21 de octubre de 2022

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (5 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, julio de 2018


Contenido:

06. Plataformas
-Mampostería ciclópea
-Alineaciones astronómicas
-Los hare-paenga
-El misterio del basalto


​06. Plataformas

Rapa Nui comporta al menos 313 plataformas ceremoniales o ahu, santuarios al aire libre erigidos en honor a dioses y ancestros mistificados. Algunos se construyeron tierra adentro, pero la mayoría está ubicada alrededor del litoral, generalmente en calas protegidas y áreas favorables para ocupación humana, aunque otros se localizan en bordes de acantilados. Los ahu se componen por un núcleo de escombros revestido con mampostería, para el que no se utilizó mortero. Los muros con vista al océano suelen incluir piedras sin cortar, pero a veces tienen bloques con empalme preciso. En el sector de tierra había una rampla pavimentada con hileras de cantos rodados costeros y descendía en pendiente hacia una plaza con nivelación artificial.

Algunos ahu son bastante pequeños, pero otros son ejemplos notables de ingeniería comunitaria, alcanzando los 150 mts. o más de largo y 7 de alto. Otros requirieron el traslado de 300 a 500 toneladas pedregosas, mientras que el complejo de Tahai constaba de tres edificaciones que requerían 23.000 metros cúbicos de relleno (peñascos y tierra) con un peso estimado de 2000 toneladas.

Fig. 6.1. Esquema de una plataforma.

Los ahu sirvieron como centros sociales y religiosos, además de hitos fronterizos. Algunos parecieron destinarse a albergar entierros, aunque ésta no habría sido la intención original de las tarimas con figuras. No se han descubierto esqueletos primitivos, pero sí elaborados fosos crematorios tras la plataforma central en muchos lugares, al contrario del centro y este de Polinesia donde no se incineraba a los fallecidos. En una fase posterior, éstos últimos se alojaron en sepulcros revestidos de piedra en plataformas o ramplas, y tras derribar el monumento, los difuntos se situaban alrededor de la imagen caída u otras partes de aquéllas y terminaban cubriéndose con rocas. Las plataformas semipiramidales (menos de 75 catalogadas, frente a los 125 estrados conmemorativos) fueron el último tipo de ahu construido; por lo general se superponían a emplazamientos anteriores con monumentos, y parecen estar concebidos exclusivamente para objetos funerarios.

Ciertas plataformas muestran indicios de fabricación en una sóla etapa, pero la mayoría de aquéllas con imágenes evidencian más de un periodo y algunas hasta ocho. Según datación por radiocarbono, la obra más antigua (Tahai) se remonta al 690 d. de C., si bien un grupo de arqueólogos cuestiona mucho la vinculación del material fechado con esa estructura (1). En general se cree que la construcción de ahu devino una "obsesión" hacia 1200 y se mantuvo por buena parte del siglo XVI.


Mampostería ciclópea

Los ejemplares más refinados, como aquél en Ahu Tahiri (uno de los dos sitios en Vinapu), consisten en "enormes piedras escuadradas y talladas que doblan el acero moderno más resistente" (1). Las mejores losas del frontis suelen pesar 2 ó 3 toneladas; en Vinapu, uno de los componentes en basalto pulido mide 2,5 x 1,7 mts. y pesa 6 ó 7 toneladas, al tiempo que otro en Ahu Vai Mata tiene 3 x 2 mts. y alcanza 9 ó 10 toneladas.

La albañilería titánica de Ahu Vinapu y otros lugares recuerda a los monumentos "incaicos" (o más bien preincaicos) en Cuzco, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, Machu Picchu y Sillustani en Perú. John Macmillan Brown escribe: "Los colosales bloques se labraron para encajar entre sí. En el Ahu Vinapu y el fragmento análogo cerca de la playa Hangaroa, las piedras son tan grandes como aquéllas del antiguo templo solar en Cuzco, y se hallan tan cuidadosamente forjadas -como las irregularidades de sus lados adyacentes- que dos caras cualquiera muestran un ajuste preciso. Dichos bloques son demasiado grandes para desplazarse con frecuencia y e impedirían que el albañil revisara si encajaban o no; por ello, debieron trabajarse según medidas o planes exactos. Tampoco hay evidencia de astillado tras su colocación. Todos los ángulos y proyecciones debieron medirse con rigor científico antes que las piedras adoptaran su forma final" (2).

