25 de septiembre de 2022

Los fiascos del materialismo en el estudio de la conciencia (2 de 2)

Por Larry Dossey, 30 de mayo de 2015


Contenidos:

-Teoría
-Doble asombro
-La mente en perspectiva
-El cerebro como filtro
-Creatividad
-Oposiciones
-La conciencia como fundamento
-Los médicos y la conciencia
-Epílogo: ampliando el ojo de la cerradura
-Bibliografía


Teoría

Uno de los principales obstáculos para la aceptación de estas pruebas en la ciencia ortodoxa es la falta de una teoría generalmente aceptada sobre cómo podrían ser ciertos los llamados fenómenos paranormales, pero si esto es una debilidad para la investigación de la conciencia, es igualmente problemática para el fisicalismo la fórmula "mente = cerebro", completamente desprovista de cualquier noción exitosa, como ya se mencionó.

El enigma básico no es saber cómo un evento paranormal determinado podría ser real (llámese telepatía, clarividencia, precognición, psicoquinesis o supervivencia tras la muerte corporal), sino cómo podemos estar conscientes de las experiencias ordinarias. En otras palabras, el misterio principal es la existencia misma de la conciencia. Por ejemplo, ignoramos despreocupadamente su rol cuando decidimos qué cenar, la forma en que elegimos levantar un tenedor con espagueti mientras abrimos la boca al mismo tiempo y tragamos poco después; se experimenta el gusto de la salsa, el sabor del ajo, la complacencia por una presentación encantadora, el aroma del vino y la admiración hacia el chef, todas las cuales son capacidades que jamás tendría ni el androide más desarrollado. Aunque los fisicalistas alardean con un cúmulo de "explicaciones" en términos senso-motores sobre cómo ocurren estos logros, sus alegatos carecen del papel ineludible de la conciencia en todas esas etapas.

Existe misterio en cualquier suceso donde intervenga la conciencia, ya sea estudiando la ecuación de Lorenz o al decidir rascarnos el cabello. Los hechos cotidianos son tan enigmáticos como cualquiera de las llamadas "pirotecnias sobrenaturales" que provocan incredulidad entre los fisicalistas. No hay categorías "normales" o "paranormales" de fenómenos relacionados con la conciencia: todos ellos se describen de una u otra forma, según el caso. Si estuviéramos lo suficientemente despiertos, podríamos percibir que mover un dedo o experimentar amor es tan asombroso como la continuidad de "algo" tras la muerte corporal. Cuando los ultramaterialistas se reprimen ante lo extraordinario e ignoran lo común, en las imágenes bíblicas están esforzándose por "colar el mosquito y tragando un camello" [87]. El propio Voltaire lo admitió -y eso que no era amigo de la espiritualidad- cuando escribía: “No es más sorprendente nacer dos veces que una” [88], entendiendo así que las maravillas están en la vida y la conciencia, no en cuántos giros den en el carrusel existencial.


Doble asombro

Emily Dickinson observaba: “Vivir es tan sorprendente que deja poco tiempo para cualquier otra cosa” [89], y el médico e investigador Lewis Thomas añade: "Estadísticamente, es tan pequeña la probabilidad de la existencia de una persona [con todos sus atributos] aquí y ahora, que pensaríamos que el sólo hecho de existir nos mantendría en un feliz estado de sorpresa" [90]. Y ese asombro sería doble, si agregamos que no sólo estamos aquí físicamente, sino también conscientes. Pero no es así para mucha gente, pues casi todo el tiempo la conciencia es tan "común" y "tediosa" que en gran medida permanece inobservada: ¡el colmo de la ingratitud cósmica!

Despertarnos a la conciencia de lo ordinario es el objeto de cualquier gran poeta y artista, siendo éste el leitmotiv del escrito "Flower in the Crannied Wall" de Tennyson: "(...) si pudiera entender lo que eres/raíz y completitud, y estando todo en todo/debería conocer lo divino y lo humano" [91]. George Eliot escribió en Middlemarch: "Si tuviéramos una visión aguda de todo lo común en la vida humana, sería como oír crecer la hierba o el latido cardíaco de un pájaro, y moriríamos de ese rugido que es la otra orilla del silencio (...) Tal como están las cosas, los más listos entre nosotros caminamos repletos de estupidez (...) No esperamos que la gente se sienta profundamente conmovida por lo que no es inhabitual" [92].

