27 de enero de 2022

Los elementales y la Luz Astral


Durante mucho tiempo, el tema de los elementales ha atraído el interés de varias personas, al igual que el asunto del plano astral.

En particular, los elementales parecen haber sido objeto de innumerables malentendidos y concepciones erróneas en varias enseñanzas pos-teosóficas (e incluso en algunos contenidos “teosóficos” del siglo XX, luego del fallecimiento de H.P. Blavatsky y William Quan Judge), de manera que la persona promedio de hoy piensa que un elemental es una entidad minúscula y amigable -generalmente parecida a un humano- y considera que "es bueno tratar de hacer contacto con estas criaturas", también conocidas como “espíritus de la Naturaleza”.

No obstante y de acuerdo con las enseñanzas originales de la Teosofía, ésta es una visión muy equivocada. El tema de los elementales es bastante complejo y la mayoría de la gente parece desconocer su naturaleza, función y características reales, por no mencionar su íntima conexión con la luz astral, que en efecto es otro nombre para el plano astral, la atmósfera psíquica de nuestra Tierra que rodea y en gran medida interpenetra el plano físico.

Tenemos algunas declaraciones muy profundas e importantes sobre el tema en las enseñanzas teosóficas e incluso existen dos textos disponibles llamados "Conversations on Occultism" (I y II) que tratan dicho asunto casi por completo, y principalmente se basan en conversaciones entre William Judge y Helena Blavatsky.

En el diálogo sobre "Elementales y elementarios", el "Estudiante" señala que "un elemental es un centro de fuerza, sin inteligencia, carácter ni tendencias morales, pero capaz de ser dirigido en sus movimientos por pensamientos humanos que pueden, conscientemente o no, darle alguna forma e inteligencia hasta cierto punto. En su forma más simple es visible como una perturbación en un medio transparente, como el que produciría un 'pez de cristal, tan transparente que llega a ser imperceptible, nadando por el aire de la habitación' y dejando atrás un brillo como hace el aire caliente al emanar de una estufa".

El "Sabio" responde que esto es correcto y agrega: "Sin embargo, algunas clases de elementales tienen inteligencia propia y carácter, pero están mucho más allá de nuestra comprensión y quizá debieran tener otro nombre. El tipo que más tiene que ver con nosotros responde a la descripción anterior. Son centros de fuerza o energía sobre los que incidimos mientras pensamos y en otros movimientos corporales. También influenciamos en ellos y les damos forma por una especie de pensamiento del que no tenemos registro (…) Porque existe una vasta región desconocida en cada ser humano que él mismo no comprende hasta que lo ha intentado, y sólo después de muchas iniciaciones".

Aquí tenemos una definición importante que vale la pena recordar: “Son centros de fuerza o energía sobre los que incidimos mientras pensamos y en otros movimientos corporales".

Más tarde el Estudiante pregunta: “¿Qué determina sus movimientos además del pensamiento?", a lo que su interlocutor responde: "Son esas clases de pensamiento mencionadas anteriormente; ciertas exhalaciones de seres; diferentes ritmos y tasas de vibración entre entidades; diversos cambios de magnetismo provocados por causas presentes o por la luna y el año; polaridades variadas; alteraciones acústicas o cambios de influencias de otras mentes a distancia”.

En una conversación posterior (“Formas de elementales”) el Sabio explica: “Deberías pensar en ellos sólo como centros de energía que actúan siempre de acuerdo con las leyes del plano de la naturaleza al que pertenecen".

Consideremos otras declaraciones:

“En la Luz Astral (…) los elementales son centros energéticos en ella (…) El mundo de los elementales es un factor importante en nuestro mundo y en el estudio del discípulo. Cada pensamiento, tal como está implicado por un individuo, se fusiona instantáneamente con un elemental y de este modo está más allá del poder humano. Se puede ver fácilmente que este proceso está ocurriendo a cada instante. Por lo tanto, cada pensamiento existe como una entidad. Su duración depende de dos factores: (a) la fuerza original de la voluntad y el pensamiento de la persona, y (b) el poder del elemental que se unió con él, el último determinado por la clase a la que pertenece el elemental. Este es el caso con los pensamientos buenos y malos por igual, y como la voluntad subyacente a la generalidad de las ideas malvadas generalmente es poderosa, vemos que el resultado es muy importante porque el elemental no tiene conciencia y obtiene su constitución y dirección del pensamiento que puede llevar de vez en cuando. Cada ser humano tiene sus propios elementales que participan de su naturaleza y sus pensamientos" (William Q. Judge, “An Epitome of Theosophy").

