29 de agosto de 2024

Revaluación de evidencia sobre una deriva etérica distinta a cero (4 de 5)

Paulo N. Correa, Alexandra N. Correa y David Pratt
Journal of Aetherometric Research, vol. 3, 3:1-32, septiembre 2021


Parte C: Controversia y Eterometría

Contenidos:

-Resumen
01. Introducción
02. Interpretaciones
02.01. Vigier
02.02. Cahill
02.03. Consoli et al.
02.04. Múnera
02.05. MM vs. Silvertooth
02.06. Whitney
02.07. Sagnac y Michelson-Gale
03. Eterometría
03.01. La naturaleza ambipolar-eléctrica del éter
03.02. Naturaleza de los fotones y propagación del estímulo luminoso
03.03. Efectos Doppler y Sagnac
03.04. Experimento por Ives-Stilwell en 1938
03.05. Eterosfera ambipolar con estructura gravitón/antigravitón
03.06. Estructura de la capa eterosférica y rotacional de menor altitud


Resumen

En la Parte A describimos los resultados de controles interferométricos MM de segundo orden, y la Parte B incluyó experimentos de primer orden (Sagnac y Michelson-Gale (MG)) que detectaron con éxito el giro del aparato o la Tierra. Los primeros finalizaron con guarismos nulos respecto a la presencia de un éter estático (“luminífero”/electromagnético) o su arrastre, y originaban pequeños residuos que se prestaron a interminables especulaciones en actividades más recientes. El segundo tipo de ensayos también planteó preguntas como "¿por qué la rotación, incluso terrestre, se percibe mediante desplazamiento relativo de fotones de alta frecuencia (ópticos) o baja (microondas, radio), y no así el camino de nuestro mundo alrededor del Sol?" La controversia general necesita un foco integrado, pero muchas premisas candidatas no logran siquiera abordar el fenómeno completo, e incluso la Relatividad Especial y General se quedan cortas. Revisamos dicha contienda y presentamos los rasgos fundamentales de la teoría eterométrica de episodios interferométricos, ya que otorga perspectivas consistentes sobre los frutos en cinco tipos de pruebas que debieran considerarse: MM, Sagnac, Ives y Stilwell, Sagnac tipo MG y planetarios, y Silvertooth.


01. Introducción

Las "resultantes nulas" sobre deriva etérica en la primera mitad del siglo XX se interpretan hoy a modo de confirmaciones de la Relatividad Especial, aunque también son compatibles con modelos no relativistas, como la Eterometría. Sin embargo, aún existe mucho desencuentro alusivo al trasfondo cabal de las ligeras "sobras" en los primeros testeos MM, y la sospecha de si alguno más reciente apoya esa deriva. El análisis en la Parte A y el estudio de las cifras por Miller (1933) según Roberts (2006) indican que jamás se logró dar con un hecho análogo.

Si los "saldos" de pesquisas MM fueran verdaderos en algún sentido físico, contradirían el supuesto de relatividad estándar, la cual establece que la rapidez lumínica es continua en sistemas de referencia inerciales (no acelerados) e independiente del movimiento de la fuente o el observador. Sin embargo y como la misma hipótesis declara una similitud “en principio” de marcos inerciales y no inerciales (rotativos), trataría de "ilógico" detectar un giro absoluto pero no el flujo linear inconcuso, en particular porque éste último es sólo el límite de moción revolvente cuando el radio se hace muy grande. Además, y puesto que los residuos no son significativos, ¿de qué otra manera podemos elucidar las cifras nulas, sin echar mano de la relatividad ni caer presas de sus dogmas arbitrarios y caprichosos?

A este conjunto de problemas se añade otro, relacionado con los experimentos de primer orden en la variedad Sagnac o Michelson-Gale. Aquí las secuelas mostraron un valor irreductible pero variable que percibe una rotación, ya sea del aparato (instancia simple de Sagnac), de la Tierra o "algo" que gira con ella, siendo éste el obstáculo común de las requisas globales homónimas.

La forma en que se relacionan estos escollos suele determinar la miscelánea de arreglos propuestos, algunos tan recónditos que tergiversan datos. ¿Existe una hipótesis que vincule de modo convincente los hechos indemnes y problemas que revelan, sin invocar absurdos como la "cosmología Big-Bang", el "Universo expansivo", "déficit másico", "materia/energía oscuras", "estrellas con momento angular cero que una vez cayeron en el centro galáctico", etc., etc.? Si la tercera ley de Kepler [1] no se cumple en las elucidaciones del movimiento galáctico, ¿cómo se puede utilizar legítimamente para resolver la "masa faltante" (asumiendo el carácter voluble del concepto)? Sólo constituye otra petitio principii que se hace pasar por "ciencia".

1. La norma indica que el nexo entre el cuadrado del período de revolución en un planeta (T) y el cubo de su distancia media (r) al Sol es una constante (K): T2/r3 = K.

La Eterometría es un área en pleno desarrollo, pero posee un enfoque completamente nuevo de los problemas astrofísicos y cosmológicos que inciden en el campo de la interferometría. Su objeto es aunar las secuelas de los cinco campos diversos de experimentación y observación análogas, respetando la ley compositiva-geométrica de velocidades (Correa y Correa, 2008a).


02. Interpretaciones

02.01. Vigier (1997a)

Este autor opugnó que se excluyera la deriva etérica menor a lo previsto en indagatorias MM como artefactos experimentales:

"La ausencia de una deriva absoluta en algunos experimentos (...) tipo Michelson se puede aclarar por tres aspectos: 1) cuando se mide δλ/λ, el promedio durante un día es siempre cero debido al viraje terrestre, es decir, los valores siguen una curva sinusoidal; 2) sus cifras en unas pocas horas (o sólo minutos) cambian con el intervalo de tiempo elegido por la misma razón, pues el eje del telescopio adquiere orientaciones múltiples; y 3) en todos esos controles (según conoce quien suscribe) el máximo y mínimo de δλ/λ ocurren en igual tiempo sidéreo (~3-4 y luego 14-15 horas) y se cancelan alrededor de las 9 y 21 hrs." (p. 75).