Si nuestra confortable bonanza impide que nos asombremos de lo cotidiano, ¿cómo nos deshacemos del acolchado cognitivo que nos aísla de una mayor conciencia? Esta es una pregunta crucial, porque generalmente los fisicalistas estándar y acomodaticios evitan con escrúpulo las pruebas que contradicen sus paradigmas, al grado que uno de sus representantes confesó: "Este es el tipo de cosas que no creería, incluso si realmente sucedieran" [93]. Muchos investigadores de la conciencia han escrito sabiamente acerca de cómo fomentar más apertura para una visión inmaterial, como Paul Marshall en su ensayo reciente "Why We Are Conscious of So Little" en el antes mencionado Beyond Physicalism [94]; de hecho, el impulso general de esas obras es empujarnos hacia una conciencia más completa a través de un marco conceptual ampliado, así como experiencias y prácticas que trascienden un enfoque materialista.

El reconocimiento de los prejuicios "científicos" y el imperativo por ópticas novedosas se ven especialmente alentados por las brechas en nuestros mapas del Universo y recientemente admitidos. Edward Kelly y David E. Presti explican: "Pese a todo el conocimiento científico genuino y la experiencia técnica -acumulados pacientemente durante siglos de esfuerzo sistemático y disciplinado- (...) hasta la última década aparentemente se ignoró cerca del 95% del contenido físico en el cosmos, o las así llamadas 'materia' y 'energia' oscuras. Esta bofetada de descubrimiento ciertamente debería inspirar mayor humildad, y quizás también un sentido de entusiasmo con respecto a lo que queda por descubrir sobre la mente humana" [95].

Como el ultramaterialismo asegura que los fenómenos extraordinarios y anómalos relacionados con la conciencia no pueden existir en principio, generalmente se niega a examinar la evidencia afín. Al hacerlo, es posible que haya duplicado sus equivocaciones para percibir "el 95 por ciento" de materia y energía en el Universo, sólo que esta vez el elemento que se pasa por alto es la naturaleza fundamental de la conciencia y sus manifestaciones.

Suponga que le digo: "Me gustaría ser su médico de medicina interna, pero le advierto que no entiendo nada sobre el 95% de sus órganos corporales". Probablemente os alejaríais de inmediato y disgustados por mi audacia, como debería ser. Entonces, ¿no deberíamos reaccionar con la misma cautela ante los fisicalistas que quieren alzarse como nuestros "intérpretes calificados de la realidad", cuando están a oscuras respecto a gran parte de la materia universal? Y con lagunas tan enormes sobre los problemas físicos, ¿por qué darles credibilidad en lo que se refiere a la conciencia?

¿Por qué entidades como la conciencia permanecen invisibles para los fisicalistas? El astrofísico David Darling sugiere: “Si la ciencia busca ciertos tipos de realidad en el Universo, éstos son inevitablemente los únicos que encontrará, porque todo lo demás se escapa a través de la malla" [96]. La red utilizada por los investigadores de la conciencia está compuesta por un material más sutil que el del fisicalismo al vislumbrar hechos que éste último no capta.

Sin embargo, no hay lugar para presunciones porque esta inadvertencia repercute en todos de una forma u otra, y así lo ejemplificó irónicamente el novelista Stephen King: "Los camarones tigre eran el oxímoron de todo el mundo, la especie que nadie comía en restaurantes hasta 1955 ó 1960, porque hasta entonces nadie pensaba en pescarlos después del anochecer. Estuvieron allí todo el tiempo, viviendo su rutina acuática, pero nadie los atrapaba; y cuando lo logró la gente puso cara de '¡hey, mira esto, es completamente nuevo!' Y si los camarones pudieran hablar, dirían: 'No somos ninguna novedad, y hemos existido durante unos miles de años, pero ustedes eran demasiado babosos para encontrarnos'" [97].


La mente en perspectiva

Un tema recurrente en la investigación moderna es que existe una conciencia más amplia, la cual sobrepasaría a nuestra mente individual. Este enfoque se remonta al menos a tres milenios y aparece bajo diversas formas en múltiples tradiciones orientales, pero sería erróneo restringir dicho concepto a culturas arcaicas. Un partidario de esta visión fue el investigador psíquico y clasicista inglés F.W.H. Myers (1843-1901): "Existen una conciencia y facultad más comprensivas y profundas, que en su mayor parte siguen siendo sólo potenciales (...) pero de la cual nuestra conciencia y la facultad terrenal de vida son meras selecciones (...) En realidad, todo ser que conocemos aquí representa un fragmento de otro Ser más grande, revelado de una manera cambiante y limitada al mismo tiempo, a través de un organismo que no está tan enmarcado para permitirle una manifestación completa" [98].

