21 de octubre de 2022

Los secretos latentes en Isla de Pascua y el Pacífico (6 de 8)

David Pratt
Noviembre de 2004, julio de 2018


Contenidos:

​07. Escritura rongorongo
08. Cronología
-Tallado de esculturas
-Datación de esculturas y plataformas
-Escritos teosóficos


07. Escritura rongorongo

Incluso los académicos ortodoxos admiten que la escritura pascuense o rongorongo constituye un verdadero enigma. Hoy dicho alfabeto (*) perdura sólo como marcas en 25 piezas de madera esparcidas por museos de todo el globo, aunque es posible que otras tabletas aún sigan ocultas en cavernas vinculadas a clanes ancestrales. Algunos patrones también sobreviven gracias a "libros" improvisados, escritos a fines del siglo XIX y principios del XX. Los glifos contienen alrededor de 120 elementos básicos: figuras humanas en múltiples posiciones, aves, animales heterogéneos, plantas, objetos celestes y formas geométricas, pero se combinan para formar entre 1500 y 2000 caracteres compuestos. Varios motivos también se encuentran en el arte rupestre isleño, y ninguno forma parte de moai o plataformas.

[N.del T.: la palabra se empleará aquí como "conjunto de símbolos usados en un sistema de comunicación"].


Fig. 7.1.

Los caracteres eran inscritos sobre tablas y en filas ordenadas con un centímetro de alto. Las líneas alternas se trazaban al revés, donde el final de una va hacia el comienzo de la siguiente, y este sistema se denomina bustrofedónico ("como ara el buey"): comenzando desde la esquina inferior izquierda de una tableta, la escritura procede de izquierda a derecha, pero al final de cada línea la pieza debe girarse.

Se desconoce la naturaleza precisa del rongorongo. El consenso predominante es que "los motivos representan una escritura fonética rudimentaria, en que se utilizaron símbolos pictóricos para nombrar ideas y cosas. En otras palabras, los glifos individuales no representan un alfabeto ni sílabas como otros sistemas, sino que son 'tarjetas de referencia' para vocablos o ideas completos, además de un medio para llevar cuentas a modo de 'rosario', y cada signo incluye una gran cantidad de texto memorizado" (1).

Según la leyenda, Hotu Matua trajo consigo 67 tablillas rongorongo que hablaban sobre tradiciones, líneas de genealogía y otra información histórica, y le acompañaban eruditos que conocían el arte de escribir y recitar dichas inscripciones. Algunos investigadores señalan que el rongorongo no es antiguo, sino que fue inventado por pascuenses tras la visita española en 1770, cuando se ofreció a los jefes y sacerdotes una proclama de anexión para ser firmada. Ciertos símbolos utilizados por nativos al rubricarla se asemejaban a jeroglíficos rongorongo, ¡y todavía debemos creer que "el resto del guión se creó más tarde"! Es posible que todas las muestras existentes daten de algunos siglos, como aquélla que ilustra un remo europeo, pero las inscripciones pudieron copiarse de ejemplares más antiguos.

Los últimos isleños verdaderamente alfabetizados murieron como consecuencia de redadas esclavistas en 1862 o el posterior brote de viruela. Los nativos que luego afirmaron leer rongorongo parecían recitar textos memorizados o simplemente describían figuras en lugar de interpretarlas, y a ratos ofrecían distintas versiones del mismo pasaje. El sistema aún no se ha esclarecido, a pesar de las múltiples afirmaciones contrarias; por ejemplo, en 1995 Steven Fischer anunció que muchas tablillas eran cantos religiosos en que el "dios A" copulaba con la "diosa B" engendrando animales, plantas o fenómenos de la naturaleza, pero más tarde fue desmentido por otros autores (2).

Heyerdahl sostuvo que el rongorongo estaba vinculado a métodos de escritura sudamericanos, y citó la pictografía de los indios cuna en Panamá y el noroeste de Colombia, quienes registran canciones pintando sobre tablillas de madera; algunos símbolos son idénticos a los pascuenses y se inscribían en estilo bustrófedon. Los alfabetos que se encuentran entre las primeras tribus históricas (o poscolombinas) aymara y quechua del lago Titicaca también emplearon esa modalidad, y supuestamente los incas anotaban su historia en "tableros" transmitidos por generaciones de monarcas y custodiados por sabios (3). Los españoles se hicieron con ejemplares en el Templo del Sol (Cuzco) y los quemaron, interesándose más por las obras forjadas en oro.

Los expertos convencionales creen que el rongorongo es polinesio, con signos que reflejan el entorno y la cultura locales. Reconocen que en Perú se utilizó bustrófedon, pero aclaran que no hay afinidad entre ambas regiones, aunque pudieron existir influencias en una u otra dirección. Otros ven similitudes más significativas entre ciertos diseños rongorongo empleados en las Islas Salomón (Melanesia), si bien ya no se considera sostenible una migración directa desde allí a Isla de Pascua. Thomas Barthel especuló que el sistema se originó en Huahine o Raiatea y llegó a Rapa Nui con Hotu Matua.

