9 de diciembre de 2023

Inversiones polares y catástrofes geológicas (1 de 12)

David Pratt
Enero 2000, última revisión enero 2024


Parte A: Ciclos astronómicos

Contenidos:

01. Inclinación del eje planetario
02. Las cuatro estaciones
03. Precesión de los equinoccios
04. La estrella polar cambiante
05. Movimiento absidal


01. Inclinación del eje planetario

Los ritmos biológicos en la Tierra se ajustan en gran parte por sus dos movimientos fundamentales: rotación diaria y revolución anual en torno al Sol. Nuestro hogar planetario concreta un giro cada 23 horas, 56 minutos y 4 segundos (día terrestre), y dado que lo hace sobre su eje en sentido O-E o antihorario -visto por encima del Polo Norte-, el Sol "aparece" desde el oriente y se "oculta" en dirección contraria. La Tierra gira alrededor del Sol de oeste a este (en sentido opuesto a las manecillas del reloj) aproximadamente una vez cada 365,25 días (año terrestre).

Como esfera giratoria (o más bien esferoide achatado), la Tierra posee un eje rotativo cuyos extremos marcan los polos geográficos Norte y Sur, estando el ecuador situado a medio camino entre ellos. Si la Tierra se posicionara derecha, formando 90° con la órbita alrededor del Sol o eclíptica, el ecuador se hallaría en el plano de ésta última; así, el Astro Rey brillaría siempre sobre esa área central, y todas las regiones entre ambos polos disfrutarían de una alternancia constante de 12 horas diurnas y otras 12 nocturnas.

Sin embargo, el eje planetario no es perpendicular a la eclíptica. Hoy el ecuador está inclinado en aproximadamente 23,4° respecto a la misma, y el eje terrestre forma otros 23,4° con una línea ortogonal a la eclíptica; en otras palabras, la oblicuidad de ésta también llega a 23,4°. Este ladeo del eje produce dos importantes coordenadas en cada hemisferio: los trópicos de Cáncer y Capricornio (23,4° al N y S del ecuador respectivamente), y los círculos Ártico y Antártico (a 66,6° de latitud N y S, ó 23,4° en relación a los polos Norte y Sur). Estos límites dividen la superficie del globo en tres zonas: tropicales o tórridas, templadas (regiones de cada hemisferio entre los trópicos y círculos gélidos), y frígidas o polares. Éstas últimas no presentan alternancia regular día/noche a lo largo del año, pues en este periodo el Sol se halla por debajo del horizonte entre un día (en círculos polares) y seis meses (en los polos). En el sector tropical, dicha estrella permanece verticalmente sobre nosotros en algún momento anual, mientras que en las partes templadas y polares siempre se halla en algún ángulo inferior a 90°.

Fig. 1. Inclinación del eje terrestre.

Las cuatro estaciones se deben principalmente a la inclinación de la Tierra, y en menor medida a su elipticidad orbital (es decir, el grado en que se aparta de un círculo perfecto). Si el eje estuviera derecho, no habría estaciones diferentes.

Para describir las posiciones y movimientos de objetos astronómicos, se considera que transitan en un campo imaginario que rodea la Tierra, conocido como esfera celeste. Los polos celestes Norte y Sur, así como el ecuador sidéreo, son proyecciones correspondientes de los geográficos; asimismo, los extremos boreal y austral de la eclíptica son extensiones de una línea perpendicular a ella. No importa si dicho trazado se prolonga al espacio desde la Tierra o el Sol, ya que la esfera celeste se concibe tan lejana que el polo de la eclíptica caerá sobre un punto único. Los polos celestes también se ubican a 23,4° de los eclípticos homólogos, y si el eje planetario fuera recto en lugar de inclinado, los polos celestes coincidirían con aquéllos de la eclíptica. El polo norte de ésta última se localiza en la constelación Draco, mientras que el extremo norte celeste está emplazado muy cerca de Alpha Ursae Minoris, la estrella polar actual.

Fig. 2. La esfera celeste.


