23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (1 de 19)


[Impresos posteriormente en el ULT Pamphlet n° 21, están anunciados por una nota de Judge: “Los siguientes preceptos, entre otros aún sin utilizar, me fueron otorgados por enseñantes, entre ellos H.P. Blavatsky; algunos estaban escritos y otros se comunicaron por distintos medios. Se declaró ante mí que provienen de documentos ahora inaccesibles al público general. Cada aforismo fue sometido a mi juicio y razón, y tal como ellos se mostraron verdaderos a mi razonamiento tras considerarlos seriamente -aparte de cualquier autoridad-, así espero también que obtengan la anuencia de mis colegas, para quienes los publico ahora”].

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Un sutra o aforismo es una expresión concisa y compacta de una verdad o principio general, y donde ninguna palabra es superflua. Muchas obras filosóficas se han presentado a modo de aforismos que sirven de ayuda a la memoria, por lo que su escritura implica la necesidad de elaboración y comentarios. En los “Aforismos sobre Karma” (ULT Pamphlet, n° 21) William Judge otorga ciertas ideas clave a través de las cuales aprendemos mucho sobre las ramificaciones de esa Ley. Dice que esos preceptos le fueron comunicados y luego sometidos a su propio "juicio y razón"; vemos así que los presentó a investigadores serios para una consideración seria y a fin de permitirles obtener un entendimiento más profundo sobre Karma. Esta doctrina se explica generalmente por la analogía de "lo que siembres, así cosecharás", o en otras palabras, si plantamos una semilla de mango sólo obtendremos mangos y no fresas ni rosas.

El primer aforismo sostiene: "No hay karma a menos que exista un ser que lo haga o perciba sus efectos". Karma significa acción; no puede haber tal sin alguien que obre y, por lo tanto, tampoco existe efecto sin un experimentador de ese resultado. Si la acción termina, comienza el pralaya (disolución) pues como señala Shri Krishna en el tercer capítulo del Bhagavad-Gita: "Si yo no realizara acciones, estas criaturas perecerían". En este caso, Krishna representa no sólo la Ley que gobierna el mundo exterior de las cosas y los seres, sino también la norma que domina el mundo interior de pensamientos y emociones. La Deidad o Parabrahm está simbolizada por el Gran Aliento, descrito como el eterno perpetuum mobile. En Teosofía, el único atributo absoluto de la Deidad es el Movimiento (o Gran Aliento) infinito e incesante, cuya actividad no se detiene ni siquiera durante el pralaya. Así, la venida y desaparición de universos se representan por la exhalación e inhalación del "Gran Aliento" inacabable.

El segundo aforismo dice: "Karma es el ajuste de efectos que fluyen de causas, donde experimenta dolor o placer la entidad sobre quien y a través de la cual se efectúa esa corrección". La Ley de Karma consta de causa y efecto. Cuando se lanza una pelota contra la pared, aquélla vuelve al lanzador; asimismo, la reacción va de nuevo al agente. Las buenas acciones traen resultados buenos y las malas, causas perjudiciales. Robert Crosbie añade: “Debemos saber que Karma no castiga; simplemente brinda la oportunidad de adaptarse"; en otras palabras, el ser humano crea causas y la ley kármica sólo acomoda las resultantes. Helena Blavatsky lo ilustra con el ejemplo de una piedra arrojada a un estanque. Cuando el guijarro cae al agua, crea olas de perturbación que oscilan hacia adelante y atrás, y finalmente se detienen por la ley de disipación energética. Después la superficie líquida vuelve a su estado de calma; sin embargo, dado que cada alteración comienza en algún punto particular, el equilibrio o la armonía pueden restablecerse mediante la convergencia hacia ese mismo punto de todas las fuerzas que se pusieron en movimiento a partir de él. De igual manera, las repercusiones vuelven al ser actuante: si una persona inclina hacia abajo la rama de un árbol con gran fuerza, rebotará con igual ímpetu al tratar de asumir su posición natural. En ese proceso, si la persona que dobló la rama se disloca el brazo, ¿culparemos al árbol por el perjuicio?

El Aforismo 2 debe considerarse junto con el 3, que reza: "El karma es una tendencia constante e infalible en el Universo para restaurar el equilibrio, y opera incesantemente". Dado que la esencia de la unidad es armonía (equilibrio), la disonancia se provoca por cualquier obra, pensamiento o emoción que altere esa integridad. Así y desde un punto de vista, dichos equilibrio o integridad son estancamiento o lo opuesto al desarrollo, y éste significa expansión, ruptura con un estado, vehículo o cosa (cuerpo) y el ingreso en otros, cuyo proceso genera dolor o sufrimiento de algún tipo. Una madre experimenta dolor cuando da a luz a un hijo; también hablamos sobre los "dolores del crecimiento" en la infancia, y sabemos que estos episodios son necesarios. Igualmente, la semilla se rompe y debe haber algo similar al “dolor” al germinar diminutas hojas. Del mismo modo, todas las cosas "mueren" cuando la forma que habitan ha sido superada. Estos son eventos naturales que conducen a la armonía y el equilibrio finales en una escala superior.

