1 de marzo de 2022

René Guénon y sus disparates contra la Teosofía (3 de 3)


Por Alexandre Moryason 

Contenidos:
 
05. Guénon y el budismo esotérico
06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon


05. Guénon y el budismo esotérico

Puede ser conveniente recordar que, si los orientalistas de formación occidental (nada interesados en probar que Madame Blavatsky tenía razón o no) confirman la presentación de esta última sobre una noción clave, varios representantes autóctonos también lo han hecho sin ambigüedades para la Doctrina teosófica en su totalidad. Esta observación no es inútil si se recuerda en qué términos Guénon pretendía pronunciar un juicio final sobre la Teosofía y su iniciadora:

“En cuanto a las doctrinas estrictamente orientales, Blavatsky sabía del brahmanismo e incluso del budismo sólo lo que todo el mundo puede conocer de ellas, e incluso la autora no entendía mucho de esas religiones, como lo prueban las teorías que les achaca y también los contrasentidos que comete en cada momento en términos sánscritos (…) Añadiremos una palabra más sobre los textos tibetanos supuestamente muy secretos que Blavatsky ha citado en sus obras, en particular las famosas Estrofas de Dzyan, incorporadas en la Doctrina Secreta y la Voz del Silencio. Esos textos contienen muchos pasajes que obviamente están 'interpolados' o incluso se inventan desde cero, y otros que al menos han sido 'arreglados' para acomodarlos a las ideas teósofas; en cuanto a sus partes auténticas, simplemente están tomadas de una traducción sobre fragmentos del Kandjur y Tandjur, publicada hacia 1836 en el vigésimo volumen de Asiatic Researches of Calcutta por Alexandre Csoma De Körös” (1) (Théosophisme, p. 96-97).

(1) El erudito húngaro Alexandre Csoma de Körös, autor de un diccionario y gramática del tibetano clásico, es fundador de los estudios tibetanos en Europa. Su trabajo fue continuado por Philippe-Édouard Foucaux (1811-1894), el primer tibetólogo francés (nota añadida por nosotros y no pertenece al texto de Guénon).

Aquí tenemos la cuestión para las fuentes de la Doctrina misma: UNA “IMPOSTURA”… Para desgracia de René, ésta no era la opinión del Lama Kasi Dawa Samdup. Erudito e iniciado de la escuela Kargyutpa del “budismo del norte”, Samdup dictó en particular las explicaciones y notas dadas en la introducción a la primera publicación occidental del Bardo Thôdol. Este "Libro Tibetano de los Muertos", como se le ha llamado de forma algo incorrecta, es una de las obras sagradas y fundamentales del budismo Mahayana o camino del "Gran Vehículo" (en oposición a la vía Hinnayana o “pequeña perfección”, propuesta más particularmente por los budistas sureños). El doctor W.Y. Evans-Wentz, editor y co-traductor, agradece a Lama Samdup una valiosa asistencia en la incorporación de esta doctrina y especifica que esa ayuda respondió al deseo del propio Gurú (Maestro) del Lama, quien a su vez deseaba que su escuela no viera su pensamiento irremediablemente distorsionado por una primera transcripción errónea al inglés. Por lo tanto, el texto se presenta de la siguiente manera: Bardo-Thôdol-El Libro Tibetano de los Muertos, o experiencias posteriores a la muerte en el plano del Bardo-Según la versión en inglés de Lama Kasi Dawa Samdup, editada por Walter Yeeling Evans-Wentz, M.A., D. Litt., B.S.C. del Jesus College, Oxford (traducción al francés de Marguerite La Fuente, prefacio de M.J. Bacot, seguido de Carl Gustave Jung (2), comentario psicológico del Bardo-Thodol, París: Librairie d'Amérique et d'Orient-Adrien Maisonneuve, 1933).

(2) “El Bardo-Thodol es un libro cuya función es enseñar (…) No creo que haya mejores vías para saldar mi deuda con los dos primeros traductores del Bardo-Thodol -el difunto Lama Kazi Dawa-Samdup y el señor Evans-Wentz- ni agradecerles, que tratar de facilitar a la mente occidental la comprensión de las ideas y la grandiosa problemática de esta obra, a través de un comentario psicológico (…) Estoy seguro de que todos quienes exploren este libro con la mente abierta y se dejen imbuir por él sin previo aviso, lo encontrarán enriquecido” (extracto del prefacio por Carl Gustav Jung).