Muchos investigadores sobresalientes del siglo XX consensuaron acerca de un aspecto unificado y colectivo de la conciencia, donde todas las mentes individuales están conectadas. Erwin Schrödinger, ganador del Nobel de Física, escribió: “Es absurdo dividir o multiplicar la conciencia. En todo el mundo, no existe ningún tipo de marco dentro del cual encontremos la conciencia como plural; simplemente la construimos debido a la multiplicidad espacio-temporal de individuos, pero es una construcción falsa (...) Simplemente, no le son aplicables las categorías de 'número', 'totalidad' o 'partes'" [99], y también: "El número total de mentes es sólo uno (...) sólo existe una mente" [100]. El astrofísico Sir Arthur Eddington respaldaba así esta noción: "Pienso que la idea de una Mente o Logos universal sería una inferencia bastante plausible a partir del estado actual en la teoría científica, pues por lo menos se halla en armonía con él" [101]. El eminente físico David Bohm agregó: "A niveles profundos, la conciencia de la humanidad es una. Esto es una certeza virtual (...) y si no lo vemos es porque nos estamos cegando" [102]. Dichas imágenes entroncan con el concepto del "inconsciente colectivo" por el psiquiatra Carl G. Jung, la "superalma" de Emerson y la "mente total" de Aldous Huxley: una Mente Universal o Única, la plenitud que alimenta nuestra experiencia como criaturas individuales sensibles y conscientes. El filósofo Michael Grosso sostiene: “Nuestras mentes individuales son crecimientos superficiales que parecen separados y distintos, pero cuyas raíces se encuentran en un subsuelo psíquico más profundo; allí estamos mutuamente vinculados y formamos parte de un sistema mental más extenso" [103].

Una queja repetitiva hacia esa postura es "el horror de ser engullido y homogeneizado en una masa cósmica de conciencia indiferenciada", en que la individualidad desaparece, pero esta preocupación es enfáticamente contradicha por quienes afirman haber experimentado conexiones más amplias. El psicólogo William James subrayó que el sentido de individualidad jamás se extingue y se preserva en la Mente Universal: "Cada persona y su vida es como una isla oceánica o un árbol de bosque. El arce y el pino pueden susurrar entre sí con sus hojas (...) pero los árboles también mezclan sus raíces en la oscuridad bajo tierra, y muchas islas se originan desde el fondo marino. De igual manera, existe una ininterrupción de conciencia genérica contra la cual nuestra individualidad edifica muchos obstáculos, y donde nuestras diversas mentes se hunden en un 'reservorio original'. Nuestra conciencia 'diaria' está circunscrita para adaptarse al entorno terrenal o externo, pero las vallas son débiles en algunos puntos y se filtran influencias anómalas del 'más allá', que muestran la conexión común que de otro modo no podría verificarse" [104].


El cerebro como filtro

"El cerebro no genera pensamiento (...) como tampoco el cable produce corriente eléctrica" (Paul Brunton) [105].

Una afirmación relacionada con la mente general [mind at large] es que el cerebro trabaja no como un generador de mente o conciencia, sino a modo de filtro que recibe, limita, transforma y comunica información que surge fuera de él. El historiador de la religión Huston Smith declara: “El cerebro respira la mente, como los pulmones absorben aire” [106], y esa función reductora es vital pues de lo contrario nos sentiríamos abrumados por la información proporcionada, comprometiendo nuestra facultad para desenvolvernos normalmente en el mundo. Se ha reunido una plétora de opiniones en pro del "cerebro colador", que engloba autores de la talla de Aldous Huxley, F.W.H. Myers, William James, Henri Bergson, F.C.S. Schiller y otros.

No obstante, pagamos un precio por esta versión empequeñecida de la conciencia porque se bloquea una experiencia de nuestra índole esencial, o en palabras de Huxley: "De modo potencial, cada uno de nosotros es una mente general; pero en la medida en que somos animales, nuestro objetivo es sobrevivir a toda costa. Para hacer posible esta supervivencia, la mente genérica debe canalizarse mediante la válvula reductora del cerebro y el sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo es un mísero goteo del tipo de conciencia que ayudará a mantenernos vivos en la superficie de este planeta particular" [107]. El astrofísico Darling agregó que estamos conscientes no gracias al cerebro, sino a pesar de él [108].