Añade que al efectuarse en días sidéreos, las pruebas exhibieron dicha pauta sinusoidal con un máximo y mínimo separados por 12 horas (ver Esclangon, 1927; Riis et al., 1988), fácilmente interpretable en términos del movimiento planetario absoluto. Recuérdese que Miller encontró un mínimo en 17 horas (no 14-15), siendo ésta, en su postura, la ascensión recta del vértice del desplazmiento "inconcuso" (Parte A, n° 7). Los hallazgos por Joos (1930) no son claros a este respecto, ya que no los delineó en función del tiempo sideral.

Vigier aduce que, meditando en sus implicancias radicales, es necesario repetir las búsquedas con láser, incluso en el ámbito espacial: “(...) su exactitud bastaría para localizar (con los valores reducidos y canónicos) la órbita planetaria (~30 km s-1) y los movimientos absolutos (~300 km s-1) dirimidos por observaciones astronómicas” (1997a, p. 75), insinuando que no cree en el encuadre cósmico de Miller. Es digno de mencionar, sin embargo, que ni el sentido orbital galáctico del Sistema Solar, ni aquél de su trayecto “perenne” y consensual, tienen ascensión recta de 14-15 ó 17 horas, sino 21 y 11 respectivamente.

En 1997 argumentó que las secuelas tipo MM y los conatos posteriores de Morley y Miller son compatibles con la Relatividad Especial, y que el efecto Sagnac acuerda con la hipótesis genérica, si suponemos que los fotones tienen una masa de 10-65 gramos (los límites experimentales incluyen 10-48 g. (Fischbach et al., 1994) y 3,2 x 10-47 g. (Bonetti et al., 2016)). Aunque defiende la premisa relativista, Vigier aboga por un marco de referencia selecto en la forma de un éter tipo Dirac que consta de pares partícula-antipartícula.


02.02. Cahill (2004, 2005)

Escribió que los controles tipo MM hechos después de 1930 y en el vacío fueron nulos debido a contracción de longitud, como pretenso amago de la “espuma cuántica” del espacio. Por contra, en tareas análogas donde el rayo luminoso atravesaba un gas, seguían habiendo pequeños desplazamientos marginales dependiendo del índice refractivo del medio en cuestión; por lo común se utilizó aire, y luego helio en tres casos que produjeron corrientes etéricas más ligeras. Tras una extensa maniobra de datos (proscribiendo los que no muestran un sinusoide con “baja calidad”) y aferrándose a la contractura longitudinal y "ensanche del tiempo", "armoniza" los resultados de Miller con cuatro ensayos de desplazamiento accesorio (Michelson & Morley, 1887; Illingworth, 1927; Joos, 1930; Jaseja et al., 1964) y dos de primer orden acerca del tiempo de viaje en un cable coaxial por Torr y Kolen (1984) y De Witte (Cahill, 2006b). Como el empeño por Joos no dio el fruto que su teoría necesitaba, Cahill negó el 95% de los productos descritos por aquél, tomando sólo una de las 22 curvas porque el resto "no pareció bien" y fue "mal registrado".

Concluye así que la Tierra y el Sistema Solar transitan a 420 ± 30 km/s en AR= 5,2 h., Dec.= -67°. Distingue ese guarismo de los ~370 km/s en la anisotropía dipolar de mCBR/CMB, que apunta a una moción relativa al universo distante, pero no el área local. Su propuesta incluye una “entrada gravitatoria de espuma espacial” con aproximadamente 54 km/s, cuya turbulencia genera las notables fluctuaciones de residuos de deriva etérica.

Cahill (2006a) efectuó una prueba para medir la anisotropía de rapidez unidireccional en ondas electromagnéticas por cable coaxial, que condujo a 400 ± 20 km/s en AR= 5,5 ± 2 h., Dec.= -70 ± 10°, pero esto no se respalda por estudios astronómicos.


02.03. Consoli et al. (2003, 2004)

Aceptan la postura por Cahill de que la contracción de Lorentz, junto con los índices refractivos del medio donde pasa la luz, pueden coligar las cifras en varias indagatorias sobre deriva etérica; en los casos donde aquellos ratios difieren de la unidad en modo apreciable, la resistencia de Fresnel es sustantiva y cancela el efecto de la transformación lorentziana. Según los autores, las pequeñas derivas que obtuvieron Michelson-Morley (1887), Miller (1925-1926), Illingworth (1927) y Joos (1930) corresponden a una velocidad real en el plano del interferómetro de 204 ± 36 km/s, y concluyen que el desplazamiento marginal se establece por la marcha del Sistema Solar dentro de nuestra galaxia y no su rapidez atañente al centroide del Grupo Local, por ejemplo. Si bien destacan la “congruencia interna” del arreglo cósmico sugerido por Miller, olvidan que éste último derivó un ápice en La Dorada con 143° completos, desde el vértice del movimiento galáctico solar en Cygnus.

Por medio de un examen parcialmente distinto y suponiendo un “éter cuántico” superfluido, Consoli et al. (2013) dicen que los trabajos de Michelson-Morley, Morley-Miller, Miller, Kennedy, Illingworth, Michelson-Pease-Pearson y Joos pueden interpretarse como atisbo de que la Tierra presenta un ritmo de “casi 300 km/s” y cuyos montos oscilan entre 185 y 600 km/s, en comparación con la cifra de 369,82 ± 0,11 km/s de anisotropía dipolar mCBR (Planck Collaboration, 2020). No se refieren mucho al sentido del movimiento, pero en el caso de Joos calculan que es AR= 11,2 ± 2 h., Dec.= -13 ± 14°, cotejando aquélla del mCBR con AR= 11,1961 h., Dec.= -6.944°, y declaran que “es necesario cambiar el modelo teórico para intentar que la prueba de Joos sea consistente con el desplazamiento de la Tierra, respecto al CMB”.