Fig. 6.2. Pared en Ahu Tahiri (Vinapu), originalmente con una hilada pétrea más alta.


Fig. 6.3. Detalles del malecón.

En Perú, la albañilería megalítica se encuentra en una escala mucho mayor y los bloques poligonales suelen tener iguales dimensiones. Sobre la base de datación por carbono, los investigadores ortodoxos afirman que el ajuste preciso de grandes bloques y sin mortero comenzó en Perú después de 1440, mientras que Isla de Pascua poseía un trabajo lítico/tallado similar antes del 1200, y por lo tanto "no podría haber sido influenciada por Sudamérica". Sin embargo, no existen pruebas contundentes de que obras colosales como la "fortaleza" en Sacsayhuamán fueran construidas por incas hace sólo "unos cientos de años". Aunque éstos eran excelentes edificadores, utilizaban pequeños bloques rectangulares y perfectamente encajados; a menudo se observan capas de mampostería sobre la construcción poligonal anterior y más grande; así, las piedras de mayor antigüedad y dimensión en Sacsayhuamán en realidad podrían tener varios miles de años.

Fig. 6.4. Parte de la estructura de Sacsayhuamán, Cuzco.


Fig. 6.5. Mampostería similar a Vinapu en Sillustani, cerca del lago Titicaca.

El recurso de fechar obras pétreas por carbono -restos orgánicos asociados con ellas- obviamente puede derivar en conclusiones inexactas. Se utilizó igual método para establecer el principio de la fase de construcción clásica en Tiwanaku hacia el 800 d. de C., pero la evidencia de pobladores coetáneos no proscribe que algunas estructuras originales sean aún más remotas.

Hay señales de distintas fases constructivas en Vinapu. Los exámenes rigurosos durante la primera estancia de Heyerdahl señalaron que "Vinapu 1" o Tahiri (estructura con mampostería clásica) corresponde al periodo más arcaico (que él circunscribía al siglo VIII d. de C.), contrariamente a todas las hipótesis previas, y que la plataforma se remodeló y amplió dos veces por arquitectos mucho menos diestros. Sin embargo, la ortodoxia moderna asegura que Vinapu 1 data de 1516, mientras que el sitio 2 -una estructura de revestimiento burdo con losas verticales y típicamente polinesio oriental- se concretó en 857. Con esto, quieren hacernos creer que tanto la mampostería isleña más descollante como las estradas semipiramidales de mala calidad pertenecen al mismo periodo ulterior de la historia pascuense.

Fig. 6.6. Vista aérea de moai caídos en Ahu Tahiri (cortesía de John Flenley) (3).

La postura oficial es que todas las plataformas en Isla de Pascua son variaciones del tipo marae en Polinesia central y oriental, o centros sociales/religiosos y templos de dioses ancestrales. Se dice que la pared megalítica en Vinapu sólo muestra semejanzas aparentes con la mampostería "inca", porque a diferencia de los bloques sólidos en Perú, las murallas pascuenses son simplemente un revestimiento de losas que cubren un núcleo de escombros.

Sin embargo, también existen similitudes asombrosas con el estilo andino. Cada losa es convexa o en forma de "almohada", con bordes ligeramente biselados, y las piezas de cantos salientes encajan con aquéllas de bordes hundidos. Los sillares poseen formas asimétricas, empalme de máxima precisión y las pequeñas cavidades se llenan con guijarros perfectamente ensamblados. Un sector esquinal en Vinapu tiene una "manija" que resalta; sus cornijales están redondeados y de hecho todo su frontis es ligeramente convexo, como en las obras peruanas. Camila Laureani, conocedora de la mampostería Tiwanaku e "inca", escribe: "Vinapu es una obra arquitectónica que combina rasgos fundamentales de estructuras altiplánicas en Perú-Bolivia en una forma tan evidente, que no podríamos poner en duda el arribo a la isla de un contingente sudamericano" (4).