02. Las cuatro estaciones

La inclinación del eje da lugar a puntos cuádruples en la órbita planetaria, que marcan el comienzo y término de las cuatro estaciones: a) equinoccio de primavera, cuando el Sol está sobre el ecuador; luego se traslada hacia el norte y eleva cada vez más (en el hemisferio septentrional), b) hasta el solsticio de verano, periodo en que el Astro Rey se ubica en el trópico de Cáncer; después retrocede al ecuador, c) produciendo el equinoccio otoñal, donde vuelve a emplazarse sobre dicha línea, y finalmente avanza en sentido sur, d) para marcar el solsticio de invierno, al encontrarse en el trópico de Capricornio (por supuesto, es el planeta lo que gira alrededor del Sol, y lo anterior se describe desde la óptica terrena). En la mitad norte, el equinoccio vernal se produce el 20/21 de marzo, el solsticio estival entre el 20/21 de junio, el equinoccio de otoño el 22/23 de septiembre y el invierno llega el 21/22 de diciembre; entretanto, para el lado sur las mencionadas etapas climáticas se invierten en iguales fechas.

Aunque astronómicamente cada estación dura tres meses, para los no astrónomos y en la mayor parte del hemisferio boreal, es más práctico pensar en un invierno con cuatro meses (diciembre a marzo), una primavera de dos (abril-mayo), un estío de cuatro (junio a septiembre) y un otoño de dos (octubre/noviembre). Se genera una diferencia de un mes o incluso más entre el momento de máxima y mínima radiación solar y los meses más cálidos y fríos, porque la Tierra necesita tiempo para responder a los cambios en la cantidad de energía solar entrante.

Los puntos equinocciales son sectores donde la eclíptica cruza el ecuador celeste; por ende, en dichas fases el Sol se encuentra directamente sobre ese paralelo. El vocablo que les atañe viene de aequinoctium, que significa "noche igual", y designa las etapas donde luz y oscuridad en cualquier zona duran aproximadamente 12 horas.

Fig. 1. Las cuatro estaciones [amarillo/púrpura: hemisferios N y S].

En el solsticio boreal de diciembre, el Sol llega al punto más alto en ese rumbo, haciendo que el día tenga duración máxima; en cambio, para el invierno aquél se halla en su parte más baja y austral, y por tanto la noche se prolonga. Durante un equinoccio, los rayos solares caen verticalmente sobre el ecuador, y en los solsticios se concentran en los trópicos de Cáncer y Capricornio; así, éstos últimos constituyen las zonas donde el Sol incide directamente en ciertos momentos del año, mientras que en todos los demás lugares del mundo su energía llega en ángulo oblicuo y reciben menos calor.

En los equinoccios, la declinación solar es de 0°, ya que atraviesa el ecuador celeste (definiendo aquélla como el número de grados al N o S del mismo); por lo tanto, dicho astro sale y se pone hacia el E y O en todo el mundo. Para el hemisferio norte, el Sol aparece por el N.E. en verano y S.E. en invierno, alcanzando su apogeo septentrional/austral en ambas estaciones, cuando tiene su mayor variación de 23,4°. La distancia desde el levante y poniente del sector horizontal por donde sale y se oculta, depende no sólo de la época anual sino además de la latitud, pues cuanto mayor es ésta, mayor es la lejanía (1).

La inclinación del eje terrestre produce que distintas zonas reciban cantidades disímiles de radiación solar, y es la principal causa de los ritmos estacionales. Un factor secundario es que la Tierra sigue una órbita elíptica alrededor del Sol, por lo que también cambia su distancia respecto de él. Actualmente, nuestro planeta alcanza el perihelio (acercamiento al Sol ó 147 millones de kms.) del 2 al 5 de enero, es decir, durante el invierno boreal; y tiene su afelio (lugar más distanciado ó 152 millones de kms.) del 3 al 6 de julio, o tiempo de verano en igual hemisferio. Esto significa que esa mitad experimenta inviernos suaves y veranos más fríos que el hemisferio sur, aunque se moderan por el calor almacenado en la mayor extensión de océanos australes. En el perihelio, la cantidad de radiación solar interceptada por la Tierra es aproximadamente un 7% mayor que durante su afelio.

1. La desviación anual máxima del Sol (Δ) al norte o sur de la línea E-O está dada por la fórmula: sin Δ = sin ε / cos l, donde ε = oblicuidad de la eclíptica, y l = latitud del observador. Por lo tanto, en el ecuador (0° de latitud) la oscilación total a lo largo del horizonte E es igual al doble de la inclinación del eje planetario, y es mayor para cualquier otra latitud.