Consoli et al. (2006) abordaron el desenlace de un testeo por Hermann et al. (2005) para probar la isotropía de velocidad lumínica, utilizando un resonador óptico de giro continuo, y afirmaron que la Tierra se mueve hacia AR= 13,6 h. (±0,8 h.), Dec.= -30° (+16°/-22°). Los valores centrales armonizan razonablemente con las coordenadas admitidas del Gran Atractor (AR= 13,4 h., Dec.= -44,5°), un acervo másico que controlaría el flujo general de galaxias en nuestro universo local, y agregan que las resultantes pueden explicarse bajo la hipótesis de que es correcto el ápice basado en mCBR.

El trabajo de Cahill y Consoli deja en claro que a través de selección y manejo caprichosos de datos e inferencias ad hoc es posible extraer corolarios muy dispares a los ensayos de “deriva etérica", y enfatiza que desde el hallazgo del mCBR todas las mediciones de velocidad y vértice cósmicos se ajustan a un concepto doctrinal de su anisotropismo.


02.04. Múnera (1998)

Intenta encuadrar los frutos de ciertas pesquisas sobre deriva etérica para hacerles más cercanos a aquéllos de Miller, pero algunos de sus métodos estadísticos son muy cuestionables. Reanalizando a Illingworth (1927), señala que la velocidad promedio para una sesión típica es 2,12 km/s, pero la "real" sería 0,89-3,35 km/s con un nivel de confianza del 50%; igualmente, su cálculo del 9 de julio de 1927 arroja 3,13 ± 1,05 km/s. Es ladino que Múnera convierta todos los desplazamientos marginales-negativos de Illingworth en cifras positivas, haciendo que una media tenga siempre ésta última característica, y aun cuando admite que el físico teorizó una marcha distinta de cero al comienzo de una ronda (Parte A); por ello, supone que el interferómetro no tenía una deriva de error intrínseca que funcionara en cualquier orientación, y su abordaje de datos elimina la posibilidad de determinar ese aspecto en modo perspicuo.

Múnera (2002, 2006) sostiene que los ensayos de MM, Miller y otros fueron diseñados para computar fracciones de una longitud de onda, y que los vuelcos grandes se recalibraron luego de ser atribuidos a efectos térmicos. En los datos MM (1887) se observa una tónica duradera de corrimientos marginales; no mereció ninguna glosa por el dueto, pero sí fue reconocido por Hicks (1902) quien lo adscribe a factores calóricos. Miller reguló su interferómetro toda vez que el desplazamiento leve excedía dos franjas para "enmendar" esta "deriva térmica", y como vimos en la Parte A, es necesario un corte operativo si el artefacto sigue recorriendo muchas longitudes de onda con tendencia negativa. MM y Miller inscribían los números cada 22,5° de giro, y aunque era imposible saber cuántas rayas se movió la de paterna, se supuso que el traslado era menor a una franja. En las reprices por Kennedy (1926) e Illingworth (1927) el adminículo volteó 90° entre medidas, pero aún creyeron que la franja estándar presentaba diferencias menores a una longitud de onda.

De acuerdo con Múnera, no debiésemos esperar que el desvío sutil del comienzo se iguale al término tras un viraje completo, si bien el aparato poseía la misma orientación con respecto al laboratorio, y en lugar de haber influjos termales, el cambio extra puede constituir un rasgo del movimiento de la Tierra, al menos en parte. En los trabajos del colombiano (Parte B) el sistema automático generó lecturas cada 0,25° (a intervalos de un minuto), cuando se supone que el corrimiento marginal era inferior a una longitud de onda, y obtuvo cambios leves mucho mayores que otros especialistas, lo que según él permitía resolver directamente la velocidad terrestre.


02.05. MM vs. Silvertooth

Al contrario de las instancias tipo MM (excepto Múnera), Silvertooth pareció definir el valor total de la velocidad planetaria “absoluta” (378 km/s), produciendo dígitos concordantes con el valor derivado del mCBR (Silvertooth 1987, 1989; Silvertooth y Whitney, 1992; Wesley, 1987). Su testeo armoniza con un espacio inmutable/éter estático, opugnando el arrastre y la contractura longitudinal que se utilizaron para "explicar" las secuelas de índole MM. Entonces, si el autor realmente develó la rapidez absoluta de nuestro globo, ¿por qué tuvo éxito mientras fracasó la mayoría de ensayos homónimos?

Silvertooth y Aspden sugieren como causa que los experimentos MM (incluidas las versiones modernas con láser) implican un viaje luminoso en dos trayectos, y el del primero comportaba un sólo sentido, al igual que los chequeos rotatorios de Sagnac y Michelson-Gale. Sin embargo, las cifras logradas por Silvertooth disienten de muchas pruebas unidireccionales de anisotropía en velocidad lumínica.

Aspden (1990) manifestó que cuando los rayos de luz se reflejan sobre sí mismos, la energía por condición de onda estacionaria resultante puede afectar la velocidad de aquéllos y suprimir el producto percibido. Si el efecto neutralizador es sólo parcial, ello explicaría los leves residuos de deriva etérica en algunos intentos MM, atribuyéndose las amplias variaciones en sus consecuencias a factores experimentales y ambientales.

Quienes consideran significativas las pequeñas sumas de deriva etérica tienden a ignorar o rechazar los conatos de Silvertooth, que según parece detectaron el traslado "absoluto" de la Tierra directamente y sin acudir a factores de escala. Pueden señalar el arrastre etérico o la contracción longitudinal y seguir a Miller, aplicando dicho precepto para transformar esos remanentes en una celeridad mayor (véase DeMeo (2001, 2002), Cahill, Consoli), u optar por Múnera aseverando que al "efectuar bien" los procesos experimentales y rebajando datos, tales controles determinarían el valor íntegro de marcha planetaria. Si se invoca el arrastre etérico, la sustancia fluye por traslación de la Tierra y no su movimiento rotante, a propósito de los guarismos Michelson-Gale y sus varias formas interpretativas (ver Tabla 1).