“Los espíritus elementales (…) participan en cada movimiento de la naturaleza y el hombre en todo el mundo y alrededor de él (…) Todos nuestros pensamientos se agitan y usan estos elementales, y el movimiento del viento, los rayos del Sol y los fluidos del cuerpo, junto con los movimientos de los órganos, todos ellos hacen lo mismo. Estos elementales son los nervios de la naturaleza, y nada puede suceder o hacerse en ningún sector de la vida que no involucre y use los espíritus de los elementos. Con su ayuda, actuando sólo bajo la ley, nuestros pensamientos vuelan de plano en plano” (William Q. Judge, “Spiritualism”).

“Los elementales o fuerzas de la Naturaleza existen en la esfera de Kama Loka y también en todas partes del globo y el Sistema Solar. Son innumerables y sus divisiones son casi infinitas, puesto que son en cierto sentido los nervios de la Naturaleza. Cada clase tiene su propio trabajo, al igual que cada elemento o cosa natural. A medida que el fuego arde y el agua destila y ésta no se eleva según su ley general, los elementales actúan mediante la ley, pero al estar más arriba en la escala que el fuego o el agua en bruto su acción parece estar guiada por la mente. Algunos de ellos tienen una relación especial con las operaciones mentales y con la acción de los órganos astrales, ya sea que estén unidos a un cuerpo o no" (William Q. Judge," El Océano de la Teosofía", cap. XII).

“La división general en fuego, aire, tierra y agua es bastante correcta, pero no cubrirá todas las clases. No hay una sóla cosa acerca de nosotros, sin importar cuál sea, donde los elementales no estén involucrados, porque constituyen una parte necesaria de la Naturaleza tan importante como las corrientes nerviosas en vuestro cuerpo” (H.P. Blavatsky, “Conversations on Occultism with H.P.B.", en "Conversations on Occultism II").

Entonces, de lo que aprendimos hasta ahora podemos reunir los siguientes puntos principales:

*Los elementales son centros de energía en la luz astral
*El "mundo elemental" o "mundo de los elementales" es el mundo/plano/luz astral.
*Los elementales son "nervios de la Naturaleza". 
*Cada pensamiento que forjamos se une a un elemental, por cuyo intermedio se convierte en una entidad viviente en la luz astral.

*Cada persona tiene "sus propios elementales que participan de sus pensamientos y naturaleza".

*Los elementales están involucrados en todo y en cada departamento o ámbito de la vida.

El término "naturaleza" se usa con bastante frecuencia en las enseñanzas teosóficas, pero a menudo su significado implícito se malinterpreta. Cuando H.P.B., W.Q.J. y los Maestros se refieren a la "Naturaleza", el 99% del tiempo usan esta palabra para referirse a la totalidad del Universo manifestado. No están hablando particularmente de la naturaleza física que vemos a nuestro alrededor o en términos de árboles, campos, ríos, etc. Esto se incluye en ella, por supuesto, pero es sólo una parte extremadamente menor de lo que se entiende por "Naturaleza" en el sentido filosófico y metafísico.

Esto último ha provocado que el concepto de panteísmo esté muy tergiversado. El verdadero panteísmo no es la adoración de la Naturaleza física y objetiva, sino el reconocimiento de que el Universo y todo lo que existe en él es un todo divino. El término proviene de las palabras griegas "pan-théos" que literalmente significan "Totalidad Divina", “Todo-Deidad” o "Divinidad en Todo".