Por su parte, Michael Grosso resume las características clave de ese enfoque: "El cerebro no produce conciencia, y sólo la transmite (...) La mente no es una propiedad del cerebro sino sólo un usuario (...) La conciencia preexiste [a ese órgano] y no surge a partir de él. Hay una mente transpersonal, es decir, de tipo más general o cósmico, el 'océano primigenio' de conciencia según James (...) Existe un umbral siempre fluctuante que separa la vida mental subyacente de aquélla supraliminal" [109]. El filósofo sigue diciendo: "Hagamos un análisis realista con una radio y las ondas homónimas: el aparato no produce éstas últimas; sólo las percibe, transmite y filtra. Si vuestro equipo se descompone, no significa que los sonidos que escucháis hayan dejado de existir; simplemente dejan de ser detectables. Por ello, es posible vincular esta analogía y la relación mente-cerebro" [110].

La permeabilidad de nuestros "coladores mentales" no es fija porque pueden obstruirse, pero también volverse más porosos a objeto de aumentar el "goteo miserable" que resulta, y como consecuencia de este "umbral en perpetuo cambio", son factibles las capacidades como telepatía, clarividencia y precognición. A lo largo de nuestra historia como especie se han desarrollado técnicas para mover dicho límite en favor de una mayor conciencia, como se ve en muchas tradiciones místicas y culturas aborígenes.


Creatividad

El "valor en efectivo" de los modelos trans-cerebrales de interacción mente-materia puede verse en el dominio de la creatividad. Los paradigmas fisicalistas sobre las funciones de esa "materia gris" no logran explicar, por ejemplo, las alucinantes hazañas de superdotados que presentan deficiencias mentales, o los prodigios como el gran matemático Srinivasa Ramanujan. Pero si todas las mentes individuales están conectadas entre sí -con un pleno de conciencia que supera la de tipo ordinario- y el umbral entre conciencia expandida y contraída cambia continuamente, entonces los individuos podrían tener acceso ocasional a todo el conocimiento imaginable, ya sea del pasado, presente o futuro. Esto aclararía lo que F.W.H. Myers llamó una "oleada subliminal" de creatividad y comprensión a nivel de quienes suelen denominarse "genios" [112].

Dichos "arrebatos" pueden ser espectaculares cuando ocurren en niños, y el psicólogo Joseph Chilton Pearce cuenta un ejemplo inaudito. Cuando cumplió poco más de treinta años e impartía clases universitarias, estaba absorto en cuestiones teológicas y las obras de Carl Jung; en efecto, Pearce se autodescribe como "obsesionado" por la naturaleza del vínculo "Dios-humano", soliendo dedicarse a prolongadas lecturas sobre el particular. Una mañana, mientras se preparaba para ir a una clase, su hijo de cinco años entró en la habitación, se sentó al borde de la cama y "lanzó" un discurso de veinte minutos sobre los orígenes divinos y humanos. Pearce se hallaba estupefacto:

"Hablaba con frases perfectas, publicables, sin pausa ni prisa, y de una forma acompasada y directa. Utilizó un léxico abstruso de teología y me dijo, por lo visto, todo lo que había que saber. Mientras le escuchaba asombrado, se me erizó el pelo, sentí la piel de gallina y finalmente lloré. Estaba en medio de lo inquietante, lo inexplicable. De pronto sonó la bocina del móvil que llevaba a mi hijo a la guardería, tras lo cual se levantó y se fue. Estaba nervioso y llegué tarde a mi clase, pero lo que había oído era sorprendente, demasiado vasto, y superaba con creces cualquier noción que hubiera manejado hasta entonces. La brecha era tan grande que no pude recordar casi ningún detalle y poco del amplio panorama que él expuso (...) [El niño] no estaba recogiendo sus ideas a partir de mí; yo no había adquirido nada semejante a lo que describió, y bien podría tener más de cincuenta años y estaría inmerso en la meditación antes que yo (...) Mi hijo tampoco recordaba el evento" [113].

Muchos investigadores de la conciencia sostienen que hay aspectos más profundos de conocimiento que los métodos racionales, lógicos y analíticos que generalmente se atribuyen a "hacer ciencia", pero estos caminos recónditos no niegan los sentidos físicos y la razón, sino que les incluyen y trascienden. Podemos vislumbrar este proceso gracias a declaraciones como aquélla de Thomas Edison: "La gente dice que he creado cosas. Nunca he inventado nada; obtengo impresiones del Universo en general y las resuelvo, pero soy sólo una placa de disco, un aparato receptor o como queráis llamarlo. Los pensamientos son realmente impresiones que recibimos del exterior" [114].