02.06. Whitney (2006)

Recurre a una "teoría de la luz en dos fases" para examinar pruebas ópticas como la aberración estelar de Bradley (1728) y las tentativas por Fizeau (1851), Michelson-Morley (1887), Sagnac (1913), Silvertooth (1987) y Wang (2003). Sugiere que la luz se propaga iniciando desde c con respecto a la materia, lo cual es un non-sequitur pues aquélla siempre está referenciada a lo tangible o su (s) estado (s) de movimiento, siendo éste todo el centro de su discurso. Whitney propone que ese fenómeno consta de: a) expansividad desde la fuente unida a ésta, y b) colapso hasta el receptor, en vínculo con el mismo. No está claro si es la luz lo que se “expande” y “contrae” en velocidad, o las distancias y trayectorias. Su estudio pretende definir que “la rapidez linear y transversal a la apertura de un sistema óptico debería ser y es detectable”, aunque nadie ha dicho lo contrario hasta donde sabemos, o que tal apostilla per se contenga una idea relevante.

Escribe: "El análisis MM se fundamentó en supuestas enmiendas para la velocidad de los rayos en el numerador, y no del denominador como implica la hipótesis con etapa doble (...) las correcciones de fase están en el numerador y son de primer orden en v/c, mientras que no hay arreglo similar de segundo orden en igual parámetro, como era la expectativa (...). La luz se apagaba y volvía, recombinándose en el divisor del haz. Se introdujo un pequeño gradiente para crear franjas, observadas en el plano focal de un telescopio pequeño (...). El motivo de la nulidad se originó al recombinar el rayo con su división, haciendo que las medras de fase llegaran a cero [!!!] en ida y retorno a lo largo de ambos brazos. El único desplazamiento marginal posible se produciría mediante el telescopio, comparándolo con la aberración de Bradley. La distancia focal de aquél era corta, por lo que el corrimiento de franjas directrices tuvo que ser mínimo y congruente con los reducidos cambios de 'señales fantasma' que los investigadores documentaron por más de un siglo" (p. 29)

Curiosamente, no existiría controversia en torno a las "sobras" si los números hubiesen tenido un "cero absoluto". Whitney plantea que el ensayo MM “también podría percibir la velocidad de órbita si fuera reconstituido al objeto de seguir un polígono de cuatro lados -en vez de dos-, con el plano focal en diagonal y ante la apertura de entrada; pero el diseño es confuso, pues además de la marcha linear, también capta la rotación”. Sin embargo, de alguna manera insinúa que es falso separar "giro" y "rectilíneo", por cuanto la Relatividad Especial es incomprobable al no disponer en este caso de una plataforma experimental que no acelere de modo rotatorio: "La tesis operativa parece ser: a) velocidad a través de la apertura de un sistema óptico, como en la aberración estelar de Bradley y el trabajo por Silvertooth, versus b) celeridad a lo largo de los rayos hasta un plano focal (Fizeau y Sagnac), e incluso el MM donde el vuelco de sentido en las pistas luminosas explica la ausencia de resultado" (p. 30).

Whitney dice que su postura es unificadora y "hace que todos los controles se suplementen", describiéndola como una alternativa de RE y deja abierta la inquietud del éter, pero semeja "mucho ruido y pocas nueces".



02.07. Sagnac y Michelson-Gale

En la Parte B vimos que sus testeos fueron descritos a modo de "congruentes" con la Relatividad Especial/General, el espacio perenne, un éter estático/"llevado" por traslación de la Tierra y no su giro, o una eterosfera rotativa, siempre que la dinámica de ésta última no afecte el comportamiento de la luz en forma discernible.

El ensayo global o de “bucle abierto” por Sagnac y la prueba de Michelson-Gale son capaces de detectar el viraje planetario, y los relativistas aportaron "exégesis" contradictorias y bizantinas para ello. La Teoría General menciona el “arrastre del espacio-tiempo” cercano a un ítem revolvente (efecto Lense-Thirring), pero no se ha descubierto por qué -según la ortodoxia- dicha rotación debiera medirse por "remolque" espacio-temporal de sistemas inerciales (por ejemplo, el axis de un giroscopio), en tanto que el rumbo continuo sigue siendo inmensurable y no puede acarrear su contexto inercial, pese a que también es un movimiento gravitatorio y debe existir equivalencia “en principio” entre formas inerciales y sus contrarias. El establishment dice que hay giros relativos e inconcusos, y otros perpetuos (del conjunto de estrellas distantes y la "envoltura espacio-tiempo") referentes a las secuelas inerciales de marcos en traslación, al tiempo que parece sostener que todo desplazamiento es circunscrito, incluyendo la rotatividad (Correa y Correa, 2000).


03. Eterometría

03.01. La naturaleza eléctrica-ambipolar del éter

Basándose en pioneros como Nicola Tesla, Wilhelm Reich y Harold Aspden, la Eterometría desarrolló muchas pruebas experimentales y analíticas sobre un éter dinámico y sin masa. Dicha sustancia no es “luminífera” (es decir, no está compuesta por ondas electromagnéticas) ni se arrastra por nuestro "hogar azul" en sus giros diarios y órbita alrededor del Sol; más bien, es impelido por un éter eléctrico que consiste en radiación de ondas longitudinales con carga ambipolar (fenomenológicamente neutra) en vez de monopolar. Las cargas másicas son siempre monopolares (positivas o negativas) y están estructuradas energéticamente para preservar su materia y electricidad. Cuando se exponen a injerencias radiantes y ambipolares, las cargas con masa pueden atraparlas como energía cinética, siendo éste el verdadero motivo de la aceleración de carga por un campo eléctrico aplicado.