En "La Clave de la Teosofía", Helena Blavatsky explica que para las percepciones de un verdadero esoterista o filósofo la Naturaleza física u objetiva que vemos a nuestro alrededor es sólo "una ilusión evanescente", un "conjunto de sombras revoloteantes e irrealidades finitas". “Dejamos a los compositores de himnos llamar al cielo visible como 'trono de Dios' o a nuestra tierra de barro 'su reposapiés'. Nuestra DEIDAD no está en un paraíso, ni en un árbol, edificio o montaña en particular; está en todas partes, en cada átomo del Cosmos visible e invisible, y también en, sobre y alrededor de cada átomo invisible y molécula divisible, porque AQUÉLLO es el misterioso poder de evolución e involución, la potencialidad creativa omnipresente, omnipotente e incluso omnisciente".

Entonces, cuando en la literatura teosófica se nos alienta a que seamos "colaboradores de la naturaleza" y "ayudarla y trabajar con ella" se refiere a todo el esquema de cosas y al desarrollo progresivo adecuado y la actualización del impulso evolutivo del Universo, y no dice que debiéramos ir a limpiar un lago o abrazar árboles, aunque, por supuesto, ¡no hay nada de malo en eso!

Esta explicación puede ayudarnos a comprender más claramente qué se entiende en realidad por términos tales como "nervios” y "espíritus de la Naturaleza". Si bien es cierto que todo el ecosistema o entorno físico está impregnado por elementales de diversos grados y clases, el término "espíritus de la naturaleza" -como sinónimo para los elementales- en verdad significa "espíritus del Universo".

Se puede recordar que esta última frase es el término exacto utilizado en "La Doctrina Secreta" al definir a los Lipikas, de los cuales se dice son Escribas Kármicos que hacen que cada pensamiento, palabra y acción se impriman de forma indeleble en las "tablas" de la luz astral, que en cierto sentido puede llamarse la Memoria Universal. También se le conoce como “Libro de la Vida”, en el que hay un registro automático de cada acción realizada.

“Probablemente en todo el campo del estudio teosófico no hay nada tan interesante como la luz astral (…) A través del conocimiento de sus propiedades, dicen que se cumplen todos los fenómenos maravillosos de los yoguis orientales. También se afirma que la clarividencia, la clariaudiencia, la mediumnidad y videncia, tal como las conoce el mundo occidental, sólo son posibles a través de sus medios. Es el registro de nuestros hechos y pensamientos, la gran galería de imágenes de la Tierra donde el vidente siempre puede contemplar cualquier evento que haya ocurrido, así como también los que vendrán. Nadando en él como en un océano existen seres de diversas órdenes y también restos astrales de hombres y mujeres fallecidos. Los rosacruces y otros místicos europeos llamaron a estas entidades como silfos, salamandras, gnomos, ondinas o elementales: los hindúes los denominan gandharvas o músicos celestiales, yakshas, rakshasas y muchos nombres más. Los 'fantasmas' de los muertos -confundidos por los espiritistas con los individuos que ya no están- flotan en esta sustancia akáshica y durante siglos los místicos hindúes los mencionan como bhuta, otro nombre para 'diablo', o pisacha, el demonio más horrible, ninguno de ellos más desprovisto de conciencia -y poderoso sólo para el mal- que el cuerpo del alma desechado y más cercano a la Tierra" (William Q. Judge, "Ecos del Oriente").

“Es incorrecto decir que un lugar está más repleto de elementales que otro. Podríamos decir que hay más espacio en un lugar que en otro. Los elementales están en todas partes, así como los animálculos llenan el aire; obedecen las leyes atañentes a ellos mismos y se mueven en las corrientes del éter. Por lo tanto, si se manifiestan de vez en cuando no implica que un número adicional haya sido atraído a ese lugar, sino que sólo se alteraron las condiciones para generar alguna perturbación” (William Q. Judge, respuesta a una pregunta en la revista “The Path”, febrero de 1896).

