21 de marzo de 2022

Los medios y los fines


Como sabemos, los fines son los objetivos o resultados finales de un proceso, y los medios consisten en los métodos utilizados para lograr dichos resultados. Entre otros aspectos, cuando decimos que los medios son más importantes que los fines, se implica que la forma en que realizamos una acción es más importante que lo logrado. Sobre esto, William Judge aconsejaba: "Lo que cuenta no es lo que se hace, sino el espíritu con que se realiza hasta la más mínima labor”, y por esto también son importantes la actitud mental, el motivo y la disposición que tenemos en nuestro mejor esfuerzo. Existe una fábula india bien conocida de que cuando se estaba construyendo Ramsetu -un puente sobre el mar para que Rama y su ejército de monos pudieran ir a Lanka-, una ardilla traía incansablemente pequeños guijarros para ayudar a construir esa obra, mientras que los monos extraían pesadas rocas de las montañas y las llevaban a la costa, y los monos hacían mofa del roedor cuando dijo: "Estoy ayudando a Rama a construir el puente", pero el dios estaba muy complacido con su trabajo y reprendió a los primates, diciendo al pequeño animal: "Tu fortaleza o tu trabajo no son importantes para mí; lo que cuenta es tu amor”. Entonces Rama la levantó y le acarició el lomo con los dedos, y así es como se dice que la ardilla ha recibido sus “heridas” o franjas de color en su pelaje.

Por otro lado, la frase "un medio para un fin" es una expresión idiomática. Por ejemplo, para algunas personas su trabajo cotidiano puede representar sólo un medio para lograr el objetivo de incrementar las ganancias monetarias. También las palabras son medios para un resultado, pues la intención es transmitir ideas. Pero, ¿con qué frecuencia encontramos gente que se enreda en palabras, llevándolas a ser fines en sí mismas, aferrándose a la letra muerta y no al espíritu de las enseñanzas? Albert Camus decía: "Una persona quiere ganar dinero para ser feliz, y todo su esfuerzo y lo mejor de una vida están dedicados a la obtención de ese capital. La felicidad se olvida, porque los medios se toman por el final”.

Buda enseñaba que el Dharma en todos sus aspectos es un medio para un fin; por ejemplo, un barco nos permite cruzar el río, y una vez atravesado no nos llevamos el bote a cuestas, sino que lo dejamos en la orilla. Del mismo modo, si comenzamos a considerar las reglas éticas o prácticas religiosas que incluyen la meditación y el estudio de las Escrituras como fines en sí mismos, entonces se convierten en ataduras que deben romperse. En el camino hacia la perfección espiritual, cada tradición mística habla de ciertas etapas que son hitos para el crecimiento del alma, y así el budismo menciona diez cadenas que atan a una persona a la rueda de la vida y la muerte. Uno de estos grilletes es silavrata-paramarsa o las normas éticas y observancias religiosas como fines en sí mismos; en esta caso Sila es una observancia regla ética. Por lo tanto, el precepto de "no arrebatar la vida" es una norma ética, y una persona no vegetariana rompe esa regla. De esta forma, algunos vegetarianos parecen pensar que quienes consumen carne son pecadores y no pueden ser espirituales. Existe un dicho antiguo y verdadero que señala que “el reino de Dios no adviene por comer carne o abstenerse de ella”, ni de renunciar a nada en particular, sino que ese reino está dentro de nosotros. En otras palabras, uno no puede pretender ser espiritual sólo por ser estrictamente vegetariano; las vacas y los elefantes también se alimentan de plantas y los pensamientos malvados y groseros son más dañinos que ingerir una tonelada de carne (1). No comer carne es sólamente un medio para un fin, porque la comida de los animales necesariamente imparte sus cualidades a quienes la consumen. Además, comer carne tiende a hacer que el cuerpo físico se vuelva cada vez más denso, lo que resulta ser un obstáculo cuando se ha alcanzado un nivel superior en el desarrollo espiritual.

(1) “No enseñe que el vegetarianismo es el camino al cielo y el crecimiento espiritual. ¿Acaso el gran Nazareno no estaba en lo correcto cuando insinuaba que el Reino de los Cielos se halla en el interior, y no advenía por comer o beber? ¿Acaso nuestra querida amiga H.P.B. no escribió sugestivamente que 'las vacas y los elefantes son vegetarianos puros'? Reflexione sobre el hecho que algunas de las mejores personas en la Tierra fueron consumidoras de carne, y que los pensamientos malvados y grotescos hacen más daño que ingerir una tonelada de carne. De hecho, no se olvide de ejercer su sentido común en toda ocasión” (William Judge, “Theosophical Dont's”, Path, diciembre de 1894).