03.02. Naturaleza de los fotones y propagación del estímulo luminoso

Según la Eterometría, los fotones son vórtices energéticos sin masa, temporáneos y producidos localmente, caracterizados por ondas sinusoidales y transversas de electromagnetismo; los de tipo ionizante vienen de la desintegración de elementos materiales, mientras que la clase no ionizante (cuerpo negro) se genera cuando las partículas de masa desaceleran o chocan, perdiendo así su energía cinética. Toda la fuerza electromagnética proviene del ímpetu motriz de cargas con masa.

Al considerar los varios sondeos de “deriva etérica”, esta nueva disciplina manifiesta que son las ondas de excitación ambipolares las que viajan por el espacio, y no los fotones. Sólo la especie ionizante (rayos X, gamma) exhibe dicha aptitud, pero no muestra relevancia en controles ópticos, de radio o microondas (Correa y Correa, 2012). Los fotones de cuerpo negro u optotérmicos se desprenden localmente al desacelerar partículas de materia, y la vida útil depende de su trayecto con longitud corta. La idea de que el Sol no emite radiación electromagnética, sino ambipolar, proviene de indagatorias en la naturaleza de sus efluvios, realizadas con múltiples dispositivos como electroscopios, bobinas de Tesla, ionizadores, células fotoeléctricas y jaulas de Faraday (Correa y Correa, 1999a,b,c; 2001b,c,d).

Además, las ondas estimuladoras sin masa y responsables de propalar el campo eléctrico no están constreñidas por la velocidad de la “luz” (c), y esto sólo concierne al movimiento globular-vórtico de la fuerza electromagnética que origina cada fotón de vida corta, o la rapidez de energía interna en ondas fotónicas sin importar su frecuencia o nivel energético, y atañe al marco inercial del emisor del fotón (electrón, protón, etc.); de esta forma y en su contexto idóneo, esa partícula tiene la misma celeridad intrínseca.

En otras palabras, la luz no entraña el desplazamiento sustancial de fotones a través del espacio (como en teoría balística), ni su despliegue por ondas electromagnéticas, pues los rayos son producidos mediante cadenas secuenciales de fotones que aparecen y se esfuman de continuo. La Eterometría sostiene que la génesis de fotones de cuerpo negro se subordina a cargas másicas que desaceleran o colisionan, y por ello siempre debe existir un medio material y dinámico para el engarce coherente de aquéllos en tramos luminosos. Dicho ámbito implica el conjunto de receptores/emisores en movimiento, cuyos vectores acelerativos y desacelerantes de campo son uniformes y paralelos. También hay efectos de proximidad, como los que permiten máseres y láseres, haciendo que la captura y reemisión serial de fotones por electrones tenga lugar con un descenso mínimo de energía electromagnética.

Por ende, el atributo invariable c no tiene que ver con el flujo delantero de radiación ambipolar que hace de estímulo luminoso. Cuando se aborda en términos eterométricos, la frecuencia angular o energía cuántica de cada fotón sirve como predictor de la velocidad (y el voltaje) de cargas con masa, antes que "liberen" esos corpúsculos; y a su vez, este aspecto señala dicha magnitud doble del campo ambipolar que aceleró las cargas másicas al principio.

Es un error buscar rapideces absolutas en contextos electromagnéticos, ya que no hay un éter análogo e inmóvil que simbolice un estatus de reposo universal. Además, y dado que los fotones se desprenden de partículas cargadas (ya sean o no eléctricamente neutras), ellos comparten el encuadre inercial de referencia en las mismas.


03.03. Efectos Doppler y Sagnac

La Parte B menciona los trabajos por Sagnac, donde la luz emana en direcciones opuestas alrededor de un platillo giratorio: el haz contrarrotativo parece viajar en c + v, mientras el corevolvente adquiere un sentido c - v, ya sea que el observador esté en la rueda o un sitio fijo. Si el primero da vueltas en contrarreloj a una marcha lineal v, el detector se traslada hacia el rayo antílogo y toma distancia del otro con rumbo inverso, haciendo que aquél cubra un tramo más breve. El efecto Sagnac permite demostrar si una plataforma es estacionaria o giratoria, dando a la rotación lo que parece ser un carácter absoluto.

El Doppler es un cambio de frecuencia por el movimiento relativo (cercanía o brecha) entre una fuente (luz o sonido) y un receptor. En el caso de un trayecto lumínico linear, las leyes relativistas difieren de la norma clásica al añadir un término de segundo orden -es decir, proporcional a (v/c)2- o factor γ según Lorentz:

γ = 1 / {√[1 - (v2/c2)]},

que se trata como multiplicador (RLL) o denominador (RE) cuando se aplica a la regla ortodoxa.

La Eterometría, por otra parte, aclara que no existe una resultante verídica de segundo orden (Correa y Correa, 2008a), sino sólo una media geométrica de dos efectos distintos en primer orden, es decir, la raíz cuadrada de su traslapo.

El estándar del Doppler lumínico sólo reconoce el diferencial entre las velocidades de fuente y receptor, de modo que el cambio de frecuencia se determina por:

υ' = υ {[1 +/- (vo/cm)]/[1 -/+ (vs/cm)]},

donde vo, vs y cm son, de acuerdo al caso, las rapideces del observador, la fuente y de la luz, en un medio material. La RE suma la multiplicación por el término de segundo orden:

{[1 - (vs2/c2)]/[1 - (vo2/c2)]}0,5.

Sin embargo, esto indica la exactitud en el principio de composición geométrica de velocidades y diferenciales de marchas, ya que:

υ' = υ {{[1 +/- (vo/c)]/[1 -/+ (vs/c)]} {[1 - (vs/c)2]/[1 - (vo/c)2]}0,5}
= υ {{[1 +/- (vo/c)]/[1 -/+ (vo/c)]} {[1 +/- (vs/c)]/[1 -/+ (vs/c)]}}0,5,

y en torno a la celeridad relativa del movimiento combinado, se llega a una directriz para el Doppler luminoso:

υ' = υ [1 +/- (v/c)]/[1-(v2/c2)]0,5 = υ [1-(v2/c2)]0,5/[1 -/+ (v/c)]
= υ {[1 +/- (v/c)]/[1 -/+ (v/c)]}0,5.