Fig. 6.7. Malecón megalítico de Ahu Tepeu.

Además de Ahu Tahiri, muchas otras tarimas incluyen piezas escrupulosamente articuladas, como los diques de 3 mts. en Ahu Tepeu y Ahu Vai Mata. La superficie externa de piedras verticales en éstos últimos tiene forma de almohada, al igual que las losas en Ahu Tahiri. El capitán Cook quedó impresionado por la enorme pared de megalitos perfectamente recubiertos en Hanga Roa, que comparó con aquélla de Vinapu. Si bien no hubo empleo de cemento, las junturas lucían muy apretadas y sus inmensos bloques presentaban acoplamiento de "caja y espiga" (5), pero desafortunadamente el muro fue destruido por colonos europeos que trataron sin éxito de instalar un puerto.

Fig. 6.8. Enormes piedras en el malecón de Ahu Vai Mata, 2,8 mts. de alto y 69 de largo.

William J. Thomson, quien pasó doce jornadas en la isla hacia 1886, describía cierto ahu con un número récord de 16 estatuas caídas sobre una terraza inaccesible y en mitad de los farallones al este de Rano Kao, pero después se precipitó al mar. En el altiplano de la costa norte, el grupo de Thomson vio una segunda estructura conocida como Ahu Oahu que corrió la misma suerte. Su dibujo de dicha construcción -en cuyas proximidades había otra de gran volumen (6)- muestra igual técnica admirada por el grupo de Cook en Hanga Roa y Vinapu.

Fig. 6.9. Ilustración de Ahu Oahu. La piedra central pesaba aproximadamente seis toneladas, y la fila superior se volteó con objeto de elaborar cimientos para un moai posterior.

Esparcidos por Anakena se encuentran bloques labrados con proporciones megalíticas, como también en la plataforma Nau Nau, y si bien no calzan a la perfección, esto refleja que allí existió otra tarima superior que fue desmantelada.

Fig 6.10. El rompeolas de Nau Nau muestra al menos seis etapas de construcción. Nótese la cabeza de moai incluida.

En 1987 el grupo de Heyerdahl realizó excavaciones en el sector orientado a tierra de Nau Nau, y se descubrió empedramiento muy ceñido y hecho de cantillos a 2,1 mts. bajo la superficie. A los tres metros localizaron una capa de desechos humanos, datado por radiocarbono en 850 d. de C.; asimismo, las trincheras abiertas a lo largo del mismo sitio exhibieron una hermosa pared de losas megalíticas con tallado y ajuste perfectos. Según Heyerdahl, esta clase de mampostería "era inequívocamente un producto del Período Temprano, que había sido enterrada en limo antes de erigirse el ahu del Período Medio. Un examen más cuidadoso demostró que estas finas losas componían una estructura aún más antigua que existía originalmente en otra parte, ya sea desmantelada por antropogenia o cataclismos naturales. Las losas se habían transferido a este lugar desde otro emplazamiento, y aunque perfectamente pulidas y empalmadas en el muro prístino, luego fueron reelaboradas para encajarlas según otro plano. Este hallazgo socavó la teoría popular de que tales murallas 'aparecieron hacia una fase tardía en Isla de Pascua' y representaban el 'punto cúlmine de su evolución local' debido a la falta de madera. Claramente, dicho paredón era más antiguo que los del Período Medio visibles en la superficie y no se ha encontrado nada similar en una sóla isla en toda Polinesia, pero es típico de las grandes estructuras de Sudamérica" (7).

Heyerdahl destaca el error en la creencia de que los espléndidos muros peruanos se remontan al "período tardío" y que los incas aprendieron albañilería de sus predecesores en Tiwanaku. Las excavaciones del montículo cubierto de tierra en Akapana demostraron que se trata de una pirámide escalonada mucho anterior a la era incásica, y está revestida de sillares labrados con precisión y articulados artísticamente como en Rapa Nui.


