23 de febrero de 2022

Explorando los "Aforismos sobre Karma" por William Judge (2 de 19)


El Aforismo 3 establece: "El karma es una tendencia constante e infalible en el Universo para restaurar el equilibrio, y opera incesantemente". Como vimos, Karma quiere decir "acción", y no es difícil percibir que no hay término de obra o movimiento en el espacio ilimitado donde los universos nacen, progresan y desaparecen, para resurgir indefinidamente como las estaciones del año. Los ciclos de nacimiento y muerte de mundos han estado sucediendo sin comienzo y continuarán de igual modo en el futuro. Así como los universos se hallan en acción incesante, así es todo objeto y ser en cada universo. La ciencia moderna observa y constata ese hecho en el plano físico, pues no hay nada -ni siquiera una mota de polvo o un átomo- que esté en reposo, sino que cambia, se transforma y progresa sin fin en una escala ascendente de orden superior de existencia y actividad. Hemos visto que no puede haber Karma o acción a menos que tengamos un ser que lo genere o sienta sus efectos (Aforismo 1), lo cual significa que el movimiento incesante en el Universo no es "aleatorio" y "sin propósito", sino que está producido por la acción de seres encarnados de diversos niveles en desarrollo, dentro del progreso evolutivo universal. Por lo tanto, existe un diseño y objetivo en cada fenómeno de la naturaleza, por insignificante que parezca. De esta suerte, es evidente que el Universo es conciencia encarnada y toda la naturaleza muestra una marcha gradual hacia una vida superior que comienza con los elementales y progresa a través de minerales, plantas y animales, hasta la etapa del ser humano, y de allí sigue a las fases superhumanas, terminando en la mayor perfección posible en cada una de las series de manifestaciones universales. Entonces, este gran recorrido evolutivo -el de tipo individual, racial, planetario y universal también está gobernado por la ley cíclica y kármica- es llevado a cabo por acción de seres.

En "La Clave de la Teosofía" (p. 199) Blavatsky explica: "El karma es la ley infalible que ajusta los efectos a la causa en los planos físico, mental y espiritual del ser. Como ninguna causante permanece sin su debido resultado de mayor a menor -desde una perturbación cósmica hasta el movimiento de vuestra mano-, y como lo similar produce similar, Karma es esa ley invisible y desconocida que arregla sabia, inteligente y equitativamente cada efecto a su causa, rastreando ésta última hasta su productor; y aunque en sí mismo es incognoscible, su acción es perceptible". Así, comprendemos la tendencia incesante, indefectible y constante en el Universo de restaurar la armonía rota por acción de seres, trazando cada origen hasta su consecuencia, por la cual los individuos que causan el desajuste [o promueven su opuesto] reciben efectos buenos o malos.

El Aforismo 4 nos dice: “El aparente término de esa restauración del equilibrio se debe al ajuste necesario de la alteración en algún otro lugar o foco, que es visible sólo para yogis, sabios o videntes perfectos: por lo tanto, no hay interrupción, sino sólo un ocultamiento a la vista". Este precepto parece sugerir que, si bien normalmente la ley trabaja para calibrar el efecto a su causa, por ratos creemos que el proceso no ha tenido lugar y la ley no consiguió reponer el equilibrio. Por ejemplo, en una vida determinada ponemos en movimiento muchas causas buenas y malas, algunos de cuyos efectos experimentamos en esa misma vida, pero a casi todos nos sucede que morimos incluso antes de ser resarcidos o castigados por ello, lo cual puede parecernos una "interrupción en el restablecimiento del balance". Cuando no vemos a una persona malvada sufrir los resultados de sus crímenes hasta su muerte, nos invade la sensación de que "no existe justicia en el mundo" pues el responsable semeja "haber quedado libre de culpa" a pesar de todo su mal comportamiento; lo mismo vale para el buen karma que puede no haber sido recompensado.