Entonces, el desplazamiento de frecuencia para la cercanía de fuente y observador es:

υ' = υ {[1+(v/c)]/[1-(v/c)]}0,5,

y su distancia:

υ' = υ {[1-(v/c)]/[1+(v/c)]}0,5.

¡Y nada de esto implica transformaciones de Lorentz!

La Eterometría señala que c refiere al marco inercial del emisor, y estas fórmulas sólo se aplican al movimiento de receptores que no comparten ese límite, o los traslados de ambos a propósito de un encuadre inercial e incomún (por ejemplo, en un medio físico que permite concatenar el rayo). También plantea que el efecto Sagnac puede entenderse como un Doppler de luz angular (sin necesitar corolarios de segundo orden), en el cual un “bucle” análogo semeja tener desplazamiento (Correa y Correa, 2008a).

El problema no se resuelve con los estudios de Sagnac, por el simple motivo de que la Eterometría y la RE presentan iguales coeficientes (mientras el supuesto RLL da otros un tanto dispares), ya que la media geométrica de velocidades que afectan a dicho bucle, desde su propia perspectiva como un marco corotativo o contrarotacional, equivale a un término de segundo orden:

{[1 + (v/c)] * [1 - (v/c)]}-0,5 = [1 - (v2/c2)]-0,5.

Con todo, hay una ironía en la premisa eterométrica, porque sostiene que es cuando se produce el efecto de primer orden (Sagnac como Doppler angular) que debemos añadir un parámetro de segundo tipo ("entrando en el juego”), y no al desaparecer.


03.04. Experimento por Ives-Stilwell en 1938

Los partidarios de RE y RLL gustan llamarlo "probanza sobre dilatación del tiempo", al ver que sus paternas de efectos en segundo orden estaban mucho más cerca de predecir el Doppler linear de la luz percibido que la conjetura homónima y clásica. Sin embargo, la Eterometría anticipa valores finítimos a las "prestezas" de partículas y el antedicho fenómeno de segunda índole -informados por Ives y Stilwell- aplicando la ley de composición media-geométrica de velocidades (Figura 1), lo que entraña no sólo el nivel de movimiento relativo de los dobletes protónicos inducidos en la prueba, y el "tránsito" de electrones emisores de fotones con respecto a aquéllos, sino también los choques que desaceleran ambos hasta la velocidad final en el minuto de producir esas últimas partículas (línea de Balmer).

En Eterometría, el Doppler linear de segundo orden es simplemente una consecuencia de la praxis estricta de nuestro modelo geométrico, incluida la perspectiva correcta entre energía de campo, cinética y emisión de fotones, y tampoco es necesario ningún paradigma lorentziano. Es más: los números obtenidos por Ives y Stilwell confirman que la RE es incongrua en su empleo de la ley compositiva de velocidades y se equivoca al determinar los voltajes de rapideces en cargas másicas, todo lo cual también incluye a la hipótesis RLL.


03.05. Eterosfera ambipolar con estructura gravitón/antigravitón

Según la Eterometría, nuestro planeta se halla inmerso en una eterosfera estratificada que gira más rápido; los sucesivos anillos interiores rotan cada vez más lento que los externos, y el flujo primario tiende más hacia la vertical en tanto se aproxima a la superficie terrestre (Correa y Correa, 2004). Esto se puede ver por un análisis comparativo de cómo cambia el movimiento gravitatorio desde trayectos satelitales hasta la caída libre. A una distancia geoestacionaria (6,626 RE del centro de la Tierra en el límite exterior del segundo cinturón de Van Allen), la capa extrínseca vira a 3 km/s y de modo sincronizado con la superficie. La velocidad máxima del desplazamiento orbital (7,84 km/s) se logra en altitudes de la ionosfera (~100 kms. de cota); luego y conforme el satélite se abandona a la caída libre, aquella moción decrece en arcos cicloidales incluso cuando la rapidez aumenta al principio hasta un máximo de 7,9 en la mesosfera (80 kms.) y cerca o dentro del área E (Correa y Correa, 2001d, 2004). Así, el fluido gravitacional amásico desacelera ex abrupto en cicloides más breves, hasta elevarse a la marcha de superficie ó 0,46 km/s en el ecuador. La mayoría del fluido etérico alterna de dirección horizontal a vertical, ralentizándose en el primer contexto.

Figura 1. Cambios de segundo orden vs. otros guarismos de primera instancia. Los cuadrados pequeños aluden a las resultantes de Ives y Stilwell, mientras que los grandes difieren de éstos en 8,4%, 7,4%, 3,5%, 4,3% y 0,2% respectivamente. Los vuelcos predichos por Eterometría* (círculos) discrepan mucho menos y consignan 3,8%, 4%, 0%, 0,9% y 1,4% (Correa et al., 2008d, figura 2). [*Aetherometric Theory of Synchronicity, vol. 6, 2024].

Esto se entiende mejor si pensamos en la eterosfera como una corriente ambipolar que modula el equilibrio entre gravitones y antigravitones sin masa, en una serie por niveles. Cuanto mayor es la brecha desde la superficie planetaria, mayor es el volumen de antigravitones, haciendo que el campo gravitatorio local-neto o su "tráfico" sea predominantemente rotativo. En caso contrario, aumenta la densidad de gravitones, lo que verticaliza el marco análogo y dejando una envoltura rotacional “débil”.

De hecho, las pesquisas eterométricas identificaron una mayor cancelación de aceleramiento gravitacional en el ecuador que en los sectores polares, lo cual no se explica por fuerzas centrífugas ni de Coriolis (Correa y Correa, 2008c), o en otros términos, fallan las hipótesis newtonianas y relativistas. La Eterometría propone que el contraflujo es una respuesta de campo ambipolar y sin masa, oriunda del nexo entre los éteres cósmico y galáctico con fusión nuclear en el centro más profundo y denso de la Tierra. Allí, ese vínculo genera una descarga antivertical y continua de antigravitones, que varía entre el ecuador y los polos, siendo distinta y separable de la reacción dependiente de la masa (centrífuga) que llega a cero en dichos extremos. Además, un estudio sobre el desastre en Lisboa de 1755 sugiere que las irregularidades reactivas amásicas engendran la nucleación y el comienzo de un terremoto (Correa y Correa, 2008c).