La lógica, la razón y el análisis intelectual pasan a un segundo plano en este desarrollo, y el Nobel de Física Eugene Wigner aclara: “El descubrimiento de las leyes naturales requiere ante todo intuición, concebir una imagen y un gran número de procesos subconscientes. Ratificar esas normas es otro asunto (...) La lógica aparece después de la intuición" [115]. El barón Carl Friedrich von Weizsäcker, prominente físico y alumno del legendario Werner Heisenberg, pensaba de manera similar sobre la creatividad y los descubrimientos relacionados: "Frecuentemente, un gran hallazgo científico (...) se describe como una 'inspiración' o un 'regalo especial' que llegan al experimentador cuando y como les dé la gana, a modo de respuesta por 'otra autoridad' y casi sin esfuerzo de su parte. Nunca se considera el resultado inevitable de su esfuerzo de investigación, y aquí encontramos la experiencia inquietante y feliz de decir 'no fui yo quien hizo esto'. Aún así, en cierto modo es él, pero no el ego (...) sino un estado del ser más incluyente" [116].

Carl G. Jung concibió una reserva atemporal de información, similar a la idea por Edison sobre las "impresiones del Universo en general": "De hecho, lo hemos sabido todo desde el principio, porque estas cosas siempre están ahí, sólo que nosotros no estamos allí para esos aspectos. A cada instante podemos tener una comprensión más profunda, pero siempre nos mantuvimos demasiado lejos (...) Originalmente todos venimos un mundo de plenitud, y en los primeros años de vida aún estamos totalmente inmersos en él. Allí tenemos todo el conocimiento sin saberlo; luego se pierde y le llamamos 'progreso' cuando es recordado nuevamente" [117].

El desarrollo de este conocimiento es revelador y no se puede manipular. En palabras de Aldous Huxley: "La comprensión no se hereda ni adquiere por arduo trabajo. Es algo que, por así decirlo, nos llega espontáneamente cuando las circunstancias son favorables. Todos somos conocedores, todo el tiempo; comprendemos directamente el misterio de una realidad específica sólo de forma ocasional y a pesar de nosotros mismos" [118].

Aún así, no estamos indefensos, pues si bien el conocimiento no se puede comandar, sí podemos invitarlo, preparando un escenario para la revelación. Esta paradoja se ha enfatizado repetidamente en las grandes tradiciones espirituales del mundo: desde el cristianismo Huston Smith comentaba que "todo es un regalo, pero nada es gratis" [119], y el hindú Vivekananda enseñó que "el viento de la gracia divina siempre sopla, pero debes izar las velas" [120]. También el mensaje del Islam es idéntico, como señaló Bayazid Bastami: "El conocimiento de Dios no puede obtenerse por el intelecto, y sólo le encontrarán quienes lo ansíen realmente" [121].


Oposiciones

Puede ser difícil encontrar mentes abiertas a las pruebas que hemos examinado, pero las cerradas tampoco representan una novedad, y no sólo hacia los fenómenos relacionados con la conciencia, sino también los desarrollos actuales en ciencias físicas [122]. A principios del siglo XX, la tectónica de placas y la deriva continental fueron objeto de acalorados debates en el campo de la geofísica. Repasando los pormenores, Sir Edward Bullard observaba este conflicto en palabras que se aplican a los argumentos modernos sobre hechos relacionados con la conciencia:

"Siempre existe una fuerte inclinación por ciertos especialistas a resistir criterios poco tradicionales. Las personas de esa clase muestran una inversión considerable en la ortodoxia: han aprendido a interpretar muchos datos según conceptos añejos, preparan conferencias y tal vez compongan libros con los viejos antecedentes. No es fácil pensar de nuevo todo el tema cuando uno ya tiene muchos años encima, y eso implicaría admitir a jóvenes parcialmente desaprovechados (...) Es más 'prudente' guardar silencio, ser un defensor tibio de la ortodoxia o sostener que todo es dudoso, proteger la valla y esperar por más datos con la ambigüedad de un político" [123].

Max Planck, el fundador de la mecánica cuántica, también se enfrentó a este problema y sentenció: "Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino cuando sus adversarios finalmente mueren y crece una nueva generación familiarizada con dicha certeza" [124], e incluso suele parafrasearse esta máxima con aquello de "la ciencia cambia de funeral en funeral".

La observación por Planck es especialmente aplicable a la medicina, que constituye mi campo, y tengo muchos colegas excelentes que retroceden ante cualquier postura antagónica al fisicalismo. Esto no me extraña, pues a los médicos se nos asegura continuamente que esa "filosofía" es "válida" desde inicios de dicha práctica. Por ejemplo, en 1999 -supuesto colofón para la "década del cerebro"- y durante un breve rol en el circo materialista, el neurocientífico Antonio Damasio (Universidad de California del Sur) "predecía" lo siguiente tras su nombramiento por el mandatario George H.W. Bush: "En un esfuerzo que continúa ganando impulso, prácticamente todas las funciones estudiadas en psicología tradicional (percepción, aprendizaje y memoria) se entienden en términos de sus fundamentos cerebrales. El misterio subyacente a muchas de aquéllas se está resolviendo, uno por uno, y ahora es evidente que incluso la conciencia -el mayor obstáculo en esa esfera- probablemente termine aclarándose en poco tiempo" [125].