“Cada pensamiento está relacionado con algo y produce una imagen de ello; la concentración del Pensador en la matriz que ha creado atrae hacia ella las vidas que pululan en la atmósfera terrestre, las energizan y les dan dirección de acuerdo con el motivo y el deseo del Pensador; esta matriz, convertida en una fuerza viviente, puede impulsar insidiosamente a la acción a otros Pensadores cuyas naturalezas y deseos son similares o que tienen semillas de tales deseos dentro de ellos, y todo esto independiente que el creador de la matriz esté consciente o no de los resultados. El 'pensamiento', o más correctamente la capacidad de pensar, es el agente creativo o destructivo, conservador o regenerador más poderoso que posee cualquier ser; actúa de manera débil y fuerte de acuerdo con el conocimiento y poder de concentración del Pensador. En ocultismo, el 'pensamiento' es el plano real de la acción, pues lo que vemos o percibimos en un nivel físico son simplemente los efectos del pensamiento" (Robert Crosbie, “Answers to Questions on The Ocean of Theosophy”).

La luz astral no sólo registra, sino también refleja, como explica el pasaje anterior. A este respecto es necesario referirnos un poco al problema de los impulsos e imaginería sexuales que se estimulan constantemente en los medios de comunicación y como consecuencia del abismal materialismo de nuestra época.

Sin duda, el pensamiento, el deseo y la imaginación son algunas de las fuerzas más poderosas en la existencia, no sólo en el nivel metafísico sino también en el ámbito físico/cotidiano. "Como un hombre piensa, así es él", dice Proverbios 23:7 de la Biblia. "Con nuestros pensamientos creamos el mundo", consigna el Señor Buda en el Dhammapada.

Cada pensamiento que crea una persona, así como cada palabra que pronuncia y toda acción realizada se imprimen de forma indeleble en lo que la Teosofía llama Luz Astral, que se puede describir como la atmósfera psíquica que rodea e interpenetra hasta cierto punto este plano físico. Una vez que algo ha sido registrado en la Luz Astral permanece allí y tiene el potencial de ser "recogido" consciente o inconscientemente y llevado a cabo por cualquier persona, a partir de ahora hasta el futuro lejano. De hecho, este es un proceso continuo, y la influencia sobre el hombre moderno de los contenidos en la Luz Astral es tremenda.

Si creemos y aceptamos esto, entonces podemos entender lo peligroso que es para nuestra humanidad presente y futura que la Luz Astral esté siendo cada vez más saturada y permeada a cada minuto con todo tipo de pensamiento sexual e imaginación lujuriosa o perversa.

Debemos entender que somos seres responsables, lo que significa que según la Ley Kármica cada quien debe hacerse cargo por sus propias acciones, palabras y pensamientos. Nadie más nos obliga a hacer lo que llevamos a cabo. Todos establecemos causas en movimiento a cada momento, y para cada causa eventualmente habrá un efecto correspondiente. Nuestros pensamientos, palabras y acciones nunca nos afectan sólo a nivel personal, sino que también tienen algún tipo de efecto en otros individuos, porque todos somos parte del Todo y no hay separación real entre nosotros.

Ahora es el momento de preguntarnos: ¿Qué tipo de imágenes hemos estado imprimiendo en la Luz Astral? ¿Qué tipo de pensamientos hemos estado teniendo? ¿Hemos estado protegiendo y dominando nuestra mente y nuestros sentidos, o simplemente los dejamos correr como animales salvajes?

Volviendo a nuestro tema, recordemos que los elementales no son "seres humanos en miniatura" sentados sobre setas en bosques encantados, sino centros de energía y fuerza en la luz astral que están vitalmente involucrados con ella.

En el capítulo titulado "Elementales-Karma" en "Conversations on Occultism I", el Sabio utilizando el término "mundo elemental" como sinónimo de "luz astral"- dice al Estudiante que existe una conexión “muy importante” entre el karma de la humanidad y el mundo elemental, y que éste último "se ha convertido en un factor relevante en el karma de la raza humana". Al ser "inconsciente, automático y fotográfico" ("fuerza inconsciente") asimila y se imprime automáticamente con "todas las acciones, pensamientos y deseos de los hombres" y luego los refleja de nuevo sobre la humanidad en general. Por lo tanto, "al ser inconsciente y actuar de acuerdo con las leyes naturales de su ser, el mundo elemental es un factor poderoso en el funcionamiento del Karma".

Por eso, en "La Voz del Silencio" se dice al aspirante espiritual: "Si no quieres que te maten, entonces debes hacer inofensivas tus propias creaciones, los hijos de tus pensamientos que pululan invisibles e impalpables en torno a la humanidad, la progenie y los herederos del hombre y su ruina terrestre".