Dejando a un lado los supuestos modernos y preconcebidos, el rongorongo puede ilustrar una variedad de influjos. En la década de 1930 Guillaume de Hevesy identificó semejanzas entre los signos de aquél y 130 caracteres en una escritura con al menos 4500 años de antigüedad, encontrada en las ciudades de Mohenjo-Daro y Harappa en el Valle del Indo, pero la ortodoxia contiende que los parecidos "se exageraron" y son "pura casualidad" (4). La escritura del Indo generalmente se aplicaba de derecha a izquierda, pero hay algunos casos tempranos de bustrófedon (ciertas inscripciones etruscas e hititas también muestran dicho estilo, al igual que obras griegas del siglo VI a. de C.).

Los sellos utilizados en el Indo fueron hechos con esteatita, y cabe notar que una leyenda rapanui dice: "La primera raza inventó el rongorongo, escribiéndolo en piedra. De las cuatro partes del mundo que en un tiempo fueron habitadas por ellos, sólo en Asia perduran estos signos" (5). Curiosamente, Mohenjo Daro e Isla de Pascua se encuentran separadas en casi 180°: la primera está ubicada a 27° 23' N y 69° E, y la segunda a 27° 08' S y 109° 23' O.

Fig. 7.2 (6).

Otros escritores ven parecidos entre los signos rongorongo y unas 40 ideografías chinas arcaicas, en su mayoría anteriores al siglo VIII a. de C. Jean-Michel Schwartz afirma que hay reminiscencias no sólo en la forma de los diseños, sino también en sus significados (7).

Tres símbolos del conocimiento:


Fig. 7.3.

Con frecuencia se dice que el rongorongo es la primera forma hallada en Oceanía, pero en 1913 John Macmillan Brown localizó un compilado de 60 caracteres en el atolón Woleai de las Islas Carolinas (fig. 7.4) (8). Mientras que el alfabeto pascuense es en gran parte ideográfico, el de Woleai era silábico y diferente a cualquier otro en el mundo. Fue utilizado por el joven líder del área y sólo lo conocían cinco personas, aunque también se empleaba en Faraulep (160 kms. al noreste). En 1908 una expedición hacia esta isla colectó signos que formaban parte de un sistema de conteo; los guarismos oscilaban entre 100.000 y 60 millones y no habrían tenido ninguna aplicación cotidiana, y asimismo es poco plausible que la escritura Woleai se haya originado en una isla remota.

Fig. 7.4.

También son dignas de mención las pictografías que se conocen desde hace tiempo en las Islas Chatham, al este de Nueva Zelanda. Es posible que estuvieran relacionadas con algún método de escritura, y sus nativos decían que eran anteriores a los morioris o primeros habitantes polinesios de ese lugar.


​Referencias

1. John Flenley y Paul Bahn, The Enigmas of Easter Island, New York: Oxford University Press, 2002, p. 187.

2. Jacques B.M. Guy, "The Easter Island tablets", www.netaxs.com/~trance/rongo2.html; www.rongorongo.org.

3. Graeme R. Kearsley, Mayan Genesis: South Asian myths, migrations and iconography in Mesoamerica, London: Yelsraek Publishing, 2001, p. 536-7.

4. W.R. Corliss (comp.), Ancient Man: A handbook of puzzling artifacts, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1978, p. 616-9.

5. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 207.
6. Jean-Michel Schwartz, The Mysteries of Easter Island, New York: Avon, 1975, p. 164.

7. Ibídem, p. 93-9, 179, 181.
8. John Macmillan Brown, The Riddle of the Pacific, Kempton, IL: Adventures Unlimited, 1996 (1924), p. 52-3, 84.


​08. Cronología

Los análisis por radiocarbono muestran que Isla de Pascua estuvo poblada hacia el 690 y posiblemente en el siglo IV. Esto armoniza con la leyenda tradicional sobre 57 generaciones de reyes desde Hotu Matua, y calculando un promedio de 25 años por cada una, ello nos retrotrae al 450 d. de C. Algunos arqueólogos sospechan que la isla debió colonizarse varios siglos antes, pero no hay evidencia -sólo teorías y suposiciones- para descartar que Rapa Nui albergara personas hace varios milenios. Como expone la sección 2, ciertas versiones locales apuntan a asentamientos prepolinesios; sin embargo, si se obtuvieran fechas de carbono "inaceptablemente tempranas", lo más probable es que terminen desechándose como "contaminadas".