Y como se regocijaba el filósofo Stan V. McDaniel, de la Universidad Estatal de Sonoma, la conclusión extraída es que “ahora la mente, el yo y la conciencia están por completo dentro de la neurociencia. De esto se concluye que todas las demás teorías de la mente (...) están destinadas al basurero" [126].

En realidad el vocablo "basurero" es un eufemismo para designar opiniones disidentes, y a veces los fisicalistas duros recomiendan la quema. Cuando el biólogo Rupert Sheldrake planteó la hipótesis de que la forma y función de las entidades vivientes y abióticas están influenciadas por campos inmateriales, y proporcionando una amplia evidencia de ello en A New Science of Life (1981), el respetable editor de Nature John Maddox lo denunció por apostasía, condenando la obra de Sheldrake como "un libro para lanzar a la hoguera" [127], [128]. Fue una penitencia que habrían entendido un nervioso Galileo y Giordano Bruno, quien terminó viviéndola.


La conciencia como fundamento

El protagonismo de la conciencia en la elaboración de lo que llamamos "realidad" no es una idea tan subversiva, sino que tiene una amplia trayectoria histórica desde que los humanos comenzaron a registrarla. Esta visión no dejó de existir con el advenimiento de la ciencia moderna, pues sus proponentes simplemente han sido ignorados [129]. A renglón seguido incluyo algunas citas:

-"Si bien creo que la vida puede ser resultado de un accidente, no pienso igual sobre la conciencia porque ella no puede explicarse en términos físicos. Es absolutamente fundamental, e imposible de dilucidar en términos de otra cosa (...) Si tenemos que decidirnos por un sólo ámbito, ese debe ser el psíquico, ya que existe de todos modos" (Erwin Schrödinger, Nobel de Física) [130], [131].

-"Estimo que la conciencia es imprescindible, y veo a lo material como un derivado de la primera. No podemos quedarnos atrás en esto. Todo apunta a una conciencia, desde lo que hablamos hasta todo lo considerado existente (...) Tras dedicar toda mi vida a la ciencia más lúcida, o al estudio de la materia, y como resultado de mi investigación sobre los átomos, puedo deciros que no existe la materia en los términos con que hoy se describe. Toda ella se origina y sólo existe en virtud de una fuerza que hace vibrar la partícula de un átomo, y mantiene unido ese diminuto 'sistema solar'. Debemos asumir que tras dicha injerencia existe una mente consciente e inteligente, que funciona como arquitecto de toda la materia" (Max Planck) [132], [133].

-"Es un prejuicio casi absurdo suponer que lo existente sólo puede ser material; de hecho, la única forma de existencia de la cual tenemos conocimiento inmediato es psíquica. Bien podríamos decir, por el contrario, que la vida física es una mera deducción, ya que sólo conocemos lo tangible en la medida que percibimos imágenes psíquicas mediadas por los sentidos" (Carl Jung) [134].

-“Al comparar la certeza de los hechos tanto espirituales como efímeros, no olvidemos que la mente es el primer detalle y más directo en la experiencia; todo lo demás es inferencia remota" (Sir Arthur Eddington) [135].

-“Al principio sólo había probabilidades. El Universo sólo podría llegar a existir si alguien lo escudriñara, pero no importa que los observadores aparecieran tras varios miles de millones de años. El Cosmos existe porque estamos conscientes de él" (Sir Martin Rees, Astrónomo Real de Inglaterra) [136].

-"La conciencia no está excluida del mundo físico, ni es un visitante foráneo; está en el corazón del mismo" (David Chalmers, científico cognitivo y filósofo de las universidades Nacional de Australia y Nueva York) [137].