El Sabio comenta que “pronto vendría una nueva era si los hombres vieran las terribles imágenes impresas allí y que lanzan constantemente sus sugerencias para repetir los mismos actos o pensamientos. La luz astral es, en este sentido, lo mismo que la placa negativa de un fotógrafo y nosotros somos el papel sensible por debajo y en el que se imprime la imagen. Podemos distinguir dos tipos de imágenes para cada acto. Uno es la acción en sí misma, y el otro es la imagen de los pensamientos y sentimientos que animan a aquéllos que participan en ella. Por lo tanto, comprendes que puedes ser responsable de muchas más fotos terribles de lo que habías supuesto, porque muy a menudo las acciones de apariencia simple tienen tras ellas el peor de los pensamientos o deseos".

Debemos entender también que aunque nuestros pensamientos tienen un efecto tan profundo, serio y prolongado, en realidad no nos comunicamos directamente con elementales mediante nuestras ideas. En el apartado “Leyes que gobiernan los elementales” el Sabio dice: “Tus pensamientos no los alcanzan. No te escuchan ni te ven”. Esto no invalida ni contradice nada de lo que ya hemos dicho, sino es simplemente un recordatorio de que los elementales no son entidades personales o individualmente inteligentes (con excepción de ciertas clases superiores no mencionadas que de todos modos "están más allá de nuestra comprensión") y son centros energéticos" que responden al pensamiento humano sólo en un sentido ciego y automático.

Quizá los cuatro puntos más importantes que se encuentran con respecto a los elementales en "La Doctrina Secreta" de H.P. Blavatsky son los siguientes:

*Están comunicados y comandados por las vibraciones de sonidos y colores, pero tal conocimiento y detalles se mantienen en secreto entre Iniciados y Adeptos por el bien de la humanidad (vol. 1, p. 514).

*Todos entrarán en el Reino Humano, aunque en un punto muy lejano de la evolución (vol. 1, p. 277).

*Son los que constituyen los elementos fenomenales, pero los Elementos reales en sí mismos son nouménicos e invisibles (vol. 1, p. 461).

*“Como el individuo está compuesto de todos los Grandes Elementos: Fuego, Aire, Agua, Tierra y Éter, los ELEMENTALES que pertenecen respectivamente a estos Elementos se sienten atraídos por el hombre debido a su coesencia. Ese elemento que predomina en cierta constitución será el dominante a lo largo de la vida. Por ejemplo, si el hombre tiene una preponderancia del elemento terrenal y gnómico, los gnomos lo llevarán a asimilar los metales, dinero y riqueza, etc.” (vol. 1, p. 294).

Tradicionalmente los elementales de fuego han sido llamados "salamandras", los de aire como "silfos" (descritos por William Judge como "los elementales del reino aéreo, los más poderosos y malignos"), los de agua "ondinas" y los de tierra como "gnomos" o a veces "hadas".

Cuando H.P.B. establece que "los gnomos lo llevarán a asimilar metales, dinero y riqueza, etc." podemos malinterpretar esta idea si la consideramos en términos de "un duende de cuento infantil que conduce a un personaje hacia un tesoro en alguna parte". Las concepciones antropomorfas distorsionan gravemente nuestra comprensión de los elementales, como además tergiversan nuestra comprensión de la Deidad, la ÚNICA Vida Divina e Infinita. Es posible que algunos necesiten realizar un esfuerzo constante para quitar de la mente esas ideas pueriles, y debemos hacerlo si deseamos obtener una comprensión verdadera y precisa de este tema.

En la conversación sobre "Formas de Elementales" el Sabio enfatiza: "Los Elementales no tienen forma (…) ni siquiera poseen una forma astral vaga y sombría como la que comúnmente se atribuye a los fantasmas. No tienen una forma personal distintiva con la cual revelarse (…) La forma dada a cualquier elemental o asumida por él es siempre subjetiva en su origen. Es producida por la persona que lo ve y quien, para ser más sensible a la presencia del elemental, le ha dado una forma inconsciente o puede deberse a una impresión colectiva en muchos individuos, lo que resulta en el supuesto de un aspecto definido que procede de impresiones combinadas (…) los elementales viven en y a través de todos los objetos, así como más allá de la atmósfera terrestre".