Ya mencionamos la opinión estándar de que "los polinesios descubrieron Isla de Pascua por casualidad", y tras su colonización inicial nadie más la visitó hasta cuando llegaron los europeos a principios del siglo XVIII. El arqueólogo José Miguel Ramírez opugna esto, diciendo que los vegetales introducidos por pobladores prístinos muestran una habitabilidad sistemática y planificada, agregando: "Tampoco sería lógico sostener que se trató de un único contacto con personas involucradas, que a partir de entonces permanecieron en absoluto aislamiento hasta periodos históricos" (1).

Thor Heyerdahl sostuvo que la isla se colonizó originalmente por sudamericanos, y siglos después mediante polinesios (quizás importados a través de aquéllos). Hasta hoy la evidencia es ambigua, pero sí consistente con algún tipo de influjo amerindio junto con ascendiente oceánico predominante. El territorio pudo recibir colonos o visitantes de oriente y occidente en muchas ocasiones, y además existen pruebas claras sobre diferentes etapas en la construcción de moai y plataformas. La insistencia en que todos los restos arqueológicos deben incluirse en una historia que abarca sólo 1500 años está basada en teorías, e igualmente el fenómeno del rongorongo es difícil de conciliar con hipótesis ortodoxas.

Aún queda por hacer mucha exploración. En Anakena, la zona de planicies areniscas se sitúa a 4 mts. por encima del lecho rocoso, y en Rano Raraku el terreno donde se colocaron moai gigantes suele encontrarse a 6 mts. bajo la superficie actual. Heyerdahl observa: "Nadie puede asegurar qué tipo de monumentos y detalles podrían ocultar las capas de tierra tan altas como una casa", y Francis Mazière lo expresó en pocas palabras: "Habrá que excavar profundamente el suelo de esta isla para desentrañar los verdaderos comienzos" (3).


Tallado de esculturas

Se cree que todas las estatuas gigantes en Rapa Nui se confeccionaron en pocos cientos de años. Las fases son claramente discernibles y pueden estar separadas por períodos mucho más largos de lo establecido por la historia ortodoxa. Es de notar que esas figuras no muestren la menor semejanza con las polinesias, y son inigualables en el Pacífico respecto a su tamaño, apariencia y número.

Aparte de los célebres colosos pétreos, hay esculturas entre uno y dos metros con cabezas más redondeadas y de forma natural que nunca fueron diseñadas para exhibir tocados. Tienen rostros pequeños y cavidades oculares profundas, ninguna posee orejas largas y están hechas de toba roja, basalto negro o piedra Rano Raraku de color gris amarillento; asimismo tienen poco parecido a ejemplares más grandes, excepto que por lo general llevan sus manos en el vientre con los dedos apuntando unos con otros. Se piensa que estas son las obras isleñas más antiguas y precedieron las de Rano Raraku, ya que algunas permanecían sepultadas bajo gruesas capas térreas y se construyeron en plataformas subsecuentes. Sin embargo, otras parecen constituir fragmentos retallados en toba de esa pedrera que solían ser esculturas de tipo clásico.

La estatura de colosos de plataforma bordea los cuatro metros, mientras que los no situados en ellas alcanzan seis. Por lo común se dice que aquéllos de más altura fueron los últimos en labrarse, ya que todavía se encuentran en la cantera, pero algunos -o todos ellos- pueden datar de épocas previas y es factible que no se hayan destinado a otros ahu; en efecto, hay notables diferencias entre los prototipos de Rano Raraku y otros que alguna vez dominaron estradas costeras. Como señalan varios especialistas, éstos últimos parecen ser posteriores y su aspecto general sigue siendo el mismo, pero sus facciones son menos ásperas, los brazos y manos se ven atrofiados, no tienen la gracilidad de las primeras figuras y a veces tampoco símbolos en el dorso.

Fig. 8.1. Estatuas de Ahu Nau Nau (Anakena), restauradas en 1978.

Pierre Loti, quien visitó Isla de Pascua en 1872, asignaba las figuras de Rano Raraku a un período muy temprano: "Son obra de artistas menos pueriles que supieron darles expresión. Ellos asustan (...) ¿A qué raza humana representan, con sus narices puntiagudas y labios finos en tono de desprecio o burla? (...) Según la tradición conservada por ancianos, eran anteriores a la llegada de sus propios antepasados. Los inmigrantes de Polinesia (...) encontraron la isla desierta, custodiada sólo por esas caras monstruosas (...) Roídos por los líquenes, dan la impresión de tener de cincuenta siglos como nuestros menhires celtas" (1).

Fig. 8.2. Una de las esculturas más genuinas y tempranas en la pendiente exterior de Rano Raraku.