Pero cuando hay desarmonía o desbalance de dicho equilibrio- causados por acciones humanas incorrectas- experimentamos sufrimiento "innecesario" en el esfuerzo de la Naturaleza por restablecer su derrotero. En los reinos inferiores, aquélla no tiene que reponer la armonía pues la perturbación causada es congruente con la evolución natural, pero la humanidad causa problemas al ir en contra de ese desarrollo. Por lo tanto, la recompensa y el castigo pueden verse como una compensación por preservar o perturbar la armonía cósmica. En ocasiones, ese ajuste del efecto a la causa es rápido y luego podemos relacionar un origen con su resultado, como cuando sufrimos malestar estomacal por comer en exceso o ingerir alimentos rancios. Otras veces los actos en la infancia o juventud traen consecuencias en la vejez; por ejemplo, una persona que se entrega a fumar de modo compulsivo o mascar tabaco procesado puede padecer cáncer bucal/pulmonar u otras enfermedades cuando llegue a vieja. No obstante, algunas acciones no dan fruto en esta vida, y el individuo parece haber quedado "totalmente libre" de secuelas, pero no es cierto. Tales procederes en una existencia previa son como flechas lanzadas con un arco, actuando sobre nosotros en alguna vida posterior y produciendo nuestras recompensas y castigos. Entonces, cuando no podemos ver la causa del efecto o sus consecuencias kármicas, es porque podríamos haber plantado esas simientes en una vida pretérita.

Podríamos decir que karma es la ley natural de acción-respuesta, y también de retribución ética que trae felicidad o sufrimiento al perturbador. Este binomio se aplica en los reinos inferiores, pero como la especie humana tiene la facultad de pensar y elegir, puede optar por ir a favor o en contra de la naturaleza y así mantener o romper el equilibrio, por lo que experimenta "pagamiento" moral.

Es fácil apreciar que el mencionado "honorario" no debería aplicarse en casos donde las acciones son cometidas por individuos que no han progresado lo suficiente o no pueden actuar con deliberación y tomar decisiones. Por lo tanto, los delitos cometidos por ignorancia -como en el caso de niños [de cierta edad y según la legislación], enfermos mentales, salvajes, etc.- implican responsabilidades físicas, pero no morales o kármicas.

Por ejemplo, si una persona ciega e indefensa golpea accidentalmente a otra en el ojo y le causa una lesión, es normal que el afectado disculpe el acto y no albergue resentimiento, pero cuando la misma acción se hace a propósito despierta odio y rencores en el otro; éste al morir llevará consigo la semilla de animosidad y en alguna otra vida brotará produciendo antagonismo, dolor y también las chances con miras a aprender la lección. Para el primer caso habrá consecuencias en el plano físico, pero no sufrimiento moral, que está involucrado en el segundo.

William Judge trata de explicar las bases para el funcionamiento de la Ley de Retribución Moral (también conocida como Ley Moral de Compensación) en el caso de un niño retrasado mental, nacido de padres ricos, pero de carácter malicioso, quien mutila flores y mata insectos en su estado de idiotez; éstos últimos, sin conocer el subdesarrollo del victimario, volvieron sus ojos [consciencia] hacia él con dolor mientras los torturaba. Al morir, la imagen espiritual de aquél -junto con ese quebranto y el deseo de venganza- por así decirlo fueron "fotografiados" en los espíritus o elementales de las víctimas. Éstos últimos, impresionados con su imagen, mantuvieron un vínculo con él, y cuando reencarnó de nuevo dichos elementales precipitaron de vuelta su mirada al momento de dirigirla sobre cualquier cosa o persona. Vieron lo mismo que él y provocaron el desastre, pero gradualmente las viejas impresiones se desvanecieron y logró consumar todo lo que hizo. Por lo tanto, un niño con deficiencia que hasta cierto grado conocía un mejor criterio y no pudo elegir deliberadamente para bien o mal, todavía era castigado por sus malas acciones, pero sólo a nivel físico. De esta forma, parece ser que la compensación moral implicaría la dolorosa comprensión de que un acto particular fue incorrecto.

El karma también se llama doctrina de responsabilidad, y los aforismos 2 y 3 muestran cómo creamos nuestro sufrimiento y placer a través de nuestras acciones. No somos reprendidos ni recompensados arbitrariamente por ningún "Dios" o "diablo" externos, y tanto personas como circunstancias que ocasionan dolor son agentes de la ley kármica.

("The Theosophical Movement", L.U.T. de India, junio 2019).