Los médicos y la conciencia

Según lo anterior, puede parecernos que los apologistas de una conciencia trans-cerebral son principalmente físicos, estudiosos o filósofos, pero me complace declarar que muchos médicos también están despertando a una visión ampliada sobre el tópico. Podría citar muchos ejemplos, pero uno será suficiente: Lewis Thomas (1913-1993), decano en las universidades de Nueva York y Yale, y luego director de investigación y presidente del Sloan Kettering Institute (Nueva York), ahora llamado Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Thomas era un profesional sensato, mostró dotes de poesía y compuso llamativos ensayos. Entre los temas que abordó se encontraba el destino post-mortem de la conciencia, y reflexionó así en su galardonado libro The Lives of a Cell: "Aún está pendiente aquella desaparición permanente de la conciencia. ¿A dónde diablos va? ¿Estaremos atrapados para siempre en este problema?¿Acaso sólo se detiene en seco, o terminó desperdiciándose con los humanos? Esto me parece antinatural, considerando la inclinación por la Naturaleza de encontrar usos para mecanismos complejos e intrincados. Prefiero pensar en ello como 'separado' por los filamentos de su unión, y es atraído de regreso a la membrana de su origen como un soplo fácil; un recuerdo fresco para todo sistema nervioso biofísico" [138].

Thomas sugirió que nuestros cerebros separados podrían experimentar una suerte de "unión", anexando mentes en un grupo mayor que se asemeja a una visión colectiva o genérica de la conciencia: "Transmitimos pensamientos de mente a mente, en una forma tan compulsiva y con tal velocidad, que en términos funcionales los cerebros humanos puedan estar pasando por una fusión (...) Tal vez los pensamientos que generamos hoy y viajan de una mente a otra (...) sean precursores de estructuras polimerizadas y más complejas que vendrán después" [139].


Epílogo: ampliando el ojo de la cerradura

"¡Qué notable obra es un ser humano! ¡Qué noble de razón, qué infinita facultad! En su forma y movimiento, ¡qué expresivo y admirable! ¡En acción, qué parecido a un ángel, y en desasosiego, muy semejante a un dios!" (William Shakespeare, Hamlet).

El novelista Arthur Koestler escribió: “Somos mirones en el cerrojo de la eternidad, pero al menos podemos quitarle el marco que ya obstaculiza nuestra visión limitada" [140]. La postura emergente de la conciencia que hemos explorado necesita desarmar ese aparataje restringente. Si logramos hacerlo, experimentaremos una visión más clara y elevada de nuestra conciencia; no un diorama completo porque eso está más allá de nuestra capacidad, sino un escenario resplandeciente que es tan intrínseco a nuestra humanidad como nuestra respiración o los latidos cardíacos. Esta magnífica vista constituiría una "reanimación cardiopulmonar" para la orilla recóndita de la experiencia humana, un vigoroso despertar al hecho de que nuestra conciencia es una Mente Universal, Única e Infinita, e incluso mucho más que lo concebido en el último tiempo.


Bibliografía

[87] Mateo 23:24, biblehub.com.
[88] Voltaire, La princesse de Babylone, en: Romans et Contes, París: Éditions Garnier Frères, 1960, p. 366.

[89] Dickinson, E., brainyquote.com.
[90] Thomas, L., Lives of a Cell, NY: Penguin, 1974, p. 141.
[91] Tennyson, A.L., "Flower in the crannied wall", bartleby.com.
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[96] David Darling, Soul Search, NY: Villard; 198:158.
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[99] Schrödinger, E., My View of the World, Woodbridge, CT: Ox Bow Press, 1983, p. 31-34.

[100] Schrödinger, E., What is Life? (and Mind and Matter), London: Cambridge University Press, 1969, p. 139, 145.

[101] Eddington, A., The Nature of the Physical World, NY: MacMillan, 1928, p. 338.
[102] Bohm, B., citado en: Renée Weber, Dialogues with Scientists and Sages, NY: Routledge & Kegan Paul, 1986, p. 41.

[103] Grosso, M., citado en: Kelly, E.F., Crabtree, A. y Marshall, P. (eds.), Beyond Physicalism: Toward Reconciliation of Science and Spirituality, Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2015, p. 83-84.

[104] James, W., citado en: Kelly, E.F., Crabtree, A. y Marshall, P. (eds.), Beyond Physicalism: Toward Reconciliation of Science and Spirituality, Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2015, p. 521-522.

[105] Paul Brunton, citado en: Network Newsletter (Scientific and Medical Network, Reino Unido), abril de 1987, 33, p. 18.

[106] Smith, H., Forgotten Truth: The Primordial Tradition, NY: Harper & Row, 1976, p. 63.

[107] Huxley, A., The Doors of Perception, London: Chatto and Windus, 1954, reimpreso por Granada Publishing (Londres), 1984, p. 19-20.

[108] Darling, D., Soul Search, NY: Villard, 1995, p. 154-166.
[109] Grosso, M., citado en: Kelly, E.F., Crabtree, A. y Marshall, P. (eds.), Beyond Physicalism: Toward Reconciliation of Science and Spirituality, Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2015, p. 84-85.