03. Precesión de los equinoccios

Los equinoccios ocurren en dos sitios de la órbita planetaria, donde el eje forma ángulos rectos con una "línea" que vincula el centro de la Tierra y el Sol, vista directamente desde arriba o abajo de aquélla. El solsticio estival corresponde al tramo de ese rumbo donde el Polo Norte se inclina hacia el Astro Rey, y el invierno coincide con el sector donde se aleja de dicha estrella.

Si el eje de la Tierra siempre indicara exactamente al mismo punto del espacio, la primavera se produciría en la misma área orbital cada año, y la Tierra se movería en un círculo de 360° entre equinoccios consecutivos. Sin embargo, el axis terrestre gira muy lentamente en sentido horario (visto por sobre el Polo Norte), describiendo un movimiento conoide alrededor de la vertical parecido a un trompo, y generando así un círculo entre las estrellas aproximadamente una vez cada 26.000 años. Según los científicos, esto se debe a la atracción gravitatoria de Luna y Sol, y en menor medida a los planetas vistos a nivel del ligero abultamiento ecuatorial. La secuela es que el equinoccio vernal acontece en una fracción de grado antes que nuestro "hogar azul" llegue al punto donde ocurrió la misma estación el año previo, y esto se conoce como precesión de los equinoccios (aunque también podría llamarse de solsticios). El equinoccio vernal tiene una precesión media de 50 segundos de arco (1/72°) por año y sucede unos veinte minutos antes cada año. Esto indica que la Tierra no gira 360° entre dos equinoccios de primavera sucesivos, sino sólo 359 71/72 grados (ó 359°, 59' y 10"). La tasa precesional verdadera fluctúa en torno al promedio de 50", mientras que para el año 2000 (J2000.0) llegó a 50,288".

Fig. 1. Oscilación (o precesión) a largo plazo del eje terrestre.

El año sidéreo es el lapso que demora la Tierra en completar una revolución de 360° alrededor del Sol, medida entre dos conjunciones sucesivas de una determinada estrella, y actualmente equivale a 365,256363 días. El año tropical (también llamado solar o equinoccial) se determina entre dos equinoccios de primavera seguidos, llegando hoy a 365,242190 días (en otras palabras, la fase tropical es casi 20,4 minutos más corta que la sidérea).

El zodíaco es un área o "cinto" de la esfera celeste, que se despliega unos 8 grados a cada extremo de la eclíptica, y está dividido en doce tramos o constelaciones. Durante sus giros alrededor del Sol, la Tierra pasa por cada asterismo de oeste a este, a un ritmo de aproximadamente un grado por día. En el momento del equinoccio vernal, una línea imaginaria desde el centro planetario hacia el Sol cruzará ese círculo astronómico en el punto equinoccial, o uno de los dos lugares donde el ecuador celeste atraviesa la eclíptica. Puesto que cada primavera llega cuando la Tierra está ligeramente al oeste de su posición orbital en el último equinoccio homólogo, ese punto avanza lentamente hacia el poniente; así, de un equinoccio a otro la Tierra se mueve "hacia atrás" por dichas constelaciones (es decir, en dirección opuesta a aquélla en que orbita alrededor del Sol). A una tasa precesional de 50" arco/año, el Astro Rey ingresa en un nuevo grupo estelar cada 2160 años y cubriendo 30°/arco (período conocido en Teosofía como ciclo mesiánico), y tarda 25.920 en completar un viaje por el zodíaco (1). Asimismo, un ciclo precesional es denominado Gran Año, o Año Platónico.

Hay una diferencia importante entre las constelaciones (o casas) del zodíaco, y los signos análogos. Las primeras son grupos de estrellas que rodean la Tierra a una distancia de muchos años-luz; en ocasiones se dice que están "fijas", aunque en realidad cada estrella tiene su propia trayectoria, de modo que durante largos períodos las luminarias cambian su posición entre sí. Por otro lado, los signos zodiacales son áreas del espacio que impregnan y circundan a nuestro planeta. El punto equinoccial de primavera es el sitio del ecuador celeste que cruza el Sol en esa estación, y el lugar correspondiente en el paralelo terreno se define como el "inicio" del signo Aries, cualquiera que sea la constelación en que esto ocurra. A medida que el sector equinoccial de primavera se desplaza gradualmente en torno al ecuador sidéreo durante un ciclo precesional, los signos se mueven alrededor del terrestre y no permanecen fijos, mientras que las constelaciones sí lo están en términos relativos.