[N.del T.: Por lo que trasunta de estas glosas, ni Moryason ni Jung demuestran familiaridad con las enseñanzas originales de Teosofía, ni con las grandes distinciones entre ésta y muchas referencias al budismo tibetano -en especial el Bardo-Thôdol-, las cuales se explican con más detalle en el artículo homónimo y la serie “Gelugpas, Tantra y Dalai-Lamas”]. 

En la introducción a este trabajo y concerniente a las obras de Blavatsky y su enseñanza, encontramos la siguiente observación en una nota de Evans-Wentz, de la cual parece aconsejable otorgar aquí una cita más extensa:

“Con respecto al significado esotérico de los cuarenta y nueve días del Bardo, compárese: La Doctrina Secreta, por H.P. Blavatsky, Londres, 1888, p. 238, 411, 617, 627-628. Lama Kasi Dawa Samdup consideró, a pesar de las críticas dirigidas a sus obras, que indudablemente Blavatsky debe haber recibido una elevada educación lamaica, como ella afirmó” (op. cit., nota 1, p. 6, énfasis añadido).

Walter Yeeling Evans-Wentz (1878-1965), a la usanza tibetana y sosteniendo una copia del Bardo-Thôdol, frente al monasterio Ghoom en Darjeeling (1955).  

Las partes de la Doctrina Secreta a que se hace referencia son los conceptos séptuples de Globos-Cadenas Planetarios y Razas Humanas, cuya reseña muestra la contribución más original de la Teosofía a la Metafísica, cimentando así la idea de evolución cósmica de la Conciencia. Sin embargo, esta presentación fue juzgada por Guénon y otros como “fruto de la imaginación de Blavatsky”, mezclada con “un revoltijo superficial de doctrinas hindúes bastardas y mal asimiladas”. Para el escritor francés, el concepto mismo de "evolución" es absolutamente ajeno a cualquier doctrina oriental (incluso la del budismo, que él no conoce). ¡Y estos desarrollos "evolutivos" serían sólo un préstamo de Blavatsky sobre las doctrinas darwinistas! Evans-Wentz, por su parte, añade una precisión que confirma a H.P.B. en sus declaraciones de haber tenido acceso a una Doctrina desconocida para los orientalistas, cuando ningún occidental había viajado aún al Tíbet:

“De igual modo, el budismo del norte -cuyo simbolismo sigue muy vivo- ha sido condenado por su contraparte sureña por su reclamo de ser ‘guardián de la Doctrina esotérica’, transmitida oralmente de generación en generación por los iniciados del Buda”.

Y agrega: “Los lamas admiten que los Ti-Pitaka (los 'Tres Cestos de la Ley') son, como dicen los budistas del sur, las palabras escritas de la doctrina de los antiguos o Thera Vâda; pero aseveran que los Pitakas no contienen todas las Palabras y carecen de muchas enseñanzas yóguicas del Buda, transmitidas esotéricamente hasta hoy. El budismo esotérico, como se le ha llamado de forma correcta o equívoca, semeja haberse transmitido principalmente ‘de boca en boca’ y siguiendo doctrinas de este tipo, según una regla oral y establecida de Guru a Shishya [discípulo]” (op. cit., p. 4).

Podemos comparar este conjunto con la siguiente afirmación guénoniana, cuyo aplomo de incompetencia debemos admirar aquí nuevamente:

“De hecho, lo cierto es que jamás hubo ningún 'budismo esotérico' genuino; si uno quiere encontrar el esoterismo, este no es el lugar porque en sus orígenes el budismo fue esencialmente una doctrina popular que sirvió de soporte teórico a un movimiento social de tendencia igualitaria” (Théosophisme, p. 105).