Entonces, el llamado “gnomo” no es más que un centro de energía astral que se relaciona específicamente con ciertos aspectos del elemento terrestre o material y su Principio correspondiente en la constitución humana.

Anteriormente vimos que "cada ser humano tiene sus propios elementales que participan de su naturaleza y pensamientos". En Teosofía a veces se hace referencia a los elementales como "vidas", al igual que en la cita de Robert Crosbie. Refiriéndose a nuestros propios elementales, William Judge sostuvo: "Si hay algún punto fuertemente enfatizado en ocultismo es que somos un compuesto de 'vidas', que cada parte de nosotros está hecha así, y de esto se deduce que nuestra naturaleza inferior está compuesta por estas vidas. En el Universo no existe un vacío desprovisto de vida. Pero mientras esto es así, esas vidas -y en la medida que componen al hombre- no deben considerarse como seres separados de sí a quienes él pueda 'educar', como se infiere en la pregunta, o desde una posición como si el individuo estuviera aparte de ellos. Esas vidas existen en él, y mientras vive y piensa, así les impresiona sus pensamientos y actos, y como lo abandonan a cada momento se deduce que una corriente de esos seres de muchos grados y clases se proyecta continuamente desde él hacia el espacio y formando su propio karma” (“Forum Answers”).

Como el Sabio dice al Estudiante, "el mundo elemental es un factor poderoso en el funcionamiento del Karma". Somos absolutamente responsables, y es hora de que asumamos ese aspecto y comencemos a vivir de manera consciente e inofensiva.

En otra parte el Sabio explica: “Toda persona tiene un fluido, plano, ámbito o energía como te plazca llamarlo- en el que constantemente se encuentran elementales que participan de su naturaleza. Es decir, está teñido con su color e impresionados por su carácter". Esta esfera de energía que rodea al individuo también es descrita por él como nuestra "esfera astral" en la que nuestros pensamientos se graban como imágenes. También se habla de "la porción de la luz astral que nos pertenece a cada uno con sus elementos".

Hay una gran cantidad de información oculta en esas pocas frases, y aquéllos que piensen cuidadosamente sobre ellas pueden aprender mucho sobre la naturaleza del Aura Humana, porque es esto a lo que se hace referencia. En el segundo volumen de "La Doctrina Secreta" se enseña que el Aura es una esfera en forma ovalada que rodea al cuerpo astral. Además Blavatsky revela en el "Theosophical Glossary" que es "un efluvio psíquico", "una esencia o fluido invisible y sutil que emana de los cuerpos humanos y animales e incluso de objetos". Ella asevera que el Aura se ve alterada por la mente y el cuerpo y que es al mismo tiempo tanto una esfera "electro-vital" como "electro-mental".

William Judge alude a un punto muy interesante en uno de sus primeros artículos, "The Moral Law of Compenation", cuando nos informa que "los antiguos enseñaron que la luz astral -Akasha- se proyecta desde los ojos, los pulgares y palmas de las manos. Ahora, como los elementales existen en la luz astral, podrán ver sólo a través de los conductos del organismo humano que son utilizados por la luz astral al viajar desde la persona. Los ojos son la parte más conveniente. Entonces, cuando una persona dirige su mirada hacia cualquier cosa o individuo, la luz astral se apaga en esa mirada y a través de ella esos elementales ven lo que ella aprecia”.

Algunos de nuestros lectores preguntarán: “¿Es esta 'luz astral' lo mismo que Akasha? Lo que se dice al respecto suena casi igual que los Registros Akáshicos".

En términos generales, la Teosofía NO usa el término "Registros Akáshicos" y ni Blavatsky, Judge ni los Maestros lo mencionaron en sus escritos. El concepto fue acuñado más tarde por otros y ahora se usa con mayor frecuencia en el Movimiento Nueva Era, donde todo el significado y la realidad que implican están distorsionados y trivializados; lo mismo sucede con casi toda idea que cae en manos de neoeristas.