[110] Grosso, M., Soulmaking, Charlottesville, VA: Hampton Roads, 1997, p. 85.
[111] "Srinivasa Ramanujan", wikipedia.org.
[112] Myers, F.W.H., citado en: Kelly, E.F., Crabtree, A. y Marshall, P. (eds.), Beyond Physicalism: Toward Reconciliation of Science and Spirituality, Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2015, p. 26.

[113] Pearce, J.P., Evolution’s End, San Francisco, CA: HarperSanFrancisco, 1992, p. 8-9.

[114] Edison, T.A., citado en: Baldwin, N., Edison: Inventing the Century, NY: Hyperion, 1995, p. 376.

[115] Wigner, E., citado en: M. Greene, ed., "Toward a unity of knowledge", Psychological Issues, 1969, p. 22-45 .

[116] Von Weizsäcker, C.F., Introduction to Gopi Krishna, The Biological Basis of Religion and Genius, NY: Harper and Row, 1972, p. 35-36.

[117] Jung, C.G., citado en: Charet, F.X., Spiritualism and the Foundations of C.G. Jung’s Psychology, Albany, NY: State University of New York Press, 1993, p. 61.

[118] Huxley, A., Tomorrow and Tomorrow and Tomorrow, NY: Signet, 1964, p. 32.
[119] Smith, H., Forgotten Truth: The Primordial Tradition, NY: Harper Colophon, 1976, p. 113.

[120] Vivekananda, citado en: Smith, H., Forgotten Truth: The Primordial Tradition, NY: Harper Colophon, 1976, p. 113-114.

[121] Bastami, B., citado en: Smith, H., Forgotten Truth: The Primordial Tradition, NY: Harper Colophon, 1976, p. 114.

[122] Hellman, H., Great Feuds in Science, NY: John Wiley, 1998.
[123] Bullard, E., citado en: John A. Steward, Drifting Continents & Colliding Paradigms: Perspectives on the Geoscience Revolution, Bloomington, Indiana University Press, 1990, p .184. Cita original en: Edward C. Bullard, "The emergence of plate tectonics: A personal view", Annual Review of Earth and Planetary Sciences, 1975, p. 3-5.

[124] Planck, M., Scientific Autobiography (traducción de F. Gaynor), London: Williams & Norgate, 1950, p. 33-34.

[125] Damasio, A., citado en: Edward E. Kelly et al., Irreducible Mind, Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2007, p. xx.

[126] McDaniel, S.V., comentario del libro Pluralism and the Mind: Consciousness, Worldviews, and the Limits of Science (Matthew Colborn), Charlottesville, VA: Imprint Academic, 2011, en: Journal of Scientific Exploration, 2012; 26 (3), p. 657-661.

[127] Sheldrake, R., A New Science of Life: The Hypothesis of Formative Causation, Los Angeles, CA: J.P. Tarcher Inc., 1981.

[128] Adams, T., "Rupert Sheldrake: the 'heretic' at odds with scientific dogma", theguardian.com, 4 de febrero de 2012.

[129] Wilber, K., Quantum Questions: The Mystical Writings of the World’s Great Physicists, Boston: Shambhala, 1984.

[130] Erwin Schrödinger, citado en: Walter Moore, A Life of Erwin Schrödinger- Canto edition, UK: Cambridge University Press, 1994, p. 181.

[131] Schrodinger, E., My View of the World, Cambridge University Press, 1960, p. 62.

[132] Planck, M., The Observer, London, 25 de enero de 1931.
[133] Planck, M., Wikiquote.
[134] Jung, C.G., Psychology and Religion: West and East, volumen 11 de The Collected Works of C.G. Jung, Sir Herbert Read y Gerhard Adler (eds.), traducido por R.F.C. Hull, segunda edición, Princeton, NJ: Princeton University Press; 1975, p. 12.

[135] Eddington, A.S., Science and the Unseen World, London: Quaker Books, 2007, p. 7.

[136] Rees, M., citado en: Bruce Rosenblum y Fred Kuttner, Quantum Enigma: Physics Encounters Consciousness, NY: Oxford University Press, 2006, p. 193.

[137] Chalmers, D., citado en: MacIsaac T., "Eight scientists contemplate place of human consciousness in science", theepochtimes.com, 20 de agosto de 2014.

[138] Thomas, L., Lives of a Cell, NY: Penguin, 1978, p. 52.
[139] Thomas, L., Lives of a Cell, NY: Penguin; 1978, p. 142.
[140] Koestler, A., Janus, A Summing Up, NY: Random House, 1978, p. 282.