Fig. 6.11. Muros megalíticos de Anakena (arriba) y Tiwanaku (debajo).


Alineaciones astronómicas

Alrededor de 20 ahu semejan tener orientación astronómica, de forma tal que los moai se hallaban frente al Sol naciente o poniente. Las estradas del interior con dicha función suelen relacionanse con solsticios, especialmente de invierno, aunque las estatuas en Ahu Akivi miran hacia el oeste durante fases equinocciales. Las figuras en la zona costera atisban directamente los mencionados puntos cardinales, siendo éste el caso de Ahu Tahiri (Vinapu 1), mientras que Vinapu 2 marca la llegada del verano (1).

Fig. 6.12. El Ahu Akivi fue una de las pocas plataformas construidas tierra adentro. Sus siete moai sin pukao miden unos 5 mts. y pesan 18 toneladas cada uno.

Graham Hancock señala que el dios egipcio Ra (Sol) aparece frecuentemente en relación con la arquitectura sagrada de Rapa Nui, su pasado mítico y cosmología. Raa significa "sol" en idioma pascuense; había clanes llamados Raa, Hitti-ra ("amanecer") y Ura-o-Hehe ("sol rojo poniente"); los lagos del cráter se llaman Rano Kao, Rano Aroi y Rano Raraku, y Ahu Ra'ai estaba alineado con dos rocas volcánicas para funcionar como marcador y observatorio del Astro Rey en el solsticio de diciembre (2).

Las tradiciones señalan que hace mucho tiempo existió en la isla una cofradía de "sabios que estudiaban el cielo", los tangata rani. Katherine Routledge fue conducida a una gruta orientada al noroeste cerca de Ahu Tahi y le dijeron que había sido "un lugar donde los sacerdotes enseñaban constelaciones y caminos estelares a sus aprendices". Cerca del extremo oriental del promontorio Poike, Routledge vio un gran peñasco raso bautizado como papa ui hetu'u o "roca donde miraban los astros", que incluía un diseño en espiral. Próxima a aquél había otra piedra grabada donde se ven 10 nichos en forma de copa, que se dice representaban un mapa estelar (3).

En Orongo, al borde del cráter Rano Kau, hay cuatro pequeños agujeros en el lecho rocoso justo al lado de un ahu, y las observaciones detalladas en solsticios y equinoccios mostraron que constituían un dispositivo de observación solar. La temporada de paina o ritual veraniego en honor a los muertos dependía de la posición de las tres estrellas en el Cinturón Bálteo.


Los hare-paenga

Este nombre alude a casas largas, elípticas y angostas que se asemejan a una canoa volcada, y tienen un sólo ingreso constreñido. Las piedras de cimientos estaban hechas de basalto cortado, y para que los extremos puntiagudos tuvieran forma precisa, los bloques eran pulidos con curvatura apta. Las piedras miden de 0,5 a 2,5 mts. de largo, 20 ó 30 cms. de ancho, unos 50 cms. en altura y las más grandes pesan hasta 10 toneladas. Se perforaron pequeños agujeros en su capa externa donde los isleños insertaban ramas delgadas para sostener el techo arqueado de caña. Los domicilios variaban enormemente en tamaño, pues algunos podían albergar a más de 100 individuos, pero otros sólo una media docena.

Fig. 6.13. Cimientos en un hare-paenga.

Las rocas fundacionales deben remontarse a un período temprano de la historia pascuense, ya que con frecuencia fueron reutilizadas en murallas de tarimas posteriores (apiladas en Ahu Tepeu, fig. 6.7). Thor Heyerdahl menciona que la excavación en plataformas de imágenes preincaicas de Tiwanaku desenterró piedras notablemente similares a los paenga (fig. 6.13), pero se desconoce cuál era su objetivo primordial (1).

Fig. 6.14. Tihuanaco.