El Aforismo 4 señala que en todos esos casos sólo hay una interrupción aparente al reintegrar el equilibrio. En realidad, aquellas causas que fueron creadas en esta vida y por las cuales no se experimentaron consecuencias, ahora se han convertido en sanchita o karma almacenado; nuevamente, esto simula un "corte" en el proceso, pero en realidad no es así, pues el necesario arreglo de la perturbación se está produciendo ahora en algún otro sitio que sólo es visible para el yogui. También hay muchas razones para un cese aparente del ajuste kármico. Uno de esos eventos se debe a la muerte del cuerpo, y todos tenemos que pasar por ello algún día. Cuando el cuerpo deja de funcionar en una vida específica, pareciera ser que se detiene la restauración del equilibrio de causas kármicas a través de esa cobertura material, pero el enfoque del equilibrio de causantes-efectos se desplaza a los estados post-mortem. Judge escribe: “Creamos causas en todo momento, pero existen dos ámbitos para la manifestación de ellas. Estos son: a) el objetivo, como se llama a este mundo, y b) el subjetivo, que está tanto aquí como después de haber dejado esta vida. El primero se relaciona con la existencia terrestre y la parte humana más burda (...) El segundo atañe a sus partes superiores y espirituales. En el campo objetivo los impulsos psíquicos no pueden funcionar ni tampoco las tendencias y aspiraciones superiores de su alma" ("El Océano de la Teosofía", p. 118).

Cada día producimos energías psíquicas por nuestras aspiraciones y sueños, y como no las vivimos concretamente, éstas se almacenan en Manas [Mente Superior] y encuentran su expresión en el estado posterior al fallecimiento, llamado devachán. El Ego permanece allí durante un tiempo exactamente proporcional a los impulsos psíquicos y las aspiraciones sublimes generados durante la vida. Un Maestro de Sabiduría señala que el "sueño devachánico” persiste hasta que karma se satisface en esa dirección. En devachán tenemos una asimilación de las experiencias esenciales de la vida que acaba de terminar: "Esa parte de nosotros que no pudo florecer bajo los gélidos cielos de la vida terrenal, termina por brotar y regresar más fuerte con nosotros a la existencia física y se ancla más que antes en nuestra naturaleza" (ibídem, p. 122).

Sin embargo, antes de ingresar en devachan, el Ego va a otro estado subjetivo llamado Kamaloka, donde tiene lugar la separación de aquél respecto a los principios inferiores, el "grano de la paja", y se prolonga en el caso de personas muy malvadas donde el Ego está detenido en ese nivel durante mucho tiempo. Normalmente, la Tierra es nuestro infierno, y aquí la mayoría de nosotros experimentamos sufrimiento por nuestros malos pensamientos y acciones, pero algunas almas pueden encontrarse en condiciones espantosas en Kamaloka. En "Forum Answers" (p. 107), Judge consigna: "Esto me lleva a concluir que el peor infierno y más bajo debe ser una condición de la mente y se produce fuera del cuerpo; por lo tanto, es una etapa o grado de Kamaloka". Aquí nuevamente vemos un ajuste parcial de efectos por causas perversas, generadas durante la vida que acaba de terminar.

De este modo, existen algunas causas producidas por el individuo que son compensadas durante la vida con resultantes adecuadas, y otras por las cuales se tienen consecuencias en la etapa post-mortem. Pero aparte de esto, todas las demás "semillas" generadas por la personalidad [ego inferior] son imperecederas y no pueden eliminarse hasta que sean equilibradas por sus legítimos efectos: "Las causas no ajustadas seguirán al Ego que encarna, y lo alcanzarán en su reencarnación posterior hasta que se establezca plenamente una armonía entre orígenes y repercusiones" ("The Theosophical Glossary", p. 174).

El libro "Answers to Questions on The Ocean of Theosophy" (p. 155) declara que, al igual que para un individuo tras su muerte aún queda Karma por calibrar que espera el regreso del Ego en otro cuerpo, así también permanece Karma no arreglado de masas de gente/seres al final de un Manvantara y Mahamanvantara. Robert Crosbie explica que, si bien la tendencia de Karma es siempre reestructurar el equilibrio, no hay un reajuste completo al final de cada ciclo existencial: "Siempre debe haber efectos de evolución que aún no se han corregido (...) Entonces, al final de un manvantara, puede decirse que hay un período de asimilación, en lugar de un ajuste total", antes que todo el grupo de seres continúe su desarrollo en un nuevo manvantara, análogo al aparente "término" del Karma de las causas no ajustadas de una persona cuando muere. Por lo tanto, lo que nos parece una "pausa" en el proceso de re-equilibrio en la muerte, es sólo la suspensión temporal del flujo de efectos kármicos mediante el cuerpo, y el proceso de "enmienda" es renovado cuando se proporcionan las condiciones correctas en la próxima vida terrena del Ego -u otra sucesiva- bajo la Ley Kármica.