En su ensayo "The Three Parts Of Morality", y utilizando una metáfora, el profesor C.S. Lewis explica que en última instancia el buen comportamiento moral en un individuo o la sociedad es inútil a menos que conduzca al logro de la meta en la vida humana. Nos pide que pensemos en la humanidad como "una flota de naves que navegan en formación", cuyo viaje será un éxito sólo si, en primer lugar, los barcos no chocan y se interponen en el camino del otro; y en segundo término, si cada barco está en condiciones de navegar y tiene su maquinaria en buen estado. Lewis dice que incluso si se cumplen estos dos aspectos, la pregunta más importante que debe plantearse es a dónde trata de llegar la flota, pues aunque ésta navegara muy bien, su viaje sería un fracaso si en vez de recalar en Nueva York como se suponía, en realidad llegase a Calcuta. Aplicando esto a la moral, el autor señala que la práctica de la ética debe conducir a la armonización de los aspectos dentro de cada individuo, al juego limpio y la armonía entre las personas, y en última instancia deben ayudar a lograr el propósito general de la vida humana como un todo. Esto demuestra que incluso si los "medios" son buenos y legítimos, son inútiles si el final no se concreta. Albert Einstein escribió: "A mi parecer, la perfección de los medios y la confusión con los objetivos parecen caracterizar nuestra era".

Pero con frecuencia, cuando nos centramos en lograr cierto "fin" o resultado, tendemos a prestar poca o ninguna atención al método o los medios utilizados para plasmar el objetivo deseado, y nos empeñamos en conseguirlo "de una forma u otra", o "por cualquier manera". En las lenguas vernáculas indias, hay un dicho que expresa que “si con el dedo recto no puedes sacar ghee [mantequilla clarificada] de un recipiente, entonces debes doblar el dedo para removerlo”. Y a menudo los instrumentos injustos y antiéticos se aprueban diciendo que "el fin justifica los medios".

Esta última frase se atribuye a Nicolás Maquiavelo, estadista y pensador político florentino, de quien se afirma haber defendido esta doctrina en su libro "El Príncipe". Es un postulado controvertido que constantemente está sometido a debate y discusión, pues parece sugerir que para lograr un buen fin uno puede adoptar cualquier medida, incluso utilizar la violencia si es necesario. Pero los fines no pueden justificar los medios, ya que existen ciertos principios fundamentales como "integridad", "bondad", "justicia absoluta", etc., y no podemos respaldar su transgresión sólo porque tengamos una buena meta en mente; por ello, Gandhi enfatizaba que los "fines" no pueden argumentar los "medios". Se decía que Robin Hood, el héroe proscrito del folclore inglés, robaba dinero a los ricos para dárselo a los pobres, lo cual puede considerarse como ejemplo de que el "objetivo" no acredita los "instrumentos". ¿Podemos aprobar los golpes [permanentes o como "única estrategia"] contra nuestros niños para "corregirlos" durante su desarrollo y que se conviertan en individuos de bien? También la eutanasia o "muerte por misericordia" se defiende a menudo por quienes afirman que se practica para aliviar el sufrimiento. Además, se aprueban la vivisección y los experimentos con animales diciendo que son para "beneficio de la humanidad". El profesor C.S. Lewis sostiene que no es correcto que una especie sufra para felicidad o comodidad de otra; por tanto, si los seres humanos reclaman su derecho a atormentar animales y simplemente por estar en una “posición superior” a ellos, por esa misma condición deberíamos ser mejores que las bestias y abstenernos de infligir dolor. Si debemos torturarlos para mejorar la vida humana o aliviar el dolor de otras personas, tenemos una grave responsabilidad de llevar una vida de orden superior tal que justifique el sacrificio de esos seres. Si utilizamos los medicamentos producidos directamente con extractos animales o aprovechamos técnicas que se desarrollan como resultado de torturar o matar a nuestros hermanos menores, somos parte de este proceso y estamos consintiendo indirectamente que se maten animales, y fue por esto que Buda sentenció: "Uno no debe matar ni hacer matar".

El filósofo Immanuel Kant sostuvo que es inmoral utilizar a otra persona simplemente como un medio para un fin, y que bajo todas las circunstancias los individuos deben ser tratados como fines en sí mismos. Esto significa que no debemos emplear a nuestros semejantes como instrumento para generar beneficios a nosotros mismos o a otros. También denota que un ser humano es intrínsecamente valioso, y su estimación no depende de si disfruta la vida o mejora la existencia de otras personas; por lo tanto, si cada ser humano es un fin en sí mismo, o toda vida humana es intrínsecamente significativa y valiosa, no pueden justificarse el suicidio ni la eutanasia. Si extendemos esta idea al reino animal, también sus componentes vivos deben ser tratados como fines en sí mismos, y entonces la vivisección y la caza furtiva (matar por dinero o simple deporte) tampoco pueden considerarse en forma positiva.

Sin embargo, esto no quiere decir que nunca usemos a las personas como medios para nuestros fines. De hecho, la existencia humana depende de utilizar a los demás y que otros dispongan de nosotros, lo cual podemos llamar interdependencia. Por ejemplo, estamos en deuda con muchas personas incluso por nuestra taza de café y el pan del desayuno diarios, y así como existen plomeros, electricistas y asesoras de hogar ahorramos tiempo y energía. Al mismo tiempo, debemos contribuir utilizando el tiempo ahorrado para el bien de los demás.