Francis Mazière también distinguió dos fases de escultura pascuense y creía que muchos arquetipos de Rano Raraku correspondían al primer periodo, incluidos casi todos los levantados al pie del volcán. En dicho sector localizó dos ejemplares de 10 mts. sin erosionar, completamente blancos y muy pulidos (más tarde se descubrieron otros del mismo tipo). Sus aletas nasales y el trazo muscular del labio superior se delineaban con sorprendente delicadeza y habilidad técnica; también las elegantes manos, unidas cerca del ombligo en postura meditativa, terminaban en uñas prodigiosamente largas y filosas. La parte superior de sus cabezas era muy estrecha y claramente no estaba diseñada para llevar un pukao.

También se aprecian grandes diferencias entre las figuras de Rano Raraku. Mazière apuntó que en la pendiente externa "la gran mayoría de esculturas está muy bien terminada, al tiempo que las de dentro se ven mucho más toscas y decadentes, por cuanto son obra de otro grupo de personas", añadiendo que éstas eran de "técnica y piedra común" y "copias degradadas" de sus homólogos extrínsecos (2).


Fig. 8.3. Esculturas en la ladera interior (arriba) y exterior (debajo) de Rano Raraku.

Mazière se preguntaba por qué los monumentos pedáneos en la falda exterior se hallaban cubiertos de escombros y tierra, mientras que a más de 60 mts. por encima de ellos había otras figuras libres de roca y preparadas para su transporte: "O bien los constructores empezaron cortando el acantilado en la parte cimera y llevaron las obras cuesta abajo -en cuyo caso las estatuas inferiores eran inexplicables-, o bien comenzaron desde abajo. Y en este caso, ¿por qué no extrajeron los moai que acabábamos de descubrir cuando estaban terminados y listos para su función? Un análisis más completo mostró que todas las figuras talladas en la zona superior del risco -es decir, el borde- se labraron con mucho menos cuidado, y sobre todo en una piedra claramente más pobre, perteneciendo así al segundo período. Esto tendió a fortalecer nuestra opinión de que efectivamente hubo dos etapas o migraciones, y en el medio la cantera permaneció abandonada por muchos años. Durante ese tiempo, la erosión cubrió la primera serie de ejemplares superpuestos que comenzaron al pie del acantilado. La segunda migración, al ver estos gigantes de pie, se apoderó de ese espléndido arte por cambios y degradaciones. Los recién llegados construyeron ahu, y por una curiosa anomalía, instalaron estas divinidades adaptadas en sus plataformas, al estilo polinesio" (3).

Pero tal vez hubo algo más que "dos migraciones o períodos de tallado". ¿Por qué suponer que los polinesios fueron primeros en colocar monumentos sobre plataformas? Si las estatuas de Rano Raraku se fabricaron en diversas fases, el hecho de que las inacabadas yazcan en pendientes internas y externas significaría que el trabajo concluyó repentinamente y más de una vez, lo que indica que la historia se repite.


Datación de esculturas y plataformas

En Rano Raraku, Katherine Routledge detectó líneas finas de carbón, atribuidas a incendios de pasto o malezas a varias profundidades y marcaban superficies pretéritas, cubiertas enseguida por deslizamientos de tierra. Estos descensos constantes de suelo y escombros hicieron prácticamente imposible aplicar datación estratigráfica, basada en el principio de que cuanto más honda es la capa, presenta más antigüedad.

La creencia por Heyerdahl de que los mejores moai fueron tallados y erigidos sobre plataformas en el "período medio" se basó parcialmente en su interpretación de fechas con radiocarbono de 1467 y 1206, para dos muestras de hulla en montículos de canteras y situados sobre las faldas de Rano Raraku. Sin embargo, como señala el geólogo Christian O'Brien, una sección transversa de dicho promontorio "apunta claramente a deslizamientos de tierra, con algunos vertidos adicionales de escombros en piedra gruesa". Pensaba que el carbón de un incendio a mediados del siglo XIX -a su vez producto de sismos- pudo enterrarse profundamente bajo fragmentos pétreos con una edad de mil años, y concluye que los moai erguidos estaban en su lugar cuando se formó la sustancia de donde provinieron las muestras: "Entonces, su manufactura es anterior a 1476 ± 100 años d. de C., y esta es la única deducción que puede extraerse a partir de las pruebas", agregando que para cálculos ulteriores se requiere un examen sobre el estado de conservación de esculturas y plataformas (1).

Varias obras están severamente desgastadas y otras mucho menos, pero ello no constata que se produjeran durante un largo tiempo pues la toba volcánica que las compone muestra calidad desigual. Como ya vimos, la roca de algunas estatuas es extremadamente dura, y refiriéndose a aquéllas alzadas a los pies del volcán, Mazière escribió: "¿Cuánto tiempo han estado allí? ¿Y por qué fueron trabajadas en una piedra diferente y no erosionada por el viento? Permanecen inalterables por acción eólica, lluvia o arenas, mientras que otras lucen carcomidas y cubiertas de musgo. Los nativos señalan que 'aún siguen vivos los moai donde no crecen líquenes', y quizás sea verdad, como lo es para muchos objetos mágicos al absorber y retener vibraciones" (2).