En "Notes on the Bhagavad-Gita" (p. 57-58) Judge se refiere al karma retrasado y las afinidades sin agotar. Aquéllos que anhelan paz y bienaventuranza realizan ceremonias especiales, cierto tipo de sacrificios, penitencias, oraciones y obras, según lo prescrito en textos sagrados, y de lo cual se garantiza como "cosecha" una larga estadía en el mundo celestial por períodos incalculables. Sin embargo, los riesgos que implica tomar un curso de este tipo son enormes y numerosos, pues Judge aclara: “De modo que el individuo puede realizar en esta vida 'ceremonias especiales' y ajustarse a los textos y la doctrina, obteniendo la recompensa del cielo, y aún así le quedará una cantidad sin agotar de ese 'misterioso poder de meditación' y de cuya perspectiva es ignorante" ("Notes on the Bhagavad-Gita", p. 66).

Al morir, sólo una pequeña porción de conciencia encarnada se une a la naturaleza divina y pasa a devachán. Gran parte de nuestra mente envuelta en propensiones más bajas y búsquedas mundanas se queda atrás como depósitos mentales o Karma no gastado, y precisamente el "misterioso poder de meditación" es esta fuerza kármica y las afinidades no agotadas que se auto-afirman (también se le llama "línea meditativa de vida" o aquéllo en lo que estaba puesto nuestro corazón). Las personas que realizan solemnidades y rituales para obtener la recompensa del mundo celestial no se dan cuenta de que todavía tienen gran cantidad de Karma sin consumir, e incluye las innumerables afinidades engendradas en vidas anteriores que resultan en que nazcamos acompañados de individuos con quienes estas similitudes se crearon previamente. Debido a la estancia prolongada en el ámbito celestial, se genera retraso o interrupción pasajeros al restaurar el equilibrio de dichas causantes kármicas hasta el renacimiento, mientras que durante el estado de pausa aparente se resuelve otro conjunto de originantes para la persona, al proporcionarle los "placeres del cielo" que anheló durante su vida.

En los requisitos para el discipulado, que aparecen en el libro "Raja-Yoga or Occultism", vemos que quien aspira a convertirse en un verdadero chela no hará que se desvíe o evite el curso de karma mediante la oración o ceremonias exotéricas propiciatorias, y muestra que si ambas son eficaces, la persona no experimentará las consecuencias de sus acciones en ese momento. Luego tenemos otro caso de karma retardado en que el reajuste de raíces kármicas se retrasa o pospone temporalmente, ya que esa normativa no puede ser soslayada. Judge sostiene: “Pensar que podemos escapar de cualquier causa relacionada con nosotros es suponer que la ley y el orden abandonan el Universo manifestado” (WQJ Series, n° 22, p. 17). Esto también puede aplicarse a particulares que recurren a técnicas de "curación mental". William también explica que, excepto en los casos donde la enfermedad tiene orígenes en una imaginación muy fuerte de la persona, en todos los demás contextos tales modos curativos hacen recular las semillas de la enfermedad a su "escondite" e impiden su desarrollo y agotamiento. En otras palabras, se les hace retroceder a la fuerza sólo para esperar una vez más su expresión natural en alguna otra vida, y la dolencia se pospone para algún día futuro.

Blavatsky añade: "Ni siquiera el más grande de los yoguis puede desviar el progreso del Karma o detener los resultados naturales de acciones por más de un período corto; e inclusive en ese caso, dichas consecuencias sólo se reafirmarán más tarde con una fuerza incluso diez veces mayor, porque tal es el ocultismo en la ley del Karma y los Nidanas" (HPB Series, n° 32, p. 34).

("The Theosophical Movement", julio 2019).