Podemos afirmar que un ciclo precesional comienza cuando el primer punto del signo Aries coincide con el primero de la constelación (es decir, el momento en que Tierra, Sol y el primer punto de ese asterismo se hallan en línea recta al llegar la primavera), pero esto no ocurre al inicio de la Era de Aries, sino al término, pues como la Tierra gira alrededor del Sol de oeste a este, el límite más occidental de un grupo estelar (suponiendo que cada uno cubre 30° de arco) se cuenta como 0° de aquél y 30° del anterior; entonces, el primer guarismo de Aries (0°) es también 30° de Piscis. Sin embargo, el sitio equinoccial precede de oriente a poniente, y cuando en el transcurso de esta fase el Sol abandona Tauro e ingresa en Aries, alcanza el grado 30 de éste último y no corresponde con su primer punto, hasta el final de la Era homónima.

Según Blavatsky, la Era del Carnero principió en 2410 a. de C., la de Piscis fue en 255 a. de C. y el influjo del Aguador sobrevino en las postrimerías del siglo XIX. Estas fechas suponen que cada constelación abarca 30°, aunque pasarán muchas centurias antes que el punto equinoccial entre de lleno en la onceava casa estelar (3). [N.del T.: no pocos estudiosos de Jyotish consideran obsoleta la tendencia de establecer el comienzo de Aries TODOS los 20/21 de marzo, pues ello dejó de concordar hace más de 2000 años, y ahora el Sol señala al equinoccio vernal en Acuario, tal y como H.P.B. dejó consignado en algunos artículos].

Fig. 2. Precesión de los equinoccios [diagrama por Gottfried de Purucker]. El sitio A muestra el primer punto del signo Aries, coincidiendo con aquél de su constelación. Un cuarto de ciclo más tarde (6480 años) converge con el primer punto de Capricornio (B), luego Libra (C) y Cáncer (D). Después de 25.920 años, la Tierra regresa a la posición A.


Notas

1. Blavatsky fijó el lapso del ciclo precesional en 25.868 años, equivalente a 50,10 segundos de arco por año (La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:330 nota al pie); no obstante, también dice que los 25.920 años simbolizan "el período exacto de revolución celeste" (Collected Writings, 1950-91, 14:360). Los hindúes descubrieron que entre 1192 a. de C. y 698 a. de C. (494 años y 2 meses) los equinoccios y solsticios habían retrocedido 6°40", o una tasa de 48,57 segundos de arco/año (John Bentley, A Historical View of the Hindu Astronomy, 1825, p. 64). Sobre la base del incremento actual promedio en 0,00024 segundos (N. Chidambarum Iyer, "The Hindu zodiac or the discovery of the lost key", The Theosophist, abril de 1883, p. 176-80), el índice anual habría sido 50,10" alrededor de 1215 d. de C. y 49,6" en 945 a. de C. Blavatsky a veces nombra el ciclo precesional como "año sideral" o "tropical", conceptos que hoy tienen distintos significados.

3. Blavatsky Collected Writings, 8:174. Ver Apéndice 1, "El zodíaco y la precesión".


04. La estrella polar cambiante

Los polos celestes Norte y Sur son lugares de la esfera espacial directamente encima y debajo de los geográficos, en tanto que los polos eclípticos con igual orientación se establecen al trazar una línea perpendicular a la eclíptica. Los polos celestes suelen ubicarse en un amplio sector abierto, pero otras veces se aproximan y a ratos coinciden con una estrella, a la que se llama polar. En el hemisferio norte, la luminaria Polaris (segunda magnitud) se sitúa en la "cola" de Osa Menor, pero en la mitad sur no hay ninguna cercana al polo sidéreo, si bien Sigma Octantis (quinta magnitud) es la más austral y citerior a dicha locación.

Un observador en la Tierra ve sólo la mitad de ese ámbito sideral en un momento determinado, y está circunscrita por el horizonte, un plano que corta la esfera celeste a 90° del cénit (área de la misma directamente situada sobre nosotros). Vistas desde el ecuador, las verdaderas estrellas polares se encuentran en el horizonte, mientras que todas las demás se elevan en ángulo recto y permanecen sobre aquél durante 12 horas. Si se aprecia desde cualquier polo, una estrella homónima luce constante sobre nosotros, mientras que todas las restantes se mueven en círculos paralelos al horizonte, situándose de continuo en el cénit. En latitudes intermedias, el movimiento estelar aparente se halla entre esos dos extremos: algunas estrellas salen y se ponen, pero otras giran alrededor de los polos sin ocultarse, valiéndoles el nombre de circumpolares. Por ejemplo, a 25°N, el polo celeste del septentrión se encuentra a 25° sobre el horizonte, y todas las estrellas dentro de dicha locación son circumpolares, mientras que todas las visibles ascienden y se "esconden". Dado que la Tierra gira en modo antihorario, las estrellas parecen rotar a los polos celestes siguiendo el curso opuesto, y completan una revolución cada día.