Sin comentarios… excepto, quizás, para observar que es bastante agradable ver que la mala fe o la ignorancia llevan a tal autor a dedicarse al análisis revisionista. Pero, ¿qué no haría Guénon para salvar una tradición “tan noble” como la de los brahmanes quemadores de viudas, o la alteración neoespiritista (que aquí es el registro del budismo)? ¿Quién podría en este período de entreguerras -pero tan fértil en ideas “elitistas”- entender la “verdadera Tradición”, salvo él? Sostenemos que la habilidad improvisada por el sesgo se opone a aquélla mucho más confiable de un auténtico representante de la tradición Kargyudpa, así como del eminente tibetólogo W.Y. Evans-Wentz. También y en tiempos recientes, el doctor D.T. Suzuki -representante del budismo Zen- confirmó esta evaluación:

“La Voz del Silencio es la verdadera Doctrina Mahâyanâ. No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto más profundo de dichas enseñanzas y luego reveló lo que ella consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía. Es cierto que algunas cosas fueron agregadas y otras se han quitado de la Doctrina Mahâyanâ pura, de acuerdo con el alcance de su conocimiento y juicio” (D.T. Suzuki, Eastern Buddhist (Old Series) V, p. 376., loc. cit. en B.A.T., p. 224).

Daisetz Teitaro Suzuki en 1960 (1879-1966), cortesía de Library of Congress

Suzuki agrega que "el Movimiento Teosófico ha dado a conocer al público general las doctrinas esenciales del budismo Mâhayâna, y el interés que ahora se está desarrollando en Occidente ha sido ciertamente sostenido por el conocimiento de la Teosofía” (ibídem), lo cual debiera constituir una respuesta a la sanción que Guénon consideró “definitiva”.


06. El reciente descubrimiento de las fuentes para "La Doctrina Secreta" vs. las “denuncias” de Guénon

Situemos ahora otra prueba en el archivo de fuentes auténticas de la Doctrina Secreta por Madame Blavatsky. Recuérdese que ella misma afirmó derivar esa obra no sólo desde una tradición oral de “budismo esotérico”, sino de un libro “tan antiguo que constituye el modelo a partir del cual se compiló el libro de Kiu-Té”.

El texto que Helena indica con ese nombre también es aludido con frecuencia por el Maestro K.H. en las Cartas Mahatma, al cual se ha tachado de “falsedad” como otros, y con más razón al anterior y más antiguo que H.P.B. da como su prototipo. Podemos responder hoy a los maestruchos de la negación: desde que las tropas de Mao Zedong invadieron Tíbet y saquearon sus tesoros literarios, hemos identificado los Libros de Kiu-Te, a los que David Reigle dedica un extensa composición llamada The Books of KIU-TE -or the Tibetan Budhists Tantras- A Preliminary Analysis (Wizards Bookshelfs, San Diego, 1983).

Fotografía de un manuscrito raro, copia de Phak-pa-Jam-pal-gi-Tsa-way-Gyud (Hphags pa Hjam dpal-gyi Rtsa wahi Rgyud); en sánscrito: Arya Manjushri Mûla Tantra ("Tratado original (Libro Raíz) del Dios de la Sabiduría”) sobre la Doctrina Kalachakra, tal como fue originalmente enseñada por el Señor Buda y formando parte del Kanjur (Bkah-'gyur), canon de “Traducción de los Mandamientos” del budismo tibetano. El texto está escrito en oro y plata sobre papel tibetano lacado, y cada folio mide 64,5 x 15,5 centímetros. Para preservarla, esta colección fue confiada a uno de los funcionarios que acompañaron al difunto Tashi Lâma cuando Su Santidad huyó de Tíbet (extraído del libro "El Libro Tibetano de la Gran Liberación" por W.Y. Evans-Wentz, Adyar Publishing House).

El particular rechazo con que se ha rodeado la existencia de estos libros se debe al simple hecho de que la ortografía de las traducciones del tibetano aún no estaba fijada en la época de Blavatsky, y además ella agregó una cita bibliográfica que comenta en La Doctrina Secreta cuyo título era aproximado. Esta es la edición de 1876 y 1879 de Narratives of the Mission of George Bogle to Tibet, and of the Journeys of Thomas Manning to Lhasa, por Clements Robert Markham. Helena Petrovna simplemente lo había mencionado como "el Tíbet de Markham", y es en este libro que figura un apéndice titulado "Una breve descripción del Reino del Tíbet", escrito en 1730 por el monje capuchino Horatio Della Penna (p. 309 et sq. como se indicó), quien a su vez menciona -para burlarse de ellas- obras tibetanas que según él eran las "leyes de Dote y el otro (…) Kiute". El tibetólogo David Reigle escribe:

“Ahora es fácil ver que ambas divisiones, Dote y Kiute, son mDo-sde y rGyud-sde respectivamente, o las secciones (sde) de los Sutra (mDo) y Tantra (rGyud) de la palabra del Buda, el Kandjur”.