Por una parte, la tendencia general es afirmar que el fin o la meta dan cuenta de los medios, y que las consideraciones morales no pueden aplicarse a los métodos, excepto en relación con los objetivos, mientras que Gandhi, por otro lado, afirmaba que lo único que podemos controlar completamente son los "medios" y no los resultados; ergo, es el instrumento -en lugar de las metas- lo que proporciona el estándar de la moralidad. Diferentes medios conducirán a distintos fines; por ejemplo, la violencia y no-violencia son moralmente disímiles en calidad y esencia, y necesariamente deben lograr resultados dispares, porque si la independencia de un país se adquiere mediante brutalidad, entonces el país así generado se basará en violencia, y será pacífico si los medios no implican salvajismo. Si buscamos paz, justicia y armonía, debemos emplear medios que sean pacíficos, justos y armoniosos para lograr esas metas. Aldous Huxley escribió en su libro “Ends and Means” que las consecuencias de la violencia con objeto de conseguir cualquier fin, por admirable que sea, es y debe ser más violencia [léase más adelante para ver las falencias del "romanticismo ultrapacifista"]. Por ende, los medios que las personas adoptan para lograr una sociedad ideal de libertad, paz, justicia y amor fraternal deben reflejar en sí mismos y en cierta medida los ideales que intentan realizar. Huxley escribió: "El fin no puede justificar los medios, por la simple y obvia razón de que las vías empleadas determinan la naturaleza de los resultados producidos". Uno de los “Aforismos sobre Karma” (William Judge) señala que "el efecto está implícito en la causa y no es subsecuente a ella". No importa cuán bueno puedan parecer el efecto o resultado exteriormente, o desde el punto de vista utilitario, porque no puede y no sería algo intrínsecamente bueno cuando se usan instrumentos inadecuados. Para Huxley, "lo bueno es aquéllo que produce la unidad; el mal es lo que crea separación".

Sin embargo, el bien y el mal son términos relativos [están en RELACIÓN uno con otro y no se definen por la subjetividad o los caprichos personales, como suele tomarse el concepto de “relatividad”], pues es difícil compartimentar o clasificar un acto como “completamente bueno” y otro “totalmente malo”, y así necesitamos tener en cuenta el motivo, los medios y el estado interno de la persona que lo lleva a cabo. Sabemos que existen códigos éticos o de moralidad universales que nos guían en lo que se refiere al bien y al mal, a la buena y la mala conducta, y ellos constituyen imperativos categóricos. Además, hay acciones que están prohibidas por escrituras religiosas y describen otras conductas que se recomienda realizar, como son los actos de Dana (caridad), Tapas (mortificación) y Yajna (sacrificio). Pero si observamos de cerca, vemos que los mismos actos de caridad, ascetismo y sacrificio no siempre son del todo buenos; por ejemplo, existe un falso ascetismo, como perforarse las mejillas o permanecer parado sobre una pierna. Existen sacrificios inútiles que Helena Blavatsky describía como “crimen de locura”, y dio el ejemplo de los misioneros cristianos que sacrificaron sus vidas en las Islas del Mar del Sur para difundir su doctrina, tratando de llevar la filosofía a caníbales irresponsables y salvajes que aún no estaban maduros para recibirla, y así dichos religiosos terminaron siendo asesinados. Blavatsky señalaba que una de las reglas fundamentales de la Teosofía es la justicia para uno mismo, y de este modo el principio guía es que el sacrificio es significativo sólo si mediante la muerte de una persona se benefician muchas otras. Respecto de la caridad, difícilmente pueden considerarse acciones totalmente buenas cuando alguien regala grandes sumas de dinero para adquirir mérito (punya) o con la intención de obtener renombre y fama, o realiza una obra filantrópica a personas que no la merecen, o en el momento equivocado. También podemos pensar en el caso donde una persona hipnotiza a otra para curarla, pero en el proceso interfiere con su libre albedrío. Además se suelen contar historias que sugieren que, si al decir la verdad podemos poner en riesgo la vida de otro, tal vez sea aconsejable guardar silencio o incluso decir una falsedad.

Si lo vemos desde la perspectiva espiritual, la buena acción es lo que agrada al "dios" interno, y de este modo el sufrimiento humano y las adversidades de la vida deben mirarse desde una perspectiva más amplia. El dolor nos da la oportunidad de construir nuestro carácter para eliminar defectos e incorporar virtudes, y por esto sentimos tanta fascinación al escuchar historias de personas que se han transformado por las desgracias que han vivido. Es importante reconocer y apreciar el poder transformador del sufrimiento y las dificultades al juzgar lo bueno y lo malo, medios o fines, y sobre ello es necesario meditar en esta declaración profunda de H.P. Blavatsky: "Se necesita ser alguien muy sabio para realizar buenas obras, sin el peligro de causar un daño incalculable".

(De la revista "The Theosophical Movement", octubre de 2017).

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