Pero surge una interrogante: ¿Es cierto que las piedras paenga originalmente estuvieron destinadas a los cimientos de hogares con techo de paja? John Macmillan Brown comenta: "Los travesaños se ven ridículos al costado de enormes cimientos rocosos, y situados en esos pequeños agujeros". Las piezas se componen del basalto más duro, labradas a la perfección, y "evidentemente sus arquitectos originales las diseñaron para soportar el marco de grandes estructuras (...) Es difícil entender cómo practicaron oquedades con una pulgada de profundidad para soportes de madera en el basalto adamantino de dichos cimientos" (2).

Las excavaciones de Heyerdahl en Nau Nau localizaron un enorme habitáculo en forma de bote, revestido de piedra e inmediatamente hacia el sector de tierra. Si bien los arqueólogos sostienen que todas esas estructuras son fundaciones de casas con dicho aspecto, algunas tradiciones se refieren a ellas como "barcos de huesos" y los asocian con un dios constructor llamado Nuku Kehu que llegó a Isla de Pascua con Hotu Matua. También hay siete plataformas con aquella forma, conocidas como ahu poepoe, que se utilizaron como tumbas. El mejor ejemplar tiene 21 mts. en longitud y 4 de altura, con la "proa" elevada más de un metro por sobre su "popa"; se encuentra justo al oeste de Anakena, cerca del océano y "como si estuviera listo para transportar pasajeros fallecidos a alguna costa lejana", según comenta Sebastian Englert.

Graham Hancock afirma que los cimientos del ahu poepoe y la "casa-embarcación" recuerdan a las "tumbas-bote" asociadas con pirámides y sepulcros en el antiguo Egipto, que podrían ser réplicas pétreas o en ladrillo, e incluso veleros de tamaño completo. Los textos funerarios y alusivos a la reencarnación en esa cultura describen las almas de reyes muertos que pasan entre la tierra y el cielo en dichas naves. Una leyenda pascuense sobre el dios-rey Hotu Matua dice: "Bajó del cielo a la tierra (...) y llegó en el barco" (3).

Otros ejemplos dignos de artesanía fina son los martillos popoi, que según Heyerdahl "tenían un diseño y balance tan perfectos, con líneas esbeltas, curvas elegantes y pulido de alta calidad, que nuestros ingenieros se negaron a creer que tal trabajo fuera posible sin recurrir a tornos industriales". También menciona los anzuelos de basalto exquisitamente elaborados, cuyo uso nunca presenciaron los primeros navegantes europeos y los lugareños se negaron a abandonar (4), y además esos ítemes no se han descubierto en otras islas polinesias.

Fig. 6.15. Anzuelo de roca ígnea.


El misterio del basalto

A objeto de esculpir los moai, tuvieron que desprenderse grandes volúmenes rocosos en torno a ellos. Teóricamente, ese trabajo sería factible utilizando los picos de basalto encontrados por millares en Rano Raraku, aunque para hoy nadie demuestra cómo se fabricaría una escultura completa con medios tan arduos y primitivos, y tampoco puede descartarse que en ciertos periodos se emplearan herramientas y técnicas más avanzadas.

Fig. 6.16. ¿Es así como se elaboró todo el tallado? (1).

Aunque las plataformas se componen principalmente por bloques de basalto sin labrar, muchas implican obras de contención con piezas hábilmente ajustadas. El burilado de ese material supondría un esfuerzo gigantesco, y ello también se aplica a la conformación y horadado de piezas fundacionales en hare-paenga, figuras cinceladas, el corte rocoso para abrir caminos y la talla de miles de petroglifos en relieve. El trabajo basáltico plantea problemas de una magnitud completamente distinta a la roca volcánica más blanda en Rano Raraku. Entonces, ¿qué herramientas se utilizaron para ese fin? ¿Se han hecho experimentos para probar los métodos propuestos, como en el caso del tallado, levantamiento y transporte de moai?