El mero hecho de que durante un siglo ni siquiera nos molestáramos en hacer la conexión entre el rGyud sde y la mención de Kiu-Te, ya efectuada por Della Penna, dice mucho sobre la “competencia” y “buena fe” de orientalistas que todavía se ríen de la obra de Blavatsky, mientras la ignoran deliberadamente. Los comentarios secretos y textos tántricos (mágicos) constituyen así el rGyud-sde (Kiute) dentro del Canon Budista, formado por el Kandjur y Tandjur, como afirmó H.P.B. y debidamente señalado por un alto dignatario del lamaísmo que ella cita, el “Chohan Lama, jefe de los Archivos de la biblioteca secreta del Dalai Lama y los Lamas Rimpoche de Tashi-Lumpo” (cf. “Tibetan Teachings”, Blavatsky Collected Articles). Con respecto a dichos comentarios, y de los cuales Helena dijo que eran catorce, David Reigle sostiene:

Hay razones para pensar que existen citas de estos catorce volúmenes de comentarios en algunas glosas accesibles, que se encuentran en la parte Tanjour (bsTan-'gyur; también Bstan-hgyur) del Canon budista tibetano. Una tradición muy extendida -ya mencionada en el siglo XIV por Budon (Bu-ston, 1290-1364) en su Historia del Budismo (Chos-'byun) y reportada incluso antes en los propios comentarios de Kiu-te (rGyud-sde)- habla de versiones originales más extensas de los libros de Kiu-te, inencontrables entre los textos conocidos en India o Tíbet, sino sólo en lugares como Shambhala, etc. Ciertos instructores relevantes, como Âryâsanga, tienen fama de haber tenido acceso a esos registros y algunos han escrito comentarios que los citan” (op. cit., p. 3).

Por lo tanto, esta es una mención autóctona de apostillas ocultistas y perdidas, provenientes de Shambhala, la mítica ciudad del Buda. Para medir la fiabilidad de la información proporcionada por Budon, conviene recordar que fue precisamente él quien fue primer editor tibetano de Kandjur y compiló el Tandjur. Reigle especifica:

Estas dos colecciones de manuscritos se guardaron en el pequeño monasterio de Narthang (sNarthan), ubicado a unos 10 kms. al suroeste de Shigatsé (gZis-ka-rtse u hogar de los Mahâtmâs asociados con el Movimiento Teosófico), y se convirtieron en la base de posteriores ediciones xilográficas en bloque del Canon. Así, llegaron a conocerse como la ‘Edición antigua de Narthang’” (op. cit., p. 11).

Finalmente, el famoso “Libro de Dzyan”, del cual sus “Estrofas” son base para La Doctrina Secreta, fue presentado por H.P.B. como el primero de estos 14 comentarios secretos sobre el Kiu-Te. Y nuestro tibetólogo enumera cinco razones para identificar esos segmentos con "la versión más extendida" de la glosa sobre el primero de los grandes textos del Kandjour, el Kâlachakra Tantra:

a) El texto resumido que queda del Kâlachakra se coloca siempre a la cabeza de los textos del Kanjour; de manera similar, Blavatsky ubica el Libro de Dzyan como el "primero de los volúmenes de comentarios" para el Kiu-te.

b) La ubicación del mayor centro de estudio de Kâlachakra fue el monasterio Tashi Lhunpo, adyacente a la residencia de los Mahatmas teosóficos, en Shigatsé.

c) La referencia a Shambhala es constante en la literatura teosófica como fuente de sus enseñanzas, y asimismo en lo referente al texto del Kâlachakra.

d) Solo el Kâlachakra, entre los libros de Kiu-te, otorga un sitio central a la Cosmogénesis y Antropogénesis. Este es también el caso para las Estrofas de Dzyan, de las cuales La Doctrina Secreta es un comentario.

e) El término Dzyan es una transcripción fonética tibetana del sánscrito Jnâna, el Conocimiento-Sabiduría. Jnâna es también el título de la quinta y última sección del Kâlachakra.

