruido en París en torno a los intentos por restaurar el culto a Isis por parte del señor y la señora Mac-Gregor, bajo el patrocinio del escritor ocultista Jules Bois, conatos bastante fantasiosos, pero que tuvieron en su tiempo cierto éxito de curiosidad. Agreguemos que la señora Mac-Gregor, 'Suma Sacerdotisa Amari', es hermana del señor Bergson” (op. cit., p. 36-37).

El lector familiarizado con estos detalles habrá tenido que revisar la cita dos veces para dar crédito a lo que ve: Guénon sostiene que Samuel Lyddel Mac Gregor Mathers, Imperator de la Golden Dawn, murió dejando un hermano menor y esposo de la hermana del filósofo Henri Bergson, ¡para representar a ese grupo a través de “actividades fantasiosas” en Francia! Rectifiquemos: ilustre figura del ocultismo anglosajón en el cambio de siglo, Samuel Lyddel Mac Gregor Mathers, casado con Moïna Bergson, jamás tuvo un hermano que llegase a Francia para llevar a cabo sus planes ocultistas. Los sucesivos episodios de esta actividad tuvieron como actor a una sóla persona, el propio Mathers, bien conocido por todos quienes posean algún conocimiento sobre un período de ocultismo que aún no estaba tan lejos para Guénon. ¿Qué deberíamos pensar de un inquisidor capaz de tales malentendidos sobre un tema que dice tratar como "experto", además de rectificar opiniones erróneas y triviales de sus contemporáneos en estas cuestiones?


C) Confusión entre Lytton padre e hijo

El anterior no es su único desliz de este tipo: al encontrarse con dificultades insuperables y atañentes a enlaces ascendentes o colaterales, Guénon incurre en otro grosero equívoco, aunque menos divertido, sobre Bulwer Lytton. Al continuar discutiendo "hábilmente" los nexos entre la política anglosajona y el ocultismo, considera oportuno exponernos una vez más a la ayuda de su ilustración: presenta a "Lord Lytton, entonces virrey de India", como un actor interesado en las intrigas libertarias de 1876 en torno a la Sociedad Fratres Lucis. René añade:

“Volviendo a asuntos serios, diremos que Lord Lytton, cuyo nombre acabamos de conocer en relación con Fratres Lucis, es el famoso autor de 'Zanoni', ‘Une Étrange Histoire' y ‘The Future Race’ (…) fue el gran mecenas de la Societas Rosicruciana, y su hijo fue embajador de Inglaterra en París. Probablemente no sea por simple casualidad que el nombre de Lytton se encuentre en todo momento mezclado con la Historia del Ocultismo” (op. cit., p. 301).

Esta vez Guénon confunde al padre (Sir Edward Bulwer Lytton) con el hijo (Lord Lytton) y atribuye a éste la autoría de las obras del anterior. Esto todavía dice mucho sobre la ignorancia de las fuentes más elementales en la historia del Ocultismo.


Arriba: Edward George Earle Bulwer-Lytton (1803-1873); debajo: Lord Edouard Robert Bulwer Lytton (1831-1891).

De hecho, el autor de Zanoni (1842) y la famosa obra Los últimos días de Pompeya fue Sir Edward Bulwer Lytton (1803-1873), padre de Lord Lytton, virrey de India y embajador de Inglaterra en París (3). Las funciones mencionadas nunca fueron asumidas por Lord Edward Bulwer Lytton, sino sólo por su primogénito. En consecuencia, las obras son del progenitor y al hijo corresponden los títulos y supuestos complots de 1876, en los que Lord Edward Bulwer Lytton no pudo intervenir -como aseguraba Guénon-, fallecido tres años antes. En una segunda edición de su libro, René corrige este traspié y el anterior queda intacto.

(3) El padre, Edward George Earle Bulwer-Lytton (1803-1873), fue estadista, poeta y crítico, y pasó a la posteridad como fructífero escritor, entre otros, de "Zanoni", "Los últimos días de Pompeya" o "The Future Race". Su hijo, Lord Edward Robert Bulwer Lytton (1831-1891), era diplomático y también poeta bajo el seudónimo de Owen Meredith. Fue designado Virrey de India por Disraeli en 1875 y se le confirió el título de conde por los servicios prestados en las guerras afganas. También ejerció como embajador en Francia desde 1887 hasta su muerte.


D) Imprecisiones sobre H.P. Blavatsky

Guénon quiere ignorar las fuentes más accesibles e indispensables, como el libro de Alfred Percy Sinnett "La Vida Extraordinaria de Madame Blavatsky", sobre la persona que dice condenar. De hecho, en la segunda edición de su libro difamatorio, admite sin vacilaciones (dos notas sucesivas, p. 319) haber omitido mencionar un informe pericial que ya en 1886 contradecía las conclusiones del “Informe Hodgson” (1885), referente a la caligrafía de Blavatsky; y este reporte constituye la base de la acusación para todos sus detractores, encabezada por Guénon. Explica así su negligencia: “(…) habíamos ignorado este hecho durante la primera edición, pues de lo contrario no lo habríamos eludido como nos han criticado” (op. cit., p. 319). Pero "este hecho" se menciona, muy claramente, en el apéndice 2 del trabajo de Alfred ya referido (The Extraordinary Life of Mrs. Blavatsky, p. 247-248), la primera y única biografía -y además muy breve- escrita en vida por Helena Petrovna. Asimismo, recordemos que Guénon admite no saber, y otra vez a pesar de Sinnett, si Blavatsky se volvió a casar en América durante 1875 (op. cit. p. 22-23). Esta duda revela las más descabelladas elucubraciones en la búsqueda de datos sobre una persona cuyo carácter y acciones pretende examinar (porque además el "supuesto" marido no es en absoluto "médium" como asegura Guénon).