Fig. 8.4.

Un ejemplar de Rano Raraku tiene el modelado tosco de una embarcación y claramente es un diseño posterior (fig. 8.4). Heyerdahl encontró la parte superior de los mástiles en el terreno, mientras que el resto del graffiti permanecía sepultado bajo la escultura, quizá por 400 años. O'Brien señala que las partes desgastadas de aquéllos son sólo marginalmente menos nítidas que las enterradas, y si éste es un criterio de la meteorización generada en ese lapso, concluye que el proceso análogo, profundo y extenso de la cabeza pudo llevar tal vez 2000 años o más. "En otras partes del mundo, la arenisca dura y piedra caliza -o bloques y estatuas- han sobrevivido durante milenios sin más desgaste que las mejores obras de Rapa Nui, y las elaboradas con roca ígnea perduraron mucho más tiempo sin apenas cambios (...) Conociendo la hechura y el estado de conservación de bloques ciclópeos en yacimientos griegos de Micenas y Tirinto- con 4000 años de antigüedad y expuestos a un clima no muy diferente al de la isla-, no pudimos contemplar ningún rango menor entre 3000 a. de C. y 500 d. de C. tanto para los primeros ahu como para estatuas" (3). E incluso esa estimación puede resultar extremadamente conservadora.

Desde que se realizaron las primeras estatuas en Rano Raraku, ha existido aglomeración de escombros, tierra erosionada y polvo arrastrado por viento con 6 mts. o más de espesor, sepultando hasta el cuello a las obras erguidas al pie del declive. En las cercanías hay esculturas más pequeñas que siguen en la superficie, y claramente deben remontarse a una época muy posterior. Durante el tallado y luego de abandonar la empresa (lo que pareció ocurrir más de una vez), no habría crecido un lecho vegetal protector y estabilizante en las áreas intervenidas de dicha pendiente, y puesto que las capas de carbón señalan varias superficies antiguas y cubiertas por vegetación, el gran volumen de tierra y escombros alrededor de los moai no pareció acumularse previo al enraizamiento de las plantas. Luego, los cambios edafológicos subsiguientes habrían sido muy lentos, excepto como resultado de sismos y lluvias muy intensas, e incluso durante los últimos 150 años apenas ha precipitado sedimento desde el gradiente superior, pero está claro que podrían arrojarse más luces con un estudio cuidadoso del nivel erosivo a diferentes cotas de las figuras emplazadas.

El geólogo Robert Schoch -quien trabajó en la datación de la Esfinge- piensa que el moai más antiguo podría tener miles de años adicionales a lo sostenido convencionalmente. Los mútiples niveles de meteorización y erosión en diversas obras, como además sus estilos, indican que se construyeron en diferentes momentos. Como ya se mencionó, algunas fueron enterradas bajo mucho sedimento, y aunque este fenómeno puede producirse rápidamente por deslizamientos catastróficos de tierra, flujos de lodo o tsunamis, Schoch no pudo encontrar evidencia de ello y esas injerencias tenderían a derribar las estatuas. Las canteras donde se labraron los moai de basalto nunca han sido localizadas a pesar del pequeño tamaño de la isla. Si hoy estuvieran por debajo del nivel acuático, esas figuras pueden ser previas al cese de la última era glacial -hace unos 12.000 años- cuando aquél era mucho más bajo; en efecto, los buzos han descubierto agujeros o cavidades de aspecto muy rectangular en capas basálticas ubicadas frente a la costa (4).

En cuanto a las plataformas, Heyerdahl asignó la construcción inicial de los mejores ahu al "período temprano" (antes del 400 hasta aproximadamente el 1100), pero la mano de obra exhibida en Vinapu y otras tarimas "iniciales" contrasta marcadamente con las estatuas inferiores que él asignaba a la misma época. En su opinión, la albañilería análoga del "período medio" no muestra la perfección técnica ni el arte de los primeros arquitectos. El objetivo principal era crear estradas fuertes y capaces de soportar moai cada vez más altos y pesados, de la manera más rápida y práctica posible, pero nuevamente hay una incongruencia en su posición, pues aunque los talladores del período medio usaban piedra pequeña, fácil de mover y generalmente sin cortar, "su trabajo con cimientos, esculturas y tocados muestra habilidad y presteza en manipular grandes rocas, o al menos iguales a aquéllas de la fase temprana" (5).

Los especialistas ortodoxos indican que los sillares con más pulidez se remontan a fines del "período medio" (1100-1680); no obstante, las plataformas semipiramidales de mala calidad fueron un desarrollo tardío, y es muy poco probable que ese refinamiento pertenezca a dicho lapso. Incluso con herramientas de metal, el corte muy preciso de un basalto tan duro habría constituido una proeza espectacular, y no se sabe que los nativos posteriores hayan tenido utensilios homólogos.