John Flenley y Paul Bahn argumentan que "no hay verdaderos misterios sobre Rapa Nui", si bien existen muchas "dudas intrigantes", aunque eso no les impide titular su libro como The Enigmas of Easter Island. ¡Y curiosamente, el problema del basalto no tiene una sóla mención en ninguna parte de su obra informativa, pero muy conservadora! Cuando se le preguntó por correo electrónico sobre dicho trabajo lítico, Flenley dijo no tener idea, y Bahn respondió: "Es una buena pregunta, y creo que nunca se ha probado con ensayos. Evidentemente, ese tipo de roca sólo puede labrarse con piedra de igual o mayor dureza, lo que sólo puede significar basalto pascuense" (2).

Pero como señaló Macmillan Brown, la mayoría de bloques en ahu corresponden a "un basalto vesicular que los albañiles europeos procesarían con mucha dificultad, incluso con herramientas endurecidas por mezcla de metales raros". Sin embargo, y pensando que los obreros no tenían más que "burdos artefactos de piedra", dice que las inmensas piedras con entre 2 y 20 toneladas "debieron requerir un trabajador con sus implementos básicos, ayudado por arena o agua, y muchos años para cortar y ranurar" (3). Aún así, parece poco factible que una labor tan especializada se hiciera con utensilios malavenidos. Y la razón de que nadie haya verificado si el basalto puede cortarse con precisión usando medios homólogos es muy simple: ¡porque nadie es tan estúpido para intentarlo!

La zanja de Poike es profunda y quizás completamente sintética, que separa el promontorio oriental del resto de la isla. Aunque hoy está repleta en gran parte por limo, conserva un fondo rectangular, 3,7 mts. de profundidad, unos 12,2 en ancho y 3,5 kms. de longitud. La dura roca basáltica extraída de allí fácilmente pudo suministrar bloques de construcción para todas las plataformas con mampostería ciclópea. Los ahu de Tahiri, Tongariki y muchos otros se edificaron con piezas basálticas de tipo similar; por ello, la zanja constituye una hazaña de excavación y es poco probable que haya sido intervenida con "pequeños picos de basalto".

Tras la cavadura inicial en el sector pedáneo de esta zanja -siguiendo el flujo magmático-, parece haber transcurrido un tiempo considerable en que se acumuló una capa de infiltración del área circundante, con al menos 1,8 mts. de espesura. Existe evidencia de que posterior a los cortes originales se elaboró otro socavón parcial, pero no está claro en qué momento. Las fechas de carbono obtenidas hasta ahora no dicen cuándo se dragó Poike por primera vez, sólo que pudo suceder no más allá del 200 d. de C. y posiblemente mucho antes (4).


Referencias

1. José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Easter Island: Rapa Nui, a land of rocky dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 25.


Mampostería ciclópea

1. John Macmillan Brown, The Riddle of the Pacific, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1996 (1924), p. 1.

2. Ibídem, p. 257-8.
3. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, lámina 13.

4. Citado en: Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 230-1.

5. Ibídem, p. 43-4.
6. Ibídem, p. 105-7.
7. Ibídem, p. 230, 233.


Alineaciones astronómicas

1. Ramírez y Huber, Easter Island, p. 53, 110.
2. Graham Hancock y Santha Faiia, Heaven’s Mirror: Quest for the lost civilization, London: Michael Joseph, 1998, p. 242.

3. Katherine Routledge, The Mystery of Easter Island, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 1998 (1919), p. 235.


Los hare-paenga

1. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 56-7.
2. Brown, The Riddle of the Pacific, p. 162, 241.
3. Hancock y Faiia, Heaven’s Mirror, p. 233.
4. Thor Heyerdahl, Aku-Aku: The secret of Easter Island, London: George Allen & Unwin, 1958, p. 340; Easter Island: The mystery solved, p. 114.


El misterio del basalto

1. Catherine y Michel Orliac, The Silent Gods: Mysteries of Easter Island, London: Thames and Hudson, 1995, p. 6-7.

2. Correos electrónicos, 24 de mayo de 2004.
3. Brown, The Riddle of the Pacific, p. 2.
4. Christian y Barbara Joy O’Brien, The Shining Ones, Kemble, Cirencester: Dianthus Publishing, 1997, p. 518.