El campo contragravitacional presenta rapideces antiverticales que van desde 0,487 km/s en los polos hasta 0,594 en el ecuador (Correa y Correa, 2008c). Si la emisión antigravítica se curva de modo asimétrico a la combadura del ámbito gravitatorio en el espacio cercano, producirá rotaciones de envoltura atmosférica con marchas distintas de la giratoria en la superficie terrestre, y que oscilarán localmente en forma de caudales fusionados. Se dice que éstos son huellas de células ciclónicas y anticiclónicas; dicho de otra manera, originan vórtices por anomalías en los “impulsos de corriente” y los nexos de la atmósfera con radiaciones solares. En el ecuador, la capa troposférica puede alcanzar velocidades rotantes de O a E:

venv = [√(vMR2 + vFR2)] sen θ = {√[(463,85 m/s)2 + (594,17 m/s)2] sen 45° = 533 m/s,

donde "MR" es la reacción de masa centrífuga y "FR" aquélla en el campo libre de masa (nótese que el cicloide invertido aumentará en diagonal, de modo que el ángulo con la línea del horizonte (θ) es cercano a 45°). La altura del desbalance puede llegar a la ozonosfera (25-30 kms.), tomando en cuenta su magnitud:

h = venv2/gE = 28,785 kms.

Esto no debiera sorprendernos, ya que desde los años '90 se conoce la existencia de ondas solitarias con gran amplitud en la troposfera, asociadas con subidas o bajas de presión y el seguimiento de sistemas atmosféricos (Ramamurthy et al., 1990).

Tales hallazgos indicarían que la eterosfera posee estratos y un anillo proximal de baja altura (nivel atmosférico) que gira hacia el este un poco más rápido que la superficie mundana. En los polos, cuando la reacción de masa llega a cero, los virajes aeríferos disminuirán hasta un máximo de 0,34 km/s, debido a la respuesta del campo amásico libre. Por encima de la ozonosfera, el flujo revolvente se acelera al límite, y en su anillo extrínseco disminuye hasta que el curso y la velocidad se unen al efluvio ambipolar en el plano eclíptico que impulsa la órbita del planeta en torno al Sol.


03.06. Estructura de la capa eterosférica y rotacional de menor altitud

Queda claro que la detección interferométrica-óptica de incidencias atmosféricas y rotantes con 0,5 km/s o menos está más allá de la aptitud ofrecida por sondeos tipo MM. Illingworth (1927) adujo que cualquier deriva etérica no podía superar 1 km/s, y con su artefacto más moderno, Joos (1930) concluyó que ese valor debía ser inferior a 1,5 km/s, pero sus intentos se organizaron para buscar el así llamado "efecto de segundo orden en la propagación de luz". Este no es el caso del complejo testeo por Michelson-Gale, que fue aplaudido en medios oficiales (The New York Times, 9 de enero de 1925) nada menos que a guisa de "prueba" (genérica) para el concepto de Einstein, como si tuviera sólo uno...

Ahora repasaremos los hechos simples que pudo conllevar, ya que su objetivo era percibir un efecto de primer orden. Manteniéndose bajo tierra en Clearing, Illinois (~42°N), el interferómetro MG empleaba un haz diviso de bucle rectangular, a través de un cilindro al vacío con 1829 mts. de largo (para una ronda de testeos) y segmentos paralelos en E-O de 612, incluidos tramos N-S con 302,5. Los importes marginales variaron (posiblemente con ciclicidad cuasidiurna y aún indefinida) desde +0,55 a -0,05 (Michelson estipuló un máximo de +0,44 y promedio +0,26 durante una búsqueda, y otras arrojaron cifras diversas utilizando largos un poco disímiles). Si las respuestas físicas son apreciables, el producto MG no podría captar sólo el ritmo de giro terrestre, que no es versátil, al menos hasta por debajo de una millonésima de metro por segundo.

Un grado de longitud en esa coordenada totaliza:

(2πREeq/360°) cos 42° = 82.726,54 mts. [Eeq: paralelo 0°].

Los cambios ligeros ocurrieron en sentido E-O, al obtenerse contra un bucle de calibración de control con igual longitud, y que sólo recorría un trecho ínfimo en el curso revolvente mundano (dicha regla es muy atípica en medio de todos los exámenes interferométricos, y constituye una de las razones fundamentales para ponderar los totales MG). El número de franjas se puede determinar así:

N = 0,55/[sen (612 mts./82.726,54 mts. por grado de longitud)] = 4259,7.

Entonces, un desplazamiento marginal de +0,55 implica rastrear una velocidad de “deriva” por:

v = N c λ/L = 398 m/s,

donde λ = 5,7*10-7 mts. es la longitud de onda de luz azul empleada (el parámetro L= 1829 mts. suele escribirse como 2L, porque el rectángulo se divide en dos brazos ortogonales y L designa la medida de sólo uno). En esa latitud, la superficie terrestre gira a:

vrot. Tierra = (2πREeq/86.400 s) cos 42° = 344,7 m/s.

No sería "coincidencia" que el logro más destacable por MG armonice con la rapidez máxima del flujo basado en reacciones, y predicho por la Eterometría para ese lugar:

v = (N c λ/L) = 398 m/s ≈ venv cos 42° = {[√(vMR2 + vFR2)] sen θ} cos 42° = 396 m/s,

equivalente a unos 53 m/s más veloz que la rotación del globo.