Por lo tanto, hoy tenemos más motivos para considerar las Fuentes de la Doctrina Secreta como basadas genuinamente en la Tradición Oculta Tibetana, en lugar de cuestionarla. Es cierto que este resumen breve y parcial del trabajo por David Reigle no refleja toda la sutileza de sus argumentos y el alcance de la información que brindan; no obstante, dará al lector una idea del estado actual de cosas, lo que destruye por completo los argumentos de Guénon.

Finalmente, la pregunta sobre las fuentes originales de la Doctrina recibida por Blavatsky puede llevarnos brevemente a otro debate: ya hemos tenido la oportunidad de preguntarnos qué crédito debe darse al siguiente aserto doble de Guénon:

“(…) parece bien establecido que Blavatsky nunca fue a India antes de 1878, y que hasta ese momento nunca se habló de los ‘Mahatmas’; lo siguiente proporcionará pruebas suficientes” (Théosophisme, p. 15-16).

Ya hemos señalado que no se da ninguna de las pruebas empeñadas en el resto de su obra, siendo esto sólo una dosis "aprendida" de conjeturas y afirmaciones gratuitas. También observamos que esta acusación de “impostura” procede de la cizaña más notable: quienes conocieron a Blavatsky previo a 1878, en particular su tía y hermana, dan fe que ella mencionaba a sus Maestros mucho antes de ese año (en efecto, desde su niñez, y posteriormente durante su estadía en Rusia para 1859-1864, o su referencia a lo que H.P.B. llamó Radja-Yogis en la época). Durante el relato se dieron otros testimonios que corroboran la realidad de sus viajes, en particular los recogidos por H.S. Olcott. Entonces, ¿por qué Guénon, sin su gran "probidad", los ignoró deliberadamente? La conclusión obvia es que si en determinados círculos intelectuales “tradicionalistas” René goza de una reputación de “estudiosos concienzudos” -como también quienes dicen pertenecer a su escuela-, ese prestigio está totalmente sobrevalorado, porque no es sólo en el campo del rigor anecdótico (por muy necesario que sea para sus demostraciones) donde se puede “capturar” a este mentor en la falta de mentir sobre cualquier cosa. En su polémica dirigida contra el “neoespiritismo”, su obra filosófica misma está adornada con más engreimiento que instrucción real. Para responder punto por punto a la totalidad de su trabajo sería necesario dedicarle cientos de páginas, idénticas a las anteriores, además de una imperdonable pérdida de tiempo y energía, dos bienes preciosos y despilfarrados como aparecen entre los “Signos de los Tiempos”, título para uno de sus libros y cuyo inventario le era tan querido. Concluiremos con algunas apreciaciones relevantes, una sobre Guénon y otras dos para H.P. Blavatsky:

-Jacques Bergier en Enciclopédie de l’Inexpliqué: “[Guénon] consideró perfectamente innecesario dar referencias a lo que sostenía. Es muy lamentable (...) Personalmente prefiero inclinarme a admitir que lo poco que sé de la Tradición no da la idea de que Guénon haya tenido acceso a este dominio”.

-D.T. Suzuki (maestro de budismo Zen) en Eastern Buddhist (Old Series): "No hay duda de que Madame Blavatsky fue iniciada, de una forma u otra, en el aspecto profundo de las enseñanzas Mahayana, y que luego ella reveló lo que consideraba prudente dar al mundo occidental bajo el nombre de Teosofía”.

-David Reigle en Light on the Dzyan: Kalachakra-Symposium on H.P. Blavatsky’s Secret Doctrine: “Desde la identificación obvia en 1981 de los Libros de Kiu-Te (rGyud- sde) como el Tantra budista tibetano, sospeché durante largo tiempo que el Libro de Dzyan, del cual se tradujeron las Estrofas de La Doctrina Secreta, podría ser el perdido Mûla (Raíz) Kâlachakra Tantra".