El "Akasha" y la "Luz Astral" no son exactamente sinónimos. Akasha es algo mucho mayor e infinitamente más importante de lo que la mayoría de la gente se percata cuando usa esta palabra de manera casual. "La Doctrina Secreta" enseña que "Akasha se puede definir en pocas palabras como el Alma universal, la Matriz del Universo, el Mysterium Magnum del cual todo lo que existe nace por separación o diferenciación. Es la causa de la existencia y llena todo el Espacio infinito; es el Espacio mismo, en un sentido, tanto en sus principios Sexto y Séptimo” (vol. 2, p. 511).

En "Isis Develada", el primer libro de Blavatsky, Akasha se describe como la fuente de toda vida, el reservorio de toda energía y el movimiento detrás de cada cambio de materia. Más tarde la autora sostiene en "Transactions of Blavatsky Lodge" que Akasha "es la conciencia divina y eterna" y que es incondicionada, indiferenciada e infinita. Obviamente sólo puede haber un Infinito, y asimismo Akasha, Mulaprakriti, Brahman, Parabrahm y Svabhavat son todos sinónimos para la Única Realidad Divina y Absoluta, el Último Principio Supremo que es la Causa sin Causa y la Raíz Sin Raíz de todo.

Entonces, la Luz Astral es una manifestación inferior de Akasha. Además, existe una "luz astral divina o superior" y también una "luz astral material e inferior". La primera es el ámbito de los arquetipos cósmicos, mientras que la segunda se ha descrito como las "heces inferiores" de Akasha, y es ésta la que hemos estado discutiendo en el presente artículo pues reviste más preocupación a la humanidad actual.

Tal vez deberíamos poner atención a lo que dice Blavatsky en la entrada para "Luz astral" en el "Theosophical Glossary": "Es la región invisible que rodea nuestro globo -como con todo lo demás- y que corresponde al segundo Principio de Kosmos (siendo el tercero la Vida, de la cual es vehículo), al Linga Sharira o Doble Astral en el hombre. Es una Esencia sutil visible sólo para el clarividente y la más baja, pero uno (viz., la Tierra) de los Siete Principios Akásicos o Kosmicos. Éliphas Levi lo llama 'gran Serpiente' y el 'Dragón' del cual se irradia a la Humanidad toda influencia malvada. Hay que añadir que la Luz Astral no emite sino lo que ha recibido; que es el gran crisol terrestre donde las emanaciones viles o inmorales y físicas de la Tierra -sobre las cuales se alimenta la Luz Astral- se convierten en su esencia más sutil, y se irradian intensificadas de vuelta, convirtiéndose así en epidemias morales, psíquicas y físicas. Finalmente, la Luz Astral es la misma que la Luz sideral de Paracelso y otros filósofos herméticos”.

"Por lo tanto, mientras que éste [Akasha] es la Causa universal en su unidad e infinitud no manifestados, con respecto a la Humanidad la Luz Astral se convierte simplemente en los efectos de las causas producidas por los hombres en sus vidas pecaminosas. No son sus habitantes luminosos -ya se llamen Espíritus de Luz u Oscuridad- los que producen Bien o Mal, sino la humanidad misma que determina la acción y reacción inevitables en el gran agente mágico (…) En sus unidades, la especie humana puede dominar sus efectos, pero sólo por la santidad de sus vidas y produciendo buenas causas (…) la Luz Astral, los efectos manifestados de los dos que son uno, guiados y atraídos por nosotros mismos, es el Karma de la humanidad" (H.P. Blavatsky, "La Doctrina Secreta", vol. 2, p. 512, 513).

El conocimiento que la Teosofía proporciona con respecto a los temas inseparables de los elementales y la luz astral es de enorme importancia y merece un estudio frecuente, como es de esperar que se haya demostrado en esta ocasión. El Maestro K.H. habló de los elementales como "fuerzas de la Naturaleza" y así es como debemos pensar en ellos, como sus "nervios", y recordando lo que realmente significa la Naturaleza en su sentido más elevado.

Ahora es el momento de purificar, refinar, elevar y espiritualizar todo nuestro ser desde el interior. No hay nadie que nos detenga sino nosotros mismos.