Es indiscutible que muchas plataformas han sido reconstruidas y modificadas varias veces, y la evidencia sugiere que los primeros bloques finamente tallados se ensamblaron con menos precisión en versiones ulteriores. La pared megalítica encontrada en Anakena durante las excavaciones por Heyerdahl también es previa a la tarima actual, y sus losas bellamente perfiladas semejan haber formado parte de una estructura más antigua y fina. Considerando la dureza del basalto para construir plataformas (lo que plantea problemas serios y evadidos por muchos investigadores), las secciones más remotas de los ahu pudieron seguir en pie durante milenios sin sufrir meteorización grave. Y si de hecho las primeras esculturas y plataformas fueron realizadas con más habilidad, entonces ¿de dónde aprendieron los talladores esos métodos?

Sin duda, los habitantes polinesios de Rapa Nui eran competentes en grandes obras con basalto sin labrar, o reconstruir otras a partir de bloques cortados más antiguos, pero no hay evidencia sólida de que tuvieran medios para escindir con precisión piezas importantes de ese material. Recordemos que los cimientos o composición basáltica en hare-paenga y esculturas, a veces elaborados en plataformas tardías, también pueden pertenecer a una fase muy temprana. En cuanto al burilado, transporte y levantamiento de "gigantes" hechos con toba volcánica, no tenemos forma de saber con certeza de qué eran capaces los primeros habitantes de la isla, pero posiblemente gran parte del trabajo que se les confiere retrotraiga a otras épocas.

Los investigadores convencionales proclaman que es "ofensivo" y "racista" sugerir que los antepasados de pascuenses modernos no fueron responsables de todas las maravillas arqueológicas que admiramos hoy, ¡pero los berrinches emotivos difícilmente equivalen a un argumento racional!

Comúnmente se dice que no ha habido actividad volcánica durante la ocupación humana de Rapa Nui, ya que el folclor local no contiene alusiones a este fenómeno. Sin embargo, en marzo de 1936 algunos isleños contaban a expedicionarios chilenos que una raza antigua fue aniquilada por erupciones catastróficas de dos volcanes sagrados (6). Los geólogos creen que un evento menor pudo ocurrir hace 120 siglos, pero han existido muchas instancias homólogas a gran escala en los últimos cientos de miles de años.


Escritos teosóficos

Helena Blavatsky describe Isla de Pascua como el resto de un continente sumergido en el Pacífico (1). Según la Teosofía, las principales secciones de Lemuria y Atlántida se hundieron hace muchos millones de años (Mesozoico tardío y Cenozoico temprano-medio respectivamente), pero algunos fragmentos de variada magnitud continuaron existiendo durante mucho tiempo. Por ejemplo, la gran ínsula de Ruta fue destruida entre 850.000 y 700.000 años AP, y Daitya, situada en el Índico, se hundió aproximadamente 270.000 años atrás. Entretanto, el sector de Poseidonis -último reducto "atlante" del tamaño de Irlanda- y ubicado en el Océano Atlántico allende el Estrecho de Gibraltar, se sumergió en un gran cataclismo hacia el 9565 a. de C. (2).

Por lo tanto, el hecho de que Blavatsky vincule la civilización de Rapa Nui con lemurianos y atlantes no significa que sus restos arqueológicos tengan "millones de años". Además de señalar que las estatuas pascuenses representan a los últimos descendientes lemurianos (3), ella escribe: "Las reliquias (...) [son] los monumentos más admirables y elocuentes de gigantes primitivos. Son tan grandiosos como enigmáticos, y sólo debemos examinar las cabezas de dichos colosos -que han permanecido intactos en esa isla- para reconocer en ellas y de un vistazo los rasgos del tipo y carácter atribuido a los gigantes de la Cuarta Raza. Parecen tener una misma categoría, aunque de aspectos diferentes o claramente sensuales, como los atlantes (habitantes de Daitya o 'atlánteos') que se representan en libros esotéricos hindúes" (4).

Una de las Estrofas de Dzyan describe que los atlantes construyeron grandes imágenes de 8,2 mts., que corresponde al tamaño de sus cuerpos. Blavatsky agrega que la mayoría de esculturas gigantes y descubiertas en Isla de Pascua mide entre 6 y 9 mts., y casi todas las que halló el capitán Cook tenían 8 de estatura y tres en ancho a nivel de los hombros, descartando así la opinión estándar de que fueron hechas por polinesios y no son tan antiguas como "una de esas decisiones arbitrarias de la ciencia moderna que no tienen mucho peso". Helena incluso añade que las estatuas sólo pudieron fabricarse por gigantes del mismo tamaño (5), (*), pero debemos recordar que esos moai abarcan desde menos de dos metros hasta casi los veintidós [N.del T.: ¿y acaso el trabajo coordinado de múltiples gigantes no pudo erigir obras superiores a los 20 ó 30 metros?]