El giro axial terrestre que causa la precesión implica un cambio paulatino en la dirección que apunta el eje hacia el espacio (según la astronomía moderna, el ladeo continúa más o menos igual). Dicho "pivote" forma lentamente un círculo aproximado, con un radio de casi 23,5° alrededor de los polos eclípticos en el transcurso de un lapso precesional. Como la estrella polar está más cercana a los polos celestes en un momento dado, una serie de distintas luminarias adquiere ese rol durante un ciclo. Alpha Draconis (Thuban) estaba más próxima al Polo Norte sidéreo en torno al 2700 a. de C.; actualmente esa locación señala el primer grado de Polaris y lo hará con mayor propincuidad en 2100. Dentro de 12.000 años, el astro respectivo será Vega, en la constelación Lira.

A tenor de los científicos, la inclinación axial varía gradualmente en límites muy estrechos debido a perturbaciones gravitatorias del Sol, la Luna y en particular Júpiter, Marte y Venus. Se ha establecido que aquel ángulo disminuye constantemente en unos 0,47 segundos de arco/año (o una centésima de grado por siglo); así, el 1 de enero de 1950 la oblicuidad tenía 23°26'45", y el 1 de enero de 2000 alcanzó 23°26'21". De acuerdo con cálculos de perturbaciones gravitacionales, los especialistas creen que este ladeo fluctúa entre 22,1° y 24,5° durante un período cercano a los 41.000 años (1). La pequeña variabilidad en el axis terrestre significa que la curva descrita por el Polo Norte geográfico alrededor de su contraparte eclíptica no es un círculo perfecto (2).

La Teosofía indica que el eje se invierte progresivamente a lo largo de 360° completos, con un ritmo promedio de 4° por fase precesional (0,56 segundos de arco/año) (3), y describe una espiral alrededor de los extremos eclípticos; además, en ciertas épocas se generan perturbaciones axiales repentinas y acompañadas de cataclismos importantes (4). Los científicos descartarían como "imposible" una inversión polar dilatoria porque no conocen ninguna fuerza capaz de provocar tales consecuencias. Tampoco pueden explicar qué produce que nuestro planeta rote sobre su eje, ¡pero sigue haciéndolo de todos modos!

Fig. 1. La estrella polar cambiante.


Notas

1. A. Berger y M.F. Loutre, "Insolation values for the climate of the last 10 million years", Quaternary Science Reviews, vol. 10, 1991, p. 297-317.

2. Además, el "círculo" no es parejo, sino undulante por causa de la nutación o dinámica axial parecida a un gesto de "asentimiento", que tarda 18,6 años y cuya amplitud es de 9,2 segundos/arco. Su principal origen reside en que el plano orbital de la Luna se inclina 5° en relación al nuestro, y concreta una precesión alrededor de la Tierra en 18,6 años (cifra "ideal": 18). Por ello, el "círculo" descrito en un ciclo precesional completo tiene unas 1.440 ondas (= 25.920/18; es llamativo constatar que hay 1440 minutos en un día, y un humano respira en promedio 18 veces por minuto: 18 x 1440 = 25.920). Dicha "circunferencia" (con nutación superpuesta) se traza en sentido antihorario visto desde la Tierra, o en dirección de las manecillas del reloj desde el Polo Norte eclíptico.

3. H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, TUP, 1977 (1888), 2:331, 357, 407-8, 768; Sampson Arnold Mackey, Mytholgical Astronomy of the Ancients Demonstrated (1822/23), Wizards Bookshelf, 1973.

4. La Doctrina Secreta, 1:369, 2:144-5, 274, 314, 330, 350; W.Q. Judge, El Océano de la Teosofía, TUP, 1973 (1893), p. 135-6, 140.