Puede ser irrelevante que se hayan visto otros apogeos en el mismo rango, o desplazamientos de hasta -0,05 (correspondientes a un flujo contrarotacional hacia el oeste a 36 m/s), porque no cuestionan el máximo positivo. Los resultados se deben a que la velocidad de giro en la envoltura atmosférica está sujeta a modificaciones, no sólo de día (ya que las corrientes ambipolares galácticas y solares interferirán entre sí y no durante la noche), sino también a nivel local dependiendo de: a) las celeridades de vórtice en células de presión, y b) el nexo del campo reactivo con las vueltas más pausadas del manto terrestre. De esa manera, el experimento percibió algo más que la rapidez del viraje planetario.

Wilhelm Reich pudo mencionar los estudios MG como probanza de su hipótesis. Escribió así el 26 de junio de 1944 (2004, p. 237): "(...) la envoltura (...) es una reliquia del giro primordial; no es la Tierra que lleva consigo al éter, sino lo contrario (...) la velocidad debe ser mensurable, pero es técnicamente difícil (...) ¿y qué planetas poseen revestidos de orgón giratorios?" Sin embargo, si cada uno de ellos no los tuvieran, no podría ser un mero efecto del “giro primario”, y tampoco lo es desde el enfoque eterométrico.

Reich (1949) elaboró una pesquisa donde apuntaba un reflector a la atmósfera bajo noches sin nubes, de modo vertical, horizontal y a 45°. Descubrió que el lápiz de luz era más corto en la primera posición y largo en la otra, o si se hallaba tangente al piso. Si la luz se difunde a una rapidez estática, se preguntó por qué el lápiz se detenía cerca del límite troposférico, coligiendo la presencia de una envoltura poco profunda y vecina a la Tierra, y que la luz se genera y emana dentro de aquélla. Pensaba que los fotones eran creados a guisa sectorial, mediante propagación de una onda excitatriz y según los rasgos físicos del entorno. Planteó además que la longitud del lápiz reflector se incrementa conforme el ángulo con el horizonte del observador disminuye a 0° por la creciente hondura de la capa orgónica rotativa.

Reich presenció también nodos luminosos y variables que se movían de oeste a este a lo largo de los lápices en ciertas noches claras, de modo análogo al desplazamiento de estrías en columnas plásmicas. Se correlacionaban con cambios de rapidez ondulatoria vistos por telescopio, pero no con aquéllos del viento, y lo consideró como prueba de que la cubierta atmosférica gira un poco más rápido que nuestro mundo, en igual sentido. Asimismo, anticipó inversiones locales en la actividad de dicha "funda" (1973, p. 151) simultáneas a los vuelcos marginales negativos en el sondeo MG.

Más tarde, Reich subdividió su concepto principal en: a) un anillo gaseoso-atmosférico de viraje más paulatino que terminaba en la tropopausa, y b) otro más veloz o "de orgón", que a una cota incierta se añadía a la corriente galáctica (1973, p. 188-189).

El concepto eterométrico discrepa de Reich en dos características clave:

1) La eterosfera es más compleja y abarca el giro de tres partes separadas por zonas de cizallamiento (capa E y ozonosfera): a) una extrínseca y rápida que comprende la magnetosfera hasta el nivel E; b) otra intermedia que incluye la mesosfera, cuya velocidad baja de improviso; y c) un cinto inferior (envoltura) circundando la estratosfera, tropopausa y troposfera, donde los virajes suelen ser algo más prestos que en la superficie terrestre.

2) La Eterometría usa el vocablo "orgón" para definir una radiación ambipolar concreta y honrando la memoria de Reich, debido a sus propiedades fisicoquímicas y biológicas; no obstante, le atribuyó capacidades que eran abstrusamente electromagnéticas, gravitacionales y electrostáticas, convirtiendo su premisa en una verdadera "ensalada" no científica. En Eterometría, la susodicha envoltura pedánea es conducida de modo ambipolar (eléctrico) y despliega un flujo residual más lento de antigravitones, causativos de la rotación y el aspecto suspensivo en atmósfera.

Varios sucesos climáticos apoyan la idea de una envoltura cuya fluencia ambipolar genera distribuciones energéticas latentes y antigravíticas en la troposfera:

• El desplazamiento linear de sistemas meteorológicos y la estratificación atmosférica de sus velocidades son más rápidos -y de forma inconstante- que la rotación terrestre, y en igual recorrido.

• Todos los sistemas de presión se trastocan para engendrar corrientes atmosféricas en un curso O-E.

• La típica hechura en “V” de las trayectorias de huracanes, cuyos vértices siempre apuntan al oeste, y aparecen cuando la velocidad angular y traslativa de la célula ciclónica llegan a sus mínimos.

• El trayecto O-E de la corriente en chorro y su gran rapidez (hasta 500 km/h ó 0,14 km/s), junto con la desaceleración general del viento al disminuir la altitud troposférica.

• El desplazamiento O-E en “olas de calor atmosféricas”.
• El sentido de giro o torsión, y el despliegue en abanico de auroras en los polos.

El abordaje eterométrico de la termodinámica sostiene que las variaciones de presión-volumen en atmósfera -e incluidas las acústicas- representan derivados de procesos en el flujo eléctrico, su voltaje y densidad de energía molar.

En ese contexto, hay un comentario llamativo por Harold Aspden (1981, 1982). La Parte B señala que en un control MM a 40° de latitud, Brillet y Hall (1979) descubrieron una señal “persistente y espuria” de 17 Hz. El astrónomo dijo que si ese rastro correspondía a la velocidad rotacional planetaria en aquel punto (355 m/s), y detectada por un efecto de segundo orden, entonces debió ocurrir a 16 Hz, de modo que:

v = {[(16,25 Hz/8,85 x 1013 Hz) c2] / 0,131}0,5 = 355 m/s.

En cambio, el indicio semejaba connotar una celeridad tangencial de 363 m/s, unos 8 km/s más veloz que el giro de la Tierra. Aún así, el argüendo parece falso pues atañe a un hallazgo "rotativo" de segundo orden (tipo MM), incluso si el pretendido fenómeno cae en el ámbito de variación que registraron Michelson y Gale.