(*) Katherine Routledge citó esta declaración, junto con varias descripciones ambiguas de restos arqueológicos en Isla de Pascua (en gran parte debido a que Blavatsky utilizó relatos contemporáneos inexactos), como evidencia de que nada de lo dicho en La Doctrina Secreta sobre el tema debía tomarse en serio (6), pero ningún escritor es infalible. Otro ejemplo es un argumento muy débil a favor de la existencia de una gran masa continental y arcaica en el Pacífico: los actuales miembros de diversos grupos isleños tienden a hablar idiomas similares y manifestar creencias o costumbres parecidas, pero "según todos los testimonios" nunca se habrían comunicado entre sí antes del arribo europeo, ya que no tenían brújula ni habilidades de navegación (7).

[Objeción del traductor: ¿y dónde dejas el reacondicionamiento climático/marítimo tras una catástrofe global? ¿Podrías navegar en días o noches nublados y sin brújula, con tifones o tormentas permanentes, o con mareas traicioneras?].

Blavatsky dice que la antigua Rapa Nui fue parte de un enorme continente lemuriano (8): "(...) encontramos a los lemurianos en su Sexta Subraza construyendo las primeras ciudades de piedra y lava. Una de aquéllas con estructura primitiva se irguió enteramente de magma, unos 50 kms. al oeste de donde hoy Isla de Pascua extiende su paraje ceñido y yermo, y fue completamente destruida por una serie de erupciones volcánicas. Los restos antiquísimos de estructuras gigantescas fueron todos obra de lemurianos de las últimas subrazas". Helena sostiene que las reliquias pétreas en Isla de Pascua son de estilo ciclópeo y han sido comparadas con el templo de Pachacamac (Perú) y las ruinas en Tiwanaku (Bolivia) (9).

Refiriéndose a la Atlántida, Blavatsky explica: "Este continente se elevó al mismo tiempo que la inmersión de sectores ecuatoriales de Lemuria. Mucho más tarde, algunos trozos de ésta última reaparecieron sobre los océanos (...) los atlantes de la Cuarta Raza obtuvieron algunas reliquias lemurianas, y asentándose en islas, fueron incluidas entre sus tierras y continentes (...) La Isla de Pascua también fue ocupada de esa manera por ciertos atlantes quienes, habiendo escapado del cataclismo en su propia tierra, se asentaron en dicho fragmento de Lemuria sólo para morir allí cuando fueron destruidos en un día por sus fuegos volcánicos y lava. Esto puede ser considerado ficción por ciertos geógrafos y geólogos; para los ocultistas es historia" (10).

"La Isla de Pascua (...) pertenece a la primera civilización de la Tercera Raza. Sumergida con el resto, un levantamiento volcánico y súbito del fondo marino elevó intacta la pequeña reliquia de eras arcaicas, con su volcán y estatuas -durante la inmersión del Polo Norte en el periodo Champlain- como testigos permanentes de la existencia de Lemuria" (11); asimismo, dicha etapa geológica fue datada en tiempos de Blavatsky hace unos 200.000 años (12).

La última cita implica que algunas esculturas en Rapa Nui estuvieron sumergidas durante períodos considerables, a menos que todas las actuales sean posteriores al cataclismo mencionado. Charles Ryan afirmaba que, si bien la mayoría de moai comporta material de conglomerado frágil, algunos se tallaron en roca volcánica muy dura, y pensó que las obras de mayor resistencia pueden ser inmensamente más antiguas que las formadas por brecha blanda, o que éstas últimas eran mucho más duras y hoy se desintegran por su gran vejez. También argumentó que si las esculturas hubieran permanecido bajo el mar durante largo tiempo, no estarían expuestas a intemperie o vandalismo, pero reconoció que "esa hipótesis plantea otras dificultades" (13).

Otros escritores teosóficos no aceptan una antigüedad tan prolongada para los moai, aunque según ellos podrían tener la misma datación que la Esfinge (14). No hay fecha concreta para ésta última en literatura teosófica, pero se sugiere que las grandes pirámides globales -e incluidas aquéllas en Giza- se construyeron hace unos tres ciclos de precesión (78.000 años) o en la etapa homónima que comenzó hace 87.000 años (15). Dado que un templo adyacente a la Esfinge está vinculado con la Segunda Pirámide por una calzada, la escultura puede tener aproximadamente la misma edad, pero como ya se mencionó, es factible que los moai pertenezcan a eras muy diferentes. Puede comprenderse que bajo el clima templado del Pacífico las piedras durarían más que en países boreales donde la escarcha, el Sol, la lluvia, el viento y la arena desgastan rocas fácilmente. Entonces, ¿cuántos miles de años habrán permanecido esas plataformas en Isla de Pascua, como mudos testigos de una sabiduría exiliada?