05. Movimiento absidal

El Sol ocupa uno de los dos sectores de la elipse orbital terrestre. Podemos imaginar una línea que cruza las áreas con mayor aproximación (perihelio) o lejanía (afelio) entre Tierra y Sol, que se llama línea de ábsides o eje mayor de la órbita. Actualmente, el acercamiento ocurre a principios de enero, cuando nuestro planeta se halla en Sagitario, y su opuesto en los primeros días de julio o al encontrarse en Géminis. La línea absidal precede lentamente hacia el este (en sentido antihorario) por la atracción gravitatoria de otros planetas, y la tasa de precesión absidal (o perihelio) es de 12 segundos de arco (1/300°) por año, o 108.000 años para una rotación completa (1), siendo el promedio corriente 11,45 segundos de arco/año (2).

Fig. 1. Precesión absidal.

Aparte de los años siderales y tropicales ya mencionados, la rotación de los ábsides da lugar a un tercer tipo de año, designado como anómalo u orbital, medido entre dos pasos consecutivos de la Tierra a través del perihelio, y hoy tiene una duración media de 365,259635 días solares, ó 4,7 minutos más que el año sidéreo.

Tomando los 50 segundos de arco/año como ratio precesional de los equinoccios, y 12 segundos de arco/año en cuanto tasa de precesión absidal, la Tierra gira alrededor del Sol:

• 360° - 50" en un año tropical;
• 360° en un año sidéreo, y
• 360° + 12" en un año anómalo.

Toda vez que el equinoccio vernal se desplaza hacia occidente -mientras el perihelio sigue con lentitud hacia el oriente-, la armonía entre precesión equinoccial y rotación de ábsides genera un tercer periodo con cerca de 21.000 años (3), denominado precesión climática. Por ejemplo, cualquiera que sea el emplazamiento terrestre relativo a los ábsides en el equinoccio de primavera de un año específico, el planeta volverá al mismo lugar en el equinoccio dentro de 21.000 años, debido al movimiento de los propios ábsides. Durante esa etapa, la Tierra precede hacia el oeste unos 290°, mientras que la línea absidal va al este en 70° (290° + 70° = 360°) (4). Según cálculos astronómicos, la precesión climática abarca 21.000 años, pero se cree que comprendería dos fases de aproximadamente 23.000 y 19.000 (5).


Notas

1. Los 108.000 años equivalen a una cuarta parte del Kali-yuga (432.000 años). El guarismo 108 refleja la distancia promedio Sol-Tierra en función de diámetros solares, la lejanía media entre las superficies de Luna y Tierra según diámetros lunares, y el diámetro solar de acuerdo con las medidas terrestres análogas (números reales: 107,5, 108,1 y 109,1 respectivamente).

2. farside.ph.utexas.edu/teaching/336k/Newtonhtml/node115.html.
3. Utilizando la cifra de 50" en la precesión de equinoccios y 12" para el movimiento absidal, el desplazamiento combinado es 62" (62/3600°) por año, o 20.903,226 años para una fase completa. Tomando como fuente la Enciclopedia Británica, Blavatsky consigna 50,10" respecto a la precesión equinoccial y 11,24" en la rotación de ábsides, o comparable a 115.302 años de un circuito total (La Doctrina Secreta, 2:330 pie de página; nótese el error [¿deliberado?] que involucra minutos y segundos).

4. Supongamos que, en un año determinado, el punto equinoccial de primavera ingresa en la constelación de Aries al tiempo que nuestro planeta está en el perihelio. Utilizando los números "idóneos", se necesitarían 6 rotaciones absidales enteras o 25 etapas precesionales (648.000 años), antes que dicho evento volviera a ocurrir, y asimismo 648.000 constituye el mínimo común múltiplo de 108.000 y 25.920. El perihelio coincidirá con el punto equinoccial (es decir, la longitud de aquél llegará a 0°) alrededor de 6440 d. de C. (aom.giss.nasa.gov).

5. A. Berger et al. (eds.), Milankovitch and Climate, Reidel, 1984, p. 35; A. Berger y M.F. Loutre, "Insolation values for the climate of the last 10 million years", Quaternary Science Reviews, vol. 10, 1991, p. 297-317. Se dice que estas dos eras, junto con el ciclo de oblicuidad de 41.000 años y el de excentricidad con alrededor de 100.000, fueron confirmadas por el descubrimiento de frecuencias similares en estudios del registro climático del Pleistoceno, lo cual se considerará en la Parte 6, sección 1.