Ryan indica que mientras las esculturas isleñas pudieron ser esculpidas con burdas herramientas líticas, las plataformas comprenden grandes bloques de basalto adamantino. El malecón de Vinapu consta de sillares finamente escindidos y tallados, comparables con el célebre revestimiento de la Gran Pirámide e iguales a las mejores estructuras ciclópeas peruanas, pero no se han encontrado utensilios aptos para tal faena. El autor agrega: "En algunos ahu, las irregularidades en esas vastas piedras contiguas y poligonales se hallan tan bien trabajadas, que las superficies ensamblan a la perfección como en Cuzco o Etruria. No había mortero para llenar los huecos, y las piedras extremadamente duras debieron ser cortadas y talladas a la medida exacta" (17).

"¿Cómo pudieron los constructores primitivos haber labrado estas piedras tan bellamente, o tal vez ellos no fueron sus artífices? Los habitantes de Rapa Nui no conocieron herramientas metálicas, y sus pequeños y débiles instrumentos pétreos serían tan efectivos (...) para cortar y moldear bloques del basalto más duro (...) Un arqueólogo calculó que se necesitaría toda una vida para burilar un material tan difícil, incluso si fuera posible sin maquinaria eléctrica moderna. Los ahu son un enigma mucho mayor que las estatuas en lo que se refiere a su fabricación" (18).

"No es imposible que los ahu sean muchísimo más antiguos que las figuras y representen el trabajo de habitantes extremadamente remotos, de los cuales Isla de Pascua es una reliquia, mientras que las estatuas son mucho más recientes, quizás copias de predecesoras. Las piedras de basalto son tan duras que podrían haber permanecido en su lugar durante cientos de miles de años o más sin desmoronarse" (19).


Referencias

1. José Miguel Ramírez y Carlos Huber, Easter Island: Rapa Nui, a land of rocky dreams, Alvimpress Impresores, 2000, p. 20.

2. Thor Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, New York: Random House, 1989, p. 239.

3. Francis Mazière, Mysteries of Easter Island, London: Collins, 1969, p. 148.


Tallado de esculturas

1. Citado en: John Dos Passos, Easter Island: Island of enigmas, New York: Doubleday, 1971, p. 92.

2. Mazière, Mysteries of Easter Island, p. 127, 212.
3. Ibídem, p. 142-3.


Datación de esculturas y plataformas

1. Christian y Barbara Joy O’Brien, The Shining Ones, Kemble, Cirencester: Dianthus Publishing, 1997, p. 513-5.

2. Mazière, Mysteries of Easter Island, p. 127.
3. The Shining Ones, p. 521, 523-4.
4. Robert M. Schoch, Forgotten Civilization: The role of solar outbursts in our past and future, Rochester, VE: Inner Traditions, 2012, p. 75-86.

5. Heyerdahl, Easter Island: The mystery solved, p. 196.
6. The Theosophical Forum, marzo 1938, p. 207-8.


Escritos teosóficos

1. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Pasadena, CA: Theosophical University Press (TUP), 1977 (1888), 1:439, 2:316 nota al pie, 331, 337; The Theosophist, vol. 8, n° 91, abril de 1887.

2. "La Teosofía y los Siete Continentes", esoterismo-guia.blogspot.com.
3. La Doctrina Secreta, 2:339-40.
4. Ibídem, 2:224.
5. Ibídem, 2:331, 336-7.
6. Katherine Routledge, The Mystery of Easter Island, Kempton, IL: Adventures Unlimited Press, 1998 (1919), p. 290 nota al pie.

7. La Doctrina Secreta, 2:788-9; The Theosophist, vol. 1, n° 11, agosto de 1880; H.P. Blavatsky, Isis Develada, TUP, 1972 (1877), 1:594-5 nota al pie.

8. La Doctrina Secreta, 2:323-4.
9. Ibídem, 2:317, 336-7.
10. Ibídem, 2:326-7.
11. Ibídem, 2:327-8.
12. Charles Gould, Mythical Monsters, San Diego, CA: Wizards Bookshelf, 1981 (1886), p. 98-9 nota al pie.

13. Charles J. Ryan, "The latest news from Easter Island", The Theosophical Path, noviembre 1925, p. 474-82; The Theosophical Forum, mayo 1946, p. 233-6.

14. Charles J. Ryan, "New light on Easter Island", The Theosophical Forum, febrero 1949, p. 86-96; The Theosophical Forum, mayo 1946, p. 233-6.

15. "Los misterios de Giza", parte 7.
17. The Theosophical Path, noviembre 1925, p. 477-8.
18. The Theosophical Forum, mayo 1946, p. 234-5.
19. The Theosophical Path, abril 1927, p. 357.